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Tribunal Constitucional Plurinacional

SENTENCIA CONSTITUCIONAL 0190/2007-R


Sucre, 26 de marzo de 2007

Expediente: 2006-13795-28-RAC
Distrito: La Paz
Magistrada Relatora: Dra. Martha Rojas Álvarez

En revisión la Resolución 014/06-SSA-I, de 24 de abril de 2006, cursante de fs. 193 a


194 vta., pronunciada por la Sala Social y Administrativa Primera de la Corte Superior
del Distrito Judicial de La Paz, dentro del recurso de amparo constitucional
interpuesto por Freddy Oscar Gallinati Valdez y Miriam La Fuente de Gallinati
contra Carlos Jaime Villarroel y Blanca Alarcón de Villarroel, Vocales de la
Sala Penal Tercera y Betty Yañiquez Lozano, Jueza Séptima de Instrucción
en lo Penal, alegando la vulneración de los derechos a la seguridad jurídica, a la
defensa y al debido proceso, previstos en los arts. 7 inc. a) y 16.II y IV de la
Constitución Política del Estado (CPE).

I. ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURÍDICA

I.1. Contenido del recurso

I.1.1. Hechos que motivan el recurso

Por memoriales presentados el 12 y 19 de abril de 2006 (fs. 154 a 160 y 162 a 164
vta.), los recurrentes aseveran que dentro de la denuncia interpuesta por Nelson Franco
García y Ana María Ovando de Franco en su contra, la Fiscal Jhilka Hinojosa emitió
imputación formal por presunta comisión de los delitos de estafa y estelionato previstos
en los arts. 335 y 337 del Código Penal (CP), originada en un contrato de anticresis
formulada por los anticresistas esposos Franco, sobre un inmueble ubicado en la
Urbanización Auquizamaña 10 de la Zona de Calacoto; por lo que en tiempo oportuno
opusieron excepción de extinción de la acción por prescripción al haber transcurrido
más de 5 años de la supuesta comisión delictiva y, en aplicación de los arts. 27 inc. 8),
19 inc. 2), 30 y 31 del Código de Procedimiento Penal (CPP) e interponiendo a su vez,
incidente de falta de tipicidad por no adecuarse los hechos al tipo penal descrito en el
art. 335 del CP, es decir, de estafa; a cuya consecuencia, la excepción fue resuelta por
la Jueza recurrida mediante Resolución 139/2005 de 11 de mayo, sin realizar un
adecuado estudio de antecedentes y menos hacer correcta aplicación de preceptos
legales, por lo que declaró improbada la excepción citada y omitiendo resolver el
incidente de falta de tipicidad suscitado; ante los agravios sufridos interpusieron
apelación incidental, que fue concedida y remitida a la Sala recurrida, quienes dictaron

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la Resolución 216/2005 de 9 de septiembre, declarando inadmisible el recurso y
manifestando que la estafa es un delito continuado con pluralidad de acciones y con
unidad en la lesión del bien jurídico tutelar, por lo que debido a la venta de una
fracción de terreno no habría operado la prescripción de los delitos de estafa y
estelionato.

Señalan, que se habrían vulnerado sus derechos, al establecer que la estafa es un delito
continuado porque luego del contrato principal procedieron a gravar el inmueble el año
2001 y, que posteriormente vendieron una parte del mismo, tipificándose las conductas
antijurídicas los años 2001 y 2002, por lo que no se habría operado la prescripción al
no transcurrir los 5 años que exige el art. 101 del CP, modificado por el art. 14 inc. b)
de la Ley 2033, de 29 de octubre de 1999. Sin embargo, los delitos tipificados son
instantáneos y no continuados por lo que su cómputo debió efectuarse a partir de la
media noche en que fueron cometidos; sin embargo, las autoridades recurridas
valoraron erróneamente la prueba y se alejaron de los principios que rigen dicho acto
procesal, por cuanto del Folio Real remitido por la Oficina de Derechos Reales, se
demuestra que el año 2001, sus personas no realizaron inscripción ni hicieron
gravamen alguno y, que la venta efectuada de una fracción del terreno gravada y a su
vez disuelta no llegaron a alcanzar la eficacia jurídica requerida, por lo que no puede
ser considerada como último acto de hechos que se les imputa.

Agregan, que las autoridades recurridas al emitir la Resolución 139/2005 de 11 de


mayo, por la Jueza Séptima de Instrucción en lo Penal y la Resolución 216/2005 de 9
de septiembre, por los Vocales de la Sala Penal Tercera, se apartaron de las
disposiciones legales aplicables a la materia, habiendo interpretado erróneamente la
clasificación doctrinal de los delitos de estafa y estelionato, así como aplicado
erróneamente los arts. 29, 30, 31 y 32 del CPP referidos al inicio, cómputo y causas de
suspensión e interrupción de la prescripción, consecuentemente, se evidencia que las
autoridades recurridas interpretaron y aplicaron erróneamente las disposiciones legales
sustantivas y adjetivas ya que efectuando una correcta interpretación de las normas en
aplicación de los principios doctrinales se establece que los delitos de estafa y
estelionato son delitos instantáneos, por otra parte dichos delitos tienen prevista una
pena máxima de privación de libertad de 5 años y por lo tanto prescriben en 5 años;
por lo que el término de la prescripción se debe computar a partir de la media noche en
que se cometieron los supuestos delitos, es decir el 10 de diciembre de 1997, fecha de
suscripción del contrato de anticresis, habiendo transcurrido hasta la fecha más de 8
años y 4 meses, lapso de tiempo que conlleva a la extinción de la acción penal
conforme establece el art. 27.8 del CPP; situación por la que interponen el presente
recurso.

I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados

Consideran lesionados los derechos a la seguridad jurídica, a la defensa y a la garantía


al debido proceso previstos en los arts. 7 inc. a) y 16.II y IV de la CPE.

