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El idioma de los chilenos

Si existe algo más chileno que nuestra cara, es cómo hablamos. Sí, po. Y lo fácil es
ser crítico (criticón, incluso) y decir que hablamos mal. Pero no. Yo creo que nos
escuchamos mal. Hace unas semanas en este mismo sitio, decía que leíamos poco,
luego que nos vestíamos oscuro… Mejor nos pegamos un tiro, […]

Por Juan Domingo Urbano / 15.11.2012

Si existe algo más chileno que nuestra cara, es cómo hablamos. Sí, po. Y lo fácil es ser
crítico (criticón, incluso) y decir que hablamos mal. Pero no. Yo creo que nos escuchamos
mal. Hace unas semanas en este mismo sitio, decía que leíamos poco, luego que nos
vestíamos oscuro… Mejor nos pegamos un tiro, o de frentón, nos tiramos al mar amarrados
a un riel. Eso ya se hizo antes, ¡disculpen!, pero quise sonar gracioso. “Con eso no se
bromea, compadrito”. El asunto es que he venido escuchando con mucha detención cómo
hablamos. Si algo he conseguido –por defecto de oír las conversaciones ajenas– es
constatar que han aparecido nuevas formas, surgido ciertos giros, aflorado muletillas y
jergas, usadas por los jóvenes, los no tan jóvenes y hasta los viejos. Se ha ido renovando
el repertorio del habla nacional. Y no me refiero, puntualmente, a las groserías que, como
apéndice, se cuelgan (desproporcionadamente incluso) en diálogos muy breves, pero tan
llenos de “malas palabras”, como dicen las abuelas. Y eso que no me detengo en ese
comodín que es el huevón. Por ahora dejaremos a un lado los insultos, las florituras
lingüísticas que incrementan la coprolalia. Mejor es referir a lo que hablamos, lo que
callamos, o cómo no guarda relación lo que sentimos y pensamos, con lo que terminamos
diciendo. Ese puente cortado entre la razón y la expresión. Un río revuelto…allá abajo.

Los chilenitos

Los españoles dicen que la mejor muestra del castellano está en Valladolid; los
colombianos defienden que en Cali, y nosotros, a regañadientes, decimos –con insana
envidia– que hablan bonito los peruanos y los bolivianos. ¡Tonteras! En Chile hablamos el
español como nos sale, y no debería avergonzarnos. El problema, insisto, es que suena
mal. Aunque aún pervive esa riqueza lingüística que en algún momento sirvió para presumir
con eso de ser un “país de poetas”. ¿De qué sirvió? Pues va más allá, y puede ser ese el
costo (síntoma) de nuestra propia pena de extrañamiento, de la falta de identidad, la
pobreza de vocabulario ancestral (la unión de las palabras con la naturaleza), que deviene
en una ruptura, fruto de la autodestrucción y discriminación –constante– de nuestros
ancestros. ¿Qué es un chileno? Un no-araucano. Eso somos. La indefinición de una
persona y se nota en nuestra habla. Tiene que ver con la cosita, el cafecito, con el cigarrito,
un besito, una luquita, la-pura-puntita. Todo en chiquitito. Se ha dicho bastante sobre eso,
sin embargo ha ido cambiando el foco y la mirada. Pues en esta nebulosa de querer cambiar,
por defecto, nos terminamos agrandando. Y gastamos caleta; somos terribles de choros;
nadie nos pone la pata encima; tengo lleno de minas el facebook… Sobran las imágenes
agresivas (violentas) de la simulación ostentosa. Nuestra insatisfacción termina reducida –
con dolor y con rabia– a una caricatura de la felicidad. Y cuánto ayuda a eso la caja catódica,
dando lecciones diarias, en transmisión abierta e interrumpida. Todo lo que nunca seremos.
Día a día se construye un futuro esplendor, que calza con todo, menos con nuestro idioma:
la forma de nombrar las cosas.

Economía de Estado
Nos movemos entre dos conceptos básicos, pero definitivos: eufemismo y disfemismo. El primero
busca aminorar el impacto de un tema fuerte, sentido o tabú: pasó a mejor vida; sufre una dolorosa
enfermedad; pasaron la noche juntos. Evitar decir con las letras que corresponde lo que tiene que
ver con la muerte, una enfermedad o lo sexual. En el otro polo, está la forma contraria, decir de un
viaje y en seco, “sin adornos”, eso que parece delicado: se fue cortado, se está yendo a la mierda, se
la mandó al pecho. Dimensiones que en lugar de enaltecer el acto natural de su realización, lo
degrada, le despoja su sentido emocional, sea en boca de hombre o mujer, con un tamiz “machista”,
también degradado del género. Y entre estas aguas navegamos. Entre el decir, el no decir, el cuidar,
el destapar. El habla antes de ser tal (ya en su fase de construcción) sabe que estará condicionada
por un “velo”. Cuando digo develo, cuando no-digo escondo. Y ese es el doble estándar chileno. “No.
Tú me entendiste mal…Yo no quería decir eso. Cómo se te ocurre que voy a pensar eso o iba a andar
diciendo eso de ti”. Huyan de este tipo de frases. Arranquen de esa gente. Ahí, en ese germen de la
negación cotidiana, se funda la traición que ha escrito nuestra historia. ¿Por qué tomarse el tiempo
de rebatir lo que se dijo que se dijo y no decir lo que se debe decir como se dijo y ya? El vicio de la
lengua es no hacerse cargo. Un acto de honor era eso de ser un hombre-de-palabra. Para las mujeres
corría lo mismo. Pero ahora no necesitamos ese valor, requerimos ¡urgentemente! hacernos cargo
de las acciones que anuncian nuestras palabras. Nada menos. Debemos empezar por algo.

