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CAMBIO MUSICAL Y RESISTENCIA CULTURAL EN LOS ANDES CENTRALES DEL PERÚ

Una de las opiniones más difundidas acerca de los efectos de la modernización sobre la música
tradicional es que aquella es el comienzo del fin para la tradición, constituyéndose en una barrera
implacable para su continuidad.

La creencia común y simplista acerca de la modernidad, no permite comprender la variedad de


respuestas culturales que surgen cuando las comunidades rurales confrontan un proceso de
integración dentro de un contexto nacional más amplio. El principal propósito de este artículo no
es el de discutir el tema del cambio musical a un nivel teórico sino más bien el de presentar un
estudio de caso relacionado con un contexto especifico.

El caso del Valle del Mantaro en los Andes centrales peruanos es útil y particularmente importante
para nuestro caso, porque esta región, más que ninguna otra, sobre llevó, a inicios de este siglo,
los efectos de la urbanización y la modernización. La premisa metodológica central de este artículo
es que las causas para estas peculiares y variadas respuestas de resistencia cultural en el Perú
central, se deben encontrar no solamente en el nivel de la música en si misma sino también en la
particular evolución social y económica del campesinado del valle y en la manera específica en que
la región se articula dentro del contexto nacional.

El cambio musical en el valle del Mantaro surge como un proceso que reafirma los valores
tradicionales en el lugar de convertirse en la razón de su extinción. También aparece como la única
manera por la cual los elementos básicos de la tradición musical pueden atreverse a persistir en el
Perú moderno. Si la cultura musical tradicional no cambiara, desaparecería sin duda alguna bajo
las fuerzas del mercado moderno y de la economía nacional. El cambio musical es por lo tanto una
importante estrategia a través de la cual la tradición musical puede transformar y adaptar sus
formas y estilos externos a un nuevo contexto.

La región, la población.

El valle del Mantaro se encuentra en el departamento de Junín, en los Andes centrales del Perú. El
área, situada aproximadamente a 300Km. De la ciudad de Lima, comprende tres provincias: Jauja,
Concepción y Huancayo. Está rodeado por dos cordilleras: la Occidental y la Central; tiene
aproximadamente 60km. De largo y una altitud de entre 3,000 y 3,500 msnm. Su economía se
basa primordialmente en la agricultura, que es muy productiva y en la ganadería. La región del
Valle del Mantaro, no solamente se refiere al valle en sí mismo, sino también a sus zonas
altiplánicas.

La región está habitada por unos 530,437 habitantes, de los cuales 96,708 residen en la ciudad de
Huancayo, el principal centro urbano y comercial del valle.

El valle del Mantaro ha experimentado un cambio social y económico muy intenso desde los
inicios del presente siglo. Arguedas ha señalado 4 factores principales en este proceso:
1.- La existencia de grandes centros mineros n zonas vecinas que constituyen polos de desarrollo y
migración.

2.- La construcción, a principios de siglo, del ferrocarril central y de la carretera que une el valle
con la ciudad de Lima

3.- La proximidad del valle del Mantaro con la ciudad capital del país.

4.- Su riqueza agrícola y la ausencia de un sistema feudal de hacienda en la región.

Desde fines del siglo XIX, los sectores campesinos asociados a una cultura indígena, comenzaron a
experimentar las repercusiones de los cambios socio-culturales que afectaron a la región.

El campesinado del valle, puede ser categorizado actualmente como mayoritariamente mestizo.
Se ha adaptado armónica y exitosamente a un mundo cambiante en el que el comercio, la
migración y la industrialización son fenómenos cotidianos.

Una diferencia fundamental es que mientras los distritos de la parte baja del Valle han sido los
más beneficiados por los procesos de urbanización, las comunidades de altura mantienen un
estatus más tradicional, debido quizás a su relativo aislamiento de las ciudades de Huancayo y
Jauja, el trabajo ritual y comunal, por ejemplo, está más vivo en los pueblos de altura que en los
distritos de la llanura ribereña. Asimismo, el sistema de fiestas aparece en su mejor forma en los
distritos de la parte baja, mientras que en las comunidades de altura, que tienen generalmente
menores recursos económicos, el sistema de fiestas mantiene un perfil bajo.

