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Resumen
En rumiantes a pastoreo, las vitaminas A y E se consideran las vitaminas más importantes
con respecto a las necesidades de suplementación. Las demás vitaminas son
generalmente adecuadas en la dieta o se sintetizan en cantidades adecuadas por los
microorganismos del rumen o por los tejidos del animal. En el presente trabajo se discute
brevemente los principales aspectos de la suplementación con vitaminas en ganado de
carne a pastoreo.
Palabras clave: suplementación, vitaminas, ganado de carne, pastoreo.
Introducción
Las vitaminas son compuestos orgánicos que se necesitan en muy pequeñas cantidades
para el normal funcionamiento del organismo y para una eficiente utilización de los demás
nutrientes. La deficiencia de vitaminas ocasiona disminución de la producción y síntomas
específicos que varían según cual sea la vitamina deficiente.
Las deficiencias subclínicas de vitaminas ocasionan baja ganancia de peso vivo, falla en la
reproducción o depresión en la producción apareciendo síntomas específicos recién en las
deficiencias más severas.
1) Vitamina A
La vitamina A es esencial para todos los animales domésticos y su deficiencia causa
alteraciones en la visión, en huesos, piel y mucosas, en la calidad seminal y en la libido,
signos nerviosos, anormalidades congénitas, disminución en el consumo de alimentos,
pobre crecimiento, fallas reproductivas y mayor susceptibilidad a las infecciones (Frye y col.
1991, Radostits y col. 2006).
La vitamina A (retinol y sus análogos) no existe como tal en las plantas pero sí sus
precursores (carotenos), siendo el beta-caroteno (BC) el precursor más abundante y con
mayor actividad biológica.
Los síntomas de deficiencia aparecen cuando frente a una carencia prolongada los
animales agotan las reservas hepáticas de vitamina A. Los animales con deficiencias leves
presentan una reducción en el consumo de alimento que lleva a baja ganancia de peso
vivo, pobre crecimiento, baja fertilidad y mala apariencia, apareciendo signos específicos
de deficiencia recién en los casos más severos (McDowell 2000).
A excepción del maíz amarillo, la mayoría de los granos y sus subproductos son muy
pobres en BC, mientras que los aceites de pescado, especialmente de hígado, son muy
ricos en vitamina A.
El peleteado, calor, luz solar, fricción, humedad, presencia de ciertos minerales traza
(particularmente cobre, hierro y cinc), enranciado de los lípidos de los alimentos, etc. son
factores que disminuyen la estabilidad de las vitaminas en los alimentos y en las
premezclas vitamínicas y constituyen un problema práctico en la formulación de raciones
(Frye y col. 1991, McDowell 2000).
Existen algunas circunstancias que hacen al ganado más susceptible a una deficiencia de
vitamina A (NRC 2000, McDowell 2000):
Los forrajes de baja calidad (altos en fibra y deficientes en proteína) usualmente son
deficientes en vitamina A. Los rumiantes que pastorean este tipo de forrajes por largos
períodos de tiempo (ej. mayor a 4 a 6 meses) sin recibir forraje verde extra o durante
sequías prolongadas donde la masa de forraje seco y blanqueado por el sol o las heladas
es bajo en BC suelen presentar carencia de vitamina A (NRC 2000, McDowell 2000).
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Además durante las sequías los animales suelen ser suplementados con alimentos bajos
en vitamina A (ej. granos de cereales, henos, etc.). Sin embargo cuando los rumiantes
reciben una sustancial cantidad de un buen ensilaje confeccionado a partir de un forraje
verde o de un heno fresco con un buen color verde, generalmente la deficiencia de
vitamina A no se presenta (McDowell 2000).
En regiones donde existe una estación seca y una lluviosa como por ejemplo en el trópico,
es común una deficiencia leve de vitamina A durante la estación seca (invierno) período en
el cual el forraje pierde rápidamente calidad (alto en fibra, deficiente en proteína, fósforo y
vitamina A) y en consecuencia los animales responden favorablemente a una
suplementación con vitamina A, especialmente en el período comprendido entre la mitad y
el final de la estación seca (McDowell 2000). En años con precipitaciones normales,
cuando la estación lluviosa provee al menos 4 meses o más de forraje verde, los animales
adultos normalmente almacenan suficiente cantidad de vitamina A en el organismo como
para soportar varios meses de alimentación con dietas bajas en carotenos (McDowell
2000).
