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El embarazo adolescente en la escuela como discurso de

riesgo. Una mirada desde la paternidad juvenil


Universidad Nacional de Colombia
Facultad de Ciencias Humanas
Programa de Sociología

María Camila Granados Beltrán


Juan David León Ariza

Resumen

El presente trabajo tiene por objeto indagar acerca del mecanismo presente en la escuela,
como la institución más importante de la modernidad y la época actual, de la creación de
discursos de riesgo. En particular, uno de los riesgos en la escuela con más preponderancia
resulta ser el embarazo adolescente. Pues este acontecimiento representa en la actual
sociedad del gerenciamiento una dificultad para alcanzar un futuro exitoso, mejores
oportunidades laborales y/o académicas entre otras cosas. Este panorama coloca en el
centro de análisis las implicaciones que tiene para los actores presentes en la escuela este
fenómeno y la manera en cómo se generan las prácticas de los sujetos en ese espacio
particular. Sin embargo, se aborda, en concreto, la paternidad juvenil dado la ausencia de
análisis en cuanto a las manifestaciones del embarazo adolescente en los hombres. Así, la
categoría de riesgo es analizada dada la capacidad que tiene para encarnarse en la escuela.

Descriptores: embarazo adolescente, riesgo, sociedad del gerenciamiento, escuela,


paternidad juvenil, discursos.

Introducción

“Whereas an accident, as damage, misfortune


and suffering, is always individual,
striking at one and not another,
a risk affects a population”. (François Ewald)

La maternidad y paternidad adolescente constituyen hoy en día uno de los principales


temas de interés tanto para las instituciones educativas, como para la familia y las
instituciones de salud, principalmente por ser considerada una situación de riesgo no sólo
para los jóvenes que se ven obligados a afrontar dicha responsabilidad (escala micro), sino
también para el país y sus principales instituciones (escala macro). Por lo tanto, no es de
extrañar que el embarazo adolescente sea un tema que ha dado mucho que escribir y
estudiar. No obstante hemos notado que si bien el número de estudios sobre maternidad
adolescente es muy alto, los que hacen referencia a la paternidad temprana parecen no
haber concentrado tanta atención.

Ante la falta de estudios, Jorge Luiz Cardoso (1998 citado en Viveros, 2000) sostiene la
existencia de un "muro de silencio" que rodea la paternidad adolescente, lo que implica una
anulación socialmente este tipo de paternidad, que acaba por legitimar la ausencia paterna,
pues se le dificulta al adolescente la posibilidad de pensar, prevenir o asumir su condición
de padre real o virtual. Por lo tanto, es relevante abordar el tema de la paternidad desde los
propios varones progenitores. En esa dirección, proponemos indagar cómo la paternidad
temprana se asume desde las instituciones educativas y en la misma experiencia de los
estudiantes, y cómo el discurso de sexualidad varía de hombres a mujeres, ya que
consideramos que actualmente, en la modernidad tardía, si bien la escuela, como
institución donde la trama de la sociedad moderna se arma, desenvuelve, produce,
reproduce en las demás esferas de la vida cotidiana de los individuos; no ha desaparecido
y se encuentra muy transformada por la coexistencia de discursos diferentes más allá del
impartido allí desde los inicios de esta institución.

Es por esto que hemos decidido abordar la paternidad adolescente a partir de los discursos
de riesgo que reproducen la escuela, y la experiencia de los padres adolescentes. Para ello
haremos uso de entrevistas semiestructuradas realizadas a dos grupos de jóvenes. En primer
lugar a estudiantes de los últimos grados de secundaria, que se encuentren estudiando,
pertenecientes a colegios de distinto tipo (Público, Privado, Mixto, Oficiales) , con el fin de
identificar a través de su relato, cómo se ha manejado el tema de la educación sexual y el
embarazo adolescente en sus instituciones educativas, y qué medidas han tomado tanto
para prevenirlo y afrontarlo (grupo 1); en segundo lugar realizamos entrevistas a jóvenes
que hayan sido padres cuando se encontraban en el colegio, esto, con el objetivo de
encontrar las rupturas y continuidades con el discurso que reproduce la escuela sobre la
maternidad o paternidad temprana (grupo 2).

Llegados a este punto, en torno al abordaje metodológico del problema, cabe decir que este
trabajo es el inicio de un proyecto de investigación y que se encuentra en un proceso de
desarrollo a largo plazo. Por lo que, las conclusiones a las que los autores harán referencia
pueden tener un carácter contingente en el plano y escenario futuro.