I.1.3. Autoridades recurridas y petitorio

El recurso se interpone contra Carlos Jaime Villarroel y Blanca Alarcón de Villarroel,


Vocales de la Sala Penal Tercera y Betty Yañiquez Lozano, Jueza Séptima de Instrucción

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en lo Penal del Distrito Judicial de La Paz, solicitando se declare procedente el recurso
de amparo constitucional y se revoque la Resolución impugnada y a su vez, se
disponga la extinción de la acción penal de los delitos imputados y consiguiente archivo
de obrados, con costas.

I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de amparo constitucional

Efectuada la audiencia pública el 24 de abril de 2006, en ausencia del representante del


Ministerio Público, según consta en el acta de fs. 190 a 192, se produjeron los
siguientes actuados:

I.2.1. Ratificación del recurso

El abogado de los recurrentes, ratificó in extenso el contenido de su demanda.

I.2.2. Informe de las autoridades recurridas

Los Vocales recurridos, adjuntando el informe de fs. 169 a 170 vta., señalan lo que
sigue: a) En el Código Penal no existe una norma que clasifique los delitos de estafa y
estelionato como delitos de consumación instantánea; b) No es cierto que la estafa se
consume cuando se obtuvo el beneficio económico y que el estelionato, cuando se
produce la enajenación. La estafa es un delito doloso que requiere de maniobras,
artificios, engaños que se van dando en el tiempo y en el espacio, que se objetivizaron
en los siguientes actos: 1) Suscripción del contrato de anticrético de 10 de diciembre de
1997, en ese momento no existía ningún problema, porque el bien no estaba gravado y
menos se había dispuesto del mismo, de tal manera que no puede sostenerse
válidamente que a las cero horas del día siguiente comenzó a correr el término de la
prescripción, en esa fecha se dio únicamente el inicio del iter criminis; 2) Luego se fue
desplegando la conducta antijurídica al gravarse el inmueble con una hipoteca a una
entidad bancaria como el Banco de La Paz, afectando el valor económico del inmueble,
poniendo en riesgo el capital entregado por los acreedores anticresistas, toda vez que la
hipoteca constituye una garantía real no pignoraticia que confiere al acreedor el derecho
de hacer vender la cosa; 3) La estafa y el estelionato se consumaron el año 2002, fecha
en que se procedió a vender parte del inmueble, porque en ese momento fue cuando
un bien dado en garantía a los anticresistas fue enajenado, vulnerando los derechos del
acreedor anticresista, quien obviamente se ve gravemente perjudicado, al no poder
obtener la recuperación del capital entregado. En consecuencia, los delitos de estafa y
estelionato terminaron de consumarse en el momento de la venta y no en el momento
de la suscripción de la anticresis, de tal manera que no se puede aplicar el art. 101 del
CP modificado por el art. 14 inc. b) de la Ley 2033 concordante con el art. 29.2 del
CPP; c) La venta efectuada a Sergio Bruno Arcaya Ríos quedó sin efecto por una
supuesta resolución, es una cuestión que nada tiene que ver con la prescripción de la
acción penal, sino una cuestión de fondo que debe ser valorada en sentencia por el juez
natural; d) no es cierto que en la Resolución pronunciada por este Tribunal se haya
aplicado suspensión o interrupción de la acción penal, siendo únicamente el cómputo
del tiempo y en que momento se consideran legítimamente consumados los delitos de
estafa y estelionato; e) Al no existir fundamento jurídico, sino simples citas de normas
jurídicas, así como citas de autores, porque no está en duda en que momento comienza
a correr la prescripción, sino en que momento se consumó el delito de estelionato y
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estafa, que no puede ser otro que, en el momento en que el deudor propietario vende
el bien que había dado en anticresis, consecuentemente no hay conculcación a los
derechos del recurrente, que además ni siquiera están explicados en el recurso, dado
que simplemente existe una mención, solicitan se declare improcedente el presente
recurso.

Por su parte, la Jueza correcurrida presentando el informe que cursa de fs. 175 a 176,
señala lo que sigue: i) Cursa la imputación formal contra los ahora recurrentes por los
delitos de estafa y estelionato, con la relación de hechos amparada en elementos
probatorios. El 10 de diciembre de 1997, los querellantes tomaron un inmueble en
Auquizamaña en contrato anticrético entregando a los propietarios -ahora recurrentes-
la suma de $us45 000.- (cuarenta y cinco mil dólares estadounidenses); sin embargo,
cuando se cumplió el término de los tres años, los querellantes, el año 2000, solicitaron
la devolución de dicho monto, aspecto que los imputados -recurrentes- hasta la fecha
en que se dictó el Auto 139/2005 de 11 de mayo, no cumplieron, señalando por el
contrario que no existía gravamen sobre el inmueble motivo de la anticresis y
posteriormente se pudo establecer lo contrario; ii) En el presente caso se puede
establecer que hubo un conjunto de actos orientados a obtener una ventaja económica
por cuanto los ahora recurrentes luego de suscribir el contrato de anticresis de 10 de
noviembre de 1997, refinanciaron sus créditos con el Banco de Crédito por la suma de
$us170 000.- (ciento setenta mil dólares estadounidenses) el 9 de junio de 1998 y 10
de septiembre de 1998, otorgando como garantía hipotecaria el mismo inmueble,
acciones que los imputados realizaron después de suscribir el contrato de anticresis con
los anticresistas, procediendo a gravar el inmueble el año 2001 y luego el año 2002
procedieron a vender una parte del inmueble; consiguientemente, no se puede tomar
en cuenta la fecha en que se suscribió el contrato de anticresis; iii) También existen
procesos ejecutivos contra los recurrentes habiéndose embargado el inmueble y que los
querellantes iban a ser desapoderados del inmueble sin recuperar su dinero; iv)
Respecto a las Sentencias Constitucionales a que hacen referencia los recurrentes, no
siempre todos los casos son similares como el presente caso que de ninguna manera se
podía computar el término de la prescripción desde el momento de la suscripción del
contrato anticrético; v) Al existir actos sucesivos al contrato de anticresis de 10 de
diciembre de 1997, los delitos fueron de carácter continuado y los querellantes se
percataron de los ilícitos posteriormente a la suscripción del documento, por lo que mal
podía aplicar la prescripción computando desde la fecha de suscripción del contrato de
anticresis; por lo que no se vulneró los derechos del recurrente.

