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Pregunta de investigación: ¿Cómo cambio la alimentación de los indígenas, tras la

colonización de su territorio?
¿Cómo la introducción de nuevos alimentos, facilito el asentamiento español?
¿Por qué la colonización afecto las costumbres alimentarias de los indígenas?
El descubrimiento de América resultó como un acontecimiento importante para la agricultura
y la alimentación mundial. Con la llegada de los españoles al territorio conocido hoy en día
como América, se incorporaron prácticas alimenticias, culturales y religiosas. Cuando los
españoles llegaron a territorio indígena, se encontraron con una tierra fértil y abundante en
cultivos de frijoles, chiles, calabazas, aguacates, saucos, papayas, tomates, tabaco, algodón,
yuca, entre otros (Armstrong, 1982). Sin embargo, los colonos españoles consideraban la
alimentación indígena, como de menor calidad y no lograba ajustarse a su alimentación
tradicional, a base de productos cárnicos, levaduras, aceite de oliva, vinos y productos
marítimos (Earle, 2012). Por lo tanto, al carecer en estas tierras de sus productos, se vieron
en la necesidad de introducirlos en las nuevas tierras conquistadas.
Por consiguiente, luego de ocupadas las tierras descubiertas por los conquistadores, la corona
española comenzó con la colonización de estos territorios, imponiendo sus propias
costumbres locales, e instaurando instituciones de saqueo y exploración de nuevos territorios,
que permitieran mantener el control sobre las nuevas tierras descubiertas. Sin embargo, Los
conquistadores españoles se encontraron con territorios muy diversos, que albergaba
infinidad de especies animales jamás vistas por los colonos (ECHEVERRÍA, 2006).
Es de esta manera, como los primeros colonos españoles, comenzaron sus asentamientos en
las nuevas tierras, que prometían grandes riquezas y prestigio para quienes lograran asentarse
en el territorio, conocido como las indias orientales. Al encontrarse con la fertilidad de sus
tierras, los primeros colonos en tocar suelo americano quedaron sorprendidos por la
majestuosidad de las nuevas tierras vírgenes, que divisaban los ojos españoles. Así como, lo
describe Colón, en su primer diario donde detalla lo siguiente “los valles, las montañas y la
tierra en general, resaltando lo bien cultivadas y trabajadas que están.” (Carrasquillo, 2019).

El principal propósito de las cartas enviadas a la corona española era lograr convencer que
las nuevas tierras, eran una oportunidad para participar activamente en el comercio
mediterráneo; logrando así, competir con los comerciantes venecianos y genoveses, que se
habían enriquecido con el comercio de especias, como la nuez moscada, la canela, el clavo,
la sal y la pimienta.

“El 30 de noviembre de 1492, indica que la tierra es muy fértil y que toda está cultivada. El 3
de diciembre anota que, al pie de la montaña, la tierra está toda trabajada y desde una cima se
ven sembrados muchos tipos de vegetales y calabazas alrededor de una gran villa. De Puerto
de Concepción nos dice que, después de caminar alguna distancia, encuentra toda la tierra
cultivada. El 9 de diciembre compara la fineza de la tierra con la de Castilla, la llama La
Española y dice que está todo bien cultivado. También, escribe sobre los amplios caminos y
la hermosura de las flores. El 21 de diciembre añade que ha visto alguna tierra bien cultivada
y enfatiza: “aunque toda la tierra está bien trabajada”. Termina su descripción con
Montecristo el 9 de enero, alabando las montañas que van de este a oeste, todas verdes,
hermosas y bien cultivadas (Colón, citado en Cummings 1992, 129-130, 135-136, 139, 147,
167, Carrasquillo, 2019.”)

Es así, como motivados por la codicia de las riquezas naturales existentes en las indias
orientales, la corona española dispone nuevas exploraciones a estas tierras, que se encuentran
a su disposición, y ordena la conquista de todo el territorio americano, a nombre de la corona
española. Sin embargo, las tierras cultivables pasaron a un segundo plano, al descubrir sus
riquezas en metales, sus abundantes tesoros, y la poca hostilidad que representaban en un
comienzo los indígenas con los que se toparon los españoles en su primer encuentro
(Carrasquillo, 2019).