Ellos han experimentado a un ritmo más lento los efectos de la urbanización y de la modernización
y, consecuentemente, han mantenido algunas tradiciones musicales y culturales que en los
distritos de l parte baja del valle ya han desaparecido. La oposición entre una música mestiza y una
indígena ha guiado durante décadas la interpretación de la música andina como un todo, mientras
el campesinado del valle del Mantaro es predominantemente mestizo, hay algunas expresiones
musicales en la región que no se podrían describir adecuadamente como tales.

Este es el caso, por ejemplo de la música ritual y comunal. Tres niveles diferentes de actividad
musical pueden distinguirse en el valle del Mantaro:

1.- Expresiones musicales que pueden ser vistas como una continuación de modelos prehispánicos
y coloniales que han resistido el cambio externo, refugiados dentro del contexto de la comunidad
cerrada y del ritual.

2.- Manifestaciones musicales que son recreaciones mestizas de tradiciones regionales


desarrolladas dinámicamente por el sistema de fiestas.

3.- Nuevos estilos musicales que se han desarrollado de los niveles anteriores que tienen a la
ciudad capital de Lima como su principal centro de actuación y a los medios radicales y
discográficos como sus vehículos de comunicación más importante.
Música y ritual

El ritual ha sido definido como cualquier clase de comportamientos formalizado. El ritual en el


valle del Mantaro que coincide con esta definición es la marcación de los animales o herranza, un
evento privado vinculado a la fertilidad animal y el wamani, una deidad andina asociada a las
montañas. Según las creencias él es el dueño de las cosechas y del ganado de la región y de los
campesinos que creen en él lo respetan y le temen. La creencia en el wamani no es, sin embargo,
universal. En el valle del Mantaro no todos sus habitantes creen en su existencia. La herranza tiene
lugar cada 25 de julio. El rol de la música en el ritual es de una importancia suprema. Cada paso de
la ceremonia tiene una música especial, y la música es un elemento esencial del evento.

El ritual se puede dividir en dos partes: la víspera y la marcación propiamente dicha. Después de
las ofrendas al wamani la familia convocante y sus invitados procedes a preparar la mesa ritual. En
uno de estos tiene lugar el koka kintu. Una cantidad específica de hojas de coca rotas. Cada una
representa una cantidad previamente designada de ganado. Los participantes deben encontrar el
número esperado de hojas que satisfaga los requisitos para aquel año. Si ellos no pueden
encontrar el número adecuado, se cree y se predice que el ganado no va a tener un buen año.

En algunas comunidades tiene lugar una ofrenda al wamani antes de la iniciación de la víspera.
Este pago es realizado por el jefe de la familia que va a la montaña, donde supuestamente vive el
wamani, y le ofrece sus productos a cambio de su protección. La música y el ritual, en el caso de la
herranza, son indivisibles, pues a cada periodo del ritual le corresponde una clase específica de
música o tonada.

Los músicos de la herranza son generalmente de las comunidades altas del valle. En los distritos de
la zona baja, el ritual persiste pero pocos intérpretes conocen como ejecutar esta música. Estas
familias, por lo tanto, contratan a músicos, a un costo relativamente elevado, de las comunidades
altas para que actúen en sus propios rituales. La herranza, por lo tanto, es una unidad de sonido y
acción en la cual la música existe como parte integrante del ritual.

Se acerca, el propietario de un wakrapuku debe “preparar” el instrumento por haber permanecido


guardado un año entero. El estilo musical también es único y adscrito solamente a esta ceremonia.
Ninguna sección de la herranza tiene lugar sin música. Absolutamente todas las partes del evento
corresponden a una pieza musical que no tiene un título especial.

La música de la herranza en el valle del Mantaro ha resistido al cambio a pesar de su carácter


religioso ritual que aparentemente lo hubiera hecho un blanco vulnerable fácilmente aniquilable
ante los avances de la modernidad.