Riesgo y embarazo adolescente en la escuela

La sociedad del riesgo global se encarna en una de las transformaciones que vive la escuela
contemporánea. Esto es que es en la escuela donde se escenifican y toman relevancia la
promoción de ciertos riesgos. En ese sentido si bien la escuela siempre ha erigido discursos
de conservación en los estudiantes desde la salud y la higiene estos se transforman en un
riesgo particular: el embarazo adolescente. En Colombia, de la misma manera que en la
mayoría de países de Latinoamérica, este asunto toma la connotación de riesgo para todos
los adolescentes que asisten a la escuela. Pero ¿por qué considerar como un riesgo el
embarazo adolescente en la escuela?

El riesgo puede catalogarse como una manera particular de ontologizar la realidad propia
de la vida contemporánea. Esa capacidad de atribuir matices a los sucesos como riesgosos
está dada por la percepción de las personas y los discursos erigidos en la ciencia misma. En
esa dirección, cuando hablamos de riesgo tenemos que centrar el análisis en la capacidad
discursiva de los individuos para atribuir facultades externas a la cosa en sí misma desde su
percepción de que algo negativo acontece. Continuando, dicha atribución está centrada en
un contexto específico donde se dan las condiciones para que esa percepción o imposición
discursiva exacerbó esa condición en los individuos. Es decir, el riesgo se encuentra situado
espacial y temporalmente.

Con base a lo anterior se ha evidenciado que la paternidad temprana se erige como un


riesgo fomentado desde la escuela, ya que como lo aseguran la mayoría de los
entrevistados, les han enseñado que el hecho de tener un hijo durante la adolescencia
constituye un obstáculo inminente para la realización del proyecto de vida de los jóvenes,
se considera un punto de cambio de las metas, oportunidades y responsabilidades; muchos
de estos entrevistados (del grupo 1) afirmaron que la paternidad temprana dificulta (e
incluso algunos consideran que imposibilita) la continuación y culminación de los estudios
secundarios, y en mayor medida el alcance de títulos profesionales, ya que con un hijo “la
prioridad comienza a ser buscar un trabajo para mantenerlo”, esto como fruto de una
división sexual de las responsabilidades donde la paternidad a diferencia de la maternidad
(incluyendo la adolescente) se enfoca en ser el sustento económico de la familia, es pues,
más equivalente a la responsabilidad y no a la fecundidad. Mientras que la maternidad
parece encaminarse al cuidado y formación; esta perspectiva que identifica la paternidad
temprana con una interferencia en los estudios se ve reflejada en las estadísticas
nacionales, ya que según la Encuesta Nacional de Deserción Escolar, realizada por el
ministerio de educación Nacional en el año 2011 entre el 20% y el 45% de los adolescentes
que dejan de asistir a la escuela, lo hacen en razón a su paternidad o maternidad.

Este discurso del embarazo adolescente como riesgo para la consolidación de un futuro
“exitoso” se ve trasferido principalmente por los canales de medicalización de la escuela
(propia de la complejización de la escuela actual), la mayoría de entrevistados le atribuyó la
responsabilidad de transmitir la información concerniente a este tema a la psicóloga u
orientadora, pero también, a los representantes de los servicios de salud que visitan los
colegios con el fin de dar charlas de educación sexual, etc.

Aunque en muchos estudios se establece que la modernidad se caracteriza por un constante


cuestionamiento de la legitimidad adulta, esto es lo que Narodwski denomina “cultura
prefigurativa” es decir, nos encontramos en un momento en que los paradigmas
experimentan un cambio continuo, donde son los niños y los jóvenes los portadores de
bienes culturales más útiles a la época; en las entrevistas realizadas (tanto al grupo 1 como
al grupo 2) encontramos que en los temas concernientes a la maternidad y paternidad se
mantienen las estructuras de una “cultura posfigurativa” donde la experiencia y
conocimiento de los adultos es fuente de legitimidad al momento de recurrir a consejos para
la toma de decisiones.
Por otra parte, la totalidad de los entrevistados del grupo 2 (aquellos que fueron padres
durante el colegio) aseguró que la idea de la paternidad temprana como un riesgo para
alcanzar metas, choca con la materialización del embarazo y con ello en convertirse padres
adolescentes; pues, los jóvenes de los últimos grados se enfrentan a una gran presión, ya
que es en esa época en la cual la escuela les plantea que deben tomar algunas de sus
decisiones más importantes, como la carrera, la universidad, sus gustos, poner en práctica
los conocimientos adquiridos en un contexto ajeno a la escuela, etc., con el fin de
desenvolverse en el mundo exterior (ante esto uno de los encuestado manifestó: “eso es
porque en el colegio a uno lo tienen en una cajita de cristal” esta idea refuerza el
planteamiento de la desconexión de las prácticas y saberes escolares con la cotidianidad de
los estudiantes y con contextos sociales y culturales más amplios ), esta situación es mucho
más angustiante para los estudiantes de estratos bajos, ya que a diferencia de los de estratos
más altos, no cuentan con la seguridad de que sus padres puedan costear y garantizar la
continuidad de los estudios superiores; por lo cual los entrevistados (grupo 2) señalaron que
más allá de ser un obstáculo la paternidad es un cambio para bien, ya que los hace “sentar
cabeza”, realizar proyecciones más claras, y brinda gran motivación.

