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VISIÓN DEL SER HUMANO DESDE EL FRANCISCANISMO

Adaptado por: José Guillermo León. Docente del CIDEH

Introducción
La intención de este escrito es reflexionar y analizar desde la visión
franciscana, tres dimensiones fundamentales que conforman el mundo de la
vida de toda persona humana, estas dimensiones son: la dimensión personal,
la dimensión relacional y la dimensión de la experiencia de fe. Con esta lectura
te estamos invitando a volver la mirada hacía ti mismo, para que pienses
seriamente sobre tu proyecto personal de vida; además de reflexionar sobre tu
formación humana en nuestra universidad.

I. Dimensión Personal

1. La persona que lucha por ser más


2. La persona que se valora y sabe valorar
3. La persona critica
4. La persona sencilla
5. La persona alegre
6. La persona sabia

II. Dimensión Relacional


1. La persona que comparte con los demás la búsqueda y promoción del bien
común
2. La persona en comunión con la naturaleza
3. La persona consciente de los valores locales
4. La persona capaz de expresar el amor en sus relaciones interpersonales
5. La persona constructora de justicia y paz

III. Dimensión de la Experiencia de fe

1. La persona que acoja a las personas


2. La persona que comprende que Dios está en su vida
3. La persona sencilla y simple

1
4. La persona que cultive el amor fraterno.
5. La persona servidora y solidaria con los demás.
6. La persona generosa para servir sencillamente en Iglesia.
7. La persona humanista y de gran respeto por todo lo que existe.
8. La persona con espíritu existencial de oración.

DIMENSIÓN PERSONAL

Como se ha dicho en la presentación, consideramos tres dimensiones de la


persona: Dimensión personal, Dimensión relacional y Dimensión trascendental.
Creemos que estas tres dimensiones comprenden todos los aspectos de la
persona ya que la considera en si misma, con los demás seres de la creación,
particularmente con el hombre, y con Dios.
Para tratar la dimensión personal tomamos como base aquellos aspectos
fundamentales que le dan al hombre su plena dignidad como persona.

1. LA PERSONA QUE LUCHA POR SER MÁS.

Las personas contemporáneas cifran todas sus esperanzas en tener cada día
más: riqueza, poder, nombre, prestigio, etc. Pero se necesita que el hombre
tenga como aspiración SER MÁS y puede llegar a lograrlo dentro de un plan de
superación constante.
Según Gabriel Marcel el ser y tener son dos categorías irreductibles en cuanto
que el tener se presenta como tendiendo a suprimir al ser, a disolverlo en su
misma posesión. “Todo hombre tiene la tentación de identificarse con lo que
tiene, pero el mal no está en sentirse tentado sino ceder y encerrarse en este
reino cosístico”1
El hombre que lucha por ser más se caracteriza por ser activo, pero no en el
sentido de una actividad exterior o de un estar ocupado, sino de una actividad
interior que le exige la acción de sus facultades internas, a saber: la razón, la
voluntad, la sensibilidad y el amor.

1
Cfr. MERINO, José Antonio ofm., Humanismo Franciscano. Cristiandad, Madrid, 1982, pág. 243.

2
El hombre que lucha por ser más se libera de las tendencias que le impiden
dar, compartir y amar.
En este aspecto tenemos el testimonio que nos revela los Escritos de San
Francisco y sus biografías, donde lo encontramos como el hombre que en su
vida quiso ser más antes que tener más. Él, hijo de un mercader acomodado,
creció en un ambiente en el que el tener mas era el ídolo soñado de la
juventud, experimentó las ventajas de tener tanto dinero, y con él, cosas,
ambiciones y posibilidades inmediatas.
Pero renunció radicalmente y su conversión del tener al ser se le descubrió en
nuevas formas de estar en el mundo, de tratar con los otros y de relacionarse
con las cosas. Este hombre ya no tiene nada, pero ahora goza de una nueva
forma de existencia. Para Francisco lo que cuenta no es el hombre que tiene y
posee sino lo que es delante de Dios y nada más. (Adm.19).
Lo que cuenta realmente es SER, no tener ni poseer, ni disponer de personas o
de cosas, de ciencias ni preeminencia y posibilidades. El hombre que ha
encontrado su verdadero SER encuentra la paz, la libertad y con ello la
plenitud. El ejemplo de Francisco de Asís es una permanente invitación al
hombre de cualquier tiempo a recuperar la propia identidad, a descubrir la justa
proporción de las cosas, a llegar a SER UNO MISMO y conquistar la libertad.