Merriam argumenta que la música ritual o religiosa, por ejemplo, no podría cambiar sin alterar a
otros aspectos del ritual mismo. En la práctica de la vida cotidiana en el valle, parece no haber
contradicción entre modernidad y creencias tradicionales.
Música y el ciclo vital

En el valle del Mantaro el único evento ceremonial que conmemora una fase del ciclo vital con una
música especial como parte de su estructura, es el funeral. El bautismo y el corta pelo han
desaparecido, y la música tradicional para el matrimonio ha evolucionado hacia un estilo mestizo
interpretado por la orquesta típica. En esta ocasión la música consiste en huaynos y mulisas,
géneros musicales libres de limites contextuales que son usualmente interpretados en el valle del
Mantaro.

La música funeraria ha permanecido más ligada a sus medios expresivos tradicionales, retenidos
por los responderos, cantores especializados que ofrecen sus servicios durante el año entero para
funerales pero especialmente para el 2 de noviembre, día de los muertos.

Música y sistema de fiestas

El sistema de fiestas es uno de los más importantes contextos interpretativos para la música
tradicional en el valles del Mantaro. Algunas expresiones musicales específicas aparecen
solamente en el complejo de la fiesta: las danzas-drama y sus contrapartes musicales. El
calendario festivo anual del valle del Mantaro está distribuido equitativamente durante el año a
través de sus numerosos distritos y pueblos.

Existen dos grupos instrumentales fundamentales en el sistema de fiestas: la orquesta típica y la


banda de música.

La orquesta típica incluye saxofones, clarinetes, violines, y un arpa diatónica. El violín y el arpa
fueron introducidos en los Andes durante los tiempos coloniales, pero los primeros saxofones y
clarinetes llegaron al valle a principios del siglo XX.

El repertorio festivo de una orquesta consiste actualmente de música para danzas-drama y para
las numerosas ceremonias y eventos que ocurren dentro del complejo festivo.

La banda por otro lado, incluye instrumentos típicos tales como trompetas, trombones, tubas,
tambores y platillos. En el valle del Mantaro los saxofones y los clarinetes también suelen ser
incluidos. La banda de música fue introducida en los Andes peruanos alrededor de la segunda
década del siglo veinte como un resultado directo del servicio militar obligatorio.

La música en el sistema de fiestas ha experimentado un intenso proceso de cambio desde


comienzos del siglo, siendo el proceso más impactante la incorporación de instrumentos
europeos.
Del ritual a la fiesta: Las tendencias del cambio musical.

Las actividades musicales en el nivel de la comunidad rural son principalmente de un carácter


ritual, como la música de la herranza, de trabajo comunal, y de los momentos específicos del ciclo
vital del campesinado. Muchas de estas expresiones musicales, han sido extraídas de sus
contextos originales, las expresiones musicales más populares del valle logran acceder a la
industria disquera.

Hay muchos ejemplos que podrían ilustrar este proceso. El Wayllarsh, por ejemplo, originalmente
un ritual agrícola, comenzó a ser dramatizado e interpretado durante las festividades del carnaval
en los pueblos y distritos del valle. Como hemos visto la música de la marca de animales, o
herranza, solo se ejecuta durante esta ceremonia.

Los géneros musicales más populares son dos: el huayno y en menor grado la muliza.

Resumen y Conclusiones

El principal objetivo de este trabajo ha sido el de demostrar que el encuentro en los Andes
centrales del Perú entre el capitalismo y la música tradicional no ha sido necesariamente fatal para
esta última. El estudio de caso presentado aquí nos ha permitido mostrar como el campesinado de
un área andina específica puede experimentar un intenso proceso de inserción en la economía
nacional de mercado sin abandonar sus lazos con la tierra, el pueblo y su herencia cultural y
musical.

La música, para los diferentes tipos de labor comunal en el valle, ha resistido el cambio, pero en
este proceso se han cerrado ellas mismas a nuevas opciones de existencia.

Se puede concluir que los factores materiales no pueden explicar por ellos mismos los complejos
procesos del cambio musical en los Andes centrales del Perú.

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