En la escuela moderna, caracterizada por su carácter moratorio, que prepara para el futuro,
tanto para hombres como para mujeres, la familia propia no se trata como una posibilidad
o realidad inmediata. Este modelo hace alusión a la paternidad como un absoluto, en forma
atemporal, es parte de los planes de los adolescentes, pero al contextualizarla dentro de la
etapa de la adolescencia se transforma en un hecho complejo o difícil con una carga
negativa. Por eso plantean su postergación hacia momentos de mayor estabilidad, cuando
estén dadas tanto las condiciones a nivel personal como social. Se hace necesario, tanto
para centros educativos, como para la familia, entender la paternidad como un proceso está
estrechamente asociado con el momento que el adolescente esté viviendo, en relación al
embarazo y post nacimiento del hijo/a, puesto que en la medida que conocen las etapas y
las posibles reacciones iniciales tanto del propio padre como de su entorno, va a
favorecerse la capacidad de visualizar y anticiparse a las modificaciones futuras en su
propia forma de percibir y sentir la paternidad.
Todo este desconocimiento de la paternidad adolescente, ha traído como consecuencia la
desorientación de los jóvenes que son padres a temprana edad, ya que los mensajes en
torno a un embarazo prematuro o no deseado están dirigidos a la mujer y que la paternidad
es un tema que no se conversa ni se entrega orientación a nivel de familia ni sistema
educacional. Por lo tanto, la escuela ha pasado a ser un espacio fundamental, en el cual se
buscan disposiciones a nivel preventivo, donde su principal inquietud radica en la
prevención del embarazo en adolescentes (entrega de información, educación y la
orientación en el tema de la sexualidad, accesibilidad a métodos anticonceptivos, etc.) a ser
un espacio de la reproducción del riesgo. Sin embargo es evidente que las redes de apoyo
(aquel relativo a la ayuda a los adolescentes que ya son padres) a la maternidad o
paternidad temprana en las escuelas es casi nula (especialmente para los padres).

Respecto a las medidas que toman los colegios, la mayoría de los encuestados del grupo 2
expresaron que sintieron que la reacción por parte de la institución fue de apoyo; pese a
esto, ellos mismos mencionaron que su situación no requiere tantas medidas de apoyo
como lo requieren las mujeres, incluso algunos narraron haber obtenido permisos por parte
de la institución con el fin de acompañar a la madre en los primeros días posparto o en los
controles de natalidad; aun así, uno de ellos manifestó que su novia se vio obligada a dejar
el colegio, debido a la poca flexibilidad de los profesores y directivas para la presentación
de trabajos, exámenes, y horarios escolares, lo cual él dice que fue una reacción de ignorar
la situación: “ el colegio se desentendió de la situación por la que estaba pasando ella, no
tuvieron consideración alguna, ni durante los últimos días del embarazo, los más difíciles,
… ella comenzó a bajar el rendimiento por la falta de tiempo y no tuvo oportunidad alguna
para recuperar, lo cual llevo a que cada vez fuera más difícil manejar todas las
responsabilidades”.
Frente a lo anterior, el código de infancia y adolescencia (siendo la política pública de
mayor legitimidad respecto a los asuntos concernientes a los estudiantes) establece en el
artículo 40, 41 y 42 que: las instituciones educativas y el estado están en la obligación de
asegurar los medios y condiciones que les garanticen la permanencia en el sistema
educativo y el cumplimiento de su ciclo completo de formación y así mismo diseñar y
aplicar estrategias para la prevención y el control de la deserción escolar y para evitar la
expulsión de los niños, las niñas y los adolescentes del sistema educativo.

