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Charla magistral:
La actualidad de la metafísica kantiana de la naturaleza: hacia una metafísica cuántica
La ontología y la física racional son los únicos del esquema que pueden fundarse como
conocimiento científico, pues aparece como objeto empírico, y solo es posible conocer a
priori fenómenos. (porque solo puede conocerse a priori aquellas cosas respecto de las
cuales hay experiencia posible)
La ontología es la parte general de la metafísica de la naturaleza, y la física racional es su
única especificación.
Pero la descripción de cualquier objeto cuantico, finalmente, debe ser hecha según las
reglas de los objetos clásicos. Por cuantico que sea el objeto (o el experimento), debe
describirse según las reglas del objeto clásico) describirse según las reglas clásicas, pues los
objetos cuánticos no son objeto de experiencia posible. (Palabra de Bohr). Los datos
empíricos son subsumidos bajo representaciones clásicas.
Los objetos cuánticos son contextuales. El fenómeno se verifica según las reglas del
experimento respectivo. Así, un electrón se comporta como onda o como partícula según el
experimento realizado.
Los fenómenos cuánticos se unifican por medio de una regla probabilística: dado un cierto
fenómeno, cuál es la probabilidad de que ocurra cualquier otro. La validez objetiva de un
objeto cuántico dice relación con un asunto de validez regulativa.
Clase 2 – 6.03.19
Clase 3 – 7.03.19
¿A qué viene aquí la explicación del matemático? ¿Qué sentido tiene para la
fundamentación de una metafísica como ciencia? La matemática, verdadera ciencia – a
diferencia de la lógica – sí ofrece elementos para explorar en qué sentido la metafísica
podría ser una ciencia. El conocimiento matemático es un conocimiento universal y
necesario (a priori) y, sin embargo, sintético (es decir, no meramente analítico). El
matemático produce el objeto según la regla pensada en el concepto. Rige el objeto según el
concepto. No es el conocimiento el que debe ser adecuado para el objeto; es el objeto el que
debe ser adecuado para el conocimiento. Al hacerlo así, no es necesario esperar a que el
objeto se me dé para conocerlo. Puedo conocerlo a priori.
Kant entiende que el conocimiento a priori es posible si al objeto del conocimiento no se le
asignan propiedades inherentes previas a que nos sea dado, sino que le pertenecen al
concepto, de manera previa al objeto. Así, como las propiedades del objeto son puestas de
acuerdo al concepto, puedo conocerlo antes de experimentarlo. El objeto es construido en la
intuición, así que podemos conocerlo sin experimentarlo.
*Ontología: conocimiento de objetos en general. Metafísica: conocimiento de ciertos
objetos (alma, mundo y dios).
*Estas tres ideas (alma, mundo y dios) son denominadas por Kant como “ideas
trascendentales”. ¿Por qué son el objeto de la metafísica? Kant quiere mostrar que el origen
de esas ideas es la razón misma. (a diferencia de Descartes, que responde haciendo
referencia a que estas ideas son “puestas” por Dios). El origen es la estructura misma de la
razón. Esta idea es construida por medio de la “deducción metafísica de las
categorías/conceptos”, pues según Kant son conceptos puros de la razón.
La construcción del concepto en la intuición pura agrega un elemento no conceptual en el
objeto. El hecho de que sea intuición le agrega elementos al juicio, haciéndolo sintético.
Que la intuición sea pura, hace que el juicio no sea empírico, haciéndolo a priori.
La gran pregunta es, ¿cómo son posibles las intuiciones puras? Para Kant, la intuición es la
relación inmediata entre los conocimientos y el objeto. La intuición se obtiene a partir de la
sensibilidad, pues a través de ella nos son dados los objetos.
La intuición pura dice relación con la pura forma de la sensibilidad. Los conceptos de la
intuición pura son el espacio y el tiempo.
El conocimiento filosófico es por conceptos. Su conexión es lógica, no cronológica. En ese
sentido, no viene al caso preguntarse por alguna relación temporal entre la experiencia, la
intuición y los conceptos. Más bien los conceptos dependen de la posibilidad de la
experiencia.
La física también participa de esta revolución del conocimiento, según la cual el
conocimiento rige al objeto y no al revés (BXIII). Pero el físico no construye su objeto
(como el matemático), sino que le viene dado: es la naturaleza. Pero de todas maneras es
posible afirmar que el conocimiento rige al objeto, puesto que la forma en que el físico
interroga la naturaleza está definida por su conocimiento. Los experimentos son la forma en
que se le plantean interrogantes y un conjunto acotado de respuestas a la naturaleza. El
físico interroga a la naturaleza, no como el estudiante que se deja guiar pasivamente por el
profesor, sino como el juez que interroga al acusado y guía a forma en que éste le comunica
conocimientos.
Lo único que podemos conocer a priori de los objetos, en la metafísica Kantiana, es su
condición de objetos de la experiencia en general. Es decir, solo podemos conocer a priori
la objetividad de los objetos. El resultado de la crítica, en principio, va a ser solo negativo,
es decir, solo conoceremos los límites de la razón. El resultado positivo viene después, más
directamente en cuanto a la razón práctica.
