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DE LAS
E8PUCJSB
CUESTION II.
¿ En qué círlud se nos conceden las Indulgencias1?
Respondo con el Catecismo: que se nos conceden en virtud del
tesoro de los méritos de Cristo y de sus Santos.
Para que entiendas bien esta respuesta del Catecismo, has de
suponer con el Cardenal Toledo (f) cuatro cosas.
La primera, que las obras buenas de los que están en gracia
de Dios son meritorias y satisfactorias. Son meritorias; porque los
justos con cada obra buena que hacen, merecen aumento de gra
cia en esta vida, y por consiguiente mayor premio en la otra, se
gún aquello de San Pablo (g-): cada uno recibirá la propia paga se
gún su trabajo. Son también satisfactorias; porque con ellas van
satisfaciendo á Dios por las penas que deben por sus culpas. Mas
i
(r) Ses. 6.*, cap. 14.
(<¿) Pedro Lombardo en ct libro 4.° de las Sentencia*, disf. 20, n(ím. 1 y 2.—Jtran el
Monge, Cardenal, en la glosa de la extravagante Antiquorum.—Virginio Valsequi Caainen-
se, en la obra de Indulgencia;, imprega en Florencia 1734, cap. 3.°, mím. 12.
(e) Pedro de Ribadeneira en la vida de San Vicente.—Tobías Lohner. José Mansi.
(/) Francisco Toledo en el libro 6.° de la Suma, cap. 21.—Pablo Séñeri, tomo 3." del
Cristiano Instruido, disc. 21.—Belarmino, libro 1.° de Indulgencias, cap. '2° y 3."
(g) Kn la Kpístola primera á los de Corinlo, 3, 8.
:*
hay esta, diferencia entre el mérito y la satisfacción: <|ue ningún
justo p^aede por sus obras merecer gracia para otro, aunque algunas
veces alcanza el justo de Dios que dé á un pecador auxilios {ré.ase
la Nota 1.') con que salga del estado infeliz de la culpa en que se
halla, y consiga la gracia. Solo Cristo nuestro Redentor mereció
gracia para todos. Pero un justo puede satisfacer por otro en cuan
to á la pena: asi como un hombre rico puede pagar por un pobre.
La segunda, que desde el principio del mundo hasta nuestros
as, ha habido en la Iglesia muchos Santos que no habiendo pe
cado mortalmente, han pagado superabundantemente sus defectos
é imperfecciones, han hecho obras satisfactorias sobreabundantes,
ya con tribulaciones y enfermedades, ya con ayunos y mortificacio
nes, ya con penitencias asombrosas, ya con penosos y prolongados
martirios. "¡Ojalá, decia el Santo Job (A), se pusieran en una ba-
ianza mis pecados con que provoqué la ira de Dios, y en otra ba
lanza se pusiera la calamidad que padezco! Sin duda seria esta
"mucho mas grave que todas nns culpas." Y esto que decia el San
to Job, ¿no pudieran decirlo los Apóstoles, y una multitud de már
tires y de anacoretas? ¿No pudieran decirlo también los fundadores
de las religiones, y un sinnúmero de vírgenes? ¿Y no podria decir
otro tanto San Clemente, Obispo de Ancira, cuyo martirio duró el
dilatado tiempo de diez y ocho artos {Nota 2."), sufriendo innume
rables veces con heroica paciencia los tormentos mas crueles y mas
bárbaros que pudieran inventar muchos tiranos? ¿Y no podria de
cirlo también San Juan Bautista que habiendo sido santificado en
el vientre de su madre, pasó toda su vida inocentísima en ásperas
penitencias, en preparar los caminos del Señor, en convertir y bau
tizar á los pecadores, hasta lograr la corona del martirio por pre
dicar desnudamente la verdad? ¿Cuánto mas padecieron dichos
Santos, que lo que debian á Dios por sus culpas ligeras é imperfec
ciones? Pues si á estos y á otros muchísimos justos les sobraban
tantas obras satisfactorias porque no necesitaban de ellas, ¿cuán
tas sobrarían á la Madre de Dios María Santísima que nunca pe
có, y que padeció tantas penas y dolores en la pasión y muerte de
su Unigénito Hijo? Y finalmente, ¿qué diré de las obras admirables .
de este Hombre Dios, que ni pecó ni pudo pecar jamas? Diré y digo
con la mayor complacencia que si una gota de su preciosísima san-
Ifota 1.*—Imprimo auxilios- lo uno por evitar la mala pronunciación; y lo otro, porque así
está impreso en el Diccionario del P. Terreros, y en varios papeles de Méjico y de la Habana.
Nota 2.*—Diez y ocho arlos solos, opina Juan Bolnndo que duró el martirio de San Cle
mente; pero el Metatrasto, Lorenzo Surio y el I'. Ribadenoira dicen que duró veinte y ocho
aSos. Puedes verlos en el din '-.Ti de Kuero.
0) Job, 6, 2 y S.
4 *
gre hubiera sitio bastante por la unión al Verbo, para satisfacer
por todos los pecados del inundo y de mil mundos si los hubiera;
habiendo derramado por nosotros todo el raudal de su sangre, ha-
. hiendo sufrido en su pasión tanta diversidad de tormentos; en una
palabra, habiéndonos redimido copiosíshnamente por el ardentísi
mo amor que nos tenia, él solo podrá conocer la infinita supe/a
bundancia de sus méritos y satisfacciones.
.La tercera, que nuestro amabilísimo Redentor dejó á su es
posa la Santa Iglesia todo el montón de sus méritos y satisfacciones,
queriendo (como piadosísimo Padre) enriquecer á sus hijos con tan
tas riquezas espirituales. Y aun no contento con eso, dejó también
á su Iglesia para utilidad de los fieles, las obras satisfactorias de su
Madre María Santísima y de los Santos: de todo lo cual se compone,
dice Clemente VI (i), el infinito, el inmenso, el inagotable tesoro de
la Iglesia. Mas no piense algún ignorante ó malicioso que cuando de
cimos los católicos que el referido tesoro se compone de los méritos
de Cristo y de sus Santos, añadimos los méritos de los Santos á los
de Jesucristo, como si estos no fueran suficientísimos por sí solos
para cuanto necesita la Iglesia. No, no los añadimos por eso, como
nos han calumniado los hereges (j), sinó que los añadimos á los
méritos de Jesucristo; ó hablando con mas propiedad, el mismo Cris
to quiso agregar los méritos de los Santos á los suyos propios: lo
primero, para que las obras satisfactorias de los Santos que están
ya reinando en el cielo no estén ociosas, sinó que aprovechen á los
que aun vivimos peleando en la militante Iglesia. Lo segundo, para
que los Santos tengan ese honor y esa gloria accidental mas. Y fi
nalmente, dice don Félix Amat (fc), para que así resplandezca y so
bresalga más la eficacia de los méritos de Jesucristo, que no sola
mente pueden borrar por sí mismos todos los pecados del mundo y
el reato de todos ellos; sinó hacer también que las obras penales de
los Santos tengan virtud para expiar el reato de las penas tempora
les á que estamos obligados por nuestras culpas.
La cuarta en fin, que las llaves de tan rico é inestimable te
soro, se las dejó Cristo nuestro Señor á San Pedro y á sus suceso
res los Romanos Pontífices, para que como Vicarios suyos en la
tierra le dispensen y distribuyan saludablemente á los fieles; y para
que con justas y razonables causas le apliquen á los verdadera-
(/) San Pablo á los romanos 12, 5: á los de Efeso 1, 22; y en la primera á los de Coriri.
to, cap. 12.—Véase Santo Tomas en el Suplemento, cuestión 25, ort. y en el Opúsculo
en que espone el ('redo. Uso de la edición de Amberes 1612.
(II) En las Institu«iones del Derecho canónico, tomo 3.°, cap. 21, 5. 9.
1
6
berto Magno, para señalar el fundamento sobre que estriban y sé
apoyan las Indulgencias.
Respondo que cuando fuera cierto lo que afirma este canonis
ta, lejos de seguirse algún deshonor al Doctor Irrefragable y al
bienaventurado Alberto Magno, pudieran gloriarse de tal hallazgo
y de habérselo enseñado, ya á los Doctores Angélico y Seráfico, y
ya á tantos Concilios y Papas que usaron este lenguage; pero estos
insignes teólogos no necesitan de glorias falsas. Si Cavalario, como
leyó á Morino (m) y á Vanespén, hubiera leido á los Bolandos, ha
bría encontrado en ellos un antiguo monumento que nos demues
tra que como un siglo ántes que nacieran Alejandro de Ales y Al
berto Magno, yaera llamado este tesoro el fundamento de las Indul
gencias. El que quiera verlo, registre la Historia de la Dedicación de
la Iglesia del monasterio Cávense ó de Cava, que se halla en los Bo
landos, el dia 4 de Marzo, en la vida de San Pedro, Obispo de Po»
licastro y Abad de dicho monasterio, y al Conde de Muzarelli en
el Buen uso de la Lógica en materia de Religión (n).
¿Y q»ié mucho que la Iglesia en nuestros dias use comunmen
te de este lenguage, cuando en el siglo cuarto usaba de él San Juan
Crisóstomo? Sí, yo he leido en las obras genuinasde este Santo (ñ)
que el tesoro espiritual de la Iglesia se compone de todos los méri
tos de los Santos Mártires (claro está que unidos á los de Jesucris
to): que este tesoro, aunque todos los dias se saca de él, no por eso
se disminuye, sinó que crece y se aumenta mas: que es útil para to
dos aquellos fieles que acuden á él con viva fé, para los que están
cargados de culpas, á fin de que consigan mejor la gracia de la re
misión, &c. Otras espresiones semejantes he leido en Orígenes (o)
que floreció mas de un siglo ántes que San Juan Crisóstomo. Luego
n;>es cierto lo que afirma Cavalario. {Nota 3.')
Acerca de Morino y Vanespén á quienes siguió Cavalario, ad
vierto que empeñado Morino (/>) en negar las'Indulgencias conce-
Nota 3.»—Puede verse la proposición 41 del Sínodo de Pistoya, condenada por Pió VI
en la Bula Auctorem fidei.
(m) Juan Morino del Sacramento de la Penitencia, libro 10, cap. 21 desde el núm. 6,
edición de Venecia 1702.—Zegero Bernardo Vanespén sobre el Derecho Eclesiástico, to.
mo 1.°, par. 2 », tít. 7.u, Suplemento al cap. 4.°, núm. 12. Uso de la edición de Madrid 1778
con ediciones de Francisco Vallarna.
(n) Muzarelli, tomo 3.°, opúsculo 14, pág. 189 de la edición madrileña 1798.
(;i) San Juan Crisóstomo en el Sermón de los SS. MM. Juventino y Máximo, y en el Elo»
gio de San Ignacio mártir el sermón está en el tomo 3.°, y el elogio en el tomo 5.° de la edi
ción de Paris 1581.—Véase Cristiano Lupo en el tomo 6.° de sus obrar, impreso en Venrcia
t726, cap. 5.° de la Disertación sobre las Indulgencias.
(o) Orígenes en la Homilía 10 sobre los Números, Está »>n rl tomo 2.° de la edición de
/.a -Rué, Venecin 1743.
Cp) En el libro 10 rilado, cap. 19, núm 10.
didas por Urbano II cuando en el año de 1092 consagró la Iglesia
del monasterio de Cava, donde halda sido monge, levanto una ca
lumnia á sus religiosos, afirmando que fué inventado por ellos mis
mos el diploma de dicho Papa que trae Baronio en sus Anales (q),
reconociéndolo por fidedigno. ¿Quién duda que hubiera dicho otro
tanto de la Historia de la Dedicacion.de la misma Iglesia que se ha
lla en losBolandos, pues refiere las propias Indulgencias? Pero ¿qué,
así se calumnia á unos monges do quienes todos los escritores se
hacen lenguas? Me basta decir en su abono que al primer instru
mento que he citado (esto es, al diploma) lo reconocen por obra ge-
nuina de Urbano, ademas del Baronio, Antonio Pagi (■/•) en la crí
tica sobre sus Anales; Mabillon en los Anales del orden de San Be
nito, y Francisco Pagi en el Breviario de los hechos de los Pontí
fices; y al segundo (esto es, al manuscrito de la Historia de la De
dicación) lo tienen por auténtico y digno de fé, los Bolandos, el
Conde de Muzarelii y Eusebio Amort (s), á todos los cuales doy
mas crédito que á Merino.
En cuanto ¿í Vanespén, luego que leí lo que escribe en el títu
lo de Indulgencias, eché de ver el poco respeto con que habla de los
Sumos Pontífices; pues pone todo su conato en deprimir cuanto
puede, su potestad pontificia, y en censurar y fiscalizar sus Consti
tuciones apostólicas. Véanse las Notas que hay en la dicha edición
madrileña debajo do las letras Y, Z,que creo que son de Vailarna;
y téngase presente lo que escriben de este canonista Lorenzo Her-
vás y Panduro (t) en la Historia de la Vida del Hombre, el Obispo
de Guadíx («) en su Bibliografía Crítica; y sobre todo, el Arzobis
po de Toledo y Cardenal don Pedro Inguanzo (e), quien abierta
mente llama á Vanespén Jansenista y corifeo de Jansenistas.
CUESTION III.
[a] Fr. Munuel Deíiclie, tomo 1." <le ln Doctrina Cristiana, en la explicación de las Indul
gencias.—José Cantero, tomo 2.°, del Directorio Catequístico, míin. 472.—Juan Martínez do
Ja Parra, Luz de Verdades Católicas, en la Plática de las Indulgencias.—El limo. Santander.
[b] Córdoba en la obra de Indulgencias, impresa en Alcalá 1554, cuestión 29, proposición
2.»—Así entendieron 4 Córdoba, Francisco Suarez, tomo 19, impreso en Venecia 1748,
dísp. 50, sec. 5.°—Juan Dicastillo, Villalobos, Herinx, &c.
[c] Diana Coordinado, impreso en Venecia 1728, tomo 4.°, trat. 5.°, resol. 15.—Noguei
ra y Esteva, de la Bula de la Cruzada.—Machado, Naidens, Diaz de San Buenaventura.
M] Conforme á mi Decreto do la S. C. de Indulgencias de 18 de Mayo de 1711 que ci
tan Muí euri en la Práctica Canónica, cuestión proemial, mim <>().—llnnedicto XIV d«.' la
beatificación y canonización, lib. 2.", cap. 50, núm. 7.—Amort, Fcrruris, Mindcrcr.
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definida que se concede sin determinación de tiempo; y en perpe
tua que dura siehipre, y no necesita renovarse. La Indulgencia in
definida (c) se tiene comunmente por perpétua.
Ultimamente, la Indulgencia se divide en real, local y perso
nal. La Indulgencia real es la que se concede á alguna cosa mo
vible, como á un rosario; esto es, al que lo tragere consigo, ó i'eza-
re con él. La Indulgencia local es la que se concede á algún lugar
piadoso, corrió una Iglesia; esto es, á los que devotamente la visitan.
La Indulgencia personal es la que se concede inmediatamente á
las personas, para que puedan ganarla en donde quiera que estén.
Para evitar confusión,. trataré de esto mismo en algunas cuestiones
que siguen.
CUESTION IV.
CUESTION V.
[e] Gilíes de la Madre de Dios, tomo 2.° de la Teología Moral, trat. 5.°, art. 1.°—El
Anónimo Dominicano, Juan Bautista Arignani, Belarmino, Pedro Colét.
I /] Francisco Lárraga en su Prontuario Moral, trat. 50.
ta\ Jorge Gobát en el tomo 2.° de sus obras morales, impreso en Munich 1681, trat. 3.°,
cap. 7.*; y trat. 4.°, cap. 5.° de la 2.» parte.—Diana en el lugar citado, resol. 5."—Sebaldo
Minderír en su obra de Indulgencias y Jubileo, impresa en Venecia 1764, parte 1.a desde el
nrím. 231; y en el trat. del Jubileo, desde el nrtm. 18.—Francisco Hercig en el Manual del
Confesor, niim. 488.—Grosín, trat. 38.—Viva, Bordonio.
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Jubileo. Lo primero, porque aunque algunos (6) opinaron antigua
mente lo contrario, hoy dia esta es la práctica común que es el me
jor intérprete de las leyes. Lo segundo, porque Inocencio X, segr.n
refiere Gobát, concedió en 22 de Diciembre de 1646 Indulgencia
plenaria á los Jesuitas en forma de Jubileo, pero sin facultad de
elegir confesor que los absolviera de los reservados papales: en
las cuales palabras impugna la opinión contraria. Lo tercero, por
que la S. C. de Indulgencias, según dice Minderér, declaró el dia 14
de Diciembre de 1716 que en fuerza de las Indulgencias concedi
das en forma de Jubileo, no se crea concedida la facultad de absol
ver de reservados sinó se espresa. Concluyo, pues, con Navarro (e)
y Lucio Fcrraris, que la Indulgencia concedida en forma de Ju
bileo, ninguna otra cosa da á entender, sinó que se concede Indul
gencia plenaria ó plenísima como suelo concederse en los Jubileos,
y que los Papas usan de semejantes fórmulas, ya para significar
mayor abundancia de afecto hacia aquella Iglesia ó persona, ya pa
ra escitar en los fieles mayor consuelo, y mas esmero en ganarla;
para lo cual, es preciso confesarse ó el dia de la Indulgencia ó la
víspera, como ya diré.
Advierto últimamente á los confesores con Suarez (d) y Be
nedicto XIV, que muchas personas abusan do este nombre Jubileo
para dar á entender que hay Indulgencia plenaria, como se ve en
los Diarios y Almanaques de la Habana; y por tanto, que los sacer
dotes en el Sacramento de la Penitencia no sean fáciles en usar de
aquellas facultades que son propias del Jubileo, sin saber de cierto
que lo hay.
CUESTION VI.
[h] Lorenzo de Peirinis, sobre los privilegios de los regulares, tomo 2.°, níím. 6, sobre
la Bula octava de San Pió V. He visto en San Diego de Méjico sus obras en tres tomos, im
presas en León de Francia 1668.—Gratis y Basco se inclinan á la opinión de Peirinis.
[c] Martin Navarro en el tomo 3.° de sus obras, impresas en I,eon de Francia 1589, no
table 26 de Indulgencias.—Fcrraris, palabra Indulgencia, art. 1.°, níim. 11.—Kacemberger,
núm. 7 de las Indulgencias.—Suarez, disp. 7.* de las censuras, sec. 5."
[d] Suarez, tomo 19, disposición 50, sec. 4.a—Lambertini del Sínodo dioces., libro 13,
cap. 18, níím. 9.
[a] San Antonino, part. 1." de la Suma Teológica, impresa en Verona 1746 por los Ha.
llerinie, ttt. 10, cap. 3.°, }. 4.°—Alfonso Tostado, part. 1.» de su Denfesorio, cap. 3.°, está en
el tomo 25 de sus obras, impreso en Venccia 1728.
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solido llamar á la Indulgencia plenaria Indulgencia de culpa y
pena, y que esta es una locución impropia y abusiva, supuesto que
la Indulgencia, como dige en la cuestión primera, nunca perdona la
culpa. Sin embargo, podrá pasar esta locución, dicen San Antoni-
no y el Tostado, si se entiende que la culpa no se perdona por la In
dulgencia, sino que se perdona por la Contrición ó Confesión que
indispensablemente se requieren para ganar la Indulgencia. Esto
supuesto;
Respondo á lo primero que por Indulgencia de culpa y pena
entienden unos teólogos (6) Indulgencia plenaria; y otros (c) aña
den que ademas de la Indulgencia plenaria, hay también facultad
para absolver de todos los pecados, aunque sean reservados al Papa.
Yo sigo la primera opinión; pues como dice Suarez, para seguir
con seguridad la segunda, se han de considerar atentamente las pa
labras de la concesión.
Acerca de lo segundo, Belarmino y Jacobo Gretséro (íZ) nos
dan á entender que los Papas han expedido algunas Letras en las
que concedian Indulgencias de culpa y pena. Gil Carlerio, Dean de
Cambray, y Juan Bautista Tiers, Doctor de la Universidad de Pa
rís (c), se oponen á estas Indulgencias diciendo que la Curia ro
mana nunca las ha concedido. Contra estos
Respondo á lo segundo que algunos Papas han concedido ex
presamente Indulgencias de culpa y pena. Pruébolo: al concluirse
el Concilio general de Pisa, celebrado en el año de 1409, concedió
Alejandro V Indulgencia plenaria de culpa y pena á los que ha
bían asistido al Concilio. Así consta de la Colección de Concilios de
Juan Harduino (f). San Pió V en 1571 concedió otra en los mis
mos términos (g) á la Congregación del Beato Pedro de Pisa, se-
■
[b] San Antonino, el Tostado, Navarro, Francisco Silvio, Suarez, disp. 50, sec. 1.'—Le-
zana en Ta Sama, palabra Indulgencia.—Gobát, Juan Andrés, el Panormitano.
[c] Teófilo Rainaudo, tomo 7." de sus obras, impresas en León de Francia 1665, par
te 2." del Escapulario Mariano, cuestión 5."—Gregorio de Valencia en sus Comentarios Teo
lógicos, tomo4.u,'1mpreso en Venecia 1600, disp. 7.", cuestión 20, punto 3.°—Córdoba, cues-
tion 6.a—Manuel Rodríguez, Boivín, Juan Polmán.
[d] Belarmino, libro 1.° de Indulgencias, cap. 7.°—Gretséro en el libro 2.° de las Sa
gradas l'eregrinaciones, cap. 15. Está en el tomo 4.° de sus obras, impresas en Ratisbona 1734.
[«] Carlerio en un sermón que predicó en el Concilio de Basilea 1433.— Le hallarás en
el tomo 12 de la Colección de Concilios de Labé, impreso en Paris 1672, pág. 1204.—Tiers
en el tomo 4.° de las Supersticiones, lib. 7.°, cap. 17.—Minderér, part. 1.», núm. 811.
[f] En el tomo 8.° de la edición de Paris 1714.
[g] Empieza la Bula Religionis zelus: es la 125 de San Pió V en el tomo 2.° del Bula-
rio romano. También la trae Guerra en el 4." tomo de su Bulario, pág. 183 de la edición ve
neciana de 1772.
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gun consta del Bularlo romano (Nota 4."), y del de C tierra. Otra
había concedido Pió IV (/t) en 1565 á los que socorriesen con algu
na limosna al hospital de San Lázaro, como puedes ver en el mis
mo Bulario romano. Finalmente, Inocencio IV en el primer año
de su pontificado concedió otra á los cofrades de la correa de San
Agustín, según consta del Sumario de sus Indulgencias, reconoci
do por la Sagrada Congregación, y confirmado por Clemente X (i).
Luego no hay duda que en otros tiempos concedieron algunos
Papas Indulgencias de culpa y pena. Véase el tomo segundo, cues
tión primera.
CUESTION VIL
[c] Lámbertini del Sínodo, lib. 11, cap. 11, núra. 4.—Fr. Francisco ArmaSá, tomo 1.°
de sus Pastorales, impreso en Tarragona 1794, part. 2.a, núm. 15.
i<í] En el tomo 15 de sus obras, Jieleroctilorum part. 2.a, sec. 3, cuestión 7.a
[e] Renato Jacinto Droven, tomo 3.° de los Sacramento?, lib. 6.", cuestión 7.», cap. 1.°,
i- 4.°—José Catalani, sobre el Ceremonial de Obispos, lib. 1.°, cap. 25, 6. 1.°, núm. 5.
[/] Teodoro en su Tratado de Indulgencias que ho visto impreso en Roma 1743, part. 2.*,
cap. 4 °, art. único, \. 2.°—.Minderér, part. 1.", núm. 213 y 807; y pnrt. 2.», núra. 214.
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contraria, también los hay por la mia, como son: Rainaudo, Toledo,
Eusebio Amort, Cristiano Lupo, Antonio de Córdoba, Francisco
Suarez, Martin de Roa, Luis Habert, Gobát, Mateuci, Vanrans,
Vicente Calata^ud, Pablo Gabriel Antoine, Giribaldo, Reinfestuel
y otros muchísimos que omito.
Ni es tan cierto lo que nos dice Minderér de que Belarmino y
Benedicto XIV fueron también de su opinión. Veamos primeramen
te cómo se explica el piadoso Cardenal Belarmino que tan lejos es
tá de negar las Indulgencias de mil años, que se inclina más á creer
las. "No se ha de negar, dice en el libro primero de las Indulgen
cias, capítulo nono, que pueden algunos pecadores hacerse reos
"de estar haciendo penitencia según los Cánones por el espacio de
"millares de años; porque si á cada uno de los pecados mortales se
"debe la penitencia de tres ó de siete años según los Cánones, ¿quién
"contará los años de penitencia que deberian señalarse á los que per
duran y blasfeman continuamente, y cometen con mucha frecuen
cia hurtos, homicidios, adulterios? A estos miráron sin duda los
"Pontífices (si es que ha habido algunos) que en otros tiempos con
cedieron diez ó veinte mil años de Indulgencia." Luego no niega
Belarmino las Indulgencias de mil ó mas años, aunque por no ha
ber entonces Bularios impresos como los hay ahora, no las habría
visto en las Bulas de los Papas como las he visto yo.
Acerca de Benedicto XIV, bien conozco que según su genio
no le agradaban las Indulgencias de mil ó mas años, puesto que es
cribió (g) siendo Arzobispo, que tenia por increíbles los miles de
años de Indulgencia; pero cuando ya fué Sumo Pontífice, me pa
rece que pensaria de otro modo. Me fundo para decir esto en que
cuando le presentáron los miles de años de Indulgencia que habían
concedido Alejandro VI y Julio II á los que rezasen las Coronas
de la Beata Juana de Valois; esto es, veinte mil años concedidos
por Alejandro VI, y setenta mil años concedidos por Julio II, no di
jo que las tales Indulgencias eran improbables y fabulosas, sinó que
las revocó, y en lugar de ellas, concedió otras mucho mas reduci
das y moderadas (A).
Habiendo, pues, autores clásicos por una y otra opinión, me pa
rece lo mejor ver en el segundo argumento en que se fundan los
que niegan las tales concesiones, para ver si puedo rebatirlos; pues
á mí me parece que una de las principales pruebas de mi conclu-
[i] Estío en el cuarto, dist. 20, i. 10.—Gerson, tomo 2.°, en el Opúsculo de Indulgencia^
consideración 10.—Juan Pontás en la palabra Indulgencias, caso 5.°
[>] Soto, sobre el 4.°, dist. 21, cuestión 2. , art. 1.°; y dist. 19, cuestión 3 al fin tlei art. 2.»
[k] En el tomo 1.°, part. 2.", tít. 7.°, cap. 2.°, nilm. 23.
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teólogos; mas aunque muchos la han ahrazado, Bencdiclo XIV (I)
no dejó de darla por eso el epíteto de singular. Así cabalmente su
cedió con los miles de años de Indulgencia. Hablando de ellos Ger
son (//), dijo que acaso tales concesiones serian fingidas por los cues
tores; y lo que Gerson propuso con duda, lo afirmaron después como
cierto Domingo Soto, Estío; Catalani y otros que los han leido. Yo
bien sé que los cuestores acarreáron á la Iglesia de Dios varios es
cándalos y que fingieron muchas Indulgencias, como lo dan á en
tender algunos Concilios (m); pero de aquí ¿podremos inferir con
buena lógica que los Papas nunca concedieron Indulgencias de cien
años, ó de mil? todos me dirán que no. Voy, pues, á responder á los
fundamentos que alegan.
Al primero digo que aunque es cierto que las Indulgencias
modernas son todavía una condonación de la antigua penitencia
canónica; pues con relación á ella (n) dan hoy los Prelados de la
Iglesia una cuarentena de Indulgencia, un año, tres, siete, &c;
también es cierto que habiéndose variado tanto el modo de conce
der Indulgencias, aunque al principio atendiesen los Pontífices pa
ra concederlas, al tiempo que solian durar las penitencias anti
guas, no tuvieron después tal miramiento. En prueba de esto, pu
diera nombrar varios Papas que aun después del Concilio Triden-
tino hicieron concesiones de ciento y de doscientos años de Indul
gencia. Mas dejando estas para la cuestión siguiente, solo haré men
ción por ahora de la que concedió Pascual II («) á los que subie
sen de rodillas por la Escala Santa que está en San Juan de Le-
tran de Roma, la cual Indulgencia es de nueve años por cada
una de las gradas; y teniendo la dicha escala veinte y ocho gradas
ó escalones, según escribe Benedicto XIV (o), vino á conceder dos
cientos cincuenta y dos años de Indulgencia por cada vez que la
suban.—A Teodoro y Minderér que por una parte tienen por cier
tas las dichas Indulgencias de la Escala, y por otra se oponen á
los miles de años de Indulgencia, Ies haria yo de buena gana estas
dos preguntas.—Primera, ¿halláis algún inconveniente en que gane
[p] Miguel Medina en el libro de Indulgencias, cap. 30.—Andrés Vega, Domingo Soto,
Bartolomé Fumo, Pedro Soto, &c.
[q\ Alegre en el tomo 6.° de sus Instituciones teológicas, 'lib. 16, prop. 7.", núm. 11—
Belarmmo, Cristiano Lupo, Vicente Calatayud, Merbesio, Serri, Tourneli.
[r] San Buenaventura en el 4.°, dist. 20, par. 2.*, art. 1.°, cuestión 2.'—Palavicino, His
toria del Concilio de Trcnto, lib. 24, cap. 12.
[*] En el tomo 3.° de su Teología, tratado 10, cuestión 3.", dub. 2.
18
tin (t) y Sa» Julián, Arzobispo de Toledo; si la Indulgencia de
mil años no es remisión de las penas que por mil afios se habían
de pagar en el purgatorio, sino perdón de tantas penas cuantas
perdonaría Dios al que hiciera mil anos de penitencia según los
Cánones antiguos, como dice muy bien Matéuci («), ¿qué dificul
tad puede haber en admitirla? Yo no encuentro ninguna, ni tam
poco la encuentran una multitud de teólogos que he visto.
Acerca del reparo de Domingo Soto, respondo que su empeño
en oponerse á los miles de años de Indulgencia le hizo tal vez desli
zarse en dos opiniones singulares. La una es, de que por un año de
penitencia de esta vida(r) no se perdona un año de las penas del pur
gatorio, y acaso ni un mes. Esta opinión se opone á la común de los
teólogos (#), los cuales enseñan que mucho mas se satisface á Dios
con las obras de verdadera penitencia que se hacen en esta vida, que
con las penas terribles que se padecen en el purgatorio; porque aquí
se satisface voluntariamente, y a.llí se padece por fuerza: acá es tiem
po de piedad y misericordia; y allá es tiempo de severidad y de ri
gor.—La otra opinión estravagante en que se deslizó Soto, y que
enseñó después Maldonado, es de que ninguno ha estado en el pur
gatorio ni aun diez años. A esta opinión llamó el señor Palafox,
sobrado confiada y peligrosa; otros la tienen por termeraria é impía,
y otros hay que aseguran que está condenada por Alejandro VII.
No estraño pues, que á Maldonado (»/) le reconviniese por ella la
Universidad de Paris; y que á un orador famoso que en España la
predicó en el pulpito como cierta, le mandasen los Inquisidores que
se retratase (z); porque retrae á los fieles de ofrecer misas, Indul
gencias, y otras obras satisfactorias por aquellas Almas que des
pués de diez años que se han separado de sus cuerpos, padecen to
davía en el purgatorio.
Si Soto y Maldonado, antes de dar á luz esta opinión, hubieran
consultado á la práctica común de la Iglesia y á las historias fide
dignas, no hubieran osado escribirla. Porque ¿quién ignora que en
[í] San Agustín en el lib. 21 de la Ciudad de Dios, cap. 13 y 16.—San Julián en el li
bro 2.° de su Pronostican, cap. 21.—Están sus obras en el tomo 2.° de la Colección de los Pa
pas toledanos, y en el tomo 12 de la Biblioteca de los antiguos Papas de la edic lugdunense.
[u] Matéuci, Caúsela del Confesor, lib. cap. 27, nfím. 7. Giribaldo, Boivin, Grego-
nis de Valencia.
[y] Domingo Soto en el 4.°, dist. 21, cuestión 2.", art. l.°, conclusión 2.»; y dist. 19,
cuestión 3.a al nn del art. 2.°
[x] Fr. Luis de Granada en el Memorial, trat. 2.°, cap. 1." de la satisfacción.—Bernar
do Nieva, Manual de Información, tít. 73 de las Indulgencias.—Belarraino, Córdoba, Silves
tre, Suarez, Moneada, Villalobos, Portel, Gobat, Dicastillo, Martin Navarro.
[y] Así lo dice Maquer en su Compendio de la Historia Ecles., tomo 4.°, al año de 1575.
[íj Henrique IIcnriquez en el lib. 7.° de las Indulgencias, cap. 16, {. 4.°—Martin Carri
llo sobre la Bula de difuntos, part. cap. 11, núm. 11.
19
todos tiempos ha sido práctica común de la Iglesia y costumbre uni
versal de los fieles celebrar aniversarios sagrados por algunas Al
mas en particular, habiéndose pasado ya ciento, doscientos y aun
mas años, desde que fuéron juzgados de Dios? Regístrese la Litur
gia de Santiago el Menor que se halla en la Biblioteca de los Anti
guos Padres (a), y se verá en ella que el Sacerdote pide á Dios en
el memento de los difuntos, por todos aquellos que fuéron ortodoxos
desde el justo Abel hasta el presente dia, para que lleguen al des
canso de la región de los vivos. Luego supone la Iglesia que puede
haber en el purgatorio algunos fieles de los que crió Dios al princi
pio del mundo; pues de otro modo no le pediría por ellos.—Si abri
mos la Historia Eclesiástica, conocerémos luego la falsedad de esta
opinión de Soto. En prueba de ello, voy á referir algunos ejemplos
que he entresacado de Autores de sana crítica. El limo. Palafox en
la obra que intituló Luz á los Vivos y Escarmiento en los Muer
tos (í), cuenta varios casos en los que duráron las penas del purga
torio á algunas Almas, cuarenta, sesenta y ochenta años. El Alma del
Emperador Ludovico Pió estuvo penando treinta y cuatro años, se
gún cuenta el Cardenal Baronio(c). Mas ha de quinientos años que
me abraso en estas llamas del purgatorio, dijo el Alma de otro
Emperador á la Venerable Madre María de Jesús (<í), religiosa de
la Concepción de Puebla. Si yo hubiera de escribir cuanto he leido
en los Bolandos acerca de esto, conozco que cansaría á mis lecto
res: no obstante, pondré aquí algo de lo que dicen, ya para probar
mi asunto con la autoridad de tan escelentes críticos, y ya para en
señanza nuestra. Mandó San Juan de Dios (c) á un enfermo que re
cibiese la Estremauncion; pero él, creyendo que se moriria mas
presto si se la daban, respondió que ya la pediria á su tiempo. Mu
rió luego sin este Sacramento; mas cuando le fuéron á amortajar
San Juan de Dios y sus religiosos^ volvió otra vez á la vida; y po
niendo los ojos en el Santo, le dijo: "Padre de los pobres, has de sa-
"ber que yo, porque desobediente á tus órdenes, no quise recibir la
"Estremauncion cuando tú lo mandaste, estoy sentenciado por jus-
"to juicio de Dios á ciento y veinte años de purgatorio." El que lea
en los mismos Bolandos (j ) la prodigiosa vida de la Beata Cristi-
[a] Al principio del tomo 2.°, de la edición lugdunenso.—Véanse Pedro Moneada en la
Declamación por las Almas del purgatorio, lib. 1.°, cap. 7.°, y Martin de Roa, de los cuatro
estados.'en los capítulos 27, 28 y 29.
[b] Tomo octavo de sus obras de la edición de Madrid 1762.—Ve los números 37, 72,
77, 100. 163 y 207.
[c] Baronio al año 874.— Los Bolandos el dia 2 de Junio .
[<¿] Véase su vida, escrita por Fr. Félix do Jesús Marín, lib. '2.°, cap. 15, núm. 8.
[e] Los Bolandos el'dia 8 de Marzo.
[/] El 22 de Junio.
20
na Virgen, verá con júbilo y admiración que esta Santa sacó del
purgatorio á una Alma que por sus escesos debia estar allí cien
años, á su madre que debia estar seiscientos años, á su padre que
debia estar doce mil años, y á un rico que habia recibido la senten
cia de treinta mil años de purgatorio.
Ya no me admiro de que el célebre Guillermo Estío, esponien
do el capítulo tercero de la Epístola primera de San Pedro Q*), nos
diga que cuando el Alma de Jesucristo bajó álos infiernos, no solo
estuvo en el limbo de los Santos Padres, sinó también en la cárcel
del purgatorio (A), de donde sacó para el cielo algunas de aquellas
Almas que no habiendo creído á Noé cuando profetizó que se iba á
acabar el mundo, se convirtieron después á Dios al ver el diluvio.
Es decir, que habiendo estado en el purgatorio algunas de aquellas
Almas como dos mil novecientos y noventa años, debiendo estar allí
mas tiempo por sus pecados, las sacó nuestro benignísimo Reden
tor Je aquellas penas, concediéndolas Indulgencia plenaria. Tam
poco me admiro de que el Papa Inocencio III, tan alabado de to
dos (t), la hermana de San Vicente Ferrer, llamada Francisca ( _/),
y otras Almas que refieren el venerable Beda (&), Dionisio Cartu
jano y Santa Brígida recibiesen de Dios la sentencia de estar pe
nando en el purgatorio hasta el dia del juicio final; pues algunas, di
ce Hugo de San Víctor, estarán allí hasta la última resurrección.
De lo que sí nos debemos admirar es, de que leyendo nosotros estos
casos en los que claramente se manifiesta la profundidad de la jus
ticia divina, seamos tan insensibles, que ni hagamos frutos dignos
de penitencia, ni aun procurémos aprovecharnos del rico tesoro de
las Indulgencias, ya para nosotros mismos, ya para sacar á las ben
ditas Animas de aquellas penas del purgatorio, tan terribles y tan
duraderas.
Por último, al fundamento de Vanespén respondo que los Con
cilios alegados por él, que son ademas del Tridentino, el de Malinas
y el de Cambray (¿), no condenan en general las Indulgencias de
muchos años: pondré aquí sus palabras. El de Cambray celebrado
en 1565 dice así en el título de las Indulgencias. "Manda este Santo
[g] Estío sobre los versos 19 y 20 del dicho capítulo: sobre el 3.° de las sentencias,
dist. 22, L 4.°; y sobre el 4.°, dist. 21, {. 5.°
[A] Véase la Mística Ciudad de Dios, part. 2.", núm. 1461.
[il Ve la Vida de Santa Lugarda en los Bolandos á 16 de Junio; y lo que dice Belarmino
en el lib. 2.a del purgatorio, cap. 9.°; y en el Opúsculo de Oemitu columbee, lib. 2.°, cap. 9.a
[j] Pr. Serafín Tomás Miguel en la Vida de San Vicente, lib. 2.°, cap. 7.°
[íj Beda en la Historia Eclesiástica de Inglaterra, lib. 5.°, cap. 13.—Dionisio, de los No
vísimos, art. 47.—Santa Brígida, lib. 6." de sus Revelaciones, capítulos 39 y 85.—Hugo, li
bro 2.° de Anima, cap. 17.
\l] Están los dos en el tomo 15 do la edición de Labé.
21
"Concilio que los Párrocos avisen con diligencia á sus pueblos que
"no crean temerariamente á algunos charlatanes, ni tampoco á cier
ros libritos aunque sean impresos, que por causas leves, vanas y
"supersticiosas prometen Indulgencias exorbitantes; puesto que las
"Indulgencias no se deben conceder, sino por causas piadosas y ra
zonables." El de Malinas que se celebró en 1570," después de poner
casi las mismas palabras que el de Cambray, añade las siguientes:
"principalmente no den crédito á los charlatanes ni á los libritos,
"cuando les prometen efectos ciertos; es á saber: que no se verán en
"tales peligros, que no morirán de peste ni ahogados, ^jue se libra
rán infaliblemente del purgatorio si mandan decir tal misa, ó
"rezan una oración tantas veces." Esto supuesto, ¿qué tiene que
ver lo que prohiben los dichos Concilios con lo que defiendo yo? ¿Se
atrevería á decir Vanespén que ha habido algún género de supers
tición, asi en las causas que han tenido los Pontífices para conce
derlas, como en los medios que han propuesto para ganarlas? Yo
no lo estrañaria; pues sé que su discípulo Ricci tuvo la avilantez de
no querer admitir en su diócesis un ejercicio piadoso, ordenado y
recomendado por Pió VI y enriquecido con varias Indulgencias,
llamándolo estravagante y supersticioso, como diré en el tomo se
gundo, cuestión trigésima quinta. Mas los Concilios de Cambray y
de Malinas estuvieron muy léjos de censurar las Indulgencias ponti
ficias, y aun de querer insinuar á los- Papas el modo de distribuirlas.
¿Y cómo los Concilios provinciales se habían de atrever á eso,
cuando no se atrevió el Concilio general de Trento? Pondré aquí
sus mismas palabras {11): "Desea este Santo Concilio que se proce-
"da con moderación en la concesión de las Indulgencias, según la
"antigua y aprobada costumbre de la Iglesia." Aunque suponga
mos pues, con Vanespén que esta determinación del Tridentíno se
dirigió principalmente á la Curia romana, sin embargo de que
otros (m) opinan que á los Obispos; estas últimas palabras, según
la antigua y aprobarla costumbre de la Iglesia, no se han de en
tender, dice Houdri (n), de la costumbre que la Iglesia tuvo en los
siglos primeros del cristianismo en los que se daban poquísimas In
dulgencias, sinó de la que tuvo en los siglos siguientes en los que so-
lia usar de ellas con moderación, ya para escitar á los fieles á las
obras buenas, ya para alcanzar de Dios que la mirase á ella misma
con misericordia en alguna tribulación que la amenazaba. En las
CUESTION VIII.
CUESTION IX.
Ía] Minderér, part. níím. 222.—Amort en la Historia de las Indulgencias) cuestión 3.»
61 Navarro de Indulgencias, notab. 9.°, nfím. 8.—Suarez, disputa 56, sección 2."; y dis
puta 57, sección 1.»—Bonacina de Indulgencia?, punto 8.°, n/ún. 2.—JuanPontás en el Dic
cionario mora], palabra Indulgencia, caso 7.°—Grafis, Tourneli, Reginaldo, Villalobos.
M Minderér, parte 1.", en el mím. 222, y al principio del tercer Apéndice,
-[rf] Cavalarío y Devoti en los Prolegómenos sobre el derecho canónico.—Fiignano,
Ferraris, Vancspén.
32
c ha regla en los mismos términos en que la refieren los menciona
dos Autores, nada valdria hoy.
Respondo últimamente que habiendo propuesto á la Sagrada
Congregación de Indulgencias el Provincial de los recoletos de mi
orden de la Provincia de Flandes, los dubios siguientes. "Primero,
"¿si la Indulgencia concedida para tal dia de cualquier año futuro,
"se ha de restringir á veinte años?—Segundo, ¿si se comprenden
"también debajo de la misma restricción, las Indulgencias que se
"dan bajo esta forma, in pcrpctuum, ó para siempre?" La dicha
Congregación, en 22 de Enero de 1753 respondió á ambos dubios,
que no; esto es, que unas y otras concesiones no se han de limitar
á veinte años, sino que duran para siempre. Sobre lo cual espidió
un Decreto que he leido en la Cronología Seráfica, tomo cuarto, pá
gina 88 (c).
CUESTION X.
CUESTION XI.
Por un terremoto ó por un incendio se destruyó una Iglesia que
tenia Indulgencias y un Altar privilegiado. Se pregunta ¡ si se
acabaron las Indulgencias de la Iglesia, y del Altar de Animal
Respondo lo primero con Laimán («) y Mateuci que si la Igle
sia y el Altar de Anima no se vuelven á edificar, perecen las dichas
Indulgencias: las cuales se habían concedido, no á aquel parage ó
aquel sitio absolutamente, sinó á la Iglesia y al Altar que estaban
en aquel suelo y ya no existen: esta es opinión común.
Respondo lo segundo con el Cardenal de Lugo, Ursaya y Do
mingo Viva (6), que si la Iglesia y el Altar de Anima no se destru
yen del todo, y sucesivamente se van reparando, no pierden las In
te] Francisco Lumbier, tomo 2.° de los Fragmentos Morales, número 1070, y desde
el número 686.
[aj Pablo Laimán en el Tratado de las Indulgencias, cap. 3.°, núm. 5.—Mateuci, Oficial
de Cuna, cap. 26, nrtm. 22.
[í>] Juan de Lugo en el tomo 6.° de sus obras, disp. de Indulgencias, scc. 8.", nrtm. 131.
Ursaya, tomo 3.°, parte 2.", disceptacion 24, núm. 42.—Viva en el tomo 2.° de la Teología
Moral, parte O.", cuestión 11, art. 1.°, niím. 5.— Cavalieri, lomo 3°, sobre el Decreto 109.—
Zacarías Pascualigo del Sacrificio de la Misa, tomo 1.", cuestión 701.
34
dulgencias; porque según el juicio general de los hombres, se repu
tan por el mismo Altar y la misma Iglesia.
R espondo lo tercero con Suarez (c), Juan Azor y Minderér,
que aunque la Iglesia quede totalmente destruida, si se reedifica en
el mismo sitio, debajo de un mismo título y dentro de breve tiempo,
no pierde las Indulgencias; porque reedificándose con estas condi
ciones, se juzga moralmente la misma Iglesia, y por otra parte per
severa el fin del concedente que fué el honrar aquella Iglesia con
las Indulgencias.
Dije si se reedifica en el mismo sitio; porque si se fabrica
ra en otro, ya no seria la misma Iglesia, y de consiguiente perde-
ria las Indulgencias que tenia, conforme á un Decreto de la Con
gregación de las Sagradas Reliquias é Indulgencias de 16 de Fe
brero de 1732 (d).—Debajo del mismo título que tenia la Iglesia;
porque necesariamente se requiere para que no sea Iglesia distin
ta, pues de otro modo no tendrían lugar, dice Cavalieri (e), las pa
labras del indulto. Y dentro de breve tiempo] porque entonces, di
ce Suarez, por la proximidad de la reedificación se cree que aun
dura la misma Iglesia.
Si el Altar de Anima se reedifica con las dichas condiciones,
no perderá la Indulgencia, dice Minderér. Y aun cuando no se ree
difique el Altar en el mismo parage sino en otro distinto, con tal
que sea dentro de la misma Iglesia y bajo del mismo título, reten
drá la dicha Indulgencia. Asi se infiere de dos Decretos de la refe
rida Congregación que expone el citado Cavaliéri (/). Exceptúase,
dice Minderér (g-), cuando el Altar de Anima estuviera concedido
por respecto á alguna Imagen insigne que hubiera habido en el di
cho Altar, y esta hubiera perecido; pues en ese caso, perecería tam
bién la Indulgencia.
Ultimamente advierto que cuando una Iglesia tiene Indulgen
cias por ser de alguna orden regular, aunque esta Iglesia total
mente se arruine y se construya en otro sitio, siempre conservará
las Indulgencias mientras sea Iglesia de aquella orden; pues las In
dulgencias, según declaró la S. C. de Obispos y regulares (A) el
[c] Suarez, disp. 52, sección 1.»—Azór en el tomo 2.° de las Instituciones Morales, li
bro 9.°, cap. 3.°, cuestión 13.—Minderér, parte 1.", desde el núrn. 245.— Bordonio, de los Le
gados.— Bonacina, punto 8.°, níim. 4.
[d] Se halla en la Historia de las Indulgencias de Amort, ndm. 3.
fe] Sobre el Decreto 110.
[/] Juan Miguel Cavalieri en el tomo 3.° de sus obras litúrgicas, cap. 14, sobre los De
cretos 107 y 108.—También los trae Amort, pág. 451 de su historia.
[ g] Minderér en la parte 2 », núrn. 75 y 76, citando á Teodoro.
[SÍ Gerónimo Nicolio en sus Florecillas, palabra Indulgencia, núrn. 7.—Cavalieri, Bre-
mónd, Juan Bautista Pitoni.
35
dia 3 de Abril de 1626, se conceden tanto á las Iglesias ya erigidas,
como á las que se erijan en adelante. Y para no extenderme más,
digo que asi como no es preciso que un Templo ó un Altar estén con
sagrados para que tengan Indulgencias; así tampoco las perderán
aun cuando pierdan la consagración, (i)
CUESTION XII.
[i] Minderér, parte 1.", núm. 246.—Pnscualígo en la cuestión citada, ntíra. 4 y 5.—Bor-
donio en la obra citada, cap. 7.°, cuestión 12.
[al Suarez, diup. 52, sección 1.a, dub. 4.°—Minderér, parte 2.*, n(ím, 586.
[6] Kacembergér, núm. 16 de las Indulgencias.—Minderér, parte 1.", ndm. 260.—Na
varro en la Miscelánea 19 del Salterio.
[c] Bona en el Relox Ascético, cap. 5.°, $. 17.—Minderér, parte 2.", nrtm. 577.
[d] La llevan todos los Autores que cito, tratando de las Indulgencias que hay por rezar,
la Corona de la Virgen, en el tomo 2.°
3fi
las Medallas á lo menos por un lado, la imagen de algún Santo ca
nonizado, ó puesto en el Martirologio romano: las cruces no han
de ser pintadas ni impresas. Todo esto es conforme á varios Decre
tos de la Congregación de Indulgencias que cita Minderér (c), y á
las formas de Indulgencias de Inocencio XI, Benedicto XIV y Fio
VI que he leido.
La tercera, que para ganar tales Indulgencias, cada uno de
be llevar consigo la 3Iedalla, Corona, &c; ó á lo menos tenerla co
locada en lugar decente de su aposento, y rezar delante de ella (/)
las preces ú oraciones que se mandan.
La cuarta, que las Coronas, Rosarios, Medallas, &c. áque es
tán concedidas las Indulgencias, no pasen de aquellas personas á
quienes se distribuyeron por primera vez, ni se puedan prestar ó
dar por algún tiempo á otras para que ganen las Indulgencias: ni
tampoco se puedan vender (g) luego que estén benditas; y que si
se pierde ó destruye alguna cosa de estas, no pneda sustituirse otra
en su lugar, sino que desde entonces se acaben las Indulgencias.
Así está mandado por Alejandro VII en un Decreto de 6 de Febre
ro de 1657, y otro de Inocencio XIII de 5 de Junio de 1721: los
que hallarás en los Autores (Zí) que cito abajo. '
La quinta, que aunque á la Corona ó Rosario que tienen In
dulgencias se les rompa el hilo ó cordón y se separen las cuentas,
no por eso pierden la bendición con las Indulgencias; pues la subs
tancia de la Corona, dice Quarti (í), consiste en las cuentas, y no
en el hilo ó cordón. Lo mismo dice Gobát ( cuando se pierde al
guna cuenta y se ponen otras en su lugar; pues se reputa el mismo
Rosario, y por consiguiente no pierde las Indulgencias. Pero si se
quiebra ó se destruye una parte tan notable de la Cruz, del Rosa
rio ó de otra cosa á la que estaba anexa la Indulgencia, que en la
reputación moral no se tenga por aquella misma cosa sino por ot ra;
se pierde también la Indulgencia, dice Amort (k). Otro tanto nos
[e] En la parte 1." de su obra, núm. 261; y en la parte 2.", nrtm. 590.
[j ] Benedicto XIV y Pió VI en las formas arriba dichas.—Pablo María Quarti, tít. 3.a
de las bendiciones, sección 16, dub. 1.°— Gobát, núm. 370.—Amort, Ferraris, Kacembergér.
\g] Así dice Pió VI en la forma de Indulgencias.
[h] Hallarás el Decreto de Alejandro en castellano en Fr. Antonio de Pórres, Tratado de
Indulgencias, lib. 1.°, uap. 11. —Y en latin en Tomás Tamburino, tomo 3." déla Teología Mo
ral, trat. del Jubileo, cap. 9.°: en Gobát, núm. 678: en Amort, cuestión 45 de la historia; y en
Minderér, núm. 538 de la 2.a parte.—El de Inocencio está en Kacembergér en el Apéndice
Alfabético, palabra Indulgencia délas Coronas de Jerusalen.—En Ferraris, art. 5.°, núm. 64,
y en Minderér.
[i] Quarti, dub. 5.° del lugar citado.—Francisco Pelizario en el Maniíal de Regulares,
tomo 2.°, trat. 8.u, cap. 5.°, nítm. 233.
\j] Gobát, núm. 390.—Minderér, núm. 623 de la 2.a parte.
[k] Amort, cuestión 4,") de la historia, nota 5."
37
«la ú entender Dicastillo (/) cuando dice que si una cosa que tiene
Indulgencias, se gasta ó se muda de tal modo que su rotura ó su
alteración sea enorme, como si á una Imagen de bulto la quitasen
la cabeza que tiene, y la pusiesen otra; entóneos se acabarían las
Indulgencias, pues no queda la misma Imagen. En una palabra,
convienen los Autores (//) que he visto, en que si la cosa que tiene
Indulgencias padec* una lesión tan leve que esté reputada comun
mente por la misma cosa, no pierde las Indulgencias; mas si la le
sión es tan grave que parece otra cosa diferente de la que antes
era, enteramente las pierde.
CUESTION XIIL
(/] Juan de Dicastillo en el tomo 2." de los Sacramentos, impreso en Amberes 1652,
trat. 9.°, disp. de las Indulgencias, nfím. 121.
[í/jlAdemás de los que he citado, Diana tomo 4.°, tratado 5.°, resolución 25 y 26.—Fer
rari^, art. 1.°, número 20.—-Kacembergér, nilmero 15.
loj La de Benodieto XIV está en el Ferraris, art. mím. 23.—La de Pió VII en la
Colección de Oraciones, por las que los Papas han concedido Indulgencias, pág. 425 de la
impresión de Roma 1818.
38
concordia entre los Príncipes cristianos, y demás necesidades de la
Iglesia, conseguirá en cualquiera de esos dias Indulgencia plenaria.
Segunda.—El que hiciere estas mismas cosas en las otras fies
tas de nuestro Señor ó de la Virgen, conseguirá en cada una de
ellas siete años y otras tantas cuarentenas de Indulgencia.— El que
las hiciere en cualquier domingo ú otra fiesta del año, ganará cin
co años y otras tantas cuarentenas. Y finalmente, el que las hicie
re en otro cualquier día del año, ganará cien dias.
Tercera.—Cualquiera que en el artículo de la muerte enco
mendare devotamente su alma á Dios, invocando el Santísimo
nombre de Jesús con la boca, y sino puede, á lo menos con el co
razón, estando verdaderamente arrepentido, confesado y comulga
do si pudiere; y sino, por lo menos contrito, conseguirá Indulgen
cia plenaria.
Cuarta—El que hiciere alguna oración preparatoria antes
de celebrar Misa, ó de comulgar, ó ántes de rezar el Oficio Divino ó
el de la Virgen, conseguirá cada vez cincuenta dias de Indulgencia.
Quinta.—El que visitare los presos ó los enfermos de los hos
pitales, ayudándoles con alguna obra piadosa; ó enseñare en la Igle
sia la doctrina cristiana, ó en su casa á los hijos, parientes ó cria
dos, ganará por cada vez doscientos dias de Indulgencia.
Sesta.—El que acostumbrare rezar á lo ménos una vez á la
semana la Corona ó el Rosario, ó el Oficio de la Virgen, ó el de
Difuntos, ó las Vísperas y por lo ménos un Nocturno con las lau
des, ó los Siete Salmos Penitenciales con las Letanías y sus preces,
ganará en el dia que lo hiciere, cien dias; además de las Indulgen
cias concedidas por San Pió V. {Nota 8.°)
Séptima.—El que al toque de la campana de cualquiera Igle
sia por la mañana ó á mediodía ó por la tarde rezare las acostum
bradas preces Angelus Dómini, &,c; y no sabiéndolas, un Padre
nuestro y una Ave-María; ó tocando la campana por las Animas, re
zare el Salmo De profundis, ó un Padre nuestro y una Ave-María
sino lo sabe, cien dias de Indulgencia. Otros cien dias ganará el
que en viernes pensare devotamente en la pasión y muerte de Je
sucristo, y rezare tres veces el Padre nuestro y Ave-María. Y otros
ciento ganará el que verdaderamente arrepentido de sus pecados,
con propósito firme de enmendarse, hiciere exámen de conciencia y
rezare con devoción tres veces el Padre nuestro y Ave-María en
honor de la Santísima Trinidad, ó cinco Padre nuestros y Ave-Ma
rías en memoria de las cinco llagas de nuestro Señor Jesucristo.
Nota 8.'—Las Indulgencias concedidas por San Pió V. las hallarás en la cuestión 19
del tomo 2.°
39
Octava.—El que pidiere á Dios por los fieles que están agoni
zando, ó rezare por ellos á lo menos un Padre nuestro y una Ave-
María, ganará en el dia que lo hiciere cincuenta dias de Indul
gencia. Todas y cada una de las sobredichas Indulgencias puede
cada uno ganarlas para síró aplicarlas por modo de sufragio por
las Animas del purgatorio.
CUESTION XIV.
A la Imagen de la Purísima Concepción que se venera en el
coro de San Fernando de Méjico con el título de Prelada (la
misma que el dia 8 de Diciembre sacamos en procesión por
las calles), la desbastaron el cuerpo de madera para que se
pudiese vestir bien. Mas viendo que la Imagen no quedaba
de buen talle con el desbaste, la pusieron parte de otro cuer
po nuevo, dejándola siempre la cabeza, las manos, y mucha
parte del cuerpo que antes tenia. Se pregunta ¿sí perdió por
eso la Indulgencia plenaria y otras parciales que antes ta ha
bían concedido!
Respondo que no perdió las Indulgencias, sino que las retiene
todavia.—Es opinión común de todos los Autores que he leido (o),
según dije en la cuestión XII, que si de tal modo se renueva una
Imagen que sea moralmente la misma, no pierde por eso las Indul
gencias. ¿Y quién dirá que una Imágen de bulto que está exterior-
mente vestida, no se reputa comunmente por la misma aun cuando
la muden el cuerpo interior que nunca vemos, si la dejan la misma
cara, las mismas manos, la misma estatura; y en una palabra, todo
cuanto suelen registrar nuestros ojos en semejantes simulacros?
Luego si la imágen de nuestra Santísima Prelada retiene la forma
primera, si vemos ahora en ella lo mismo que veíamos antes, solo
con la diferencia de que ahora la vemos con mejor talle y disposi
ción que antes, ¿por qué no dirémos que es moralmente la misma?
Aquiétense pues, los escrupulosos; y si todavia no se sosiegan con
mi parecer ni con el do tantos Autores que cito, sepan que se ha
consultado este punto con hombres sabios de Méjico, y aun con el
Ilustrísimo señor don Francisco Xavier de Lizana cuando era Ar
zobispo de Méjico, y que todos han sido del mismo parecer que yo.
Las Indulgencias que están concedidas á esta Sagrada Imágen,
son las siguientes:
[a] Pedro Colét en las Instituciones Teológicas tomo 5.°, Apéndice de las Indulgencia?,
cap. I.6—Bernardino Benci en la Práctica del Tribunal de la Penitencia, disputa 1.', cues-
tion 3.\ {. 5.°, núm. 13.
10
Una plenária, concedida en 2Í> de Mayo de 17G2 por el Ilus-
trísinio señor don Manuel Rubio y Salinas, Arzobispo de Méjico,
á los que recen una Salve delante de la dicha Imagen, rogando por
Ja intención del Papa Clemente XIII, quien le habia delegado esta
facultad especial.
Cuarenta dias de Indulgencia, concedidos por el mismo* señor
Arzobispo á los que la recen una Ave-María.
Y ochenta dias, concedidos por el Ilustrísimo señor Arzobispo
de Lima don Pedro Barroeta, á los que la saludaren diciéndola de
votamente; Ave-María.
CUESTION XV.
§. 2.° De su origen.
ta] Benedicto XIV en la formula de la bendición de los Agnus, <|ue lie visto en el to
mo 3." de su Biliario, níim. 5 del Ap/ndice; y en el lib. 4." de la canonización, parte 1.»,
cap. 5.°, desde el niím. 11.—Antonio Sandini," Vidas de los Papas, tomo en la nota 1.* á
la vida de Urbano V.—Guillermo Durando en el Racional de los Divinos Oficios, libro 6.°,
cap. 79.—Domingo Macri en su Diccionario, palabra Agnus 7>í.
[b] Jacobo Sirmondo, tomo 1.° de sus obras impresas en Venecia 1728, en la nota sobre
el opúsculo 9." de San Eimodio.—Albaiio Butlcr, tomo 7.°, en la vida de este Santo.—Moren
cu la palabra Agnus Dei.
.11
mingo in A ibis depiles tío la Sagrada Comunión. Con ellas, sahu
maban los fieles las casas, los campos y las viñas, teniéndolas por
un preservativo contra los prestigios del Demonio, y contra los hu
racanes de la tempestad. Esto se practicaba así lucra de Roma; pe
ro en Roma, en lugar del cirio pascual bendecía el Arcediano cera
mezclada con aceite, y formando de ella diversos pedazos en forma
de corderos, se los repartía al pueblo que se servia de ellos para los
dichos sahumerios. Este es el origen de las Ceras de Agnus ó de los
Agnus Dei, que bendijeron en adelante los Papas con mas ceremo
nias y solemnidad. Pero en qué- t iempo empezasen los Papas á ben
decirlos, no se sabe de cierto. La sentencia mas verosímil, dice
Lambertini (c), es la de aquellos escritores que refieren la bendi
ción de los Agnus al siglo IV de la Iglesia, ó á principios del V.
[c] Lambertini en el lib. 4.° de la Canonización, parte 2.a, cap. 21, núm. 12.—Honorato
de Santa María, Reflexiones sobre la Crítica, tomo 4.°, lib. 5.°, disertación 2.", art. 3.°—Uso
de Ja [d]
obraMartin
traducida por en
del Rio el R.
el P.
lib.San
6.° Cirilo.
de las Disquisiciones Mágicas, cap. 2.°, sección 3.»,
pág. 22B de la edición lugdunciise'1604.—Teófilo Rainaudo en- el tomo 10 de sus obras, ca
pítulo 10 de Agno céreo.—Quarti, en el tít. 2.° de las Bendiciones, sección 8."—Los dos pri
meros traen varios milagros.
[el
mEn la formula
Véase su Bulasobredicha.
Omni certé de 25 de Mayo de 1572. Es la 2." do este Papa en el 2.°
tomo del Bulario romano. También la leí estando en San Francisco de Toluca en Esteban
Quaranta, suma del Bulario, palabra Agnus Dei.
8
darles de bermellón ó iluminarlos con otro cualquier color. Pro
hibió también el venderlos; y esto se ha de entender, dice Leza-
na (g), cuando se vendan con venta simoniaca, como si se venden
porque están benditos, ó se venden mas caro por causa de la ben
dición. Y últimamente, manda que se guarden con veneración, y
se traigan siempre con la devoción y decoro que corresponde: lo
cual encargan el tercer Concilio provincial de Méjico (/t), y el pri
mero de Lima.
Ademas de lo dicho, determinó el quinto Concilio de Milán (i)
presidido por San Cárlos Borromeo en 1579, que los Agnus que se
traen al cuello, estén bien cerrados en relicarios decentes para que
no se puedan tocar, y que no tengan en su adorno cosa alguna pro
fana: que los plateros ú otros que hagan los relicarios no pongan en
ellos las Ceras de Agnus, sinó los que están ordenados in sacris; y
finalmente, que nadie traiga los Agnus en algún anillo ó sortija,
porque no se espon jan á tactos ménos decentes. Ya he manifesta
do lo bastante para que las Ceras de Agnus se tengan en aquella es
timación que merecen. Ahora respondiendo á la cuestión
Digo con Fr. Antonio de Pórres ( ;) y Minderér que las Ceras
de Agnus, consagradas por los Pontífices, no tienen por lo común
Indulgencias-, y de consiguiente, que un delegado del Papa no pue
de concedérselas.—La razón es, porque según la actual disciplina
de la Iglesia no suelen concederse las Indulgencias á Imágenes de
cera, como son los Agnus. Clemente VIII lo prohibió expresamen
te por un Decreto (k) de 1597, en el que determinó entre otras co
sas que asi á los Agnus Dei como á otras cualesquiera reliquias
no se concediesen InduL En conformidad de eríe Decreto
expidieron otros, Alejandro VII en 1657 é Inocencio XI (Z) en 1677,
en los que ordenaron que las Imágenes á las que se hubiesen de
conceder Indulgencias, fuesen de oro, plata ú otro metal. Las mis
mas determinaciones siguen ordinariamente todos los Papas, según
se ve en las fórmulas de las concesiones: luego las Ceras de Agnus
no tienen por lo común Indulgencias.
He dicho por lo común', pues no obstante que se publicó el so
bredicho Decreto de Clemente VIII, hubo después algunos Papas
[g] Lezana y Ferraría en la palabra Agnus Dei.—Tomás Sánchez de los Preceptos del
Decálogo, al fin del lib. 2.°—Minderér, parte 1.», níim. 259.
[h] El mejicano en el lib. 3.°, tít. 18, }. 6.°; y el limeño en la acta 4.\ cap. 10.—Ambos
están en el tomo 4.° de la Colección de Aguirre de la edición de Roma 1003.
[t| En el tít. Qu(c nd Sacramenialia, pág. 185 de la edición de I'adua 1754.
[j] Pórres en el lib. 1.°, cap. 13.—Minderér, parte 1.', núm. 250; y parle 2.», núm. 024.
[k] Traen el Decreto de Clemente, Manuel Rodríguez en su Bulario, Rula 10 de dicho
Papa; y Minderér, parte 2.», núm. 587.
[I] El de Inocencio ne balín en P6rres, cap. 12 del lili 1.°
43
que su las concedieron con expecificacion á los A gnus. Así lo supo
nen Pedro de Moneada (//), Suarez, Diana, Rainaudo y otros es
critores del siglo XVII: expecialmente el diligentísimo P.Gobát(»t),
quien nos dice que habiendo registrado hasta veinte fórmulas diver
sas de Indulgencias, encontró en una de ellas que Paulo V y Gre
gorio XV se las concedieron expresamente á las Ceras de Agnus.
De lo dicho hasta aquí, infiero con Sebaldo Minderér que si á
un delegado del Papa que tiene facultad de distribuir Indulgencias,
le suplican que las aplique á alguna Cera de Agnus, no puede con
descender con la súplica sinó tiene alguna facultad especial en que
esto se le conceda expresamente; supuesto que los Papas del dia
no estilan concedérselas ya, y por otra parte suelen remitirse en Ja
concesiones á los Decretos de sus antecesores.
CUESTION XVI.
[k] Con el nombre de Pisto Alethino.—Véase la Geografía del jansenismo por Francisco
Antonio Mondelli, en el tomo 19 de la Biblioteca de Religión, desde la pág. 265 de la edición
de Madrid do 1828.
[f| Por una Bula que empieza Super soliditate, dada en Roma el dia 28 de Noviembre
de 1786.
[II] Gregorio López en la Glosa sobre la partida 1.', tít. 4.°, ley 46.—Querubino Mair so
bre el 5.° de las Decretales, tít. 38, núm. 113.—Minderér, parte 1.*, conferencias.», y par.
te 2.', conferencia 1.a
[m] Sixto IV por su Bula Licét ea; y León X por la que empieza Exurge Dne. Esta es
la 40, y aquella la 7.a en el primer tomo del Bulario romano.
[n] VanespÍTi, tomo 1.°, parto 2.», tít. 7.°, en el Suplemento ni cap. 1.°, núin. 11.
*
4<f
"dudó afirmar que el Concilio de Trento ninguna otra cosa propo-
"ne creer en punto de Indulgencias, sino que la potestad de conce-
"derlas se dio á la Iglesia por Jesucristo, y que el uso de ellas es sa
ludable." Hasta aquí és cierto lo que escribe Vanespén, y después
prosigue: "De las dichas palabras de Bosuet, es manifiesto que él
"pensó que la Indulgencia consiste únicamente en la condonación
"ó remisión de la penitencia, impuesta á los penitentes en satisfac-
"cion de sus crímenes." Esta última proposición de Vanespén es la
misma doctrina de don Vicente Palmieri en su Tratado Historico-
Dogmáticc—Crítico de las Indulgencias, adoptada por Monseñor
Ricci en el famoso Sínodo de Pistoya, y condenada por nuestro
Santísimo Padre Pió VI (ñ) en una de sus proposiciones. Pero
¿quién no ve que la ilación qíie saca Vanespén de la doctrina cató
lica de Bosuet, no es tanto producción de su infeliz lógica, como de
su preocupación y de la mala fé con que escribe acerca de las In
dulgencias, deprimiendo é insultando á los Papas en sus determi
naciones pontificias?
El señor Bosuet tan lejos estuvo de pensar lo que le atribuye
Vanespén, que siempre pensó, escribió y enseñó todo lo contrario.
Oigamos á este Pastor cuando instruye á su grey sobre este asun
to: "Las Indulgencias, dice en su célebre Catecismo (o), se han es
tablecido para mitigar el rigor de las penas temporales, debidas
"al pecado...... Una buena madre como lo es la Santa Iglesia, nada
"concede á sus hijos que no utilice verdaderamente á facilitarles
"alivio en esta vida y en la otra...... El espíritu de la Iglesia en la
"respectiva concesión de las Indulgencias, es auxiliar á los hom-
"bres de buena voluntad á satisfacer para con Dios, y suplir los de
fectos de su flaqueza, excitándolos mas y mas al fervor de la devo
ción y al amor de Dios Es doctrina del Concilio de Trento, di-
"ce en otra obra ( p), que la Indulgencia es muy útil y provecho
sa; pero ¡oh, Dios! ¿cuál seria esta útilidad, si el eximir á los fieles
"de los rigores de la justicia de la Iglesia, hubiese de ser para suje
tarlos á mayores rigores en la otra vida? pues yo he aprendido de
"vuestros Santos (q) que todos los castigos de la vida presente son
"nada en comparación de las penas que tenéis preparadas en el pur
gatorio para purificar á las almas que han de subir á los cielos.—-
CUESTION XVII.
[a] Véase la Bula 63 de Paulo V, Qmt sálvhriter en el tomo 3.° del Bulario romano; y
fe de Benedicto XIV, Assidva: solicitudirtif, 6 de Mayo de 1751 en el tomo 3.° de su Bulario,
impreso en Roma 1754 y 58.
* [6] Fr. Juan Laso de la Vega, de las obligaciones é Indulgencias del orden tercero de
San Francisco, cap. 11, }. I.°
[c] Fr. José Maria de Aucona, continuador de los Anales de VadingoTtomo 19 al año 1.558,
número 45.-
[d] En la Dedicatoria que Ies liizo de una obra de Indulgencias, imp. en Florencia 1734.
CUESTION XVIII.
CUESTION XIX.
[a] En su Compendio de Resoluciones, resolución 77, nrtm. 5.—Su tio Fr. Manuel Ro
dríguez había seguido la misma opinión en el tomo 2.° de sus Cuestiones; mas parece que
después siguió la contraria en la explicación déla Bula de la Cruzada, {. niim. 3.
[b] Cap. AccedettJibus, tít. ñe, exctsub. prcetal.—Véase Fajrnano sobre este cap. desde el
núm. 7; y Barbosa sobre el Derecho Pontificia, tít, 31, cap.
ditos, no pueden concederles Indulgencias sin que tengan privile
gio para ello. V lo segundo, porque la Sagrada Congregación de
Ritos expidió el Decreto siguiente (c), aprobado por Alejandro VII
en el año de 1659: "Los Prelados inferiores á los Obispos, no deben
"dar Indulgencias sin expreso indulto de la Sania Sede." Luego
siendo todos los dichos Prelados inferiores á los Obispos, no pueden
conceder Indulgencias sin expresa permisión del Papa.
Argüirás: los tales Prelados de las religiones tienen facultad
de comunicar los bienes espirituales de sus subditos á los hermanos
y bienhechores de sus respectivos órdenes, á quienes dan para este
fin cartas ó patentes de hermandad.—Item: Urbano V (rf) concedió
por Bula á los Generales y Provinciales de los Menores que pudiesen
hacer participantes á los bienhechores de su religión, de los sufra
gios, Indulgencias, oraciones y demás bienes espirituales de sus
subditos; del cual privilegio, como dice el R. P. carmelita Fr. Juan
Bautista de Lezana (e), participan todos los mendicantes. Luego
parece que los dichos Prelados pueden conceder Indulgencias.
Antes de responder á los argumentos, como que escribo para
todos, presupongo que entre los artículos del herege Wiclef, conde
nados por el Concilio general Constanciense, el décimo nono dice
así: "Las oraciones especiales, aplicadas á una persona por los Pre-
"lados ó religiosos, no le aprovechan más que las oraciones genc-
"rales." Veía "Wiclef que los Prelados de las religiones daban car
tas de hermandad á sus bienhechores, y como no podia ver al esta
do religioso, escribió contra él (mayormente contra los mendican
tes) el referido artículo que con razón reprobó el Concilio general
de Constancia, como que es falso y erróneo. El insigne teólogo To
más Valdense (f) lo refuta con nervio, mostrando por extenso: lo
uno, que se opone á lá Sagrada Escritura y Santos Padres; y lo
otro, que semejantes cartas de hermandad son muy antiguas en la
Iglesia; pues las dieron á varias personas San Bernardo y Pedro de
Blois entre ios monges, San Anselmo y San Ibón de Chartres en
tre los Obispos. Lo cual supuesto:
Respondo á los primero con Belarmino ( »•), Vicente Calata-
[c] Espiridion Talú, impreso en Venecia 1785, en el ntím. 386 de los Decretos.—El Car
denal Petra en el tomo 5.°, sobre la Bula 4.» do Calixto III, ntím. 101 y 102.
[d] Véanse Casa-Rubios en el Compendio citado, palabra Indulgencias en cuanto á los
seculares, quartb, ntím. 6.—Reinfestuel en la Teología Mora!, trat. 12, dist. 3.» desde el nú
mero 143. Uso de la edición de Amberes 1758, añadida por Kreslinger.
[e] lozana, tomo 2.° de sus obras Regulares, palabra Indulgencia, ntím. 15, y palabra bie
nes de los regulares, desde el ntím. 2.
[f] En el Doctrinal de la Fé, tomo 3.°, tít. 10 y 11, desde el cap. 93 hasta el 108: impre
sión de Venecia 1759.
f g) Belarmino, lib. 1." de Indulgencias, cap. 11.—Calataynd en su Teología Mística, to«.
52
yud y otros, que aquella comunicación de los méritos y satisfaccio
nes que suelen conceder los tales Prelados, no es Indulgencia co
mo está claro. Lo uno, porque no absuelve de las penitencias im
puestas por el Sacerdote en el Sacramento de la Penitencia. Lo
otro, porque aprovecha en gran parte por modo de impetración (co
mo alcanzó Santa Mónita con sus oraciones la conversión de San
Agustín, y San Esteban la de San Pablo), lo cual no corresponde
á las Indulgencias. Y lo otro en fin, porque no comunica ios méri
tos ó satisfacciones pasadas; pues si sobraran, serian depositadas al
instante en el tesoro de la Iglesia, sino las presentes y las futuras.
En cuanto á lo segundo, respondo con el R. P. mercenario Fr.
Antonio de Pórres (A) que los Prelados de las religiones nunca han
tenido potestad de conceder Indulgencias; pero sí han tenido y tie
nen al presente facultad de comunicarlas. Pues asi como los que
pueden fundar cofradías, tienen facultad de comunicar á los que en
tran en ellas, todas aquellas Indulgencias que les han concedido
los Papas, sin que por eso digamos que se las conceden; del mismo
modo diremos que cuando alguno de los dichos Prelados da paten
tes de sindicatura ó de hermandad á algunas personas, las hace des
de entonces participantes de aquellas gracias é Indulgencias que
los Papas han concedido á los Síndicos y á los otros especiales bien
hechores de aquella orden ó de aquel convento, aunque el mismo
Prelado no Ies conceda las Indulgencias.
Y para consuelo de los tales bienhechores, referiré aquí algu
nas concesiones que he leido, por lasque pueden lograr Indulgen
cias mientras viven, y después que mueran. Alejandro IV (#) con
cedió por Bula cuarenta años de Indulgencia á todos los que hospe
den en sus casas á los frailes menores de San Francisco cuando
van de camino. Clemente VII (j) concedió á los Síndicos de los di
chos frailes (Nota 9.*), y á los de las monjas de Santa Clara y de
la Concepción; como también á las mugeres é hijos de los referidos
Síndicos, que puedan gozar perpétuamente de todas y*cada una de
las Indulgencias, de que gozamos los frailes de San Francisco de
mo 2.°, disertación 3.", mím. 395.—Goti en la cuestión de Indulgencias, dub. 5.», {. 1.°— Do
mingo Soto sobre el 4.°, dist. 21, cuestión 1.», art. 4.°—Suarez, Lumbier, Villalobos.
Nota 9."—Repito una y otra vez frailes; porque este nombre, como dice el Diccionario
de Terreros, es digno de todo honor y respeto, sin embargo de que le improperen Erasmo y
otros semejantes á él.
[h] En el Tratado de Indulgencias, lib. 2.°, cap. 3.°, mím. 24 y 25.
[if Casa-Rubios en el lugar citado, mím. 2.—Bordonio en el tomo 4." de sus obras Ju
rídico Regulares, resolución 137, nrim. 26.
L/1 Por su Bula Dum consUkramus 16 de Abril de 1526. Es la 19 en el primer tomo
del Kulano romano; y también la traen Vadingo en el tomo 16 dp sus Anales, y Maténei en
el Oficial de Curia, rap 51.
53
la regular observancia. Alejandro Vi (k) franqueó á los médicos
ordinarios de los menores y de las monjas clarisas, que gocen de los
mismos privilegios y gracias de que gozan sus Síndicos y Procura
dores. Y finalmente, Clemente VIII (Z) concedió á la orden de San
Francisco, que falleciendo alguna de aquellas personas que reco
gen á los religiosos en sus casas, y tienen patente de hermandad de
algún convento, cualquiera religioso de él que diga Misa de difun
tos (ó del dia, conforme á las declaraciones pontificias) por el al
ma de dicha persona, la saque del purgatorio. Otro privilegio se
mejante, según dice el R. P. capuchino Fr. Eligió Baseo (//), co%
cedió el mismo Papa por otra Bula á los religiosos mínimos. De los
cuales privilegios gozan sin la menor duda todas las órdenes men
dicantes (■!»).
■■■!■■•■•■
CUESTION XX.
[k] Casa-Rubio?, níím. 8.—Ferraris, palabra Indulgencia, núm. 35 del artículo 5.°
[/] Por su Bula De omnium sálate 20 de Jimio 1596, que hallarás en el primer tomo del
Biliario de los Menores Descalzos, y al principio del tomo 3.° de las Cuestiones de Manuel
Rodríguez.
[«] En el tomo 1.° de las Flores de la Teología, palabra sufragio, núm. 1.
[m] Peirinis, tomo 2.°, núm. 2, sobre la Bula 4.a del mismo Papa.—Manuel Rodríguez,
después de la dicha Bula.—Lezana en la Suma, palabra Indulgencia, núm. 11 y 12.
[a] Así lo traen Antonio Penín en el Prelado Instruido, núm. H5 y 92.—Buenaventura
Tellado y Juan Nieto en sus Manogitos.
['»] En la 1.» parte, desde el núm. 339 hasta el 348.
54
sa Bula de Paulo V (c), entonces el mismo Pontífice nos la conce
de; pero no está en uso el publicarla. Para que se aclare más esta
cuestión tan controvertida entre los regularistas:
Supongo lo primero que León X (d) concedió á todos los Pro
vinciales de los menores observantes de San Francisco que al con
cluir la visita de cualquier convento de su provincia, tengan facul
tad de conceder á los frailes Indulgencia plenaria; y lo mismo á las
monjas de Santa Clara, y á los terceros que vivan en congrega
ción. La misma facultad concedió Sixto V (e) á los Visitadores de
los Canónigos reglares el dia 6 de Enero de 1586. Y últimamente,
á los Visitadores de la Compañía de Jesús, se la concedieron Gre
gorio XIII (/) y Urbano VIII. Todas estas concesiones fueron por
oráculo ó de palabra.
Supongo lo segundo con Reinfestuel (g) y Lucio Ferraris que
los franciscanos de la observancia tenemos amplísima comunica
ción de privilegios con todos los órdenes religiosos, asi mendicantes
como no mendicantes, según consta de varias concesiones pontifi
cias que traen los dichos Autores. Esto supuesto, la Indulgencia ple-
naria que nos conceden los Visitadores al acabar su visita, ¿es vá
lida en virtud de alguna de las concesiones arriba dichas, hechas
por oráculo ó sin Bula?
Respondo contra Matéuci (h) y Teodoro del Espíritu-Santo,
que sí es válida la tal Indulgencia, y que nuestros Visitadores y los
que tengan comunicación de privilegios gozan de la facultad de
concederla, comunicada de laque Urbano VIII concedió á los Vi
sitadores de los jesuítas.
Argumento primero contra la conclusión.—Habiendo sido
concedida la dicha facultad por oráculos de viva voz y no por Bu
las, parece que ya no subsiste. Lo primero, porque Paulo V por la
sobredicha Bula revocó á los regulares el año de 1606 todas las In
te] Empieza Romanus Pontifex23 de Mayo de 1606. Es la 21 en el tomo 3.° del Bula-
rio romano.
[d] Casa-Rubios on la pilabra Indulgencias plenarias en cuantn á losfrailes, í¡. 16.—Ma
nuel Rodríguez, tomo 2." en la cuestión 87, art. 2." de la edición lugdunense 1613, de la cual
usaré.—Bordonio, tomo 3.°, resolución 81, níím. 14 y 15.—Holzinán.
[e] Consta del Biliario lateranensc que he visto en la biblioteca de catedral, impreso en
Roma 1727, pág. 329.
[f] Luis de Ameno en el Formulario Criminal, soc. 11.—Angel Lantusca en el Teatro
de los Regulares, palabra Comisario Visitador, núin. 4.—Viva en el Apéndice de Indulgen
cias, {. 3.°
[g] Reinfestuel sobre el 5.° de las Decretales, tít. 33, desde el núm. 55.—Ferraris en la
palabra Privilegio, art. 1.°, desde el núm. 24.
[h] Agustín Matéuci en el Oficial de Curia, cap. 55, $. 2.°, núin. 13.—Teodoro en su
Tratado Dogmático- Moral de Indulgencias, imp. en Roma 1743, part. 1.", cap. 3.°, art. 5.a—
Ví esta obra en Toluca en el convento de los RR. PP. carmelitas; y en la Habana en la li
brería de los RR. capuchinos.
•>.)
diligencias que les habian sido concedidas por oráculo. Y lo segun
do, porque Gregorio XV (/) y Urbano VIH revocaron todas las gra
cias, indultos y privilegios que la Silla Apostólica les habia conce
dido hasta el dia 1 1 de Abril de 1635. Escojan pues, lo que quieran,
dice el P. Pórres (j): si dicen que es Indulgencia, está revocada
por Paulo V; y si quieren decir que es privilegio de concederla, es
tá revocado por Urbano VIII.
Respondo á lo primero con Guillermo Herinx (k), Obispo de
Ipres, que Paulo V revocó todas las Indulgencias concedidas inme
diatamente á los regulares por la Sede Apostólica; pero que la Se
de Apostólica no concede inmediatamente á los regulares la dicha
Indulgencia plenaria, sinó que se la concede por medio de sus Pre
lados Tos Visitadores. Mas claro. Paulo V en su Bula revocó á los re
gulares las Indulgencias; pero no les revocó el privilegio de conce
derlas. Con esta respuesta no se satisface el R. P. Fr. Gaudencio
de Génova (Z): yo le daré después otra más satisfactoria.
A lo segundo responde Minderér (II) con otros varios Autores,
que el sobredicho oráculo que concedió León X á los menores, por
haber sido confirmado con cierta ciencia por Bulade ClementeVIII,
pasó á ser Bulado, ó como si estuviera concedido por Bula; y de
consiguiente, que no entró en la revocación de los oráculos hecha
por Gregorio XV y Urbano VIII.
Pero si he de confesar la verdad como debo, no puedo ménos
de decir que no me satisface tal respuesta, ya porque la confirma
ción de Jos oráculos no muda la naturaleza ni la condición de ellos,
como asienta Cárdenas (m\ ya porque en ese caso serian frustrá
neas y del todo inútiles las Bulas que revocan los oráculos; pues, co
mo dice muy bien Amórt («), teniendo todas las órdenes comunica
ción de privilegios entre sí, ningunos oráculos hubiera habido á
quienes alcanzase la revocación. Por tanto
Respondo á lo segundo con Paserino (ñ) y Teodoro del Espí-
[í] Por su Bula Romanus Pnnlifex, que es la 27 en el tomo 3.° del Biliario romano.— V
Urbano por la que empieza Aliás, que es la 9.a en el Apéndice del tomo 4.°
[j] En el libro 2.°, cap. 3.°, níím. 22.
]k] Herinx en la 4." parte de la Suma Teológico, disp. 4." del Sacramento de la Peni
tencia, núm. 61.—Ix>renzo de Peirinis en el tomo 1.° sobre la Bula 14 de León X, núm. 12.
Í/l En su obra de la Visita, tomo 2.°, cap. 6.°, duda 15, sec. 5.», núm. 93.
ff] Minderér en el lugar citado al principio de esta cuestión. — Ruperto Gruebir do los
Privilegios de los Religiosos, trat. 1.°, disp. 4.", sec. 5.», couc. 3.a—l/osdos citan á otros muchos.
[m] Juan de Cárdenas en su Crisis Teológica, disertación 2.", cap. 6.°, art. 7.°, cues
tión 5.", }. 2.°—Jacobo Ilsung en su Teología Práctica, trat. 1.°, disp. 3.», art. II.—Bordo-
nio, tomo 2.°, resolución 31, núm 5.
[n] Eusebio Amórt en las Adiciones sobre 1» dicha conclusión 3.» de (Jruebér.
(ñ| Fr. Pedro María Paserino en su ohrn dr Indulgencias, que registré en el Colegio de
Santos, cuestión 1(16, núm. ««2.—Teodoro, p»rt. |.«, cap. 13, nrt. 4. "—Minderér, parte 1.",
«-«inferencia II, cuestión 5."
56
rilif-Santo, que las Bulas de Gregorio XV y Urbano VIH revocato
rias de los oráculos, no se extienden á las Indulgencias, porque no
las expresan con el nombre propio que tienen. Pregunto: en las co
sas favorables ¿se comprenden acaso las Indulgencias bajo el nom
bre de indultos y privilegios? No por cierto: luego mucho menos se
comprenderán en las odiosas.—Véase la cuestión 31 del tomo 2.°
Mas si acaso alguno insistiere con el P. Teodoro en que las ta
les Bulas, aunque no se extiendan á las Indulgencias, se extien
den al privilegio de concederlas, le responderé: lo primero, que ha
biendo preguntado los jesuítas á Urbano VIII después que revocó
los oráculos, ¿si la Indulgencia plenaria que solian conceder los
Visitadores en sus visitas, estaba comprendida en su revocación?
Respondió (o) que no; y lo segundo, que habiendo expedido Urba
no VIII la última Bula revocatoria de oráculos el dia 11 de Abril
de 1635, el mismo Papa volvió á conceder á los jesuítas el referido
privilegio (p) el dia 8 de Febrero de 1639; la cual concesión, que
sin duda no vió Teodoro, es perpétua. A ella miraría Ensebio
Amort (q) cuando confiesa que la tal Indulgencia es válida. Y ad
vierto con Gobát (r) á los Visitadores que se extiende también á
ellos mismos, si tienen intención de ganarla.
Argumento segundo.—Aun habrá alguno que quiera replicar
me de este modo. No se puede negar que en la última concesión que
citas, no se incluye en las revocaciones de oráculos que hicieron los
referidos Pontífices Gregorio y Urbano, pues es posterior á ellas;
pero tú mismo dices que la tal concesión fué hecha por Urbano al
orden de los jesuítas. Es asi que este orden fué extinguido por Cle
mente XIV (s) en 21 de Julio de 1773: luego ¿qué comunicación
de privilegios puede tener el órden de San Francisco con otro or
den que ya no existe, ó á lo ménos dejó de existir por algunos años?
Respondo lo primero que aunque á instancias de los Reyes
cristianos de la Europa fué extinguido por Clemente XIV el órden
de San Ignacio de Loyola ó de la Compañía de Jesús, sin embar
go hemos visto con júbilo que ha revivido en nuestros días; pues el
señor Fio VII (<) derogando en parte la Bula de su predecesor, ha
[o] Véanse los Fastos del Nuevo-Mundo, noto 1." sobre la Bula 68.—Claudio Lacroix,
tomo 1." de la Teología Moral, libro 1.°, ni'un. 861.
[ p] En el Compendio de los Privilegios de los Jesuítas», que está en el primer tomo del
Instituto de la Compañía, impreso 1747 en Praga, palabra Indulgencia, {. 25.
q] En las adiciones á Gruebér, trat. 2.°, disp. 1.*, sec. 3.*, núm. 42.
r Jorge Gobát en el núm. 462 de su Tesoro de Indulgencias.
[»] Por su Bula Dómimts, que hallarás traducida á nuestro idioma en el Marques de Cara-
ciolo, tomo 3." de las Cartas de Ganganeli; y en el Ferraris, palabra Alimm'ns, bajo el núm. 40.
[i] Por una Bula que puedes leer, traducida al castellano, en el Diario extraordinario de
Méjico de y() do Enero de 1815.
57
restablecido este orden, primeramente en Rusia á petición de su
.Emperador Paulo I el año de 1801, después en las Dos-Sicilias á
instancias de su Rey Fernando IV en el de 1804; y últimamente,
en todo el orbe cristiano á solicitud del Rey católico de las Espurias
Fernando VII y de muebos Prelados de la Iglesia en el de 1814. Yro
misino asistí lleno de regocijo el dia 19 de Mayo de 1815 á la capi
lla del Seminario de San Ildefonso de Méjico, en donde por parte
del Gobierno de España y del limo, señor Arzobispo don Pedro Jo
sé de Fonte se dio la posesión de dieba capilla y Seminario á tres
venerables jesuítas, residentes en esta capital. Luego aunque el or
den de la Compañía permaneciese extinguido por algunos años, co
mo se halla ya restablecido, sigue entre él y el de San Francisco
del que soy miembro, la misma comunicación de privilegios.
Respondo lo segundo con Reinfestuel (u) y los Salmanticen
ses, que luego que Urbano VIII concedió el dicho privilegio á los
jesuítas y empezaron á hacer uso de él, se comunicó también á mi
orden y á todas las demás mendicantes; y se les comunicó de tal
modo, como si á cada una se le hubiera concedido especialmente.
De aquí es, que aunque la sagrada religión de San Ignacio se hu
biera extinguido de tal manera que no hubiera vuelto á existir, nin
gún perjuicio se le seguiría acerca del referido privilegio á la de
San Francisco; porque, como dice Luis Engél (x), el privilegio que
ahora goza esta orden, dependía de la primera en la producción;
mas no depende ya de ella en la conservación y existencia actual.
Esta es doctrina común de los regularistas.
Finalmente, para que con mas seguridad se gane la dicha In
dulgencia, advierto á los Visitadores que manden á sus subditos al
guna obra piadosa, aunque no sea sinó el rezar una Salve á la Vir
gen por las necesidades de la Santa madre Iglesia, ó por el aumen
to de la disciplina regular; pues así la concedió Urbano VIII.
CUESTION XXI.
Para que sean válidas las Indulgencias, ¿se requiere alguna
causa justa para concederlas"1.
Dificílima llamó á esta cuestión el Cardenal Cayetano (a\
y á Ja verdad que no es muy fácil de resolver. Mucho he leido acer-
[u] Reinfestuel, tomo 5.° de las Decretales, tic 33, niím. 69.—Los Salmanticenses, to
mo 4.° de su Teología Moral, trat. 18, cap. 1.°, ni'im. 96, 98 y 99.—Bordonio, tomo 3.°, reso.
lucion 52, núm. 89.
[x] Engél sobre el 5.° de las Decretales, tít. 33, núm. 9.—lorenzo de Portel en sus Dn-
bios Regulares, palabra Privilegio, núm. 22.—-Suarez, tomo 5.°, lib. 9.a de las Leyes, cap. [5
número 5.—Uso y libaré de la edición veneciana 1740 en 23 tomos.
[a] Tratado 1">, cap. 9.°—En la historia de Amort, pág. 295.
10
58
cu de ella; mas como toen principalmente ;í los Prelados, no haré
sino tratarla ligeramente. Pero antes de resolverla, supongo con
Suarez (b) y Biíuárt, que cuando juntamente con la Indulgencia se
conceden otros privilegios, como el de absolver de casos reservados
y censuras, el de dispensar en los votos y otros semejantes; aunque
la Indulgencia sea nula por no haber causa suficiente, subsistirán
los dichos privilegios, en cuanto dependen de la facultad del Pontí
fice, que puede comunicárselos á quien quisiere. Digo en cuanto de-
penden de la facultad del Pontífice; porque su voluntad, como di
ce Suarez, no es ni puede ser que el Confesor dispense los votos sin
causa como que tocan al derecho divino, sino que los dispense cuan
do vea que hay causa legítima para ello. Lo cual supuesto,
Digo lo primero que además de la potestad en el que concede
las Indulgencias, es menester para que sean válidas, que tenga cau
sa justa y razonable para concederlas.—Esta conclusión es común,
y se prueba. Lo primero, porque ni el Papa ni los Obispos son seño
res del tesoro de las Indulgencias, sino dispensadores de él, como
nos insinúa el Aposto! (c). Sabemos que un administrador ó mayor
domo que tiene fidelidad, reparte los bienes de su amo, no según su
voluntad propia y como se le antoja, sino según la voluntad de su
dueño. Luego el que reparte el tesoro de las Indulgencias que Je
sucristo le ha encomendado, debe tener causa justa para repartirlo;
pues de otro modo, mas bien diremos que es un disipador que un ad
ministrador fiel. Lo segundo, porque así lo han conocido y confesa
do los Papas. Clemente VI (</) dijo expresamente que Jesucris
to dejó el tesoro de sus méritos á San Pedro y á sus sucesores, pa
ra que por piadosas y razonables causas le apliquen por medio de
las Indulgencias á los verdaderamente contritos y confesados. En los
mismos términos se expresó también Martino V (c), cuando apro
bó los Decretos del Concilio Constancicnse contra los hereges. Lo
tercero en fin, porque la potestad de conceder Indulgencias, se la
ha dado Dios á los Prelados para edificación y utilidad de la Igle
sia. ¿Y quién duda que si concedieran las Indulgencias sin causa le
gítima, perjudicáran en esto á los fieles que pecarian sin freno al
guno del castigo, no harian caso de las penitencias impuestas por
los Confesores, y de consiguiente la disciplina eclesiástica entéra
te] Suarez, disputa 54, sección 2."—Biluart, Disertación de las Indulgencia*, art. 4.°—
Launa n. Castro Palao.
c] San Pablo en la Epístola á Tito 1.°, 7.°; y en la 1." á los de Corinto 4.°, 1.°
rf) En la estravagante l'nigenilus. Y nota que aunque leen los más en ella propriis cau
sis, lie visto á otros que leen en lugar de propriis, pro piis.—Así Córdoba, Tourneli, Jucnin,
Luis Haber!, Serafino Caponi.
\<t] Martino V en la Bula atad» Inter rumias.
50
monte so enervaría? Luego no os creible que las Indulgencias con
cedidas sin alguna causa piadosa y razonable, sean válidas.— Y
qué, la necesidad en que se halla el prójimo de satisfacer á Dios
por sus pecados, ¿no será bastante causa para socorrerle con las
Indulgencias?
Respondo que no; pues además del fin intrínseco de la Indul
gencia, que es el socorrer al prójimo con ella, es menester, dice Sua-
rez (,/*), que el que la concede tenga alguna causa extrínseca que
le mueva á concederla. Lo primero, porque la justicia legal, á la que
no puede repugnar la misericordia, pide que el condenado á sufrir
algún castigo, no so libre de él sin otra causa que la utilidad del
mismo reo. Y lo segundo, porque aunque el socorrer la miseria age-
na sea un acto de virtud cuando se hace como se debe, sin embar
go se puede pecar en ello por exceso; especialmente cuando el que
da la limosna, ni es dueño de lo que da, ni lo reparte según la vo
luntad de su amo. Si la caridad sola, dice Domingo Soto (g-), fuera
bastante causa, como vulgarmente se cree, para que el Papa conce
diera Indulgencias con que salgan las Almas del purgatorio, en ese
caso Dios las sacaría de allí sin la ayuda del Papa; puesto que las
ama mucho más que todos los hombres juntos. Luego si la caridad
con que Dios las ama, no le mueve á que deje de guardar con ellas
las leyes de su justicia, sus ministros ó administradores no deben
conceder tales Indulgencias por sola la caridad ó compasión, sin
que tengan otra causa justa.
Digo lo segundo que la causa para conceder la Indulgencia,
no solo ha de ser justa, como llevo dicho, sinó también proporciona
da á la Indulgencia que se concede, según el prudente juicio del que
la da.—Esta conclusión es la más común en el dia: la razón de ella
es, porque si para el valor de la Indulgencia se requiere causa jus
ta y razonable, cuando la causa para concederla no fuera de algún
modo proporcionada á la Indulgencia, dejaría de ser racional y se
ria injusta. ¿Quién no echa de ver, dice Leandro (/*), que tanto di
suena á la razón el conceder Indulgencias grandes por causas pe
queñas, como el conceder Indulgencias pequeñas sin causa ni mo
tivo alguno?
Dije que la causa ha de ser proporcionada á la Indulgencia
según el prudente juicio del que la da. Lo primero, porque según
[/] Suarez, tomo 19, disputa 54, sección 1."—Lugo de las Indulgencias, núm. 138—Pa-
lao, punto 7.°, núm. 1—Diana, tomo 4.°, tratado 5.°, resolución 2.»—Gobát, parte 1.a de su
Tesoro, desde el núm. 87.
[g] En la dist. 21 sobre el 4.°, cuestión 2.», artículo 2.°
[fc] Leandro del Santísimo Sacramento en el tomo 1." de sus obras morales, trat. 5.°,
disputa 14, cuestión 29.—Lugo, núm. 141.
60
dice Mastrio (f), para que la Indulgencia sea válida, no es preeiso
que la proporción de la causa con la Indulgencia que se concede,
sea realmente tal, sino que basta que lo sea en el juicio prudente
del que la da. De otra manera conociendo solo Dios, como confiesa
Navarro (j), cuál es la Causa suficiente para tal ó tal Indulgencia,
los Prelados que las concedieran andarían siempre en dudas y per
turbaciones. Y lo segundo, porque el juzgar de la causa de las In
dulgencias y de su justa proporción, no pertenece á los subditos que
pueden engañarse fácilmente, sino á los Prelados que deben mirar,
como afirma Córdoba (fc), á todas las circunstancias que les ocur
ren, i Y cuántas de ellas, dice Suarez (/), no las manifiestan en
sus Bulas?
Para la suficiencia y proporción de la causa se requieren por
lo común dos cosas, dice Belarmino (//). La una es, que se conce
da la Indulgencia por algún fin piadoso, cuya consecución sea más
agradable á Dios que la satisfacción penitencial. Y la otra, que se
señale alguna obra buena que sea á propósito para conseguir aquel
fin. Pero algunas veces, dice el mismo Cardenal, bastará solo el fin,
sin que se haya de imponer alguna obra (m).
Efectivamente, la Iglesia ha concedido Indulgencias á los vi
vos, y se las concede frecuentemente sin señalarles obra alguna, ó
imponiéndoles alguna muy leve. Así lo hizo San Pablo con el in
cestuoso de Corinto, á quien concedió Indulgencia plenaria por mo
do (le medicina ó consuelo espiritual. Así lo hacían los Obispos
en la primitiva Iglesia, concediendo Indulgencias á los pecadores
por los ruegos é instancias de los Mártires, especialmente en
tiempo de las persecuciones para esforzarlos á padecer martirio, ó
cuando los veian en el artículo de la muerte con el fin de alentar
los á pelear contra las tentaciones (n). Así suelen hacerlo los Papas
por modo de liberalidad, concediendo Indulgencia plenaria á los
que en el dia de Pascua bendicen solemnemente á las puertas de la
Basílica de San Pedro: lo cual dice Navarro (ti) que vió hacer á
Bartolomé Mastrio en la Teología Moral, disputa 23, núm. 42.—Minderér, parte 1 .",
núm. 354.—Luis Mas en la Disertación de las Indulgencias, núm. 809.—Palao, punto 7 °,
núm. 3.—El Anónimo Dominicano, parte 1.", capítulo 3.°, {. 1.°
[j] Navarro delJubileo, not. 15, núm. 8.—Reginaldo, núm. 132 de las Indulgencias.
[k] En la obra de Indulgencias, cuestión 17.
[ÍT Suarez, disputa 56, sección 3.», conclusión 3.»—Lugo, núm. 143.
[i/j Belarmino, lib. 1.° de Indulgencias, cap. 12.—Francisco Vanráns en el Opúsculo de
Indulgencias, cuestión 3.«, núm. 11 y 12.
[m] Véanse también el Cardenal de Lugo, núm. 86.—Palao, núm. 8.— Gobát desde el
núm. 85.—Bonacina en la Disputa de Indulgencias, cuestión 1.*, punto 4.°i núm. 6.—Giri-
baldo, cap. 20 de las Indulgencias, núm. 24.—Filiucio, Minderér.
[n] San Cipriano en las Epístolas 12 y 13.
[ñ] En el número 6 del notable 15.
01
San Pió V, aunque escaso por otra parte en conceder Indulgencias.
Así lo practicaron también, Paulo IV (o) con San Ignacio de Loyo-
la, y Sixto IV con el Beato Bcrnardino de Feltro, predicador escla
recido de mi orden, concediéndoles Indulgencia plenaria por modo
de gratitud^ por los muchos é importantes servicios que habían he
cho los dos á la Iglesia. Y finalmente, cuando en el año de 1367
murió el Cardenal de Albornoz tan benemérito de la Iglesia roma
na, Urbano V ( p) para honrarle y recompensarle en cuanto pudo,
concedió grandes Indulgencias á los que desde Asís hasta Toledo
ayudasen á llevar sobre sus hombros el cadáver de este purpurado.
Digo lo tercero con Suarez (q) y el Cardenal de Lugo, que
aunque para conceder una Indulgencia común ó universal, se re
quiere regularmente causa común que mire á la utilidad de toda la
Iglesia, ó de alguna parte principal de ella, como un reino, una re
pública ó una provincia; para conceder una Indulgencia particular,
bastará una causa particular,y aun personal.—Esta conclusión que
es contra Domingo Soto (r) y Juan Tiérs, se prueba por la prácti
ca antigua y constante de todos los Prelados de la Iglesia. Desde
antes que escribiera Soto hasta el dia de hoy, ha habido Papas y
Obispos santísimos, prudentísimos y zelosímos de la disciplina ecle
siástica que han concedido Indulgencias particulares, sin que haya
cedido la causa en utilidad de toda la Iglesia católica: á no ser que
digamos que como el bien de una persona particular mira al bien co
mún que se compone del bien de los particulares, asi la Indulgen
cia que se concede á una persona privada, redunda inmediatamen
te en provecho de ella misma; pero mediatamente en utilidad de
toda la Iglesia.
Advierto con el Cardenal Belarmino (.v) que cuando la Indul
gencia se da en común á muchos, no es menester que la obra de ca
da uno en particular sea proporcionada al fin de la Indulgencia:
basta que lo sea la obra de todos juntos. Y por eso puede suceder
que la Indulgencia plenaria sea justísima, aunque la obra que se
impone á cada uno parezca leve.
Hablando en general se pueden conceder Indulgencias, dice
[t] Navarro notab. 31, núm. 47.—Pedro Rebufo sobre la regla 60 de la Cancelaría.—Be-
larmino, libro 2.° de Indulgencias, cap. 18. —Antoine en el Tratado de Indulgencias, cues
tión 8.»—Esmalgrueber citado.—Aquila. Apolonio Holzman, tomo 2.° de la Teología Moral,
parte 5.», número 622.
fu] Véase Rainerio de Pisa en el tomo 2.° de su Panteología, tít. de Indulgencias, cap. 2.°
[xj Alfonso Salmerón en el tomo 14 de su6 obras, disputa 3.a sobre la Epístola 2.» á los
de Connto.
[y] Santo Tomás en el 4.°, dist 20, cuestión 1.», art. 3.°, ad l.m—San Antonino en la
parte 1.» de la Suma, tít. 10, cap. 3.°, {. 1.°—Gregorio de Valencia, tomo 4.° de su Teología,
disputa 7.", cuestión 20, punto 4.°—Reginaldo en su Praxis, tomo 1.°, lib. 7.°, núm. 180.
CUESTION XXII.
[h] Lupo y Catalam en los lugares citados. —San Juan de Capistrano en el tratado de la
potestad delPapa, parte 3.a de la segunda parte principal.
i\ Capítulos Cum ex eo, y Nostro en el 5.° é Indulgencia en el 6.°
j] Tomo 27 de los Anales al año 1423, número 21.
le] Grosin en el trat. 38 de Lárraga. —Mas sobre Ferrer, tomo 1.° de la Suma, niím. 835.
Cuni iati en el Apéndice sobre las Indulgencias.
[/] Clericato, decís. 20 de la Penitencia, niím. 17.—Esmiér, tomo 3.° de la Jurispruden
cia, lib. 5 u, trat. I o, cap. 3.°, núm. 279. —Marcancio, tomo 3.° de su Tribunal Sacramen
tal, parte 1.", tratado 5.u, título 1.°, cuestión 5."—Paz Jordán, tomo l.°de sus obras, lib. 5.°,
título 16, número 53.
[//] Capítulo Cum rx eo, 14, de poeiiil. <\- rcmis.
65 ^
Obispos en )a Dedicación de Iglesia tienen facultad de conceder un
año, ¿por qué se la limitan á cien di;is? Más estrafíaba yo el ver ci
tado por esa opinión á un Canonista tan célebre como Lambertini.
Y á la verdad, quien lea en el Epítome de su Doctrina, traducido
al castellano y dado á luz por don Antonio Valladares, esta espre-
sion {11): "Los Obispos tienen facultad por el Derecho para conce
der cien dias de Indulgencia en la Dedicación de Iglesia," ¿no juz
gará que Benedicto XIV sigue la tal opinión? Deseoso yode hallar
la verdad, determiné buscar el agua en la fuente; mas viendo que
Mansi no cita el lugar de Benedicto XIV de donde habia sacado
esa doctrina, me fué preciso registrar todas sus obras en aquellos
lugares en que trata de las Indulgencias; y habiéndolo hecho así, en
contré que el señor Benedicto dice lo mismo que yo. No he visto
que trate el punto, sino en la Instrucción Eclesiástica 63 que escri
bió en l.9 de Enero de 1737, siendo Arzobispo de Bolonia y Car
denal. En ella (m) concede cien dias de Indulgencia á los Sacerdo
tes, tanto seculares como regulares que asistiesen á los enfermos de
los hospitales, lo cual dice que concede como Cardenal. "Aunque
"como Arzobispo, prosigue, solo pudiéramos conceder cuarenta
"dias, y también un año en el caso de hacer la Dedicación de algu-
"na Iglesia." Luego según este sabio Canonista, no solamente cien
dias, sinó un año de Indulgencia pueden conceder los Obispos en la
Dedicación de Iglesia. De aquí se infiere, ó que el docto Mansi (lo
mismo digo de los otros) tuvo algún descuido, ó que lo han tenido
después los impresores.
Argumento segundo.—Los Obispos son legítimos sucesores
de los Apostóles, y su autoridad se deriva inmediatamente de Jesu
cristo. De aquí es que cada Obispo tiene una autoridad absoluta,
amplísima é ilimitada en todo su obispado, según el antiguo axio
ma admitido por un casi general consentimiento de Teólogos y Ca
nonistas, que dice: Todo lo que puede el Papa en toda la Iglesia,
lo puede el Obispo en su diócesis. Es asi que los Obispos por un
consentimiento unánime renunciaron en el Concilio Lateranen-
se IV la facultad que antes gozaban, de conceder toda especie de
Indulgencias, para honrar y distinguir de ese modo al sucesor de
San Pedro: luego no obstante cualquiera restricción de la Silla
Apostólica, pueden los Obispos recuperar sus primitivos derechos,
y ejercer la facultad de conceder toda especie de Indulgencias, se
gún las circunstancias lo exijan.—Asi se esplica un Anónimo, au
tor del cuaderno intitulado: "Demostración Teológica de la plena
71] En la palabra Indulgencia, párrafo '-i."
m] Al numero 16.
11
00
"y omnímoda autoridad que por derecho divino y sin dependencia
"alguna del Papa tienen los Obispos en sus respectivas diócesis:" im
preso en Santiago de Chile en 1813. Todas son proposiciones suyas,
entresacadas por mí de varios números («) en los que cita algunos
Autores, porque dice que son de su opinión.
Antes de responder al argumento que tantas cosas abraza, su
pongo que la demostración de este Anónimo parecerá tal vez evi
dente á los que no hayan leido sobre la materia que trata, otra co
sa más que su cuaderno; pero no sucederá así á los que hayan lei
do otros libros. Si el Autor se hubiera contentado con probar que
en suposición de que se hallaba impedido el recurso á la Santa Sede,
podian los Obispos usar de sus primitivas facultades, conforme lo ha
bían practicado los Obispos de Alemania, Francia, España y Por
tugal en los tiempos que cita en el número catorce, ya pudiéramos
tal vez llamarla demostración. Pero meterse á probar que los Obis
pos sin dependencia alguna del Papa tienen una jurisdicción ilimi
tada en sus respectivas diócesis, y que en cualquier tiempo (ñ) con
vendría que pusieran en libre ejercicio sin limitación alguna, toda
la plenitud de sus facultades conforme la ejercieron en los ocho pri
meros siglos de la Iglesia, y llamar á eso Demostración Teológica
porque cita algunos Teólogos que opinan que la jurisdicción episco
pal es inmediatamente de Dios, ¿no es eso querer alucinar á los sim
ples? Por la misericordia de Dios hemos tenido en esta América y
tenemos todavía Obispos sabios que no ignoran hasta donde se es
tienden sus facultades; y que asimismo saben que en los casos ur
gentes que ocurren á los Confesores, pueden valerse de la epiqueya
y concederles la dispensa que piden, como yo lo he esperimentado
varias veces. Mas dejaré de hablar de todo el cuaderno, que me pa
rece un estracto del Pereyra. Aunque no he visto la tentativa de An
tonio Pereyra, he leido la consulta que hizo sobre ella el Supremo
Consejo de Castilla en el año de 1800. Se halla en el tomo 13 de la
Colección Eclesiástica Española.
Respondo al argumento, rebatiendo cada una de las proposi
ciones; aunque para rebatirlas bien, era menester escribir mucho.
Dice el Anónimo en primer lugar que los Obispos son legítimos
sucesores de los Apostóles. Estas palabras que ciertos escritores
hacen resonar altamente cada dia, es menester esplicarlas. Yo no
niego que los Obispos son de alguna manera sucesores de los Apos
tóles. Pero ¿de qué manera lo son? Veámoslo. ¿Son sucesores suyos,
al modo que un Obispo sucede á otro Obispo, ocupando su silla epis
[»] Especialmente de los números 5, 7, 9, 13, 11 y 16. •
[*] Lo dice en el número último.
67
copal, y al modo que un Rey sucede á otro sentándose en su mis
mo trono? ¿al modo que el señor Fonte sucedió al señor Lizana en
la silla arzobispal de Méjico, y al modo que Carlos IV sucedió á
Cárlos III en la monarquía española? Pero si prescindimos del obis
pado ile Roma, ¿cuál de los Obispos católicos que actualmente go
biernan su Iglesia, puede mostrar con certeza su sucesión á un
Apóstol en este sentido? Ninguno (o). Luego en este sentido, que
es el propio y riguroso, no es verdad que (/>) son sucesores de los
Apostóles. ¿Será acaso, porque los Obispos suceden á los Apostóles
en la plenitud y universalidad del obispado? Tampoco; pues aque
lla plenitud y universalidad en los Apostóles fué estraordinaria y
personal, dice Victoria (q), y debia acabar en ellos sin pasar á
sus sucesores, esceptuando á San Pedro. Los Apostóles, como lega
dos estraordinarios despachados por Jesucristo, podían predicar,
fundar Iglesias y crear Obispos en todo el mundo: esto no pueden
los Obispos. Los Apostóles podían escribir libros canónicos: esto no
pueden los Obispos. Los Apostóles tenían el don de lenguas y de
milagros: no lo tienen los Obispos. Los Apostóles tenían jurisdicción
sobre toda la Iglesia: no la tienen los Obispos. Luego en este sentido
tampoco es verdad que los Obispos son sucesores de los Apostóles.
Pues ¿en qué sentido es verdadera la proposición? en que los Obis
pos tienen aquel mismo carácter episcopal de que los Apostóles fué-
ron revestidos por Jesucristo, y están revestidos del ministerio de
gobernar cada uno aquella porción del pueblo cristiano que le ha si
do señalada legítimamente: por todo lo cual (r) son superiores á los
Presbíteros. Suceden pues los Obispos, no en toda la plenitud y os
tensión de la autoridad y ministerio de los Apostóles, como pretende
el Anónimo, sinó solamente en alguna parte. El ministerio de un
Obispo no se estíende ordinariamente á ciertas materias que están
reservadas al reglamento de una autoridad superior: luego aquí fal
ta aqueJla plenitud que tenia el obispado de los Apostóles. Además
de esto, el ministerio de un Obispo está restringido á un pueblo de-
[o] Véase en el tomo 6.° de la Teología de Petavio, impreso en Venecia 1757, la diser
tación sobre lostres Santiagos.
[p] El Obispado: obra traducida del italiano é impresa en Madrid 1792, capítulo 5.°, mi-
mero 63. Su autor es Juan Vicente Bólgeni.—Belarmino en el libro 4." del Romano Pontí
fice, capítulo i_'.>.
[q] Francisco Victoria en la Releccion 2.» de la Potestad Eclesiástica, niím. 26. Impre
sión de Madrid 1765.—Juan Antonio Asensio en la Iglesia Triunfante de los errores del siglo,
tomo 1.°, impreso en Madrid 1825, pág. 64.—El señor ínguanzo en el Discurso de la Con.
firmacion de los Obispos, niím. 11, y en el }. l.° del Prefacio.—Se halla impreso este dis
curso en el tomo 12 de la Colección Eclesiástica Española, impreso en Madrid 1824.—Mel
chor Cano, lib. 6.° de los lugares teológicos, cap. 8.°, en la respuesta al argumento 11.
¡>] El Tridentino, sesión 23, cap. 4." v canon 7.°—Lambertim del Sínodo Diocesano,
l»b. 13, cap. mim. 2 y 3.
G8
terminado, y circunscripto dentro de ciertos límites de distrito: lue
go aquí falta aquella universalidad á que se estendía el obispado de
los Apostóles. ¿Y qué mucho que no la tengan ahora los Obispos, si
los inmediatos sucesores de los- Apostóles tampoco la tuvieron? San
Marcos fué Obispo de Alejandría, San Apolinar de Ravena, San
Tito de Creta, San Timotéo de Efeso, San Policarpo de Esrairna,
San Kvodio y después San Ignacio, de Antioquía. Pues si estos San
tos que fueron discípulos de los Apostóles, no tuvieron la plenitud y
universalidad del obispado, pues les habian señalado territorio, y
estaban sujetos á las disposiciones de los Apostóles y de los suceso
res de San Pedro; si desde el siglo cuarto habia Metropolitanos que
tenian tanta autoridad sobre los Obispos de sus provincias, que se
gún los Cánones (s) no podían estos hacer cosa de importancia sin
el parecer de aquellos; en una palabra, si, como dice Gerson (/),
"el estado de la Prelacia episcopal tuvo el ejercicio de su potestad
"aun en tiempo de los Apostóles y sus discípulos, debajo de San
"Pedro y de sus sucesores, como los que tienen la plenitud fontal y
"primaria de la autoridad obispal, y que pueden sin la menor duda
"restringir á los Obispos el uso de su potestad, ó privarlos de él por
"ciertas y razonables causas," ¿á qué nos viene diciendo el Anóni
mo (m) que los Obispos, como que son sucesores de los Apostóles,
tienen ahora la misma autoridad que ellos tenian, y que no trae la
historia en los ocho primeros siglos el menor ejemplo de restric
ción en la potestad de los Obispos? ¿Querrá acaso este novel escri
tor, como Justino Febronio (t>), reducir el primado de San Pedro
y de sus sucesores á una simple preeminencia de honor, sin verda
dera y propia potestad de jurisdicción? Pues oiga al célebre Vic
toria á quien cita varias veces por su opinión. "Todos los Apostó
les, dice (x), tenian igual potestad con San Pedro; lo cual entiendo
"así: que cualquiera de los Apostóles tuvo la potestad eclesiástica
"en todo el mundo, y para todos aquellos actos para los que la tu-
"vo San Pedro como Aposto!, esceptuando aquellos otros que per
tenecían á él solo como Sumo Pontífice. La potestad de San Pe-
"dro, dice después, era más eminente que la de los otros. Lo prime-
"ro, porque la potestad de San Pedro fué ordinaria, y habia de per-
[s] Véase en el 2.° tomo de Labú el canon 4.° del Concilio Niceno; y en el primer to
mo, el canon 33 de los Apostóles, según la interpretación de Hervét.
[t] Tomo 2.° de sus obras, impreso en la Haya 1728, en el Tratado de los Estados Ecle
siásticos, consideración 3.» del estado de los prelados. -
Íu] En los números 5, 7 y 8.
ví Febronio del Estado de la Iglesia, cap. 2.°, }. 4." de la edición 3." del ario 1768.
[x] Victoria en los números 10 y 11 del lugar citado.—Domingo Boto en el 4 °, dist. 20,
cuestión l.«, art. 2.°—Natal Alejandro, tomo 3.° de la Historia Eclesiástica, cap. 13, diser
tación 4.', ). 3.° y 4.°
G9
'severar en la Iglesia; la de los otros Apostóles fue estraordinaria,
"y se habia de acabar en ellos. Y lo segundo, porque la potestad de
"los otros Apostóles estaba subordinada á la autoridad de San Pe-
'dro." i Ya ve el Anónimo, por testimonio de Gersón y de Victoria
cuyas autoridades no rehusará, que los Apostóles y todos sus discí
pulos estaban subordinados á San Pedro y á sus sucesores los ro
manos Pontífices; que la potestad de todos los Apostóles, ménos la
de San Pedro, fué estraordinaria y no pasó á sus sucesores los Obis
pos; y que los Papas, como Vicarios de Cristo y legítimos suceso
res de San Pedro, pueden limitar á los Obispos el uso de su juris
dicción; y aun habiendo causa, privarlos enteramente de ella? Lue
go es falso, falsísimo lo que nos dice el Anónimo, de que los Obis
pos en sus diócesis tienen plena é ilimitada autoridad como los
Apostóles, sin dependencia alguna del Papa. Como también es
falso lo que afirma en el número 7; es á saber: que "Pedro Celen-
"se en la Epístola (y) que escribió á Hugo, Arzobispo de Sens, prue-
"ba por autoridad de San Ambrosio que los Obispos tienen toda la
"potestad que Cristo concedió á San Pedro." Yo he leido en el to
mo 23 de la Biblioteca Máxima (z) de los Antiguos Padres la so
bredicha Epístola, y quedé admirado cuando después de haberla lei
do con atención una y otra vez, vi que el Célense ni hace mención
de San Ambrosio en toda ella, ni dice que los Obispos tienen toda la
potestad que dió Jesucristo á San Pedro. Pues ¿qué es lo que dice?
Dice las palabras siguientes, traducidas con fidelidad por mí. Pe
dro Célense advierte al Arzobispo que "debe á las ovejas del Su-
"mo Pastor defensa, instrucción, solicitud. ¿Y qué tanta ha de ser?
"Ha de ser tanta como la que tuvo Cristo con ellas, ó á lo ménos
"tanta como la que tuvo San Pedro. Pues en él os dice Jesucristo:
"Apacienta mis corderos, es á saber: con una doctrina sana." Estas
son las únicas palabras que hallo en toda la carta, alusivas á nuestro
asunto; pues en otras tres que le escribió^ ni una palabra hay que
tenga alusión con él. Ahora pregunto yo: un mediano gramático, un
lógico de algunos alcances ¿sacarán de las sobredichas palabras
una ilación tan violenta y tan descabellada como la que saca el
Anónimo? ¿Y á esto se atreve á llamar Demostración Teológica?