Así mismo, bajo la ley 1098 de 2006 y la Ley 1620 de 2013, la cual promueve la creación
del sistema nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los derechos
humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia
escolar, establecen el derecho a libre desarrollo de la sexualidad en lo jóvenes, no obstante
con el fin de prevenir el aumento de los embarazos tempranos no planeados, y la
transmisión de enfermedades sexuales, establecen que tanto la familia, como las
instituciones educativas como las entidades de salud tienen la responsabilidad de
“Ejecutar, en coordinación con las secretarías de educación certificadas, las
acciones de promoción de salud sexual y reproductiva y de prevención de
embarazos e infecciones de transmisión sexual, a través de los proyectos que
adelanten los establecimientos educativos” y por parte de la familia “Acompañar de
forma permanente y activa a sus hijos en el proceso pedagógico que adelante el
establecimiento educativo para la convivencia y la sexualidad”1

Los encuestados expresaron que la sexualidad al ser un tema tan íntimo y el cual no tiene
conexión con la escuela, es normalmente un tema que se trata con muchos prejuicios en la
educación escolar, ya que muchas veces los profesores adjudican la responsabilidad de la
educación sexual a las familias, sin embargo los jóvenes encuestados en el grupo dos
reconocen que gran parte de las veces los padres se abstienen de tocar estos temas por
vergüenza, o que como la mayoría de veces el padre es el que conversa sobre estos asuntos
con los jóvenes. Hay una gran posibilidad de que el machismo del padre motive las
prácticas sexuales inseguras en sus hijos, por lo tanto surge la necesidad de que se cuenten
con una mayor cantidad de espacios en la escuela dónde se puedan discutir de manera más
abierta los temas en torno al sexo, y las dudas de los estudiantes, y al mismo tiempo que se
realicen charlas con los padres de familia, para que ellos también estén en la capacidad de

1
Ley 1620 de 2013. Creación del sistema nacional de convivencia escolar y formación para el ejercicio de los
derechos humanos, la educación para la sexualidad y la prevención y mitigación de la violencia escolar.
Bogotá. Colombia.15 de Marzo de 2013.
asesorar a sus hijos y brindarles información. Por otra parte también se hace necesario
mejorar las medidas correspondientes al manejo de la paternidad, principalmente un
cambio en el discurso del futuro y de riesgo, hacia un discurso que motive a los estudiantes
a no abandonar la educación, ni resignarse a la finalización de sus metas.

Hemos reforzado la idea de que la escuela en la era actual ha sufrido una serie de
transformaciones. Si bien la escuela en el siglo XVI surge como gobierno pastoral en la
época contemporánea es un gobierno del autogerenciamiento. En esa perspectiva vale la
pena traer a colación la propuesta de (Tedesco, 2002) quien sostiene que los pilares para la
educación del futuro consisten en aprender a aprender y aprender a vivir juntos. El primer
aspecto tiene que ver con la imposibilidad que hay en la escuela de controlar el saber: lo
que se aprende en la escuela no sirve para el futuro por lo que los individuos deben
aprender a renovar de manera constante sus conocimientos con el fin de desarrollar
competencias necesarias para su futuro. Por otro lado, el resquebrajamiento, como se ha
señalado de la modernidad, fragmenta la unidad de los individuos con respecto a proyectos
morales únicos y transversales a un estado; en ese punto, los valores de respeto mutuo y
tolerancia son necesarios.

En esa perspectiva de escuela, el posicionamiento del embarazo adolescente como un


riesgo que se promociona descansa en una de las consideraciones frente a la definición del
riesgo. Los riesgos tienen que ver esencialmente con la previsión, con destrucciones que
aún no han tenido lugar, pero que son inminentes, y que precisamente en este significado ya
son reales... la auténtica pujanza del riesgo reside en la proyección de amenazas para el
futuro (Beck, 1998, p.39. Énfasis propio)

Llegados a este punto, entonces es evidente que el embarazo adolescente se erige como un
discurso de riesgo en la escuela porque rompe la idea de autogerenciamiento, es visto como
un asunto que existe más allá del control de los estudiantes que en tal caso que ocurra
afecta el futuro. Cabe decir aquí, que si bien nos encontramos adscritos a la sociedad del
riesgo sugerida por Beck, ésta coincide con la sociedad del gerenciamiento en donde hay un
elemento fundamental: la capacidad de los individuos de gestionar su futuro.
“La definición de gestión como diseño y desarrollo de proyectos, justamente, se
dirige en este sentido: pensar la planificación ya no como un acto previo a la acción,
sino como una práctica que contempla y monitorea constantemente aquello que
sucede en el desarrollo de esa planificación. Y para ello, es necesario que los actores
que antes eran ubicados como ejecutores de planes se transformen, ellos mismos, en
gestores” (Grinberg, 2006, p. 72).

