Sunteți pe pagina 1din 24

ESCUELA MARIANO FERREYRA

CUADERNILLO DE TRABAJO DE
HISTORIA
2019

Unidad II
PROFESOR: DELGADO, MARIANO

NIVEL: SEGUNDO
1) El imperialismo
El perííodo comprendido entre 1870 y 1914 se caracterizoí por el desarrollo de nuevas
relaciones entre las potencias industriales y las demaí s regiones del mundo, que se conocen
con el nombre de imperialismo. Este concepto se refiere a una relacioí n desigual entre
paííses "avanzados" o industriales (europeos y los Estados Unidos) y paííses "atrasados" o
subdesarrollados (productores de materias primas y alimentos), localizados en distintas
partes del globo.
Imperialismo formal e informal
El concepto de imperialismo se utiliza para explicar la relacioí n establecida entre paííses
que controlan o dominan a otros. Comenzoí a utilizarse a fines del siglo xix para referirse
a dos formas diferentes de dominacioí n. Para diferenciarlas, se habla de imperialismo
formal o colonial e imperialismo informal o neocolonial.
El imperialismo formal o colonial se refiere a la dominacioí n políítica directa de un paíís
sobre otro, es decir que se trata de una relacioí n entre metroí poli y colonia. La potencia
dominante establece gobernadores propios para dirigir el paíís dominado, por lo que las
relaciones econoí micas dependen de las decisiones que toma el paíís central. De este modo,
una colonia britaí nica, por ejemplo, el Canadaí en el siglo xix, podíía comerciar con otros
paííses pero solo bajo el permiso
y la supervisioí n britaí nica.
El concepto de imperialismo informal o neocolonial, en cambio, se refiere a la influencia
y el predominio que una potencia ejerce sobre un paíís de manera econoí mica, social y
cultural. Se habla de imperialismo informal, por ejemplo, cuando los intereses de una
potencia dominan la economíía de otro paíís, ya sea porque sus empresas controlan las
actividades maí s significativas (por ejemplo, son duenñ as de los principales yacimientos
petrolííferos en un territorio cuya economíía se basa en la produccioí n petrolera) o bien
porque esa potencia es la principal compradora de los bienes que exporta el paíís
dominado. En estos casos, el paíís dominado es polííticamente independiente, pero sus
decisiones econoí micas estaí n fuertemente condicionadas por los intereses de la potencia
dominante.
Los imperios del siglo xix
A partir de mediados del siglo xix, imperios como el britaí nico y el franceí s, por ejemplo,
fueron muy distintos de los que Espanñ a y Portugal habíían establecido en los siglos xvi y
xvii. Mientras que los territorios controlados por las coronas espanñ ola y portuguesa eran
colonias, de las cuales las metroí polis buscaban sobre todo extraer recursos (como los
metales preciosos del Alto Peruí y de Meí xico, por ejemplo), los imperios del siglo xix
establecieron principalmente relaciones comerciales de tipo capitalista con los paííses
dominados, tanto con las colonias de su imperio formal (por ejemplo, la India, en el caso
britaí nico) como con otros paííses, polííticamente independientes (como fue el caso de los
paííses latinoamericanos).
Los bienes que circulaban entre las potencias y sus colonias eran comprados y vendidos
libremente. Sin embargo, era un comercio desigual porque las potencias exportaban
bienes industriales (de consumo y maquinarias), servicios y capitales financieros,
mientras que las colonias y los paííses dominados vendíían bienes primarios (metales
preciosos, alimentos, materias primas, combustibles), de un valor relativo mucho menor.

La conquista de mercados
La "Larga depresioí n" del perííodo 1873-1896 impulsoí y terminoí por consolidar el
imperialismo, tanto formal como informal, hacia fines del siglo xix. Para salir de la crisis,
las potencias industriales europeas se lanzaron a la conquista de nuevos mercados, a la vez
que buscaron asegurar mercados exteriores con los que ya teníían relacioí n. A ellas pronto
se sumaron los Estados Unidos y el Japoí n, y todas compitieron entre síí de manera cada vez
maí s agresiva.
La competencia entre las potencias industriales llevoí a que, por primera vez en la historia
de la humanidad, la economíía adquiriera caracteríísticas mundiales, ya que todas las
regiones habitadas del planeta podíían convertirse en mercados donde colocar su
produccioí n y, al mismo tiempo, en territorios de donde extraer las materias primas
utilizadas o invertir, con mayores ganancias, sus capitales.
La conquista de mercados generoí conflictos entre las potencias industriales, puesto que
cada una de ellas buscoí aumentar su influencia en la mayor cantidad de regiones posibles.
Este proceso pronto llevoí a un reparto del mundo, en el que todos los paííses estuvieron en
relacioí n con una o varias potencias industriales.

 Lean con atencioí n el siguiente texto y luego resuelvan las consignas.


"Un argumento general de peso para la expansioí n colonial era la buí squeda de mercados.
La conviccioí n de que el problema de la 'superproduccioí n' [...] podríía solucionarse a traveí s
de un gran impulso exportador era compartida por muchos. [...] La consecuencia loí gica fue
el reparto de las zonas no ocupadas del tercer mundo. En cierta forma, esto fue una
ampliacioí n del proteccionismo, que fue ganando fuerza a partir de 1879. Desde este
prisma, "el imperialismo" era la consecuencia natural de una economíía internacional
basada en la rivalidad de varias economíías industriales competidoras."
Eric J. Hobsbawm, La era del Imperio, Barcelona, Labor, 1989. Adaptacioí n

1. Busquen en un diccionario los teí rminos que no comprendan en este texto.


2. Subrayen en el texto de Hobsbawm las razones que senñ ala el autor para el impulso de la
expansioí n colonial europea a fines del siglo xix.
3. ¿Queí regiones o paííses destaca Hobsbawm en esa expansioí n? ¿Por queí ?

2) El reparto del mundo


Asia y AÁ frica fueron dos de los continentes donde la competencia entre las potencias
imperialistas tuvo mayor desarrollo entre mediados del siglo xix y 1914. En ambos casos
existíían colonias europeas desde la primera expansioí n europea de los siglos xv y xvi. Pero
con el desarrollo del imperialismo, la dominacioí n de las grandes potencias alcanzoí a casi
todo el territorio, en el marco de muchos conflictos, algunos entre potencias imperialistas
y otros, entre una potencia imperial y el paíís que buscaba dominar.
El Imperio Británico en la India
Sin duda, la potencia imperialista maí s poderosa en Asia fue Gran Bretanñ a.
Desde el siglo xvm, administraba extensos territorios en la India a traveí s de la
Companñ íía de la India Oriental (East India Company, en ingleí s), encargada del comercio
exterior britaí nico. A mediados del siglo xix, la India pasoí a ser una colonia formal del
Imperio Britaí nico, luego de la rebelión de los cipayos.
La Corona britaí nica controlaba ademaí s Malaca (parte de la actual Malasia)
y Singapur, que si bien no eran mercados tan importantes como el indio, eran
fundamentales para controlar las rutas de acceso maríítimas a la regioí n. Lo mismo puede
decirse de la colonia de Birmania (actual Myanmar), que representaba una ruta terrestre
de acceso a la China.
Las concesiones en la China
La influencia britaí nica tambieí n se extendioí en la China, aunque no fue incorporada como
colonia al imperio. Esta dominacioí n se establecioí como consecuencia de las llamadas
guerras del opio, con las cuales el Reino Unido obtuvo por la fuerza una serie de
concesiones de los emperadores chinos. El comercio del opio, droga producida en la India,
era controlado por la Companñ íía de la India Oriental, que lo vendíía en la China para
equilibrar los costos de la compra de teí chino, que luego exportaba a Europa. Cuando las
autoridades chinas prohibieron el traí fico del opio, la Corona britaí nica envioí a su armada,
que forzoí a la China a firmar los tratados de Nanjing (1842) y de Tientsin o Tianjin
(1858), por los cuales cedioí a Gran Bretanñ a el dominio sobre Hong Kong y aseguroí la
apertura de once puertos comerciales para las mercancíías britaí nicas.
Otras potencias, como Francia, Rusia y los Estados Unidos, a las que luego se sumaron
Alemania, Italia y el Japoí n, aprovecharon la entrada de los britaí nicos para presionar a los
gobiernos chinos a f i n de obtener tambieí n concesiones comerciales. En muchos casos,
estas concesiones, acordadas mediante tratados, significaban establecer enclaves, es decir,
zonas dentro del territorio chino que de hecho eran administradas por las potencias
extranjeras, aunque formalmente no eran colonias. Las principales concesiones se
encontraban en las regiones de Manchuria (al norte de la China) y Tianjin (proí xima a
Beijing, la capital china) y los puertos de Shanghai y Cantoí n (Guangzhou, en chino).
Para fines del siglo xix, estas concesiones habíían comenzado un proceso de
industrializacioí n, con faí bricas que pertenecíían a corporaciones extranjeras.
Los británicos en África
La expansioí n de los britaí nicos en AÁ frica comenzoí desde el Sur, desde el puerto costero de
El Cabo, conquistado a los holandeses en 1806. Desde allíí avanzaron hacia la regioí n que
tomoí el nombre de Rhodesia (por Cecil Rhodes, quien dirigioí la conquista), hoy Zimbawe
y Zambia. Su objetivo era desplazar a otros competidores. En su avance desde el Sur, Gran
Bretanñ a chocoí con colonos holandeses, establecidos en las regiones de Orange y Transvaal,
en las guerras anglo-boí er (+INFO). SU victoria permitioí a los britaí nicos dominar el
territorio e impidioí que Portugal unificara sus colonias de Angola y Mozambique.
Los britaí nicos conquistaron ademaí s Nigeria, Ghana, Sierra Leona, Kenia,
Uganda y parte de Somalia. Egipto fue incorporado como protectorado al
Imperio en 1886, que poco despueí s se extendioí a Sudán como posesioí n "compartida"
entre egipcios y britaí nicos.
Las colonias francesas
Francia, en cambio, inicioí su presencia colonial en AÁ frica por el Norte (Argelia, Túnez y
Marruecos) y despueí s fue penetrando con asentamientos costeros en distintas aí reas
(Congo franceí s, Senegal, Guinea, Costa de Marfil, Benín y Madagascar), desde los
cuales se fue expandiendo lentamente hacia el interior del continente, en competencia con
britaí nicos, alemanes, belgas e italianos.
Hacia comienzos del siglo xx, las colonias francesas en AÁ frica se extendíían por vastos
territorios que incluíían, ademaí s de los mencionados, a Chad, Níger, Malí y parte de
Somalia.
La Conferencia de Berlín
Entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, representantes de doce naciones europeas,
los Estados Unidos y el Imperio Otomano (Turquíía) se reunieron en la ciudad de Berlíín.
Esta conferencia internacional habíía sido convocada ante el aumento de los conflictos
entre los paííses maí s poderosos. Uno de los objetivos de la reunioí n fue establecer
formalmente y mediante u n acuerdo diplomaí tico, el reparto de África entre las potencias
imperialistas.
La Conferencia de Berlíín aseguroí las posesiones britaí nicas, francesas y portuguesas ya
mencionadas y les otorgoí territorios en AÁ frica a Alemania, Italia y Bélgica, que hasta
entonces no contaban con colonias.
Despueí s de su unificacioí n, Italia habíía intentado conquistar Etiopíía, en AÁ frica oriental, sin
conseguirlo. Tras la Conferencia de Berlíín, consiguioí las regiones de Eritrea y la costa de
Somalia. En 1911, los italianos conquistaríían, ademaí s, Libia. Alemania, por su parte, se
aseguroí el dominio de las regiones de Togo, Camerún y Tanganica (parte de la actual
Tanzania), a las cuales en 1892 agregaron Namibia. Beí lgica obtuvo tambieí n u n territorio,
conocido con el nombre de Congo belga (para diferenciarlo de la colonia francesa). La
intencioí n era que esta colonia separase las posesiones britaí nicas y francesas en la regioí n,
para evitar una guerra entre los dos imperios coloniales maí s fuertes en AÁ frica.
Esta conferencia mostroí que, maí s allaí de sus intereses enfrentados, todas las potencias
consideraban como u n derecho propio el aduenñ arse de territorios en las zonas del mundo
que ellas consideraban atrasadas y someter a sus pueblos al dominio colonial. Esta idea,
como veraí n maí s adelante, era caracteríística del fenoí meno imperialista.

