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Lista de Películas psicológicas

1. Eva al desnudo (All about Eve) – conflicto marital

2. El ladrón de orquídeas (Adaptation) – trastorno del estado de ánimo

3. Un ángel en mi mesa (An angel at my table) – depresión

4. A cualquier otro lugar (Anywhere but here) – trastorno de la personalidad

5. Mejor imposible (As good as it gets) – TOC

6. Hombres frente a frente (At close range) – trastorno de la personalidad

7. Contratiempo (Bad timing) – suicidio, obsesión sexual

8. Bienvenido Mr. Chance (Being there) – trastorno de la personalidad

9. El amor de los inocentes (Benny & Joon) – esquizofrenia

10. Boys don´t cry – trastorno sexual, desorden en el control de impulsos

11. Rompiendo las olas (Breaking the waves) – trastorno de la personalidad

12. El motín del Caine (The Caine Mutiny) – trastorno de la personalidad

13. Ciudadano Kane (Citizen Kane) – trastorno de la personalidad

14. La naranja mecánica (A clockwork orange) – trastorno de la personalidad

15. Niebla en el alma (Don´t bother to knock) – depresión, psicosis

16. Vestida para matar (Dressed to kill) – trastorno sexual

17. Ed Wood – trastorno sexual

18. Olvídate de mí (Eternal sunshine of the spotless mind) – trastorno de la personalidad, terapia

19. Atracción fatal (Fatal attraction) – disfunción familiar, obsesión

20. Frenesí (Frenzy) – trastorno sexual

21. Luz de gas (Gaslight) – alucinaciones

22. Inocencia interrumpida (Girl interrupted) – Trastorno Límite de la Personalidad (Borderline)

23. El indomable Will Hunting (Good Will Hunting) – terapia

24. Criaturas celestiales (Heavenly creatures) – terapia, disfunción familiar

25. La casa del juego (House of games) – terapia

26. Almas gemelas (The house of yes) – psicosis

27. El coleccionista de amantes (Kiss the girls) – psicología forense

28. Madame Bovary – trastorno de la personalidad


29. El hombre del brazo de oro (The man with the golden arm) – abuso de sustancias

30. Hunter (Manhunter) – psicología forense

31. Marnie la ladrona (Marnie) – cleptomanía

32. Queridísima mamá (Mommie Dearest) – TOC, disfunciones familiares

33. Voces en la noche (The night listener) – trastorno de la personalidad

34. Persiguiendo a Betty (Nurse Betty) – trauma, trastorno disociativo

35. Loca (Nuts) – psicología forense, psicosis

36. Alguien voló sobre el nido del cuco (One flew over the cuckoo´s nest) – terapia, suicidio

37. Retratos de una obsesión (One hour photo) – trastorno de la personalidad, obsesión

38. Escalofrío en la noche (Play Misty for me) – trastorno de la personalidad

39. Las dos caras de la verdad (Primal fear) – trastorno disociativo, psicología forense

40. Quills – terapia, trastorno sexual

41. La clase dirigente (The ruling class) – terapia, psicosis, disfunción familiar

42. Sherrybaby – abuso de sustancias

43. El silencio de los corderos (Silence of the lambs) – psicología forense

44. Mujer blanca soltera busca (Single white female) – trastorno de la personalidad

45. Una historia de Brooklyn (The squid and the whale) – disfunción familiar, trauma infantil

46. El crepúsculo de los dioses (Sunset Boulevard) – alucinaciones, psicosis

47. Taxi driver – trastorno de la personalidad

48. Las tres caras de Eva (The three faces of Eve) – trastorno disociativo, conflicto marital

49. Todo por un sueño (To die for) – trastorno de la personalidad

50. Héroes a la fuerza (Unstrung heroes) – TOC, disfunción familiar

51. Vertigo – Ansiedad, depresión

52. El hombre del tiempo (The weather man) – distimia, disfunción familiar

53. Al rojo vivo (White heat) – trastorno de la personalidad

54. ¿Quién teme a Virginia Wolf? (Who´s afraid of Virginia Woolf) – trastorno del estado de ánimo,
disfunción familiar