De la misma manera, cuando el riesgo se erige en el imaginario de la sociedad;


inmediatamente se coloca en los individuos de previsión y actuación frente a esa
percepción de peligro. Los individuos son gestores de las prácticas necesarias para
asegurarse del riesgo. Como lo afirma (Beck, 1998) La promesa de seguridad crece con los
riesgos y ha de ser ratificada una y otra vez frente a la opinión pública alerta y crítica
mediante intervenciones cosméticas o reales en el desarrollo técnico-económico. (p. 26)
Mecanismos de producción y reproducción del discurso riesgoso
Con la noción de riesgo, como se ha señalado está intrínseca la noción de seguridad. Puede
darse de dos maneras: la seguridad de poder tener los elementos con los cuales hacerle
frente al riesgo o caracterizar la seguridad por la búsqueda de los elementos necesarios para
satisfacer la demanda del riesgo (gestión). Esto tiene que ver, entonces, en cómo cuando el
riesgo empieza a aparecer son seguidas las prácticas en pro de la seguridad potenciando la
percepción de control pero nunca se tiene un control total sobre el riesgo. (Beck, cite by
Tulloch and Lupthon, 2003) argues that what he sees as the ‘logic of control’ which
dominated early modernity, a desire to exert control over the conditions of life, and a belief
that this can be done using rational processes, has become eroded under the conditions of
late modernity (p.37)

Desde lo anterior, el riesgo nunca es controlable totalmente porque tiene un componente de


existencia real y otro de contenido probable. El riesgo es una ontología creada en un
contexto particular; los expertos, las políticas públicas atribuyen características a los
objetos, naturaleza, situaciones, determinadas relaciones sociales, de las cuales no se tiene
total certeza de que ocurra pero que si colocan la probabilidad de que eso ocurra.
En ese sentido, cuando se instaura el discurso del riesgo adolescente en la escuela lo que
hay es una alienación de los sujetos compartiendo la probabilidad de ‘embarazarse’. Desde
ese aspecto la escuela se parece al riesgo; en tanto ambos logran articular las relaciones
sociales entre los individuos con respecto a espacios de socialización democráticos. A la
escuela, a diferencia de otras instituciones: como la cárcel o la empresa asisten todos los
individuos de la sociedad y cuando se instaura un riesgo se comparte la misma probabilidad
por todos los individuos de que el riesgo se manifieste.

Ahora bien, esta comunión entre el riesgo y la escuela se ve reforzada en la relación


introspectiva existente entre un escenario propio de la vida escolar: la medicalización de la
escuela y la medicalización de la esfera de la vida adulta. La primera tiene que ver con la
aparición de los expertos en salud en la escuela: enfermeras, psicólogos, psicólogas,
orientadores y orientadoras; etc. Mientras que la experticia en la vida social se ha
consolidado la ‘medicalización de la esfera de la vida’ y la instalación de los mecanismos
reflexivos de poder sobre cuerpos (Calvo y Saade, citado por Melo, 2013).

De esta manera, la escuela reproduce e incorpora el riesgo del embarazo desde una lógica
del control del cuerpo que se articula con la amenaza sufrida hacia el ideal de la autogestión
y del gerenciamiento. En ese sentido, el imaginario de futuro desprendido del hecho de que
hay muchos embarazos adolescentes en Colombia (entre el 2008 y el 2013, en promedio
cada año han nacido 159.656 hijos de madres entre los 10 y los 19 años) hace que la
escuela despliegue ciertos dispositivos para tratar de controlar o reducir el riesgo.