Como que no quiere la cosa


Solo un ejemplo. De la manera en que se usa el COMO en estos días. “Yo me fui como por el lado”.
“Comoque llegó y me dijo…”. “Y como que dejo anotado en una hoja y listo”. “Es que como que les
va a faltar un poco más de tiempo”. No está bien usado el COMO. Porque encubre decir algo,
antepone una comparación o igualdad, pero sin sentido, sin un modo. Nadie dice como que me
levanté hoy. No: me levanté hoy (cansado-contento-apurado). “Como que no quiero creerle que
vaya a cambiar”. ¿Qué quiso decir? Que duda de la persona. Está diciendo que desconfía. O
asegurando que no cree que la gente cambie. Son interrogantes que surgen ante lo impreciso de su
afirmación. Erradiquemos ese COMO. Es una muletilla, y como tal es algo en que nos apoyamos,
sabiendo que podemos caminar derechito. Es verse enfermos, estando sanos. Es cojear. Es torcer la
boca. Es mirar de reojo, más por temor que por agudeza. No está bien. Es un miedo tan largo y
ancho, como nuestra inseguridad. Lo que duele es lo que cuesta. Empecemos a hablar para decir lo
que sentimos y pensamos, no para jugar al simulacro de la comunicación. No esperemos que alguien
nos confirme, nos respalde, nos de esa seguridad que llevamos, desde hace siglos, en la punta de la
lengua.
Las 50 frases del chileno profundo que
descolocan a los extranjeros: ¿Es mito que
hablamos mal?
Ciertos localismos y formas verbales son patrimonio exclusivo del habla
nacional.
Martes 27 septiembre 2016

Uno de los mitos nacionales más extendidos sobre los chilenos afirman que en nuestro
país, dentro del universo de América Latina, es donde peor se habla la lengua
castellana, debido principalmente al uso reiterado de modismos, expresiones
coloquiales y groserías.

Sin embargo, algunos expertos aseguran que esto no sería tan así, ya que Chile, al
igual que el resto de los países hispanoparlantes, se caracteriza por un dialecto español
particular, con una entonación, pronunciación, vocabulario y usos gramaticales únicos
y particulares. A nivel de pronunciación, por ejemplo, la principal característica del
español chileno es el uso del seseo (no distinción fonética entre la “s” y la “z”) y la
aspiración de la “s” al final de una sílaba o palabra, esto último algo muy similar a lo que
ocurre en la región española de Andalucía. Además, todavía persisten en nuestra habla
ciertas expresiones del idioma español antiguo. Por ello, expresiones del Castellano de
la época de Miguel de Cervantes como “¿Cómo estáis?” o “¿A dónde váis?”, “traducidos”
al habla chilena, quedarían en “¿Cómo estái?” y “¿A dónde vai?”.

Sin embargo, lo que sí es indiscutible es que si bien el español chileno escrito no


presenta diferencias respecto al castellano estándar, el lenguaje coloquial oral que
usamos puede resultar desconcertante y complejo para quienes nos escuchan hablar
por primera vez, dada la cantidad de localismos y formas verbales que son exclusivo
patrimonio nuestro.

Algunos portales extranjeros especializados en viajes y relatos de viajeros recopilaron


una serie de frases y palabras “típicamente chilenas” para que los viajeros que visitaran
nuestro país aprendieran a usarlas. Estas son las más famosas y recurrentes:

1) Los chilenos no dicen “al instante” o “en seguida”…dicen “al tiro”.

2) Los chilenos no dicen “¿Me entiendes?…dicen “¿Cachai?”

3) Los chilenos no dicen “Sí, pues”…dicen “sí, poh”.


4) Los chilenos no dicen que están levemente “borrachos”…sino que están “arriba de
la pelota”.

5) Los chilenos no dicen que están sumamente ebrios.., sino “que quedaron raja”.

6) Los chilenos no dicen que andan con resaca…sino que “están con la caña”.

7) Los chilenos no dicen que están filosofando o meditando profundamente sobre los
vaivenes de la vida…sino que se están “yendo en la profunda”.

8) Los chilenos no dicen que partieron corriendo apurados…sino que “apretaron


cachete”.

9) Los chilenos no dicen que hay que abreviar un trámite o condensar una historia
muy larga…sino que dicen que hay “que hacerla corta”.

10) Los chilenos no dicen que están sin dinero…sino que “están patos”.