El hecho de que una cosa satisfaga las condiciones de la posibilidad de la experiencia es
necesario para que sea objeto del conocimiento (no es lo mismo pensar que conocer; solo
puedo conocer los objetos sobre los cuales hay experiencia posible; en cambio puedo
pensar lo que sea). Pero de que no las satisfaga no se sigue que no exista (BXXVI).
Simplemente no la puedo conocer teóricamente. No puedo afirmar teóricamente su
existencia o inexistencia. Pero esto no excluye que se pueda explorar la realidad de su
existencia por otras vías, como por ejemplo una vía práctica. El único acceso al
conocimiento que está más allá de los límites de la experiencia posible es por el punto de
vista práctico.
Esto es lo que se logra, por ejemplo, en la Crítica de la Razón Práctica, cuando se deduce la
propia libertad a partir de la conciencia de la posibilidad de actuar según el deber y no
según las inclinaciones; esto le revela a Kant que no estamos determinados por las leyes de
la causalidad natural, y por tanto el yo libre un objeto suprasensible. Así, se llega por vía
práctica a la deducción de un objeto suprasensible, que no podía conocerse por no ser un
objeto posible de experimentar.
*Tercera antinomia se hace cargo de la relación entre causalidad natural y causalidad por
libertad. Podría vincularse con el problema de la libertad en Kelsen.
Clase 4 – 11.03.19
Clase 5 – 13.03.19
Clase 8 – 20.03.19
Clase 9 – 21.03.19
¿Qué significa la revolución copernicana acerca de que el conocimiento rige al objeto?
Existen condiciones solo bajo las cuales el objeto es objeto en general para mí. Esas
condiciones son de dos tipos: sensibles e intelectuales. Las condiciones sensibles
corresponden a la forma de nuestra sensibilidad; aquellas condiciones que el objeto debe
cumplir para sernos dado: el espacio y el tiempo.
Pero también existen condiciones, no del darse del objeto, sino del pensarse el objeto en
general. Esas condiciones son las categorías. La unidad trascendental de la apercepción
condensa estas condiciones intelectuales.
Estos dos conjuntos de condiciones son, en principio, independientes entre sí. Y, sin
embargo, han de estar necesariamente conectadas si es que hemos de tener conocimiento, o
si el conocimiento ha de ser posible. Ninguno de este conjunto de condiciones, por sí sola,
es suficiente. Deben concurrir ambas.
La multiplicidad dada por la sensibilidad debe poder ser traída bajo la unidad sintética de la
apercepción. Solo bajo esa condición de unidad sintética, esas representaciones pueden ser
“mi” representación. Además, esa unidad sintética debe referirse a objetos en general para
no ser una mera constatación de la afectación de mi subjetividad.
La unidad trascendental de la apercepción es el principio fundamental del conocimiento
humano. Este es el núcleo de la Crítica de la Razón Pura.
El “esquematismo de los conceptos puros del entendimiento”, primer capítulo de la
analítica de los principios, provee la respuesta a la pregunta por cómo se aplican los
conceptos puros del entendimiento a los fenómenos empíricos. Aquí se presenta la
respuesta respecto a qué se puede saber a priori de los fenómenos.
La división entre fenómeno y noumeno que se formula en la analítica de los principios es el
mismo problema que se planteaba en la estética trascendental entre el fenómeno y la cosa
en sí, pero enriquecido por el desarrollo que nos llevó a formular las condiciones de
posibilidad de la experiencia en general.
La delimitación de “lo cognoscible” es denominada por Kant “la Isla de la Verdad”. La
verdad es una isla, porque es un territorio delimitado por las condiciones de posibilidad de
la experiencia. Más allá de esos límites no se puede ir. Las categorías no pueden aplicarse
más allá de los objetos de una experiencia posible. Solo pueden aplicarse dentro de dichos
confines.
(B303) Los resultados de la analítica trascendental. En síntesis: se plantea un reemplazo de
la Ontología (la ciencia de los conocimientos a priori sobre los objetos en general) por la
analítica de los principios del entendimiento puro. Es decir, la metafísica no puede
suministrar conocimientos a priori sobre los objetos en general, sino solo puede suministrar
conocimientos a priori acerca de los objetos de la experiencia posible. En otras palabras: la
ontología en general no tiene el carácter de ciencia. Solo la ontología de los fenómenos
tiene dicho carácter.
La ontología se suele dividir en dos partes: 1) metafísica en general: doctrina del ente
general; 2) doctrinas metafísicas especiales, que se refieren a ciertos objetos que por su
particularidad deben ser tratados especialmente: mundo, alma y dios.
La analítica trascendental se hizo cargo de la primera parte, con los resultados ya
demostrados. La dialéctica trascendental va a atacar el problema de la segunda parte de la
metafísica, es decir, el problema acerca de los objetos especiales de la metafísica.
En la dialéctica trascendental llegaremos a un resultado semejante: no es posible el
conocimiento por meros conceptos acerca de los objetos especiales de la metafísica.