I.2.3. Intervención de los terceros interesados

Los querellantes por medio de su abogado, en audiencia, señalan que mediante


escritura pública 938/97 de 10 de diciembre de 1997, los recurrentes entregaron en
calidad de anticrético un inmueble por la suma de $us45 000.- a los querellantes,
aclarando que dicha escritura en su cláusula cuarta inherente al plazo se sujetaba al
plazo de tres años, por lo que el monto de dinero debió ser devuelto el 10 de diciembre
de 2000; la parte querellante interpuso la denuncia el 3 de septiembre de 2004, en
consecuencia no se puede invocar ningún tipo de prescripción, finalmente, mediante
escritura pública 717/98 de 31 de agosto de 1998, los recurrentes efectuaron un
préstamo con garantía hipotecaria del Banco de Crédito, no obstante de haber
entregado el mismo inmueble en anticrético el año 1997, incurriendo en otra figura

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delictiva, asimismo mediante escritura pública 438/02, los recurrentes transfirieron y
vendieron una parte del inmueble 160 m2 que correspondían al jardín, manifestando
que esos 160 m2 se mantenían libres de todo gravamen, aspecto totalmente falso, toda
vez que por declaraciones de los propios recurrentes el año 1996, interpusieron
demanda de fusión de partidas de 480 m2 más 160 m2 total que fue entregado en
calidad de anticrético, por lo que solicitan se declare improcedente el presente recurso,
con costas.

I.2.4. Resolución

Por Resolución cursante de fs. 193 a 194 vta., el Tribunal de amparo concede el
recurso y, anuló el Auto de Vista 216/2005 de 9 de septiembre y dispuso que la Sala
recurrida dicte nueva Resolución, con los siguientes fundamentos: a) Las resoluciones
dictadas no admiten otro recurso, por lo que atendiendo la uniforme jurisprudencia
constitucional relacionada al control de las interpretaciones efectuadas y si al momento
de ser dictados los fallos jurisdiccionales ordinarios no se hubieran quebrantado los
principios informadores del ordenamiento jurídico, entre ellos los de legalidad,
seguridad jurídica, igualdad, debido proceso. Es así que del análisis de la forma de los
fallos dictados, especialmente del Auto de Vista 216/05 -ahora impugnado- emitido por
la Sala recurrida, se puede verificar que en una de sus principales conclusiones se hizo
una distinción contradictoria acerca del delito de “estafa” aseverando contundentemente
que se trata de un tipo de delito de ejecución continua, distinto evidentemente al
entendimiento jurisprudencial emitido en diferentes Sentencias Constitucionales por el
Tribunal Constitucional, tales como las SSCC 1190/2001-R,
1790/2004-R,
0111/2006-R y otras que por expresa disposición del art. 44 de la Ley del Tribunal
Constitucional (LTC), son de efecto vinculante y tienen carácter obligatorio, deben ser
cumplidos sin perjuicio dadas las amplias facultades jurisdiccionales de las autoridades
recurridas, para determinar si la prescripción ha sido o no interrumpida y desde cuando
se computa la misma; b) Acerca de la otra excepción planteada que no fue considerada
en los fallos de las autoridades recurridas y, del mismo que hace referencia el informe
de la Sala recurrida, su omisión afecta al debido proceso y la contradicción vertida
igualmente afecta al debido proceso; c) En tanto se regularicen los aspectos advertidos,
la Resolución del Juez a quo aún quedará en suspenso hasta la dictación de un nuevo
Auto de Vista, ya que sus efectos fueron suspendidos; d) En el Auto de Vista
impugnado, se establece vulneración de derechos y garantías constitucionales
establecidas en los arts. 7 inc. a) y 16.II y IV de la CPE.

II. CONCLUSIONES

Del análisis del expediente y de la prueba aportada, se concluye lo siguiente:

II.1. Por escritura pública 938/1997 de 12 de diciembre, se entregó en contrato de


anticresis el inmueble ubicado en la Urbanización Auquizamaña de la Zona
Calacoto de la ciudad de La Paz de propiedad de Freddy Oscar Gallinati Valdez y
Miriam Rosa La Fuente de Gallinati -ahora recurrentes- a favor de los anticresistas
Nelson Franco García y Ana María Ovando de Franco, por el lapso de tres años
computables a partir del 10 de diciembre de 1997 -fecha de suscripción del
contrato de anticresis- (fs. 5 a 7).

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II.2. Por memorial de 27 de julio de 2004, presentado en el mes de septiembre de
2004, Nelson Franco García y Ana María Ovando de Franco interpusieron acción
penal contra Freddy Oscar Gallinati y Miriam La Fuente de Gallinati -ahora
recurrentes- por la presunta comisión de los delitos de estafa y estelionato
tipificados por los arts. 335 y 337 del CP, como emergencia de la suscripción del
contrato de anticresis del bien inmueble de propiedad de los recurrentes, situado
en la Urbanización de Auquizamaña de la Zona Calacoto de la ciudad de La Paz
(fs. 1 a 3 vta.).