EL REPARTO COLONIAL DE AÁ FRICA EN EL SIGLO XX


EL REPARTO COLONIAL DE ASIA EN EL SIGLO XIX

3) La primera Guerra Mundial:

Entre 1914 y 1918, casi toda Europa y algunos paíísesde otros continentes mantuvieron
una guerra que implicoí la movilizacioí n de 70 millones de combatientes.
Este conflicto, que hoy se conoce como Primera Guerra Mundial, y que se llamoí la "Gran
Guerra" no fue producto de una sola causa sino de muí ltiples factores entrelazados de tal
forma que el desencadenamiento de las hostilidades, como podemos verlo ahora, fue una
consecuencia loí gica del cada vez maí s complicado panorama internacional de aquel
momento.
¿Cuaí les fueron las causas de fondo? El creciente poderíío alemaí n, que provocaba el recelo
de Francia y del Reino Unido; las tensiones provocadas por el reparto de AÁ frica en la
Conferencia de Berlíín (1884-1885); las aspiraciones nacionalistas de diversos pueblos de
la zona de los Balcanes y de Europa central.
Todas estas tensiones, y la desconfianza que traíían aparejada, provocaron un rearme
masivo por parte de las distintas potencias europeas tensando, auí n maí s, el clima políítico
reinante.
En este contexto, en 1890, tras la muerte del emperador alemaí n Guillermo I, ascendioí al
trono Guillermo II.
El nuevo mandatario destituyoí al canciller Otto von Bismarck e inicioí una transformacioí n
en la políítica exterior alemana. El sistema de alianzas que habíía impulsado el canciller, fue
dejado de lado: el emperador deseaba llevar a Alemania a la supremacíía mundial y, para
ello, puso marcha una políítica exterior maí s agresiva y expansioí n que se llamoí Weltpolitik.
Esta provocoí una serie de cambios en el escenario europeo y en sus aí reas de influencia
Si bien, durante el siglo xix, la hegemoníía britaí nica el terreno econoí mico habíía sido
indiscutida, a fines de siglo empezoí a dudarse de esta supremacíía: a nivel comercial,
industrial y financiero, Alemania estaba superando al Reino Unido. Pero, ademaí s, los
alemanes tambieí n desafiaron la hegemoníía britaí nica en el poderíío naval: construyeron
buques de guerra.
Para los ingleses, esto era una provocacioí n y fabricaron un nuevo tipo de acorazado.
Alemania, por su parte, dobloí la apuesta: la carrera armamentista estaba en marcha

La formación de los bloques


Las aspiraciones de Alemania de lograr la supremacíía, tanto en el continente europeo
como en los territorios coloniales, asíí como algunos conflictos territoriales, provocaron la
desconfianza de varias naciones y la consiguiente divisioí n de las principales potencias en
lo que seríían dos bloques antagoí nicos. El primero de estos bloques, denominado la Triple
Alianza, habíía sido creado por Bismarck en 1882. Estaba conformado por Alemania,
Austria-Hungríía e Italia y los objetivos de aquel entonces habíían sido garantizar un
equilibrio europeo favorable a Alemania y, simultaí neamente, mantener aislada a Francia.
¿Por queí Bismarck queríía el aislamiento de los franceses? Porque temíía una revancha
luego de que estos fueran derrotados en la guerra franco-prusiana, al teí rmino de la cual
(1870) habíían perdido las regiones de Alsacia y Lorena, que quedaron en poder de los
alemanes.
El segundo bloque, la Triple Entente, fue, en parte, una respuesta de algunas de las
principales potencias europeas a la políítica imperialista de Guillermo II. Por un lado,
Francia y Rusia firmaron, en 1893, un pacto militar por el que ambas potencias se
comprometíían a movilizar sus tropas en caso de que fueran atacadas por alguno de los
miembros de la Triple Alianza. Si bien el Imperio ruso habíía mantenido un pacto de paz
con Alemania, dicho pacto quedoí sin efecto debido a la rivalidad que Rusia manteníía con
Austria (aliada de los alemanes) por el predominio en los Balcanes.
Por otro lado, Francia y el Reino Unido decidieron zanjar sus diferencias coloniales y
firmaron, en 1904, la Entente Cordiale. Finalmente, en 1907, las tres potencias se aliaron e
integraron la Triple Entente.

Las zonas en conflicto


Como ya leííste, una de las causas de la Gran Guerra fueron las rivalidades coloniales entre
distintos paííses europeos.
Si bien durante la Conferencia de Berlíín se habíían decidido las posesiones de cada
potencia, Alemania reclamaba para síí mayores adquisiciones. Ademaí s del prestigio y el
poder que otorgaba poseer un gran imperio, su desarrollo industrial le permitíía producir
una importante cantidad de bienes manufacturados. Para que esta produccioí n diera
grandes ganancias, el Imperio alemaí n requeríía de materias primas baratas y de mercados
donde se pudiera ubicarlas. Pero como las potencias solíían ejercer un fuerte control
comercial sobre sus colonias, solo podíían ingresar en ellas los productos de las metroí polis.
Por esto, Alemania empezoí a exigir una mayor participacioí n en AÁ frica.
Los mencionados reclamos se vieron plasmados en una serie de crisis que marcaron la
evolucioí n hacia un conflicto generalizado

El detonante: la crisis de Sarajevo


El 28 de junio de 1914, el archiduque Francisco Fernandode Austria y su esposa fueron
asesinados por un nacionalista serbio en Sarajevo (Bosnia). ¿Por queí ? No olvides que
Bosnia habíía sido anexionada al territorio del Imperio austrohuí ngaro, a pesar de la
negativa de Serbia que alentaba la unioí n de todos los pueblos eslavos del sur.
Por esta razoí n, los serbios contaban con organizaciones secretas que alentaban la lucha
contra los Habsburgo, familia que gobernaba el Imperio. A una de estas organizaciones
-conocida como la "Mano Negra"- pertenecíía el joven estudiante que matoí al heredero del
trono imperial.
Este atentado fue la excusa perfecta de Austria para terminar con el nacionalismo serbio
que amenazaba la integridad de su Imperio. Asíí, el 23 de julio, el gobierno austrohuí ngaro
le envioí un ultimaí tum a Serbia, con el consentimiento del Imperio alemaí n, exigiendo que
se investigara a fondo el asesinato de Francisco Fernando, junto con otras exigencias: la
eliminacioí n de la organizacioí n
Mano Negra, el fin de las campanñ as de desprestigio contra el Imperio, la participacioí n de
policíías austrohuí ngaros en Serbia para investigar el asesinato, y el envíío de los culpables a
la justicia imperial para ser juzgados y castigados. Si bien Serbia aceptoí la mayoríía de los
puntos del ultimaí tum, se negoí a reconocer la totalidad ya que, afirmaba, algunos íítems
violaban su soberaníía.
El Reino Unido tratoí de evitar un conflicto armado e intentoí mediar entre ambas naciones;
sin embargo, Austria rechazoí la mediacioí n y el 28 de julio le declaroí la guerra a Serbia.
Rusia, que no podíía aceptar una hegemoníía austrííaca en los Balcanes, movilizoí sus tropas
dos díías despueí s.
A partir de esa fecha, se puso en marcha el sistema de alianzas. Alemania y Francia
decidieron apoyar a sus respectivos aliados, en tanto que el 4 de agosto el Reino
Unido decidioí intervenir debido a la invasioí n de tropas alemanas en Beí lgica, que violaron
la neutralidad de los belgas. Italia, por su parte, se mantuvo neutral, a pesar de que era
miembro de la Triple Alianza.