Ahora bien, en los primeros asentamientos españoles, la alimentación representaba una


dificultad para los exploradores del nuevo mundo, debido principalmente, que muchos de los
alimentos encontrados por los colonos, eran desconocidos para ellos. En algunas ocasiones
las plantas nativas, les producían enfermedades asociadas a las intoxicaciones por
desconocimiento del fruto, motivando a los españoles a generar desconfianza sobre el modo
como se alimentaban algunos pueblos indígenas (ECHEVERRÍA, 2006).

Adicional a esto, en muchas culturas aborígenes la carne era un bien escaso y poco necesario
para su alimentación, debido principalmente que alimentos, como el maíz, la yuca, las
legumbres, la quinua y la papa, les brindaban las proteínas necesarias para subsistir, sin la
necesidad de la cría de animales, o del cultivo de trigo y arroz; alimentos comúnmente usados
por los occidentales (ORLANDO, 2017). “La buena alimentación y la falta de animales
domésticos numerosos puede explicar en parte la aparente ausencia de pestes y epidemias severas
(ORLANDO, 2017)”.

Desde el anterior punto de vista, los colonizadores españoles, debido a la falta de


alimentación autóctona de la región europea, y a la escasez de suministros para su población,
comenzaron a introducir productos agrícolas, como la caña de azúcar, los viñedos, el arroz,
las hortalizas, los olivos y otras especias provenientes de Asia (ECHEVERRÍA, 2006).
Adicional a esto, se le sumaron los animales domésticos y de granja, típicos en ciudades
como Andaluz. Entre los animales incorporados al territorio americano, se destacan los
caballos, las aves de corral, cerdos, ovejas y vacas, que empezaron a ser populares en todos
los asentamientos españoles de la época (Earle, 2012).

Fue así como, los asentamientos españoles comenzaron su proceso de colonización en las
nuevas tierras americanas. Principalmente se establecían en las tribus indígenas donde se
recibían a los españoles de una manera muy cordial y generosa; muchas veces impulsada por
sus creencias religiosas. Como en el caso de los mayas, donde su libro sagrado el “Popol
Vuh”, prevé la llegada de unos seres extraños, que venían del cielo y atravesaban el mar.
Dicha referencia fue tomada por las tribus indígenas como un presagio, al ver por primera
vez animales desconocidos como lo son los equinos y armas tan mortales como la pólvora
(Carrasquillo, 2019).
Adicional a la tribu maya, en los relatos del diario de colón, se describe a la tribu arahuaco,
como una población, generosa, pacifista y amigable, con la cual se podría comerciar, puesto
que estas tribus tenían gran conocimiento sobre sus tierras, además de poseer oro, que era el
principal medio de cambio usado por la civilización europea (Carrasquillo, 2019). Por ende,
se hacía más sencillo los establecimientos españoles, en ciudades ya preestablecidas y donde
su recibimiento era más grato.

Luego de asentadas las ciudades, los colonos introdujeron especies bovinas y animales de
corral, que permitían una alimentación más acorde a sus costumbres. Es importante adicionar,
que los animales de pastoreo y ganadería se acoplaron muy bien a lo largo de la región
americana, facilitando el desarrollo y la expansión de estos animales (Historia Universal, s.f).
Sin embargo, a medida que estos animales se extendían en el territorio, los cultivos nativos
iban disminuyendo, puesto que estos animales, en especial los porcinos, se alimentan de toda
especie sembrada a lo largo del territorio (Diaz, 2017)1.

Con los nuevos asentamientos españoles en tierras indígenas, y la introducción de cultivos y


animales ajenos a la región, comenzaron los primeros conflictos con la población aborigen.
Dichos conflictos se daban principalmente, por la destrucción de su territorio y en represalia,
los agricultores se encargaban de proteger su tierra, acabando con la vida de los animales. En
consecuencia, se presentaban altercados con los colonos españoles, quien, en reclamación de
sus derechos de propiedad, decidían asesinar a la población indígena del lugar, culpándolos
de destrucción de propiedad y de gente inculta, salvaje y poco civilizada (Diaz, 2017)2.