II.3. Los ahora recurrentes opusieron ante la Jueza Cautelar, excepción de prescripción
y falta de tipicidad (fs. 11 a 14); a cuya consecuencia, la Jueza Séptima de
Instrucción en lo Penal del Distrito Judicial de La Paz -recurrida- dictó la
Resolución 139/05 de 11 de mayo de 2005, declarando improbada la excepción
de extinción de la acción penal por prescripción interpuesta por los ahora
recurrentes; sin realizar consideración alguna sobre la falta de tipicidad (fs. 27 a
28).

II.4. Por escritura pública 154/2005 de 13 de mayo (fs. 8 a 10), se suscribió acuerdo
transaccional entre los ahora recurrentes con Sergio Bruno Ardaya Reyes
en el que se dejó claramente establecido que su objeto era desistir de cualquier
acción extrajudicial o judicial, sea civil y/o penal y, especialmente de
la querella interpuesta por los señores Franco, siendo que en ningún momento
Sergio Bruno Ardaya se apersonó como víctima querellante o denunciante en contra
de Freddy Gallinati Valdez y Miriam La Fuente de Gallinati, habida cuenta que
fue reparado íntegramente por el daño causado por la suscripción de
escritura pública
438/2002 de 15 de mayo de transferencia de un lote de terreno (fs. 79 a 80).

II.5. El 14 de mayo de 2005, los ahora recurrentes interpusieron recurso de apelación


contra la Resolución 139/2005 (fs. 37 a 44 vta.), radicándose ante la Sala Penal
Tercera - ahora recurrida- (fs. 60 vta.) que el 9 de septiembre de 2005, dictó la
Resolución 216/2005 -ahora impugnada-, confirmando la Resolución 139/2005,
es decir, reafirmando que el delito de estafa no es un delito de ejecución
instantánea sino continuado y que por tanto no se operó la prescripción por
haberse inscrito el inmueble del contrato de anticresis a favor del Banco La Paz el
año 2001 y, al haberse transferido parte de ese; consiguientemente, se declaró
inadmisible el recurso de apelación incidental planteado por los ahora recurrentes
(fs. 62 a 63 vta.); Resolución que fue notificada a las partes el 24 de octubre de
2005 (fs. 64).

III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO

Los recurrentes señalan que las autoridades judiciales recurridas vulneraron sus
derechos a la seguridad, a la defensa y al debido proceso, por cuanto: 1) La jueza
recurrida, sin realizar un adecuado estudio de antecedentes ni de los preceptos legales,
declaró improbada la excepción de extinción de la acción penal por prescripción, y
omitió resolver el incidente de falta de tipicidad que suscitaron; 2) Los Vocales
recurridos, en apelación, declararon inadmisible el recurso, argumentando que la estafa

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es un delito continuado, no habiendo transcurrido cinco años desde el momento en que
cesaron los actos antijurídicos en que incurrieron los acusados, y que el delito de

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estelionato, no sólo se dio al haber suscrito un contrato de anticresis, sino que esa
conducta antijurídica fue reiterada el año 2001; sin considerar que el año 2001 no
realizaron inscripción ni gravamen alguno, que la venta efectuada de una fracción del
terreno no llegó a alcanzar la eficacia jurídica requerida, por lo que no pueden ser
considerados como últimos hechos para realizar el cómputo de la prescripción, y que
los delitos de estafa y estelionato son instantáneos, por lo que su cómputo debió
efectuarse a partir de la media noche en que fueron cometidos, vulnerando de esta
manera las normas aplicables a la materia e interpretado erróneamente la clasificación
doctrinal de los delitos de estafa y estelionato, así como los arts. 29, 30, 31 y 32 del
CPP. En consecuencia, corresponde analizar, en revisión, si tales aseveraciones son
ciertas, y si dan lugar o no a brindar la tutela que otorga el art. 19 de la CPE.

III.1. Sobre el análisis de la interpretación de la legalidad ordinaria

Antes de ingresar al análisis de fondo de la problemática planteada en el


presente recurso, corresponde hacer referencia a la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional sobre la interpretación de la legalidad ordinaria, para determinar
si en el caso analizado corresponde realizar el análisis de la interpretación
efectuada por los jueces ahora recurridos.