Entonces, la cosmología racional no es conocimiento; la sicología racional tampoco es
conocimiento; la teología racional tampoco es conocimiento. (Conocimiento en sentido
científico).
Las antinomias de la razón pura son 4. Cada una de ellas se corresponde con la tabla de las
categorías. Se ordena según su estructura.
Aquí, entre otras cosas, Kant demuestra por medio de una “prueba indirecta” que la
distinción entre fenómeno y cosa en sí es necesaria. Los argumentos tienen la siguiente
forma: Si no aceptamos la distinción entre fenómeno y cosa en sí, podemos probar con la
misma fuerza que hay un ente necesario y que no lo hay; podemos probar con la misma
fuerza que el mundo es infinitamente divisible, y que el mundo no es infinitamente
divisible; etc.
En el fondo, dadas estas antinomias, tenemos dos opciones. O concedemos que la razón
pura es contradictoria consigo misma, y por tanto ningún conocimiento es posible; o
aceptamos tal distinción entre fenómeno y cosa en sí, y resolvemos la contradicción.
Entonces, la distinción entre fenómeno y cosa en sí queda “probada” pues, si no la
aceptamos, el conocimiento no es posible nomás, pues la razón se pierde en sus antinomias.
De los paralogismos de la razón pura crítica de la sicología racional
Antinomia de la razón pura crítica de la cosmología racional
Ideal de la razón pura crítica de la teología racional (de las demostraciones acerca de la
existencia de Dios)
La razón pura también tiene sus conceptos a priori, y también tiene su campo de aplicación
objetiva bien delimitada. Estos conceptos son representaciones que se van a aplicar de
modo indirecto a los objetos de la experiencia. Su función es hacer posible la unidad
sistemática de ese conocimiento objetivo. Esta prueba está en el apéndice de la dialéctica
trascendental, y se conecta con la crítica del juicio.
(B82-B86) concepto de dialéctica en el contexto de la lógica general. Es una distinción
crítica: la dialéctica sería la pretensión de servirse de la lógica como organon del
conocimiento. Hay una cierta reminiscencia de la sofística en la forma en que Kant trata a
la dialéctica en la lógica general. “lógica de la apariencia ilusoria”
(B87-88) concepto de dialéctica en el contexto de la lógica trascendental. La razón pura,
por su estructura, tiende a un uso ilegítimo de sus conceptos puros. A saber, necesariamente
va a tender al uso de sus conceptos para explicar los objetos en general, en circunstancias
que su uso legítimo está circunscrito a los objetos de la experiencia. El
estudio/desactivación de los usos injustificados de los principios del entendimiento puro es
la tarea de la dialéctica trascendental. La dialéctica trascendental es la crítica y refutación
de esas apariencias necesarias de falso conocimiento que se sigue de la tendencia al uso
ilegítimo de los conceptos puros del entendimiento. Después, en A293, se desarrolla este
concepto.
“Apariencia ilusoria trascendental”: apariencia de la ampliación del conocimiento que,
presuntamente, se obtiene por medio de la aplicación de los conceptos puros del
entendimiento a objetos que escapan de los límites de la experiencia posible.
La apariencia ilusoria lógica es una mera mala aplicación de las reglas de la lógica. Tan
pronto como la lógica la revisa, la apariencia desaparece. En cambio, la apariencia ilusoria
trascendental no desaparece con esa facilidad. Esto se debe a que, pese a que el juicio
aparente no tiene en sí un valor cognoscitivo, se nos aparece como una necesidad objetiva
de las cosas en sí mismas. Es decir, el juicio aparente ilusorio tiene un valor en la
experiencia. Por más que yo sepa que la proposición no tiene valor cognoscitivo alguno, la
uso en la experiencia, y eso le da apariencia de validez.
En el fondo: se confunde el valor de la proposición como un principio heurístico en el uso
de mi experiencia acerca de las cosas, con un valor de la proposición como una necesidad
de las cosas en sí mismas.
Estas proposiciones que tienen apariencia ilusoria trascendental tienen su origen en los
conceptos puros de la razón pura. Estos conceptos puros son las ideas puras de la
metafísica: dios, alma, mundo. Son ideas sobre las cuales no hay experiencia posible, pero
sin embargo tienen un uso necesario en nuestra experiencia, pues son necesarios para el
conocimiento de los objetos de la naturaleza. Le dan unidad sistemática a nuestro
conocimiento sobre esos objetos.
El conocimiento acerca de dichas ideas metafísicas es imposible; el uso de dichas ideas
para el conocimiento de la naturaleza, es necesaria. En eso consiste la necesidad de la
apariencia ilusoria trascendental: confundir lo que vale para la razón en su búsqueda de
unidad sistemática del conocimiento con lo que vale para la naturaleza considerada en sí
misma.
Estas ideas, que le dan unidad sistemática a nuestro conocimiento empírico, no son una
mera “patología” de la razón. Son necesarias para darle unidad sistemática. Pero en esto
reside el carácter “regulativo” de la razón. La razón regula al mundo para poder conocerlo
de manera sistemática. Debo actuar “como si” el mundo tuviera un comienzo en el tiempo
para poder conocer empíricamente la naturaleza.
