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LA LLEGADA AL PERÚ
¿Qué fue lo más difícil de decidir venirse a Lima con José María? ¿Cómo la
convenció él a dar ese paso?
-José María me advertía con frecuencia que la sociedad peruana era
terrible. Yo viajé a Lima antes de tomar una decisión y, como una
confirmación de esto, me tocó vivir la situación de aquel partido de fútbol,
en la década de 1960 si mal no recuerdo, en que murieron muchas personas
asfixiadas, cuando la policía lanzó gases lacrimógenos en el estadio en que
se realizaba un partido de fútbol, sin medir las consecuencias tremendas
que tenía ese acto. Pero pensé que ese hecho también era factible que
sucediera en Chile.
¿Cómo realizó el viaje al Perú? Sé que se vino con sus dos hijos...
-Nos fuimos en barco al Perú, con mis hijos y algunas "camas y petacas".
Fue un bonito viaje, no muy largo. Aún andan fotos por ahí, en que se nos ve
gozar del mar y el viento. José María nos esperaba en el Callao.
sillón había sido tan removido y sacudido que ese polvo, de años, de su
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LA VIDA SOCIAL
¿A qué amigos de José María conoció primero, ya llegada a Lima?
-José María tenía buenos amigos. No recuerdo a quiénes conocí primero.
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MIRANDO AL ESCRITOR
En esos primeros años, ¿qué estaba escribiendo José María?
-José María acababa de publicar Todas las sangres, que ya había levantado
polvo de polémicas. Más tarde, sobre eso, me comentaba: "¿Cómo pueden
decir que Demetrio Rendón Willka es un personaje ficticio? ¡Si yo lo
conozco!". Me lo nombró y más tarde, en alguna reunión pública, donde
recuerdo haber asistido con Rosina Valcárcel, yo también lo conocí. Su vida
había trascurrido ¡vaya usted a saber cómo! Había tenido la ocasión de
viajar a la Unión Soviética y en alguna festividad llegó a departir con Yuri
Gagarin, el primer cosmonauta, menudo y sonriente.
Francisco Carrillo.
¿Quiénes diría usted que eran sus mejores amigos del ambiente de la
literatura?
-¿Quiénes? Alberto Escobar, Emilio Adolfo Westphalen, Emilio Choy,
Alfredo Torero, Racila Ramírez, Máximo Damián, Francisco Carrillo,
Francisco Miró Quesada, Fernando Silva Santisteban, Mildred Merino.
Amigos anteriores de haberlo conocido yo, puedo nombrar a Manuel
Moreno Jimeno, Moisés Sáenz, el Dr. Gastiaburú, Walter Peñaloza, Héctor
Araujo, porque siempre los nombraba o los recordaba con mucho afecto o
cariño. De su juventud en Huancayo, alcancé a conocer, en el barrio de El
Tambo, al Sr. Efraín Rojas. Posiblemente yo omita nombres porque
recordaba a personas de cada lugar en que había vivido y de épocas
diferentes de su vida. Amigos músicos eran: Jaime Guardia y los otros
componentes de la "Lira Pausina", Jacinto Pebe y el Chino Nakayama;
Enrique Iturriaga, Rosa Alarco, María Rosa Salas. Y sus alumnos: Alejandro
Ortiz, Toño Cisneros, Hernando Núñez, Rodrigo Montoya, Edmundo
Murrugarra.
¿Qué le conversaba José María del ambiente literario peruano de esa época?
¿Se molestaba, se alegraba de algo?
-No éramos de comentar mucho la vida ajena y en cuanto a sus opiniones
literarias u otras sobre tópicos parecidos, están expuestas con mucha
sinceridad en sus artículos y diversos trabajos. Todo eso va en los próximos
cinco o seis tomos de las Obras Completas que están listas para publicarse.
Hay múltiples estudios sobre la obra de José María, y los especialistas de
literatura, sociología, antropología o etnología, principalmente, reclaman
ese material para profundizar más en Arguedas y el Perú; desconocerlo es
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como si se mirara sólo unas pocas caras de un poliedro o una única cara de
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la Luna…
UN RETRATO ÍNTIMO
Muchos creen que José María era un hombre muy melancólico. ¿Qué tanto
así? ¿Quiénes lo alegraban?
-José María tenía una seriedad de alma y una alegría de espíritu.
Orgánicamente sufría de una atracción hacia la muerte, sin embargo de
joven -contaba él- fue campeón escolar de salto largo.
¿Qué lo alegraba?
-Relataba alborozado un paseo en el campo realizado con Manuel Moreno.
Debían atravesar un charco de agua y él, alegremente, dio un salto y llegó al
otro lado; pero Manuel, también ilusionado, hizo lo mismo y cayó en medio
del charco. Pero eso no le quitaba el recuerdo de contento y optimismo que
recogió de esos paseos. Con mis hijos salíamos con frecuencia remontando
el Rímac, o caminando por Bujama, León Dormido, por el Callejón de
Huaylas en nuestro carrito. Subía los cerros o las rocas con delicia, al
contacto con la naturaleza desafiaba con frecuencia hasta la gravedad. No
era melancólico, traía dolor y felicidad de su infancia: "A los comuneros y
lacayos, con quienes temblé de frío en los regadíos nocturnos y bailé en
carnavales, borracho de alegría.". Era número uno en lanzar wikuyo. y
piedras ¡a quién más lejos!
que le gustó más de Un hombre y una mujer, de Truffaut, fue la toma del
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perrito saltando y corriendo junto al mar por una playa solitaria. Ponía
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