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Más o menos te puse en orden, mi infancia… Donde yo no tenía identidad, es decir que me crié

en un barrio chico, salíamos a un campito o una placita, y no eran juegos de nenes con nenas,
todos éramos amigos, jugábamos a la mamá y al papá o a la pelota, lo mismo daba, y eso fue
para mí, no tener preocupaciones, fue un momento muy feliz de mi vida…

No había una balanza en la que pesara más tomar una decisión en algún sentido, yo podía ir más
para allá, o para acá, sin etiquetas, sin preocupaciones, disfrutar de eso fue muy importante, no
renegaba de nada, y después claro, con el tiempo sí.

Después anoté como siguiente parte, la muerte de mi padre, que, aunque suene horrible, me
benefició mucho mi situación, él le pegaba a mi madre, era muy machista… Hay un rechazo y
una cosa ante la muerte que no me cierra, pero como me facilitó más las cosas por esas
actitudes, como que era alcohólico… Me facilitó mucho las cosas… Después de eso acá te puse
el amor con mi madre, luego de su muerte, y acá me ves como un niño, y acá no… una etapa de
transición…

Después puse a mis amigos de la secundaria, cinco personas especiales que marcaron mi
adolescencia, que me bancaron si era gay, y si quería salir con pollera, que eran cuatro varones
y una mujer, en un mundo y un ámbito tan machista, fue muy importante que ellos me apoyaran,
personas que no olvidaré jamás, en un momento en que no había visualización, y ahora, aunque
jode, después de veinte años ya es otra cosa, y se puede hablar.

Después puse mi primer amor, que creo que es el gran amor que tuve, y hasta ahora que nos
cruzamos, él con su familia y yo con mi pareja y el hijo de mi pareja; y tenemos una excelente
relación, es como que hay un brillo en los ojos, yo tenía trece o catorce años, ahora tenemos
casi cuarenta años, será acaso nostalgia, o la anécdota de saber que fuimos los primeros en algo
tal vez…

Después puse mis amores posteriores, porque todos tuvieron algo diferente, como cada
persona, que fueron tres relaciones largas, una de nueve años, otra de cinco, y la actual de cinco
años también que esperemos que sea la última.

Después puse el bautismo de mi ahijada, que, aunque tenga yo cierto recelo ante la iglesia
católica… cosas que no me gustan ni me cierran, pero sé que para mi hermano era importante
que yo me llamara María Victoria y bautizara a su hija, soy su madrina y fue por la iglesia católica,
no lo hice por la religión, es un acto de amor a mi ahijada y a mi hermano.

“Vayan abriendo paraguas…” les dije, porque yo quería hacerlo, pero sabía que podía pasar algo
malo, y que podían ellos y yo pasar un mal momento, al final, fue en una iglesia de Derqui, no
pasó nada, fue genial, al menos a nosotros no nos dijeron nada.

Otro hecho importante fue el documento, que me permitió que se me abrieran puertas, y poder
atenderme en un hospital y que me llamen por mi nombre y un pase, antes me decían el nombre
de varón y tenía ganas de pegarse un tiro. Te dibujé puertas porque fue acceso, al hospital, a la
atención pública, al sistema bancario, el instituto, las escuelas, una obra social, todo lo que
puede manejar cualquier mujer hetero… Ser parte del sistema porque creo que antes no lo era…
Yo no me dejaba atender ni iba a un medico ni para una gripe, prefería tomar algo yo sola, ahora
ya puedo hacerlo, me siento en libertad sin esa presión.

Hace muchos años trabajaba en el supermercado, y me descompuse y me jefe me llevó, yo


estaba pintada, y los médicos a veces te tratan de mujer, pero a veces aprovechan como para
maltratarte, la oportunidad de dar palazos adrede, para marcar la diferencia y tratarte de
hombre…

Acá me dibujé con mis ojos brillando, por mi primer amor, el amor de mi vida, no es
enamoramiento ya, pero es ahora es una mezcla de nostalgia, un sentimiento lindo, fue hace
como veinticinco años atrás, tengo treinta y ocho ahora y ahí tenía catorce o trece.

¿Recordás la situación del país de aquel momento?

Nosotros siempre fuimos muy humildes, así que pasamos situaciones muy complejas… yo era
feliz por el amor que tenía, pero éramos muy pobres, recibíamos la caja PAN, que no era como
ahora que te dan otras facilidades, se podía salir adelante… pero esperábamos esa caja…

Mi papá estaba muy prendido del alcohol, una año atrás o dos, mi madre limpiando casas
durante horas y horas, y mi infancia era eso de no tener identidad y lo disfrutaba, no existía esa
burla, jugábamos con muñecas y a la pelota, sí que el chusmerío de barrio, y aquellas cosas de
decirle a mi mamá “lo vi a tu hijo…” que mi mamá tampoco me pegaba ni me retaba, creo que
ya sabía por dónde iba y pensaba que era remar contra la corriente, ni en los chicos existía la
burla… Toda esa represión la vi después con el tiempo.