En ese cometido, a partir de la SC 1846/2004-R de 30 de noviembre, el


Tribunal Constitucional estableció la línea jurisprudencial que señala que la
interpretación de la legalidad ordinaria es atribución de los jueces y de las
autoridadesadministrativas; sin embargo, en la misma Sentencia se estableció
que compete a la jurisdicción constitucional “(…) verificar si en esa labor
interpretativa no se han quebrantado los principios constitucionales
informadores del ordenamiento jurídico, entre ellos, los de legalidad, seguridad
jurídica, igualdad, proporcionalidad, jerarquía normativa y debido
proceso; principios a los que se hallan vinculados todos los operadores
jurídicos de la nación; dado que compete a la jurisdicción constitucional otorgar la
protección requerida, a través de las acciones de tutela establecidas en los arts.
18 y 19 de la Constitución, ante violaciones a los derechos y garantías
constitucionales, ocasionadas por una interpretación que tenga su origen
en la jurisdicción ordinaria, que vulnere principios y valores constitucionales”.
Siguiendo ese razonamiento, la SC 1917/2004-R, de 13 de diciembre, en su
Fundamento Jurídico III.2, puntualizó que: “(…) toda supuesta inobservancia o
errónea aplicación de la legislación ordinaria, debe ser corregida por
la jurisdicción común a través de los recursos que establece el
ordenamiento; y sólo en defecto de ello, y ante la invocación de infracciones a
las reglas de la interpretación admitidas por el derecho, la jurisdicción
constitucional puede ingresar a verificar si la labor interpretativa desarrollada por
(…) cumplió o no con las reglas de interpretación y si a través de esa
interpretación arbitraria, se lesionó algún derecho fundamental, únicos supuestos que
permiten al Tribunal Constitucional realizar una verificación de la labor
interpretativa de la jurisdicción común (…)”.
Posteriormente, la SC 0085/2006-R de 25 de enero, determinó que la
jurisdicción constitucional le compete, “…en los casos en que se impugne tal
labor como arbitraria, insuficientemente motivada o con
error evidente, el estudio, dentro de las acciones de tutela, de la
decisión
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impugnada, a los efectos de comprobar si la argumentación jurídica en la que
se funda la misma es razonable desde la perspectiva constitucional
-razonamiento que debe ajustarse siempre a una interpretación conforme a la
Constitución- o si por el contrario, se muestra incongruente, absurda o ilógica,
lesionando con ello derechos fundamentales o garantías constitucionales”
(las negrillas son nuestras).
En el caso analizado, el recurrente cuestiona la interpretación que realizaron las
autoridades judiciales recurridas de los arts. 30 del CPP, 335 y 337 del Código
Penal (CP), al considerar que se apartaron de los principios doctrinales sobre
los delitos de estafa y estelionato que establecen que son delitos instantáneos y
no continuados y que, por tanto, debieron computar el término de la
prescripción desde la media noche en que se cometieron los supuestos delitos,
es decir, desde el 10 de diciembre de 1997, fecha de suscripción del contrato
de anticresis, habiendo transcurrido hasta fecha más de 8 años, es decir que se
sobrepasó el término previsto en el art. 29 inc. 2) del CPP para la prescripción
de los delitos de estafa y estelionato.
Añaden que además, existió error por parte de los recurridos al considerar
hechos ocurridos el 2001 por los cuales habrían gravado el inmueble objeto de
la litis, y que el año 2002 vendieron una fracción del mismo, cuando en el
primer caso, se demuestra que el año 2001 no se realizó la inscripción de
ningún gravamen, y que la venta realizada el año 2002 no guarda relación con
el proceso penal seguido por los querellantes, ya que sus intereses en ningún
momento fueron afectados.

En consecuencia, encontrándose el caso analizado dentro de los supuestos


señalados en la jurisprudencia precedentemente glosada, corresponde ingresar
al análisis de fondo de la problemática planteada.

III.2. Contexto jurisprudencial sobre la prescripción de la acción penal


La jurisprudencia constitucional contenida en la SC 0023/2007-R, de 16 de enero,
ha establecido los lineamientos generales sobre la prescripción de la acción
penal, sus fundamentos y la forma de cómputo del término previsto en los arts.
29 y 30 del CPP, conforme a lo siguiente:
“- Fundamento
De acuerdo a la doctrina, la prescripción se traduce en los efectos que
produce el transcurso del tiempo sobre el ejercicio de una determinada
facultad. Esta definición, aplicada al ámbito penal, significa la expresa renuncia
por parte del Estado del derecho a juzgar debido al tiempo transcurrido.
Conforme a ello, es el propio Estado el que, a través de la norma penal
(procesal o sustantiva, según las legislaciones), establece los límites de
tiempo en que puede ejercer la persecución penal. La actividad represiva del
Estado no puede ser ejercida de manera indefinida, ya que al hacerlo se
quebrantaría el equilibrio que debe existir entre la función de defensa de la
sociedad y la protección de derechos y garantías individuales.
Tradicionalmente se ha fundamentado la prescripción en diferentes razones,
unas de tipo subjetivo, vinculadas a los cambios que el tiempo opera en la
personalidad del delincuente, que determinan la desaparición de
su peligrosidad para la sociedad; otras consideradas objetivas y de utilidad
social, que señalan que con el transcurso del tiempo desaparece la alarma social
y no
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existe necesidad de prevención general; aquellas de orden procesal que
sostienen que existen dificultades en la recolección de elementos probatorios
para determinar la culpabilidad o inocencia del presunto autor. También se
han aducido razones de política criminal, en sentido que el castigo impuesto
mucho tiempo después de la comisión del hecho no alcanza los fines de la
pena (prevención especial y prevención general, positiva y negativa), careciendo, en
consecuencia, su imposición de razón de ser; así como razones jurídicas, que
inciden en la necesidad de eliminar la incertidumbre en las relaciones jurídicas
y la desaparición de la intranquilidad causada por el delito.
Si bien los anteriores fundamentos son válidos, actualmente la prescripción
debe fundamentarse desde la Constitución, en la medida en que este instituto
está íntimamente vinculado con los principios, valores, derechos y garantías
constitucionales, fundamentalmente la garantía del debido proceso,
la prohibición de indefensión y el derecho a la seguridad jurídica.
Así, respecto al derecho a la defensa, es innegable que si pese al
tiempo transcurrido, la acción penal se dirigiera contra el supuesto
culpable, llegando inclusive a imponerse una pena, se produciría una grave
indefensión, pues los medios de defensa de los que podría servirse el imputado,
o ya no existirían o se encontrarían debilitados, corriéndose el riesgo de
condenar a un inocente por el tiempo transcurrido. En síntesis, el transcurso
del tiempo incrementa el riesgo del error judicial, por encontrarse debilitadas las pruebas
de la defensa.
A su vez, el derecho a la defensa se encuentra conectado con la seguridad
jurídica, derecho que se garantiza al evitar que se celebren procesos que
no gozan de las mínimas garantías que permitan obtener una sentencia justa y
que ocasionarían lesión a la garantía del debido proceso.
De lo dicho se desprende que la prescripción sirve también para compeler a
los órganos encargados de la persecución penal, y a la misma
administración de justicia penal, a resolver de forma rápida y definitiva
el ilícito que se ha cometido; combinándose, entonces, la
necesidad de una justicia pronta y efectiva (art. 116.X de la CPE), como
garantía de la sociedad, y un debido proceso, como garantía del
imputado (art. 16.IV de la CPE), que a su vez precautele sus derechos a la
defensa (art. 16.II de la CPE) y a la seguridad jurídica (art. 7.a de CPE).
- Cómputo de la prescripción.
El art. 29 del CPP determina los plazos para la prescripción de la acción
penal, atendiendo al máximo legal de la pena privativa de libertad
(presidio o reclusión) prevista para los distintos tipos penales establecidos en
el Código penal. Los términos señalados en esa norma, de acuerdo al art.
30 del CPP, empiezan a correr desde la media noche del día en que se
cometió el delito o en que cesó su consumación, y pueden interrumpirse por
la declaratoria de rebeldía del imputado, como se analizará posteriormente, y
suspenderse en los siguientes casos previstos en el art. 32 del CPP:
1. Cuando se haya resuelto la suspensión de la persecución penal y esté vigente
el periodo de prueba correspondiente (suspensión condicional de la pena).
2. Mientras esté pendiente la presentación del fallo que resuelva las cuestiones
prejudiciales planteadas.
3. Durante la tramitación de cualquier forma de antejuicio o de la conformidad
de un gobierno extranjero de la que dependa el inicio del proceso; y,
4. En los delitos que causen alteración del orden constitucional e impidan el
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ejercicio regular de la competencia de las autoridades legalmente
constituidas, mientras dure ese estado.