4) El mundo en guerra
Los paííses que iniciaron la Primera Guerra Mundial pensaron que el conflicto seríía corto y
localizado. Pero la guerra que comenzoí en agosto de 1914 se caracterizoí por su larga
duracioí n (cuatro anñ os) y por la amplitud de los territorios implicados. Durante aquellos
largos anñ os, aparecieron nuevas taí cticas y teí cnicas beí licas que hicieron auí n maí s cruento el
conflicto.
Bloques y fases
La Gran Guerra enfrentoí a los imperios centrales (Alemania y Austria-Hungríía) con la
Triple Entente (Francia, Rusia y el Reino Unido). En el momento del estallido, la situacioí n
de los dos bloques, respecto de las fuerzas militares, mostraba una clara superioridad
numeí rica a favor de la Triple Entente.
Sin embargo, esta diferencia numeí rica no implicaba una superioridad beí lica, ya que la
posicioí n estrateí gica de Alemania y Austria-Hungríía -ubicadas en el centro de Europa-
favorecíía el movimiento de sus tropas, mientras que la Entente y sus aliados estuvieron
fragmentados en dos frentes sin comunicacioí n terrestre posible. En cuanto a los
armamentos, los dos bloques mostraban cierto equilibrio.
En lo que se refiere a las fuerzas navales, los paííses de la Entente, y sobre todo el Reino
Unido, fueron dominantes, lo cual llevoí a los alemanes a la guerra submarina, como uí nica
forma de contrarrestar la superioridad naval inglesa y francesa, esta uí ltima en el
Mediterraí neo.
Los dos bloques buscaron, a lo largo de la guerra, nuevos aliados, y esto produjo la
mundializacioí n del conflicto: los Imperios centrales recibieron el apoyo de Turquíía,
Bulgaria y Japoí n, en tanto que la Triple Entente recibioí el de Italia -que abandonoí la Triple
Alianza-, Rumania, Grecia, Portugal y los Estados Unidos.
Tambieí n intervinieron otros Estados de Ameí rica (como Brasil) y Asia aunque con una
menor participacioí n.
Asimismo, no hay que olvidar que muchos de los paííses beligerantes implicaron en la
guerra a sus respectivas colonias; fue la primera vez que una guerra afectoí a un territorio
tan amplio y ello influyoí decisivamente en la prolongacioí n del conflicto. En cuanto a
nuestro paíís, se mantuvo neutral.
Ademaí s de la cantidad de paííses que participaron en la contienda, la Primera Guerra
Mundial tambieí n tuvo como caracteríística lo extenso del conflicto. A lo largo de los cuatro
largos anñ os de duracioí n, la Guerra atravesoí por diferentes etapas, cada una de las cuales
tuvo sus propias caracteríísticas.

La guerra de movimientos
Al comenzar la guerra, el j efe del Estado Mayor Alemaí n -Alfred von Schlieffen- teníía como
objetivo tratar de evitar la guerra en dos frentes simultaí neos (occidental y oriental). Por
esta razoí n, propuso un plan –el Plan Schlieffen-, que consistíía en invadir a las neutrales
Beí lgica y Luxemburgo para atacar a Francia por el norte, donde las fronteras de este paíís
estaban maí s desprotegidas.
Asíí, lograríían un raí pido triunfo en el frente occidental y, una vez derrotado dicho frente,
Alemania podríía centrar todos sus esfuerzos en el este.
De acuerdo con este plan, los alemanes entraron raí pidamente en el territorio franceí s, pero
los aliados lograron detenerlos, a pocos kiloí metros de Paríís. Esta batalla supuso el fracaso
del plan alemaí n de vencer al enemigo en una guerra de corto tiempo.
¿Queí pasaba, mientras tanto, en el frente oriental?
Rusia, a finales de agosto de 1914, lanzoí una raí pida ofensiva y tomoí por sorpresa a los
ejeí rcitos alemanes.
Si bien la contraofensiva alemana logroí frenar el avance ruso, la victoria austroalemana no
fue definitiva, por lo que tambieí n en este frente se demostroí que la guerra se prolongaríía
maí s de lo esperado.

La guerra de posiciones
Tras el fracaso de la guerra de movimientos, parecíía haberse llegado a un empate taí ctico.
Por lo tanto, el nuevo objetivo fue defender las posiciones logradas en los dos frentes; los
ejeí rcitos se inmovilizaron y se atrincheraron a lo largo de cientos de kiloí metros:
comenzaba, en el frente occidental, la guerra de trincheras o guerra de posiciones.
En esta fase, ninguno de los grupos beligerantes lograba avances y las luchas se redujeron
a tratar de ocasionar peí rdidas al enemigo hasta agotar su capacidad de resistencia.
Desde el Canal de La Mancha, hasta la frontera suiza, el terreno estaba atravesado por 650
kiloí metros de trincheras, pozos de dos a tres metros de profundidad. Los combatientes se
hallaban praí cticamente inmovilizados en ellas, rodeados de los cadaí veres de muchos de
sus companñ eros y armados con ametralladoras, que disparaban ante cualquier amenaza de
avance por parte del enemigo. En cuanto a las trincheras, estaban rodeadas de alambres de
puí as y expuestas a los gases venenosos o a los bombardeos aeí reos, asíí como al mal tiempo,
que no era un mal menor. Una simple lluvia, que inundaba la trinchera de barro, o el fríío
(las temperaturas llegaban a los -20 ° C ) , dificultaba auí n maí s la vida en aquellos pozos
provocando maí s muertes a las causadas por las ofensivas enemigas. Las ratas, los piojos y
la mala alimentacioí n eran moneda corriente, y por todo esto las enfermedades se
propagaban raí pidamente, causando nuevas peí rdidas.
La economía de guerra y el rol de las mujeres
Entre 1914y 1918, no solo los combatientes que se encontraban en el frente sufríían
penurias sino que tambieí n la poblacioí n civil se vio afectada; de hecho, se consideroí a la
Primera Guerra Mundial como una "guerra total", es decir, los Estados involucrados se
vieron obligados a comprometer todos sus recursos.
¿Coí mo afectoí esto a los habitantes de los distintos paííses comprometidos en la Guerra?
Para mantener a los casi 70 millones de hombres movilizados, se impuso una verdadera
economía de guerra.
Esto significoí que los Estados intervinieron en la economíía, orientando la produccioí n
hacia aquellos bienes imprescindibles para el desarrollo de la guerra (armas y municiones,
alimentos y vestimentas para los soldados, entre otros bienes) y, al mismo tiempo,
limitando el consumo entre los civiles mediante el racionamiento.
La escasez de alimentos y otros bienes se agravaba por la partida de los hombres al frente
de batalla, que dejaba sin trabajadores a las industrias y a los campos.
¿A quieí nes recurrieron, entonces, los gobiernos? En algunos casos, los habitantes de las
colonias proporcionaron mano de obra, pero el hecho fundamental, que marcaríía un punto
de inflexioí n, fue la incorporacioí n de las mujeres al mercado de trabajo.
Si hasta aquel momento el lugar privilegiado de la mujer habíía sido el hogar, con el
estallido de la guerra, los distintos paííses contendientes debieron apelar a ella si queríían
mantener el nivel de produccioí n necesario para continuar en combate. Asíí, trabajos que se
consideraban masculinos comenzaron a ser realizados por mujeres: condujeron camiones,
ensamblaron armas y empaquetaron balas, bombas y proyectiles, manejaron autobuses,
fueron policíías y oficinistas... Ademaí s, muchas mujeres viajaron hacia las zonas en guerra
como enfermeras.
La propaganda de guerra
A medida que pasaban los meses, la guerra se iba haciendo maí s impopular, tanto entre los
soldados, como entre la poblacioí n civil. Los Estados vieron la necesidad de manipular la
opinioí n puí blica con el fin de mantener el entusiasmo. Por esta razoí n, la Primera
Guerra Mundial marcoí un hito fundamental en el uso de la propaganda de guerra: nunca
antes esta –y las campanñ as de informacioí n- fueron dirigidas de tal modo por los Estados.
Estas campanñ as pretendíían exaltar los sentimientos nacionalistas de los ciudadanos y, al
mismo tiempo, buscaban fomentar el odio hacia los enemigos. Ademaí s, se necesitaba que
la poblacioí n civil apoyase las medidas econoí micas del gobierno que, en algunos casos, los
perjudicaba directamente (como el racionamiento), y en otros buscaban el aumento de la
produccioí n industrial. Ambas medidas eran necesarias si se queríía mantener a las tropas
en el frente.
En cuanto a la informacioí n durante el tiempo que duroí la guerra, pasoí por dos etapas:
desde los comienzos, y hasta los primeros meses de 1915, los perioí dicos se enfrentaban a
una fuerte censura: los gobiernos no queríían que la poblacioí n civil se enterase de las
derrotas, por ejemplo, que sufríían en el frente. En lugar de la informacioí n, entonces, los
gobiernos publicaban propagandas. Ya a mediados de 1915, el uso de la propaganda se
sistematizoí y, de manera definitiva, esta suplantoí a la informacioí n. Ademaí s, comenzaba
una campanñ a de parte de los aliados (del Reino Unido, particularmente) para tratar de que
los Estados Unidos ingresaran en la guerra.
Cuando el gobierno norteamericano decidioí intervenir, utilizoí las propagandas para influir
en la opinioí n de la poblacioí n estadounidense, que no era partidaria del ingreso de su paíís
en un conflicto que, consideraban, era ajeno a ellos. Para lograr el convencimiento del
pueblo, se exageraban las atrocidades cometidas por los alemanes (e incluso se
inventaban), buscando la indignacioí n y el cambio de orientacioí n en el punto de vista de la
poblacioí n.
¿Cuaí l era el medio propagandíístico maí s utilizado?
El cartel, sobre todo en los Estados Unidos, y los panfletos.
Sin embargo, estos no eran los uí nicos medios utilizados para desacreditar al enemigo:
tambieí n se usaban el cine y la prensa.
La primera campanñ a hecha por profesionales (ilustradores, periodistas, publicistas y
psicoí logos) fue la del alistamiento en el ejeí rcito de todos los hombres estadounidenses
capacitados. ¡Y en solo un díía se logroí el alistamiento de 13 millones de voluntarios!
¿Queí pasaba con la propaganda de los Imperios centrales? Fue inferior a la de los aliados
y tuvo menos eí xito. Los expertos en el tema afirman que su poca efectividad se debioí a que
fue defensiva, en lugar de ofensiva, es decir, tendioí a defenderse y no a atacar al resto de
los paííses contendientes. Esto cambiaríía durante la Segunda Guerra Mundial.
El viraje de 1917
En 1917 se produjo un fuerte cambio de rumbo en el desarrollo de la guerra debido a dos
hechos: la Revolucioí n Rusa y el ingreso de los Estados Unidos en el conflicto.
La revolucioí n que destronoí al zar y que dio paso a un nuevo gobierno en Rusia, cambioí la
situacioí n del frente oriental: mediante el tratado de Brest-Litovsk de
1918, Rusia abandonaba la guerra y cedíía una gran cantidad de territorios a Alemania.
En cuanto a los Estados Unidos, se mantuvo neutral desde los comienzos de la contienda,
aunque, en la praí ctica, les vendíía suministros a los aliados. Pero esta situacioí n cambioí ante
la indiscriminada guerra submarina de Alemania: los ataques de los submarinos estaban
comenzando a perjudicar a los exportadores estadounidenses y al propio prestigio
nacional. El hundimiento del transatlaí ntico Lusitania por parte de los alemanes en
1915, frente a la costa irlandesa, con 128 norteamericanos entre los casi 1.200 pasajeros,
fue el desencadenante para que los Estados Unidos ingresaran en la guerra. Este paíís
aportoí al bloque aliado maí s de un milloí n de soldados, ademaí s de su potente industria.