55. Una mente maravillosa – Esquizofrenia

56. Psicosis – Trastorno Psicopático


57. Melancolía – Depresión

58. Shame – Adicción al sexo

59. Cisne negro – Esquizofrenia

60. Un día de furia – Brote psicótico

61. Arma letal – Depresión

62. Memento – Amnesia anterógrada

63. 50 primeras citas – Amnesia anterógrada

64. American Psycho – Trastorno antisocial

65. Spider – Esquizofrenia

66. Atrápame si puedes – Megalomanía

67. El aviador – TOC

68. Monster – Psicopatología

69. Despertares – Trastornos motores

70. Copycat – Psicología forense y Agorafobia

71. Shutter Island – Psicosis

72. La mano que mece la cuna – Delirios

73. Días de Vino y Rosas – Alcoholismo

74. Leaving las Vegas – Alcoholismo

75. Doce monos – Delirios y obsesiones

76. El número 23 – TOC

77. El Club de la pelea – Doble personalidad

78. Tránsito – Traumas y suicidio

79. Trauma – Alucinaciones y culpa

80. Yo soy Sam – Discapacidad

81. Rain Man – Autismo

82. Las Horas – Trastornos emocionales

83. El Maquinista – Amnesia

84. Sybil – Personalidad múltiple

85. Te doy mis ojos – Trastorno Personalidad Paranoide


86. Margaret – Estres postraumático

87. Speak – Estres postraumático

88. Diario de una ninfómana – Trastorno sexual

89. El lado bueno de las cosas – Bipolaridad

90. Requiem por un sueño – Adicciones

91. Temple Grandin – Autismo

92. Tesis – Psicopatía

93. Un método peligroso – Historia de la psicología

94. Mr. Jones – Trastorno Bipolar

95. El método – Psicología de los Grupos

96. Rostros robados – Prosopagnosia

97. Nell – Autismo

98. Me llaman radio – Autismo

99. De ratones a hombres – Retraso mental

100. Ángeles sin paraiso – Retraso mental

101. ¿A quién ama Gilbert Grape? – Retraso mental

102. The Majestic – Amnesia

103. El discurso del rey – Trastorno del lenguaje

104. Sé quién eres – Amnesia

105. Un mar de líos – Amnesia

Esperamos que las disfruten y las analicen. Saludos.


QUÉ ES LA AUTOLESIÓN?

Los definimos como la mutilación deliberada del cuerpo o de una parte del cuerpo, no con la
intención de cometer suicidio, sino como la forma de manejar emociones que parecen demasiado
dolosas para que las palabras las expresen. Puede incluir cortar la piel o quemarla, hacernos
moretones a uno mismo a través de un accidente premeditado. También puede ser rascar la piel
hasta que sangra o interferir la curación de heridas.

ES UNA FORMA DE EXPRESIÓN

Por lo general el paciente se siente triste, vacío, tiene dificultades para identificar sentimientos y
expresarlos, suele mezclar y confundir emociones, no sabe si es normal sentirse así o no. Las dudas
le invaden y esto hace que empiece a buscar formas de manejarlo, métodos que le permitan hacer
frente a este caos.

Para muchos pacientes con este problema, la autolesión puede ser vista como una “amiga” a la
que se puede recurrir en cualquier momento del día, una salida inmediata a una carga emocional
demasiada pesada e intensa para ser tolerada.

En muchas de estas personas, la forma de percibirse es muy variable y, por lo tanto, también lo es
su visión de las acciones lesivas. Muchos saben que es dañina; otros creen que es solo asunto suyo
y que no están haciendo daño a nadie. Otros, aun sabiendo que es algo “extraño” y queriendo
dejar de hacerlo, se sienten incapaces de parar, atraídos irrefrenablemente por la necesidad de
cortarse, quemarse o golpearse. Otros fantasean o aspiran a hacer evidente la necesidad de ayuda
que se ven incapaces de verbalizar. Por ejemplo: “Si me ven esta quemadura seguro que me
preguntan, se dan cuenta de lo mal que estoy y me ayudan y entienden mejor”.

Se puede decir que, al no haber adquirido habilidades adaptativas para calmarse y controlar el
estrés y frustración, el autolesivo recurre a la acción pues es más fácil que intentar comprender y
expresar lo que siente (difícilmente podrá expresarlo cuando el mismo no sabe que ocurre en su
interior ni por qué siente con semejante intensidad).

Es importante tener presente que la acción conlleva alivio, mientras que verbalizar y compartir
requiere un esfuerzo tremendo y un repertorio de habilidades de las que carece la persona, que
recurre a la acción como forma de comunicación. El objetivo es poner fin al dolor y al sufrimiento
que siente en su interior, el caos y la confusión que retumban en su cabeza; frenar los
pensamientos dolorosos, la incertidumbre, la confusión. Cualquier otra forma de expresión
emocional se convierte en una tarea impensable para la persona, que al no haber desarrollado los
recursos necesarios, tendera a repetir este nuevo comportamiento. De tal forma, este nuevo
comportamiento se convierte en el recurso que mejor funciona, por lo que la probabilidad de que
piense o recurra a conductas adaptativas será pequeña sin la intervención de un profesional que le
ayude a comprender sus comportamientos y a pensar en nuevas alternativas más funcionales y
positivas.