De esta manera, comenzaron los primeros cambios alimenticios en la región americana y así
mismo, se dieron los primeros desplazamientos de tierra y conflictos sociales con la
población nativa. No obstante, la expansión de bovinos género dinámicas de crecimiento
social y poblacional dentro del territorio de la nueva granada. Esto se debe principalmente, a
la necesidad de los pobladores de mantener sus animales en buen estado de salud, requiriendo
mano de obra, que se encargará del cuidado y alimentación de bovinos; los cuales precisan
de minuciosos cuidados y una gran especialización, con la que no contaban los indígenas
americanos. Como por ejemplo el adiestramiento y pastoreo de animales de corral (Antonio,
2013).

Un punto importante en el análisis de la ganadería extensiva y el asentamiento regional,


fueron sus dinámicas económicas que se presentaron con la tenencia de animales de corral y
rebaños vacunos. La ganadería menor, sirvió para generar grandes ingresos y asentar una
economía local, que giraba principalmente en el comercio de distintos tipos de animales
bovinos y de corral (Antonio, 2013). De acuerdo con las dinámicas económicas que se

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Para frenar la expansión del ganado y de los animales de corral, los colonos comenzaron a instaurar cercas
y vallados dentro de sus tierras, dando un inicio a la delimitación del territorio, concepción que los
aborígenes americanos no conocían; Dichas mallas, también colindaban con los ríos y arroyos cercanos, o
con zanjas naturales, a base de espinos que frenaban la expansión del ganado cimarrón (Diaz, 2017).
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Los primeros conflictos entre ganaderos y agricultores se encontraban estrechamente vinculados a la
propiedad y a los derechos de los pastos libres y terrenos baldíos.
crearon alrededor, de la venta y tenencia de ganado, comenzaron a establecerse las primeras
haciendas. Donde su principal objetivo, era el cuidado, tenencia y crianza de animales de
pastoreo (Antonio, 2013).

Por otro parte, un punto muy importante en el análisis es la destrucción del hábitat y la
depredación ecológica, a causa de las prácticas de ganadería extensiva, ya que, como se dijo
anteriormente, el ganado solo permite usos del suelo asociados a la ganadería. Las principales
consecuencias, se encuentran en la sobre explotación de la tierra, causando una degradación
en el forraje y una erosión al suelo, la cual impide, el uso de estos suelos para cualquier tipo
de cultivo (Banco Mundial, 2014)3.

Retomando el argumento anterior, los colonos españoles, comenzaron a desarrollar prácticas


alternativas, que evitaran la erosión del terreno. Entre estas, se encuentra la trashumancia, la
cual fue muy usada en los territorios que hoy se conocen como los llanos orientales, en las
regiones de Venezuela y Colombia (Carrasquillo, 2019). Sin embargo, el transporte de
ganado iba asociado a dinámicas de conquista y colonización de nuevos territorios,
facilitando el asentamiento en nuevas tierras, consideradas como aptas para el desarrollo
civilizatorio propuesto por la corona española (Diaz, 2017).

El fin principal de los colonos españoles, era buscar asentamientos, que les permitiera
satisfacer las necesidades de la población minera y contribuyeran a la exploración de nuevos
territorios. Por ende, se establecieron haciendas y estancias que permitieran alimentar a la
población naciente, encargada de trabajar en las minas. De esa manera, se establecieron
pueblos alrededor de las minas y de los principales centros de comercio. Es así como,
comenzaron a cambiar las prácticas alimenticias que poseían las poblaciones indígenas.

Por ejemplo, las primeras ciudades establecidas en el territorio de la nueva granada eran
lugares de acopio que satisfacían las necesidades de conquistadores españoles. Esto poco a
poco, fue cambiando a medida que los cultivos introducidos por los españoles iban
floreciendo. Una vez conquistados los pueblos indígenas, los españoles comenzaban un
proceso de colonización y asentamiento sobre su territorio, con el propósito de explotar las
minas cercanas. Para tener éxito en su asentamiento, los conquistadores, sometían a la
población y los obligaban a trabajar sus tierras (Carrasquillo, 2019).

De esta manera, los españoles garantizaban el control sobre las tierras conquistadas. Sin
embargo, el decaimiento de la población indígena, a causa de enfermedades ocasionadas
principalmente por animales y transmitida por los colonos a los aborígenes; obligó a los
españoles a repoblar los territorios, introduciendo población negra esclava, o trayendo
europeos que repoblaran la región. Adicional a esto, los españoles comenzaron a mezclarse

3
Con el fin de lograr un mayor espacio en la ganadería extensiva, se usaron prácticas de quema y tala de
árboles selváticos, que dificultan el asentamiento español en los territorios mayormente selváticos (Historia
Universal, s.f).
con la población indígena, con el fin de mantener una población joven, que pudiese trabajar
las minas y las tierras nuevas.