Dice también el Anónimo que la autoridad de los Obispos
se deriva inmediatamente de Jesucristo. Para mayor. claridad y
no confundir las cosas, como lo hace el Anónimo, advierto que en
el Obispo suele haber potestad de orden que proviene del carár
[o] Lambertini del Sínodo Diocesano, libro 1.°, cap. 4.°—El Antifebronio Vindicado, im
preso en Cesena 1771, tomo 1.°, disertación 3.a, cap. 2.° desde el níím. 3.
[b] Belarmino, J ib. 4.° del Romano Pontífice, cap. 24.—El Obispado, núm. 78.
[r] Tomo 1.°, impreso en Venecia 1750, en la Epístola 131 á los milancses.
[d] En la consideración 2." del lugar citado,
sentencia contraria de algunos Téologos, como Córdoba (c), Domin
go Soto, Gregorio de Valencia, Tourneli y su continuador Colet,
Goti, &-c, de que los Obispos tienen por derecho divino la potestad
de conceder Indulgencias: ¿qué inferirá de aquí el Anónimo á favor
de su opinión? Nada, pues todos los referidos Téologos unánimemen
te afirman que aunque los Obispos tienen la dicha potestad por de
recho divino, la tienen siempre con dependencia del Papa y con
sujeción á él, como confiesa el mismo Febronio ó Juan Nicolás
de Honthein ( f) en la retratación de sus errores. Luego esa au
toridad absoluta, amplísima é ilimitada de los Obispos en sus dió
cesis sin dependencia alguna del Papa, ¿de dónde la saca el Anó
nimo, sino de su cabeza?
Asimismo dice que "está admitido por un casi general consen
timiento de Teólogos y Canonistas aquel antiguo axioma: todo lo
"que puede el Papa en toda la Iglesia, lo puede el Obispo en su
"diócesis." A lo cual respondo que con la misma facilidad con que lo
afirma él, con esa misma lo niego yo. Si fuera verdadero el tal axio
ma en los términos en que lo pone, se seguiría de aquí que el Obis
po en su diócesis podria canonizar á los Santos, conceder toda es
pecie de Indulgencias, dispensar en el matrimonio rato y en el voto
solemne de castidad, aprobar y confirmar nuevas religiones,.come-
ter á un simple Sacerdote que administrase el Sacramento de la
Confirmación, dar facultad á un Confesor para absolver á su cóm
plice; y en una palabra, dispensar en las Constituciones pontificiasy
conciliares. £1 consiguiente es falso, pues según todos los Canonis
tas (g) que he leido, no pueden hacer dichas cosas los Obispos; y
aun yo creo que sin licencia del Sumo Pontífice, ninguno se atreve
rá á hacerlas, por mas que lo digan el Anónimo de Chile, Justino
Febronio (/*) y Escipionde Ricci, de los cuales los dos últimos can
taron la palinodia: luego no es verdadero el tal axioma en los tér
minos en que está propuesto. Pregunto: en la república de Chile
¿habrá visto el Anónimo que dispense el Gobernador de un estado
en las leyes del poder legislativo sin que se lo concedan? Es regu-
[«] Córdoba, cuestión 10 de las Indulgencias.— Soto en el 4.°, dist. 21, cuestión 1.", ar
tículo 4.°—Los demás en sus tratados de Indulgencias.—Aeenaio en el tomo 1.° de la obra
citada, desde la pág. 164.
[/] He leido con gusto su Retractación, impresa en Palma 1814, véase la pág. "¿0. — ¡Oja
lá que la leyeran los que han leido al Febronio!
[e] Navarro de la Oración y Horas Canónicas, cap. 11, ntím. 24; en el Manual, capí
tulo 12, núm. 75, y cap. 27, mím. 194.—El Cardenal de Luca, de loo Beneficio», discurso 45,
num. 14.— Lambertini, Fagnano, Barbosa, Pignateli, &c.
la] Febronio en el cap. 7.°, {. 1.°— Ricci en las proposiciones 6.', 7.» y 8.» del Sínodo
de Piatoya, reprobadas por Pío VI.— Véase el Filósofo Rancio, tomo 1°, imp. en Madrid 1824,
«arta 19.
72
lar que no; pues, como dice Santo Tomás (»), en la ley humana pu
blica no puede dispensar sino el que la hizo, ó á quien él se lo haya
cometido: luego el Obispo en su diócesis no puede dispensar en las
leyes de sus superiores, como son los Papas y Concilios generales, sin
que le den comisión para ello. De otra manera se confundiría y echa
ría por tierra la gerarquía eclesiástica, establecida por institución
divina; pues se daria á los Obispos la jurisdicción que no tienen, y
que es propia solamente (j) del que es sucesor de San Pedro, Pas
tor de los pastores y Cabeza de toda la Iglesia, con plenitud de po
testad para gobernarla, como dice San Bernardo (fe). Esta plenitud
de potestad no la tienen los Obispos, dice San Buenaventura (Z), y
por eso no pueden hacer en sus diócesis lo que puede hacer el Pa
pa en toda la Iglesia. Decir lo contrario, es una doctrina nueva que
no se encuentra en los libros; pues yo por más que me he cansa
do en registrarlos, en ninguno de ellos he hallado el referido axio
ma tan ampliamente estendido como en nuestro Anónimo. Los
más de los Teólogos y Canonistas, entre los cuales he visto á Vanes-
pén (//), lo admiten como verdadero, fundados tal vez en un ca
pítulo del quinto de las Decretales añadiéndole esta corta
pisa: nisi expressé prohibeatur\ esto es, que todo lo que puede
el Papa en toda la Iglesia, lo puede el Obispo en su Obispado,
sitió se le prohibe expresamente. Pero aun puesto con esta limita
ción, tienen muchos al tal axioma por una proposición falsa; tales
son entre otros, Fagnano (n), Barbosa, Clericato, Bonacina, Sua-
rez, Diana, Basilio Ponce de León, los Salmanticenses, y especial
mente Lambertini, que demuestra la falsedad del decantado axio-
Nota 10.—En varias partos de sus obras habla el Santo de la potestad de jurisdicción,
como en el 4.°, dist. 20, cuestión 1.», urt. 4.°: en el lib. 4.° de la Suma contra los Gentiles,
cap. 76, núm. 4; y en la conclusión misma de donde el Anónimo sacó el argumento.
fñ) Gerson de auferilibiíale Papa, consideración 8."
[o] Santo Tomás en el 4.°, dit. 24, cuestión 3.», art. 2.°—El Tostado sobre el cap. 16
de San Mateo, cuestión 87.—Victoria en la Releccion del Matrimonio, núm. 7.—Tomás Sán
chez en el lib. I o del Matrimonio, disp. 61.
[p] Véanse Devoti en el lib. 1." de sus Instituciones Canónicas, tít. 2.° y 3.°; y Fagna-
no sobre el capítulo Ptruiciosam, níím. 33.
12
74
calina, como yo lo he hecho, hubiera visto ( q) que modera después
la proposición, diciendo: que "la potestad de los Obispos está restrin
gida en algunas cosas por el Derecho Canónico." Y mas adelan
te (r) dice: que tampoco puede el Obispo hacer otras muchas cosas,
"porque están reservadas al Papa." Y he aquí la cortapisa con que
dije que admitían el axioma muchos Teólogos y Canonistas, y por
eso le junté con ellos. A Tomás Sánchez le levanta un falso testimo
nio; pues allí mismo lleva espresamente la opinión contraria de la que
dice el Anónimo. Tal seria la priesa con que escribiria su Demos
tración Teológica, y tal es la buena fé con que suele citar á los Auto
res, como sinó hubiera de haber jamas quien registrara los libros en
su origen. ¿Y no es esto, como ya dije, querer alucinar á los simples?
Por último, nos dice el Anónimo (*) que "los Obispos por un
"consentimiento unánime renunciaron en el Concilio Lateranen-
"se IV la facultad que antes gozaban de conceder toda especie de
"indulgencias, por honrar y distinguir de ese modo al sucesor de
"San Pedro." Supongo que en el dicho Concilio habia según Peta-
vio (/), seiscientos setenta y tres Obispos, y que se hicieron en él se
tenta Cánones ó Capítulos, entre los cuales se halla el de las Indul
gencias. En esta suposición, ¿quién no estrañará que el Anónimo
tenga tan buenas creederas, que afirme por una parte con Febronio
que los Obispos en sus diócesis tienen la misma autoridad que los
Apostóles; y nos asegure por otra que en el Concilio Lateranen-
se IV renunciaron tantos Obispos por consentimiento unánime la
facultad en que estaban de conceder Indulgencias plenarias, y que
lo hicieron para honrar y distinguir de ese modo al sucesor de
San Pedro? Pues qué los Cánones de este Concilio ¿no se exámi-
naron y ordenaron en él, antes de publicarse? Sí: todos los setenta
Cánones, dice Natal Alejandro (w), fuéron discutidos y ordenados en
aquella magestuosa Asamblea, y después fuéron aprobados. Acaso
los Padres del dicho Concilio no fuéron jueces con el Papa de todo
lo que se decretó en él? sí lo fuéron; como lo son siempre (v) en to
dos los Concilios generales. ¿No tuvieron entera libertad para mani
festar sus propias opiniones delante de Inocencio III, doctísimo Teó
logo y Jurisconsulto? es increíble que dejasen de tenerla: lo uno, por
q] En el mismo núm. 7.
r] En la segunda parte de la misma Releccion del Matrimonio, núm. 2.
s] En el núm. 13.
t] En las tablas de la segunda parte del Racional de los Tiempos-
[u] Tomo 8.° de la Historia Eclesiástica, en la disert. 1.* sobre el siglo XIII, art. 2.°; y
en la vida de Inocencio III.
[ r] El Cardenal Jacobati en el Tratado de los Concilios, impreso en Paria 1673, al prin
cipio del lib. 2.°—Carlos Richard en el Tratado de !ob Concilio?, c*p. 7.°—El Obispado en
la nota al núm. 95.
75
ser tan numeroso y respetable el cuerpo de los Obispos; y lo otro,
porque Inocencio III fué prudentísimo (a:), y muy zeloso de la paz.
Pues ¿en qué consistiría que todos los Obispos que estaban allí
congregados, renunciaran por un consentimiento unánime, según
el Anónimo, la facultad que tenian entonces de conceder Indul
gencias plenarias, y se sujetaran á conceder solamente cuarenta
dias? (véase la Nota 11)
Respondo lo primero que no soy tan crédulo que asienta á lo
que escribe el Anónimo de que todos, todos los Obispos que había
en el dicho Concilio renunciaron la tal facultad por un consenti
miento unánime] pues aunque no dudo que todos los Padres se uni
formaran en cuanto á los Cánones que tocan á la fé, es moralmente
imposible que se unieran mas de seiscientos votos en los puntos de
disciplina. Y asi es mucho mas creible lo que refiere Natal Ale
jandro, que "aunque algunos Cánones que tocan á la disciplina no
"agradáran tal vez á todos los Padres, fuéron aprobados por la ma-
"yor parte, y promulgados en el mismo Concilio."—Respondo lo
segundo, que una vez que contamos con la pluralidad de votos, co
mo se hace en todos los Concilios generales, ya es fácil el creer que
la mayor parte de aquellos Padres se conformara con la voluntad
del Papa en materia de Indulgencias, que pertenece no á la po
testad de orden, sinó á la potestad de jurisdicción. ¿Y por qué? por
que sabrían que el Concilio general Calcedonense (y) llamó al
Papa Obispo universal de toda la Iglesia, y que los Padres del
Concilio de Reims (a) en el año de 900 confesaron que la auto
ridad que tienen los Obispos, se la ha dado Dios por San Pedro y
sus sucesores. Porque comunmente seguirían á los escritores de su
tiempo (6), como San Anselmo Cantuariense, San Bernardo, el
Abad Ruperto, Pedro de Cluni, Juan Sarisberiense ó de Salisbu-
ri, Obispo de Chartres, los cuales escribieron en sus obras que el
Papa tiene plenitud de potestad para el gobierno de toda la Igle
sia, y que los demás Obispos solo han sido llamados para que tu
mbía 11.—Más dias y aun años de Indulgencia pueden conceder los Obispos en el tribu
nal Santo de la Penitencia, según la opinión de Fagnano (z), Silvestre, Natal Alejandro y otros.
[x] Natal Alejandro y Juan Lorenzo Berti.
[y] En la Acta 3.», núm. 6.—Véase en el tomo 4.° de Labe la Nota de Binio sobre es
te lugar.
[z] Fagnano en la segunda parte del 5.° de las Decretales, cap. Cum ex eo, núm 17,
donde cita á Inocencio IV.—Silvestre en la Suma, palabra Indiligencia, núm. 11.—Natal
Alejandro en la Teología, cap. 3.° del Tratado de Indulgencias, regla 4."—Tourneli, Colét."
[a] Se halla este Concilio en Labe, tomo 9.°—Lo mismo dice San Gregorio Niseno en
el tomo 3.° de sus obras, impresión de París 1638, en el Discurso contra Iob que llevan con
impaciencia las correcciones.
[6] El que ne quiera registrar ¡os Autores que cito en su origen como yo lo he hecho, loa
por lo menos á Tomasino en el lib. 1.° de la Disciplina de la Iglesia, cap. 6.° desde el núm. 15.
76
viesen parte en la solicitud pastoral. En una palabra, porque no
estaban imbuidos, como el Anónimo, en las nuevas doctrinas del
Febronio, del Pereyra, y de otros escritores modernos. Y lo hicie
ron así, no tanto por honrar y distinguir de ese modo al suce
sor de San Pedro, como nos dice el Anónimo, cuanto por obede
cerle y sujetarse á él en una materia en que debían.
Infiérese de todo lo dicho, k> primero, qüe los Obispos no pue
den dispensar en los Concilios generales ni aun en los Decretos
Pontificios, si tácita ó espresamente no se les concede. Lo segundo,
que aunque por una urgente necesidad puedan dispensar en algu
nas cosas, nunca pueden hacerlo en materia de Indulgencias; pues
aunque el uso de ellas es muy útil á los fieles, como enseña el Con
cilio de Trento, sin embargo no es necesario (c). Lo tercero en fin,
que la doctrina que el Anónimo vierte en el sobredicho cuaderno,
es, como ya dije, una doctrina nueva y peregrina, de la que nos avi
sa el Apóstol que nos guardemos. Vuelvo pues á la cuestión, y
Digo lo segundo. Los Obispos pueden conceder Indulgencias
antes de consagrarse, como estén electos y confirmados (d). Porque,
como dice Santo Tomás (c), la facultad de conceder Indulgencias no
pertenece á la potestad de orden, sinó á la potestad de jurisdicción;
y como esta la reciben cuando les llega la confirmación del Papa,
de aquí es que pueden concederlas aunque no se hayan consagrado.
Acerca de dar los Obispos la bendición papal con Indulgencia
plenaria en nombre de Su Santidad, determinó Clemente XIII (/)
en 1762 que á los Obispos y Arzobispos que tengan comunicación
con la Santa Sede y pidan esta facultad, se les conceda que pue
dan darla en sus diócesis dos veces en cada año.
CUESTION XXIII.
¿A quiénes pueden conceder Indulgencias los Obispos'1.
Nadie ignora que los Obispos que están en sus diócesis, pue
den conceder Indulgencias á sus subditos que moran en sus obis
pados. Por lo cual, omitido esto como sabido de todos,
Respondo lo primero con Valerio Reginaldo («) y Bonacina,
[m] En la Suma de los Concilio?, impresa en Padua 1701, lomo 2.°, pág. 628-
fn] Benito Plaza en la Causa de la Inmaculada Concepción de María, acc. 3.a, níira. 107.
ñ] Hermano Busembaum en el libr > 6.° de su Teología Moral, impresa en Roma 1746,
trat 4.°, cap. l.<\ }. 2.°—Cláudio Lacroix en el tomo 2.°, libro 6.°, parte 2.; núm. 1401 —
Paz-Jordan, núm. 62.
fo] En su Teología s^bre la de Bunembauro, impresa en Bolonia, 1760, lib. 6.", trat. 4.*,
cap. I.» advertencia 69.
80 *
dad, y esta la he de tomar de cualquier autor donde la halle. Mas
por cuanto es de Lacroi* la prueba de mi conclusión, y Franzoya
se opone á ella por ser de Lacroix, me veo en la precisión de defen
derla. Pondré aquí las mismas palabras del impugnador con el hn
de rebatirlas. "Lo. que añade Lacroix (dice Franzoya) de que en
"el Año Santo no se suspenden las Indulgencias concedidas por
"otros que por los Papas, porque solo espresan que revocan las
"suyas, es cosa graciosa y de risa. ¿Acaso los Sumos Pontífices es-
"tán obligados á hablar así? Considérese con atención el tenor de
"las Constituciones Apostólicas, para que se conozca qué Indulgen
cias son las que se suspenden.
Dice pues Franzoya, que para no errar ni padecer equivoca
ciones se atienda al tenor de las Bulas. Yo digo lo mismo: Lacroix
y Busembaum á quienes impugna, dicen otro tanto; y cualquiera
que diga lo contrario, hablará precisamente un disparate. Pero pre
gunto yo, ¿al tenor de qué Bulas se ha de atender para no errar?
¿Acaso al tenor de las Bulas que se espedirán en los siglos venide
ros? Porque Franzoya tuvo la fortuna de escribir sobre el Jubileo
del Año Santo después que escribió sobre él un Papa tan sabio co
mo Lambertini, ¿ha de querer que los Autores que escribieron an
tes, resolvieran de la misma manera? Cláudio Lacroix dió á luz su
Teología Moral en el año de 1707, Busembaum imprimió la suya en
el de 1615, veinte años antes que naciera Lambertini; pues ¿cómo
pretende Franzoya que resolvieran las cuestiones acerca del Jubi
leo, según las resolvió después Benedicto XIV que espidió sus Bu
las sobre el Año Santo en los de mil setecientos cuarenta y nueve,
cincuenta, y cincuenta y uno? ¿Por qué los impugna á cada paso
con decisiones nuevas de este Papa?
"Es cosa de risa, dice Franzoya, lo que añade Lacroix de que
"en el Año Santo no se suspenden otras Indulgencias que las que
"conceden los Papas; porque solo espresan que revocan las su-
nyas. ¿Acaso los Sumos Pontífices están obligados á hablar así?"—
¡Q,ué doctrina esta tan singular! ¡Qué réplica tan indisoluble! A
esto llamo yo, oponerse á todo con razones de nada. Qué, porque
los Sumos Pontífices que vivirán después de nosotros, no estén obli
gados á determinar acerca de la suspensión de las Indulgencias en
tiempo de Jubileo, lo que sus antecesores han resuelto, ¿será esto
suficiente para que nosotros dejemos de seguir las decisiones de los
últimos Papas? Si á Franzoya no le satisfacen ni la conclusión de
Busembaum ni la prueba de Lacroix, ¿por qué no las impugna con
razones? ¿Por qué no nos hace patente que algún Papa determi
nó lo contrario? Pero no, no puede manifestarlo sin faltar á la ver
81
dad; pues en catorce Jubileos ordinarios que se han celebrado des
de que se empezaron á suspender las Indulgencias en tiempo de
Sixto IV hasta el dia de hoy, habiendo yo leido en Teodoro del Es
píritu-Santo ( p), en Viva, en Minderér, casi todas las fórmulas
de la suspensión pontificia, he visto siempre que los Papas usa
ron en ella este lenguage: "Suspendemos todas y cada una de las
Indulgencias concedidas por Nos, y por cualesquiera romanos Pon
tífices que nos han precedido." Luego si en esta locución y en otras
semejantes á ella no se suspenden las Indulgencias que los Obispos
y otros Prelados eclesiásticos inferiores al Papa conceden por de
recho común, dijo muy bien Lacroix cuando dijo que en el Año San
to no se suspenden las Indulgencias concedidas por otros que por
los Papas, porque estos solo dicen que suspenden las suyas. Y
esta razón que tan frivola le pareció á Franzoya, es la misma que
alegan como suficiente para prueba de la misma conclusión Paz-
Jordan, Clericato (q), Begnudeli, Guillermo Herinx, Reinfestuél,
Jaime Marcando, Boivin, Amort, Ferraris, Minderér, &c, &,c.
Mas si Franzoya no se contenta con esa prueba y desea toda
vía otra, yo le daré una de bulto. Con motivo del Jubileo del Año
Santo de 1700, declaró cspresamente Inocencio XII (r) el dia 6 de
Marzo de dicho año, que no obstante la suspensión general de Indul
gencias, quedaban en su fuerza y vigor las que conceden por dere
cho común los Cardenales, Legados, Nuncios Apostólicos y Obis
pos. Esta misma declaración hicieron después Benedicto XIII pa
ra el Jubileo de 1725, y Benedicto XIV (s) para el de 1750; y me
parece que ningún Papa hasta ahora ha declarado lo contrario.
Luego Franzoya en balde impugna á Lacroix.
Respondo últimamente con Barbosa (/) y Teófilo Rainaudo,
que ni los Obispos ni los Arzobispos pueden conceder Indulgencias
por los difuntos sin especial facultad del Papa. Esta conclusión es
común.— La razón es, porque la potestad que tienen los dichos Pre
lados de conceder Indulgencias, está restringida, ya por el Derecho
[p] Teodoro en el cap. 12 de su obra del Jubileo.—Viva, Gobát y Minderér en sus tra
tados del Jubilto-.
[o] Clericato, decis. 20 de la Penitencia, núm. 18.—Francisco Begnudeli en la Biblio
teca del Derecho, palabra Indulgencia, núra 12.— Herinx, núm. 94 de las Indulgencias.
Reinfestucl, trat. 12 de la Teología, dist. 3.», núm. 99.—Marcando en el Huerto de los Pas
tores, libro 2.°, trat. 5.°, lee. 1.", advertencia 3.*—Juan Boivin en el tomo 2.° de la Teo
logía Escótica, impresa en París 1678, cuestión del Jubileo.—Amort en su Historia, cues
tión 68.—Ferraris, palabra Jubileo, art. 1.°, niím. 15.—Minderér, núm. 575 del Jubileo.
[r] Por una notificación que he visto en Viva, en Amort, en Giribaldo.
ÍíJ Por su Bula Cum Nos nuper, que cita Franzoya.
«1 Barbosa, núm. 24.— Rainaudo, tomo 15, página 492 desdo el núm. 15.—Paz-Jordán,
núm. 56.—Bclarmino, Navarro, Laiman, Martin Carrillo, Minderér.
13
82
Canónico («) , ya por la costumbre universal que como dice Juá
rez (u), es el mejor intérprete de las leyes, á solos sus respectivos
subditos que aun viven.
De un solo Arzobispo se cuenta que concedió Indulgencias
por los difuntos á mediados del siglo XVI. Este es el octogésimo
sesto Arzobispo de Toledo, que fué después Cardenal, don Juan
Martínez Silicéo, de quien refieren varios escritores (ar) que en
unas Letras espedidas el año de 1551, concedió ciertas Indulgen
cias por modo de sufragio á los difuntos.
A esto responde el P. Teófilo Rainaudo que habiendo sido Si
licéo hombre capcioso, de un genio feroz, caprichudo y estrava-
gante en sus opiniones, inventó aquella novedad contra la costum
bre universal de todos los Prelados de su siglo. Pero á mí me pare
ce que Rainaudo se escedió mucho en la censura dicha. Porque ha
biendo yo leido cuantos escritores he podido hallar que traten del
referido Arzobispo, tan léjos están de darle los epítetos que le atri
buye Rainaudo, que todos se hacen lenguas en su alabanza. Así lo
he visto en las vidas de los Pontífices y Cardenales de Alfonso Cha
cón, en la Biblioteca Española de Nicolás Antonio, en el Catálo
go de los Arzobispos de Toledo por el Cardenal Lorenzana (j/), en
los Elogios de los Héroes Estremeños por el poeta Francisco de Sa
las (2), en Nicasio Sevillano sobre el primado de la Iglesia de To
ledo, en Martin Navarro (a), en Moreri, en Fleuri, en Amát. Apar
tándome pues de la respuesta de Rainaudo, como propia de la acri
monia de su genio,
Respondo con el P. Suarez, teólogo tan humilde, que Juan Lo
renzo Berti en su Historia Eclesiástica (6) hace de él este elogio:
"yo no he leido otro mas moderado y docto que Suarez." Suarez
pues, haciéndose cargo de la dicha concesión del Arzobispo, res
ponde de esta manera: "este hecho tan singular de Silicéo, ni basta
"por sí solo para obligarnos á creer que aquellas Indulgencias fué-
"ron válidas, ni tampoco nos consta si acaso tenia para ello alguna
[«] Capítulo Quod autem, título de Panitentiis <J- remis. en el 5.Q—Martin Vivaldo en
bu Candelera de Oro, título del purgatorio, nCim. 26.
[v] Suarez, disp. 55, sea 3.a
[x] Rainaudo y Suarez en los lugares citados.—Andrés Mendo en la disp. 36 pobre la
Bula de la Cruzada, núm. 17.—Fr. Antonio de Córdoba en su obra de Indulgencia*, cues
tión 16.—Este religioso de mi orden, siendo guardián en Alcalá imprimió allí dicha obra
en 1554; es decir, tres años después de la concesión de Silicéo.
[y] En el tomo 3.° de la Colección de los PP. Toledanos.
[zl Salas en el tomo \." de sus poesías, impreso en Madrid 1797, pág. 197.—Sevillano,
pág. 176 de la edición de Roma 1729.
[al Navarro en el tomo 1.°, pag. 176.—Moreri traducido, en la palabra Guijarro.—Fleu
ri en el tomo 42.—El V. Palafox en el tomo 11 de sus obras, impresas en Madrid 1762.
[i] Tomo 4.°, impreso en Madrid 1781 en el cap. 4.° del siglo XVII.
83
"facultad especial, delegada por el Papa." Yo me inclino á creer
que la tendría; pues por una parte convienen los Teólogos y Cano
nistas (c) en que, puede el Papa delegar esta facultad especial, aun
que según dicen Leurenio y Castropalao (á), muy pocas veces sue
le hacerlo (véase la Nota 12); por otra, Sevillano y Nicolás An
tonio nos dicen espresamente que Silíceo fué moderado y humilde,
lo cual se opone directamente á los vicios que le atribuye Rainau-
do; y por otra, fué tan estimado del Sumo Pontífice Paulo IV que
poco después le dio el Capelo. Luego es muy creíble que Silicéo
tuviese del Papa esa facultad especial. No dudo que también la
tendría del Pontífice Benedicto XIV el Cardenal don Fr. Gaspar
de Molina (e), cuando por un Decreto dado en Madrid á 23 de No
viembre de 1743 concedió cien dias de Indulgencia aplicables por
las Animas del purgatorio, á todos los fieles que verdaderamente
contritos dijeren el verso Gloria Patri, &-c. delante de cualquiera
imagen de San Pedro de Alcántara.
CUESTION XXIV.
[g] Cap. Nostro, tít. de Picnitentiis remis.—Juan Reutér, parte 4.* de la Teología
Moral, núm. 411.
[A] Navarro,
[i] En el núm.
tomo57.3.°, notab. 31 de las Indulgencias, níím. 17.-^Belarmino, libro 1.° der
Indulgencias, cap. 11.—El Cardenal Jacobati en el libro 6.", pág. 259 de la obra citada.
'j\ Minderér, parte 1.a, núm. 300.— Navarro, Belarmino.
k] En el núm. 299 de la 1.» parte.
J] Francisco Carriorc en el Digésto de la Fé Católica, tomo 2.°, art. 35, cuestión 3."—
Nicolás Fermosino del Cabildo sede'Vacante, cuest. 19 desde el núm. 10.—Enrique Piring.
U] Cap. Accedenlibus, tít. de exces$ibus prcclator.—Fagnano sobre este capitulo, núme
ro 7 y 17.—Paz-Jordan, núm. 27.
[m] Belarmino en el lugar citado. — Bonicina en In disputa de Indulgencias, cuest 1." ,
punto 3.°, núm. 1, 2 y 23.
85
partes se haya usado que el Vicario del Cabildo sede vacante ha
ya concedido Indulgencias, según escriben Goti (»), Silvio, Tomás
Zerola y el Dominicano Van-Ranst, me parece que ya no debe ha
cerlo; pues consultada la Sagrada Congregación del Concilio sobre
este punto en 13 de Noviembre de 1688, respondió: "el Vicario del
"Cabildo sede vacante abtengase de concederlas." Así lo afirman
el Cardenal Petra (ñ) y Lambertini, quien dice que esta es la opi
nión más cierta y la que se debe seguir en la práctica.
CUESTION XXV.
[h] Goti en la cuestión de Indulgencias, «lub. 5.°, {. 1.°—Francisco Silvio en el tomo 4."
de sus obras, impreso en Venecia 1720, cuestión 26 de Indulgencias, art. 1.°—Zerola en la,
Práctica Episcopal, parte 1.*, palabra Indulgencia, núm. 2.—Francisco Van-Ranst en el
Opúsculo de Indulgencias, cuestión 3.», nilm. 6.
Ift] Petra, tomo 3.° sobre la Bula 16 de Alejandro IV desde el núm. 26.—Lambertini del
Sínodo Diocesano, libro 2.°, cap. 9.", núm. 7.— Ferraris, Alinderen
[o] En el libro 6.° de la Suma, cap. 25, núm. 3.
[ p] Francisco Esmalgruebér, tomo 5.° sobre el Derecho Canónico, título 38, núm. 135
v 123.—Palao, punto 11, núm. 4. —Zerola, núm. 5. —Beato Angel en la Suma Angélica, pa-
lab. Indulgencia, núm. 7.—Paz-Jordan, núm. 51.— Begnudeli, núm. 11.—Silvestre, núm. 16. —
Córdoba, cuestión 33 —Amort, cuestión 89 en la Teología.—Murillo sobre el 5.° de las De
cretales, núm. 381.
[q] Suarez, disp. 57, scc. 2."—San Antonino. parte 1.", j. 3." de las Indulgencias.
86
Además que siendo la Indulgencia una gracia y un beneñcio
que nos hace un Príncipe de la Iglesia, corresponde que sea perma
nente y durable: luego no espira ni se acaba con la muerte del que
la da, dice San Antonino.
CUESTION XXVI.
¿Cuándo cesan las Indulgencias?
[g] Mateuci en el Oficial de Curia, cap. 26, níím. 25.—Minderér, parte 1.* desde él nú
mero 726. —Juan Bautista Pitoni de los Sagrados ititos, núm. 1033.—Ámort citado.
[h] Guyét en su Heorlulogia, lib. 2 °, cap. 18, cuest. 12.—Cavalieri, tom. 2.°, dec. 118.—
Martin Vigand en el Tribunal de Confesores, trat 14, núm. 99.—Potesta, Diana, Gobát
[i] Talú sobre los Decretos de la S. C. de Ritos, impresos en Venecia 1785, núm. 575.
[j] Hallarás este Decreto en el tomo 7.° del Bulario romano, después de la Bula 16 de
Inocencio XI.
[k] Juan Miguel Cavalieri en el tomo 1 ° de sus obras litúrgicas, impresas en Basa-
no 1778 6obre el Decreto 98.
[¿1 Porrea de Indulgencias, libro 2.", cap. 9.a—El Bulario do Guerra, tomo 1.° El de
Qucrubino, tomo 0.°; y el de Coquelines, tomo 7.°
m
su cesación, pudieiido fácilmente hacerlo. Advierto lo segundo que
también ceso por la misma causa la Indulgencia plenaria concedi
da por Clemente XIII (11) á las Iglesias de mi orden para el dia 27
de Noviembre en que celebraba la fiesta de todos sus Santos; pero
habiéndose trasladado perpetuamente dicha fiesta para el dia 29
del mismo mes, hay en él Indulgencia plenaria concedida después
por Pió VI (ni) en 1781. Advierto últimamente que las Indulgen
cias concedidas por Clemente VII y Clemente VIII para la fiesta
del Santísimo Nombre de Jesús, de que haré mención en la cuestión
vigésima primera del tomo 2.°, cesaron del todo para aquellos que
celebran dicha fiesta en la Dominica segunda después de la Epifa
nía. Toda la religión franciscana se sujetó como debia (n) al De
creto de Inocencio XIII, celebrando dicha fiesta en la referida Do
minica; pero reflejando la familia de los observantes, dice Minde-
rér (%), que no la celebraba ya en el mismo dia en que habia acae
cido el Triunfo del Santísimo Nombre de Jesús, y que las Indulgen
cias estaban concedidas, precisamente para el dia 14 de Enero, ob
tuvo nueva concesión de Benedicto XIII para volver á celebrarla
el dia 14, de la cual concesión hacen memoria Cavalieri (o), Taló
y Merati. Esta, esta es la causa porque hemos seguido celebrán
dola en el dicho dia; no la que dice Pitoni (/>), de que queremos es
cudarnos con el privilegio antiguo. Además de que en el Martiro
logio, en el Misal y en-el Breviario Seráficos, aprobados por Pió VI
en 1785, se halla también esta fiesta el dia 14 de Enero.
CUESTION XXVIII.
Las Indulgencias laprovechan á las Animas del purgatorio?
Antes de resolver esta cuestión, supongo lo primero que es de
fé que hay purgatorio (a). Este es un lugar junto al infierno, adon
de van según la ley común los que mueren en gracia de Dios de
biendo por sus pecados alguna pena, para ir después á gozar de la
Por un Rescripto que trae Ferrari?, palabra Indulgencia, art. 5.°, níím. 82 y 43.
[m] Véase e] R. P. Fr. José de Avila en su Colección de Indulgencias, impresa en Mé
jico 1787, <lia 29 de Noviembre.
[n] Enrique Pisart en la Reposición de las Rúbricas del Misal romano, parte 5.», tít. 2.°—
Tal» en el nrtm. 900 y 913.
[ñ] En la parte 2.», nrim. 342.
Ío] Cavalieri, temo 1.° sobre el Decreto 100.—Talo, níím. 913.—Merati en el tomo 2.",
.", cap. 8."
Tp] Juan Bautista Pitoni de los Sagrados Ritos, níím. 1414.
\a] El Concilio general Florentino al fin de la sesión 25 en el tomo 13 de Labé.—Véase
Martin Pérez do Ayala en la obra de las Tradiciones, impresa en Valencia 1776, tomo 1.°
parte 2.», consideración 5.": Alfonso de Castro contra las Herejías, impreso en Madrid 1773,
palabra purgatorio.— Bclannino, Goti, &c.
14
90
gloria eterna donde no pueden entrar sin estar enteramente puri
ficados. Dije según la ley común] porque algunas veces dispensa
Dios en esta ley, y decreta que algunas Almas tengan su purgato
rio en otras partes, ó para instrucción de los vivos ó para socorro
de los difuntos.—Supongo lo segundo que, según doctrina de San
Agustín (6), las penas del purgatorio son mucho más graves que
todas las que se padecen en este mundo; y aun añade Santo To
más, que la pena más pequeña del purgatorio escede incomparable
mente á la mayor de este mundo. Considera las tribulaciones del
Santo Job, los suplicios más horribles que inventó el ingenio de los
tiranos para afligir á los hombres, los tormentos más inhumanos
que hizo sufrir á los Mártires el furor rabioso de los' gentiles y de
los hereges; y cree que todos ellos en comparación del fuego del
purgatorio son leves, dice San Gregorio Magno (c). Y no porque
son tan graves estas penas, se acaban presto. Hay muchas Almas
en el purgatorio que han estado allí penando mucho tiempo. Véase
lo que dije sobre esto en la cuestión VII hacia el fin. Supongo lo
tercero que de todos los adultos que se salvan, son pocos los que van
al cielo sin pasar por el purgatorio. De innumerables Almas que
supo Santa Teresa de Jesús que se salvaron, solo tres dice la San
ta (rf) que dejaron de ir al purgatorio. Pero no me admiro; pues veo
en la Historia Eclesiástica que aun algunos Santos que veneramos
sobre los Altares, padecieron en el purgatorio antes de subir al cie
lo. San Pedro Damiano (c) refiere para nuestra enseñanza el pur
gatorio de San Severino, Obispo de Colonia; y San Gregorio Mag
no cuenta de San Pascasio, Diácono de Roma, que mientras esta
ba su cuerpo en el féretro haciendo milagros, estaba su Alma en el
purgatorio padeciendo atrocísimas penas. ¡Oh, severidad de la justi
cia divina! ¡qué poco se acuerdan de tí los pecadores! Ultimamente,
supongo que no pudiendo los que están en el purgatorio merecer ni
pecar porque se les acabó la vida, tampoco pueden satisfacer á Dios
por sus pecados, sinó es abrasándose en aquellas voracísimas lla
mas; pero reciben alivio, dice el Concilio de Trento (y), con los su-
[b] San Agustin en el tomo 4.° de sus obras, impresas en Paria desde 1689 sobre el Sal
mo 37, vereo 2.°—Santo Tomás en el 4.°, dist. 21, cuestión 1.", «rt. 1.°, cuestión 3."—Na
varro al fin del tomo 1.°
[c] San Gregorio M., tomo 3.° de sus obras, impresas en París 1705 sobre el tercer Sal
mo Penitencial, verso 2.° —Belarmino, libro 2.° de gémiiu columba, cap. 9.°
[<f] Santa Teresa, tomo 1.° de sus obras, impresas en Madrid 1742 en el cap. 38 de 8U
Vida, núm. 23.—El limo, y V. don Juan de Palafox en el tomo 8.° de sus obras, impresas en
Madrid 1762 en la obra Luz á los Vivos, nota 16 á la relación 110.
[elSan Pedro Damiano en el tomo 3.° de sus obras, que he visto impresas en Basano 1788,
opiinculo 34, cap. 5.°—San Gregorio, tomo 2.° en el libro 4." de los Diálogos, cap. 40 y 41.
[f] En el Decreto sobre el purgatorio.
91
fragios de los fíeles que son las oraciones, las limosnas y los ayunos
que aplican por los difuntos, y principalmente con el Santo Sacri
ficio de la Misa. Lo cual supuesto,
Respondo con San Buenaventura (g) y Alejandro de Ales,
que las Indulgencias aprovechan á las Animas del purgatorio por
modo de sufragio.— Se prueba lo primero, por la práctica común
de la Iglesia; pues disputar contra ella, como dice San Agustin ( A),
es una insolente locura.—Lo segundo, por el consentimiento común
de los Papas, especialmente por las declaraciones- que han hecho,
Sixto IV contra Pedro de Osma, León X contra Lutero, y Pió VI
contra el Sínodo de Pistoya (t).—Lo tercero en fin, porque si los
sufragios de los vivos; esto es, cualesquiera obras buenas que apli
can los vivos por los muertos les aprovechan para la remisión de
sus penas, puesto que los fieles difuntos que están en el purgatorio
son todavía, dice San Agustin (j), miembros de la Iglesia católica,
unidos á nosotros por la té y por la caridad; también les aprovechan
las Indulgencias que son, como afirma el Doctor Seráfico, de los su
fragios más escelentes y más eficaces de la Iglesia.—Mas para que
valgan las Indulgencias á las Animas del purgatorio es menester,
dice Santo Tomás (fe), que se esprese así en la forma de la conce
sión; pues de otra manera no les aprovecharán.
¿Y qué quiere decir que les aprovechan por modo de sufragiot
rara que entiendas bien esto, te responderé con alguna difu
sión. Las Indulgencias de un modo se aplican á los vivos, y de otro
á los difuntos: á los vivos por modo de absolución y paga (/), y á
los difuntos por modo de sufragio y ayuda: me esplicaré. El Sumo
Pontífice, como pastor universal que es de toda la Iglesia, usa de las
llaves que Jesucristo le confió para abrir las puertas del cielo á los
que las tienen cerradas. Con estas llaves franquea á todos los cris
tianos el tesoro de las Indulgencias, pagando de él á la divina jus
ticia lo que debemos los vivos, y lo que deben también los difuntos.
Pero como los vivos estamos bajo de su jurisdicción inmediata, y
los difuntos no; como es juez de los que vivimos unidos á él en la
[g] San Buenaventura en el 4.°, dist. 20, parte 2.», art. cuestión 5.*—Alejandro de
Ales en la Suma de la Teología, parte 4.», cuestión 23, miembro 5.°—Vi esta Suma en San
Francisco de Toluca.
h] En el tomo 2.°, Epíet.54, núm. 6.
i] Véase la prop. 42 condenada en la Bula Auctoremfidei, y lo que dije en la cuestión 16.
j] San Agustin, tomo 7." en el libro 20 de la Ciudad de Dios, cap. 9.°
1] SantoTomás en el 4.°, dist. 20, cuestión art. 5.°, cuestión 3.* á lo 2.°; y dist. 45,
cuestión 2.», art. 3.°, cuestión 2.'—Goti, dub. 4.°
[I] Belarmino, libro 1.° de Indulgencias, cap. 5.° y 14.—Reginaldo en los números 152
y 192 —Véase sobre esto una Bula de Sixto 4.°, que empieza Romani, en Amórt, parte 2.* de
eu Historia, sec. 2.", \. 3.°; y en Minderér, parte 2.» al fin de la conferencia 1.*
92
Iglesia militante, y no lo es de los que murieron ya y están en el pur
gatorio; paga por los unos de diferente modo que por los otros. Res
pecto de los vivos, él mismo en persona de Jesucristo y revestido
de su autoridad, se hace pago del tesoro de la Iglesia; y como que
es nuestro juez legítimo, nos absuelve inmediatamente de nuestras
deudas, y nos da por libres en la presencia de Dios. Mas respecto
de los difuntos, no los absuelve de sus penas ni puede absolverlos,
dice San Buenaventura; pues están ya fuera de su jurisdicción, si
no que ofrece á Dios del tesoro de la Iglesia todo cuanto necesitan,
para que salgan cuanto antes de aquellas penas, mediante la acep
tación divina. De aquí es que cuando decimos: Hoy, visitando los
Altares, se saca Anima del purgatorio, la cual locución desagra
da á algunos Teólogos (11); no queremos decir que si visitamos los
Altares aplicando la Indulgencia plenaria por un Alma del purga
torio, infaliblemente la sacamos de él. Lo que queremos decir es,
que por nuestra visita de Altares ofrece á Dios el Papa, del tesoro
de las satisfacciones de Cristo y de los Santos, todo cuanto necesita
aquella Alma para que salga del purgatorio. Pero como depende de
la voluntad divina el que acepte nuestro Señor lo que el Papa le
ofrece por aquella Alma, de aquí es que saldrá ella inmediatamen
te del purgatorio, si Dios quiere aceptarlo; mas no saldrá por en
tonces, si Dios por sus altos juicios no lo acepta.
El Cardenal Cayetano (m) y Córdoba requieren otras condi
ciones, para que á las Animas del purgatorio valgan las Indulgen
cias. Dicen, fundados en la autoridad de San Agustín y San Gre
gorio Magno, que no basta que estén en gracia de Dios, sinó que es
menester que cuando vivían se hiciesen dignas de conseguirlas con
obras de penitencia y de misericordia.—Pero esta opinión, dice Be-
larmino (n), es desechada comunmente por los Teólogos que no es-
cluyen de los sufragios á ninguna de las Almas del purgatorio,- pues
por una parte están todas necesitadas, y por otra unidas á nosotros
con el vínculo de la caridad. Ni los Santos quisieron decir otra cosa,
dice Rabiando (ñ).
Sin embargo, habiendo prometido Jesucristo que los misericor
diosos alcanzarán misericordia, ¿con cuánta mas facilidad acepta-
[U] Juan Bautista Tiers en el Tratado de las Supersticiones, tomo 4.°, que he visto im
preso en París 1745, libro 7.°, cap. 16 y 18.
[m] Cayetano en el Tratado 16, cuestión 5.»—Córdoba, cuestión 14.
[n] Belarmino, libro L° de Indulgencias, cap. 14.—Suarez, tomo 19, disp. 53, sec. 4.»—
Minderér, parte 2.", núm. 31.—Zacarías Pascualigo, tomo 1.° del Sacrificio de la Misa, im
preso en Venecia 1707, cuestión 733.
[ñ] Teófilo Rainaudo en el tomo 15, Heteróclita, parte 2.\ sec. 3.a, punto 1.° desde el
núm 14.—Navarro, notab. 22, núm. 46.—Palao, punto 10, núm. 11. ,
93
ra nuestro Señor las Indulgencias y los demás sufragios por aque-
líos que fueron solícitos en ganar Indulgencias para sí y para las
Animas del purgatorio, que por aquellos otros que nunca se acorda
ron de sus difuntos, ni usaron de misericordia con los pobres? Asi
vemos en la vida de Rábano Mauro (o) que Dios no quiso aceptar
por algún tiempo los sufragios que le ofrecía el monasterio de Ful-
des por el alma de su mayordomo Edelardo, porque cuando vivia
robaba las limosnas á los pobres, y defraudaba los sufragios á los
religiosos. Otro caso semejante refieren nuestras Crónicas (/>) de un
religioso, que habiendo sido descuidado en aplicar por los frailes
difuntos los sufragios que mandan nuestras leyes, dispuso la justi
cia divina que cuando él estaba en el purgatorio, no le aprovecha
sen los que le aplicaban otros, sino que se cumpliese en él lo que
dijo el Apóstol Santiago (q): "se hará juicio sin misericordia al que
"no la tuvo con su prójimo."
A vista de estos ejemplos, abramos los ojos los que vivimos en
este mundo. Con la medida con que midamos á otros, dice Jesucris
to (r), con esa misma se nos ha de medir á nosotros. Si queremos
que nos trate Dios con misericordia en la otra vida, compadezcá
monos ahora de las Almas que están en el purgatorio. Ellas son es
posas de Jesucristo, y muy agradecidas. Sus penas son cruelísimas,
y no pueden socorrerse á sí mismas: socorrámoslas nosotros que po
demos. Acaso están allí nuestros padres, nuestros hermanos, nues
tros amigos, esperando nuestros sufragios: no seamos inhumanos
con ellos. "¿Quién hay, decia el señor Palaíbx (*), quién hay tan
"cruel de corazón, que ya que se olvide de sí en esta vida, pueda ol-
"vidarsede su padre y madre, hermanos y amigos que están penan
do en la otra? Q,ue aquel á quien arrastran las pasiones, no se me
jore ni obre lo bueno, malo es; pero que teniendo á su padre cau-
"tivo y preso en el purgatorio, pudiendo con una cosa tan fácil como
■ rezar el Rosario, no le saque de la prisión, es ingratitud sobre to-
!,da ingratitud."
A poca costa podemos aliviarlos. Cuando oímos Misa, cuando
rezamos el Rosario ó la Corona, cuando recibimos la Comunión (/),
cuando hacemos cualesquiera otras obras buenas, ofrezcámoslas
[o] Juan Tritemio en la Vida de Rabino Mauro, Arzobispo de Maguncia, libro 2.a—Es
tá al principio de las obras de Rabino, impresas en Colonia 1626.
[p] El limo. Fr. Damián Cornejo en la Crónica Seráfica, p%rte4.", libro 1.°, cap. 35.—
Vadingo en sus Anales, al año 1383, núm. 2.
<l] En el cap. 2.° de su Epístola, verso 13.
rj San Lucas en el cap. 6.° de su Evangelio, V. 38.
»j En el tomo 3.°, parte 2.», Pastoral 10, ni'im. 28.
/] Mindcrér, parte 2.", núm. 141. —Lambertini, Vidal.
94
por las benditas Animas del purgatorio. ¡Qué fácilmente podemos
socorrerlas con Indulgencias! cuando yo diga en esta obra que son
aplicables por los difuntos, ó cuando lo diga el R. P. Avila en su
Cuaderno de Indulgencias de Méjico, aplícaselas con tiempo, según
te diré en la siguiente
CUESTION XXIX.
Cuando una Indulgencia es aplicable por los difuntos, ¿en qué
tiempo se les ha de aplicar?
[h] Suarez, disp. 53, scc. 3.'— Domingo Soto en el 4.°, dist 21, cuestión 2."—Antoine,
cue6tion 17.— Minderér, parte 2.", nilm. 11.—Diana, Colet, Ferraris, Charmes.
[i] San Gregorio Magno en el tomo 2.°, lib. 4.°, de los Diálogos, cap. 39.—San Isidoro
de Sevilla en el tomo 2.° de sus obras, impresas en Madrid 1778, lib. í.° de los Oficios Ecle
siásticos, cap. 18.— Pedro lombardo en el 4.° de las Sentencias, dist. 21:—Santo Tomás en
el 4.°, dist. 21, cuestión l.",art. 3.°— San Buenaventura en el 4.°, dist. 21, parte 1.*, art. 2.°,
cuestión 1.»—El Tostado sobre el cap. 25 de San Mateo desde la cuestión 711 hasta la 724.
\f\ San Agustín, tomo 6.° en el lib. del Cuidado por los Muertos, cap. 18.— Dimas Scrpi
en el T ralado del Purgatorio, cap. 68.
[k] Ettá impresa en Madrid esta preciosa obra el año de 1782.
97
CUESTION XXX.
[a] Rodrigo de Arriaga en el tomo 8.° de su Teología, disp. 28, sec. 4.», nilm. 17.—José
Angles sobre el 4.°, parte 2.* en la cuestión de Indulgencias, art. 2.°, dific. 4.a—Francisco
Monacelli en el tomo 2.° de su Formulario legal práctico, tít. 16, fórmula 6.», níím. 2: está
impreso enVenecia 1751. —Lucas Pineli, Noticias de la otra vida, parte 1.a, cap. 28, níún. 21.
Teodoro, parte 1.», cap. 14, art. 8.°—Paserino, cuest. 119, ndm. 924.—Minderér, parte 1.»,
nrtm. 407; y parte 2.", nrím. 28.—Mendo, Nogueira, Trullenc, Tamburino, Jaime Esteva y
Diego Ramos sobre la Bula de la Cruzada.—Potesta, Guijarro, el Valense.
[ft] Suarez, disp. 53, sec. 4.»—Rainaudo en el punto 5.° citado, cuestión 5.»—Juan de Sil-
veira en el Opúsculo 2.°, resolución 8.a, cuestión 9."—Leandro, Mastrio, Laimán, Filiucio, Gi-
ribaldo, Castropalao.
15
98
j ara sí, que procurar ganarla para otro; pues en el primer caso se
requiere el estado de gracia en el que la ha de ganar, no en cuanto
hace las obras que se mandan, sino en cuanto ha de recibir el efec
to de la Indulgencia. Y asi, no hay inconveniente que el que está
en pecado pueda conseguir algún bien para otro, y no pueda con
seguirlo para sí; pues él tiene el óbice del pecado, y el otro no.
Segunda.—Aunque el malo no puede satisfacer rigurosamente
ni por sí ni por otro, en nuestro caso no satisface el malo, dice el
Canonista Navarro (c), sino que hace aquella obra y cumple aque
lla condición, por la que el Papa da al difunto del tesoro de la Igle
sia, las satisfacciones de Cristo y de los Santos. Pregunto, ¿no pone
en egecucion todo cuanto el Papa le manda, y del mismo modo que
se lo manda? sí por cierto. Luego no habiendo de recibir él mismo
el fruto de la Indulgencia, y estando concedida por otra parte en
favor de las Animas del purgatorio, ¿qué inconveniente hay en que
la aplique á una de ellas que está en gracia de Dios como se supo
ne, y dispuesta para recibirla? Otra cosa seria, lo primero, cuando
el Papa mandase que se hiciera la obra en estado de gracia: pues
en ese caso, dice Arriaga (d), no podria ganarla para una Alma del
purgatorio el que hiciera la obra, estando en pecado mortal. Y lo
segundo, cuando la obra impuesta requiera estado de gracia (c),
como si mandara una comunión para sacar una Alma del purgato
rio; que entonces no ganaría la Indulgencia para aquella Alma el
que comulgára sacrilegamente.
Confírmase. Es opinión bastante común, que para que un vivo
consiga la Indulgencia para sí cuando son varias las diligencias
que ha de practicar para conseguirla, no es menester que se halle
en estado de gracia mientras hace cada una de ellas, sino que basta
que al fin de la última obra con que ha de ganar la Indulgencia,
esté en gracia; y por tanto, aunque todas aquellas obras no sean sa
tisfactorias, como que están hechas en pecado mortal, sin embargo
pueden ser una condición, la cual puesta, conceda el Pontífice la
Indulgencia al que ya está capaz de ella por la gracia. Luego por
la misma razón, dice Dicastillo (/), aunque no sea satisfactoria la
obra que hace un vivo que está en pecado, podrá ser una condición,
fe] Navarro, notab. 22 desde el niím. 30.— Felino Sandeo en el Tratado de la Indulgen
cia plenaria, nrtm. 22 y 33.—Reginaldo, ntím. 195.—Grafi>, Baseo, Juan Machado, Bonacina,
Viva, Lezana, Herinx.
[d] Arriaga en el lugar citado.—Córdoba en la cuestión 14 y en la 23.—Manuel Rodrí
guez, tomo 2.° de sus Cuestiones Regulares, cuestión 92, art. 4.°
[e] Bordonio de los Legados, cap. 7.°, cuestión 8.», núm. 74. —Pascualigo, cuestión 732
de la obra citada. Cárlos Biluart en el tomo 19 de la edición de Mastrich 1770, disertación de
las Indulgencias al fin del art. 6.°
[/] Juan do Dicnstillo, níim. 22-1.
99
la cual puesta, dé el Pontífice al difunto del tesoro de los méritos
de Cristo y de los Santos, depositado en el erario de la Iglesia, toda
la Indulgencia que necesita.
Tercera.—Aunque el que está en pecado no puede satisfacer
por sí, puede satisfacer ministerialmente por otro, en cuyo nombre ó
por cuyo mandato hace alguna obra buena: y entonces, segun dice
Santo Tomás ( «•), aunque el que obra en nombre de otro ó coma
instrumento de él, no esté en ese tiempo en estado de merecer, sin
embargo su acción puede ser meritoria por razón del principal
agente. En esta suposición la Iglesia, dice el Cardenal Toledo (A),
es la que da facultad á los vivos para ganar Indulgencias por los
muertos, y las obras que practican los vivos para aplicárselas no
pierden su valor, aunque los instrumentos con que se hacen sean
malos; pues las practican en nombre de la Iglesia, á quien nunca fal
ta la gracia. Luego asi como valen á los muertos las exequias que
les hace un Párroco que está en pecado, porque las hace en nom
bre de la Iglesia; asi también les valen las Indulgencias que les apli
can los que están en pecado, puesto que hacen sus obras en nom
bre de la misma Iglesia.
Argumento primero.—Opónense á mi conclusión los padres
Fr. Martin Vigand (i) y Fr. Tomás de Charmes, diciendo que nin
guno puede ganar una Indulgencia para otro, si primero no la hi
ciere suya; y como el que vive es menester que esté en gracia para
hacerla suya, de aquí es que para ganarla para una Alma del pur
gatorio, necesita también estar en gracia.
Pero ¿quién no hecha de ver al instante la falsedad de esta
prueba? Si yo celebro Misas en Altar de Anima, si tomo una Bula de
difuntos por una Alma del purgatorio, ¿no ganaré las Indulgencias
para otros sin que pueda ganarlas para mi? Fuera de eso, aun en
las ocasiones en que me concede el Papa que pueda ganar una In
dulgencia para mí, ó aplicarla por las Animas del purgatorio, ¿có
mo podré yo ganarla para otro, después que la haya hecho mia?
Antes de cantar yo una Misa, puedo aplicarla por mí ó por un di
funto; mas después que la apliqué por mí ya no está en mi mano
[g] Santo Tomás en el 4.°, dist. 45, cuestión 2.", art. 1.°, cuestión 3: ó sea en la cues
tión 71 del Suplemento, art. 3.°—Antonio de San José en el Compendio Salmanticense, im
preso en Pamplona 1791, tomo 2.°, trat. 28, núm. 17.
[h] Toledo en el libro 6.° de la Suma, cap. 26, núm. 5.—Martin de Torrecilla en la Ea-
posicion de las Proposiciones condenadas, trat. 3.°, consulta 5.a—Diana, tomo 4.°, trat. 5.°,
resolución 36; y trat. 1.°, resolución 4."—Portel, Ferraris, Pelizario, Quintanadueñas, Boivín.
[i] Vigand, núm. 96 del trat. 14.—Charmes, tomo 7.° de la Teología en el Apéndice de
Indulgencias, cuestión 4.", art. 2.°—Pablo Gabriel Antoine en su Teología Dogmática, im
presa en Venecia 1743, tomo 2.°, tratado de Indulgencias, cuestión 18.
100
«lice San Buenaventura (j), el aplicársela á otro. De la misma ma
nera, dice el Santo, si yo gano una Indulgencia para mí, no puedo
traspasarla á otro. Porque habiendo tenido ella su efecto en mí al
mismo tiempo que la gané, no está ya debajo de mi dominio. Por eso
me aconsejan los Teólogos y los Expositores de la Bula de la Cru
zada que cuando el Papa me concede una Indulgencia que es apli
cable por las Animas, como la visita de Altares en dia de estación
de Roma, si yo quiero ganarla por una Alma del purgatorio, debo
tener esta intención antes de visitar los Altares, como dije en la
cuestión pasada; pues en habiéndolos visitado no puedo ya disponer
de la Indulgencia (k). Luego nunca es cierto que el que gane la In
dulgencia para otro, la ha de hacer antes suya.
Y en esta suposición, ¿qué inconveniente puede haber en que
gane las Indulgencias para las Animas el que estando en desgracia
de Dios por el pecado, hace las diligencias debidas sin tener afec
to á él? Las obras que entonces hace, aunque no son meritorias en
orden á la vida eterna, ¿dejarán de ser buenas y piadosas? Si un
hombre rico en tiempo de jubileo reparte limosna á los pobres por
medio de un criado malo, ¿la perversidad del criado será bastante
para impedir que consiga la Indulgencia el amo? Pues si según la
opinión de. todos, la malicia del criado no basta para viciar la ac
ción buena de su amo é impedir que gane la Indulgencia, ¿por qué
el que se halla en pecado, si hace una obra sin afecto á él, ha de es
torbar que el Pontífice reparta el tesoro de las Indulgencias á las
Animas benditas del purgatorio que están en gracia de Dios?
Argumento segundo.—Sabemos, según decia un ciego en el
Evangelio (/), que Dios no oye á los pecadores, porque son enemi
gos suyos por la culpa. Sus obras, como que están hechas en peca
do que es muerte del Alma, son obras muertas: luego no pueden va
ler para la consecución de las Indulgencias.
Respondo lo primero que aunque Dios no oye siempre á los pe
cadores cuando le piden por sí, los oye por lo común cuando le pi
den por los que están en el purgatorio. "En esto, dice el Autor de un
"Opúsculo (//) que se atribuye al Angélico Doctor, y he leido entre
"sus obras, en esto se manifiesta la grandísima misericordia de Dios,
L/] San Buenaventura sobre el 4.°, dUt. 20, parte 2.", art. cuestión 3.»—Astesarto
de Asti en el tomo 2.° de la Suma Astense, impreso en Roma 1730, lib. 5 °, tít. 40, art. 3.°
Córdoba, cuestión 23. —Manuel Rodríguez en la Esplicacion de la Bula, }. 8.°, núm. 13.
[Ar] Moneada en el libro 2.° de la citada Declamación, cap. 9." desde el núm. 11.
[1] San Juan 9.°, 31.
[U] El Opúsculo 63, cap. 2.° hácia el fin.— Se halla en el tomo 17 de las obras de Santo
Tomás, impresas en Amberes 1612, que tengo sobre I» mesa.—Véase Fr. Simón de Silazar
en el Prontuario de Materias morales, imp. en Sevilla 1701, trat. 37, }. 7.°
101
"que no oyendo el Señor á los pecadores por sí mismos como se dice
"en el Evangelio, los oye cuando le piden por las Animas del pur
gatorio; pues dispone que todas las obras buenas que hacen por
"ellas, les valgan para su alivio y consuelo. Y cuando un Sacerdo
te que está en pecado mortal celebra Misa por las Animas, aun-
"que él merece por decirla en pecado su condenación eterna, les
"aprovecha no obstante para la diminución xle sus penas; porque
"Dios no recibe aquel sacrificio en persona del Sacerdote malo, sino
"en persona de aquellos que murieron en su gracia."
Respondo lo segundo con San Agustin (m), que Dios oye tam
bién á los pecadores cuando de veras le llaman, y le piden el perdón
de sus culpas; como oyó al Publicano arrepentido, y á David cuan
do le dijo de corazón: pequé. Y asi las palabras del ciego se han de
tomar, dice el Santo, como de un catecúmeno ó recien convertido
qué no estaba bien instruido en lo que decia.
Respondo lo tercero con San Buenaventura (n) y San Ber-
nardino, que las obras buenas hechas por uno que está en pecado
mortal, si las hace con buena intención, le aprovechan para mu
chas cosas. Lo primero, para el aumento de los bienes de la tierra.
Lo segundo, para la diminución de la pena temporal. Lo tercero,
para resistir al pecado y habituarse á hacer obras buenas. Lo cuar
to, para reprimir el poder del Demonio. Y lo quinto, para conseguir
la gracia santificante; pues Dios le va ilustrando el entendimiento
y moviendo la voluntad, para que conozca su infeliz estado, se ar
repienta, y consiga el perdón de sus culpas. De aquí infiere San
Bernardino (w), que las dichas obras buenas si el pecador las aplica
por las Animas del purgatorio, Ies pueden aprovechar, ó para re
frigerarlas ó para abreviar sus penas; puesto que no son eternas,
sino temporales. Y del mismo parecer son también el piadoso Ger-
son (o) y San Antonino. Los Doctores Angélico (p) y Seráfico
convienen en que el Santo Sacrificio de la Misa, que es el princi
pal sufragio por los difuntos, les aprovecha aunque lo celebre un
Sacerdote malo.
A todo esto mirarían los Padres del IV Concilio Mejicano al
[m] San Agustin, tomo 3.°, parte 2." sobre el dicho lugar de San Juan. Lo mismo dicen
Estío y Calmét.
[n] San Buenaventura en el 4.°, dist. 15, parte 1.% art. 1.°, cuestión 6.*—San Bernardi
no de Sena en el tomo 1.° de sus obras, impresas en León de Francia 1650, sermón 15, ar
tículo 6.° de su Apéndice; y en el tomo 2.°, sermón 61.
[ñ] En el tomo 2.°, sermón 63, art. 3.°, cap. 3.°; y en el sermón 64, 3." parte principal.
[o] Juan Gerson, tomo 3.°, sermón 1.° y 2.° de los Difuntos.—San Antonino, parte 3.» de
la Suma, tít. 32, cap. 2.°, }. 3.°—Navarro en el Manual de Confesores, cap. 3.°, núm. 7.
[p] Santo Tomás en el lugar citado.—San Buenaventura en el 4.°, dist. 45, art. 2.°,
cuestión 2." /
102
que presidió el eminentísimo señor Lorenzana, cuando dijeron en
su Catecismo (q) lo siguiente: "Nos inclinamos á que no se aparte
"á los fieles, aunque pecadores, de aplicar las Indulgencias á los
"difuntos, con tal que no tengan actual afecto al pecado mortal; por-
"que se puede seguir mucho perjuicio á las Almas del purgatorio."
Por consecuencia hablaré en particular á los devotos de las
benditas Animas que desean socorrerlas con sufragios, y les diré
tres verdades que escribió San Bernardino de Sena (r). "La prime
ra es, que cuanto mas gracia de Dios tengas cuando haces algu-
"na obra buena por las Animas, tanto mas agradas á Dios con ella,
"y las Almas reciben mayor consuelo.—La segunda es, que la 1¡-
"mosna y cualquiera otra obra satisfactoria que hace un justo por
"alguna Alma del purgatorio, agrada más al Alma y la da más ali
vio, que otra que hace por ella un hombre malo que está en peca
ndo.— Y la tercera, que aunque uno que está en pecado mortal ha-
"ga algún bien por las Animas del purgatorio, aquella obra buena
"puede sin embargo aprovechar á las Animas; pues si al mismo que
"la hace estando en pecado le sirve para conseguir bienes tempora-
"les, ya para sí, ya para otros, también valdrá al Alma que está
"abrasándose en el purgatorio, para abreviarla sus penas que le ha-
"bian de durar por tiempo determinado. Y asi, aunque seas pecador
"te dice el Santo, aunque te halles actualmente en pecado, no dejes
"de rogar á Dios por los difuntos (aplicándoles las Indulgencias que
"puedas, como hacia el Beato Andrés Hibernón), dando limosnas,
"y haciendo otras obras por sus Almas; porque también ellas pedi-
"rán á Dios por tí (Nota 13), para que te conceda la gracia de la
"penitencia, y una contrición perfecta de tus culpas." Así sea.
Nota 13.—Que Isb Almas del purgatorio piden á Dios por sus bienhechores, lo dicen es-
presamente además de San Bernardino, san Julián (s) Obispo de Toledo, Santa Brígida, Ri
cardo, Gerson, Suarez, Rainaudo, Moneada, Pedro Tireo, José Mansi, Fernando de Castro-
palao y otros.
[q] Catecismo mayor de dicho Concilio, impreso en Méjico 1772, pág. 117.
[r] En el último sermón citado.
[s] San Julián en el libro 2." de los Pronósticos de la otra vida, cap. 26.—Santa Brígi
da, lib. 4.° de sus Revelaciones, impresas en Munich 1680, cap. 7.°—Ricardo en el 4.°, dist. 45,
art. 7.°, cuestión 2.« y 3.N-Geraon, sermón 2.° de Difuntos, cuest. 12.—Suarez, libro
1." de la Oración, cap. 11, núm. 16 y 17.—Rainaudo, secion ¿.".de la obra citada, punto
1.a, cuestión 4.»—Moneada en el libro 4.° de la Declamación, cap. l.°—Pedro Tireo en la
Sarte 2.» de los Lugares infestados, cip. 72. —José Mansi en el tomo 4.° de la Biblioteca
[oral, disc. 6. 0 y 7.° del Purgatorio.—Fernando de Castropalao en su obra moral, impresa en
León de Francia 1700, tomo 2.°, trat. 7.°, punto 5.° desde el núm. 7.
IIK*
CUESTION XXXI.
[o] El Tostado, tomo 21, cuest. 90 sobre el cap. 16 de San Mateo.—San Antonino, par
te 1.* de la Suma, tít. 10, cap. 3.°—El V. Agustimano Pr. Alonso de Orozco en el tomo 3.",
Oraciun 20"por las Animas. Tenemos sus obras que están impresas en Madrid 1736 en cua
tro tomos, y aprobadas por la S. C.—Jacobo Jacinto Serri en sus Prelecciones Teológicas,
impresas en Venecia 1742, tomo 5.°, disp. 7.", Preleccion 10. Natal Alejandro, Santo Tomás.
[b] Teófilo Rainaudo en la sec. 3.» citada, punto 5.°, cuestión 4.", núm. 17.—Córdoba,
cuest. 13, art. 2.°— Carrillo, part. 2.", cap. 8.°—Moneada, lib. 2.°, cap. 9.°, núm. 8.
[c] Ricardo sobre el 4.°, dist. 20, art. 3.°, cuestión 3.»—Vicente Luis Goti en su Teo
logía Dogmática, impresa en Venecia 1750, tomo 3.°, trat. 10, cuestión de las Indulgencias,
dub. 4.°, 5. 2.°
[d] Benedicto XIV en la Bula 21 del tomo 3.° de su Bulario Inter prcetéritos, }. 24; y en
la instrucción 25.
104
de las benditas Animas del purgatorio que tienen grandes ansias de
ser ayudadas de nosotros, referiré aquí de paso algunos indultos
pontificios en que se concede esta gracia; advirtiendo á los fieles
que no pueden estender la tal facultad fuera de los términos de la
concesión. A todas las personas de ambos sexos de las tres órdenes
de nuestro P. San Francisco que viven en los claustros y están in
mediatamente sujetas al General de la orden, concedió Benedic
to XIII (e) en 9 de Diciembre de 1729 que rezando una vez al dia
delante del Altar en que está el Santísimo Sacramento (ó si están
legítimamente impedidas, en cualquier lugar delante de alguna
imágen de Cristo crucificado, ó de María Santísima) la tercera par
te del Rosario por alguna Alma del purgatorio, y cinco veces el
Padre nuestro, el Ave-María y el Gloria Patri por la intención de
Su Santidad, saquen aquella Alma del purgatorio. Por unRescrip-
to de 25 de Setiembre de 1728 concedió á los Padres Jesuítas el
mismo Papa (jf) que pudiesen aplicar á los difuntos por modo de
sufragio todas las Indulgencias, plenarias y no plenarias, concedi
das á ellos hasta entonces, oque en adelante se les concediesen. Las
cofradías y algunas terceras órdenes suelen tener facultad para
.aplicar por las Animas, las Indulgencias que son propias de sus
respectivas congregaciones. También son aplicables por las Ani
mas las Indulgencias que conceden los Papas ó sus Delegados á
los Rosarios, Coronas, Medallas, &,c: las concedidas á las Coronan
de Jerusalen y á las de Santa Brígida: las del Via-crucis, y la de
Porciúncula en el dia 2 de Agosto: las que concede la Bula de la
Cruzada á los que en los dias de estación de Roma visitan los Al
tares: las que se suspenden páralos vivos en todo el Año Santo: las
que concedió Benedicto XIV á los que hacen los actos de fé, espe
ranza y caridad; y finalmente, omitiendo otras muchas que pudie
ra decir, si con una caridad heroica te resuelves á ceder todo lo sa
tisfactorio de tus obras á favor de las Animas del purgatorio, ha
ciendo voto de redimirlas sin obligación á pecado alguno, en ese
caso todas, todas las Indulgencias aun las concedidas por los Obis
pos, Arzobispos y Cardenales, dice Fr. Martin de Barcelona (¿f),
[e] Véanse Cárlos María Pernsino en el tomo 3.° de la Cronología Seráfica, impreso en
Roma 1752, parte 2.», pág. 124.—Ferraría, palabra Indulgencia, art. 5.°, níím. 69.—Minde-
rér, parte 2.», níím. 396.— Diego de Aragonia, Privilegios de los Regulares, impreso en Bolo
nia 1753, trat. 7.°, cap. 8.°, níím. 16. —Y aunque este dice que la dicha Indulgencia se ga
na toíies quoties, me parece que no puede ganarse mas que una vez al dia, como espresamen-
te lo dice Ferraris.
[/] En el tomo I.° del Instituto de la Compañía, palabra Indulgencia, }. 29.—Reu-
ter mím. 415.
[#"] En el sermón Oráculos de la Santa Sede á faxer de las Almas del purgatorio, im
preso en Madrid 1791, pág. 47.
105
puedes aplicarlas por las Animas, según lo han. concedido Bene
dicto XIII á 23 de Agosto de 1728, y Pió VI á 12 de Diciembre
de 1788 (*W„¿ ttH< •tí.
De todas estas concesiones, hechas por autoridad pontificia,
has de inferir que tú no puedes por tu propia autoridad aplicar cua
lesquiera Indulgencias por las Animas del purgatorio como quie
ren defender algunos simples. Porque si cada uno de los fieles pu
diera hacerlo por sí mismo, serian inútiles tales concesiones. ¿Y
quién, sino un temerario, tendrá la osadía de afirmarlo? ¿Quién nos
ha dado potestad para disponer del tesoro de la Iglesia? Si los Obis
pos, que tienen facultad ordinaria de conceder Indulgencias, no las
pueden conceder por los difuntos como dije en la cuestión XXIII,
¿podrás aplicárselas tú si el Papa no te lo concede?
Argüirás contra la conclusión. Los vivos pueden aplicar sus
obras satisfactorias por los difuntos: luego también las Indulgencias,
pues no hay ley alguna que lo prohiba.—Fuera de eso, muchas In
dulgencias se conceden espresamente á todos los fieles: luego tam
bién se conceden á los difuntos que están en el purgatorio, pues son
cristianos católicos.
A lo primero respondo que habiendo escrito el P. Gobát (i)
que podiauno por su autoridad propia ofrecer cualesquiera Indul
gencias por los difuntos, se retrató en alguna manera de esta opi
nión, diciendo en la tercera edición de sus obras que ya no le pa
recía tan probable como antes le habia parecido, por haber escrito
contra ella Antonino Diana (j) y otros dos. A la verdad que la
tal opinión es ciertamente singular; porque ¿quién no echa de ver
la diferencia que hay del ayuno, la disciplina, la limosna y otras
obras satisfactorias, á las Indulgencias? "Cualquiera, dice el Angé
lico Doctor (&), puede aplicar sus obras propias á quien quisiere,
"y asi puede satisfacer con ellas por el que guste; pero las Indul
gencias no se pueden aplicar á otro, sinó conforme á la intención
"del que las da." Esta diferencia hay, decia Roberto Belarmino (/),
entre los sufragios y las Indulgencias, que para ofrecer los sufragios
por alguno, ninguna jurisdicción se requiere; pero sí se requiere ju
risdicción para dar á otro las Indulgencias, pues no puede dispen-
[h] He visto la concesión de Benedicto XIII en los Diálogos del Purgatorio que dio á
luz el P. D. Gaspar de Oliden, impresos en Alcalá 1732, en la última hoja; y la de Pió VI
en el dicho sermón del P. capuchino Barcelona, desde la pág. 14.
[i] Jorge Gobát en la 2.a parte del Tesoro de Indulgencias, cao. 21, cuestión 61.
lj] Tomo 4.°, trat. 5.°, resol. 37.
[k] Santo Tomás en el 4.°, dist. 20, cuestión 1.", art. 5.°, cuestión 3.»
[l] Belarmino en el lib. 1.° de Indulgencias, cap. 14, cuestión 3."—El capuchino Fr. Ber
nardo de Bolonia en el tomo 3." de eu Teología, trat. 5.°, núm. 56.—Serri en el lugar citado.
16
sar este tesoro sillo «'1 que tiene lus llaves de la Iglesia.—A lo se
gundo respondo que aunque la Indulgencia se conceda general
mente á todos los fieles, en el nombre de fieles no se comprehen-
den los difuntos cuando no se espresan. Por uso y costumbre de la
Iglesia se ha introducido, dice Antoine (//), cjue en la concesión de
las Indulgencias bajo del nombre de fieles sin otro aditamento, no
se entiendan sino los vivos. Luego aunque las Indulgencias se con
cedan espresamente á lodos los fieles, no por eso se conceden á
los difuntos.
Instarás. Habiéndose discutido en la Sagrada Congregación
de Indulgencias, si convendría pedir al Sumo Pontífice que las In
dulgencias concedidas hasta entonces en la Iglesia pudiesen apli
carse por los difuntos, resolvieron los eminentísimos Cardenales
en 19 de Mayo de 1731 "que se suplicase al Santísimo que en cuan
do á las Indulgencias que se hubiesen de conceder en adelante, y
"en cuanto á las concedidas que se hubiesen de renovar, se diese fa
cultad á los fieles para aplicarlas por los difuntos." Es asi que esta
resolución de los Cardenales fué aprobada benignamente por nues
tro Santísimo Padre Clemente XII, según consta del Voto (m)
que presentó en la misma Congregación el ilustrísimo Arzobispo
de Lerma, Secretario de ella: luego por lo menos, las Indulgencias
que desde entonces se han renovado y las que se han concedido de
nuevo, podrán aplicarse por los difuntos.
Respondo que aunque es cierto que se discutió, se resolvió y
aun se aprobó en la S. C. de Indulgencias todo cuanto dice la Ins
tancia*, también es cierto que la dicha deliberación de los Carde
nales nunca llegó á tener efecto («), pues ni se firmó por el Papa,
ni se promulgó por un Decreto general como queria el referido Se
cretario de la Congregación. Prueba de esto es que las Indulgen
cias concedidas en 1736 por el mismo Papa Clemente XII (n) á
los que recen de rodillas por las Animas cuando tocan de noche,
según diré mas adelante, no se pueden aplicar por los difuntos. Es
verdad que desde entonces suelen conceder los Papas muchas mas
Indulgencias que son aplicables por las Animas, que las que con
cedían antes; pero siempre es menester que lo espresen, como dijo
después el gran Pontífice Benedicto XIV. Luego para que las In-
El uso de las Indulgencias ¿es útil á todos los fieles, aun á los
justos y perfectos11.
[o] Navarro, notab. 22, núm. 4.—San Buenaventura en el Compendio do la Verdad Teo
lógica, lib. 7.°, cap. 6.°—Este Compendio, que se halla en el tomo 7." de las obras del Doctor
Seráfico, impresas en Venecia 1751, lo atribuyen algunos á Santo Tomás, y otros á Alberto
Magno.—Martin Bonacina en el tomo 1.° desús obras, impresas en León de Francia 1741,
disp. de las Indulgencias, punto 3.°, níím. 5; y punto 6.°, núin. 5.—Ruinaudo, núm. 15.—Loa
Salmanticences, Minderér.
Ta] En el Decreto sobre las Indulgencias.
[b] Córdoba, cuestión 37.—Fr. Pedro Sánchez sobre los Cuodlibetos de Santo Tomás
en el 2." desde el núm. 305, impresión de Sevilla de 1719 —Suarez, disp. 49, sec. 5."—Na
varro, notab. 5.°, núm. 2 y 3.—Minderér, parte L» desde el núin. 175. -
108
de fé, de esperanza, de conocimiento de sí mismos, y de amor de
Dios. Ellos invocan á los Santos en cuyo honor se conceden las In
dulgencias, y veneran á la suprema Cabeza de la Iglesia, uniéndo
se con ella y obedeciéndola. Ellos derraman su corazón como agua
delante de la Magestad Divina, pidiéndola con gran confianza por
las necesidades de la Iglesia y del Estado. Ellos en fin, anonadán
dose al conocer sus miserias, ruegan á Dios humildemente les con
ceda el logro de las Indulgencias, por cuyo beneficio le dan gra
cias y le aman.
¿Por qué pues, infame Molinos (c), porqué nos dices que no es
cosa meritoria ni agradable á Dios el "buscar Indulgencias, y que
esto procede del amor interesado de nosotros mismos? Con razón
tu perversa y abominable doctrina fué condenada por la Iglesia (d);
pues das á entender en ella que miras con desprecio las Indulgen
cias. No, no pensaba como tú San Luis (c) Rey cristianísimo de
Francia, que decia á su hijo primogénito: "ten una santa ambición
"de ganar las Indulgencias, haciendo tuyo el tesoro de la sangre
"de Jesucristo." No San Francisco de Sales (f), que aconsejaba á
su querida Filotea que procurase entrar en las cofradías para ga
nar Indulgencias. No Santa Clara de Asís (g), no San Vicente Fer-
rér, no San Antonino de Florencia, no en fin San Pió V, que es
tando próximos á la muerte pidieron con instancia una Indulgen
cia plenaria: porque como por una parte eran verdaderamente hu
mildes, se creian necesitados de ella; y como por otra anhelaban á
gozar de Dios cuanto antes, querían por medio de la Indulgencia
verse libres del reato de cualquiera pena. Luego no repugna á la
perfección (A) que las personas espirituales busquen Indulgencias
para sí, pues están dispuestas por otra parte á abrazarse con la
Cruz de Cristo. Luego el uso de las Indulgencias es sumamente
útil, no solo á los tibios y pecadores que han ofendido mucho á Dios,
sino también á las personas espirituales y perfectas; pues según di-
[o] Véase Rainaldo al año 1450, núm. 10; y la Nota del Mansi.
[ p] En la Suma Angélica, impresa en Venecia 1569, palabra Indulgencia, mím. 22.
h] Soto en el 4.°, dist. 21, cuestión 2.' al fin del art. 2.°—Ricardo en el 4.°, dist. 20,
art. 4.°, cuestión 2.a
[r] Vadingo en los Anales de los Menores al año 1295, núm. 12.
[«] De San Diego lo dicen Vadingo al año 1450, núm. 14.—González en la Crónica.—
De Santa Bita, los Bolandos y Fr. José Sicardo en su vida,
11!
la disciplina regular, nos conceden muchas los Papas para que pok
damos ganarlas en nuestras propias Iglesias.
Cuando fué General de mi orden el reverendísimo Fr. Cle
mente de Palermo, viendo este zeloso Prelado las muchas licencias
que le pedían sus subditos para visitar personalmente los Santua
rios de Roma, de Loreto, de Asís, y de los montes A Iberne y Va-
rál, acudió al Sumó Pontífice Benedicto XIV, suplicándole rendi
damente, que para impedir que los religiosos de su orden se ausen
tasen de los conventos de su morada y anduviesen vagueando de
unos lugares á otros con dispendio de la observancia regular, se
sirviese concederles el tesoro grande de las Indulgencias anexas á
la visita personal de dichos Santuarios, con la condición de que die
sen devotamente algunas vueltas por los claustros de sus conventos
y visitasen sucesivamente sus propias Iglesias: la cual gracia pi
dió también para todas las religiosas de su orden, sujetas á su obe
diencia. A esta súplica condescendió benignamente Su Santidad el
dia 28 de Abril de 1758 (/), concediendo á todas las personas sobre
dichas que confesando, comulgando, y practicando las demás dili
gencias que señala, puedan ganar una vez al año cinco Indulgen
cias plenarias (una por cada Santuario) en cinco dias diferentes.
Acerca de la cual concesión solo tengo que advertir, que en cuales
quiera dias del año que uno elija puede lograr dichas Indulgencias.
Las otras diligencias que señala el Papa, son las siguientes:
Por las siete Iglesias de Roma, dar siete vueltas por el claus
tro, y visitar después el Santísimo Sacramento.
Por el Santuario de Loreto, dar tres vueltas por el claustro,
y visitar una vez el Altar ó la Imagen de la Santísima Virgen.
Por el Santuario de Asís, tres vueltas por el claustro, y visitar
el Altar ó Imagen de nuestro P. San Francisco.
Por el Santuario del Monte Alberne, lo mismo.
Por el Santuario del Monte Varal, tres vueltas por el claustro,
y visitar después el Altar ó Imagen de Cristo crucificado.
Nota.—En algunos conventos en que se hacen estos ejercicios
de comunidad, se süelen cantar
Por las siete Iglesias de Roma, las Letanías de los Santos, y
al entrar en la Iglesia la Antífona Petrus Apóstolus, V. Consti-
tues, y la oración Deus cujus dextera, y debajo de una conclusión
Ecclesice tuce.
Por el Santuario de Loreto, se canta la Letanía Lauretana, y
CUESTION XXXIII.
¿Cómo se han de ganar las Indulgencias?
Respondo con el Catecismo, que se han de ganar haciendo lo
que se manda al pie de la letra en estado de gracia. Acerca de lo
cual te haré las advertencias siguientes:
Primera.—El que no hace lo que se manda, aunque deje de
hacerlo por impotencia ó por ignorancia, no ganará la Indulgencia,
como dice Murillo (a). No, no vale aquí lo que afirman Casiodo-
ro (b) y San Bernardo, de que la voluntad de hacer una obra buena
cuando esta no se puede hacer, se premia como si se hiciera; y la
razón es, dice Montefortino (c), porque los que dispensan las Indul
gencias, han querido que ellas dependan de aquellas obras que se
ñalaron, como de una condición precisa. Pero Dios, que es infinita
mente liberal y que mira al corazón del hombre más bien que á sus
acciones, le premia con dones de gracia y de gloria, el deseo de
hacer una obra buena cuando no puede ejecutarla.
[s] En su Bula Romanas Ponti/ex, que ee la 21 en el 3.° tomo del Bularío romano; tam
bién la trae Minderér, pág. 201.
[a] Pedro Murillo en bu Catecismo, impreso en Madrid 1752, lio. 2.°, cap. 29.—Colét,
cap. 5.°
[h] Aurelio Casiodoro en el tomo 2." de sus obras, impresas en. Rúan 1679, sobre el 8al-
rno 31, verso 7.°—San Bernardo, tomo 2." en el tratado á Hugo de San Víctor sobre el Bau
tismo, nfím. 8.
[c] Gerónimo de Montefortino, coestion 27, art. 3.° del lugar citado.—Suma AstcnsC,
art. 5.°—Domingo Soto, dist. 21, cuestión 2.", art. 3.°
111
Segunda.—El que deja de hacer parte notable de lo que se
manda, como si mandándose ayunar tres dias, solamente ayunara
dos, ninguna parte (rf) de la Indulgencia ganará. Mas sí la parte
que dejara de hacer fuera muy pequeña, tanto en sí misma como
respecto á la obra que se manda, en este caso no dejará de ganar
la, dice Minderér («).
Tercera.—Cuando la Indulgencia requiere confesión y comu
nión como sucede con la de Porciúncula en nuestras Iglesias, debes
confesarte el dia ó la víspera de la Indulgencia, aunque la concien
cia no te remuerda de culpa grave. Pero si tienes costumbre de con
fesarte á lo menos una vez cada semana, y no tienes la desgracia
de caer en pecado mortal, podrás ganar entre semana todas las In
dulgencias sin que entonces te confieses: menos en tiempo de Ju
bileo en el cual debes confesarte aunque sea de pecados veniales>
y en aquellas Indulgencias que están concedidas en forma de Jubi
leo. Asi lo ha decretado la S. C. de Indulgencias (f).
Cuarta.—Aunque estas disposiciones de la Sagrada Congre
gación confirmadas por Clemente XIII, obligan por lo común á
todos los fieles; sin embargo, Eugenio IV, según refiere Cuares-
mio ( g), concedió á los religiosos de Tierra Santa que pudiesen ga
nar Indulgencia plenaria con sola contrición, cuando no pueden con
fesarse por falta de Confesor. Amórt en su Historia de Indulgencias
trae también otro indulto semejante, concedido á los misioneros por
Clemente XII. Mas estas concesiones están ya revocadas por Cle
mente XIV, como diré después. A los Indios concedió Paulo V (h) á
instancias de Felipe III que puedan ganar las Indulgencias y Ju
bileos, con tal que se confiesen aunque no comulguen; y aun Pió IV
concedió á los mismos, que aunque no se confiesen (porque no ten
gan entonces proporción de confesarse), solamente con que estén
contritos, tengan propósito de confesarse cuando puedan, y bagan
las demás diligencias que se requieren, puedan ganar cualquiera
Indulgencia ó Jubileo. De estos indultos hablaré en el 2.° tomo,
[d] San Antonino, cap. 3 °, }. 4."
[e] Minderér, part. 1.", niím. 476 y 477.—Vicente Filiucio, tomo 1.° de bus Cuestiones
Morales, trat. 8.°, níím. 153.—Suarez, Mastrio, Diana.
[f] Véanse dos Decretos de dicha Congregación en Ferraris, pal. Indulgencia, art. 2.a,
núm. 46: en Belza, Adiciones á Cliquét, núm. 3 de sus Apéndices; y eu el tomo 2.°.de Rcin-
festuel, renovado por Flaviano Rici, cuestión 5.* de las Indulgencias.
[g] Francisco Quare6m¡o ó Cuaresmio en la Elucidación de Tierra Santa, tomo 1.°, im
preso en Amberes 1639, lib. 2.°, cap. 6.°—Amort, pág. 461.—Benedicto XIV en la Bula In
ter praelerüos, {. 6.°—Está en el tomo 3." de su Bulario.
[h] Trae los Breves de Paulo V y Pió IV, Machicado y Vallarna en las Adiciones 4
Ferraris, palabra Jubileo.—Véanse también las Leyes de Indias, lib. 1.°, tít. 1.°, ley 23; y el
Teatro de la Legislación por don Antonio Pérez y López, tomo 14, impreso en Madrid 1796
en la palabra Fí católica, \. 10, pág. 152.
115
cuestión 55.—En 1.° de Abril de 1794, Pió VI (/) concedió por un
año á los fieles del reino de Francia, que en caso de faltarles Con
fesor pudiesen ganar las Indulgencias sin confesarse, con tal que
hiciesen un acto de contrición con propósito de confesar sus peca
dos lo mas pronto que pudiesen.
Quinta.—Cuando son varias las diligencias que han de prac
ticarse para ganar alguna Indulgencia ó Jubileo, aunque es lo mas
seguro el confesarse luego para hacer en estado de gracia todo lo
que se manda; sin embargo, la opinión más común es, según dice
Benedicto XIV (J), que basta el estar en gracia al tiempo de ha
cer la última: advirtiendo con Juenin (k) que todas las demás obras
se han de hacer sin actual afecto al pecado mortal.
Scsfa.—Si practicas las diligencias para ganar alguna Indul
gencia plenaria conservando el afecto á un pecado venial, aunque
ganes la Indulgencia plenaria no la ganarás enteramente (7): pues
si Dios no te perdona la dicha culpa venial porque tienes afecto á
ella, tampoco te perdonará la pena que corresponde á esa culpa.
De aquí inferirás que no es tan fácil, como algunos piensan, conse
guir todo el efecto de una Indulgencia plenaria; pues es menester
para conseguirlo, no solo el que estés verdaderamente contrito de
todos los pecados graves, sino también que detestes de corazón y con
eficacia todas las culpas veniales sin retener el afecto á alguna. Y
por eso, aunque son muchos los cristianos á quienes se aplica la In
dulgencia plenaria en el artículo de la muerte, son pocos los que de
jan de ir al purgatorio.
Séptima.— Por lo común, en los dominios del Rey Católico
es necesario tener la Bula de la Cruzada para poder ganar las In
dulgencias, tanto plenarias como parciales (7/); mas en los dominios
del Rey Fidelísimo, solamente se necesita para poder ganar las
plenarias.
Octava.—Es necesario el estado de gracia cuando uno gana
la Indulgencia para sí; mas cuando la aplica por algún Alma del
purgatorio, ya dije en la cuestión XXX que según la opinión mas
[i] Véase la Colección de sus Breves, relativos á la revolución francesa, traducidos por
el doctor don Pedro Zarandia, é impresos en Zaragoza 1829, tomo 3.°, pág. 281.
[j] José María Perrimezi en el tomo 7.°de la Teología, imp. en Roma 1738,disert. 397.—
El limo. José Climent, tomo 2.° de sus obras, impresas en Madrid 1788, pag. 94.—El Carde
nal de Torquemada.—San Antonino, Cóncina, Ligorio, Ferraris, Biluurt, Minderér y otros que
cita Benedicto XIV en la inst. 48, y en la Bula Inter prceteriios desde el }. 73.
[Je] Gaspar Juenin, tomo 4.° de la obra de los Sacramentos, impresa en Valencia 1771,
disert. de las Indulgencias, cuestión 6.», cap. 3.°—Cuniliati, Pedro Marcancio.
[I] Amórt, tomo 2." de la Teología Moral, impresa en Ausburg 1757, 5. de las Indulgen
cias, cuestión 41.—Antonio Arbiol, Desengaños Místicos, lib. 2.°, cap. 2.°—Ligorio, Minderér,
17/J Mendo Robre la Bula de la Cruzada, disp. 20, cap. 1.° - Noguera sobre la misma,
disp. 53, riiím. 80.
116
comun no es necesario. En fin, advierto que como abarca tantas co
sas esta cuestión, necesito para mayor claridad volver á tratar de
algunas de ellas en las cuestiones que siguen.
CUESTION XXXIV.
El que peca en confianza de la Indulgencia, ¿podrá ganarla?
Respondo con Gobát (a) y Martin Navarro que sí puede ga
narla; pues como dice este Canonista, la circunstancia de la con
fianza de conseguir el perdón, no escluye al delincuente del bene
ficio que concede la ley, á no ser que el Legislador espresamente le
esceptue. Es cierto que en el siglo décimo quinto concedieron al
gunas Indulgencias los Papas, escluyendo de su consecución á los
que pecáran en confianza de ellas. Asi la concedieron, según he leí
do en Rodríguez (6), Eugenio IV á los benedictinos de Valladolid,
Sixto IV al orden del Cistér, é Inocencio VIII á los agustinos ob
servantes de la provincia de España. Entonces la Iglesia solia con
ceder las Indulgencias con unas condiciones más duras. Mas ahora
las concede imponiéndonos algunas obras que son muy fáciles de
cumplir. Después de aquel siglo no he hallado que se hayan conce
dido Indulgencias con semejante condición, y ni aun la pusieron los
dichos Pontífices en todas las concesiones de Indulgencias que hi
cieron. Pues ¿por qué nosotros hemos de querer ponerla para ganar
las Indulgencias de estos tiempos? Yo hubiera omitido esta cues
tión, sino hubiera visto que el Echarri (c) que anda en las manos
de todos, entre la multitud de condiciones que exije como necesa
rias para que uno gane la Indulgencia, pone también esta: que no
peque en confianza de ella.
CUESTION XXXV.
Para conseguir todo el fruto de la Indulgencia plenaria, ¿es
necesario el propósito de satisfacer á la justicia divina con
penitencias propiasí
Respondo con Santo Tomás (a) y Benedicto XIV que no es
necesario el tal propósito.—Lo primero, porque no hay impedimen
[h] Domingo Soto en el 4.", dist. 21, cuestión 2.", art. 3.°
ti\ De Juan el Monge sobre la cstravagante Antiquorum,
j] Medina en el lib. do Indulgencias, impreso en Vcnccia 1564, cap. 14.—He visto es
ta obra en la Biblioteca del convento grande de S.t.i Francisco de Méjico.
1Í9
digno de ella? Nada menos que eso, dice San Juan Crisóstomo (k)
en persona del Apóstol. ¿Acaso habia hecho penitencia siete años
por el escándalo público que habia dado? No por cierto, ni aun tal
vez siete meses (/); pero temió el Apóstol, dice Bosuét (//), que le
consumiera la demasiada tristeza que le habia causado su culpa.
Luego si San Pablo para conceder la Indulgencia á este pecador
no miró á la diuturnidad de sus penitencias sinó á su flaqueza y
debilidad, la Iglesia que no es menos piadosa con sus hijos que lo
fué San Pablo, obrará prudentemente, dice Pignateli (m), en con
ceder Indulgencias á los remisos, ya con el fin de socorrerlos, ya
también para animarlos á hacer muchas obras buenas. Estos fines
tendría sin duda mi seráfico Padre San Francisco, cuando pidió á
Cristo y á su Vicario la famosa Indulgencia de Porciúncula (n).
Veía en su tiempo estragadas las costumbres, atropelladas las le
yes, la virtud abatida, llena de escándalos la cristiandad, y que cor-
rian los hombres á la perdición por el derrumbadero de los vicios;
y mirando tales desórdenes, dice Santa Brígida, arrebatado del ze-
lo ardiente de la salvación de las Almas, pensó poner remedio á
tantos males pidiendo para todos los fieles una Indulgencia plena-
ria. No, no hallaba en los hombres fervor* no encontraba caridad,
no veia que anduvieran solícitos en satisfacer á Dios por sus peca
dos; sin embargo, conocia que en el inagotable tesoro de las Indul
gencias se encuentra remedio, no solo para encender la devoción
apagada, sinó para evitar los pecados: sabiamuy bien que, como es
cribió después Santo Tomás, después de concedida la Indulgencia
que solicitaba, solo con que los hombres perdidos visitasen aquel
Santo Templo con las disposiciones que mandaba el Pontífice, que
darían reducidos á aquel felicísimo estado en que los puso la pri
mera gracia que habían recibido en el Bautismo. Luego no son in
dignos de las Indulgencias los que son negligentes en satisfacer á
Dios con penitencias propias.
A lo segundo respondo que la Iglesia no concede las Indul
gencias, ni jamás las ha concedido á los que no son verdaderamen
te] En la Homilía 4.» sobre la Epístola 2.» á los de Corinto. Non qubd id promereatur;
sed quia infirmus est.
[1] Francisco Ximenez sobre la dicha Epístola, dice que fué escrita como seis meses des
pués de la primera.
[U] Bosuét en el sermón de la Dominica 5.a después de Pascua, punto 2.°—Está en el
tomo 8.° de sus sermones, traducidos por Domingo Moneo, é impresos en Valencia 1774.
[m] Jacobo Pignateli en el tomo 6.° de sus Consultas Canónicas, impresas en Vene-
cia 1736, consulta 81, mím. 6.
[n] Véanse el limo. Pr. Damián Cornejo en la 1." parte de la Crónica Seráfica, lib. 3.°.
cap. 2^; y Santa Brígida en sus Revelaciones Estra vagantes, cap. 90; y en el lib. 4.°, cap. 16.
—Santo Tomás, art. 1,° de la cuestión 25 del Suplemento al fin.
120
te penitentes; pues la Indulgencia es un favor destinado para solos
aquellos que son amigos de Dios, é hijos suyos por la gracia. Pero
¿quién negará que son verdaderos penitentes los que confesándose
de todos sus pecados con verdadero dolor de haberlos hecho, con
propósito firme de enmendarse y con ánimo de cumplir la peniten
cia («), reciben la absolución de ellos? Aunque el Confesor les im
ponga poca penitencia, y sean descuidados en satisfacer á Dios con
otras obras penales, ¿diremos por eso que son indignos de las Indul
gencias, y que no son verdaderos penitentes? No; pues, como dice
Fr. Antonio de Córdoba (o), cuando se conceden las Indulgencias
á los verdaderamente arrepentidos, por estas últimas palabras no
se entienden "sino los que teniendo verdadero dolor de sus pecados
se hallan en estado de gracia. Y por el adverbio verdaderamente,
quedan escluidos de las Indulgencias los penitentes hipócritas y fin
gidos que detestando sus pecados con los labios y no de todo cora
zón, vuelven á quedarse en el estado infeliz de la culpa. Aquellos
son verdaderos penitentes, dice Belarmino que tienen verda
dera contrición con propósito de satisfacer por sí mismos; sinó tie
nen por otra parte quien satisfaga por ellos. Luego pudiendo ellos
satisfacer á Dios por medio de las Indulgencias que les concede la
Iglesia, son verdaderos penitentes; pues habiendo dos modos de sa
tisfacer á Dios, el uno por las obras propias, y el otro mediante el
tesoro de la Iglesia, cualquiera de los dos que elijan obran con pru
dencia, dice Pignateli. El Doctor Angélico en varias partes de sus
obras se declara abiertamente por mi opinión, por lo que está muy
lejos de la perplejidad que el reverendísimo Feijoo (q) le atribuye.
Pues si, como dice el Santo, de parte del que recibe la Indulgencia
no se requiere otra cosa que la gracia y amistad de Dios; si la In
dulgencia, según él mismo, escusa de la satisfacción porque suple
su lugar y hace sus veces: luego son verdaderamente penitentes los
que estando en gracia de Dios quieren satisfacer á su divina justi
cia por medio de las Indulgencias. Luego el que se halle en estado
de gracia y haga lo que se le manda, aunque no tenga propósito de
satisfacer á Dios con penitencias propias, podrá conseguir todo el
fruto de la Indulgencia plenaria. Ni á esto se opone, como preten
de Feijoo, lo que dice el Santo: "que se ha de aconsejar á los que ga
znan la Indulgencia, que no se abstengan por eso de cumplir las pe-
[r] Véase Vicente Calatayud en el tomo 2.° de su obra citada, dis. 3.", art. 11, núm. 421.
[s] Esforcia Palavicino en la Historia del Concilio de Trento, impresa en Ausburg 1775,
Jib. 24, cap. 12, niím. 6.—Guillermo Parisiense en el tomo 1.° de sus obra?, impresas en Or-
leans 1674, del Sacramento del Orden, cap. 13.—Clericato, Juenin.
[1] Belarmino, libro 1.° de Indulgencias, cap. 12. —Señeri, Cristiano Instruido, disc. 1£>,
núm. 16.
tu] Gersón, tomo 2.° en el Opúsculo de Indulgencias, consid. 11.
[i] Vicente Calatayud, núm. 414 del lugar citado.
[x] Francisco Javier Alegre en el tomo 6.° de sus Instituciones Teológica?, impreso en
Vtiiccia 1791, lib. 10, prop. 7.», núm, 39.
18
122
los Papas, los Concilios, los Teólogos y los Santos Padres. Prueba
de esto es, que se atreve á nombrar entre los Teólogos que siguen
su opinión, á Santo Tomás, á Domingo Soto, y á otros que llevan
espresamente la contraria {Nota 15). Es evidente que Santo To-?
más (y) no pide otra condición de parte del que ha de ganar la In
dulgencia, sinó que haga en estado de gracia lo que debe hacer para
ganarla. Domingo Soto sigue la opinión del Santo, que era la opi
nión común de los Teólogos de su tiempo. Y así, si es cierto lo que
dice Amórt (z) de que leyó con atención todos los Autores que cita,
menos al Cardenal Denof; es menester que se cegara para no ver
en Domingo Soto (a) que lejos de seguir la opinión de Cayetano,
que es la misma que la que sigue Amórt, espresamente la impug
na poniendo una conclusión contra ella. Pues ¿por qué quiere arras
trar por fuerza á estos y á otros Teólogos á que sigan su opinión,
citándolos en su favor? Acerca de los Santos Padres, de los Conci
lios y de los Papas, preguntaría yo á Amórt de buena gana: qué,
el Angélico Doctor Santo Tomás, tan versado en la lección de los
Padres y de los Concilios, ¿no penetraría bien el sentido de ellos?
Lambcrtini, tan instruido en la disciplina eclesiástica ¿hablaría de
memoria cuando dijo (c) siendo Cardenal, que ningún Papa en los
Breves de concesión de Indulgencias habia pedido tal condición, ó
tal propósito de satisfacer á Dios con penitencias propias? Pues si
estos hombres tan sabios no llegaron á conocer que es necesario el
tal propósito para ganar las Indulgencias, ¿quién, pregunta Que-
rubino Mair (d), quién reveló este misterio á Cayetano, autor de
una opinión tan singular? ¿Quién se lo reveló á Amórt, censor tan
rígido de las revelaciones agenas?
A lo tercero responde San Buenaventura (e) que no solo hace
frutos dignos de penitencia el que los hace por sí mismo; sinó tam
bién el que los hace con ayuda de otros que estando llenos de cari
dad pueden satisfacer por él. Y por eso, no hemos de decir que aquel
que concede la Indulgencia, dispensa directamente en el precepto
Nota 15.—Francisco Silvio (b) á quien cita Eusebio por su opinión en el {. 250, dice asi
espresamente: Solicitado per se satisfaciendi, non requiritur ad Indulgenliam conseqttendam.
[y] Ex parte recipientis chantas. Art. 3.° citado.
[z] En el t¡. 261 de su sección.
[a] Tomo 1.° sobre el 4.°, dist. 21, cuestión 2.a, art. 3.°, conclusión 2.» que he leido en
la pág. 922 de la edición de Salamanca 1570.
[o] Silvio en el tomo 4.° de sus Comentarios sobre Santo Tomás, cuestión 27 de las que
escribió sobre el Suplemento del Santo, art. 1.°—Está impreso en Venecia 1726, y le he vis
to en la biblioteca de la catedral de Méjico.
[c] En la dicha inst. 53.
[rf] En su Trismcgisto sobre el 5.° de las Decretales, (ít. 3S desde el niím. 124.
[e] San Buenaventura en el 4.°, dist. 20, part. 2.», art. 1.°, cuestión 2.? á lo 3.° y 4.°—
Minderfr, pnrt. 1", niím. 126.
123
divino de hacer frutos dignos de penitencia; aunque sí dispensa en
él indirectamente, perdonando la pena del pecado y quitando de es
ta manera el fundamento de donde proviene la deuda. O se puede
responder, dice el Santo, que el que da la Indulgencia absuelve de
la pena puesta por el Superior, porque el mismo Superior que es
Cristo, le hadado facultad para que absuelva de ella (/).
Hemos de distinguir, dice Javier Alegre respondiendo á Amórt
entre la penitencia evangélica y la penitencia canónica. La pe
nitencia evangélica consiste en la detestación del pecado, en la hu
millación del corazón, en la perpetua negación de sí mismo, en cru
cificar con Cristo la carne y sus concupiscencias, &.c. Esta disposi
ción en los penitentes, es á saber, el deseo de las virtudes, la huida
del pecado, el conato de enmendar la vida, y la solicitud de la pro
pia salvación, siempre la han requerido y la requieren los Padres,
los Pontífices, los Teólogos y todos los Concilios. De esta peniten
cia ningún cristiano se exime, ni por las Indulgencias, ni por los Sa
cramentos, ni por ninguna otra cosa. La penitencia canónica ó
sacramental es la que toma venganza de las culpas pasadas, y las
castiga con obras penales y que afligen la carne, como son las pe
regrinaciones, los ayunos, los silicios, &c, las cuales ponen los Cá
nones ó los Confesores á los penitentes en cierta medida: y estas
penitencias, cuando se han cumplido ó perdonado por la Indulgen
cia, se quita toda la obligación de ponerlas por obra, ó de satisfa
cer á Dios por ellas.
En la primitiva Iglesia vivian los hombres santamente, y si al
guna vez por la flaqueza humana caian en algunos pecados, le
vantábanse luego de ellos con penitencias rigurosísimas, las que
aceptaban por lo común de buena gana. Por lo cual no eran necesa
rias ni convenían en aquellos felicísimos tiempos las Indulgencias,
y así la Iglesia usaba muy poco de ellas. Pasaron los siglos de fer
vor. Hemos llegado á unos tiempos miserables en que la caridad se
ha resfriado de tal modo, que ni los Confesores nos atrevemos á dar
penitencias según merecen los pecados, ni las pocas que damos se
cumplen como se debe. ¿Qué ha de hacer pues la Iglesia? ¿Sujetar
á sus hijos delincuentes á todo el rigor de las penitencias que im
ponían los antiguos Cánones? Pudiera hacerlo sin faltar á la justi
cia, decia el escelentísimo Bertrán (g). Pero quiere más usar de
benignidad con los flacos, con el fin de ganarlos para Dios con la
dulzura, que esponerlos á caer en desfallecimiento y perecer en el
[/] Cartier en el tomo 4.° de su Teología Universa], impresa en Ausburg 1757, trat. 5.°,
nüm. 429.—Esgambati, cap. 1.° de las Indulgencias.
[g] Felipe Bertrán en la Pastoral 4.a sobre el Jubileo del Año Santo.
124
estado de impenitentes. Por eso ha moderado tanto las satisfaccio
nes de la penitencia sin faltar á lo esencial del Sacramento, y por
eso, dice Turlót (A), frecuenta más el uso de las Indulgencias, ya
para alentar á los pecadores é la práctica de las buenas obras, ya
para suplir por medio de ellas las faltas de su flaqueza. En una pa
labra, la liberalidad de ahora, dice el ilustrísimo Flechiér (£), hu
biera podido introducir la pereza en los fieles de la primitiva Igle
sia; y la escasez de entonces pudiera causar la desesperación el dia
de hoy en las Almas flacas.
Los sucesores de San Pedro, en las concesiones de Indulgen^
cias y Jubileos suelen recomendar siempre las obras de la peniten
cia, no porque lo tengan por una disposición precisa para la conse
cución de la Indulgencia plenaria; sino porque lo juzgan necesario,
ó á lo menos muy útil para que se consiga el fin por el que la tal
Indulgencia se promulga, v. g. para aplacar á Dios que por nues
tras culpas nos amenaza con grandes castigos, ó para escitar á los
fieles á la perfecta conversión del corazón, y á que detesten no so
lamente los pecados graves, sino también los veniales, los cuales
perdonados en cuanto á la culpa, se podrá ganar mejor la Indul
gencia plenaria, la que no tan fácilmente se conseguiría sinó pres
cribieran y recomendaran la repetición de las obras penales. Aque
lla cláusula en la forma acostumbrada de la Iglesia no da á en
tender otra cosa, dice Minderér, sinó que los Papas conceden las
Indulgencias á los fieles que están verdaderamente contritos y con
fesados, como han solido concedérselas.
Apreciemos pttes las Indulgencias que la Iglesia con tanta li
beralidad nos concede, disponiéndonos para conseguirlas con la ma
yor devoción que podamos; y no dejemos por eso el espíritu y las
obras de la penitencia que la misma Iglesia nos recomienda: H&c
enim oportet fácere, el illa non omíttere.
CUESTION XXXVI.
Íh] Nicolás Turlót en el Tesoro de la Doctrina Cristiana, part. 1.», cap. 10, lee. 11.
i] Espíritu Flechiér en el sermón del Jubileo que está en el tomo 6.°, punto 1.°—Sc-
fieri, Cristiano Instruido, tomo 3.°, disc. 21, núm. 10.
[a] En su Directorio Teoiógico-Moral, cap. 11, }. 1.°
125
cesaría en los dominios del Rey Católico para la consecución de las
Indulgencias, que "sin ella no se puede ganar Indulgencia alguna,
"esceptuando las concedidas á los Superiores de las órdenes inen-
"dicantes en cuanto á sus subditos solamente." Y asi
Respondo lo primero que no es necesario tenerla para ganar
las Indulgencias que suelen conceder los Obispos y otros Prelados
de la Iglesia inferiores al Papa, cuando las conceden por su auto
ridad ordinaria.—Esta es una opinión común de todos los Esposito-
res de la Bula (6). La razón es, porque solo se suspenden por la
Bula las Indulgencias que dimanan inmediatamente de los Sumos
Pontífices, según consta de las mismas palabras de la suspensión.
Respondo lo segundo que las Indulgencias del Jubileo del
Año Santo, y las de los otros Jubileos de dos semanas que suelen
conceder los Pontífices para que todos pidamos á Dios por alguna
grave necesidad de la Iglesia, pueden ganarse también sin tener la
Bula de la Cruzada.—Lo primero, porque, según dicen Potesta (c)
y Quintanadueñas, el Jubileo (ya sea el ordinario, ó ya el estraordi-
nario) es un indulto general, especialmente concedido por el Papa
sin dependencia alguna de la Bula de la Cruzada; y como es un fa
vor tan raro, quiere Su Santidad que lo ganen aun los mas pobres
que no tienen Bula.—Lo segundo, porque, como dicen Nogueira (d)
y Tamburino, en la Buía de la Cruzada se suspenden las Indulgen
cias concedidas por la Silla Apostólica á las Iglesias, monasterios
y personas particulares. Es así que los Jubileos sobredichos no se
conceden á determinadas personas ni á algunos lugares en particu
lar, sino á todos los fieles cristianos para bien común de la Iglesia
universal: luego no se suspenden por la Bula, y de consiguiente no
es necesaria esta para ganarlos.—Y lo tercero, porque asi lo ha de
clarado la Sagrada Congregación de Indulgencias, aprobándolo
Urbano VIII el dia 8 de Febrero de 1631, según afirman Barbo
sa (e\ Ferraris, Guijarro, y Ginés de la Madre de Dios.
En esta suposición, no es mucho que el P. Mendo (f) que es
cribió sobre la Bula á mediados del siglo XVII, nos diga en su es-
Tn] Antonio Escobar en el tomo 3.° de la Teología Moral, part. 1/, sec. 2.", problema 61.
[ñ] Vadingo al año de 1330, Bula lia de Juan XXII en el registro.— Engelberto Pauck
en el cap. 5.° de su Viña Serófii a, núm 16.— Francisco Haroldo en el Epítome de los Analea
de Vadingo al ario 1331, núm. 9.
\o] Henrique de Villalobos en la 1.» part. de la Suma Moral, impresa en Madrid 1658,
trat. 27, cláusula 12, núm. 30 —Leandro do MurciR en la cuestión 21 sobre el cap. 6.° de
nuestra regla.—Pedro Navarro, cap. 7° sobre la misma, cuestión 4.a—Córdoba, Manuel
Rodríguez.
f p] En el tomo 1.° de nu Tesoro, tít. 5.°, núm. 257.
[q] Juan Gil Trullcn, torno 4 ° de su obra Moral, en el lib 1." sobre la Bula, 3
dub. l.o_ral¡,0, pUnt0 2.°- Pedro Catalani, cap. 2.", núm. 9.
129
so? Necesitamos pues tomar la Bula, para ganar sus Indulgencias-
, También necesitamos tomarla para ganar aquellas (r) Indul
gencias que están directamente concedidas á las Iglesias que no
son nuestras, y las que se conceden á los religiosos particulares si»
que intervengan en ello sus Prelados. Si se consideran atentamen
te las palabras de la suspensión, no dejaremos de conocer que cuan
do se publica la Bula de la Cruzada, se no» suspenden dichas Indul
gencias; y por consiguiente, que necesitamos de ella para ganarlas.
Respondo últimamente que todos los otros fieles necesitan in
dispensablemente tomar la Bula de la Cruzada para ganar cuales
quiera Indulgencias que hayan concedido los Papas—La razón es,
porque el Comisario general de la Cruzada, por facultad que tiene
para ello de la Silla Apostólica, suspende, durante el tiempo de la
publicación de la Bula, todas y cualesquiera Indulgencias que los
Sumos Pontífices han concedido, revalidándolas tan solamente en
favor de los que toman la Bula. Avendaño (s) y Montenegro es-
ceptuan de esta ley general á los Indios, y Guijarro á los pobres
de solemnidad; pero Domingo Muriel (<) y Fr. Antonio de San José
se oponen á dicha escepcion. Y con razón, según me parece; por
que entre los Indios, unos son pobres, otros lo pasan medianamen
te, y otros son ricos y acomodados; y así solo en favor de los neófi
tos ó recien convertidos se podrá seguir esa opinión. Los pobres de
solemnidad pueden tomar la Bula por sí, ó por medio de otros; pues
en todas partes suele haber personas caritativas que sacan algu
nas Bulas para repartir á los pobres, la cual limosna es muy acep
ta á los ojos de Dios. Otros casos he visto yo mas apretados, como
cuando en un pueblo que está muy distante de otros, van algunos
por la Bula llevando la limosna, y al repartidor se le han acabado.
Infiere de todo lo dicho que aunque hay algunas Indulgencias
que podemos ganar sin tener la Bula, hay otras muchísimas (y son
las más) que no podemos ganar sin tenerla. Siendo pues la Bula
de la Cruzada un tesoro riquísimo de bienes espirituales, y pudien-
do conseguirse fácilmente por la limosna de dos reales y medio, ¿se
rás tú tan mezquino y tan desidioso, que no procures tomarla luego
que se publica, tanto para tí como para todos los de tu casa? ¡Ah!
¿cuántos reales gastarás inútilmente en la diversión, en la comida
¡ amistades del mundo, y tendrás reparo tal vez en
[rl Porree, lib. 2.°, cap. 10, mím. 4.— El P. Mas en el núm. 832.
5 Avéndaño en el tomo 2.¿ de su Tesoro, tít. 12, cap. 23.-E1 limo Montenegro en 8U
Itinerario de Párroco*, hb. 5.°, trat. 1.°, sec. 23 -Guijarro en el lugar citado.
[I] Véanse los Fastos del Nueve-Mundo, pág. 213.-Esta obra no es de Ciríaco Mae!,
como ¿parece en la impresión que he mto, sinó Sel P. Domingo Munel, cx-jesiuta -Anto
nio de San José en el trat. 28, núm. 30.
19
130
dar dos realce y medio para tomar una Bula que te estaría llenan
do de innumerables gracias y favores por el tiempo de dos años? Si
te has portado hasta ahora con tanta ruindad y tacañeria, procura
enmendarte desde hoy, á lo menos para evitar pecados.
Ultimamente, advierto que esta cuestión es enteramente inútil
para aquellos territorios que están separados en la actualidad de
la dependencia y dominio del Rey Católico, como ha sucedido en
la Nueva-España desde el año de 1821; pues cesando allí la publi
cación de la Bula de la Cruzada, cesa también la suspensión de las
otras Indulgencias que hace el Comisario de Cruzada al publicar
la Bula, como dijo el escelentísimo é ilustrísimo señor don Pedro
José de Fonte, Arzobispo de Méjico, en un Edicto que espidió en
Cuernaváca el dia 28 de Noviembre de dicho año.
Escribo esta advertencia el 24 de Mayo de 1833 en San Fran
cisco de la Habana, en donde me hallo en la actualidad desterrado
de Méjico, en cumplimiento del Bando de 22 de Diciembre de 1827
sobre espulsion de españoles.
CUESTION XXXVII.
[I] Se halla en la Esplicacion del Jubileo del Año Santo, escrita por don Francisco de
Moriana, é impresa en Madrid 1775 desde la pág. 60.—Santos Grosin hace mención de este
Edicto en el Tratado de la Bula.
[U] Benedicto XIV en la Bula Cum Nos nuper, que es U 18 d«l tomo 3.* de su Bulano.-
134
Respondo lo cuarto que desde el año de 1725 ninguna Indul
gencia se suspende para las Alinas del purgatorio. Siendo devotí
simo de ellas el Sumo Pontífice Benedicto XIII les concedió esta
gracia particularísima (por ninguno de sus predecesores concedida),
de que todas aquellas Indulgencias que en el Año Santo quedaban
suspensas para los vivos, pudiesen ganarse en dicho año para las
Animas benditas del purgatorio (m), aun cuando fuesen aquellas
Indulgencias en cuyas concesiones no hubieran declarado los Pa
pas que se pudieran aplicar por los difuntos; de suerte que el Año
del Jubileo pudiese llamarse con razón aun para las Almas del pur
gatorio Año Santo, año de remisión, año de libertad y de Júbilo.
Este ejemplo de piedad, tan digno de imitarse, siguieron después los
dos insignes Pontífices Benedicto XIV (n) en el Jubileo ordinario
de 1750, y Pió VI en el de 1775 (véase la Nota 16). Y como los Pa
pas suelen seguir las huellas de sus inmediatos predecesores, creo
piadosamente que en los Jubileos ordinarios que sigan, determi
narán lo mismo sobre este punto los sucesores de Pió VII.
Respondo últimamente contra Ferraris (p)y Amórt que en el
Año Santo se suspenden todas las demás Indulgencias, asi plena-
rias como no plenarias, aunque sean perpetuas.—Así consta clara
mente de dos Bulas de Benedicto XIV (q), espedidas para el Jubi
leo de 1750, como lo confesará cualquiera que las lea despacio y
con reflexión. Muchos son los Autores que llevan la opinión contra
ria en cuanto á las Indulgencias parciales: son dignos de escusa por
que escribieron antes de Benedicto XIV. Pero Euschio Amórt y
Lúcio Ferraris, estos dos escritores célebres, ¿serán dignos de al
guna escusa en opinar que las Indulgencias parciales, concedidas
por los Sumos Pontífices, no se suspenden por el Jubileo del Año
Santo? Yo pienso que no lo son; pues no solamente escribieron en
tiempo del dicho Papa, sinó que habiendo metido en sus escritos,
Benedicto XIII en la Bula Decel, que es la 39 en el tomo 13 del Bulario romano.—Juan Bau
tista Pitoni en las Decisiones de los Sagrados Ritos, núm. 1434.
Nota 16.—Como vivimos tan lejos de Roma, y han llegado por acá tan pocas Bulas de
los tres últimos Papas, no he podido encontrar, por mas diligencias que he hecho, otras dispo
siciones pontificias sobre el Jubileo ordinario de 1775 que la. Bula de Clemente XIV Sahüis
nostree en que lo publicó, y la de I'io VI Summa Dei (ñ) en que lo estendió á toda la Iglesia.
Sin embargo, nos asegura el reverendo agustiniano Belza (o), que las Bulas de Benedicto XIV
sirvieron de modelo para el dicho Jubileo de 1775.
[m] Benedicto XIII en la Bula Salvatoris, que es la 48 en el tomo 13 del Bulario roma
no.—Benedicto XIV en el }. 24 de la Bula Inter pncteritos.
ni En loe Bulas Cum Nos nuper é Inter pra>terüos, que acabo de citar.
ñ] Se hallan en el Ferraris, palabra Jubileo al fin del art. 3.°
o] Fr. Francisco Belza en el núm. 4 de los Apéndices, núm. 30.
, IP] Ferraris en la palabra Jubileo, art. 1.°, núm. 14 —Amórt en el tomo 3.° de su Teo
logía Ecléctica, cuestión 62 de las Indulgencias.
[q] Cum Nos nuper i Inter prceteritos, }. 22.
135
en aquellos mismos lugares en que trataron de intento esta mate-
fia (r), la misma Bula del señor Benedicto XIV Cum Nos nuper^
en la que durante el Jubileo ordinario de 1750 suspende Su Santi
dad espresamente las Indulgencias no plenarias ó parciales (*), lle
van la opinión contraria. De donde podemos inferir que ni leye
ron aquella misma Bula que insertaron en sus escritos, ni tampoco
la otra del dicho Papa Inter proetéritos, en la que tratando Su San
tidad esté punto, nos dice en el §. 22 que para remover toda cues
tión habia puesto adrede estas palabras: "todas y cada una de las
"demás Indulgencias que no espresamos, tanto plenarias como no
"plenarias... las suspendemos, y declaramos que quedan suspensas."
Digamos pues que en este punto se descuidaron los referidos Escri
tores: Quandoque bonus dormilat Homerus.