2. LA PERSONA QUE SE VALORA Y SABE VALORAR

El hombre preside toda la Creación porque todo ha sido creado con miras a él.
Todos los hombres tienen igualdad fundamental, su dignidad; porque son
imagen de Dios y están dotados de inteligencia, conciencia y voluntad, y, en
virtud de esto, están llamados a aceptarse, respetarse y salir de sí mismos
dándose y comunicándose con otros por el Amor.
Para los maestros franciscanos como San Buenaventura y Guillermo de
Ockham la persona humana se presenta como un conjunto completo, un todo,
una unidad integral y dinámica. Esto no sólo supone una unidad compleja e
intransferible, significa además: dinamismo, apertura, comunicación y

3
referencia a otros polos afectantes que entran en la configuración de la
persona.2
Según la escuela franciscana el hombre se define como una relación en triple
movimiento vinculante: hacia abajo, hacia arriba y a su alrededor. El hombre
asume y resume todo lo creado, al mismo tiempo que proyecta las aspiraciones
más profundas de sí mismo. Trata de conocer a los otros y a lo otro, porque ya
de antemano los ama, y puesto que los ama los respeta y puesto que los
respeta, los admira.3
El hombre que acepta, que se respeta y se ama, se realiza plenamente como
hombre y está capacitado para relacionarse con su entorno. Tiene que partir de
un encuentro consigo mismo para luego llegar a un encuentro fecundo con los
demás. Sólo el hombre que conoce sus posibilidades que conoce sus
limitaciones puede estar disponible al servicio de una misión que le reclame.
Francisco de Asís, a pesar de llamarse continuamente “ignorante e indocto”
tenía plena conciencia de su dignidad como persona y la de los demás
hombres. No fue un descubrimiento relámpago sino que respondió a un
proceso de discernimiento desde el momento en que acogió y se sintió acogido
por la paternidad de Dios que es universal; este hecho lo llevó a descubrir en
cada hombre un hermano con igual dignidad y también con todas las criaturas.

3. LA PERSONA CRÍTICA

La persona en la actualidad está perdiendo su capacidad de discernimiento,


traga entero y está intoxicado de modas, drogas, propaganda bien dirigida, etc.
No afronta el mundo con una conciencia crítica de la realidad, no va más allá
de la pantalla de televisión, de unos títulos sensacionalistas y de los anuncios
que ve y escucha. Ante esta situación surge el interrogante: ¿La juventud se
está formando para la conciencia crítica de la realidad? La respuesta está en
formar hombres con espíritu crítico. Que sean críticos, no criticones. El hombre
y la mujer críticos deben tener como primera cualidad la búsqueda de la verdad
con toda sinceridad y con toda la fuerza de su inteligencia y corazón. El hombre

2
Cfr. Ibid, 107
3
Ibid, Pág. 109

4
crítico mantiene esta actitud de búsqueda de la verdad que lo conduce a
examinar, a analizar y a investigar todo lo que encuentra delante de sí mismo,
no por jactarse de tener la razón sino por tomar una posición personal frente a
los acontecimientos.

San Francisco, quien ciertamente no es considerado como un inteligente en


sentido estricto, tenía sin embargo, una inteligencia muy aguda y viva. Supo
discernir entre lo bueno y lo malo, lo verdadero y lo falso, encontrando el
camino correcto para vivir con plena seguridad lo que hacía. Su profundo
espíritu crítico lo encontramos manifestado en tres aspectos:
 La atención que ha dado a la Iglesia. No la contemplaba como un
sistema, una organización, como algo abstracto, como una mera estructura,
sino de un modo muy personal. Para él la Iglesia era Cristo Jesús, era el Papa,
los fieles, toda la reunión de los cristianos. Poesía una conciencia muy clara y
una fe muy grande hasta el punto de colocarse en las manos del Papa y demás
miembros de la jerarquía, aunque su gran espíritu crítico no le impedía
reconocer los terribles defectos humanos que observaba en algunos de ellos.