Afiche estadounidense en donde se solicitan


voluntarios para la Armada de los Estados
Unidos. El personaje representa a los
Estados Unidos (el Tío Sam) y señala a
quienquiera que mire el cartel.

La última ofensiva: el final Los tratados de paz..


La firma de la paz con Rusia, en 1918, le dio un respiro a Alemania, que pudo trasladar sus
mejores divisiones del este al oeste y, como contaba con un nuí mero superior de hombres,
desencadenoí varias ofensivas. Pero la llegada masiva de tropas y pertrechos
estadounidenses les permitioí a los aliados efectuar un contraataque marcado por el uso de
numerosos carros de combate que protegíían a la infanteríía en su avance. Los aliados
recuperaron, entonces, todo el terreno perdido, mientras las tropas alemanas se
replegaban.
En los otros frentes, los aliados derrotaron a los buí lgaros, turcos y austrohuí ngaros. Entre
el 26 de septiembre y el 3 de noviembre de 1918, Bulgaria, Turquíía y
Austria-Hungríía firmaron el armisticio.
Por su parte, el ejeí rcito alemaí n se desmoronoí , no solo por las derrotas en el frente sino
tambieí n por la grave situacioí n econoí mica interna y los problemas sociales: el paíís se
enfrentaba a continuos actos de protesta y de rebelioí n de la poblacioí n civil, en su mayoríía,
organizados por los obreros industriales.
Asíí, una Alemania agotada le pidioí al presidente norteamericano, Thomas W. Wilson, que
habíía elaborado un plan de paz conocido como los "14 puntos", que negociara un
armisticio. Pero la negativa de Wilson de dialogar con un gobierno militarista y autocraí tico
provocoí la abdicacioí n de Guillermo II.
El nuevo gobierno, una Repuí blica dirigida por el partido socialdemoí crata, firmoí el
armisticio el 11 de noviembre 1918: la guerra habíía finalizado.

Los tratados de paz


Los cinco tratados de paz que pusieron fin a la guerra se firmaron en distintos palacios de
Francia, de los que tomaron sus nombres definitivos.
La paz entre los aliados y Alemania se firmoí en el Tratado de Versalles, el maí s importante
de todos. Por su dureza, este tratado fue considerado por el Estado y el pueblo alemaí n
como un diktat, o imposicioí n.
En un principio, los aliados no teníían una firme conviccioí n de queí hacer con Alemania:
Francia deseaba, en primer lugar, la reincorporacioí n de Alsacia y Lorena; pero, ademaí s,
pretendíía la destruccioí n de la capacidad militar y econoí mica alemana, para quitarle el
rango de gran potencia. Gran Bretanñ a, por su parte, pretendíía la reanudacioí n del
intercambio comercial con los alemanes como sucedíía antes de la guerra. En cuanto
a los Estados Unidos, proponíían -a traveí s de los "14 puntos" de Wilson- el respeto por la
independencia de las nacionalidades, fundamentalmente en la identidad linguü íística y
cultural de sus habitantes. A raííz de estas propuestas se creoí , por ejemplo, el Estado polaco
o los Estados baí lticos. Sin embargo, hacer coincidir a las naciones con los Estados era muy
complicado en la Europa de 1919, donde habíía distintos grupos eí tnicos en un mismo
territorio. En los paííses que se crearon sobre las ruinas del Imperio austrohuí ngaro, por
ejemplo, quedaron fuertes minoríías nacionales, lo que provocaríía, en el futuro, nuevos
conflictos.
El resultado de los debates fue la serie de duríísimas condiciones que se le impusieron a
Alemania y que tampoco dejoí conforme a ninguno de los Estados aliados.

De izquierda a derecha: Lloyd George, Vittorio Orlando, Georges


Clemenceau y Woodrow Wilson.

...y el nuevo mapa de Europa


Los paííses vencidos no fueron escuchados y solo fueron llamados para firmar los tratados
impuestos por el Consejo de los Cuatro, formado por los dirigentes de las grandes
potencias: Clemenceau (Francia), Lloyd George (Reino Unido), Wilson (Estados Unidos) y
Orlando (Italia).
En estas circunstancias, el Tratado de Versalles implicoí , para Alemania, fuertes recortes
territoriales: tuvo que ceder Alsacia y Lorena a Francia; la regioí n de Posnania a Polonia, y
se creaba un pasillo o "corredor polaco" con la ciudad libre de Danzig, que separaba la
Prusia Oriental del resto de Alemania. Por uí ltimo, las colonias alemanas pasaron a
convertirse en mandatos de la Sociedad de las Naciones.
Ademaí s, Alemania fue considerada responsable del desencadenamiento de la guerra y,
como consecuencia, tuvo que pagar fuertes reparaciones de guerra para compensar las
destrucciones causadas a los paííses vencedores.
Debioí entregar de inmediato su flota mercante, sus locomotoras, y ceder a Francia la
explotacioí n de las minas de carboí n del Sarre durante quince anñ os.
Finalmente, Alemania tuvo que suprimir el servicio militar obligatorio y limitar su ejeí rcito
a 100.000 hombres. Asimismo, se prohibioí la unioí n de Alemania con Austria, violaí ndose el
principio de autodeterminacioí n de los pueblos. Para prevenir cualquier intento de
revancha, los aliados ocuparon la orilla izquierda del Rin durante quince anñ os,
transcurridos los cuales dicha zona quedaríía desmilitarizada.
Los tratados de Saint Germain, Trianon, Neuilly y Seí vres establecieron una nueva
organizacioí n de las fronteras y de los Estados de la Europa centro-oriental y balcaí nica. Los
Imperios austrohuí ngaro y turco se desmembraron en diferentes Estados, y se formoí un
cordoí n sanitario en torno a Rusia para impedir el "contagio" de la revolucioí n. Asíí, Polonia,
Finlandia y los paííses baí lticos (Estonia, Letonia y Lituania) se convirtieron en Estados
independientes.

El mapa de Europa antes y despueí s de la Primera Guerra Mundial.