Infiere de todo lo dicho, lo primero, que la Indulgencia plena-
ria de Porciúncula, en cuanto está estendida á todas las Iglesias de
los conventos de nuestro P. San Francisco, se suspende para los vi
vos en el Jubileo del Año Santo: como también la Indulgencia co
tidiana de Santa María de los Angeles de Asís, que por haberla con
cedido Inocencio XII (í), se llama comunmente Inocenciana.—Lo
segundo, que dado caso que no se suspendan en Roma (m) las In
dulgencias de las estaciones y dé las siete Iglesias, se suspenden
sin duda ninguna cuando se comunican fuera de Roma. Así, aunque
á la Iglesia de nuestra Señora de los Angeles de Méjico, y á la de
nuestro P. San Francisco de esta ciudad de la Habana están con
cedidas las Indulgencias estacionales de San Juan de Letrán de
Roma (por estar unidas á aquella Iglesia) en los siete dias que se
ñalé en la cuestión XVIII, número 4; aunque Clemente XIV (r)
concedió á todos los cristianos que visiten las Iglesias de los bele-
mitas las Indulgencias estacionales en los dias de las estaciones de
Roma, y las Indulgencias de los siete Altares en doce dias cada
año, todas estas Indulgencias se suspenden para los vivos en el Año
Santo. Lo tercero en fin, que aunque el sabio Pontífice Benedic
to XIV procuró decidir todas las controversias relativas al Jubileo
[r] Ferraris pone por estenso la primera Bula en el mismo art. 1.°—Amort, no solo pone
la misma Bula en la cuestión 62, asi de su Teología Dogmática como de su Teología Moral
que imprimió en Ausburg el año de 1757 dedicándosela al mismo señor Benedicto, sinó que in
serta también, después de las cuestiones de Indulgencia?, la sobredicha Inter prtrterites.
[s] Indulgenlias, tam plenarias, quám non plenarias suspendimus.
[t] Está su Breve que empieza Redcmptoris, en la obra citada de Remero Sánchez,
pág. 141.—Véase Luis Lipsin en su Catecismo sobre la Indulgencia de Porciúncula.
[u] Véanse Gaudencio Buentiempo en el tomo 7.° de su Paladión Teológico, trat. 8.° de
las Indulgencias, disp. 2.», cuestión 5.», núm. 27.—Teodoro en la part. 1.a de las Indulgen
cias, cap. 13, art. 5.°, cuestión 1.»—Y Amort en la Teología, cuestión 62, resp. 3.a
[i'J En dos Breves, que comienzan Ad aiigendam. Están en «1 Bularlo de los PP bele-
mitan, impreso en Roma 1773, pág 292 v 294.
136
del Año Santo, y por eso nos deben servir de modelo sus Constitu
ciones, mientras no sepamos que sus sucesores'determinan otra cosa;
sin embargo, como las Indulgencias dependen siempre de la volun
tad del que las da, se hace preciso leer las Letras pontificias con el
mayor cuidado, para arreglarse enteramente á lo que dispongan.
Examinemos todas las veces que podamos el tenor de su concesión,
y obraremos siempre con acierto.
CUESTION XXXVIII.
DECRETO PRIMERO
DECRETO SEGUNDO
CUESTION XXXIX. 4
El que para ganar una Indulgencia se confesase mal ó hiciese
una comunión sacrilega, si al acabar de hacer la última di
ligencia se pusiera en gracia de Dios por un acto de perfec
ta contrición, ¿la ganaría?
CUESTION XL.
Si se concede una Indulgencia á los que confesados y comulga
dos visiten tal Iglesia, ¿será preciso confesar y comulgar
antes de visitarla?
Respondo con Lanibcrtini (a) que por lo común no es nece
sario que la confesión y comunión se hayan de hacer antes de la
visita de la Iglesia; sino que puede esta hacerse, antes ó después de
cumplir las otras obras piadosas.—Asi lo declaró después la S. C.
de Indulgencias en el Decreto de 19 de Mayo de 1759, que puse
arriba después de la cuestión XXXVIII.
Dije en la conclusión por lo común] porque si el que concedie
ra la Indulgencia determinara otra cosa, esta deberíamos hacer (6).
CUESTION XLI.
Y ¿será necesario comulgar en la misma Iglesia que se manda
visitar para ganar la. Indulgenciad
Respondo que regularmente no es necesario que se reciba la
comunión en la misma Iglesia; pues lo común es que todos se con
fiesan con el Confesor que eli jen, y comulgan en la Iglesia que quie
ren: y antes ó después, según la comodidad de cada uno, visita la
Iglesia á que está concedida la Indulgencia, pero dentro del tiem
po que esta dura.
Dije que regularmente no es necesario; porque como eso de
pende de la voluntad del que da la Indulgencia, si este manda que
se comulgue en alguna Iglesia determinada, asi deberá hacerse.
[b] Benedicto XIV en la Bula ínter pretéritos, }. 61. Se llalla en el tomo 3.° de su Bu-
laño.—I^eon XII en la Bula Exultabat Spirilus noster, espedida en Roma el 25 de Diciem
bre de 1825. Asi ge infiere de un cuaderno que se intitula: Noticia del Jubileo del Año Santo,
impreso en Madrid y reimpreso en la Habana 1826, cap. 1.°, niím. 10 y 16.
[a] Lamben i ni en la inst. 48. —¡Suarez, disp. 52, sec. 5."—Haserino, nrtm. 240.—José
Angles sobre el 4.°, part. 2.», impresa en Burgos 1585, art. 2." de las Indulgencia*, difio. 2."
[b] Mindcrér, part. 1 niím. 586.
140
m'ocas concesiones de Indulgencias he visto por lasque se mande
co
comulgar en alguna Iglesia señalada, pero no he dejado de ver una
ú otra. El R. Avila en la Colección de Indulgencias de las Igle
sias de la ciudad de Méjico, pone el dia 25 de Enero una conce
sión de Pió VI para que en ese dia y en todos los dias 25 de cada
mes se pueda ganar una Indulgencia plenaria, comulgando en la
Iglesia del convento de la Enseñanza, y haciendo allí la oración
acostumbrada. En el tomo segundo haré mención de otra Indul
gencia plenaria, concedida por Inocencio XI á los que asistan á la
esplicacion de la doctrina cristiana que hacemos los menores obser
vantes de San Francisco, para la cual Indulgencia manda comul
gar en alguna de las Iglesias donde se haya esplicado la doctrina:
bien que Clemente XIV á instancias de los misioneros declaró des
pués, que los Sacerdotes no estén obligados a celebrar en dichas
Iglesias, con tal que visiten devotamente alguna de ellas, como di
ré á su tiempo.
CUESTION XLII.
fe] Ferraris en la palabra Indulgencia, art. 3.°, núm. 38 y 39.—Su Anotador en el pri
mer Apéndice de las Indulgencias, núm. 14.
[áj Próspero de Aquila en su Diccionario Teológico, impreso en Basano 1778, palabra
indulgencia, }. Vim.—Minderér, part- 1.», núm. 388.—Filiucio, núm. 230.
[e] La llevan Teodoro, part. 2.», cap. l.°, art. 5.°, 5. Minderér, part. 1.', núm. 917.—
Clericato, Gobát, José de Avila, Quintanadueñas, Fernando Krimer en el 5.° de las Deere-
tales, cuestión 38, núm. 1594.
[/] Teodoro en el lugar citado.—He hallado las obras de este sabio carmelita, asi la
de Indulgencias como la del Jubileo, en la librería del convento de los RR. Capuchinos dd
esta ciudad de la Habana.
142
"blecimiento de la Iglesia, que tiene mandado que en la cuaresma
"se recen las vísperas antes del mediodía. Y asi, se ha de ampliar
"el favor de la Indulgencia; puesto que en ese caso el sentido de
"las palabras del que la concede, queda perfecto, natural y sin vio
lencia alguna." A la segunda parte de la cuestión
Respondo contra el Ilustrador de Cuniliati (g) que cuando
empieza la Indulgencia desde las primeras vísperas, se puede co
mulgar el día antes por la mañana y ganar la Indulgencia por la
tarde. Esta conclusión llevan Teodoro (A), Amort, Minderér, Agus
tín de Nápoles y el Anónimo Dominicano. La razón es, porque di
ciendo los Papas en los Breves de las Indulgencias que las conce
den desde las primeras vísperas de la fiesta, y siendo precisa la co
munión para la consecución de ellas, sino se pudiera comulgar en
el dia antes de la fiesta, nunca podría verificarse que se ganaban
desde las primeras vísperas: y asi, seria superfina esta cláusula.
Para que no lo sea, es menester que desde las primeras vísperas de
la fiesta hasta que se pone el sol el dia siguiente, no haya en todo
ese tiempo hora alguna en la que no pueda ganarse la Indulgen
cia. Luego para que pueda verificarse que desde las primeras vís
peras la ganen algunos, es preciso que hayan comulgado ya en la
vigilia ó en la víspera. Así suelen practicarlo las personas piadosas,
dice el Teólogo Dominicano que escribía su Tratado de Indulgen
cias en Venecia á fines del siglo XVIII. Y así se acostumbra en
Roma, dice el R. P. Nápoles, Cronólogo de mi religión Seráfica,
tanto en nuestro convento de Araceli y en los monasterios de nues
tras monjas, como en los monasterios de las monjas sujetas á la ju
risdicción del esclarecido orden de nuestro P. Santo Domingo.
CUESTION XLIII.
[oí Véase Benedicto XI V en la Bula Convocaiü, núm. 46; y en la Bula Inter precíen
los, }. 77 y 78.—Están en el tomo 3.° de su Bulario.
[b] Antonio de San Jo6é en el Compendio Salmanticense novísimo, tratado de las In
dulgencias, núm. 9.—López Muñoz sobre el Echarri, tomo 1.°, tratado de las Indulgencias,
núm. 516 —Nápoles, pág. 340* nota b; y pá». 341, nota e, }. Niíiíur.
[c] El Ilustrador de Cuniliati en el lugar citado.— Minderér, part. 2.", núm. 137; y par-
te L", núm. 600 y 610.
[<2] El Anónimo Dominicano en el tratado de Indulgencias, part. 1.», cap. 3.°, }. 4.°,
núm, 6.— Nápoles, pág. 341, 6. Cumporrb.
!e] Véase el Forraris, palabra Indulgencia, art. 8.° deode el núm. 81.
/ ] Am*rt en la Teología, cuestión 31, núm. 4.
111
CUESTION XLIV.
[a] Benedicto XIV en la Bula Irücr prateriios, {. 2.°—La hallarás en el tomo 3.° de su
Bulario.—Antonio de San José en el Compendio Salmanticense, tomo 2.°, trat. 25, núm. 47.
[6] Benedicto XIV en el lugar citado. —Minderér, núm. 581 de la 1.» parte.
145
Pondré algún ejemplo. En el año de 1808, el dia 16 de Abril fué
Sábado Santo; y en el año de 1813 fue Viernes Santo el mismo
dia 16 de Abril. Para el dicho dia 16, en el que hizo profesión nues
tro P. San Francisco en manos de Inocencio III, nos concedió Cle
mente XII («) Indulgencia plenaria á todos los menores de la ob
servancia que nos confesemos, comulguemos, renovemos nuestra
profesión, y pidamos á Dios por las necesidades comunes de la Igle
sia. Item, para el dia 3 de Abril en que reza la religión seráfica de
San Benito de Palermo, concedió Pió VII Indulgencia plenaria á
todos los fieles que confesados y comulgados visiten nuestras Igle
sias, pidiendo por la estirpacion de las heregías, ¿ice. Cuando cai
ga pues, la f esta de Síin Benito en Viernes Santo como sucedió en
el año de 1801, ó en Sábado Santo como sucedió en el de 1790, en
tonces hay Indulgencia plenaria en tales dias, sin que pueda tras
ladarse á otro. La diferencia que hay entre las dos Indulgencias
ya dichas, es que la del dia 3 de Abril empieza desde las primeras
vísperas, y la del dia 16 no empieza hasta la media noche. Supo
niendo pues que alguna de estas Indulgencias, ú otra cualquiera
que pida comunión, ocurra en Viernes Santo ó en Sábado Santo, ¿se
podrá para ganarla, recibir la comunión sacramental, ó será sufi
ciente la espiritual, ó se podrá trasladar la Indulgencia?
Bordonio (6) dice que el único caso en que se trasladaría la
Indulgencia, es si cayera en Viernes Santo. Pero esta opinión no
puede seguirse ya; pues como di je en la cuestión XXVII, aunque
se traslade una fiesta que tiene indulgencia, la Indulgencia nunca
ce traslada sinó hay concesión especial de la Santa Sede.
Resta pues que veamos si para ganar en aquellos dias la In
dulgencia ¿se podrá comulgar sacramentalmente, ó bastará la co
munión espiritual? Mas antes de resolver esta cuestión, es preciso
decidir otra, que es la siguiente.
CUESTION XLVI.
¿Se puede dar la comunión en Viernes y Sábado Sanios?
Respondo primeramente con Gavanto (c) y Barbosa, que en
Viernes Santo no se puede dar la comunión, sinó á los enfermos.—
La razón es, porque la S. C. de Ritos lo ha declarado así varias ve
ces, como dicen Ferraris (d) y Pignateli, que citan dos Decretos SU-
ta] Consta del Martirologio Romano-Seráfico, aprobado por Pió VI.
[b] En el tomo 3.° de cus obras, resol. 82, cuestión 9.»; y resol. 81, níiin. 26.
[c] Gavanto sobre las Rúbricas del Misal, mím. 187 de los Decretos.—Barbosa de) Ofi
cio del Párroco, part. 2.r, cap. 20, núm. 16. — Enrique Pisart, Iraizos.
[rfj Ferraris en la palabra Monialcr, art. 6.°, ni'un. 12.—Pignateli, tomo !).°, consulta 91».
21
146
yos á favor de mi conclusión: uno de 9 de Mayo de 1606, y otro
de 19 de Febrero de 1622. Además de eso, la S. C. del Concilio en
el Decreto (e) acerca de la comunión cotidiana, aprobado por Ino
cencio XI en 1679, determinó que "los Obispos, los Párrocos y los
"Confesores cuiden de que se guarden las Rúbricas del Misal y el
"uso de la Iglesia romana acerca de la comunión en el Viernes San-
"to." Ahora bien: la Rúbrica del Misal en el Jueves Santo ordena
que el Sacerdote reserve algunas formas consagradas, por si fue
ren necesarias para los enfermos. Luego no para los sanos, dice
Pignateli. Por otra parte, la costumbre de la Iglesia romana de no
comulgar el Viernes Santo es antiquísima; pues ya hace mención
de ella Alcuino, escritor del siglo octavo. Infiere de todo lo dicho
que no es lícito dar la comunión en Viernes Santo, sino es á los
que están enfermos.
Acerca del Sábado Santo, aunque hay algunos ( f) que opinan
que solo por modo de Viático se puede dar la comunión, hay otros
muchos que afirman que se puede dar también á los sanos, tanto
en la Misa solemne como después de ella. Con los cuales
Respondo lo segundo, que asi en la Misa solemne del Sábado
Santo como después de ella, se puede dar la comunión á los fieles:
particularmente cuando tienen precisión de comulgar para ganar
una Indulgencia plenaria.—Esta conclusión llevan espresamente
entre otros el Beato Ligorio ( §•), Clericato y Cavaliéri, que ha
biendo tratado á fondo la cuestión resolvieron por la afirmativa,
sin hablar de la circunstancia que yo toco, de que ocurra en aquel
dia Indulgencia plenaria y sea necesario comulgar para ganarla.
Pruébola.
Lo primero, porque la Iglesia nunca ha prohibido que en el
Sábado Santo comulguen los fieles que sean devotos, ni en el dia
tenemos prohibición alguna como la tenemos para el Viernes Santo;
pues aunque algunos quieren decir que la hay en el capítulo Sáb-
bato (A), allí manda Inocencio I que no se celebren sacramentos
por la suma tristeza en que estamos por la muerte y sepultura del
re] Puedes leer este Decreto en el Cardenal Petra, tomo 4.° sobre la Bula 20 de Euge
nio IV, m'im, 11; y en el Ferraris, palabra Eucaristía, ntím. 41.
[/] Macri en su Diccionario, palabra Comunión.—Simón Buongiovanni en la Selva de
las Sagradas Ceremonia?, lib. 7.°, cap. 9.°—Lambertini del Sacrificio de la Misa, lib. 3.°,
cap. 19, nrtm. 14.—Sonz López, tomo 2.° de su Doctrina Regular.
[g] Ligorio, tomo 2.° de la Teología Moral, lib. 6.°, niím. 252.—Clericato, tomo 1.°,
lib. 2.°, decís. 15.—Cavaliéri, tomo 4.° sobre el Decreto 56.—Miguel Bauldri en-el Manual
de las Sagradas Ceremonias.—José Cantero, tomo 3.° de sus obras.—Torrecilla de las Pro
posiciones condenadas. —Enrique Zoesio en las Adiciones á su obra moral.
\h] 13 de Consecra!., dist. 3.;'— Véanse los Salmanticense?, tomo 1.", trat. 5.°, cap. 4.°,
ntím. 6.
147
Señor. Pero una cosa es celebrar ó hacer sacramentos, y otra cosa
es administrarlos. Además de que ol dicho testo, como dicen Cle
ricato y los Salmanticenses, está abrogado aun en cuanto á la ce
lebración; pues en el Sábado Santo se celebra la Misa solemne des
de el siglo décimo ó undécimo. En los siglos posteriores, según he
leido, han concedido los Papas licencia para celebrar en algunas
Iglesias el Sábado Santo. Inocencio XII (i) la concedió á petición
de los Reyes Católicos en el año de 1692, para que el Sábado San
to se celebren tres Misas en Atocha.—Benedicto XIV ( j) en 1742
concedió por su Nuncio en España facultad perpétua á los juani-
nos para que el Sábado Santo después de los oficios del dia, se diga
Misa rezada en el Altar de nuestra Señora de Belén en Madrid: y
en 1745 les otorgó el mismo privilegio para el Altar de nuestra
Señora de la Paz en Sevilla, y para el de San Juan de Dios en Gra
nada. El Obispo que hace órdenes en Sábado Santo, celebra tam
bién en ese dia, y en su 3Iisa (k) da la sagrada comunión á los re
cien ordenados.
Lo segundo, porque nuestra tristeza por la muerte y sepultu
ra del Señor dura, dice Cavalieri, desde que se acaba la Misa el
Jueves Santo, hasta que se empieza la Misa del Sábado-, pues en
esta comienza ya el tiempo pascual, se canta la aleluya, y se nos
anuncia el gozo de la Resurrección del Señor. Por eso dije en la
conclusión que la comunión se puede dar á los fieles el Sábado San
to, asi en la Misa solemne como después de ella: mas no antes, pues
en ese tiempo dura todavía la tristeza por la muerte de nuestro
Redentor.
Lo tercero, porque antiguamante comulgaban en la Misa del
Sábado Santo el clero, los niños y todos los demás fieles que que-
rian, como lo añrman Croisét y el Cardenal Bona (Z), y lo demues
tran Edmundo Martene y Cayetano María Merati: y moderna
mente han acostumbrado los fieles comulgar el Sábado Santo des
pués de la Misa en varias partes de la cristiandad. Así lo dicen al
gunos Escritores hablando de España, Alemania é Italia. Juan Cle
ricato, que fué Vicario general del Obispo de Padua, escribe que
vio observada esta costumbre por más de cuarenta años en la Igle-
[fj Por una Bula que empieza Piis, y está en el tomo 12 del Bulorio romano.
[j] Así consta del 2° tomo del Bulario de San Juan de Dios, nota 34 desde la pág. 129
de la edición ya dicha.
[k] José Catalani en la pág. 335 del tomo 2.° sobre el Ceremonial de Obispos.—Alejan,
dro Zuazo en el Apéndice al Ceremonial, impreso en Salamanca 1753, cap. 4.°, j. 4.°
[/] Croiset en el Año Cristiano, Sábado Santo.—Juan Bona on el libro 1.° de las cosas
litúrgica», cap. 21, núm. 4.—Martene, tomo 3° de los Ritos Antiguos de la Iglesia, cap. 24,
núm. 31.—Merati sobre Gavanto, part. 4.'< de las Rúbricas del Misal, tít. 10, núm. 57.—Ca
talani citado.
148
sia do Santo Tomás de Padua. Y el Beato Ligorio asegura que hay
Ja misma costumbre en muchas Iglesias del reino y de la ciudad
de Ñapóles, en cuya catedral se da la comunión al pueblo des
pués de la Misa solemne. Por lo cual, lejos de satisfacerme lo que
dice Macri de que en la Misa de aquel día se omite la Antífona com-
munio, porque el pueblo no comulga en la Misa; le redarguyo con
aquellas otras palabras que dice el Sacerdote en la última oración
de la Misa: f/uos Sacramentos paschalibus satiasti. Si él solo co
mulga en la Misa, ¿por qué dice quos en plural? Porque supone, res
ponde Clericato, que muchos han comulgado ó pueden co uulgar
en la misma Misa. Se omite la Antífona communio que otros lla
man comunicanda, porque en lugar de ella se han puesto las vís
peras. No habiendo pues, prohibición alguna de recibir la comu
nión en el Sábado Santo, como dice Ligorio, se puede dar á los fie
les que la pidan, asi en la Misa solemne como después de ella.
Si á todo lo dicho se agrega la necesidad en que están de re
cibirla, para poder ganar en esedia una Indulgencia plenaria que
requiere comunión, me parece que no habrá Sacerdote que se la
niegue. ¡Ah! ahora tal vez están bien dispuestos esos fieles para co
mulgar y adquirir la Indulgencia plenaria, y acaso mañana ú otro
dia no lo estarán.
Resuelta ya la cuestión cuadragésima sesta si se puede dar
la comunión en Viernes y Sábado Santos, resta ahora resolver la
anterior que es, si cuando una Indulgencia plenaria para la cual se
manda comulgar, cae en Viérnes Santo ó en Sábado Santo, ¿se po
drá comulgar sacramentalmente, ó será suficiente en tal caso la
comunión espiritual? A lo cual respondo en las cuatro conclusio
nes siguientes:
Conclusión primera.—Cuando una Indulgencia plenaria que
requiere comunión cae en Viernes Santo, no se puede comulgar sa- '
cramentalmente en ese dia para ganarla.—La razón es, porque la
Santa Sede ha declarado varias veces, por el órgano de la S. C. de
Ritos y la del Concilio, que en dicho dia no se puede dar la comu
nión sino á los enfermos, como dije en la cuestión pasada.—Luego
á los sanos no se puede lícitamente administrarla en ese dia, ni
por causa de devoción, ni para ganar Indulgencias, ni por otro cual
quier motivo.
Conclusión segunda.—Si la referida Indulgencia que cae en
Viernes Santo comienza desde las primeras vísperas, como sucede
rá cuando la fiesta de San Benito de Palermo caiga en Viernes
Santo, entonces el que quiera ganarla, deberá comulgar el Jueves
Santo con esc fin.—Pruébase. Ya dije en la cuestión XLII que
149
cuando las Indulgencias están concedidas desde las primeras vís
peras hasta ponerse el sol el dia siguiente, se puede comulgar en
la víspera de la fiesta por la mañana, y visitar la Iglesia después
de vísperas para ganar entonces la Indulgencia. En esta suposición,
y en la de que no puede comulgar sacramentalmente en él Viernes
Santo el que ha de ganar dicha. Indulgencia, deberá comulgar el
Jueves Santo con ese fin: pues claro es que si el que ha de ganar
una Indulgencia puede hacer todo lo que se le manda, tendrá obliga
ción de hacerlo, so pena de no ganarla sino lo hace. Es asi que solo
en el Jueves Santo por la mañana puede comulgar sacramental-
mente; luego en ese dia debe hacerlo.
Canclusion tercera.—Si la Indulgencia que cae en Viernes
Santo no comienza desde las primeras vísperas sino á media noche,
como sucedió en el año de 1813 á los que quisimos ganar la Indul
gencia plenaria de la renovación de la profesión, entonces soy de
sentir que bastará la comunión espiritual para ganarla.—Prúe-
bola. El que muere deseando con ansia recibir el sacramento del
Bautismo, se salva; porque el Bautismo de deseo suple las veces del
sacramento del Bautismo, cuando este no puede recibirse. Luego
cuando para ganar una Indulgencia no se puede recibir la comunión
sacramental, como sucede en el Viernes Santo porque la Iglesia lo
prohibe, será suficiente para ganarla la comunión espiritual: pues
por una parte no puede el que ha de ganar la Indulgencia, recibir
la Eucaristía sin pecar; y por otra, la Iglesia que distribuye la In
dulgencia que es un tesoro celestial, lejos de querer que se desper
dicie este tesoro, desea con ansia que los fieles se aprovechen de él,
haciendo de su parte lo que deben para poder adquirirlo. Luego en
tal caso será suficiente la comunión espiritual para conseguir la
Indulgencia, siempre que se practiquen las demás diligencias que
se mandan.
Conclusión cuarta.—Si el que quiere ganar la Indulgencia en
el Sábado Santo puede comulgar en ese dia, debe hacerlo. Mas si
no puede comulgar sacramentalmente, porque el Párroco ú otro Sa
cerdote opinan de diverso modo que yo, no se desconsuele por eso.
Procure comulgar espiritual mente y practicar las demás diligen
cias, y confie en Dios que le cumplirá sus deseos; pues la materia
de Indulgencias es favorable y se ha de interpretar latamente, dice
Fagnano (II).
[11] PrÓ6p«ro Fagnano sobre el 3." do las Decretales, impreso en Vencc:a 1764, título
de la celebración de las Misas, cap. Quídam, núm. 26 y 27.—Palao ó Castropalao de Indul
gencias, punto 4.°, núm. 4 y 5.
150
CUESTION XLVI1.
Cuando es menester visitar la Iglesia ó los Altares para ganar
una Indulgencia, ¿en qué tiempo se ha de hacer la visita'1.
Antes de. responder, es preciso advertir que en los Obispados
de Toul en Francia y de Varmia en Polonia esponian el Santísimo
Sacramento para ganar cualquiera Indulgencia. Llegando esto á
noticia del señor Benedicto XIV que actualmente gobernaba la
Iglesia, espidió una Bula (a) para impugnar este error, enseñando
en ella que los fieles ganan las Indulgencias concedidas á los que
visitan alguna Iglesia, aunque no se esponga el Santísimo: pues esto
solamente se requiere para conseguir aquellas Indulgencias que se
dan á los fieles por razón de las cuarenta horas; y en algunas otras
que yo he visto (6) concedidas por sus sucesores Clemente XIV
y Pío VI, en las que han puesto la condición de asistir por algún
tiempo á la esposicion del Santísimo, aunque no se espone por mo
tivo de las cuarenta horas. Hecha esta advertencia,
Respondo con Teodoro del Espíritu-Santo (c), que dentro del
tiempo de la concesión no hay hora en que no pueda ganarse la In
dulgencia.—Lo cual consta evidentemente de las mismas Letras
pontificias. A estas es necesario atender, para saber con certeza
cuándo empieza y cuándo acaba el tiempo fijo de la concesión. En
las fiestas de los Santos, suelen los Papas conceder las Indulgencias
desde las primeras vísperas, como ya dije. Mas en las ferias como
son los dias de las estaciones, suele durar' el tiempo de la Indulgen
cia (d) las veinte y cuatro horas de un dia natural; esto es, desde
la media noche hasta la mitad de la noche siguiente.
Infiere de aquí que dentro del tiempo de la concesión de la In
dulgencia, puedes visitar la Iglesia ó los Altares en cualquiera ho
ra del dia ó de la noche.
CUESTION XLVIH.
CUESTION XL1X.
[a] Minderér del Jubileo, desde el níím. 187 hasta el 196.—Antonio de San José en el
Compendio Salmanticense, tomo '¿.", trat. 28, núm. 11.
1*1 Kn la Bula Convocntis, uíím. 51.—Está en el lomo 3.° de su Bulario.
[r] Giribaldo en el dub. 8.° de las lndulgpnciaa.
155
concede, las preces que se han de decir, á nadie es lícito el mudar
las ó alterarlas. Y aunque será muy útil que los que saben los fines
del Sumo Pontífice, oren espresamente por ellos; sin embargo, no es
necesario, dice Domingo Viva (Vi), sino que bastará hacer oración
en general, remitiéndose á la intención del que concede la Indul
gencia ó Jubileo.
Respondo lo tercero con el Beato Ligorio (e) y Kacember-
gér, que cuando las preces no se señalan en la concesión de la In
dulgencia ó Jubileo, será bastante el rezar con atención y devoción
cinco ó seis Padre-nuestros y Ave-Marías con el Gloria Patri, aun
cuando se diga en la Bula que oren por algún espacio de tiempo.—
La razón es, porque si á los Sumos Pontífices les ha parecido su
ficiente para ganar varios Jubileos, el rezar las preces que yo digo;
pues Gregorio XIII (f) en la estension que hizo del Jubileo ordi
nario décimo en el año de 1575, mandó que en las quince visitas de
las Iglesias señaladas por los Ordinarios rezasen los fieles cinco
Padre-nuestros y cinco Ave-Marías, y otro tanto señaló Inocen
cio X (g) el año de 1651 en la estension que hizo del Jubileo déci-
motercio á la ciudad y obispado de Constancia; ¿por qué á nosotros
no nos ha de parecer bastante?
Si acaso no puedes entrar en la Iglesia que vas á visitar, ó por
que está cerrada, ó porque hay muchísima gente, bastará que ores
á las puertas de la Iglesia ó desde el cementerio; pues así es la prác
tica de los fieles que visitan las siete Iglesias de Roma, dice Gi-
ribaldo (A).
CUESTION LI.
¿Qué obras podrá conmutar el Confesor en tiempo del Jubileo?
Ya dije en la cuestión XXXVII que hay Jubileos ordinarios
y estraordinarios. El Jubileo estraordinario es aquel que por al
guna causa particular suelen conceder los Papas fuera del Año
Santo por el tiempo de dos semanas, como el que concedió Pió IV
para la feliz conclusión del Concilio de Trentoj y el que promulgó
Sixto V luego que lo eligieron, implorando los divinos auxilios para
gobernar bien la Iglesia. El Jubileo ordinario es el Jubileo uni-
[d] Viva, cuestión 8." del Jubileo, art. 5.°, núm. 6. —Ferraría en la palabra Jubileo, ar
tículo 3.°, núm. 20.—Arisrnani, Minderér.
[el Ligorio, lib. 6.° de la Teología Moral, ní¡m. 638, cuestión 10.—Kacembergér en el
tmm. 174 de las Indulgencias.—Arígnani.
[/") Véanse Teodoro del Jubileo, cap. 2.°, }. 3.° al fin del núm. 48; y Minderér en la
pan. 1.» de las Indulgencias, núm. 664; y en el tratado del Jubileo, núm. 15.
[g] En la Bula Salvator noster, que he leido en Gobát, trat. del Jubileo, cap. 50, núm. 412,
[«] Giribaldo y Ligorio en los lugares arriba citados.
156
versal que suele celebrarse en Roma cada veinte y cinco anos, y
después por Bula suele ya estenderse por seis meses á todo el orbe
católico; esto es, á todos y a cada uno de los fieles cristianos, de
uno y de otro sexo, que existan en cualquiera parte del mundo, y
permanezcan en la gracia y obediencia de la Sede Apostólica.
Digo en la definición que suele celebrarse en Roma cada vein
te y cinco años, y estenderse...) pues para que haya el dicho Jubi
leo, es menester que el Papa que entonces reine, lo conceda y man
de publicar. Por falta de eso no hubo Jubileo en el año de 1800;
pues el señor Pió VII, que fue electo Sumo Pontífice el dia 14 de
Marzo del mismo año, no tendría á bien concederlo, atendiendo sin
duda á las terribilísimas tempestades con que estaba por entonces
afligida la Santa Iglesia de Jesucristo, como lo insinúa nuestro San
tísimo Padre León XII (a) en la estension que acaba de hacer del
último Jubileo ordinario.
Fuera de Roma, es también necesaria la publicación del Ju
bileo (sea ordinario ó estraordinario), la cual han de hacer los Or
dinarios de los lugares que son los Obispos, ú otros por su mandato;
de tal suerte que, como dice Minderér (6), sin esta publicación no
puede ganarse el Jubileo. Por falta de ella no ha habido en toda
la República Mejicana hasta el año de 1829 el Jubileo del último
Año Santo, estendido como acabo de decir, por el Pontífice rei
nante á todo el orbe católico. Pero no tuvieron la culpa de eso los
Reverendos- Ordinarios, sinó el Gobierno político; pues habiendo
presentado el Cabildo eclesiástico de Méjico la sobredicha Bula al
Presidente de la República don Guadalupe Victoria, no quiso este
darla el pase, sin embargo de las instancias que le hizo el Cabildo,
Los motivos que tendría el Presidente, me parece que eran: por
una parte la poca ó ninguna adhesión que tenia á la Santa Sede; y
por otra el que temia á los Predicadores de la divina palabra. Mas
pudiera haber considerado los muchos y graves perjuicios que oca
sionaba á tantísimas almas. Permítase este justo desahogo á quien
deseaba con ansia participar de las gracias del Jubileo, y no pudo lo
grarlas por la negativa del Presidente. Volviendo pues á la cuestión,
Respondo lo primero con Ferraris (c), que en el Jubileo ordi
nario, estendido á todo el orbe católico, no se pueden conmutar ni
la confesión ni la comunión, sinó solamente las visitas.—Escep-
[a] En la encíclica Exvllabetl, qne he logrado ver (aunque no toda entera) traducida al
castellano en la Pastoral que el Esomo. é limo, señor Arzobispo de Cuba espidió sobre la pu
blicación del mismo Jubileo en el año de 1826.
[*] Minderér, n(ím. 46 del Jubileo.—Viva en la cuestión 8.» del Jubileo, art. 2.°, níim. 4.
[' ] Ferraris en la palabra Jubileo, art. 1.°, níim. 63.—Minderér, núm. 373 del Jubileo.
157
tuansc los niños y niñas que todavía no comulgan, á los cuales si
los Confesores aun no los hallan capaces de que lleguen á la sa
grada mesa, podrán conmutarles la comunión en otra obra piadosa.
Así consta de varias Bulas espedidas por Benedieto XIV (d) sobre
el Jubileo, que hallarás en el tomo tercero de su Bulario, y de otra
de León X 1 1 que acabo de citar.
Respondo lo segundo con Minderér (e), que en el Jubileo es-
traordinario, no solamente el ayuno, la limosna y la visita de las
Iglesias, sino también la comunión, puede el Confesor, en habiendo
causa justa, ó conmutarlas en otras obras de piedad, ó prorogarlas
para otro tiempo próximo.—Pruébase por lo que dicen Benedic
to XIV (f) en la Bula que espidió para el Jubileo estraordinario
de 1740, y Clemente XIII para el de 1758. "Concedemos, dicen los
"dos, á cualesquiera personas que se hallen en la cárcel ó en cau
tiverio, ó que tengan alguna enfermedad corporal, ó estén deteni-
"das con otro cualquier impedimento, las cuales no pudieren hacer
"las cosas arriba dichas, ó algunas de ellas, que pueda el Confesor
"aprobado por el Ordinario conmutárselas en otras obras de piedad,
"ó prorogarselas para otro tiempo inmediato." Y lo mismo viene á
decir Pió VI en la Bula que espidió á Jos fieles del estado pontificio
el dia 24 de Noviembre de 1792. Hallándonos pues en una materia
favorable, y siendo tan universal aquella cláusula detenidas con
otro cualquier impedimento, parece que no hay inconveniente en
que se conmute también la comunión cuando haya impedimento le
gítimo, como tos, vómito, &c, ó haber quebrantado el ayuno natu
ral el último dia del Jubileo por una inadvertencia inculpable.
CUESTION LII.
¿ Y qué hará el Confesor cuando pasado el tiempo de los ayunos
del Jubileo estraordinario llega á él un penitente en el último
domingo, y le pide conmutación de los ayunos para quepue
da ganar el Jubileo en aquel mismo dia?
Respondo con Viva (o) y Ferraris, que si el penitente proce
dió de buena fe; v. g. porque ignoraba que habia Jubileo, podrá el
CUESTION LUI.
lé] Minderér del Jubileo, confer. 7.", caso 1.°—Arignani en el 2.° Apéndice del JubileOi
cuestión 2.» del ayuno.
[<j] Juan Bona de la divina Salmodia, cap. 19, {. 7-°, núm. 1.
[t>] Se halla este libro entre las obras (apócrifas) de San Agustín, en el tomo 6.°
159
"de afecto hacia Dios; humilde por el conocimiento de la propia fla
queza, y piadoso por la consideración de la divina clemencia. El
*qfecto es cierta inclinación voluntaria y dulce del alma á Dios.
"Santo Tomás (c) afirma que la devoción, no es otra cosa que la vo
luntad de entregarse prontamente á aquellas cosas que pertene
cen al servicio de Dios. Ricardo Victorino (d) dice así: La devo
ción ¿qué otra cosa es, sino una fervorosa dirección de la mente
"hácia Dios? Estas descripciones de la devoción, prosigue el mis-
"mo Cardenal, convencen los errores de las mugercillas y de los
"hombres simples, que piensan que la verdadera devoción consiste
"en cierta dulzura sensible, y en la compunción y ternura del co-
"razon; pues el Doctor Angélico cuenta todas estas cosas entre los
"efectos de la devoción, y esta es un acto especial que pertenece á
"la virtud de la religión. Por la devoción, enseña el Doctor Seráfi
co (e) que todo lo bueno se introduce en nuestro corazón: pues por
"ella se enciende el zelo de la justicia, se infunde la piedad de la
"compasión, la paciencia se fortalece y se ponen en orden las cos
tumbres. Ésta es, prosigue el Santo, la unción del Espíritu que en
seña todas las cosas convenientes á nuestra salvación: ésta ilumí-
"na el entendimiento, inflama la voluntad, ordena las acciones á la
"virtud, afirma la fé, alienta la confianza, enciende el amor, en
gruesa la oración, da constancia en las cosas adversas, y humildad
"en las prósperas, borra los pecados, ahuyenta los Demonios, alegra
"á los Angeles y edifica á los prójimos. Procurémos pues la devo
ción, concluye el dicho Cardenal, puesto que nos trae tantos bie-
"nes." Entre estos podemos contar las Indulgencias, pues sinó te
nemos devoción no podemos ganarlas: y asi
Respondo que cuando se visita una Iglesia para conseguir al
guna Indulgenciaos necesario visitarla con devoción.—Lo primero,
porque esta es la mente de los Sumos Pontífices, que espresan por lo
común en las Bulas y Breves de las concesiones de Indulgencias, di
ciendo que las conceden á los que devotamente visitaren tal Iglesia
ó Capilla.—Y lo segundo, porque, como dice Minderér (/), para
ganar las Indulgencias no se prescribe una obra como quiera, sinó
una obra honesta y piadosa; y asi debe ser la visita de la Iglesia,
haciéndola con ánimo de dar culto á Dios y tributarle algún obse
quio. Pues la devoción, según enseña Santo Tomás, no es otra cosa
[c] Santo Tomás en la 2.» 2.«, cuestión 82, art. 1.°—Véanse también los att. 3.° y 4.°
[d] Ricardo de San Víctor en el lib. 2." de la Erudición del Hombre Interior, cap. 9.°—
Y advierto que en la edic. de Colonia 1821 que yo he visto, pone dilección en lugar de dirección.
[e] San Buenaventura de las Seis alas de los Serafines, cap. ultimo.
[/] Minderér, part. 1." de las Indulgencias, núni. 638.—Viva del Jubileo, cuestión 8.»,
art. 5.° desde el nrtm. 3.
ICO
que la voluntad de hacer prontamente lo que toca al servicio de
Dios. "Para cumplir bien las visitas de las Iglesias en tiempo de
"Jubileo, es menester, dice Benedicto XIV (g), que se hagan con
"ánimo de honrar á Dios y á sus Santos; y que asi cuando se ca-
"mina á las Iglesias como cuando se entra en ellas, se vaya con
"modestia, y se practique en ellas algún acto de religión." Si acaso
el que manda visitar la Iglesia no señala algunas preces, se ha de
visitar, dice Palao (A), haciendo en ella alguna oración, sea vocal
ó mental.
No basta pues para ganar una Indulgencia plenaria ó Jubi
leo entrar de cualquiera manera en la Iglesia, ni basta, dice Sé-
ñeri (í), el que la visites por ociosidad, por paseo, por ir en compa
ñía de otros; porque todo esto es muy ageno de la devoción y reve
rencia que debes llevar. Dime, ¿será visitar con devoción la Iglesia,
que es casa de Dios, el conversar en ella como si estuvieras en la
plaza, el decir chanzas para divertir á otros, el poner la vista y el
corazón en personas del otro sexo, y el hacer señas indignas del lu
gar sagrado? No por cierto: esto, más es quitar la devoción á otros,
que tenerla en tí. Esto, más es irritar la justicia divina, que buscar
su misericordia. Esto, más es contraer deudas nuevas, que pagar
las contraidas.
Mas si piensas que yo exagero, como Misionero que soy, oye
á los Pastores de la Iglesia. "Ha de haber en nosotros, decía el ilus-
"trísimo señor Palafox (j) á sus diocesanos, una ansia grandísima
"de ganar Indulgencias por nuestra comodidad y utilidad, y un cui-
"dado singular de hacer con toda atención y devoción cuanto se
"nos manda para poderlas ganar, procurando que á estas diligen
cias esteriores las acompañen los afectos interiores, porque Dios
"mira á los corazones." Para ganar las Indulgencias es necesario,
decia el Obispo de Soisons cumplir con devoción y fervor lo
que está mandado por los que las conceden. San Cárlos Borro-
meo (Z), Arzobispo de Milán, hablaba así á sus diocesanos que que
rían ir á Roma á ganar el Jubileo de 1575: Debéis ordenar esta
santa romería con afecto y con devoción, dejando toda curiosidad
[g] Benedicto XIV en la Bula Inter prccterüos (la 21 del tomo 3.° de su Bulario) }. 76.—
Amórt en la Teología, cuestión 66.
[Al Femando Palao en el punto 4.° de las Indulgencias, núm. 15.—Viva en el tomo 2.°
de la Teología Moral, pág. 150, núm. 3.
[i] Séñeri, tomo 3.° del Cristiano Instruido, disc. 21, núm. 23 y 24.—Filiucio, núm. 132
de las Indulgencias.
[j] En el tomo 3.° de sus obras, part. 2.", pastoral 10, núm. 80.
\k] Francisco de Fitzjames en su Catecismo, tomo lee. 14.
U] San Cárlos en la Historia de las Indulgencias de Amfirt, sección 4.*, cuestión l.'i
}. 233, pág. 401.—Pone la letra de parte de un sermón del ¡junto.
161
y vanidad mundana; de tal suerte, que haciendo en gracia de Dios
la dicha peregrinación, y mortificando en ella vuestra carne y vues
tros sentidos, os pueda servir para satisfacer á Dios por vuestros pe
cados. Vuelve en fin á oir al Supremo Pastor de la Iglesia Benedic
to XIV. "Si alguno en tiempo de Jubileo, dice este sabio Pontífi-
"ce (U), va á visitar las Iglesias sin llevar algún fin piadoso, sino lle-
"vado de la curiosidad, ó por pasearse ó divertirse, este no ganará
"el Jubileo; y mucho menos lo ganará el que visite la Iglesia con mal
"fin, con ánimo de inducir á otros á pecar; pues todas estas cosas
"son tan opuestas á la devoción, y al culto que se debe á Dios."
En confirmación de lo que llevo dicho, lee el siguiente ejem
plo que refiere Marquesi (m). En el Año Santo de 1300 so apare
ció la Madre de Dios á un Clérigo que vivia en Velabro, que es uno
de los barrios de Roma, y le dijo estas palabras: Dios misericor
dioso ha perdonado á todos. Rogó el Clérigo á María Santísima
si á él le habia perdonado sus pecados; mas la Señora no le respon
dió, por lo que se llenó de tristeza. Pasado algún tiempo se le vol
vió á aparecer la Virgen, diciéndole: El Señor piadoso ha perdo
nado-) asi á los vivos como á los difuntos. Á lo cual dijo el Clé
rigo: ¿Y á mí, Señora? Ni esta segunda vez le respondió la Vir
gen, por lo que comenzó á temer si por algún pecado oculto no me
recía el perdón, y clamó al Señor de todo corazón para que le per
donase. Tercera vez se le apareció la Santísima Virgen, y le dijo:
Dios lleno de clemencia te ha perdonado tus picados. Luego le
reprendió por la poca devoción con que una vez visitó la Iglesia,
Entonces se acordó el Clérigo, que visitando un dia la Iglesia de
San Pablo habia estado sin devoción ni recogimiento, hablando
con sus amigos.
Infiere de todo lo dicho, que sinó visitas la Iglesia con devo
ción, si en vez de dar culto á Dios en su templo vas á hablar allí
con tus amigos, si te vistes inmodestamente, si vas á la casa de Dios
ostentando orgullo y vanidad; en una palabra, si en lugar de edifi
car á tus prójimos los escandalizas con tu mal ejemplo, no ganarás
la Indulgencia ó Jubileo: pues para conseguirlo es menester que te
humilles en la presencia de Dios, que te vistas modestamente y sin
vanidad, que contengas los ojos y la lengua á manera de reo que
pide perdón de sus culpas, que avives la fe y la esperanza de quo
la misericordia de Dios te perdonará; y que haciendo, como dice
Claus (n), un acto de perfecta contrición de todos tus pecados con
CUESTION LIV.
¿Qué tanta devoción hemos de tener para ganar totalmente una
Indulgencia plenaria?
Ninguno estrañe.que después de haber añrmado en la cuestión
pasada que es menester visitar con devoción la Iglesia ó Iglesias
para conseguir alguna Indulgencia, pregunte yo ahora ¿qué tanta
devoción hemos de tener para ganar enteramente una Indulgencia
plenaria? Porque siendo esta, según mi modo de pensar, una de las
cuestiones mas difíciles en materia de Indulgencias, es preciso exa
minarla bien para resolver con acierto.
Si consulto á los Teólogos y Canonistas, veo que cada uno va
por su parte. Unos opinan con Eusebio Amórt (<z), que para conse
guir todo el fruto de la Indulgencia plenaria, es necesario el propó
sito de satisfacer congruamente á la divina justicia con penitencias
propias: pero esta opinión queda ya impugnada en la cuestión tri
gésima quinta. Otros dicen que en haciendo bien y en estado de gra
cia lo que manda el Papa, todos igualmente ganan la Indulgencia
plenaria, tengan más ó menos trabajo en ir á buscarla, más ó menos
devoción, con tal que sea suficiente, y esta es la opinión mas co
mún entre los Teólogos (6), y también la de Santo Tomás (c): bien
que si la Indulgencia se da indeterminadamente, v. g. al que diere
limosna para la fábrica de una Iglesia, entonces el que contribu
yere con más, participará más de la Indulgencia, dice el Santo. Ja-
cobo de Grafis (rf), Nicolás Mazota, Dicastillo y otros que cita Min-
derér, afirman que cuando la causa no es proporcionada á la In
dulgencia plenaria, el que debe hacer mucha penitencia por la mul
titud y gravedad de sus culpas, y practica con frialdad y tibieza las
obras que se mandan para ganarla, no la ganará enteramente: y
[o] Amórt en el tomo 3.° de 8U Teología Ecléctica, cuestión 2." de las Indulgencias.—
Bartolomé Fumo.Andreuci
— Flaviano
[b] Andrés en Rici.
su Gerarquía Eclesiástica, impresa en Roma 1766, disert. 8.a,
}. 2.°, núm. 7 y 16.—Minderér, parte 1.', confer. 7.", cuestión 7."—Viva, cuestión 6.* del Ju
bileo, art. 5.°—Teodoro, Mastrio, Goti, los Salmanticenses.
[c] Santo Tomás en el Suplemento de la 3." parte, cuestión 25, art. 2.°—Biluárt de las
Indulgencias, art. 5.°
[di Jacobo de Grafis en el Apéndice de sus decís., parte 2.a, pág. 68.—Mazota en su
Teología Moral, cap. de las Indulgencias, }. 1.°, núm. 4.—Dicastillo en el núm. 140 de las
Indulgencias.
163
puede ser tanta la devoción de otro que practique las mismas obras,
que la consiga del todo. Por último, San Buenaventura (e) enseña
absolutamente que aunque las Indulgencias, en cuanto es de par
te del que las da, valen tanto como prometen; sin embargo, de par
te de los que las reciben no valen igualmente á todos, sino que par
ticipan de ellas más ó menos, según su mayor ó menor disposición:
y esta opinión siguen San Raimundo de Peñafort (_/*), Inocencio IV
y V, San Antonino, A stesano, Natal Alejandro, Cristiano Lupo,
Tourneli, Bosuet, Feijoo, Pedro Ballerini, Vanráns, &c, aunque
cada uno se esplica de diferente modo.
Convienen los Teólogos en que es divisible el fruto de la In
dulgencia plenaria; y asi puede muy bien suceder que unos fieles
la ganen enteramente, y otros ganen parte de ella. Concuerdan asi
mismo en que aquellos que cumplen las obras que se requieren para
ganar la Indulgencia plenaria, participan más ó menos del efecto
de ella por la desigualdad de la contrición ó amor de Dios que ca
da uno tiene. Porque asi como no se adquiere la remisión de la pe
na de algún pecado venial, sino se supone perdonada la culpa de él;
asi cuanto mayor es la remisión que consiguen los fieles de los mis
mos pecados en cuanto á la culpa, tanto más dispuestos están para
participar del efecto de la Indulgencia. Mas cada uno percibe ma
yor ó menor perdón de los pecados veniales, cuanto más ó menas
fervoroso fuere el acto de contrición ó de amor de Dios, el cual co
mo dice Teodoro(g'), puede ser tan perfecto que deteste todos los pe
cados veniales y se le perdonen. Pero esto, como escribe Minderér,
no es el punto de la cuestión propuesta. Respondiendo pues á ella,
Digo que aunque sea plenaria la Indulgencia no todos la ga
nan igualmente, sino que unos la ganarán del todo y otros ganarán
parte de ella, según la mayor ó menor disposición de cada uno. Y
asi para que ganemos totalmente la Indulgencia plenaria, hemos
de hacer con la mayor devoción y fervor que podamos, todo lo que
se nos manda.—Es la opinión más segura, y la más conforme á la
mente de los Sumos Pontífices.
[e] San Buenaventura en el 4.°, dist. 20, parte 2.*, art. 1.°, cuestión 6.,—Véase Virgi
nio VaJseqtii, cap. U3 de la obra citada.
[/] San Raimundo en el libro 3.° de la SumR, que he visto en San Fernando de Méji
co, impresa en Verona 1744, tít. 34, j. 5.°—San Antonino, parte 1.* de la Suma Moral, tít. 10,
cap. 3 °, 3.°; y Pedro Ballerini en la preleccion 3.» á las obras del mismo Santo, cap. 4."
y o. "—Suma Astense, tít. 40, art. 2.°—Natal Alejandro en el tomo 1.° de la Teología, apén
dice al cap. 2.° de las Indulgencias.—Lupo en la disert. de las Indulgencias, cap. 10.—Ho
norato Tourneli en el tomo 9.° de la Teología, impreso en Paris 1765, cuestión de las Indul
gencias, art. 1.°, conclus. 5."—El ilustrísimo Feijoo en el tomo 1.°, carta 45. —Vanráns, cues
tión 3.", ntím. 15.—Santander en el tomo 1.°, doctrina 1.»
.»• lg\ Teo<loK> del Espíritu-Santo en la parte l.» de las Indulgencias, cap. 5 °, art. 7.°
Minderer en la 1.» parte, mira. 479.
161
Prueba primera de la conclusión.—Para que las Indulgen
cias sean válidas, se requieren dos condiciones de parte del que las
da, y otras dos de parte del que las recibe, dice San Buenaventu
ra: de parte del que las da, se requiere potestad, y causa justa y ra
zonable para concederlas; y de parte del que las recibe, confesión
con arrepentimiento de los pecados, y fe con devoción verdadera.
Supone también el Doctor Seráfico lo que dije yo en la cuestión vi
gésima primera, es á saber: que no cualquiera causa aunque sea
justa y razonable, es bastante para cualquiera Indulgencia, sino que
es menester que sea también proporcionada á la cuantidad de la In
dulgencia que se concede: pero esta suficiencia ó proporción de la
causa, quiere el Santo que sea no solo de parte del que da la In
dulgencia, sino también de parte del que la recibe, y por eso dice
que según los hombres se acercan más ó menos á aquella causa,
asi participan más ó menos de la Indulgencia; pues todos deben
suponer que los dones y misericordia del Espíritu-Santo se dis
tribuyen con equidad y proporción. El que ha cometido muchísi
mos y gravísimos pecados y no ha dado todavía satisfacción alguna
á la divina justicia (h), no es fácil que consiga luego todo el fruto
de la Indulgencia plenaria, pues su corta penitencia por tantas y
tan enormes culpas como ha cometido, tiene poca proporción con
la cuantidad de tamaña Indulgencia: á no ser que hiciera las diligen
cias para ganarla, con un fervor estraordinario. Procure pues satis
facer á Dios con oraciones, con limosnas, con ayunos ú otros ejer
cicios penales, humillarse en la divina presencia, hacer actos fervo
rosos de contrición y de amor de Dios, y de este modo se irá dispo
niendo para lograr todo el fruto de la Indulgencia plenaria. Y para
que se anime á practicarlo de buena gana, oiga lo que dice el Con
cilio de Trento (i) á todos los que hemos pecado después del Bau
tismo. "Es propio de la divina clemencia, dice, que no se nos perdo
nen los pecados sin ninguna satisfacción, para evitar que teniendo
"con este motivo por más leves los pecados, caigamos en otros ma
dores con ofensa y contumelia del Espíritu-Santo: pues no hay du-
"da que las penas satisfactorias nos apartan en gran manera del
"pecado, y nos hacen mas cautos y vigilantes para lo sucesivo; sa
inan también las reliquias de los pecados, y quitan los hábitos vi
ciosos con las obras de las virtudes que les son contrarias. Ni la
[ft] En la Historia de las Indulgencias de Amórt, parte 2.", sec. 4.", cuestión 1.», halla-
rás en los 5}. 240 y 250 la letra de Guillermo Estío y Francisco Silvio que esplican asi la
mente del Doctor Seráfico, y siguen su opinión.—También la sigue Fr. Andrés Esgambati
do los menores conventuales en el tomo 14 de su Teología, impreso en Nápoles 1783, lib. 32,
i-apítiilo 2.°
['] Hesion 14, cap. S.°
165
"Iglesia halló jamás un camino más seguro para libertarnos de las
"penas con que el Señor nos amenaza, que el que frecuenten los
"hombres estas obras de penitencia con verdadero dolor de cora-
"zon." En esta suposición, el que ha^ cometido muchos y enormes crí
menes, frecuente con un corazón contrito las obras de penitencia,
ponga en práctica las virtudes contrarias á sus vicios, mortifique sus
apetitos y pasiones, sea compasivo con sus prójimos para que Dios
se compadezca de él, pida al Señor una y muchas veces que le con
ceda el perdón de sus culpas, asi mortales como veniales, y de este
modo, según da á entender el Doctor Seráfico, se pondrá en apti
tud y proporción de lograr enteramente la Indulgencia plenaria.
Prueba segunda.—Es doctrina común de los Teólogos que las
Indulgencias modernas son una remisión de aquellas penitencias
eanónicas que imponía la Iglesia antiguamente por los pecados;
pues con referencia á ellas suelen conceder los Prelados Indulgen
cia de cuarenta dias, de un año, de siete años, &c. Opinan también
comunmente que por las Indulgencias nos perdona Dios las penas
del purgatorio; pues sinó fuera asi, las Indulgencias nos causarían
más daño que provecho. Pondré un ejemplo para que me entiendas.
A los que al toque de la campana recen á mediodía las acostumbra
das preces del Angelus Domini con las tres Ave-31 arias, concedió
Benedicto XIII cien dias de Indulgencia. Al que gane pues esta
Indulgencia de cien dias, se le perdona toda aquella penitencia que
según los cánones penitenciales antiguos debia imponérsele por cien
dias en esta vida, ó por la Iglesia ó por el Confesor. Asimismo le
perdona Dios tanta pena del purgatorio, cuanta le perdonaría si hi
ciera cien dias de penitencia según los referidos Cánones ( ;'). Pero
asi como en este mundo cien dias de penitencia valen más á uno
que la hace con mayor fervor y devoción, que á otro que la hace
con menos, pues la penitencia tanto es más satisfactoria cuanto se
hace con mayor fervor y caridad; de la misma manera, dice San
Antonino (A;), cien dias de Indulgencia valen más al que los gana
haciendo las diligencias con fervor y devoción, que á otro que pro
cura ganarlos y hace las diligencias con frialdad y tibieza. Y á la
verdad, si es propio de la justicia divina que en la justificación del
impío, por el sacramento de la penitencia, no dá Dios á todos igual
gracia, sinó que la reparte como quiere, y conforme á la disposi
ción y cooperación propia de cada uno, según dice el Concilio de
Trento (Z); parece muy regular que se porte de la misma manera
-
169
"su corazón. Libradme, Señor y dueño mío, de esta corteza engañosa
"de devoción. Dadme en la penitencia un fervor tan grande, que me
"haga verdaderamente digno del beneficio incomparable de la In
dulgencia; y haced que de tal manera me aproveche de ella, que me
'.'sirva para aumentar mi fervor." Luego para que ganemos totalmen
te la Indulgencia plenaria, hemos de hacer todo lo que se nos man
da, no con frialdad y tibieza, sino con el mayor fervor que podamos.
"Nadie, dice Ballerini (v\ confunda nuestra sentencia que atri
buye á cada uno el fruto de las Indulgencias, según la disposición
"de los que las reciben, con aquella otra que enseña que solo ganan
"las Indulgencias los que procuran satisfacer á Dios por sí mismos
"cuanto pueden. Esta opinión, que es de Cayetano (x) y Navarro,
"la fundan en aquel principio: el que puede satisfacer por sí y no
"satisface, es indigno de que se le aplique la satisfacción agena.
"Pero ¿quién no ve que con este principio, si se toma rigurosamen-
"te, no habría lugar á las Indulgencias, sino en cuanto alguno es
tuviese imposibilitado de satisfacer por sí? Cuando el Apóstol San
"Juan comunicó su propia satisfacción al bandolero por modo de
"Indulgencia, le perdonó mucha parte de la penitencia que él mis-
"mo hubiera podido cumplir por sí. De la misma manera San Ci
priano dió pruebas que por la intercesión de los Mártires podía
"remitir alguna parte de aquella plena satisfacción que los peniten
tes hubieran podido cumplir entera. Fuera de que esta sentencia
"casi hace inútiles y vanas las Indulgencias, como que no deja nin-
"gun fruto de ellas aun á los justos que hacen perfectamente las
"obras que se mandan, sinó están en ánimo de satisfacer á Dios
"cuanto puedan. A nosotros, que juzgamos que los tales por su bue-
"na disposición son dignos de ganar enteramente la Indulgencia
"plenaria, no nos puede agradar esto; y con razón creemos que so
camente la referida opinión como singular fue desaprobada por
"Benedicto XIV (y), sin que tocara á la nuestra que no es singular,
"sinó mucho más común; puesto que la llevan tantos y tan escelen-
"tes Autores como hemos dicho. Porque una cosa es que procure
mos disponernos con actos fervorosos de penitencia y devoción,
"para que asi logremos coger todo el fruto de la Indulgencia, que
"es lo que únicamente decimos; y otra cosa es que el que no tenga
"propósito de satisfacer á Dios por sí mismo todo cuanto pueda,
"nada perciba de la Indulgencia, que es lo que negamos."
Ir] Andrés Esgambati en el libro citado, cap. 2.° de las Indiligencias.—José Angles so
bre el 4.°, part. 2.\ impresa en Burgos 1585, art. 2.° sobre las Indulgencias, dificultad 4." —
Castro l'alao.
[o] Kstío en el diet. 20, ;. 10. — Esgambaü en el capítulo citado.
á no ser que satisfaciendo antes con otras obras penales ó con ac
tos fervorosos de amor de Dios, se hayan puesto en proporción de
ganar enteramente la Indulgencia plenaria.
Instarás. Luego la Indulgencia plenaria no vale tanto como
promete, supuesto que no es plenaria para todos. Yo creia que la
llamaban plenaria, porque su efecto era remitir enteramente la
pena temporal.
Respondo que la Indulgencia plenaria, cuanto es de parte de
ella y de la intención del que la concede, vale tanto como promete
ó tiene todo el valor que suena tener: pero por defecto de la dispo
sición suficiente del que va á recibirla, no se le comunica efectiva
mente todo el valor de ella. La intención del Sumo Pontífice es que
todos los fieles gocen t«>do el valor que la Indulgencia promete; mas
esto se entiende bajo de la suposición de que se proporcionen á to
do ese fruto. Y asi la Indulgencia se llama plenaria, no porque ac
tualmente y siempre perdone toda la pena, sino porque es capaz
de perdonarla, suponiendo de parte del sugeto la disposición pro
porcionada; de modo que según la mayor ó menor disposición del
sugeto, perdona más ó menos cantidad de la pena, y en aquellos en
quienes halla disposición para la remisión de toda, ía perdona toda.
Pregunto yo, si uno con afecto á un pecado venial hace las diligen
cias para conseguir la Indulgencia plenaria de un Jubileo, /la con
seguirá enteramente reteniendo el afecto al tal pecado? No por
cierto, me responderán aun los que siguen la opinión mas benigna;
pues el tal sugeto no tiene toda la disposición que debe; porque por
más plenaria que sea la Indulgencia, aquel pecado venial á que
tiene afecto, le sirve de impedimento para que la consiga entera
mente. Luego si en este caso la Indulgencia no deja de ser plena
ria, aunque el dicho sugeto no la gane enteramente porque tiene
estorbo, otro tanto respondo yo en la opinión que sigo.
De todo lo dicho se infiere que si hemos pecado gravemente
después del Bautismo, si hemos vuelto á crucificar al Hijo de Dios
con nuestras culpas y profanado su sangre divina, debemos conver
tirnos á él con todo nuestro corazón, arrepentimos de veras de nues
tras ingratitudes, manifestar todas nuestras llagas al médico espi
ritual, y sujetarnos con humildad á los rigores de la penitencia. No,
no hagamos las ohras satisfactorias con tibieza, con tedio, con una
fria indiferencia, creyendo que basta para quedar convertidos, en
trar en la casa de Dios y llegarse con los demás á la sagrada me
sa, sin practicar otras diligencias. Para salir de nuestra frialdad y
tibieza, es preciso valemos, dice Bosuét, de las poderosas armas de
la oración, del ayuno, de las limosnas y de las buenas obras, y tra
172
bajar .seriamente en el arduo é importante negocio de la salvación,
y en la duración permanente de nuestra conversión verdadera. Imi
temos á Santa María Magdalena en amar ardientemente á Jesús,
que tanto nos ama y tan liberalmente nos perdona, hagamos con un
estraordinario fervor lo que toca á su santo servicio, y de este modo
¿quién duda que nos pondremos presto en aptitud de lograr ente
ramente la Indulgencia plenariaí
CUESTION LV.
Si se mandan varias obras para conseguir una Indulgem iaple-
naria ó Jubileo, ¿será menester para su consecución hacer
las todas en estado de gracia?
Aunque ya apunté algo sobre esto en la cuestión trigésima ter
cera, advertencia quinta; sin embargo, habiendo vuelto á leer so
bre esta materia, pondré una conclusión sobre ella. Pero antes su
pongo lo primero con Benedicto XIV (a) y Bonacina, que aunque
es necesario para ganar las Indulgencias estar en gracia, no es ne
cesario adquirirla por la confesión, sino se declara en la Bula en
que se conceden. Supongo lo segundo, que cuando hablo en esta
cuestión, de las obras hechas en pecado, no comprendo entre ellas
ni la confesión ni la comunión; pues ya dije en la cuestión trigési
ma nona, que el que para ganar una Indulgencia se confesase mal
ó hiciese una comunión sacrilega, aunque al acabar de hacer la úl
tima diligencia se pusiera en gracia de Dios por un acto de perfec
ta contrición, no ganaria la Indulgencia (6). Esto supuesto,
Respondo que aunque es lo más seguro (c) el empezar por
una buena confesión para hacer en gracia de Dios las otras obras;-
sin embargo, según la opinión más común (<Z) basta para ganar la
Indulgencia ó Jubileo, hacer la última- obra en estado de gracia,
con tal que se hagan las demás con ánimo penitente.
Lo primero, porque lo que absolutamente se requiere para ga
nar la Indulgencia plenaria, es el que la última obra se haga en gra
cia; pues en aquel instante se ha de percibir el fruto de la Indulgen
cia, y no podria percibirse si el alma estuviera en pecado. Las de-
[a] Benedicto XIV en el tomo 13 de sus obras, cuestión canónica 344.—Bonacina, cues
tión 1." de los Indulgencias, punto 5.°, propos. 2.", núm. 5.
[ft] Viva, cuestión 8.* del Jubileo, nrt. 4.°
[c] San Carlos en las Actas de la Iglesia de Milán, impresas en Padua 1754, tomo 2.°,
part. 7.», pág. 889.
[d] Así la llama Benedicto XIV en la Bula Inler prteteritos (la 21 del tercer tomo de su
Bulario), {. 75.—El Cardenal Jum de Torquemada, tumo 5.° de sus obras, impreso en Vene-
cia 1578, trat. de la penitencia, {. Item in Lcvilico, ama. 89.—Channes, cuestión 4." de las
Indulgencias, art. 1.°—Flaviano Rici, &c.
173
más obras que se mandan practicar antes de la última, no es preciso
que se hagan en estado de gracia; puesto que no se tienen como mé
rito de condigno para conseguir la Indulgencia, sino como condición
y disposición que manda el que la concede. Y asi como, dice Minde-
rér (e), las obras sobrenaturales que hace el pecador sin la gracia
santificante le van disponiendo para que la reciba; del mismo mo
do las obras impuestas que hace con ánimo penitente y devoto el
que está en pecado, le van preparando para que consiga la remisión
de la pena luego que se le perdone la culpa.
Lo segundo, .porque asi es la práctica común de los fieles que
ordinariamente en tiempo del Jubileo suelen hacer las visitas y los
ayunos antes de confesarse, con el fin de prepararse mejor para el
sacramento de la penitencia, y después confiesan y comulgan para
conseguir asi con mas certeza la Indulgencia plenaria. Esta cos
tumbre pública de los fieles, como dice Benedicto XIV (/), es bas
tantemente concedida y no reprobada por el mismo que concede la
Indulgencia, siendo imposible que se persuada el Santo Padre que
las visitas que para conseguir el Jubileo hacen los fieles por trein
ta dias ó por quince interpolados, no las hacen sino aquellos que se
han puesto antes en gracia.
Lo tercero en fin, porque los Sumos Pontífices algunas veces
prescriben obras que se han de practicar por muchas semanas y
aun por muchos meses, para poder conseguir una Indulgencia ple
naria. Asi Clemente XI (g) en 1714 concedió una Indulgencia
plenaria, aplicable por los difuntos, á los que por un ano entero re
cen todos los dias la Corona de Santa Brígida (á lo menos de cin
co dieces), confiesen y comulguen el dia que elijan, y pidan á Dios
por las necesidades comunes de la Iglesia. Benedicto XIV (h) con
cedió otra plenaria en 1743 á los que por un mes continuo acos
tumbren rezar cotidianamente la dicha Corona de Santa Brígida
(bendita por los Padres Superiores de los monasterios del Santísi
mo Salvador, ó por otro que tenga facultad para ello), y confesa
dos y comulgados en el dia que escojan, hagan oración á Dios por
las mismas necesidades de la Iglesia. Finalmente, en 1736 conce
dió Clemente XII (i) á todos los fieles que al toque de la campana
CUESTION LVI.
[II] Benedicto XIV en el 6. 75 de la Bula Inter pr<cteritos.~VivB, cuestión 6.J del Jubi
leo, art. 2.°, mlm. 4 y 5.—Amort.
[ni] Tomas de Óharmes.
[ra] Sesión 6.", can. 28.
176
Por intención habitual, entiendo aquella que antes fue actual y no
ha sido retratada; pero se ha interrumpido con acciones que no tie
nen conexión con los medios («). V. g. Por la mañana haces inten
ción de ganar cuantas Indulgencias puedas en todo el dia, y des
pués que la haees, comes, duermes y traficas entre dia. Por la no
che, cuando tocan la campana á las ocho, rezas de rodillas el Sal
mo De profundis, ó un Padre-nuestro y una Ave-María con el
verso Réquiem aternatn, &c, por las Animas. Hay también inten- '
cion interpretativa, y es aquella, dice Cocáleo (¿), que se juzga
que tiene cualquier cristiano piadoso que quisiera ganar todas las
Indulgencias que puede. Advertido esto, y suponiendo que algunos
Teólogos han tomado aquellas palabras en otra significación que
la que yo les doy,
Respondo con el Cardenal de Lugo (c), Juan Poncio, Jorge
de Rodes, Torrecilla, Vigand, Charmes y Giribaldo, que para ga
nar las Indulgencias basta cualquiera intención de las tres prime
ras que dije, aunque la actual será siempre la mejor. Convenimos
todos en que con la intención actual y aun la virtual se ganan las
Indulgencias: por lo que solamente voy á probar que se ganan tam
bién con la habitual, si se ponen los demás requisitos.
Lo primero, porque no es creible que los que conceden las In
dulgencias pidan otra intención para ganarlas que la que se requie
re para recibir los sacramentos. Es asi que para recibir casi todos
los sacramentos no se requiere en los adultos la intención actual ó
virtual, sino que basta la habitual, la cual si alguna vez se ha teni
do y no ha sido retratada, moralmente persevera, como dice Bene
dicto XIV (d) tratando del Bautismo de los adultos': luego la inten
ción habitual basta para ganar las Indulgencias.—Lo segundo, por
que las obras que se imponen para ganar la Indulgencia, se impo
nen por modo de precepto. Luego asi como para cumplir el precep
to basta que uno haga voluntariamente lo que le mandan, sin que
tenga intención actual ó virtual (e) de satisfacer al precepto; del
mismo modo quien hace todo lo que le manda el que concede la In-
[a] Ferraría en la palabra Intención, desde el núm. L
[b] Buenaventura de Cocáleo cuestión 6." de las Indulgencias.—Charmes.
[c] Lugo, tomo 6.°, disp. 27, sec. 6."—Juan Poncio, disp. 46 de su Teología, núm. 189.—
Rodes, tomo 2.° de su Teología Escolástica, trat. 11, {. 5.° de las Indulgencias.—Torrecilla"
en la Suma y en la Enciclopedia.—Vigand, trat. 14, núm. 95.—Charmes, art. 1.° de las In
dulgencias, cuestión 3.»—Giribaldo, núm. 44.—Juan de Alloza en las Flores de las Sumas, pa
labra Indulgencia, sec. 4."—El ¡lustrísimo Santander, tomo 1.°, doctrina 1."—Leurenio so
bre el 5.° de las Decretales, cuestión 541.—Cocáleo, Portel, Gobát, Palao.
[d] Benedicto XIV en la Bula Postremo mense (la 28 del tomo 2.° de su Bularío, impre
so en Roma 1749), }. 46.—Ligorio, lib. 6.° de su Teología Moral, núm. 81.
[e] Ligorio, lib .4.°, mlm. 176.—Ferraris en la palabra Ley, art. 4.°—Lacroix, lib. 1.° de
su Teología Moral, núm. 695.
m
tlulgencia, la ganará aunque no tenga intención actual ó virtual de
ganarla.— Lo tercero, porque, como dice Esmalgrueber (f), lo su
brogado tiene la naturaleza de aquello mismp en que se subroga.
Es asi que se sustituyen las Indulgencias en lugar de las obras sa
tisfactorias, como dije en la cuestión trigésima quinta: luego tenien
do las obras satisfactorias su fuerza, aun cuando el que las bace no
tenga intención actual ni virtual de satisfacer con ellas, también
la tendrán las Indulgencias. Si yo debo un peso á un comerciante,
y se lo paga un amigo por mí sin que yo lo sepa, ¿quedará pagada
la deuda? Si estando tú en gracia de Dios, aplico yo una Misa por
tí, ¿no recibirás el fruto de aquel sacrificio aunque lo ignores? to
dos me dirán que sí; pues segun afirma Torrecilla, basta para re
cibirlo, la intención implícita y general que todos tenemos de sa
tisfacer á Dios de cualquier modo que podamos. Luego también que
dará pagada la deuda de aquellas penas que debo por mis pecados,
si yo hago con devoción una obra á la que están concedidas Indul
gencias, aunque yo no me acuerde de ellas y aun cuando yo las ig
nore, dice el Cardenal de Lugo (g), supuesto que Ja Iglesia satis
face entonces por mí.—Lo cuarto en fin, porque, como dicen Vi
va (h) y Laiman, ni la naturaleza de las Indulgencias, ni la men
te del que las concede, piden intención actual ó virtual en el que las
gana. No la mente del que las concede; puesto que solamente dice
en las palabras de la concesión, que los que hagan tal ó tal obra,
conseguirán tantas Indulgencias. No la naturaleza de ellas; pues es
constante que puede ganarlas el que carezca por entonces del uso
de la razón. Los Sumos Pontífices conceden muchas veces Indul
gencia plenaria á los moribundos, destituidos de los sentidos, sin
imponerles ninguna carga, como insinué en la cuestión XXI. Ur- -
baño V (i) concedió á su padre, que estaba en el artículo de la muer
te, Indulgencia plenaria. Estando en agonía Pió VI, Monseñor de
Espina, Arzobispo de Corinto, le dio la bendición papal que se acos
tumbra dar en Roma á todos los Pontífices moribundos. Todos los
dias vemos aplicar la Indulgencia de la Bula de la Cruzada y otras
varias á los moribundos, aunque estén privados enteramente de los
sentidos, y aun cuando estén frenéticos y furiosos si estuvieron al
guna vez en su juicio. De todo lo cual se manifiesta, dice Barufal-
Nola 17.—El Autor de la preciosa obrita El Sacerdote Santificado, en el tomo 1.°, car
ta 1.", nnm. 79, refiere un caso sucedido al limo. Granmont, Obispo de Besanzon en Francia.
Habia este publicado un Edicto, mandando que no se diese la absolución á aquellos moribun
dos que no hubiesen pedido antes la absolución, y que no daban señal alguna espresa de con
fesión, por no esponer el sacramento á riesgo de nulidad. Sucedió pues, que él mismo fue so
brecogido de un accidente, en medio del cual deseaba con vivas ansias y pedia interiormente
confesión; pero ni con palabras ni con señal ninguna podia significar este su ardiente deseo.
Habiendo salido del apuro y sonado, revocó luego el Edicto quu habia dado antes, intimando
que se diese la absolución á aquellos moribundos que no daban señal alguna espresa y clara
hacia fuera, ni habian pedido antes confesión, con tal que hubiesen vivido cristianamente.
[m] En los números 410 y 416 de la 1.» parte.
180
cieran; supuesto que teniendo ella tanto influjo en las buenas accio
nes de todo el dia, conservaríamos á todas horas la intención vir
tual que tú juzgas tan necesaria para el logro de las Indulgencias.
Pero si yo conozco que el mismo influjo tiene en las acciones del
dia la intención particular que la general, pues tan fácilmente se
interrumpe la una como la otra por las varias ocupaciones de la
vida humana; y veo por otra parte que si hago por la mañana la
intención particular que tú dices, me espongo á dejar de ganar otras
varias Indulgencias entre dia por no haber estendido la intención
á ellas, ¿por qué he de seguir tu opinión, á la que intentas traer por
fuerza al Cardenal Bona?
En dos veces que le citas, en ambas tuerces su sentido. En nin
guna de las dos (y aun creo que en ninguna de sus obras) trata la
cuestión presente, y asi no podemos saber cual era su opinión acer
ca de ella. En la primera vez no habla Bonade la intención gene
ral de ganar Indulgencias que tú repruebas, sinó que tratando de
la preparación próxima para rezar el Oficio divino, aconseja á to
dos (n) que renueven la intención actual al principio de cada hora,
Íque no se contenten con la virtual. Luego si esta autoridad pro-
ara algo contra mí, probaria también que para ganar Indulgen
cias no basta la intención virtual, lo cual es inmediatamente con
tra tí. Bona acoaseja la intención actual para cada hora del Oficio
divino, yo aconsejo la misma para logro de las Indulgencias: pero
de que aconsejemos uno y otro lo mejor, -ni puede inferirse que yo
soy de sentir que la intención habitual es insuficiente para ganar
Indulgencias, ni que afirma Bona que no basta la virtual para re
zar el Oficio divino. En la segunda vez que le citas, no infiero yo de
lo que dice Bona, lo mismo que infieres tú. Es cierto que señala en
tre los puntos de la recta intención la que uno ha de tener de ganar
las Indulgencias que están concedidas á tal obra que va á practi
car. Mas ¿qué mucho que se esplique de ese modo, si va hablando de
aquella obra buena en particular á las que están anexas Indulgen
cias? Si yo hablara á alguno de la Misa del dia de Corpus, no era
mucho que le dijera que entre otras intenciones buenas que podia
tener oyendo aquella Misa, habia de tener también la de ganar ta
les y tales Indulgencias que concedieron los Papas á quien la oiga.
"Cuando te pongas á hacer una obra buena, dice este piísimo Carde
nal (ñ), procura tener muchísimas intenciones buenas, como la de
"honrar á Dios con aquella obr-a, hacer su voluntad santísima, imi
tar á Jesucristo, vencer aquel vicio, conseguir aquella virtud, sa-
Ín] Suadco, dice Bona, ut reelec intentionis actus imilio cujusque officii instauretur.
ñ] En el lugar citado del Relox Ascético.
181
"tisfacer por tus culpas, obedecer al prelado, dar buen ejemplo á
"tus prójimos, socorrer á las Almas del purgatorio, ganar las In
dulgencias concedidas á la dicha obra, «fcc, &c: porque con una
"obra buena que hagas, teniendo al hacerla diez intenciones rectas,
"podrás merecer tanto como si hicieras diez veces aquella obra sin
"tener tales intenciones." Lo que dice pues el Cardenal Bona, no
se opone á mi opinión.
Sin embargo, aconsejo á todos los fieles que cuando hagan al
guna obra buena á la que están concedidas Indulgencias, tengan
al mismo tiempo voluntad ó intención de ganarlas. Mas por cuan
to nuestra memoria es muy frágil, y aunque hagamos con devoción
las obras buenas, unas veces nos olvidaremos de las Indulgencias
al tiempo de hacer la obra buena, y otras ignoraremos que están
concedidas por aquella obra que hacemos, exorto á todos á que lue
go que se levanten por la mañana, ó á lo menos en los domingos,
hagan intención espresa de ganar todas cuantas Indulgencias pue
dan en las buenas obras de aquel dia ó de aquella semana, y de apli
car también las que puedan por las Animas del purgatorio. Asi lo
aconsejan muchos Autores místicos y morales, entre los que he
visto á Nieremberg (o), Arbiol, Sanz López, Joáquin de Alvalate,
y á Manuel Ignacio de la Reguera, consultor de la S. C. de Ritos,
é ilustrador de la Teología Mística de Godinez.
CUESTION LVII.
[o] Juan Ensebio Nieremberg en la Codicia Santa de la Gracia, $. 17; y en las Florea
Espirituales, tít. 11, desde el niím. 11.—Arbiol eu la Tercera Orden: y en los Desengaños
Místicos.—Sanz en la Doctrina Mística, núm. 719.—Alvalate en el cap. 15 de la Teología
Mística.—El P. Reguera sobre Godinez, tomo J .", part. 2.», lib. 4.°, núm. 429.—Fr. Antonio
de San José en el Compendio Salmanticense, tomo 2.°, punto 2." de las Indulgencias, núm. 8,
en donde encarga que se renueve la intención de ganarlas al principio de la semana 6 del mes.
[o] Suarez, disp. 52, sec. 8.»—Mastrio, núm. (55.—Anacleto Reúifestuel en la Teología
Moral, tomo 1.°, cuestión 5.» de las Indulgencias, núm. 55.—Lugo, Pones, Ferraría, Minderér,
182
concesión, podemos ganarlas todas con una sola obra que hagamos:
pues asi lo da á entender bastantemente la fórmula de la concesión.
V. g. AJosque teniendo la Bula de la Cruzada visiten cinco Alta
res en cualquier dia en que hay estación en Roma, y rueguen á Dios
por la unión y victoria de los Príncipes cristianos contra los infie
les, se les conceden las Indulgencias de las estaciones. Pues con una
sola vez que los visiten, ganarán todas cuantas Indulgencias esta
cionales haya concedidas en aquel dia, ya sean plenarias ó ya par
ciales, pudiendo aplicarlas por los difuntos.
Respondo lo segundo con Edmundo Voit (6), Diana y Anto
nio del Espíritu-Santo, que cuando la obra no se puede repetir en
aquel dia, ó no suele volver á hacerse por entonces, podemos ganar
con ella muchas Indulgencias.—La razón es, porque nunca hemos
de presumir de la mente del que concede cualesquiera Indulgen
cias el que quiera que su concesión se frustre: y se malograría cier
tamente la concesión de muchas, dice Viva (c), si la obra que se ha
ce una vez y no puede reiterarse, fuera insuficiente para ganarlas.
Infiere de aquí lo primero, que con una comunión que ha
gas (d), tienes bastante para ganar cuantas Indulgencias haya en
aquel dia en las diversas Iglesias que visitas, haciendo en ellas las
oraciones que se requieren, especialmente si las Indulgencias son
aplicables por los difuntos. Mas esto se entiende cuando las tales
Indulgencias están concedidas por diferentes causas ó motivos.—
Lo segundo, que si teniendo la Bula de la Cruzada ayunas la vigilia
ó víspera de Corpus, y pides á Dios por la unión y victoria de los
Príncipes cristianos contra los infieles, no solamente ganarás quin
ce años y quince cuarentenas de Indulgencia que se conceden por
la dicha Bula, sino también cien dias concedidos por Martino V, y
otros ciento por Eugenio IV: y si acaso eres cofrade de nuestra Se
ñora de la Merced, puedes ganar otros tres años y tres cuarentenas
de Indulgencia (c).—Lo tercero, que si cuando tocan á las Ave-
Marías por la tarde, saludas á la Reina del cielo con las acostum
bradas preces, puedes ganar á un mismo tiempo cien dias de In
dulgencia concedidos por Benedicto XIII, cincuenta dias por Six
to IV (/), y si estás en Méjico, otros ochenta dias concedidos por
[i] Voit en el tomo 2.° de la Teología Moral, núm. 655.—Diana, resolución 13 y 14 de
las Indulgencias.—A-ntonio del Espíritu-Santo en la 1.a parte del Directorio de loe Recula
res, trat. 2.°, disp. 5.», sec. 1.»—Gobát en su Tesoro, part. 1.", núm. 210.
fe] Viva, cuestión 8.» del Jubileo, art. 1.", núm. 5.
fd] Reinfestue!, nfím. 51 de la edición de Amberes 1758.—Leonardo Jansen en el ca
lo 102 ae la Teología Moral, núm. 10. —Amórt en la Teología, cuestión 36.—José de Avila.
[e] Mira en el tomo 11 del Bulario romano la Bula Exp'oni nobis de Inocencio XI, 23
de Diciembre de 1678.
{/] Vadingo en sus Anales al año de 1475, núm. 46.
183
el Escelentísinio é llustrísimo señor Nuñez deHaro (g): y sí acaso
tienes Corona de Jerusalen (A) ó 31edalla romana con Indulgen-»
cias, otros cien dias: y si al rezar las Ave-Marías pronuncias con
reverencia los sacratísimos nombres de Jesns y de María, ¿por qué
no has de poder ganar cincuenta dias de Indulgencia por cada vez
que los pronuncies, concedidos por Sixto V (i) y confirmados por
Benedicto XIII?
Respondo últimamente con Antonio de Córdoba (f), Enrique
Enriquez y Pablo María Quarti, que tengo por probable que cuan
do varios Pontífices nos conceden muchas Indulgencias parciales
por una misma obra, aunque esta pueda reiterarse, podernos ganar
las todas con una vez que las practiquemos; á no ser que conste otra
cosa de la mente del que las concede.
Pruebo esta conclusión con las razones siguientes:—Primera,
porque para ganar dichas Indulgencias, hacemos al pie de la letra
todo lo que nos mandan los que las conceden.—Segunda, porque
siendo la Indulgencia un beneficio del Príncipe se ha de interpre
tar latamente, siempre que pueda hacerse sin perjudicar á otro. Y
¿á quién se sigue perjuicio de que con una obra sola ganemos mu
chas Indulgencias?—Tercera, porque un privilegio no se quita con
otro, ni hay mayor razón para que se ganen las unas Indulgencias,
y no se ganen las otras.—Cuarta, porque con un solo acto puedo
cumplir muchos preceptos, como con un ayuno el precepto de la
témpora, el de la vigilia, y aun el de mi regla: con una vez que re
ce el Oficio divino, satisfago á la obligación de rezar que tengo con
traída por varios títulos.— Quinta, porque es casi común entre los
Espositores de la Bula de la Cruzada (&), que en aquellos dias de es
tación en que se saca Alma del purgatorio, con una visita de Alta
res se ganan dos Indulgencias; una Indulgencia para el que hace
la visita, y otra para aquella Alma del purgatorio que él determi
na. Luego siempre que varios Pontífices nos conceden muchas In
dulgencias parciales por una misma obra, podremos ganarlas todas
con una vez que la practiquemos. Y asi, exorto á todas aquellas
[g] Por su Edicto do 19 do Octubre 1791 sobre las campanas.
[h] Inocencio XI por su Breve UnigenUü qué hallarás en la Cronología do Perusino, to
mo 3.°, part. 1.», pácr. 280.
[i] Véanse los Breves en Amúrt, cuestión 47 do la Teología.
[j] Córdoba, cuestión 32.—Enriquez en el libro de las Indulgencias, cap. 17, {. 5.°—
Quarti en el tít. 3.° de las Bendiciones, sec. 16, dub. 6. "—Antonio Fernandez de Moure en
el Examen de la Teología Moral, parte 3.a, '. 8.° de las Indulgencias, núm. 10.—Suma As-
tense, Bordonio, Lezanu, Gratis, Leandro, Sa.
[k] Los Salmanticenses en el tratado de la Bula, cap. 3.°, níím. 118.— Raimundo Lum-
bier en sus Fragmentos Morales, núm. 1117.—Valentín de la Madre de Dios en el Fuero de
ia Conciencia, nnm. 517.— Mendo, Trullén, Vidal, Esteva, Manuel Rodríguez, Ibañez de Aoiz,
Belzü, Ramos, Grosin, Pedro Catalani, Escobar y Mendoza, José Sánchez de la Parra.
184
personas que acostumbran hacer obras piadosas, como enseñar la
doctrina cristiana ú oir su esplicacion, andar el Via-crucis, hacer
los actos de fe, esperanza y caridad, rezar el Rosario ó la Corona,
visitar aquellas Iglesias á las que están concedidas Indulgencias,
acompañar al Santísimo cuando 1c llevan en procesión ó á los en
fermos, &,c, que tengan intención de ganar todas cuantas Indulgen
cias estén concedidas á la práctica de tales obras.
Dije en la conclusión: á no ser que conste otra cosa de la men
te del que las concede. Porque como esto pende precisamente de
Ja intención del que da las Indulgencias (/), si este declarara lo con
trario de lo que yo sigo, debiéramos en ese caso atenernos á su de
claración.
Todo el argumento de los que llevan la opinión contraria, se
reduce á que la obra buena si se practica una vez sola, no es causa
proporcionada para ganar tantas Indulgencias; y asi es preciso re
petir la obra por cada una de las concesiones. A lo cual
Respondo primeramente con la Glosa {11) y Martin de Roa,
que para conceder y conseguir Indulgencias, no tanto se ha de mi
rar al tamaño de la obra que se hace para ganarla, cuanto á la
piedad y grandeza de la causa porque se concede. La asistencia á
las puertas de la Basílica de San Pedro de Roma cuando el Papa
bendice solemnemente al pueblo en algunos dias, parece una cau
sa leve para dar Indulgencia plenaria; sin embargo, dice Belarmi-
no (m), el asistir en aquellas circunstancias, es un medio apto para
confesar públicamente la fe bajo de una cabeza visible de la univer
sal Iglesia, y por consiguiente es causa proporcionada para conce
der Indulgencia plenaria. El que un hombre que tiene de caudal
cuatro mil pesos, dé dos reales y medio de limosna por una Bula de
la Cruzada, no parece bastante causa para que se le concedan tantas
Indulgencias como en el sumario se dicen: con todo eso, dice Vi
llalobos (n), como la dicha cantidad aunque en sí corta, se junta con
las cantidades que dan otros por la misma Bula, es causa justa y
proporcionada para que se le concedan tantas Indulgencias; pues,
según afirma Biluart, cuando la Indulgencia se da á muchos, no es
preciso que la obra de cada uno en particular sea proporcionada al
fin de la Indulgencia. Los que dispensan pues tan apreciable tesó
la Bonacina, punto 5.° sobre las Indulgencias, núm. 29.—Eligió Baseo en el tomo 1.",
palabra Indulgencia, 2.°, núm. 6.
[II] Glosa sobre la estravagante Antiquorum.—Roa en el libro de los Cuatro Estados,
cap. 35.
[m] Belarmino en el cap. 12 del lib. I.° de las Indulgencias.—Tourneli, Minderér.
[n] Enrique de Villalobos en la Suma, part. 1.», trat. 26, diiicultad 8.a, núm. 5.—Biluart,
■rt. 4.°
185
ro, si quieren hacerlo con prudencia y fidelidad, han de atender pre
cisamente á todas aquellas circunstancias que por entonces ocurren.
Y por eso vemos que la Iglesia, por una misma causa absolutamente
tomada, concede unas veces mayor (ñ) y otras menor Indulgencia.
Habiendo concedido Urbano IV cien dias de Indulgencia á los fie
les que contritos y confesados asistiesen á las vísperas de Corpus
en la Iglesia, Martino V y Eugenio IV concedieron después por la
dicha obra otros doscientos dias cada uno. Pregunto yo: para ganar
estos quinientos dias de Indulgencia, ¿será preciso asistir á las di
chas vísperas en tres Iglesias? ¿Quién se atreverá á afirmarlo, su
puesto que los Papas no lo dicen? Luego si en este caso basta asis
tir á vísperas una vez ó en una Iglesia para ganar tantas Indulgen
cias, aunque son tres los que las conceden y aunque la obra puede
reiterarse, ¿por qué no ha de bastar en otros?
Respondo lo segundo, que aunque es cierto que ha de haber
proporción entre la Indulgencia y la obra que se manda para con
seguirla, no es menester que la obra sea real y efectivamente pro
porcionada, sino que basta que sea tal en el juicio y estimación del
que la concede, como dice Gerson (o) con los Teólogos. En esta su
posición, siendo hombres lo que han concedido y conceden actual
mente las Indulgencias, y por consiguiente de diferentes genios y
opiniones, ¿qué mucho que lo que á un Papa, lo que á un Obispo le
ha parecido suficiente causa para dar una Indulgencia plenaria, á
otro le haya parecido insuficiente?¿Q,ué mucho que Gregorio XV(/»)
en el año de 1621 tuviese por causa proporcionada el decir: Ben
dita sea la Santa é inmaculada Concepción de la bienaventura
da Virgen María, para conceder á quien dijese devotamente esta
alabanza en honor de la Virgen la Indulgencia de cien años (No
ta 18); y que después suplicando la Duquesa de Parma á Benedic
to XIV en el año de 1742 que la confirmara, se negase á ello dicien-
4
Nota 18.—El Autor de la Sinopsis (memoria) cronológica de la Vida del limo, y V.8
señor don Pedro de Castro, Arzobispo de Granada y de Sevilla, dice al año de 1622, pág. 111,
que la Indulgencia concedida por Gregorio XV fue de cien dias. Pero yo más creo á Teófi
lo Rainaudo que floreció en el mismo siglo en que Gregorio fue Papa, el cual en el tomo 8.°
de sus obras, pág. 334, estampó que la dicha Indulgencia fue de cien años. Lo mismo dicen
Domingo Viva (o), Antonio Nadal, Ferraris, Ligorio, y otros; y la prueba de esto es el ha
berse negado Benedicto XIV á confirmarla.
SAI Minderér, part. 1.a, núm. 355.
o] Gerson en el Opúsculo de las Indulgencias, consideración 9.1—Plácido Renz en la
part. 12 de su Teología Especulativa, disp. 5.», cuestión 2.», art. 2.°—Estío en el 4.°, distin
ción 20, }. 10.—Filiucio, núm. 116 y 125.—Mastrio.
Íj>] Véase Minderér, part. 1.", núm. 322.
q\ Viva en el Apéndice de las Indulgencias, último.—Nadal en la 2.* part. de la Ce
lestial Conversación, cap. 7.°, núm. 344 Ferraris, art. 6.°, núm. 10.—Ligorio, Glorias da
María, part. 2.*, obsequio 9.° á María.
26
186
do que él no intentaba revocar la Indulgencia de su antecesor, pero
que no quería confirmarla porque siendo la Indulgencia grande, era
la causa incongruente y desproporcionada? Fuera de que la Igle
sia, como ya he dicho, ha variado mucho sobre el modo de conceder
Indulgencias: las circunstancias de los tiempos la han hecho cono
cer que lo que en unas ocasiones ha sido útil á los fieles, les ha per
judicado en otras. Y por tanto, veneremos siempre las determina
ciones de los Prelados de la Iglesia acerca de las Indulgencias, es
pecialmente las de los Sumos Pontífices; pues aunque alguna vez
parezcan menos conformes á la prudencia, como no sabemos qué cir
cunstancias les ocurrirían, debemos abstenernos de juzgarlas. "En
"todo tiempo presumiré,. decia el Ilustrísimo Lepe (r), Obispo de
"Calahorra, que hay causa suficiente para la Indulgencia, sea limi-
"tada ó plenaria, y que el Superior en fe de haber causa, la conce-
"de: en particular, se debe tener esta ciega y pia credulidad en las
"que concede el Sumo Pontífice, por la asistencia particular del
"Espíritu-Santo á la Santa Sede."
Respondo lo tercero con el insigne Bosuet, que el fervor de
la penitencia y de la caridad es bastante para suplir cualquiera
desproporción que pueda haber entre la Indulgencia y lo que se
manda hacer para ganarla. Este doctísimo Prelado, á quien nadie
se atreverá á tachar de laxo, nos descubre este pensamiento en sus
escritos. En las Instrucciones que dio como pastor celoso á sus ove
jas para el tiempo del Jubileo, haciéndose cargo de la disciplina
antigua y moderna de la Iglesia acerca de las Indulgencias, se es-
plica de esta manera: "El espíritu de los antiguos Cánones, y entre
"todos del Concilio de Nicéa, es conceder la Indulgencia á los que
"recompensen con el fervor lo que se haya relajado de la austeridad
"antigua: por consiguiente parece que aun en el dia la intención
"de la Iglesia es que entren los fieles en esté espíritu de fervor, y que
"amen más, cuanto más se les perdona, según lo dijo Jesucristo por
"su boca. Es verdad que el Concilio de Trento desea que se mode-
"ren las Indulgencias, para que no pierda su vigor la disciplina ecle
siástica; pero no hay cosa mas eficaz para precaver este descae
cimiento, que hacer entrar álos fieles por medio de las Indulgen
cias en este espíritu de fervor, tan conforme al Evangelio y á toda
"la antigüedad.—¿De qué sirve oponernos, dice mas adelante este
"sabio, que las penitencias que se exigen para ganar las Indulgen
cias y jubileos, son muy ligeras para que se haga una razonable
"compensación de las penas de la vida futura; pues que tantos gra-
[r] Don Pedro de Lepe en la 4.* part. de su Catecismo Católico, cap. 11, núm. 23 y 24.—
José Cantero en el Directorio Catequístico, tomo 2.°, núm. 471.—Füiucio, núm. 232.
187
"vos Autores, de los cuales algunos (s) fueron elevados á la cátedra
"de San Pedro, han enseñado que las obras penitenciales que se es
tablecen como materia necesaria para la Indulgencia, aunque
"sean pequeñas en sí mismas, se realzan por el aumentode fervor que
"inspira la Indulgencia á los penitentes, y que acompañadas del
"precio infinito de la sangre de Jesucristo y de los méritos de los
"Santos á favor de la Indulgencia, pueden quedar de tal suerte
"realzadas, que lleguen á producir en sus almas una perfecta purifi
cación?" Luego según este sabio Preládo y otros que pudiera ale
gar (/), el intenso fervor de la penitencia y del amor de Dios en
el que practica las obras á que están ligadas las Indulgencias, es
suficiente para suplir la falta de proporción que pueda haber entre
unas y otras.—Véase lo demás que dije en la cuestión L1V.
CUESTION LV1II.
U] Angel Franzoya sobre Bueembaun, lib. 6.°, trat. 4.°, cap. 1.°, advert. 65.—Minderér.
191
las obras que entonces practican, les son en tales circunstancias
por otros títulos obligatorias. Pero á mí me parece que este modo
de opinar es muy ageno de la mente de los Sumos Pontífices, y de
todos los que conceden Indulgencias; pues no querrán escluir de su
participación á una infinidad de personas, solo porque cumplen en
tonces con sus deberes. Si uno que hizo voto de religión toma el
hábito y profesa, ¿quién dirá que si lo hace por cumplir su voto, no
puede ganar por eso dos Indulgencias plenarias que le concedió
Paulo V (&), una para cuando tome el hábito, y otra para el dia que
profese? ¿Q,ué, la profesión de este será de menos mérito para con
Dios, que la de otros? ¿Se hizo acaso de peor condición que los de
más, porque toma el hábito y profesa en cumplimiento del voto?
Cuando le hizo, ¿estenderia su intención á querer privarse de las
Indulgencias? ¿O creeremos que por una obra tan meritoria, quisie
ra escluirle el Pontífice del goce de aquellas Indulgencias que con
cedió á todos los demás con tanta liberalidad y franqueza? Yo no
lo creeré jamás por mas que me predique Minderér; y asi, diré al
que hizo el voto y á los demás que practicaren las buenas obras que
dije antes, que tengan intención de ganar todas cuantas Indulgen
cias estén concedidas á la práctica de tales obras; pues es constan
te que cuando la Iglesia nos concede Indulgencias, se contenta mu
chísimas veces con que hagamos para conseguirlas, obras que son
de precepto, ó que por otros títulos nos obligan.
Confírmase la segunda parte de la conclusión.—Todos saben
que los preceptos de confesar y comulgar nos obligan por sí mismos
en el artículo ó peligro de la muerte. De aquí es que sinó es verda
dera mi conclusión en cuanto á la segunda parte, cualquier cristia
no que tenga Iudulgencias concedidas para el artículo de la muer
te, necesitará para ganarlas, comulgar ó á lo menos confesarse tan
tas veces, cuantas Indulgencias plenarias haya de ganar: supuesto
que por una parte las más de las Indulgencias que conceden los
Pontífices para el artículo de la muerte, requieren los dos sacra
mentos, ó á lo menos el de la penitencia; y por otra, es sentencia
común de los Teólogos (/) y Canonistas que el que por ignorancia,
por olvido ó por impotencia, deja de hacer alguna obra de las que
manda el que da la Indulgencia, de ningún modo la ganará. Y así,
para que un enfermo pueda ganar las Indulgencias que le están
concedidas por ser cofrade ó tercero, deberá su Párroco (siquiera
[k~\ Por la Bula Romanus Pontifex, que puedes ver en Fcrrarie, palabra Indulgencia, ar
tículo 4..° núm. 7.
[l\ Kacemberger, nilm. 33 de las Indulgencias.—Sabino Bononiense en 6U Luz Moral,
part. 2.", trat. 65, núm. 18.—Murillo.—Montefortino.—Reinfestuol, &c.
192
por caridad) darle la sagrada comunión, una vez para que cumpla
con el precepto, y otra para que gane las Indulgencias. Y lo mis
mo deberán hacer un Prelado regular con todos sus subditos, un
Vicario de monjas con sus religiosas, y aun los Capellanes de los
hospitales de Belén (//) y San Juan de Dios con los enfermos que es
tuvieren de riesgo; pues todas estas personas tienen Indulgencia ple-
naria para el artículo de la muerte, con tal que se confiesen y co
mulguen si pudieren. Qué tanta sea la dicha obligación, no me to
ca á mi decidirlo, sino á los que defienden la opinión contraria. Mas
siendo verdadera mi conclusión, como creo que lo es, cesan todas
esas obligaciones de los Párrocos, Prelados y Capellanes: pues con
una vez que se confiese y comulgue el enfermo, podrá cumplir con
estos preceptos y ganar también las Indulgencias que para aquel
artículo le estén concedidas, si practica las demás diligencias. Yo
no sé si á Cóncina, á Franzoya y á Minderér que defienden que con
ninguna obra de precepto podemos ganar Indulgencias, les darian
á la hora de la muerte dos ó mas veces los sacramentos para que
asi pudiesen ganar las Indulgencias que tenian concedidas para
aquel artículo; pero sí sé que no suele practicarse eso ni aun en las
comunidades más arregladas. Sé que habiendo concedido Paulo V
Indulgencia plenaria para el artículo de la muerte á los individuos
de las religiones y cofradías, con tal que en aquella hora se confie
sen y comulguen si pudiesen; y sinó, invoquen contritos el dulcísi
mo Nombre de Jesús á lo menos con el corazón; en el Ritual ro
mano, que mandó imprimir después para que le observemos todos,
ordena á los Párrocos que "si el enfermo puede ganar alguna Indul
gencia concedida por autoridad legítima, se la traigan á la me-
"moria, y le propongan lo que debe hacer para conseguirla: espe
cialmente que invoque una y muchas veces con un corazón con
trito el Santísimo Nombre de Jesús." Luego estaba persuadido
Paulo V á que el enfermo que hubiere recibido una vez los sacra
mentos, no necesitaba otra cosa para ganar entonces las Indulgen
cias, que invocar el Nombre de Jesús, ó hacer alguna otra diligen
cia de las que se suelen mandar. Luego la Iglesia se contenta mu
chas veces con que hagamos obras de precepto, para que ganemos
las Indulgencias.
[IT] Véanse los Búlanos citados de los Belemitas y S. Juan de Dios. El primero en la pá
gina 102 al fin de la Bula Ecclesüc catholica; de Inocencio XI; y el secundo en la páp. 92 del
tomo 1.° un Breve de Paulo V Cum certas.—Y las Constituciones de los de San Hipólito,
part. 1.", cap. 9.°, núm. 8.
193
CUESTION LIX.
Una misma Indulgencia '¡se puede ganar muchas teces en un
dia repitiendo las diligencias'1.
Antes de decidir esta cuestión, advierto que la S. C. de Indul
gencias en un Decreto que empieza Delata?, después de haber anu
lado algunas Indulgencias, y manifestado que otras son apócrifas
y fingidas, declaró que "la Indulgencia plenaria, concedida á los
"que en ciertos días visitaren la Iglesia ó hicieren otra obra piado
ra, no se gana más de una vez al dia." Este Decreto dé la S. C., que
puedes ver por estenso en Ferraris (a), en Mateuci, en Arsdekin y
en otros muchísimos Autores, se llama comunmente Inocenciano
por haberlo confirmado espresamente Inocencio XI el dia 7 de Mar
zo de 1678. Hecha esta advertencia,
Respondo lo primero, que por lo común una misma Indulgen
cia plenaria no puede ganarse mas de una vez al dia, por mas que
se repitan las diligencias.—La razón es, porque, asi lo tiene ya de
clarado la Iglesia por el Decreto Inocenciano sobredicho, el cual
según nos dice Benedicto XIV (6), fue promulgado según las fór
mulas y ceremonias de la ley.
Dije en la conclusión por lo común, para esceptuar de ella la
Indulgencia llamada de Porciúncula, que por ser cstraordinaria y
privilegiada, no está comprendida en el referido Decreto Inocen
ciano. Oigamos acerca de este punto al sabio é inmortal Lamber-
tini en la Disquisición (c) que hizo sobre ella. Va hablando Lamber-
tini de las dos Indulgencias plenarias que están concedidas á la
Iglesia de Santa María de los Angeles de Asís: la una es la famosa
de Porciúncula, concedida por Honorio III en 1223, la cual se ga
na solamente el dia 2 de Agosto; y la otra, concedida por Inocen
cio XII en 1695, la cual se gana todos los dias. Dice pues asi en
el §. 2.o, número 26: "La última diferencia que hay entre estas dos
"Indulgencias, consiste en que en orden á la de Porciúncula no se
"desaprueba aquella piadosa y antigua costumbre, según la cual
"los cristianos entran muchas veces en la Santa Capilla (Nota 19),
Nota 19.—Esta Capilla ó Iglesia pequeña, llamada Porciúncula, se conserva todavía den.
tro del augusto y magestuoso templo do Santa María de los Angeles.
[a] Ferraris, art. 4.°, núm. 15.—Mateuci en el Oficial de Curia, cap. 26 desde el nííme-
ro27.—Ricardo Arsdekin en la Teologíatripartita, part. 2." del tomo 2.°, trat. 3.°, cap. 7.°—
Amórt, Potesta, Murillo, Lacrois, Reinfestuel.
[6] En su Bula Inter pretéritos, j. 84.—Es la 21 del tercer tomo de su Biliario.
[e] Encontrarás esta Disquisición en el tomo 15 de las obras de Benedicto XIV, impre
sas en Venecia por Remondini el año de 1767, la cual he visto en San Fernando de Méjico.
27
194
»ó en las otras Iglesias á las que se ha estendido esta Indulgencia,
"creyendo que la pueden ganar muchas veces Lo cual segura
mente no se puede afirmar de la Indulgencia cotidiana; pues hay
"un" Decreto de Inocencio XI de buena memoria, ó de la S. C. de
"Indulgencias aprobado por el mismo Pontífice, en el que se deter-
"mina: Que la Indulgencia concedida á los que en ciertos y dt.ter-
"minados dias visitaren la Iglesia, ó hicieren otra obra piadofa¡
"se gana solo una vez al dia." Luego, según dice Lambertini, la
Indulgencia cotidiana concedida por Inocencio XII no puede ga
narse mas de una vez al dia, por estar comprendida en el sobredicho
Decreto Inocenciano; pero la Indulgencia de Porciúncula, la cual
supone Lambertini que es la misma que la que se ha estendido á
todas las Iglesias de mi orden, puede ganarse muchas veces, porque
no está comprendida en él. Mas acerca de esto volveré á hablar en
el tomo segundo, cuando trate de esta Indulgencia en particular,
que es en la cuestión segunda.
Argüirás contra la conclusion.^-Los Papas han concedido al
gunas Indulgencias plenarias á los fieles, espresando en la conce
sión que las ganarán cuantas veces hicieren aquella obra íi obras
porque se conceden. Luego por lo menos, cuando las Indulgencias
se conceden en los dichos términos, se podrán ganar muchas veces
en un dia, según afirma el P. Fr. Luis Mas (d).
Respondo con Amort (c), Teodoro del Espíritu-Santo y Min
derér, que aun cuando la concesión de las Indulgencias tenga la
dicha cláusula, es lo mas probable que después del Decreto Inocen-
ciano ya no se pueden ganar más de una vez al dia. Y asi aquellas
palabras cuantas veces hicieren la tal obra, no se han de referir al
dia, sino al tiempo que dure el Breve. Citan todos tres Autores una
declaración de la S. C.de Indulgencias de 27 de Setiembre de 1717,
la cual parece que se funda en el referido Decreto Inocenciano. Yo
no dudo que antes de este Decreto, según afirma Cavalieri (/), de
fendían muchos como probable que en semejantes casos se podia
ganar muchas veces en el dia la tal Indulgencia plcnaria; pero
después que se publicó el dicho Decreto, carece ya de probabilidad
la tal sentencia, dice Minderér.—Véanse también los padres Fr.
[d] En la Disertación de las Indulgencias, ndrn. 870.
[el Véase en la pág. 442 de la Historia de las Indulgencias de Amórt una declaración
de la S. C. de Indulgencias de 27 de Setiembre de 1717, núm. 3.—Teodoro, part. 1.", capí
tulo 10, art. 8.°—Minderér, part. 1.», núm, 890 y 522.
[/] En el Diálogo sobre la sagrada Cinta 6 Correa, núm. 262.—Véase Diaz de San
Buenaventura en el Espejo Seráfico, pág. 392.
195
Francisco Guijarro (g), y Fr. Francisco González de Sari Pedro
sobre lo que dice Mas.
Respondo lo segundo con el Valense (h) y Fernando Krimér,
que cuando la Indulgencia es parcial, y se concede absolutamente
y sin determinación de tiempo, puede ganarse muchas veces en un
dia. Me fundo en que si la vez primera que yo practico la obra bue
na, se tiene por causa suficiente para que consiga la tal Indulgen
cia, practicando yo aquella obra dos ó tres veces al dia, otras tan
tas habrá causa para que vuelva á lograr la Indulgencia. Ni esto
se opone al Decreto Inocencianoj pues hablando solamente de la In
dulgencia plenaria, no se ha de cstender á las parciales, siendo co
mo es, la revocación odiosa. Y supuesto que las Indulgencias se dan
muchas ocasiones para que se practiquen las obras piadosas, ¿qué
otra cosa quiere la Iglesia que la devota repetición de tales obras?
Verbi-gracia: á los que invoquen con devoción el dulcísimo Nom
bre de Jesús, concedió Sixto V (i) veinte y einco dias de Indulgen
cia^ y otros tantos á los que pronuncien con reverencia el santísi
mo nombre de María. Pues cuantas veces nombres con reverencia
en el dia cualquiera de ellos, ya sea cuando saludes á la Virgen con
las tres Ave-Marías, ya cuando la reces el Rosario ó la Corona,
ya cuando digas Misa ó el Oficio divino; otras tantas, dice Cavalie-
ri (j), ganarás la sobredicha Indulgencia. Y desea tanto la Iglesia
que frecuentes esta devoción de pronunciar con reverencia los san
tísimos nombres de Jesús y de María, que si te acostumbras áella,
te concede una Indulgencia plenaria para el artículo de la muer
te, con tal que entonces los invoques. ¿Y serás tan necio que des
perdicies tan gran tesoro?
Respondo últimamente con Minderér (fc), que cuando se con
cede la Indulgencia, sea plenaria ó parcial, para que se gane en
tiempo determinado, como en un dia, en dos, &,c, aunque la tal In
dulgencia dure para siempre, no se puede ganar más de una vez
dentro del tiempo que se señala: á menos que el que la concede, no
declare otra cosa.—Después de haber pesado bien las palabras de
[e] Guijarro en el tomo 2.° de la Teología Moral, pág. ^8 —González de San Pedro
en la Instrucción de los Hijos de María, pág. 448.
[h] Andrés Valense 6 de Vaulx en el lib. 5.° sobre las Decretales, tít. 38, $. 24.—Kri
mér, tomo 5.° sobre el 5.° de las Decretales, núm. 1545.—Minderér, part. 1.", núm. 521.—
Corella, Viva, Navarro, Teodoro.
[i] La concesión de Sixto V y la confirmación de Benedicto XIII las hallarás en la His
toria de Indulgencias de Amórt, cuestión 52; y en Juan Bautista Pitoni, Decisiones sobre los
Sagrados Ritos, núm. 1470.
[j] Cavalieri, tomo 3.°, cap. 19, decreto 3.°, núm. 5.—Gobát en su Tesoro, n>'m. 603.
[k] Desde el núm. 519.
196
Sanio Tomás (/) y San Anlonino, me parece que en esta respuesta
y en la pasada convengo con lo que opinan los dos. La razón de mi
conclusión es, porque aquel breve tiempo que se asigna para lo
grar la Indulgencia, nos da á entender claramente que no podemos
ganarla sino una vez en aquel tiempo determinado.
De aquí se infiere lo primero, que aun cuando el tiempo de la
Indulgencia se asigne por tres ó cuatro 6 mas dias, como sucede en
la plenaria de las cuarenta horas; ó por ocho, como han concedido
varios Papas en las octavas de algunos Santos; ó por quince, como
en los Jubileos cstraordinarios, no puede ganarse la Indulgencia en
todo el tiempo que se señala, sino una vez (//) solamente.— Y lo se
gundo, que las Indulgencias de las estaciones no se pueden ganar
más de una vez al dia, como sienten comunmente los Expositores
de la Bula de la Cruzada (m), que se hacen cargo del sobredicho
Decreto Inocenciano: lo cual se entiende cuando las tales Indul
gencias pueden ganarse por una sola concesión.
Dije en la conclusión última: A menos que el que la concede
no declare otra eosa. Asi lo hizo con la Indulgencia plenaria del
Jubileo del Año Santo 1750 Benedicto XIV (n), quien declaró que
en Roma pudiera ganarse muchas veces la tal Indulgencia en todo
el año, repitiendo muchas veces las diligencias; pero que de los de
más favores del Jubileo no se pudiera participar mas de una vez.
CUESTION LX.
Ñola 20.—En todo el tiempo de una publicación qus dura en España un año, y en Amé
rica dos, puedes tomar para tí dos sumarios de la Bula de la Cruzada, y no mas; pues aun
que Paulo IV habia concedido en 15 de Marzo de 1559, que cuantas veces se tomase la Bu
la se ganase Indulgencia plenaria, esta concesión se revocó después, según dicen Mendo (e)
y Pérez de Lara.
[b] Lumbier en sus Fragmentos, níím. 1157.—Belza, Díaz de San Buenaventura.
[c\ Grosin, Esteva y el Compendio Salmanticense en sus trat. de la Bula de la Cruzada.
[<T| Nogueira, dura. 10, núm. 34 y 47.—Mas en la disert. de las Indulgencias, núm. 869.
fe] Mendo, disp. 28 sobre la Bula de la Cruzada.— Alonso Pérez de Lara en el Com-
pendió de las Tres Gracias.
198
dia dos Indulgencias plenarias; la una concedida por Paulo V á los
que habiendo confesado y comulgado hacen la profesión religiosa,
y la otra concedida por Benedicto XIII á los que visitan nuestras
Iglesias.
A la segunda objeción respondo que en las concesiones de In
dulgencias que hace la Iglesia, no hemos de considerar si los suge-
tos á quienes las concede tienen ó no alguna pena que se les per
done, sino que hemos de reflexionar lo que la Iglesia en virtud de
tales gracias Ies concede ó no les concede. Porque si en este mundo
ge hallara un hombre tan feliz que por un acto fervorosísimo de con
trición consiguiera, asi el perdón de todas sus culpas como el de las
penas correspondientes á ellas (/*), claro estaque aunque la Igle
sia le concediera en un dia dos indulgencias plenarias, ninguna de
las dos conseguiría; porque la Indulgencia no puede tener lugar en
donde no hay ninguna pena temporal debida por el pecado. Mas
eso no depende de que sea en un solo dia ó sea en muchos; pues si
en todo un año no tiene algo que se le perdone, enlodo él ninguna
Indulgencia conseguirá. Hemos de considerar pues lo que Ja Igle
sia concede á los fieles, repartiéndoles en un dia dos ó tres Indul
gencias plenarias. Pero ¿qué otra cosa les ha de conceder, sino el
que consigan dos ó tres veces en un dia una total remisión de las
penas que corresponden á sus culpas? ¿Y podrán obtenerla dos ó
tres veces en un dia? Estoy tan lejos de hallar alguna imposibilidad
en eso, que voy á probar al instante que es mas fácil á algunos el
ganar para sí en un dia dos ó tres Indulgencias plenarias, que á
otros el ganar una sola.
Supongo antes, que como ya dejo dicho, es mas difícil que lo
que algunos piensan, conseguir el efecto total de una Indulgencia
plenaria. Es menester para conseguirlo, por una parte hacer al pie
de la letra lo que manda el que la concede; y por otra estar verda
deramente arrepentido, no solo de las culpas mortales, sino también
de todas las veniales sin tener afecto á ninguna. Esto supuesto, hay
algunos entre los cristianos que aunque hacen las diligencias para
ganar una Indulgencia plenaria, no por eso la ganan; ó porque no
están verdaderamente contritos, ó porque no hacen al pie de la le
tra todas aquellas cosas que manda el que la concede. Hay otros
que ganan la Indulgencia plenaria, pero no la ganan totalmente;
porque conservan el afecto á alguna culpa venial, tienen demasiado
apego á aquella pasioncilla que les domina. Otros habrá que se ar
repentirán por la mañana de todas sus culpas con propósito firme
CUESTION LXI.
CUESTION LXII.
Nota 21.—Los Sacerdotes simple?, y mucho más los hereges, cismáticos y excomulgados
vitandos deb°n advertirlo que dice el Ritual ramano(¿>):"Si amenaza peligro de muertey no hay
"Confesor aprobado, cualquier Sacerdote puede absolver de cualesquiera censuras y pecados."
[b] Véase en el Ferraris, palabra Indulgencia, art. 6.°, níím. 48, las concedidas por Be
nedicto XIV en 28 de Enero de 1756.
[c] Pedro Colét en el cap. 4.° de las Indulgencias, cuestión 3.a
lo] En la ses. 14, cap. 7.° de la penitencia.
[b] El Ritual del Sacramento de la Penitencia, 3.°—Véanse Barufaldo sobre él, líta
lo 17, núm. 13 y 15—Ligorio, lib. 6.° de la Teología Moral, desde el núm. 560.— Ferraris en
'* palabra Moribundo desde el ntím. 32.—Cliquét.
201
'penitente de cualesquiera pecados y censuras." Estas palabras del
Tridentino se entienden también del peligro de la muerte, como
dice Natal Alejandro (c). Prueba de ello es, que lo que el Concilio
llama artículo de la muerte, lo llama peligro de la muerte el Ri
tual romano; pues ya se supone que el peligro no ha de ser remoto.
Por lo cual estoy muy lejos de seguir la opinión de Minderér (<?),
que en esta materia de que trato, hace diferencia de uno á otro.—
Y lo segundo, que el artículo de la muerte puede ser verdadero,
después del cual se sigue inevitablemente la muerte; y puede ser
presunto, que es cuando comunmente se presume que alguno mo
rirá, mas por alguna causa natural ó sobrenatural no muere por
entonces. Lo cual advertido,
Respondo lo primero con Bartolomé Fumo (c), Roberto Be-
larmino y Elias de San Francisco, que cuando hay concedida In
dulgencia para el artículo de la muerte, se entiende del artículo
verdadero, y también del presunto, sino espresa otra cosa el que
la concede.— Pruebo la conclusión. Todo aquello con que se socor
re espiritualmente á los enfermos que están en el artículo de la
muerte, tanto les aprovecha si salen de aquella enfermedad, como
si mueren. De aquí es que si un moribundo es absuelto por cual
quier Sacerdote de pecados y censuras reservadas, queda verdade
ramente absuelto aunque sane de aquella enfermedad. Si á un enfer
mo cuya muerte se teme, se le administra el sacramento de la Es-
tremauncion, tan buenos ó mejores efectos le causará cuando sale
de aquella enfermedad, que cuando muere de ella. Luego cuando
los Papas conceden las Indulgencias para el artículo de la muerte,
debemos pensar de su piedad y munificencia que han de querer que
aprovechen á los moribundos, aun cuando por entonces no mueran.
¿No es cosa bien impropia, dice Amórt (/), agena del estilo de la
Iglesia, y aun de la recta razón, suspender el efecto de la Indulgen
cia por una condición que no depende del hombre, cuando ha pues
to ya de su parte todas las demás condiciones que se requieren para
conseguirla? Luego cuando la Indulgencia se concede para el ar
tículo de la muerte, si el enfermo hace las diligencias que debe
para conseguirla, del mismo modo la ganará cuando muera de
aquella enfermedad, que cuando sane de ella.
[e] Natal Alejandro en la Teología, cap. 5.° de la penitencia, art. 10, regla 32.—Sua-
rez, tomo 15, trat 8.°, lib. 2.°, cap. 19, núm. 9.—Barufaldo, núm. 14.—Ligorio, los Salman
ticenses, el Cardenal de Lugo.
[d] En la part. 2.», n(ím. 466.
[e] Fumo en su Armilla áurea, pal. Indulgencia, núm. 24.—Belarmino, lib. l.° de Indul
gencias, cap. 9.°—Elias en la parte 1.» de su Teología Moral, sec. 3.» de las Indulgencias,
núm. 18.—Silvestre, núm. 25.—Benci, }. 5.°, núm. 5.—Ponlás, caso 19.—Manuel Rodríguez.
[/ ] En su Teología, cuestión 27 de las Indulgencias.
28
202
Dijo en la conclusión; sino espresa otra cosa el que concede ta
Indulgencia. Porque si el Papa que la concede declara en su con
cesión otra cosa, esta deberá seguirse. Así sucede con la Indulgen
cia plenaria concedida por Paulo V (g) á los religiosos y religiosas
para el artículo de la muerte, con tal que entonces se confiesen y
comulgen si pudieren; y sino, invoquen contritos el santísimo Nom
bre de Jesús á lo menos con el corazón: como también con las que
concedió para el mismo artículo Benedicto XIV (h) á los terceros
seculares de mi Seráfico Padre, y á los de San Francisco de Paula,
espresando la misma condición. Estas Indulgencias pues, no se en
tienden concedidas para el artículo presunto de la muerte; supues
to que declaran los dos Papas que las conceden para el artículo
verdadero de ella.