LA AUTOLESIÓN Y EL SUICIDIO

Algunas personas confunden los términos “autolesion” y “suicidio” o los diferencian, pero
confunden la intención de ambos. Muchas de las personas que se autolesionan no quieren morir;
de hecho, su conducta las ayuda a tolerar mejor el sufrimiento y a disminuir sus deseos de morir.
Si las emociones no son manejadas de esa forma, al no disponer de otros recursos más
adaptativos, las posibilidades de que la persona quiera o intente morir aumentaran notablemente.

Es importante prestar atención al paciente y a sus conductas des adaptativas, pues el sufrimiento
psicológico puede llegar a extremos en los que la persona sienta, que ya no puede más y en lugar
de autolesionarse opte por el suicidio sin que la situación se le haya “ido de las manos”. Esto
generalmente está presente en algunos casos en los que la persona presenta no solo una
dificultad para gestionar sus recursos y capacidades sino también algún tipo de patología más
compleja (depresión mayor, trastornos de la personalidad, etc.), en donde autolesión e intentos
de suicidio pueden coincidir en cuanto a la forma (por ejemplo, tomarse tres pastillas para
desconectar o tomarse un bote de pastillas para matarse) y son difíciles de discriminar si no
profundizamos en las intenciones de la persona, aunque siguen teniendo matices diferentes y
responden a motivos diferentes.

LA AUTOLESIÓN APRENDIDA O “COPIADA”

También hay que mencionar la autolesion aprendida o “copiada” ya que en algunas ocasiones los
jóvenes se lesionan porque lo han visto en una película o se lo han escuchado a un amigo. En estos
casos, aunque si se puede considerar una autolesion, los motivos difieren enormemente de los
casos mencionados anteriormente. Cuando es algo aprendido, el sujeto puede estar buscando un
referente que le permita pertenecer a algo, identificarse con alguien. De esta forma puede ser,
además de una señal de identidad para el que la busca y no la tiene bien definida, una manera de
pedir ayuda y de mostrar la necesidad de ser atendido, pero no es una estrategia de
afrontamiento ni una forma de regular emociones intolerables. De hecho, es probable que el
sujeto que “aprende” a cortarse, en lugar de alivio, experimente dolor y que por esto sea un
episodio puntual sin grandes posibilidades de repetirse. Sin embargo, la persona que recurre a la
autolesión como estrategia tendera a repetirlo, ya que este comportamiento le ayuda a “sentirse
mejor”.

LA AUTOLESIÓN COMO SENSACIÓN DE CONTROL SOBRE UNO MISMO Y EL ENTORNO

Los niños pequeños tienen un concepto de la propiedad muy desarrollado, al mismo tiempo que
poco delimitado, generalizado y difuso; “todo es suyo” y lo que no lo es lo hacen suyo. Dentro de
estas “propiedades” entraría su cuerpo, aunque no por ello tengan que lesionarlo ni mucho
menos. Sin embargo cuando un niño sufre abusos se le priva de esto, el cuerpo deja de ser suyo en
exclusiva y se convierte en algo que puede ser percibido como ajeno e incluso un objeto de odio,
pues es “el culpable” de su propio sufrimiento. En otros casos, aunque el niño no sufra abusos, si
se cría en un entorno muy controlador en el que su intimidad no se respeta, sus sentimientos no
son validados y sus necesidades no son atendidas, puede sentir que lo único que es capaz de
controlar es su propio cuerpo. No es la norma general, pero en algunas ocasiones las personas se
lesionan porque es algo o lo único que depende exclusivamente de ellos y no de los demás.

LA AUTOLESIÓN COMO CASTIGO

Cuando una persona se siente mal por alguna actividad que realizo, necesita castigarse. En algunos
casos lo puede hacer humillándose, disculpándose una y otra vez por cosas que no ha hecho y/o
estando a merced de las necesidades de los que la rodean. En otros, cuando esto ya no funciona
porque “no es suficiente”, la persona necesita ir más allá: recurrir al castigo. En estos casos si
siente dolor con las lesiones, pero es mejor tolerado que los pensamientos y sentimientos
horribles de “ser malo” que general la culpa.