Por ejemplo varios autores han sugerido una matriz de factores protectores para una vida
saludable de niños adolescentes compuesta por: conexión entre la casa y la escuela, cuidado
y apoyo en el sentido de ‘comunidad en el aula’ y en la escuela, grandes expectativas del
personal de la escuela, participación de los jóvenes, compromiso y responsabilidad en las
tareas y decisiones de la escuela, oportunidades de participación de los jóvenes en
actividades comunitarias y leyes de la comunidad desfavorables al uso de sustancias
ilegales, armas de fuego y perpetración de crímenes (Mangrulkar, Whitman y Posner 2001,
p.21)

Lo anterior es sólo una de las dimensiones desarrolladas por la escuela en el trato con el
riesgo del embarazo adolescente. Otros mecanismos que privilegian el posicionamiento
como discurso de riesgo descansan en las normas que deberían regir en la escuela. En ese
aspecto el estudio de (Saenz y Ariza) devela la carga negativa de las prácticas sexuales de
los estudiantes dentro de la escuela. Un buen número de manuales considera diversas
expresiones sexuales como «faltas graví-simas», sin gradación alguna en cuanto a la
diversidad de sus efectos sobre los otros. Lo que hace que sean gravísimas, entonces, es su
carácter sexual (Saenz & Ariza, 2013, pág. 349)

Desde esa perspectiva, el riesgo de vuelve tangible en tanto se consagrada como norma y en
ese sentido toma una dimensión criminal aunque desde el plano de la paternidad la carga se
libera. Cuando una adolescente queda embarazada se empieza el juego de atribución de
culpas con respecto al suceso. ¿Tuvo relaciones sexuales sin protección? ¿No tenía los
suficientes conocimientos al respecto? ¿La escuela donde estudiaba no le brindó la
suficiente asesoría? ¿Su entorno familiar influyó para que eso pasará? Como afirma
Douglas esta connotación de peligro se define para proteger el bien común. (Douglas,
1992) Sin embargo, cuando el embarazo adolescente sucede los estudiantes hombres tienen
la posibilidad de elección frente a ¿qué hacer ahora? Mientras que es en las mujeres donde
descansa toda esta culpabilidad.

Conclusiones
Desde la consideración del momento actual de la modernidad transformada se ha mostrado
cómo las sociedades del riesgo se articulan con la sociedad del gerenciamiento promovida
en la escuela. En esa articulación la agencia frente a los riesgos sociales de los individuos
es promovida en la escuela; es allí donde el embarazo adolescente toma importancia como
forma discursiva de riesgo en tanto coloca a los actores ligados a esta institución a
desarrollar una serie de prácticas con razón a esto y en donde todos se alienan. Si Dewey
afirma que la democracia es la máxima experiencia compartida pues el riesgo en la escuela
sí que constituye la escenificación de esto. En tanto, todos los estudiantes comparten la
misma probabilidad de que el suceso ocurra.

Finalmente, la escuela consolida la existencia del riesgo y configura los imaginarios de


futuro que se desprenden desde ese discurso. Es decir, que por medio de la promoción de
las prácticas de autocuidado con respecto al embarazo adolescente en la escuela se
consolida el imaginario de incertidumbre social latente en las sociedades contemporáneas.
Embarazarse es disminuir las probabilidades de tener un futuro menos seguro.

Si bien los conocimientos y saberes académicos que imparte la escuela parecen ser cada vez
más estables, las formas de gobierno se ven en crisis, la falta de una verdad única para la
formación de los niños y jóvenes se evidencia claramente en el pánico moral que despierta
en la sociedad el embarazo, la maternidad y el paternidad adolescente, los cuales establecen
un reto para las formas reguladoras, ya que se está hablando de una apropiación social del
cuerpo, y una regulación de los saberes y de la opinión pública sobre este. El pánico que
genera el manejo de la sexualidad en la escuela es una muestra del intento de las formas de
gobierno para lograr abarcar múltiples dimensiones de la vida del estudiante por medio de
la fabricación de peligros sociales o riesgos y la reproducción de estos por medio de
distintos actores.

Analizar desde la perspectiva de riesgo el tema de la paternidad en la escuela permite poner


de plano la preponderancia de la construcción de los discursos en la escuela y como se
articulan con la vida social. La escuela previene desde el discurso el embarazo adolescente
pero cuando acontece el saber experto que se encarna allí se desplaza inmediatamente a los
individuos a los cuales les sucedió. En ese sentido, la experticia de la escuela se enfrenta al
conocimiento lego de la experiencia particular que se evidencio en las entrevistas. La
reproducción de un miedo simbólico es riesgosa porque se amenaza a las identidades
sociales básicas-amenazas impuestas por modelos inadecuados y extraños sobre la
naturaleza humana y sobre las relaciones humanas, tácitamente incorporadas en los
discursos objetivistas de los expertos (Wynne, 2009) Es decir, lo que está en juego es la
identidad particular de lo que significa ser padre y desde allí las prácticas que se asumen
desde las experiencias inmediatas (familia y escuela) como formas de referenciación social.

REFERNCIAS
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