 Francisco no se fiaba tanto de la emocionalidad cuanto de la inteligencia


reflexiva. Los otros movimientos evangélicos creían más en lo que llamaban
“carisma” o sea inspiraciones personales que en las reflexiones teológicas que
se hacían en la Iglesia.
Francisco por el contrario, como lo dice en sus escritos, enseña que “debemos
tener fe y alta consideración por los teólogos, porque ellos son los que nos
administran espíritu y vida” (test 13).

La conciencia muy aguda y explicita de los derechos y la dignidad de la


persona humana, lo cual se revela en las condiciones para la admisión a la
Orden, en la misma Regla y en otros escritos. El Santo habla de la objeción de
conciencia.4
Francisco ciertamente no ha hablado de manera explícita de espíritu crítico, lo
ha tenido y lo ha puesto en práctica en el más alto grado. El no tenía la

4
KOSER; Constantino, Ante los desafíos del mundo de hoy. Págs. 117-125.

5
convicción de saberlo todo. Sabemos cuántas veces intentaba verificar lo que
consideraba como una inspiración, sólo después de agotar los recursos
intelectuales necesarios llegaba a una certeza y convicción completa.

4. LA PERSONA SENCILLA

El hombre sencillo manifiesta invariablemente la presencia del Espíritu que le


da ánimo para sentirse ligero y libre, limpio y abierto, nada tiene que ocultar,
nada que revestir postizamente, camina en la verdad y en la pureza de la vida.
El hombre sencillo reúne una serie de características que lo llevan a no querer
aparecer distinto de lo que es. En el hombre sencillo encontramos una franca
sinceridad en sus palabras, una serena espontaneidad en sus manifestaciones.
No se trata de una mera simpleza o desenvoltura, ni menos que quien sea
sencillo se comporte como vulgar u ordinario. En el hombre sencillo hay
ausencia de doblez, de complicaciones de carácter, de repliegues de amor
propio, de fingimiento; así como también podemos notar la ausencia de otros
vicios que se le oponen como ser hipócrita, fatuo, que busca solamente la
apetencia de honores y resentimiento oculto.
Francisco hombre de natural transparencia estuvo imbuido entrañablemente
del valor de la sencillez como disponibilidad para la vida con los otros y
particularmente con su fraternidad. Fue sencillo y predicó la sencillez como hija
de la Gracia y hermana de la sabiduría, y desea que todos los hombres sean
verdaderamente sencillos como sugiere Cristo en el Evangelio. (Mt. 10,16)

5. LA PERSONA ALEGRE

El ser humano no sólo es razón, no sólo es trabajo, no sólo es admiración, no


sólo es biología, no solo es palabra, sino que el hombre también es fiesta,
celebración, espontaneidad. ES ALEGRE.5
El hombre alegre vive de acuerdo con el querer de Dios que rechaza la tristeza
y el dolor, pues el mismo Cristo reaccionó con los que mantenían la actitud
farisaica de expresarse con cara mustia y aspecto triste. El mundo de hoy

5
MERINO, José Antonio, ofm., Humanismo Franciscano, Cristiandad, Madrid, 1982, pág. 227.

6
necesita que el hombre sea alegre y que esta alegría se refleje en todas las
circunstancias de la vida: en la vida personal, pues la alegría la ayudará a
superar las dificultades y a tener una visión optimista. La alegría en la vida
comunitaria lo llevará a establecer con sus semejantes un clima de paz y de
comprensión; en la vida con Dios, manifestada en una comunicación con Él,
esperanza festiva de manera que hasta su oración sea una verdadera fiesta y
litúrgica.
Francisco supo transmitir a los que la rodeaban su talante festivo, alegre y
optimista. Ser alegre entraba en la pedagogía que desarrollaba con sus
hermanos. Veía muy bien a los que estaban dotados del arte de hacer alegres
a los demás y colocaban este arte el servicio de la convivencia fraterna. Pero
quería que fueran hombres realmente alegres y no simplemente aquellos que
hacían chocarrerías y bufonadas.
“Pues la verdadera alegría no necesita manifestarse en risas destempladas ni
algazara bulliciosa...” (EP.96).