LA AUTOLESIÓN Y LA IRA

Por lo general el primer incidente comienza con sentimientos muy fuertes de enfado, ansiedad y
miedo. Si el sentimiento no es demasiado intenso la persona puede arrojar un objeto, romper algo
y quedarse tranquila, pero si se hace demasiado intenso (y en el caso de la ira reprimida suele
haber un efecto acumulativo) la persona puede golpearse y hacerse daño. A partir de aquí, si se
siente más tranquila y menos tensa, la probabilidad de que repita el comportamiento se
incrementara y con esto el método que le ayude a liberar mejor esta tensión que siente como
consecuencia de la ira. Así una persona puede haber empezado rompiendo cosas para
posteriormente darse cabezazos o golpes y finalmente encontrar que con un objeto punzante y
afilado o un mechero consigue su propósito: tolerar mejor esta emoción y poder manejarla. De
esta forma, cuando la persona sienta ira recurrirá a esta conducta y se sentirá mejor, sin ser
consciente de que es una medida temporal que soluciona lo que siente a corto plazo pero que no
le ayuda a largo plazo, pues no solo no aprende nuevas alternativas que le ayuden a manejar y
tolerar sus emociones para situaciones posteriores, sino que tampoco está resolviendo los
conflictos que estas le generan y está reforzando la agresión como estrategia de afrontamiento. Es
decir, el alivio inmediato refuerza esta reacción desadaptativa y no permite que la persona
adquiera recursos que funcionen a corto y largo plazo.

LA AUTOLESIÓN Y RESPONSABILIDAD

Cuando pienso en las personas que se autolesionan porque se sienten culpables o porque no
saben canalizar su enfado, me llama la atención que tiendan a asumir responsabilidad por todo,
como si todo girase en torno a ellos: “Ha pasado esto porque yo no hice lo otro”, “Soy patético”,
“Si no hubiese protestado no se habrían disgustado”, “Tengo que hacer que se sienta mejor” . ..
Resulta curioso cómo las buenas intenciones y la preocupación por los demás se convierte en el
motivo por el que necesitan hacerse daño. Quizás el sentimiento de culpa es el de mayor peso
para muchas de estas personas aunque, la ira reprimida también tiene un peso importante. Por
supuesto, hay otros aspectos que resultan perjudiciales y que van unidos a la culpa: la sensación
de incomprensión y “desastre”, “de no hacer nada bien” y la tendencia a depender de la opinión
de los demás para valorarse o para valorar lo que hacen.

Muchas de estas personas quieren agradar a los que les rodean y cuando no lo consiguen se
sienten mal, se dispara la culpa y la sensación de responsabilidad. En muchos casos no dicen lo
que les hace daño o les hace sentir mal por miedo a que se enfaden con ellos o por temor a la
reacción de la otra persona. Este es uno de los motivos que hace que acumulen y lo expresen de
repente pero de una manera inapropiada, incluso ofensiva, que hará que posteriormente se
sientan fatal, corroborando que es mejor no decir lo que sienten. En ambos casos (callar y
acumular o explotar verbalmente) la persona suele acabar recurriendo a la lesión como reguladora
de la situación.
OBJETIVOS TERAPÉUTICOS

El principal objetivo será conseguir el establecimiento de una alianza, transmitir esperanza y


comprensión al paciente, pues, aunque esto es necesario en todos los casos, cuando una persona
se avergüenza de sí misma y de sus conductas es mucho más importante y relevante. Que el
paciente sepa que puede mostrarse tal y como es, que puede hablar abiertamente de sus
comportamientos y de sus sentimientos genera confianza y seguridad, tranquilidad. Conseguido
esto, uno de los objetivos es lograr que la persona comprenda sus patrones de respuesta, que
aprenda a identificar las emociones que los pueden desencadenar y a expresar lo que siente de
una manera más efectiva y menos dañina.

Además, será necesario que la persona desaprenda una serie de conductas (recurrir a la acción
impulsiva) y aprenda nuevas reacciones y formas de actuar que le permitan tolerar sus emociones
y expresarlas de una manera adaptativa.

Una manera de hacerlo es ayudarla a expresarse verbalmente o por escrito. Otra opción a la que
se puede recurrir cuando tiene dificultades muy grandes es la expresión artística, la expresión de
las emociones mediante dibujos, pues, en los casos de mucha intensidad emocional, el trabajo
visual puede ser mucho más llevadero para el paciente. Evidentemente, para que esto sea viable,
será necesario realizar un trabajo previo o, como mínimo, paralelo de identificación de emociones.