Con el proposito de mantener las colonias, la corona española comenzó con una serie de
concesiones de tierras, a todos a aquellos españoles, que emprendieran la aventura hacia el
nuevo mundo. Esto facilitó la exploración de nuevas tierras e incentivo a la repoblación de
los nuevos territorios. Sin embargo, la corona española daba estos títulos, en forma de
concesión, con el compromiso de que se asentaran en el territorio, lo repoblaran e instauraran
asentamientos con las características católicas de la época4.

Dichas concesiones, consistían en contratos sobre la propiedad privada, el aprovechamiento


de la tierra y como debían estar asentados los pueblos. El conquistador de un territorio debía
señalar una zona con 4 leguas de tierra por cada lado y dividirlo de la siguiente manera.

“El fundo legal, o casco de la población; b) Los ejidos que era una zona aledaña a la anterior
destinada al uso común de los habitantes de la población, para tener en ellos animales
domésticos; c) Las dehesas, zonas contiguas a los ejidos, destinadas para ganado de levante o
de ceba, pero de uso común para los pobladores; d) Los propios, una especie de propiedad
fiscal del Cabildo, con el objeto de arrendarlos o utilizarlos como fuente de entrada para los
gastos de administración; e) Las tierras de repartimiento, que son las que quedaban después de
haberse señalado las anteriores y se destinaban para ser repartidas en propiedad a los primitivos
pobladores” (Machado, 2009)”.

Los límites de la propiedad eran establecidos por la corona, al considerar las tierras
colonizadas como propiedad de la real audiencia española. Se fijaban su aprovechamiento y
sus cultivos. Se acordaban los solares de cincuenta pies de ancho y cien de largo, cien
fanegadas debían dedicarse a la labor de trigo o cebada, diez a maíz y ocho para otras plantas
cultivables. Las tierras de pastoreo debían contener 10 puercas de vientre, veinte vacas, 5
yeguas, 100 ovejas, y una caballería. De esta manera, se concebían las llamadas haciendas
(Machado, 2009)5.

Este proceso de otorgamiento de tierras correspondía a una política de repoblación del


territorio, cuyas normas establecía la corona, con el fin de mantener sus colonias e incentivar
a la población a asentarse sobre nuevas tierras. Ante la iniciativa de la corona, y los conflictos
con los indígenas locales, la real audiencia, creó figuras como la encomienda, para mantener
control sobre sus tierras. Se buscaba principalmente, el descubrimiento de nuevas rutas más
beneficiosas y el mantenimiento del comercio con otras regiones (Carrasquillo, 2019).

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Las Colonias españolas, se conformaban principalmente de una iglesia, un mercado, y a su alrededor casas
para los habitantes de las villas.
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Otras de las capitulaciones, contenían la desecación de lagunas, para el aprovechamiento de la tierra o la
explotación de tesoros que contuviera en su interior. También estipulaban la exploración de volcanes y
minas que pudiesen ser explotadas para la extracción de recursos (Machado, 2009).
Finalmente, el establecimiento español cambió el panorama indígena conocido para la época.
Sus dinámicas de colonización e introducción de productos ajenos a su cultura, iba
acompañado de imposiciones religiosas, culturales e idiomáticas. De esta manera, poco a
poco, se fue transformando el horizonte nativo, por ciudades típicamente coloniales. Donde
se lograron establecer los pueblos españoles, repoblando nuevamente el territorio y aplicando
sus costumbres locales.

En conclusión, la introducción de nuevos animales y plantas a la región americana facilitó el


establecimiento de los conquistadores y nuevos colonos españoles; además, de cambiar la
forma en cómo se encontraban establecidos los pueblos indígenas, su alimentación y forma
de vivir. A medida que se lograron instaurar y asentar las nuevas poblaciones, se comenzaron
a generar dinámicas de cambios nutricionales y poco a poco, la población nativa empezó
adoptar las prácticas de consumo típicas, de la región europea. Logrando así, un cambio en
la perspectiva aborigen e instaurándose hábitos nutricionales ajenos a la cultura local.

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