6. LA PERSONA SABIA

Generalmente se tiene por sabio a aquella persona que sabe más que otros, o
que domina un tema y con ello asombra a quienes entran en contacto con él.
Este es un concepto errado, pues ser sabio consiste en ese recto amor a sí
mismo, a que todo hombre tiene derecho y obligación, y que le impulsa a
cultivar a aquello que en él es típicamente humano; su vida espiritual, motivada
de acuerdo con sus propios talentos y habilidades.
San Buenaventura dice: “... la sabiduría consiste en conocer la bondad, la
doctrina de guardarse del mal; la bondad en elegir el bien. Lo primero mira a la
verdad, lo segundo a la santidad, lo tercero la caridad”. (San Buenaventura,
Cristo, Maestro de todos, 23)6

El hombre sabio no es el que pretende saber más, o saber un poco de cada


cosa, sino aquel que en beneficio de su realización personal, busca la verdad y
la aplica en su vida cotidiana. En líneas generales, el hombre sabio es aquel

6
SAN BUENAVENTURA, Obras Completas, B.A.C., Madrid, Cristo Maestro único de todos, pág. 697.

7
que en su vida practica las virtudes que lo lleva a encontrar su verdadera
identidad y que lo hacen útil ante Dios y sus semejantes; es el hombre que ama
en la justa medida, que discierne entre una posibilidad y otra, que opta por la
que más le convence y conviene y no se arrastra por influencias externas.
Teniendo en cuenta la gran experiencia de vida que tuvo San Francisco,
podemos afirmar que él conocía perfectamente los elementos mencionados
anteriormente. Ser sabio, para él, no consistía en “ser doctor” o en tener
acumulados un sinnúmero de conocimientos, sino en dejarse guiar por la luz
que viene del Padre y que ilumina la existencia del hombre para que pueda
discernir lo que le conviene a él y a sus hermanos.
El hombre que procede sabiamente según San Francisco, lo lleva a obrar:
 Con discreción para hablar o callar a tiempo.
 Con circunspección para descubrir el momento oportuno para obrar.
 Con docilidad para escuchar las inspiraciones divinas.
 Con sagacidad para juzgar con prontitud y claridad

DIMENSIÓN RELACIONAL

Para descubrir el perfil del estudiante formado en los valores franciscanos se


han seleccionado algunas cualidades que parecen más deseables dentro de la
dimensión relacional. Es importante dentro de este aspecto tener en cuenta la
idiosincrasia específica de cada región colombiana, para puntualizar las
características propias en cada una de ellas.

1. LA PERSONA QUE COMPARTE CON LOS DEMÁS LA BÚSQUEDA Y


PROMOCIÓN DEL BIEN COMÚN

Teniendo en cuenta que la educación de los hombres, sea cual sea el origen
social de éstos, debe orientarse de tal modo que forme hombres y mujeres que
no sólo sean personas cultas, sino también líderes que aprendan a compartir
de acuerdo con las exigencias perentorias de nuestra época. Este aspecto
describe hasta que punto se ha interiorizando y se vive lo que implica ser
hombre para los demás en dimensión de servicio. Lo cual se manifiesta:

8
 Cuando dejándose afectar por las necesidades y logros de los que le
rodean, es capaz de describirlos.
 Cuando experimenta con alegría y satisfacción, que sus cualidades y
bienes no le pertenecen exclusivamente sino que deben estar al servicio de los
demás.
 Cuando sabemos compartir responsablemente los bienes de uso común.