No sucede así con la plenaria que concede para el artículo de
la muerte la Bula de la Santa Cruzada, pues no señalando el artí
culo verdadero como las otras Bulas que he dicho, la ganará tam
bién el enfermo en el artículo presunto ó imaginado. Por lo cual,
si el Sacerdote se la aplica absolutamente y sin condición alguna,
en aquel punto la ganará el doliente, dice Mendo (i), como ten
ga las disposiciones necesarias; y si convalece de aquelía enferme
dad y vuelve á enfermarse de peligro antes que se publique otra
Bula, no podrá volvérsele á aplicar aquella misma Indulgencia,
puesto que la concede el Papa solamente por una vez para aquel
artículo. Pero si á este mismo enfermo no se le hubiere aplicado
más Indulgencia que la primera, podrá muy bien aplicársele la se
gunda, dice Vidal (j), supuesto que aun vive, y la Bula le conce
de dos. En todo caso, procure evitar el Sacerdote que el enfermo no
se quede sin Iudulgencia para el artículo verdadero de la muerte;
por eso sino le quedare ya mas que una, se la aplicará siempre de
bajo de condición.
Respondo lo segundo con Antonio de Córdoba (fe), Boivín,
Amórt y Cavalieri, que el Confesor podrá aplicar la Indulgencia
plenaria al enfermo en el artículo de la muerte tantas veces, cuan-
[n] Minderér, part. 2.', núm. 466.—Teodoro del Espíritu-Santo, part. 2.", cap. 2.*, ar
tículo 5°, {. 5.°
fñ] La hallarás en el tomo 2.° de su Bulario; y en la pág. 362 de Minderér.
[o] En la part. 2." al fin de la conferencia 8.« •
205 .
ce las palabras siguientes: "Cuantas veces acaeciere que alguno de
"los fieles de Cristo se halle en el artículo de la muerte en tu ciudad
"y obispado, mientras les gobiernes, otras tantas te concedemos
"que por tí ó por otro Sacerdote que tú elijas, puedas darle la ben
dición apostólica con la Indulgencia plenaria y remisión de todos
"sus pecados." Gozosísimo estaba yo con tal hallazgo, pero no del
todo satisfecho; pues dudaba si aquel Breve que contenia la cláusu
la arriba puesta, era un privilegio singular concedido al Obispo de
Pasáu, ó era tal vez una copia de lo que se concedia á los demás
Obispos. Salí en fin de todas mis dudas cuando leí en el citado Min-
derér (/>), que lo que se concedia al Obispo de Pasáu en el dicho
Breve, se concedia también á los demás Obispos de la cristiandad
que lo pidiesen; y después, siendo yo Guardian del Colegio de San
Fernando de Méjico, vi el mismo Breve (q) espedido el dia 4 de Se
tiembre de 1815, y dirigido al Escelentísimo é Ilustrísimo señor Ar
zobispo de Méjico don Pedro José de Fonte, por nuestro Santísimo
Padre Pió VIL Ahora bien: si la sobredicha Bula (r), aunque es de
un Papa integérrimo que moderó el uso de las Indulgencias, y sin
embargo de que ninguna otra cosa nos dice sino que se da licencia
á los Obispos para que por sí ó por otros concedan Indulgencia ple
naria á todos los que estén en el artículo de la muerte, la hemos de
interpretar con tal benignidad á favor de los moribundos, que pue
dan ganarla tantas veces, cuantas se vean en situación tan deplora
ble; ¿por qué las concesiones de otros Papas, que fueron por lo co
mún más francos en conceder Indulgencias, no se han de interpre
tar con la misma benignidad que la dicha Bula, supuesto que por
una parte ninguna de sus palabras se opone á esta interpretación
tan benigna; y por otra á n"die se- sigue perjuicio? Y si los Pontífi
ces, como afirma el señor Benedicto en su Bula, repartieron siem
pre á los moribundos el apreciable tesoro de las Indulgencias con
largueza y liberalidad; ¿por qué nosotros los Confesores hemos de
querer estancarlo, distribuyéndolo con mezquindad y miseria á los
que mas necesitan de él?
CUESTION LXIII.
lEs menester siempre que el Confesor aplique las Indulgencias
al que se halla en el artículo de la muerte"1. ¿Con qué. pala
bras las ka de aplicar en el caso que sea preciso?
Una de las causas legítimas para conceder Indulgencia plena
ria, es el artículo de la muerte, dice Cristiano Lupo (a). Y esta
práctica es tan antigua en la Iglesia, que el mismo escritor nos re
fiere varias concesiones, no solo de Clemente VI y Gregorio XI en
el siglo XIV, sino también de San Cipriano Mártir y del Clero ro
mano en el tercero. Sí: cuando los fieles cristianos se hallan en los
últimos periodos de la vida, cuando la salud de sus almas está mas
espuesta á perderse por toda una eternidad á causa de los terribles
asaltos del Demonio, en ese tiempo tan oportuno es en el que la Igle
sia, ternísima y piadosísima Madre, suele consolarlos, concediéndo
les Indulgencia plenaria. Pero es preciso advertir, dicen Minde-
rér (6) y Teodoro, que la Indulgencia plenaria que dan los Sumos
Pontífices á los fieles para el artículo de la muerte, la suelen dar
de dos maneras. La una es, cuando el Papa la da inmediatamente
por sí á los que hagan tal ó tal obra buena, señalada por el mismo
que la concede: á esta Indulgencia, para mayor claridad, llamare
mos con los misinos Autores lata. La otra es, cuando el Papa con
cede á alguno oue luego que se halle en el artículo de la muerte,
pueda ser absuelto por un Sacerdote, asi de sus pecados como de
las penas correspondientes á ellos: á esta la llamaremos fcrenda.
Lo cual advertido,
Respondo lo primero, que cuando la Indulgencia que conce
den los Pontífices para el artículo de la muerte es lata, no necesi
ta de aplicación; pero si esferenda^ es menester que el Confesor ó
cualquier otro Sacerdote se la aplique al paciente.—No hay duda
que las Indulgencias valen tanto como suenan. Por eso, si cuando
los Papas conceden Indulgencias para el artículo de la muerte, no
requieren espresamente que se hayan de aplicar por otro, es señal
dice Suarez (c), de que ellos las aplican por sí mismos; y por con
siguiente, que no necesitan de la aplicación de otro. Muchas hay de
[a] En el tomo 6.°, disertación de las Indulgencias, cap. 8.°—He visto en esta librería
de San Francisco de la Habana una edición completa de ¡as obras del R. P. Agustiniano Fr.
Cristiano Lupo, impresas en Venecia desde el año 1724 en doce tomos de á folio.
[6J Minderér, pirt. 2." desde el núm. 457.—Teodoro, part. 2.», cap. 2.°, art. 5.°, }. 4.°—
Filiucio, núm. 216.—Pórres, páp. 24.
[c] Suarez, tomo 19, disp. 56, sec. 1."—Navarro, notab. 30, núm. 14.—Reginaldo, nú
mero 153.—Gobit, trat. 4.°, núm. 619.
207
este tenor; seíialaré algunas. Tales son: las que concedieron Paulo V
á todas las personas religiosas, y Benedicto XI V á los terceros se
culares de mi Seráfico Padre y de San Francisco de Paula, de las
que hablé en la cuestión pasada.—La concedida por Sixto V (y con
firmada por Benedicto X III) á los que habiendo tenido la costum
bre de pronunciar con reverencia el dulcísimo Nombre de Jesús,
ó de saludar á otros diciendo: Alabado sea Jesucristo (d), hallán
dose en el artículo de la muerte, invoquen con la boca si pudieren,
y sino, á lo menos con el corazón, los santísimos nombres de Jesús
y de María {Nota 22).— La concedida por Inocencio XI (c) á los
que acostumbrados á oir la esplicacion de la doctrina cristiana que
hacemos los misioneros, habiéndose confesado comulgaren uno de
los dos dias de la comunión general en cualquiera Iglesia donde
háyamos esplicado la doctrina, con tal que en el artículo de la muer
te se confiesen y comulguen si pudieren; y sino invoquen contritos
el santísimo Nombre de Jesús á lo menos con el corazón.—La con
cedida por el mismo Papa (f) á los que trajeren consigo Cruz, Co
rona ó Rosario de Jerusalen: esta pide para el artículo de la muer
te las mismas condiciones que la anterior.—La que conceden los
Papas modernos ó sus delegados á los que trayendo consigo, ó te
niendo en lugar decente de su habitación algún Crucifijo ó Corona
ó Medalla, y rezando delante de ella las preces ú oraciones que se
mandan, en el artículo de la muerte encomienden su alma á Dios
devotamente, invocando el dulce Nombre de Jesús, &c, según dije
en la cuestión XIII, número 3.—Y finalmente, la que concedió Be
nedicto XIV (g) á los que habiendo hecho por un mes entero una
vez á lo menos cada dia los actos de fe, esperanza y caridad, es
presando los motivos especiales de estas virtudes, hubieren confe
sado y comulgado en un dia á su arbitrio, pidiendo á Dios por las
necesidades comunes de la Iglesia. Estas y otras Indulgencias, que
fácilmente puedes ganar, no es menester que te las aplique el Con
fesor cuando te halles en el artículo de la muerte; pues ya las apli-
Nota 22.—Aunque Sixto no requiere otra cosa que la invocación del Nombre de Jesús,
parece que Benedicto pide también la de María. Cavalieri (número 6 sobre el Decreto 245)
dice que basta la invocación de cualquiera de los dos nombres, y que la partícula tí de la con
firmación se ha de tomar disyuntivamente.
[d] Véanse en la Teología de Amórt la cuestión 47 de las Indulgencias; y en las Deci
siones de Pitoni sobre los Sagrados Ritos, el núm. 1478.—Y en el Bulario de Rodríguez, la
Bula 26 de Sixto V.
[e] Por su Bula Pietatis, que es la 154 en el tomo 11 del Bulario romano; y la 167 en el
tomo 8.° del de.Coquelines.
[/ ] Por su Breve Unigeniti, que hallarás en Perusino, tomo 3.° de su Cronología, par.
te 1.a, pág. 280; y en Mindercr, pág. 406.
[g] Véase la concesión en Agustin María de Nápolcs, tomo 4." de la Cronología Se
ráfica, pág. 191.
'¿08
carón los Papas desde el punto que las concedieron. Y lo mismo di
ce Minderér (k) de las que se han concedido desde Paulo V (á prin
cipios del siglo XVII) á las personas que están alistadas en algu
na hermandad ó cofradía; pues según el estilo moderno de la Silla
Apostólica son Indulgencias latas, y no necesitan de aplicación.
No sucede lo mismo cuando te concediera el Papa por algún
indulto ó privilegio, que en el artículo de la muerte puedas ser ab-
euelto por un Confesor, y alcanzar de él Indulgencia plenaria de
tus culpas, como te acaecerá si tienes la Bula de la Cruzada; por
que en ese caso, de tal modo pende la Indulgencia de la aplicación
del Confesor, que si esta no se verifica, no tendrá aquella sus efectos,
como dice muy bien Navarro (/). Otro tanto sucederá con la In
dulgencia plenaria que los Obispos ó sus delegados aplican á los mo
ribundos por medio de la bendición pontificia; y la que, por conce
sión de Alejandro VII (j), pueden aplicar á los enfermos los Padres
[r] Teodoro, part. 2.», cap. 2.°, art. 5.°, }. 4.°—Minderér, part.8.", núm. 458.
[»] Del modo de ayudar á los que mueren, ). 2-.°
U] Asi Barufaldo sobre el Ritual romano, tít. 31, núm. 9 y 10.
212
ra á todos los Sacerdotes que asisten á los moribundos, encargándo
les que se porten con la mayor prudencia en traerles á la memoria
las Indulgencias que pueden ganar, y en disponerlos con suavidad
y dulzura para que las ganen, aplicándoselas á tiempo aun cuando
ellos no lo pidan espresamente. Si la Indulgencia ó Indulgencias
que puede ganar el enfermo necesitan de aplicación, procure el Sa
cerdote hacerlo con una prudente economía, particularmente cuan
do el enfermo no pueda ganar mas que una. Y aunque el moribun
do no pueda comulgar ni aun confesarse, y la concesión de la In
dulgencia requiera lo uno y lo otro, no deje de aplicársela por eso,
exortándole mas y mas á la contrición y á la invocación del santí
simo Nombre de Jesús; pues Gregorio XIII (p) declaró que en se
mejante lance basta que el moribundo desee confesar y comulgar:
lo cual es muy conforme, dice Amórt («), á la mente de los Pontí
fices posteriores.—Acerca del tiempo en que se ha de aplicar la In
dulgencia, no puedo dar una regla fija; puesto que las enfermeda
des son tan varias, y no menos varias las circunstancias que suelen
ocurrir á cada paso en la asistencia de los enfermos. Córdoba (x)
(Vice que se aplique la Indulgencia al enfermo cuando ya está bo
queando; pero yo juzgo con Suarez y Centellas (i/), que será lo
mas acertado el no esperar á tan tarde, porque entonces se espone
el enfermo á riesgo de morir sin ella. Estando cierto el Sacerdote de
que el enfermo tiene varias Indulgencias para el artículo de la muer
te, debe portarse con él con más franqueza y liberalidad, aunque
no con menos prudencia. Nunca aplicará al enfermo dos Indulgen
cias plenarias á un tiempo, ó la una inmediatamente después de la
otra, como yo lo he visto practicar; puesto que si gana la una, le es
inútil la otra por entonces. Aplíqueselas, dice el P. Mendo(z^), en
diversos espacios de tiempo. Si el enfermo tiene para ese articulo
dos ó más Indulgencias, aplíquele una el Confesor, dice Navarro (a),
cuando le confiese para administrarle el Viático, y resérvele otra
para cuando empiece á agonizar. En una palabra, entérese bien el
ministro de Jesucristo, dice el mismo Canonista (7>), de las Indul
gencias que puede ganar el enfermo en el artículo de la muerte, y
[v] Véase Manuel Rodríguez, tomo 2.° de sus Cuestiones Canónicas, cuestión 88, artícu
lo 2.°—Gobát en el núm. 630 de su Tesoro.—Minderér, núm. 495.
[u] En la Historia de Indulgencias, cuestión 54.
[>] Cuestión 36 de las Indulgencias, punto 2.°
[y] Baltasar de Centellas, Prácticas de ayudar á bien morir, lib. práctica 10 y 18.—
Suarez en el lugar citado.
[i] Mondo, disp. 27 sobre la Bula, nilm. 4.
[a] Navarro de las Indulgencias y Jubileo, notab. 30, mím. 18.
[6] Idem en la misma obra, notab. 30, núm. 17.
213
procure que las vaya ganando de tiempo en tiempo, según las cir
cunstancias ocurran.
Mas si cuando llega el Confesor, el enfermo está privado de los
sentidos y da alguna señal de contrición, ó la ha dado antes, absuél
vale por lo menos debajo de condición; y si tiene la Bula de la Cru
zada, aplíquele la Indulgencia, dice el citado Navarro (c), aunque
no haya pedido los sacramentos ni se haya confesado en muchos
años. Advierto últimamente á los nuevos Confesores, que en los hos
pitales de las Indias suele haber Indulgencia plenaria para todos
los que mueren en ellos; pues además de las concesiones que refe
rí en la cuestión 58, afirma el P. Fr. Juan Bautista (Vi), escritor de
la provincia del Santo Evangelio, que el Papa Clemente VII por
un Breve de 8 de Marzo de 1533, que se halla en el archivo de San
Francisco de Méjico, concedió á todos los pobres que muriesen en
los hospitales de las Indias, ya hechos ó que después se hicieren, que
en el artículo de la muerte puedan ser absueltos por cualesquiera
Sacerdotes de todos sus crímenes y escesos, y les concedan Indul
gencia plenaria.
La segunda súplica hago á los Confesores, asi de religiosos co
mo de religiosas, trayéndoles á la memoria los privilegios de que
podemos gozar los regulares á la hora de la muerte. Martino V (e),
Eugenio IV y otros Pontífices concedieron á todos los religiosos
de mi orden, que en el artículo de la muerte puedan elegir un Con
fesor que los absuelva de todos sus pecados, y les conceda Indul
gencia plenaria: del cual indulto participan no solamente los indi
viduos de las tres órdenes de mi Seráfico Padre San Francisco, si
no también los que visten su Cordón. Inocencio VIII y Pió II con
cedieron á los Padres Agustinos otro privilegio semejante. La mis
ma gracia concedió Nicolao V ( f) á los monges de San Gerónimo
en España, "declarando que si algún religioso, ó novicio, ó perpe
tuo donado cayere en locura ó frenesí, ó perdiere el habla por en
fermedad antes de ser absuelto, ó no hubiere Confesor de su ór-
"den que le absuelva, cualquier Presbítero secular ó regular pue-
"da por autoridad apostólica darle la absolución plenaria de todos
"sus pecados. Y que, si el tal enfermo sobreviviere, cuantas veces
[c] Navsrro en el Manual de Confesores, cap. 20, núm. 27. —Diana, tomo 4.°, trat.3.°,
resolución 155 y 156.
td] Parte 1." de las Advertencias á los Confesores en la tabla,palabra Enfermo,
e] Casa-Rubios, Compendio de los Privilegios de ros Menores, en las palabras: Indul-
genliiE plenaria quoad Fratres y Absolutio extraordinaria.—Suarez, tomo 15, trat. 8.°, lib. 2.°,
cap. 19, núm. 8.—Lezana en la palabra Indulgencia, núm. 10.—Véanse en el Bulario de Ro
dríguez la Bula 23 de Eugenio IV, y la 20 de Sixto IV: v el tomo de sus Cuestiones, cws-
tion 88, art. 9.°
[/] Véase el art. 11 de la misma cuestión.
214
"la dicha Indiligencia plenaria le haya sido concedida, le valga co-
"mo si hubiera muerto de aquella enfermedad." Finalmente, Six
to IV concedió el dicho privilegio, no solo á los religiosos Mendican
tes, sino también á todas las personas que gocen de sus privilegios.
Y aunque Eugenio IV y Pió II nos concedieron la referida Indul
gencia, con tal que dijésemos por un año entero los Salmos peni
tenciales con las Letanías, después Sixto IV nos la concedió sin
carga ninguna.
Esto supuesto, cuando Paulo V nos revocó las Indulgencias á
los regulares, no nos revocó, según la opinión mas común de los
Teólogos y Canonistas ( g\ las que nos estaban concedidas para el
artículo de la muerte. Asi se debe presumir de la benignidad del
Sumo Pontífice-, pues como son de especial nota no entran en las
revocaciones generales, sinó se derogan espresamente. Pues, ¿por
qué nosotros hemos de desperdiciar tales gracias? Véase la Absolu
ción plenaria para el artículo de la muerte de los individuos de
nuestras tres órdenes y de los cordígeros, que está impresa al fin
del Breviario Romano-Seráfico. Acerca de la cual no puedo me
nos de advertir ai Prelado ó al Confesor, que omita aquella cláusu
la (A): Mas sinó murieres esta vez, te reservo esta gracia hasta el
último artículo de tu muerte, supuesto que ella no solamente es
inútil al enfermo, sinó aun perjudicial. Y ¿por qué? Porque como
todas las Indulgencias que he citado en el párrafo antecedente son
ferendas, y estas según dije arriba, penden totalmente de la apli
cación del Confesor; si este las reserva para el artículo verdadero
de la muerte, no puede ganarlas el enfermo si por entonces no mue
re {Nota 23). Y en ese caso, ¿qué utilidad sacará de todas ellas?
Ninguna; pues para el artículo verdadero de la muerte tiene otra
Indulgencia plenaria más cierta y más favorable que las dichas,
concedida á los religiosos y religiosas por Paulo V, á los terceros
seculares por Benedicto XIV, y á los cordígeros (i), por Grego
rio XV. Es más cierta; pues de esta confiesan todos que está vigen-
CUESTION LXIV.
[j] Teodoro, Amórf, Mindcrór. Kste aunque en los núm. 378 y «¡guiantes de la 2.Jparte
tiene por más probable que las Indulgencias concedidas por Eugenio IV y Sixto IV están re
vocadas; con todo eso, viendo que hay tantísimoB Autores por la opinión contraria, tiene por
más acertado en los núm. 498 y 499 que usemos de una y otra (í>rrmils.
[k] Véase el tomo 1.° de Rodriguez, cuestión 02, art. 6."
216
profundo letargo, le irá aplicando las Indulgencias con una pruden
te economía, como he dicho en la cuestión pasada, procurando an
tes confesarle si se puede; y sino, escitarle á que haga un acto de
contrición, é invoque devotamente el santísimo Nombre de Jesús
con la boca si pudiere; y sino, á lo menos con el corazón.
Después que el Confesor haga todo esto, pregunto: el moribun
do, especialmente sino ha podido confesarse, y desde el principio de
su enfermedad cayó en una profunda modorra, ¿ganará las tales In
dulgencias? Difícil es la respuesta; porque ¿quién sino Dios conoce
lo -que pasa en el corazón de aquella persona moribunda? IVo obs
tante eso,
Respondo primeramente con Jorge Gobát («) y Minderér, que
si el enfermo fue en algún tiempo individuo de aquellas cofradías
ó terceras órdenes á que pertenecen los Escapularios, y por sus de
méritos ha sido borrado de ellas, ó él se habia despedido, no gana
rá las dichas Indulgencias, por más arrepentido que esté de haber
se portado mal en la vida pasada. Mucho menos las ganará, sinó ha
sido hasta entonces hermano de alguna de aquellas congregaciones.
La razón es, porque el favor de la Indulgencia plenaria se reser
va solamente para aquellos que son legítimos y actuales miembros
de las tales hermandades y cofradías. De otro modo, dirémos que
el religioso que se sale de su orden secularizándose, ó que es es-
pelido de ella por sus culpas, ganará la Indulgencia plenaria con
cedida por Paulo V á los regulares para la hora de la muerte; lo
cual es muy ageno de la mente de los Sumos Pontífices. Pues cuan
do Eugenio IV é Inocencio VIII (6) concedieron Indulgencia ple
naria para el artículo de la muerte, el primero á los Benedictinos
de Valladolid, y el segundo á los Agustinos observantes de la pro
vincia de España, añadieron espresamente en sus Bulas esta cláu
sula: mientras que estuviereis debajo de la observancia regular.
Luego aunque otros Papas en sus concesiones no espresen la dicha
condición, siempre debemos entenderla.
Me replicarán que el tal enfermo es ya individuo de aquellas
cofradías; puesto que su nombre está escrito en los libros de ellas.
A eso digo lo primero, que trayéndose los Escapularios al en
fermo sin saberlo él, como regularmente sucede, no puede ser co
frade contra su voluntad: asi como tampoco ganará la Indulgencia
de la mortaja de nuestro Padre San Francisco, si él antes de morir
ni la pidió ni tuvo intención de enterrarse con ella.—Y lo segundo}
[a] Gobát en su Tesoro, parí. 2.*, cap. 35.—Minderrr, part. U.", niíni. 558.
[>>] Véase el Kulario ríe Manuel Rodríguez en la Bula 4.* de Inocencio VIH.— Y (iobit
rn *'l num. «30 de su Tesoro.
m
que aunque el enfermo lo sepa y condescienda, no puede ser eso
bastante para ser individuo de las cofradías. Para que uno sea ver
dadero cofrade, es menester que sea admitido en la congregación,
no por el portero de un convento, ni por el tesorero de la cofradía,
sino por los hermanos y superiores de ella que tienen facultad pa
ra admitirle.
Respondo lo segundo que si el que se alista en una cofradía ú
orden tercera, no tiene ánimo serio de guardar sus leyes ó estatu
tos, ni ganará la Indulgencia plenaria en su entrada, dice Minde-
rér (c); ni la del artículo de la muerte, dice Amórt. ¿Por qué? Por
que el tal cofrade ó tercero no lo es sino en el nombrej lo cual no
basta para adquirir el tesoro de las Indulgencias- Prueba de esto
es que cuando Paulo V concede Indulgencia plenaria á las perso
nas que toman el hábito en cualquiera religión aprobada, les dice
que para conseguir esta Indulgencia han de tomar el hábito de sus
legítimos superiores, han de tomarlo canónicamente según las cons
tituciones apostólicas y de cada religión respectiva, y han de to
marlo finalmente con ánimo de profesar en ella. Luego el que quie
ra ganar las Indulgencias de las cofradías ó terceras órdenes á ,1a
hora de la muerte, procure alistarse en ellas cuando está sano, te
niendo intención verdadera de observar sus estatutos, reciba con
frecuencia los sacramentos, ejercítese en obras de piedad, especial
mente en aquellas que le impone su cofradía (<Z), y entonces con
fie en la misericordia de Dios que en la hora terrible de la muerte
conseguirá la Indulgencia que desea (Nota 24).
Respondo lo tercero que siendo el enfermo individuo actual de
alguna cofradía ó tercera orden, si cuando se alistó en ella tuvo in
tención de guardar sus estatutos, aunque una ú otra vez no los ha
ya guardado, y algunas ocasiones haya estado tibio en el ejercicio
de las piadosas obras que se mandan, no por eso dejará de partici
par de la Indulgencia que tiene concedida para la hora de la muer
te, dice Minderér (c), con tal que se disponga bien para conseguir
la. Asimismo podrá participar de ella aquel hermano ó cofrade que
por vivir fuera de la población donde está la Capilla ú Oratorio de
la cofradía, ó por otra causa razonable no puedo asistir como qui-
Nota 24.—Aunque lo que acabo de decir es lo mas seguro; sin embargo, habiendo leido (/)
que hay algunas Indulgencias concedidas á los que mueren con el Escapulario de la Virgen,
no repruebo el que con este fin se le pongan en el artículo de la muerte, con tal que esté ben
dito por quien tenga facultad para ello, y se lo digan al enfermo si está capaz de percibirlo.
[c] Minderér en los núm. 559 y 538.—Amórt, cuestión 48 de la Teología.
[d] Fr. Juan Talamanco, la Merced de María Coronada, impresión de Madrid 1764, li
bro 3.°, cap. 10 y 11 en las pág. 416 y 425.—Kacembergér, mira. 115.
fe] En los ndm. 500 y 571.
[/] Véase Talamanco, pág. 423. •
30
218
sicru á todos los ejercicios de piedad que practican los demás co
frades; pues la dicha Indulgencia no se da por una ú otra obra par
ticular, sino porque uno es miembro de la cofradía y se porta como
tal: asi como la ganará también una persona religiosa que algunas
veces haya sido tibia en la observancia regular, con tal que haya
perseverado debajo de ella. Y aunque los cofrades y terceros no es
tán obligados bajo de culpa (g) á observar sus reglas y estatutos,
ni á practicar las obras que se mandan; mas sitió lo hacen, sea por
olvido, por desidia ó por impotencia, no ganarán las Indulgencias,
dice Amort todo aquel tiempo que dejen de cumplir lo que se
les ordena.
Respondo últimamente que siendo el moribundo cofrade ó ter
cero en la actualidad, si ha sido de una vida arreglada, aunque es
té privado de los sentidos y no pueda confesarse ni dar señal algu
na de dolor, se le puede (t) y aun se le debe absolver debajo de con
dición, y aplicarle las Indulgencias; pues como dice San Agustín (j):
"Cuando los enfermos se hallan en el último instante de su vida, y
"su voluntad es incierta porque no pueden responder por sí, mucho
"mejor es dar la absolución {Nota 25) al que no la quiere, que ne
gársela al que la quiere........ Ni la Santa Madre Iglesia como tan
"piadosa, concluye el Santo, quiere jamás que los tales moribundos
"salgan de esta vida sin la prenda de su reconciliación." Y tal pue
de ser su disposición interior, y con tanta exactitud puede haber
observado las leyes de su cofradía ó tercer orden, que gane entera
y perfectamente la Indulgencia plenaria que le concede la Iglesia
para aquella hora. ¿Quién duda que el religioso que vive más ajus
tado á las reglas de su instituto, y el cofrade ó tercero que cumple
con más exactitud las leyes y estatutos de su respectiva congrega
ción, por lo común ganarán más perfectamente la Indulgencia ple
naria que tienen concedida para el artículo de la muerte, que otros
Nota 25.—Habla San Agustín aun do los catecúmenos qui rétinenl adulterina consorlia,
y juzga que se les ha de bautizar cuando se hallan en peligro de muerte y no pueden res
ponder, por si acaso están arrepentidos y desean bautizarse. Y lo mismo que dice el Santo
del sacramento del Bautismo, dice también del de la penitencio, si el penitente se halla en
semejante caso.
[g] Gabriel Verdú en el tratado del Tercer Orden de Santo Domingo, cap. 22 de la Re
gla.—Tellado en el Prontuario de Terceros de San Francisco, cnp. 20 de la Regla, y núm. 87
de los Estatutos generales.
[h] Amórt en la cuestión citada.—Taiamanco, pág. 416.—Mindcrcr en los números 560
561 y 570.
[i] Bernardo de Bolonia en el tomo 4.° de la Teología, tr&t. l.°, cuestión 6.», núm. 41
y 43.—El Beato Ligorio, lib. 6.° de la Teología Mora), en los núm. 482 y 483.—Francisco
Gcnsto, tomo 2.° de la Teología Moral, trat. B °, cap. 12, cuestión 5.»— Patricio Esporer, to
mo 3.° de la Teología Moral, part. 3.* desde el núm. 645.—Ferraris, Compendio Salmanti
cense, &c.
[j] En el toinoO.0 de sus obruf, lib. 1.° de los Matrimonios adulterino?, cap. 26 y 28.
219
de su mismo orden ó cofradía que no viven tan arreglados? Prue
ba de esto es, lo que dijo Santa Teresa de Jesús (k) cuando vio que
un fraile de su orden subió derechamente ai cielo luego que murió.
Admiróse la Santa de que no habia entrado en el purgatorio, y di
jo: "Yo entendí que por haber sido fraile que habia guardado bien
"su profesión, le habian aprovechado las Bulas de la orden para no
"entrar en el purgatorio."
CUESTION LXV.
[f] Tomo 5.° de laTeología en elApend. de las Indulgencias, cap. 1.°, prop. 2.«: y can. 8.°
[g] En el cán. 8.°—Véase acerca de él, Cristiano Lupo en el tomo 1.°, pág .249, donde
cita otros ejemplos semejantes.
[h] Entre las Epístolas de San Cipriano de la edición de París 1726 por Esteban Balu-
cio, véanse la Epístola 46 que es de San Cornelio, y la 47 de San Cipriano. —Baronio en sus
Anales al año 254, núm. 97.
[t] En el tomo 9.°, lib. 1." del sacramento de la penitencia, disert. 5.», cap. 9.°, enes,
tion l.", ntím. 6. '•
[j] Fr. Vicente Elórdui, Espíritu de la Iglesia sobre la administración del sacramento
do la penitencia, en la _pág. 203 de la edición madrileña 1794. .
222
bier cuenta el cuento do otro modo (/.•)", mas ninguno de los tres
nombra al Autor de donde la sacaron. Euscbio Amórt exagera mu
cho más que Cóncina la dificultad de ganar enteramente una In
dulgencia plenaria; pues dice (/) que de cien mil hombres que ha
gan la diligencia para ganarla, apenas dos la conseguirán.
Acercado la proposición rigidísima de Amórt, me parece que
ya dije bastante en la cuestión XXXV, aunque pudiera decir mu
cho mas.—Al P. Cóncina le preguntaría yo de buena gana ¿de dón
de sacó la revelación que atribuye á nuestro P. San Francisco?
Pues yo, por mas que he leido acerca de la Indulgencia de Por-
ciúncula, no he podido dar con ella en Autor alguno fidedigno de los
de mi orden, que son los que más han escrito sobre la materia. ¿No
le disonarían al P. Cóncina las palabras con que el mismo escribe
la revelación, diciendo que de veinte y cuatro mil personas que fue
ron á Asís á ganar la Indulgencia plenaria, solo cuatro ó seis (si
tió me engaño) la habían ganado? ¿Qué, el que reveló al Seráfi
co Patriarca el número de personas que la ganaron, no sabia de
cierto si fueron cuatro, ó si fueron seis los que tuvieron una dicha
tan estraordinaria? Perdóneme el P. Cóncina si le digo que yo no
creo semejante revelación, ya por la ineertidunibre con que él mis
mo la refiere, ya porque si el Seráfico Padre la hubiera tenido, hu
biera sido precisamente en los últimos años de su vida; esto es, des
de el año de 1223 en que se publicó la Indulgencia, hasta el de 1226
en que el Santo murió. Mas no es creíble que en estos años tuvie
se el Santo tal revelación. Lo primero, porque no es creíble que en
alguno de los tres primeros años después que se publicó la Indul
gencia, viniese luego tanta gente á ganarla, que llegase al número
de veinte y cuatro mil personas. lió segundo, porque en vida del
Santo Patriarca los más de los religiosos vivían muy ajustados á
su regla, y en Porciúncula quería el Santo que vivieran siempre
los mejores y mas fervorosos; pues ¿quién creerá que de tantos re
ligiosos buenos, solo cuatro ó seis ganáran la Indulgencia plenaria,
prescindiendo por un instante de tanta multitud de cristianos? Lo
tercero, porque Jesucristo, que es dueño do sus dones y los repar
te á quien quiere y como quiere, mirando sin duda á la caridad sin
límites de San Francisco que le pidió la Indulgencia, y á los insig
nes méritos de su Madre María Santísima, por cuya intercesión la
concedió, se ha complacido en usar de misericordia con los peca
dores, perdonándoles todas sus culpas en la Iglesia de Porciúncula
[k] Fr. Francisco Lumbier, tomo 2.° de sus Fragmentos Morales, mlm. 1177.
m En la Historia de las Indulgencia"1, part. 2.-, scc. 4.", {. 188. —Véase Feijoo en el to
mo 1.°, carta 4fi, n(un. 4.
21>3
que tantas veces ha sido teatro de sus glorias, más bien que en otras
muchas Iglesias de la cristiandad, como él mismo se lo insinuó á
aquella feliz penitente Santa Margarita de Cortona (//). Lo cuar
to, porque aunque algunas ocasiones puede no haber bastante cau
sa para la concesión de una Indulgencia plenaria y entonces no se
ganará enteramente, en la de Porciúncula no debemos temer esoj
pues una vez que Cristo la concedió, bastante causa tendría para
hacerlo.—Por otra parte, la Indulgencia plenaria de qué hablamos
es muy fácil de ganar; pues no requiere otras condiciones (se en
tiende en Porciúncula) que confesarse bien, y visitar con devoción
la Iglesia. Lo quinto en fin, porque la sobredicha revelación no se en
cuentra en los célebres escritores de mi orden, que son los que más
han escrito acerca de la referida Indulgencia. No se encuentra en
la vida del Santo Patriarca que escribió San Buenaventura en 1261.
No en las que escribieron antes del Doctor Seráfico Tomás de Ce-
lano, por orden del Pontífice Gregorio IX; y tres compañeros del
Patriarca, por mandado del general Fr. Crescendo. Tampoco se
halla en la Cronología Seráfica, ni en los Anales de Vadingo, ni
en las Crónicas de mi orden, escritas por Lisboa y Cornejo, ni fi
nalmente en tantos opúsculos como he leido sobre la Indulgencia
de Porciúncula. Luego no es creíble la tal revelación.
Mas para que no sea causa de retraer á los fieles de que ha
gan las diligencias debidas para la consecución de las Indulgen
cias y Jubileos, en contraposición de ella voy yo á referir otra que
traen nuestras Crónicas (m), que es más creíble, más consolatoria,
y dará mas aliento á los penitentes para que busquen tan aprecia-
ble tesoro.
En la noche del dia 1.° de Agosto de 1303, el Beato Conrado
de quien reza la religión seráfica el dia 14 de Diciembre, estando
de morador en el convento de Santa María de los Angeles de Por
ciúncula, vió en medio de la Iglesia á María Santísima con su pre
cioso Hijo en los brazos, dando bendiciones al devoto concurso que
hacia las diligencias para lograr la Indulgencia plenaria, ya para
sí, ya para las Almas del purgatorio. A este tiempo vieron los que
estaban en la Iglesia una blanquísima paloma que daba repetidas
vueltas de una parte á Otra de la Capilla; admirándose todos de una
novedad tan estraña, y sintiéndose movidos de santos y devotos
Véase Benedicto XIV en la Disquisición que escribió sobre la Indulgencia de Por
ciúncula, núra. 52.
[ro] El limo. Cornejo en In 3.» parte de la Crónica, lib. 2.°, cap. 52 —Marcos de Lia-
boa en la 1." parte, fbl. 147 de la edición de Valencia 1788.— Breve Descripción de la Sagra
da Basílica de Santa María de los Angeles de Porciúncula,^ de su grande Indulgencia, lla
mada vulgarmente el Perdim de Asir, décima edición en Asís 1792 en idioma italiano, §. 7.u
TU
afectos. En memoria de este milagro, se puso después en medio de
la bóveda de la Iglesia una imágen de María Santísima con el ni
ño Jesús en los brazos, de primoroso relieve, dando la bendición
como hoy se ve.
Te referiré otro prodigio que he leido en estos dias, el que atri
buyo á la protección singular de la misma Madre de Jas misericor
dias. En la historia de los dos sitios de Zaragoza (n) cuenta don
Agustín Alcaide que obró Dios un prodigio en el sitio de Viena de
Austria el año de 1683; pues las bombas que dispararon los turcos
contra la ciudad, no causaron el mas mínimo daño á la multitud de
líeles que estaban congregados en las Iglesias, haciendo las diligen
cias para ganar la Indulgencia de Porciúncula.—Y pregunto yo:
el que hizo el prodigio de impedir que las bombas causaran daño á
Jos que hacían las diligencias para ganar la Indulgencia plenaria,
¿dejaría de concederles la misma Indulgencia que solicitaban?
Infiere de todo lo dicho que, como escribe el Dominicano Van-
ráns (ñ), es falso el que sean tan raros los cristianos que ganan las
Indulgencias; supuesto que hay muchos á quienes su conciencia no
les acusa de culpa grave, y hay otros que aunque por su miseria
caigan en pecado mortal, procuran levantarse de él por una buena
confesión, y hacer con el mayor fervor las demás diligencias que
para lograrlas se necesitan. Huye pues de semejante escollo, que
desanimando á los cristianos de la consecución de las Indulgencias,
los retrae al mismo tiempo de practicar muchas obras buenas, y de
proseguir con esfuerzo el camino de la virtud. Porque ¿quién du
da que las Indulgencias son, como dijo San Francisco Xavier (o),
de suma consolación á los cristianos, y de grande estímulo á la pie
dad? Por eso diria Francolino (p) que son sin número los pecado
res que atraídos de la liberalidad pontificia y de la esperanza de
conseguir una Indulgencia plenaria, reparten limosnas, visitan las
Iglesias, y reciben frecuentemente los sacramentos: lo cual no ha
rían sinó fuera por el atractivo de la Indulgencia.
Anímate pues pecador, y confiando en la misericordia de Dios
que te llama, practica con espíritu de penitencia y ardiente fer
vor, asi la satisfacción que el Confesor te imponga, como todo aque
llo que manda el que concede la Indulgencia, y no dudes que Je
sús bendecirá tus obras, y con el patrocinio de María Santísima
la conseguirás.
[ni Tomo 3." impreso en Madrid 1831, pág. 173.
[ñ] En la cuestión citada.
[o] En una carta que escribió desde Cochín al P. Simón Rodríguez en 1549: se halla en
el tomo 2.° de sus Cartas, pág. 38 de la Colección del P. Cutillas.
[j>] Baltasar Francolino 3c la Disciplina de la Penitencia, lib. 1.", cap. 9.°, núm. 9.
225
CUESTION LXVI.
ta! San Pió V en la Bula Etsi dominici 8 de Febrero 1567.—Es la 30 en el tomo 2.°
del Bulario romano.—También la trae Minderér en la p&g. 199.
[b] Juan Morino, del sacramento de la penitencia, lib.10, cap. 16, núm. 2.
31
22G
luduble, poniéndoles á la vista algunas cosas agradables que los es
citen y atraigan? Pues á este modo la Iglesia, que es nuestra Madre
amorosísima, viendo que muchos de sus hijos, que son como niños (c)
en el obrar, están enfermos por el pecado y rehusan tomar la medi
cina saludable de la penitencia, se ha valido y se vale de diferentes
medios para obligarlos á ello, poniéndoles ahora á la vista frecuente
mente el atractivo suavísimo de las Indulgencias. Lo cual supuesto,
Respondo que con las concesiones de -las Indulgencias que
dan en el dia los Papas, no se enerva ni debilita la disciplina ecle
siástica.—¿Por qué? Porque las Indulgencias del dia promueven el
espíritu de la penitencia, escitan á los que las buscan á hacer obras
de piedad, y aumentan el fervor y el amor de Dios en los que las
consiguen. La esperanza de obtener una Indulgencia, decia el Car
denal Torquemada hace que los fieles concurran con mas fre
cuencia y continuación á visitar las Iglesias, á oir los sermones, y
á practicar otras obras buenas pertenecientes al honor de Dios.
Las Indulgencias, decia el Apóstol de las Indias San Francisco
Xavier (c), son el cebo mas dulce que se puede poner á los cristia
nos para la frecuencia de los sacramentos. Son, decia Teodoro del
Espíritu-Santo (/), una ayuda suave y eficacísima para escitar á
los hombres á que ejerzan las obras de piedad. Y finalmente son,
decia el Ilustrísimo Santander (g\ como una espuela que aviva y
enfervoriza el corazón de los cristianos. "¡Qué fútil y vana es, decia
"Benedicto XIV la opinión de aquellos heterodoxos que afir-
"man maliciosamente que con el uso de las Indulgencias se dismi-
"nuye la satisfacción, ó se quita del todo! Pues consta por esperien-
"cia de todos los dias, que cuando se ejercitan las obras que se
"mandan hacer para el logro de las Indulgencias, aumentan la de
voción; y habituándose el que las hace, al ejercicio de las obras de
"piedad, practica más fácilmente otras operaciones virtuosas. Ni
"por el uso de las Indulgencias, añade el señor Benedicto, se hacen
"desidiosos los cristianos para satisfacer á Dios; porque como no sa-
"ben de cierto si han conseguido todo el fruto de la Indulgencia, se
"ven precisados á vista de sus culpas á dar satisfacción á Dios con
"otras varias obras de mortificación y de penitencia." Casi en los
Ec] Proverbio?, cap. 1.°, verso 22.
d] Juan de Torquemada en el tratado de la Penitencia, {. Item in Levitico, núm. 11.—
Vi sus obras en la biblioteca pública de la catedral de Méjico.
[e] En carta escrita á San Ignacio desde Goa el 18 de Octubre de 15-13. La hallarás en el
tomo 1 .° de sus Cartas, pág. 100 de dicha Colección que tenemos en San Fernando de Méjico.
[/] Teodoro en la part. 1.» de las Indulgencias, }. 5.° de la Disertación proemial,
f g] Miguel de Santander, tomo 1.°, doctrina 1.»
[K] En la Encíclica á todos los Patriarcas y Obispos sobre la preparación para el Jubi
leo. Empieza A¡r¡>ostvlica constitulio, ). ÍJ8: es la Bula 19 en el tomo ü.° de su Bulario.
227
mismos términos se esplica el Cardenal Palavicino (i), por lo que
omitiré sus palabras; pero añade, que la oportunidad que suelen te
ner los penitentes de ganar Indulgencias plenarias, hace mas ligero
el ministerio de los Confesores, que de otro modo seria pesadísimo;
pues asi se libran de la ansiedad que algunas veces tienen, sobre si
ponen á los que confiesan, penitencias mas leves que lo que pide la
gravedad de sus culpas. Y á la verdad, yo no ignoro que como dice
. el P. Cóncina, la enormidad de los pecados que en el dia cometen
los cristianos, no es menor que la que era en los tiempos pasados:
la ingratitud con que ultrajan ahora al Espíritu-Santo que recibie
ron en el Bautismo, no es menos horrible que era antes: la justicia
' de Dios es la misma. Pero tampoco ignoro que dice San Antoni-
no (j), que el Confesor debe imponer tal penitencia al que confie
sa, que crea que la ha de cumplir; y que sino puede gozarse de la
perfecta purificación del penitente, se goce á lo menos de que le li
bra del infierno y le envia a! purgatorio. Asimismo no ignoro que
dicen Gerson (¿fc) y Santo Tomas de Villanueva, que es mejor echar
á los penitentes al purgatorio imponiéndoles poca penitencia, la
cual reciben de buena gana y ordinariamente la cumplen, que ar
riesgarlos á que se condenen, cargándoles de penitencias que aun
que por entonces acepten, no suelen cumplir después. Bien sé lo que
me dice el Concilio de Trento (7) sobre imponer penitencias salu
dables y convenientes según la calidad de las culpas. Pero también
sé que según el mismo Concilio debo atender juntamente á la fa
cultad y disposiciones de los que se confiesan {11). ¿Y quién no
echa de ver la debilidad de ánimo de los más de los penitentes que
vienen á confesarse en estos tiempos {Nota 26), en que por los efec
tos del filosofismo se ha resfriado tanto el fervor de los cristianos,
que son muy pocos los que se confiesan aun para cumplir con la
Iglesia, y estos tienen tal vez que sufrir varios vejámenes y perse
cuciones de otros malos cristianos que desean que ninguno se con
fiese? Si á estos se les sobrecarga de pcytencias, tal vez les su
cederá lo que dice el Doctor Angélico (?»), que el pequeño afecto
Nota 26.—Escribo esta cuestión el año de 1829 en la ciudad de la Habana, en donde son
, pocos los cristianos que oyen Misa los dias festivos, y más pocos los que cumplen con la Igle
sia; lo peor es que son como el perro del hortelano.
[i] En la Historia del Tridentino, lib. 24, cap. 12, núm. 6.
lj] En la part. 3.» do la Suma, tít. 17, cap. 20.
[k] Juan Gerson en las Reglas morales, nilm. 138. Las he visto en el tomo 3.°—Santo
Tomas de Villanueva en el tomo 1.° de sus obras, impresas en Milán 1700, sermón del viernes
después del domingo 4.° de cuaresma, núm. 13; y en el sermón 6.° del domingo 4.° de Ad
viento, núm. 2.
[I] Sesión 14, cap. 8.°
[II] Véase el Beato Ligorio en su Teología Moral, lib. 6.°, núm. 509 y 510.
[m] En el Quodlibeto 3.°, art. 28.
228
de contrición que traen, se les acabe con el grave peso de las pe
nitencias; asi como un fuego pequeño fácilmente se apaga si le po
nen encima mucha leña. Y.si en todos tiempos podemos seguir esta
doctrina, mejor podrémos seguirla en tiempo de Jubileo, ó en oca
sión de estar el penitente para ganar alguna Indulgencia plenaria,
en que todos convienen según dice el Beato Leonardo (n), que se
puede poner penitencia mas ligera; ya porque las Indulgencias va
len en cuanto al juicio de Dios para la remisión de la pena, como
afirma Santo Tomás (fí); y ya porque mueven á los fieles á hacer
obras de piedad, como hemos dicho. Luego tan lejos está de que
las Indulgencias del dia relajen el espíritu de la penitencia, que an
tes bien lo promueven. >
Confírmase la conclusión con lo que escriben otros hombres
sabios, á quienes nadie tachará de laxos en sus opiniones. "No nos
"ha de chocar, dice Ballerini (o), de que sea ahora tan frecuente y
"patente á todos el uso de las Indulgencias, que en otro tiempo era
"tan raro, y solamente permitido á los caidos en culpas graves y
"cargados de grandes penitencias. En lo cual, para que no atribu
lamos algún defecto á la Iglesia presente como algunos atrevida
"é ignorantemente lo hacen, hemos de considerar la disciplina di-
"versa de los tiempos. Antiguamente, cuando estaban en su fuerza
"los Cánones penitenciales y el fervor de los cristianos, de ninguna
"manera se tuvo por conveniente relajar esta disciplina tan útil
"por muchos capítulos: y por tanto, conceder á cada paso Indulgen
cias que apartasen á los hombres de aquella penitencia á la que
"se sujetaban en aquel tiempo, se pensaba que cedia en perjuicio
"de la penitencia y de los penitentes mismos; y por eso San Cipria
no Mártir (p) y el Clero romano declararon que esto era contra la
"ley del Santo Evangelio que inculca tanto la penitencia á los pe
cadores, y en perjuicio de los mismos caidos. Mas ahora, habién
dose resfriado la caridad, y quitándose mucho tiempo hála disci-
"plina de los antiguos Cánones, ¿qué peligro hay en ofrecer más á
"menudo á los fieles el tesoro de las Indulgencias? Antes bien, es-
Citándose los hombres con la esperanza de ganar Indulgencias á
"muchas obras de piedad y de penitencia que de otra manera no ha-
ti] Luis Tomasino de la antigua y nueva Disciplina, lib. cap. 48, níím. 17.
[a] Pedro Rebufo en la Praxis de los Beneficios, impresa en León de Francia 1586 sobre
la regla 60 de la Cancelaría.
[b] Martin Navarro de las Indulgencias y Jubileo, notab. 31, núm. 45.—Véase también
Serafino Caponi en el Apéndice á la cuestión 25 (art. 2.°) del Suplemento de la Suma de
Santo Tomás.
[c] En la ses. 25, Decreto de Indulgencias.
[d] Vanespén, tomo 1.° sobre el Dercclio, part. 2.*, tff. 7.°, cap. 2.°, níím. 23.—Advierto
que he visto otra edición de Venecia 1769, en la cual la cita es así: tomo 2.°, part. 2-", sec. I.*,
tit. 7.°, cap. 3.» núm. 24.
233
renta dias, esceptuando solamente el dia de la consagración de Igle
sia en el que podian conceder un año.
Respondo lo primero que la dicha determinación del Triden-
tino fue dirigida á los Obispos, según la interpretan Barbosa (e),
Lambertini, el Cardenal de Laurea y Juan Pablo Paravicino. A
lo que nos dice Vanespén de que no ignoraban los Padres del Tri-
dentino que la facultad de conceder Indulgencias habiasido limita
da a los Obispos desde el Concilio IV Lateranense, le respondo que
tampoco ignoraban ni podian ignorar el Decreto (/) que el dia an
tes habían hecho ellos mismos sobre la autoridad de la Silla Apos
tólica, que es del tenor siguiente: "Declara el Santo Concilio que
"todas y cada una de las disposiciones establecidas con cualesquie
ra cláusulas y palabras acerca de la reforma de costumbres y la
"disciplina eclesiástica en el presente Concilio...... se han decreta-
"do de suerte que siempre quede salva la autoridad de la Silla Apos
tólica, y se entienda que lo queda." No me negará Vanespén que
la distribución de las Indulgencias es un punto de disciplina. Lue
go si los Padres del Tridcntino acababan de declarar que el roma
no Pontífice no queda ligado á los Decretos de disciplina y de refor
ma, ¿cómo á renglón seguido habian de dirigirle el Decreto sobre
la distribución de las Indulgencias que es un punto de disciplina?
No parece creíble. Y en prueba de ello, el Sumo Pontífice Pió IV
que en tiempo de la celebración del Tridcntino había concedido mi
les de años de Indulgencia, no dejó de concederlos después que se
concluyó el Concilio y él mismo lo confirmó; pues el dia 4 de Ma
yo de 1565 espidió una Bula (g), que hallarás en los dos Bularios
romanos, en la cual concede á los Caballeros del orden militar de
San Lázaro muchos miles de años de Indulgencia {Nota 27), como
dije en la cuestión VIII.
Respondo lo segundo que aun cuando la sobredicha determi
nación del Tridentino se dirigiese también á la Curia romana, no
quiso dar á entender por aquellas palabras según la antigua y
aprobada costumbre de la Iglesia, que se moderasen tanto las In
dulgencias como en los primeros siglos del cristianismo, según quie-
Noía 27.—Registren esta Bul», que también se encuentra en la Historia de las InduU
? encías de Amórt, los que se empeñan en negar con Vanespén que ha concedido la Iglesia
ndulgencias de mil años.
[e] Barbosa, tomo 3.° de la Potestad del Obispo, en la fórmula 37 del Formulario Episco-
Íial.—Lambertini del Sínodo Diocesano, lib. 13, cap. 18, núm. 1.—Laurea en el Epítome de
os Cánones, y Paravicino en su Poliantea, palabra Indulgencia.
If] Ses. 25, cap. 21 sobre la reforma.
g] Empieza Inter assiduas,1¡. 145 —En el Bulario antiguo que es el de Querúbico, es
la Bula 95 en el tomo 2.°: y en ej nuevo que es el de Coquclinee, es la 110 en el tomo 4.°,
parte 2."
32
23 i
re Vancspén; pues los Padres sabian por una parte que no se usa
ban ya las penitencias canónicas, y conocían por otra la grande
utilidad de las Indulgencias.
Pues ¿qué es lo que quieren decir, me preguntarán, aquellas
palabras del Tridentino según la antigua y aprobada costumbre
de la Iglesia!1.
Respondo que los que opinan que la dicha determinación del
Tridentino se dirigió á los Obispos, fácilmente las esplican dicien
do que la antigua costumbre de la Iglesia es aquella misma que
habia establecido sobre este punto el Concilio IV Lateranense, del
cual se tomó dice Lambertini, el capítulo Cum ex co (fe) del quin
to de las Decretales. Mas los que creen que aquel deseo, aquella de
claración del Tridentino se estendia á la Sede Apostólica, las es
plican de otra manera. Aquellas palabras del Tridentino según la
antigua y aprobada costumbre de la Iglesia^ no se han de enten
der, dice Houdri (t), de la costumbre que tuvo la Iglesia en los si
glos primeros del cristianismo, en los que daba poquísimas Indul
gencias, sinó de la que tuvo en los siglos siguientes en los que so-
lia usar de ellas con moderación, ya para escitar á los fieles á las
buenas obras, ya para alcanzar de Dios que á ella misma la mira
se con misericordia en alguna tribulación en que se veia. No quiso
significar el Concilio en las tales palabras, dice el Cardenal Pala-
vino (j) con otros, que se volviese enteramente á la severidad an
tigua, sinó que determinó, ó por mejor decir deseó que el demasia
do ensanche que estaba entonces introducido acerca de la distribu
ción de las Indulgencias, se restringiese y coartase á aquellos fines
que la condición de los tiempos y de los lugares aconsejase.
Deseaba esto el Tridentino en aquellos tiempos turbulentos en
que blasfemaban los hereges hasta del nombre de las Indulgencias:
en aquellos tiempos desgraciados, en los que se quejaba Pedro So
to (fe) que se concedían á cada paso Indulgencias plenarias y mu
chos centenares de años; y lejos de apreciarlas como debían, aun
se burlaban de las moderadas. En el mismo siglo se quejaron tam
bién de la profusión de las Indulgencias otros Teólogos insignes,
como Domingo Soto (Z), Andrés Vega, Miguel Medina, Adriano VI
y Bartolomé Fumo, de los cuales los cuatro primeros asistieron al
f h] 14 de Ptcnilentiis el Remiss.
[i] Vicente Houdri en la Biblioteca Concionatoria Moral, palabra Indulgencia, }. 5.°
[j] Palavicino en el lugar arriba citado.—Krimer sobre el 5.° de las Decretales, cues
tión 38Í núm. 1535.—Teodoro en el {. 5." citado.
[ir] En la Instrucción de los Sacerdotes, lección 2." de las Indulgencias.
[l\ Medina en el libro de las Indulgencias, cap. 80. —La letra de los demás puede verse
en la Teología Ecléctica de Amórt, cuestión 2.» de las Indulgencias.
235
Concilio de Trento: y asi no es de estrafíar que el deseo del dicho*
Concilio se estendieraá la Curia romana. No se puede negar que los
miles de años de Indulgencia que habían concedido varios Papas
antes del referido Decreto del Concilio, apenas se han concedido
después de él; pues aunque he visto con atención los Bularios, no he
hallado otra Bula en que se concedan, que la sobredicha de Pió IV.
Tampoco se conceden ya las Indulgencias plenarias por una Ave-
María ó por un Padre-nuestro, como afirman los citados Teólogos
que se concedían, en aquellos tiempos; pues las mas de las que se
conceden hoy, suelen tener la carga de confesarse, de comulgar, de
ir á visitar algún templo, y de pedir á Dios en él por las necesida-
< des de la Santa Madre Iglesia.
Estamos ya pues por la misericordia de Dios en otros tiempos
diferentes. Los verdaderos cristianos miran hoy las Indulgencias
con aquel aprecio y estimación que merecen, y se escitan con la
esperanza de ganarlas, á hacer muchas obras satisfactorias que de
otra manera no harian. Luego las Indulgencias que hoy dia conce
den los Papas, no enervan ni debilitan la disciplina eclesiástica. Y
siendo esto asi, aun cuando el deseo ó la determinación del Triden-
tino se estendiese á los Sumos Pontífices, como ellos son sobre el
Concilio (77), pueden muy bien, habiendo causa justa y razonable,
franquearnos con generosidad el tesoro de las Indulgencias.
En vista de esto, lo que nosotros debemos hacer, decia Lam-
bertini (m), es dar á Jesucristo las debidas gracias por el beneficio
que nos hacen sus Vicarios, y poner sumo cuidado y esmero en acu
mular tanta abundancia de bienes espirituales, practicando con la
debida ddigencia las obras que se nos señalan. Ni por eso nos he
mos de hacer negligentes; pues como nunca sabemos de cierto que
ganamos totalmente la Indulgencia plenaria, no habernos de desis
tir de otras operaciones virtuosas, ya por los méritos que con ellas
podemos adquirir, ya por satisfacer á Dios enteramente por nues
tras culpas.
CUESTION LXVII.
[11] Lambertini del Sínodo Diocesano, lib. 13, cap. 12, núm. 2.—Paserino en el lib. l.°
del 6." de las Decretales, cap. 1.°, núm. 253. >
[m] Lambertini en la instrucción 53, núm. 11.
236
cesión de las Indulgencias, especialmente las plcnarias, en el mo
do que se conceden hoy. . "*
Pondré aquí las opiniones que he visto.
Primera. —El R. P. Agustiniano Fr. Vicente Elórdui en su
obra el Espíritu de la Iglesia en la administración del sacramen
to déla penitencia, nos dice (a) que hasta cerca del siglo XIV no
leemos en la historia que se hubiesen concedido Indulgencias ple-
narias á todos los ñeles sin distinción. Yo no sé qué historias regis
traría el P. Elórdui: pero sí sé que con que hubiera leido con re
flexión las obras de Lambertini que andan en las manos de todos,
habria visto allí que la célebre Indulgencia de Porciúncula fue con
cedida por el Papa Honorio III (6) á todos los fieles sin distinción
en el año de 1223; y si hubiera registrado al Padre de la Historia
Eclesiástica Baronio, habria encontrado en sus Anales que antes
de la Indulgencia de Porciúncula habían concedido ya otras mu
chas los antecesores de Honorio. Pero leería sin duda al P. Cónci-
na que es de la misma opinión.
Segunda.—En el año de 1095, Urbano II en el Concilio de
Clermont concedió Indulgencia plenaria á los que por causa de reli
gión fuesen á recobrar la Tierra Santa, cuyo documento está impre
so en el tomo 10 de la Colección de los Concilios de Labé. Minde-
rér (c) y otros que cita Lambertini, opinan que fue Urbano II el pri
mer Papa que concedió Indulgencia plenaria según el estilo de hoy.
Tercera.—Pero en las Actas de la Iglesia oriental recogidas
por Manuel Esquelstracio, se encuentran dice Lambertini (d), con
cesiones de Indulgencias aun plenarias antes de Urbano II, y tam
bién se hallan en Amórt y en los Anales de Baronio.
En efecto San Gregorio VII, dicen los dos (c), concedió una
Indulgencia plenaria en 1084 á los que militasen contra Enri
que IV. El mismo, dice Amórt (/), concedió otra plenaria en 1080
á todos los que ayudasen á reparar las Iglesias de Roma. El mis
mo Gregorio, dice Baronio (g), concedió en 1073 otra Indulgen
cia, que llama plenaria, á Remigio Obispo Lincolniense.
Cuarta.—El R. P. Fr. Cristiano Lupo, de los Ermitaños de
[a] Elórdui on la 4." parte, cap. 6.°, núm. 2.—Cóncina en el capítulo de las Indulgencias,
{. 4.°, núm. 20.
[Jl Del Sínodo Diocesano, lib. 13, cap. 18, núm. 4.
[c] Sebaldo Minderér, part. 1.» de las Indulgencias, confer. 4.a preliminar, núm. 269. —
Lambertini en el núm. 6 del lugar citado.
[d] Del Sínodo Diocesano, lib. la, cap. 18, núm. 6.
[e] Amórt en la Historia de las Indulgencias, pág. 46 de la citada edición.—Baronio en
«1 núm. 15 de dicho año.—Morino del Sacramento de la Penitencia, lib, 10, cap. 19, núm. 10.
[f] Pág. 105.
[g] Baronio, níím. 71,—Lambertini, instrucción 53, núm. 11.
237
San Agustín, y Doctor de la Universidad de Lovaina, en una bella
Disertación que escribió de Indulgencias (A), dice al principio de
ella que San Gregorio VII concedió Indulgencia plenaria á los que
militasen contra Enrique IV, y luego añade: "Juzgan algunos que
"fue este Papa el primer autor de semejante Indulgencia, pero juz-
"gan mal."—Demuestra después en los capítulos V y VI, que los
Apóstoles y sus sucesores los Obispos las concedieron plenarias al
gunas veces: y por último tiene por cierto que la forma de conce
der Indulgencias de que usa en el dia la Iglesia, es más antigua que
el pontificado de San Gregorio VII.
Quinta.—José Catalani, Presbítero de la Congregación de
San Gerónimo de la Caridad, en el tomo tercero que escribió sobre
los Concilios Ecuménicos (i), dijo: que no le parecía que había si
do Urbano II el primer Papa que concedió Indulgencia plenaria:
pues Víctor III había concedido una en 1087 á los que fueron al
Africa á pelear contra los sarracenos, y San León IX había dado
otra á San Eduardo rey de Inglaterra, en el ano de 1050.—Caye
tano Cenni en el tomo segundo del Bulario Vaticano, impreso en
Roma 1750, página 43, confiesa la misma Indulgencia plenaria de
Víctor, y aunque él cuenta eso de Víctor II, lo haría por equivoca
ción ó por yerro de imprenta} pues las circunstancias que allí seña
la, convienen á Victor III, y no á Víctor II.
Ses'a„—Luis Antonio Muratori en las Antigüedades Italianas
de la edad media (i), refiere asimismo la Indulgencia plenaria de
Victor III, y se inclina á creer que antes del año de mil empezaron
los Papas y los Obispes á conceder Indulgencias en la solemne de
dicación de las Iglesias.
Séptima.—El Abad Fleuri nos cuenta en su Historia Eclesiás
tica (&) que Alejandro II, celebrando la dedicación de la Iglesia
del famoso monasterio de Monte Casino en el año de 1071, conce
dió Indulgencia (Maquér dice que plenaria) á todos los fieles que
habiendo confesado sus culpas, asistiesen á la dedicación de dicha
Iglesia, ó la visitasen por espacio de ocho días.
Octava.-^-El mismo Papa, cuando consagró la catedral de Lú
ea en 1070 la concedió, dice Natal Alejandro (/), una Indulgencia,
la cual según su Anotador Constantino Roncaglia} fue plenaria;
[k] Empieza Omnium saluti, y lo he visto en la obra postuma de Bordonio, cap. 7." de
los Legados.
[í] En el lib. 4." del Bautismo, cap. 24.
[U] En el lib. 2.° de las Indulgencias, cap. 10.
[m] Al fin de la ses. 25 en el Decreto sobre las Indulgencias.
[n ] Clemente en el tratado Qué rico se ha de salvar.—Eusebio en su Historia Eclesiás
tica, lib. 3.°, cap. 23.—San Juan Crisóstomo en el lib. 1.° de la Parénesis á Teodoro Lapso,
tomo 1.°, pág. ál de la edición Veneciana 1734.— Pedro Ballerini en la Prcleccion 3.a softre
las obras de San Antonino, número 32.—Baronio al año 98 desde el número 13.—Petavio,
Lupo, Bosuet.
p
244
•lió otra Indulgencia al incestuoso de Corinto, sobre el cual hecho
dice el P. Estío (fl): "Es constante que quedaba siempre á la dis
posicion de los Pastores el abreviar el tiempo de la penitencia, á
"proporcion de las mayores y más sinceras pruebas de conversion
"que yeian en los penitentes, y en atencion tambien á los tiempos
"y á las personas."
En el siglo III nos da á entender San Cipriano (o) que los
Obi spos concedian Indulgencias á los penitentes, por los ruegos é
instancias de los Mártires.—En el mismo siglo, habiendo Máximo,
presbítero de Roma, caido en el cisma de Novaciano, tuvo tal con
tricion al volver á la Iglesia en el año de 254, que San Cornelio
Papa le concedió Indulgencia plenaria (/?).
En el siglo IV el Papa San Melquiades usó de Indulgencia con
los Donatistas (y), y condenó solamente al Obispo Donato, como
á autor y cabeza de su heregía.
Finalmente, en el mismo siglo, luego que cesaron las persecu
ciones por haber dado la paz a la Iglesia Constantino Magno, se
celebraron varios Concilios, y entre ellos el primero general de Ni-
cea al que asistieron trescientos diez y ocho Padres, y todos una
nimemente determinaron (r) que se dejase á la prudencia de los
Obispos el dar Indulgencias á los que hallasen verdaderamente ar
repentidos.—Luego Ta Iglesia en todos tiempos ha concedido In
dulgencias, asi plenarias como parciales, por medio de sus Obispos.
Es verdad que en los primeros siglos del cristianismo no se usó
de esta palabra Indulgencia, pero se usó de otras palabras equiva
lentes á ella; pues la Iglesia, como dije en la cuestion LXVI, unas
veces la llamó relajacion de las penas canónicas, otras reconci
liacion de los penitentes, otras absolucion de los pecados, y otras
la dió los nombres de paz, de humanidad, de dulzura, de condo
nacion, de remision y perdon de todos los pecados. Luego aun
que la Iglesia ha variado, segun la diversidad de los tiempos en el
modo de conceder las Indulgencias, su disciplina acerca del uso de
ellas ha sido siempre invariable en cuanto á la sustancia (s).
Es increible, dice Belarmino (/), que Leon III, Sergio II ó Cre
O. S. C. S. R. E.
En el prólogo, }. Acerca donde dice la variedad, lee variedad quitando el artículo Ja.
Página 3, linea 3, dice auxilios, con x, lee ausilios con s.—Y lo misino en la Nota 1.»
está en la misma página.
Pág. 10, en la cita [d], dice disposicion, lee disputa.
Pág. 18, en la cita [<], dice Papas toledanos, lee Padres toledanos.
En la misma pág. y cita, dice antiguos Papas, lee antiguos Padres.
Pág. 18, en la cita [«], dice causela, lee cautela.
Pág. 51, lin. 34, dice á los primero, lee á lo primero.
Pág. 56, lin. 23, dice que en la última, lee que la última.
Pág. 132, lin. 27, dice de aquí es por mas, lee de aqui es que por mas.
Pág. 152, lin. 34, dice ó haciendo, lee ó haciéndolo.-
Pág. 173, lin. 16, dice concedida, lee conocida.
Pág. 180, lin. 23, dice para logro, lee para el logro.
Pág. 210, lin. 1, dice se imprime, muchas veces, lee se imprime, muchas veces suele.
Pág. 225, lín. 15, dice condenacion, lee condonacion.
Pág. 228, lín. 31, dice quitándose, lee quitádose. .
Pág. 229, lin. 1, dice no es mas útil, lee ¿no es mas útil.
TRATADO
DELAS
TOMO SEGUNDO
HABANA: 1840.
CUESTION I.
[b] Próspero Lambertini del Sinodo diocesano, tomo 2.°, lib. 13, cap. 18, núm. 4 y 5.—
[c] En el tomo 4.°, lib. 7.°, cap. l.°—Advierte que el tratado de Tiers sobre las supersticio
nes, se prohibió por la S. C. del Indice por un decreto de 10 de Mayo 1757, y por otro de
12 de Marzo 1703. Véase el tomo 4.° de la Cronologia seráfica, pág. 247,
3
Para prueba de esta conclusión debia bastar á cada uno, dice
Lambertini la autoridad de la Iglesia, que ha concedido que
un hecho tan célebre, y un beneficio tan insigne se inserten y re
fieran en las lecciones del Breviario romano-seráfico (Véase la
nota 1.") en el dia 2 de Agosto en que se celebra la fiesta de la De
dicación de la Iglesia de Santa María de los Angeles de Porciúncu-
la: siendo manifiesto á todos con cuanta cautela, con cuanta «dili
gencia y circunspección procede ella en estas materias. Mas por
cuanto Tiers y otros críticos de su calaña se desentienden de esta
prueba y desean otras, voy á dárselas al instante, supuesto que las
hay con abundancia.
Pruebas del siglo XIII, en el que se concedió la Indulgen
cia.—1.» En el año de 1277 (e) el Beato fray Benito de Arezo, que
fué discípulo de San Francisco, y su paisano el Beato fray Ray-
nerio, de quien rezamos el dia 5 de Noviembre, dieron fé y testimo
nio delante de muchos testigos, de haber oido varias veces á fray
Maseo de Marignano de que habia acompañado á San Francisco
cuando fué á Perusa á pedir la Indulgencia al Papa Honorio, y se la
concedió.El erudito Esteban Balucio halló este precioso monumen
to en un códice manuscrito de la célebre biblioteca Colbertina, y lo
dió á luz en el libro 4.° de sus Misceláneas. Otro ejemplar del mis
mo instrumento publicó en el año de 1761 el clarísimo Arzobispo
Juan Domingo Mansi, habiéndole tomado de un códice manuscrito
del siglo XIV que halló en una biblioteca de Luca. Vadingo im
primió otro ejemplar en sus Anales al año de 1277: y otro finalmen
te Suiskeno, uno de los Bolandos, el dia 4 de Octubre en la vida
de San Francisco (f).
2."—Por el mismo tiempo Pedro Calfáno, á quien otros llaman
Zalfano, natural de Asís, dió también testimonio de que habia asis
tido él mismo á la consagración de la Iglesia de Santa María de
los Angeles, y que entonces habia oido á San Francisco predi
car la Indulgencia de Porciúncula delante de siete Obispos. Los
Bolandos citan tres ejemplares del referido testimonio: uno que
halló Balucio en la biblioteca de Colbért, otro que tomó el Ilustrí-
Nota 1."—Se pusieron estas lecciones en dicho Breviario en el siglo XVI, luego que
San Pió V en el año de 1568 reformó el Breviario romano. Octavio de San Francisoo, Obis
po de Asís, afirma que tuvo un Breviario franciscano impreso en Venecia on 1586, en el que
'vió ya en la fiesta de la Dedicación de Santa María de los Angeles las mismas lecciones
que tenemos hoy. Véase su Demostración Cronológica de la Indulgencia de Porciúncula,
impresa en Luca 1726, {. 3.°
[d] En la Disquisición que hizo sobre la Indulgencia de Porciúncula, j.' 1,° núm. 5 y 6.—
He leido este opúsculo en el tomo 15 de sus obras.—[e] Véase la Historia de la Indulgencia
íe Porciúncula por el P. Flaminio María Aníbal de Latera, cap. 5.°, núm. 3; y cap. 8.°, núm. 8.
—[/] Véanse también loe Bolandos en la vida del Beato Benito, dia 31 de Agosto.
4
simo Mansi de la de Luca, y otro que vieron ellos mismos auten
ticado, y publicaron en el dia 4 de Octubre.
3.»—En los mismos Bolandos (g) y en Vadingo puede leer el
que quiera los testimonios que dieron sobre esta Indulgencia de
Porciúncula el Beato Francisco de Fabriano (de quien reza la re
ligión seráfica el dia 14 de Mayo); fray Angel de Perusa, Ministro
de la provincia de San Francisco; Miguel Bernardi, ciudadano de
Asís; el Beato Juan de Al verna, que compuso el prefacio de la mi
sa de San Francisco; fray Ubertino de Casali, célebre en piedad
y doctrina; y la Beata Angela de Foliño, de quien rezamos el dia 30
de Marzo: todos los cuales florecieron en este siglo.
Pruebas del siglo XIV.— l.* Por los años de 1308 (h) fué
Obispo de Asís Teobaldo, quien para refrenar la audacia de algu
nos malévolos, que movidos ó de los zelos de la envidia, ó acaso de
la ignorancia, se oponian con obstinación á la Indulgencia de Por
ciúncula, dio acerca de ella sus Letras testimoniales, cuyo original
según los Bolandos se guarda en el archivo de los Menores Con
ventuales de Bolonia. Los mismos Bolandistas tuvieron una copia
legalizada, y escribieron un trasunto de ella. Y otra copia sacada
del mismo original, he leido yo en las notas (i) que dió á luz sobre
la vida de San Antonio de Padua fray Antonio María Azoguidi,
de los Menores Conventuales de San Francisco, y bibliotecario de
su convento de Bolonia.
' 2.*—Por la misma causa Conrado, Obispo de Asís, dió en el
año de 1335 sus Letras testimoniales, que contienen difusamente la
historia de la misma Indulgencia. Este diploma de Conrado, y el
testimonio del Beato Benito de Arezo, dice Lambertini (j ) que se
guardan en el archivo público de la ciudad de Asís, que se presenta
ron en forma auténtica á la S. C. del Santo Oficio, y que se dieron
á luz en Foliño en 1690. Los Bolandos tuvieron en su poder una
copia autenticada de las Letras testimoniales de Conrado, y ponen
un traslado de ellas en dicho dia. Otro he visto en Honorio Maren-
tini de Suma-Ripa en la obra que intituló: Verdad de la Indul
gencia de Porciúncula (fc), impresa en Venecia 1760; y otro final
mente en la Demostración Cronológica de la referida Indulgen
te] Los Bolandos el dia 4 de Octubre, en la 3.* parte de los fragmentos sobre la vida de
San Francisco.—Vadingo en sus Anales al año 1277, ntím. 17, &c.—[ft] Vadingo al año 1323,
núm. 2.—Flaminio de Latera, cap. 5.°, núm. 4 y 6.—[t] En la nota 23.—Se hallan estas no
tas en los Sermones que escribió San Antonio sobre los Salmos, y dió á luz el dicho P. Aro-
Súdi en dos tomos impresos en Bolonia 1757. Al principio del primer tomo estí. la vida del
anto, y después las notas. Los he visto en San Fernando.—[j] En la citada Disquisición
sobre la Indulgencia, núm. 8 y 9.— Marentini en el núm. 1 del Registro.
5
cia (í) que hizo Octavio de San Francisco, sucesor de Conrado en
\ el obispado de Asís.
3.»—Diez años antes que Conrado habia escrito con mucha
estensioh sobre la misma Indulgencia el P. Minorita fray Francis
co Bártoli, natural de Asís. Su manucristo se conserva en el ar
chivo del convento de los Menores Conventuales de dicha ciudad.
Véanse los Bolandos en el citado dia, y el P. Flaminio de Látera
en la historia que escribió de la referida Indulgencia (11).
4.»—Por los años de 1385 escribió fray Bartolomé de Pisa su
libro de las Conformidades de San Francisco con Cristo, que fué
aprobado, como dice Lambertini (m), en el capítulo general de mi
orden, celebrado en el año de 1399. El curioso podrá ver en los
Bolandos (n) y en Marentini lo que escribió Pisa acerca de esta
Indulgencia.
5.a—En el año de 1373 murió Santa Brígida, princesa de Sue-
cia, que fué célebre por sus revelaciones. En una de ellas (ñ) ha
bla de San Francisco de Asís, y de la Indulgencia que Cristo le
concedió para todos.
Pruebas del siglo XV.—1.a En 1459 murió San Antonino de
Florencia, ornamento insigne del orden de Predicadores. En su
tercera Parte Historial («) nos dice de esta manera: "En el año
"de 1223, por el mes de Enero alcanzó San Francisco primera-
"mente de Dios, por los ruegos de su Madre María, y despues de
"su Vicario Honorio 111, Indulgencia plenaria de los pecados en
"cada año para todos los que llegasen á la Iglesia de Santa María
"de los Angeles el dia 1.° de Agosto, y que durase por un dia na
tural con su noche, comenzando desde las segundas vísperas de
"aquel dia hasta las vísperas del dia siguiente, en el cual fué con
sagrada aquella Iglesia por siete Obispos de orden del señor Pa-
"pa, y publicada la dicha Indulgencia.
2.a—Florecieron tambien en este siglo dos astros de los mas
brillantes de mi orden, San Bernardino de Sena, y su discípulo San
Juan de Capistrano. El primero, que murió en 1444, fué á Por-
ciúncula algunos años (p) á ganar la Indulgencia plenaria, habló
en alabanza de ella en sus sermones (<y), y exortó á sus oyentes á
que se dispusiesen para ir á ganarla.—El segundo, que fué Vicario
[i] En el }. 5.°, en el cual se hallan las notas que puso Octavio al diploma de Conrado.—
[22] Cap. 5.°, núm. 4.—[m] Lambertini en el núm. 10 de la Disquisicion.—[n] Los Bolandos
en el }. 9.°; y Marentini desde el núm. 2 de la Disertacion 1.»—[ñ\ Cap. 90 de las Revelacio
nes Estravagantes.—[o] En el tit. 24, cap. 7.°, }. 4.°—[p] Los Bolandos, núm. 201.—Vadin-
go. Bernabéo, contemporáneo del Santo.— [q] San Bernardino en el sermon de la Santisi
ma Trinidad, art. 3.°, cap. 2.°; y en otro que citan loa Bolandos en -el tomo 2 de Octubre,
pág. 917 de la edicion de Ambéree 1768.
6
general de los Observantes, mandó (r) en unas constituciones que
hizo en 1443, que á los religiosos que habian ido á Asís á ganar la
Indulgencia de Porciúncula, no se Ies diese licencia para volver
allá hasta que húbiesen pasado cinco años. (Nota 2/)
Sino fuera bastante lo dicho para probar la legitimidad de es
ta Indulgencia, pudiera probarla todavia por los muchos é insig
nes milagros (s) que ha obrado Dios en confirmacion de ella. Pu
diera probarla por varios decretos saludables (/) que espidieron so
bre ella los Ministros generales dé los Menores á sus subditos en
los tres siglos primeros de la religion. Pudiera probarla por las re
petidas confirmaciones de los Papas sucesores de Honorio III, que
siempre han mirado esta Indulgencia (u) con respeto y venera
cion: declarando muchos en sus Breves, que no ha sido su intencion-
incluirla en la suspension general que han hecho de las Indulgen
cias en el Año Santo. Pudiera probarla por la universal conmocion
de los pueblos que de todas partes han concurrido siempre á Santa
María de los Angeles de Porciúncula en busca de esta Indulgen
cia; pues ha habido años en que han pasado de cien mil (») y aun
de doscientas mil almas las que han ido á Asís á ganarla: verifi
cándose ciertamente lo que dijo San Francisco á Honorio III, que
siendo esta Indulgencia obra de Dios, corria por cuenta de su Di
vina Providencia el publicarla y ensalzarla. Pudiera probarla fi
nalmente, segun lo hizo Lambertini (x), por el unánime consenti
miento de los autores, ya de mi orden, como Rodulfo, Sedulio, Ma
riano Florentino, Miguel de Medina y el Uustrísimo Gonzaga; y
ya estraños, como Rutilio Benzonio, Obispo de Loreto, Espondáno,
Obispo de Pamiers, y Roberto Belarmino, Arzobispo de Capua,
que escribieron de esta Indulgencia en el siglo decimosesto antes
que la impugnara Tiers.
En vista del conjunto de pruebas que alego, si preguntáramos
á los hombres sensatos, á los críticos juiciosos y cuerdos, qué les
parecia de la Indulgencia de Porciúncula, ¿habría alguno que ne
gara su legitimidad y certeza? No lo haría Melchor Cano; pues
nos dice en su elocuente obra de los Lugares Teológicos (y), que
cuando todos los historiadores, tratando de alguna cosa, escriben
Nota 2.«—El que quiera ver estas y otras pruebas acerca de la Indulgencia de Por
ciúncula, registre la Demostracion Cronológica que hizo de ella el Uustrísimo Octavio de
San Francisco, y en el }. 3.° las hallará juntas.
[r] Los Bolandos en el núm. 86.—[s"|Comejo, part. 1.» de la Crónica, lib. 3.°, cap. 27.—
Lisboa, tomo 1.°, lib. 2.°, cap. 4.° y 5.°—Vadingo al año 1277, núm. 19; y al ano 1295, núm. 13.
—[t] Los Bolandos, }. 5o.—Litera, cap. 5.°, núm. 10 y 11.—Pu] Vadingo al aBo de 1223.—
<3orneio, cap. 25 del lugar citado.—[u] Los Bolandos desde el núm. 201 de dichos fragmen
tos.—Vadingo al año 1223, núm. 10.—Moreri-en su Diccionario, palab. Porciüncida.—[x] En
su Disquisicion, núm. 13.—Vadingo al año 1223, núm. 2.—[y] Lib. 11, cap. 4.°
7
lo mismo unos que otros, es señal cierta de que es verdadera y fi
dedigna. No los Bolandos; pues no obstante que se hacen cargo de
lo estraordinario de esta Indulgencia por la circunstancia del tiem
po en que se concedió, la defienden como legítima en vista de tan
tas y tales pruebas. No Antonio Sandíni (z); pues con solo haber
visto algunos testimonios de los que yo hago mención acerca de la
referida Indulgencia, la tuvo por cierta é indubitable. No en fin
Benedicto XIV (a); pues le hicieron tanta fuerza algunas de las
pruebas auténticas que yo he dicho, que tiene por un atrevido y
temerario al que la ponga en duda. ¿Luego Tiers es un atrevido y
temerario en tener por incierta ó por falsa la Indulgencia de San
ta María de los Angeles de Porciúncula? Asi se deduce inmedia
tamente de la doctrina sana de Lambertini. Pero oigamos ya los
argumentos de este Doctor de la Sorbona para responder á ellos.
Argumentos de Tiers (6) contra la conclusión.—"1.° Si la
"historia de la Indulgencia de Porciúncula estaba antes en el Mar
tirologio romano, impreso en Venecia en los años de 1509 y 1566,
"¿de dónde procede que no se halle hoy dia en el que se lee en las
"Iglesias del Occidente? Esto podría ser muy bien, porque no juz
garon del caso insertarla en una obra que nada tiene que no sea
"conforme á la verdad. Asi nada ventajoso es para esta Indulgen
cia el juicio que forma de ella el Cardenal de Amanatis: lo uno,
"porque la pone en la clase de los abusos que practicaban los cues
tores; y lo otro, porque habla de ella como de una cosa incierta,
"diciendo: Dios sabe si esto es asi.
"2.°—Está fuera de duda y se justifica con testimonios espre-
"sísimos de los Papas y de los mas célebres Teólogos y Canonistas,
"que las Indulgencias para ser buenas y valederas, para ser exen
tas de toda superstición, asi de falso culto como de culto supér-
"fluo y de vana observancia, deben tener una causa justa y razo
nable que mire á la gloria de Dios, y al bien público de los esta-
"dos y de la Iglesia; pero ni Jesucristo, ni el Papa Honorio III nos
"refieren algunas de estas condiciones en la Indulgencia de Por-
"ciúncula. Ellos la concedieron solamente á los ruegos de San
"Francisco, y en vista del afecto particular que tenia el Santo á
"la Iglesia de nuestra Señora de los Angeles: lo que solo puede
"contarse á lo mas por una causa particular.
"3.°—Las otras Indulgencias son autorizadas por Bulas ó Bre-
[*] En la 2.» parte de las Vidas de los Pontífices en la nota tíltima á la de Honorio III—
[a] Benedicto XIV en la obra de la Canonización, lib. 3.°, cnp. 10, núin. 5; y lib. 4.°, part. 2.*,
cap. 7.°, mím. 7; v del Sínodo dioces., lib. 13, cap. 1S, mim. 4 y £.—[>] En el cnp. 17 del
lib. 7.° citado.
8
"ves de Papas, que hacen que los fieles las miren como verdaderas
"y las reciban con respeto. Pero aqui no se ve una Bula ni un Breve
"de Honorio III; que autorice la de Porciúncula. Los Francisca
nos no tienen Bula apostólica acerca de ella, como nos lo dice el
"Cardenal de Amanatis. San Francisco no quiso ninguna, y sien-
"do asi que el Papa Honorio queria persuadirle que tenia necesi
dad de una para justificar la Indulgencia que le habia concedido,
"el Santo le responde (dicen las Crónicas de los Menores) que le
"bastaba su palabra. Mas en fin, si esta Indulgencia ha sido auto
rizada por Bulas de Papas sucesores de Honorio III como los
"frayles Menores aseguran, no han sido sconcedidas sino según el
"estilo de la corte de Roma: si preces veritute ñilantur. Es decir,
"sobre la esposicion que se hizo de que esta Indulgencia habia
"sido concedida por el mismo Jesucristo, y confirmada por Ho
norio III, lo cual es una cosa particular, y no tiene otro funda-
"mento que la visión de una cosa en que no se ve alguna prue-
"ba cierta.
"Por otra parte, si se queria sostener que las cartas que se
"pretende escribió Honorio III á los Obispos de Asís, de Todi, de
"Espoleto, de Foliño, de Nocéray de Eugubiopara la Dedicación
"de la Iglesia de nuestra Señora de los Angeles, tienen el lugar de
"Bula ó Breve, ¿no se puede pedir con justicia dónde están esas
"cartas? ¿Por qué no las publican? ¿De dónde viene que no se lean
"ellas ni en el Mare Magnun de los frayles Menores, ni en los Com-
"pendios que han hecho imprimir de sus privilegios?
"4.°—El Orden romano antiguo y el Pontifical romano de
"Clemente VIII y Urbano VIII señalan que solo un Obispo basta
"para dedicar una Iglesia, y hablan en singular cuando hablan del
"prelado que la consagra. Y aunque algunas veces suelen señalar
le más, eso es para dedicar las grandes Basílicas; no una casi
"desierta, como era la de Porciúncula.—Pero sea de eso lo que
"fuere, si queria Honorio III que esta Iglesia fuese dedicada por
"6Íete Obispos, ¿de dónde proviene que no eligió para ello los su
fragáneos inmediatos de la Santa Sede, como el de Asís? ¿Porqué
"se valió del de Nocéra, sufragáneo de Salerno; y del de Eugubio,
"sufragáneo de Urbino? No era natural el tomarlos de tres provin
cias diferentes y tan lejanas.
"5.°— La Indulgencia de Porciúncula, si hemos de dar crédi-
"to al P. Arturo, ha sido concedida de viva voz por Jesucristo mis-
"mo á San Francisco en el año de 1221. Ella es de una estension
"infinita, grandísima y de todos los pecados: ella es plenaria de cul-
"pa y pena, para usar de los términos de las Crónicas de los Me
9
"ñores: ella es perpetua para el dia de la Dedicación de la Iglesia
"de nuestra Señora de los Angeles.—No habia mas de seis años
"que el IV Concilio general de Letrán habia prohibido estender
"las Indulgencias de Ja Dedicación de las Iglesias mas allá de un
"año; las del aniversario de estas Dedicaciones y todas las otras,
"mas allá de cuarenta dias; pues que los Papas que tienen en su
"mano la plenitud de la autoridad, han acostumbrado guardar es-
"ta moderación en tales ocasiones.—Si Jesucristo pues concedió
"la Indulgencia de Porciúncula como se pretende, ¿querría que
"ella fuese grandísima, de una estension infinita, de todos los peca
dos y perpetua, habiendo el Espíritu-Santo, que presidió al IV
"Concilio general de Letrán, fijado las Indulgencias de la misma
"naturaleza solamente á un año, ó á cuarenta dias? ¿Puede decirse
"sin blasfemia, que el Hijo y el Espíritu-Santo se hayan opuesto en
"este punto?
"Por otra parte, ¿es verosímil que Honorio III quisiese con-
"firmar esta Indulgencia sobre la fé que se alega de San Francisco
"(de quien ni conocía el mérito personal, ni la virtud, y que aun no
"habia echado los primeros cimientos de su orden) en perjuicio de
"lo que acababa de ordenar su antecesor Inocencio III, siendo él
"el primero que haya violado esta regla, habiendo sido un obser
vador fidelísimo del dicho decreto, según la respuesta que dió él
"mismo á un Arzobispo (c) que le consultó? Es menester algo mas
"que la visión de un particular para obligar á los Sumos Pontífices
"á que abandonen los Concilios generales, cuyas decisiones tienen
"á grande honor el seguir y poner en práctica.
"6.°—Se funda en el silencio de San Buenaventura que habien
do escrito la vida de Sán Francisco, nada dice déla tal Indulgencia.
"7.°—Por último, la Indulgencia de Porciúncula, según las
"Crónicas de los frayles Menores, es una absolución é Indulgencia
"plenaria de culpa y pena; y mirada por esta parte, es abusiva y
"supersticiosa. Lo primero, porque las Indulgencias, sean las que
."fueren, no pueden remitir la culpa, sinó solamente la pena. Lo se-
"gundo, porque Clemente V cuenta entre los abusos de los cues
tores, que prometían Indulgencias de culpa y pena. Y lo tercero,
"porque el Concilio Constanciense manda en la sesión cuadragési
ma que se revoquen y anulen las Indulgencias que prometen ab-
nsolución de culpa y pena." Hasta aquí los argumentos de Tiers.
Para responder con claridad á su primer argumento, supon
go lo primero con el Cardenal Baronio (</) que del Martirolagio
[c] No en el 6." cap. Romana Ecclesia, como cita Tiers; sinó en el 5.°, tít. de P<eniU.
el Remis., cap. tfustro.—[d] En el trat. sobre el Martirologio romano, cap. 9."
3
10
romano antiguo, que algunos atribuyen á San Gerónimo, tuvieron
su origen el Martirologio de Beda, el de Floro, el de Adón, y otros.
Usuardo, nionge de San Benito, compuso de los sobredichos otro
hácia el año de 875, y se lo dedicó á Cárlos el Calvo. Este Marti
rologio de Usuardo comenzó á leerse, dice Lambertini (c), en los
coros de los Benedictinos; y de aqui se fué estendiendo á casi todas
las Iglesias aun las de Roma, de tal suerte que á fines del siglo XV
y lo mas del XVI no se leia por lo común en las Iglesias otro Mar
tirologio que este. Hiciéronse de él muchas ediciones en toda la
Europa católica, unas conforme al original, y otras añadidas. Entre
estas fuéron bastante célebres la del Agustiniano Belino en 1498,
la de Francisco Marulli ó Maurólico hácia el de 1550, y la de Juan
Molano en el de 1568. Finalmente, el Martirologio que compuso
Usuardo entonces perdió el nombre de su autor, dice un Bolan-
dista ( f ), cuando reformado y añadido por orden de Gregorio XIII
en 1584 se llamó solamente romano.—Supongo lo segundo, que
cuando dice Tiers que la historia de la Indulgencia de Porciúncu-
la estaba en el Martirologio romano, impreso en 1509 y 1566, no
habla del antiguo Martirologio romano, ya sea el que publicó Ros-
veido en Paris 1645, ya sea el que dió á luz en Luca Francisco
María Florentino; pues habiendo registrado yo los dos en esta bi
blioteca de San Fernando, en ninguno de ellos la he hallado. Tam
poco habla del nuevo Martirologio romano que todos usamos en los
coros; pues según escribia Benedicto XIV (jg) á Juan V, R ey de
Portugal, la primera corrección de este Martirologio se hizo en el
pontificado de Gregorio XIII, que no se sentó en la silla de San
Pedro hasta el año de 1572. Lo cual supuesto,
Respondo que si el Martirologio romano de que nos habla Tiers
es el de Usuardo con adiciones; pues según Lambertini en el año
de 1509 y en el de 1566 se leía el Martirologio de Usuardo en casi
todas las Iglesias, creo que la historia de la Indulgencia de Por-
ciúncula estaria en él; porque según los Bolandos y Vadingo (h) se
halla en las adiciones de Belino, de Maurólico, y de Juan Molano.
"¿Pues de dónde procede, replica Tiers, que no se halle hoy
"en el que se lee en las Iglesias del Occidente? Esto podría ser muy
"bien, porque no juzgaron del caso el insertarla en una obra que
"nada tiene que no sea conforme á la verdad."
[e] En la obra de la Canonización, lib. 4 °, part. 2», cap. 17, ntím. 2.—[ / 1 Juan Bau
tista Solerio en el prólogo á la nueva edición del Martirologio de Usuardo, hecha en Ambé-
res 1714.—Juan Graneólas, Moreri, Lambertini.—[g~\ En la Bula 54 del 2.° tomo de su Bu-
lario, núm. 2.— [h] Los Bolandos al principio del día 2 de Agosto; y en el Martirologio de
Usuardo, añadido.— Vadingo al año de 1223.
11
Respondo que viendo Gregorio XIII, después de la mitad del
siglo XVI, que se habian multiplicado los Martirologios, y que no
estaban exentos de algunos yerros, ya por inadvertencia de los
escritores, y ya por descuido de los que los imprimían, dió comi
sión á una junta de siete sabios, que fueron Silvio Antoniano, Luis
de Torres, Belarmino, Baronio, Juan Bautista Bandini, Miguel
Gislerio y Bartolomé Gavanto {Nota 3.a), de que corrigiesen un
Martirologio. Echaron estos mano del que compuso Usuardo, te
niendo á la vista para reformarle otros varios Martirologios. En
tiempo de Urbano VIH y por su orden se corrigió el Martirologio
romano sogunda vez; y la tercera en 1748 por Benedicto XIV.
Ahora bien: si la Iglesia en ninguna de estas tres ocasiones ha
puesto en el Martirologio romano la historia de la Indulgencia de
Porciúncula como es evidente, ¿por qué Tiers nos echa en cara
que ya no se encuentra allí? ¿se podrá quitar una cosa de algún
lugar, si nunca se puso en él? ¿No sabe este Doctor parisiense que
desde que se corrigió la primera vez el Martirologio romano, man
dó Gregorio XIII (i) que las órdenes regulares que tuvieren al
gunos Santos ó particulares oficios, como sucede á casi todas, no
los ingieran en él, sinó que los tengan aparte en sus propios Mar
tirologios? ¿Ignora que la Dedicación derta Iglesia de Santa María
de los Angeles de Porciúncula, en la que se hace mención de esta
Indulgencia, ha sido tan peculiar de la religión seráfica que se ha
gloriado siempre en ella como en uno de sus blasones mas gloriosos?
Pues abra los Martirologios de toda la familia Franciscana, re
gistre el de los Menores Observantes, el de los Conventuales y el
de los Capuchinos, lea sus Breviarios (que están aprobados por la
Iglesia, como lo están el Breviario y Martirologio romanos) y ha
llará en todos ellos, que desde tiempo inmemorial la concedieron los
Papas esta fiesta en memoria de tan insigne beneficio, dice Lam-
bertini (j ); y que desde entonces hasta el dia de hoy, léjos de dis
minuirla los Pontífices, la han dado nuevo realce. {Nota 4.')
Nota 3* Estos mismos corrigieren después el Breviario romano en tiempo de Cle
mente VIII.
Nota 4.* En el Oficio de nuestro P. San Francisco, aprobado primeramente por la S. C.
de Ritos y después por Pió VI, hay en el Himno de Laudes (que se compone de versos sáli
cos y adonicos) una estrofa que hablando del Santo, dice así:
Oblinet lapsis pricibus Mario;,
Ejus tn templo vénian lucrándam
Mensis Augusli redeúnte claro
Orbe quotánnis.
[i] Por su Bula Eméndalojam Kalendario de 14 de Enero 1584, que hallarás al princi
pio del Martirologio romano.—[j ) Lambertini en la Disquisición citada, ndm. 6 y 33.—Loa
Bolnados.
12
Mas dado y no concedido que la historia de la Indulgencia de
Porciúncula hubiera estado, antes en el Martirologio romano, y
ahora no estuviera, ¿se seguiria de aqui precisamente que ella era
falsa é incierta, como arguye Tiers? No por cierto. Prueba de ello
es, que habiéndose quitado á San Siricio Papa del Martirologio
romano en la primera correccion y aun en la segunda, Benedic
to XIV, que antes de ser Sumo Pontífice habia trabajado mucho
sobre la causa del Santo, mandó volver á ponerle en la tercera el
dia 26 de Noviembre. Los motivos que tuvo este sabio Pontífice
para hacerlo, puede verlos el curioso en su Bula citada desde el
número 49 hasta el último. Luego aunque la historia de la Indul
gencia de Porciúncula hubiera estado antes en el Martirologio ro
mano y ahora no estuviera, no era señal indefectible de que ella
era falsa ó incierta. Pues ¿cuánto menos lo será perseverando des
de tiempo inmemorial hasta ahora en el Martirologio romano-se
ráfico, sin que jamás se haya quitado de él?
"¿Y cómo es, dice el Cura de Vibrai, que no sintió bien de la
"Indulgencia de Porciúncula Bonifacio, Cardenal de Amanatis,
"pues escribió contra ella en el año de 1388?"
Respondo lo primero, que segun dicen Marentini (k) y Fia-
minio de Látera, Bonifacio, á quien unos llaman Cardenal de Ama
natis y otros de Vitalinis, confiesa ( l ) que él mismo habia ido
á Asís en tiempo de la Indulgencia en 1368 (veinte años an
tes que escribiera contra ella); y que con ánimo de ganarla, tanto
para sí como para sus difuntos, habia repetido devotamente sus en
tradas en la Iglesia de Porciúncula. Por lo cual la duda ó incerti-
dumbre de Bonifacio no era, dice Marentini (11), sobre la verdad
de la Indulgencia, sinó sobre la gracia verdaderamente singular
que depende principalmente de la aceptacion divina, y que espera
ban los pueblos que podia conseguirse para las ánimas del purga
torio con la repeticion de las diligencias. En una palabra, estaba
dudoso sobre cuántas almas habria él mismo sacado del purgato
rio por sus repetidas entradas en la Iglesia de Porciúncula, si era
verdad lo que se decia sobre el toties quoties de aquella Indul
gencia. Y si esta respuesta no satisface á Tiers,
Respondo lo segundo, que Bonifacio de Amanatis, natural de
Pistoya, de quien nos dice Tiers que escribió contra la Indulgen
Nota 5* Véase lo que dije de Domingo Soto en el tomo 1.°, cuestión 21, conclusión 3í
[q] Habert, Biluart, Suarez, Esmalgrueber.—[r] Santo Tomas en el Suplemento de la
3» parte, cuest. 25, art. 2.°—San Buenaventura en el 4.°, dist. 20, part. 2?, art. 1.°, cuest. 4?
—Silvestre Mozolino 6 de Prierio en la Suma, palab. Indulgencia.—Beato Angel de Clava-
«io, Bonacina, Giribaldo, Minderér.
15
Al tercer argumento respondo que confesamos lisamente los
Franciscanos que no tenemos Bula alguna de Honorio III que au
torice esta Indulgencia. La causa es el no haberla querido el Se
ráfico Patriarca San Francisco, que lleno de fé y de candor le dijo
al Papa que tenia bastante con su palabra; y que siendo aquella
Indulgencia obra de Dios, corría por su cuenta el publicarla. Ca
recemos asimismo de aquellas cartas que escribió Honorio III á
los siete Obispos (Nota 6.1), para que consagraran la Iglesia de
Porciúncula y publicaran alli la Indulgencia. Pero ¿qué se infiere
de aqui? ¿que no es cierta la Indulgencia de Porciúncula? ¡Arrojo
temerario! pues hay tantas pruebas para justificarla. ¿No sabe Tiers
que un hecho público se puede probar de varios modos? ¿Quiere
testigos de vista? Pues ya le pongo delante á Pedro Calfáno, no
ble patricio de Asís, que dio testimonio de haber estado presente
á la publicación de la Indulgencia que hizo San Francisco delante
de siete Obispos. ¿Quiere testigos de oidas? Pues ya le presento
á un discípulo de San Francisco, él Beato Benito de Arezo, cuya
vida traen los Bolandos el dia 31 de Agosto, y á su compañero el
Beato Raynerio, insigne en virtudes y milagros (*): los cuales
en 1277 dieron testimonio público de haber oido á fray Maséo, dis
cípulo también de San Francisco, de que habia acompañado al
Santo cuando fué á Perusa á pedir al Papa la Indulgencia, y se la
concedió. Si Tiers aun no da crédito á los dichos testigos, cuyas
deposiciones dió á luz su paisano y contemporáneo Esteban Balu-
cio, puede ver los testimonios que dieron de ella en el mismo si
glo XIII y en el siguiente varios personages íntegros, veraces, sa
bios, ilustres en santidad y milagros, testigos en fin de quienes di
ce el célebre Melchor Cano (<) que es una temeridad y un desacato
el no creerlos. Si recusa á los religiosos porque para él tienen el
delito de serlo, admita los testimonios de los Obispos y de los ciu
dadanos de Asís. No crea mas al Anticardenal de Amanatis, que
á tantos verdaderos Papas (m) como han hablado de esta Indulgen
cia, y á tantos testigos abonados como he referido en mis pruebas.
Nota 6." Aun existen, dice Albáno Bíitler (r), crítico juicioso de nuestros dias, siete cer
tificados auténticos de n<uiollos siete Obispos que fueron por órden de Honorio á publicar la
Indulgencia. De buena gana pondría yo aqui una copia de ellos, si los hubiera encontrado;
pero no he tenido esa diciia.—He leído los nombres de los siete Obispos en Octavio de San
Francisco, pég. 106 de su Demostración Cronológica. (Véase el Diario Histórico del P.
Fuente, dia 1." de Agosto, níím. 24.)
[s] Vadingo al año de 1304, núm. 12.—Los Bolandos en el núm. 50 de los fragmen
tos—[t] Cano en el lib. 11 de los lugares Teológicos, cap. 6.° Prima.—[u] Alejandro IV, que
murió en el año de 1261, hace espresa mención de esta Indulgencia en una Bula que em
pieza Benigna, y está dirigida á todos los Patriarcas, Obispos y otros Prelados inferiores:
así lo dice el P. Flaminio en la obraeitada, cap. 6.°, núm. 1 y 2. — [v] Biltler en el tomo 10
de las Vidas de los Santos, en una nota á la vida de San Francisco de Asís.
16
El cuarto argumento tiene un poco de apariencia, pero nada
de substancia. Confesamos todos que basta un Obispo solo para
consagrar ó dedicar una Iglesia, y por eso el Pontifical romano
habla en singular cuando trata del que la consagra. Pero desde el
siglo IV solian juntarse muchos Obispos comarcanos, dice Sel-
vagio (x), para solemnizar mas la fiesta de la dedicación de cual
quiera Iglesia. Y para que vea Tiers que esto se practicaba fre
cuentemente cuando se dedicó la de Santa María de los Angeles
por siete Obispos, sepa que segun escribe Oldoino en la Historia
Pontificia de Chacón (t/), Honorio III consagró, acompañado de
muchos Obispos y Cardenales, la Iglesia del monasterio de Casa-
mári en 1217, la de San Sebastian de Roma en 1218, y la Cate
dral de Rieti en 1225. Sepa que Gregorio IX, que fué el que cano
nizó á San Francisco dos años después de su muerte, consagró en
Roma, acompañándole muchos Obispos y Arzobispos, la Iglesia de
San Adrián en 1228, y el Altar mayor de Santa Sabina en 1238.
Y si se figura alguno que este acompañamiento de Obispos era pro
pio y característico de los Papas, se engaña; pues hallará en Baro-
nio (z) que Alardo, Obispo de Verona y legado de la Santa Sede,
consagró las Iglesias de San Juan de Acre en 1191 en compañía
de tres Arzobispos y cuatro Obispos. Fuera de eso, el Concilio La-
teranense IV con que nos arguye Tiers, ¿no da á entender clárame
te en el capítulo 62 que una Iglesia puede ser dedicada por mu
chos Obispos?
"Es verdad, dice el Cura de Vibrai; pero eso sucedía cuando
"dedicaban las grandes Basílicas, no una casi desierta como era la
"de Porciúncula."
Respondo que ni la Iglesia del monasterio de Casamari que
dedicó Honorio III, ni las Iglesias de San Juan de Acre que dedi
có Alardo eran grandes Basílicas, y sin embargo fueron dedica
das con acompañamiento de tantos Obispos. La Iglesia de Santa
María de los Angeles era una Iglesia pequeña; pero se habia he
cho famosa, ya por haberla reedificado San Francisco, ya por ha
ber tenido allí su origen el orden de los Menores y el de las Clari
sas; ya en fin, porque en ella se habia aparecido Jesucristo en com
pañía de su Madre y de una multitud de Angeles, y habia conce
dido á San Francisco la Indulgencia de Porciúncula que le pidió.
Si estaba pues en práctica en aquellos tiempos que se juntasen mu-
[x] Julio Lorenzo Selvagio en el libro 2.° de las Antigüedades cristianas, part. 1*,
cap. 5.°—Devoti, Vanespen.—fy] Agustín Oldoino en el tomo 2.°, en las vidas de Honorio III
y Gregorio IX.—[»] Véase el Baronioen sus Anales al año citado.—Y también Mateo de
Paris en la Historia de Inglaterra al año de 1252.
17
chos Obispos para consagrar una Iglesia; y por otra parte había
conocido Honorio III, que era voluntad de Dios que la Indulgen
cia de Porciúncula se publicara en Santa María de los Angeles:
¿qué mucho que habiendo tantas sillas episcopales en la comarca
de Asís, y siéndola Indulgencia de Porciúncula una cosa tan es-
traordinaria en aquellos tiempos, enviara siete Obispos á publicar
la, y de paso á consagrar ía Iglesia? Pero estos Obispos que envió
no eran de provincias lejanas, como pondera Tiers; pues aunque el
Obispo de Gubio ó Eugubio es sufragáneo del Arzobispo de Ur-
bino, no dista Eugubio de Asís sino cuatro ó cinco leguas. Acerca
de Nocéra (a) debe saber este crítico, que hay dos ciudades de ese
nombre, una en la Umbría en el patrimonio de San Pedro, con
Obispo que solo depende de la Santa Sede; y otra en el reino de
Nápoles, cuyo Obispo es sufragáneo de Salerno, y á esta la llaman
Nocéra di Pagani, porque la habían tomado los sarracenos. Si hay
pues tan cerca de Asís una ciudad llamada Nocéra, ¿por qué juz
ga Tiers que para publicar la Indulgencia de Porciúncula habia
de enviar el Papa á un Obispo, que residia en el reino de Nápoles?
Porque este crítico malicioso suele tomar las cosas por la peor par
te, y abusar frecuentemente de la crítica: esa es la causa de que
no encuentre la verdad.
Al quinto argumento respondo, que toda la fuerza que apare
ce en él, se funda en dos supuestos falsos. Primeramente supone
Tiers que el IV Concilio general de Letrán, en el que se ponen lí
mites á los Obispos sobre la concesión de las Indulgencias, obliga
también á los Papas en cuanto á esto, y por eso dice que no es ve
rosímil que quisiese confirmar Honorio la Indulgencia plenaria de
Porciúncula en perjuicio de lo que acababa de ordenar en el Con
cilio su predecesor Inocencio III. Pero pregunto yo, ¿de dónde sa
caría este crítico que Inocencio III siendo tan sabio y prudente
quisiese atar las manos á sus sucesores en la repartición de las In
dulgencias, siendo asi que afirma el mismo Papa en el decreto del
Concilio, que reside en el romano Pontífice plenitud de potestad pa
ra concederlas? ¿No es eso ó burlarse de la sabiduría de este Papa, ó
querer alucinar á los simples? A la verdad que yo no he leido seme
jante cstfavagancia, no digo en algún Teólogo ó Canonista; pero ni
aun en los argumentos de los hereges. Sinó temiera dilatarme, yo
haría ver á este Doctor de la Sorbona, que ni Honorio III (6), ni;
otro algún Papa de cuantos han sucedido á Inocencio se creye-
[a] Véanse en loa Bolandos el índice topográfico del tomo 2 de Octubre; y en Moreri
las palabras Gubio y Nocirá —[b] De Honorio III, véase Raynaldo en sus Anales al año
1223, mím. 22; y al año 1224, núm. 22.
18
ron jamas obligados al referido decreto del Concilio. Mas ¿para
qué me he de empeñar en demostrar una verdad tan clara que nin
gún hombre de juicio me negará? Y asi, solo Tiers tendrá la osa
día de decir que el Sumo Pontífice Honorio III por haber conce
dido la Indulgencia plenaria de Porciúncula, que es perpetua y
universal, violó la regla del Concilio. También supone que la In
dulgencia de Porciúncula fué concedida por causa de la Dedica
ción de su Iglesia; lo cual es falso, pues el Seráfico Patriarca cuan
do pidió la Indulgencia á nuestro Señor Jesucristo y á su Vicario
no hizo mención alguna de la Dedicación de la Iglesia; y si esta
fué dedicada por, siete Obispos de orden del Papa, fué sin duda pa
ra solemnizar más la publicación de la Indulgencia. Y asi, digo con- ■
tra Tiers que la Indulgencia no se concedió por causa de la Dedi
cación, sinó que la Dedicación se hizo por causa de la Indulgencia.
Asimismo dice este Doctor lo que se le antoja, cuando afirma
que en el año 1221 no conocía Honorio III ni el mérito personal,
ni la virtud de San Francisco, y que en ese año aun no habia echa
do el Santo los primeros cimientos de su orden. Para que se vea
la falsedad de estas proposiciones, basta decir que habiendo naci
do en el año de 1182 (c) comenzó á tener séquito de discípulos
en 1209, y que en este año aprobó su regla Inocencio III, no por
escrito sinó de palabra. Para esta aprobación tuvo el Papa una
conferencia solemne con los Cardenales, y después de haber visto
en sueños que la Basílica Lateranense amenazaba ruina y que San
Francisco la sostenía arrimando sus hombros, le concedió Ja apro
bación de su regla. El dia 16 de Abril del mismo año hizo el Santo
la profesión con sus compañeros en manos de Inocencio III, él cual
les dió facultad para que pudiesen predicar penitencia en todo el
mundo. En 1212, después de haber sacado del siglo á Santa Clara
y á su hermana Santa Inés, se presentó al Papa dándole noticia del
maravilloso incremento de su orden, y pidiéndole su beneplácito
para ir á la Siria á predicar la fé con ansia de padecer martirio.
En 1214 estuvo el Santo en España, donde fundó varios conventos.
En 1215 partió á Roma al Concilio general de Letrán (d), en don
de Inocencio III confirmó nuevamente su instituto, y declaró de
lante de todos que ya habia aprobado su regla. En 1217 en que ya
era Papa Honorio III predicó en Roma delante de él, y le pidió
al Cardenal Hugolino para protector de su orden. Y finalmente,
[é] Los Bolandos, Cornejo, Lisboa y Bútler en la vida del Santo.—El Martirolio y el
Breviario romano-seráficos en el dia 16 de Abril.—[á] Gabriel Cosárt en la edición de loa
Concilios de Labé, adición 12 al Concilio IV Lateranense.—Vadingo, Cornejo, Bútler.
19
en 1219 predicó al Soldán de Egipto con intrepidez, y logró aman
sar su fiereza.
Ahora bien, ¿quién creerá que San Francisco no habia echa
do los primeros cimientos de su orden en el año de 1221, siendo
asi que Inocencio III habia aprobado ya dos veces su regla, una
en 1209 habiéndolo tratado antes con los Cardenales, y otra en
1215 en presencia de todos los Padres del Concilio general de Le-
trán, y siendo asi que en el año de 1219 en que el Santo celebró
capítulo general en Porciúncula, habían concurrido á él cinco mil
religiosos de su orden? ¿Quién creerá que Honorio III, que era ya
Cardenal en el año de 1198, no conocía el mérito personal ni la
virtud de San Francisco en el de 1221, siendo asi que el Santo Pa
triarca habia predicado delante de él, le habia pedido protector pa
ra su orden, habia hecho milagros por todas partes, y habia funda
do un sin número de conventos con el beneplácito de la Santa Sede?
Solo un ignorante, ó un crítico inconsiderado como Tiers lo creerá.
Si Tiers no hubiera leido tan superficialmente las Crónicas de los
frayles Menores, si hubiera registrado con ánimo quieto sus Ana
les, hubiera visto en ellos, ya el respeto y veneración con que siem
pre miró Honorio III á San Francisco, ya el amor y benevolencia
que mostró este Papa á sus hijos, dándoles varias cartas de reco
mendación para los Obispos antes del año de 1221. Pero como es
te crítico solamente miraba nuestras Crónicas y nuestros libros pa
ra sacar de aqui argumentos contra nosotros, por eso se le ocultaba
la verdad. Mejor la descubrieron los Bolandos (c), que hablando
de esto dijeron: "La santidad de Francisco, probada con muchísi-
"mos milagros, era tan conocida de Honorio, que nunca pudo du-
"dar de la verdad de sus dichos." Es cierto que Tiers llena de ala
banzas á Honorio por observante del decreto del Concilio; mas to
das estas alabanzas cederán en deshonor del mismo Papa, si aban
donando el referido decreto, y no teniendo mas fundamento que la
visión de un particular, como se esplica Tiers, concedió la Indul*
gencia de Porciúncula. Mas su locución es presuntuosa, y muy
agena de un crítico moderado, puesto que Benedicto XIV llama
atrevido y temerario al que tenga por apócrifas asi la visión co
mo la Indulgencia. Omito contestar á lo que dice este Doctor del
Hijo de Dios y del Espíritu-Santo; pues un Teólogo principiante
puede responder á ello.
Al sesto argumento respondo primeramente, que no puedo me
nos de estrañar de que tenga la osadia Tiers de oponerse á la In-
[lt] Véanse Odonco Raynaldo en sus Anales al año 1260, núm. 35: el Ilustrisimo Man-
■i en una nota al núm. 36; y Francisco Pagi en el Breviario de los hechos de los Pontifices,
al número 37.—[m] Honorio Marentini en la Verdad é indole de la Indulgencia de Por
ciúncula, num. 35, j. 8.°—[n] En el tomo L* de Setiembre, dial.0
23
á la Indulgencia de Porciúncula absolución é Indulgencia plena-
ria de culpa y pena, con la consecuencia que va á sacar este Doc
tor de que ella es supersticiosa y falsa? De que los fieles llamen co
munmente Jubileo á la Indulgencia de cuarenta horas, ¿sacaré yo
buena ilación de que esta Indulgencia es falsa, ó á lo menos supers
ticiosa? Todos me responderán que no: lo único que me dirán, será
de que los dichos fieles no usan bien de los términos, y que esa es
una locución abusiva; pues lo mismo digo yo á Tiers. Aun cuando
fuera malo que los frayles Menores en sus Crónicas llamasen á la
Indulgencia plenaria de Porciúncula absolución é Indulgencia de
culpa y pena, eso nunca probaria que era falsa ó supersticiosa: lo
que probaria únicamente, seria de que ellos abusaban de los térmi
nos. Y pregunto yo: ¿habrá sido malo, se habrá seguido algún es
cándalo de que los frayles Menores en sus Crónicas hayan llama
do á la Indulgencia de Porciúncula absolución é Indulgencia
plenaria de culpa y penal Solamente Tiers se habrá escandaliza
do de eso por las razones aparentes que alega, á las cuales voy á
responder comenzando por la última.
No es cierto que el Concilio general Constanciense mandase
revocar las Indulgencias que prometen absolución de culpa y pe
na, como afirma Tiers. Lo único que hubo sobre esto en el dicho
Concilio, celebrado en 1417 para ocurir al cisma el mas funesto que
ha conocido la Iglesia, fué lo que ya refiero. En la sesión cuadra
gésima decretáron los Padres del Concilio (ñ) que el Papa futuro,
lo primero evitase la demasiada profusión de Indulgencias, para
que no se envileciesen. Lo segundo, que revocase las Indulgencias
concedidas á semejanza de otras desde la muerte de Gregorio XI.
Y lo tercero, que anulase las Indulgencias locales que se llamaban
de culpa y pena', esto es, las Indulgencias plenarias concedidas á
ciertos lugares con facultad de absolver plenariamente á los que
fuesen á visitarlos; y que diese potestad á los Diocesanos para in
quirir sobre ellas, y aun suspenderlas si les pareciesen escandalo
sas. Los dos primeros decretos fuéron pedidos al Concilio por la na
ción Alemana, y el tercero por la Inglesa. ¿Qué hizo MartinoV,
electo Papa por el Concilio? Aunque no concedió á las dichas na
ciones todo cuanto le pedían, hizo con ella» un concordato señalan
do cuatro reglas al Tribunal de la Cancelaría para el despacho
de las Indulgencias, las cuales podrá ver el curioso 'en Minde-
rér (o). Sobre el tercer decreto, que es el que nos hace al caso por
ahora, es menester saber que en tiempo del dicho cisma habian
[rt] Véanse Labé en el tomo 12 de los Concilios, pág. 243 y 1456; y Minderér en la obra
de Indulgencias, píg. 193.—["] Minderér, part, 1.*, apéndice Í.Q
21
concedido los Papas muchas Indulgencias locales, con facultad de
elegir confesor y ser absuelto por él de culpa y pena. De aqui pro
venia que en Inglaterra habia muchas cuestas y demandas, algu
nos fieles no hacían caso de sus Curas ni les pagaban los diezmos;
y finalmente, habia otros que de la nimia facilidad del perdón to
maban ocasión de pecar más. Todos estos perjuicios iba á evitar
el Concilio con el decreto que hizo á petición de la nación Inglesa.
Martino V coartó mucho estas Indulgencias y facultades, que se
gún Riganti ( p) solian causar algunos escándalos; pero no las quitó
enteramente. Tampoco las quitó Clemente V; pues aunque cuen
ta entre los abusos de los cuestores que absolvían á los fieles de
culpa y pena, de aqui no se infiere que revocase tales Indulgen
cias. Y aun dado y no concedido que las hubiera revocado todas,
no comprenderia su revocación á la de Porciúncula: pues habién
dosele preguntado después que espidió su Clementina, ¿qué se de
bía sentir acerca de esta Indulgencia? Respondió lo que ya dije:
Nos adeam Indulgenliam non appónimus os noslrum. Nos no
ponemos en ella nuestra boca. Luego el argumento de Tiers nada
prueba contra mí.
Convengo desde luego con él en que las Indulgencias, sean
las que fueren, no pueden perdonar la culpa, sinó solamente la
pena; pero ¿qué inferirémos de aqui? ¿Inferirémos con este crítico
severo, que todas las absoluciones é Indulgencias de culpa y pe
na que traen los libros son supersticiosas, y que la Iglesia nunca
las ha concedido, sinó que fueron añadidas ó inventadas por Jos
cuestores? Me parece que seria una ilación temeraria. Porque co
mo ya dije en la cuestión 66 del libro primero, es menester que
conozcamos que la Iglesia, según la diversidad de los tiempos, ha
variado mucho en el modo de conceder Indulgencias, usando en
unos tiempos de unas fórmulas,y en otros de otras. Luego porque los
Papas no concedan hoy en sus Letras pontificias Indulgencias y
absoluciones de culpa y pena, no podemos afirmar sin temeridad
que nunca las han concedido.
Y para que todos conozcan la ignorancia ó la malicia de
Tiers, es preciso advertir que según afirma el célebre jurisconsulto
Navarro (q) un siglo antes que publicara sus obras aquel crítico
en la Francia, en el mismo pais donde él nació y escribió, solian lla
mar á la Indulgencia plenaria Indulgencia de culpa y pena. Y de la
misma manera la llamaban por entonces no solamente los franceses,
sinó también los españoles, como consta de los escritores siguientes.
[p ] Juan Bautista Riganti sobre la regla fi3 de la Cancelaría, tomo 4.c—[q] En la
obra de Indulgencias y Jubileo, notab. 10, núm. 18.
25
En la capitulación que el Rey de España Cárlos I hizo en el
año de 1518 con el adelantado Diego Velazquez, fué uno de los
artículos, según dice el Cronista Herrera (r), que se habia de pedir
al Papa una Bula para que los conquistadores de N. E. fuesen ab-
sueltos de culpa y pena.
En el año de 1532 Clemente VII, según refiere Bernal Diaz
del Castillo (í), envió Bulas á Hernán Cortés y á todos sus sol
dados, de los cuales era uno el mismo Castillo, para que los absol
viesen de todos sus pecados á culpa y pena.
En el de 1543 el Apóstol de las Indias San Francisco Ja
vier (t) escribió desde Goa á su fundador San Ignacio, lo siguiente:
"Procure Vuestra Santa Caridad conseguir del Sumo Pontífice
"para los hospitales de esta ciudad, que asi los enfermos como los
"que les sirven, siempre que confesados reciban el cuerpo de nues-
"tro Señor Jesucristo, logren Indulgencia y perdón de todos sus
"pecados; y que cuando mueran, sean absueltos de culpa y pena.»
