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Hay una oportunidad de revertir la

desconfianza en la iniciativa
privada

Silvia Torres Carbonell


PARA LA NACION
DOMINGO 17 DE ENERO DE 2016

Hace un mes se cumplieron 20 años desde que comencé a


trabajar intensamente para entender, promover y fortalecer
el fenómeno emprendedor. No es que haya inventado la
pólvora. De hecho, la Argentina fue fundada y desarrollada
por grandes emprendedores: los inmigrantes que llegaron al
país desde distintas partes del mundo movidos por la
búsqueda de oportunidades, sin los recursos necesarios, pero
con una enorme capacidad de trabajo y esfuerzo. Junto a los
criollos y los pueblos originarios, fueron pioneros en la
construcción de esta querida Patria.

Aquellos emprendedores y los que hoy conocemos, son


capaces de crear valor con poco capital desde cualquier lugar
del mundo, generando más y mejores puestos de trabajo,
diseñando nuevos modelos de negocio escalables,
incrementando la riqueza.

Es la definición moderna de entrepreneurship, introducida


por Joseph Schumpeter (1934): "El dinamismo
desequilibrante provocado por los emprendedores
innovadores es la causa de una economía sana y pujante,
mucho más que el equilibrio y la optimización de los
recursos".
Este fenómeno emprendedor es siempre complejo,
multifacético y multidimensional, y requiere de la existencia
de individuos con habilidad y motivación para comenzar un
negocio, percepciones sociales positivas sobre la misma,
existencia de oportunidades y un contexto institucional,
político y económico que lo estimule y la promueva.

Justamente ese contexto es "el oxígeno necesario para que


respiren y crezcan los nuevos emprendimientos, para que las
pequeñas empresas puedan innovar y crecer y para que las
grandes empresas puedan ser competitivas y globales".

Hace 20 años no existía en la Argentina una conciencia


colectiva sobre este valor de los emprendedores en el
desarrollo, como sí ocurría en los países más desarrollados
del mundo donde la promoción de la actividad
emprendedora, el respeto a la propiedad privada, la libertad
de crear y generar valor, empleo y riqueza, y la potenciación
del tejido empresario ya eran políticas de estado.

En estos 20 años he sido iniciadora y parte, junto con


muchos colegas, de la promoción de una cantidad de
iniciativas a nivel privado, académico y público para
impulsar y consolidar este ecosistema.

Lo hicimos, a pesar de los fuertes impedimentos en el


sistema político e institucional, agravados por la falta de
reglas claras que trabaron el acceso al capital, los efectos de
una macro y una microeconomía deterioradas, problemas
crecientes por falta de inversión en infraestructura
energética, de telecomunicaciones y física, la alta y constante
inflación, la falta de confiabilidad del país para recibir
inversiones externas, y las trabas regulatorias al libre
comercio. Todo eso ha generado fuertes inconvenientes al
desarrollo emprendedor.
Pero eso está comenzando a cambiar. Hoy el país vive hoy un
momento histórico. Estamos frente al desafío de encarar el
futuro con ojos nuevos, romper con el pasado sin
quebrarnos, recrearnos y renacer como nación con todos los
dolores de parto que eso implica.

Se nos presenta una oportunidad única para consolidar una


actividad emprendedora y empresaria innovadora,
competitiva, ética, socialmente responsable y pujante.

Para ello, debemos revertir la tendencia de nuestra sociedad


que confía en el Estado como el único protector y benefactor
social, y desconfía del valor de la iniciativa privada, del
esfuerzo del empresario honesto, competitivo y eficiente
como gran motor de prosperidad junto a un Estado fuerte
pero subsidiario.

Esta odisea requerirá mucho coraje, espíritu colaborativo y


convergencia de intereses entre lo público, lo privado y la
sociedad civil.

En este contexto he asumido un nuevo desafío esta vez desde


el sector público. Lo hago con vocación de servicio y con el
firme convencimiento de que puedo aportar mi experiencia,
conocimientos y honestidad para una ciudad y un país más
próspero donde haya mejores oportunidades para todos los
ciudadanos

Y confío en que mis queridos emprendedores, presentes


tanto en las nuevas empresas, como en las pequeñas y
grandes que ya existen, en la política, en la ciencia, en la
educación, en el arte y en lo social, serán, con pasión,
profesionalismo y valores éticos, los transformadores que
nos ayudarán a construir un país mejor. Para esto voy a
trabajar los próximos 20 años.
La autora es subsecretaria de Economía Creativa
(CABA), profesora del IAE Business School y
directora?de Global Entrepreneursip Monitor

http://www.lanacion.com.ar/1862977-hay-una-oportunidad-de-revertir-la-desconfianza-en-la-
iniciativa-privada

Fecha de consulta: 10 de marzo de 2016

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