Actividad:
Carta de un soldado inglés desde el frente
Cariño mío:
[...] Sé que te llevarás una gran sorpresa cuando te llegue esta carta... ¡Si alguna autoridad la
ve! [...] Quizá te gustará saber cómo está el ánimo de los hombres aquí. Bien, la verdad es que
(y como te dije antes, me fusilarán si alguien de importancia encuentra esta carta) todo el
mundo está totalmente harto y a ninguno le queda nada de lo que se conoce como
patriotismo. A nadie le importa un rábano si Alemania tiene Alsacia, Bélgica o Francia. Lo único
que quieren es acabar con esto de una vez e irse a casa.
Esta es, honestamente, la verdad, y cualquiera que haya estado en los últimos meses te dirá lo
mismo.
De hecho, y esto no es una exageración, la mayor esperanza de la gran mayoría de los hombres
es que los disturbios y las protestas en casa obliguen al gobierno a acabar como sea. Ahora ya
sabes el estado real de la situación.
Yo también puedo añadir que he perdido prácticamente todo el patriotismo que me quedaba;
solo me queda el pensar en todos los que estáis allí, a los que amo y que confían en mí para
que contribuya al esfuerzo necesario para vuestra seguridad y libertad. Esto es lo único que me
mantiene y me da fuerzas para soportarlo [...].
Laurie
 ¿Cuaí l es el sentimiento del soldado que envíía el mensaje? ¿Y el de sus companñ eros
en el frente?
 ¿Por queí te parece que los soldados pudieron haber perdido todo el patriotismo?
 ¿Por queí Laurie teme que encuentren la carta que le envíía a su amada?
 ¿Queí desean el emisor de la carta y sus companñ eros?
5) La Segunda Guerra Mundial
En la manñ ana del 3 de septiembre de 1939, el embajador britaí nico en Berlíín le entregoí un
ultimaí tum al gobierno alemaí n. En eí l le advertíía que el gobierno del
Reino Unido cumpliríía sus obligaciones con Polonia, si el gobierno alemaí n no estaba
dispuesto a retirar i n mediatamente sus tropas del territorio polaco. Pocas horas maí s
tarde, un comunicado del gobierno franceí s se sumoí a esta amenaza senñ alando la grave
responsabilidad del Reich al haber abierto las hostilidades contra
Polonia sin declaracioí n de guerra.
Estas advertencias teníían una causa concreta: dos díías antes, Alemania habíía invadido
Polonia y anexado parte de su territorio al Tercer Reich. N i Francia n i Gran
Bretanñ a, aliadas de Polonia, estaban dispuestas a seguir tolerando la políítica expansionista
de Hitler, que ya habíía logrado quedarse con Austria y con una porcioí n importante de
Checoslovaquia. La negativa alemana a retirar las tropas del suelo polaco motivoí , entonces,
la declaracioí n de guerra de Francia e Inglaterra, a las que se unieron, luego, otras naciones.
Se inicioí asíí la Segunda Guerra Mundial, un largo y sangriento conflicto que provocoí la
muerte de maí s de 60 millones de personas.
Para comprenderla, empezaremos por detenernos en sus causas y en coí mo se fue armando
el mapa de un conflicto que, aunque estalloí en 1939, habíía comenzado mucho antes.
Analizaremos de queí modo los paííses contendientes trazaron sus alianzas y sus estrategias
y coí mo, entre estas, el aniquilamiento del enemigo se transformoí en un horizonte vaí lido.
Ademaí s, veremos queí significados adquirioí el teí rmino enemigo puesto que en esta guerra
no solo se lo utilizoí para denominar a la nacioí n adversaria, sino que tambieí n, en ciertos
paííses, fue usado para definir a los integrantes de los partidos polííticos opositores, los
homosexuales, los gitanos y los judííos. Seguí n la políítica nazi, estos grupos considerados
enemigos debíían ser exterminados. Ante esta políítica de exterminio surgieron voces que
se alzaron contra ella, a traveí s de la organizacioí n de una resistencia que configuroí la otra
cara de la Segunda Guerra.
Las causas de la guerra: La expansión
Los historiadores auí n intentan comprender los motivos que llevaron a que, en un
Occidente que tan solo 20 anñ os antes se habíía propuesto no volver a solucionar sus
diferencias en un campo de batalla, tantas naciones se involucraran en un conflicto tan
extenso -en tiempo y en territorios abarcados- y que cobroí tantas vidas humanas.
Algunos historiadores consideran que las razones de esta guerra deben buscarse en el
expansionismo alemaí n y en las ansias de poder del lííder del Tercer Reich: Adolf Hitler.
Otras explicaciones ponen el acento en los efectos de la situacioí n econoí mica del occidente
capitalista, sobre todo a partir de la crisis de la bolsa de Wall Street en 1929, que afectoí
fuertemente a la Alemania de entreguerras.
Para un cierto nuí mero de estudiosos, el comienzo de la guerra reveloí el fracaso de la
Sociedad de las Naciones como instrumento para lograr la resolucioí n pacíífica de los
desentendimientos entre los paííses.
En realidad, todos estos factores, integrados, ayudan a entender este complejo conflicto
que enfrentoí a dos bandos: los Aliados, encabezados por Francia e Inglaterra, a los que
luego se sumaron los Estados Unidos y la URSS, y el Eje, integrado por Alemania, Italia y
Japoí n.
Al igual que en la Primera Guerra, diferentes paííses y colonias del mundo se fueron
sumando al conflicto configurando, una vez maí s, una guerra que seríía mundial. En este
contexto, nuestro paíís se mantendríía neutral.
En agosto de 1934, la muerte de Paul von Hindenburg, presidente de Alemania en aquel
entonces, suprimioí el uí ltimo obstaí culo para que Hitler concentrara todo el poder en sus
manos. A partir de ese momento, quedaron asentadas las bases del Estado totalitario con
el que aspiraba a convertir otra vez a Alemania en un gran imperio. Una de las medidas
que puso en praí ctica para lograr aquel objetivo fue la expansioí n geograí fica.
En sus comienzos, las aspiraciones de Hitler contaron con la tolerancia de la Sociedad de
las Naciones.
En efecto, Francia e Inglaterra asumieron una políítica de apaciguamiento, que consistíía en
otorgarle a Hitler lo que reclamaba y firmar con eí l nuevos pactos para mantener la paz.
Estos paííses estaban maí s preocupados por detener el avance del comunismo que el de los
alemanes, suponiendo que los nazis eran menos peligrosos y maí s faí ciles de controlar. El
retiro de Alemania de la Sociedad de las Naciones en octubre de
1933 no fue considerado como una senñ al de alerta, y pasaron varios anñ os hasta que
Francia y Gran Bretanñ a comprendieron, finalmente, lo equivocados que estaban con
respecto al Führer.
En 1936, la políítica expansionista en busca del "espacio vital" se cobroí su primera vííctima:
la regioí n de Renania fue ocupada sorpresivamente por fuerzas militares alemanas. Luego,
le tocoí el turno a
Austria, a la que Alemania ya habíía intentado incorporar en 1934, sin eí xito. El 13 marzo de
1938, Hitler invadioí el territorio austrííaco proclamando el Anchluss (o unioí n políítica de
Austria y Alemania).
En los Sudetes, Alemania animoí al lííder de la minoríía germana a provocar un
levantamiento popular para reclamar la autonomíía. Mientras tanto, eí l exigíía su anexioí n al
Reich. Ante esto, Francia y Gran Bretanñ a convocaron a una conferencia de la Sociedad de
las Naciones que se realizoí el 29 de septiembre de 1938.
La políítica del apaciguamiento volvioí a privilegiarse: Francia y Gran Bretanñ a acordaron
ceder los Sudetes a Alemania.
Las anexiones logradas, sin embargo, no calmaron al Führer. El 15 de marzo de 1939, las
tropas alemanas ocuparon Checoslovaquia, donde establecieron el Protectorado de
Bohemia y Moravia, con influencia alemana.

Expansioí n de Alemania entre 1936 y 1939.

La colaboración entre Alemania Italia y Japón


A medida que avanzaba su políítica expansionista, Hitler fue articulando un conjunto de
alianzas con otros paííses. Uno de ellos se hallaba en el territorio europeo: Italia; el otro, en
el continente asiaí tico: Japoí n. Desde los primeros anñ os de la deí cada de 1920, Italia se
encontraba gobernada por Benito Mussolini. ¿Por queí este paíís se unioí a Alemania?
Ademaí s de las similitudes de los regíímenes (ambos eran Estados totalitarios), Italia
tambieí n estaba insatisfecha con los resultados de la Primera Guerra
Mundial y los tratados de paz de 1919. Por eso, habíía decidido invadir el Fiume, en
Yugoslavia, y Albania, y luego, en 1935, atacoí Etiopíía, en AÁ frica Oriental. A causa de este
ataque, la Sociedad de las Naciones impuso a este paíís sanciones econoí micas, que no
fueron aceptadas por los italianos. Alemania, en tanto, le reconocioí la conquista de Etiopíía,
por lo que Italia comenzoí a inclinarse hacia la políítica de Hitler.
Las relaciones entre Italia y Alemania se fortalecieron auí n maí s cuando, en julio de 1936,
estalloí la Guerra Civil espanñ ola y ambos paííses decidieron apoyar al bando sublevado, lo
que provocoí una creciente colaboracioí n que llevaríía a ambas potencias a firmar, en
octubre de 1936, un tratado que daba origen al Eje Roma-Berlíín. Ademaí s, en 1937, Italia
fue incorporada al Pacto Antikomintern, una alianza en contra del comunismo sovieí tico
firmada entre Alemania y Japoí n en 1936. Te preguntaraí s queí teníía que ver Japoí n en esta
historia. Durante la Primera Guerra Mundial, este paíís asiaí tico habíía participado del lado
de los Aliados. Pero, al igual que Italia, tambieí n resultoí insatisfecho con los beneficios
obtenidos como recompensa. A esta disconformidad se sumoí el agravante de la crisis
mundial de 1930, que golpeoí duramente la economíía nipona provocando quiebras,
desempleo y la peí rdida de tierras de muchos pequenñ os productores. Los sectores de
derecha, apoyados por las fuerzas armadas, aprovecharon esta oportunidad para imponer
sus ideas ultranacionalistas e imperialistas, pues consideraban que la manera de lograr el
crecimiento econoí mico era colocar a Asia Oriental bajo el dominio japoneí s. Asíí, en 1932,
provocaron un golpe de Estado que les sirvioí para profundizar el control sobre Manchuria
(territorio chino), invadida por Japoí n en 1931, donde crearon el Estado de Manchukuo.
China reclamoí la intervencioí n de la Sociedad de las Naciones para obligar a Japoí n a que se
retirara. Pero esta organizacioí n no actuoí con la fuerza suficiente y solo se limitoí a
condenar a Japoí n y a exhortarlo a restablecer la situacioí n previa al conflicto.
En respuesta a esto, el gobierno nipoí n abandonoí la Sociedad de las Naciones y se acercoí a
Hitler. Los japoneses convirtieron al nuevo Estado de Manchukuo en un banco de pruebas
en el que el ejeí rcito pudo testear sus armas y ensayar sus ideas sobre una economíía
planificada en torno del esfuerzo beí lico.
Numerosos industriales se instalaron en la regioí n e hicieron de ella, a fines de la deí cada
del 30, la zona maí s militarizada e industrializada del continente asiaí tico, despueí s de
Japoí n. La orientacioí n militarista de la economíía, que priorizoí el desarrollo de las
industrias eleí ctrica, sideruí rgica, de transporte, de maquinaria, armamentista y quíímica,
ayudoí a Japoí n a superar raí pidamente la crisis econoí mica y a transformarse en un rival de
peso para las potencias occidentales que teníían imperios comerciales en el Sudeste
Asiaí tico. Asíí fortalecido, a fines de 1936, Japoí n firmoí con Alemania el Pacto Antikomintern
y con el respaldo alemaí n invadioí China en 1937.

Actividades:
 Definíí los siguientes teí rminos o expresiones:
a) Políítica de apaciguamiento.
b) Pacto Antikomintern.
c) Eje Roma-Berlíín.
 ¿Diríías que tuvo eí xito la políítica de apaciguamiento que llevaron adelante Francia y
Gran Bretanñ a?