¿Y después durante la secundaria?

No seguimos viendo cuando terminamos, que yo la terminé mucho después, y durante ese año
posterior fue el caos del 2001, los saqueos y todo, como vivíamos en un barrio en Pilar muy
alejado no tuvimos mucho contacto con eso, pero lo sabíamos real…

Recuerdo mucho la anterior, en La Lomita, en el año ochenta y tres más o menos, recuerdo las
conversaciones del aumento de pan, el medio kilo de azúcar suelta… porque cambiaba todo del
día a la mañana, los precios… Después bueno, llegó el tío Carlos, que cuando llega Menem, era
un país para ricos, ahora lo estudié en el instituto en José C. Paz, la profesora nos hablaba de
eso, la época de la pizza y el champagne… particularmente durante los primeros años de los
noventa estuvimos un poco mejor, pudimos sobrevivir mucho más…

Cuando tuve dieciséis años retomé la secundaria, había dejado en primer año, estaba en la
época de la rebeldía, odiando a todo el mundo y a una misma, esa edad…

Me acuerdo que el colegio se inundaba, estudiábamos arriba de los pupitres… recuerdo gente
linda de haber conocido durante ese primer año, el que abandoné…

Después cuando retomé yo ya estaba decidida en cuanto a mi género, y es donde sentía la


aceptación de mis amigos como si fueran hermanos que me defienden.

Luego en el instituto está la ventaja enorme del DNI, el acceso al trabajo también, me hizo
ingresar al sistema como persona, la alegría de tener, no sé, una tarjeta de crédito, estar
hermosa con una tarjeta y que diga mi nombre para comprar una cartera… Lo mismo que te
decía con los médicos.

Y al final te puse mi primer día de clase en la EP 22 en Derqui, un día de nervios, pero hermoso
a la vez, cuando rompí mis miedos y los nervios de la primera vez frente a los chicos, la
preceptora me presentó como Vicky, como maestra suplente, hubo un inconveniente con los
padres, dos mamás quisieron hablar por sus dos nenes que peleaban, ese fue mi bautismo del
primer día.
Cuando pasé eso, supe que después iba a poder resolver cualquier problema, porque antes en
el supermercado u otros trabajos tenía relación con la gente, pero con mamás y niños iba a ser
diferente… Estas mamás venían por líos de los chicos, a molerse a palos entre ellas, “mirá que
mi hijo si tu hijo le pega, le va pegar más fuerte…”, ese tipo de conversaciones así en mi cara, y
yo en medio, “lo primero que tenemos que hacer, como voy a estar un tiempo acá, es no
separarlas como ustedes me están diciendo, sino juntarlas porque tienen que limar sus
asperezas…”, fue lo primero que me salió… a las dos semanas los nenes estaban los dos pegados,
traté de hablar para que se unieran, y se llevaron re bien, y eran solidarios con el otro. Aprendí
que podía solucionar eso. Mi experiencia después de eso fue muy buena hasta ahora. Eso fue
en el año 2014.

Entre que me recibí hasta la escuela, hubo cinco años en una fábrica y otros cinco de comercio.
A la fábrica iba como varoncito, y salía con el grupo de compañeros y compañeras a bailar como
chico, tenía el pelo largo, atado, y te daban un guardapolvo bordó, me gustó esa experiencia. Ya
me conocían igual porque yo lo podía evitar, y tiraba plumas y movía la cadera… Al principio
había silbidos… Como en una película, era como una cárcel, yo pasaba de una punta a otra a
buscar algo y recuerdo que los silbidos eran inevitables… el primer día quería que me trague la
tierra, pero después terminé siendo la reina de la fábrica… Algunos no querían hacer horas
extras y otros se quedaban conmigo horas… Al final ni me silbaban, capaz que compartías algún
almuerzo…

A la fábrica llegué por un fondo de desempleo que se hizo acá desde la municipalidad después
del lío del 2001.

Fuera de la fábrica me vestía de chica, ya desde la combi en que viajábamos todos o saliendo
me iba poniendo rímel, yo estaba decidiendo como ir poniéndome todo de mujer ya, o ir
haciéndolo de a poco… Cuando yo ya era Vicky, el otro día hablaba con una compañera, ella era
un nenito de doce años… Fue mi etapa de transición, la época en que iba a América y otros
boliches, ahora en los boliches por ejemplo no dejan entrar a las mujeres, tengo varios amigos
que trabajan de seguridad, conocen a los dueños de unos cuantos boliches de por acá… no nos
dejan entrar, dicen que se generan situaciones violentas, a veces entre ellas mismas…

Por ejemplo, la mayoría de los boliches de ruta 8, en José C. Paz lo mismo. No sé si es así en
todos lados, lo que me dicen no debe ser mentira… están drogadas para laburar y después a eso
de las tres de la mañana van a laburar…

Después de eso, tuve los ocho años del super, que de ahí lo único que me llevo son millones de
anécdotas, algunas geniales, y miles de personas que te llenan un montón, que tuvieron detalles
conmigo, detalles especiales, buen trato, durante ocho años… que les resulte simpática y
graciosa o que me hagan regalos. Era un supermercado Día, dentro de un country.