RECOMENDACIONES TERAPÉUTICAS

1. Familiarizarse con el patrón de comportamiento asociado a la autolesión. Para esto puede


ser útil preguntar cuándo, cómo, dónde, por qué, con qué y para qué.

2. Averiguar el patrón de las autolesiones (organizado, desorganizado, premeditado,


impulsivo).

3. Si utiliza objetos para lesionarse, averiguar el/los que utiliza, cómo lo/s consigue, si lo/s
limpia y/o desinfecta, dónde lo/s suele guardar, qué significado tiene/n si es que lo
tiene/n, motivos por el/los que lo/s ha seleccionado inicialmente y en la actualidad.

4. Profundizar en el contexto (lugar privado, público…).

5. Averiguar si se suele autolesionar a solas o si alguna vez lo ha hecho en presencia y/o


compañía de otra/s persona/s.

6. Explorar el alcance de la lesión así como los lugares del cuerpo que el paciente suele
lesionar, para que pida ayuda médica cuando la situación lo requiera (algunos cortes
necesitan puntos y difícilmente se curaran sin una intervención; si el paciente no acude al
médico pueden surgir otros problemas, por ejemplo, infecciones que en casos extremos
pueden tener un desenlace muy negativo, como la amputación de un pie o una mano).

7. Qué siente antes, durante y después de la autolesión. Ayudar al paciente a identificar los
diferentes estados emocionales que preceden y siguen a cada episodio.

8. Diferenciar entre autolesiones e intentos de suicidio; son aspectos muy diferentes, con
motivaciones diferentes y han de ser tratados de manera específica cada uno.
9. Averiguar posibles desencadenantes para la autolesión con la intención de facilitar y
proponer alternativas más adaptativas a corto y largo plazo.

10. Averiguar cómo “conviven” con sus lesiones: ¿las ocultan?, ¿se avergüenzan?, ¿las
enseñan?, ¿alardean?; esto aportará información significativa sobre la motivación y el
“para qué” de la conducta.

11. Atacar el pensamiento dicotómico, ayudar al paciente a situarse en posiciones intermedias


y a ampliar la visión global de diferentes situaciones.

12. Ayudar al paciente a identificar las respuestas emocionales que presenta y cómo su
manera de percibir y de interpretar diferentes situaciones puede influir en estas
respuestas.

13. Ayudarle a verbalizar diferentes estados emocionales con el fin de que pueda expresar lo
que siente con palabras y, sobre todo, identificar las sensaciones que solían acabar con
una autolesión.

14. Hacer sugerencias que el paciente pueda llevar a la práctica para manejar el sufrimiento
emocional.

15. Establecer planes alternativos de actuación para situaciones críticas que suelen “activar” al
paciente y hacer que piense en la autolesión (independientemente de los motivos por los
que el paciente piense en lesionarse pues conviene recordar que algunos lo hacen para
sentir alivio, otros para “volver a la realidad”, otros para sentirse vivos y otros para “recibir
su merecido”).

16. Evitar reacciones de alarma excesivas, mantener la calma y centrarse en soluciones,


independientemente de la gravedad de la conducta y/o de la lesión.

17. Profundizar en los motivos que preceden a cada episodio autolesivo sin entrar en
preguntas que puedan parecer morbosas para el paciente. Es importante profundizar y
mostrar interés sin resultar invasivo o falto de tacto.

Por supuesto, es muy importante no juzgar el comportamiento del paciente e intentar


comprender lo que siente y los motivos que le llevan a actuar de una manera tan destructiva.
También es importante recordar que esta puede ser la manera, su manera, de hacer frente al
dolor y de tolerarlo. Otro aspecto a manejar por parte del terapeuta es el lenguaje verbal y no
verbal: lo que decimos es importante, al igual que el tono y el momento en el que lo decimos, pero
los gestos que acompañan a nuestras palabras son igual de importantes, e incluso más, pues unas
palabras de apoyo acompañadas de un tono crítico o de un gesto de desaprobación no servirán de
nada.

Para finalizar, hemos de comentar que, aunque algunas lesiones son muy impactantes y la
posibilidad de visualizarlas generará reacciones muy diversas en cada persona, es importante
recordar que el paciente se puede sentir muy mal si percibe gestos de desaprobación, disgusto o
asco (aunque son algunas reacciones frecuentes por parte del personal sanitario cuando se
encuentra con un primer caso).
BIBLIOGRAFÍA

Mosquera, D., (2008). La Autolesión: El Lenguaje del Dolor, Madrid, España: Ediciones Pleyades

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