*** “La sensibilidad nunca brinda intuiciones acerca de la totalidad”. Por eso, no es posible
el conocimiento acerca de la totalidad.
La primera parte de la dialéctica trascendental es mostrar el origen a priori de las ideas
puras de la razón o ideas trascendentales. Estas ideas trascendentales son el producto de la
acción misma de la razón. Kant va a trazar un paralelismo entre la tabla de las categorías, y
las funciones que realiza cada uno de los conjuntos de la tabla, y a partir de allí extrae las
ideas trascendentales. La prueba de este surgimiento es una deducción metafísica de las
ideas trascendentales a partir de la acción de la razón pura. Saca cada una de estas ideas a
partir del tipo de juicio que organiza la tabla de las categorías.
Silogismo categórico alma
Silogismo hipotético mundo
Silogismo disyuntivo dios
La razón es la facultad de lo incondicionado. La mente opera deduciendo ideas por medio
de formas silogísticas. Un silogismo hipotético es un juicio con tres partes: i) premisa
mayor: P entonces Q; ii) premisa menor: P; iii) conclusión: luego Q
Para el silogismo hipotético, la razón buscará otro silogismo que tenga como conclusión la
premisa mayor (P entonces Q). Al silogismo “anterior” Kant lo llama “prosilogismo”, y
tiene la siguiente estructura: i) R; ii) entonces P entonces Q. Es decir, la conclusión de ese
prosilogismo es la premisa mayor del silogismo. La razón va a buscar todas las
condiciones, pues es la facultad que busca lo incondicionado. Entonces, dado cualquier
silogismo, la razón buscará las condiciones “hacia atrás” en una cadena potencialmente
infinito. Lo incondicionado en este tipo de juicios es el conjunto de todas las condiciones.
Ese conjunto de todas las condiciones conectadas entre sí es la idea trascendental “Mundo”.
Pero el mundo no es un objeto de la experiencia. No puedo percibir la totalidad de las
condiciones. Siempre puedo percibir más. Por eso no se puede conocer el mundo. Sin
embargo, para darle unidad sistemática a mi conocimiento acerca de los fenómenos,
necesito actuar “como si” fuera posible algo así como la conexión completa del conjunto de
todas las condiciones. Es decir, el mundo. La idea trascendental de mundo es producto de la
razón porque en el proceso de hacer prosilogismos buscando lo indeterminado se concluye
necesariamente en dicha idea trascendental. Es la representación de la conexión completa
de las condiciones, de esa totalidad.
El uso regulativo de las ideas de la razón consiste en este impulso ordenar que guía el
desarrollo de la experiencia empírica, que le da unidad sistemática al conocimiento parcial
a partir de la perspectiva de una totalidad. La unidad sistemática es necesaria porque es ella
la que le da coherencia a mis conocimientos.
Estas ideas trascendentales no tienen un uso cognoscitivo respecto de las entidades
suprasensibles a las cuales refieren. Tienen un uso regulativo respecto de la naturaleza, lo
sensible. Es decir, la validez del conocimiento en torno a estas ideas trascendentales es
regulativa, no constitutiva.
Esto es lo último a lo que va a llegar la razón especulativa. Hasta aquí llega. Ni la
sensibilidad, ni el entendimiento, ni la razón en sentido estricto fueron aptas para otorgar
conocimiento acerca de los objetos suprasensibles. Sin embargo, de aquí no se sigue que
Kant niegue la posibilidad del conocimiento acerca de estos objetos. El punto es que la
construcción de conocimiento acerca de dichos objetos se va a llevar a cabo en la razón
práctica y en la crítica del juicio. (véase “los progresos de la metafísica”)
B359: Concepto de Razón: “facultad de la unidad de las reglas del entendimiento bajo
principios” (recordemos que el entendimiento era la facultad de los principios).
Clase 10 – 25.03.19
Clase Hector Ferreiro
Fichte, Schelling y Hegel son los grandes idealistas post-kantianos. Estos tres autores
tienen muy mala prensa, en cuanto a haber tomado el proyecto filosófico kantiano y haberlo
llevado a un punto en exceso críptico y oscuro.
Hegel sostuvo que Kant no fue suficientemente radical con la tesis de que el ser acompaña
al pensar. En Kant, la representación “yo pienso” debe acompañar a toda representación.
Pero Kant no lleva esta tesis hasta el final, pues en el polo del ser deja un cierto algo que no
puede ser identificado con el pensar: la cosa en sí.
Pero Hegel, que profundiza esa tesis, no quiere llegar al nivel de Berkeley, para el cual todo
ser es un ser percibido, es decir, no hay realidad más allá de la percepción. Para Hegel, el
pensar es la cosa misma. El pensar incluye, o implica al ser. Son lo mismo. Pero, sin
embargo, esto no va a implicar que el mundo es una pura representación del sujeto.
Entonces, en síntesis, el objetivo filosófico del idealismo es este: unidad del ser y del
pensar, pero manteniendo al mundo como una entidad real y objetiva.