En esos años me acuerdo que iban a comprar al supermercado con sus tarjetas de asignación, o
las becas de ayuda escolar para los chicos o adolescentes, recuerdo también las conversaciones
en los pasillos del super, eran sobre los chicos que tenían que cumplir ciertos requisitos de
asistencia a clases para poder cobrar esas ayudas. Era un supermercado accesible en precios.
Veías todas las realidades por eso mismo. Estuve en seis supermercados Día, que eran como una
franquicia, tienen distintos dueños.

¿Y en esa época, qué recordás de tu familia?


Bueno, recuerdo cierto acompañamiento, siempre lo tuve…mi hermana es lesbiana, y mi
hermano es el hetero, el normalito, siempre fue así el cuadro familiar… tuvimos una linda
adolescencia, entre todos, compartíamos amistades y salidas. Ellos tienen su mamá, y yo la mía.,
el mismo papá.

El documento, me comuniqué con Marina Quinteros, una militante de ATA, le expliqué mi


situación, ella estaba allá en Rosario, y cuando viajé ella ya me había gestionado el trámite, fue
rapidísimo. Creo que sola hubiese demorado más, y con ella lo pude hacer en un día. Pensé que
iba a ser mucho más complicado. Cuando me dan el documento nuevo me preguntaron si quería
conservar el anterior, y yo no quise, recuerdo que lo tiraron a un cajón, me acuerdo esa imagen…
Y bueno, mi familia siempre estuvo…

Todavía me pasa que hay personas de aquella época entes de transicionar que no me
reconocen…

Me acuerdo cuando fui a buscar el DNI, fuimos con mi mamá y vino mi hermano también. Y
cuando fui a cambiar mi nombre en el titulo secundario, se me dio muy rápido también, como
te contaba con el DNI…

Me acuerdo que inconscientemente después de eso, yo explicaba que había cambiado mi


nombre, y me preguntaba si toda la vida iba a tener que dar explicaciones. En el instituto me
dijeron: “No te vamos a negar el derecho a estudiar, no te lo podemos negar, per déjanos evaluar
porque sos primera persona que vamos a tener con tu condición.” Yo necesitaba decirlo, porque
yo no quería que después me dijeran que no dije nada, era una necesidad. Con el título
secundario fue así, hasta que un día me anoté en la Belgrano, a la secretaria de asuntos
docentes, y yo tenía el mismo discurso: “¿Hay algún problema? Porque yo hice el cambio de
género…” porque me adeudaban algún pago… y me acuerdo que esa chica que me atendió, me
dijo, “no es necesario que digas más que hiciste el cambio, no es necesario, si tenés todo en
regla…”, era como una necesidad, y tal vez como un miedo, ahora para cada trámite que hago
ya no lo explico más.

Desde 2014 que ya soy docente.

Podría agregarte que para mi la familia que estoy armando, hace cinco años, mi pareja tiene un
hijo que tenía tres años y ahora tiene ocho, y convivimos estos años, nos llevamos muy bien con
su mamá también, y creo que es la madurez de los cuarenta años, es un anhelo, pienso en mi
vejez, y digo, si forjé todo esto, si pude ir haciendo todo lo que me propuse, y con todo lo que
pasé, que tal vez te cuento cosas lindas, pero he bloqueado quizás la discriminación, el maltrato,
hubo una vez que en el supermercado me escupieron la cara porque era gay, y no todo es color
de rosa, pero más allá de eso, yo elijo con qué quedarme.

Te voy a pedir que dibujes un día de tu vida cotidiana.

Depende la fecha en el año. Porque ahora estoy estudiando mucho, y otros son tiempos de relax
como mis vacaciones, que en ese mes y medio de relax tal vez no lo tengo en cuenta, pienso que
un día para mi es correr el colectivo, con las cosas preparadas, tomar el tren, llevarme el bolso
y salir, saber que tengo que tener la cara divina desde la mañana hasta las once de la noche, ese
es mi día desde hace dos años, y me encanta mi vida así, te dibujo la escuela entonces….

Amo mi trabajo, vivo corriendo entre los colegios, acostarte a las doce o una y salir a la mañana
a las seis, me gusta que me digan que estoy impecable, que me cuido, que nunca llegué tarde y
que nunca falté, aunque tuviera que gastar en remise, porque si a los chicos en los minutos tarde
en que no llegara, les pasara algo, me muero. Necesito cumplir con mi responsabilidad.

En el profesorado estoy en cuarto año, me falta un año, ahora empiezo con las residencias y los
finales.

Yo me siento feliz dando clases, no tengo apuro, llegué hasta acá, tampoco quiero estar sin
terminar de rendir durante veinte años, por eso me tomo mi tiempo, pero terminar. Quiero
también después terminar a las seis de la tarde, poder tomarme un café con vos, dedicarme a
mis cosas.

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