Lo anterior se vigoriza cuando la persona acepta las inevitables obligaciones de


la vida social, toma sobre sí las multiformes exigencias de la convivencia
humana y se obliga al servicio de la comunidad en que vive, ya que la relación
con los hombres crea una dimensión fraternal de paz, de promoción, de
preocupación y de liberación, pues la persona educada con base en los
valores franciscanos, debe expresar simpatía, tener buen humor, un sentido
vivido de la fraternidad universal y ser una persona como mensaje de paz y de
reconciliación humana.
Si el problema actual consiste en aprender a existir, a compartir y habitar,
como sostiene M. Heidegger, entonces habrá que buscar y encontrar aquellas
formas más adecuadas y completas para que el hombre logre plenamente su
propia existencia y pueda habitar en un mundo más humanizado y más
hogareño.
Francisco de Asís pide al mundo de hoy un nuevo aire, un nuevo estilo, un
rejuvenecimiento y una nueva forma de compartir.
El hombre franciscano trata de conocer al otro, a los otros y al gran otro,
amándolos, respetándolos, al tiempo que se sorprende de las maravillas
inéditas que irrumpen en nuestra vida cotidiana, Por eso no necesita inventar
un sentido, sino que descubre el sentido de la ingenuidad de una vida profunda
vivida y sinceramente compartida.
Francisco de Asís nos presenta su acción social revolucionaria desde la
bondad, la no-violencia y la cortesía: Por temperamento y por exigencia de su
espíritu fue un hombre comprometido. Se comprometió en los juegos y en las
juergas con sus amigos; se comprometió a favor del Papa y en contra del
Emperador; se comprometió a vivir el Evangelio radicalmente; se comprometió
a predicar y llevar la paz a todos los hombres precisamente allí en donde los

9
hombres estaban en conflicto. Francisco jamás fue neutral en ninguna cuestión
importante para el hombre.7

2. LA PERSONA EN COMUNIÓN CON LA NATURALEZA

Aspectos que señalan al hombre que mire las cosas con cariño, respeto y
cuidado; que fraternice con la naturaleza porque ha visto y sentido en ella y en
su persona algo o mucho de parentesco, de cercanía y de vida intercambiable
y que por lo tanto se compromete a respetar la naturaleza y a servirla.
La persona formada franciscanamente debe de demostrar en su
comportamiento frente a los otros y frente a la misma naturaleza un gran
sentido humano creando un fermento de transformación en las relaciones
interpersonales y con las demás criaturas.
“La armonía o desarmonía entre el hombre y la naturaleza depende de que
aquel trate a ésta como un objeto útil simplemente o la interprete como un
espacio vital y no reducible a utensilio ni manejable a capricho, pues la
naturaleza no está ni ahí, ni contra mí, sino conmigo. Y no hay pecado de más
falta de grandeza de corazón, que nuestras indiferencias y en no reconocer el
valor de lo que nos rodea, en usarlo a destiempo y en abusarlo en todo tiempo.
Sólo una gran fraternidad universal de los hombres, animales, plantas y cosas,
desplazará el engreimiento humano de ser rey déspota de la creación para
transformarse en el gran hermano mayor de todos los seres creados”8.
Para el franciscanismo el mundo no es inhóspito y carcelario, como aparece en
no pocas místicas y filosofías, sino “la casa fabricada para el hombre”, como lo
describe San Buenaventura9. Y este hogar, como algo entrañablemente
nuestro, debe ser defendido con primor y con pasión.
La teología franciscana implica una antropología y desemboca en una ecología,
ya que todo es bueno, incluso la misma materia. El “someter la tierra” del
Génesis no es un salvoconducto para explorar y destruir, sino el imperativo
para humanizar la naturaleza y vincularse fecundamente con ella glorificando
así a Dios.

7
Cfr. MERINO, José Antonio, OFM., Manifiesto Franciscano para un futuro mejor, Ed. Paulinas,
Madrid, 1985, pág. 66.
8
Cfr. Ibid, 83
9
SAN BUENAVENTURA, Obras completas, B.A.C. Madrid, Itinerario de la mente a Dios, Pág. 578,

10
La actitud de Francisco de Asís frente a la naturaleza puede servir modelo para
el hombre moderno, ya que pocas personas se conocen han sido tan sensibles
al maravilloso espectáculo de la naturaleza como el santo de Asís, que con
tanta emoción vibrará de gozo y alegría ante el paisaje de las montañas, valles,
ríos y ante la belleza de las flores, los animales y demás seres inanimados.
Francisco vivió intensamente la armonía cósmica. Todo para él es motivo de
alegría, de encuentro fraternal, de edificación incesante y de subida a Dios,
pues él ama a los seres, pero no se apega a ellos.10