En la vida del famoso Arzobispo de Toledo don fray Barto
lomé Carranza, dice el doctor Salazar (w) que en el año de 1576
le envió Gregorio XIII su bendición apostólica, absolviéndole de
culpa y pena; y que habiéndose confesado con el maestro fray Alon
so Chacón, fué absuelto por él en virtud de la gracia pontificia.
Aun en el año de 1654 el Ilustrísimo y Venerable Señor Pa-
lafox (c) hablaba así á sus Diocesanos del Obispado de Osma:
"Hay Indulgencias plenarias,é Indulgencias limitadas. Las Indul
gencias plenarias son las que absuelven las almas á culpa y pena;
"de suerte que queda la del cristiano que recibe este gran bien, en
"habiendo hecho las diligencias que se le mandan, pura y limpia."
Mas ¿qué mucho que los franceses y los españoles usaran es
te lenguaje, si le usaron alanos Papas? Ya dije en la cuestión
sesta del tomo primero, que Pió IV y San Pió V en el siglo XVI,
Alejandro V en el XV, é Inocencio IV en el XIII concediéron In
dulgencias de culpa y pena, según consta de losBuIarios romanos,
y se puede ver en los franceses Harduino (x\ Tomasino y Felipe
Labé. No es mucho pues que Gerson (y), que vivió en el siglo XV,
tratase exprofeso de estas Indulgencias, sin tenerlas como Tiers
Sr] Antonio de Herrera en la Historia de las Indias Occidentales, decada 2.", lib. 3.°,
T.—[s] Castillo en la Conquista de N. E., tomo 4.° de la impresión de Madrid 1796,
al fin del cap. 195.— Muriel en los Fastos del Nuevo Mundo, sobre la Bula 48.—
[/] En el tomo 1.° de 6ub cartas, pág. 105 de la edición citada.—[u] Salazar de Miranda en
la vida del Ilustrísimo Carranza, cap. 33 —[dJ En la Pastoral 10, núm. 76 y 77.—Se halla
en la parte 2.a del tomo 3.°— [x] Juan Harduino en el tomo 8.° Be la Colección de Conci
lios.—Tomasino, libro 2.° de la Disciplina, cap. 15, núm. 6.—Labé, tomo 11 de los Conci
lios, part 2.*, pág. 2136 y 2212.—[y] En los Opúsculos de la Absolución Sacramental, y de
las Indulgencias.
26
por supersticiosas. No es mucho que Santa Brígida («) hable de
ellas en sus Revelaciones habiéndolas escrito en el siglo XIV. Y
no es mucho que Vadingo, Lisboa, Cornejo y otros escritores de
las Crónicas de mi orden, llamen á la Indulgencia de Porciúncula
absolucion de culpa y pena, cuando ella fué concedida en el si
glo XIII. Si Tiers hubiera leido las Letras testimoniales que die
ron sobre esta Indulgencia Teobaldo y Conrado, Obispos de Asís,
y otros escritores de los siglos XIII y XIV, hubiera visto en ellas
que asi San Francisco cuando pidió la dicha Indulgencia, como
Honorio III cuando se la concedió, la llamaron absolucion de cul
pa y pena: no porque la Indulgencia perdone directamente la cul
pa, dice Consalvo Duranto (a); sinó porque la supone ya perdona
da por la confesion con la que suele juntarse. Yo bien sé que este
modo de hablar se tiene hoy por una locucion impropia, y por eso
diria Lambertini (6) que si á un Obispo le presentan alguna In
dulgencia .con semejante fórmula, puede tenerla por sospechosa;
pero si ha ya mas de seiscientos años que se concedió la Indul
gencia de Porciúncula, si se concedió en el mismo siglo en que ve
mos que Inocencio IV dió otra Indulgencia en los propios térmi
nos á los cofrades de la Cinta; si, segun dice Antonio de Córdo
ba (c), en los siglos pasados usaron los Papas de la dicha fórmula
para dar Indulgencias plenarias, ¿qué inconveniente puede haber
en que la usase Honorio III para conceder la de Porciúncula, y en
que asi lo refieran nuestras Crónicas? Solo Tiers podrá encontrar
lo en su crítica desarreglada é injusta.
De todo lo dicho se infiere contra Tiers, que la Indulgencia
plenaria de Porciúncula, como afirma el insigne predicador Bur-
dalue (d), es una de las mas seguras y de las mas auténticas que
hay en la Iglesia.
Conclusion segunda.—La Indulgencia plenaria, llamada de
Porciúncula, se gana el dia 2 de Agosto, desde las primeras víspe
ras hasta que se pone el sol en dicho dia, en todas las Iglesias de
la religion Seráfica, confesando, comulgando, visitando alguna de
dichas Iglesias, y pidiendo en ella por la concordia de los Prínci
pes cristianos, estirpacion de las heregías y exaltacion de la Santa
Madre Iglesia.
[i] En el lib. 6.° de sus Revelaciones, cap. 102.—[a] Consalvo Duranto en las nota»
sobre dichas Revelaciones.— Bautista Fragoso en el tomo 2.° del Régimen de la República
Cristiana, impreso en Colonia 1737, lib. 2.°, disp. 4.», núm. 26.—La Teologia Pictaviense,
tomo 4.°, art. 5.° de las Indulgencias.—San Antonino, Navarro, el Cardenal Toledo.—[6] Del
Sinodo Diocesano, lib. 13, cap. 18, núm. 7. — [c] Córdoba en la obra de Indulgencias, cues
tion 6.»— [d] Luis Burdalue, tomo 12 de sus Sermones, traducidos por Miguel del Castillo,
en el Sermon de la Indulgencia de Porciúncula, parte 3.»
27
Para probar esta conclusión pondré aqui traducida una Bula
de Gregorio XV (e), por la que estiende á todas las Iglesias de mi
orden la Indulgencia de Porciúncula.—"Gregorio, Papa XV, para
"perpetua memoria. El resplandor de lagloria del Padre que ilumi-
"na al mundo con su claridad inefable, entonces especialmente fa
vorece con begninidad á los piadosos deseos de los fieles que es-
"peran en su Magestad llena de clemencia, cuando la devota hu-
"mildad de ellos es ayudada con las súplicas y méritos de los San
tos. Queriendo pues ilustrar con algún espiritual don á todas y á
"cada una de las Iglesias del orden de los fray Ies de San Francisco
"de la Observancia, aun de los reformados, en donde quiera que es-
"tén, confiados en la misericordia de Dios Omnipotente, y en la au
toridad de San Pedro y San Pablo sus Apóstoles, concedemos be
nignamente en el Señor Indulgencia plenaria y remisión de to-
"dos los pecados á todos los fieles cristianos de uno y otro sexo que
"verdaderamente arrepentidos y confesados, y alimentados de la
"sagrada comunión, visitaren devotamente cada año alguna de di-
"chas Iglesias en el dia 2 de Agosto, desde las primeras vísperas
"hasta que se ponga el sol en ese dia, y allí rogaren á Dios por la
"concordia de los Príncipes cristianos, estirpacion de las heregías
"y exaltación de la Santa Madre Iglesia: habiendo de valer las pre
sentes Letras perpetuamente... Dada en Santa María la Mayor de
"Roma, bajo el anillo del Pescador el dia 4 de Julio de 1622, año
"segundo de nuestro pontificado.—Escipion, Cardenal de Santa
"Susana."
He leido en el Bulario de los Capuchinos (/) otra Bula dada
por el mismo Pontífice el dia 12 de Octubre de 1622, por la que
concede también á sus Iglesias la referida Indulgencia de Por
ciúncula. A las Iglesias de los Conventuales hizo el mismo favor
Clemente X fg) en 1670; y á las de nuestros Terceros Regulares
Urbano VIII (h) en 1643. Todas estas concesiones las he visto
también en Marentini (/). De las Iglesias de nuestras monjas ha
blaré en la cuestión tercera.
Confirmase la conclusión con los hechos de muchos Pontífi
ces, que en los dias 1 y 2 de Agosto visitaron devotamente nues
tras Iglesias, para ganar tan apreciable Indulgencia. Pondré aqui
lj] Marentini sobre la Indulgencia de Porciúncula trae las Bulas de estas concesiones
en los núm. 3 y 6 del Registro.—Minderér, part. 2.* desdo el núm. 260.—[k] Martntini en
•1 núm. 8 y 7 del Registro [l] Lambertini en el núm. 23 de la Disquisición.—Vadingo en
sus Anales al año 1223, núm. 4.
30
á todas las monjas de la orden para que la pudiesen ganar en sus
Iglesias; y después la comunicó á todas las casas de los frayles,
asi del primer orden como del tercero: las cuales concesiones con
firmó después León X y otros Pontífices que le sucedieron. Pau
lo V la estendió varias veces á nuestras Iglesias y á las de los Ca
puchinos á favor de todos los fieles (//); pero sus concesiones no
fueron masque temporales. Finalmente, Gregorio XV la estendió
perpetuamente á nuestras Iglesias el dia 4 de Julio de 1622 en el
modo que dije arriba. Durando pues en 1621 la concesión tempo
ral de Paulo V, que fué antecesor inmediato de Gregorio, no es
mucho que en el mismo año fuera este Papa á San Francisco
Transtíberim á ganarla.
Infiérese de todo lo dicho, que para ganar la referida Indul
gencia en la Iglesia de Santa María de los Angeles de Porciúncu
la, no es menester otra cosa que confesarse bien y visitar con de
voción aquel santo templo; mas para ganarla en las demás Igle
sias de la orden es preciso confesarse, comulgar y visitar la Igle
sia, pidiendo á Dios en ella por las necesidades comunes de la San
ta Madre Iglesia.
Opónese á esto el R. P. Fr. José de Avila en su Colección de
Indulgencias de la ciudad de Méjico (m), diciendo: "que á él le pa
dece que la estension de la Indulgencia de Porciúncula á nuestras
"Iglesias proviene mas bien del privilegio de comunicación de gra
cias que tienen unas con otras entre sí, que de la Bula sobredicha
"de Gregorio XV, supuesto que este Pontífice dice en ella que las
"concede Indulgencia plenaria; pero no dice que la de Porciúncu
la: y que en el dia 2 de Agosto se pueden ganar en nuestras Igle
sias de América cuatro Indulgencias plenarias. Primera: la In
dulgencia de Porciúncula, por participación de la ermita, llama-
"da con ese nombre de la ciudad de Asís. Segunda: la Indulgencia
"plenaria, concedida por Gregorio XIII á las Iglesias de losfray-
"les Observantes de la Nueva-España y del Perú. Tercera: la que
"participamos de las Iglesias de Torres-Vedras y de Cerralvo.
"Cuarta: (si acaso no es la misma que la primera) la concedida
"por Gregorio XV á nuestras Iglesias. Ultimamente, dice que las
"tres primeras Indulgencias no piden comunión." De aqui sacaría
[U] Véanse Gobát en el trat. 4.°, núm. 351.—Lorenzo de Portel en los Dubios regula
res, palab. Indulgencia, núm. 2; y en la adición, nííra. 1: este dice que la 1.a concesión de
Paulo V á nuestras Iglesias fué en 1608 por diez años, y la 21 en 1619 por otros siete.—
Amórt en la Tcol., cnest.43, dice: que según consta de los Anales de los Capuchinos por Bo-
verio, Paulo V en 1608 la estendió también á sus Iglesias por el tiempo de diez años. —Min-
derér.—[m] Desde la pág. 61 hasta la 74.
31
el Diarista de Méjico (n) la opinión que ha puesto varias, veces
en su Diario, de que para ganar la Indulgencia de Porciúncula no
es menester comulgar.
Antes de responder al R. Avila, pondré aqui las concesiones
de San Pió V y Gregorio XIII.
"Deseando, dice San Pió V (ñ), que la Iglesia del convento
"de Santa María de los Angeles de la villa de Cerralvo, del orden
"de los frayjes Menores Descalzos de la Observancia de San Fran
cisco del obispado de Ciudad-Rodrigo, se tenga en la veneración
"debida, y que los fieles de Cristo concurran á la misma Iglesia,
"por causa de devoción tanto mas gustosamente, cuanto con mas
"abundancia conocieren que por eso han de ser recreados con los
"dones de la gracia celestial; concedemos perpetuamente á todos
"los fieles de uno y otro sexo, verdaderamente arrepentidos y con
desados, que en el dia de la festividad llamada de Porciúncula,
"desde las primeras vísperas hasta que se ponga el sol el mismo dia,
"visitaren devotamente dicha Iglesia, y allí pidieren por la exal
tación de la fé católica y estirpacion de Jas heregías, cuantas ve-
"ces lo hicieren, otras tantas les damos Indulgencia plenaria y re-
"mision de todos sus pecados."
"Queriendo, dice Gregorio XIII (o), que las Iglesias de los
"monasterios ó casas de los frayles del orden de los Menores de
"San Francisco de la Observancia del reino del Perú y de la Nue-
"va-España sean tenidas en debida veneración, y frecuentadas por
"Jos fieles de Cristo con honores congruentes, y para que los mis-
"mos fieles vayan mas gustosamente á las dichas Iglesias por cau-
"sa de devoción, cuanto mas abundantemente se miraren recrea
dos por el don de la gracia celestial: confiados en la misericordia
"de Dios Omnipotente, y en la autoridad de San Pedro y San Pa-
"blo sus Apóstoles, á todos los fieles de ámbos sexos verdadera
mente penitentes y confesados, que en cualquier año visitaren
"devotamente las sobredichas Iglesias ó alguna de ellas en el pri
mero y segundo dia del mes de Agosto, y alli pidieren á Dios por
"la paz y unión entre los Príncipes cristianos, estirpacion de las
"heregías, y exaltación de la Santa Madre Iglesia: en el dia de los
"dichos que esto hicieren, les concedemos y comunicamos miseri-
[z] Tomo 3.°, part. 1.» desde la pág. 405.—[a] Minderér, part. 2.', núm. 311 .—{i] El
Cardenal Francisco Albici,<fe la Inconstancia en la fe, cap. 40, núra. 129.—Minderér, part. 2.",
núrn. 255.—Teodoro en el Tratado de Jubileo, cap. L°, {. 3.°, núm. 9.—[el En el núm. 23
de la Disquisición.—[d] Tomo 2.° en la cuest. 88 de la edición citada, art. 6."
35
Conclusión tercera.—La Indulgencia plenaria de Porciún-
cula, estendida á nuestras Iglesias para el dia 2 de Agosto, puede
aplicarse por las ánimas del purgatorio.—Así lo concedió el Sumo
Pontífice Inocencio XI por un Breve (c) de 22 de Enero de 1687,
que traen Perusino, Matéuci, Ferraris, el Bulario romano y el de
Coquelines, aunque no convienen en la fecha. Otorgamos perpe
tuamente, dice el Papa en el citado Breve, "que la Indulgencia pie*,
"naria, concedida por nuestro antecesor Gregorio XV á los que en
"el dia 2 de Agosto visiten las Iglesias del orden de los frayles
"Menores Observantes y Reformados, y hagan lo demás que man
ada, pueda aplicarse también por modo de sufragio á las almas de
"los fieles de Cristo que hayan pasado de esta vida juntas á Dios
"en caridad, no obstando cualesquiera cosa en contrario."
Semejante concesión hicieron el mismo Inocencio XI (f) á
las Iglesias de los Capuchinos el dia 10 de Mayo de 1689, y Ale
jandro VIII á las de los Conventuales el 10 de Enero de 1690. Lue
go la Indulgencia plenaria de Porciúncula, estendida á nuestras
Iglesias, se puede aplicar también á las ánimas del purgatorio.
Acerca de las dichas concesiones, advierto lo primero: que
aunque en las lecciones del Breviario franciscano del dia 2 de
Agostóse dice que Honorio III concedió á nuestro P. San Fran
cisco la Indulgencia de Porciúncula por el espacio de solo un dia
natural, esto es, desde las vísperas del primer dia de Agosto hasta
las vísperas del dia siguiente; sin embargo, se gana en la Iglesia de
Porciúncula hasta que el sol se pone el dia dos. Así lo ha decla
rado la S. C. de Indulgencias en un decreto de 16 de Febrero
de 1739, que traen Perusino (g), Minderér y Lipsin; y así consta
de los Breves de aquellos Papas que en la Iglesia de Porciúncula
no han suspendido la referida Indulgencia en el año del Jubileo, co
mo Urbano VIII, Inocencio XII, &,c.
Advierto lo segundo (porque me voy estendiendo demasiado),
•que según afirma y prueba Minderér (A), "pueden por privilegio
"ganar la Indulgencia de Porciúncula, aunque no visiten la Igle-
[e] Empieza: Aliás felicis, y se halla en Perusino, tomo 3.° de la Cronología, part. 1.",
pég. 261.—Mateuci, Oficial de Curia, cap. 26, ntím. 7 Ferraris, palab. Indulgencia, art. 5.°,
núm. 51—Bulario romano, tomo 11, Bula 164; y en el de Coquelines, tomo 8.°, Bula 177.—
También se halla en Romero Sánchez, en Minderér, &c.—[/ ] Empiezan los Breves de es
tos dos Papas: Aliásfelicis, y los he visto, el 1.° en el Bulario de los Capuchinos, to
mo 1.°, pág. 136; y el 2.° en la obra citada del Marentini, núm. 18 del Registro. Asi el Bu
lario con notas del P. fray Miguel de Zug, como el Marentini, se hallan en la biblioteca de
los RR. Capuchinos de esta ciudad de la Habana.— [g ] Perusino en el tomo 3.°, part. 2.a,
pág.^ 217. —Minderér en la pág. 278 He su obra.—Luis Lipsin en su Catecismo Histórico-
teológico-dogmático, hácia el fin del tomo 2.° cuando trata de la Indulgencia de Porciúncu-
'*—^¿J Minaerér> Part- 2." de su obra, confer. 5.», eueat. 15—Anolonio Holzman, tomo 2.°
de la Teología moral, part. 5.', nrtm 770.
36
"sia á que está concedida, con tal que cumplan las demás condi
ciones: lo 1.°—Los religiosos y las religiosas de las tres órdenes
"de nuestro Padre San Francisco, ya estén bajo de la jurisdicción
"de la orden, ó ya bajo del gobierno de los Ordinarios: si van de
"camino, haciendo oración en otras Iglesias ó lugares en que se
"hallen: si están enfermos ó ancianos, visitando la capilla ó el ora
torio de la enfermería si pudieren; y sino, rezando en su propia
"celda ó cama; y finalmente, si están cautivos ó embarcados, en
"las mismas cárceles ó embarcaciones.
"Lo 2.°—Nuestros Terceros seculares de uno y otro sexo;
"porque son verdaderos miembros de la orden, entre los cuales y
"los religiosos de la primera orden hay estrecha comunicación de
"privilegios é Indulgencias, concedidas por los Sumos Pontífices
"Inocencio XI é Inocencio XII, como se refiere en las Rúbricas
"particulares de nuestro Breviario Seráfico, aprobadas por este úl-
"timo Papa desde el número 180.
"Lo 3.°—Los Cordígeros, ó los que traen legítimamente el cor-
"don de nuestro Padre San Francisco, ya porque entran en la di-
"cha comunicación de privilegios é Indulgencias, como que están
"sujetos á la dirección del Ministro general de toda la orden, y ya
"porque Gregorio XV les concedió en 1622 que puedan gozar de
"todas las Indulgencias de las que gozan los religiosos Menores
"de la Regular Observancia, según consta del número 165 de las
"mismas Rúbricas.
"Lo 4.°—Finalmente, los Síndicos y Procuradores (con sus mu-
"geres é hijos) de los monasterios de los frayles Menores de nuestra
"Regular Observancia, de Santa Clara, de la Concepción y de la
"Anunciación; como lo prueba por una Bula de Clemente VII de 16
"de Abril de 1526, que pone en la página 294 al fin de la Confe
rencia quinta."
CUESTION II.
La Indulgencia de Porciúncala ¿se puede ganar muchas veces
el dia 2 de Agosto desde las primeras vísperas, tanto en la Igle
sia de Santa María de los Angeles de Porciúncula, como en
las demás Iglesias de nuestra orden á que se ha estendido?
Nota 12. Comenzó á ordenar esta obra Juan Jorge Grevio, de quien dice Moreri (en la
palabra Graemo) que fué uno de los mayores críticos del siglo XVII; pero habiendo muerto
de repente en 1703, la concluyó el erudito Pedro Burman. La he visto en la biblioteoa pú.
blica de la Metropolitana de Méjico.
M En la Historia de las Indulgencias, pág. 156.—{*] En el tomo 5 °, part. 3.», pag. 171
y 209.—Esta impreso en Leiden 1722.—[x] Lupo en la Disertación de las Indulgencias,
cap. 8.°—Se halla en el tomo 6." de sus obra»:
44
Respondo lo tercero, que ni el privilegio de que la Indulgen
cia de Porciúncula puede aplicarse por los difuntos, es ageno de
la disciplina de la Iglesia en aquel siglo, como pretende el Anó
nimo francés; pues segun el mismo Amort (t/) que él alega, y otros
escritores críticos, Juan VIII en el año de 878 concedió Indulgen
cias a los que muriesen ó hubiesen muerto en la guerra contra los
infieles. Juan IX (2) en el año de 900 concedió tambien Indulgen
cia al alma del Emperador Arnulfo. Urbano III en el de 1186 con
cedió una Indulgencia parcial, asi por los vivos como por los difun
tos, segun consta de un monumento estraido del archivo de la Aba
día de SanNicolas,quetraeMabilIonenlas Actas de losSantos Be
nedictinos (a). Ge lasio II en 1 1 18, despues de haber consagrado so
lemnemente la Catedral de Génova, edificada poco antes en honor
de San Lorenzo y San Siro, concedió Indulgencia plenaria á to
dos los difuntos que estaban enterrados en el Cementerio de la
misma Iglesia, segun refiere OIdoino (b). Y finalmente, Pascual I
que gobernó la nave de San Pedro á principios del siglo IX, con
cedió Altar de ánima á la Iglesia de Santa Praxédes de Roma,
segun Belarmino (c) y Benedicto XIV. Luego en el siglo XIII,
no era ageno de la disciplina de la Iglesia el conceder Indulgen
cias por los difuntos.
Prueba tercera de la conclusion por el uso y práctica de los
fieles. Queriendo el Sumo Pontífice Honorio III, despues que ha
bia concedido la Indulgencia de Porciúncula, dar á mi Seráfico
Padre la Bula de su concesion, no quiso el Santo admitirla, dicien
do que le bastaba su palabra, y que siendo aquella Indulgencia
obra de Dios, corria por su cuenta el publicarla y ensalzarla. En
efecto, ¿quién la ha divulg-tdo y ensalzado tanto, sinó la admirable
providencia de nuestro Dios, que suave y fuertemente dispone to
das las cosas? ¿Quién es el que avisa por todas partes á tantos mi
llares de hombres y de mugeres, para que dejando sus casas y sus
haciendas el dia 1.° y 2 de Agosto vengan á nuestras Iglesias á
ganar la sobredicha Indulgencia? Ya dije en la cuestion pasada,
que en la Iglesia de Porciúncula ha habido años en que han con
currido á ganar la Indulgencia más de cien mil personas (d). Por
lo cual se hace preciso, dice Moreri, que las milicias de Asís y de
Perusa se pongan en arma para impedir cualesquiera desórdenes
[y] Amórt en su Historia, pag. 218.—Baronio, Mabillon.—[z] Amort, pág. 38.—Mabi
llon.—[a] Tomo 7.° en el Prefacio al siglo 5.°—[6] Agustin OIdoino en su vida.—Amórt—
[c] Belarmino en el libro 1.° de las Indulgencias, cap. 14, cuest. 1.» y 6.»—Lambertini en
la Instruccion 56.—VitoPicleren la Teologia Polémica, part. última, controv. 3.», cap. 2.°,
•rt- 4.°—[d] Véanse los Bolandos en la vida de San Bernardino de Sena, escrita por Berna-
béo, cap. 2.°, núm. 15.
45
que tal multitud podría ocasionar: y con todo eso suele haber muer
tes violentas, originadas de tan gran concurso. Ayuda mucho á es
te apretamiento, dice nuestro Analista (c), el que muchos quieren
ganar esta Indulgencia dos y tres veces, tanto por sí como por los
amigos y padres ausentes, y por aquellos que ya pasaron de esta
vida, para librarlos de las penas del purgatorio {Nota 13). En Es
paña y en otros reinos, decia con admiración el devoto irlandés
Lucas Vadingo (_/*), vi á los pueblos buscar esta Indulgencia con
tanta ansia y con tanta fé, que se tiene en ellos por infeliz é indig
no del nombre de cristiano el que no se dispone para ganarla. Hoy,
decia don José Pellicer (g) estando en Madrid el dia 2 de Agosto
de 1639, hay un grande concurso de gente á la Indulgencia de
Porciúncula. ¿Quién podrá contar en estas provincias, decia el
alemán Grouvels, á todos los cristianos que llegan en la fiesta de
Porciúncula á cada uno de los lugares donde tenemos convento los
Franciscanos? Pues ¿quién es el que los llama? ¿Quién es el que
los atrae? Pero ¿quién ha de ser sino (j .) el amable Redentor de
los hombres, que bajó del cielo á la tierra á salvar lo que habia pe
recido? Sí: este benignísimo Salvador que inspiró al hijo pródigo
que se volviese á la casa de su padre, es el que mirando á los gran
des méritos de San Francisco y á su caridad ilimitada, atrae ásus
Iglesias á tanta multitud de hombres para reconciliarse con ellos
y perdonarlos por medio de la Indulgencia de Porciúncula; pues
según dió á entender él mismo á Santa Margarita de Cortona (fe),
allí quiere repartirles mayor abundancia de gracias que en otras
muchas Iglesias de la cristiandad.
Ahora bien: si piadosamente creemos que Jesucristo es el que
toca en los corazones de tantos hombres para que vengan á ganar
esta Indulgencia, ¿porqué no hemos de creer que también les ins
pirará el modode conseguirla? Si desde que se concedió concurrían
en Asís tantas almas y visitaban el templo de Porciúncula repeti
das veces en un dia para ganar muchas veces la Indulgencia, tan
to por sí como por otros, especialmente difuntos, según refieren
Vadingo y otros historiadores; si el Cardenal de Amanatis confie-
Nota 13. Aunque esta Indulgencia pueda ganarse en la Iglesia de Porciúncula por otros
vivos que están ausentes y en estado de gracia, como refieren Vadingo, Ringerío y Krealin-
ger (»); no podemos afirmar lo mismo de ella, en cuanto se halla estendida i nuestras
Iglesias (i).
[e] Vadingo al año de 1223, núm. 10.—Marentini, pág. 296.—[/ ] Vadingo en el lugar
citado.—Minderór, párt. 2.', núm. 279.—Matías Grouvels en los Bolandos.—Ñipóles.—
[g] Véase el Semanario Erudito de Valladares, tomo 31, pág. 57.—fn] Maseo Kreslinger en
la adición al núm. 64 de Reinfestuel sobre las Indulgencias.—[i] Minderér, part. %\
núm. 268.—[j ] Zacarías Laselve, tomo 2.°, serm. 1." de Santa María d« los Angeles,
part. 3.«—[k] Véase Lambertini en el núm. 52 de la Disquisición.
46
ea ingenuamente que en el año de 1368 fué á Asís en tiempo de la
Indulgencia, y que con ánimo de conseguirla para sí y para sus di
funtos repitió devotamente sus entradas; si esta práctica de entrar
y salir de nuestras Iglesias el dia de la Indulgencia con ánimo de
ganarla muchas veces cuenta ya mas de seis siglos, y lejos de in
terrumpirse, parece que se aumenta más la fé y la devoción de los
pueblos; si es tan universal que el venerable Arbiol (Z) nos asegu
ra, que vio en Roma entrar y salir la gente de las Iglesias de San
Francisco, igualmente que en Zaragoza; si en la misma capital del
orbe cristiano, según observaron Potesta en el siglo XVII, y el
R. P. Carmelita Descalzo Fray Antonio de San José en el XVIII,
Be ha visto practicada esta costumbre no solo por la gente común
y plebeya, sino también por hombres sabios y condecorados, á la
vista de los Papas, de los Cardenales, de los Obispos y de otros
Prelados eclesiásticos que lejos de oponerse á ella, la autorizan mu
chas veces con su ejemplo; y finalmente (concluiré con las pala
bras de Lambertini), "si aquella piadosa y antigua costumbre, se-
wgun la cual entran los fieles muchas veces en la Capilla de Por-
"ciúncula ó en las otras Iglesias á las que se ha estendido esta In
dulgencia, en vez de desaprobarse, quiere la S. C. del Concillo
"que se guarde y observe," ¿qué falta para que podamos afirmar
que el toties quolies de la Indulgencia de Porciúncula, no sola
mente tiene una aprobación tácita, sino también una confirma
ción espresa de la Santa Sede?
Prueba cuarta por la autoridad y el buen ejemplo de los Pa
pas. Nadie ignora la grande autoridad que tienen en toda la Igle
sia las obras del inmortal Lambertini. Luego llevando este sabio
tan abiertamente mi opinión en el Opúsculo que escribió sobre la
Indulgencia de Porciúncula, y no habiéndola revocado en diez y
ocho años que gobernó la Iglesia, parece que quedó confirmada por
la Santidad de Benedicto XIV. Fuera de eso, la dicha obra de
Lambertini fué aprobada en 26 de Julio de 1720 (ZZ), no solo por
una Congregación nombrada por Clemente XI, sinó también por el
mismo Papa, como ya dije. Luego ¿qué le falta á mi conclusión
para estar aprobada por la Santa Sede?
Agrégase á esto el ejemplo de varios Papas que en la prácti
ca han seguido mi opinión, visitando unos diversas Iglesias de mi
orden para ganar varias veces la Indulgencia plenaria, como lo ha-
t<] Arbiol en los Desengaños Místieos, Hb. 2.°, cap. 2.° al fin—Potesta en el tomo 1.°
** tu Eximen Eclesiástico, mim. 3800.—Antonio de San José en su Compendio Salmant,
tr»t. 28, ndm. 16.—[H] Víase Perusino en el tomo 8." de la Cronología, part. 1,», pág. 890.
47
cia Clemente XIII (w) con grande edificación de toda Roma; y
otros visitando una sola Iglesia, pero haciendo oración en ella va
rias veces en congruo intervalo de tiempo. Así lo hizo (según
consta del voto (n) que presentó á la S. C. de Indulgencias en 1747
fray Alejo de Roma, Procurador general de mi orden) Clemen
te XI en la Iglesia de San Francisco Trans Tíberim, en donde oró
Su Santidad por tres ocasiones distintas desde el Sagrario hasta el
Altar mayor, con mucha edificación de los que le vieron: y así lo
practicaron también Benedicto XIII en nuestra Iglesia dé San
Pedro en el Monte Aureo, y Clemente XIV (ñ) en la de los doce
Apóstoles de los Menores Conventuales. Pues si los mismos Pa-
{>as varias veces en un dia han hecho las diligencias para ganar
a Indulgencia de Porciúncula, ¿qué otra cosa nos dan á entender
con su ejemplo, sinó que nosotros podemos ganarla también mu
chas veces en el dia 2 de Agosto desde las primeras vísperas, ya
para nosotros mismos, ya para las almas del purgatorio?
Prueba quinta y última por la autoridad de las Sagradas Con
gregaciones. En el año de 1700 se presentaron dos memoriales &
la S. C. del Concilio, uno por parte del Ilustrísimo Señor Obispo
de Labác, y otro por parte del R. P. Franciscano fray Antonio Lá-
zari {Nota 14). Habiendo yo tenido la dicha de encontrarlos (o)
los pondré aqui fielmente traducidos, para que vistos sus alegatos
sin pasión, podamos conocer claramente á favor de cual de las par
tes se pronunció la sentencia.
Wo/rt 14. Según la respuesta de la S. C. del Concilio, se presentó también otro memo,
lial por parte del Procurador general de mi orden; pero no he podido dar con él.
[ni] Nápoles en el tomo 4.° de la Cronología Seráfica, pág. 354.—t?il Minderér,par-
te 2*, ntim. 280; y en la pág. 292, j. Nihil.—Sabino, part. 2.a de su Luz Moral, núm. 23 de
la Apología de la Indulgencia de Porciúncula.—Marentini, núm. 48, }. 1.°—[ñ] Nápoles en
la obra citada, pág. 355 en la letra g.— [ó] En Sabino Bononiense, Apología de la Indul
gencia de Porciúncula, desde el núm. 2—En Marentini, pág. 254 y 488.—Y en Octavio de
San Francisco, }. 10 de la Demostración Cronológica de dicha Indulgencia.
48
"Agosto llamada de Porciuncula, concedida á los que visitan su
"Iglesia, puede ganarse en un mismo dia todas cuantas veces la
"visiten. Y mandando el Concilio Tridentino en el decreto sobre
"las Indulgencias, que los Ordinarios delaten al Sumo Pontífice
"tales abusos; por tanto el Orador pregunta y desea que se declare:
"si la dicha Indulgencia llamada de Porciuncula está compren-
"dida bajo el referido Decreto de Inocencio XII &c.
Nota 15. El P. Lázari se cngaüó cuando dijo en su memorial por dos veces que la In
dulgencia de que tratamos, se gana en la Iglesia de Porciuncula todos los dias del año. Sin
duda, como que vivia en Alemania, no habna tenido noticia, dice Marcntini ( p) del decreto
de la S. C. de la Inquisición de Honra de 3 de Octubre de 1691 (q), en que se declaró que
no constaba que la Indulgencia plenaria de Porciiíncula fuese cotidiana.
[p] Marentini en la obra citada, núm. 50, \. 8.°— [7] Le hallarás en Perusino, tom. 3.°
de la Cronología, part. 1*, píg. 406.—En Minderér, part. 2 ", núm. 285.—En Lambertini, &c
49
"Gregorio XV de 4 de Julio de 1622, no solo amplió y cstendió* á
"todas las Iglesias del orden de los Menores por todo el mundo la
•"dicha Indulgencia plenaria y perpetua de Porciúncula, sino que
"benignamente declaró en 22 de Enero de 1687, que puede apli
carse también por modo de sufragio á las ánimas del purgatorio.
"Ni en cuanto al modo: pues no obstante aquel Decreto, aun se
"practican con singular devoción de los fieles las entradas y sab
idas, asi en Santa María de los Angeles, como en las otras Iglesias
"nuestras de Roma y de todo el mundo, conforme á la tradición
"antiquísima; de tal suerte, que al que pregunte si son lícitos seme
jantes tránsitos, se le puede responder con San Agustin (r): es
"superfino preguntar si se puede hacer aquello que frecuenta
npor el mundo toda la Iglesia de los Menores.
"De donde, asi como la substancia de la Indulgencia de Por-
"ciúncula subsiste muchos siglos ha, apoyada solamente en un orá-
"culo de viva voz de la Cabeza de la Iglesia, tanto invisible como
"visible; de tal suerte, que San Francisco, contento con la eviden.-
"cia de su concesión, ni la pidió por escrito, ni quiso que le diesen
"Bula: asi también, en cuanto al modo de repetir muchas veces al
"dia, se practica pacíficamente y sin oposición durante la tradición
"de cinco siglos. Pues aunque los Pontífices en sus indultos no ha-
"cen mención alguna del toties quoties, asi respecto de la misma
"Iglesia de Santa María de los Angeles, como de las otras Iglesias
"de nuestra orden; sin embargo proveen lo suficiente en todas par-
"tes, mientras dejan correr pacíficamente el tal uso y costumbre
"inmemorial. De este modo, conformándose Paulo III y Marti-
"no IV con el principio de la referida Indulgencia de Porciúncula,
"solamente la confirmaron por oráculo de viva voz, como puede
"verse en los Anales de los Menores del P. Lucas Vadingo, quien
"so refiere al archivo del convento de Santa María de los Angeles.
"De aqui se infiere claramente, que la Indulgencia de Por-
"ciúncula, por una tradición no interrumpida y una práctica to
lerada, no menos subsiste y es cierta en cuanto al modo, que en
''cuanto á la substancia. También se infiere, que los frayles Me-
"nores de la provincia de Carniola ninguna cosa nueva practican
"acerca de la csposicion y promulgación de la Indulgencia de Por
ciúncula, sinó solamente aquello y nada mas que se ha acostum-
"brado hacer en la misma Iglesia de Santa María de los Angeles,
"y en las que tiene nuestra orden en Roma y en todo el mundo.
"Pues habiéndose estendido muchas veces la dicha Indulgencia á
DECRETO
[»] Eb la cuest. 362 que se halla entre las Cuestiones Canónicas de Benedicto XIV en
el tomo 13.—También puedes verlo en el Tesauro de las Resoluciones de la 8. C. del Con
cilio, tom. 2.°, impreso en Roma 1745, desde la pág. 398: se halla en la biblioteca del con-
vento de nuestro Padre Santo Domingo de la Habana.—Marenti ni, pág. 259.—Perusino.
51
que el dicho Procurador lo presentase' á los Eminentísimos Car
denales de parte de su orden. Pero siendo largo este Discurso, y
repitiéndose en él algunas cosas de las que llevo dichas, pondré
aquí solamente las palabras que me hacen al caso.
Después de asentar Lambertini en los dos primeros parágra
fos de su Discurso, que San Francisco alcanzó de Dios y de Hono
rio III la célebre Indulgencia de Porciúncula para los que visita
sen la pequeña Iglesia de Santa María de los Angeles, y que la
dicha Indulgencia plennria no es allí cotidiana, sino que está fija
al dia 2 de Agosto, prosigue de esta manera:
"La Indulgencia de Porciúncula fué estendida por los Sumos
"Pontífices á todas las Iglesias de los frayles y monjas del orden
"de San Francisco; y habiéndose aumentado la piadosa costumbre
"de entrar y visitar muchas veces, tanto la Capilla de Porciúncula
"que está situada en la Iglesia de Santa María de los Angeles, co-
"mo las demás Iglesias del orden de los frayles de San Francisco
"desde las vísperas del dia 1° de Agosto, hasta las vísperas del dia
"siguiente, con el fin de ganar dicha Indulgencia en cada una de
"las entradas, y esto le pareciese difícil al Obispo de Labác, por-
"que la Indulgencia concedida á los que en ciertos dias visitan al
guna Iglesia ó hacen otra obra piadosa, no se adquiere sino una
"vez solamente al dia, traída la queja del Obispo á esta Sagrada
"Congregación: Los frayles del orden de San Francisco de los
"Reformados de la provincia de Carniola insisten en persuadir
»al pueblo, que la Indulgencia del dia 2 de Agosto llamada de
n Porciúncula, concedida á los que visitan su Iglesia, puede ga
znarse en un mismo dia todas cuantas, veces la visiten: esta S. C,
"después de haber oido los informes del Procurador general y del
"Ministro Provincial, decretó el dia 17 de Julio de 1700 que se ha
"de guardar lo acostumbrado.
"Mas no obstante eso, algunos Párrocos, tanto pública como
"privadamente, afirman que la mencionada Indulgencia de Por-
"ciúncula se adquiere ciertamente por los que visitan las Iglesias
"del orden de San Francisco desde las vísperas del primer dia de
"Agosto hasta las vísperas del dia siguiente, pero solo una vez en
"dicho dia; de tal suerte, que las repetidas entradas en el mismo dia
"á las tales Iglesias, no aprovechan á los que entran y las visitan para
"ganar la Indulgencia muchas veces en el mismo dia, y la respues
ta de esta Sagrada Congregación guárdese lo acostumbrado, de
"tal modo la interpretan, que tenga relación, no á la adquisición
"de la Indulgencia por cada entrada en la Iglesia, sinó á la cos
tumbre, según la cual no se gana mas de una vez al dia la Indul
32
"gencia concedida á los que en ciertos dias visitan determinada
"Iglesia, ó hacen otra obra piadosa. Y como esta interpretación pa-
"rezca muy disonante al orden de San Francisco, lo uno porque el
"Decreto de ganar solo una vez al dia la Indulgencia, concedida á
"los que visitan en ciertos dias la Iglesia, fué publicado en 7 de Mar-
"zo de 1678, y no obstante él esta S. C. no quiso deferir (Nota 16)
"á la querella del Obispo Labacense que habia acusado á los Pa-
"dres Reformados, deque persuadían falsamente que la Indulgen-
"cía de Porciúncula podia ser adquirida por los fieles todas cuan-
"tas veces visitasen la Iglesia de ellos el dia 2 de Agosto, como se
"colige del Decreto arriba mencionado de 17 de Julio de 1700: y
"lo otro, porque aprovechando también la Indulgencia de Por-
"ciúncula á las ánimas de los difuntos, según las Letras Apostóli-
"cas de Inocencio XI, impresas en el Mateuci (/), nada impide que
"se aplique la misma muchas veces en el propio dia, ya por una,
"ya por otra alma de las que están en el purgatorio. De aqui es
"que instando el Procurador general del orden de San Francisco
"para que se acaben de una vez las disensiones, se propone al pre
sente discutir y declarar:
"¿Si el Decreto de esta S. C, publicado el dia 17 de Julio
"de 1700, en el que se dijo que se lia de guardar lo acostumbra
ndo, se ha de entender de tal manera que la Indulgencia de Por-
"ciúncula se pueda adquirir por los fieles desde las vísperas del
"dia 1.° de Agosto hasta las vísperas del dia siguiente, no una vez
"sola, aunque muchas visiten las Iglesias del orden de San Fran
cisco haciendo las diligencias que se necesitan; sino tantas veces
"cuantas en el dicho dia visitaren las mismas Iglesias con los re
quisitos debidos?
"Dia 4 de Diciembre de 1723.—La S. C. de los Eminentísi
mos Cardenales de la Santa Romana Iglesia, intérpretes del Con
cilio Tridentino, decretó que se guarde la costumbre.—C, Car
denal Origi, Prefecto.— En lugar del sello.—Próspero Lam-
"bertini, Secretario."
Advierto que luego que salió la resolución dicha, la misma
Congregación del Concilio se dignó de enviar al Ministro de la
provincia Franciscana de Santo Tomas, la siguiente
Nota 16. Deferir significa ceder, ser del parecer dé otro, convenir con él en su opinión.
Véanse los Diccionarios de Terreros y la Academia.
[<] En el Oficial de Curia, cap. 26, ntím. 7.°
53
EPÍSTOLA («)
lq] En la part, 2.*, trat. 6." sobre la proposición 37 condenada por Alejandro VII, al fin.
57
cenciano de 7 de Marzo de 1678, el mismo que alegó el llustrisimo
Obispo de Labác en su Memorial contra los franciscanos de su dió
cesis. Pero este Decreto de ninguna manera comprende á la Indul
gencia de Porciíincula. Así lo afirma Ringerio, Obispo de Asís.
Así nos lo asegura Lambertini (r), Secretario de la Congregacion
del Concilio, á los cuales debo dar más crédito que á Eusebio
Amórt. Y así lo resolvió la S. C. del Concilio por un Decreto
de 17 de Julio de 1700, y por otro de 4 de Diciembre de 1723. Es
digno de notarse, dice Marentini (*), que Eusebio Amórt aunque
trató muchas veces de la Indulgencia de Porciúncula, nunca hizo
mencion en sus escritos de ninguno de los dos Decretos de la S. C.
del Concilio que nos favorecen; ni aun de la Bula de Inocencio XI,
en la que espresamente concede que pueda aplicarse por los difun
tos. Porqué se portase así este hombre sabio, no es fácil averiguar
lo. Luego ¿qué prueba su autoridad para enervar mi conclusion?
A lo segundo respondo que si es cierto lo que afirman los ilus
tradores del Fuero de la Conciencia que dice el P. Giraldi (pues
yo no he podido hallar sus Adiciones), no es verdad todo lo que es
cribe este Escolapio. Convengo desde luego con él en que habién
dose propuesto á la S. C. de Indulgencias la duda de ¿si la Indul
gencia de Porciúncula se gana tantas veces el dia 2 de Agosto,
cuantas se visite alguna de las Iglesias del orden de San Fran
cisco? decretó la S. C. que se oyesen los Procuradores de mi orden,
y exhibiesen los documentos que tuviesen. Mas ¿cómo le he de
creer cuando dice que los tales documentos aun no se habian pre
sentado á la dicha Congregacion al cabo de doce años, cuando me
consta todo lo contrario? ¿Es creible que toda la religion Seráfica
que se compone de tantas familias, interesadas todas en las glorias
de su Padre, habia de mirar con esa indolencia un asunto de tanta
gravedad é importancia? Pero léjos de mí un pensamiento tan ba
jo, y tan afrentoso para toda la religion de San Francisco. Lo cier
to es que segun refiere Minderér (í) con otros escritores de mi or
den que tratan exprofeso esta materia, en el mismo año en que sa
lió el citado Decreto de la S. C. de Indulgencias que fué (no el
de 1745 como afirma el P. Giraldi), sinó el de 1747 en el dia 4 de
Agosto, en ese mismo año en el mes de Setiembre presentaron sus
votos á la dicha Congregacion, no solamente el Procurador gene
ral de la Observancia, sinó tambien el de los Reformados, el de los
CUESTION HI.
Losfieles ¿pueden ganar la Indulgencia de Porciúncula en todas
las Iglesias de las monjas del orden de San Francisco1}
CUESTION IV.
Respondo que á todos los fieles que en los treinta y un días {No
ta 17) siguientes, se confiesen, comulguen y visiten nuestras Igle
sias, pidiendo á Dios por la concordia entre los Príncipes cristia
nos, estirpacion de las heregías y exaltación de la Santa Madre
Iglesia, y tengan la Bula de la Cruzada, les está concedida en ca
da dia Indulgencia plenaria perpetua. En todos los dias que seña
lo, se puede ganar la Indulgencia desde vísperas hasta que se pone
el sol el dia siguiente: menos en la fiesta del Sagrado Corazón de
Jesús, en la que empieza la Indulgencia desde la media noche de
aquel dia, hasta la media noche siguiente. Véase la cuestión cua
dragésima segunda del tomo primero, sobre los modos con que las
Indulgencias se suelen conceder.
Los dias en que se ganan las dichas Indulgencias plenarias,
y los Santos de mi orden en cuyo honor se han concedido, son los
siguientes
Nota 17. Otros autores (a) ponen muchos mas; pero sus fundamento* son muy débiles.
[a] Juan Laso de la Vega, de las Indulgencias de nuestros terceros, pig. 243.—José
Roca de la Concepción en su Opúsculo Seráfico, &c.—[él Ferraris,"palab. Indulgencia,
>H. 5°, nílm. 48.— Minderér, part. 2.", mlm. 371.—José de Avila/Vkc.
i
63
Febrero.—5. Beato Pedro Bautista y sus Compañeros, mártires
del Japón. •
22. Santa Margarita de Cortona.
Marzo.—6. Santa Coleta, Virgen. La Indulgencia de hoy es apli
cable por los difuntos. (Véase la Nota 18.)
9. Santa Catalina de Bolonia.
Abril.—3. San Benito de Palermo.
Mayo.— 13. San Pedro Regalado.
17. San Pascual Bailón.
20. San Bernardino de Sena.
Junio.— 13. San Antonio de Padua.
19. Beata Miquelina, viuda.
Julio.—9. Beato Nicolás y sus Compañeros, mártires de Gorcún.
14. San Buenaventura, Doctor.
24. San Francisco Solano.
Agosto.—2. La célebre Indulgencia de Porciúncula. Es aplicable
por los difuntos.
12. Santa Clara, Virgen.
19. San Luis, Obispo.
25. San Luis, Rey.
Setiembre.—4. Santa Rosa de Viterbo.
17. Las Llagas de nuestro Padre San Francisco.
Octubre.—4. Nuestro Padre San Francisco. Hay Indulgencia ple-
naria concedida por Inocencio XI en la forma acostumbrada.
Hay otra plenaria, que concedió Julio III (#) á todos los fie
les que confesados, ó con propósito de confesarse cuando lo
manda la Iglesia, visiten devotamente cualquiera -Iglesia del
orden de los Franciscanos en Nueva-España, desde las prime
ras vísperas hasta que se pone el sol el dia siguiente, rezando
tres Padre nuestros y tres Ave-Marías por la exaltación de
la fé católica.—Esta concesión de Julio III se estiende en los
propios términos á todos los fieles que en la Nueva-España
visiten el dia de San Agustin cualquiera Iglesia de los Agus
tinos, y el dia de nuestro Padre Santo Domingo, cualquiera
Iglesia de los Predicadores.
Nota 18. San Benito de Palermo, Santa Jacinta y Santa Coleta fueron canonizados por
Pió VII en 24 de Mayo de 1807 (c). Las Indulgencias de sus respectivos días fueron conce
didas después por el mismo Papa, y de consiguiente no pueden hallarse sus concesiones, si-
nó en los Calendarios modernos. Yo solamente he podido ver la concesión de la Indulgencia
en honor de Santa Coleta. Empieza el Breve Ad avgendam, y fué dado en Roma el31 de
Julio del sobredicho aBo.
[c] Diario de Méjico del año de 1807, níim. 745.
[*] El dia 4 de Setiembre de 1553.—Empieza la Bula Ex injuncta Véanse Avila en
su Colección, dia 4 de Agosto; y el Tesoro de Vivos, pág. 130.
64
13. San Daniel y sus Compañeros, mártires de Ceuta.
19. San Pedro de Alcántara.
23. San Juan de Capístrano.
Noviembre.—12. San Diego de Alcalá.
19. Santa Isabel, Reina de Hungría.
28. San Jácome de la Marca.
29. Todos los Santos de nuestras tres órdenes.
Diciembre.—8. La Inmaculada Concepción de Nuestra Señora.
Fiestas movibles.—La fiesta del Sagrado Corazón de Jesús,
que suele ser el dia después de la octava de Corpus. La Indulgen
cia pleharia es aplicable por los difuntos.
Aunque esta última Indulgencia no fué espresamente concedida
á nuestras Iglesias como las otras; sin embargo la concedió Pió VII
por un Rescripto de 7 de Julio de 1815, á todos los fieles que en la
forma acostumbrada visiten cualquiera Iglesia (aun délos Regu
lares de uno y otro sexo en todo el mundo católico) donde se celebra
la fiesta del Santísimo Corazón de Jesús. Asi consta de una precio
sa obra en toscano, impresa en Roma con aprobación de la S. C.
de Indulgencias el año de 1818, que se intitula: Colección de Ora
ciones y Obras piadosas por las cuales los Sumos Pontífices
han concedido Indulgencias (d): la cual obra citaré en adelante
muchas veces.
Acerca de las otras fiestas que tienen señalado el dia fi jo, has
de tener presente que según dije en la cuestión XXVII del tomo
imero, aunque suceda por casualidad que alguna fiesta que tiene
dulgencia se traslade para otro dia, no se traslada la Indulgencia;
escepto que haya una concesión especial para ello, la cual hasta
ahora no tenemos.
CUESTION V.
[a] Agustin de Vetancur en la cuarta parte del Teatro Mejicano, trat. 4.°, núm. 5; y
en el tratado de la ciudad de Méjico, que está al fin del mismo tomo, núm. 201 y 202.—
[b] Cayetano de Aiejnndris en el Confesor de Monjas, cap. 10, cuest. 18 y 19.—Minderér,
part. 2.", confer. 7.", cuest. 17.—Pelizario en el trat. de Monjas, cap. 9.°, cuest. 22.—Portel
en el tomo 1.° de las Kespucstas Morales, part. 2.a, caso 14.—[c] Breviario Franciscano,
impreso en Madrid 1769, desde el núm. 180 de nuestras Rúbricas.—[di En el tomo 4.° de
los Comentarios á las Constituciones Apostólicas, en la 28 de Eugenio IV, níím. 6.
10
66
Frontera (e) Urbano VIII, que casi un siglo antes habia sido Pa
pa. Y así lo habia hecho tambien Clemente VIII en el año de 1605
con otras monjas Benedictinas de Prusia y de Polonia. Mas
para quitar toda duda en esta materia, el dicho Clemente XI
se dignó confirmar en 1714 el siguiente Decreto de la Sagrada
Congregacion de Indulgencias que he leido en Perusino (/), en
Ferraris, en Ursaya, y aun en los Bularios.
DECRETO
[e] Antonio de Puefias en el tomo 1.° de sus Singulares, trat. 8.°, singular 16.— [/] Pe
rusino, tomo 3.°, part. 1.», pág. 578.—Ferraris, palab. Indulgencia, art 5.°, núm. 19y 20 —
Bulario de Clemente XI, impreso en Roma 1728, part. 8.», pSg. 580, Decreto 4.°.—Buiario
romano, tomo 8.°, pág. 444.
67
En fuerza de esta célebre resolucion, aprobada por el romano
Pontífice, cesan ya, dice Domingo Ursaya (g), todas las dificulta
des en esta parte; y no hemos de hacer caso de aquellos autores
moralistas que defendian antes con obstinacion la opinion contra
ria. Es pues evidente que el convento de la Concepcion de Méjico
goza en la actualidad de todas las Indulgencias y privilegios de
que gozan los conventos de la religion Seráfica; y por consiguien
te, que hay una perfecta comunicacion de Indulgencias entre su
Iglesia y las nuestras. En vista de esto, ¿habrá quien se atreva á
decir que los seculares no ganan en la Iglesia de la Concepcion
la Indulgencia plenaria de Porciúncula, y todas las demás que se
concedan á las Iglesias de mi orden sin restriccion alguna?
Respondo lo segundo, que las Iglesias de las monjas que siem
pre han estado bajo la inmediata jurisdiccion del Ordinario, gozan
tambien de las Indulgencias de sus respectivos órdenes cuando es
tán concedidas sin restriccion.
Prúebolo. Siendo cierto, como lo es, que los monasterios de las
monjas que se pasaron del gobierno de los Regulares al de los
Obispos gozan de los mismos privilegios é Indulgencias que go
zaban antes, ¿por qué no han de gozar de las mismas gracias aque
llos monasterios de monjas que siempre han estado inmediatamen
te sujetos á los Ordinarios? Estas religiosas, verbi gracia, las Ca
puchinas ó las Teresas de Méjico, ¿han cometido alguna culpa por
haber profesado en unos monasterios, que á imitacion del de San
José de Avila (/i), fundado por Santa Teresa en 1562, se sujetaron
desde su ereccion al gobierno de los Obispos? ¿No viven con la mis
ma austeridad que otras de su respectivo instituto que están suje
tas á los Regulares? ¿No siguen el mismo método de vida? ¿No ob
servan la misma regla? ¿No visten el mismo hábito? ¿No son de la
propia orden? (i) Luego ¿qué motivo hay para que no participen de
las mismas gracias? Acaso sus Iglesias, porque están sujetas á los
Obispos, ¿dejan por eso de ser Iglesias de su orden? No por cierto.
Porque asi como las monjas Capuchinas, porque estén sujetas á
los Ordinarios, no por eso dejan de ser del orden de los Capuchi
nos; asi tambien sus Iglesias no dejarán de ser Iglesias de su or
den, porque estén sujetas á los Diocesanos: pues el lugar y la per
sona andan á un mismo paso. De aqui es que la Sagrada Congre-
[g] Ursaya, tomo 2.° de las Disceptaciones Eclesiásticas, pnrt. 1.*, discept. 37, TKím. 190
y 191.—[h] Santa Teresa de Jesus en el cap. 36 de su vida.— Ursaya, tomo 9.", part. 2.», dis-
oeptacion 2.»— Francisco de Ajofrin, Confesor de Monjas, pág. 63.—[t] Bordonio, tomo 3.°,
resoluc. 52, en los núm. 69, 70 y 80. —Teodoro, part. 2.», cap. 2.°, art. 1.°, }. 4.°, cuest. 1.*
—Minderér, part. 2.», nam. 397 Quintanaduefia», tom. l.°,tr*t. 8. Singular 16; y trat. b.°
de] Apéndice.
68
gacion de Indulgencias espidió el Decreto siguiente, que he leído
en el Breviario Agustiniano, en el Romono Seráfico, y en Juan
Bautista Pitoni ( j ).
VlENENSE EN EL AUSTRIA.
DECRETO
[U] Pernsino, tomo 3.° do su Cronología, part. 2.", pág. 472 —Ferraris, palab. Indul
gencia, art. 5.°, núm. 20—Francisco Homero Sánchez do la Indulgencia de Porciúncula, ni
fin del libro. — Minderér, part. l.R, níím. 764.—Miguel de Zng en el Biliario de los Capucht. '
nos, tomo 7.°, pág. 423.—Talú en el núm. 1019 de los Decretos. .- - - ■ - ' '
70
•San Francisco de Asís, gozan de la Indulgencia llamada de Por-
"ciúncula el dia 2 de Agosto en favor de todos los cristianos, del mis-
»mo modo que gozan de ella las Iglesias de los frayles Menores de
"todo el dicho orden de San Francisco.—IV. Y finalmente, el dia 18
"de Mayo de 1744, que cualesquiera monjas sujetas á los Ordinarios
Mde los lugares ganan las Indulgencias de sus respectivas órdenes
"ó Congregaciones, cuyo rito siguen en rezar el Oficio, y cuyo ins
tituto igualmente profesan.—No obstante todo esto, como por par
óte de las monjas del tercer orden de San Francisco, de la Con
gregación de las llamadas Isabelas de Vienaen el Austria, se ha-
"ya espuesto á la Sagrada Congregación que algunos creyeron ó
"inventaron que las Iglesias de ellas, y otras de la misma Congre
gación y orden, como que están sujetas al Ordinario, de ninguna
"manera gozaban de los privilegios é Indulgencias que se han con
cedido á las Iglesias de su orden, y señaladamente de la del dia 2
"de Agosto, sino que los dichos se habian de entender solo para
"las personas de las monjas, mas no para todos los cristianos que
"visiten las Iglesias de ellas. Por lo cual, propuesta sobre estas co-
"sas la siguiente duda:
"V. ¿Si todas y cada una de las Indulgencias generalmente
"concedidas á las Iglesias de los frayles y de las monjas, asi en los
"dias festivos de los Santos de la orden como en otras semejantes
"festividades, se pueden ganar igualmente por los cristianos que
"visiten las Iglesias de las monjas que están sujetas al gobierno y
"jurisdicción de los Ordinarios? »
"La misma Sagrada Congregación respondió y declaró el
"dia 19 de Agosto de 1747, según la forma de otro Decreto de 27
"de Febrero de 1673, que se pueden ganar.—De lo cual hecha rela
ción al Santísimo Señor por mí el infrascrito Secretario de la misma
"Sagrada Congregación el dia 26 de dicho mes, Su Santidad aprobó
"benignamente el voto de la Sagrada Congregación.— Frey Joa~
"quin, Cardenal Portocarrero, Prefecto.—En lugar del sello.—
"Antonio María Erba, Protonotario Apostólico, Secretario.''
"VI. Mas como por parte de las dichas monjas Isabelas se
**haya dudado, ¿si ellas y sus Iglesias están comprendidas en el pre
inserto Decreto favorable; pues aunque hacen los acostumbrados
"votos substanciales del instituto y orden de San Francisco, no re-
"zan el Oficio Divino como lo requiere el Decreto alegado do 18 de
"Mayo de 1744, sinó que rezan solamente el Oficio de la bienaven
turada Virgen María? La misma S. C. en el dia 5 de Febrero
"de 1748 respondió á la duda propuesta: que se habia de consultar
"al Santísimo para una benigna declaración.—De lo cual informado
71
"el Santísimo Señor por mí el infrascrito Secretario de la misma
"S. C. eldia 2 de Marzo de dicho año, Su Santidad, aprobando el
"voto de la Sagrada Congregación, benignamente lo concedió, y
"quiso que la tal declaración ó concesión sufragase también á cua
lesquiera otras monjas que haya del instituto ú orden de San Fran
cisco de Asís, y á las Iglesias de ellas.—Frey Joaquín, Cardenal
"Portocarrero, Prefecto.—En lugar del sello.—Antonio María
"Erba, Protonotario Apostólico, Secretario."
Se me hace preciso advertir, que el sobredicho Decreto de la
S. C. de Indulgencias que acabas de leer, contiene en sí no menos
que seis Decretos. El que está en el número I es una confirmación
bien clara de la primera conclusión. Los que están en los núme
ros II, IV y V, son una nueva prueba de la conclusión segunda, y
una revalidación espresa del Decreto que puse después. Y finalmen
te, los que se contienen bajo los números III, V y VI, prueban has
ta la evidencia que en Méjico pueden ganar los seculares la Indul
gencia de Porciúncula y las demás de la orden, no solo en las Igle
sias de los cuatro conventos de monjas que están sujetos á la reli
gión Seráfica, sinó también en las de los dos conventos de Capu
chinas, y en las de los ocho de Concepcionistas. Así lo ha declarado
muchas veces la S. C. de Indulgencias, así la de Obispos y Regula
res y así finalmente Benedicto XIV.
La única objeccion que puede hacerse á las dos conclusiones
sobredichas, es el Decreto de la S. C. de Indulgencias de 18 de Ma
yo de 1744 mencionado arriba, en el que declaró la misma Congre
gación "que cualesquiera monjas, sujetas á los Ordinarios de los
"lugares, ganan las Indulgencias de sus respectivos órdenes ó
"congregaciones cuyo rito siguen en rezar el Oficio, y cuyo ins-
"tituto igualmente profesan." Luego parece que las monjas que no
siguen el rito de su orden en el rezo del Oficio Divino, no ganan las
dichas Indulgencias.
Respondo que aunque no hay la menor duda en que ganan
dichas Indulgencias las monjas sujetas al Ordinario que siguen el
rito de su orden en rezar el Oficio, me parece que las ganan tam
bién las que rezando el Oficio Divino se conforman con el Calen
dario romano, y no con el de su orden. La diferencia que hay, dice
Pelizario («), entre las religiosas que están sujetas á los Prelados
[m] Juan Bautista Pitoni en las Decisiones para los Regulares, tomo 2.°, núm. 2086.—
[n] Pelizario en el Tratado de Monjas de la edición (corregida) do Roma 1761, cap. 6.°,
pdm. 18.— Véase un Decreto de la S. C. de Ritos, que está en el tomo 10 del Ferraris ba-
jo el núm. 1420; y otros de la S. C. del Concilio que eita Pignateli.—Pascuci, part. 2.',
pág. 52 de la edición veneciana 1733.
72
de algún órden, y las que están inmediatamente sujetas á los Or
dinarios, es que las primeras deben rezar de los Santos do su ór
den, conformándose con su Breviario; pero las segundas, aunque
pueden conformarse con él (f¿) no tienen obligación de hacerlo.
Ni por eso dejarán de ganar las Indulgencias generalmente con
cedidas á las Iglesias de su órden, según consta de otros Decretos
referidos que no ponen la tal condición; pues la comunicación de
los privilegios é Indulgencias se ha concedido á las monjas, dice
Teodoro, por los méritos de las órdenes Regulares cuyo instituto
profesan ellas mismas. Luego las monjas sujetas á los Ordinarios,
aunque no sigan el rito de su órden en el rezo del Oficio Divino,
ganarán las Indulgencias que están generalmente concedidas á
las Iglesias de la misma órden.
Y lo mismo que he dicho de las Iglesias de las monjas sujetas
á los Ordinarios, afirmo (o) también de las Iglesias de los Regula
res inmediatamente sujetos á los Obispos. Así lo ha declarado la
S. C. de Indulgencias por sus Decretos de 1.° de Setiembre de 1721,
y de 7 de Marzo de 1722 confirmado por Inocencio XIII, según
he visto en la Historia de las Indulgencias de Amórt (p), y en el
Bulario Lateranense.
Con tantas declaraciones, me parece que he navegado hasta
aqui con viento en popa; mas no podré hacer lo mismo con lo que
me falta que escribir sobre esta cuestión. La mayor dificultad pues
consiste en averiguar isi las Iglesias de las religiosas de un órden
participan de las Indulgencias concedidas á las Iglesias de las re
ligiosos del mismo órden cuando aquellas no se espresan en la
concesión?
Para resolver con acierto esta duda era preciso saber la in
tención que tuvieron los Papas al tiempo de conceder dichas Indul
gencias, y siéndome esto imposible, responderé loque me parezca
mas razonable. Mas para evitar confusión contraeré la dificultad
á las Iglesias de las monjas del órden de mi Seráfico Padre San
Francisco. Hablando sobre esto Mateuci afirma que si la Si
lla Apostólica no concede espresanicnte que los seculares que vi
siten las Igletias de las monjas puedan ganar la Indulgencia ple-
naria, no la ganarán por visitarlas. Pero si esta opinión fuera cierta,
no hubiera declarado Benedicto XIV en 23 de Setiembre de 1741
[n] Véanse dos Decretos de la misma Congregación de Ritos que están en las Rúbri
cas antiguas de nuestro Breviario en los mím. 139 y 140; pero advierte que el Decreto del
núm. 140, está revocado por I io VI — [o] Teodoro en el lugar citado.— [p] Amórt en la
pSg. 447.—Bulario Lateranense, pág. 52 del Apéndice en la edición citada.—Holzman, par
te 5.*, ntím. 767—[q] Mateuci en el Oricinl de Curia, cap. 26, núm 14 y 15.
73
que las Iglesias de las monjas del Instituto de Santa Clara gozan
de la Indulgencia de Porciúncula, dándonos en esto á entender que
estaban virtualmente comprendidas en las Bulas de Gregorio XV
é Inocencio XI. Kacembergér (r) reprueba la opinión de Matéu-
ci, y lleva la contraria. A mí no me gustan ni la una opinión ni la
otra, tomadas absolutamente y sin restricción; y asi voy á seguir
otro rumbo.
Pero antes supongo que según dije en la cuestión pasada, hay
treinta y un dias en el año Indulgencia plenaria perpetua, conce
dida por los Santos de mi orden á todos los fieles que confesando y
comulgando visiten nuestras Iglesias, esto es, las Iglesias de los
frayles 31enores de San Francisco. He leido con atención las con
cesiones de veinte y cuatro de estas Indulgencias que he hallado,
ya en los Bularios romanos, ya en los escritores de mi orden; y hu
biera leido las restantes si hubiera podido dar con ellas. En casi
todas las que he visto, hablan generalmente los Papas de nuestras
Iglesias y de las de nuestras monjas. Sin embargo, no he dejado de
encontrar algunas en que ó no se hace mención espresa de las Igle
sias de las monjas, ó se habla de ellas con limitación. Esto supuesto,
Tengo por cosa cierta que cuando los Papas han concedido
Indulgencias á las Iglesias de los religiosos de San Francisco para
honrar á los Santos de su orden, participan de ellas por lo común
las Iglesias de las monjas de la propia orden, aun cuando los Papas
no las espresen. Porque, si las monjas están sujetas á la obediencia
de los Prelados de la orden, hay entre ellas y nosotros, entre sus
Iglesias y las nuestras, una comunicación estrechísima de Indul
gencias concedida por varios Pontífices, particularmente por Ino
cencio XI en 1686, y por Inocencio XII en 1695. Sino están su
jetas á ellos, no por eso han perdido sus Iglesias las Indulgencias
que son propias de su orden, según lo ha declarado varias veces
la S. C. de Indulgencias (*). De aqui es que aunque Sixto V (í),
cuando concedió Indulgencia plenaria á los que visiten nuestras
Iglesias en los dias de nuestro Padre San Francisco y de otros
Santos de mi orden, no haya nombrado espresamente las Iglesias
de las monjas sino para el dia de la Seráfica Madre Santa Clara,
no por eso dejarán de ganarlas los fieles que las visiten en tales
dias. Y lo mismo digo de las que concedieron Clemente XI (u) pa-
[r] Kiliano Kacembergér en el cap. 3.° de las Indulgencias, núm. 93.—[j] Véase Min-
derér, part. 2.', ntím. 370.—[t] Por bu Bula Cum d, primava de 28 de Setiembre 1585, que
hallarás en el Teatro de Lnntusca, palab Indulgencia: en el Bulario de Rodríguez; y en
Juan Pitoni sobre los Regulares, núm. 1030.— [u] Por su Bula Redemptorís, 15 de Noviem
bre 1713, que es la 129 en el tomo 12 del Bulario romano.
11
74
ra el dia 9 de Marzo en honor de Santa Catalina de Bolonia, y
Pió Vil para el dia 6 del mismo mes en honor de Santa Coleta.
Otra cosa me parece que es cuando los Papas posteriores á
Inocencio XII conceden Indulgencias á nuestras Iglesias, esto es,
á las Iglesias de los fray les de mi orden, con espresa limitación para
las de las monjas. Asi las concedió Benedicto XIV (») para el dia
de San Luis Rey de Francia, y para el de Santa Isabel Reyna
de Hungría: de modo que respecto de las Iglesias de los Menores
Observantes de San Francisco, concede la Indulgencia plenaria á
todos los fieles que las visiten; mas respecto de las Iglesias de las
monjas, la coarta á las mismas monjas y á las que están encerra
das en sus claustros. Ni aqui pienso yo que vale la mutua comuni
cación sobredicha; porque habiendo sido ella concedida por Papas
anteriores á Benedicto, parece que este, concediendo la Indulgen
cia en el modo dicho, deroga la tal comunicación implícita y vir-
tualmente. Aunque de todas cuantas Bulas he leido en que se con
ceden Indulgencias á nuestras Iglesias, ninguna he visto en estos
términos; sin embargo, en los Decretos de la S. C. de Indulgencias
que trae Amórt en su historia (x) hay muchas concedidas así: y
entonces me parece que no vale la comunicación de Indulgencias
que se haya concedido antes, por mas íntima y estrecha que sea.
CUESTION VI.
[h] Donato, tomo 2.°, part. 2.a, trat. 9.°, cuest. 15.—Ferraris, palab. monjas, art. 1.°,
níím. 96— Reinfestuel, lib. 3." de las Decret., t¡t. 31, mira. 182.—[c] Empieza In tanta. Es
la 9.» en el temo 2." del Bulario romano; y la 15 en el tomo 4.°, part. 3.a del de Coquelines.
—[d] Barbosa de la Potestad del Obispo, part. 3.a, alegación 101, núm. 34.— Bordonio, to
mo 5 °, cap 6.° de la profesión, cuest. 18.—El Reverendísimo fray Domingo Losada de los
Privilegios Regulares de Indias, part. 3." desde el níím. 39. —Rremond, tomo 8.° de su Bula-
rio.—[e] En el libro 5° sobre el Decálogo, cap. 4.°, núm. 16.—í/] Bordonio, núm. 52 del
dicho cap. 6.°—[g] Ursaya, tomo 2.°, part. 2.a, discept. 24, núm. 23.—Ferraris en el núm. 97.
—Pignateli, tomo 1.°, consulta 359—[h] En los núm 47 y 48 del mismo cap—[i] El Tnden-
tino, ses. 25, cap. 15 de los Regulares—Véase fray Francisco Luengo sobro la regla de los
Menores, cap. 2.°, oontrov. 5.», sección 3.»— [j] En el núm. 415 de la S." part».
76
nasterio no tiene ningún derecho á la dote, según lo ha declarado
varias veces la S. C. del Concilio, como puede verse en Ferraris (A*)
y en Lamhertini: pues siendo el fin único, asi de las monjas que pi
dieron el indulto como de San Pió V que lo concedió, el logro de
las Indulgencias y el consuelo espiritual de la moribunda, no debe
estenderse á otra cosa, dicen Fagnano (/), lieint'estuel y el citado
Lambertini. A esto se agrega que la tal concesión es contra el de
recho común del Tridentino; y ya se sabe que según una regla del
Derecho (//), lo que es contra el derecho común, no se ha de in
terpretar latamente, ni se ha de traer á lo que no se espresa.
Ultimamente advierto con el R. P. fray Francisco Ildefonso
Segura que el referido privilegio de San Pió V no se estiende
á las personas que no sean actualmente novicias. Y asi no pueden
gozar de él los donados de las religiones, ni las educandas que vi
ven en los conventos, aun cuando estén vestidas del hábito de las
religiosas, como prueba nerviosamente Ursaya (n) y declaró la
S. C. del Concilio en 1705. Por lo cual juzgo que las profesiones
que han dado algunos Prelados en esta América á varios clérigos
y seculares sin ser novicios, solo porque estaban en el artículo de
la muerte, han sido inválidas, como prueba el dicho P.Segura; pues
por una parte no tienen apoyo alguno en la referida Bula, y por
otra son contrarias á lo que determina el Concilio de Trento en
ellugar citado.
CUESTION VII.
La persona religiosa que renueva su profesión, ¿consigue Indul
gencia plenaria todas las veces que la renueva%
CUESTION VIII.
CUESTION IX.
\d] Le trnen Merati, tomo 1.°, nfim. 432: Ferrarie, tomo 10, núm. 467; y Cavalieri, to
mo 3.°, Decreto 101.—[e] Teodoro, oart. 2 », cap. 1.°, art. 4 o, $ 4 °—Barbosa, cláusula 70,
núm. 27.— Minderér, núm. 127.—[a] En el Tratado délas Supersticiones, tomo 4.°, lib. 7.",
cap. 18.—[6] Teodoro en el Trat. de las Indulgencias, part. 2.", cap. 1.°, art. 4.°, }. l.°
81
de ánima, espedido por Julio III para una cofradía de Goa en 1.°
de Marzo de 1552.—El Cardenal Belarmino (c), Próspero Lam-
bertini y Elias de Santa Teresa dicen que Pascual I, que fué Pa
pa en el siglo nono, hizo este insigne favor á la Iglesia de Santa
Práxedes de Roma. Urbano VIII asegura en una Bula (d) que
San Gregorio Magno concedió otra semejante gracia, según pia
dosamente se cree, aj altar mayor de San Cosme y San Damián
de Roma. Y no faltan sabios (c) que afirman, que San Pelagio á
mediados del siglo sesto condecoró con Indulgencia plenaria á fa
vor de las almas del purgatorio á la Iglesia de San Lorenzo, estra-
muros de Roma.
CUESTION X.
[a] Comienza Omnium sabtfi, y le traen el tomo 10 del Bulario romano; y el 11 del de
Coquelinea —Teodoro, }. 4.°—Ferraris, núm. 11; y Minderér, pág. 240,—[b] Minderér, des
de el núm. 89 hasta el 95.—En la pág. 240 puedes ver el Decreto de la S. C. de Indulgen-
cias, y un ejemplar de las Letras Pontificias á los Obispos.—Ferraris, núm. 37.—[c] Le traen
Ferraris, núm. 38.—Minderer, núm. 96.—Ñapoles, tomo 4.° de la Cronologia Seráfica, pá
gina 409.—[d] Por su Bula Romanus Pontifex, que es la 67 en el tomo 11 del Bulario ro
mano.—[e] Por un Breve que empieza Cum sicvt, y le traen Perusino, tomo 3.*, part. 2.",
pág. 254.—Ferrari», palab. Indulgencia, art. 5.°, n<1m. 77.—Velderrain, núm. 269.
84
Velderrain, concede que siempre que algún Sacerdote de la orden
celebrare misa en Iglesia de su religión por el alma de cualquier
religioso ó religiosa de la misma orden cuando muere, en cual
quier altar que celebre, la sufrague dicha misa como si fuera en
altar privilegiado: ya se celebren dichas misas en el dia de su muer
te ó entierro, ó ya en otro cualquiera dia. En cuanto á las monjas
estiende el referido indulto á las misas que celebre por ellas cual
quier Sacerdote secular ó regular de otra orden; pero con la con
dición precisa de que han de celebrar las misas en las Iglesias de
las respectivas monjas. No se estiende este indulto á los oficios ge
nerales, ni aun al generalísimo de los difuntos de nuestra orden,
como puso el Calendarista de cierta provincia en su Añalejo: pues
según dice nuestro cronologista Nápoles (/), la intención del Pa
pa fué concederlo solamente á las misas que enfuerza de las cons
tituciones de la orden, confirmadas por autoridad apostólica, de*
ben aplicarse por algún religioso ó religiosa cuando muere, según
consta de las preces que le presentaron; y como por otra parte el
altar privilegiado es de difícil concesión, no la hemos de interpre
tar latamente, sino con restricción.
Segunda á favor de las almas de todos los fieles difuntos,
concediendo (g) el dia 17 de Diciembre de 1748 á todas las Igle
sias de los frayles Menores de la Observancia altar privilegiado co
tidiano perpetuo, que ha de ser señalado por el respectivo Ordina
rio; pero por las misas que celebren los frayles Menores en el
- [f ] En la páff. dicha, letra b.—[ g^. Véase el Breve Caelestium muñeran, de 21 de Ene
ro 1756. Le hallaras en el tomo 4.° de Nápoles, pág. 192.—En Ferraría, mím. 80 del art. 5.°
—¥ en Minderér, part. 2.*, al fin de la conferencia 7.*—[h] En el tomo 3.°, part. 2.*, pí:
gina 256.—Empieza el Breve Cum sicul dilectus.
86
el señor Benedicto XIV al orden de los Menores de la Observan
cia, se las concedió también al orden de los Capuchinos, según he
visto en el tomo sétimo de su Bulario (■/): con la diferencia que el
mismo Papa señaló á estos para altar privilegiado, el altar mayor
de todas sus Iglesias; y á aquellos les dice, que recurran al respec
tivo Ordinario para que se les señale.
Sesta.—La concesión mas amplia que yo he visto acerca de
altares privilegiados, es la que hizo Benedicto XIII á toda la reli
gión de mi gran Padre Santo Domingo; pues la concedió por una
Bula de 26 de Mayo de 1727 (j), que cualesquiera altaros de sus
Iglesias fuesen privilegiados, para todos los Sacerdotes de dicha re
ligión, en sufragio de las almas de todos los fíeles difuntos.
Argüirás. La Bula de Benedicto XIII que acabas de citar,
está revocada y reducida á los términos del derecho común por
otra que su inmediato sucesor Clemente XII espidió el día 30 de
Marzo de 1732 (fc), y es la quinquagésima quinta de este Papa en
el tomo 14 del Bulario romano.
Respondo que es cierto que Clemente XII revocó y redujo á
los términos del derecho común, asi la constitución sobredicha de
Benedicto XIII, como otras once que habia espedido el mismo Pon
tífice á favor de los órdenes Regulares, concediéndoles varios pri
vilegios é Indulgencias. Pero diciéndose en la parte narrativa de
la Bula revocatoria de Clemente, que la causa de reducir á los tér
minos del derecho común las dichas constituciones, era el quitar la
ocasión de las discordias y altercaciones que se habian suscitado y
pudieran suscitarse en adelante, se infiere de aqui que solo revocó
á los dichos órdenes Regulares los privilegios contenciosos, y que
impedían la jurisdicción de los Ordinarios; mas no les revocó las
Indulgencias ni los privilegios de altar de ánima que Benedicto les
habia concedido en tales Bulas.
Así lo declaró varias veces la Sagrada Congregación de In
dulgencias en tiempo de Clemente XII, como lo afirman unánime
mente el R. Bremon en el Bulario del orden de Predicadores (/),
el R. P. fray David de Santa María en el Bulario de los Agustinos
Descalzos, el autor del Bulario de los Canónigos Reglares del San-
[t] En las páginas 358, 371, 375 y 425.—[ j ] Comienza Pretiosus, }. 23.—Es la 79 en
el tomo 6.° del Bulario de los Predicadores.—[i] Principia Romanus Pontifex; y la he visto
también en Perusino, tomo 3.°, part. 2.", pág. 159.— [l] Bremond en el tomo 8.°, trat. de
consensu bullarum, tít. 15, cuest. 4.', $. 3.°, mím. 6.— David en su Bulario, impreso en Ro
ma 1742, pág. 289.—El Bulario de los Canónigos del Salvador, en la parte 1." impresa en
Roma 1733, trae al principio el Decreto de la S. C. de Indulgencias.—Vi estos tres Búla
nos en la biblioteca pública de la Metropolitana de Méjico.
86
tísimo Salvador, Cavalieri (11), Minderér y Eusebio Amórt, en
quien he leido el Decreto de la dicha Congregación de 20 de Ene
ro de 1733, número 3, que es del tenor siguiente:
"Benedicto XIII el dia 26 de Marzo de 1729 hermoseó con
"privilegios á la Congregación del Santísimo Salvador. Entre otros
' "añadió Indulgencia plenaria para sus Iglesias en las fiestas de San
"Agustín y Santa Mónica. Item, á los que visitasen las Iglesias de
"ellos en la Natividad del Señor, en la Pascua y en tiempo de ad
viento y de cuaresma, dió las Indulgencias de las estaciones de
"Roma. Finalmente, concedió altar privilegiado para solos los Ca
nónigos de esta Congregación que celebrasen en alguna de sus
"Iglesias. Después Clemente XII (*) revocó las dichas concesio
nes, y señaladamente esta (**), espedida por Benedicto XIII á fa-
"vor de los Canónigos Reglares. Mas por cuanto en la Bula revoca
toria hay estas palabras para remover la ocasión áe pleitos, creen
"que solo fueron revocados los privilegios contenciosos, de cuyo gé
nero no son tales Indulgencias. Empero, porque en dicha Bula re
vocatoria se contienen también estas palabras: todas las gracias,
"favores, indultos yprivilegios se tengan como sino se hubieran
"concedido: se pregunta ¿si se han de tener por revocadas las ta
lles Indulgencias, como también el privilegio de altar de ánima?
"Se respondió: el dicho orden goce de las dichas Indul-
"gencias y gracias espirituales, concedidas á él en la Bula de
"Benedicto XIII.»
Esta misma declaración dió el año siguiente de 1734 el Ilus-
trísimo señor Secretario de la dicha Congregación de Indulgen
cias, según refiere Bremond en el lugar citado: lo cual se ha de
notar y tener presente, para resolver todas las dudas de este género.
Ultimamente, el Sumo Pontífice Pió VII (m) declaró privile
giados á favor de cualesquiera almas del purgatorio, todos los alta
res de aquellas Iglesias donde se hace la esposicion del Santísimo
Sacramento, durante la Oración de las cuarenta horas. Así consta
de un Rescripto que existe en la Secretaría del Vicariato de Roma,
dado el 12 de Mayo de 1817.
[II] Cavalieri, tomo 2.° de sus obras litúrgicas, sobre el Decreto 364, núm. 4.—Minde
rér, part. 1.», núm. 788.—Amórt en la Historia de las Indulgencias, cuest. 62; y en las Res-
puestas de la S. C—Guijarro, tomo 2.°, pág. 139 —[*] Por su Bula Romamis Pontifex.—
l?*] Que comienza In sede.—[m] Véase la dicha Colección de Oraciones, impresa en Ro-
m 1818, pág. 256.
87
CUESTION XII.
Las Indulgencias de los altares de ánima ¿entran en la comu
nicacion de privilegios é Indulgencias?
Aunque algunos autores (a) opinan que sí, hoy dia no se pue
de sostener esa opinion. Por lo cual
Respondo con Bordonio (6) y el Anónimo Dominicano, que
los altares de ánima no entran en la comunicacion de privilegios
é Indulgencias, por mas amplia y estendida que sea.—Así lo ha
declarado varias veces la S. C. de Indulgencias, como puedes ver
en Ferraris (c), Amórt y Minderér.
De aqui se infiere: lo primero, que las Iglesias unidas ó agre
gadas á la de San Juan de Letrán de Roma no participan del
altar privilegiado que hay en ella, como lo declaró la dicha Con
gregacion el dia 9 de Mayo de 1729.—Y lo segundo, que por mas
estrecha que sea la comunicacion de privilegios é Indulgencias en
tre las tres órdenes de nuestro P. San Francisco, no por eso se co
munican las Indulgencias de los altares de ánima, ni de la una or
den á la otra, ni aun de un convento á otro de la misma provincia.
Pues como dicen el Cardenal Petra (d) y Ascanio Tamburino, los
privilegios exorbitantes y que son de dificil concesion, no entran
en la comunicacion de privilegios.
Y advierte que segun dije en el tomo primero, cuestion trigé
sima sétima, conclusion tercera, las Indulgencias de los altares pri
vilegiados no se suspenden por el Jubileo del Año Santo; ni están
comprendidas, dicen Minderér (c) y Pascualigo, en la revocacion
de Indulgencias de Paulo V.
CUESTION XIII.
Las misas del dia que se celebran en altar privilegiado, ¿tienen
la misma Indulgencia que las de Requiem?
Antes de responder, supongo con Teodoro (a) y el Anónimo
Dominicano, que el Sacerdote á quien encomienda una misa en
altar de ánima, no cumplirá con solo celebrarla en dicho altar y
[a] Arbiol en la Tercera Orden, part 2.», cap. 19.—Tellado, Prontuario de Tercero»,
cap. 4.°, }. 6.° desde el núm. 226.— [6] Bordonio de los Legados, cap. 7.°, cuest. 19y 21.
—El Anónimo ea su tratado de Indulgencias, part. 2.>, cap. 2.°, }. 2.°, núm. 4.—[c] Ferra
ris, palab. Aliar privilegiado, en los núm. 33, 35 y 40.—Amórt en las respuestas de la S. C;
y en las cuest. 40 y 46 de la Teologia.—Minderér, part. 1.», núm. 713.—Perusino, tomo 8.°,
part. 2.», pág. 472.—Tald, núm. 1620 de los Decretos.— [d] Petra, tomo 3.°, pág. 33, núm. 45.
—Tamburino, tomo 2.°, disp. 17, cuest 2.», núm. 6 y 7.—[e] Minderér, part. 2.", núm. 164.
—Pascualigo del Sacrificio de la misa, cuest. 760.—[o] Teodoro, part. 2.», cap. 1.°, art. 4.?,
}. 1.°—El Anónimo, part. 2.», cap. 2.°, }. 1.°, núm. 5.
88
aplicársela, es menester tambien que tenga intencion de aplicar al
difunto la Indulgencia plenaria del altar: lo cual fácilmente puede
hacer en cualquiera de los mementos de la misa. De otro modo no
cumpliria con la intencion del dante que manda celebrar en dicho
altar, no solo para que se aplique la misa al difunto, sino tambien
para que se le socorra por medio de la Indulgencia plenaria. Lo
cual supuesto,
Respondo lo primero, que las misas del dia que se celebran
en altar privilegiado, tienen la misma Indulgencia que las de Re
quiem, cuando estas no pueden celebrarse.
Pruebo la conclusion por las últimas determinaciones ponti
ficias. Estando mandado á los Sacerdotes por una Rúbrica del Misal
que no celebren misas privadas de Requiem en fiestas dobles (6),
y advirtiendo la S. C. de Ritos que en todas partes se habia intro
ducido el abuso de celebrarlas, mandó por un Decreto de 5 de
Agosto de 1662 (c) á todos los Sacerdotes, asi seculares como re
gulares, que en adelante observasen dicha Rúbrica. Aprobó Ale
jandro VII este Decreto, y para su mejor observancia declaró (d)
en 22 de Enero de 1667, lo primero, que en el dicho Decreto de
la S. C. de Ritos no se comprenden los aniversarios y misas canta
das de Requiem, dejadas por disposicion de los testadores para que
se canten todos los años en el dia de su muerte, las cuales se pue
den cantar aun en dia de doble mayor (y si está impedido (c) se
pueden anticipar ó posponer). Lo segundo, que las misas de la fies
ta corriente que en los dobles se hayan de decir por obligacion en
altar perpetuamente privilegiado, tengan la misma Indulgencia
que si fueran de Requiem. Esta declaracion de Alejandro fué es
tendida por Clemente IX (/) en 23 de Setiembre de 1669 á los
altares que fuesen privilegiados por cierto y determinado tiempo,
y á las misas que se celebrasen en ellos por devocion de los fieles.
Originándose todavia algunas dudas, el Sumo Pontífice Inocen
cio XI (g) en 4 de Mayo de 1688 amplió dicho privilegio á los do
mingos, infraoctavas, y todos los demás dias del año en que no
se pueden decir misas de Requiem. Ultimamente, habiendo su
plicado la S. C. de Ritos á Clemente XI que se dignase de apro-
[b] Rúbrica 5.» general, al fin del núm. 2.°— [r] Véanse Benedicto XIV en el lib. 3.°
del Sacrificio de la Misa, cap. 23, núm. 7 y 8.—Y Ferraris en lapalab. misa, art. 14, núm. 64.
—[d] Por su- Bula Credito nobis, que es la 171 en el tomo 6.° del Bulario romano.—[e] Ca-
valieri, tomo 3.°, cap. 6.° sobre los Decretos 4.° y 5<°—[/] Por su Breve Cum felicis, que
hallarás en el Apéndice alfabético de Kacemberger al principio.—[g] Por su Breve AliAs,
que traen Mateuci en el Oficial de Curia, cap. 4.°, núm. 3.° y Pignateli, tomo 9.°, const. 90,
núm. 132.—Hallarás los tres Breves en Ferraris, palab. misa, art. 14, desde el núm. 11; y en-
Cavalieri, tomo 5.°, cap. 27, núm. 20,
89
bar especialmente estas y otras declaraciones, á fin de que se im
primiesen en el Misal; Su Santidad las aprobó el dia 29 de Se
tiembre de 1714, mandando que así se hiciese (Nota 19). Luego
si han declarado los Papas que las misas del dia celebradas en al
tar privilegiado tienen la misma Indulgencia que las de difuntos,
con el fin de que se observen las Rúbricas; es preciso inferir que
en los dias que permitan estas que se diga misa de Requiem, no
bastará la del dia. Para mayor claridad
Respondo lo segundo con Cupiliati (A), que siempre que en
altar privilegiado se pueda decir misa de Requiem, no basta la del
dia: y mucho menos bastará otra cualquiera votiva.
Pruebo esta conclusion, que es comun entre los modernos (i).
Asi como la S. C. de Ritos ha decretado varias veces que las mi
sas del dia celebradas en altar privilegiado tengan la misma In
dulgencia que las de Requiem, cuando estas no pueden decirse por
que las veda la Rúbrica; asi tambien ha decretado varias veces,
que en todos aquellos dias en que se puede decir misa de difuntos
segun las determinaciones de la Iglesia, no se satisfaga al indulto
sino fuere la misa de Requiem. El dia 1." de Junio y el 13 de Julio
de 1601 espidió la dicha Congregacion el Decreto siguiente, que
he leido en Barbosa (J ), Diana, Bordonio, Ferraris y Cavalieri.
"La misa celebrada por los difuntos en altar privilegiado, no les
"sufraga (en cuanto á la Indulgencia), ni se satisface con ella al
"indulto, sinó es de Requiem." El cual Decreto, como dice Ferra
ris, se ha de entender para aquellos dias en los que segun el rito no
se prohiben las misas de difuntos. Item, consta del citado Breve de
Inocencio XI que habiéndose propuesto á la misma Congregacion
este Dubio: "¿Si las declaraciones de Alejandro VII y Clemente IX
tendrian lugar en los domingos y en los otros dias en que aun
"cuando no estén impedidos por fiesta doble, no pueden con todo
"eso celebrarse misas de difuntos segun el rito y uso de la Iglesia?
"Respondió por un Decreto de 3 de Abril de 1687, que las dichas
"declaraciones de Alejandro y Clemente se han de entender de to-
"dos aquellos dias en que no pueden segun las Rúbricas, celebrar-
Nota 19. Puedes leer en el Misal, antes de las Rúbricas generales, Decretum Vrbis «J-
orbis de la S. C. de Ritos con la aprobacion de Clemente XI, que tambien be visto en el to
mo 8.° del Buiario romano.
[h] Tomo 2.°, trat. 14, cap. 3.°, Apéndice último.—[i] Francisco Mostazo, lib 2.° de cau.
cispiis, cap. 5.°, núm. 48.—Pascualigo, cuest. 731.—Mateuci, cautela, lib. 1.°, cap. 6.u, nú
mero 23.—Compendio Salmant.— [j ] Barbosa en las Decis. Apostólicas, palab. Missa dtfv.no.
torum, núm. 1.—Diana Coord. en el tomo 4.°, trat. resoluc. 9.», núm. 1.—Bordonio do
los Legados, cap. 7.°, núm. 55 y 56.—Ferraris, palab. Altar privilegiado, núm. 21 y 22.Cava¡.
lieri, tomo 3.°, Decreto 91.
13
90
"se misas de difuntos." Este Decreto fue confirmado despues por
Inocencio XI el dia 4 de Mayo de 1688, y por Clemente XI el
dia 29 de Setiembre de 1714 como llevo dicho. Luego si las dichas
declaraciones pontificias se han de entender de aquellos dias en que
segun las Rúbricas no se pueden decir misas de Requiem, es evi
dente que cuando estas puedan decirse segun las Rúbricas, no bas
tará la misa del dia para ganar la Indulgencia.
Y si para ganarla no basta la misa del dia, mucho menos bas
tará otra cualquiera votiva. Porque las declaraciones de los dichos
Papas que amplian el privilegio de altar de ánima á las misas del
dia, se hicieron, dice fray Francisco Gonzalez (fc), con el fin de
obligar á los Sacerdotes á que observen la Rúbrica que prohibe el
decir misas privadas de Requiem en las fiestas dobles y en los do
mingos. Es asi que los Papas no estendieron el dicho privilegio á
las misas votivas; luego estas son insuficientes para la consecucion
de la referida Indulgencia.
Infiere de todo lo dicho: lo primero, que se engañó el Doctor
de la Sorbona Drovén (/), cuando dijo que los altares de ánima se
llaman privilegiados (Nota 20), porque hay privilegio para cele
brar en ellos misas de Requiem, aun en aquellos dias en que pro
hibe la Santa Iglesia celebrarlas en otros altares; lo cual nos da
tambien á entender otro Doctor de la Sorbona Francisco Amado
Pouget. Yo no sé si en la Iglesia galicana se habrá concedido ese
privilegio á los Sacerdotes franceses; pero si sé que los Vicarios de
Cristo, los Pontífices de la Iglesia romana, á qui-snes debemos obe
decer, lejos de conceder tal privilegio á los Sacerdotes Urbis Sfor-
bis, les han prohibido desde antes que nacieran estos Doctores pa
risienses, el decir misas privadas de difuntos en altares privilegia
dos en los domingos y fiestas dobles. Si los Doctores de la Sorbona,
si todos los Sacerdotes franceses hubieran hecho más caso de las
determinaciones pontificias, no veríamos en sus escritos tantas opi
niones peregrinas. Omito las muchas que trae Tiers en su trata
do de supersticiones (//), en el que muerde, como tiene de costum
bre, á los monjes y á los religiosos Mendicantes, sin que le merez
can mas atencion los Pontífices que conceden los altares de áni-
Nota 21. De Tiers tomaría sin duda varias cosas el autor del perverso papel intitulado
Bosquejo, reimpreso en Mejico el aBo de 1820, que luego se prohibió. Ya hablé de él en el
prólogo del tomo 1.°
fm] Amórt en la Teologia, cuest. 46.—Ferraris, palab. Altar privilegiado, núm. 23.—
Cavalieri, tomo 3.°, decreto 97.—[n] Merati en el tomo 1.° sobre Gavanto, parte 1.°, tit. 5.°,
núm. 8; y en el Dacreto 812.—Talú en el Decreto de la S. C. de Ritos, núm. 805.—[A] Ca
valieri, tomo 3.°, Decreto 73, núm. 1 y 2.—Minderér, núm. 152 da la 2.» parte.—Fraxineli
en una resolucion que dió acerca de las misas de difuntos, }. 5.°—Está en Merati, pág. 354
de la edicion veneciana 1769.—[o] En su Bula Quod expcnsis de 26 de Agosto 1748, que ea
la 61 en el tomo 2.° de su Bulario.—A los nuevamente indultados manda con pena de sus
pension, que ningún estipendio reciban por la segunda y tercera misa.
92
funtos en los dominios de los Reyes de España y Portugal, no hallo
inconveniente en que se aplique la Indulgencia plenaria por todos
los difuntos en general. Pues por una parte hay para el dia de todos
los difuntos la concesion de altar privilegiado para todas las misas
que se celebren en ese dia, como dije en la cuestion undécima: y
por otra, el Sacerdote no puede aplicar la Indulgencia de altar pri
vilegiado, sino á aquella alma ó á aquellas almas por quienes cele
bra la misa. Luego aplicándose la misa por todos los difuntos en
general, á todos se aplicará la Jndulgencia.
Lo mismo siente Torrecilla (p) de cualquiera otra Indulgen~
cia plenaria que sea aplicable por los difuntos: y supuesto que con
vienen los Teólogos (q) en que es divisible el efecto de la Indul
gencia plenaria, ¿qué inconveniente puede haber en que se aplique
por muchas almas, ó por todas las del purgatorio?
CUESTION XIV.
f p\ En el tomo 2.° de la Suma, trat. 4.°, disp. 4.1. íecc. 4.», cap. 2.°, núm. 59 y 60.—
[q] Amort en la Teologia, cueat. 41.—Viva, cuest. 6.» del Jubileo, art 2.°, núm. 3.°—El
Anónimo Dominicano, part. 1.», cap. 3.°, }. 8.°, núm. 7.—Lacroix, lib. 6.°, part. 2.», núme
ro 1316.— [a] Empieza Cctlestium munerum. Es la 29 en el tomo 6.° del Bulario romano.—
La tras tambien Pitoni «n las Decisiones para los Regulares, núm. 3599.
93
dieren á Dios por las necesidades de la Santa Madre Iglesia, ga
nen las mismas Indulgencias que ganan los referidos cofrades por
asistir á la procesion del Rosario el primer domingo de cada mes.
Y últimamente, les concede que puedan aplicar todas las dichas
Indulgencias por modo de sufragio á los difuntos.
Qué tantas sean las Indulgencias que ganan los cofrades del
Rosario por rezarle entero, no es fácil el decirlo. Sin embargo, es
pecificaré todas cuantas pueda, segun constan del Sumario que
tengo á la vista, reconocido y aprobado por la S. C. de Indulgen
cias, y confirmado por Inocencio XI (6).
Por rezar la tercera parte del Rosario ganan sus cofrades
cuarenta dias de Indulgencia, concedidos por Alejandro, Legado
de la Santa Sede.
Cinco años y cinco cuarentenas, por Sixto IV.
Sesenta mil años y otras tantas cuarentenas, por Inocencio VIII.
Por decir Jesus al fin de cada Ave-María, les concedió el
mismo Papa cinco años y cinco cuarentenas, que componen dos
cientos cincuenta años y otras tantas cuarentenas.
El Cardenal de Claromonte, cien dias.
Raymundo, Legado de la Santa Sede, cien dias.
Leon X, diez años y diez cuarentenas.
Adriano VI, cincuenta años.
Clemente VII, dos años.
San Pio V, cuarenta dias.
El mismo Ies concedió otros siete dias por cada vez que re
zando el Rosario pronuncien el Santísimo nombre de Jesus, ó el
de María, que vienen á ser mil cuatrocientos treinta y cinco dias.
Clemente IX concedió á los que recen el Rosario entero, to
das y cada una de las Indulgencias que ha concedido la Sede Apos
tólica á todos los fieles que en los reinos de España recen la Co
rona de la Virgen.—Pero cuáles Indulgencias sean estas, no he
podido averiguarlo hasta ahora. Volveré á hablar de ellas cuando
trate de las Indulgencias de la Corona.
Si multiplicamos por tres todas las Indulgencias especificadas,
añadimos á ellas siete años y siete cuarentenas que concedió San
Pio V por rezar el Rosario entero, y reducimos á años los dias y
las cuarentenas, vendrán á sumar dichas partidas doscientos mil
setecientos noventa y nueve años, y ciento ochenta dias de Indul
gencia: los cuales ganan los cofrades por rezar el Rosario entero.
[b] En la Bula Nuper de 31 de Julio de 1679, cap. 3.° y 4.°—Es la 8;" de este Papa en
el tomo 7.° del Bulario romano. Tambien se halla en el P. fray Francisco Gonzalez, Crisol
del Rosario, cap. 5.°, }. 8.°—En Teodoro y en Minderér.
94
No ignoro que el autor del Tesoro de Vivos, impreso en Ma
drid el año de 1755, señala (c) por rezar el Rosario muchas Indul
gencias más que las que yo digo. Pero no las refiero, porque unas
fueron concedidas después de la dicha Bula de Clemente X, otras
están restringidas á ciertos y determinados dias del año, y otras no
tienen toda aquella autenticidad que yo quisiera; como tampoco me
parece que la tiene la Indulgencia plenaria que afirman algunos
autores (rf) que gana el que reza el Rosario entero, como sea cofrade.
Por asistir á la procesión del Rosario el primer domingo de
cada mes, ganan los cofrades (e) las Indulgencias siguientes.
Siete años y siete cuarentenas, concedidas por San Pió V
en 1569.
Cien dias por Gregorio XIII en 1579.
Una Indulgencia plenaria por el mismo Papa en 1581.
Otra Indulgencia plenaria por el mismo en 1577.
Y otra Indulgencia plenaria por Paulo V en 1608.
Supuestas pues las dichas concesiones amplísimas que la Si
lla Apostólica ha hecho á los cofrades del Rosario, porque todas
las Indulgencias concedidas á los hermanos de alguna cofradía por
cualquier Obispo, Cardenal ó Papa, son comunes á todoslos cofra
des del Rosario, según consta del Sumario referido ( f ), se pre
gunta ¿si diciendo yo, ú otro cualquier Sacerdote secular ó regu
lar, misa del Rosario ganaremos todas las dichas Indulgencias, en
suposición de que hagamos lo que nos manda Clemente X en la
citada Bula?
Respondo con fray Antonio de Porres Qf), fray Buenaventura
Tellado y fray Justino Miecoviense, que si.—La razón es clara.
Clemente X en la Bula sobredicha concede las Indulgencias del
Rosario y de la asistencia á su procesión, "á todos, y á cada uno de
"los Sacerdotes seculares y regulares, á quienes sea lícito celebrar
"misa del Santísimo Rosario, según las constituciones y Decretos
"de la Santa Sede Apostólica." Es asi que á mí y á otro cualquier
Sacerdote secular ó regular nos es lícito celebrar dicha misa, tan
to en la fiesta de la Santísima Virgen del Rosario, como en otro
cualquier dia del año en que las Rúbricas del Misal nos lo permi
tan; luego no hay inconveniente en que ganemos todas cuantas
Indulgencias se dignó de concedernos el dicho Papa. Todas: asi
[c] Desda la pág. 34.—[á] Polafox, tomo 3.°, part. 2.» al fin de la Pastoral 10, cap. 1.°
del Apéndice, núm. 4.—Fray Antonio Garcés en sus Cartas de Favor, al principio del Resu
men de las Indulgencias del Rosario. —Jayme Barón en la Luz de la Fé y de la Ley, tomo 1.*
—[e] Véase el cap. 5." de la Bula Nuper.— [/] En el cap. 1.°.—[g ] Pórres en su Tratado
de Indulgencias, lib. 3.°, cap. 9.°, desde el núm. 8.—Tellado en elProntuario de Tercero»,
cap. 4. 9, núm. 166.
95
las parciales como las plenarias; pues bajo la concesion universal
cualquiera particular se contiene.
De la misma opinion que yo, era sin duda el R. P. Maestro
fray Justino de Miecou (A), sabio y devoto escritor de la religion
Dominicana; pues habiendo afirmado que la misa del Rosario tiene
concedidas Indulgencias, escribe despues lo siguiente:- "Advierto
»que la misa del Rosario Salve Radix sancta está concedida so
flamente á los religiosos del orden de Predicadores. Los demás Sa
cerdotes satisfacen celebrando la misa de la Virgen, que empieza:
"Salve sancta Parcns.»
Argüirás. La Bula de Clemente X se debe entender de la mi
sa votiva del Rosario, que empieza: Salve Radix sancta, lo cual
consta claramente de una Bula de Benedicto XIII (i), en la que
renovando y ampliando este Papa los privilegios que la Santa Sede
habia concedido hasta entonces al orden de Predicadores, confir
ma para el mismo orden privativamente, respecto de la misa votiva
privilegiada del Rosario, la sobredicha constitucion de Clemente.
Es asi que ningun Sacerdote secular ni regular puede lícitamente
decir la tal misa votiva, pues fué aprobada por la S. C. de Ritos sola
mente para los frayles del orden de Predicadores; luego ningun Sa
cerdote que no sea de dicho orden, podrá ganar las tales Indulgen
cias por decir misa del Rosario. Así parece que se esplican los
RR. PP. Maestros de la religion Dominicana fray Jayme Baron,
fray Antonio Garcés, fray Francisco Sanchez,Vidal, Bremond, Iri-
barren, Gonzalez de San Pedro y el autor del Tesoro de Vivos (j).
Para responder bien á este argumento, confieso que he leido
y releido la Bula de Clemente X; y aunque á primera vista pare
ce que tiene mucha fuerza, yo no le encuentro ninguna. Para ma
yor claridad supongo que los religiosos Domínicos tienen dos mi
sas del Rosario: la una votiva, de la cual habla el argumento; y la
otra que es propia de la fiesta, y em pieza: Gaudeamus omnes in Dno.
He hecho las diligencias para saber en qué tiempo se les han con
cedido estas dos misas, pero no he podido averiguarlo. Gavanto (fe),
[h] En el tomo 2° sobre la Letania Lauretana, disc. 313, núm. 13.—[i] Empieza Pre-
tiosus, b. 7.°—En el Bulario de los Predicadores, es la Bula 79 del tomo 6.°; y en el Roma
no, la 37 del tomo 10.— [j ] Baron en el Sumario de las Indulgencias del Rosario que trae
al fin del tomo 1.° del Remedio de todas las necesidades, impreso en Zaragoza 1732.—Gar
cés en el citado Resumen.—Sanchez en el Rosario de la Virgen Maria, al fin del capitulo 8/1
—Vidal en el trat 17 de Vigand, examen 2.° núm. 40.—Antonio Iribarren al fin de las Plá
ticas del Rosario, }. 8.°—Francisco Gonzalez, Crisol del Rosario, cap. 4.°, en los n<tm. 21, 39
Í- 41.—Tesoro de Vivos, desde la pág. 45. —Bremond, puede verse en el tomo 6.° de su Bu-
ario, pág. 272, tomo 7.°, pág. 454; y tomo 8.°, trat. de consensu bullarum, tít. 15, cuest. 4.",
}. 2.°, núm. 8.—[k] Gavanto sobre las Rúbricas del Misal, part. 4.», tit. 15, núm. 22.—Agus
tin Barbosa del üficio del Párroco, part. 1.", cap. 11, núm.31.—Diana Coordin. en el tomo 2.°,
trat. 1.°, resolucion 80.
96
Barbosa y Antonino Diana, cuando tratan de la festividad del Ro
sario, adhiriéndose sin duda á un Decreto antiguo (Nota 22) de la
S. C. de Ritos de 19 de Noviembre de 1622, que se halla en el Fer-
raris bajo el número 1423, no quieren que digan en ella los Sacer
dotes aquella misa que habia concedido la S. C. de Ritos solo al
orden de Predicadores el dia 25 de Junio de 1622, y el dia 8 de
Abril de 1628, en lo cual parece que dan á entender que hablan
de la misa de la fiesta. No obstante, asegurándonos fray Martin
Vigánd (l) y fray Antonio Bremond (á quienes como á religiosos
Dominicos toca mas bien el saber las cosas peculiares de su orden)
que fué la misa votiva la que aprobó para ellos la S. C. en los dias
y años referidos, me inclino más á creer que fuese así. Como quie
ra que sea, á mí me consta que la misa del Rosario Salve Radix
sancta, es tan propia de los religiosos de mi gran Padre Santo Do
mingo, que solo ellos pueden decirla; pues aunque no ignoro que
fray Francisco Vidal (11) y fray Francisco González de San Pe
dro escribieron que podian decirla también los Sacerdotes secula
res de su Tercera Orden; también sé que el último se retrató (m)
de la dicha opinión, alegando que le habia reprendido su General
por lo que habia escrito, y le habia avisado al mismo tiempo que
no era de la mente del Papa estender el privilegio á los terceros.
Pero porque la dicha misa votiva sea propia y peculiar de los
Dominicos, ¿podrá inferirse de aqui que la Bula citada de Clemen
te se deba entender solamente de esa misa? Esto es lo que no pue
do yo conceder. ¿Por ventura la misa Gaudeamus que tienen ellos
en su Misal para el dia de la fiesta, no es misa del Santísimo Ro
sario? Y la que tenemos nosotros en el Misal romano el primer do
mingo de Octubre, que empieza: Salve sancta Parens, ¿no es tam
bién misa del Rosario? Nadie me lo negará. Pues ahora si Cle
mente X en la primera parte de su Bula no requiere otra cosa pa
ra el logro de las Indulgencias, sinó que se diga misa del Rosario;
Nota 22. Llamo antiguo al dicho Decreto, porque he leido entre los Decretos de Espi-
ridion Talú que teníamos en la biblioteca de San Fernando de Méjico, impresos en Vene-
Cia 1785, el siguiente
AVISO.
"Missat propia: quampluritruc certis Ordinibus Regularium eoncesscc, quec in eorum Ee-
„clesiis, nonnisi ab ühs non aliis celebrando, sunt, prout ex iteratis Decrelis legüw; hodié
„Sacerdos quicumque in Ecclesiis Regvlarium potest dicere missas illius ordinis proprias: ex
„Rescripto .Clementis PP. XIV die 18 Junii 1773, recepto typis dato in Calendario Roma-
„no hujus arani 1785 pro suá executione."
[ñ Vigánd, Tribunal de Confesores, trat. 15, mím. 71.—Bremond en los tomos 7.° y 8.°
de su Bulario.—[llj Vidal en el lugar citada—González en el Crisol del Rosario, cap. 7.°,
núm. 18 del Apéndice.—[m] El mismo González en la Instrucción de los Hijos de María, nú
mero 15 del Apéndice. ~
97
¿porqué nosotros hemos de coartar esta concesión á la misa voti
va? ¿Por qué hemos de escluir de las Indulgencias la misa de la
fiesta principal? ¿Es acaso una cosa nunca vista el que los Sumos
Pontífices hayan concedido Indulgencias á tales misas? El mis
mo Papa de quien voy hablando, ¿no concedió á instancias de la
propia Reina («) Indulgencia plenaria (Ñola 23) á los que en la
fiesta del Dulcísimo Nombre de María asistiesen á la misa solemne
en cualquiera Iglesia de los dominios-sujetos al Rey Católico? Ino
cencio XI (ñ) ¿no concedió otra en los propios términos para el
dia del Patrocinio de la Virgen? Otros varios Papas ¿no han con
cedido Indulgencias á los que asistan á la misa del dia en varias
festividades del año? Pues si en todos esos dias se ganan las Indul
gencias por asistir á la misa que es propia de la respectiva fiesta,
¿por qué no se han de ganar las concedidas por Clemente X, ce
lebrando la mrsa de la tiesta principal del Rosario?
Dirán lo primero, que Benedicto XIII al confirmar los privi
legios concedidos por la Santa Sedo á los Dominicos, no hace
mención de otra misa que de la votiva: Salve Radix sancta. Lue
go á ninguna de las otras misas del Rosario están concedidas las
Indulgencias.— Lo segundo, que el mismo señor Benedicto les con
firmó privativamente la dicha constitución Clementina; luego que
dó esta restringida solo para los Dominicos.—Lo tercero, ¿á qué
otras personas habia de estender Clemente su constitución, si cuan
do la espidió, apénas habia quien rezara de la festividad del Rosa
rio fuera de la religión Dominicana? Luego á ella sola parece que
quedó restringida la citada Bula de Clemente.
Respondo á lo primero, que como por una parte Clemente X
en la segunda parte de su Bula habia concedido Indulgencias á los
que acostumbrasen decir misa del Rosario (lo que nadie puede ha
cer sin votivarla), y por otra tenían los Dominicos el privilegio es-
clusivo de decir la misa votiva: Salce Radix sancta, no es mucho
que Benedicto XIII, que habia sido hijo muy amado de la propia
orden y queria mantener á sus hermanos en el mismo privilegio
que tenían, hiciese espresa mención de la tal misa, pues era ella la
privilegiada.— Respondo á lo segundo, que es cierto que el señor
Benedicto confirmó á los Padres Dominicos la constitución Cle
mentina. Pero ¿en qué términos se la confirmó? No privativa-
Nota 23. Aunque era perpetua esta Indulgencia, como fué concedida para el dia 17 de
Setiembre y se trasladó la fiesta para el domingo infraoctavo de la Natividad de la Virgen,
cesó la dicha Indulgencia, como dije en el tomo 1.°, cuestión 27.
[n] Por la Bula Alias emanarunt. Es la 48 de Clemente X en el tomo 6.° del Biliario
romano.—[A] Por su Bula Eximia, que es la 56 en el tomo 11 del mismo Bulario,
mente, de tal modo, que escluyera de las Indulgencias á otras cua
lesquiera personas que pudiesen ganarlas, pues era eso muy ageno
de la liberalidad de este Papa; sino privativamente respecto de la
misa votiva privilegiada, que empieza: Salve Radix sancta; de tal
suerte, que ningun Sacerdote que no fuese Domínico, tuviese facul
tad de decirla. Pero si los que seguimos el Misal romano no pode
mos decir esa misa votiva, podemos decir otra que señala el mismo
Misal despues de la misa del Rosario.—A lo tercero respondo, que
es evidente para mí que Clemente X no restringió su constitucion
á los Domínicos. He aquí los fundamentos que tengo. Primero: Cle
mente no dirigió su Bula á los Domínicos, no la espidió á peticion
de ellos, no habia sido religioso de su orden. Luego asi como es re
gular que por haber sido Benedicto XIII religioso Domínico,
cuando hablase á los de su religion acerca de la misa del Rosario,
les hablase de aquella misa que era propia y peculiar de su orden;
así tambien debemos creer, que cuando un Papa que ha sido pres
bítero secular de la Iglesia romana como lo fué Clemente X ha
bla á todos los Sacerdotes seculares y regulares sobre la misa del
Rosario, no les ha de hablar de aquella misa que sea propia y pri
vativa de algun orden religioso, sinó de aquella que se use comun
mente en la Iglesia romana.—Segundo: Clemente X concedió las
dichas Indulgencias á todos y á cada uno de los Sacerdotes secu
lares y regulares que digan misa del Rosario. Es asi que los reli
giosos Domínicos no pueden comprenderse en la dicha concesion
bajo el nombre de Sacerdotes seculares, pues no lo son; ni tampo
co el de regulares, pues espresa la Bula inmediatamente despues
á los Domínicos: luego á ellos solos no pensó Clemente restringir
su constitucion.—Tercero: ¿y no seria un yerro clásico el inter
pretar mezquinamente la dicha Bula, cuando la espide el Príncipe
Supremo de la Iglesia á instancia de los Reyes Católicos, y en ma
teria de Indulgencias?
[Y quiénes rezaban de nuestra Señora del Rosario, me repli
carán, cuando se espidió la Bula de Clemente? Porque solamente
á ellos se podrán estender las Indulgencias.
Respondo que destruida por los cristianos la armada turca en
el golfo de Lepanto el domingo primero de Octubre de 1571, man
dó San Pio V que todos los años en dicho dia se hiciese comemo-
racion de Santa María de la Victoria. En el de 1573, Grego
rio XIII (o) con el fin de dar gracias á Dios y á su Santísima Ma
lo] Por su Bula Montí Aposiolui, que es la 11 en el tomo 2.° del Bularío romano, y en
le tomo 5.° del Bulario de Bremond.
99
dre por la consecución de tan insigne victoria, instituyó la fiesta
de María Santísima del Rosario con el rito de doble mayor; pero
solo para aquellas Iglesias en donde hubiese altar ó capilla del
Rosario. En el de 1671, Clemente X(p), movido de las instancias
de la sobredicha Reina Mariana de Austria, concedió á todo el cle
ro secular y regular de los dominios del Rey Católico, que celebra
sen la fiesta del Rosario; el cual indulto, dice Lambertini, fué es
tendiendo después la S. C. de Ritos á diversas regiones y Obispa
dos. Finalmente, en el año de 1716 estendió Clemente XI (g) á
toda la Iglesia el oficio y la misa del Rosario; luego en el año
de 1671, en el que concedió Clemente X las referidas Indulgencias,
no solo se podia decir misa del Rosario en todas las Iglesias del
mundo en que hubiese altar de la Virgen Santísima del Rosario,
sino que podían decirla también todos los Sacerdotes seculares y
regulares de los dominios del Rey Católico, aunque no tuviesen di
cho altar. Luego todos estos podian ganar las Indulgencias.
Y no solamente estos podrán ganarlas ahora; sino también to
dos aquellos Sacerdotes á quienes la Santa Sede ha estendido des
pués la misa del Santísimo Rosario.—El único inconveniente que
presentarán algunos, es que la Silla Apostólica concedió dichas In
dulgencias antes que estendiera la misa.—Pero yo estoy en que ese
no es motivo suficiente. Pregunto: si un secular, habiendo confe
sado y comulgado, visita con devoción la Iglesia del Colegio Apos
tólico de San Fernando de Méjico el dia 2 de Agosto, y pide á Dios
en ella por las necesidades de la Santa Madre Iglesia, ¿ganará la
Indulgencia de Porciúncula, estendida á las Iglesias de mi orden
por Gregorio XV? Si en la metropolitana de esta capital asisten
los Canónigos al coro el dia 8 de Diciembre, y cantan el oficio y
la misa de la Inmaculada Concepción de María, compuestos por
Leonardo Nogarola (r), clérigo veronés, ¿no ganarán las Indul
gencias que concedió Sixto IV en su Estravagante (s), espedida en
Roma el año de 1476, é inserta en el cuerpo del Derecho? Todos
me dirán que sí; porque hacen al pie de la letra lo que mandan es
tos Papas en sus Bulas. Pues si en el primer caso gana el secular
la Indulgencia de Porciúncula (/), no obstante que Gregorio XV
Por su Bula Ex injuncto, dada el 26 de Setiembre. Es la 26 en el tomo 6.° del Bu.
tUium, y la misa: Egredimini. Véanse Azpilcueta Navarro, tom. 8.°, en el Manual de Confe
sores, cap. 27, núm. 182: Casa-Rubios, de los privilegios de los Menores, palab. Indulgentia
quoad setculares, septimb, núm. 2.—[»] Empieza: Cum prce excelsa, y está en el tít de las Reli
quias y Veneración de los Santoa.-[<] Véanse Bremond, tom. 8.° en el Trat. deConsensufoúlar.
tít. 1.*, euest. $).•, núm. 45; y Pitoni en las Decís, para los Regulares, tom. 2.°, m1m. 2083.
100
la concedió el año de 1622 á los que visitaran alguna de las Igle
sias de mi religión ya fundadas; y la de San Fernando no se fundó
hasta el de 1734: si en el segundo las ganan los Canónigos, no obs
tante que la Silla Apostólica no les concedió los dichos oñeios y
misa de la Concepción (que desde tiempo de Sixto IV eran propios
de mi religión Franciscana) hasta que Clemente XIII (u) á ins
tancias de Carlos III los estendió al clero secular y regular de to
dos sus dominios en el año de 1761, ¿por qué yo, porque otro cual
quiera Sacerdote secular ó regular que celebremos misa del Ro
sario, no hemos de ganar las Indulgencias concedidas por Clemen
te X á los que la digan, cuando lejos de haber algún motivo para
restringir su Bula, todas las circunstancias nos mueven á ampliar
la cuanto podamos?
Ultima instancia.—Habiendo concedido Alejandro VII (»)
en el año de 1656 por súplicas de Felipe IV, que se celebrase en
los reinos de España la fiesta del Patrocinio de la Virgen, y que
ganasen Indulgencia plenaria los que asistiesen á la misa solemne
en ese dia; para que esta concesión se estendiera á los dominios de
América sujetos al Rey Católico, fué menester que la Silla Apos
tólica lo determinara, como efectivamente lo hizo Inocencio XI {x)
en el año de 1679 á instancias de Cárlos II. Luego para que ganen
las Indulgencias de Clemente X los que digan misa del Rosario,
será preciso que asi como la Santa Sedo les ha estendido la misa,
les estienda también las Indulgencias.
Respondo á lo primero, que una vez que Alejandro VII habia
concedido á los reinos de España el oficio y la misa del Patroci
nio de la Virgen María, no era menester que Inocencio XI esten
diera dicha fiesta á las Américas españolas para que pudiéramos
celebrarla en ellos; pues Gregorio XIII (y) habia declarado ya
desde el año de 1573 que todas las cosas concernientes al Misal y
Breviario que hubiese concedido la Silla Apostólica á las provin
cias de España, se entendiesen concedidas también á los dominios
americanos del Rey Católico. Pero muchas veces, como dice Ca-
valieri (¡z), se piden y se conceden aquellas cosas que sin otra con
cesión era lícito el nacerlas.
Respondo á lo segundo, que no soy del mismo sentir acerca
[«] Por su Bula Cum primAm de 17 de Enero de 1761, que puedes leer en el tomo 4.8
de nuestra Cronología Seráfica, pág. 384.— Véase el Ilustrísimo Francisco Fabián y Fuero
en la Colección de Providencias para su obispado de Puebla, Edicto 44.—Y Muriel sobre la
Bula 604.—[v] Por su Bula: Proeclara, que es la 122 de este Papa, en el tomo 6.°, parte 4.»
del Bulario de Coquelines.—[x] Por su Bula: Eximia, que es la 60 en el tomo 8.° del mismo
Bulano.—[y] En su Bula: Pasíoralis Officii, que se halla en los Breviarios al principio de lo»
Santos de España.—[r] Tomo 2.° de sus obras, Decreto 118, núm. 10.