Ahora bien, de acuerdo a nuestra norma procesal, sólo esas causales


suspenden la prescripción; en consecuencia, fuera de ellas, la prescripción
continúa corriendo, independientemente de que se hubiera iniciado o no la
acción penal correspondiente, lo que sin duda marca una clara diferencia con la
anterior normativa sobre el particular, que en el art. 102 del Código penal
establecía que la prescripción se interrumpía con el inicio de la instrucción penal
y se la computaba nuevamente desde la última actuación que ésta registrara.

Efectivamente, el anterior sistema procesal, permitía la prolongación indefinida


de los procesos y el sometimiento del imputado a la exclusiva voluntad del
Ministerio Público y/o del querellante, quienes, de manera arbitraria, podían
hacer abandono del proceso penal y reactivarlo después de mucho tiempo, sólo
con la finalidad de evitar la prescripción, lo que determinaba la constante
zozobra del imputado y la vulneración de sus derechos y garantías,
fundamentalmente del derecho a la seguridad jurídica.

El nuevo Código de procedimiento penal, conforme se tiene dicho, cambia


radicalmente el sistema anterior, puesto que no establece entre sus causales de
interrupción o prescripción de la acción penal, el inicio de la acción penal;
consecuentemente, es posible interponer esta excepción en cualquier momento
del proceso, conforme ha quedado establecido en la jurisprudencia del Tribunal
contenida en la SC 1510/2002-R, que de manera expresa determinó que la
denuncia no constituye causal de interrupción o suspensión de la prescripción al
no estar contemplada en los arts. 29 y 31 CPP. Entendimiento que fue
reiterado en la SC 187/2004-R, en la que se determinó que “…para la
interrupción o suspensión de la prescripción, necesariamente tienen que
presentarse uno de los supuestos descritos, entre los que no se encuentra el
inicio de la acción penal, debiendo contarse el plazo desde el día en que
supuestamente se consumó el delito, sin interrupción.”. En similar sentido se
ha pronunciado la SC 101/2006-R”.

III.3. Clasificación de los delitos por el momento de consumación y la


duración de la ofensa al bien jurídico.

La jurisprudencia del Tribunal Constitucional contenida en la SC 1190/2001-R,


de 12 de noviembre, hizo referencia a la clasificación de los delitos por la
duración de la ofensa al bien jurídico, señalando, entre ellos a los tipos
instantáneos y a los tipos permanentes, conforme al siguiente entendimiento:
“En los delitos instantáneos, la ofensa al bien jurídico cesa inmediatamente
después de consumada la conducta típica (Ej. El delito de homicidio); en
cambio, en los delitos permanentes, la actividad consumativa no cesa
al perfeccionarse la acción típica sino que perdura en el tiempo, de modo
que todos los momentos de su duración, se imputan como consumación de
la acción delictiva”.

Posteriormente, la SC 1709/2004-R, 22 de octubre puntualizó aún más la

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diferencia entre delitos instantáneos y permanentes, al determinar que: “(...) en
función a la duración de la ofensa al bien jurídico vulnerado, los hechos ilícitos
se dividen en delitos instantáneos, que -como se tiene referido en la Sentencia
constitucional citada precedentemente- son aquellos que con la sola realización
de la conducta, acción u omisión, por el sujeto activo quedan realizados o
tipificados, sin que se requiera acción posterior para su continuidad o vigencia.
Los delitos permanentes, son los que se caracterizan porque el hecho que los
constituye o realiza da lugar a una situación dañosa o de peligro, que se
prolonga en el tiempo a causa de la continuidad del comportamiento del
sujeto. Para la existencia de estos delitos, es necesario que el estado
dañoso o de peligro, provenga de la conducta del sujeto activo de
manera continua, es decir, que no se agote en un solo instante, sino
que prosiga durante determinado tiempo; y que la prórroga de la situación
antijurídica se deba a la e x c l u s i v a conducta voluntaria del suj
eto, que prosigue con e l l a ininterrumpidamente después de la
realización del hecho que constituye el delito. Sin embargo, la doctrina
también considera dentro de esta clasificación a los delitos instantáneos con
efectos permanentes, que son aquellos cuya conducta destruye o
disminuye el bien jurídico tutelado, en forma instantánea, en un solo momento,
pero permanecen las consecuencias nocivas del mismo”.

Conforme a la jurisprudencia glosada precedentemente, en los delitos


instantáneos, la acción coincide con el momento de consumación del delito, en
tanto que en los delitos permanentes, la consumación del delito se prolonga en
el tiempo. Ambos tipos de delitos están previstos, de manera indirecta en el
art. 30 del CPP, cuando la norma que establece el momento desde el cual
empieza a computarse el término de la prescripción. Así, para los delitos
instantáneos, el cómputo se inicia desde la media noche en que se cometió el
delito, y para los permanentes, desde que cesó su consumación.