Como los forrajes verdes y frescos son ricos en BC las necesidades de vitamina A
suplementaria usualmente son menores en rumiantes a pastoreo que en rumiantes
alimentados con forrajes conservados (henos o ensilajes) o con dietas altas en granos
(Weiss 1998). Las dietas a base de granos no solo son bajas en BC sino que además
producen una elevada destrucción de los carotenos y de la vitamina A en el rumen, la
suplementación con vitamina A (ej. inyección intramuscular de 1 a 2 millones de UI de
vitamina A por cabeza) en animales en feed-lot que no reciben forraje verde ha demostrado
ser beneficiosa (McDowell 2000).
Los rumiantes suelen nacer con pocas reservas de vitamina A debido a la escaza
capacidad de ésta vitamina de atravesar la placenta, incluso cuando el aporte es adecuado
en las dietas de sus madres. La ingesta abundante de BC o vitamina A durante la
gestación produce elevadas reservas hepáticas en la madre, que son transferidos al recién
nacido a través de la leche y el calostro. Los más susceptibles a la deficiencia de vitamina
A son los terneros y corderos que nacen en períodos de sequía de madres con pobres
reservas hepáticas de vitamina A (Radostits y col. 2006).
Las dosis extremadamente altas de vitamina A pueden causar toxicidad (NRC 2000,
McDowell 2000).
2) Vitamina E
La vitamina E es un nutriente esencial para mantener la integridad y una óptima función
reproductiva, muscular, circulatoria, nerviosa y del sistema inmune. El metabolismo de la
vitamina E y del selenio (Se) se encuentran muy relacionados, ambos son los antioxidantes
más importantes del organismo y la deficiencia de uno de ellos aumenta en cierta medida
los requerimientos del otro (Frye y col. 1991, Radostits y col. 2006).
La vitamina E ingerida en la dieta no es destruida a nivel ruminal pero una gran cantidad
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puede ser eliminada con las heces debido a una baja absorción en el tracto gastrointestinal
(Weiss 1998, Ballet y col. 2000). Una vez absorbida esta vitamina es transportada y
almacenada en el hígado y otros tejidos, no obstante las reservas hepáticas de vitamina E
son apreciablemente menores que las reservas de vitamina A, ya que la vitamina E no se
almacena en grandes cantidades en el organismo (NRC 2000, McDowell 2000, Ballet y col.
2000).
Las pasturas verdes son muy ricas en vitamina E sin embargo dado que esta vitamina es
muy susceptible a la oxidación el contenido en vitamina E de los forrajes declina
rápidamente luego del corte especialmente si estos fueron expuestos por períodos
prolongados al oxígeno y a la luz solar, presentando así los forrajes conservados (henos y
ensilajes) entre 20 y 80% menos vitamina E que los forrajes verdes frescos (Weiss 1998,
Ballet y col. 2000).
En general los concentrados son bajos en vitamina E mientras que los aceites vegetales
(ej. de soja, maíz, girasol, semilla de algodón, etc.) son muy ricos en esta vitamina siempre
que no hayan sufrido oxidación.
Todos aquellos factores que favorecen la oxidación (ej. calor, humedad, enranciamiento de
los lípidos, minerales traza, peleteado, molido, almacenamiento prolongado, etc.)
disminuyen el contenido de vitamina E de los alimentos (Frye y col. 1991, McDowell 2000).
Como los forrajes verdes frescos son ricos en vitamina E los rumiantes a pastoreo
generalmente poseen menos necesidades de vitamina E suplementaria que los
alimentados a base de forrajes conservados o de concentrados (Weiss 1998). En
rumiantes a pastoreo la carencia de vitamina E se produce generalmente en aquellos
casos en que la dieta es deficiente en vitamina E y marginal en selenio (ej. menor 15 a 60
UI de vitamina E / kg MS y/o menor 0.05 mg Se / kg MS) (McDowell 2000, Radostits y col.
2006). La deficiencia de vitamina E es mas frecuente en animales alimentados con heno de
baja calidad, pajas o raíces de cultivos (Radostits y col. 2006).