101
de las Indulgencias, las cuales nunca valen más que lo que suenan.
Por lo cual, habiendo concedido Alejandro la referida Indulgencia
plenaria para los reinos de España, en ellos solamente podría ga
narse si Inocencio no la hubiera estendido á estos dominios; pues
como ningún Papa ha declarado hasta ahora que las Indulgencias
concedidas para España se estiendan á las Américas, violentaría
mos nosotros la concesión si quisiéramos estenderla tanto. Pero
¿qué violencia se sigue de que habiendo concedido Clemente X In
dulgencias perpetuas á todos los Sacerdotes á quienes sea lícito de
cir misa del Rosario, las consiga yo al cabo de doscientos años, su
puesto que cuando la celebro tengo licencia para ello? ¿Falto yo á
alguna cosa de cuantas me manda este Papa, siempre que diga la
misa según las Rúbricas del Misal? Pues ¿por qué no he de ganar
las Indulgencias?
A fin de que puedan ganarlas todos los Sacerdotes que quie
ran, advierto lo siguiente, aunque de paso. Sin embargo de que pre
viene el Misal que no se celebre misa votiva sin que haya causa razo
nable, nadie dude que es causa muy justa para celebrarla el socor
rer á las ánimas (a) con tanto cúmulo de Indulgencias. Para que
se verifique la costumbre de decirla que pide Clemente en la se
gunda parte de la Bula, juzga el R. P. fray Francisco Sánchez (6)
que bastará celebrar en todo el año cinco ó seis misas votivas; pe
ro á mí me parece que bastarán tres ó cuatro. Según las Rúbri
cas, las misas votivas privadas no pueden celebrarse cuando el ofi
cio es doble, ni en los domingos, ni en aquellos dias en que se pro
hibe rezar de fiesta doble, dice Gavanto. Tampoco se pueden cele
brar, conforme á los Decretos de la S. C. de Ritos (c), en la infra-
octava de Corpus, en la vigilia é infraoctava de la Epifanía, ni
en la vigilia é infraoctava de la Natividad del Señor. Acerca de
las oraciones de las dichas misas votivas, advierto que aunque da á
entender la Rúbrica del Misal que han de ser nones, no es preciso
que lo sean: así lo tiene declarado la misma Congregación (á). El
que haya de celebrar -dicha misa, lea con cuidado la Rúbrica que
está en el Misal romano al principio de Octubre, inmediatamente
después de la misa del Rosario, y haga al pie de la letra lo que di
ce. Si fuere en sábado dirá: Gloria é Ite Missa est; y si fuere en
otro dia no dirá Gloria, y por consiguiente dirá al fin: Benedica-
mus Dómino. La segunda oración será del oficio de aquel dia, y
[a] Zacarías Pascualigo, cuest. 281 del Sacrificio de la Misa, núm. 2.—[b] En el Rosa»
rio de la Virgen María, cap. 6.°, núm. 7.— [c] Véanse al fin del primer tomo de Merati, en
el Indice de los Decretos, los núm. 217, 627, 6¿8, 835 y 851.—[d] En dicho Indice de los De.
erétos, véase el núm. 476. ,
103
kt tercera del Espíritu-Santo, sino hay alguna Comemoracion
forzosa. Es regla general que las misas votivas privadas nunca tie
nen Credo, ni otro último Evangelio que el de San Juan: In prin
cipio (c), aunque en ellas se 'haya dado comemoracion á feria, tém
pora ó vigilia.
CUESTION XV.
Nota 25. Algunos quieren que se fundasen conventos nuestros en la Palestina desde el
año de 1229; pero á lo menos consta que ya los había en el año de 1234 [ñ\ Por lo cual lo que
dice nuestro Reverendísimo fray Pedro Marin de Sorman en la Circular que en 1682 espidió á
toda la 6rdrn [o], afirmando en ella que hnbm 340 anos qve estábamos encargados de la custo
dia de ¡os Santos Lugares, se ha de entender desde la donación que hicieron d« ellos á la re
ligión Seráfica en 1342 los piadosos Reyes de Sicilia don Roberto y dofia Sancha.
[k] Beato Leonardo de Puerto- Mauricio en su Viacrucis esplanado, traducido del idioma
toscano al español por el P. fray Julián (JnscueDa, pregunta 22.—Tellad» en su Manogito.—
[l] En las Reglas C Advertencias que 1« S. ('. de Indulgencias dió á luz para ordenar el Via-
crucis, aprobadas por Clemente XII y Benedicto XIV. Se hallan en Perusino, part. 2 *, pági
na 148; y en el Ferraris, palab. Indulgencia, art. 5.°, nrim. 61.— [II] Adricomio en los núme
ros 118, 239, 25'<, &c. —Lope de Vega, al fin del tomo 15 dft sus obras en cuarto mayor.—Ar
biol en la Esplicacion de la Doctrina Cristiana (pero en la Tercera Orden pone solamente ca
torce).—Tellado en el Prontuario de Terceros, y en el Manogito.— [m] Villalba en la Antor
cha Espiritual.— Cors en su Luz Seráfica, cap. 9."—Escuela en el Cordero Vivo y Muerto.—
[n] Amórt en su Historia, cuest. 58.—Parvillier en las Estaciones de Jerusalen, traducido por
don Benito Aragonés.—[ñ] Antonio del Castillo en el Devoto Peregrino, libro 1.°, cap. 3.°;
y lib. 3.°, cap. 16.—Cornejo en la tercera parte de la Crónica, lib. 4.°, cap. 55 y 56.—Patri.
¡nonio Seráfico,
Perusino, lib. 1.°, cap. 13; y ¡ib. 2.°, cap. 1." y 2.°—[o] La hallará* en la part.
pág. 218. r l.« del
105
en el número como en el orden de las estaciones. Esto puede
consistir, dice Cuaresmio (p), en que el Viacrucis de Jerusalen ya
no puede visitarse de una vez, en el modo en que Jesucristo le an
duvo; porque estando ahora la puerta Judiciaria dentro de los mu
ros de la ciudad, no se permite á los cristianos salir por ella. Pero
sea por este motivo ó sea por otro, la S. C. de Indulgencias, desean
do que todos guardemos uniformidad, determinó en las Reglas ó
Advertencias (q) que hizo el dia 13 de Abril de 1731 para ordenar
el ejercicio del Viacrucis, que sus estaciones sean catorce, y que
deba erigirse segun la forma que se ha acostumbrado en la reli
gion Seráfica, por cuyos ruegos han estendido los Papas á todos
los fieles tanto cúmulo de Indulgencias.
¿Y cuál es la forma que se ha acostumbrado en la religion
Seráfica? Voy á ponerla aqui en pocas palabras, suponiendo que
el Viacrucis, en cuanto estendido á los lugares fuera de la Pales
tina, no es otra cosa que ciertas estaciones erigidas con legítima
autoridad á manera de la Viasacra de Jerusalen, las cuales repre
sentan los principales misterios de la pasion del Señor, que suce
dieron en aquel camino desde que estuvo nuestro Redentor en el
pretorio de Pilatos hasta su muerte y sepultura.—En la primera
estacion, Jesus es sentenciado á muerte. En la segunda, le ponen
la Cruz á cuestas. En la tercera, cae la primera vez con la Cruz.
En la cuarta, le encuentra su-afligida Madre. En la quinta, le ayu
da Simon Cirineo (r) á llevar la Cruz. En la sesta, le limpia el rostro
una piadosa muger (Nota 26). En la sétima, cae segunda vez con la
Cruz. En la octava, consuela Jesus á las hijas de Jerusalen. En la no
na, cae en tierra con la Cruz tercera vez. En la décima, le desnudan
de sus vestiduras, y le dan á beber vino mezclado con hiel y mirra.
En la undécima, le crucifican. En la duodécima, le levantan clava
do en la Cruz y muere. En la décima-tercia, bajan su cuerpo de la
Cruz y le ponen en los brazos de su tristísima Madre. En la décima
Nota 26. No es facil averiguar si esta muger se llamaba Verónica ó no; sin embargo de
3uc he leido sobre esto á Lambertini, los Bolandos (s), Cuaresmio, Juan de Acuña, Interian
e Ayaln, Sandini, Calmet y otros. Por lo cual no puedo menos de reirme de aquellos criti
cos orgullosos, que en un instante resuelven con magisterio esta y otras semejantes cuestiones.
[ p ] Francisco Cuaresmio en la Elucidacion de Tierra Santa, tomo 2.°, lib. 4.°, pere
grinacion 0.», cap. 1.°—[q] Estas Reglas, que fuéron renovadas por Benedicto XIV, se hallan
tambien en el Viacrucis esplanado del Beato Leonardo; y en Minderér, part. 2.", al fin de la
conf. 6.»—[r] Cayetano sobre el cap. 23 del Evangelio de San Lucas.—Baronio al aBo 34
de sus Anales, núm. 95.—Juan de Süveira, tomo 5.° sobre los Evangelios, lib. 8.°, cap. 12,
cuest. 1U.—[s] Lambertini en el libro 4.° de la Canonizacion, part. cap. 31, núm. 14.—
. Los Bolandos, dia 4 de Febrero.—Cuaresmio en los cap. 13 y 14 de dicha peregrinacion 6.»
—Acuña sobre las efigies del Santo Rostro, desde el discurso 32.—Juan Interian de Ayala
en el Pintor Cristiano Instruido, lib. 3.°, cap. 16.—Antonio Sandini de la Sacra Familia, ca
pitulo 19 de Cristo nuestro Señor, desde el núm. 5.—Calmet, Alapide, &c«
15
■
106
cuarta, depositan el Santísimo Cuerpo de Jesús en el sepulcro.
Esta es la forma acostumbrada en mi religión Seráfica: pues
veo que la practican comunmente los Franciscanos en España, en
América, en Alemania y aun en la misma Roma (/). En el octo
gésimo capítulo, general de mi orden, celebrado en Santa María
de Araceli el dia 15 de Mayo de 1723 y presidido por el Sumo
Pontífice Inocencio XIII, el R. P. fray Francisco Diaz de San
Buenaventura, Difinidor general de la orden y Consultor de cuatro
congregaciones de Cardenales, presentó y dedicó á Su Santidad en
nombre de toda la religión Seráfica un Viacrucis (**') compuesto
en la dicha forma. En esta misma erigió muchos en Roma, en el
ducado de Toscana y en otros pueblos de la Italia, fray Leonardo
de Puerto-Mauricio (»), Misionero Apostólico, muy querido de Be
nedicto XIV, y beatificado por Pió VI. Finalmente, en esta mis
ma forma y disposición habia escrito Adricomio la Viasacra por
los años de 1580. De este modo pues, y según el orden arriba di
cho, manda Clemente XII (x) que se erijan las estaciones. Dicho
todo esto para aclarar la cuestión, ,
Respondo con Minderér (y) que todos los fieles cristianos que
visiten el Calvario ó Viacrucis, erfjido por los Menores Observantes
de San Francisco, ganan por concesión de los Sumos Pontífices to
das y cada una de las Indulgencias que ganarían si visitaran per
sonalmente las estaciones del Viacrucis de Jerusalen: y que pue
den aplicar dichas Indulgencias por las ánimas del purgatorio.—
La primera parte de la conclusión está sacada de la Regla ó Adver
tencia nona de las que hizo la S. C. de Indulgencias, las cuales Re
glas fueron aprobadas por Clemente XII como ya dije, y renova
das por Benedicto XIV el dia 10 de Mayo de 1742.—La segunda
parte consta, dice Minderér, de una Bula de Inocencio XII (z)
de 24 de Diciembre 1692, otra del mismo de 16 de Diciembre 1695,
y otra de Benedicto XIII de 3 de Marzo 1727, que se hallan en el
mismo autor y en otros.
Pero desearás saber para tu consuelo algunas de las Indul
gencias que ganas por andar el Viacrucis.
A eso te respondo: lo primero, que Inocencio XII (a) concedió
[t] Minderér, part. 2.», nííin. 317.— [«] Lo trae Arbiol en la Tercera Orden, 4.» impresión,
desde la pág. 88; pero no en todas— [»] véase el que dio á luz el mismo en su Viacrucis es-
planado.—[x] Por su Bula Exponi nobU de 16 de Enero de 1731, que hallarás en la 2." parte
del Perusino, pág. 147: en el Beato Leonardo y en el Ferraris.— \y] Minderér, part. 2.», desde
el núm. 324.—[z\ Las Bulas de Inocencio empiezan: Ad ea y Sita nobis, y la de Benedicto:
Inter plurima—La primera y la tercera se hallan en Minderér, pág. 316, y la segunda en la
pág. 294.—Se hallan también todas tres en el Ferraris, palab. Indulgencia, art. 5.°; y en el
tomo 3.° del Perusino, part. 1.» y 2.»—[a] Por su Bula: Ad ea, que también he visto en nues
tro Breviario Franciscano, desde el núm. 175 de sus Rúbricas.
107
cien dias á todas las personas sujetas á la obediencia y dirección
del General de mi orden, y á los cofrades de cualquiera Cofradía
fundada en nuestras Iglesias, siempre que emplearen un cuarto
de hora en el ejercicio de la Viasacra. Y si por el tiempo de un
mes lo practican todos los dias, confiesan y comulgan en uno de
ellos, y piden á Dios por las necesidades comunes de la Iglesia, les
concede Indulgencia plenaria, que pueden aplicar por los difuntos.
Estas Indulgencias y cuantas haya concedidas á este ejercicio tan
agradable á los ojos de Dios, las estendió Benedicto XIII por la
referida Bula á todos los fieles cristianos. En Méjico, el Ilustrísimo
señor Arzobispo Nuñez de Haro concedió por un Edicto de 24 de
Enero de 1799 que tengo sobre la mesa, ochenta dias de Indulgen
cia por cada Padre nuestro y Ave-María que recen los fieles cuan
do visitan el Viacrucis: y otros ochenta, por cada oración que recen
de las que contienen los libros» que están impresos con aprobación.
Lo segundo, que visitando Santa Brígida (b) aquellos lugares
de Jerusalen donde se obró nuestra redención, la primera vez que
entró en la Iglesia del Santo Sepulcro la reveló nuestro Señor Je
sucristo, que había en ella Indulgencia plenaria: y en otra ocasión
la manifestó, que aunque se arruinaran los Santos Lugares, dura
rían en ellos las Indulgencias.— Lo tercero, que aunque por las in
jurias del tiempo que todo lo consume y devora, no se hallan en
el dia de hoy instrumentos auténticos de las Indulgencias que han
sido concedidas á los Santos Lugares de la Palestina, los Prelados
de la Iglesia siempre han estado persuadidos á que tienen muchas.
Cuando en el siglo décimo-tercio fué el Seráfico Patriarca por or
den de Jesucristo á pedir la Indulgencia de Porciúncula á Hono
rio III, se opusieron los Cardenales (c) diciendo que si se la con
cedía, no harían caso los fieles de las Indulgencias de la Tierra
Santa. En el siglo décimo-quinto, un Guardian del Monte Sion su
plicó á Eugenio IV que confirmase por sus Letras Apostólicas las " .
Indulgencias de la Tierra Santa, mas el Pontífice le respondió (d):
"Aquellos lugares Santísimos no necesitan de nuestras Letras; pues
"aun en Roma hay muchas Indulgencias que carecen de Rescrip-
"tos Apostólicos." Pió IV (e) en el siglo décimo-sesto, Clemente IX
é Inocencio XI en el décimo-sétimo, y Benedicto XIII en el dé-
[b] Santa Brígida en el lib. 7.° de sus Revelaciones, cap. 14; y en el lib. 4.°, cap. 114.—San
Antonino de Indulgencias, cap. 3.°, }. 4.°—Navarro de Indulgencias, notab. 30, núm. 2.—
[c] Cándido Chalipe en la vida de San Francisco de Asís, impresa en Madrid 1796, lib. 4.°,
cap. 5.°—[d] Amórt en su Historia de Indulgencias, part. 1.», secc. 8.' sobre las de Tierra
Santa.—Miguel de Zug en el Bulario de los Capuchinos, tomo 3.°, pág. 233.—[e] Por BU
Bula Diviná disponente: véase sobre ella Minderér en el núm. 372 de la 2.* parte.—Las Bu-
las de Clemente IX é Inocencio XI, empiezan: Piis, y se hallan en la part. 1.* de Perusino.
La de Benedicto XIII empieza: Loca sánela, que es la 127 en el tomo 13 del Bulario romano.
108
cimo-octavo, confirmaron á instancia de los frayles Menores todas
y cada una de las Indulgencias que habían sido concedidas á aque
llos Santos Lugares.—Lo cuarto en fin, que varios autores clási
cos como Manuel Rodriguez (/), Ferrar is, Minderér, Miguel de
Zug y Juan de Calahorra, traen un sumario de las muchas Indul
gencias de la Tierra Santa.
De aqui es que el V. Arbiol (g) y otros que han escrito sobre
el Viacrucis, señalan en particular cinco Indulgencias plenarias y
otras parciales por visitarlo. Pero yo, aunque infiero de todo lo di
cho que hay Indulgencias tanto plenarias como parciales por an
dar el Viacrucis, no te señalaré el número cierto y determinado
de ellas; pues lo ha prohibido la S. C. de Indulgencias desde el año
de 1731 (A). "El motivo de esta prohibición, dice el beato Leonar
do (i) en su precioso libro del Viacrucis esplanado, es porque ha
biendo acaecido un incendio en el Santo Sepulcro en el tiempo de
"San Pió V, quedaron reducidas á cenizas las tablillas que daban
"noticia cierta y auténtica de las Indulgencias; y asi no se puede
"asegurar sin perjuicio de la verdad el námero cierto y determina-
"do de ellas. Te basta pues saber que son muchas y muy grandes:
"y aunque para tí no puedes ganar mas que una plenaria al
"día (Nota 27), es certísimo que aplicando las otras por las áni-
"mas benditas del purgatorio todas las veces que practicares dicho
"egercicio, podrás esperar que sacarás muchas de aquellas llamas.
"Pero tendrás la advertencia de hacer esta aplicación al principio
"de dicho ejercicio; porque si la hicieras al fin, de nada serviría la
"aplicación de dichas Indulgencias. Y de esta importantísima ad
vertencia no te olvidarás jamás." Yo advertí lo mismo en la cues
tión 29 del primer tomo de esta obra.
CUESTION XVI.
Nola 27. Según el Decreto Inocenciano, no puedes ganar más que una Indulgencia ple
naria en el dia por una misma obra. Véase lo que dije sobre esto en la cuestión 60 del tomo 1.°
_ [f ] Rodriguez, tomo 2." de sus cuestiones, cuest. 93.—Ferraris, art. 5.°, núm. 8.—Min
derér y Zug en los lugares citados.—Calahorra en la Crónica de Siria, part. 1.a, lib. 8.°,
cap. 20.—[ g] Arbiol, Tercera Orden, part. 2.*, cap. 18.—Tellado de los Tercero?, cap. 4.°,
núm. 68.—Laso de k Vega.—Roca de la Concepción [fc] En la Regla nona de las dichas.
—[i] B. Leonardo en el prólogo, y Minderér en el núm. 324 de la 2.* parte.
109
"dicador ó confesor (a)."—Esto dice el Beato Leonardo, debe en
tenderse moralmente: no siendo necesario que el religioso por sus
propias manos plante las Cruces, sino que se haga por dirección su
ya. Tampoco es preciso, dice el mismo, que el Viacrucis, que se
erije tenga la misma distancia que el de Jerusalen; pues no se pi
de tal condición en los Breves.—El que erija el Viacrucis, debe ser
diputado por el Prelado local ú otro Superior mayor: y si lo erije
fuera de las Iglesias ó lugares*de la orden, ha de tener también (b)
licencia del Ordinario, y consentimiento del Párroco ó de cualquier
otro Superior de aquel lugar donde lo erije. Todo lo cual quiere la
S. C. de Indulgencias (e) que conste por escrito.
"Segunda.—Que sean catorce las estaciones del Viacrucis,
My que este se erija según la forma acostumbrada en la dicha ór-
"den de San Francisco (d ), y se conserve con la reverencia debida."
—Las Cruces y los cuadros que representen los misterios de la pa
sión, se han de bendecir por el religioso que plante la Viasacra; pero
de la tal bendición no dependen las Indulgencias, diceMinderér (e).
* Tercera.—Que el que practique este ejercicio de la Viasa-
"cra hade meditar, aunque sea brevemente, en la pasión y muerte
"del Redentor. Las personas simples pensarán en la pasión de Cris-
"to del modo que puedan: y esto les bastará, dice la S. C. (,/")."—
Yo no sé de donde tendría origen la variedad de opiniones que hu
bo antes, sobre lo que debia rezarse para el logro de las Indulgen
cias de que voy hablando. Unos opinaban (g) que después de la
última estación del Viacrucis se dabian rezar seis Padres nuestros
y seis Ave-Marías delante del Santísimo Sacramento. Otros (h)
decían que los dichos Padre nuestros y Ave-Marías se habían de
rezar en cada Cruz. La S. C. de Indulgencias ha declarado ya que
no es menester rezar nada de eso: pero exorta á todos sin obligar
los, á rezar en cada estación del Viacrucis un Padre nuestro y una
Ave-rMaría, y hacer un acto de contrición según se acostumbra.
"Cuarta.—No es menester confesarse ni comulgar (i) para
[al Así consta de las Reglas 1.» y 2." hechas como ya dije por la S. C. de Indulgencias.
—[b] Clemente XII en la Bula citada: Exponi nnbis.—[c] Por un Decreto de 30 ae Julio
de 1748, que trae el B. Leonardo en la pág. 91 de la edic. de Madrid de 1793.—[d] Consta de
la Regla 3." de la S. C , y de la dicha Bula de Clemente XII—[e] En el núm. 333.—[/JLo
primero consta de las Bulas citadas de Inocencio XII: Suanobis, Benedicto XIIÍ, Clemente XII
y Benedicto XIV: Cumiante; y lo segundo de la Regla 6.a (añadida) de la S. C.—[g] Ka-
cemberger en el cap. 3.° de las Indulgencias, núm. 117.—Engelberto Pauc en Minderér,
núm. 335.—[h] Arbiol en la primera impresión de los Desengaños Místicos, y de la Tercera
Orden; pero se retrató en las siguientes.—El Reverendísimo Marin de Sonrían, General de
mi orden, en las Letras patentes que dirigió al P. Lináz y están incluidas en la primera Bula
Inocenciana para los Misioneros, aconseja que en cada estación del Viacrucis se reze la es
tación del Santísimo Sacramento: In Dno. suademus.— [t] Kacemberger en el núm. citado.
—B. Leonardo, Viacrucis espionado, núm. 14.
110
"ganar estas Indulgencias (menos la Indulgencia plenaria conce
bida por Inocencio XII para cada raes, que como ya dije, pide con
cesión y comunión); pero el que las haya de ganar para sí, necesita
"indispensablemente estar en gracia."—Acaso por este motivo nos
exorta la S. C. de Indulgencias (j ) á que repitamos los actos de
contrición. El que se halle en pecado mortal, no deje por eso este
ejercicio: pues ademas de que podrá ganar las Indulgencias para las
ánimas del purgatorio (k) sino tiene- actual afecto al pecado, con
seguirá tal vez que le mueva Dios el corazón para que se confíese,
y salga cuanto antes del estado infeliz de la culpa en que se halla.
"Quinta.—Que se camine de una Cruz á otra; pues en no ha
biendo impedimento físico ó moral, deben visitarse una á una (Z)
"todas las catorce estaciones; y que vayan todos con suma modes
tia, silencio y recogimiento."
"Sesta.—Deseando Benedicto XIV que se dilate siempre más
"este ejercicio del Viacrucis para provecho de todo el mundo ca
tólico, exorta por último á todos los Párrocos (//) á que admitan
"en sus Iglesias tan gran tesoro; pues enseña la esperiencia que
"donde se practica este santo ejercicio con piedad y devoción, se
"va introduciendo poco á poco en los fieles de todas condiciones el
"uso de meditar, y la reforma de las costumbres."
Refiere Minderér (m) que Clemente XIII concedió el dia 20
de Julio de 1762 á los Terceros y Cordigeros de nuestro Padre San
Francisco de la provincia de Baviera, que cuando por estar enfer
mos no pudiesen ir á las Iglesias á visitar la Viasacra, puedan no
obstante ganar todas las Indulgencias concedidas por los Sumos
Pontífices á los que practican este ejercicio; con tal que la visita
de la Viasacra se les conmute al arbitrio del propio Confesor, en
otra obra piadosa que puedan ejecutar según sus fuerzas: la cual
gracia estendió después á la provincia de Argentina, ó de Alema
nia la Alta, el dia 9 de Noviembre de 1762. Después Clemen
te XIV (n), por Decreto de 26 de Enero de 1773 que se guarda en
el archivo de los Menores Reformados del Retiro de San Buena
ventura en Roma, concedió á instancia de los dichos Padres, que
los enfermos, los que se hallen en las cárceles, en la mar, ó en las
partes de los infieles, y otros cualesquiera cristianos que estén ver
daderamente imposibilitados de poder visitar las estaciones del
\j ] En las Reglas 5." y 6.»— [k] Minderér, part. 2.*, mím. 336.—Lacroix, Teología Mo
ral, tomo 2.°, lib. 6.°, part. 2.», en los nííra. 135L y 1410.—[Z] ConBta de las Reglas 7.a y 6.»
IB] Véanse la Regla 5." y la 10 (añadida) que hallarás en el Ferraris.— [m] En el núm. 346
de la 2.* parte. —[n] Véase la citada Colección de Oraciones, edición 7.*, desde la pág. 80.
—Y el R. P. fray Pedro Pablo Patino, diligente Calendarista de San Diego de Méjico, en el
Añalejo de 1793, al fin de Octubre.
111
Viacrucis, puedan ganar todas las sobredichas Indulgencias, con
tal que mediten la pasión de Cristo, rezando catorce Padre nues
tros y Ave-Marías, teniendo entre tanto en la mano un pequeño
Crucifijo de latón que esté bendito por cualquier Prelado de mi or
den, aunque sea local. Al fin, han de añadir seis Padre nuestros y
Ave-Marías con el Gloria Patri, aplicando el último por el Pon
tífice que concedió el indulto. De esta gracia usaba diariamente el
Beato Alfonso de Ligorio («) en los últimos años de su vida, con el
fin de ganar las Indulgencias.
Si te empleas pues con devoción en el santo ejercicio del Via
crucis, sobre el crecido caudal de méritos é Indulgencias que ate
soras, sentirás consuelo en tus penas, resistirás con valor á las ten
taciones, y abreviarás el purgatorio á muchas almas.
CUESTION XVII.
¿Cttáles son las Indulgencias ríe las Cruces y Coronas
de Jerusalen?
INDULGENCIAS
concedidas por Inocencio XI á las Cruces, Coronas y Rosarios
que han tocado á los lugares de la Tierra Santa, y á las Sa
gradas Reliquias que hay allí.
16
114
CUESTION XVIII.
¿Qué Indulgencias concedió San Pio Vá los que recen el Oficio
Parvo de nuestra Señora, el de Difuntos, los Salmos Gra
duales y los Penitenciales?
Haciendose mencion de estas Indulgencias, asi en la cuestion
antecedente como en la décima tercia del tomo primero, es preciso
decir las que son.
Respondo pues con Frutos Olalla (a) que á los que recen por
obligacion el Oficio Parvo, segun las Rúbricas del Breviario ro
mano, les concede San Pio V (b) cien dias de Indulgencia por ca
da vez; y otros tantos á los que recen por obligacion el Oficio de
Difuntos. A los que recen por devocion el Oficio Parvo ó el de Di
funtos, les concede cincuenta dias por cada uno. Y finalmente, con
cede otros cincuenta dias á los que recen los Salmos Graduales ó
los Penitenciales, sea por obligacion ó por devocion.—Y á los que
recen devotamente alguna de las oraciones insertas en el Brevia
rio romano, quince dias de Indulgencia.
Argüirás. San Pio V en la Bula (c) que suele hallarse al prin
cipio del Breviario romano, concede cien dias de Indulgencia á to
dos los que recen el Oficio Parvo de la Virgen ó el de Difuntos.
Luego ganarán los cien dias de Indulgencia los que recen los di- ,
chos oficios, ya los recen por obligacion, ó ya por devocion. Y en
efecto, Minderér (d), Marin, Leonardo Lesio, y aun Lambertini
ponen absolutamente cien dias de Indulgencia para todos los que
recen el Oficio Parvo, ó el de Difuntos.
Respondo que yo hubiera puesto los mismos dias de Indulgen
cia que ellos, sino hubiera leido la segunda Bula del Santo que es
pidió cerca de tres años despues de la primera. Pero si el Santo en
la Bula segunda declara su mente acerca de las Indulgencias que
habia concedido en la primera, ¿no hemos de atenernos á su misma
declaracion é interpretacion? Y advierto que como ya dije en el
tomo primero, San Pio V fue parcísimo en conceder Indulgencias:
yo he visto concesiones que hizo siendo Papa, de cuarenta, de quin
ce y aun de siete dias.
[o] Frutos Bartolomé Olalla en su Ceremonial de la Misa rezada, niim. 666 y 670.—Co
leccion de Oraciones por las que los Papas han concedido Indulgencias, pág. 283.—[6] Por
su Bula Superni, }. 8.°—La espidió el 11 de Marzo de 1571. Es la 122 en el tomo 2.° del
Bulario romano; y la 167 en el tomo 4.°, part. 3.» del de Coquelines.—[el Empieza: Quod A
nobis. Fué espedida en 9 de Julio de 1568, y es la 64 en el tomo 2.° del Bulario romano.—
[d] Minderér, part. 2.\ núm. 432.—Fray Agustín Marin, Compendio de las Rúbricas del Bre
viario, en los núm. 197 y 201.—Lesio de Juttitia «J- Jure, lib. 2.°, cap. 37, núm. 76.—Lam
bertini en la Instruccion 107, }. l.°
115
CUESTION XIX.
[tTVadingo en sus Anales al año de 1477, núm. 2.— Pagi en la vida de Sixto IV.nrim. 39.
Lambertini de las Fiestas, lib. 1.°, cap. 13, núm. 7.—\k] Odorico Raynaldo alano VA89,
núm. 4 y 5, trae la Bula de Bonifacio IX: Ad tollenda.— [l] El V. AviJa en el tomo 6.° de sus
obras impresas en Madrid 1759, trat. 18, pág. 200.—[U] Belarmino en una carta que escri
bió á 5 de Setiembre de 1608. Hallarás una copia de ella en la Teología de Amórt, al fín de
la, cuestión 2.a de las Indulgencias.—[m] Se hallan estas Advertencias 6 Instrucciones en
el tomo 2.° de las Actas de la Iglesia de Milán, impresas en Padua el año de 1754.—Actor,
part. 4-", pág. 680. - f ■
118
no IV, Clemente V, Martino V y Eugenio IV habian concedido
Indulgencias á la fiesta y octava del Corpus; y especificando des
pués las siguientes, afirma que están concedidos
WA los que asistan
MA las primeras vísperas, cien años de Indulgencia.
MA la misa solemne, cien años.
"A los maytines, igualmente ciento.
"A las segundas vísperas, también ciento.
"A prima, tercia, sesta, nona y completas, cuarenta años de
"Indulgencia por cada hora.
"En cada dia de la octava, asimismo ciento.
w Al que ayunare la víspera, también ciento."
Lo cual consta de las Actas de la Iglesia de Milán, impresas
en Padua el año de 1754. Luego son años de Indulgencia los que
están concedidos á la fiesta y octava del Corpus.
Respondo lo primero que habiendo yo estrañado lo que
dice San Cárlos en la citada impresión de Padua, la cual es bas
tante común, pues la he visto en San Fernando de Méjico, en la
biblioteca pública de su catedral, y en esta de nuestro Padre
Santo Domingo de la Habana, registré mucho tiempo ha, varias
librerías de Méjico por ver si hallaba otra edición. En efecto, se
cumplieron mis deseos, pues encontré (en la biblioteca del Colegio
de Santos, ó en la del Seminario) otra edición antiquísima de di
chas Actas, impresas en Milán el año de 1595, (once años después
de la muerte del Santo) y vi en ella que al foiio 785 trae las mis
mas palabras que la edición de Padua. En esta suposición, no me
persuado que los Editores de una obra tan escelente, fueran tan ne
gligentes ó maliciosos que dejaran á los impresores viciar el testo
del Santo. Y asi
Respondo lo segundo que San Cárlos Borromeo se equivocó
en poner años de Indulgencia en lugar de días. Cotéjense las In
dulgencias que espresa individualmente el Santo para la fiesta y
octava del Corpus con las que concedió Urbano IV, y se verá que
son las mismas si ponemos dias en lugar de años. Pero Urbano IV
¿concedió á dicha festividad años de Indulgencia? Eso es lo que afir
man San Cárlos y el Año Cristiano que cité arriba (Nota 28). Pe
ro no dudo que se equivocaron; pues de tantos autores como he vis
to que tratan sobre la materia, ninguno lo afirma sinó ellos. En
efecto, yo he leido con gran cuidado la misma constitución de Ur-
Nota 28. Hablo del Año Cristiano traducido por Castellót; pues no habiendo podido en
contrar en esta ciudad de la Habana el Afio Cristiano en francés, no sé si el K. P. Croiaét,
yi« es #1 autor de la obra, se equivocaría 6 no.
119
baño IV en el Bulario romano de Querubino, en el Bulario ro
mano de Coquelines ó de la edición de Mainard, en las Cle-
mentinas (n), en la Cronología Seráfica (ñ), en el Cardenal Pe
tra, en Minderér...... y en todos dice que Urbado IV concedió
dias de Indulgencia á la festividad del Corpus. ¿Qué más? He
leido una obra que compuso el Angélico Doctor Santo Tomás (o)
por orden de Urbano IV, y haciendo honorífica mención de la
dicha Bula de este Papa, dice que concedió por ella á la fiesta
y octava del Corpus los dias de Indulgencia que yo señalo. Lue
go si en la dicha obra aprobada por Urbano IV, afirma el An
gélico Doctor que fueron dias de Indulgencia (y no años) los que
concedió el tal Papa á la sobredicha fiesta y octava, será cierta
mente mas digno de que le creamos por todas estas circunstancias
que á San Cárlos Borromeo quien escribió sobre las mismas Indul
gencias trescientos años después. Ni debemos admirarnos de que
los Santos tengan alguna vez estos deslices; pues eso lo permite
Dios para que conozcamos que los Santos fueron hombres como lo
somos nosotros.
Infiere de lo que he dicho en esta cuestión que San Cárlos
Borromeo y el V. Juan de Avila, astros brillantes de la Iglesia, le
jos de oponerse como hacen algunos teólogos y canonistas moder
nos, á que los Papas hayan concedido Indulgencias de ciento y de
mil años, parece que lo confiesan. No me admiro; pues vivían en
un siglo en que hubo varias concesiones de estas, como dije en la
cuestión octava del tomo primero.
Desearás saber ¿si cuando rezamos de algún Santo en la in-
fraoctava del Corpus ó de la Concepción, ganarémos también las
Indulgencias?
A la primera parte de la dificultad respondo que sí; pues se
gún nos dicen Miguel Báuldri ( p), Gavanto y Cavalieri, asi lo de
claró Juan XXII en cuanto á la octava del Corpus. Gavanto (<f)
dice que leyó el Decreto de este Papa en un antiguo manuscrito.
Lo mismo opino en cuanto á la infraoctava de la Concepción de
María; porque habiendo la misma causa, parece que ha de ser la
misma la disposición de la ley.
[»] Libro 3.°, tít. 16 de las Reliquias y veneración de los Santos.—(»1 Tomo 4.°, im
preso en Roma 1795, pág. 569.—[o] El Opúsculo 57, impreso en Roma 1570.—[p] Bauldri
en el Manual de Sagradas Ceremonias, sobre la tiesta del Córpus.—Cavalieri, tomo 2.° sobra
el Decreto 130.—[q] En la secc. 6.a, cap. 20, núm. 5.
120
CUESTION XX.
Nota 29. Don Joaquín Lorenzo Villanueva en su Año Cristiano de España, dia 8 de Di-
ciembre, pone dos yerros sobre esto, que pudo tomar del Continuador de Fleuri [/]. El uno es
que Leonardo Nogarola, el cual compuso el Oficio de la Concepción que rezamos, fue reli-
fioso de mi orden. Yo me alegrara de eso; mas ¿para qué he de dar glorias falsas á mi toa
re la religión Seráfica, si tiene tantas verdaderas"! Leonardo fue clérigo secular, natural de
Verona, Doctor de Sagrada Teología y Protonotario apostólico en tiempo de Sixto IV.—El
otro yerro es, que el dicho Oficio de la Concepción fue compuesto también por Bernardino
de Bustos. Es cierto que fray Bernardino de Bustos, religioso venerable de mi úrden, compu
so un Oficio de la Concepción, y que Sixto IV lo aprobó; pero ni este es el que reza la religión
Seráfica, ni Sixto IV le concedió Indulgencias \g] por entonces. Digo por entonces; porque
según refieren fray Gaspar de la Fuente [h] y el P. Perlin, se las concedió después (las mis
mas que habia concedido al de Nogarola) á petición del R. P. fray Mateo de Novara, Comi
sario en la Curia romana del Beato Angel de Clavasio, Vicario general de la Observancia.
[a] Por su Bula Cum preexcelsa, que hallarás en las Estravagarites comunes, Jib. 3.°,
tít. 12 de las Reliquias y veneración de los Santos.—[b] Por su Bula Cum primúm, que ha
llarás en las Adiciones á Ferraris, palab.: Patroni sancti.— [c] Antonio Pagi en la vida de Six
to IV, nfím. 89.—Oldoino en la misma, Historia Pontificia de Chacón.—[d] Por una Bula
de 8 de Noviembre de 1780, que puedes ver en el lugar citado de Ferraris.— [e] Por su Breve
Calestium, 5 de Abril de 1766, que trae la Cronología Seráfica, tomo 4.°, pág. 208.—[f] Al
año 1476, }. 85.— [g] Vadingo en sus Anales al año de 1477, núm. 2; y al de 1480, núm. 38.
— [h] Fuente en el Armamentario Seráfico, que vi en la Santa Cruz de Querétaro.—P.Juan
de Perlin en la Apología por la inmaculada Concepción, dist. 9.a, cap. 2.°—Benito Plaza en
la Causa de la inmaculada Concepción, acción 5.', art. 2.°, núm. 57.
121
dad.—Estas tres Indulgencias requieren confesión, comunión y pe
dir á Dios por las necesidades comunes de la Iglesia.
Argüirás contra la conclusión. No se puede negar que al Ofi
cio de la Concepción de María, compuesto por Leonardo Nogaro-
la, el cual comienza Sicut lilium, concedió Sixto IV las Indulgen
cias de~la fiesta y octava del Corpus. Pero ¿en qué vinieron á pa
rar estas Indulgencias? En lo que paró el Oficio; pues lo acesorio
sigue la naturaleza de lo principal. Oye pues lo que escriben al
gunos críticos acerca del dicho Oficio. Edmundo Martene (t) dice:
"que habiendo advertido en él los hombres eruditos algunas cosas
"dignas de reprensión, dejaron de rezarlo todos, según observa Juan
"Heselio, Doctor de Lobaina que asistió al Concilio de Tiento."
Natal Alejandro (j) afirma que el citado Oficio está compuesto
de testos de Santos Padres y autores eclesiásticos, pero fingidos y
que no se encuentran en sus obras; por lo que San Pió V lo juzgó
indigno de que se leyera en la Iglesia, y lo suprimió. Lambertini
cita á Natal Alejandro, y viene á decir lo mismo que él, pero con
términos mas moderados. No rezándose pues el dicho Oficio, cesan
ya las Indulgencias, dice Cavalieri (fe). Agrégase á esto que según
el Continuador de Fleuri (/), y el Doctor Juan Heselio, Sixto IV
no instituyó la fiesta de la Concepción con octava.
Respondo que, según escriben el célebre Canonista Navarro (IT)
y el P. Velazquez, desde el año de 1476 en que Sixto IV concedió
las Indulgencias, hasta el de 1568en que publicó San Pió V el Bre
viario romano, se estuvo rezando el dicho Oficio (lo mismo que la
misa) asi en la Iglesia de Roma, como en otras muchas de la cris
tiandad. Sino se rezó en todas, fue por la muchedumbre y diversi
dad de Breviarios que antes de San Pió V se permitían; pues so-
lia tener cada obispado su Breviario particular. Consta, dice Vi-
llanueva, por algunos libros antiguos de nuestros coros, que este
Oficio se rezó antiguamente en España, y se halla en el Breviario
Toledano de 1493. Prueba también esto mismo la gracia que hizo
Lcon X (m) el año de 1517, de suspender el entredicho por toda
la octava de la Concepción en aquellas Iglesias de España en que
se celebraba el sobredicho Oficio.
[i] Martene, tomo 3.° de los Ritos antiguos de la Iglesia, impreso en Amberes 1764,
lib. 4.°, cap. 30, núm. 17.— [j] Natal Alejandro, tomo 3.° de la Historia Eclesiástica, diser
tación 16 del siglo 2.°, {. 21.—Lambertini en el libro 2.° de las Fiestas, cap. 15, núm. 22.—
[k] Tomo 2.°, sobre el Decreto 139.— [í] Al año de 1476, }. 84.— [U] Martin Navarro en el
Manual de Confesores, cap. 27, núm. 182; y en el tratado de la Oración y Horas Canónicas,
cap. 19, núm. 87.—Juan Antonio Velazquez, de la Concepción de María, lib. 4.°, disert. 2.a,
anotación 4.»—Nápoles, tomo 4.° de la Cronología Seráfica, pág. 386.— [m] Por la Bula: Su.
pra gregem, que es la 14 de este Papa en el Bulario de Rodrigues.—Haroldo, núm. 16.
122
También es cierto que toda la religión Seráfica, como tan
amante de la inmaculada Concepción de María á la que ha elegido
por Patrona debajo de este dulcísimo misterio, apropió para sí este
Oficio desde que lo aprobó Sixto IV; de tal manera, dice Frasén (n)
que habiendo publicado San Pió V en Julio de 1568 el Breviario
romano en el que puso otro Oficio en lugar de este, consiguió ella
permiso del mismo Papa en el año siguiente para rezarlo como
Oficio propio de la orden. ¿Y por qué? Oigámoslo de la boca de
los estraños, para que no digan que hablamos por pasión. "Porque
"este Oficio que rezan los Franciscanos, es el más conforme á la
"pureza y plenitud de gracia de la Madre de Dios en el momento
"primero en que fue criada:" dice don José Ignacio Vallejo (fi),
presbítero del obispado de Guadalajara en la América septentrio
nal. "Porque este Oficio que rezan los Franciscanos, proclama la
"incomparable gloria de la preservación de María por tantas lenguas
"cuantas son sus cláusulas:" dice el Doctor don Ignacio de Castro(o),
"Cura del obispado del Cuzco en la América meridional. Pero co
mo tanta luz no puede menos de ofender los ojos de los lagañosos,
de aquellos digo, que miran todavía con ceño la pureza original de
María, como Juan Launoy, Juan Heselio y Luis Muratori; por eso,
dice el citado Vallejo (/>), les ofende y les da en cara el tal Oficio.
En cuanto á la misa que empieza: Egredimini, León X con
cedió Indulgencia plenaria (q) á los Menores Observantes que la
celebraran, y después la estendió á los mismos religiosos y á las
Clarisas que la oyeran; pero advierto que esta Indulgencia entró
en la revocación de Paulo V (lo cual quisiera yo que advirtieran
algunos). Ultimamente, el mismo Oficio y la misma misa que con
licencia y aprobación de tantos Papas ha rezado mi orden desde el
siglo décimo quinto hasta el dia de hoy, han sido estendidos por la
Santa Sede á la República de Luca (r), al orden de los Siervos de
María (s), á los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel (í)
para fomento de su devoción, y al piadosísimo Rey Cárlos III pa
ra el uso de uno y otro clero de todos sus dominios (u).
De lo que he dicho hasta aqui se infiere primeramente, que
[n] Clnudio Frasén, tomo 8.° de la Teología, cuest. de la Concepción de la Virgen, 5. 34-
—Croiset, Año Cristiano, dia 8 de Diciembre^y en la vida de nuestra Señora, l¡. 36.—Juan
Eusebin Nierembrrg en las escepciones del Tridontino sobre la pureza original do María,
cap. 25.—[nj Vallejo, Vida de la Madre de Dios, part. l.\ cap. 19.—[o] Castro en la Diser-
tacion 1.* sobre la Concepción de la Virgen, impresa en Lima 1782, pág. 40.—[ p] En la di
cha obra, en los cap. que tratan de la Concepción de María.—\q] Manuel Rodríguez, tomo 2.",
cuest. 87, art. 4.°—Arbiol y Tellado de los Terceros.—[r] Be halla esta concesión en Ñi
póles, tomo 4.° de la Cronología Seráfica, pág. 568.— [5] En el mismo tomo, pág 386.—[í] La
Real Junta de la Inmaculada Concepción, en la oración que presentó á Cárlos III sobreesté
misterio. Se halla en el tomo 7.° del Ferraris, desde la pág. 94 de la citada edición.—[u] Ha
llará* también la dicha Bula: Cvmprimúm en el tomo 4." de nuestra Cronología, pág. 384.
123
no es cierto lo que dicen Martene y Heseiio, de que todos dejaron
de rezar el Oficio que compuso Leonardo. Cuando murió Hese
iio, que fue en el año de 1566, era cabalmente cuando mas se reza
ba. Aun después del año de 1568, en que San Pió V publicó el Bre
viario reformado, se rezó el dicho Oficio por muchos años en algu
nos obispados, como lo dá á entender claramente el Teólogo y Ca
nonista Navarro, escritor célebre del siglo décimo-sesto. La reli
gión Franciscana se compone de varias familias; y como todas han
pensado de un mismo modo sobre la pureza original de María, to
das creyeron que debían rezarla este Oficio, en el que repiten con
mucho júbilo que su Concepción es inmaculada. Si Heseiio anduvo
tan mezquino con la Virgen, que la supuso (») concebida en pecado
después del Decreto del Tridentino, ¿qué mucho que le diera en cara
el tal Oficio en el que se dice repetidas veces que su Concepción fue
sin mancha? Pero yo advierto que si en el Oficio que compuso Leo
nardo, se dice que la Concepción de María fue inmaculada'^.n el que
puso San Pió V en el Breviario, se dice que fue santa: la cual
palabra, en sentir del máximo Doctor San Gerónimo (x), significa
mas limpieza y mas perfección que la palabra inmaculada.
Infiérese lo segundo, que es falso lo que afirma Natal Alejan
dro, de que "San Pió V juzgó que el dicho Oficio era indigno de
"que se leyera en la Iglesia y lo suprimió, por estar compuesto de
"autoridades fingidas de Santos Padres." Pregunto yo: si San Pió V
hubiera creido que este Oficio era indigno de que se rezara, ¿se lo
hubiera concedido á toda la orden de San Francisco? Si hubiera
pensado que no era digno de estar en el Breviario romano, ¿habria
dado licencia para ponerlo en el Breviario Seráfico? Yo no lo creo
de la entereza y rectitud de este Papa. Luego no fue la causa
que alega Natal Alejandro, la que movió á San Pió V á dejar de
poner en el Breviario el Oficio de la Concepción aprobado por
Sixto IV, y sustituir otro en su lugar. Pues ¿cuál fue la causa?
Voy á manifestarla. Mas antes, para hacerlo con mayor clari
dad, pondré á la vista de mis lectores lo que refieren sobre esto
tres sabios Jesuítas que escribieron sus obras como un siglo antes
que Natal Alejandro. Si San Pió V, dice Suarez (y), mudó el Ofi
cio de la Concepción aprobado por Sixto IV, no fue porque halla
ra en él alguna cosa falsa; sinó porque quiso que se restituyera la
Iglesia á la costumbre antigua que habia tenido. Fernando Qui-
[«] Juan Heséls 6 Heseiio en su Catecismo, cap. 7.° de la esplicacion del Ave-María.
—Véase Miguel de Luna en sus Teoremas por la Concepción, teorema 13.—[x] Sobre la
Epístola de San Pablo i los de Efeso, cap. 1.°, verso 4.°—[ y] Suarez, tomo 17, disp. 3?, sec
ción 5?—Repito lo que dije en el tomo 1.°, que uso de la adición veneciana de 1740,
124
riño de Salazar en un tratado que escribió en defensa de la Con
cepción (z) de María, dice casi lo mismo: por lo que omito sus pa
labras. Se habian compuesto, dice Teófilo Raynaudo, muchos Ofi
cios del misterio de la Concepción: era preciso señalar uno para to
da la Iglesia, y San Pió V escogió el que está ahora en el Breviario
romano, reduciéndolo á la forma antigua, propuesta en una revela
ción al Abad Elsino. En esta revelación que cita Raynaudo y se ha
lla entre las obras de San Anselmo, un personage vestido de pontifi
cal dijo á Elsino, {Nota 29) Abad de Ransey. que si quería verse li
bre de la tempestad que padecia, prometiese á Dios celebrar solem
nemente la fiesta de la Concepción de María. Y preguntando enton
ces el Abad qué Oficio la habia de rezar, le manifestó que la rezase
el Oficio de su Natividad, mudando este nombre en el de Concep
ción. Sosegóse luego la tormenta, y el Abad cumplió su promesa.
Yo prescindo si la Epístola en que se cuenta la dicha revela
ción, es de San Anselmo Cantuariense, ó no. Sé que Cristiano Lu
po («) y Lambertini la cuentan entre las obras dudosas del Santo:
Natal Alejandro y el Benedictiano Gerberon entre las apócrifas.
Pero también sé que la tuvieron por obra genuina del Santo, el
Cardenal Baronio (Nota 30) que asistió á la corrección del Bre
viario en tiempo de Clemente VIII, Bartolomé Gavanto (6) que
asistió no solo á la corrección sobredicha, sino también á la que se
hizo después en tiempo de Urbano VIII, el Marques de Mondejar,
Francisco Guerra (c), Teófilo Raynaudo, Salazar, Gerson y otros
varios escritores y Concilios de los siglos décimo-cuarto, décimo-
quinto y décimo-sesto; y aun según el sentir del P. Benito Plaza (d)
fue admitida la dicha revelación por el común consentimiento en
mas de siete siglos. En España, que según el sabio Mabillon (e) ce-
Nota 29. Otros dicen: Herluino, Abad de Bec.
Nota 30. Entre las obras de San Anselmo hay una Epístola y un tratado de la Concep
ción de María. El que lea con reflexión á Baronio en las notas sobre el Martirologio romano,
conocerá claramente que admite la Epístola como obra genuina del Santo, y duda mucho de
la legitimidad del tratado, al cual llama Comentario. Cristiano Lupo, que no advirtió la dife
rencia de estas dos obras, dijo equivocadamente que Baronio pone en duda la Epístola, sien
do asi que habla del tratado. Véase Gerberon en la censura sobre las obras del Santo.
t*1 Salazar, cap. 35, núm. 9.— Raynaudo, tomo 8.°, trat. 6.°, núm. 32.—fa] Lupo en el
tomo 4.° de sus obras sobre el Concilio de Maguncia del año 1050, página 233.—Lamber
tini, núm. 19 del lugar citado.— Natal Alejandro en el tomo 7." de su Historia Eclesiástica.
—Gabriel Gerberon en la edición que hizo de las obras de San Anselmo.—[b] Gavanto y Ba
ronio el dia 8 de Diciembre.—Gaspar Ibañez (Marqués de Mondejar) en la disert. 8." de las
eclesiásticas, cap. 4.°, desde el núm. 18.— [c] El Ilustrísimo Guerra en la obra que intitulo:
Magestad de las Gracias y Virtudes de Marta, tomo 1.°, disert. 2.», núm. 32.—Salazar, cap. 35,
{. 5.°—Juan Gerson en el Sermón 3.° de la Concepción de María.—[d] Así lo afirma Valle-
jo en la Vida de la Madre de Dios, part. 1.*, cap. 8.°—Plaza en la obra citada, acción 3.*, ar
tículo 2.°, desde el núm. 56.—[e] Mabillon en las Actas de los Santos de San Benito, si
glo 2.°, vida de San Ildefonso. Vi esta obra en la biblioteca de la Catedral de Méjico.—Mar
lene, tomo 4.°, en el libro 4.° de loe Ritos Antiguos de los Monges, cap. 2.°, núm- 15.
125
lebra la fiesta de la Concepción de María desde el tiempo de San
Ildefonso, se pusieron en muchos Breviarios las lecciones de los
maytines de esta fiesta, sacadas al pie de la letra de la dicha Epís
tola de San Anselmo. "Yo*ví algunos de ellos, dice el Padre Sala-
"zar (/), el de Plasencia del año de 1500, el de Vich de 1530, el
"de Cartagena de 1484, y otro de la misma diócesi de 1519." A es
tos añade Mondéjar el de Segovia, el de Cuenca^ el de Córdoba y
el de Sevilla.
Ahora bien: si según acabo de probar, era tan común en el
siglo décimo-sesto y en los dos anteriores el tener por obra genui-
na de San Anselmo la Epístola sobredicha, y de consiguiente el
tener por cierta la revelación que contiene; ¿qué mucho que San
Pió V, atendiendo por una parte á esta revelación como insinúa
Gavanto, y por otra la costumbre antigua de la Iglesia como dice
Suarez, pusiera en el Breviario romano el Oficio de la Natividad
de la Virgen para la fiesta de su Concepción, poniendo el nombre
de Concepción en donde está el de Natividad? Mas si el mismo Pa
pa dió licencia á los Franciscanos para que rezaran el Oficio de la
Concepción, compuesto por Leonardo, y lo pusieran en su Brevia
rio, según consta de mas de catorce ediciones que cita Frasén, en
eso mismo daba á entender que no lo tenia por indigno de que se
rezara en la Iglesia.
"Pero el tal Oficio, replica Natal Alejandro, está compuesto
"de autoridades fingidas de Padres." •
¿De cuántas maneras podria yo mostrar á este crítico la fal
sedad de su proposición, sinó mirase á la brevedad? Sin embargo,
le rebatiré de algún modo tamaña calumnia, que redunda princi
palmente en desdoro de Sixto IV.
Si he de hablar con la ingenuidad que me es propia, yo no en
cuentro en todo el Oficio de la Concepción compuesto por Leo
nardo, sinó dos ó tres cosas que puedan haber dado causa para una
crítica tan desmedida.—La primera que Natal Alejandro censu
rará, es que se dice en el Oficio que las lecciones del segundo noc
turno son de San Gerónimo, no siendo suyas. A lo cual respondo
primeramente que aun después de haberse corregido dos ó tres ve
ces el Breviario romano, se le notan esas mismas faltas en varias
festividades del año. Las segundas lecciones de los dias 8 y 9 de
Setiembre, las de la fiesta de San Rafael, y las de la Dominica
cuarta después de Pentecostés, se dice en el Breviario que son de
San Agustín, siendo asi que los Maurinos las ponen ya entre las
CUESTION XXI.
$ Y cuáles están concedidas á las fiestas de la Transfigura*
don del Santísimo Nombre de Jesús, y de la Visitación de
nuestra Señora?
Respondo lo primero que en el año de 1457 concedió Calix
to III para la fiesta de la Transfiguración del Señor las mismas
Indulgencias que habian concedido sus antecesores para la fiesta
del Corpus; y á los que celebren la fiesta de la Transfiguración
con octava, les concede las mismas Indulgencias que están conce
didas á los que celebren la octava del Corpus.—He visto la Bu
la {a) en Odorico Raynaldo, y un resumen de ella en Luis Guerra.
Respondo lo segundo que Clemente VII (6) en el año de 1530,
y Clemente VIH en el de 1598 estendieron todas las Indulgencias
del Corpus á los fieles que el dia 14 de Enero asistiesen á la fiesta
del Santísimo Nombre de Jesús, y rezasen con devoción cinco Pa
dre nuestros, y cinco Ave-Marías por las necesidades comunes de
la Iglesia. Los religiosos del convento de San Cosme de Méjico,
que celebran esta fiesta con octava, pueden ganar todas las Indul
gencias concedidas á la octava del Corpus.
Respondo lo tercero, que Urbano VI concedió en 1389 á Ja
fiesta y octava de la Visitación de María las mismas Indulgencias
que habia concedido Urbano IV á la fiesta y octava del Corpus:
[11] Zobio, tomo 13 de los Anales, ni año 1264, núm. 5.—Gavanto, sección 6.*, cap. 20,
níím. 1.°—[m] (Javanto y Lambertini sobre la dicha fiesta. —[n] En su Bula Sacrattssimi,
3ue es la 3.a en el Bulnrio de Rodríguez. — [a] Comienza Inter divina, y está en lo» Anales
Eclesiásticos al año 1457, desde el núm. 73; y en el tomo 1.a del Bulario de Guerra, pág. 43.
—Ib] La Bula de Clemente VII empieza Salvaloris, y está en Vadingo al año 1530, núm. H.
129
las Cuales confirmó en el mismo año Bonifacio IX (c). Las mon
jas de Santa Isabel de Méjico que celebran la fiesta de su titular
con octava, podrán ganar las Indulgencias concedidas por Urba
no IV á la octava de Corpus; pero no las concedidas por Marti
llo V y Eugenio IV, porque estos dos Papas fueron posteriores á
Urbano VI. <■■
CUESTION XXII.
ORACION.
"Toda criatura dé perpetuamente alabanza, honra, virtud y
"gloria á la sacrosanta é individua Trinidad, á la humanidad de
"nuestro Señor Jesucristo crucificado, á la integridad fecunda de la
"beatísima, gloriosísima y siempre Virgen María, y á la Congrega
ción de todos los Santos; y venga á nosotros el perdón de todas
"nuestras culpas, por todos los siglos de los siglos. Amen.
Nota 32. Cuento entre estas la insigne metropolitana de Méjico.
[c] Por su Bula que comienza Superni. La hallarás entera en el primer tomo de Bulario
romano; y parte de ella en Raynaldo, núm. 3 de dicho año.—Véanse Minderér, part. 2.*,
núm. 343; y Nápoles, tomo 4.°, pág. 570.—[a] Teodoro del Espíritu Santo, part. 1.", cap. 13,
art. 4.°—Eusebio Ain&rt en su Historia de Indulgencias, cuest. 51.
18
130
»if. Bienaventurado el vientre de la Virgen María, que llevó
»al Hijo del Eterno Padre.
Y bienaventurados los pechos que alimentaron á Cristo
"nuestro Señor.— Padre nuestro y Ave-María por el feliz estado
"de la Iglesia."
Tratan de esta oración muchísimos autores que he leido, ya
teólogos (6), ya canonistas (c), ya regulares (d), ya acéticos (e),
ya rubriquistas (/), ya en fin escritores de otras materias (#), y
nadie encontró en ella defecto alguno. Pero estamos ya en los siglos
de las luces y de la ilustración. Vivimos en unos tiempos en que
aparecen muchos presumidos de sabios que intentan reformarlo to
do, menos á sí mismos. En prueba de esto refiere el Canónigo don
Francisco Guaseo en su Diccionario Ricciano y Anti-Ricciano (/t),
que el famoso Obispo de Pistoya Escipion de Ricci reformó entre
otras cosas la oración del Pater noster, la Salutación Angélica y
el Breviario romano; y que á su imitación Monseñor Panilini,
Obispo de Chíusi, compendio y abreviatura de Ricci, prohibió á su
clero en el año de 1789 que rezara la oración Sacrosanclie, quitán
dola del Breviario, mal que les pese á treinta y tres Papas que la
han aprobado, y á la posesión que gozaba legítimamente de dos si
glos á esta parte. Y ve aqui, dice Guaseo, como el pequeño Obispo
de Chíusi anula prácticamente la Indulgencia de un León X, pu
blicada desde la Sede del Vaticano. Mas ¿por qué prohibió la dicha
oración Panilini? Porque «s una oración indigesta y está llena de
errores, responde por el Obispo fray Gabriel, Calendarista de
Chíusi. ¡Grandes cabezas! que han descubierto yerros donde tantos
teólogos no los han visto. Q,ué- yerros fuesen los que descubrieron
en la dicha oración, no nos lo dice Guaseo; pero sí nos dice que asi
el Obispo novador como el necio Calendarista quedan magistral-
mente confutados en el Diario Eclesiástico de Roma (i). De buena
gana hubiera yo leido, asi los yerros que imaginaron como su con
futación. Mas sin embargo de que no he podido lograrlo, conjeturo
[11] En su Historia Eclesiástica, disert. 25 del siglo 5.°, cuest. 2.", art. 2.°, proposic. 2."
—[m] Cap. 1.°, verso 4.°—[n] Tiers en los cap. 7.° y 8.° del citado libro 7."
134
si confiesa Tiers con los Teólogos (ñ) que la Sagrada Humanidad
de Jesucristo puede considerarse como unida al Verbo Divino y
como separada de él, y que de cualquier modo que se considere, es
siempre digna de culto y veneración, ¿qué inconveniente puede ha
ber en que yo la considere ó como unida al Verbo, y la dé todas las
veces que quiera el culto supremo de latría; ó como separada del
Verbo, y la dé entonces el de hiperdulía? ¿Es acaso esto lo que con
denan los Concilios de Efeso y de Constantinopla que él alega? No
por cierto, dice Frasén(o); pues los Concilios hablan precisamente
de la adoración de latría que se debe á la Humanidad de Jesucristo
en cuanto la concebimos unida á la persona del Verbo. Los citados
Concilios reprueban, dice Santo Tomás (p), la doctrina herética
de Nestorio que ponia en Cristo dos personas, y por consiguiente
dos adoraciones. Nosotros abominando el error de Nestorio, con
fesamos que hay en Cristo una sola persona divina con dos natu
ralezas, y decimos: que el que en la oración sobredicha considere
á la Humanidad de Jesucristo unida á la persona del Verbo, en su
posición de que la adore, debe darla necesariamente la perfecta
adoración de latría; pero el que la considere en abstracto, como pa
rece que la consideraba algunas veces Santa Teresa (gr), puede
muy bien adorarla con el culto de hiperdulía. Y para que se vea
que no es agena esta oración del lenguage de San Buenaventura,
oigamos loque escribió en una obra que todos reconocen por suya.
"La bienaventurada Virgen, dice el Seráfico Doctor (r), debe ser
"particularmente venerada después de la Suma Trinidad, y de su
"beatísimo Hijo nuestro Señor Jesucristo.'' Estas últimas pala
bras dirá Tiers que son superfinas, y también dirá que lo son en
la oración de que tratamos; porque estando comprendido Jesucris
to bajo el nombre de la Santísima Trinidad, le vuelve á nombrar
espresamente. Pero á esta objeción le respondo, que también San
Pablo cayó en el mismo defecto, si es que asi quiere llamarlo. ¿Y
por qué? Porque amaba tanto el Apóstol á Jesucristo, le tenia tan
grabado en su corazón, que nunca se saciaba (s) de pronunciarlo:
en sus Epístolas repite el nombre de Jesús doscientas treinta y seis
[A] El Doctor Angélico en la 3.a parte de la Suma, cuest. 25, art. 2.°—El Seráfico, el
Sutil, y el sólido Ricardo sobre el 3.° de las Sentencias, dist. 9.*, cuest. 1."—El Eximio en el
tomo 16, disp. 53, secc. 3."—Frasén, Teófilo Raynaudo, &c.— [o] Claudio Prasén, tomo 8.°
de la Teología, trat. 1.°, disp. 3.", art. 3.°, secc. 1.", cuest. 1.»—Guillermo Herinx, Suma
Teológica, part 4.a, disp. 3.a, núm. 10 y 11.—[ p ] En el art. 1.° del lugar citada— [q] Véa
se la Vida de Santa Teresa, escrita por ella misma en los cap. 9.°, 12, 22 y 28.— [r] Bcnta
Virgo prtEcipuéett veneranda post Trtnilatem summam, el ejus prolcm beatissimam Dnum nos.
trum Jesumckristum. San Buenaventura sobre el 1.° de las sent., al fin.—[s] Cornelio Ala-
pide en el Proemio sobre las Epístolas de San Pablo, cap. 4.°, núm. 36; y sobre la Epístola
i loa do Efe»o, eap. 1.°, verso 10.
135
veces, y el de Cristo cuatrocientas veinte y una. De aqui apren
dieron los Santos á nombrar á Jesus tantas veces, siendo para ellos
miel en la boca, melodia en los oidos, y júbilo en el corazon. Cuan
do lo pronunciaba mi Santo Patriarca, dice el Doctor Seráfico (/),
que era tanto lo que se saboreaba y relamía, coma si comiera un
panal de miel. Y como San Buenaventura era otro Serafin en el
amor de Jesus, no se detendria en repetir con frecuencia su sacra
tísimo nombre, aun cuando hubiera sabido que le habia de criticar
por eso el espiritu cáustico de Tiers. Y no solo el Doctor Seráfico
tiene ese modo de hablar; tambien la Iglesia suele usarlo alguna
vez. "Recibe ó Santa Trinidad, decimos los Sacerdotes en la misa,
"esta ofrenda que te presentamos en memoria de la Pasion, de la
"Resurreccion y de la .Ascension de nuestro Señor Jesucristo."
Acerca del tercer defecto que nos imputa de que en esta ora
cion ponemos en paralelo á Dios con los Santos, al Criador con las
criaturas, y al Señor con sus siervos, le respondo que una vez que
convidamos á todas las cosas criadas á que den á Dios, á la Virgen
María y á los Santos aquel culto y aquella gloria que respectiva
mente se les debe, como dije antes, es inútil que nos diga ahora que
comparamos la santidad de Dios con la de sus criaturas. Ha de sa
ber ese francés, que en los dominios del Rey Católico todos los pre
dicadores al comenzar el sermon, decimos de rodillas la oracion si
guiente: Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del al
tar, y la Purísima Concepcion de María Santísima, Madre de
Dios y Señora nuestra, concebida sin maucha de pecado origi
nal en elprimer instante de su ser: sin que ninguno haya pensa
do por eso dar el mismo honor y la misma alabanza al Santísimo
Sacramento que á la Virgen; pues saben todos que debemos ado
rar al Santísimo con el culto de latría (w), y venerar con el de hi-
perdulía á la Santísima Virgen. Todos los dias damos el epíteto de
santo á Dios nuestro Señor, al Príncipe de los Apóstoles y al Pon
tífice de la Iglesia romana, sin que por eso pongamos en paralelo
la santidad de Dios con la de San Pedro, y mucho menos con la
del Papa; pues á Dios le decimos santo, porque es santo por su
esencia, y el principio de toda santidad: al Príncipe de los Apóstoles
le llamamos santo, pero conocemos que no lo es esencialmente, si
no por gracia, por privilegio, por participacion; y finalmente, al
Papa le llamamos santo y aun santísimo, por la suprema dignidad
que tiene de sucesor de San Pedro, cabeza visible de la Iglesia y
[í] En la Leyenda de San Francisco, cap. 10.—[u] El Tridentino, ses. 13, cap. 5.°, y
can. 6.—Santo Tomás en el art. 5.° de la cuestion citada.— Berti en el tomo 4.° de las Ins.
trucciones Teológicas, lib. 33, cap. 12, teorema l.Q
136
Vicario de Jesucristo. Luego es falso, falsísimo lo que este críti
co nos achaca de que en esta oración ponemos en paralelo á Dios
con las criaturas, y al Rey Soberano con sus subditos.—Ultima-
mente, cuando Monsieur Tiers hacia las funciones de párroco en
su curato de Vibrai, incensaría muchas veces al Santísimo Sacra
mento, á las reliquias de los Santos; y á los cadáveres de los difun
tos cristianos. ¿Y qué me habria respondido si yo le hubiera dicho,
que cuando incensaba daba el mismo honor y el mismo culto á las
reliquias de los Santos y aun al cadáver de un cristiano, que al
Santísimo Sacramento, pues el acto de incensar es uno mismo? ¿No
me hubiera respondido con razón, que yo era ó muy tonto ó muy
malicioso, supuesto que aunque el acto de la incensación es uno, se
diferencia (») precisamente según los objetos á que se dirige? Pues
eso mismo le respondo yo.
Y para que se vea la mala fe con que procede este crítico, nos
dice en el cuarto reparo que "pedimos á Dios por esta oración el
"perdón de los pecados. Y que la fe nos enseña que después del bau
tismo no puede perdonársenos pecado alguno, á menos que no lo
"confesemos y recibamos la absolución de un Sacerdote." ¿Qué
"quiere decirnos Tiers con tales espresiones? ¿Nos.quierc dar á en
tender que ningún pecado, aunque sea venial, se nos perdona fuera
del sacramento de la penitencia? Esta es una proposición falsa, te
meraria y opuesta al Concilio Tridentino, que nos dice las palabras
siguientes (x): "Los pecados veniales en los cuales caemos con fre
cuencia, aunque hacemos bien en confesarlos; sin embargo se pue-
"den callar sin culpa, y perdonarse con otros muchos remedios."
Hasta los niños de la escuela saben que dice el Catecismo: el peca
do venial se perdona por una de estas nueve cosas: Por oir mi
sa con devoción, Sfc. ¿Nos quiere dar á entender que ningún pe
cado mortal se nos perdona después del bautismo sin que le con
fesemos? Si entiende asi su proposición, diré que es cierta y verda
dera; pero que no viene al caso, pues ninguno ha escrito hasta aho
ra que por el rezo de esta oración se perdonan los pecados morta
les. Luego Tiers abusa de la crítica, supuesto que nos atribuye lo
que nunca jamás hemos pensado.
Pero "¿qué quieren decir, pregunta en el quinto reparo, aque
llas palabras: por los siglos infinitos de los siglos? Ellas no mi-
"ran, dice con satisfacción, á la gloria y alabanza que se dan á Dios,
[y] Gavanto y Merati sobre los Himnos.—[z] Laus & perennis gloria Deo Patri, et Filio,
Sancto simul Paráclito, in smcutorum seecula. —[o] Exodo 15, 18. —Salmo 9."—Véase el Abu-
lense sobre el lugar citado del Exodo; y Alapide sobre el mismo, y sobre el cap. 4.° de Mi.»
queas, verso 5.°
19
138
Dios, su gloria y su alabanza fuesen perennes, interminables, por
los siglos infinitos de los siglos. Como si dijeran: deseamos que Dios
reine eternamente, y si aun pudiera darse alguna duracion mas allá
de la eternidad, deseamos que reine por toda ella y aun mas allá
sin fin. De estos ardientes deseos se reviste la Iglesia católica, y por
eso no escrupuliza en decir que se dé á Dios gloria y alabanza
eterna, por todos los siglos de los siglos. Y como nosotros los que
rezamos el Sacrosanctat, somos por nuestra dicha hijos de la mis
ma Iglesia, no es mucho que imitemos á tan buena Madre en los
deseos y en las espresiones.
Tampoco hallo inconveniente en aplicar aquellas palabras:
por los siglos infinitos de los siglos, al perdon de nuestras culpas,
sin embargo de la ilacion ridicula de Tiers. Oigámosla otra vez
para rebatirsela: "¿Luego aquella remision de pecados podrá te
jerse por toda la eternidad? Que toda la eternidad sea desgracia
da ó que sea feliz, no hay remision de pecados que esperar ni en
"la una ni en la otra." Si quiere valerse Tiers de esta crítica inmo
derada, sacará la misma ilacion de otras oraciones de la Iglesia.
En la última oracion de la misa del dia 1.° de Noviembre, pedimos
á Dios nuestro Señor que seamos defendidos con los ruegos perpe
tuos de los Santos. Luego las súplicas de los Santos ¿podrán te
nerse y esperarse perpetuamente? En la oracion secreta del dia 7
de Marzo decimos á Dios: No nos falte, Señor, la piadosa oracion
de tu Confesor y Doctor Santo Tomás, la cual nos alcance siempre
tu perdon. "Luego el perdon de Dios, dirá Tiers, ¿podrá tenerse y
"esperarse siempre y por toda la eternidad? Que toda la eternidad
sea desgraciada ó feliz, no hay que esperar que los Santos pidan
"por nosotros, ni nos alcancen el perdon de Dios en la una ni en
"la otra." Asi puede argüir cualquiera si quiere abusar (Nota 33)
de los términos. Pero léjos de nosotros semejante crítica que con
la inania de satirizar, mira siempre las cosas por el peor lado. Sa
bemos de cierto que segun dice el Espiritu-Santo (c), en cualquier
lugar donde cayere el hombre, sea en el lugar de los réprobos ó sea
en el de los escogidos, allí quedará para siempre; y de consiguien
te, que no tenemos que esperar en la otra vida el perdon de los pe
cados mortales. Digo de los pecados mortales, porque el perdon
de los veniales bien podemos esperarlo en la otra vida, señor Tiers,
si nuestra eternidad es feliz; pues así nos lo da á entender el mis-
Noía 33. Perpetua, a, um, significa algunas veces cosa continua.—Las palabras: Sem-
per, inatternum, in perpetuum, in xcculum y otras semejantes, no siempre significan eternidad:
algunas veces, dice Benito Pereyra (¿), significan el tiempo de toda la vida del hombre.
[6] Pereyra, tomo 3.° sobre el cap. 13 del Génesis, desde el número 50.— [cj Eclesias-
tés 11, 3.—San Gregorio Magno en el libro 8.° de los Morales, cap. 15; y en el lib. 12, cap. 4.»
139
mo Jesucristo en el Evangelio (d). Pero de lo dicho ¿podremos in
ferir que la remisión de los pecados que nos conceda Dios en esta
vida ó en el purgatorio, no podamos tenerla y retenerla por toda
la eternidad, como nos insinúa este Doctor de la Sorbona? Si te
nemos la dicha de salvarnos, ¿no nos regocijaremos en la gloria por
los siglos infinitos de los siglos, y daremos á Dios continuas gra
cias por el perdón de las culpas que se dignó de concedernos por
su infinita misericoídia? Sí por cierto; pues el perdón de" nuestras
culpas, no es como la fe y la esperanza, las cuales dejarémos de
tener cuando veamos á Dios cara á cara, sino que nos ha de du
rar eternamente. Pedimos pues á Dios en la oración sobredicha,
que nos perdone de tal modo nuestras culpas, que no vuelva jamás
á acordarse de ellas. {Nota 34)
En el reparo sesto nos dice Tiers, "que el verso Bienaventu-
"radas las entrañas de la VÁrgen María que llevaron al Hijo del
"Eterno Padre, y esta respuesta: Y bienaventurados los pechos
"que alimentaron á Cristo nuestro Señor, significan casi una
"misma cosa, y no tienen relación ni conexión alguna con la ora
ción precedente." ¿Quién no echa de ver aqui (e) el espíritu cáus
tico y fruslero de este francés? El confiesa que estos versos con
que elogiamos á María Santísima, están compuestos del Evange
lio de San Lúeas, y de las palabras que ha consagrado la Iglesia á
sus oficios; mas por no dejar su miserable mania de satirizar y mor
der, les pone el defecto de que significan casi una misma cosa. ¿Pue
de llegar á mas la audacia y mordacidad de este hombre, que á des
cubrir defectos en las alabanzas que damos á María, tomadas del
Evangelio? Si en estas halla defectos, no es mucho que sea censor
tan rígido de los elogios que damos á la Virgen, que apenas en
cuentre alguno que no le parezca escesivo: en lo cual muestra cla
ramente su espíritu cáustico y mordaz. Su espíritu fruslero le re
presenta en la oración sobredicha una multitud de falsos aspectos
y de miserables dificultades. Tal es la que últimamente nos pro
pone de que las alabanzas que damos á María no tienen relación
ni conexión con la oración precedente. ¡Qué razón tan frivola y de
tan poca substancia! Cuando sea cierto lo que nos dice este críti
co, le preguntaría yo de buena gana: ¿qué relación tiene el Padre
Nota 34. Sobre si vuelven los pecados perdonados, véanse Santo Tomás (/), San Bue
naventura y el Tostado. Todos tres dicen que de alguna manera vuelven por la mayor grave*
dad del pecado siguiente.
[d] San Mateo 12, 32.—Alapide.—Véase lo que dije en mi tomo.l.°, cuest. 29, }. últi
mo.—[e] Si quieres conocer bien lo que es el espíritu cáustico y el fruslero, lee al Abate Para
en los Elementos de la Filosofía, tomo 4.°, trat. 5.°, núra. 770.—[/] Santo Tomás en la 3."
part., cuest. 88, art. 1.°—San Buenaventura en el 4.°, dist. 22, art. 1.°, cuest. 1* y 2.a—El
Tostado en la cuest. 140 sobre el cap. 18 de San Mateo.
140
nuestro con el Ave-María? Y con ser que no tiene ninguna, las ha
juntado la Iglesia en todas las horas canónicas. ¿Qué conexion tie
nen las partes del Oficio Divino unas con otras? Bien poca ó nin
guna; y no obstante componen un todo maravilloso, aunque muy
diferente del que tiene una oracion retórica. Luego aunque sea
cierto que los elogios que damos á María no tengan relacion ni
conexion alguna con lo precedente, no por eso lo descompondrán.
¿Se descompone acaso una mesa porque tenga diversidad de man
jares? ¿O un jardin porque tenga variedad de flores? Pues ¿qué otra
cosa son las partes del Oficio Divino, sinó unas flores hermosísimas
que exhalan diferentes olores, y vienen á componer entre todas un
primoroso jardin? ¿Qué es el Oficio Divino, sinó una regalada me
sa espiritual en la que hay variedad de manjares para que esta mis
ma diversidad nos quite el tedio y el hastío, tan propios de nuestra
naturaleza estragada? Y pregunto yo: ¿no viene á ser otro tanto la
oracion de que hablamos? El que no tenga el espiritu preocupado
de Tiers, fácilmente lo confesará.
Sobre lo demas que nos opone este crítico en la observacion
sesta, respondo á lo primero que si el Sacrosancta no se rezó an
tiguamente en las Iglesias monásticas y catedrales, hoy dia se re
za en las unas y en las otras, sin que yo quiera afirmar por eso que
se reza en todas. Ni es fácil deterhiinar desde cuándo comenzó á
decirse. En los coros de los Menores Observantes de nuestro Pa
dre San Francisco se rezaba ya. en el año de 1593, segun escribe
Bordonio (g); y tal vez se rezaria desde 1513, en que fue la con
cesion de Leon X. En otros coros empezaria á rezarse cuando vie
ron que Urbano VIII la habia puesto en el Breviario en 1631. Y
en otros se pasaria mas tiempo sin que la rezasen; pues aunque es
bueno usar de tal privilegio, ninguno ha dicho hasta ahora que es
tamos obligados á usarlo.
A lo segundo respondo, que aunque es cierto que San Pio V y
Clemente VIII no la insertaron en el Breviario romano, que fué
corregido de orden de los dos; tambien es cierto que Urbano VIII,
que no fue inferior á los dos ni en la potestad, ni en la erudicion,
ni en el zelo de la disciplina, cuando por sí mismo y por otros va
rones sabios puso la última mano al Breviario, la mandó colocar (/»)
al principio de él. Y para que todos conozcan que la sinceridad y
la buena fe están muy léjos de este crítico cuando nos dice que bus
ca la verdad, no puedo menos de advertir que Urbano VIII espi
ta] Francisco Bordonio en el tomo 2.° de sus obras, resol. 30, cuest. 23.—[h] Teodoro,
part. I.1, cap. 13, art. 4.°—Minderér, part. núm. 824.—Jorge Gobat, tomo 2.°, trat. 4.?,
desde el núm. 578; y tomo 1.°, pág. 535.—Amfrt.
141
dio su Bula sobre la última corrección del Breviario en el año
de 1631, y Tiers concluyó su Tratado de las Supersticiones en el
año de 1697, según afirman Pontás, Moreri, Richard, el Obispo de
Guadix y el mismo Tiers (»). Ahora bien: ¿he de creer yo que es
cribiendo este Doctor de la Sorbona la dicha obra en Paris, no ha
bía de tener noticia de la última corrección del Breviario, hecha y
publicada en Roma por Urbano VIH sesenta y seis años antes? No
tengo tan buenas tragaderas. Lo que yo creo es la mala fe con que
procede este crítico, pues siendo asi que para probar los defectos
que supone en la oración sobredicha, nos dice que ni San Pió V, ni
Clemente VI II la insertaron en el Breviario, omite adrede que Ur
bano VIII la mandó poner en él.
Ultimamente, nos dice: "que la Indulgencia que comunmen
te se cree concedida á los que la rezan, no es cierto que sea de
"León X." ¿Y por qué no es cierto, pregunto yo? ¿Es acaso porque
tú lo dices? También dices ( j ) que no subsiste la Indulgencia de
Porciúncula, y toda la Iglesia cree lo contrario de lo que tú dices.
También hablas (A;) contra el Himno Stabat Mater dolorosa, por
que crees que María Santísima no lloró junto á la cruz de su Hi
jo, y el Cardenal Lambertini (/) escribe justísimamente contra tu
sinrazpn y temeridad. ¿Qué, no basta para que creamos la dicha
Indulgencia, que la haya mandado poner en el Breviario romano
un Papa tan lleno de literatura y tan teloso de la disciplina como
Urbano VIII, que enmendó de nuevo el Martirologio y el Pontifi
cal romanos, y que al acabar de corregir el Breviario la pone en
el principio de él? ¿Y de dónde consta, me dirá Tiers, que. León X
concediese la tal Indulgencia? Respondo que consta de Juan Lam-
pergio (¿Z), venerable monje Cartujo, que habiendo muerto en el
año de 1539 ya lo dejó escrito en sus obras. Consta del Compendio
de los Privilegios de ¡os Frayles Menores (m). Consta del Bulario
de Manuel Rodríguez (n) y del primer tomo de sus cuestiones.
Y en fin, consta de las Rúbricas del Breviario romano-seráfico
aprobadas por la Santa Sede. Tiers pudiera con facilidad ha
ber visto algo de esto, pues nos cita en su mismó tratado las obras
de Manuel Rodríguez y el Compendio de nuestros privilegios;
pero quiso más desentenderse de todo, y dejarse arrastrar de su
pasión contra la fraylía y el monaquisino, que hacer buen uso
[i] En el dicho tomo 4.°, lib. 7.°, cap. 17, habla del año de 1697, y le llama año presente,
—[j] En el mismo cap. 17.—[k] En el cap. 8.° del dicho libro.— [1] Próspero Lambertini,
lib. 2.° de las Fiestas, cap. 4.°, núm. 5.— [ll¡ En el tomo 5." de sus obras, Aljaba del Amor
Divino, lib. 2.°, al fin de la 3.» parte.—[m] Casa-Rubios en la palab. OJpcium diúnum, s*.
cundo, núm. 5 y 6.—[n] Rodríguez en su Bulario, oráculo 48 y 69 de León X; y en el tomo 1,'
de sus Cuestiones Canónicas, cuest.' 42.
142
de la crítica y verse precisado á concederlo. Lo cual supuesto,
Respondo ya á la cuestión, que todas las personas que después
del Oficio Divino recen devotamente la oración sobredicha, consi
guen: lo primero, remisión plenaria de los defectos y pecados venia
les que por fragilidad humana hubiesen contraído en rezarlo; y lo
segundo, el perdón de las penas que corresponden á los dichos pe
cados.—Lo primero consta claramente de la Rúbrica puesta en el
Breviario romano antes de la dicha oración; y lo segundo, de que
en tales concesiones pontificias (o) se entienden por culpas las pe
nas que por ellas se deben.—En cuanto á la remisión de los peca
dos veniales, es opinión común. Y en cuanto á la remisión de las
penas, es opinión de Amórt (p), Gobát y Minderér, quien dice que
el Sacrosanctte puede considerarse ó como un sacramental que
quita los pecados veniales, ó como una oración á la que está con
cedida Indulgencia.
Sobre lo cual advierto primeramente que por el rezo de dicha
oración, ningún pecado mortal se perdona; pues ella, como dice
Bordonío (9), no puede tener tanta eficacia aun por voluntad del
Papa, que quite los pecados mortales.—Lo segundo, que es preciso
«star en gracia para alcanzar los beneficios que por esta oración
se nos conceden; pues ni la remisión de los pecados veniales, ni el
favor de las Indulgencias se han concedido jamás al que se halla
en pecado mortal.—Lo tercero, que recemos esta oración con fer
vor, ó que al tiempo de rezarla, nos arrepintamos de los pecados
veniales: lo cual podemos hacer fácilmente, ó cuando pronuncia
mos aquellas palabras: Nobisque remissio omnium peccatorum,
6 cuando decimos en el Pater noster: Dimitte nobis debita rios
tra. Porque siendo la opinión mas común de los teólogos (r) que
no se perdonan los pecados veniales sin penitencia á lo menos vir
tual, y que los sacramentales no tienen de por sí é inmediatamente
la virtud de perdonar dichos pecados, será esto lo mas seguro.—Lo
cuarto, que no es menester decir esta oración al fin de cada hora
canónica, como quiere Donato (s); sino que bastará decirla al fin
de todas las horas que por entonces se recen.—Ultimamente ad
vierto, que aunque fray Antonio de San José escribe en su com
pendio Salmanticense (<), que se dice que Gregorio XV concedió
[o] Como en las Estravag. Antiqitfrrwn y Unigénilus, en el título de las Penitencias y
Remisiones.— [ p] Amórt en la Historia de las Indulgencias, cuest. 51.—Minderér, part. 2.*,
núm. 393.—Guaseo en su Diccionario Ricciano, palab. Sacrosancttc.—[q] Tomo l.d, resolu.
cion 29.—[r] San Agustín en la Epístola á Vicente Rogatista, núm. 53.—Santo Tomás en
la 3.a parte, cuest. 87, art. 1.» y 3.°—Ricardo en el 4.°, dist. 16, art. 5 o, cuest. 1.a—Sua-
rez, tomo 19, disp. 11.—Henno, Droven y Goti del Sacramento de la Penitencia.— [s] Jacinto
Donato en el tomo 4.° de su Práctica Regular, trat. 18, cuest. 65.—[t] En el tomo 2.°, tra
tado 81, núm. 78 y 79.
143
otro indulto mas amplio á los que recen el Salmo: Laúdate Dnum.
omnes gentes, este indulto, según he leído en varios autores («),
no lo concedió á todos indistintamente; sino solamente á aquellos
que tengan Indulgencias de los cinco Santos que el mismo Grego
rio canonizó en el año de 1622.
[e] En el tomo 2.° de dicha historia.— [/] Burio en la Noticia Breve de los Pontifices,
núm. 204. —Tamburino del Derecho de las Abadesas, disp. 15, cuest. 4.», núm. 5.—Lorenzo
de Peyrinis en el tomo 1.° de sus obras, núm. 8 sobre la Bula 28 de Leon X.—Casa-Rubios
en la palabra Oficio Divino.—[ g 1 Salmeron en el tomo 3.° de sus obras, trat. 37 al fin.
Antonio Natal ó Nadal en la part. 2.a de la Celestial Conversacion, núm. 521.—[ft] Los trae
Vadingo en el Registro Pontificio.—[i] Raynaldo en los Anales Eclesiásticos al año 1321,
núm. 4. —Lúeas Vadingo en el tomo 6.° de sus Anales, núm. 31 del mismo año.
Í46
cofrades del Rosario que pronuncien el Dulcísimo Nombre de Jé.
sus al fin de la Salutacion Angélica.
Sin embargo de eso, aconsejo á todos los cristianos que se
acostumbren á invocar en su vida con frecuencia y con devocion
los Augustísimos y Sacratísimos Nombres de Jesus y de María, ha
ciéndoles reverencia; pues ademas de las Indulgencias concedidas
por Sixto V, y otras que tal Vez ignoro, ellos son, segun dice San
Bernardo (j ) y San Antonio, júbilo para el corazon, miel para la
boca y melodía para los oidos. Ellos consuelan al triste, alientan
al pecador, y hacen huir á los demonios. En los peligros, en las an
gustias, en las tentaciones pensemos en Jesus y María, clamemos
á ellos con afecto, y pronunciemos sus Sagrados Nombres con la
boca y con el corazon. Especialmente quiere y nos manda la Igle
sia que los invoquemos en el artículo ó peligro de la muerte, ya pa
ra ganar muchas Indulgencias que están concedidas bajo de esta
condicion, ya para inclinarlos á nuestros ruegos, ya para inspirar
en nosotros la mas tierna y amorosa confianza en las divinas mise
ricordias. Imitemos pues á San Camilo que entregó su alma al Cria
dor, pronunciando los Suavísimos Nombres de Jesus y de María.—
Jesus quiere decir: Salvador.—María, segun San Pedro Crisólo-
go, quiere decir: Señora; y segun San Bernardo, Estrella del mar.
CUESTION XXIV.
Por tener oracion mental ó enseñar á tenerla, \hay Indulgencias
concedidas?
[/>] Jorge Gobát en el tomo 2.° de sus obras, níím. 436 de su Tesoro.
148
CUESTION XXV.
Al que hace los actos de Fe, Esperanza y Caridad, ¿están
concedidas Indulgencias?
Son las Virtudes Teologales las más escelentes de todas, como
que miran inmediatamente á Dios y nos juntan con él. La Fe nos
enseña, dice el Catecismo de Ripalda, que creamos en Dios como
en verdad infalible: la Esperanza, que esperemos en él como en po
der infinito; y la Caridad, que le amemos sobre todas las cosas co
mo á bien sumo. Si queremos agradar á Dios, hagamos con devo
ción y juntamente con frecuencia los actos de estas virtudes, ya
para cumplir con nuestra obligación en esta parte, y ya para con
seguir el tesoro inapreciable de las Indulgencias. Lo cual supuesto,
Respondo que Benedicto XIII (a) el dia 15 de Enero de 1728
concedió algunas Indulgencias por hacer dichos actos; y que Be
nedicto XIV las confirmó y las amplió el dia 28 de Enero de 1756
en los términos siguientes.
Al que haga con devoción los actos de Fe, Esperanza y Ca
ridad, le concede por cada vez que los haga en el dia, siete años y
siete cuarentenas de Indulgencia, aplicables por las ánimas del pur
gatorio.—Al que por un mes entero los haga todos los dias, y en
uno de ellos se confiese, comulgue y pida á Dios por las necesidades
comunes de la Iglesia, le concede una Indulgencia plenaria en ca
da mes, que puede aplicar por sí ó por los difuntos; y otra plena
ria para el artículo de la muerte, con tal que entonces haga tam
bién dichos actos.
Así consta de un Decreto de la S. C. de Indulgencias (6) que
he leido en la Cronología Seráfica (c), en Ferraris y en Andreuci.
No señala Benedicto XIV palabras fijas y determinadas para
hacer tales actos; pero sí manda que se espresen en ellos los moti
vos especiales de cada una de las Virtudes. Y advierto que aunque
muchos libritos traen los actos de Fe, Esperanza y Caridad, no
todos espresan los referidos motivos; y asi, para ganar las sobredi
chas Indulgencias, y otras que tal vez hayan concedido los Dioce
sanos, puedes valerte si quieres de los siguientes actos, según la
fórmula que señaló Clemente XIV el dia 5 de Abril de 1772 (J).
[a] Véase el D. Ligorio al fin de la Teología Moral, en la Practica del Confesor con los
moribundos, }. 8.°, donde pone la concesión de Benedicto XIII [b] Empieza: Animadvertens.
—{c] Nápoles en el tomo 4.° de nuestra Cronología, pág. 194.—Ferraris, palab. Indulgen-
tia, art. 6.°, núm. 48.—Andrés Andreuci en la Gerarquia Eclesiástica, disert. 8.", {. 3.°—
—[d] Se hallan en latin en la Colección de las Bulas Iuocencianas para los Misioneros, im
presa en Roma el año de 1778, pig. 177.
149
ACTOS DE FE, ESPERANZA Y CARIDAD.
Oración. *
"Omnipotente y eterno Dios, aumenta en nosotros la Fe, la
"Esperanza y la Caridad; y para que podamos conseguir lo que nos
"prometes, haz que amemos lo que nos mandas. Por Cristo nuestro
"Señor. Amen^
Actos de Fe.
"Creo firmísimamente todo aquello que la Santa Iglesia católí-
"ca me manda creer; porque tú, Dios mió, que eres verdad infalible,
"se lo has revelado á la Iglesia. En particular creo que hay un so-
"lo Dios, y tres personas distintas, Padre, Hijo y Espíritu-Santo.
"Creo que el Hijo de Dios encarnó, y se hizo hombre en el vientre
"de la Virgen JVJaría por obra del Espíritu-Santo; y que padeció
"y murió en la cruz por nosotros. Creo que resucitó al tercero dia,
"y subió á los cielos; y que desde allí ha de venir en el fin del inun
do á juzgar á todosr para dar á los buenos la gloria eterna, y cas
tigar á los malos con las penas eternas del infierno. En esta Fe
"prometo vivir y morir.
Actos de Esperanza.
"Dios mió, esperanza mia, porque eres Todopoderoso y tu mi
sericordia es infinita, espero conseguir de tí por los méritos de Je-
"sucristo^ el perdón de todos mis pecados. Espero que me has de dar
"la gracia en esta vida, y la gloria eterna en la otra, como tú me
"lo has prometido si yo persevero en servirte. Propongo con tu di-
"vina gracia confesarme, enmendarme y perseverar en tu santo
"servicio, hasta que tenga la dicha de verte y gozarte en el cielo.
Actos de Caridad.
"Te amo, Dios mió, con todo mi corazón y sobre todas las co
sas; porque tú eres el sumo y perfectísimo bien. Por amor de tí
"amo á todos mis prójimos, y siempre los amaré como á mí mismo.
Acto de Contrición.
"Amorosísimo Dios mió, porque amo sobre todas las cosas tu
"Bondad infinita y perfectísima, me pesa de todo corazón de ha-
"berte ofendido quebrantando tus Mandamientos, y propongo fir-
"mísimamente con tu gracia de no volver á pecar, y de apartarme
"de todas las ocasiones de ofenderte. Amen.
150
CUESTION XXVI,
[11] Meratf, tomo 2.° sobre Gavanto, sección 5.a, cap. 2.°—Sandini de la Sacra Familia,
cap. 4.° de la Virgen María, nota 3.a— [m] Mabillon en el número 123 del lugar citado.—
[n] Juan Gráncolas sobre el Breviario romano, lib. 1.°, cap. 25.—[ñ] Véanse también loa Bo-
landos, dia 4 de Agosto en el Comentario, previo á la Vida de Santo Domingo, números 399
y 404.—[o] En el tomo 4.°, núm. 63 de los Versos Sagrados [p] Santo Tomás en el to
mo 17, Opúsculo 8.° de la edición de Amberes 1612.—San Buenaventura en la Meditación
sobre el Ave-María que está en el tomo 3.° del Suplemento de sus obras, impreso en Tren-
to 1774, pág. 287.—Véanse también los tomos 7.° y 12.—Vorágine en el libro de Sermones
de la Virgen María.— [q] San Antonino en la Suma Teológica, part. 4.a, desde el cap. 13
hasta el 26: edición de los Ballerinis.—Kempis en el tomo 2.° de sus obras, impresas en Co
lonia 1728, Soliloquio del Alma, cap. 23 y en el tomo 3.°, oración 2.a á la Virgen.
153
de la primera parte sin hacer mencion de la segunda. Aun en el
siglo décimo-sesto se hallan algunos escritores de los Paises-Bajos
que solo refieren la primera, como Juan Heselio y el V. Ludovi
co Blosio (r).
Pero volviendo yo los ojos al siglo décimo-quinto, encuentro
en él á San Bernardino de Sena (s) que murió en el año de 1444,
el cual no menos devoto del Santísimo Nombre de Jesus que del
de María, trata en sus Sermones de la Salutacion Angélica, y no
solo esplica la primera parte de ella segun la decimos ahora, sino
tambien la segunda, la cual pone en estos términos: Santa María,
Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores. Amen. De donde
infiero que la opinion segunda, que es la de Mabillon, y que siguen
comunmente los críticos, se acerca mucho más á la verdad que la
de Baronio; pero como es moralmente imposible leer todos los au
tores y todos las obras que han escrito, por eso es tan fácil que se
equivocase Mabillon en fijar el tiempo en que comenzó á decirse
la segunda parte (Nota 38).
En los mismos términos en que refiere San Bernardino el Ave-
María, la refieren tambien dos escritores del siglo décimo-sesto,
segun he leido. El uno es don Juan Martinez Silíceo en una Espo-
sicion (t) que hizo de ella siendo Arzobispo de Toledo, y dedicó á
una hija del Emperador Cárlos V en el año de 1550. El otro es el
célebre Canonista Navarro en una obra que escribió de la Oracion
y las Horas Canónicas. Y de la misma manera se halla, dice Ma
billon, en un Breviario de los Cartujos, impreso en Paris en 1521.
Ultimamente, los Franciscanos, segun dice Catalani (w), Grán-
colas y Merati, añadieron al Ave-María aquellas palabras: Ahora
y en la hora de nuestra muerte; y San Pio V las aprobó (»), man
dando que segun estaba la Salutacion Angélica en el Breviario de
los frayles Menores, impreso el año de 1515, de la misma manera
se imprimiese en el Breviario romano reformado, que mandó pu
blicar en 1568. Por eso Martin Navarro, que reimprimió la sobre-
Nota 38. Habiendo muerto Mabillon en 1707, y estando impresas las obras de San Ber
nardino en Leon de Francia desde el año de 1650, pudo muy bien haberlas visto; pero sin du
da no las vió.
[r] Heselio en su Catecismo, lib. 2.°, cap. 18.—Blosio en el Espejo Espiritual, y en el
Manual de los Humildes.— Ambos murieron el año de 1566.— [s] San Bernardino en el to
mo 4.° de la citada edicion, sermon 1.° de la Anunciacion, que es el 6.° de las fiestas de la
Virgen; y en el tomo 1.°, sermon 51 en el exordio.—[t] Silíceo en la dicha Esposicion, im
presa en Toledo en 1550 con otras dos obras suyas.—Navarro en el cap. 19, núm. 128.—
Mabillon en el mismo, núm. 123.— [u] José Catalani en el tomo 2.° sobre el Pontifical ro
mano, tit. 15, }. 2.°, níím. 2.—Graneolas y Merati en los lugares citados —Agustín Marin
sobre las Rúbricas del Breviario, núm. 70.—Ferraria en la palabra Salutacion Angélica.—
[»] Lambertini, cap. 31 del lugar citado, núm. 29.
154
dicha obra por los años de 1576, nos dice en ella (x) que aunque
el tenor antiguo de la Salutacion Angélica habia sido hasta aque
llas pa Labras: Ruega por nosotros pecadores; pero que la cos
tumbre de Roma, aprobada por San Pio V en el Breviario que
acababa de publicar, hacia que aquellas otras palabras: Ahora y
en la hora de nuestra muerte. Ameti, fuesen parte de esta ora
cion, por lo menos cuando la rezasen los eclesiásticos para cumplir
con el Oficio Divino. Tambien afirma que los flamencos no solian re
zar entonces aquellas palabras: Santa María, Madre de Dios, SfC,
ni algunos españoles aquellas otras: Ahora y en la hora de nues
tra muerte. A fin de evitar estas variaciones que causan confusion,
mandó San Cárlos Borromeo (?/) por el mismo tiempo á los predi
cadores, que rezasen el Ave-María en el pulpito con una pronun
ciacion grave y devota, segun la fórmula usada por la Iglesia, sin
alterar ni añadir, ni quitar palabra alguna.
[x'\ Navaro de la Oracion, cap. 19, números 129 y 130; y en la Miscelánea 19 del Rosa
rio, núm. 3.—Gobát en el trat. de Indulgencias, núm. 596.—Amórt en la Historia, cuest. 52,
núm. 6.—[y] San Cárlos en el tomo 1.° de las Actas de la Iglesia de Milan, part. 4.», en la
Instruccion á los Predicadores, pág. 408.—[z] Vadingo en sus Anales al año 1269, núm. 4.
—Surio y Cornejo en la Vida del Santo.—Francisco Pagi, tomo 4. 0 de su Breviario, en la Vi-
da de Juan XXII, núm. 26.—Martene de los Ritos Antiguos de la Iglesia, tomo 3. °, lib. 4.°,
cap. 8.°, núm. 11.—[á] José Catalani en el tomo 1.° sobre el Ceremonial de los Obispos, li
bro 1.°, cap. 6.°, }. 3.°, núm. 10, pág. 98 de la edicion de Roma 1744 Minderér, parte 2S,
número 442.
155
Breve que trae Raynaldo (6). Despues, como dicen Mabillon (c)
y Catalani, se fue estendiendo esta devocion al medio dia y al
amanecer.
Ademas de Juan XXII, Sixto IV en el año de 1475 concedió,
segun refiere Vadingo (J), cincuenta dias de Indulgencia á todos
los que recen las tres Ave-Marías al toque de la campana por
la tarde.
Es tambien opinion de Fagnano (e), Clericato Begnudeli, Ma
nuel Rodriguez, Diana, Gobát y otros graves escritores, que Adria
no VI concedió Indulgencia plenaria á todos los fieles que al toque
de la campana por la tarde rezasen las tres Ave-Marías con las
acostumbradas preces; pero esta opinion no pasa de probable. Asi
mismo Croisét en el Año Cristiano ( f) y otros escritores que he
leido, señalan otras varias Indulgencias por rezar las Ave-Marías;
y aunque yo dificulto que todas sean ciertas (Nota 39), sin embar
go te aconsejo que practiques esta devocion con ánimo de ganar
cuantas esten concedidas.
Para los mejicanos el Ilustrísimo señor Nuñez de Haro (g),
que fue Arzobispo de la metropolitana de Méjico, concedió á los
que recen las acostumbradas preces cuando tocan la campana al
anochecer, ó al medio dia, ó por la mañana, ochenta dias por cada
vez, con la condicion de que á medio dia no den cuerda á los relo
jes mientras recen.
Pero la Indulgencia mas cierta y mas universal de todas, es
la que concedió Benedicto XIII por un Breve (h) de 14 de Setiem
bre de 1724. En él concede perpetuamente á todos los fieles que al
tocar la campana por la mañana ó al medio dia ó por la tarde, ver-
Nota 39. En el Decreto Delata del que hablé en la cuestion segunda de este tomo, se decla
ran por falsas y apócrifas las dos Indulgencias siguientes, que se hallan en algunos libritos.
La primera es la que se dice concedida por Clemente X á los que recen el Angelus Domini tfc.,
diciendo al fin Deo gratias, et Maria¡. Y la segunda, la de mil dias que se dice concedida por
Leon X á los que cuando suena el relox rezan el Ave—Maria" (h).
[b] Raynaldo al año 1327, núm. 54; y al año 1318, núm. 59.—Oldoino y Sandini en la
Vida de J uan XXII; y Fleuri en el tom. 23.—[c] Mabillon, núm. 122.—Catalani, núm. 12 y 13.
— [d] Tomo 14 de sus Anales al año 1475, núm. 46.— [e] Fagnano, cap. Cusios, núm. 4 de
officio custodis.—Clericato, tomo 2.°, decis. 9.» de la Penitencia, núm. 11.—Begnudeli, pala
bra Indulgencia, núm. 6.— Manuel Rodríguez, tomo 2.°, cuest. 88, art. 12.—Diana, tomo 4.°,
trat. 5.°, resol. 19.—Gobat, tomo 2.°, trat. 4.°, part. 2.», cap. 30.—Quarti en el tit. 2.° de las
Bendic, seec. 12, dub. 8.», }. 4.°—José de Sigüenza, Escuela de Novicios, tomo 1.°, trat. 2.°,
cap. 3.°—Lezana en la Suma, palab. Indulgencia.—Lohner, cuest. 6.a de Indulgencias.—
Baseo, Lacroix, Ferraris, Pelizario.— [/] Croiset, dia 25 de Marzo, al fin.—Justino Miecov.
en el Discurso 238 sobre la Letanía, núm. 9.—Matias Heimbac en sus Praxis Catequistica,
leccion 52 y 55.—[g] En su Edicto sobre las campanas, 18 de Octubre 1791.—[h] Lacroix,
lib. 6.°, part. 2.», núm. 1370.—Pignateli, tomo 7.°, consulta 79, núm. 3.— [h] Empieza: In
juríete nobis, y es la Bala 4.» en el tomo 10 del Bulario romano. Tambien se halla en el Nue
vo Confesor de Reuter, en el Directorio Parroquial de Cantero y en Ferraris, palab. Indul
gencia, art. 6.°, núm. 19 y 20.
156
daderamente contritos, recen de rodillas las acostumbradas preces
del Angelus Domini con las tres Ave-Marías en reverencia de la
Santísima Virgen, cien dias de Indulgencia: no por cada dia, como
afirma el Diarista de Méjico (i), sinó por cada vez que la recen al
dia, como afirmad Cardenal Petra (j ). Concede tambien una In
dulgencia plenaria, que se puede ganar mensualmente, á los que
continuando en la dicha devocion por un mes, confiesen y comul
guen el dia que escojan, y pidan á Dios en él por las necesidades
comunes de la Iglesia.
Concedió asimismo el dia 5 de Diciembre de 1727 un indul
to (k) á los Regulares y á las personas que viven en las casas re
ligiosas, para que cuando al toque de la campana no puedan rezar
lo que manda, por estar ocupados en algun acto perteneciente á la
disciplina regular é incompatible con el rezo, ganen no obstante
las Indulgencias, con tal que recen las dichas preces luego que
concluyan aquel acto. Y así exorto á los Prelados y Preladas re
gulares á que inmediatamente que concluyan aquel acto de comu
nidad, manden tocar alguna campanilla ó hacer otra cualquiera
señal, para que todos se acuerden de saludar á María Santísima y
ganen las dichas Indulgencias.
Es preciso advertir que confirmando Benedicto XIV las refe
ridas Indulgencias el dia 20 de Abril de 1742, dispuso con arreglo
á lo que ordenan las Rúbricas, que en los sábados desde las víspe
ras, en los domingos de todo el año y en el tiempo pascual, no se
recen las Ave-Marías de rodillas, sinó en pie. Tambien ordenó que
en todo el tiempo pascual, que empieza el sábado santo á medio
dia y acaba en las vísperas de la Santísima Trinidad, se rece en
lugar de las dichas preces la antífona Regina Cali con su verso y
oracion; y que los que no la sepan, ganen las mismas Indulgencias
rozando el Angelus Domini &c. Consta todo esto de un Edicto ó
Notificacion que publicó en Roma el Cardenal Guatlagni, Vicario
general de Benedicto XIV, y que puedes leer si gustas en Guijar
ro (/). Mas para aclarar lo que se debe rezar en tiempo de pascua
y quitar escrúpulos, pondré la siguiente
ft] El Diarista en el tomo 8.° de su Diario, núm. 875, dia 21 de Febrero de 1808.—Flo-
rez, Clave Historial, hablando de Benedicto XIII.—\j ] Vicente Petra en el tomo 5.° sobre
la Bula 1.» de Calixto III, núm. 2.—Rigual, Eaplicncion de la Doctrina Cristiana, 23 de Mayo.
—Francisco Belza sobre Eliquét, tomo 3.°—El Breve, dice: quolies id egerint.— [k] Lo trae
Ferraris en el lugar citado; y Amórt en la Teología moral, cuestion 25 de Indulgencias.—
[Q Francisco Guijarro en el Buen uso de la Teologia moral, tomo 2.°, trat. 9.°, pregunta 7.»
157
CUESTION XXVII.
[b] Ligorio, Glorías de Maria, part. 2.», obsequio 1.°—Amórt, Cantero y Guijarro en los
lugares arriba dicho.-. —Teodoro, part. 2.°, cap. 2.°, art. 3.°, \. 5°—Catalani, número 14 so-
bre el Ceremonial.—Albano Bútler, tomo 13 de las Vidas de los Santos, trat. 3.u al fin.—
Velderrain en su Ceremonial, núm. 629.—Colección de Oraciones S¿c* pág. 36. —[e] Em
pieza: Cum Nos nuper, y la he visto en Minderér, Apéndice 2.° del Jubileo, pág. 627.
159
»tro antecesor Benedicto XIII á iodos los fieles que al toque de la
"campana al amanecer, ó al mediodía, ó por la tarde, recen la Su
lfatación Angélica ó las otras preces, según el tiempo." ¿Quién
no echa de ver en estas palabras que Benedicto XIV hace diferen
cia de las Ave-Marías, y de las preces del tiempo pascual que sus
tituyó en lugar de ellas? Luego no es su mente que se recen las
Ave-Marías en tiempo de pascua, sino es por aquellas personas
que no saben otra cosa.
Para ganar los cien dias de Indulgencia por cada vez que se
recen las Ave-Marías, dicen los dichos ilustradores, Guijarro y el
P. Mas (d), que se ha de pedir á Dios por Jas necesidades comu
nes de la Iglesia. Si cada uno ha de señalar para ganar las Indul
gencias las condiciones que se le antojen, todo se volverá confu
sión, y nunca nos entenderemos. El Papa no pide esta condición
para ganar las Indulgencias parciales, sinó que recemos verdade
ramente contritos. Lo mismo dice Lambertini proponiendo es
tas Indulgencias á sus Diocesanos. Otro tanto dice el Cardenal Pe
tra; luego la tal petición no es necesaria.
Ultimamente, advierto que los fieles que se hallan en lugares
donde no tocan la campana, podrán adquirir las sobredichas Indul
gencias, si cerca de la hora determinada de la mañana, medio dia ó
tarde, rezaren lo que se manda, conforme á un Rescripto de Pió VI
de 18 de Marzo de 1781 (/).
CUESTION XXVIII.
I Los Sumos Pontífices kan repartido Indulgencias á los que
rezan por los fieles difuntos1.
Nota 40. Ya dije en la nota 14 del primer tomo que por las necesidades comunes de la
Iglesia entiendo la paz y concordia entre I08 Príncipes cristianos, la estirpacion de las here
jías, y la exaltación de la Santa Madre Iglesia.
[*] Pág. 395 de la dicha Colección.— [4] Ferraris, níím. 22.—Mas en la Suma de Fer
rar, tomo 1.°, trat. 9.°, núm. 864.—Guijarro, tomo 2.°, trat 9.°, preg. 7.«— [c] Don Alonso
Nufiez de Haro en su citado Edicto sobre las campanas.
161
Respondo lo segando que Pió VII (d), por un Brebe univer
sal y perpetuo de 7 de Febrero de 1817 que se conserva original
en el archivo de la Catedral de Arezo, concede trescientos dias
de Indulgencia á todos los cristianos que á lo menos contritos y
considerando devotamente la pasión de nuestro Señor Jesucristo,
rezaren en sufragio de los fieles difuntos cinco Padre nuestros
y Ave-Marías con el verso: Te ergo qutesumus, tuis famulis
súbvenij quos pretioso sanguine redemisti; y después: Éequiem
ceternam SfC.
Los que no saben latín digan después de los cinco Padre nues
tros y Ave-Marías lo siguiente: O Jesús, te suplicamos que so
corras á tus siervos, que redimiste con tu preciosa sangre. Da
les, Señor, el eterno descanso; y la luz perpetua les alumbre. Des
cansen en paz. Amen.
Item. A los que por un mes hayan practicado todos los dias el
dicho ejercicio, concede la Indulgencia plenaria y remisión de to
dos los pecados en un dia (á su arbitrio) de cada mes, en que ver
daderamente arrepentidos, confesados y comulgados pidieren por
las necesidades de la Santa Madre Iglesia, y por el eterno descan
so de los difuntos. Las dichas Indulgencias pueden aplicarse tam
bién á las almas santas del purgatorio.
Respondo lo tercero que á los que han hecho el voto á favor
de las ánimas, del que hablé en la cuestión 31 del tomo primero,
han concedido Benedicto XIII (e) y Pió VI tres gracias singula
rísimas; conviene á saber.—Primera: á los Sacerdotes, aunque so
lo apliquen el fruto personal ó especialísimo que les corresponde
del sacrificio de la misa, que cualquier altar donde celebren sea
para ellos privilegiado.—Segunda: á los fieles de uno y otro sexo,
que en el dia que comulguen, y en todos los lunes del año aunque
no comulguen, todas las misas que oigan sean como celebradas en
altar de ánima; esto es, saquen del purgatorio tantas almas, cuan
tas misas oyeren en dichos dias.—Tercera: que todas y cuales
quiera Indulgencias, de cualquier modo concedidas, sean aplicables
por modo de sufragios á las ánimas del purgatorio, aunque no se
esprese en la concesión.
[d] Consta de la Colección de Oraciones y obras piadosas por las que los Sumos Pontí.
fices han concedido Indulgencias, impresa en Roma 1818, con aprobación espresa de la S. C,
página 171.—[e] Véase un cuaderno que empieza: Caridad la mas heroica, reimpreso en Cu
ba 1827, página 3.» y 9.»
22
163
CUESTION XXIX.
Nota 41. Asi está en latin: Sanctus, Sanctus, Sanclus, Deus. Dominus exencituum: Plena
esí terra gloriá. tuá. Gloria Patri, gloria Filio, gloria Spiritui Sanelo.—Para ganar los tres
cientos días en los dias que señala, lo rezarás tres veces al dia. *
[a] La citada Coleccion de Oraciones, pag. 55. —El R. P. Trinitario fray Manuel Den-
che, Esplicacion de la Doctrina Cristiana, en el tomo 1.° de la segunda impresion al pie de
una hermosa estampa de la Santisima Trinidad, á la que dedicó su obra.—Lo mismo he leido
en el Trisagio de fray Eugenio de la Santisima Trinidad, que anda en las manos de todos.—
[6] He leido una copia de dicho Decreto en un cuaderno en 16.°, cuyo titulo es: Indulgen-
eias Perpetuas, concedidas por el señor Pio VI, impreso en la Puebla de los Angeles, en la ofi
cina del Seminario Palafuxiano el año de 1794.—Véase tambien la referida Coleccion de
Oraciones en la página 58.
163
Ademas de esto, á los que rezaren todos los dias las dichas
preces, les conceden que puedan ganar dos Indulgencias plenarias
en dos domingos de cada mes que pueden elegir á su arbitrio, en
los cuales confesados y comulgados pidan á Dios conforme á la in
tencion de Su Santidad.
Para que puedan ganarse estas Indulgencias, se requiere que
haya una santa union de tres personas, las cuales recíprocamente
se convengan en rezar ó unidas ó separadas las siete veces el Glo
ria Patri ¿fe. y una Ave-María; y que cuando cualquiera de las
tres personas muriere ó por otro motivo faltare, deban las otras
dos poner otra en su lugar, para que pueda mantenerse siempre
la piadosa union de las tres personas, en honor de la Santísima
Trinidad.
Los que no saben latin, pueden rezar el Gloria Patri y el si-
cut eral en castellano, de este modo: Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu-Santo, como era en el principio, sea ahora y siem
pre, y por los siglos de los siglos. Amen.
Respondo lo tercero, que Pio VII (c) concedió perpetuamente
la Indulgencia de trescientos dias á todos los fieles que en accion
de gracias á la Santísima Trinidad por las gracias y privilegios
particulares concedidos á María Santísima, especialmente en su
gloriosísima Asuncion al cielo, recen tres veces en la mañana, tres
veces al medio dia y tres veces por la tarde los versos: Gloria Pa
tri, et Filio, et Spiritui Sancto. Sicut erat in principio, et nunc
et semper, et in sacula saculorum. Amen.
Concedió tambien la Indulgencia de cien dias por cada una
de dichas veces; y finalmente, la Indulgencia plenaria una vez al
mes, á los que en el discurso de él hayan frecuentado cumplida
mente en las tres veces al dia la dicha devocion, pudiéndola con
seguir en cualquier dia del mes en que se confesaren y comulgaren,
y pidieren á Dios por las necesidades de la Iglesia.—Las cuales
Indulgencias pueden aplicarse á las almas santas del purgatorio,
segun consta del Rescripto de la S. C. de Indulgencias de 11 de
Julio de 1815. , *
Ultimamente, Juan XXII concedió treinta dias de Indulgen
cia á los que inclinen la cabeza al verso: Gloria Patri, et Filio, et
Spiritui Sancto, segun dice Catalani (d).
[c] Consta de la misma Coleccion, pág. 168.—[d] José Catalani en el tomo 2.° sobre el
Ceremonial de Obispos, cap. 1.°, }. 6.°, núm. 11, fol. 9.°
164
CUESTION XXX.
[1] Deuteron. 26, 15.— [2] Daniel 9, 19.—[*] Véase la misma Colección desde la pág. 253.
166
el fin de animar á todos los fieles á que acompañen al Santísimo
Sacramento cuando se lleva por Viático á los enfermos, les han
concedido varias Indulgencias. Pondré aqui por el orden cronoló
gico las que yo he sacado de Bulas Pontificias que he leido.
Urbano VI concedió cien dias de Indulgencia á todos los fie
les que acompañen al Santísimo Sacramento cuando le llevan á
los enfermos. Por muerte de este Papa, publicó y confirmó dichas
Indulgencias su inmediato sucesor Bonifacio IX, por una Bula (c)
que se halla en los Anales Eclesiásticos de Rainaldo al año de 1389.
Martino V por una Bula (d) de 26 de Mayo de 1429, conce
dió cien dias de Indulgencia á todos los fieles que le acompañen con
luz cuando se lleva á los enfermos; y á los que le acompañen sin
luz, cincuenta dias.
Eugenio IV por otra Bula (c) de 26 de Mayo de 1433, con
cedió otros cien dias á todos los fieles que le acompañen con luz; y
cincuenta dias á los que le acompañen sin luz.
Gregorio XIII en una Bula (f) de 6 de Agosto de 1573, con
cede á los fieles de uno y otro sexo que acompañen al Santísimo
cuando le llevan á los enfermos, cien dias de Indulgencia; y otros
tantos á los que están impedidos de acompañarle, si oyendo la cam
panilla rezaren de rodillas un Padre nuestro y una Ave-María pi
diendo á Dios por la persona enferma.
Paulo V en una Bula (g) que espidió el dia 3 de Noviembre
de 1606, concedió á todos los fieles de ámbos sexos que con luz ó
sin luz acompañen al Santísimo Sacramento, asi cuando le llevan
á los enfermos, como en otras ocasiones en que le lleven á cual
quiera otra parte, cinco años y otras tantas cuarentenas de Indul
gencia. Y á los que estando legítimamente impedidos para acom
pañar al Sagrado Viático, recen un Padre nuestro y una Ave-Ma
ría pidiendo á Dios por las necesidades de la Iglesia, concedió
cien dias (h).
Finalmente, Inocencio XI en 1.° de Octubre de 1678 conce
dió á todos los fieles cristianos que acompañen con luz al Santísimo
Sacramento cuando se lleva por Viático á los enfermos, siete años
y siete cuarentenas de Indulgencia; y á los que le acompañen sin
[c] La Bula empieza: Ad tollenda. Véase en Rainaldo el número 4 de dicho año.—
[d] Por su Bula Ineffabile, que es la 12 de este Papa en el tomo 1.° del Bulario romano.—
[«] Empieza: Excellenlissimum, y es la 6.* en tomo 1.° del Bulario romano.—Véanse Mar-
tene, lib. 3.° de los Ritos Antiguos de los Monges, cap. 25, nlím. 10; y San Antonino _en el
tomo 11 de las obras de Cristiano Lupo, disert. de las Sagradas Preces., cap. 3.", pág. 348
de la citada edición.—[/] Comienza: Pastoris <cterni. Es la Bula 13 en el tomo 5.° del Bu-
laño de Bremond; y la 20 en el tomo 4.°, part. 3.» del de Coquelines.—[g] Principia: Cum-
eertas, y es la 19 en el tomo 5.° del Bulario de Bremond, pág. 646.—[k] véase Ferraris so
bre esta Indulgencia, art. 6.°, núm. 13.
167
luz, cinco años y cinco cuarentenas; lo cual se entiende todas las
veces que lo hicieren: han de pedir á Dios por las necesidades co
munes de la Iglesia.—Inocencio XII, por un Breve de 5 de Enero
de 1695 (£), aprobó y confirmó dichas Indulgencias; y añadió tres
años y tres cuarentenas á todas las personas que no pudiendo acom
pañarle por algún legítimo impedimento envíen luz ó vela para que
la lleve otro; y esto todas cuantas veces lo hagan.—Estas Indul
gencias son perpetuas, y por concesión de Benedicto XIV de 13
de Setiembre de 1749 (j) pueden aplicarse á los difuntos.
Las dichas Indulgencias están concedidas á todos los fieles de
uno y otro sexo que acompañen devotamente al Santísimo Sacra
mento cuando le llevan á los enfermos. A Iqs hermanos de las cofra
días, y especialmente á los de la cofradía del Santísimo, están conce
didas muchas mas.
CUESTION XXXI.