Ahora bien, en la doctrina, además de los delitos instantáneos y permanentes se


hace referencia a un tercer grupo de delitos, denominados continuados, en
los cuales existe una pluralidad de acciones u omisiones homogéneas, en
distinto tiempo pero en análogas ocasiones, y con unidad de propósito, con las
que se infringe una misma o similar norma penal.
Este delito supone, entonces la unificación de la pluralidad de acciones, en una
unidad jurídica de acción, con la finalidad de evitar la existencia de varios
procesos penales contra una persona por un mismo o similar delito, y la
acumulación de penas. La doctrina y jurisprudencia comparada han
establecido, fundamentalmente, los siguientes elementos del delito
continuado:

1. Unidad de propósito o el aprovechamiento de una similar ocasión: lo que


significa que el dolo debe ser total, unitario y debe abarcar, desde el inicio,
al hecho total, es decir al “resultado total”, o que las acciones sean
realizadas en situaciones análogas o semejantes.
2. Unidad de lesión jurídica, como la exigencia de que las múltiples acciones
infrinjan una misma norma jurídica; algunos autores exigen la unidad de

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tipo, en tanto que otros sólo exigen que los preceptos penales sean de igual
o semejante naturaleza.

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En el delito continuado cada acción cometida por el sujeto activo es
constitutiva del tipo penal, es decir, ya es un delito, lo que supone que la
acción coincide con la consumación del delito (si es un delito instantáneo), pero
para efecto de computar el término de la prescripción en el delito
continuado, sólo se toma en cuenta la última acción realizada.

Esta clase de delitos no está contenida en muchas legislaciones y, en otras, ha


sido creada a través de la jurisprudencia de los tribunales penales ordinarios.
Así, en el caso de España, antes de 1983, año en el que se introdujo el delito
continuado en la legislación penal, ese delito era una construcción jurídica, obra
de la jurisprudencia y no de la ley; que fue criticada ampliamente por muchos
autores, por vulnerar el principio de legalidad y porque en muchos casos era
aplicada en malam partem; es decir, contra el imputado o
procesado, agravándole las penas o limitando su acceso al beneficio de la
prescripción, debido a que el cómputo de la misma era realizado desde el
último hecho cometido, obviando el tiempo transcurrido entre la primera acción y la última.

En Bolivia, el delito continuado no está previsto en nuestras leyes penales, pues


el Código de Procedimiento Penal, como se señaló precedentemente, solo hace
referencia, de manera indirecta, a los delitos instantáneos y los permanentes;
consecuentemente, en virtud al principio de legalidad, cuyo fundamento, de
acuerdo a la SC 0034/2006 de 10 de mayo, “…se encuentra en la necesidad de
certeza en las normas jurídicas, con la finalidad de que el individuo
conozca aquellas conductas permitidas y aquellas otras que se encuentran
proscritas, eliminando de esta manera la arbitrariedad estatal en la
persecución de los delitos e imposición de las penas; en consecuencia, el
principio se asienta en la seguridad jurídica (art. 7 inc. a) de la CPE), no sólo
en la medida en que el individuo puede prever sus actos y las
consecuencias jurídicas de los mismos, sino también en cuanto sólo el Estado,
a través del Órgano Legislativo, tiene el monopolio en la creación de las
normas penales”; no puede aceptarse la construcción jurisprudencial de este
delito, y menos que ese entendimiento sea aplicado contra el imputado. En
tal sentido, una pluralidad de infracciones, sólo puede unificarse cuando así lo
dispone la ley (por ejemplo, el concurso real previsto en el art. 45 del CP) y,
ante su silencio, la autoridad judicial, como intérprete, debe penarlas de manera
individual.

III.4. Caracterización de los delitos de estafa y estelionato.

El delito de estafa está definido por el art. 335 del CP, de la siguiente manera:
“El que con la intención de obtener para sí o un tercero un beneficio económico
indebido, mediante engaños o artificios provoque o fortalezca error en otro que
motive la realización de un acto de disposición patrimonial en perjuicio del
sujeto en error o de un tercero, será sancionado con reclusión de uno a
cinco años y con multa de sesenta a doscientos días” (las negrillas son
nuestras).

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Asimismo, el art. 337 del CP prevé el delito de estelionato, conforme al
siguiente texto: “El que vendiere o gravare como bienes libres los que fueren

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litigiosos o estuvieren embargados o gravados y el que vendiere, gravare o
arrendare, como propios, bienes ajenos, será sancionado con privación de
libertad de uno a cinco años” (las negrillas son nuestras).

A su vez, el art. 29 inc. 2) del CPP referido a la prescripción de la acción penal,


señala que: “La acción penal prescribe: 2) En cinco años, para los (delitos)
que tengan señalada una pena privativa de libertad cuyo máximo
legal sea menor de seis y mayor de dos años” (las negrillas son
nuestras).

Por otra parte, el art. 30 del CPP referido al cómputo del término de la
prescripción, establece que: “El término de la prescripción empezará a
correr desde la media noche del día en que se cometió el delito o en
que cesó su consumación” (las negrillas son nuestras).

Con tales premisas legales y el entendimiento jurisprudencial glosado en el


Fundamento Jurídico III.3., se puede establecer que la estafa es un delito
instantáneo, pues se consuma en el momento en el que el sujeto pasivo realiza
el acto de disposición patrimonial, sin que su consumación se prolongue en el
tiempo. Lo mismo sucede con el delito de estelionato, que se consuma en el
momento en el que el sujeto activo vende o grava como bienes libres los que
fueren litigiosos o estuvieren embargados o gravados, o cuando vende, grava o
arrienda, como propios los bienes ajenos.