Existen algunas situaciones que hacen más propenso al ganado a padecer una deficiencia
de vitamina E (McDowell 2000, Radostits y col. 2006):
E (ej. lípidos insaturados, agua de bebida con altos niveles de nitrato, etc.).
• Situaciones de stress, intensificación de la producción, desafíos
inmunitarios, etc.
• Animales jóvenes alimentados con leche o calostro provenientes de
madres con bajo consumo de vitamina E.
lactación con una sal mineral que contenga al menos 15 mg Se y 2700 UI Vit. E por kg de
sal (Radostits y col. 2006). Las inyecciones intramusculares de selenito de sodio (0.1 mg
Se / kg PV) protegen al ganado por aproximadamente un mes mientras que las inyecciones
subcutáneas de preparados de acción prolongada de selenato de bario (1 mg Se / kg PV)
brindan protección por 5 meses aproximadamente (Radostits y col. 2006). Las soluciones
inyectables acuosas de vitamina E presentan mayor biodisponibilidad y eficacia que los
preparados oleosos (Hatfield y col. 2000). La vitamina E es relativamente poco tóxica
mientras que el Se es potencialmente toxico cuando se suministra al ganado en elevadas
cantidades (Radostits y col. 2006, Suttle 2010).
3) Otras Vitaminas
La forma activa de la vitamina D es necesaria para el adecuado metabolismo del calcio y
del fósforo y para mantener una adecuada función del sistema inmune. La deficiencia de
vitamina D es rara en animales a pastoreo ya que es sintetizada normalmente en
cantidades apreciables por la piel de la mayoría de los mamíferos cuando son expuestos a
la luz solar (Weiss 1998, NRC 2000, McDowell 2000, Ballet y col. 2000). La deficiencia de
vitamina D es más frecuente en animales estabulados que no reciben una adecuada
exposición al sol o durante el invierno en zonas alejadas de los trópicos (menor incidencia
de los rayos solares) en animales con tegumento grueso (ej. ovinos con vellón largo)
(Radostits y col. 2006, McDowell 2000).
Las deficiencias de vitamina K y del complejo B son raras en rumiantes debido a que son
abundantes en muchos alimentos y a su extensa síntesis a nivel ruminal (NRC 2000,
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La suplementación con algunas vitaminas del complejo B (ej. tiamina, niacina, biotina,
colina, B12) en determinadas situaciones han demostrado ser beneficiosa en animales
alimentados a corral (feed-lot) (McDowell 2000, Spears y Weiss 2014).
4) Respuesta a la suplementación
Con cualquier tipo de suplemento (energético, proteico, vitamínico, mineral, etc.), la
respuesta a la suplementación solo es positiva si la pastura (dieta base) es deficiente en
los nutrientes que aporta el suplemento, y solo existe respuesta positiva hasta el punto en
que dichos nutrientes dejan de ser limitantes en la dieta del animal. En consecuencia no es
dable esperar un aumento en la producción (ej. ganancia de peso vivo, producción de
leche, cambios en la condición corporal, etc.) cuando la suplementación con vitaminas se
realiza por encima de los requerimientos del animal (Weiss 1998, NRC 2000, Spears y
Weiss 2014).
Ha sido ampliamente documentado que por efecto del pastoreo selectivo la dieta
consumida por rumiantes a pastoreo generalmente contiene mayor proporción de hojas y
tejidos vivos y menor proporción de tallos y tejidos muertos que la que se encuentra en el
forraje ofrecido. Trabajos en Uruguay demostraron que ovinos y vacunos a pastoreo
cosechan dietas con alta proporción de hojas verdes (55 a 84%) independientemente de la
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estación del año y de la carga utilizada (Montossi y col. 2000). Descalzo y col. (2005) en
Argentina encontraron que la suplementación con vitamina E en novillos terminados sobre
pasturas no mejoró la ganancia diaria de peso vivo ni la calidad de la canal. Por otro lado
Kumagai y White (1995) en Australia encontraron que la suplementación con vitaminas A y
E en ovinos a pastoreo no mejoró la ganancia de peso vivo, la performance reproductiva ni
la producción de lana.
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