[v] Ferraris, palab. Indulgencia, art. 5.°, niím. 2.—Marentini de la Indulgencia de Por
ciúncula, núm. 14.— [x] Holzmán, tomo 2.° do la Teología Moral, part. 5.", núin. 818.—Ka-
cemberger, núm. 88 Francisco Cors en su Luz Seráfica, cap. 3."—Aragonia, Privilegios
de los Regulares, trat. 7.°, cap. 8.° desde el núm. 7.—[y\ Pauc en el núm. 132.—Angel
Lantusca en el Teatro de los Regulares, palab. Indulgencia; y en el libro de la Regla de
nuestros Terceros—Portel, pág. 189 de la edición citada, núm. 8, y pág. 191, núm. 5. —
Martin de Torrecilla en el tomó 6.° Apologético, núm. 1244. —Viva en el Apéndice de In
dulgencias, j. l.° y 3.°—[z] En la Historia de Indulgencias, cuest. 50.
174
"sino privilegio que trata de Indulgencias." Otro privilegio seme
jante concedió Gregorio XIII á los Jesuítas (a) por una Bula
de 1579; y aun á los Cistercienses se les concedió por otra Bula,
dice Caramuel (6), que pudiesen ganar en sus propias Iglesias to
das las Indulgencias concedidas á las Iglesias de todo el mundo;
luego estos privilegios, SGgun la doctrina de Amórt, probablemente
no fueron revocados por Paulo V. Esto mismo dice Lorenzo Por
tel respecto de las Indulgencias de la Estación.—Lo segundo, la
pueden corroborar con las Bulas ya citadas de León X (c), en una
de las cuales dice á las monjas de Santa Clara, que habiendo con
cedido Indulgencia plénaria á los Menores de la Observancia que
rezasen la Estación delante del Sacramento del Altar (y los enfer
mos en sus camas) por el feliz estado de la Santa Madre Iglesia,
para quitar los discursos ó salidas de los frayles de la dicha or
den... Nos, inclinados á vuestras súplicas, os la estendemos, y quere
mos que os favorezca lo mismo que á ellos; y en cuanto sea nece
sario, de nuevo la concedemos para consuelo espiritual vuestro, y
de los mismos religiosos bajo de cuyo gobierno vivis....—Nótese el
motivo que alega León X para la dicha concesión, como tan zeloso
de la disciplina regular; y véase lo que dije acerca de esta causal
en el primer tomo, al fin de la cuestión 32.
Fray Miguel de Zug, que imprimió en Roma á mediados del
siglo décimo-octavo el Bulario de los Capuchinos, tratando de las
dichas Indulgencias concedidas por León X, dice así en el tomo
sesto (d). "Primeramente: es cierto que no se halla decreto algu-
"no particular, por el que se declaren revocadas las tales Indul
gencias; como también es cierto que habiéndose propuesto algu-
"nas veces á la Sagrada Congregación de Indulgencias, que juicio
"se debería hacer de esta concesión de León X después de la
"constitución de Paulo V^no ha dado la dicha Congregación res
puesta alguna categórica." Por lo cual se inclina á creer este sa
bio, que subsisten las tales Indulgencias todavía. Sin contradicción
ninguna, concluye: está hoy la dicha concesión en su fuerza para
los terceros seculares de San Francisco, pues no son regulares.
Finalmente, Sebaldo Minderér, á quien el R. P. Carmelita
fray Antonio de San José llama en su Compendio Salmanticen
se (c): investigador exactísimo de las Indulgencias, tiene por mas
probable y verosímil que las dichas Indulgencias no entraron en
[a] Viva en el j. 3." del Apéndice.—La Bula empieza: Cum sicul accepimus, y la.he visto
en el tomo 1.° del Instituto de la Compañía.— [6] Juan Caramuel, tomo de la Teología
Regular, ntira. 3478. — [e] Cum sicut nobis y Dum praeelsa. —[d] Fág. 236 de la edición do
Roma 1750.— [e] En el tomo 2. trat. 39,núm. 13.
175
la revocación de los Oráculos de Gregorio XV y Urbano VIII, y
que aunque fueron comprendidas para los regulares en la revoca
ción general de Paulo V, fueron después revalidadas por varios Su
mos Pontífices; y consiguientemente tiene por cierto que duran to
davía ( /).—Esta opinión sigo yo.
Argumento primero contra la conclusión.—La objeción
principal contra ella se reduce á este dilema: las Indulgencias de
la Estación del Santísimo Sacramento, ó se fundan en el Oráculo
arriba citado de León X, como quieren unos; ó en el privilegio que
el mismo León concedió por Oráculo á los hi jos de San Francisco,
para que mediante esta conmutación de diligencias pudiesen ganar
sin salir de casa las Indulgencias que estaban concedidas á los san
tos lugares de Jerusalen, de Roma, de Porciúncula y de Santiago,
como quieren otros. De cualquier modo que sea están revocadas;
porque si se fundan en el Oráculo de León X, están revocadas por
Paulo V (g) 6 Inocencio XI (A), quienes revocaron espresamente
todas las Indiligencias concedidas por Oráculo á los Regulares; y
si se fundan en el privilegio sobredicho, está revocado por Grego
rio XV (£) y Urbano VIII, quienes revocaron todos los indultos y
privilegios concedidos por Oráculo; luego las tales Indulgencias
no subsisten.
Antes de responder á este argumento, advierto que por mas
fuerza que tenga él pudiera yo omitirlo si quisiera, supuesto que
he probado mi conclusión por concesiones pontificias que son en
un todo posteriores, asi á la revocación de las Indulgencias que hi
zo Paulo V á los Regulares en 1606, como á la revocación de los
Oráculos hecha por Gregorio XV en 1622, y por Urbano VIH
en 1631. Sin embargo, como este argumento es el Aquilea de los
contrarios, y por otra parte ataca á la opinión que yo sigo de que
subsisten las dichas Indulgencias, no quiero que se quede sin al
guna respuesta mia, aunque esta, por la oscuridad 6 incertidumbre
en que nos hallamos en muchas cosas de hecho, tal vez no les sa
tisfaga, como tampoco me satisfacen á mí varias de las que tengo
leídas en algunos autores clásicos. Lo cual supuesto,
Respondo primeramente con Minderér, que respecto de los
[/] Minderér, part. 2." desde el núm. 404 hasta el 408 inclusive. — [g] En la Bula
Romanía Pontifex de 23 de Mayo 1606, que traen Ferraris, palab. Indulgencia, art. 4.°; y
Holzmán en el níím. 814— [fc] En el Decreto Delata: de 7 de Marzo de Í678, que se halla
en el mismo artículo de Feiraris; y en la Teología de Reinfestupl, tomo 1.°, trat. 12, dist. 3.",
cuest. 7.a añadida por Kreslinger.—[»] Grejorio en la Bula Romanus Pontifex^ de 2 de Ju
lio de 1622; y Urbano en la que empieza: Aliasfelicis de 20 de Diciembre de 1631.—Se ha
llan en el Apéndice Alfabético de Kacembergrr, palab. Privilegiorum civa voris oráculo con-
teSsorum rewcaíio;y en el tom. 2.° del Bulario de los Capuchinos, pág. 8.' de la introducción.
176
religiosos y religiosas de N. P. San Francisco, me inclino mas á
creer que las dichas Indulgencias, concedidas á ellos por Leon X,
se incluyeron en la citada revocacion de Paulo V; pero que despues
les han sido* revalidadas.
¿Y quién se las revalidó? Diré algo de lo mucho que he leido
acerca de esto. Antes de Paulo V las revalidó Paulo III en el año
de 1535, dicen Cordoba (j ) y Marentini; y Julio III en el de 15^53,
dicen Miguel de Nápoles (/c) y Domingo de Gubernatis.—Despues
de la revocacion de Paulo V hecha en 1606, afirman Gerónimo Ro
driguez (/) y Tomas Botario, que el mismo Papa volvió á conce
dérselas. Domingo Viva, Bordonio (//) y Mateo de Moya, dicen que
Urbano VIH se las confirmó; pero con la precisa condicion de que
habian de rezar dichas preces delante del Santísimo; lo cual no
carece de fundamento, dice Minderér: Pauc en su Viña Seráfi
ca (m) escribe que fueron confirmadas para los terceros de San
Francisco por un Breve de Alejandro VII de 28 de Julio de 1657,
y que la cláusula formal que sobre esto contiene un Estatuto in
cluido en el referido Breve, es la siguiente. "Exortamos en el
"Señor á los terceros de San Francisco que recen las acostumbra
das oraciones de la Estacion del Santísimo Sacramento, para que
"mediante esta diligencia puedan ganar seguramente las Indul
gencias concedidas por los Sumos Pontífices." El dicho Breve fue
confirmado por Inocencio XI, como dije en la primera prueba de
mi conclusion. Finalmente, el V. Arbiol en su Tercera Orden (n)
copia un testimonio jurado del R. P. Provincial fray Juan de Santa
María, en el que certifica que en el año de 1671 obtuvo de Cle
mente X que le confirmase de palabra las Indulgencias de la Es
tacion del Santísimo Sacramento para toda la orden de San Fran
cisco, en la misma forma y latitud en que sus predecesores las ha
bian concedido.—Si es cierto ó no todo lo que escriben estos au
tores, no me es fácil averiguarlo: en lo que á mí no me cabe duda,
es en que Inocencio XI é Inocencio XII nos han confirmado las
sobredichas Indulgencias, ó por lo menos nos han concedido de
nuevo una Indulgencia plenaria.
Respondo lo segundo con el sabio Capuchino fray Miguel de
[j 1 Antonio de Córdoba en las Adiciones á Casa-Rubios. —Marentini de la Indulgen
cia de Porciúncula, núm. 15. —Manuel Rodriguez, tomo 2.°, cuest 87 en la edicion de Sa
lamanca 1601, art. 7."— [k] Miguel Angel de Nápoles en el tomo 1.° de la Cronologia Se
ráfica, impreso en Nápoles 165U, pág. 293. —Gubernatis en el tomo 3.° de su Orbis Sera/U
cus, impreso en Roma 1684, pág. 315. —Vi estas dos obras en el Colegio de Querétaro. —
[/J Gerónimo Rodriguez en su Compendio, resoluc. 77, núm. 12 y 47. —Rotarío en el lugar
citado, punto 2.°, núm. 10.—[11] Francisco Bordonio en el tomo 3.° de sus obras, resoluc. 81,
núm.18.—Moya en el tomo 2.° de la Teologia Moral, trat 313, disp.4.», cuest. 8.»—[m] Pauc
en el cap. 28,núm. 132.—£1 Breve comienza: Exponi nobis. —[n] Part. 2.», cap. 21.
177
Zug (ñ), que en cuanto á los terceros seculares de nuestro P. San
Francisco está hoy en toda su fuerza la dicha concesion de Leon X.
Esta proposicion es indubitable para mí; pues he leido muy despa
cio las Bulas de aquellos Pontífices que han revocado Indulgen
cias, y me parece que ninguna de ellas les comprende.
No la de Paulo V, espedida el año de 1606 para todos los Re
gulares; pues la S. C. de Indulgencias declaró que aquellas perso
nas que no hacen votos sustanciales de religion, ya vivan en los
claustros, ya fuera de ellos, no estan comprendidas en la citada
Bula. Este Decreto de la S. C. fué confirmado a instancias de fray
Francisco Diaz de San Buenaventura, por un Breve de Inocen
cio XI de 10 de Octubre de 1686, que hallarás en el Bulario ro
mano (o) y en otros autores que cito. Luego si declararon la S. C
é Inocencio XI, que las personas que no hacen votos sustanciales
de religion no estan comprendidas en la dicha revocacion de Pau
lo V, es evidente que no haciendo tales votos los terceros secula
res de San Francisco no están incluidos en ella.
Tambien es evidente que no comprende á los terceros otra
revocacion de Indulgencias que en 7 de Marzo de 1678 hizo para
los Regulares el mismo Inocencio XI en su famoso Decreto
del que he hecho mencion tantas veces; porque en él no hizo otra
cosa este Papa que renovar para los Regulares la Bula revocatoria
de Paulo V. Luego si declaró despues el mismo Inocencio que los
terceros seculares no quedaron comprendidos en la revocacion de
Paulo V, como acabo de decir, virtualmente declaró que tampoco
quedaban en la suya.
Pero me dirán que Benedicto XIV, en una Bula (q) que espi
dió en Santa María la Mayor de Roma el dia 15 de Marzo de 1751,
revocó á los terceros seculares de San Francisco todas y cada
una de las Indulgencias que de cualquier modo les hubiesen sido
concedidas hasta entonces, y les repartió otras de nuevo, entre las
cuales no se hallan ciertamente las Indulgencias de la Estacion.
Los Franciscanos no responden á esta objecion de un mismo
modo.—El R. P. Capuchino Zug, apenas leyó esta Bula se retrató
de lo que habia escrito en el tomo sesto de su Bulario; pues al fin
del mismo tomo (r), hablando de los terceros seculares, dice así:
"En otro tiempo gozaban de las Indulgencias de la Estacion con-
[ñ] En el tomo 6.° del Bulario de loa Capuchinos, pág. 236. — [o] El Breve comienza:
Aliás emanavit, y os la Bula 162 en el tomo 11 del Bulurio romano. Tambien se halla en el
Directorio de las Tres Ordenes, art. 5.", Bula 1.»— En Perusino, part. 1.», pág. 272; y en la
Tercera Orden de Arbiol, part 2.», cap. 15.—[p] Delate scepiús.— [q] Empieza: Ai Roma-
num Pontijkem, y la hallarás en el tomo 3.° de su Bulario; y en la Cronologia de Perusino,
tomo 3.°, part. 2."— [r] En el Indice, palab. Tertiarii saculares.
178
"cedidas por León X; mas ya por una Bula que acaba de publicar
"el Sumo Pontífice que gloriosamente reina, tanto estas como otras
"Indulgencias les han sido revocadas y sustituidas otras en su lu-
"gar; de tal suerte, que lo que dije acerca de esto en la página 236
"se ha de tener por nulo y de ningún valor."—El R. P. fray Fran
cisco Cors, Lector jubilado de la provincia de Cataluña, en su Luz
Seráfica, que sacó á luz en Vich el año de 1769, responde (s) que
Benedicto XIV en la citada Bula solamente revocó á nuestros
terceros las Indulgencias y gracias personales, imitando á Pau
lo V que hizo otro tanto con los Regulares: mas no le revocó las
Indulgencias locales, ó concedidas á ciertas Iglesias y lugares píos,
como son las de la Estación del Santísimo Sacramento &c.—El
R. P. Minderér, Ex-provincial de la provincia de Argentina, que
(según llevo dicho) tiene por ciertas las Indulgencias de la Esta
ción para los terceros y demás hijos de San Francisco, pone en
su obra (/) un estracto de la referida Bula, y haciéndose cargo de
su contenido, responde que Benedicto XIV la espidió con ocasión
de algún folio ó librito presentado á la Congregación de Jos In
quisidores generales, que contenia muchas Indulgencias apócrifas,
revocadas, inciertas y mal interpretadas contra la mente de la Si
lla Apostólica, según consta de la misma Bula; y que á la religión
Seráfica incumbe suplicar al Sumo Pontífice que se digne decla
rar la mente de su antecesor, ¿si con aquellas Indulgencias apó
crifas tendría ánimo de revocar también las verdaderas, concedi
das ciertamente por sus antecesores?—Yo no sé si la religión Se
ráfica ha hecho ó no lo que dice el P. Minderér; pero si sé que (tal
vez por influjo suyo) la Tercera Orden recurrió al Papa, y consi
guió otra vez sus Indulgencias como deseaba. Y asi
Respondo que á petición de los terceros de San Francisco de
Madrid, Clemente XIV, por un Breve (a) de 16 de Junio de 1773,
reconocido y aprobado por el Comisario general de Cruzada, vol
vió á concederles las Indulgencias que antes tenían, confirmando
y renovando una Bula de su antecesor Benedicto XIII (») de 10 de
Diciembre de 1725. En ella este Papa aprobó, corroboró con au
toridad apostólica, y á mayor abundamiento concedió de nuevo to
das y cualesquier gracias, privilegios é Indulgencias hasta enton
ces concedidas y comunicadas á toda la Orden Tercera de peniten
ta] Cap. 3.°, en los núm. 3, 4 y 5.—[I] Sebaldo Minderér en su obra de Indulgencias y
Jubileo, impresa en Venecia 1764, part. 2.", núm. 440.—[u] Kmpieza: Pias Crisltfidelivm, y
le vi reimpreso en Míjico; y tengo sobre ]a mesa el que está impreso en Madrid. —[v] La
Bula comienza: Paterna. Se halla en latin en la part. 2.* de Perusino, pág. 58; y en romance
en el Prontuario de Terceros de Tellado, cap. 1.°, }. 4.°
179
cia, dividida en tres estados; renovando espresamente varias Letras
pontificias de sus predecesores, y con especialidad las que yo alego
en mis pruebas.—El dicho Breve de Clemente XIV y la citada
Bula de Benedicto XIII, traducidos al castellano, se imprimieron
en Méjico el año de 1787 con las licencias necesarias en el Suma
rio de las Indulgencias de nuestros terceros, dispuesto por el R.
P. Comisario Visitador fray Miguel de Guevara.—Luego la Bula
de Benedicto XIV no impide á los terceros que ganen las Indul
gencias de la Estacion, por habérselas concedido de nuevo Clemen
te XIV; asi como la Bula revocatoria de Paulo V tampoco impide
á los Franciscanos que las ganen, por habérselas renovado Inocen
cio XI é Inocencio XII.
Solo resta averiguar ¿si Gregorio XV y Urbano VIII que re
vocaron los Oráculos de viva voz, revocaron juntamente con ellos
las Indulgencias? A lo cual digocontra Amórt, que es opinion co
munísima y para mí cierta, de que las Bulas de los dichos Pontífi
ces revocatorias de los Oráculos, de ninguna manera se estienden
á las Indulgencias. Llevan esta opinion Paserino (ar), Teodoro,
Minderér, Gobát, Bordonio, los Salmanticenses, Peirinis, Gruebér,
y otros muchos que cito. He aqui los fundamentos de ella, la cual
siguieron como mas probable los Revisores romanos (t/) en una re
solucion que en 12 de Setiembre de 1694 dieron á la provincia de
Colonia.— 1.° Cuando los Papas conceden Indulgencias á los fieles,
siempre las espresan de muchos siglos acá con el nombre propio
que tienen de Indulgencias; luego es muy regular que hagan lo
mismo cuando las revocan.—2.° Cuando Paulo V, despues que re
vocó en el año de 1606 las Indulgencias á los Regulares, confir
mó («) en el de 1609 á los tres Ordenes de nuestro P. San Francis
co las gracias, concesiones, privilegios é indultos espirituales con
cedidos por sus predecesores y por él, no comprendió las Indulgen
cias debajo de dichos nombres; porque, como dicen Suarez (a) y Ma-
téuci, en los Rescriptos generales de los Papas no se comprende la
Indulgencia bajo el nombre de gracias, ni de indultos, ni de privi-
\x] Paserino, cuest. IOS de las Indulgencias, núm. 893.—Teodoro, part 1.», cap. 13,
art. 4.°—Minderér, part. 1.» desde el núm. ¿42; y en la conf. 11, cuest. 5.*—Gobát, tomo 1.°,
trat. 9.°, núm. 730; y tomo 2.°, trat. 4.°, núm. 22— Bordonio de los Legados, cap. 7.° desde
el núm. 164. —Los Salmanticenses Morales, tomo 4.°, trat. 18, cap. 2.°, núm. 52.—Peirinis,
núm. 1.° sobre la Bula 18 de las novisimas de Urbano VIII.—Grueber de los Privilegios de
los Religiosos, trat. disp. 4.», núm. 48, y trat. 2.°, disp. 1.», núm. 41 y 42.—Donato, Reu-
ter, Dueñas, Lantusca, Rotario, Pórres, &c. — [y] Holzmán, núm. 818 y 824.—Minderér,
part. 2.», núm. 405.—[z] Por su Bula Injuncli nobis, que hallarás autenticada en el Directorio
de las Tres Ordenes de fray Francisco Diaz de San Buenaventura, art. 5.° desde el núm. 81:
en Perusino, part. 1.» desde la pág. 266; y en el Teatro de los Regulares de Lantusca,
palab. Privilegia, núm. 4.—[a] Suarez, lib. 8.° de Legibus, cap. 9.°, núm. 10.— Mateuci so-
bre la proposicion 37, condenada por Alejandro VII. j
180
legios, sinó se nombra espresamente por su nombre propio.—3.° Si
en las cosas favorables no se comprenden Jas Indulgencias bajo el
nombre de gracias, ni de privilegios, ni de indultos espirituales, mu
cho menos se comprenderán en las odiosas, conforme á una regla
del Derecho (6); luego no hablando espresamente de las Indulgen-
dias ni Gregorio XV ni Urbano VIII en sus Bulas revocatorias, es
para mí evidente que no quedan comprendidas en ellas.—4.* Cuan
do los Papas revocan en las Reglas de la Cancelaría, que mandan
publicar al dia siguiente de su elección, las gracias, los privilegios
y los indultos concedidos por sus antecesores, no revocan por eso
sus Indulgencias; pues como afirma el insigne Canonista Navar
ro (c), solo uno que esté dormitando puede pronunciar tal desva
río; luego aunque los dichos Pontífices Gregorio y Urbano revo
casen todas las gracias, indultos y privilegios que hasta entonces
habían sido concedidos por Oráculo, no por eso revocaron las In
dulgencias, supuesto que no las nombran.—5.° Las Indulgencias á
ninguno perjudican, ni el uso de ellas causa detrimento alguno á la
disciplina eclesiástica, cuya guarda y conservación fue el fin de los
dichos Papas en revocar todos los privilegios concedidos por Orácu
lo.—6.° En fin, el Cardenal de Lugo atestiguó, por relación de mu
chos fidedignos (d), que Urbano VIII, después que hizo la última
revocación de los Oráculos, habia declarado que no fue su inten
ción incluir en ellos las Indulgencias; luego las Indulgencias no
están comprendidas en las dichas Bulas.
Agrégase á esto que los privilegios concedidos por Oráculo, si
están autenticados por alguno de los Ministros ú Oficiales de la
Santa Sede á quienes se solia y debia dar entera fe por razón de
sus oficios, no quedaron revocados por Gregorio XV ni por Urba
no VIII, como lo declaró este último en su segunda Bula (c) de 1 1
de Abril de 1635, moderando y restringiendo la primera. Quienes
sean estos Oficiales lo dá á entender la estravagante común Ad ré
gimen (/), como dicen el P. Teodoro y Reinfestuel. Es asi que,
según consta de los Anales de Vadingo (g), del Bulario de los Ca-
[b] Odia restringí',favores convenk ampliari. 15.—[c] Navarro, lib. 5." Cansilior., tít. de
las penitencias, advertencia 2.», núm. 3 Manuel Rodríguez, tomo 2.°, cuest. 99, art. 4.°—
Donato en el tomo 1.°, trat. 16, cuest 6."—[d] Véanse Minderér, part 2.*, niím. 405.—Pauo
en su Viña Seráfica, cap. 28, núm. 132.—Viva en el Apéndice de las Indulgencias, 5. 1.a,
núm. 7.—Gruebér.— [e] Empieza: Aliásfelicis, y es la Bula 477 en el toma- 6.°, part. 2.» del
Bulario de Coquelines. También la trao Ferraris, palab. OráciUa, núm. 9.°—\f\ En el li
bro 3.°, tít. 2." de Prabendis, cap. 13.—Véanse Teodoro, part. 1.*, cap. 13, art. 4.°—Reinfes
tuel, libro 5.» de las Decretales, tít. 33, ntím. 155.—Aragonia, tratado 1.a, cap. 7.°, núm. 12;
y trat. 7.°, cap. 8.°, núm. 8; y Gregorio Mayans sobre el Concordato de 1753, en el tomo 25
del Seminario de Valladares, pág. 145, observ. 28.— [g] Véanse las citas en la 1.» letra l
de esta cuest. ¡ y el Directorio de las Tres Ordenes, pág. 314, núm. 67.
181
Euchinos y del de Manuel Rodríguez, el Oráculo de León X so*
re las Indulgencias de la Estación fue autenticado por el Presbí
tero Cardenal Lorenzo Puci, que fue Datario, Protonotario apostó
lico, Penitenciario mayor, escritor de Letras apostólicas, y conti
nuo comensal de dicho Papa, como puede verse en el Breviario de
Pági, en los Anales de Rainaldo y en la Historia Pontificia de Cha
cón; luego el privilegio que León X concedió por Oráculo á los hi
jos de San Francisco acerca de la Estación no está revocado por
Urbano VIII.
En cuanto á la revocación de Oráculos hecha por Clemen
te XII en una Bula (A) de 12 de Febrero de 1732, estoy tan lejos
de creer que incluyó en ella las Indulgencias, que tengo por deli
rio aun el pensarlo. Lo uno, porque este Papa no estendió su revo
cación á todos los Oráculos en común como hicieron sus predece
sores, sino á algunos en particular, entre los cuales no pueden in
cluirse las Indulgencias, escepto que las metan por fuerza. Y lo
otro, porque aun en la Bula que espidió después en 30 de Marzo
del mismo año (i) revocando muchas constituciones que su ante
cesor Benedicto XIII habia dado á favor de varios órdenes religio
sos, no fue su intención revocarles aquellas Indulgencias que las di
chas constituciones contenian. Así lo declaró varias veces por el
órgano de la S. C. de Indulgencias, según lo dije por estenso al fin
de la cuestión undécima.
Con todo eso Eusebio Amórt se opone á mi sentir, diciendo
que las Indulgencias son propiamente indultos, gracias y privile
gios, los cuales se revocaron en las citadas Bulas de Gregorio XV
y Urbano VIII.—Que la misma y aun mayor causa habia para re
vocar las Indulgencias concedidas por Oráculo, que para revocar
los indultos y privilegios; pues nacia mucha mas confusión de aque
llas que de estos.—Y finalmente, que según la práctica de la S. C.
de Indulgencias se tienen por revocadas; pues ni suele confirmar
las al instante, ni las concede de nuevo.
Respondo que según he leido trató Amórt esta materia en tres
lugares: en la cuestión quincuagésima sesta de su Historia de In
dulgencias, en la cuestión quincuagésima de Indulgencias que so
halla ert el tercer tomo de su Teología Ecléctica, y en las notas
que puso á la obra de Privilegios de Gruebér. En el primero dice
que tiene por mas probable el que las dichas Indulgencias se com
prenden en las Bulas de Gregorio y Urbano. Lo mismo dice en el
[h] Empieza: Romanus Pontifex, y se halla en Perusino, part. 2.*, pág. 157; y en el
Ferraría, paíab. Oráculo, núm. 20 [i] Empieza también: Romanus Pontifex, y es la Bula 55
en el tomo 14 del Bulado romano: Perusino la trae en la pág. 159 de la part. 2.*
182
segundo. Pero en el tercero, oponiéndose á la opinion de Gruebér,
resuelve magistralmente que ya deja demostrado en su obra de In
dulgencias, que segun el estilo y práctica de la Sagrada Congre
gacion se tienen por revocadas las Indulgencias concedidas por
Oráculo. Confieso con ingenuidad que todas las demostraciones de
este sabio, todas las razones que alega en prueba de su opinion (las
mismas que acabo yode esponer en el argumento) por mas claras
é invencibles que á él le parezcan, no me hacen á mí fuerza nin-
funa, como tampoco hicieron á Minderér ni áTeodorodel Espiritu-
anto (j). Porque á la verdad, ¿cómo hemos de creer que en las
Bulas de Gregorio y Urbano se comprenden las Indulgencias bajo
el nombre de gracias, ó de indultos, ó de privilegios, cuando no
se comprenden en otras Bulas bajo de los mismos nombres? No se
comprenden las Indulgencias, cuando los Papas al dia siguiente de
su eleccion revocan las gracias, los privilegios, los indultos con
cedidos por sus predecesores: no se comprenden las Indulgencias en
la Bula citada de Clemente XII, revocatoria de varias Bulas espe
didas por Benedicto XIII á favor de los Regulares, sin embargo
de que dice en ella que revoca y anula todas las gracias, todos los
favores, todos los indultos y privilegios que esten contenidos en
las dichas Bulas: no se comprenden ni pueden comprenderse las
Indulgencias en las Bulas de Paulo V (Je), por las que confirmó á
los Franciscanos, á los Mercenarios y á los Benedictinos reforma
dos de Francia, todos y cada uno de los privilegios, favores, con
cesiones, gracias é indultos espirituales; luego ¿por qué se han
de comprender en las Bulas de Gregorio y de Urbano? Unas mis
mas palabras ¿no es regular que signifiquen unas mismas cosas?
Pues ¿por qué en estas Bulas se han de comprender las Indulgen
cias bajo el nombre de gracias y de indultos, y en las otras no?
¿Por qué en las cosas favorables no se comprenden, y en las odio-
isas sí? Cosa es esta ciertamente rara, y que yo no puedo entender.
Luego aunque afirme Amórt que las Indulgencias concedidas por
Oráculo estan revocadas por Urbano VIII, mientras no me dé otras
razones que me hagan mas fuerza, no puedo asentir á su opinion.
Pero ¿no te hace fuerza, me dirán los Anotadores del Ferra-
ris (t), la segunda razon que alega Amórt, de que la misma y aun
mayor causa habia para revocar las Indulgencias concedidas
por Oráculo, que para revocar los indultos y privilegios*, pues
nada mucha mas confusion de aquellas que de estos?—Tan lejos
[j] Minderér, part. 1.» desde el núm. 786.—Teodoro en el art. 4.° citado.—[k] Lee las
Bulas 46, 47 y 85 de dicho Papa en el tomo 5.°, part. 3.» del Bulario de Coquelines.—[I] En
la nota qu« han puesto al Ferraria en la palab. Oráculo, núm. ?3 de la edic. madrileña 1787.
183
está de hacerme fuerza, que veo en ella un supuesto falso. Supone
Amórt en las dichas palabras, que cuando Gregorio y Urbano revo
caron los Oráculos, habia muchas Indulgencias inciertas y dudo
sas que estaban concedidas por Oráculo. Mas ¿á quién estaban con
cedidas? ¿Al comun de los fieles? el mismo Amórt (11) me diria al
instante que no: lo uno, porque estos Papas no hablan en las dichas
Bulas con todos los fieles en comun; y lo otro, porque si me res
pondiera que sí, seria preciso que tambien dijera que la famosa
Indulgencia de Porciúncula, concedida por Oráculo (ra) á mi Se
ráfico P. S. Francisco para todos los fieles, entraba en la revoca
cion; lo cual no ha soñado ninguno hasta ahora. Pues ¿á quién es
taban concedidas por Oráculo esas Indulgencias de que nacia tan
ta confusion y escándalo? ¿Acaso á los Regulares? Nada menos
que eso, respondo yo; pues las que antes les habian concedido por
Oráculo los Sumos Pontífices, acababa de revocárselas Paulo V,
que fué inmediato antecesor de Gregorio, á quien se siguió inme
diatamente Urbano. Pondré aqui las mismas palabras de Paulo V
en la Bula (n) revocatoria de las Indulgencias de los Regulares.
"Casamos, dice, anulamos y abrogamos perpetuamente todas y ca-
"da una de las Indulgencias concedidas álas personas Regulares
"por cualesquiera romanos Pontífices y aun por Nos, ora esten con
cedidas por Letras apostólicas, ora por Oráculo de viva voz, 6 por
"otra cualquiera manera." Luego no habiendo en tiempo de Gre
gorio y Urbano las Indulgencias concedidas por Oráculo que su
pone Amórt, no es creible que ellos hubieran pensado en revocarlas.
A la tercera razon que alega, de que segun la práctica de la
Sagrada Congregacion se tienen por recocadas las tales Indul
gencias, porque no las confirma al instante, ni las concede de
nuevo; y que si nuevamente las concediera, las tendría por re
vocadas y abolidas, respondo que no son ciertas estas causales. El
que no se confirmen ni se concedan de nuevo las tales Indulgen
cias, como tambien otras que han sido concedidas en realidad por
Letras apostólicas, proviene, segun Teodoro y Minderér, ó do la
falta de pruebas aut énticas, ó de que se apartan los suplicantes del
estilo que suele tener la referida Congregacion, tanto en las nuevas
concesiones como en la confirmacion de las Indulgencias. A mas
de que la dicha Congregacion fue renovada á principios del siglo
décimo sétimo, con el fin de que moderase las Indulgencias, como
advierte Amórt (Ti); luego si ha de cumplir con este fin, no es po-
[II] Amórt en su Historia, cuestion 51.— Minderér, part. 1.», niimero 824. Teodoro.—-
[m] Hector Capici en ol tomo 2.° de las Decisiones del Derecho, observacion 191, núm. 11.—
[n] Ya dije que comienza: Romanus Pont'fcx. Es la 21 en el 3.° tomo del Bulario romano.—
[»] En su Historia de Indulgencias, pág-. 428 de la dicha edicion.
184
sibte que confirme ni que conceda de na evo todas las que le pidie
ren, aun cuando las reconozca por válidas. Luego no es buena la
ilacion que él saca, de que la S.C. de Indulgencias tiene por abro
gadas y abolidas las que no confirma al instante, ni quiere conce
der de" nuevo.—Tampoco es cierto lo que nos dice, de que si nue
vamente las concediera, las tendría por revocadas ¿No tiene
presente Amórt de que entre los Decretos de dicha Congregacion
que dio á luz en su Historia de Indulgencias, nos pone uno de 9 de
Mayo de 1729, número 1.°, en el que los Franciscanos de un con
vento preguntaron á la misma Congregacion, si cierta Indulgencia
estaba revocada, y si hábia de concederse de nuevo; y que les res
pondió á lo primero: que no estaba revocada; y á lo segundo: que
debía renovarse11. Luego la Sagrada Congregacion no tiene siem
pre por revocadas las Indulgencias que concede de nuevo.
Argumento 2.°—Teodoro del Espiritu-Santo, versadísimo en
materia de Indulgencias, como que fue Consultor de la S. C. de
ellas, elogiado de Benedicto XIV en su Sínodo Diocesano por la
obra de Indulgencias que escribió, despues de haber tratado espro
feso la materia controvertida, resuelve por último (o) que la Indul
gencia que llaman de la Estacion del Santísimo Sacramento no es
tá ya en su vigor; porque despues de haber buscado algun testi
monio auténtico ó argumento seguro de su concesion, nunca pudo
dar con él. Luego es lo mas cierto, dicen los Ilustradores del Fue
ro de la Conciencia, que no hay tal Indulgencia ó Indulgencias de
la Estacion.
Respondo primeramente que tengo al P. Teodoro por hombre
docto, versado en materia de Indulgencias, y por tanto digno del
elogio de Benedicto XIV por la obra escclente que escribió. Pero
¿de este elogio podrémos inferir que canonizó el dicho Papa todas
las opiniones de Teodoro? No por cierto; pues aunque Teodoro se
apellida del Espiritu-Santo, no sabemos hasta ahora que el Espí
ritu-Santo le haya inspirado en sus escritos. Confieso que fue hom
bre sabio, y como á tal le cito con frecuencia en esta obra; pero
¿qué hombre por sabio que sea no está espuesto á equivocarse?
Solo aquellos que escribieron los libros sagrados, como que fueron
inspirados de Dios. Todos los demas estamos sujetos á errar y á
equivocarnos. Ojalá que fuera esta la única vez que se equivocara
Teodoro. Empeñado, como dije en la cuestion octava del tomo pri
mero, en negar que la Sede Apostólica ha concedido Indulgencias
[o] Teodoro en su obra de Indulgencias, part. 2.», cap. 2.°, art. 1.°, }. 4.°—Loe dicho*
Ilustradores en el tomo 2.° sobre la proposicion 37, condenada por Alejandro VIL—Y el P.
Mas en la Suma de Ferrer, trat. 9.°, núm. 862.
185
de mil y mas años, nos asegura ('p), como Consultor de la S. Con
gregacion de Indulgencias, que en 20 de Enero de 1733 se presen
tó á la dicha Congregacion en forma auténtica un Breve de Ju
lio III de 1.° de Marzo de 1552, por el que habia concedido á una
Cofradía de la ciudad de Goa, entre otras varias Indulgencias, la
de altar de ánima; mas no quiere decirnos que entre esas otras
Indulgencias del referido Breve habia una concesion de mil años
de Indulgencia, y otra de quinientos años. Lo mas es que el P. Teo
doro se vale del citado Breve para probar que es falsa la opinion
de Tiers, de que Gregorio XIII fue el autor de los altares de áni
ma; pues ¿por qué yo no me he de valer del mismo Breve para pro
bar contra el P. Teodoro que los verdaderos Papas han concedido
miles de años de Indulgencia, cuando esta espresa en él (Nota 42)
una concesion de mil años para los que visitasen con devocion la
Iglesia de dicha Cofradía? Pero dejando esto á un lado:
Respondo lo segundo con el autor del Bulario de los Capuchi
nos (qr), que si la opinion del P. Teodoro adquirió tanta fuerza por
la fama de su doctrina, y porque imprimió en Roma su obra el año
de 1743 siendo Consultor de la S. Congregacion de Indulgencias;
tambien se imprimió en Roma en el año de 1750 otra obra del P.
fray Diego de Aragonia, aprobada por dos Consultores de la mis
ma Congregacion de Indulgencias, don Roman Justiniani, Abad
de los Monjes Silvestrinos, y fray Isidoro Mancini, Ex-provincial
de los Mínimos, intitulada: Dilucidacion de los Privilegios de los
Ordenes Regulares, especialmente Mendicantes, en la que se lee
lo siguiente (r): "Por la revocacion general de las Indulgencias de
"los Regulares, no se tiene por revocado aquel cúmulo de Indul
gencias que Leon X habia concedido á los frayles de San Fran
cisco, á las monjas de Santa Clara y Tercera Orden por Orácu
"lo de viva voz, que fue autorizado por Lorenzo Puci, que era Da
tado y contínuo comensal de dicho Papa; pues segun la declara
cion de Urbano VIII en la segunda Bula de la revocacion de los
"Oráculos, quedaron esceptuados de la revocacion, como afirma
''Teodoro (*), los que estuviesen legalizados por alguno de aque
"llos Oficiales á quienes se solia dar entero crédito por razon de
"sus oficios &c."
Respondo últimamente, que si Teodoro negó la existencia ac-
[Nota 42.]—Entre los Decretos de la S. Congregacion de Indulgencias que trae Amórt
en su Historia, cotéjese el núm. 1 de 20 de Enero de 1733 con lo que escribe Teodoro en el
lugar últimamente citado, y se conocerá claramente si es verdad lo que yo digo.
[p] Teodoro en la part 2.», cap. l.°, art. 4.°, }. 1.°— [?] En el tomo 6.°, pág. 236.—
[r] Tratado 7.°, cap. 8.°, núm. 7 y 8.—Aunque yo no he visto la edicion de Roma, tengo so
bre la mesa otra hecha en Bolonia en 1753. —[>] Part. 1.», cap. 13, art. 4.°
25
186
tual de la Indulgencia de la Estación, porque creyendo que entró
en la revocación general de Paulo V no encontró algún argumen
to seguro de su nueva concesión ó confirmación, ya la presento yo
en mis pruebas un Breve de Inocencio XI, por el que consta la con
firmación de la dicha Indulgencia, como llevo dicho. Este Breve
pudiera muy bien haberlo visto el P. Teodoro en la tercera Viña
Seráfica de Engelberto Pauc (í); en Kiliano Kacembergér, Suple
mento á la Teología Sacramental de Esporór; y en el Directorio de
las Tres Ordenes del P. fray Francisco Diaz de San Buenaventu
ra, impreso en la misma Roma el año de 1689, supuesto que estas
obras se habían publicado antes del año de 1743 en que él publicó
la suya.—Los Ilustradores del Fuero de la Conciencia, Luis Mas
y el P. fray Francisco Vidal (u), como que son mas modernos que
el P. Teodoro, pudieran también haberlo visto en Perusino, en Ar-
biol, en Minderér y aun en la Biblioteca del Ferrarísj pero sinó lo
buscaron ó no dieron con él, ¿qué he de responder yo á eso?
Argumento 3.°—El R. P. fray Francisco Sánchez, Catedrá
tico de Teología en la Universidad de Manila, en una obrita que
intituló: Exámen de Indulgencias (la vi en Méjico en la bibliote
ca del Colegio de Santos) se esplica de esta manera (t>): "Acerca de
"la Estación del Santísimo, cada uno suma y multiplica Indulgen
cias plenarias y no plenarias, según que mejor le parece. En unos
"Sumarios se dice que ganan los cofrades del Cordón siete Indul
gencias plenarias cada'dia. Un escritor franciscano dice que se
"ganan por ella cuarenta y cinco Indulgencias plenarias. En otros
"muchos Sumarios y libritos impresos, se dice que los que rezan
"dicha Estación (que con mucha facilidad puede estenderse á to-
"dos los fieles) ganan cada vez que la rezan cuatrocientas y rein
óte Indulgenciasplenarias, siete veces remisión de la tercera par
óte de los pecados, veinte y dos cuentos y ciento y un mil años de
"perdón, y treinta y dos mil trescientas treinta y cuatro cuaren-
"tenas; y se sacan trece ánimas del purgatario.—'De suerte que
"cada uno echa mas ó menos Indulgencias, según que mas ó me-
"nos tiene larga la pluma."—Hasta aquí el R. P. Maestro Sánchez,
queriendo inferir de la incertidumbre en que estamos los francis
canos acerca del número fijo de Indulgencias que podemos ganar
por rezar la dicha Estación, que no ganamos ninguna. ¡Fuerte em
peño el de este Padre Maestro!
Respondo primeramente que habiendo yo leidolas Indulgen
cias del Rosario en varios libros, he hallado en unos mas lndulgen-
JO •! cap. 19, míni. 80.—[«1 Sobre la proposición 37, condonada por Alejandro VH—
l»] En el trat. 3.°, nún». 27, 28 y 29. '
187
cias que en otros. No porque entre los religiosos de mi gran P. San
to Domingo, que son por lo común los autores de tales libros, ten
gan unos la pluma mas larga y otro menos, sino porque los unos tie
nen unos fundamentos, y los otros tienen otros. Unos juzgan que es
cierta é indubitable la Bula de Alejandro VI (x) que duplica las
Indulgencias, y otros la tienen por apócrifa é incierta (y). Esto
mismo y mucho mas es preciso que suceda á los que escriben sobre
las Indulgencias de Roma, de Jerusalen y de Santiago de Galicia,
por la incertidumbre en que nos hallamos en muchísimas cosas de
hecho: en prueba de esto referiré lo que sucedió al R. P. fray Pe
dro María Paserino. Este famoso Dominicano cuya autoridad es
de tanto peso, dice Lambertini (z), por haber sido tan práctico en
las opiniones de las Congregaciones de Roma, y haber ejercitado
allí con grandes elogios el honroso cargo de Procurador general
de su orden por muchos años, hizo las mas esquisitas diligencias
en aquella corte para averiguar cuantas y cuales son las Indulgen
cias de las Estaciones de Roma; y después de haber dado tantos pa
sos y haber consultado sobre la materia á los hombres mas sabios
é inteligentes, confiesa con ingenuidad que no pudo hallar otra cosa
que la incertidumbre (a); pero es indubitable, añade Paserino (6),
que son en gran cantidad las Indulgencias de las Estaciones.
Ahora bien: si es cierta la opinión que sigue Minderér con
otros muchos, de que aun está hoy vigente para nosotros la conce
sión sobredicba de León X, ¿qué multitud de Indulgencias no ga-
narémos en rezarla? ¿Qué escritor, por mas diligente que sea, po
drá averiguar las Indulgencias que han sido concedidas á los fieles
en Santiago, en Porciúncula, y especialmente en Roma y en Jeru
salen? El Beato Ligorio (c) afirma que llegan estas Indulgencias
á quinientas treinta y tres plenarias, y que las parciales son innu
merables. Otros dicen otra cosa, porque tienen otros fundamentos.
¿Y quién se admirará de que varíen los escritores en eso?
Mas porque algunos se escandalizan con el P. Sánchez, de que
por rezar una Estación al Santísimo Sacramento puedan ganar los
hijos de San Francisco tantas Indulgencias plenarias, referiré aqui
una consulta que trae Amórt (d). "Se preguntó á la S. Congrega
ción de Indulgencias sí los cofrades del Cordón de San Francisco
[x] Empieza: Ilius qui, y la he visto en el Bulario de Bremond, tomo 4.°, pág- 115.-—
[y] Véanse el Tesoro de Vivos, pág. 35 de la impresión de Madrid 1755, y el Crisol del Ro
sario del P. fray Francisco González, cap. 4.°, núm. 28.—[z] En las instrucciones Pastorales
la 48 y la 81.—[a] JVtWZ aliud invenirepotui, nisi qub incertum sü, quantee quálet sint hu-
jusmodi Stationales Indulgeniice.—[6] En la obra de Indulgencias, cuestión 98, núm. 770.—•
fe] Beato Alfonso Lieorio, Glorias de María, part. 2.% obsequio Ó.°—[d] En su Historia do
Jndulgencias, antes de las cuestiones prácticas.
,188
"andando el Viacrucis, en memoria de la pasion del Señor, ganan
"por cada vez setenta y siete Indulgencias plenarias, segun se ha-
"bia divulgado en el arzobispado de Albi. La razon de dudar era,
"porque Inocencio XI á 30 de Setiembre de 1681, é Inocencio XII
"á 16 de Diciembre de 1696, en sus respectivos Breves les conce
den por andar el Viacrucis las mismas Indulgencias que se ganan
"por visitar los Santos lugares de Jerusalen; Urbano VIII é Ino
cencio XII en su Breve (e) de 19 de Mayo de 1694, conceden las
"mismas Indulgencias que hay en las Estaciones de las Iglesias de
"Roma, de Compostela y de Porciúncula. Se computa que estas son
"setenta y siete plenarias, y que se sacan trece almas del purgato
rio.—Respondió la Sagrada Congregacion el dia 17 de Noviem-;
"bre de 1710: Dilata."
No se escandalizó pues la S. Congregacion de tantas Indul
gencias plenarias como la propusieron en la consulta: dilató sí cuer
damente la respuesta, por ser tan dificil averiguar el número fijo
y determinado de las que se ganan en Jerusalen, y aun en las Igle
sias de Roma. Solamente en Jerusalen, escriben varios autores que
he lcido (/), hay mas de veinte plenarias y otras muchas parcia
les. En Roma, dice Domingo Viva ( g) que todos los dias hay trein
ta y ocho Indulgencias plenarias concedidas á varias Iglesias, y
un sin número de no plenarias. Si á estas Indulgencias agregamos
las de Compostela y Porciúncula, y las que estan concedidas á las
Estaciones de Roma, aunque estas no se ganan sinó en los dias de
Estacion señalados en el Misal romano, ¿qué mucho será que lle
guen á gran número las plenarias, y á mucho mayor las parciales?
Respondo lo segundo, que hasta ahora no he leido que autor
alguno franciscano estienda á todos los fieles las sobredichas In
dulgencias de la Estacion, como quiere darnos á entender el R. P.
Sanchez en su paréntesis. Y á la verdad, que hablémos de la Indul
gencia confirmada espresamente por Inocencio XI, de la que trato
especialmente en la conclusion, ó que hablémos del cúmulo de In
dulgencias que concedió por rezar la Estacion Leon X, ninguna
de estas concesiones fue hecha á todos los fieles en comun, sino á
los hijos de San Francisco en particular.
Respondo lo tercero, que me llené de admiracion cuando leí en
el Sumario de las Indulgencias (Nota 43) que gozan los terceros
[Nota 43.]—Se halla este Sumario á continuacion del tratado del Tercer Orden de Santo
Domingo de Guzman, compuesto por el Dr. Gabril Verdú, reimpreso en Mejico año de 1777,
y en esta ciudad de la Habana el de 1788.—[e] Comienza: Debüum [/] Minderér, part.2.»
irám.372.—Manuel Rodríguez, tomo 2.° de las Cuestiones Regulares, cuest.93. Miguel de Zug
e* el tomo 3.° del Bulario de loe Capuchinos, desde la pág. 233.—Perraris, Arbiol.—[g] Viva
en el Apéndice de las Indulg., §. 1.°, núm. 8.—José Roca en su Opúsculo Seráfico, niím. 80.
189
de nuestro P. Santo Domingo, compuesto por el R. P. Maestro fray
Francisco Sanchez, Rector de la Universidad de Manila, la con
cesion siguiente (7¿): "Rezando (los terceros de Santo Domingo)
seis Padre nuestros y Ave-Marías con Gloria Patri al fin de cada
"uno de ellos; los cinco, en reverencia de las cinco Llagas de Cristo
"Señor nuestro; y el uno, por la intencion del Sumo Pontífice, ga-
"nan veinte y dos cuentos, ciento y un mil años de perdon, y cua
trocientas y veinte Indulgencias plenarias, y veinte y siete veces
remision de la tercera parte de todos sus pecados, y treinta y dos
"mil trescientas y veinte y cuatro cuarentenas de perdon; y se sa-
can trece ánimas del purgatorio. Todo esto se gana tantas cuan-
tas veces rezaren, ya sea en la Iglesia, ya-sea en su casa, en la ca-
"lle, ó en los caminos.—Sumario de Lima."
¿Y quién no se admirará de ver por una parte en el Examen
de Indulgencias el empeño que tomó el P. Sanchez en oponerse
á la Estacion del Santísimo Sacramento y á sus Indulgencias; y por
otra, que no obstante toda esa oposicion tuvo por válidas á las mis
mas Indulgencias que impugnó, y las colocó en el Sumario de los
terceros de su misma orden? Yo supongo que esta concesion del
Sumario no fue hecha inmediatamente á los terceros de nuestro P.
Santo Domingo, sino que gozan de ella por la participacion tan
ámplia que dice el P. Maestro que tienen con todas las religiones,
Terceras Ordenes y Cofradías. Y en esta suposicion, ¿de.dónde la
sacó el dicho Padre? El nos dice que del Sumario de Lima; pero no
nos esplica si este Sumario de Lima era de la Cinta, ó del Cármen,
ó de la Merced. Yo soy de sentir que el tal Sumario seria del Cor-
don, ó de los terceros de San Francisco. En prueba de eso, coteje
el que quiera esta concesion del Sumario que se halla en esta mis
ma página, con la que dice el mismo Padre que encontró en mu
chos Sumarios impresos del Cordon, y está de letra cursiva ó bas
tardilla, y conocerá claramente que un huevo no es tan semejante á
otro huevo, como una concesion á otra.
Ahora bien: que llame yo con el comun de los fieles Estacion
del Santísimo Sacramento á lo que el P. Sanchez no quiere llamar
Estacion, pero conviene conmigo en decir que son seis Padre nues
tros y seis Ave-Marías con seis veces el Gloria Patri, es una cues
tion de nombre que no varia la sustancia. En esta suposicion, de
buena gana pondria yo al R. P. Maestro este dilema. Si la conce
sion que halló V. P. en los Sumarios del Cordon es cierta para los
tercero* de su orden, porque participan de las Indulgencias de to-
[k] Esta se halla en el §. penúltimo de las concesiones, folio 80 de la impresion mejica*
na, y 73 de la habanera. Tengo las dos á la vista.
190
das laB Terceras Ordenes y Cofradías, como dice V. P. en su Suma
rio, ¿por qué no ha de ser cierta para los hermanos del Cordón y
terceros de San Francisco, á quienes directamente se concedió? Y
si para estos no es cierta, como dice V. P. en su Exámen de Indul
gencias, ¿por qué ha de ser cierta para aquellos?
Argumento 4°—Otra objeción hace Tiers (t) contra las In
dulgencias de la Estación, diciendo que son desmedidas y despro
porcionadas. Pero ¿qué mucho que este Crítico severo hable así de
las Indulgencias de la Estación, cuando se atreve á hablar del mis
mo modo de las Indulgencias de la Cinta, del Cármen y del Rosa
rio, aprobadas espresamente por la Sagrada Congregación de In
dulgencias y por los romanos Pontífices? Tal es el respeto con que
suele hablar este francés de la Sagrada Congregación y de los
Papas: todo le huele á superstición, y nada le parece bueno sino lo
que opina él. Pudiéramos decir á este monsieur lo que dijo el San
to Job (j) á sus amigos: ¿qué, tú solo eres el hombre sabio que hay
en él mundo; y en faltando tú, faltará en él la sabiduría? Yo res
pondería al instante á ese argumento de Tiers, sino lo hubiera he
cho ya en la cuestión 57 del tomo primero.
Por último, haré algunas advertencias acerca de la Estación
y de las Indulgencias sobredichas.—1.a Que aun estando hoy en su
vigor la citada concesión de León X, no podemos ganar todos los
dias por rezar la Estación mayor del Santísimo Sacramento las
Indulgencias estacionales de Roma. La razón es, porque el Sumo
Pontífice Inocencio XI (k) determinó en el año de 1678, con acuer
do de la Sagrada Congregación, que no se puedan ganar las Indul
gencias estacionales de Roma, sinó en los dias de las Estaciones
señalados en el Misal romano; y de consiguiente, solamente en es
tos dias, que son ochenta y siete en el año, podremos ganar tales
Indulgencias. Pero en cuanto á los demás, podrémos ganarlas todos
los dias, según dice Minderér rezando en ellos la referida Es
tación.—2.a Q,ue habiendo decretado el mismo Papa "que no se gane
"mas de una vez al dia la Indulgencia plenaria, concedida á los que
"en ciertos dias visitaren la Iglesia ó hicieren otra obra piadosa,"
aunque recemos dos ó mas veces al dia la Estación del Santísimo
Sacramento, no podemos ganar en aquel dia por rezarla mas de
una Indulgencia plenaria para nosotros; pero podrémos aplicar por
[i] En el Tratado de las Supertictones, lib. 7.°, cap. 14 v 15.—[/] Job 12, 2.—IlclPor
BU Decreto Delata, que hallarás en Potesta, tomo 1.° de su Examen, núm. 3813.—En la Teo.
logia moral de Keinfestuel, trat. 12, dist. 3.', cuestión 7.*—Y en la Tripartita de Arsdekin,
tomo 2.°, part. 2.», trat. &°, cap. 7.°—;/] Minderér, part. 2.», núm. 438.—K&oembergér de
lu Indulgencias, núm. 88.
191
los difuntos (11) todas las demás Indulgencias.—3.a Que no es cier
to lo que está impreso en algunos libritos (m), de que el religioso
que rece la Estación menor de tres Padre nuestros y tres Ave-Ma
rías, y aun el que rece un solo Padre nuestro y un Ave-María con
el Gloria Patri, gana las mismas Indulgencias que ganaría si re
zara la Estación mayor; pues ni constan las tales concesiones (No
ta 44), ni aun cuando constaran subsistirían en el dia, porque entra
ron en la revocación de Paulo V, y no han sido revocadas.—4.a Q,ue
para ganar las Indulgencias de la sobredicha Estación, no es me
nester rezarla estendidos los brazos. La razón es, dicen Holzmán
y Minderér (n), porque los Papas parece que no han mirado tanto
á aquel modo de orar, cuanto á la sustancia de la oración; y tam
bién, porque aunque en una ú otra concesión antigua se pedia la di
cha condición, los Pontífices mas modernos no hacen mención al
guna de la estension de los brazos. Sin embargo, no he podido me
nos de estrañar (según he observado en varios pueblos donde he es
tado misionando) de que haya algunos predicadores que reprueben
este modo de orar en las mugeres, estando él autorizado, ya con •
la determinación de los Papas, ya con el ejemplo de María Santí
sima (ñ) y de Jesucristo. Y si acaso me replican que las mugeres
se pondrán indecentes y con los brazos desnudos; respondo lo pri
mero, que si ellas no quieren no se pondrán indecentes; y lo segun
do, que prediquen muy en hora buena contra la desnudez de los bra
zos, mas no contra un modo de orar que es tan agradable á Dios.
Yo le doy gracias de que he visto en las Iglesias de Méjico á mu
chas señoras quo no se han avergonzado de rezar la Estación del
Santísimo en esa postura; pero no puedo negar que hay muchos
entre los cristianos que se avergüenzan de la Cruz de Jesucristo.
CUESTION XXXII.
Los fieles ¿pueden ganar algunas Indulgencias rezando una
parte de Rosario!
Consta de Letras pontificias que el gran Patriarca Santo Do
mingo (a) instituyó el Santísimo Rosario por inspiración divina.
[Nota 44.]—Ni en nuestros Anales, ni en Manuel Rodríguez, ni en ninguno otro autor
clásico he hallado mas que lo que dice Casa-Rubios en la palabra Indulgeníioe Slationum
quoad Fratres, núm. 15.— [//] Minderér, part. 1.a, confer. 7.', caso 3.°; y en el núm. 549.-—
Viva del Jubileo, cuestión 6.', art. último. — Y en el Apéndice, {. 1.°, núm. 8. — ["•] Joaquín
de Alvalate, Tratado de la Teología Mística, cap. 15. —Agustín de Oliva, Esplicacion de las
Obligaciones del Fraylc Menor; en el Tesoro Espiritual que pone antes de la Esplicacion de
la Doctrina.—Carlos Sánchez, Instrucción de Novicios, trat. 7.?, pág. 479 y 481.—[n] Holz
mán, ntím. 818. —Minderér, part. 2.°, núm. 438. —Pauc, cap. 21, núm. 93.— 1»1 Mística Ciu
dad de Dios, part. 2.", en los números 444, 687, 700 y 849.— [a] Véase su Vida, escrita por
el Beato fray Francisco de Posadas, é impresa en Madrid 1748, lib. 1.°, cap- 7.° y 14*
Mandóle la Reina del cielo que lo predicara por todo el mundo, pa
ra aplacar la ira de Dios, é implorar la protección de la misma Ma
dre de las misericordias: el Rosario entero se compone de quince
dieces, y se llama también Salterio; porque asi como el de David
tiene ciento y cincuenta Salmos, asi este tiene ciento y cincuenta
Ave-Marías, entreverada entre estas la Oración Dominical ó el Pa
dre nuestro; también se llama comunmente Rosario el que se com
pone dé cinco dieces, que es la tercera parte.*La devoción del Rosa
rio es; muy útil á la Iglesia, como que es un presidio singularísimo
•¡contra todos los vicios y heregías. Aumentóse esta, dice el Cardenal
Petra (&), cuando la aprobó Sixto IV á instancias de Francisco Du
que de Bretaña, y de su esposa Margarita; y se ha estendido tan
to entre los católicos, que al presente, decia el Beato Ligorio (c) en
el siglo pasado, no hay devoción mas practicada de los fíeles de to
dos los estados que la del Santísimo Rosario. ¡Ojalá que pudiera
yo decir lo mismo de este siglo en que vivimos! Para que así su
ceda, y reviva la devoción del Rosario que se ha amortiguado en
tre nosotros.
Respondo lo primero que Sixto IV, por una Bula (d) de 1479,
concedió cinco años y cinco cuarentenas de Indulgencias á todos los
cristianos que recen la tercera parte del Rosario, por cada vez
que la recen. Clericato (e) dice que Clemente VII añadió otros dos
años á los que ho son cofrades del Rosario; pero yo, que he leido y
releido la Bula del dicho Papa, no puedo conformarme con su opi
nión; pues Clemente no habla en toda la Bula sino con los cofrades;
y así, á ellos y no á todos los fieles concede las dichas Indulgencias.
Respondo lo segundo que Benedicto XIII, por un Decreto (f)
de la S. C. de Indulgencias de 13 de Abril de 1726, concede á todos
los fieles de ámbos sexos que recen con devoción el Rosario, ó á lo
menos una parte de él, cien dias de Indulgencia por cada Padre
nuestro y otros ciento por cada Ave-María. Y á los que por un año
entero recen todos los dias ó el Rosario ó su tercera parte, si con
fesados y comulgados pidieren á Dios por las necesidades comunes
de la Iglesia, les concede una vez en el año Indulgencia plenaria,
aplicable por los difuntos en el dia que cada uno elija.—Para lo
cual se requieren dos condiciones. La primera, que el Rosario esté
bendecido por algún religioso Dominico; y la segunda, que cuando
[6] En el tomo 5.° sobre la Bula 18 de Sixto TV desde el núm. 10.— [c] Glorias de Ma
ría, part. 2.", obsequio 3.°—fd] Empieza: Ea ipuc, y es la 18 de este Papa en el tomo L° del
Bulario romano.—[e] Juan Clericato en el tomo 2.°, decís. 9.* del Sacramento de la Peni
tencia, núm. 9.—La Bula de Clemente, comienza: Etsi temporalivm, y es la 40 en el mismo
Bulario.—[f] Se halla ea el tomo 6.° del Bulario de Bremond, pág.'586.— Y en Mindcrcr,
part. 2.", núm. 579.
193
recen el Rosario mediten los misterios de nuestra reparación. Y
así, el que rezando el Rosario medite los novísimos, ú otras cosas
buenas que no sean los dichos misterios, no ganará las Indulgencias,
como lo resolvió la misma Congregación (g). Pero el dicho Pontífi
ce declaró después (&•), que las personas rudas y que no saben me
ditar, puedan ganar las Indulgencias con solo rezar devota y pia
dosamente el Rosario.
De otras Indulgencias que pueden ganar todos los fieles re
zando todo el Rosario ó su tercera parte, hablaré al fin de la cues
tión siguiente. A los cofrades del Rosario les están concedidas mu
chísimas mas Indulgencias por rezarle} pero ya hablé de ellas en
la cuestión XIV de este tomo.
■ »
CUESTION XXXIII.
[Nota 45.] Siguen esta opinión León X en el Breve Exponi nolis de 14 de Setiembre
de 1517, que traen los Anales de Vadingo en el núm. 38 de dicho aBo.—José de Jesús Ma
ría en la vida de nuestra Señora, tomo!).0, cap. 14.—Alapide sobre los Actos de los Após
toles.—Suarez, tomo 17, part. 2.a de la Encarnación.—Goti, tomo 1.° de la Verdad de la Re
ligión, trat 5.°, cap. 40, }. 3.°—Rudimentos Histéricos, tomo 3."—Sabino, Henno, y otros
muchos de mi Seráfica órden.—[b] Part. 2. *. núm. 396.—[e] De la edición madrileña 1769.
Otras ediciones lo traen en el núm. 90.—[d] El primer Breve, comienza: Exponi nobit, como
ya dije; y el segundo: Dum prcccelsa, que está en los Anales de los Menores, tomo 15 de la
segunda edición.— [e] Empieza también: Exponi nobis, y lo hallarás traducido al castellano
enla cuest. 31 de este tomo.—[/ ] Pitoni en el tomo 2." de las Constituciones para los Re
gulares, núm. 1749—Paserino, cuest. 108 de las Indulgencias, núm. 884.—Vidal sobre la
proposición 37 condenada por Alejandro VII, núm. 40.—-Pórres én el lib. 2.°, cap. 1.°, nú
mero 22.—Sánchez en su Examen, trat 4.°, núm. 20.—Peirinis, tomo 2.°, cap. 6.° de las
Adiciones, núm. 59.—Sabino, trat. 65, cuest. 15 y 16.—Portel y Lantusca en la palabra In-
dulgencia.—Atagoma. Cornejo &c.
195
Roma. Yo no he logrado hasta ahora ver el Rescripto pontificio; pe
ro algunos autores de los que cito aseguran que lo vieron en Roma.
Que las religiosas sujetas al Ministro general de mi orden,
Ílos terceros de nuestro P. San Francisco participen de la dicha
ndulgencia, consta claramente de una Bula de Inocencio XI (g)
de 5 de Setiembre de 1686, y de otra de Inocencio XII (h) de 16
de Diciembre de 1696; puesto que las dos confirman la mutua co
municación de Indulgencias, aunque sean plenarias y aplicables
por los difuntos, que habia sido ya concedida por la Santa Sede á
las personas de uno y otro sexo sujetas á la obediencia ó dirección
CUESTION XXXIV.
CUESTION XXXV.
[al Puedes verlo en Minderér, part. 2.', núm. 462; y en la Teología de Amórt, cueit. 47
de las Indulgencias.—[M Por Decreto Urbis Orbis. Véase la Colección de Oraciones, por
las que loa Sumos Pontífices han concedido Indulgencias, pág. 291 de la citada impresión.—
[o] En el Diccionario Ricciano, en las palabras Indigestiones y Superstición.
199
El ejercicio es rezar á María Santísima con espíritu de reli
gión y corazón contrito, por la mañana y por la tarde lo siguiente.
Los que no sepan latin, dirán por la mañana la Salve y los ver
sos que siguen: "Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vi-
"da y dulzura, esperanza nuestra. Dios te salve. A tí llamamos los
"desterrados hijos de Eva. A tí suspiramos, gimimiendo y llorando
' en este valle de lágrimas. Ea pues, Señora, abogada nuestra, vuel-
"ve á nosotros esos tus ojos misericordiosos, y después de este des
hierro muéstranos á Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh, cle-
"mentísimaJ ¡Oh, piadosa! ¡Oh, dulce Virgen María!
"V. Dígnate, Virgen sagrada, de que yo te alabe.
"R-. Dame valor contra tus enemigos.
"V Sea Dios bendito en sus Santos.
"ft. Amen."
Y por la tarde dirán lo siguiente: "Debajo de tu protección
"nos acojemos, Santa Madre de Dios: no deseches nuestras súplicas
"en nuestras necesidades, y líbranos siempre de todos los peligros,
"Virgen gloriosa y bendita.
"V. Dígnate, Virgen sagrada, de que yo te alabe. x
"ijt. Dame valor contra tus enemigos. •
"V. Sea Dios bendito en sus Santos.
Amen.»
Los que sepan latin, podrán decir por la mañana: "Salve Re
agina, Mater misericordiae, vita, dulcedo, et spes nostra salve. Ad
"te clamamus éxules filii HevaB. Ad te suspiramos gementes, et fíen
les in hac lacrimarum valle. Eja ergo Advocata nostra, illos tuos
"misericordes óculos ad nos converte. Et Jesum benedictum fruc-
"tum ventristui nobis post hoc exilium ostende. O clemens, ó pia,
"ó dulcis Virgo Maria.
""*". Dignare me landare te, Virro sacrata.
"ljt. Da mihi virtutem contra hostes tuos.
"V. Benedictus Deus in Sanctis suis.
"fr. Amen."
Por la tarde: "Sub tuum prsesidium confúgimus, Sancta Dei
"Génitrix: nostras deprecationes ne despicias in necessitatibus nos-
"tris, et á periculis cunctis libera nos semper, Virgo gloriosa et be
nedicta.
*V. Dignare me laudare te, Virgo sacrata.
"IL Da mihi virtutem contra hostes tuos.
"V. Benedictus Deus in Sanctis suis.
"IL Amen." Lo cual supuesto:
Respondo lo primero, que el dicho Pió VI, por Decreto Ur
200
bis ¿f Orbis de la Sagrada Congregación de Indulgencias de 5 de
Abril de 1786 (6), concedió perpetuamente cien dias de Indulgencia
en cualquier dia de la semana, y siete años y siete cuarentenas en
los domingos, á todos los fieles de uno y otro sexo que practicaren
el dicho ejercicio.—Item: á los que diariamente rezaren con devo
ción las dichas preces, concede perpetuamente dos Indulgencias
plenarias cada mes, que podrán alquirir en dos domingos á su elec
ción, en los que confesando y comulgando pidan á Dios según la
intención del mismo Papa.—A mas de esto, concede Indulgencia
plenaria con las mismas condiciones, en todas y en cada una de las
festividades de nuestra Señora, y en el dia de Todos Santos.—Y fi
nalmente, Indulgencia plenaria para el artículo de la muerte, con
tal que entonces se confiesen y comulguen si pudieren, y si no á lo
menos tengan verdadera contrición.
Aprovéchate de tan gran tesoro, pide á Dios por los estravia-
dos, edifícalos con tus buenas obras, sin faltarles á lo que te ordena
Ja caridad; y para que merezcas el patrocinio de María Santísima
y el de los Santos, celebra con particular devoción sus fiestas. Estos
fueron los deseos del señor Pió VI.
Respondo lo segundo, que Benedicto XIV, por Decreto de la
S. Congregación de Indulgencias (c) de 9 de Febrero de 1743, con
cedió las Indulgencias siguientes á los Rosarios ó Coronas llama
das de Santa Brígida, benditas por los Superiores de los monaste
rios del Santísimo Salvador, ó por otros Sacerdotes que sean dele
gados para ello.
"1.°—El que rezare con el Rosario ó Coronado Santa Brígi-
"da, ganará cien dias de Indulgencia por cada Padre nuestro, otros
"ciento por cada Ave-María, y otros ciento por cada Credo.—2.° El
"que rezare dicho Rosario ó Corona de quince dieces, ganará ade
las de la Indulgencia de cien dias, siete años y siete cuarente
nas.—3.° El que rezare el mismo Rosario con otra ú otras perso
gas, todas ganarán las mismas Indulgencias como si cada una di
jera este Rosario por sí sola.
"4.°—El que rezare dicho Rosario á lo menos de cinco dieces
"todos los dias por un año entero, y verdaderamente arrepentido y
"confesado comulgare el dia que quiera, y pidiere á Dios por las ne
cesidades comunes de la Iglesia, conseguirá Indulgencia plenaria.
[b] He visto una copia del Decreto en un cuaderno en 16.°, cuyo título es: Indulgencias
Perpétuas, concedidas por el señor Pió VI, impreso en Puebla en la oficina del Seminario Pa-
lafoxiano, año de 1794. Hacen mención de él Guaseo en el lugar citado: el Anónimo Do-
mimcano en el Tratado de Indulgencias, part. 1.', cap. 3.°, }. 1.°; y la dicha Colección en la
pág. 59—[c] Le hallarás en el Ferraris, palab. Indulgencia, art. 6.° antes del núm. 24.
301
"La misma Indulgencia ganará el que tenga costumbre de rezar el
"dicho Rosario todos los dias por un mes continuo, y confesado y
"comulgado en un dia del dicho mes á su elección, visitare una Igle-
"sia, y pidiere á Dios en ella como arriba.
"5.°—El que acostumbre rezar dicho Rosario ó Corona, aun
que sea de cinco dieces, á lo menos una vez cada semana, si con
desado y comulgado en la fiesta de Santa Brígida visitare cualquie- '
Mra Iglesia, y en ella pidiere á Dios como arriba, conseguirá Indul
gencia plenaria de todos sus pecados (Nota 46).
»6.°—El que en el artículo de la muerte encomendando su al-
"ma á Dios, y confesándose y comulgando, ó si no pudiere hacerlo
"por cualquier impedimento, á lo menos contrito dijere Jesús con
"la boca; ó no pudiendo, por lo menos con el corazón, ganará In
dulgencia plenaria.
"7.°—El que llevando consigo la dicha Corona, pidiere á Dios
"de rodillas por cualquier agonizante cuando tocan á agonias, ga
znará todas las veces que lo hiciere cuarenta dias de Indulgencia.
"8.°—El que teniendo cerca de sí la dicha Corona, si arrepen
tido de sus pecados hiciere exámen de su conciencia, y dijere tres
"veces el Padre nuestro y el Ave-María, conseguirá veinte dias
"de Indulgencia.
"9.°—El que teniendo consigo la misma Corona, oyere misa en
"cualquier dia aunque sea festivo; ó asistiere á oir la palabra de
"Dios; ó acompañare al Sagrado Viático cuando lo llevan á algún
"enfermo; ó redujere á cualquier estraviado al camino de la salva
ción; ó hiciere cualquiera otra obra piadosa en honor de nuestro
"Señor Jesucristo, ó de la Beatísima Virgen María, ó de Santa
"Brígida, y rezare tres Padre nuestros y tres Ave-Marías, logrará
"cien dias de Indulgencia.
"10.—Todas las sobredichas Indulgencias puede cada uno ga
farlas para sí, ó aplicarlas por modo de sufragio á las ánimas del
"purgatorio.
"La misma Congregación, renovando el Decreto de 26 de No
viembre de 1714, prohibe que las dichas Coronas se vendan &c,
"según dije de las de Jerusalen al principio de la cuestión 17 de
"este tomo."
[Nota 46.]—En el tomo 1.° de las obras del V. P. Fr. Diego José de Cádiz, impreso en
Madrid el año de 1796, en la noticia de las Indulgencias de las Coronas de Santa Brígida
que se halla al fin de la Introducción, se ponen otros veinte y cuatro dias de Indulgencia ple
naria; pero yo no me atrevo á especificarlos aquí, pues citándose allí una concesión de Be
nedicto XIV de 15 de Enero de 1743, veo que el Decreto de la S. Congregación de Indul
gencias que yo cito y que es posterior á la dicha concesión, no hace mención de tales dias.
Ni tampoco la Colección de Oraciones: véase la pág. 421.
27
20»
• Respondo lo tercero, que León XII con su propio Rescripto
de 21 de Oetubre de 1823 (que se conserva en el archivo de los
Padres Menores Observantes de Araceli de Roma) concede perpe
tuamente á todos los fieles cristianos la Indulgencia de cien dias,
por todas las«veces que rezaren las siguientes tres breves oraciones
con tres Ave-Marías á la Beatísima Virgen, para alcanzar su pro
tección en el ejercicio de las virtudes, y especialmente de la casti
dad.—A aquellos que las hayan rezado todos los dias en el espacio
de un mes, al fin del mismo concede Indulgencia plenaria en un
dia á su arbitrio confesando, comulgando, y pidiendo según la in
tención del Sumo Pontífice. Las cuales Indulgencias son aplica
bles también á las ánimas del purgatorio.
IAS TRES ORACIONES.
"Primera.—Os venero con todo el corazón, Virgen Santísi
ma, sobre todos los Angeles y Santos del paraíso, como á Hija del
"Eterno .Padre, y os consagro mi alma con todas sus potencias: se
•'reza una Ave-María.
"Segunda.—Os venero con todo el corazón, Virgen Santísi-
»ma, sobre todos los Angeles y Santos del paraiso, como á Madre
"del Unigénito Hijo, y os consagro mi cuerpo con todos sus senti
dos: se reza otra Ave-María.
" Tercera.—Os venero con todo el corazón, Virgen Santísima,
"sobre todos los Angeles y Santos del paraiso, como á Esposa ama-
"da del Espíritu-Santo, y os consagro mi corazón con todos sus
"afectos, pidiéndoos que me alcancéis de la Santísima Trinidad to-
"dos los medios para salvarme: otra Ave-María (d)."
Respondo lo cuarto, que para acrecentar mas en todos los fie
les la devoción á María Santísima de los Dolores, y escitarlos á una
grata memoria de la pasión de su Hijo Jesús, concedió Pió VII
trescientos dias de Indulgencia (que se han de ganar una vez al
dia) á los que contritos de corazón rezaren siete Ave-Marías, y
los versos siguientes: Sancta Mater istud agas, Crucifixijige pla
gas Cordi meo validé.—Los que no sepan latín, digan estos:
Santa Madre de Jestts, imprime en mi corazón sus llagas y su
pasión, sus tormentos y su cruz.—A los que en el discurso de
un mes practiquen devotamente este piadoso ejercicio, concede ca
da mes Indulgencia plenaria, que conseguirán en un dia á su arbi
trio, en el que confesados y comulgados pidan á Dios por la Santa
Madre Iglesia. Las dichas Indulgencias pueden aplicarse también á
CUESTION XXXVI.
[e] Véase la citada ColeccioD, pág. 169.—[/I Lee el Diccionario de la lengua castella
na por la Academia española, en la palab. Patrocinio, 3." edición.—[g] Por su Breve Quan
tum ornamenti, que hallarás en el tomo 4.° de la Cronología Seráfica, pág. 378; y en las Adi
ciones á Ferraris.— [a] La dicha Colección, pág. 362.—£¡1 Diario de Méjico de 7 de Junio
de 1808 en el tomo 8."»
204
el artículo de la muerte á los que hayan frecuentado en vida el re
zo de la misma oración, que es la siguiente.
Al glorioso San
HIMNO.
Te splendor, et virius Patris, &c. con la conclusión Patri,
simulque Filio, como esta en el Breviario el dia 29 de Setiembre,
en las primeras vísperas de San Miguel.
ANTÍFONA.
Princeps gloriosíssime, Míchael Archángele, esto mentor
nostri: Me, et ubique semper precitre pro nobis Fílium Dei.
V. In conspéctu Angeldrum psallam Ubi, Deus meus,
9r. Adorábo ad tepmlum sanctum tuum, et confitébor [nó-
mini tuo. , ,T„
OREMTTS.
Deus, qui miro órdine Angeldrum ministerio, homimím-
que dispensas: concede propítius; ut a quibus tibi ministránti-
bus in calo semper assístitur, ab kis in térra vita nostra munia-
tur. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.
[e] Véase Zug en el tomo 7.° del Bulario de los Capuchinos, pág. 423.
208
11. Beata Verónica de Julianis, capuchina.
14. San Buenaventura, Doctor.
24. San Francisco Solano.
agosto.—2. Santa María de los Angeles de Porciúncula.
12. Santa Clara, Virjen.
16. San Roque.
19. San Luis, Obispo.
25. San Luis, Rey.
setiembre.— 11. Beato Bernardo de Ofida, capuchino.
17. Las Llagas de nuestro Padre San Francisco.
18. San José de Cupertino.
octubre.—4. Nuestro Padre San Francisco.
12. San Serafin, capuchino.
13. San Daniel, y sus compañeros mártires.
19. San Pedro de Alcántara.
23. San Juan de Capistrano.
26. Beato Buenaventura de Potenza.
noviembre.—12. San Diego.
19. Santa Isabel de Hungría.
28. San Jácome.
29. Los Santos de la Orden.—Para que ganen la Indulgencia
plenaria los religiosos, las monjas y los terceros, han de renovar
la profesion.
diciembre.—8. La Purísima Concepcion (/).—Advierto que por
Decreto de la S. Congregacion de Indulgencias ( g), aprobado
por Clemente XII el dia 11 de Junio de 1732, está declarado
que las Iglesias, Capillas y Oratorios que tienen los capuchi
nos en las residencias y hospicios de las misiones, gozan de las
Indulgencias generalmente concedidas á todas las Igleisiasde
su orden, con tal que las tales Iglesias y Oratorios sean públi
cos y fijos, y los fieles concurran á ellos á oir misa y recibir los
Santos Sacramentos, de lo cual hablaré cuando trate de las
misiones de infieles, cuestion 52.
Respondo lo quinto, que todos los fieles que visiten cualquier
Iglesia de los ermitaños del gran Padre San Agustin, ganan Indul
gencia plenaria en los dias siguientes (^).
[/] He leido varios Añalejos de los capuchinos de la provincia de las dos Castillas (in
cluso el del presente año 1832), impresos en Madrid con la licencia del señor Comisario de
Cruzada; y otro de la provincia de Toscana, impreso en Florencia para el año de 1824.—
[g] Hallarás este Decreto en Minderér, pág. 313; y en el tomo 1.° del Bnlario de los Capu
chinos, pág. 191.—Lee tambien su Martirologio en el dia 2 de Agosto; y al P. Torrecilla en
el tomo 3.° de bus Consultas.—[h] He visto la Coleccion del .rj. Avila, y un Calendario de los
agustinos de la provincia de Andalucia &c.
209
CUESTION XXXVII.
ORACIOTí
OFRECIMIENTO
Devoto al Santísimo Corazón de Jesús, que se Jim de rezar
delante de su Santa imagen.
'• * Yo N. N. para seros agradecido, y para reparar mi infideli
dad, os doy el corazón, y enteramente me consagro á Vos, amable
"Jesús mió, y con vuestra ayuda propongo de nunca mas pecar."
Respondo lo cuarto, que con Decreto de la Sagrada Congrega
ción de Indulgencias del 25 de Agosto de 1820, Pió VII concedió
perpetuamente á todos los fieles cristianos que rezaren con un co
razón contrito la siguiente oración, compuesta, según se dice, por
San Agustin, con cinco veces el Padre nuestro, el Ave-María y el
Gloria Patri, en memoria de la pasión y muerte de Jesucristo, la
Indulgencia de trescientos dias por una vez al dia, y la Indulgencia
plenaria á aquellos que habiéndola rezado cada dia en el mes, en
uno de los tres últimos dias confesados y comulgados, pidieren á
Dios según la intención del Sumo Pontífice. Las cuales Indulgen
cias pueden aplicarse también á las ánimas del purgatorio.
La señalada oración puede decirse también por un agonizan
te, (y entonces se dice en el latin: libera me hunc famulum
tuum N. agonizantem). Al fin se añaden cinco Padre nuestros, cin
co Ave-Marías y cinco veces el Gloria Patri, para conseguir las
referidas Indulgencias.
OREMÜS.
CUESTION XL.
¿Hay Indulgencias concedidas á los que besan él hábito religioso
de los órdenes Mendicantes, y á los que se entierran con él.
Muchos Pontífices, dice el B. fray Francisco de Posadas (a),
y entre ellos Clemente IV, Nicolás III y Urbano V, han concedi
do Indulgencias á los que besen los hábitos de las religiones, con
el fin de escitar á los fieles á que los miren con el respeto y estima
ción que merecen. En esta suposición
Respondo á lo primero, que á los fieles que besen con de
voción el hábito del Sagrado Orden de Predicadores, concedió
Juan XXIII (J) la Indulgencia de cinco años y cinco cuarentenas,
la cual fue confirmada y aun concedida de nuevo por Inocencio VIII
en una Bula (c) de 26 de Julio de 1486, que he leido en el Bulario de
Brcmónd.De estalndulgencia participan, por concesión de Clemen
te VIII (<Z), Sixto IV y otros Pontífices, los que besan con devoción
el hábito de los Menores («), y demás órdenes Mendicantes: para
[a] En la Vida del Patriarca Santo Domingo, lib. cap. 25.—Véase el P. Fuente en
su Diario Histérico, dia 8 de Enero, núm. 2.— [b] Amórt en la Historia de las Indulgencias,
part. sec. 5.", núm. 39.— Barbosa, Suma do las Decisiones Apostólicas, palab. Jfabiíus,
núm. 6.—Fray Francisco Sánchez en el Sumario de las Indulgencias de los Terceros de San
to Domingo.—Kerkove sobre nuestros Estatutos, cap. 4.°, {. 3.°, núm. 8.—[c] Empieza: Sa-
cer prttdkatorum, y es la 26 en el tomo 4. °—[di La Bula de Clemente comienza: Jtalio. La
trae Reinfestuel en el tomo 5.° del Derecho, tit.'37, n(ím. 57, 61 y 62.—La de Sixto IV em
pieza: Regimini. Es la 7.a en el tomo 3°, part. 3." del Bulario de Coquelines.—[e] Bordonio,
tomo 2. .resol. 35, núm. 67.— Manuel Rodríguez, tomo 2.°, cuest. 77, art.ll.—Portel y Lan-
.T* f1 'a I,a!; Habitns.—Aragonia, trat. 1.', cap. 8.°, núm. 18.—Peirinis, tomo 1.°, núm. 5
sobre la Bula 3.» de Sixto IV.-Pórres, Viva, Ferrari».
217
que á aquellos á quienes unen igual trabajo é iguales méritos, unan
también iguales privilegios y favores, dice Sixto IV: pues unidos
de esta manera con vínculo mas estrecho, asi á la Sede Apostólica
como entre sí mismos, se juntarán mas fácilmente para propagar
la gloria de Dios, y procurar la salvación de las almas.—Los reli
giosos pueden ganar esta Indulgencia, pues no son de peor condi
ción que los seglares. Miremos, dice Lantusca, que abundante ma
teria de ganar Indulgencias traemos con nosotros mismos. No se
me oculta que Minderér (/), y solo porque Minderér lo dice, los
Ilustradores del Ferraris ponen en duda esta Indulgencia. A lo cual
Respondo lo primero, que si acaso en Alemania no están en
uso las tales Indulgencias, en los dominios que son y han sido del
Rey Católico sí están en uso; y que muchos fieles lo hacen con tal
devoción, que se hincan de. rodillas para besar nuestro hábito y ga
nar así las Indulgencias.
Respondo lo segundo á los Ilustradores del Ferraris, que la
autoridad de Sebaldo Minderér no es irrefragable, él tiene sus des
cuidos como hombre que es, y como los tenemos todos; y así, aun
que yo muchas veces me conformo con su opinión, en otras no dejo
de impugnarle. Ni las Indulgencias dejarán de ser válidas, porque
la Iglesia no acostumbre á concederlas ahora por aquellas mismas
causas por las que solia concederlas en otro tiempo, como quiere
inferir Minderér. Ultimamente, asi este como aquellos pudieran
haber visto la concesión de que yo hablo en la Historia de las In
dulgencias de Amórt; y la confirmación de ella por Inocencio VIII
en el tomo cuarto del Bulario de los Predicadores, Bula vigésima
sesta de este Papa, sacada por el R. Bremond del archivo de su
orden de un autógrafo de Salamanca; y finalmente, pudieran haber
la visto en una Bula de Benedicto XIII (g) de 26 de Mayo de 1727,
que es la centésima septuagésima séptima en el tomo 12 del Bula-
rio romano nuevo. Luego no es cierto lo que dice Minderér de que
en el dia no suelen conceder los Papas semejantes Indulgencias.
A lo segundo respondo, que León X (A) concedió Indulgencia
plenaria á los fieles de uno y otro sexo que murieren con el hábito
[/] Minderér, part. 2.*, núm. 501; y part. I.*, núm. 351.—Los Ilustradores del Ferra
ri» en la pal. Habilus sobre el núm. 41; y en la pal. Indulgencia, art. 5.° sobre el núm. 47.—
[g] Empieza Prcliosus, {. 10.—Esta Bula no está revocada en las gracias que no perjudican
al derecho de los Obispos, como dice Guijarro en el 2." tomo de so. Teología Moral, pig. 139;
y yo lo he dicho al fin de la ouest. 11 de este tomo.—[h] Casa-Rubios en la pal. Indulgen-
eias para los seglares. Tomás Montalvo en la Glosa de nuestros Estatutos, tomo 1.°, cap. 11,
art. 2.° desde el núm. 39.—Manuel Rodríguez, art. 10 de la cuestión dicha Peirinis en el
níím. 2.—Kacembergér, núm. 109 de las Indulgencias.—Aragonia, trat.7.°, cap. 6.", núm. 12
y 13.—Ferraris, pal. Indulgencia, art. 5.° desde el núm. 37,—Minderér, part. 1.*, núm. 117.
29
218
de los frayles menores y se enterraren con él. Después declaró (í)
que basta para ganar la Indulgencia, pedir el hábito y tenerlo so
bre sí ó sobre la cama, y enterrarse con él aun cuando no se lo
pongan antes de morir.—El dar y bendecir los tales hábitos, toca
solamente, dice Sixto IV Q), á los Prelados locales en su distrito, ó
á sus Superiores, ó á quien ellos lo cometan. De tal suerte, que si re
cibes la mortaja de mano de un religioso que no puede darla, no
ganará la Indulgencia el difunto á quien amortajen con ella (k). Y
mucho menos la ganará aquel muerto á quien los herederos ó al-
baceas, por no pagar la limosna que se suele dar por un hábito re
ligioso, mandan vestirle una mortaja que se parezca al hábito. Véa
se sobre esto una Real orden de Fernando Vil en el Noticioso de
la Habana de 12 de Setiembre de 1832.
Ademas de que todos los Mendicantes participan de la Indul-
fencía plenaria concedida por León X, como dice Cavalieri, otros
'apas han concedido también Indulgencias á los que se entierren
con el hábito de otras religiones. Clemente XII, por una Bula (/)
de 9 de Diciembre de 1734, concedió á los fieles de uno y otro se
xo (verdaderamente contritos, confesados y comulgados si pudieren
ó por lo menos contritos, que antes de morir ó en el mismo artícu
lo de la muerte, en señal de penitencia interior pidieren con hu
mildad el hábito de los Servitas, y murieren con él, ó quisieren ser
enterrados con él) Indulgencia plenaria. Item: por el órgano de la S.
Congregación de Indulgencias dió un Decreto Benedicto XII (11)
el dia 12 de Mayo de 1753, concediendo que cualquier cristiano
que mandare ó encargare que después de su muerte se le vista y
entierre con el hábito de la orden de San Juan de Dios, sea parti
cipante de todas la Indulgencias que de cualquiera manera esta»
concedidas á los que mueren en los hospitales de la misma or
den. Es asi que Paulo V (m) habia concedido Indulgencia plena
ria á los enfermos que mueran en los hospitales de San Juan de Dios,
con tal que en el artículo de la muerte se confiesen y comulguen
si pudieren; y sinó, por lo menos contritos invoquen devotamente
el Santísimo Nombre de Jesús con la boca; y sinó pueden, á lo me
tí] Amórt, Historia de las Indulgencias, pág. 129.—Kerkove, cap. 4.°, 8. 3.°, núm 5.—
Cavalieri, tomo 3.°, Decreto 195, núm. 5.—Talamanco en la pág. 423.—[j] En la Bula Aiv
rea, que empieza: Sacri Prcedicatorum, 1479.—Es la 22 en el tomo 3.°, part. 3.* dei Bulnrio
de Coquelines.—[k] Tellado, Prontuario de Terceros, cap. 4.°, §. 5.°, núm. 162.—Arbiól,
Tercera Orden, part. 2.», cap. 10.— [I] Empieza: Unigenili, y es la 147 en el tomo 14 del Bil
iario de Coquelines.—Véase don Matías Vinnesa en el Verdadero Siervo de María, impre
co en Madrid 1820, cap. 13—[U] Véase el dicho Decreto con las Reflexiones de Fr. Alón-
80 Parra en el tomo 2.° del Bulario de San Juan de Dios, pág. 313 y 314 de dicha edición.—
lm] Por su Breve: Cum certas de 19 d« Febrero de 1607, que hallarás en el mismo Bulario,
tomo 1.°. ció-. 82.
219
nos con el corazón, como dije en mi primer tomo al fin de la cues
tión 58; luego Benedicto XIV concede Indulgencia plenaria á los
que se entierren con el dicho hábito.
Infiere de todo lo dicho que los hábitos de las religiones se han
de respetar, y mirar con aprecio. Algunas veces, dice el Beato Po
sadas (n), ha castigado el Señor á los que se burlaron de ellos. Pues
¿qué hará, pregunta el mismo, con los que los sacan á las tablas
del teatro para representaciones vanas y tal vez lascivas, como su
cedió aqui en el Carnaval de este año de 1832, habiendo traido de
Paris (w) los vestidos de máscara? Con razón determina el primer
Concilio de Milán (o), que los que en las máscaras se ponen ves
tidos de clérigos ó de religiosos, ó que se parezcan á ellos en la for
ma, asi los que los visten como los que se los prestan ó dan, sean
castigados con graves penas; pues, como dicen nuestras leyes (p),
de aqui se han seguido innumerables ofensas á la Magestad de Dios,
y gravísimos inconvenientes.
CUESTION XLI.
EFFICAX ORATIO.
Ad Sanclum Pratriarcham Joseph.
"Virginum Custos, ct Pater Sanete Joseph, cujus fidéli custó,
"diee ipsa innocéntia Christüs Jesus, et Virgo Virginum María com-
"míssa fuit: Te per hoc utrúmque charíssimum pignus Jesum &
"Maríam obsecro &. obtéstor, ut me ab omni immundítia prseser-
"vátum, mente incontamináta, puro corde, et casto córpore, Jesu
Maríre semper fácias castíssimé famulári. Amen."
ALIA ORATIO,
Dicenda ante Missam.
"O felicem Virum beátum Joseph, cui datum est Deum, quem
"multi Reges voluérunt videre & non vidérunt, audíre &, non au-
diérunt, non solíim videre & audíre; sed portare, deosculári, ves-
tíre, et custodíre.
"V. Ora pro nobis, Beáte Joseph.
"]jt. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
OREMUS.
"Deus, qui dedísti nobis regale sacerdótium, prsesta quaesumus,
Mut sicut Beátus Joseph Unigénitum Fílium tuum natum ex María
""Virgine suis mánibus reverénter tractáre méruit, et portare: itá
"nos fácias cum cordis mundítiá, et óperis innocéntia tuis sanctis
"Altáribus deservire, ut sacrosánctum Fílii tui Corpus &, sángui-
"nem hódié digné sumámus, et in futuro sseculo preemium habére
"mereámur setérnum. Per cúmdem Christum Dóminum nostrum.
"Amen."
CUESTION XLII.
CUESTION XLIIT.
ESTRACTO
§§. 1.°, 2.°, 3.° y 4.°—Nos dice en ellos, que habiendo su ante
cesor Clemente VIII formado una junta de Cardenales de cuyo nú
mero habia sido él, para reconocer y arreglar las Indulgencias de
los Regulares, nada pudo delibrar por haber muerto; y que viendo
él mismo las dudas y confusiones que habia acerca de tales Indul
gencias, determinó con acuerdo de la dicha junta revocarlas todas,
y concederles otras de nuevo.
§. 5.°— Primeramente concede Indulgencia plenaria á todas
las personas que canónicamente, y según las constituciones apos
tólicas y de cada religión, tomaren el hábito en ella con ánimo de
CUESTION XLIV.
*
¿No esplicas de alguna manera la dicha Bula de Paulo V sobre
las Indulgencia de los Regulares?
Muchas son las cuestiones que suelen suscitar los autores so
bre la inteligencia de la referida Bula. Yo que miro á la brevedad,
asi como puse un resumen de ella en la cuestion pasada, asi tam
225
bien pondré brevemente en esta su esplicacion por el mismo orden
de los parágrafos, dejando para las cuestiones siguientes lo que no
pueda decir en compendio.
§§. 1.°, 2.°, 3.°, 4.° y 18.—Por Regulares se entienden aqui (a)
todos aquellos que hacen los tres votos solemnes en alguna religion
aprobada. Tambien se entienden las religiosas de cualquier insti
tuto que sean, hora estén inmediatamente sujetas á la Santa Sede,
hora estén sometidas al gobierno de los Ordinarios, hora lo estén al
de los religiosos. La S. Congregacion de Indulgencias declaró (ft)
en 8 de Mayo de 1713, que los Canónigos reglares estan com
prendidos en dicha Bula: lo mismo dió á entender en 19 de Junio
del mismo año acerca de los escolapios; y otro tanto resolvió en 26
de Noviembre de 1714 acerca de las canonesas reglares.
Los novicios en las cosas favorables se reputan comunmen
te por religiosos, y asi estan comprendidos en esta Bula (c), co
mo tambien las novicias. Los Regulares promovidos á los obispa
dos ó á otra cualquier dignidad, pueden ganar todas las Indulgen
cias de esta Bula, que no necesitan residencia en el claustro (d);
porque una vez que estan sujetos á todas las obligaciones de su re
gla (c) que se componen con su dignidad, no hay motivo para es-
cluirlos del goce de estas Indulgencias.
Varios Papas han estendido las Indulgencias de la dicha Bu
la á otros cuerpos y congregaciones. El mismo Paulo V, habiendo
espedido la Bula para los Regulares en 23 de Mayo de 1606, co
municó despues, por otra (/) de 30 de Octubre de 1619, todas y
cada una de las Indulgencias de la primera á los frayles ó cape
llanes de las tres órdenes militares de Santiago, Alcántara y Ca-
latrava. Y su inmediato sucesor Gregorio XV, por otra Bula ( g)
de 27 de Setiembre de 1622, estendió á los caballeros de dichas
tres órdenes todas las referidas Indulgencias deque sean capaces.
El mismo Gregorio, por una Bula de 1621, concedió, dice Minde-
rér (&), á los terceros seculares de San Francisco que puedan ga
nar todas las Indulgencias concedidas á los Regulares en comun.
Item: el año siguiente las estendió el mismo Papa (i) á los cofra-
fa] Minderér, part. 2,», núm. 374.—[b] Hallarás estas declaraciones en la Historia da
las Indulgencias de Amórt en el Suplemento.—le] Amórt en la Teología, cuest. 19 de In
dulgencias, núm. 8.—Bordonio, tomo 3.°, resol. 81, núm. 31.—Ferraris, Quintanadueñas.—
[d] Antonio ie Pórres, lib. 2.° de Indulgencias, cap. 3.°—Pelizario, Manual de Regalares,
trat. 8.°, cap. 5.°, núm. 211.—Teodoro, Minderér, Jacinto Donato.—[e] Véase la BuIaCui-
todes de Benedicto XII1, que trae Ferraris en la pal. Habitus, núm. 26.—\f] Empieza: Sin.
etra:fiiei.— [g] Comienza: Alids felicis. He visto las dos en el Bulario del órden de Alcán
tara, impreso en Madríd el año de 1759, pág. 669.— [h] Minderér, núm. 439.—La Bula em.
pieza: Injuncti nobis.— [»] Por la Bula Fias Christi, renovada por Inocencio XI.—-El Suma-
rio do las Indulgencias de los Cordigeros se halla en Minderér, página 447; y en Teodoro,
Apéndice á la 2.» pnrt., }. 7.a
30
226
des del Cordon de nuestro P. San Francisco: así consta del Suma
rio de sus Indulgencias, aprobado por la S. Congregacion el dia 14
de Enero de 1681, y de las Rúbricas del Breviario Seráfico confir
madas por Inocencio XII, número 165.
§. 5.°—Acerca de la Indulgencia plenaria concedida al novi
cio y á la novicia que toman el hábito religioso con el fin de pro
fesar, tengo por cierto que sino habiendo profesado (sea por el mo
tivo que fuere) vuelve á tomar el hábito en la misma religion ó en
otra, volverá á ganar la Indulgencia (j), con tal que se confiese y
comulgue, y tenga intencion de profesar; pues el Papa no restrin
ge la concesion á una vez sola.
§. 6°—Por la misma razon si un religioso verdaderamente
profeso se pasase á otra religion legítimamente, y en ella fuese no
vicio y profesase, ganaria Indulgencia plenaria otras dos veces (Je),
una cuando entrase en el noviciado, y otra cuando profesase.
Si una novicia de Santa Teresa, ó un novicio de San Fran
cisco, ú otro de los que tienen comunicacion de privilegios, profe
san en el artículo de la muerte antes de cumplir el año de la apro
bacion, como por indulto de San Pio V (/) pueden hacerlo estando
en edad competente, ganarán, dice Minderér (//), la Indulgencia
plenaria concedida por Paulo V á los que profesan. Si murieren de
aquella enfermedad, podrán ganar la plenaria que concede el mis
mo Paulo á los religiosos en el §. 8.° para el artículo de la muer
te; mas si convalecieren é hicieren otra vez la profesion como de
ben, ganarán otra vez la Indulgencia plenaria concedida en este
parágrafo á los que profesan: véase lo que dije en la cuestion ses-
ta de este segundo tomo sobre el referido indulto. Tambien puedes
leer sobre la renovacion de la profesion religiosa lo que escribí en
la cuestion séptima.
§. 7.°—Por fiesta principal de una orden, se entiende la del
fundador ó fundadora si estan canonizados; y sino lo estan, se en
tiende aquella fiesta que en toda la orden se reputa comunmente
por mas solemne, segun dicen Bordonio y Pelizario.—Aquellas pa
labras viviendo dentro de los claustros de su convento que se ha
llan en este párrafo y en el undécimo, se han de tomar latamente,
como afirma Sebaldo Minderér (m). Véase la cuestion siguiente.
Para consuelo de los religiosos y religiosas enfermas, advier-
f/| Minderér, núm. 410.—Pórres, lib. l.p, cap. 5.°tniirrr. 1.—Miguel de Zug sobre la di
cha Bula de Paulo VT que está en el tomo 6.° del Bulario de los capuchinos, página 352.—
[k] Pórres, núm. 2<—Pelizario, trat. 8.°, cap. 5.°, núm. 185.—[l] En su Bula Summi Sacer-
dotii, que es la 109 en el tomo 2.° del Bulario romano; y la 152 en el tomo 4.°, part. 3.» del
de Coquelicee.— [II] Minderér desde el núm. 411.—Portel en la palabra Novicia, núm. 5.—
Pórres, núm. 3.—Pelizario, trat. 3.°, cap. 2.°, núm. 10 y 11.—[w] En los núm. 390 y 39L
227
to que en el año de 1609 declaró Paulo V á la Congregación de
Santa María de Fevilláns, que los Regulares enfermos y ancianos
que no pueden ir á la Iglesia., puedan conseguir las Indulgencias
concedidas por él en la sobredicha Bula aun estando en la cama,
con tal que hagan alguna obra piadosa al arbitrio del Confesor. Así
lo refieren Peirinis (n), Rotado, Teodoro, Minderér y otros mu
chos que he leido.
Item. Benedicto XIV (ñ) el dia 11 de Setiembre de 1755 con
cedió benignamente á los frayles y monjas sujetos al Ministro ge
neral de la orden de menores observantes de San Francisco, quo
por vejez, enfermedad ó flaqueza están en las enfermerías, que pue
dan ganar todas las Indulgencias hasta entonces concedidas, y que
se concedan en adelante por los Sumos Pontífices á las Iglesias do
la misma orden, con la condición de que visiten la Capilla ú Ora
torio de la enfermería, y hagan las demás obras que se señalan.
Ultimamente, Benedicto XIII el dia 24 de Abril de 1725, y
el dia 30 de Enero de 1726, concedió (o) á los frayles y monjas ca
puchinas que vivan en las enfermerías de los conventos, y á los ca
puchinos aun cuando estén en lugares donde no hay enfermerías
con Iglesia propia, que puedan ganar todas las Indulgencias de su
orden, ó practicando lo que se manda, ó haciendo otras cosas que
puedan en las que sean conmutadas por el Prelado ó por el Confesor.
De estas gracias participan todas las religiones (p) que tie
nen comunicación de privilegios; por lo cual omito otras concesio
nes pontificias que trae Fr. Manuel Rodríguez (^), las cuales fue
ron hechas antes de la revocación de Paulo V.
§. 8.°—La Indulgencia plcnaria que nos concede aqui este
Pontífice á los Regulares de uno y otro sexo para el artículo de la
muerte, es la mas cierta de todas, y la mas fácil. Es la mas cierta,
porque las otras que los Papas antecesores de Paulo V nos conce
dieron para dicho artículo, opinan algunos autores (r) que entran
en la revocación de que tratamos; pero esta que nos concede Pau
lo V, ninguno la niega ni aun la pone en duda. Es también la mas
[n] Lorenzo do Peirinis, tomo 2.° sobre la Bula 8.a de Paulo V.—Tomás Rotario, to
mo 3.°, lib. 2.°, cap. 2.°, punto 2.°—Teodoro, part. 2.», cap. 2.°, art. 1.°, {. 3.°, euest. 2.1—
El Compendio de los Privilegios de los Jesuítas, pal. Indulgencia, }. 30.—Gaudencio Bon-
tempo en el Paladión Teológico, tomo 7.°, trat8.°, disp. 2.°, cuest. H, núm. 77.—Aragonia,
Ferraría, Kacembergér. —[ñ] Véase el Breve. Calestium munerum, que se halla en Ñapóles,
tomo 4.° de la Cronología Seráfica, pág. 152: en Minderér, pág. 339; y en el Ferraris, pala
bra Indulgencia, art. 5.°, ndm. 80.—[o] Miguel de Zug en el tomo 1.° del Bulario de los Ca
puchinos, pág. 168 y 170.—[p] Ferraris, art. 5.°, ndm. 74.—Fr. José de Avila en la Colec
ción de las Indulgencias de Méjico, desde la pág. 148.— [o] En el tomo 2.°, cuestión 102,
•rt. 1.°—[r] Paserino, cuest. 108 de las Indulgencias, núm. 877.—Am&rt, núm. 3—Minde
rér, núm. 378.—Teodoro, }. 2.°, cuest. 2.a—Zug en el tomo 6.°, pág. 351.
228
fácil; porque todas las otras, ademas de que algunas de ellas fueron
concedidas por los Papas con unas condiciones duras, necesitan in
dispensablemente de que un Sacerdote las aplique; pero esta ni aun
necesita de aplicación. No os pido, Jesús, otro premio por el inmen
so trabajo que he tenido en componer la presente obra, que el
que me concedáis esta misma Indulgencia de que voy hablando.
Nos la concede el Pontífice á todos los Regulares para el artículo
verdadero de la muerte; por lo cual, si el religioso ó la religiosa que
están enfermos no mueren de aquella enfermedad, no la ganan por
entonces. Para que puedan ganar las otras, si es que no están re
vocadas como opinan los mas (*) y yo con ellos, aplíqueselas el Con
fesor ó el Prelado y déles la absolución plenaria, usando de la fór
mula acostumbrada que traen nuestros Breviarios y Diurnos; pero
teniendo cuidado de omitir aquella cláusula: Quódsi hacvice non
discésseris 4*c, según dije en el tomo primero al fin de la cues
tión 63. Esta aplicación servirá de macho consuelo al enfermo, le
moverá á invocar repetidas veces el Santísimo Nombre de Jesús,
á hacer actos fervorosos de contrición y de amor de Dios, y á espe
rar de su misericordia infinita la eterna gloria.
§. 9.°—Sobre la Indulgencia concedida en este párrafo, opi
nan algunos (/) que los religiosos que celebran en el mismo dia y
en la misma Iglesia en que otro Regular dice la primera misa, ga
nan la Indulgencia plenaria, aunque no asistan á la misa nueva. A
mí no me acomoda esa opinión; pues soy de sentir con otros auto
res («), que el Papa siempre supone la asistencia á la dicha misa,
y de consiguiente no es preciso celebrar ó comulgar en la misma
Iglesia donde se dice la misa nueva, con tal que se haga el mismo
dia. Estiéndese la dicha Indulgencia: lo primero, á todos los religio
sos que asisten á la misa nueva de otro Sacerdote regular, aunque
sean de religión diferente: lo segundo, á todas las monjas (de cual
quier orden é instituto que sean) que habiendo confesado y comul
gado, asistan á la sobredicha misa; y lo tercero, á los novicios y
novicias.
Los seglares que oigan esta misa no ganan Indulgencia ple-
[s] Gobát, part. 2.» de su Tesoro, núm. 547.—Peirinis sobre la Bula 8.» de Paulo V,
núm. 10.—Elias de San Francisco en la sec. 2.a de las Indulgencias.—Alonso Parra en el to
mo 1.» del Bulario de San Juan de Dios, pág. 96 Cavalieri y otros muchos que he citado
en el primer tomo.—[/] Luis Guerra en el tomp,4.° de su Bulario, p&g. 3 de la edición vene
ciana 1772.— Bordonio, núm. 17.—Pórres en los núm. 11 y 12.—Francisco Lumbier, Frag
mentos Morales, núm. 1124.—[u] El Illmo. D. Fr. Benito Uria, Instrucción Monástica, con
ferencia 4.'—Caramuel, tomo 2.°de la Teología Regular, núm. 2847.—Jansen, caso 102 de su
Teología Moral, núm. 14.—Lacroix, lib. 6.°, núm. 1389.—Viva, Apéndice de las Indulgen-
cías, }. 3.°—Tellado, Prontuario de Terceros, cap. 4.°, aún, 45.—Alonso Parra en la pági
na 92 del tomo 1."
229 .
nana, como dice por equivocación Fr. Sebastian de Málaga (t?),
sino tres años y dos dias de Indulgencia, concedidos, según dice
Minderér (#), por Honorio III, Gregorio IX y otros Papas á los
fieles que oyesen la primera misa de ios Regulares. Mas no creas
que para ganar las tales Indulgencias es menester besar la mano
alMisacantano ó Sacerdote nuevo; pues aunque estafes una acción
muy loable, los Papas no han concedido las Indulgencias sino gor
asistir con devoción á la misa.
§. 10.—Ademas de la Indulgencia plenaria concedida por Pau
lo V á los Regulares que hagan ejercicios espirituales por diez dias,
Alejandro VII, por un Breve (y) de 11 de Junio de 1659, concedió
otra á los franciscanos observantes de la familia ultramontana que
hagan los dichos ejercicios por ocho dias. Esta Indulgencia se nos
comunica á los franciscanos de la familia cismontana, y á todas las
personas de ambos sexos sujetas á la obediencia ó dirección del Mi
nistro general de toda mi orden, por un Breve (z) de Inocencio XI
de 5 de Setiembre de 1686.
El mismo Alejandro (a) en 12 de Octubre de 1657 habia con
cedido otra plenaria á los Jesuítas, á los Regulares de cualquiera
orden, y á todos los eclesiásticos y seglares que en las casas de la
Compañía de Jesús hiciesen ejercicio por ocho dias, según la loable
costumbre de dicha orden; y Benedicto XIV (b), en 15 de Julio
de 1749 y -en 16 de Mayo de 1753, estendió la misma Indulgencia
á los que por cinco ó seis dias continuos hiciesen los sobredichos
ejercicios en cualquiera parte, bajo la dirección de los Jesuítas, to
das cuantas veces los hicieren. Y pues he hablado de ejercicios,
pondré aqui otras dos concesiones por lo útiles que pueden ser.
Clemente XII (c), á instancia de muchos Obispos de España,
concedió otra Indulgencia plenaria á todo el clero secular de los
dominios del Rey Católico, que en alguna casa regular ó piadosa
hicieren ejercicios espirituales por diez dias continuos, confesándo
se y comulgando en el mismo tiempo, todas cuantas veces hicieren
dichos ejercicios; para lo cual concede (una vez en el año) á los
[d] Por su Breve Cun sieul accepimus, que he leído [e] Laurea en el Epítome de los
ones, palabra Regularizan Indulgentia.—Gobát, Tesoro de Indulgencias, núm. 549.—
Antonio de Pórres, Tratado de Indulgencias, lib. 1.a, cap. 5.°, núm. 57.
231
mencionadas en el parágrafo séptimo.—Véase la cuestion vigési
ma del tomo primero.
§. 19.—Las Indulgencias pues que Paulo V revocó por esta
Bula, son solamente aquellas, dicen Mateuci (g) y Minderér, que
directa, principal é inmediatamente habia concedido hasta enton
ces la Santa Sede á los Regulares de uno y otro sexo.—Pondré al
gun ejemplo. Inocencio VIII (h) concedió á los frayles menores
que celebrasen ó comulgasen en las fiestas de nuestro Señor y de
nuestra Señora, Indulgencia plenaria, la cual estendió Leon X á
las monjas de Santa Clara, para cada dia que comulgasen. Estas
Indulgencias, dice Reinfestuel (i), entran en la revocacion de Pau
lo V.—Julio II concedió á la Congregacion Lateranense (j), que
rezando en la Iglesia el Miserere y una oracion por el Papa, con
siguiesen todas las Indulgencias concedidas á las Iglesias de todo
el mundo. Estas Indulgencias, dice Minderér, entran en la revoca
cion de Paulo V. Leon X concedió Indulgencia plenaria á los me
nores, cada vez que dijesen ú oyesen la misa de la inmaculada Con
cepcion de María, y orasen por Su Santidad y por toda la Iglesia;
y despues la amplió á las clarisas para cada vez que la oyesen.
Estas Indulgencias entran en la revocacion de Paulo V. Por qué?
Porque todas las dichas Indulgencias habian sido concedidas por
los Papas á los Regulares, en atencion á su estado religioso, dice
Bremónd^
Pero no revocó Paulo V á los Regulares las Indulgencias con
cedidas indiferentemente á todos los fieles; pues los religiosos no
son de peor condicion que los demas cristianos. Tampoco les re
vocó las Indulgencias locales; esto es, las concedidas á las Iglesias
de los Regulares, ya porque así consta de una declaracion que dió
el mismo Papa (Je) á la Congregacion de Fevilláns en 28 de No
viembre de 1606, de otra de la S. Congregacion de Indulgencias (l)
en 7 de Setiembre de 1607, y aun de otra de la S. Congregacion
de Obispos (11) en 21 de Agosto de 1615; ya tambien, porque de
otro modo hubiera revocado las Indulgencias plenarias concedidas
á todos los fieles que visitaran las Iglesias de los Regulares; lo cual,
dice Pignateli (ra), ninguno hasta ahora ha tenido el atrevimiento
[g] Mateuci sobre la prop. 37 condenada por Alejandro VII.—Minderér en los núm. 375
y 376.—Amórt en su Historia de Indulgencias, cuest. 50.—Bremónd, tomo &.°, trat. de Con.
sensu Bullar, tit. 1.°, cuest. 9.», núm. 32.—[h] Véase Manuel Rodríguez, tomo 2.°, cuest.87,
art. 2.° y 4.°—Y la Bula Cum sicut de 29 de Marzo 1515, la 9.» de Leon X en el Bulnrio ro
mano, }. 6.°—[i] En la Teologia Moral, tomo 1.°, cuest. 6.» de las Indulgencias.— [/] Véase
Viva en el Apéndice de las Indulgencias, }. 3.°— [k] Juan Bautista Pitoni en las Decisionea
para los Regulares, tomo 2.°, núm. 1685. —Minderér, núm. 376.—[T] Angel Lantusca en la
pal. Confraternüas.—Peirinis en las Adiciones al 2.° tomo, cap. 5.°, núm. 82.—[11] Gavan-
to, Manual de Obispos en la pal. Indulgentüc.—[m] Jacobo Pignateli en el tomo 6.°, cons. 90.
232
de afirmar.—Ni revocó, dicen Lezana (n) y el capuchino Zug, las
que por súplicas de los religiosos ó por respecto á ellos habian con
cedido los Papas á cualesquiera personas seculares. Tal es la In
dulgencia de tres años y tres cuarentenas (íi), que concedió Urba
no VI en el año de 1378 á los que llamen á los carmelitas religio
sos de la gloriosísima Madre de Dios y siempre Virgen María
del Carmen; y las que á instancias de los mismos carmelitas con-'
cedió Sixto V en 1587 á los que pronuncien con reverencia el San
tísimo Nombre de Jesús, según dije en la cuestión 23 de este tomo.
Sobre las Indulgencias concedidas á favor de las ánimas del
purgatorio, es opinión común, dice Minderér (o), que ni las Indul
gencias de los altares privilegiados, ni las otras que habian sido
concedidas directamente á los difuntos, aunque hayan sido religio
sos, entran en la revocación de Paulo V: así lo declaró el mismo \p)
á la dicha Congregación de Fevilláns en 23 de Febrero de 1609.
Y así, no está revocada la Indulgencia plcnaria que por instancias
de los menores descalzos de la provincia de San Gabriel, conce
dió Clemente VIII (q) en 20 de Junio de 1596 á favor de cual
quiera religioso difunto de la referida provincia, de sus padres, y
de aquellos bienhechores insignes, que hospedando á los religiosos
en sus casas tengan carta de hermandad; del cual privilegio, co
mo dice Peirinis, participan todos los órdenes mendicantes. Por-
tél (r) cree que esta Indulgencia, en cuanto toca al religioso difun
to, fue revocada por Paulo V; y lo mismo insinúa Montalvo. Mas
yo creo todo lo contrario; pues ademas de la declaración sobredi
cha del mismo que revocó las Indulgencias, el Ilustrísimo Cara-
muél (*), que nació en Madrid el mismo año y dia en que Paulo V
anuló en Roma las Indulgencias de los Regulares, nos cuenta que
habiendo suplicado sus hermanos los cistercienses á dicho Papa
que renovase otra Indulgencia semejante, concedida por Grego
rio XIII en el año de 1577, se negó á ello, diciendo: Yo no revo
qué las Indulgencias que estaban concedidas á las ánimas del
purgatorio; la cual respuesta, como dice este sabio, se ha de no
tar y tener presente.
En cuanto á las Indulgencias que hasta el año de 1606 habian
[n] Lezana en la Suma, palabra Indulgencia, nilm. 13.—Zug en el tomo 6.°, pSg- 351.
[«] Teófilo Kainaudo en el tomo 7.°, pág. 256.— [o] Minderér, part. 2.", jiíim. 164 y 383.—
Don Fr. Benito Uria en el lugar citado. — Diana Coord en el tomo 4.°, trat. l.°, resol. 29; y
trat. 5.°, resol. 40.—Rcinfestuel, Amórt, Ferraris, Teodoro, Miguel de Zug. —[ v] Citan esta
declaración Minderér y otros.—[q] Por su Bula De omnium salute, de la que hice mención
en el tomo 1.°, cuest. 19.— [r] Portel en los Dubios Regulares, pal. Indiligencia.—Montalvo
en la Glosa, tomo 1.», cap. 13, art 8.°, mlm. 17.— [s] Caramuel en el tomo 2.° de la Teolo
gía Regular, núm. 2854 y 2855.—Pascualigo del Sacrificio de la Misa, tomo 1.°, cuest 760.
233
sido concedidas directa é inmediatamente á los religiosos vivos, con
facultad de aplicarlas por los difuntos, convienen todos en que fue
ron revocadas á los vivos por Paulo V. Pero si este Papa las revocó
también para los difuntos ó no, hay diversas opiniones. Amórt (/),
Minderér, Teodoro del Espíritu-Santo y Miguel de Zug, opinan
que sí. Pelizario (m), Ilsung, Lezana y Paserino, tienen por proba
ble que no. Yo sigo la opinión primera; pues quitado lo principal,
parece que se quita lo accesorio (t>).
Ultimamente, no habiendo Paulo V por esta Bula revocado
las Indulgencias sino á los Regulares que hacen los tres votos so
lemnes, se sigue de aqui que no haciendo tales votos los terceros,
ya vivan fuera de los claustros ó ya dentro de ejlos, no están com
prendidos en dicha Bula. Así lo declaró la S. Congregación de In
dulgencias en un Decreto que confirmó después Inocencio XI, por
un Breve (x) de 10 de Octubre de 1686.
Concluyo esta larga cuestión, advirtrendo que las Indulgencias
revocadas por Paulo V á los Regulares en 23 de Mayo de 1606,
no habían sido revalidadas hasta el 19 de Marzo de 1666, según
consta de la proposición trigésima séptima condenada por Alejan
dro VII; ni hasta el 7 de Marzo de 1678, según lo declaró la S.
Congregación de Indulgencias en un Decreto aprobado por Ino
cencio XI; ni sabemos en fin que hasta el presente año de 1839 las
haya revalidado ningún Papa, de lo cual parece que se olvidan al
gunos regularistas.
CUESTION XLV.
Cuando el Prelado regular envia á sus subditos fuera del con
vento á pedir limosna, á confesar, á. hacer misión SfC, ^po
drán estos ganar fuera de casa las Indulgencias concedidas
por Paulo V en los §§. 7.° y 11 de la dicha Bula?
. Respondo con Minderér (a) que las ganarán, con tal que vi
siten alguna Iglesia de su orden si pueden; y sino pueden, visiten
la Iglesia del pueblo ó lugar donde se hallan.—Pruebo esta con
clusión. Lo primero, porque es doctrina bastantemente común (6)
[í] Amórt en la Teología, cucst. 19, mira. 4.—Minderér, núm. 382.—Teodoro en el }. 2.°,
cuest. 3.*—Miguel de Zug en el Bulario de los Capuchinos, tomo 6.°, pág. 351.—Cavalieri
en el Diálogo sobre la Sagrada Correa, núm. 255.—[«] Pelizario, trat. 8.°, cap. 5i°rnúm. 181
y 182—Jacobo Ilsung, Teología Práctica, trat. disp. 3.", núm. 74 —Lezana en la palab.
Indulgencia, núm. 12.—Paserino, cuest. 108 de Indulgencias, núm. 881 —Peirinisr tomo 2.°,
en los núm. 7 y 8 sobre la Bula 8.» de Paulo V.— [v] Según la Regla 42 del Dereeho en el
Sesto.—[x] Empieza: Aliás, y se halla en Minderér, pág. 377; y en Perusino, part. 1.", pági
na 272.—[a] En los núm. 390 y 391.— [b] Bordonio, tomo 3.°, resol. 81, núm. 17.—Manuel
Rodríguez, tomo 2.°, cuest. 2.*, art. 8.°—Vidal, cuest. 2. ■ sobre la propos. 37 condenada por
Alejandro VII.—Pelizario, núm. 188.—Gobát en el Tesoro, núm. 342.
31
234
que aquellos religiosos que ordinariamente viven en el convento,
aunque por disposicion de los Prelados esten fuera de él por algun
tiempo, predicando, pidiendo limosna ó empleados en otro cualquier
ministerio que pertenece al convento, no por eso se dice que viven
fuera del claustro, sino dentro de él. Y esa pudo ser la causa de
que Barbosa (c) y Kacembergér, afirmáran que Paulo V habia con
cedido las Indulgencias de la sobredicha Bula á todos los Regula
res, que ó vivan dentro de los claustros, ó fuera de ellos con licen
cia de sus Superiores.—Acerca de los misionarios que por orden
de sus Prelados se ocupan en hacer misiones por los pueblos, se re
puta, dicen Solórzano (d) y Montenegro, que viven dentro de los
claustros aun cuando esten fuera de ellos, como to declaró el Sumo
Pontífice Clemente VIII por un Breve de 5 de Mayo de 1595, y lo
mismo declaró despues acerca de los doctrineros ó párrocos regula
res en las Indias; cuyos Breves hallarás en Fraso (c), y un estrac-
to de ellos en los Fastos del Nuevo-Mundo.