3. LA PERSONA CONSCIENTE DE LOS VALORES LOCALES

Este aspecto expresa la valoración por parte del hombre, de la historia, de la


cultura, de la religión, de la democracia, a través de las cuales se afirman con
sincero aprecio las peculiaridades locales y nacionales, pero integrándolas en
la unidad pluralista del continente Americano y del mundo.
La consecuencia de todas las notas anteriores es un comportamiento fraternal
humanizante. Vivir la vida como proyecto y como misión debe ser uno de los
grandes valores que nos lleve a interesarnos por lo nuestro, buscando una
perfecta conjunción de lo pensado, de lo sentido y de lo vivido, lo cual es una
forma peculiar de estar en el mundo y un camino excepcional para encontrarse
con el otro y por construir una nueva sociedad basada en la simpatía, en el
respeto y en la entrañable acogida.
El hermano Francisco siempre estuvo relacionado directamente con los otros y
con los valores de su época, pero desde una relación vivida y compartida que
llegó a transformar en familiaridad y en fraternidad, de la que el nunca quiso ser
señor, sino el humilde siervo de todos.11

4. LA PERSONA CAPAZ DE EXPRESAR EL AMOR EN SUS RELACIONES


INTERPERSONALES

10
B.A.C., Escritos, Biografías, Documentos de San Francisco de Asís, Madrid, 1978: Primera carta a los
fieles, 21; segunda Celano, 85; 165; 200.
11
Ibid, Primera Celano 8; Segunda Celano 15.

11
Aspectos que indica como la persona debe ir encontrando y aceptando su
identidad personal, abriéndose, y dándose a conocer en su capacidad de amar
y ser amado y, por tanto, de aceptar al otro como persona; lo cual se
manifiesta:

 Cuando ha experimentado el afecto y la comprensión en su vida familiar


 Cuando se acepta tal como es, con sus cualidades y limitaciones.
 Cuando ha vivido la satisfacción de la amistad y conoce los conflictos
naturales de una relación interpersonal.
 Cuando sabe integrar la sexualidad en todo el proceso de su
personalidad.
 Cuando identifica sus propios sentimientos y es capaz de expresarlo con
sencillez y naturalidad.
 Cuando procura colocarse en la situación o posición de la otra persona y
comprenderla.
 Cuando puede expresar sus cualidades de sensibilidad e imaginación en
formas concretas de comunicación.

“El Franciscanismo debe sentirse en permanente relación dinámica con Dios,


con los hermanos, con los demás hombres, con lo seres irracionales y con la
misma vida. La categoría es fundamental en la vida y en el pensamiento
franciscano”12.

El hombre no solo se comunica a través de la palabra, si no también a través


de todo cuerpo, ya que es un ser penetrado de sonido que al mismo tiempo
resuena. Pero no solo resonamos, si no que al mismo tiempo podemos percibir
el sonar del tú, de los otros, y de Dios. El hombre es simultáneamente
autosonancia y consonancia. Solo partiendo de la fuerza vinculante del amor se
destruirá la fuerza disgregadora del oído y sus consecuencias. Esta relación
vital y dinámica puede curar la insolidaridad, la incomunicabilidad, los egoísmos
y las distancias irritantes de tantos hermanos hombres, que por falta de ternura
y cercanía han hecho de su vida un infierno cerrado y asfixiante.