Consecuentemente, la prescripción de ambos delitos debe empezar a computarse


desde la media noche del día en que fueron cometidos, conforme a la regla
contenida en el art. 30 del CPP, y si bien, esta conducta podría repetirse en el
tiempo y en similar ocasión, no es posible unificar esas acciones para configurar,
jurisprudencialmente, el delito continuado, y computar, desde la última acción,
el término de prescripción; pues, se reitera, al hacerlo se vulneraría el principio
de legalidad como garantía de la seguridad jurídica.

Lo anotado precedentemente, no impide que el sujeto activo, por las nuevas


acciones cometidas, si es que lo ameritan, sea sometido a juicio y, luego, a
sanción penal; toda vez que, para esas nuevas acciones, el término de la
prescripción será computado desde la media noche del día en que se
cometieron.

III.5. El caso analizado.

En el caso que se analiza, de los antecedentes procesales remitidos a este


Tribunal, se evidencia que la presunta comisión de los delitos de estafa y
estelionato que se acusan a los recurrentes, se habrían producido el 10 de
diciembre de 1997, y considerando que tales delitos, conforme se tiene dicho,
son instantáneos, se constata que al momento de plantear la excepción de
prescripción, transcurrieron más de los cinco años que el Código de
Procedimiento Penal establece como término de la prescripción de acuerdo al
cuantum de la pena privativa de libertad señalada en la ley para los delitos
acusados a los recurrentes.

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Sin embargo, la Jueza recurrida, fundó la Resolución 139/2005 de 11 de mayo,
mediante la que declaró improbada la excepción de extinción de la acción por
prescripción que interpusieron los ahora recurrentes, en que si bien desde la
fecha de suscripción del documento anticrético, 10 de diciembre de 1997, hasta
la fecha, transcurrieron más de cinco años, posteriormente existió una sucesión
de hechos que configuran delitos, como el haber gravado el inmueble en el año
2001, y el haber vendido parte del inmueble el 15 de mayo de 2002,
concluyendo que el delito fue continuado, y que el art. 30 del CPP en su
última parte señala que el cómputo de la prescripción debe efectuarse desde el
momento en que cesó la consumación del delito.

Conforme al razonamiento anotado, se constata que la autoridad judicial


recurrida, fundó su resolución en la doctrina elaborada sobre los delitos
continuados, no obstante no existir una base legal en nuestra legislación penal
que apoye esa resolución, y lo que es peor, aplicó esa doctrina in malam partem,
pues la utilizó para rechazar la excepción de prescripción de la acción penal, y si
bien hizo referencia al art. 30 del CPP, en sentido que esa norma posibilitaría
computar la prescripción desde que cesó la consumación del delito, se debe
aclarar que ese precepto está dirigido a los delitos permanentes y no así a los
delitos continuados; pues, como se anotó en el fundamento anterior, en estos
últimos -diferentes a los permanentes- existe pluralidad de acciones típicas, que
se unifican ficticiamente con el objeto de facilitar la labor del juzgador y aplicar
una sola sanción. En este sentido, cada acción típica, tratándose de delitos
instantáneos, como los analizados, coincide con la consumación del delito, no
existiendo, por tanto, una extensión o permanencia en la consumación del delito,
como pretende el análisis de la autoridad judicial recurrida.

Consecuentemente, se constata que la Jueza recurrida no debió unificar la


pluralidad de acciones, supuestamente cometidas por los imputados, en una
unidad jurídica de acción, englobándolas dentro del delito continuado, y menos
fundar en ese delito el inicio del cómputo de la prescripción. En ese sentido, la
jueza recurrida debió haber analizado los diferentes hechos constitutivos de
ambos tipos penales, y determinar si alguno o todos habían prescrito, para en su
caso, si correspondía, continuar la acción penal por aquellas acciones que no
hubieran prescrito.

Similar razonamiento tiene que ser aplicado a los Vocales recurridos, quienes
confirmaron la Resolución 139/05 en todas sus partes y declararon inadmisible
el recurso de apelación mediante Resolución 216/2005 de 9 de septiembre, bajo
similares fundamentos a los esgrimidos por la Jueza recurrida, realizando una
interpretación que no es razonable desde la perspectiva constitucional, pues
lesiona el derecho a la seguridad jurídica como fundamento del principio de
legalidad.

Finalmente, corresponde también señalar que en la citada Resolución 139/2005


de 11 de mayo, la Jueza recurrida omitió resolver el incidente de falta de
tipicidad suscitado por los ahora recurrentes en el memorial de interposición de
la excepción de extinción de la acción penal por prescripción; extremo que

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tampoco fue subsanado ni observado por los Vocales correcurridos a tiempo de
dictar la Resolución 216/2005 de 9 de septiembre; omisión que al afectar la
garantía del debido proceso de los recurrentes, justifica que se otorgue la tutela
solicitada.

Por lo expuesto, la situación planteada se halla dentro de las previsiones del art. 19 de
la CPE, por lo que el Tribunal de amparo al haber concedido el recurso, ha valorado
correctamente los hechos e interpretado adecuadamente los datos del proceso y las
normas legales aplicables al mismo.

POR TANTO

El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de los


arts. 19.IV y 120.7ª de la CPE; arts. 7 inc. 8) y 102.V de la LTC, en revisión
APRUEBA la Resolución 014/06-SSA-I, de 24 de abril de 2006, cursante de fs. 193 a
194 vta., pronunciada por la Sala Social y Administrativa Primera de la Corte Superior
del Distrito Judicial de La Paz.

Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.

No interviene la Presidenta, Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas, por encontrarse de viaje


en misión oficial.

Fdo. Dra. Martha Rojas Álvarez


PRESIDENTA EN EJERCICO

Fdo. Dr. Artemio Arias Romano


magistrado

Fdo. Dra. Silvia Salame Farjat


MagistradA

Fdo. Dr. Wálter Raña Arana


MagistradO

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