En Kant se mantiene una “puerta abierta” a algo fuera del pensar, que es la cosa en sí.
Hegel critica esto. No hay un “fuera” del pensar. A lo sumo, uno puede pensar la idea de
algo por fuera del pensar, pero ese algo fuera que es pensado, no deja de ser el pensamiento
mismo. Como resulta evidente, para mantener esta posición hay que repensar la idea del
ser, y repensar la idea misma del pensar. Este es el marco de trabajo en torno al cual se
edifica la Ciencia de la Lógica.
*El prefacio de la CL explica que la CL es la segunda parte del Sistema de la Ciencia. La
primera parte es la Fenomenología del Espíritu. Pero en años posteriores, Hegel cambiará
esta posición y ya no pondrá la Fenomenología como premisa de la CL.
Hegel toma la revolución copernicana kantiana acerca de la relación del conocimiento y su
objeto, y la radicaliza. El pensamiento no solo rige a su objeto, sino que el pensamiento es
su mismo objeto. Diluye por completo la diferencia entre ser (objeto del conocimiento) y
pensar (conocimiento). La distinción fundamental entre entendimiento y sensibilidad es el
pilar de la doctrina kantiana del conocimiento. Allí radica el fundamento de la diferencia
entre ser y pensar. Por consiguiente, esta distinción será criticada por los idealistas post-
kantianos.
*Kant llegó hasta las antinomias de la razón pura, y consideró que ese límite obligaba a
abandonar la posibilidad de conocer la cosa en sí. Hegel toma la contradicción de la razón
como un dato necesario, como parte de la estructura de la razón pero que puede ser
superada.
La Fenomenología del Espíritu termina con la tesis del saber absoluto: Los juicios de la
mente se confronta con los hechos de la realidad y son corregidos por ella. Luego, los
juicios corregidos se confrontan con los hechos de nuevo, y así. Llegado cierto punto, el
saber se da cuenta de que no son los hechos del mundo los que corrigen los juicios de la
mente, sino que son otros juicios los que confrontan esos juicios. Nuestras concepciones del
mundo no se confrontan con el mundo, sino con otras concepciones sobre el mundo, y así
van avanzando. ¿Y el mundo cuándo aparece? Nunca. El saber siempre se confronta con
otro saber. El saber es lo único absoluto.
El saber es absoluto. Al pensar no le viene nada de afuera. El objeto no solo está regido por
el pensar; el objeto es un momento del pensar. Y, sin embargo, el mundo sigue siendo una
entidad real y objetiva.
Para Hegel, Fiche y Schelling, Kant es un subjetivista. Kant dice: Lo que conozco está en
mi mente, es lo que percibo. Es el fenómeno. El mundo real, la cosa en sí, está fuera, ajeno
a mi posibilidad de conocer. Así, todo el conocimiento se vuelve subjetivo, es percepción
racionalizada. Hegel va a romper con esa lógica de la división fenómeno/cosa en sí. Esa
división kantiana es percibida por Hegel como una concepción del sujeto limitado, fuera del
cual está el mundo real.
Hegel no niega la división sensibilidad/entendimiento. Lo que niega es que la sensibilidad
nos dé información acerca de lo real. En otras palabras: el contenido sensible existe, y es
diferente de lo inteligible. Eso es irreductible. La diferencia con Kant es que para Hegel lo
sensible no puede ser la puerta a través de la cual nos entra el mundo real. No hay un
mundo real por fuera del pensamiento que necesite ingresar al pensar. El pensar es él
mismo como tal una unidad que contiene dentro de sí al mundo. En estos términos, Kant
aparece como un filósofo de la mente, que parte de la base de dos cosas separadas – la
mente y el mundo – y que estudia su relación con alto rigor, pero desde su exterioridad
recíproca.
En este sentido, Hegel tiene ciertas referencias a Descartes cuando critica a Kant. Comparte
la crítica cartesiana de que la percepción sensible sea la puerta de entrada de la realidad al
pensamiento. Contenidos perceptuales son una cosa, realidad es otra. Ahora, el problema es
que en esta crítica aparece la puerta de entrada al peligro subjetivista. Aquí viene la gran
pregunta: ¿Cómo construir un modelo en que podamos romper el vínculo percepción-
mundo real, sin romper la idea misma de la existencia de un mundo real que no sea pura
subjetividad?
La unidad ser-pensar va a ser un punto de partida de esta filosofía. Es una premisa de la
lógica, que Hegel va a haber demostrado en la fenomenología del espíritu: el saber
absoluto. Esta idea es el saber absoluto, porque la unidad del ser-pensar lo contiene todo.
No hay nada fuera de la unidad ser-pensar. No habiendo nada fuera de la unidad ser-pensar,
se supera esta idea Kantiana de que el entendimiento tiene ciertos límites que demarcan la
posibilidad del conocimiento, como lo era la posibilidad de la experiencia. El saber
absoluto no tiene límites, o al menos no en estos términos.