12
Crf. MERINO, José Antonio, OFM., Manifiesto Franciscano para un futuro mejor, Ed. Paulinas,
Madrid, 1985, pág. 39.

12
La vida del hombre esta llena de encuentros: Encuentro con uno mismo,
encuentro con una persona amada, encuentro con un amigo, con un libro, con
el otro sexo, con nuevas circunstancias, etc. Toda la vida de Francisco de Asís
esta llena de encuentros, que él lo considera como gracias. En su testamento
repite como en un estribillo: “El Señor me ha dado”. Y por eso se convirtió en
un dador de gracias, que es la forma suprema de reconocimiento y de gratitud.
En nuestra ciudad secular se dan pocas gracias porque todo se encuentra tan
natural y porque hay una voluntad de sospecha y de aprovechamiento incluso
en los encuentros más profundamente humanos.
La sensibilidad y acogida franciscanas pueden transformar el universo de
recelo, de sospecha y de incomunicabilidad en un universo de cercanía, de
amabilidad y de camaradería exultante.
Toda la vida de Francisco de Asís, su acción y proyecto estaban orientados a
crear una sociedad en donde impera el amor y las formas civilizadas y en
donde no hubiera espacio para el odio y los modos inciviles. A todos habla con
respeto y trata con amabilidad, a nadie juzga y mucho menos desprecia por las
debilidades que vea en el prójimo.13

5. LA PERSONA CONSTRUCTORA DE JUSTICIA Y PAZ

La convivencia humana, no obstante las grandes conquistas, está aún


amenazada, porque los egoísmos y los resentimientos humanos todavía no
han sido domesticados. A pesar de tantos logros técnicos y progresos
materiales espectaculares nos encontramos con la situación dramática del
hambre, de la explotación personal, del paro, de la emigración e inmigración
forzosas, de las diferencias irritantes entre el primero, el segundo, tercero y
cuarto mundo e incluso de los sin mundo. Sin embargo asistimos, consternados
y confundidos, a la loca marcha del armamentismo, ese gran error y no menor
crimen de nuestra época, esa gran perversión de la voluntad.

13
B.A.C., Escritos, Biografías, Documentos de San Francisco de Asís, Madrid, 1978: Exhortaciones 3, 8;
Primera Celano 49; Segunda Celano 180

13
Para el franciscano, la raíz del fracaso del hombre generalmente está en su
propio yo. Por eso transformando y recreando el corazón humano se logrará
una nueva persona, constructora de justicia y paz.
El franciscano se fija más que en la raza, la nación o la clase, en el tú, en éste,
en aquél, en el otro, en cada cual, porque cada uno es distinto y debe ser
reconocible en la masa. El franciscano es fundamentalmente concreto; por eso
personaliza y acepta al otro tal y como es, con sus virtudes y sus defectos, con
sus luces y sombras, con sus valores y contravalores.
El franciscanismo está convencido que el requisito previo para la
transformación del mundo es la transfiguración de uno mismo.

III. DIMENSIÓN DE LA EXPERIENCIA DE FE


Del testimonio de las fuentes franciscanas y del patrimonio espiritual del
franciscanismo se deriva un peculiar modelo pedagógico que, con relación a la
experiencia de Dios, debe formar:

1. Una persona que acoja a las personas, buscando el bien que está en
ellas y en las cosas, dispuesto a la compresión y al perdón como fruto del amor
y la alabanza a Dios “SUMO BIEN”, según Francisco de Asís, sintiéndose unido
con ternura al Padre que está siempre presente en todas las criaturas y ve que
son buenas. Francisco de Asís recibe con igual benevolencia a un joven noble
y bueno que a tres ladrones homicidas14, y dice que el perdón y todo bien
toman su origen en Dios15 y la razón nuestra es el perdón y el amor que Dios
nos muestra16. Para Francisco de Asís, Dios es el único bien y fuente de todos
los bienes17.

2. Una persona que comprende que Dios está en su vida; que ame a Dios,
porque la vida es el gran horizonte de Dios que acompaña como un amigo la
existencia humana, que no simplemente la ha creado sino vivificado y salvado.

14
Flor. cap. 26
15
I Regla 23, 9.
16
I Regla 23, 9
17
Oficio de la Pasión 10,9.

14
Así el joven vive sus afanes, sus aventuras, sus valores, sus estudios o su
trabajo con profundo sentido de la realidad de este mundo.