Comienza la Segunda Gran Guerra


A pesar de las anexiones logradas, Hitler ambicionaba, auí n, otro territorio: Polonia. Pero
este paíís estaba maí s protegido, ya que habíía firmado una alianza defensiva con Francia y,
ante el peligro inminente, Gran Bretanñ a tambieí n firmoí un pacto de asistencia.
Para prepararla invasioí n, en agosto de 1939, Alemania firmoí un pacto de no agresioí n con
la URSS, conocido como Pacto Molotov-Ribbentrop, que eran los apellidos de los
ministros de Asuntos Exteriores de la URSS y de Alemania, respectivamente. Si Hitler
estaba decidido a acabar con el comunismo, ¿por queí firmoí este tratado? Una cosa era
reprimir a los comunistas en Alemania y otra muy distinta era ir al enfrentamiento armado
con la URSS. Por lo tanto, antes de seguir con sus planes de invasioí n de regiones de Europa
Oriental,
Hitler quiso asegurarse la neutralidad de la URSS, que, por otro lado, no estaba demasiado
interesada en involucrarse en una guerra con las potencias occidentales.
Asíí, firmaron un acuerdo -secreto- que establecíía el reparto de Polonia entre ambos paííses
y la delimitacioí n de las zonas de influencia en el este de Europa. Con este acuerdo, Hitler
tuvo víía libre para actuar.
En su reconstruccioí n sobre la historia del Tercer Reich, el investigador Peter Fritzsche
narra que en agosto de 1939, una semana antes de invadir Polonia, Hitler habíía dejado en
claro a sus generales que la campanñ a debíía ser implacable y llevarse a cabo "sin piedad":
en esta invasioí n ya no se contaba con la tolerancia de la Sociedad de las Naciones y,
ademaí s, Polonia teníía aliados. La invasioí n fue, efectivamente, brutal y veloz. Los soldados
alemanes que entraron en Polonia el 1." de septiembre dispararon contra todos aquellos
que encontraban en el camino, incendiaron las casas y establos, y ametrallaron a quienes
trataban de huir. El ejeí rcito regular polaco hizo frente a las tropas alemanas y, cuando ya
no fue posible seguir oponieí ndose, decenas de civiles armados intentaron resistir al
avance alemaí n. Sin embargo, era muy difíícil enfrentar con eí xito la Blitzkrieg ("guerra
relaí mpago") alemana. Se trataba de una taí ctica que consistíía en combinar ataques aeí reos
con el avance de las fuerzas acorazadas, cuyo despliegue en forma de pinza envolvíía al
enemigo en "bolsas" que luego eran reducidas por la infanteríía.
Por lo tanto, a pesar del esfuerzo, los polacos no lograron detener a los nazis, que
raí pidamente proclamaron la anexioí n del corredor polaco y de la ciudad de
Danzig al Reich; de esta manera le dejaban la zona oriental a la URSS, que invadioí Polonia
el 17 de septiembre. Ante la invasioí n de Polonia, Francia y Gran Bretanñ a le declararon la
guerra a Alemania el 3 de septiembre de 1939. Comenzaba asíí la Segunda Guerra Mundial,
una guerra que transformoí cada regioí n de Europa en zona de operaciones militares e hizo
de cada ninñ o, cada mujer y cada varoí n, una vííctima potencial.

Actividad:
a) ¿Queí se acordoí en el pacto Molotov-Von Ribbentropp?
b) ¿Por queí te parece que dos enemigos como la Alemania nazi y la URSS hicieron un pacto
de estas caracteríísticas?

6) La primera etapa: la ofensiva del Eje


En un principio, Hitler no se vio obligado a preocuparse por la URSS. Tal como habíía sido
pactado, este paíís se quedoí con la parte oriental de Polonia luego de que su capital,
Varsovia, se rindiera el 28 de septiembre tras duros bombardeos. Tampoco la URSS debíía
preocuparse por las restantes naciones occidentales. De hecho, Francia e Inglaterra no le
declararon la guerra ya que la invasioí n de la URSS no estaba comprendida en los acuerdos
que habíían firmado con Polonia. A su vez, los sovieí ticos pudieron ocupar Estonia, Lituania
y
Letonia y, si bien encontraron una resistencia mayor en Finlandia, el 12 de marzo de 1940
obtuvieron, mediante un acuerdo de paz, que esta les cediera territorios.
Entretanto, Hitler continuoí su avance hacia la zona baí ltica. En abril de 1940 sus tropas
ocuparon Dinamarca y Noruega con el fin de asegurarse el abastecimiento de hierro
escandinavo y de conquistar una buena posicioí n estrateí gica en caso de tomar la decisioí n
de invadir Gran Bretanñ a.
La caída de Francia
A comienzos de mayo de 1940, los nazis decidieron iniciar el ataque a Europa occidental.
El gran problema era coí mo doblegar a los franceses, puesto que necesitaban atravesar la
líínea Maginot. ¿Queí era la líínea Maginot? Era una líínea de fortificacioí n y defensa que
Francia habíía construido al finalizar la Primera Guerra Mundial a lo largo de su frontera
con Alemania. Su nombre se debe a que habíía sido proyectada por el ministro de Defensa
franceí s, Andreí Maginot. Su construccioí n, que comenzoí en 1922 y finalizoí hacia 1936,
demandoí grandes cantidades de dinero y tecnologíía. Para salvar el problema, la taí ctica
alemana consistíía en atacar Holanda, Beí lgica y Luxemburgo y, desde allíí, realizar una
embestida frontal a la zona de las Ardenas, considerada impenetrable, rodeando la líínea
Maginot. Y, en buena medida, asíí lo hicieron. En cinco díías, las fuerzas alemanas ocuparon
Holanda usando paracaidistas y unas pocas tropas. Luego siguieron por Beí lgica, donde se
apoderaron de puentes vitales, y por uí ltimo avanzaron sobre Luxemburgo. Maí s tarde, se
volvieron contra Francia y lograron raí pidamente superar los rííos Sena y Marne. El 14 de
mayo entraron en Paríís. Luego de arduas negociaciones, el 22 de junio de 1940 el gobierno
franceí s firmoí el armisticio.
A partir de eí l, Francia quedoí dividida en dos zonas: la zona norte y oeste, incluida Paríís,
ocupada por los alemanes, y la llamada "Francia libre o de Vichy", que comprendíía el sur y
el este del paíís, asíí como las colonias, encabezada por el mariscal Philippe Peí tain.
El reí gimen de Vichy, a pesar de llamarse "libre", fue un Estado colaboracionista con los
nazis, es decir que estaba dominado por Hitler.
La batalla de Inglaterra
Derrotada Francia, Gran Bretanñ a quedaba como el uí nico enemigo activo de Alemania. Su
situacioí n era muy precaria no solo por su aislamiento sino tambieí n porque, debido a la
guerra submarina que Alemania llevaba adelante, no podíía obtener suministros por esa
víía. Durante todo el mes de agosto y parte de septiembre de 1940, los aviones alemanes
sometieron al territorio ingleí s a intensos bombardeos. El objetivo era lograr la total
desmoralizacioí n del pueblo britaí nico y facilitar, de este modo, la invasioí n final de las islas
britaí nicas.
Sin embargo, la Luftwaffe (fuerza aeí rea alemana) no podíía garantizar las 24 horas de
predominio aeí reo, necesario para llevar a cabo este plan. El desempenñ o de la Royal Air
Forcé (Fuerza Aeí rea Britaí nica) y el uso del radar, una reciente invencioí n que facilitaba la
deteccioí n de aviones enemigos, y que los alemanes no teníían demasiado desarrollada,
impidieron que se cumplieran los planes de los alemanes. Asíí, el 17 de septiembre de
1940, luego de semanas de asedio, Hitler decidioí suspender los ataques aeí reos y la
invasioí n a Gran Bretanñ a por tiempo indefinido.

Soñando con la Gran Alemania


Para construir su sonñ ada "Gran Alemania" Hitler no solo recurrioí a la expansioí n
imperialista entendida como la mera ocupacioí n e invasioí n de territorios de otros Estados,
sino que tambieí n inicioí la persecucioí n de todas las personas definidas como enemigas de
la nacioí n y de la supuesta superioridad de la raza aria. Asíí, los socialdemoí cratas, los
comunistas, los lííderes sindicales, las personas discapacitadas, los homosexuales y los
gitanos, fueron arrestados y enviados a campos de concentración, cuando no asesinados
directamente.
No obstante, el blanco fundamental del reí gimen nazi fueron los judíos. Como leííste en el
capíítulo 6, el ejercicio del terror contra la poblacioí n judíía fue en ascenso, sobre todo a
partir de la aprobacioí n de las Leyes de Nuremberg, en 1935.
El reí gimen nazi, con su eficaz sistema de propaganda y de cooptacioí n de joí venes e
intelectuales, habíía logrado que algunos sectores sociales se sintieran atraíídos por la idea
de edificar una Alemania nacionalsocialista, principal potencia mundial. Esa propaganda,
ademaí s de basarse en acusar a los judííos de encarnar todos los males que afectaban al
paíís, tambieí n recurrioí a agitar temores y frustraciones que proveníían de los anñ os
posteriores a la Primera Guerra Mundial.
Gracias a su políítica de rearme, logroí la formacioí n de poderosos ejeí rcitos destinados a
posibilitar la conquista del lebensraum o espacio vital, definido como el territorio que
dispusiera de recursos para sostener a la poblacioí n que constituíía la "raza aria superior",
seguí n Hitler.
De los guetos a la "Solución final"
Si la "Gran Alemania" iba a ser solo para la "raza aria", entonces Hitler consideraba
necesario aniquilar a toda persona que pudiera oponerse a la edificacioí n del Tercer Reich.
Tal idea lo condujo a poner en marcha una sistemaí tica y bestial metodologíía: el encierro y
el posterior asesinato de millones de seres humanos en los campos de exterminio. Como
ya leííste, el poder del terror se ejercioí de manera planificada e incesante sobre los judííos.
Asíí, luego de invadida Polonia, aparecieron los guetos, barrios creados por los nazis en los
cuales se obligaba a vivir a los judííos. Uno de los maí s conocidos fue el de Varsovia, donde
no solo se encerroí a los judííos polacos sino tambieí n a otros que eran trasladados de
diversas regiones de Europa.
Pero, en 1941, la decisioí n de Hitler fue mucho maí s allaí : en aquel anñ o autorizoí la
denominada "Solución final", es decir, el exterminio de toda la poblacioí n judíía.
Para llevarla a cabo, los judííos fueron conducidos a campos de exterminio que contaban
con caí maras de gas montadas por los nazis. Allíí, por asfixia o fusilamientos, maí s de cinco
millones de personas fueron asesinadas. El mayor campo de exterminio en el que se llevoí a
cabo este genocidio fue el de Auschwitz-Birkenau.

ACTIVIDADES
 ¿A queí se llamoí la "Francia de Vichy"? ¿Cuaí les eran sus caracteríísticas?
 ¿A queí se refiere el texto cuando menciona las frustraciones del pueblo alemaí n que
fueron utilizadas por Hitler para convencer a la sociedad de la necesidad de apoyar
su políítica?