*Aristóteles dijo algo parecido en su minuto: el alma contiene todas las cosas. Es la misma
idea de que todo lo que hay está en el alma. El límite de lo que puedes conocer es el alma
misma. Hegel recoge profundamente la herencia aristotélica.
Todo esto a modo de introducción a la Ciencia de la Lógica. ¿Qué es la lógica? La lógica
son las categorías del pensamiento. Pero esta no es la lógica trascendental, de las reglas
formales del puro pensamiento que se aplican desde fuera a un cierto objeto (la cosa en sí)
que nos viene dado desde fuera a través de la percepción (en forma de fenómeno).
Entonces, son (casi) las mismas categorías de la lógica que desarrolla Kant, pero ahora
entendidas como siendo las cosas mismas. No se necesita el “input” externo de la cosa en sí
porque las categorías son las cosas mismas. Estas categorías son producidas por el
pensamiento mismo en su propio movimiento. La lógica son las categorías de la mente que
son, al mismo tiempo, las categorías del mundo real. Las categorías son lógicas y
ontológicas.
El desarrollo de las categorías va desarrollando en su propio movimiento aquella materia
que, para Kant, tenía que venir desde la sensibilidad como otra facultad independiente. En
el desarrollo del concepto, las distintas determinaciones van apareciendo como mutuamente
dependientes. En ese necesitarse mutuamente surge el objeto del conocimiento, su materia.
La forma de las categorías y su materia son una unidad autosuficiente.
La tabla kantiana de las categorías aparece como algo estático, muerto. Le falta vida. Para
Hegel, esta vida viene dada por el movimiento de su desarrollo, regido por la razón como
una totalidad.
La coextensividad entre el ser y el pensar, en Hegel, no puede explicarse desde un primado
del ser. O, al menos un primado del ser en un sentido materialista. No es posible considerar
que las ideas vayan a seguir el orden de las cosas. ¿Cómo podrían explicar que el acto
cognitivo del pensar coincide con ideas? Hegel es un anti materialista. Al que más va a
criticar es a Spinoza con su noción de sustancia. Solo es posible explicar la coextensividad
ser-pensar desde el concepto. Frente a un monismo materialista, que identifica las ideas
como parte de la materia, le contrapone un monismo idealista. Esta intuición del monismo
idealista ha sido compartida por varios pensadores, al menos en general.
En este sentido, la teoría de los paradigmas de Kuhn sería bastante semejante al
pensamiento hegeliano. Esta idea de que no conocemos al mundo, sino un paradigma sobre
el mundo, y que solo podemos reemplazar un paradigma por otro paradigma, tiene que ver
con la idea del saber absoluto hegeliano. “Kuhn es hegelianismo para el pueblo”.
Popper dice que las percepciones son hipótesis de nuestro cuerpo respecto del mundo. Estas
hipótesis solo son contrastadas por otras hipótesis. Así, esta idea de que el saber se
confronta con otro saber, y no con un dato objetivo del mundo, hace semejanza con la idea
del saber absoluto.
La CL comienza con la categoría del puro ser. El ser es la categoría más amplia y general
posible. Por eso es un buen comienzo. Si empiezas por el puro ser, y comienzas a explorar
su determinaciones dentro de sí mismo, nunca te quedará el ser por fuera del pensar. En
términos estructurales, el ser está contenido en el pensar si es la primera categoría a
desarrollar.
El ser es la primera categoría del pensar, y luego todas las categorías que va desarrollando
limitan al ser hacia sí mismo. Hay un compromiso ontológico en esta formulación.
¿Qué se puede decir sobre el puro ser? Nada, dice Hegel. Sobre el ser a secas no se puede
decir nada. Cualquier cosa que digas sobre el ser implica que el ser adquiere una
determinación, y por tanto ya no es el puro ser, sino que es el ser determinado en cierto
sentido. El puro ser es absolutamente indeterminado. No tiene ninguna determinación. En
ese sentido, el puro ser es indiferenciable de la nada. La nada es la negación de todo lo que
es.
¿De qué está hablando Hegel acá? Está recapitulando con la metafísica clásica. Hegel
pretende radicalizar la crítica de Kant a la metafísica. A Kant le faltó ir más lejos.
En la metafísica medieval se hablaba de Dios como la simplicidad misma. ¿Qué se puede
decir de Dios? Nada, pues está más allá de lo finito. Está más allá de lo finito. Solo
podemos hablar de las cosas finitas. En consecuencia, Dios como el puro ser es la
simplicidad máxima. Esta posición se denomina teología negativa.
En la metafísica griega, cristiana y musulmana, el mundo no se creó de la nada. Había
materia amorfa pre-existente, y la figura divina respectiva va introduciéndole
determinaciones a esta masa amorfa. (Caos y demiurgo en Platón; oscuridad pura y Dios
con obras en 7 días). La materia aparece como una realidad eterna, atemporal.
Entonces, la idea de la creación a partir de la nada es una idea curiosa. ¿De dónde sale esta
idea? No hay consenso generalizado, pero se dice que aparece recién en los siglos II y III
después de cristo, en el contexto del debate con los maniqueos (debates del cristianismo
temprano).