3. Una persona que sintiéndose habitada, por el Dios que siempre está a la
vista, logra seguridad, gozo y confiesa lo negativo o triste de la vida. Evita
invocar a Dios con temor o temblor, más bien siente a Dios amable y deseable,
cercano, íntimo y vinculante, la más segura afirmación de lo humano, Dios es
para San Francisco el origen de la alegría, aún en sus penalidades.18

4. Una persona sencilla y simple que logra mantener una mirada


maravillada ente el mundo que lo lleva a ver todo en perspectiva de un Dios
que está más cercano y real. San Francisco en el Himno a las Criaturas alaba a
Dios por medio de los astros, de la tierra que produce frutos, flores y hierbas,
de la enfermedad, de los tiempos, de los ambientes y hasta la misma muerte.

5. Una persona en medio del mundo de hoy donde se compra y se vende


todo, es capaz de cultivar el amor fraterno, la convivencia, el humor, la fiesta, lo
bello, la religiosidad alegre y compartida como la experiencia de la gratuidad de
Dios que nos ha llamado a al existencia y al amor. Que celebra la Liturgia como
un encuentro jubiloso entre las familias, las comunidades y pueblos.
Experimentando la alegría pascual como resultado de la gratuidad de Dios que
crea el mundo para regocijarse en él. Por naturaleza Francisco de Asís era un
hombre alegre y festivo que siempre conservó y potenció la alegría a lo largo
de su vida. Celano dice que “recibió la muerte alegre y cantando” y San
Buenaventura subraya que “su vida era una celebración continua”. Esta actitud
permanente de alegría y de fiesta demuestra claramente que la religión era
para él un gozo. A Francisco de Asís le gustaba representar, escenificar, hacer
viva la vida misma. Escenifica el primer pesebre de Greccio porque en el juego
de esa representación puede él revivir un papel más vivo, más concreto y más
religioso.

18
Espejo de la Perfección, 100.

15
6. Una persona servidora y solidaria con los demás, ya que ha descubierto
a Jesucristo como centro de su vida, visto en su misterio de su humanidad
solidaria con el hombre, en medio de nosotros como el que sirve, resaltada en
el pesebre de Greccio, en la cruz de San Damián y en el leproso crucificado. La
visión contemplativa de Francisco que parte del crucificado que encontró en el
leproso, puede ofrecer un punto de vista válido para la juventud de nuestros
días.

7. Una persona disponible, generoso para servir sencillamente en Iglesia,


en una experiencia de amor y acogida especialmente en la jerarquía, ayudando
a esa Iglesia a su renovación y autenticidad sabiéndola colocar en una crisis
positiva y fraterna al estilo de la comunidad de Asís. Francisco colocó su
nueva experiencia de vida: una comunidad de hombres a los pies de la romana
Iglesia, que estaba en crisis, a diferencia de otros testigos. Y es admirable la
experiencia de “no quiero ver pecado en un ministro de la Iglesia sino venerarlo
por ser instrumento de la gracia de Dios”.

8. Una persona humanista y de gran respeto por todo lo que existe. De la


manera como Francisco fraternizó con la naturaleza, donde lo divino y humano
converge en una historia de participación. San Buenaventura elaboró una bella
doctrina sobre los seres creados, como vestigio a través de los cuales
podemos encontrar a Dios.19 Una persona con espíritu existencial de oración,
donde ésta anime su vida concreta, comunitaria, su compromiso con los
demás. “ Si quieres saber cómo se realizan estas cosas, pregunta a la gracia,
no al saber humano; pregunta al deseo, no al entendimiento; pregunta al
gemido expresado en la oración, no al estudio y la lectura; pregunta al Esposo,
no al Maestro; pregunta a Dios, no al hombre; pregunta a la oscuridad, no a la
claridad; no a la luz, sino al fuego que abrasa totalmente y que transporta hacia
Dios con unción suavísima y ardentísimos afectos”.20
Una persona inspirada en la Sagrada Escritura, donde el Evangelio sea ante
todo posibilidad de vida. Francisco siempre se inspiró en las Sagradas

19
Itinerarium Mentis in Deum, Cáp. 2, p.7.
20
Cap. 7, n.6.

16
Escrituras: “El Señor me enseñó aquello que debía hacer”21 y acudía a abrir el
evangelio o pedía que se le leyera desde el momento de su conversión hasta
su misma muerte.

21
Testamento, V.

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