El ingreso de Italia
Hasta junio de 1940, Mussolini se mantuvo expectante ante la guerra. Sin embargo, al
observar el avance de Hitler, que parecíía imparable, el 10 de junio de ese anñ o decidioí
declararle la guerra a Francia y a Gran Bretanñ a. Con el ingreso de los italianos, el conflicto
beí lico se extendioí al Mediterraí neo oriental, al AÁ frica colonial y a los Balcanes.
Las primeras acciones beí licas del Duce se desarrollaron en el norte africano, pero solo
pudo asegurar su control de la zona con la ayuda de las tropas alemanas: el Afrika Korps,
como se llamoí al cuerpo alemaí n que combatíía en territorio africano. Menos exitosa fue su
incursioí n en el Mediterraí neo, donde los griegos ofrecieron una fuerte resistencia. Al
observar las dificultades del ejeí rcito italiano, y por temor a que fueran incapaces de
controlar los Balcanes, Hitler envioí tropas a la zona. En su campanñ a hacia la conquista de
Grecia, Alemania incorporoí al Eje a Hungríía, Rumania, Bulgaria y Yugoslavia. Finalmente,
el 22 de abril de 1941, Grecia cayoí en manos de los nazis.
El cambio de rumbo de la guerra
En 1941, dos hechos marcaron un cambio en el rumbo del conflicto beí lico. El primero fue
el ataque alemán a la URSS, y el segundo, el ingreso de los Estados Unidos.
En la primavera de aquel anñ o, el Führer habíía llegado a una conclusioí n: debíía jugarse a
"todo o nada" en una confrontacioí n con la URSS, uno de sus mayores enemigos ideoloí gicos.
Alentado por la prontitud con la que su ejeí rcito habíía conquistado Francia, decidioí invadir
la URSS, rompiendo el tratado de no agresioí n firmado en 1939. Hitler creíía que esta nacioí n
caeríía raí pidamente y asíí lo hizo saber a sus generales.
Entonces, el 22 de junio de 1941 se lanzoí la Operación Barbarroja, nombre secreto que
los nazis le dieron a su proyecto de invasioí n del territorio sovieí tico.
El plan consistíía en intentar conquistar la URSS antes de la llegada del invierno, pues
sabíían que la dureza del fríío en ese territorio les dificultaríía las cosas.
La fuerza invasora fue una de las maí s grandes que se conocioí en la Historia: tres millones
de soldados dispuestos en la frontera esperaban la orden de comenzar el ataque.
Organizados en tres lííneas de ataque, los alemanes lograron avanzar con eí xito hasta las
puertas de Moscuí , Leningrado (San Petersburgo) y Stalingrado (hoy Volgogrado).
A su paso, millones de sovieí ticos, fueron asesinados sin contemplaciones. Ya en octubre, la
victoria militar parecíía estar cerca. Sin embargo, el invierno llegaba y los sovieí ticos
seguíían resistiendo. En diciembre, Leningrado y Sebastopol, no habíían caíído, en tanto que
el ataque a Moscuí estaba en un punto muerto. En Stalingrado, ansiada por
Hitler por ser la puerta de ingreso a las reservas petroleras, civiles y soldados del Ejeí rcito
Rojo combatíían contra los nazis en cada rincoí n de la ciudad en ruinas. A fines de enero de
1942, las esperanzas de Hitler de conquistar la URSS se habíían esfumado: sus tropas,
asediadas por el hambre, el fríío y las enfermedades, ya no podíían avanzar.
Pearl Harbour
Mientras rusos y alemanes se encontraban enfrascados en la lucha, Japoí n decidioí atacar
una flota norteamericana para asegurarse una posible expansioí n por el Pacíífico. El 7 de
diciembre de 1941, bombarderos japoneses arremetieron contra la base estadounidense
de Pearl Harbour, en Hawai. Si bien los servicios de inteligencia norteamericana sabíían
que se estaba preparando este ataque, para quienes estaban en la base de Pearl Harbour
resultoí sorpresivo. Se calcula que los Estados Unidos sufrieron, aproximadamente, 3.000
bajas en esa jornada, ademaí s de la peí rdida de buques y armamentos.
Pero esta no fue la uí nica consecuencia del ataque: el bombardeo a la base hawaiana
convencioí a la poblacioí n norteamericana -que hasta ese momento manteníía una postura
aislacionista- de la necesidad de entrar en la guerra. Al díía siguiente, el gobierno
estadounidense le declaroí la guerra a Japoí n. Italia y Alemania, que debíían cumplir los
acuerdos previos, hicieron lo propio contra los Estados Unidos.

Ataque japonés a Pearl Harbour

El comienzo del fin


A mediados de 1942, el avance del Eje se habíía detenido: la contraofensiva de las fuerzas
aliadas se hacíía notar tanto en el Pacíífico como en AÁ frica.
La zona del Pacíífico habíía quedado, tras varias batallas, bajo el control de los Aliados.
Entretanto, en AÁ frica, el 13 de mayo de 1943, el Eje capituloí ; habíía perdido el control del
Mediterraí neo y habíía dejado sin proteccioí n el sur de Europa.
Ademaí s, en enero de 1943, los alemanes habíían tenido que capitular en Stalingrado,
gravemente diezmados y, poco tiempo despueí s, la URSS los desalojoí de la zona.
Las tropas alemanas ya no podíían ofrecer escasa resistencia a la contraofensiva aliada en
territorio europeo.
La resistencia
Las cosas se poníían difííciles para los paííses del Eje, pero no solo por los resultados
militares. Los gobiernos fascistas se veíían obligados a enfrentar una resistencia que se
fortalecíía tanto en los paííses ocupados como en sus propios territorios.
En el caso de Italia, por ejemplo, el movimiento de resistencia se habíía iniciado hacia fines
de la deí cada de 1920, sobre todo entre un grupo de emigrados que habíía elegido Francia
como destino. En el resto de Europa, fuerzas voluntarias se organizaron para contrarrestar
la ocupacioí n alemana a traveí s de sabotajes, propaganda y operaciones militares. A las
personas que se oponíían a los ejeí rcitos de ocupacioí n y que luchaban contra ellos a partir
de organizaciones clandestinas se los denominoí , geneí ricamente, partisanos, aunque cada
paíís les dio un nombre particular. Pero no solo los partisanos resistíían con valor a los
ejeí rcitos de ocupacioí n: durante un acontecimiento que pasaríía a la Historia, en la misma
ciudad de Berlíín, las mujeres alemanas se opusieron al reí gimen nazi y, en medio de tanto
exterminio, lograron salvar a sus maridos judííos.
El fin del Duce
Ya con los alemanes en una postura defensiva, en julio de 1943 las fuerzas aliadas
emprendieron la conquista de Italia. Mientras desembarcaban en Sicilia, el rey italiano
Vittorio Emanuel III destituyoí y arrestoí a Mussolini. Su reemplazante, el mariscal Pietro
Badoglio, inicioí tratativas de paz que concluyeron con la firma de un armisticio con los
aliados en septiembre. Hitler, en un operativo comando, liberoí al Duce, quien creoí una
Repuí blica Social Italiana en el norte del paíís -ocupado por las fuerzas armadas alemanas-,
con capital en la ciudad de Saló. Sin embargo, el nuevo gobierno fascista tuvo corta vida:
cayoí en abril de 1945, y Mussolini, apresado por un grupo de partisanos mientras trataba
de huir, fue fusilado junto a varios de sus colaboradores maí s cercanos.
El Día D y la rendición de Alemania
Asegurado el norte de AÁ frica, la zona de los Balcanes, Italia y parte del Pacíífico, los Estados
Unidos impusieron su plan: atacar a los alemanes en Normandía, un punto neuraí lgico de
Francia sobre las costas del Mar del Norte. Para desmoralizar a la poblacioí n civil, los
aliados decidieron tambieí n bombardear las ciudades alemanas, ignorando toda distincioí n
entre civiles y militares. El objetivo era aniquilar al enemigo a cualquier costo, tal como lo
evidenciaríía la accioí n de los Estados Unidos contra Japoí n en 1945.
Luego de largos preparativos, los aliados desembarcaron en las costas de Normandíía. Era
el 5 de junio de 1944, recordado como el "Día D". La operacioí n, al mando del general
norteamericano Eisenhower, resultoí muy cruenta. La lucha por el control de las playas fue
encarnizada, hasta que el 29 de junio, los aliados, ayudados por la resistencia francesa,
lograron avanzar, forzar las defensas alemanas y liberar Paríís el 25 de agosto.
En los meses posteriores, lograron reconquistar el resto de Francia y de Europa occidental.
Desde ese momento, Alemania -aun cuando conservaba el control en Dinamarca, Noruega
y algunas zonas de Europa Central- tuvo que defender su propio territorio. En abril de
1945, Hitler se encontraba en Berlíín, cercado por las fuerzas sovieí ticas que avanzaban
desde el este, y por las angloamericanas que lo hacíían desde el oeste. El 30 de ese mes, dos
díías despueí s de que Mussolini fuera fusilado, Hitler se suicidoí en su bunker de Berlíín. El 8
de mayo, el mariscal alemaí n Keitel firmoí la capitulacioí n del Tercer Reich.
El fin de la guerra en el Pacífico: la capitulación de Japón
Aunque habíían logrado recuperar parte del Pacíífico, la contraofensiva aliada contra Japoí n
no fue faí cil. Desde fines de 1943, las fuerzas aliadas al mando del general MacArthur y del
almirante Nimitz se internaron por el Pacíífico central implementando la estrategia del
"salto de rana": atacar en cada archipieí lago solo las islas importantes y dejar las demaí s
islas de lado. Asíí, desde ese momento y hasta febrero de 1945, cuando lograron
desembarcar en Japoí n, fueron conquistando las islas Aleutianas, Gilbert, Marshall,
Marianas y Palau.
Mientras tanto, los ingleses y los chinos atacaban en Birmania (hoy Myanmar) y en la
propia China, entre otros territorios.
A comienzos de 1945, los norteamericanos ingresaron en el territorio metropolitano de
Japoí n. Pero aunque estaba perdido, el gobierno nipoí n se negoí a firmar la rendicioí n
incondicional. Para forzarlo, y con la excusa de que de otro modo se iban a perder miles de
vidas aliadas y millones de japonesas, el gobierno norteamericano, con la presidencia de
Henry Truman, decidioí lanzar dos bombas atómicas. La primera cayoí sobre la ciudad de
Hiroshima el 6 de agosto de 1945. La segunda, tres díías maí s tarde, en Nagasaki.
Ante el horror provocado, donde miles de personas murieron al instante, el emperador
Hirohito aceptoí la rendicioí n definitiva del Imperio del Sol Naciente.