Al-farawy (revisar nombre) trabaja filosóficamente la idea de la creación a partir de la
nada. Dice más o menos lo siguiente. Si alguna vez las cosas que existían no existieron,
entonces debe haber algún principio en virtud de los cuales las cosas son. El Universo
aparece como un conjunto de cosas producidas, que existían como idea en la mente de
Dios, y que luego fueron creadas y existen como realidad.
Surge la idea del “ser”. No los entes, sino el ser de los entes. Los entes son lo determinado,
lo realmente existente. El ser como magnitud de los entes aparece como diferenciada de sus
determinaciones concretas. El ser es lo que hace que las cosas sean en general. Su
determinación es lo que les hace ser esta cosa o aquella otra.
De la mano de esta doctrina del ser como algo distinto del ente mismo, surge la “onto-
teología”, que es la idea de que el dios de la religión es el ser. Dios sería ese algo que hace
que tal o cual cosa sea, no tal o cual cosa, sino ser en general.
Esta es la tradición metafísica con la que Hegel quiere romper. El ser y lo determinado, en
esta tradición, son dos magnitudes diferentes, que se relacionan externamente. Respecto de
este ser es que la metafísica medieval dice que no se puede decir nada. Solo puede hablarse
de lo determinado (los entes). No se puede decir nada del ser en tanto tal.
Hegel quiere ir más allá de la determinación concreta del “algo”, del “ente”, a algo más
indeterminado. Quiere ir directamente al “ser” del ente. La determinación no va a venir
desde afuera respecto del ser. El ser, con su propia legalidad interna, va a ir desplegando su
concepto, y se van a ir desarrollando sus determinaciones en ese despliegue.
El problema puede formularse en relación a si el concepto puede realizarse a sí mismo.
Clase 11 – 27.03.19
Una de las cosas que se ven en la Lógica es el experimento mental en torno a la posibilidad
de aprehender el ser y la nada en el pensamiento. ¿De dónde surge la pregunta por la nada?
En el medioevo está la idea de que el Universo no existió siempre. Es decir, alguna vez no
hubo nada. A partir de esa idea religiosa, surge la pregunta por la nada. Hegel considera
que la nada absoluta es inconcebible, pues quien piensa en la nada ya la está determinando
como algo (y la nada absoluta es la ausencia total de determinaciones).
Al-farawy distinción entre ser y esencia; o entre ser y determinidad. Así, la realidad está
compuesta por una materia prima, en principio amorfa, que recibe desde fuera la
determinación, la forma. Entonces la materia está regido por dos principios: un principio
que la hace ser tal cosa (la cosa en tanto ente), y uno que la hace ser en general (la cosa en
tanto ser).
La idea de ser en general, ser “a secas” (no esto o aquello) se concibe a partir de la
oposición con la nada.
Entonces la pregunta es, ¿Cómo se pasa del ser en general o a secas a éste o aquél ser?
¿Cómo se sigue desde la primera determinación, de la ausencia de toda determinación, al
ser determinado?
*En Kant, el paso del fenómeno (objeto indeterminado de la percepción) a la idea
trascendental es fruto de una operación del pensamiento. Según Kant, el fenómeno es el
punto fijo a partir del cual se desarrolla todo el edificio lógico de la lógica trascendental.
Según Hegel esto es problemático, pues la reflexión es siempre extrínseca en relación con
el objeto de la reflexión.
*Ente el que es. Por ejemplo, “caminante” es el que camina; “presidente” el que preside.
Es un verbo sustantivado.
Retomando las preguntas de Hegel. ¿Cómo se pasa del ser al ente (lo que es), sin ninguna
determinación o reflexión exterior? Si tú partes del algo, ya tienes la existencia como dada,
pero como externa a aquello que es. En cambio, si partes del puro ser, hay que pasar al ente
de manera inmanente.
Y este es un problema grande, pues a partir de las puras determinaciones del ser no
podemos pasar a los seres. Parménides ya mostraba que las determinaciones del puro ser no
dan lugar a este paso (el ser es único, es indivisible, eterno, perfecto, etc). El ser es, el no
ser no es.
*Para la metafísica medieval esto era muy importante, porque ahí se jugaba la diferencia
entre el puro ser (Dios) y los seres finitos/mortales. Tenía que haber un corte limpio y
exterior entre el ser y los seres. No hay continuidad entre uno y otro. Así se preserva la
esencia divina. Explicaban la existencia de los seres a partir de la creación. En esta versión,
los seres son una mezcla entre ser y no ser.
**Amalrico Di Benne era la disidencia. Decía que los seres son una “auto-contracción” del
ser. Todos participábamos de la esencia divina.
Entonces, ¿cómo se pasa del Ser a los seres? Además de Ser, solo tienes nada, un no-ser. Y
el no-ser no puede hacerle mella al Ser para determinarlo. Siguiendo a Parménides,
tendríamos que quedarnos hasta aquí, y no podríamos llegar más allá. Pero Hegel va más
allá.
Hegel va a necesitar demostrar que hay alguna co-pertenencia entre el Ser y el No-ser.