11) Los chilenos no dicen que se divirtieron…sino que “lo pasaron chancho”.

12) Los chilenos no dicen que están a punto de morir…sino que “tienen olor a
gladiolos” o “están pedidos por la “pelá” ”.

13) Los chilenos no dicen que alguien está hablando tonterías o incoherencias…sino
que dicen que está “hablando cabezas de pescado”.

14) Los chilenos no dicen que alguien les quiere quitar la novia…sino que les están
“pellizcando la uva”.

15) Los chilenos no dicen que hicieron una declaración osada o realizaron una acción
atrevida… sino que se “mojaron el potito”.

16) Los chilenos no dicen que están pasando por una mala racha sexual… sino que
andan “con el Kino (o el Loto) acumulado”.

17) Los chilenos no dicen que por fin terminaron con la mala racha sexual…sino que
“rompieron la sequía goleadora”.

18) Los chilenos no dicen que les encantó un plato de comida… sino que dicen que
estaba “para chuparse los bigotes”.

19) Los chilenos no dicen que alguien se casó… sino que “pisó el palito”.

20) Los chilenos no dicen que sedujeron a alguien con malicia, o que derechamente le
mintieron…sino que dicen que lo “engrupieron”.
21) Los chilenos no dicen que tienen una pareja controladora… sino que tienen a “la
mano que aprieta”

22) Los chilenos no dicen que no pagaron a propósito la cuenta en un


restaurante…sino que “hicieron perro muerto”.

23) Los chilenos no dicen que estuvieron presos en la cárcel…sino que estuvieron “en
cana” o “en Canadá”.

24) Los chilenos no dicen que tratan de quitarle el trabajo a su jefe…sino que le están
“aserruchando el piso”.

25) Los chilenos no dice que se están burlando de alguien… sino que lo están
“subiendo al columpio”.

26) Los chilenos no se quejan cuando algo es difícil… sino que dicen que “está
peludo”.

27) Los chilenos no dice que algo está muy bueno… sino que dicen que está “filete”,
“grosso”, “bacán” o “la raja”.

28) Los chilenos no dicen que van a hacer una colecta para algo…sino que “van a
hacer una vaca”.

29) Los chilenos no dicen que van a acompañar a alguien en una circunstancia
penosa o difícil…sino que dicen que “lo van a apañar”.

30) Los chilenos no dicen que se acobardaron en una determinada situación por
miedo o nerviosismo…sino que dicen que “arrugaron”.

31) Los chilenos no dicen que están angustiados por una situación…sino que dicen
que están “achacados”.

32) Los chilenos no dicen que están manteniendo una relación sentimental con
alguien…sino que “están pololeando”.

33) Los chilenos no dicen que algo les da pereza, flojera o desgano…sino que dicen
que les “da lata”.

34) Los chilenos no dicen que una persona es aburrida o monótona…sino que dicen
que es “fome”.

35) Los chilenos no dicen que van a salir de fiesta o de juerga…sino que “van a
carretear”.

36) Los chilenos no dicen que alguien es ingenioso, ocurrente o de reacción


rápida…sino que “es avispado”.
37) Los chilenos no dicen trago, bebida alcohólica o bebida espirituosa…sino que
dicen “copete”.

38) Los chilenos no dicen que son valientes, osados y atrevidos…sino que dicen que
son “aperrados”.

39) Los chilenos no dicen que una persona a la que le gusta oír y contar chismes,
metiéndose en la vida de los demás, es un entrometido…sino que es un “sapo” o un
“hocicón”.

40) Los chilenos no dicen que reprendieron ásperamente a alguien por una acción o
actitud equivocada…sino que dicen que “le echaron la foca”.

41) Los chilenos no dicen que alguien es poco desprendido o poco dado a compartir
sus cosas…sino que dicen que “es apretado”.

42) Los chilenos no dicen que intentaron provocarle celos o envidia a alguien…sino
que le “sacaron pica”.

43) Los chilenos no dicen que algo no les interesa o no les importa…sino que dicen
que “no están ni ahí”.

44) Los chilenos no dicen que manosearon a alguien…sino que le “corrieron mano”.

45) Los chilenos no dicen que armaron un escándalo…sino que “dejaron la cagada” o
que “quedó la crema”.

46) Los chilenos no dicen que se vanaglorian o se sienten orgullosos por algo…sino
que dicen que “se creen la muerte”.

47) Los chilenos no dicen que están en un lugar perdiendo el tiempo…sino que dicen
que están “dando la hora”.

48) Los chilenos no dicen que se van a peinar y acicalar el rostro…sino que dicen que
se van a dar “una manito de gato”.

49) Los chilenos no dicen que van a ir a un lugar cercano y van a volver luego…sino
que dicen “voy a la esquina y vuelvo”.

50) Y, finalmente, y dependiendo del énfasis, tono y contexto que se le dé a la


palabra, los chilenos no dicen amigo, compadre, hermano, socio, sujeto, idiota,
imbécil, cretino, holgazán u estúpido…sino que dicen “huevón”.

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