7) El fin de la guerra
En mayo de 1945, Alemania se rindioí incondicionalmente a las fuerzas aliadas. En agosto,
lo hizo Japoí n.
Concluíía asíí el conflicto que seis anñ os antes se habíía iniciado con el ataque del Tercer Reich
a Polonia. La Segunda Guerra Mundial, que involucroí , directa o indirectamente a todos los
continentes, causoí mayores danñ os que los provocados por la Primera Guerra. Millones de
personas, tanto militares como civiles, perdieron la vida. La destruccioí n material tambieí n
fue de una enorme magnitud. Ciudades enteras se convirtieron en escombros: sus casas se
desmoronaron, y sus edificios, oficinas puí blicas, plazas y museos resultaron arrasados por
los bombardeos de los aviones del Eje y de los Aliados.
Las economíías, subordinadas al esfuerzo beí lico, quedaron en ruinas. Asíí, para las miles de
personas que se habíían salvado del fuego de los tanques, las ametralladoras
y los bombardeos, conseguir alimentos, ropa o un techo donde guarecerse se volvioí una
verdadera odisea.
Pero, ademaí s, la Segunda Guerra Mundial abrioí la etapa de las denominadas "guerras
imposibles", porque, con el estallido de las bombas atoí micas, lo que se puso en juego fue la
continuidad de la vida en la Tierra.
La amenaza de la destruccioí n total de la humanidad tuvo un impacto decisivo en las
relaciones internacionales una vez terminada la guerra, entre las dos grandes potencias
del bando vencedor: los Estados Unidos y la URSS. Poco a poco, la alianza que entre ellos se
habíía forjado para combatir y derrotar al Eje fue dando lugar a una rivalidad creciente
expresada en la competencia entre dos grandes bloques: el bloque capitalista, integrado
por los paííses occidentales, y liderado por los norteamericanos, y el bloque comunista,
integrado por los paííses orientales y liderado por los sovieí ticos.
La derrota de los fascismos
Seríía faí cil pensar que una vez que Hitler se suicidoí o que Mussolini fue fusilado, los
regíímenes fascistas caeríían estrepitosamente, y el orden y la paz volveríían a instalarse en
Europa. Lo cierto es que alcanzar la paz, reconstruir todo lo que la guerra habíía destruido
y establecer las reglas que le permitieran a cada nacioí n gobernarse, fue una tarea ardua
que implicoí largas negociaciones, acuerdos y tambieí n nuevas disputas.
Europa, o gran parte de ella, habíía quedado destruida y asíí lo evidenciaban sus ciudades,
sus economíías y los millones de seres humanos muertos o heridos. Justamente por esto, el
derrumbe de los fascismos implicoí complejas operaciones de reconstruccioí n. Pero en un
mundo que, terminada la guerra, comenzaba a ser dominado por dos grandes
superpotencias -las verdaderas vencedoras de la contienda beí lica, la URSS y los Estados
Unidos-, esa reconstruccioí n formoí parte de acuerdos internacionales, pactos y nuevas
tensiones.
No obstante, para las personas que habíían sobrevivido a la Segunda Guerra, para aquellos
que habíían atravesado la experiencia de los campos de concentracioí n o para los tantos
otros que habíían decidido enrolarse en los movimientos de la resistencia, la derrota de los
fascismos implicoí otras cosas. Se trataba de recuperar sus viviendas, sus familias, sus
trabajos. Pero, tambieí n, obtener el control sobre la vida políítica de sus naciones, de poder
decidir cuaí les seríían las mejores opciones para su reconstruccioí n y su organizacioí n.
Asíí, quienes participaron en los movimientos de resistencia contra los fascismos buscaron
incidir en el destino de la reconstruccioí n de sus paííses. Los miles de combatientes que
integraron las formaciones de partisanos en Italia, maquis en Francia, o del EAM-ELAS en
Grecia, una parte de ellos influidos por la ideologíía socialista y comunista, pensaban que
una vez derrotados los fascismos podríían llevar a cabo una profunda transformacioí n de
sus sociedades. Deseaban no solo acabar con el autoritarismo sino tambieí n con los
grandes monopolios econoí micos y fundar una sociedad maí s igualitaria.
Sin embargo, estos proyectos pronto encontraron su líímite, pues distaban mucho de lo que
las dirigencias de las grandes potencias vencedoras estaban dispuestas a aceptar.
En efecto, en un continente arrasado, donde todo faltaba y en el cual las fuerzas de
ocupacioí n auí n estaban en el lugar, los europeos descubrieron prontamente que sus vidas y
las de sus naciones dependíían, en gran medida, de lo que otros decidieran en la gran mesa
de negociaciones.
El destino de Europa se jugoí , entonces, en distintas conferencias que reunieron a los
principales representantes de las fuerzas aliadas. Como veremos, las Conferencias de Yalta
y Potsdam fueron dos de las maí s decisivas.
De la Conferencia de Yalta a la Conferencia de Potsdam
En febrero de 1945, los tres representantes de las potencias aliadas maí s poderosas,
Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Josef Stalin, se reunieron en Yalta, una
ciudad de la URSS.
Durante 7 díías, entre el 4 y el 11, los "Tres Grandes" debatieron de queí manera llevaríían a
cabo las operaciones militares finales contra los paííses del Eje y cuaí les seríían los puntos
fundamentales sobre los que se trazaríía la paz. Los acuerdos a los que llegaron Gran
Bretanñ a, los Estados Unidos y la URSS en la Conferencia de
Yalta, giraron en torno de los siguientes puntos:
• Se impondríía la desmilitarizacioí n de Alemania y la divisioí n de su territorio en cuatro
zonas de ocupacioí n que corresponderíían a la URSS, los Estados
Unidos, Gran Bretanñ a y Francia (paíís que no participoí de la Conferencia por oposicioí n de
Roosevelt, pero que fue incluido en el reparto a pedido de Churchill). Asimismo, Alemania
deberíía pagar fuertes reparaciones financieras y perderíía Prusia oriental y parte de
Pomerania, de modo que su frontera quedaba fijada en la líínea marcada por los rííos
Oder y Neisse.
• Se estableceríía un tribunal internacional que juzgaríía a los principales criminales de
guerra nazis.
• Polonia seríía "desplazada" hacia el oeste, se anexionaríía los territorios que Alemania
perdíía en el oriente y cederíía, a su vez, parte de sus territorios a la Unioí n Sovieí tica, tal
como lo establecíía el pacto de no agresioí n germano-sovieí tico de 1939.
• Se crearíía la Organizacioí n de las Naciones Unidas (ONU), un organismo supranacional
que reemplazaríía a la Sociedad de las Naciones, en el que tendríían un papel clave las
grandes potencias vencedoras.
• Se aproboí la denominada "Declaracioí n sobre la Europa liberada" con el compromiso de
los "Tres Grandes" a colaborar en la reconstruccioí n de Europa.
Por uí ltimo, Roosevelt y Churchill aceptaron reconocer el dominio de la URSS sobre Estonia,
Letonia, Lituania, Ucrania, Bielorrusia y los territorios que habíía perdido en la guerra ruso-
japonesa de 1905. Tanto el Presidente norteamericano como el Primer Ministro britaí nico
creíían que de esa manera lograríían que Stalin colaboraríía con la derrota de Japoí n.

Los "Tres Grandes" en la Conferencia de Yalta


El día que se repartieron Europa: la Conferencia de Potsdam
En los meses que siguieron a la Conferencia de Yalta, muchas cosas cambiaron. En primer
lugar, en mayo, Alemania se habíía rendido a las fuerzas aliadas y Hitler se habíía suicidado
poco tiempo antes. En segundo lugar, la URSS habíía excedido las pretensiones territoriales
acordadas en Yalta y ocupoí toda Europa oriental y gran parte de Europa central. Asimismo,
Churchill ya no era el Primer Ministro britaí nico pues habíía sido derrotado en las
elecciones de mayo de 1945 por Clement Atlee, lííder del partido laborista. Por uí ltimo, el
fallecimiento de Roosevelt el 12 de abril de 1945 habíía llevado a la presidencia de los
Estados Unidos a su vicepresidente, Harry Truman. A diferencia de su predecesor, Truman
consideraba que la políítica de los Estados Unidos hacia la URSS debíía endurecerse. Un
claro signo de esa "políítica de mano dura" fue la suspensioí n sorpresiva de la ayuda
econoí mica a la URSS en mayo de 1945.
Con este complejo panorama, entre el 17 de julio y el 2 de agosto de 1945, las tres grandes
potencias volvieron a reunirse en Potsdam, en las afueras de Berlíín.
El objetivo de esa Conferencia era concretar la suerte del vencido. Asíí, determinaron que:
• Se estableceríía una autoridad suprema sobre Alemania, integrada por los comandantes
militares de las cuatro zonas de ocupacioí n: norteamericana en el sudoeste, britaí nica al
noroeste, francesa en el oeste y sovieí tica al este.
• Se devolveríían todos los territorios anexados por Alemania desde 1937.
• Austria seríía separada de Alemania. Estos dos paííses con sus capitales, Viena y Berlíín,
respectivamente, fueron divididos en cuatro zonas de ocupacioí n.
• Todas las organizaciones nacionalsocialistas seríían disueltas, la administracioí n se
depuraríía de nazis y los criminales de guerra seríían castigados en un Tribunal que tendríía
como sede Nuü remberg, ciudad que habíía sido la capital de los grandes congresos nazis.
Tambieí n se disolveríían las organizaciones militares y paramilitares, y se desarticularíía la
industria armamentíística y los grandes conglomerados industriales.
• Volveríían a ser legales los partidos polííticos y los sindicatos, y se restableceríían las
libertades civiles. En cuanto a las reparaciones de guerra, se acordoí que cada potencia las
extraeríía de su aí rea de ocupacioí n, aunque a la Unioí n Sovieí tica se le permitioí obtener
equipamiento industrial de las zonas occidentales, a cambio de productos agríícolas.

S-ar putea să vă placă și