Cuando piensas en el Ser, no puedes decir nada respecto de él. Cualquier cosa sería
determinarlo. Así, de ninguno puedes decir nada. Son indistintos, indiferenciados (pero no
idénticos, pues el ser y la nada son distintos). Entonces, son indistintos, pero
completamente diferentes, simultáneamente. Son totalmente lo mismo, y totalmente lo
contrario, al mismo tiempo.
Entonces, el puro Ser y la pura Nada son conceptos inútiles, tomados de esta forma como
aislados de lo que es. Estos conceptos puros son erróneos, tomados absolutamente. Ser y no
Ser se dice de lo que es, y de lo que no es. No se los puede tomar en forma abstracta.
Recién en el concepto de devenir, los conceptos de Ser y Nada van a tener sentido. El
devenir es el darse cuenta de que Ser y No-Ser se co-pertenecen. El devenir tiene que ver
con la existencia. En el devenir los entes tienen existencia. Para Hegel, no tiene sentido
hablar del puro Ser si no para deducir, a partir de él, las determinaciones de los entes finitos
de manera inmanente. El devenir sería el reemplazo de la idea de creación. No necesitamos
un “corte limpio” entre el Ser y el No ser para explicarnos la existencia de los entes
concretos. Podemos deducir el ente de manera inmanente desde el Ser, por medio del
concepto del devenir. El devenir es el proceso por el cual el No ser se introduce en el Ser, y
el Ser se introduce en el No ser. El no ser se sintetiza con el ser. Esa síntesis da lugar al
devenir.
*Heidegger vuelve a hablar del “ser del ente”, reclamando atención sobre ellos.
El devenir se puede ver desde dos puntos de vista.
Desde el punto de vista del Ser, éste tiene que dejar de ser puro Ser. Su verdad es que está
unido al No ser, lo tiene dentro de sí. El devenir para el Ser es un perecer.
Desde el punto de vista del No ser, éste tiene que dejar de ser puro No ser. Su verdad es que
está unido al Ser, lo tiene dentro de sí. El devenir para el No ser es un nacer/surgir (Duque).
El ser y el no ser son dos momentos del devenir.
Hay reminiscencias aristotélicas en esta noción de devenir, con esto de la vinculación acto-
potencia. La potencia es una cosa intermedia entre el ser y el no ser. Es una síntesis entre el
ser y el no ser.
El devenir da lugar a un concepto determinado del ser, que ya ha pasado por la
determinación de haber sido negado por su unidad con su contrario. Este concepto
determinado del ser es Dasein en alemán, que ha sido traducido por Félix Duque como
estar.
*Partir del puro ser tiene la virtud de que es el principio más general del que se puede
partir.
La verdadera noción de ser es que el ser está pasando al no ser sin dejar de ser, y el no ser
está pasando al ser sin dejar de no ser. Esta unidad sintética es el devenir. El devenir es un
movimiento. Pero no es que el ser y el no ser se hayan unido en este movimiento. Si ya se
hubieran unido, el ser ya habría dejado de ser y habría pasado a no ser. Y no ha dejado de
ser; está dejando de ser.
*Según Aristóteles, para explicar ontológicamente la idea de movimiento es necesario
señalar que una cosa está en su lugar y no está en su lugar, al mismo tiempo. Pero el
traspasar del ser al no ser no es un movimiento. La figura del movimiento solo sirve de
modo figurativo, para ilustrar esa idea de que una cosa sea y no sea igual a sí misma al
mismo tiempo.
El concepto de Ser, y el de No ser, no han desaparecido en el devenir. Aún existen, pero
ambas redefinidas. Ser ahora contiene al No ser; No ser ahora contiene al Ser. Este
concepto de Ser redefinido, como conteniendo su contrario, es de donde Hegel extrae la
existencia como conclusión del devenir.
Este nuevo concepto de ser, unido al no-ser, es un ser que no remite a nada externo a sí
mismo. Es el Dasein: un estar; un haber-algo. El Puro Ser era un pseudo-concepto, pues
remitía a una contradicción. El Dasein/Estar/ser-ahí/haber-algo es el verdadero concepto
del ser. El puro Ser se autodetermina hacia el Estar.
El Estar remite a las cosas finitas, que simplemente existen. No hay nada fuera de ellas que
remita a algún principio supra-sensible externo, misterioso o divino. El puro Estar no
necesita mayor explicación, es el Puro Ser autodeterminándose. No surgirá nada por fuera
de esta unidad entre ser y determinación.
La visión de Hegel es absolutamente inmanentista. Es una ontología de la finitud. No
necesita ningún tipo de divinidad para explicarse el mundo. No hay nada fuera de la razón.
La razón es el absoluto o la infinitud.
*Kant, en cambio, al dejar subsistente la cosa-en sí, dejó abierta la puerta a una otredad
misteriosa a través de la cual luego pueden entrar divinidades o infinitudes.
Clase 12 – 28.03.19
Torreti
Cassirer -> Problema del pensamiento tomo II, Kant, cosa en sí