La segunda prueba de la conclusion se funda en una declara
cion de Paulo V, que trae Alejandro Peregrino en el Compendio de
los Privilegios de los Clérigos Reglares o Teatinos, parte primera
en la palabra Indulgencia, por la que se dignó declarar que los reli
giosos que con licencia de sus Superiores se hallen fuera de sus con
ventos, puedan ganar las dichas Indulgencias visitando las Iglesias
donde moran. Y aunque yo no he podido hallar á Peregrino por
mas diligencias que he hecho, son tantos y tales los autores que le
citan, que seria una temeridad el negarlo; pues veo que le citan
acerca de la declaracion referida Lorenzo de Peirinis (/), Juan
Bautista Lezana, Eligio Baseo, Antonio de Pórres, Minderér, Bon-
tempo, Miguel de Zug y Teodoro del Espíritu-Santo. Y á la ver
dad, habiendo estendido Paulo V en 30 de Octubre de 1619 las In
dulgencias de los Regulares á los freyles de las órdenes militares
de Santiago, Alcántara y Calatrava, con esta cláusula: ó ya vivan
en sus conventos, ó ya fuera de ellos por mandato de sus Supe
riores, jqué mucho es que hiciera esta misma declaracion para to
dos los Regulares?
Advertencia.—Gregorio XV, inmediato sucesor de Paulo V,
[c] Barbosa en la Suma de las Decisiones Apostólicas, palab. Indulgentiec, núm. 4.—
Kacembergér, núm. 78 de las Indulgencias.—[<¿] Juan de Solórzano, Politica Indiana, tomo
2.°, lib. 4.?, cap. 18, mim. 29; y cap. 16, núm. 38.—Montenegro en el lib. 5.° de sultenera-
rio, trat. 1.°, sec. 25, núm. 7.—Pitoni en el tomo 2.° de las Decisiones para los Regulares,
núm. 1260.— [e] Pedro Fraso del Real Patronato de las Indias, tomo 2.°, cap. 56, núm. 27
y 82.—Domingo Muriel en la Bula 186, y en la 197. — [/] Peirinis, núm. 1 sobre la dicha
Bula 8.»—Lezana, pal. Indulgencia, núm. 9.—Baseo en el tomo 1.° de las Flores de la Teo
logia, pal. Indulgencia, art. 2.°, núm. 12.—Pórres, lib. 1.°, cap. 5.°—Bontempo en la cuest.ll
de las Indulgencia?, núm. 77.—Zug en el tomo 6.°, pág. 355.—Teodoro, }. 3.°, cuest. 2.»
235
por un Breve (g) de 10 de Noviembre de 1622, confirmado por Ino
cencio XI, como dije en la cuestion trigésima primera de este tomo,
concedió á los cofrades del Cordon, que por distancia, enfermedad ú
otro legítimo impedimento no pudiesen visitarlas Iglesias de la ór-
.den para ganar las Indulgencias, que rezando cinco veces el Padre
nuestro, el Ave-María y el Gloria Patri en honra de las cinco lla
gas de nuestro Señor Jesucristo y de nuestro P. San Francisco, ga
nen las Indulgencias como si personalmente visitaran dichas Igle
sias; y que puedan aplicarlas por las ánimas del purgatorio. De
estas gracias participamos los menores, clarisas y terceros de San
Francisco (A), por la mutua comunicacion de privilegios é Indul
gencias que tenemos unos con otros, concedida por Inocencio XI é
Inocencio XII, segun dije en la cuestion 31, suposicion segunda.
CUESTION XLVI.
Sobre el §. 11 de la misma Bula. El religioso que en todos los
dias del año visita su Iglesia, y pide á Dios por la concor
dia entre los Príncipes cristianos, estirpacion de las here-
gías, exaltacion de la Santa madre Iglesia y salud del Roma
no Pontífice, i ganará todos los dias del año las Indulgen
cias de las Estaciones de Roma?
Ha habido algunos escritores que no se atrevieron á resolver
esta duda; tales fueron Paserino (a), Avendaño y el Reverendísimo
Samaniego. Otros hubo, entre los cuales he leido á Forres (6), Pe
dro Bote y Leandro de Murcia, que sostuvieron la afirmativa. Sin
embargo de eso
Respondo con el Cardenal de Laurea (c), Nogueira, Peirinis,
Minderér y otros muchos, que el religioso ó la religiosa que visitan
todos los dias del año su Iglesia y piden á Dios por las necesidades
dichas, no ganan ni pueden ganar en todos los dias del año las In
dulgencias de las Estaciones de Roma.—Esta conclusion es para
mí ciertísima, por las razones siguientes:
[g] Empieza: Pias chrirti, y se halla en fray Francisco Diaz de San Buenaventura, Di
rectorio de las Tres Ordenes, impreso en Koma 1689, pág. 9. —[h] Ferraris en la pal. Indul
gencia, art. 5.°, núm. 12.—[a] Paserino en la cuest.101 de la obra de Indulgencias, núm.786.—
Diego de Avendaño en el tomo I.° del Tesoro Indico, tit. 5.°, núm. 296.—El Reverendisimo
fray José Jimenez Samaniego en el lugar que citaré en el argumento.—[b] Pórres, lib. 1.°
de Indulgencias, cap. 5.°, pregunta 10.—Bote, Tesoro de la Doctrina Cristiana, tomo 3.° en
el Sumario de las Indulgencias de los Religiosos. —Murcia sobre la Regla de San Francisco,
cuest. 21 sobre el cap. 6.°, núm. 17.—[c] Laurea en el Epitome de los Cánones, pal. Regu-
larium Indulgentioe. —Luis Nogueira sobre la Bula de la Cruzada, disp. 10, sec. 4.»—Peiri
nis, tomo 2.° en el núm. 3 sobro la Bula 8.» de Paulo V.—Minderér, part. 2,», núm, 216,—
Juan Pablo Paravicino en el tomo 3.° de su Poliantea de Cánones &c.
236
Primera.—El fin que tuvo Paulo V en la constitucion sobre
dicha fue, segun dice Benedicto XIV (c/), el de reformar y mode
rar las Indulgencias de los Regulares: el de quitar la confusion que
de su muchedumbre se originaba, dice el mismo Paulo en el exor
dio de su Bula. Luego no es de creer que nos concediera para todos
los dias del año las Indulgencias de las Estaciones; porque á la ver
dad, ¿qué moderacion seria concedernos á los Regulares que vivi
mos con quietud en los claustros la consecucion diaria de las In
dulgencias estacionales, cuando los pobres peregrinos que se can
san y se fatigan para llegar á Roma, aunque visiten las Iglesias
de las Estaciones todos los dias del año, no pueden ganar en todos
ellos las Indulgencias estacionales, sino solamente en aquellos dias
que son propios de las Estaciones?
Segunda.—Aquellas palabras de la concesion: en todos los
dias (Nota 49), no significan todos los dias dol año, sino todos los
dias de las Estaciones (c); pues, como dice el Cardenal Tusco (/*),
el adverbio perinde significa toda semejanza. Es asi que Paulo V
no concede á los Regulares que visiten sus propias Iglesias, sino
las Indulgencias que por visitar en los dias de Estacion las Iglesias
de dentro y fuera de Roma consiguen los seculares; luego es claro
que los Regulares aunque visiten sus Iglesias todos los dias del
año, no ganan ni pueden ganar las Indulgencias estacionales en
todos los dias del año, sino en los dias de las Estaciones.—Es indu
bitable que los que estan viviendo en la ciudad de Roma, aunque
visiten personalmente todos los dias las Iglesias de las Estaciones,
no ganan las Indulgencias estacionales todos los dias; pues ¿cómo
es creible que todos los dias Ias ganemos nosotros, que viviendo con
tranquilidad en el claustro no tenemos que dar sino cuatro pasos
para visitar nuestra Iglesia?
Tercera.—A continuacion del §. 11, en que concede Paulo V
á los Regulares las Indulgencias de las Estaciones, les concede lue
go en el 12 cinco años y cinco cuarentenas de Indulgencia para
cada dia del año en que recen cinco Padre nuestros y cinco Ave-
Marías en su Iglesia. Ahora bien: si Paulo V hubiera concedido á
los Regulares que ganasen todos los dias del año las Indulgencias
[Nota 49.]—Pondré á la vista las mismas palabras de la Bula.—}. 11. "Religiosi intra-
"claustra viventes, qui suam Ecclessiam devotc visitáverint, et ut prsefertur, oráverint, con-
"sequantur easdem Indulgentias, quas visitantes Ecclesias Urbis & extra eam diebus statio-
"nurn consequuntur, in omnibus diebus, perinde ac si ipsas Urbis Ecclesias personaliter visi-
"tarent."— [d] En la Bula Ad Romanum Pontifican, que es la 41 en el tomo 3.° de su Bu.
lario, }. 2.°—[e] Véanse los Ilustradores del Fuero de la Conciencia sobre la proposicion 37
condenada por Alejandro VII.—Y Minderér, núm. 216. — [/] Domingo Tusco en el tomo 2.°
de sus Conclusiones Prácticas del Derecho, letra D, conclusion 375, núm- 12 y 13.
237
de las Estaciones, que son ciertamente grandes, ¿es creible que Ies
hubiera concedido por la misma obra otras Indulgencias menores?
¿Qué religioso al visitar su Iglesia hubiera hecho caso de las In
dulgencias menores, pudiendo ganar otras mayores con aquella mis
ma visita? Es muy regular que ninguno. Luego Paulo V ¿concede
ria estas Indulgencias menores, no habiendo de hacer caso de ellas
los Regulares? ¿Qué, las concederia no mas que para ostentar su
poder? Así parece que se sigue, si es que los Regulares tuviesen
motivo para apreciarlas. ¿Y quién ha de creer que hiciera eso Pau
lo V en una Bula en que se ponia de intento á moderar las Indul
gencias de los Regulares? ¿En una Bula, espedida de acuerdo con
los Cardenales que habian discutido muchas veces la materia que
en ella se trata: yo no lo creo ciertamente. Lo que sí creo es, que
Paulo V concedió á los Regulares en el §. 11 de su Bula las Indul
gencias estacionales para todos los dias en que hay Estacion en
Roma, y en el 12 les concedió cinco años y cinco cuarentenas de
Indulgencia para todos los demas dias del año.
Cuarta.—En fin, aun dado caso que Paulo V nos hubiera con
cedido á los Regulares las Indulgencias de las Estaciones para to
dos los dias del año (lo que se me hace increible), la tal concesion
estaria ya modificada en cuanto á las palabras últimas, por el céle
bre Decreto Inocenciano (g), promulgado en Roma á los setenta
y dos años despues de la Bula de Paulo V; pues por el órgano de
la S. Congregacion de Indulgencias declaró en él Inocencio XI,
"que las Indulgencias de las Estaciones de Roma que por un be
neficio singular comunicaron los romanos Pontífices, ó en adelan
te comunicaren á algunos lugares, órdenes ó personas, solamen-
"te se puedan ganar en los dias de las Estaciones de Roma seña-
alados en el Misal romano." Luego el religioso ó la religiosa que
visitan todos los dias del año su Iglesia, y piden á Dios por las ne
cesidades sobredichas, no pueden ganar las Indulgencias estaciona
les en todos los dias del año, sinó solamente en los dias de las Es
taciones, que son ochenta y siete.
Argumento contra la conclusion.—El Reverendísimo é Illmo.
don fray José Jimenez Samaniego, que fue General de mi orden el
año de 1676, y despues Obispo de Plasencia (Nota 50) en el de 1683,
en la exacta compilacion de los Estatutos generales que hizo para
[Nota 50 ]—La ciudad de Plasencia no está en el reino de Galicia, como afirman Peru-
8Íno (h) y Nápoles en la Cronologia Seráfica, sinó en la provincia de Estremadura.—[g] Em
pieza: Delata; sapiús, y le hallarás en Corella, Práctica del Confesonario, tratado 17 desde el
núm. 239: en Murillo sobre el Quinto de las Decretales, núm. 384: en Diaz, Espejo Seráfico,
part. 1.», cap. 3.°, documento 11 y 12: en Amórt, Ferraris, Potesta, ¿fec—[h] Perusino en el
tomo 3.°, part. 2.», pág. 29: Nápoles en el tomo 4.°, pág. 667,
538
la familia cismontana de la regular observancia de mi seráfico P.
San Francisco, pone uno que dice de esta manera (/): " Amonesta
dos á los religiosos que cada dia, á lo menos alguna vez de las
"que van al coro, visiten la Iglesia con el fin de ganar las grandes
"y ciertas Indulgencias que les concedió Paulo V en una Bula (j),
"por las palabras siguientes: Los religiosos que viven dentro de
"los claustros, si visitaren devotamente su Iglesia, y pidieren á
"Dios en ella por la concordia SfC, consigan las mismas Indul
gencias que consiguen los que visitan las Iglesias de Roma y
"fuera de ella los dias de Estaciones en todos los días, como si
"personalmente visitaran las Iglesias de Roma."
Item. En otros Estatutos de mi orden, llamados de Barcelona,
reformados el año de 1621 en la Congregación general de Segovia,
é impresos en Madrid el de 1746, hay uno del tenor siguiente (k):
"Cuando los religiosos entraren ó salieren de la Iglesia, después de
"haberse hincado de rodillas y hecho una profundísima reverencia
"al Santísimo Sacramento, harán oración y besarán la tierra, para
"que alcancen las Indulgencias concedidas á las Estaciones; y lo
"mismo harán al entrar y salir del coro." Se cita á la márgen un
indulto, concedido por Gregorio XIII á las Iglesias de los carmeli
tas^ lo que añade fray Gerónimo Sorbo en el Compendio de nues
tros Privilegios.
En vista de los dichos Estatutos, parece que toda mi orden, ó
por lo menos una gran parte de ella, como lo es la familia cismon
tana, opinará que los Regulares pueden ganar en todos los dias del
año las Indulgencias de las Estaciones de Roma; pues de otro modo
seria inútil amonestarlos que hagan Jas diligencias cada dia con el
ánimo de ganarlas.
Respondo que en materia de Indulgencias hemos de atender
siempre á las revocaciones y concesiones posteriores. Desde Cle
mente VIH y Paulo V, que gobernaron la Iglesia á principio del si
glo décimo séptimo, se ha variado mucho este punto de disciplina.
De aqui es que aun cuando sea cierto lo que afirma el capuchino
Sorbo, de que Clemente VII concedió las Indulgencias de las Esta-
taciones para todos los dias del año á los que visitaran las Igle
sias de los carmelitas, aunque esta concesión se estendiese á las
. Iglesias de los franciscanos, lo cual niegan con razón Lumbier (Z)
CUESTION XLVII.
[a] Amórt en la Historia de Indulgencias, cuest. 50, núm. 3.—Zug en el tomo 6.° del
Bulario de los Capuchinos, pág. 351. — [6] Nápoles en el tomo 4.° de la Cronología Seráfi
ca, pág. 523, letra c.—Vadingo en sus Anales al año de 1330 trae una Bula de Juan XXII
(la 118 en el Registro), en la que confirma las Indulgencias que sus predecesores habían con
cedido á los que oyeren los sermones de los menores. Véase su compendiador Haroldo al
año 1331, núm. 9. — [c] Casa-Rubios en su Compendio de Privilegios, pal. Indulgencias en
cuanto á los seculares, }. 5.°—Manuel Rodríguez, tomo 2.°, cuest. 96, art. 1.°—Ferraris, pal.
Indulgencia, art. 5.°, núm. 47.—Y otros que cita Nápoles mas abajo en la letra a.—[d] Véa
se en la Historia de Amórt un Decreto de la S. Congregacion de Indulgencias de 1.° de Se
tiembre de 1732, núm. 2.
I
240
otro, porque si nosotros la publicamos, se nos opondrán los Obis
pos, los párrocos se turbarán, y los feligreses se retraerán de fre
cuentar sus propias Iglesias; lo cual se opone, dice Minderér (e),
á lo que Clemente V determinó en el Concilio Vienense (/).—En
confirmación de lo que llevo dicho, pondré aqui la Carta siguien
te, traducida del latin al castellano.
CARTA-ORDEN,
"1763, 24 de Agosto.
[Nota 51.]—Por mas vueltas que he dado á las palabras nimis leclé que trae la carta, no
he podido conciliarias con el sentido de la oración en que ee hallan. Lo mismo ha sucedido
á otros hombres doctos con quienes he consultado. Por lo cual hemos convenido en que eí
adverbio leclé será yerro de imprenta, en lugar de late; y así, nimi.i latí: lie traducido con de
masiada amplitud El Traductor.—[e] Minderér, part. 1.», núm. 351. —Kerkove sobre los Es
tatutos generales, cap. 7.", }. 5.°, núm. 23. —[f] En el 5.° de las Clementinas, tít. 7.°, ca
pítulo l.° Religiosi.— [a] En efecto, Casa-Rubios en el lugar arriba citado en la letra c po
ne esta Indulgencia de diez y ocho años, sin que se le opongan los comentadores de su Com
pendio Córdoba y Sorbo. Y aun la misma Indulgencia escribieron también Miranda, Diana
y üobát, á los que sigue Lucio Ferraris (en el lugar arriba citado en la letra c). La aserción
pues do estos se reprueba aqui por el Pontífice.—NápoUs.
241
"tado el dicho predicador por el mismo Ilustrísimo señor Obispo de
"la nulidad de estas Indulgencias, no quiso retratarse de lo que ha-
"bia afirmado; ántes bien otros religiosos, con ocasión de sermones
"que han tenido en las Iglesias de la orden, no desisten de promulgar
"las mismas Indulgencias de diez y ocho años. Por comisión (6) pues
"del Santísimo Padre y señor nuestro Papa Clemente XIII, mando
"á V. P. Reverenda que amoneste á todos y á cada uno de los reli
giosos de esa provincia, que no se atrevan á promulgar mas las
"tales Indulgencias, que ciertamente son nulas (c), y que den al
"Ilustrísimo señor Obispo la debida satisfacción: de otra suerte, se
"habrá de llegar á la imposición de las censuras y de otras penas
"al arbitrio de Su Santidad. Estas cosas juzgué hacer saber á V. P.
"Reverenda; entretanto quedo pidiendo á Dios le llene de prospe
ridad.—De V. P. Reverenda, siervo.—Fr. Juan Alfaro Corona
ndo,, Procurador general de la Orden. En Roma, en el convento
"de Araceli el dia 24 de Agosto de 1763:»
CUESTION XLVIH.
¿Hay Indulgencias concedidas á los que asisten á las misiones
que hacemos entre los fieles, ó ala esplicacion de la doctri
na cristiana?
[/] He leido sobre esto la Circular del Consejo de 14 de Octubre de 1814. —[g) Del
Origen de las Sociedades, tomo 2.°, impreso en Madrid 1823, cuest. 4.», }. 3.°, núm. 14.—
[A] En la Bula Gravissimum, que es la 140 en el tomo 1.° de su Bulario, desde el }. 4.° has
ta el 10.—[i] En el }. 11 de la dicha Bula.— [j] Empieza: Calestium, y se halla en el Fer
raría, pal. Privilegium, art. 1.°, núm. 31.—En Potesta, tomo 3.°, núm. 445.— Y en el Bulario
de nuestros Descalzos, tomo 3.°, pág. 91.—Es semejante á otro que tienen los Jesuitas.—
[le] Quintanadueüas, tomo 1.° da sus Singulares, trat. 7.° del Apéndice, desde el dub. 5.a
244
quisieren, comulgar en cualquiera Iglesia, pedir á Dios por las ne
cesidades sobredichas en cualquier lugar, y tener la Bula de la Cru
zada si están en los dominios del Rey Católico. Dura el tiempo de
esta Indulgencia (Z) desde que se anuncia la misión en una ciudad
ó pueblo hasta que se concluye; y no se puede ganar sino una Yez
en cada misión.
Concesión segunda.—Inocencio XI, por un Breve (IT) que
espidió el dia 30 de Mayo de 1686 á instancias del Venerable P. Li-
naz y fray Francisco Diaz de San Buenaventura, concedió perpe
tuamente las Indulgencias siguientes á los que asistan á la espli-
cacion de la doctrina cristiana que hagan los menores observantes
de San Francisco.
A todos los que fueren causa de que los niños, los criados ó
otra cualquiera persona vayan á la doctrina cristiana, doscientos
dias de Indulgencia. A los que en los dias de las Estaciones de Ro
ma asistieren á la dicha esplicacion, las Indulgencias de las Esta
ciones. A los padres y madres de familia que en sus casas esplica-
ren la doctrina cristiana á sus hijos, criados y domésticos de uno y
y otro sexo, cien dias por cada vez; y otros ciento les concede tam
bién Paulo V (m). A todos y á cada uno de los fieles que por el es
pacio de media hora se dedicaren á enseñar, ó aprender la doctri
na, ó asistieren á ella, cien dias. A los que habiendo asistido á la di
cha esplicacion continuaren confesando y comulgando una vez ca
ca mes, siete años y siete cuarentenas de Indulgencia por cada vez.
A los que anduvieren por las ciudades enseñando la doctrina cris
tiana á los hombres, mugeres ó niños, siete años; y á los que salie
ren fuera de las ciudades a las villas y lugares á enseñarla, diez
años. A los sobredichos que acostumbran á enseñar Ja doctrina, dos
cientos dias de Indulgencia por cada vez que visiten algún enfermo.
Item. A todos los fieles que acostumbren asistir á la esplica
cion de Ja doctrina cristiana que hagan los dichos religiosos; como
también á los mismos religiosos que con licencia de los Ordinarios
esplican la doctrina cristiana, si en el dia de la comunión general
verdaderamente contritos y confesados recibieren la Sagrada Eu
caristía en cualquiera Iglesia donde enseñen la doctrina, les con
cede Indulgencia plenaria una vez en el año. Finalmente, concede
á los mismos otra Indulgencia plenaria para el artículo de la muer
te, con tal que se confiesen y comulguen en dicho artículo si pu-
[IJ Alonso de Andrade, el Operario Evangélico, part. 2.*, cap. 48, }. 4.°—[ZTj Comien
za: Putatis, y le hallarás en Perusino, tomo 3.°, part. 1.a, pág. 259.—En el Ferrans, pal. In
dulgencia, art. 5.°, núm. 16.—En el lugar citado de Potesta.—En el Directorio de las Tres
Ordenes, y en nuestras Bulas Inocencianas.—[m] Por su Bula Ex crédito, que es la 36 en
*1 3.° tomo del Bulario romano; y la 83 en el tomo 5.°, part, 3.» del de Coquelines.
245
dieren; y sino, invoquen contritos el Santísimo Nombre de Jesús,
á los menos con el corazón.
Advertencias sobre la concesión dicha.—1.a Ganarán las ta
les Indulgencias, no solamente todos y cada uno de los menores ob
servantes de San Francisco que enseñen la doctrina cristiana (n),
sino también todos los otros cristianos que cooperen con ellos, ayu
dándoles á una obra tan santa, ya sean regulares, ya seculares, ya
clérigos, ó ya legos: con la condición de que los regulares han de
tener la licencia de sus respectivos Superiores y el consentimiento
del Ordinario del lugar, y los seculares la licencia del Ordinario.—
2.a Por enseñar la doctrina cristiana, no solamente entiendo ense
ñar los rudimentos de la fe, y lo que es necesario que todos sepan
para alcanzar la salvación eterna, sino también la declaración (íí)
asi de los vicios de que los fieles deben huir, como de las virtudes
que deben practicar.—3.a Los que asisten á la esplicacion de la doc
trina, deben oiría con atención (o) si quieren ganar las Indulgen
cias; y así, no las ganará el que cuando se esplica la doctrina cris
tiana esté durmiendo ó voluntariamente distraído.—4.a Aunque es
difícil señalar cuantos actos se necesitan para la costumbre que
requiere la Bula, tienen por probable los hombres doctos, dice el
P. Dueñas ( p), que el que por espacio de media hora asistiere á la
esplicacion de la doctrina tres ó cuatro dias, sean continuos ó inter
polados, ganará las dichas Indulgencias plenarias si pone las demás
condiciones.—5.a No es necesario para ganar la Indulgencia ple-
naria de la comunión general, el pedir por las necesidades de la
Iglesia (q); y bastará para ganarla, el comulgar en cualquiera Igle
sia donde se haya esplicado la doctrina, aunque no se haya espli-
cado mas de una vez.
Ampliación de la concesión referida.—Clemente XIV, por
un Breve (r) que espidió á instancias de nuestros misioneros el
dia 1.° de Setiembre de 1769, amplió la concesión antecedente de
Inocencio XI, concediendo tres gracias. La primera: que los Ordi
narios puedan señalar dos dias para la comunión general, aunque
no sean festivos; mas la dicha Indulgencia plenaria, aunque unos
la podrán ganar en un dia y otros en otro, ninguno la puede ganar
mas de una vez aunque comulgue ámbos dias. La segunda: que
para ganar los Sacerdotes la Indulgencia plenaria, no estén obliga-
[n] Arbiol, Desengaños Místicos, lib. 3.°, al fin del cap. 5.°—Quintanadueñas (á quien
con otros llamaré Dueñas en adelante), tomo 2.°, trat. 7.°, dub. 2.°— [ñ] Véanse el Tnden-
tino, ses. 5.a, cap. 2.°—La Regla de los Frayles Menores, cap. 9.°—Y Dueñas desde el du-
bio 4.° hasta el 9.°— [o] Dueñas, dub. 9.° y 10.—[p] Idem, dub. 14.—Andrade en el cap. 60
del lugar citado.—[q] Dueñas, dub. 16.—[r] Empieza: Alüts, y se halla en las ediciones de las
Bulas {nocencianas; en la de Roma de 1778, pág. 163; y en la de Madrid de 1781, pág. 109.
dos á comulgar ó celebrar en las Iglesias en que se haya esplicado
la doctrina, con tal que visiten devotamente alguna de ellas. Y la
tercera: que á los enfermos que no pueden practicar lo referido,
puedan los Confesores conmutárselo en todo ó en parte, señalándo
les otra obra de piedad que puedan hacer.
Tercera concesion.—Considerando Clemente XII los frutos
tan abundantes que sacan los fieles de asistir con frecuencia á la es-
plicacion de la doctrina cristiana, para escitarlos á una obra tan sa
ludable, concedió por una Bula (s) de 16 de Mayo de 1736 á los fie
les de todo el mundo las Indulgencias siguientes; conviene á saber:
A todos los adultos (Nota 51) que habiendo confesado y co
mulgado asistan con devocion á la esplicacion de la doctrina cris
tiana, siete años y siete cuarentenas de Indulgencia por cada vez.
Item: á los que asistan á la dicha esplicacion con frecuencia, ya
sea enseñando, ya sea aprendiendo la doctrina cristiana, y verda
deramente contritos, confesados y comulgados pidan á Dios por las
necesidades comunes do la Iglesia, les concede Indulgencia plena-
ria en los diasde la Natividad del Señor, de la Pascua de Resur
reccion, y de San Pedro y San Pablo Apóstoles.
CUESTION XLIX.
De las misiones entre los infieles.
. Hace ya mas de cuarenta años que me incorporé, por la mise
ricordia de Dios, en este colegio apostólico de San Fernando de
Méjico. La materia de que voy á tratar ahora es propia de mi ins
tituto; pero sumamente árdua y muy poco trillada. Por lo cual, si
me estravio algun tanto del asunto principal de mi obra, suplico á
mis lectores me perdonen. Las circunstancias delos tiempos en que
vivimos, me obligan á tratar á fondo sobre este punto; y por otra
parte, si yo que soy misionero no lo hago, ¿quién otro lo hará?
§. l.°— De los misioneros de infieles en general.
La ereccion de los seminarios ó colegios que se titulan de pro
paganda fide, no solo mira á que sus alumnos (t) vayan á misio-
[Nota 54.]—Por adultos hemos de entender no solamente los que han llegado á la edad de
catorce años, como lo esplica el Diccionario de la Academia española, sino tambien todos loa
niños y niñas que han cumplido siete años de edad, como lo da á entender el P. Terreros, y
lo esplica Benedicto XIV [u] con la erudicion que acostumbra. En una palabra, por adultos
entiendo yo aqui todos los cristianos que son capaces de ganar Indulgencio.— [s] Comienza:
Pastoralis. Es la Bula 180, asi en el tomo 15 del Bulario romano, como en el 14 del de Co-
quelines.—Véase la citada Coleccion de Oraciones, pág. 401.— [í] Véanse los núm. 11, 50,
09 y 102 de los Estatutos lnocencianos.— [u] En la Bula Potfremo, núm. 33.—Es la 28 en
el tomo 2.° d« su Bulario. ,
847
nar entre los fieles, sino que se estiende tambien á propagar la fe
entre los gentiles, catequizarlos, reducirlos al gremio de la Iglesia,
y conservarlos en la fe que recibieron. En una palabra, el fin y ob
jeto de los misioneros ha de ser siempre la salvacion de las almas
en todas partes. Y pregunto yo: ¿hay en el mundo alguna empresa
mas grata á los ojos de Dios, y mas recomendable delante de los
hombres sensatos y verdaderamente cristianos? Oigamos la res
puesta que nos da el señor Duque del Infantado (»),como Presiden
te de la Regencia del Reino. "La conversion de los infieles, dice en
su proclama, y la reduccion de las tribus salvages y errantes á la
"vida social, es el primero y principal instituto de los misioneros;
"y nada hay en el mundo mas recomendable que ver á unos hom-
"bres dedicados por profesion á hacer felices, y sacar de las desgra
cias á otros hombres desde su nacimiento."
Y á la verdad, si se considerasen con atencion los trabajos de
los frayles misioneros, y el premio que suelen tener en esta vida,
¿quién no los miraria con lástima y se haria lenguas en su alaban
za? Los misioneros emprenden dilatado viage por mar y tierra, pa
deciendo en ellos infinitas penas é incomodidades, con el designio
de socorrer á tantas infelices almas como tiene cautivas el Demo
nio. Los misioneros se van á esponer frecuentemente á mil-riesgos
de perder la vida, por ir á propagar la fe católica, y alumbrar con
ella á los infieles que estan de asiento en las densas tinieblas del
paganismo. Los misioneros abandonan su patria, sus padres, sus
amigos, las conveniencias del siglo y aun el sosiego del claustro,
con el fin de estender por todas partes el reino de Jesucristo, y di
latar al mismo tiempo los dominios de la monarquía española. Los
peligros á que estan espuestos de perder la vida del cuerpo y aun
del alma, son muchos y muy frecuentes. Viven por lo comun entre
los bárbaros, y de consiguiente es indispensable que vivan conti
nuamente con sustos y con zozobras, desconfiando á cada paso de
los gentiles y aun de los recien convertidos.
Si se ha de fundar una mision, si se ha de ir formando un pue
blo, si se ha de fabricar una Capilla ó Iglesia,el misionero ha de ser
vir de arquitecto, de sobrestante, de albañil y aun de peon; pues
no solo suele dirigir la obra y velar sobre los que trabajan en ella,
sino que es preciso que para alentar á los trabajadores, ayude tam
bien á hacerla con sus propias manos, sin desdeñarse de practicar
los oficios mas bajos, como acarrear piedra, hacer mezcla, cortar
y conducir madera y meter ripios en las paredes. Si los indios han
[v] En la proclama que espidió en Cádiz á los habitantes de Ultramar el día 30 de Agos
to de 181Ü.—Se reimprimió en la Gaceta de Méjico de 1.° de Abril de 1818.
248
de tener que comer, es preciso que el padre los vaya enseñando á
cultivar la tierra, á sembrar, á escardar, á recoger las cosechas y
á conservarlas. Si se han de vestir, es preciso instruirlos en cardar,
en hilar, en tejer, en coser su ropa y remendarla. Si los años son
malos y estériles, si viene una peste sobre el ganado, si Dios envia
uno ó dos años de hambre, aqui son las penas y las ansias del mi
sionero, al ver que si detiene á aquellos infelices, se irán muriendo
de necesidad} y si los despacha á otras partes á buscar que comer,
se espone á peligro de que no vuelvan mas á la misión.
Agreguemos á esto lo principal, que es el catequizarlos, el ins
truirlos en los misterios de la fe, y el hacer que vayan aprendien
do las oraciones cristianas. Los indios á quienes son enviados los
misioneros, son por lo común estúpidos (x), bárbaros, lascivos, em
busteros, propensos al hurto y á la embriaguez, idólatras, supersti
ciosos, ingratos, tercos, sumamente indolentes, y de una inconstan
cia increíble. De aqui es que un catequista de genio duro, de con
dición áspera, de natural soberbio é iracundo, no solo seria inútil
para nuestro ministerio, sino sumamente perjudicial; pues en vez
de atraer á los indios y captarles la voluntad, los aterraría y seria
causa de que se huyesen. "El misionero, decia el Apóstol de las In
edias San Francisco Javier (»/), ha de ser paciente, caritativo, hu-
"milde y muy agradable con todos. En la conversación ha de ser
"suave, en sus palabras blando, y mas afable que severo; porqué así
"ganará la voluntad de todos.'*
Efectivamente, los misioneros que van á convertir á la fe á
los indios salvages, han de practicar, dice el P. Acosta (2), muchas
y escelentes virtudes, si han de cumplir con exactitud el ministe
rio apostólico. ¡Qué dulzura, qué afabilidad no necesitan, para ir
ganando poco á poco la voluntad de los indios! ¡Cuánto trabajo y
estudio para hablarles en su propio idioma, y darles á entender del
mejor modo las verdades de la fe que les predican! ¡Qué castidad,
qué pureza, teniendo que enseñar á personas de uno y otro sexo,
acostumbradas á vivir ó enteramente ó casi del todo desnudas! ¡Qué
mansedumbre, qué paciencia para instruirlos y catequizarlos en la
doctrina cristiana! ¡Qué tino, qué constancia para irlos civilizando
y atraerlos á la vida social! ¡Qué desinterés, qué desapego de to
das las cosas temporales, para manifestar á los indios que los minis
tros del Evangelio no van á buscar las cosas de ellos, sinó á ellos
mismos! Y sobre todo, ¡qué caridad, qué amor no es menester que
[x] Acosta en el lib.l.° de la dicha obra, cap.2.°; y en el lib.3.°, cap.20.—fy] En mía car
ta que escribió á S, Ignacio desde Cocbin el dia 14 de Enero de 1549.—Es la 1.* del tomo 2.a
en la Colección del P.Cutillas.—[i] Acoetu en el lib. l.»,cap. 12y47;y en el üb. 3.°, cap. 17.
249
les tengan, para sobrellevar sus faltas, para corregirlos sin exas
perarlos, para irlos apartando de los vicios 6 inclinarlos á la virtud!
También es preciso que tengan un activo y fervoroso celo; pero ce
lo que vaya siempre reglado por una grande prudencia, sin la cual
corre riesgo de cebarlo todo á perder.
Ahora bien: los frayles misioneros enviados legítimamente por
sus Superiores, ¿no han practicado por lo común, y están practican
do en el dia las sobredichas virtudes? ¿No han sido siempre los mas
aptos para ir á la conversión de los gentiles? Los Reyes y los Pon
tífices ¿no se han valido de ellos á cada paso para las tales conquis
tas? El Evangelio de Jesucristo ¿no ha fructificado en las partes
mas remotas del mundo por medio dé ellos? Oigan, oigan los ému
los de los frayles lo que dijeron sobre esto algunos sabios que han
escrito sin pasión. "Los religiosos, decían dos célebres jurisconsul
tos del Parlamento de Paris («), han servido mucho desde el prin
cipio para la propagación de la fe. Por sus trabajos, pueblos igno
rantes, feroces y bárbaros han abrazado la religión con todas las
"virtudes que ordena. Por su industria y economía, los bosques fue
ron desmontados y aradas las tierras Ellos han cultivado las
"ciencias Han sido los Apóstoles del Asia y de las Indias, y sus
"sucesores perpetúan el mismo ministerio Catequizan á los neó-
"fitos con una paciencia verdaderamente paternal, y los consuelan
"en medio de sus trabajos, dándoles esperanzas de una vida mas
"dichosa." —"¿Quiénes son, pregunta don Juan Noguera (6), los que
"fueron con mas frecuencia y van todavía á las costas mas desier
tas, á las regiones mas bárbaras, en busca de unos hombres que
"apénas-tienen figura de hombres? ¿Quiénes son los que mas indus
triosamente los amansan, los unen, los cultivan, los enseñan á ser
"hombres ciudadanos y cristianos, y aun grandes cristianos? Aque
llos que hacen todo esto á beneficio de la humanidad, con dispen
dio de sus comodidades y aun de sus vidas; pregunto de nuevo:
"quiénes son? ¿Acaso nuestros humanísimos filósofos, que á todas
"horas se declaran ansiosos por la humanidad y la filantropía. ¡Ah,
"delirio! Magníficos comendadores de la humanidad, no emprende
rían ellos el menor peligro, la mas leve incomodidad por todo el
"género humano. Pues ¿quiénes son los que hacen tanto bien á la
"humanidad? Los religiosos, los frayles." Sí: estos son los que se es
ponen á tantos peligros por socorrer á sus semejantes, que no cono
cen á Dios por falta de predicadores. Estos son los que viven entre
[a] En la Disertación Apologética del Estado Religioso, impresa en Madrid 1794, en
los cap. 3.°, 4." y 5.°—[b] En la Apología del Estado Regular, que he visto impresa en Ma
drid 1796, reflexión 10.
33
250
las naciones bárbaras para sacarlas de su barbarie, para predicar
las el Evangelio, para hacerlas felices eternamente.
i Y no han hecho esto y lo estan haciendo en la actualidad (No
ta 55) los frayles misioneros de San Fernando en la Nueva-Cali
fornia, los de Querétaro en la Piraería, los de Guatemala en la Ta-
lamanca y Honduras, los de Zacatecas en Tejas y Taraumara, los
de Pachuca en Coahuila y Nueva-Santander, los de esta provin
cia del Santo Evangelio en el Nuevo-Méjico, los domínicos de la
provincia de Santiago en la Antigua-California, los capuchinos en
la América meridional y en el Thibet, los trinitarios y los mer
cenarios en el Africa, los carmelitas en la Siria y en la Persia, los
agustinos en Filipinas y en Bengala, los benitos en las Islas Britá
nicas, los de San Felipe Neri en el Indostan, los Jesuitas......? (c)
Pero ¿qué es lo que intento yo? Me es imposible no solo el nom
brar aqui todas las misiones que cada orden tiene á su cargo, pe
ro aun el nombrar solamente las de mi religion seráfica.
Pues veamos ahora el premio que suelen tener en esta vida
unos hombres tan beneméritos de la religion y de la patria. No se
puede negar que en todos tiempos se han dado obispados y otras
dignidades eclesiásticas á los misioneros, en recompensa de sus apos
tólicas tareas. Aun en nuestros dias hemos visto á los Ilustrísimos
señores Sacedon y Verger, Obispos del Nuevo-Reino de Leon; á
Ramos, de Mérida de Maracaibo; á Bousét y á Reyes, de la Sono
ra; y á Urtiaga, de Puerto-Rico: todos los cuales habian sido an
tes misioneros en los colegios de esta América. Pero yo no trato
sinó de lo que suele suceder al comun de los misioneros.
Los Sumos Pontífices y nuestros Reyes Católicos, que cono
cen á fondo y hacen el debido aprecio de las fatigas de los misione
ros de las Indias, les han señalado algunos premios correspondien
tes á sus trabajos. Por ejemplo: en las Bulas Inocencianas (d), que
fueron admitidas por toda mi orden congregada en el Capítulo ge
neral de Roma de 1688, y que no solo tienen el pase del Consejo
de Indias desde el tiempo de Cárlos II, sinó que en todos los Tribu
nales Reales se cela su observancia hasta el dia de hoy, se conce
de á los misioneros que hayan cumplido loablemente diez años de
colegio, puedan volver á su provincia (Nota 56) si quisieren, y go
zar en ella de las gracias y privilegios que alli se espresan. Asimis-
[iVoía 55.]—Escribia yo estas cuestiones por los aBos de 1819 y 1820.—[Nota 56.]— Mu-
cho se me ofrece que decir contra lo que escribe sobre esto el K. P. fray Pedro Parras en el
Gobierno de los Regulares de América, tomo 2.°, part. 2.*, cap. 18; pero lo dejo por no dila
tarme. —[e] Véansela Disertacion citada, cap. 5.°—Thorél en el mím. 17.—Francisco Cna-
teaubrian en «1 tomo 4.° del Genio del Cristianismo, lib. 4.°— [d] En los mím. 60 y 61.
251
mo, en un Breve de Pió VI (e) de 12 de Diciembre de 1797, que
tiene también el pase del Consejo de Indias con fecha de 22 de Ene
ro de 1804, no solo se concede á los misioneros asi de los colegios
como de las provincias de ambas Américas, que cumplido loable
mente el decenio puedan embarcarse para España y volver á su
provincia madre, ó incorporarse en cualquiera de las provincias
de las Indias, sino también que en cualquiera provincia en que se
incorporen puedan gozar de las gracias, privilegios y exenciones
que se espresan en el mismo Breve.
En vista de unas concesiones, por una parte tan novísimas, y
por otra tan claras y terminantes, ¿quién dirá que cuando un misio
nero que ha cumplido loablemente el tiempo que le señalan, se pre
senta para regresar á España ha de encontrar mil obstáculos para
conseguir la licencia que pide? ¿Cuántos pasos no tiene que dar es
te infeliz, cuántas repulsas, cuántos sinsabores y amarguras no es-
perimenta su corazón hasta que llega á embarcarse, después que
no se le da ni un real para su viage, aun cuando tenga treinta años
de servicio? ¿Qué de pretestos tan frivolos, qué de interpretaciones
tan agenas, asi del espíritu de la ley como de la mente del legisla
dor, no suelen alegar los fiscales ú otros ministros del Rey para im
pedir que el tal religioso se vaya? Paso en silencio lo que cuesta al
pobre misionero, cuando se incorpora en alguna provincia, la pací
fica posesión de sus exenciones, si es que llega á conseguirlas.
Lo que no puedo menos de decir porque me ha llegado al al
ma, es el descaro y la insolencia con que en España en tiempo de
la libertad de imprenta escribieron los que se llamaban liberales
contra todo el Cuerpo de Regulares, del que somos una parte los mi
sioneros. El Im parcial, el Diario de la Tarde, la Abeja Española,
el Diccionario Crítico- Burlesco, y otros periódicos incendiarios es-
tractados por el Redactor General de Cádiz (/), que era el eco de
los libertinos, son testigos de esta verdad. En ellos, unas veces se
echa en cara á los religiosos (aun á los mas austeros) que tienen una
vida poltrona y regalada; otras se les satiriza con bufonadas y cuen
tos ridículos; y otras se les dan los bellos nombres de fanáticos, de
zánganos, de plagas de la nación, y de seres perjudiciales al ade
lantamiento de la sociedad. Esto, esto se imprimía en los papeles
públicos de Cádiz á vista de la Regencia del Reino y de las Cortes
estraordinarias en el año duodécimo del presente siglo: esto daban
[e] Comienza: Decel Romamim Ponlificem. Véanse los níím. 1, 2, 3, 4 y 28 del mismo
Breve—[/] Véose el dicho Redactor en los núm, 496, 497, 498, 501, 507, 508, 544, 547 y
596.— Y puede leerse sobre esto la Historia de la Provincia de Aragón, órden de predicado
res, por los RR. PP. fray Mariano Rais y fray Luis Navarro desde la pág. 37 de la edición
•de Zaragoza 1819.
252
á luz en sus folletos los periodistas gaditanos, sugeridos y pagados
por los sectarios, con el fin de infamar á los frayíes, y de prevenir
contra ellos los ánimos de los pueblos sencillos, como lo consiguie
ron el dia 13 de Julio de 1834.
Periodistas de Cádiz: si los misioneros del Asia y de la Amé
rica, que andan millares de leguas por predicar el Evangelio á los
gentiles y dilatar los dominio del Rey Católico, se quejaran de vos
otros, diciendo que habéis quebrantado muchas veces el Decreto de
las Cortes sobre la libertad de imprenta (g), calumniándolos é in
famándolos en vuestros escritos, ¿qué responderíais á esos hombres
tan beneméritos de la religión y del Estado? ¡Ah! si acaso no les
respondiérais con alguna chufleta como soléis, yo no dudo que (se
gún vuestro principio de liberalismo) les diríais: "Es verdad que las
"Cortes en su Decreto de la libertad de imprenta prohiben espre-
"samente en el artículo cuarto los libelos infamatorios y los es-
"critos calumniosos', pero si vosotros no sois ciudadanos (/«), si te-
"neis la desgracia de ser frayles; y este nombre, aunque fue en otro
"tiempo digno de honor y reverencia, ha pasado ya entre los espa
ñoles ilustrados á ser nombre de infamia y de vilipendio', en una
"palabra, si van á estinguiros (i) cuanto antes con capa de reforma,
"¿de qué os quejáis si os dejan vivir todavia? Dirigid á otro Tribu
nal vuestras quejas."
En efecto, los misioneros han dirigido á la Regencia sus que
jas (j) contra vosotros por vuestros papeles incendiarios, y esperan
que se les oigan y se les administre justicia. ¿Lo conseguirán? Pa
rece que sí. Lo primero, porque algunos diputados de Cortes han
hecho grandes elogios de los misioneros, entre los cuales merece
atención el siguiente, pronunciado por don Juan José Güereña, ho
nor de la Nueva-España, y diputado por la ciudad deDurango: "Con-
"trayéndome, dijo este sabio (k), á solo la América del septentrión,
"puedo asegurar con conocimiento que si el gran Cortés dió con el
"esfuerzo de su espada muchos vasallos al trono de España, mu-
"chos mas le han dado con la dulzura del Evangelio los misioneros
"de Tejas, Sonora, Californias, Nuevo—Méjico, Tampico y otros
"puntos en que han establecido neófitos, enseñándoles á un tiempo
"las verdades de la religión, la agricultura y otros ramos de indus
tria que deben auxiliar las necesidades del hombre."—Lo segundo,
[g] Se halla este Decreto en el Semanario Patriótico de Manuel Quintana, núm. 35.—
£i] Constitución Política de la Monarquía Española, art. 18.—[i] Así lo pronosticó el impío
artolomé Gallardo en su Diccionario Crítico-Burlesco.—En el Filósofo Rancio puedes leer
las Cartas 27, 33 y 36 del tomo 3." de la edición de Madrid 1825.— [j] Véase lo que imprimí
en los Diarios de Méjico de 29 y 30 de Abril de 1815.— [k] Diario de las Cortes de España, ,
tomo 8.°, pág. 412.
253
porqué en la Constitución del año de 1812 (Z) mandan las Cortes á
fas Diputaciones Provinciales de Ultramar, que velen sobre la eco
nomía, orden y progresos de las misiones.—Y lo tercero, porque el
Consejo de Regencia (11) nos asegura, que "lo que mas atención me
rece al Gobierno es la necesidad del fomento de las misiones en
"todos los paises de America y Asia, y que lejos de necesitar estí-
"mulos para trabajar en tan grande empresa, tendrá la mayor com
placencia en dedicarse á este trabajo con afán, con empeño, con
"preferencia á todos los demás, para que los indios (hijos predilectos
"de la madre patria) conozcan claramente lo penetrado que se halla
"el Gobierno de sus verdaderas necesidades, y con cuanta solicitud
"desea los medios de su alivio y felicidad." Esto mismo aconsejaba á
la dicha Regencia el Consejero de Indias don Ciriaco González
Carvajal en una Memoria (m) que la presentó, en la que decia:
"Sin misiones, es y será moralmente imposible en las Américas y
"el Asia la reducción de tribus salvages, su conservación en la vi-
"da social, la propagación de la religión católica, y el descubri-
"miento de nuevas tierras y paises. Y no, no hay otros que puedan
"emplearse en esta clase de trabajo tan penoso y lleno de continuos
"peligros, sinó los religiosos misioneros."—No es creible pues que
dejen de oir las justas quejas que los misioneros han dirijido al Go
bierno; pues sinó las oyeran, faltarían en esto á la justicia, á la re
ligión católica que profesan, y á la sana política de la que tanto
se precian. •
Sin embargo de todo eso, á mí me parece que no lo consegui
rán. ¿Por qué? Porque aunque habia en el Congreso algunos dipu
tados que apreciaban al Cuerpo de los Regulares, habia otros mu
chos que deseaban acabar con él (n), considerándole perjudicial
á la sociedad. Y en efecto, fueron tomando los medios para conse
guirlo; pero con arte y con disimulo, para que el pueblo no se al
borotara. De aqui provino el Decreto de las Cortes estraordina-
rias (o) de 18 de Febrero de 1813, por el que se prohibió á los re
ligiosos que se reunían, después de la invasión de los franceses, el
pedir limosna para reedificar sus Iglesias ó conventos. De aqui el
Decreto de supresión ( p) de monacales, freylcs y hospitalarios. De
aqui el de la reforma de Regulares, decretando la inhabilidad pa
ra profesar antes de cumplir la edad de veinte y cuatro años, y ne-
[l] En el art. 335.—[ZTJ En la Proclama sobredicha.—[m] La vf impresa en el Diario
de Méjico, tomo 2.°, núm. 18.—[n] En los art. 28 y 29 de la Constitución secreta de las Cor-
tes, que vi en el Redactor Mejicano, núm. 18; y en el Diario de Méjico de 16, 17 y 18 de
Enero de 1815.— [o] Este es el Decreto 222 en la Colección de Decretos de las Córtes es-
traordinarias, impresa en Madrid 1820 en el tomo 3.°—[ p] Es el Decreto 42 en el tomo 6.°
de la dicha Colección: el mismo que trata de la reforma áe los Regulares.
254
gando enteramente la licencia para admitir novicios sin espreso
consentimiento de las Cortes. Estas y otras semejantes disposicio
nes que iban tomando poco á poco, juntas con la de dejar correr
impunemente los impresos que infamaban á los Regulares, como si
estos no fueran prójimos ni miembros de la sociedad, daban á en
tender claramente el designio que tenían las Cortes acerca de ellos,
que era el de estinguirlos á todos (q\ como se ha hecho ya en los
años de 1835 y 1836. Por eso las quejas de los misioneros fueron
entonces desatendidas; y á los indios, á los hijos predilectos de la
madre patria, se les quitó el único consuelo que tenian en la asis
tencia de los misioneros;' pues las Cortes, á instancias del K. Obis
po electo de Guayana don José Ventura Cabello, espidieron un
Decreto (r) en 30 de Setiembre de 1813, por el que mandaron que
"todas las nuevas reducciones y doctrinas de las provincias de Ul
tramar que estaban á cargo de los religiosos misioneros y tuvie
ren diez años de reducidas, se entregasen inmediatamente á los
"respectivos Ordinarios eclesiásticos, sin escusa ni pretesto alguno,
"conforme á las leyes y Cédulas concordantes."
¡Representantes de la nación española! ¡Padres augustos de
la patria! ¿Ese es todo el fomento, esa es toda la prosperidad que
vais á dar á tantas misiones vivas del Asia y de la América? ¿Ese
es el medio que tomáis para aliviar á tantos infelices? ¿No acabáis
de publicar por medio de la Regencia que los indios son hijos pre
dilectos de la madre patria? Pues ¿cómo les quitáis de una vez el
principal, el único consuelo que tienen en la asistencia de los mi
sioneros? ¿Hacéis otro tanto con vuestros hijos, quitándoles sin
tiempo el pecho de la que los cria? Permitidme que os diga, que
vuestro Decreto está dado con precipitación y con. falta de conoci
miento. Vuestra precipitación se manifiesta, en que sin saber vos
otros ni querer informaros de lo que pasa en la Guayana y en las
demás provincias de América y Asia, apenas el dicho Obispo se
presenta á vosotros contra los misioneros observantes y capuchinos
de la Guayana, le concedéis todo lo que pide sin querer oir á los
misioneros, que aunque están en posesión de las misiones, tienen el
delito de ser frayles. Y ¿sabéis vosotros quién era el R. Obispo de
Guayana? Yo os lo diré, porque estoy bien informado de quien le
conoció. Era un hombre ignorante, presuntuoso y enteramente in
hábil para el obispado, como que habiendo sido Obispo electo mu-
[q] Véase el Ilustrísimo Inguanzo en una Instrucción que circuló a bus diocesanos de
Zamora el año de 1823, y se halla en la Colección Eclesiástica Españolo, tomo 9.°, pSg. 130.
fr] Lo leí en la Gaceta de la Regencia de 6 de Noviembre de 1313; y en el tomo 4.° de la
Colección de Decretos.
255
chos años, nunca quiso confirmarle Pió VII. Vuestra falta de co
nocimiento se echa de ver, en que para autorizar vuestro Decreto
citáis leyes y Cédulas Reales que no existen; pues hasta ahora no ha
habido una ley, ni una Real Cédula tan absoluta y tan general pa
ra todas partes, que señale el tiempo fijo en que se hayan de entre
gar las misiones á los Obispos diocesanos. Yo, yo que he sido frayle
misionero del colegio de San Fernando de Méjico mas de cuaren
ta años y he trabajado sobre las misiones, sé muy bien lo que digo.
Ademas de eso, mandáis en el sobredicho Decreto que todas las mi
siones vivas que tengan diez años de reducidas, se entreguen ¿«-
mediatamente á los respectivos Ordinarios, sin escusa ni pre-
testo alguno. ¿Y si acaso los respectivos Ordinarios no tienen bas
tantes clérigos, como sucede en el obispado de Sonora y en otros,
ó si los pocos que tienen no son idóneos para curas? No importa,
entregúense inmediatamente.—Y si las nuevas conversiones, aun
que tengan mas de diez años de reducidas, no están en sazón toda
vía para entregarse á los Diocesanos, y se teme con bastante funda
mento que los neófitos se huyan á los montes y apostaten de la fe ca
tólica que recibieron, como ha sucedido en varias partes (Nota 57).
No importa, entregúense inmediatamente.—Pero advierte, Sobe
rano Congreso, que los Reyes Católicos, á quienes tú llamas dés
potas (s), llevaron á bien infinitas veces que los Vireyes y las Au
diencias suspendiesen la ejecución de sus órdenes, cuando preveían
que de ponerlas entonces en ejecución se habian de seguir graves
perjuicios; luego tú que no puedes ver el despotismo y estás lleno de
filantropía con los hijos predilectos de la madre patria, llevarás á
DESCRIPCION DE LA CALIFORNIA.
. La California es una grande península de la América septen
trional, al norte del Mar Pacífico ó del sur. Fue descubierta en el
año de 1525 por el héroe Hernán Cortés, de quien tomó el nombre
su golfo, al cual llaman otros Mar Rojo ó Bermejo. La anchura
de esta península es muy desigual; y es tanta su longitud de medio
dia al septentrión, que pasa de quinientas leguas. Por esta esten-
sion tan vasta la dividió el Gobierno español en dos partes. La una
abraza todo el terreno que hay desde el grado 22 de la latitud has
ta el 32, y se llama California-Antigua ó Baja, en donde tiene las
misiones la provincia de Santiago de los RR. PP. dominicos. La
otra comprende todo el espacio que hay desde el grado 32 de lati
tud hasta el Cabo-Mendocino, Cabo-Blanco &c, y se llama Cali
fornia-Nueva ó Alta, en donde están nuestras misiones.
[Nota 58.1—El sobredicho Decreto de las Cortes se publicó en Méjico por bando el dia 20
de Enero de 1821. De resultas de su publicación entregaron los Obispos diocesanos varias
doctrinas á los clérigos; pero acerca de las misiones vivas, el Virey de Nueva-España, de
acuerdo con los dichos Ordinarios no se atrevió á hacer mudanza alguna, temiendo los graví
simos perjuicios que de poner en ejecución el tal Decreto se hubieran seguido. Por eso ea
menester que asi las Cortes como el Gobierno español consideren bien lo que mandan, espe
cialmente en las posesiones de Ultramar; pues muchas leyes pueden ser útiles en la Penín
sula que B^rian perjudiciales en América.
257
La Nueva-California confina- por el este con la Pimería y
Nuevo—Méjico, por el sur con la Antigua-California, por el oeste
con el Mar Pacífico, y por el norte con naciones de indios genti
les casi no conocidas. ¡Su temperamento es benigno y sano, sus tier
ras son fértiles en la costa, y susceptibles de todas semillas; aun
que en algunas escasean bastante las aguas. Llueve en el invier
no, y én toda la Nueva-California hay pocos y pequeños rios. Con
el cuidado de los misioneros se han plantado ya en ella olivos, pe
rales, higueras, viñas, granados, melocotones y otros árboles de Es
paña, que dan abundantes y sazonadas frutas. De los silvestres, se
crian pinos, encinas, robles, pinabetes, alisos, álamos, avellanos,
laureles, madroños, fresnos. Hay en esta provincia todas las espe
cies de animales domésticos que sirven al uso común en España y
Méjico. También hay osas, leopardos, onzas, lobos, venados, ardi
llas, liebres, coyotes, zorrillos (a) y berrendos. De los insectos se
encuentran arañas, víboras de diferentes calidades, y algunas con
cascabel muy venenosas, culebras, escorpiones, salamanquesas y
tarántulas [no como las que hay en España y Ñapóles, sino como
las que se crian en el reino de Méjico] (Nota 59).—Entre las aves
hay mucha variedad (6), Finalmente, el mar produce tantos y tan
buenos pescados, que, según afirma el P. jesuíta Burriel (c), en una
y otra costa es increíble su muchedumbre y diversidad. Hay tam
bién abundancia de lobos marinos y de nutrias, que son apreciabi-
lísimas por sus^pieles: su interés ha movido á tantas naciones á
surcar estos mares ennuestros dias, no sin graves perjuicios de sus
habitantes, como lo observó Vancóuver (d); y aun los rusos tienen
ya sus establecimientos muy cerca del puerto de San Francisco.
[e] Fray Francisco Palou en la Vida del P. Serra, desde el cap. 13 hasta el 18.—[/] El
Conde de La-Perouse en el tomo 2.°, cap. 11.— [g] Noticia de la California, tomo 1.°, par
to 1.*, J. 6."—[h] Han quitado la vida a algunos de nuestros misioneros. —[i] Fray Luis Sa
les ea la Carta 2.» sobre las Californias, impresa en Valencia 1794, pág. 94.
259
plumas finas y abalorios. Viven errantes y dispersos con alguna
corta dependencia de ciertos Gefes, que por su gran valor y destre
za para pelear, se han grangeado la subordinación y obediencia de
los demás. Sus armas suelen ser macanas, arco y flechas. No les do
mina la avaricia; pues lejos de afanarse para asegurar el alimento
de mañana, pasan en inacción toda su vida y tienen horror al traba
jo. Sus comidas, en las que nunca echan sal, consisten por lo común
en yerbas silvestres, y se ayudan de la caza y de la pesca. El cui
dado de buscar las yerbas por los campos, conducirlas y aderezar
las es peculiar de las pobres mugeres, aun cuando están embara
zadas ó acaban de parir. Se usa entre ellos la poligamia, y se ca
san frecuentemente con sus suegras y cuñadas. Hacen sus casa
mientos sin mas ceremonias que el convenio de ambos, y suelen
durar hasta que riñen. No se ha encontrado en nuestras misiones
idolatría alguna, sino una mera infidelidad negativa, acompañada
de supersticiones y vanas observancias. Los idiomas que se han co
nocido en nuestras misiones, son por lo menos diez y siete. Los in
dios muestran por lo común bastante inclinación á nuestro idioma,
y para que lo aprendan se pone el esmero posible; como también
ío ponen los misioneros en aprender el idioma de los indios, para
hablarles en su propia lengua.^
[Nota 61. ] —Yo debía acompañar aqiii un estado de nuestras misiones de la California;
pero habiéndonos echado de Méjico coa cajas destempladas el año de 1828, y no siéndome
fácil hallarlo por ahora, me es imposible el hacerlo.—[Je] Galiano y Valdes, Comandantes de
las goletas Sutil y Mejicana, fueron á reconocer el estrecho de Juan de Fusca en 1792. Im
primieron en Madrid en 1802 la Relación de su Viage: léase la pág. 163.— [l] Estado Gene
ral de las Misiones de la Religión Seráfica en 1788, pág. 25.—Palou en la Vida del P. Serre,
cap. 51 y 53.
262
vende? ¿Qué utilidad se saca de la mucha abundancia de granos,
sino pueden estraerse? ¿Quién duda que la agricultura y la indus
tria pierden todos sus influjos sin el auxilio del tráfico? Y no pien
se alguno que esto es por falta de proyectos: muchos y grandes se
han formado en todos tiempos sobre aquella península, pero muy
pocos se han realizado. Los proyectistas suelen hacer la cuenta sin
la huéspeda; quiero decir, que en sus designios no preven todas
aquellas circunstancias que deben tener presentes. Prueba de ello
es lo que escribió al Rey de España el Conde de Revilla-Gige-
do (11) en el año de 1793. "Se han formado, le dice hablando de las
"Californias, distintos proyectos para fomentar el ramo de pelete
ría, la pesca de ballena, sardina y salmon, el buceo de perlas, el
"laborío de minas, las siembras, el beneficio y cultivo del algodon,
cáñamo y lino, la estraccion de trigo y harinas para San Blas; pe-
"ro de todos estos puntos solo podrá tener efecto el último, pues los
"demas son empresas aventuradas en unos dominios sumamente
"distantes, cuya conservacion y defensa serían tanto mas costosas
"al Real Erario, cuanto fuesen mayores el uso y fomento de sus
"riquezas y comercio." Así hablaba un Virey tan activo y tan em
prendedor como Revilla-Gigedo,que no buscaba.sus intereses pro
pios, sino los del Rey y de la nacion española.
Por último, todos los afanes y cuidados de los misioneros de
la Alta-California se dirigen á que los indios gentiles se convier
tan á la fe católica, y los neófitos perseveren en ella y se hagan bue
nos cristianos. Para conseguir este fin es menester atraerlos; y pa
ra atraerlos es menester agasajarlos, darles de comer y de vestir,
y regalarles algunas chueberías; lo que no podrian hacer los misio
neros, como ya dije, sinó tuvieran con que. Tratando á los indios
de este modo, han ido logrando poco á poco sacar á los salva ges de
los montes, cubrir su vergonzosa desnudez, limar 6us entendimien
tos, catequizarlos, reunidos en sociedad, aficionarlos á la vida cris
tiana y civil, y enseñarlos á trabajar y cultivar la tierra para su
propia utilidad y provecho. Si despues de todos los medios que han
puesto y estan poniendo aquellos ministros del Evangelio no hay
en la Nueva-California tantos progresos como algunos quieren, eso
proviene, dice* el ingles Vancóuver (m), de la rudeza y estupidez
de aquellos indios.
Pero antes do pasar adelante, pregunto: estos celosos obreros
¿serán beneméritos de la religion y de la patria? ¿Serán dignos de
alabanza porque trabajan continuamente en hacer felices á sus se-
[11] En el informe que dió al Rey spbre todas las misiones de su vireinato, núm. 46.-»-
f m] En el cap. citado.
2G3
mejantes? Vo no los alabaré; porque siendo ellos hermanos míos,
pueden decir los estraños que la pasion me ciega. Mas para con
fundir á los enemigos de los frayles, que han abusado de la libertad
de imprenta dando al público tantos dicterios contra ellos, y para
responder de alguna manera á los que se han quejado de nosotros al
Gobierno infamándonos y calumniándonos (n), me es preciso poner
á la vista de mis lectores algunos de los muchos elogios que han he
cho de nuestros misioneros de California hombres ingenuos y des
apasionados, asi nacionales como estrangeros, omitiendo otros por
no ser molesto. _ .„ „.
Kectlla-íxigeao.
"Los religiosos fernandinos, decia á S. M. C. el integérrimo
"Virey Conde de Revilla-Gigedo (ñ), desempeñan completamente
"las obligaciones de su sagrado instituto Los indios que estan á
"su cuidado se hallan en la clase de neófitos; pero muy bien edu
cados en la vida racional y cristiana."
Malaspina y Jiustamante.
"Tendremos la complacencia, escribian al R. P. Presidente
"de aquellas misiones, don José Bustamante y don Alejandro Ma
"laspina (o), Comandantes de las corbetas Descubierta y Atrevi
da, de que la nacion no ignore algun diael bien que le resulta, asi
"por su honor temporal como por el espiritual, del apostólico celo
con queVuesas Paternidades coadyuvan á las intenciones del Rey,
"y á la felicidad de estas naciones bárbaras."
Galiano, Valdes y Mociño.
"Los misioneros de la Nueva-Califorhia, decian los Coman-
"dantes Galiano y Valdes, y el naturalista Mociño (p), han mere-
"cido el aprecio y la estimacion de cuantos como nosotros han te-
"nido*íeasion de tratarlos y de conocer la austeridad de sus cos
tumbres, y la diligencia y caritativo esmero con que se dedican á
"proporcionar toda clase de alivios á. los naturales..... Con mucha
"satisfaccion nuestra vimos á estos hijos de la naturaleza educados
"con singular celo y amor por aquellos religiosos."
[n] Don Francisco de Paula Tamariz, teniente de navio, presentó á nuestro amado Rey
Fernando VII una Memoria sobre mejorar la Alta-California. En ella, mas parece que in
tentó desacreditar con imposturas al Colegio de San Fernando, á sus misioneros, y al Gober
nador de aquella provincia, que proponer ios medios para mejorarla.— [ñ] En los núm. 34 y
47 del referido informe.—[o] La carta está fecha en el puerto de Monterey á 21 -de Setiem
bre de 1791, y se conserva en el archivo de San Fernando, cajon 6.°, legajo 6.°, núm. 19.—
El P. Presidente era entonces fray Fermín de Lásuen.— [ p] En el lugar citado de la Rela
cion de su Viage.
264
Alejandro de Humbol, prusiano.
He hablado ya de los nacionales, oigamos ahora á los estran-
geros.. El célebre Barón de Humbol, aunque en el Ensayo Político
sobre el reino de la Nueva-España que acaba de dar á luz, nada
dicede los progresos del catolicismo en la Nueva-California, como
calvinista que es; sin embargo, elogia en él (q) á los misioneros por
el esmero particular que han tenido en introducir en aquella provin
cia las legumbres y árboles frutales que se cultivan en España: ha
bla de todas las misiones que se habian fundado hasta el año de 1802,
pone un estado de ellas, y últimamente dice: "De todas las misio
nes de Nueva-España, las de la costa del N. O. son las que presen
tan los progresos de civilización mas rápidos y mas notables."
Vancóuver, ingles.
El capitán Jorge Vancóuver, que salió de Inglaterra por or
den de su Gobierno el dia 1.° de Abril de 1791 á un viagede des
cubrimientos, estuvo en nuestras misiones, y se hace lenguas en
alabanza de sus ministros, diciendo (r): "Los indios miran con la
"mayor indiferencia los preceptos y los ejemplos de sus dignos pas
tores. Estos han querido sacarlos de su indolencia, inspirarles la
«emulación y el gusto del trabajo, é inducirlos á buscar todos los be
neficios de la vida civil; pero sordos á tan importantes lecciones,
«insensibles á las utilidades que les prometen, viven todavía una
"vida salvage la mas estúpida. Si se esceptuan los habitantes de la
"Tierra del Fuego y de la Isla de Diemen, yo no he visto seres Ilu
mínanos mas infelices y miserables que estos indios.... La autoridad
"de los misioneros es dulce y caritativa: enseñan á los neófitos la
"agricultura y'las artes mas necesarias para la felicidad del hombre,
"y es de desear que estas tentativas de la beneficencia tengan feliz
"éxito, aunque según todos los anuncios serán lentos los progresos."
La-Perouse, francés.
Finalmente, el célebre viagero Conde de La-Perouse, habien
do salido de Brest por orden de su Soberano á dar vuelta al globo
con las fragatas Brújula y Astrolabio, que anclaron en Monterey
el dia 15 de Setiembre de 1786, enterado con todos los sabios y fa
cultativos que llevaba del método de nuestras misiones, escribió en
el tomo segundo de su viage(s): "que la piedad española habia man
tenido á mucho costo estas misiones y presidios, con la mira única
[q] En el tomo 2°, impreso en Paria 1822, lib. 3.°, cap. 8.° desde la pág. 149; y lib. 4.°,
cap. 9.0 desde la pág. 286.— [r] En el tomo 2.° de bu Viage, cap. [s] En el cap. 11.
265
"de convertir y civilizar á los indios de aquella provincia.'—Que loa
"misioneros de San Fernando que viven alli son humanos, bonda-
"dosos, llenos de dulzura y caridad...., de una condtfcta sabia, piado
ra y edificante...., y que llenan perfectamente el fin de su instituto."
Y como sino fuera bastante lo dicho, el Conde y cuantos le acom
pañaban en la espedicion hicieron tales elogios de aquellos padres,
que entre otras .espresiones estraordinarias con que los honraron,
djjeron esta (/): "Hemos logrado la satisfacción de conocer y tra-
"tar á los verdaderos varones apostólicos, imitadores de Pedro y
"Pablo en la vida evangélica y en la reducción de los gentiles»"
A vista de tales espresiones enmudezcan los calumniadores
de los frayles, y aprendan de los estrangeros á honrar y apreciará
los ministros del Evangelio.
[t] Así consta de una carta que he visto en el archivo del Colegio de San Fernando, ca
jón 6.", legajo 6.°, níím. 10.— [a] Fray Pedro José Parras, Gobierno de los Regulares de
América, tomo 2.°, impreso en Madrid 1783, part. 2.*, cap. 8.°—Pedro Fraso del Real Patro
nato de las Indias, tomo 2.°, cap. 77, núm. 11.—[b] Cárlosde Breno en el Manual de los Mi-
sioneros de Oriente,, tomo 2.°, lib. 1.°, cap. 1.°, cuest. 40 [c] Juan Solórzano, del Gobier
no de las Indias, tomo 2.°, lib. 3.°, cap. 18, núm. 26 y 27.
35
266
sin aprobación y espresa licencia de su Prelado. Así consta de una
Estravagante de Juan XXII (d).
Supongo lo tercero, que los misioneros regulares que se ocu
pan en las misiones ó conversiones, por mucho que disten de sus
conventos se reputa que moran dentro de sus mismos claustros, se
gún lo declaró Clemente VIII por un Breve («), que hallarás en
Fraso, en Solórzano y en el Bulario de fray Francisco de Madrid.
Supongo lo cuarto con Domingo Ursaya (/"), Diego Ramos
y Verriceli, que todos los misioneros regulares, de cualquiera re
ligión que sean, tienen comunicación de lodos los privilegios con
cedidos de cualquier modo á las otras órdenes religiosas en cuan
to á las misiones.
Supongo lo quinto, que las facultades de los dichos misioneros
no se suspenden en el Jubileo del Año Santo. Así lo han declarado
Clemente X, Benedicto XIII; y últimamente, Benedicto XIV (g),
cuyas declaraciones hallarás juntas en Minderér en su Tratado
del Jubileo (h).
Supongo lo sesto, que á los misioneros de infieles y hereges,
como que su oficio es verdaderamente apostólico (i), han concedi
do los Papas amplísimos privilegios, ya por el difícil recurso que
suelen tener á la Santa Sede, y ya porque no se vean á cada paso
con las manos atadas en un negocio que tanto importa á la religión,
y que tantas dificultades ofrece. ^Quién duda que cuando un Rey
envia un Embajador suyo con el titulo de plenipotenciario para que
ajuste las paces con una potencia cstrangera, y haga con ella tra
tados de alianza y de comercio, no le enviará desde luego con ple
nos é ilimitados poderes, á fin de que concluya cuanto antes los di
chos tratados? Pues del mismo modo el Romano Pontífice, que so
vale de los misioneros para que vayan como legados suyos á tier
ras remotísimas á convertir infieles á la fe católica y reducir here
ges al gremio de la Iglesia Santa, es necesario que los envié con
facultades amplísimas y casi sin limitación, á fin de que no se re
tarde una obra tan apreciable y tan grata á los ojos de Dios. Así
lo han hecho varios sucesores de San Pedro desde que empezaron
á ocupar á los religiosos, especialmente á los mendicantes, en estas
[d] Empieza: Ad noslrum, y se halla entre las Comunes, tít. de los Regulares.—fe] Co-
mienza: Quamqttám ros, y lo traen Fraso, cap. 56 del lugar citado, ntím. 27: Solórzano, mira. 48;
y el Bulario de los Menores Descalzos, tomo 5.u, pág. 80 de la edición de Madrid 1749.—
[/] Ursaya, tomo 5.°, part. 2.°, disc. 14, núm. 15 y 16 Ramos,"Advertencias sobre la Bula
de la Cruzada, núm. 102.— Angelo Maria Verriceli de las Misiones, cuest. 98, núm. 100; y
cuest. 132, nfím. 2. —Arsdekin, tomo 2.°, part. 2.», trat. 2 °, cap. 5.°, $. 6.°—Pelizario, to
mo 2.°, trat. 8.°, cap. 2.°, nfím. 86.— [ g] Por su Bula Cum nos nuper.— [h] Minderér desde
la pág. 626 hasta la 629. —[tj Así lo dice Benedicto XIV en la Bula Ecclesia, que es la 57
en el tomo 2." de su Bulario, }. Pr<cíereá.
267
empresas tan árduas: los enviaban. con unas facultades amplísimas.
Yo he leído varias Bulas de Inocencio IV (j), Alejandro IV, Ni
colao III, Clemente V, Juan XXII, Urbano V, León X y Adria
no VI, y he visto en todas ellas los grandes privilegios que les con
cedieron. El que quiera verlos léa las Bulas en los autores que cito,
ó un compendio de ellas en la respuesta al primer Obispo de Fili
pinas en el año de 1583, el R. P. M. Agustiniano fray Alonso de la
Veracruz, oráculo de Méjico en su tiempo. Hállase esta respuesta
en las Conquistas de Filipinas por fray Gaspar de San Agustin (fc),
en la Crónica de San Gregorio de Filipinas por fray Juan de San
Antonio (/), y en las Advertencias á los Confesores por el P.fray
Juan Bautista, impresas en Santiago Tlatilulco (11). Pero ¿qué mu
cho que les concedieran tantos privilegios, si de otra manera su mi
nisterio escabroso hubiera padecido mil atrasos? Los misioneros,
decia Benedicto XIV (m) á los Obispos de Nápoles, necesitan de
unas facultades estraordinarias, y Nos con mucho gusto se las da-
rémos del tesoro de la Iglesia, para que concluyan con felicidad una
obra tan escelente. Si eso decia este sabio Pontífice, hablando de
los que hacian misión entre los fieles y vivían en la misma penín
sula de Italia, ¿qué diriade los misioneros de infieles, de los cua
les algunos distan dé la capital del orbe cristiano tres mil y cua
tro mil leguas?
Supongo últimamente, que á los indios recien convertidos los
considera el Gobierno en calidad de neófitos todo el tiempo que
permanecen bajo el cuidado y dirección de los misioneros (n), ya
porque están tiernos y débiles en la fe, como que no reciben por lo
común el sacramento de la confirmación, y ya porque en las nacio
nes que tienen tal vez á la vista suelen faltar muchos gentiles que
convertirse, y se teme con razón que los perviertan. Los misione
ros deben entregar las misiones al Obispo de aquella diócesis, lue
go que este las vea en sazón y quiera poner alli presbíteros seCU-
r.7] Las Bulas de los cinco primeros Pontífices empiezan: Cum hora, y son casi idéntir
cas. Inocencio IV espidió do?, una á los menores en 1245, que es la Bula 80 en el tomo 1.°
del Bulario Franciscano, impreso en Roma 1759 con notas del R. P. Conventual fray Juan
Jacinto Esbaralea; y otra á los predicadores en 1254, que es la Bula 311 en el tomo 1.° del
Bulario de Bremond.—La de Alejandro IV á los franciscanos está en Vadingo al año 1258,
núm. I; y otra á los dominicos está en Bzobio al tomo 13 de sus Anales en el mismo ano,
níím. 6.—La de Nicolao III en 1278 es la 8.' en el tomo 1.° de Bremond.—La de Clemen
te V está en Cuaresmio, tomo 1.°, pág. 402.—Las de Juan XXII y Urbano V en Vadingo;
aquella en el año de 1321, níím. 28; y esta en el de 1369, tomo 8.°—Finalmente, el Breve de
León X Alidufelicis de 1521, y la Omnímoda de Adriano VI de 1522 están en fray Francisco
Ayeta, Defensa de la Verdad: en fray Juan de la Cruz, Resoluciones sobre el Bautismo, tra
tado 9.°, resol, l.^-y 4.": en los Estatutos para las Custodias de Nueva-España: en Vadin
go, en Montalvo, en el Biliario de Rodríguez &c—[k] Part.1.", lib. 3.°, cap. 1.°—[I] Part. l.«,
lib. 3.°, cap. 8.°— [U] Part. 2.» desde la pág. 356 hasta la 373.—[m] En la Bula Gravissi-
mum que be citado, }. 15.—[n] Parras en el cap. 8.° citado, desde el núm. 413.
268
lares á quienes encargue el cuidado de aquellas almas. Así se nos
manda á los misioneros de los menores observantes de San Fran
cisco, por un Estatuto municipal de los Colegios de propagandaJi-
de, que dice así (ñ): "En el cuidado de las almas recien converti
das á la fe, los misioneros solamente podrán durar hasta que el
"Obispo á quien pertenece aquel territorio, ó en adelante pertene
cerá, quiera destinar presbíteros seculares á quienes cometa el cui
dado de aquellas almas." Los misioneros, pues, ó por mejor decir
sus Prelados, deben entregar las misiones al Obispo diocesano, lue
go que este con intervención del Gobierno quiera poner allí curas
seculares que cuiden de aquellos feligreses. Apenas el Diocesano
se entrega de ellas, ya estos establecimientos dejan el nombre de
misiones ó reducciones (o), y se llaman doctrinas ó curatos, seña
lando el Obispo los límites de cada parroquia. Desde entonces se
secularizan aquellas Iglesias que hasta aquel tiempo habian sido
regulares, y de consiguiente pierden las Indulgencias que como ta
les tenían; pues, según dice Ursaya ( p), secularizada una Iglesia
regular, cesan sus privilegios y exenciones. Todo lo cual supuesto,
pregunto en la
CUESTION L.
[ñ] Véase el núm. 104 de la segunda Bula Inocenciana.—[o] Fraso, tomo 2.° del Patro
nato, cap. 63, mím. 115; y cap. 65, núm. 10 y 11 [p] Ursaya, tomo 3.°, part. 1.», disc. 35
desde el núm. 49.—Véase la cuest. 10 del tomo 1.°—[u] Véase en el tomo 11 del Bulario ro
mano la Bula Speculatores de Clemente IX, núm. 11; y en el tomo 4.° del Bulario de Bene
dicto XIV la Bula Apostolicutn, }. 11.—[b] Mira en el tomo 10 del Bulario de Coquelines la
Bula 68 de Clemente XI Carolus Maigrot; y en el IV del Bulario de Guerra, título de Mi
siones, la 99 Speculatores del mismo Papa.
269
las que tenemos en esta América septentrional. En ellas, y en cual
esquiera otras semejantes, es donde pregunto yo ¿si subsisten las
facultades arriba dichas? A lo cual respondo con el Ilustrísimo
Obispo de Sonora Rousét (c), Parras y Juan José de la Cruz, que
subsisten todavia.
Lo primero: porque, segun dicen Ursaya (d) y Verriceli, los
privilegios de los misioneros de infieles, como que son tan particu
lares y se conceden por motivos especiales, no se comprenden ba
jo la general revocacion de privilegios.
Lo segundo: porque, como dice Pignateli (c), cuando no cesa
del todo la causa final del privilegio sino que quedan algunas reli
quias de ella, no se acaba el privilegio. Pues mucho menos se aca
bará cuando existan todas las causas que hubo para concederlo. Y
¿quién dirá que no hay ahora las mismas causas (ya sea la final, ya
la impulsiva) que habia en los tiempos de la conquista? La gloria
de Dios, la propagacion de la fe, el aumento de la religion católi
ca, la pronta conversion de los infieles, la conservacion y aprove-
vechamiento de los neófitos en la fe de Cristo y en la obediencia de
la Iglesia, eran la causa final que los Sumos Pontífices tenian en
conceder tantas y tan amplias facultades á los misioneros, segun
se colige de la Omnímoda de Adriano VI. De la misma se infiere,
que la gran distancia que hay de las Indias occidentales á Roma,
y por consiguiente el dificil recurso á la Santa Sede, eran la cau
sa impulsiva que les movia para concedérselas. Luego no habien
do cesado estas causas (f) en las conversiones vivas, las cuales
distan ahora de Roma muchísimo mas que distaban antes, como es
notorio, es preciso que á los misioneros no se les hayan acabado las
facultades, tanto las concedidas en la Omnímoda de Adriano, co
mo las que otros Papas les concedieron en las Bulas que dejo cita
das en el parágrafo 3.° de la cuestion pasada, suposicion sesta.
Lo tercero: porque el mismo Adriano á instancias de Cárlos V
concedió á los frayles mendicantes, y con especialidad á los meno
res de la regular observancia de San Francisco, su omnímoda au
toridad y potestad para la conversion de los indios gentiles, hasta
que otra cosa se ordenare por la Silla Apostólica; y aunque las
Bulas de los sobredichos Papas no ponen esta cláusula, yo creo que
[c] Don fray Francisco Rousót en la respuesta que dió á una consulta del R. P. Presi
dente de nuestras misiones fray Esteban Tapis. Está fechada en Culiacán á 27 de Setiem
bre 1804, y yo tengo copia de ella. —Parras, part. 2.», cap. 16.—Cruz en la obra sobre el Bau
tismo, impresa en Méjico 1755, trat. 9.°, resol. 1.», núm. 24. — [d] Ursaya, tomo 9.°, part. 2.»,
disc. 5.»—Verriceli de las Misiones en las cuest. 93, 93 y 94.— [e] Pignateli, tomo 4.°, con
sulta 152, núm. 9.—Lezana, tomo 3.°, en el Comentario sobre el Mare-Magnum de lo» Me
nores, núm. 30.— [/] Cruz en el núm. 15.
270
se deberán entender del mismo modo. Es asi que hasta ahora no
ha ordenado otra cosa la Silla Apostólica respecto de la conversión
de los indios; luego los misioneros de infieles, asi de los Colegios co
mo de las proyinciasde América, señalados legítimamente por sus
Superiores, podrán usar de las facultades de dichas Bulas en las
reducciones ó misiones vivas. Y sino pudieran usar de estas, ¿de
qué otras habian de usar? ¿De las de los Obispos? No; pues estos
por lo común no tienen intervención alguna en las conversiones vi
vas. Y como por otra parte saben que los misioneros tienen facul
tades de la Santa Sede, ni piensan en dárselas, ni los misioneros en
pedírselas; pero acaso me dirán algunos que los misioneros de infie
les usen de aquellas facultades que la Silla Apostólica suele conce
der espresameníe á los misioneros de América por el órgano de la
Sagrada Congregación de propaganda, en la cuarta fórmula (g).
Respondo que nuestros misioneros usan de las facultades que
vulgarmente se llaman sólitas, cuando les vienen. Con ellas solia
venir también al Comisario y Prefecto de misiones la facultad es-
traordinaria de administrar el sacramento de la confirmación, de la
que tienen tanta necesidad los indios recien bautizados; y así, lee
mos que el P. fray Junípero Serra (A) confirmó en nuestras misio
nes de la California cinco mil trescientas y siete personas de am
bos sexos. Pero ¿acaso estas facultades les vienen siempre? ¡Ojalá
que fuera así! Antes solia la Silla Apostólica concederlas cada diez
ó doce años; y en efecto, Pió VI las concedió en el año de 1703 pa
ra todos los misioneros observantes de Nueva-España; mas hasta
ahora no hemos visto las tales facultades, pues aunque el Consejo
de Indias habia dado su licencia para que se pidieran al Papa, no
quiso después darlas el pase á impulso de una mano oculta. Con
que si nuestros misioneros de infieles no tuvieran en las conversio
nes vivas mas facultades que las sólitas, se hubieran visto con las
manos atadas en mas de treinta años en que no han venido (i). ¿Y
es creible que consintiera eso la Santa Sede?
Yo no lo creo, pues hasta ahora no he leido que algún Pontí
fice haya revocado á los misioneros ni la Omnímoda de Adriano, ni
las otras Bulas pontificias arriba dichas. Antes sí encuentro que
en tiempo de Urbano VIII, una Congregación de Cardenales de-
[ #1 Las traen el Ilustrísimo Rever, Estatutos para los Misioneros, impresos en Ma»
drid 1781 al fbl.109.—Verricelide las Misiones, tít.l6,sec.6.«— Y Perusino, part.l.1, pSg.208.
[k] En su Vida, escrita por el P. Palou, pág. 268.—[i] Véase lo que dicen sobre unas y otras
facultades el reverendísimo fray Domingo Losada en el Compendio de los Privilegios de In
dias, part. '.i.*, núm. 179 y 184; y Juan Bautista Lezana, tomo 3.° de la Suma en el Comen
tario sobre el Mare-Magnum de los Predicadores, núm. 35 y 36.
271
claró el (lia 7 de Julio de 1628 (j) que la Omnímoda de Adriano VI
estaba en todo su vigor, y podian usarla los misioneros. También
he leido, que Benedicto XI II confirmó por una Bula (k) de 26 de
Mayo de 1727 (Nota 62) los privilegios de los misioneros de su or
den dominicana. Y finalmente, he visto que el sabio Pontífice Be
nedicto XIV supone vigentes, asi la Bula de Juan XXII á los me
nores, corno la de Adriano VI; pues refiere en su obra de la Beati
ficación y Canonización (Zj), que en la causa marroquí del Beato
Juan de Prado, el Papa dio por válido el proceso que habia hecho
un misionero en Marruecos, en virtud de la jurisdicción cuasi epis
copal que le concedía la dicha Bula de Juan XXII, presentada por
los Postuladores en aquella respetable asamblea, y después añade
lo siguiente: "Semejante potestad dió también el Sumo Pontífice
"Adriano VI á los mendicantes, y especialmente á los menores de
"la regular observancia, es á saber: que en los lugares de las In-
"dias en donde no se hayan fundado obispados, ó si se han fundado
"en aquellos lugares donde no puedan hallarse dentro del espacio
"de dos dietas (//) ni los Obispos ni sus Oficiales, puedan los Pre
gados de dichos frayles, ó los otros frayles á quienes esto fuere co
metido por sus Prelados, ejercer todos los actos episcopales, es-
"ceptuahdo aquellos que requieren orden episcopal, como se lee en
"su Bula, que está impresa en Verriceli &c." Hasta aqui el señor
Benedicto, sobre lo cual haré la siguiente reflexión. Si, según lo que
nos dice Lambertini, la Curia Romana en un asunto tan grave co
mo es la beatificación de un siervo de Dios, reconoció por válida
la Bula de Juan XXII, porque está dirigida á los franciscanos que
vayan á misionar á cualesquiera partes del mundo) luego las que
tengan el mismo lenguage, y por otra parte no conste de su revoca
ción, las hemos de reconocer por vigentes. Es asi que todas las Bu
las de los Pontífices de los siglos XIII y XIV que yo cito en la pá
gina 276 tienen la espresion sobredicha, menos la de Nicolao III;
luego todas, siesceptuas la de Nicolao, están en su fuerza y vigor.
Y ¿qué diré de la Bula de Clemente V (m), que solo se diferencia de
[Nota 62,1 —Aunque esta Bula fue reducida á los términos del derecho común por otra
de Cemente XII de 30 de Marzo de 1732, no obsta eso para que los privilegios que tenian
los predicadores antes de la Bula Preliosus estén en su vigor. Así lo declaró el mismo Cle
mente en otra BulaCum sicvt de 10 de Abril de 1733, que nallarás en el tomo 6.° del Bula-
rio de Bremond, pág. 733.— Véase el mismo Bremond en el tomo 8.°, trat. deConsensu bulla-
rum, tit. 15, cuest. 4.a, {. 4.°, núm. 8; y lo que yo dije al fin de la cuest. 11 de este tomo.—
[j] El P. dominico fray Juan de la Cruz, misionero de Filipinas, afirma en la obra citada,
trat. 9.°, resol. 12, que la dicha declaración de Cardenales se guarda auténtica en el archi
vo del convento de Santo Domingo de Manila.— [Je] Empieza: Pretiosus, }. 24: es la 177
en el tomo 12 del Bulario de Coquelines.— [l] En el lib. 2.°, cap. 2.°, núm. 4.— [U] Una die
ta es la jornada de diez leguas.—[m] La he visto en Franciico Cuaresmio, Elucidación de la
Tierra Santa, tomo 1.° al principio del lib. 2.a
272
la de su inmediato sucesor Juan XXII en la fecha y en el nombre
del Pontífice, y convienen en todas las demás palabras? Diré que
si á esta la tuvieron por vigente cuando en la causa del Beato Juan
de Prado la present aron sus Postuladores, lo mismo hubiera suce
dido con aquella si entonces la hubieran presentado. De todo lodicho-
infiero, que en las conversiones vivas tienen los misioneros amplísi
mas facultades (n) para el exacto cumplimiento de su ministerio.
Illas no quiero decir con esto que puedan usar en el dia de to
das aquellas facultades que antes les han concedido. Entre estas
hay algunas que nunca usaron los misioneros en atención á la dig
nidad episcopal, como el conferir órdenes menores. Fuera de eso,
el privilegio de conferir tales órdenes fue revocado después por el
Tridentino (ñ), y por tanto seria una temeridad el usarlo. Acerca
de la confirmación, el único de quien sabemos que la administrase
fue el P. fray Toribio Matolinía (o),que bautizó mas de cuatrocien
tos mil indios, y murió el año de 1569. El privilegio de admistrar
el sacramento de la confirmación, fue concedido á Jos misioneros
solamente para aquellos territorios en los que no hubiese Obispos;
luego no habiendo en esta América ni en Filipinas (y yo creo que
lo mismo sucede en la otra América), no obstante loque dice Mu-
riel (p), no habiendo ningún territorio que deje de estar consigna
do á alguna diócesis, me parece que los misioneros no pueden usar
en ellas del sobredicho privilegio.—Hay también otras gracias que
fueron concedidas directamente á los misioneros, y se sabe que es-
tan revocadas. Tales son todas aquellas Indulgencias que varios
Pontífices habían concedido á los misioneros hasta el año de 1606;
pues en él fueron revocadas todas por Paulo V que les concedió otras
de nuevo, como dije en la cuestión XLIV.—Item: por una gracia
especial habia concedido Clemente XII (q) á los misioneros de in
fieles, que cuando no tuviesen con quien confesarse pudiesen ga
nar las Indulgencias aun plenarias con un acto de contrición y el
deseo de confesarse; pues este indulto fue revocado por Clemen
te XIV, como diré en Ja cuestión quincuagésima tercera.—Y así,
cualquier indulto, cualquier privilegio que nos haya concedido la
Silla Apostólica, y sepamos que está revocado, no usemos de él, ni
[n] Solórzano en el tomo 2.° del Gobierno de las India?, lib. 3.°, cap. 18.—[»] El Tri
dentino en la sea. 23, cap. 10 de la Reforma—Véanse Montenegro en su Itinerario, lib. 5 o,
trat. 1.°, sec. 10, núm. 25.—Dueñas, tomo 1.°, trat. 2.°, sing. 5.", ntím. 6 y 7—Cruz, trat.9.°,
resol. 11, núm. 2.—[o] Fray Juan Torquemada, Monarquía Indiana, lib. 16, cap. 15; y lib. 20,
cap. 25. —[ p] En los Fastos del Nuevo-Mundo, nota 7." sobre la Bula 599. Ya dije en «1 1.°
tomo que esta obra no es do Ciriaco Morel 6 Morelli, como aparece en la edición de Venecia
de 1776, sinó del ex-jesuita don Domingo Muriel. Véase Hervás, Vida del Hombre, tomo 4.°,
£*/ J*'— f?l Por un Decreto que trae Am6rt en su Historia de Indulgencias, pág. 461.—
neülct0 XIV en la Bula Inter prattritos, \. 6.°: es la 21 en el tomo 3.° de su Bulario-
273
seamos tercos en 'defenderlo. Mas cuando sabemos que se nos ha
concedido, y no nos consta de su revocación, ¿por qué no hemos de
procurar sostenerlo?
Argumento primero contra la conclusión.— Una de las Bu
las con que intentas probar tu conclusión, es la que citas de León X
de 25 de Abril de 1521. Pero esta Bula, según Muriel (r) y Pig-
nateli, no contiene sino privilegios personales, como que fue diri
gida á dos ministros Provinciales del orden de los menores fray Juan
Clapion, confesor del Emperador Cárlos V, y fray Francisco de
los Angeles ó Quiñones, por el tiempo que viviesen. Sabemos que
el privilegio personal sigue á la persona y se acaba con ella, se
gún la doctrina común. Luego muertos Clapion y Quiñones espi
raron aquellos privilegios, y por consiguiente no debes estender
los á otros.
Respondo con el Reverendísimo Losada (s), que cuando la
Bula de León X se espidió no contenia sino privilegios personales
y temporales; pero luego que Adriano VI (í) la confirmó en el año
siguiente y la estendió á todos los frayles que estuviesen en las In
dias, ya aquellos privilegios pasaron á reales y perpetuos en virtud
de la nueva concesión. Pondré aqui las mismas palabras de Adria
no. "Y porque hemos sabido que los Romanos Pontífices nuestros
"predecesores concedieron algunos indultos á los frayles que están
"en las dichas partes de las Indias, ó procuran ir á ellas; Nos, con-
"firmando todas estas cosas, y en cuanto es necesario concediéndo
las de nuevo, queremos que los dichos Prelados de los frayles, du-
"rante el tiempo de sus oficios, y los frayles á quienes ellos lo con
cedieren, puedan gozar libre y lícitamente de todos los referidos
"indultos, asi general como particularmente concedidos y que en
"adelante se concedieren, teniéndolos todos por suficientemente es-
cresos, como si fueren aqui enteramente insertos."—Al que con
atención reflexione estas palabras, le sucederá lo que al padre
Avcndaño, que habiendo escrito primeramente (u) que los privile
gios concedidos en la Bula de León X fueron personales y no per
petuos, considerado después que las dichas palabras de Adriano
se refieren principalmente á la concesión del mismo León, como
que fue su inmediato antecesor, confiesa con ingenuidad (©) que se
hizo general y perpetua. Lo mismodijeron los Ilustrísimos Montene-
[r] Muriel en los Pastos del Nuevo-Mundo en la nota 1.a sobre la dicha Bula de León X.
Pignateli, tomo 6.°, cons. 16, ad 3"'.— [s] Losada en el Compendio de los Privilegios Regu
lares de Indias, pnrt. 1.», núm. 10.—Juan Torquemada, tomo 3.° de la Monarquía Indiana,
lib. 15, cap. 4.°— [/] Por su Bula citada Exponi nobis.—[u] Diego do Avendaño, tomo 2.°
del Tesoro, tít. 12, núm. 209.— [v] Idem, núm. 385 del mismo título; y en las Adiciones al
tomo 2.°, núm. 261.
36
274
gro (x) y Antonio del Espíritu-Santo, y otros varios escritores que
examinaron este punto sin pasión; como Fr aso, Dueñas, Peí i zar i o 4*c.
Antes de pasar á otra cosa responderé a una duda de Muriel (y)
y á una equivocación de Rainaldo. Duda Muriel si los ilustres per-
sonagcs Clapion y Quiñones pasaron ó no á esta América. El ana
lista Rainaldo, afirma que vinieron y predicaron á los indios, y que
Quiñones volvió de la misión americana á la Europa. En todo lo
cual se equivoca; pues nunca pudieron venir á la América estos
franciscanos, por mas que lo desearon. Porque Clapion murió en Va-
Uadolidde España en el año de 1522. Quiñones fue electo en 1521
Comisario general de familia, en 1523 General de toda la Orden,
y en 1528 Cardenal con el título de Santa Cruz; y aunque renun
ció el generalato para venir á las Indias, no se le admitió la renun
cia. Pero sin embargo de que nunca pudo venir, toda la Nueva-
España le debe estar agradecida; pues él mismo, siendo General
de la Orden, escogió y envió acá al V. P. fray Martin de Valencia
y á sus doce compañeros, primeros Apostóles de esta América (z).
Argumento segundo contra la Omnímoda de Adriano.—Si
hemos de creer á Pignateli (a), las facultades concedidas por dicho
Papa fueron personales. Mas suponiendo que hayan sido reales y
perpetuas, la Bula de Adriano, según dice Muriel, aunque no está
enteramente revocada dentro de los límites de los obispados; sin
embargo, está derogada en cuanto á varios puntos, como consta de
una Real Cédula de 4 de Setiembre de 1701, de una Bula de Be
nedicto XIV (b) de 8 de Noviembre de 1751, y de la decisión de la
famosa litis de la Puebla de los Angeles.
Respondo á lo primero, que si Pignateli hubiera leido la Bula
de Adriano no habría proferido tal dislate. Solo con leer lo que yo
digo en la solución al primer argumento, se satisfará cualquiera de
que las facultades de la dicha Bula fueron reales y perpetuas. —En
cuanto á lo segundo, respondo que ni la Cédula de Felipe V, ni la
Bula de Benedicto XIV que cita Muriel se oponen á mi conclu
sión; pues no tratan de las misiones vivas, sinó de las parroquias y
doctrinas de los Regulares. Ya dije, y el mismo Muriel (c) lo con
fiesa, que aunque algunos confunden estos nombres doctrinas y mi-
[d] Ses. 25, cap. 11 de los Regulares.—[e] Tomo 2.°, part. 3/" en los cap. 1», 2.°y 3.°—
[/] Comienza: Exponi nobis, 24 de Mano de 1567. Es la Bula 34 en el tomo 2.° del Bula
rlo romano; y se halla también en Parras, cap. 2." citado; y en Montalvo, tomo 2.° de la Glo
sa, cap. 19, art. 5.°, niím. 3.— [g] Empieza: Quantum animarum, 16 de Setiembre de 1591.
Es la Bula 3.» en el tomo 5." del Bulario de Bremond; y se halla en Ayeta, Defensa de la
Verdad; yen Cruz, trat. 9.°, resol. 1.»— [h] Por la Bula Cum sicut accepimus, que es la 32 en
el tomo 6:° del Bulario romano. También puedes verla en la Defensa del seOor Palafox, to
mo 12 do sus obras.
276
no tienen lugar sinó en donde hay falta de presbíteros seculares.
De todo lo dicho se infiere: lo primero, que no habiendo párro
cos ni parroquias en las misiones de infieles, alli es cabalmente don
de tiene su fuerza y vigor (i) el Breve de San Pió V. Lo segundo,
que si les aprovecha este Breve, que fue dirigido al Rey Católico
para utilidad de todos los Regulares de las Indias, mucho mas les
aprovecharán las Bulas de Adriano VI y de otros Pontífices, que
se concedieron directamente á los misioneros de infieles; cuando
por una parte no consta de su revocación, y por otra es evidente
que muchas de sus facultades se han vuelto á conceder después del
Concilio de Trento, como confiesa Pignateli (j).
Por último, dice Muriel que la Bula de Adriano está vigente
fuera de los límites de los obispados, en lo cual convengo con él;
pero me parece que en los dominios que son ó han sido del Rey Ca
tólico en esta América, no hay lugar alguno de cristianos que no
esté dentro de los límites de alguna diócesis. Es cierto que por huir
de un estremo, venimos á dar en otro; pues son los obispados dila
tadísimos. Conforme á una ley de Indias (&), "los límites que se se
ñalan á cada uno de los obispados, son quince leguas de término
"en contorno por todas partes." Mas yo pienso que esta ley se ha
brá practicado pocas veces. Hablando Muriel (Z) de la América
meridional, escribe que el obispado del Tucumán tiene cuatrocien
tas leguas. Aun es mucho mayor en esta el obispado de Sonora,
pues comprende las dilatadas provincias de Sonora y Sinaloa, en
las que llegará el número de almas á ciento cincuenta mil: la pro
vincia de la Pimería, que se cstiende mas de cien leguas; y última
mente la península de la California, cuya longitud pasa de quinien
tas leguas, por lo cual el Gobierno la ha dividido en dos provincias.
En tan asombrosa ostensión, todos los clérigos seculares que había
en el obispado el año de 1817 eran cincuenta y ocho. Varias par
tes de este obispado están rodeadas de gentilidad; como la Pime
ría, la Antigua y la Nueva-California, y en estas provincias hay
misiones de infieles.
En estas misiones, pues, aunque consignadas al obispado de So
nora, y en otras semejantes, me parece que pueden valerse los mi
sioneros del Breve de San Pió V, de la Omnímoda de Adriano VI,
y de todas cuantas facultades les hayan concedido otros Papas y
no estén revocadas. En este concepto estoy por todo lo que llevo di-
[t] Véanse Parras en el cap. 3.° citado, níím. 755; y el Cardenal Petra, tomo 4.° en el
nfim. 27 sobre la Bula 2." de Gregorio XI.—[j] Pignateli, tomo 6.°, cons. 16.— Verriceli de
las Misiones trae una Bula de Clemente VIII á los misioneros carmelitas, en la pág. 223.—
[k] Ley 3,», lít, 7°, lib. 1.° de la Recopilación—[/] En la ñola 7." sobre la Bula 599.
277
che* en él están todos aquellos misioneros: en el mismo estuvo el
Ilustrísimo Obispo de Sonora Rousét; y no se que algún Obispo de
aquella diócesis haya pensado de otro modo. Ni obsta que el terri
torio de aquellas misiones esté consignado al obispado de Sonora;
pues, como llevo dicho, el Gobierno considera á los indios recien
convertidos en calidad de neófitos todo el tiempo que permanecen
bajo el cuidado y dirección de los misioneros; y el Obispo no se me
te jamas en cosa alguna de su gobierno, hasta que hallando en sa
zón las misiones se entrega de ellas dejándolas los misioneros, y
señalando límites á las parroquias; de acuerdo con el Gobierno-des-
tina desde entonces presbíteros seculares, para que como párrocos
vayan á cuidar de aquellas almas.
CUESTION LI.
CUESTION LII.
[»') En el tomo 1.°, cons. 39, núm. 3.— [j] Véase Dueñas en el tomo I.° de sus Singa,
lares, trat. 1.° del Apéndice desdé el dub. 5.° hasta el 10.— [k] Pelizario, Manual de Rcgu.
lares, trat 8.°, cap. 5.°, sec. 5.", nrtm. 206.—Minderér, part. 1.», núm. 758.—Pedro Marcan,
ció en «1 Tribunal Sacramental al fin del tomo 3.°, caso 13.
37
282
algunas disputas entre el clero secular y los misioneros regulares
de las Provincias-Unidas del Pais-Bajo, la Sagrada Congregación
de propaganda fid-e, con el fin de meter paz entre unos y otros, re
solvió varias dudas en l.°dc Mayo de 1623, decretando entre otras
cosas la siguiente: 17.—En cuanto á la publicación de las In
dulgencias, los Regulares (habia dominicos, franciscanos de la ob
servancia y jesuítas) podrán publicar en todas partes las que sean
' propias de sus respectivos órdenes, informando antes al Vicario
"Apostólico acerca de tales concesiones." Estos Decretos de la Sa
grada Congregación aprobó después Urbano VIII, por una Bula (/)
de 5 de Mayo de 1626, y Alejandro VII los confirmó por otra de 20
de Setiembre de 1656.
Segunda.—Teniendo los franciscanos recoletos en la Flan-
des-Austrica muchos Oratorios ó Capillas públicasjuntamente con
sus conventos pequeños que llaman residencias, sujetas á la juris
dicción de los Ordinarios, suplicaron á la Sagrada Congregación
de Indulgencias, se sirviese declarar ¿si los fieles visitando aquellas
Capillas podrían ganar las Indulgenciasconcedidas por los Sumos
Pontífices á las Iglesias de nuestra Seráfica Orden? La Sagrada
Congregación el dia 31 de Enero de 1746 declaró (11) que todas y
cada una de las dichas Capillas, mientras los dichos frayles residan
allí, gozan de todos los privilegios é Indulgencias concedidas gene
ralmente á las otras Iglesias de la misma orden, con tal que los fie
les concurran á ella á oir misa, y. recibir los sacramentos de la
Iglesia. Este Decreto fue aprobado por Benedicto XIV el dia 4
de Febrero de 1746.
Tercera.—La misma Congregación de Indulgencias hizo otra
declaración en los propios términos el dia 11 de Enero de 1752,
respecto de todas y cada una de las Iglesias pequeñas ó Capillas
públicas que tienen los menores observantes reformados de San
Francisco en Alemania, en Polonia, en Hungría, en Bohemia, en
Transilvania, en Prusia, en Rusia, y en otras provincias confinan
tes. La cual declaración aprobó también Benedicto XIV el dia 15
de Enero de 1752 (m).
Cuarta.—Clemente XIII, por un Rescripto (n) de 20 de Abril
de 1762, estendió para siempre á las Iglesias de tres hospicios ó
residencias de la Bulgaria, en donde los religiosos franciscanos eran
[l] La Bula de Urbano, empieza: Salvatoris, y está incluida con vanos Decretos de la dicha
Congregación en la Bula de Alejandro, que empieza: Dudüm. Las he visto en el Bulariode Co-
quelines, tomo 6.°, part. 4.", Bula 130 de Alejandro VII [U] El Decreto y la aprobación 80
hallan en PerusiBo, tomo 3.° de la Cronología Seráfica, part. 2.a, pág. 357 y 358.—[m] Véa
se el Decreto y su aprobación en Agustín M. de Nápoles, tomo 4.° de la misma Cronología,
pig. 44 y 45.— [n] Le hallarás en el mismo tomo 4.° de nuestra Cronología, pág. 427 y 423.
283
párrocos, todas y cada una de las Indulgencias concedidas por la
Santa Sede á las Iglesias de nuestra orden.
Ultimamente, por un Decreto de la Sagrada Congregación de
Indulgencias de 27 de Mayo de 1732, que traen Minderér (») y el
Bulario de los Capuchinos, está declarado que las Iglesias, Capillas
y Oratorios públicos que tienen los capuchinos en las residencias
hospicios de las misiones, gozan de las Indulgencias generalmente
concedidas á todas las Iglesias del mismo orden; con tal que las
Iglesias y los Oratorios sean públicos y fijos, y concurran á ellos los
fieles á oir misa y recibir los sacramentos de la Iglesia; el cual De
creto fue aprobado por Clemente XII el dia 11 de Junio de 1732.
Luego las Iglesias de las misiones de los menores observantes á las
que concurren los fieles á oir misa y recibir los sacramentos, go
zan de las Indulgencias concedidas generalmente á las Iglesias de
dicho orden. Es cierto que los observantes, según lo que yo he leí
do, no tenemos sobre este punto una declaración tan ámplia y tan
espresa como la tienen los capuchinos, y como la deseaba nuestro
Pauc (o), porque tal vez no la pidieron á tiempo. Pero ¿qué no par
ticiparemos nosotros de esta gracia, ya por identidad de razón, ya
por la comunicación de privilegios que hay tan íntima y tan es
trecha entre los dos órdenes (p), como que todos somos hijos de
un mismo padre?—Ni obstan á esta prueba las dichas declaracio
nes hechas espresamente á favor de algunas Iglesias de mi orden,
pues por eso no so cierra el camino de la comunicación de privile
gios: no siendo cosa desusada, dice Holzman (q), que los Papas
concedan de nuevo y por otra via á los privilegiados la Indulgen
cia ó privilegio que ya se les habia concedido. Verbigracia: á los
misioneros jesuítas (r) concedió Clemente XI Indulgencia plena-
ria para la hora de la muerte, siendo asi que ya la tenían concedi
da para la misma hora por Paulo V. Y que, ¿diremos por eso, ó que
Clemente XI ignoraba la concesión de Paulo V, ó que esta con
cesión de Paulo no se estendia á los RR. PP. jesuítas? Yo no diré
jamas ni lo uno, ni lo otro. Lo que si diré es que el citado Clemen
te, por los grandes servicios que la Compañía de Jesús habia hecho
á la Iglesia, quiso manifestarla su afecto, concediendo espresamen
te á sus individuos la referida Indulgencia.
[»] Minderér, part. 2.a al fin de la confer. 6."— Miguel de Zug en el Bulario de los Ca
puchinos, tomo 1.°, pág. 191.—Amórt en la Historia de Indulgencias, pág. 457; pero con la
fecha de 2-'t de Mayo.— [o] Engelberto Pauc, Viña Seráfica, cap. 4.°, ntím. 14.—[p] Véase
el Cardenal Petra en el tomo 2.°, sec. 3.* sobre la Bula 2." de Anastasio IV, mira. 12.—
[o] Apolonio Holzman, tomo 2.° de la Teología Moral, part. 5.1, núm. 767.— [r]Véa«e el to
mo 3.° de las Cartas Edificantes desde la pág. 270 hasta el fin. Estas Cartas son una corres
pondencia preci*»a y digna de toda fe, dice Chateubriand.
284
Argumento primero contra la segunda conclusión.—Aun
que los misioneros de la regular observancia de San Francisco ten
gan uso pleno de las Iglesias de sus misiones para ejercer allí sus
funciones eclesiásticas, no tienen propiedad en ellas. Luego en ellas
no se ganan las Indulgencias concedidas generalmente á las Igle
sias que son propias de la orden.
Respondo que si ese argumento valiera, se seguiría, dice Min-
derér (s), que en ninguna Iglesia nuestra podrían los fieles ganar
Indulgencias, puesto que toda la orden de los menores no tiene do
minio ni propiedad en alguna de sus Iglesias, por su altísima pobre
za. Basta, pues, para el goce de las Indulgencias que tengamos el
uso de ellas en los términos que dije arriba; pues los Sumos Pon
tífices, que no ignoran nuestro estado, han condecorado á todas las
Iglesias de mi orden, con tantas Indulgencias como dije en la cues
tión cuarta de este tomo. Luego estas que se conceden generalmen
te á todas, podrán ganarse por los fieles en las Iglesias de nuestras
misiones, pues son también de la orden.
Argumento segundo.—Cuando los Papas han concedido á las
Iglesias de la Seráfica Orden las Indulgencias plenarias de que ha
blaste en la cuestión cuarta de este tomo, han usado de distintas es
presiones para concederlas. Unos (í) la han concedido á los que vi
siten alguna Iglesia del orden de los menores, llamados de la Ob
servancia. Otros («),á los que visiten cualquier Iglesia tanto de los
frayles como de las monjas del orden de los menores. Otros (»),
á los que visiten alguna de las Iglesias de las casas ó habitacio
nes de los menores. Otros (x) en fin, á los que visiten alguna Igle
sia de los conventos de la orden.—En esta suposición, aunque los
fieles visitando las Iglesias de nuestras misiones ganen las Indul
gencias, cuando los Papas las han concedido á los que visiten al
guna Iglesia del orden de los menores, no las ganarán cuando
estén concedidas á los que visiten cualquiera Iglesia de los conven
tos de la orden, puesto que en las misiones vivas no hay conven
tos fundados.
Respondo que aunque es cierto que en las misiones de infieles
no se fundan conventos, y de consiguiente no hay Iglesias de con-
"Para que á los fieles de Cristo, que viven entre los infieles y
"hereges en. cualquiera parte del mundo, y se hallan en el último
"peligro de la vida, no falten aquellos auxilios espituaies que la Ca
tólica y Piadosa Madre Iglesia suele repartir misericordiosamen-
"te á sus hijos que salen de este mundo, el Santísimo señor nues
tro Clemente (por la Divina Providencia Papa XIV), por el gran-
"de amor con que maternalmente los abraza, concede con mucho
"amor á todos los Patriarcas Prefectos ó Superiores de las mi-
"siones que existen, ó en cualquier tiempo han de existir entre los
"infieles y hereges, la facultad de dar á los moribundos la bendición
"con Indulgencia plenaria; y asimismo la de poderla comunicar á
"los misioneros sujetos á su jurisdicción en el distrito de sus mi-
"siones, con tal que observen para dar la dicha bendición la fór-
"mula de Benedicto XIV (d).
"Mas por cuanto fácilmente sucederá que algunos de los di-
"chos cristianos que están entre los infieles y hereges mueran sin
"recibir los sacramentos, y tal vez sin asistencia de un sacerdote;
"por tanto Su Santifiad, de la copiosa fuente de la benignidad apos
tólica, les concede también Indulgencia plenaria, con tal que in-
[«] Se halla en la dicha edición desde la pág. 166.— [d] Puedes ver esta formula en las
mismas Bulas desde la pig. 171.
287
"voquen contritos el Santísimo Nombre de Jesús, á lo menos con
"el corazón, reciban la muerte de mano del Señor con humildad y
"resignación cristiana, y encomienden el alma en las manos de su
"Criador. Y para que esta última parte del Decreto llegue á noti-
"cia de todos los fieles, cuidarán los Prefectos de publicarla repe
lidas veces en el distrito de las misiones. Dado en Roma en la
"Casa de la S. Congregación de propaganda fide el dia 5 de Abril
"de 1772.—Esteban Borja, Secretario."
Estendió también á nuestros misioneros del Occidente la de
claración hecha en otro tiempo para los Orientales en cuanto á la
consecución de las Indulgencias, repartiéndoles otras nuevas, co
mo se ve en los dos Decretos siguientes:
"Como sucede muchas veces que los padres del orden de los
"menores de San Francisco de la observancia que trabajan en las
"sagradas misiones en las Indias Occidentales, y los fieles que vi-
"ven dentro de los límites de la prefectura de las misiones de dichos
"padres carezcan de confesor, de donde se sigue que no pueden ga-
"nar algunas Indulgencias que están fijas á ciertos y determinados
"diasj nuestro Santísimo señor Clemente XIV, por relación del in
frascrito R. P. don Esteban Borja, Secretario de la S. Congrega
ción de propaganda fide, estendió á los dichos padres y fieles que
"carecen de confesor, las otras Indulgencias concedidas por Su
"Santidad en 24 de Mayo de 1772 a favor de lus Ohispos, Vicarios
"Apostólicos, misioneros y fieles cristianos del imperio de la Chi-
"na y de los reinos de Tunquín, Sián, Cochinchina, Ciampa y Cam-
"boya, como aparece del Decreto del tenor siguiente. Dado en
"Roma en la Casa de la dicha S. Congregación el dia 23 de Mayo
"de 1773.—Esteban Borja, Secretario.»
Para aclarar el Decreto que antecede, y saber las Indulgen
cias que se conceden en él, es preciso escribir el siguiente:
TERCER DECRETO
lf\ Está alli mismo desde la pág. 182 hasta la 185.— [g] Puse este Decreto de Cle
mente XIII en el tomo 1." ni fin do la cuestión 38.—[fc] Puedes ver el indulto de Clemen
te XII en Eusebio Amórt, Historia de las Indulgencias, pág. 461, como dije en el tomo 1.°,
cuest. 33, advert. 4.»
289
"Indulgencia plenaria dos veces en el año, con tal que en los mis-
"mos dias cumplan fiel y religiosamente las obras arriba dichas. Por
"esta concesión de Indulgencias, no es la intención de Su Santidad
"el revocar ó anular otras cualesquiera que antes se les hayan con-
"cedido, ó que en adelante se les concedieren.
"Y para que sepan los fieles esta disposición pontificia, manda
"á los sobredichos que publiquen el presente Decreto á los pueblos
"de su jurisdicción, para que puedan participar del tesoro de la
"Iglesia. Dado en Roma en la Casa de la dicha Congregación en
"el dia y año arriba dichos.—Esteban Borja, Secretario.—En lu-
"gar >i* del sello."
De todo lo dicho se infiere, lo primero: que á los misioneros de
infieles en las Indias Occidentales concede Clemente XIV, por el
referido Decreto de 23 de Mayo de 1773, cuatro Indulgencias ple-
narias cada año, aplicables por las ánimas del purgatorio, las cua
les podrán ganar en cualquier dia del año en que se confiesen, co
mulguen y pidan á Dios con fervor por la propagación de la fe. A
los cristianos que existan en el distrito de dichas misiones, concede
la misma Indulgencia plenaria, la cual podrán ganar dos veces en
cada año, haciendo las mismas diligencias.
Infiérese lo segundo: que por el Decreto del mismo Clemen
te XIV, de 24 do Mayo de 1772, queda derogado espresamente el
indulto concedido por Clemente XII á los misioneros que vivían en
tierras de infieles ó hereges, para que haciendo un acto de perfecta
contrición pudieran ganarse las Indulgencias plenarias sin confe
sarse, por carecer entonces de confesor (i). Y también queda dero
gada la concesión de Eugenio IV á los de Tierra Santa.
CUESTION L1V.
A los indios y á los oíros cristianos que vinen entre los infieles
y hereges, ¿han concedido los Papas algunas Indulgencias?
[i] Mira lo que apunta Nápolcs en el tomo 4.°, pág. 340 antes de la letra d.
38
290
Para ganarlas han de confesar sus pecados en los dos dias del
año que escojan, han de comulgar y han de pedir á Dios fervorosa
mente por la propagación de la santa fe católica. Todo consta de los
dos Decretos sobredichos, que se hallan en la cuestión antecedente.
Respondo lo segundo: que á todos los fieles cristianos que vi
ven entre los infieles y hereges, y se hallan en el artículo de la muer
te, les pueden aplicar sus Superiores la bendición con Indulgencia
plenaria, según la fórmula de Benedicto XIV.—Mas si los dichos
cristianos se hallaren á la hora de la muerte sin confesor, el Sumo
Pontífice Clemente XIV, por la ardiente caridad con que abraza
á los tales enfermos, les concede la Indulgencia plenaria de la co
piosa fuente de la benignidad apostólica, con tal que hagan un ac
to fervoroso de contrición con deseos de confesarse, invoquen el San
tísimo Nombre de Jesús á lo menos con el corazón, y reciban la
muerte con resignación cristiana, encomendando su alma en las
manos de su Criador. Consta lo dicho del Decreto de la S. Congre
gación de propaganda, aprobado por el mismo Papa en 5 de Abril
de 1772, y puesto en la cuestión anterior.
Con este motivo suplico segunda vez á los Ilustrísimos seño
res Obispos, á los Vicarios apostólicos y á los Prefectos de las mi
siones, que al ver la caridad tan ardiente que el Padre común de
todos los fieles manifiesta en la dicha concesión, le imiten en ser
francos y liberales, dando á los confesores celosos la facultad de
aplicar á los moribundos la bendición con la Indulgencia plenaria;
pues mueren muchos cristianos sin este socorro espiritual, que fá
cilmente pudiera dárseles.
Respondo lo tercero: que á todos los cristianos que viven en
tre los infieles y hereges concedió el mismo Clemente XIV, el dia 5
de Abril de 1772 (a), siete años y siete cuarentenas de Indulgen
cia por cada vez que recen contritos los actos de fe, esperanza y
caridad que se hallan en este mismo tomo al fin de la cuestión vi
gésima quinta. Estas Indulgencias son perpetuas y aplicables por
las ánimas del purgatorio. Ademas de estas Indulgencias pueden
ganar los dichos cristianos las que concedió Benedicto XIV al co- .
mun de los fieles, según dije al fin de la misma cuestión XXV.
[a] Por uo Decreto da la S. Congregación de propaganda, que hallarás en la dicha edi
ción de las Inocencianas desde la pág. 176.
291
CUESTION LV.
[/] Avendaño en el tomo 2.° de su Tesoro, tít. 12, niím. 225—Muriel en la Bula 286.—
[g] Véase la ley 23, tít.l.°, lib. 1.° de la Recopilación de Indias.—Vallarna en el lugar citado.
Solórzano en su Política Indiana, tomo 1.°, lib. 2.°, cap. 29, núm. 6.—Murillo en elnúm. 386
del Quinto de las Decretales.—[A] Así lo dicen Rodríguez y Solórzano «n los lugares citados.
293
Ugencias para ganar un jubileo, y no puede confesarse porque no
encuentra con quien, lo ganará sin embargo de que no se confíese
ni comulgue, con tal que tenga contrición y propósito de contesar
se luego que tenga oportunidad, ó por lo menos dentro de un mes.
Pero ¡qué difícil es que un indio rudo, como son los carbone
ros de Méjico, si está en pecado mortal haga un acto de perfecta
contrición por sí solo, sin que el confesor le instruya y le ayude!
¿No será mucho mas fácil que este pobre é infeliz indio consiga el
perdón de los pecados por el sacramento de la penitencia, en el que
el confesor le instruirá, le pondrá á la vista la gravedad de sus pe
cados, y procurará moverle á que tenga dolor de todos ellos, y á
que ame sobre todas las cosas á aquel Señor que le crió, le redimió
y quiso quedarse sacramentado por el amor do los hombres?
Desengañémonos, no todo lo que es lícito es conveniente. Aun
cuando los indios pudieran ganar las Indulgencias sin comulgar y
sin confesarse, no es conveniente que dejen de recibir estos sacra
mentos, cuando por una parte muchos de ellos lo desean con ansia,
y por otra los reciben todos los demás cristianos. Ya es tiempo que
procuremos los sacerdotes acabar de quitar de entre nosotros aque
lla costumbre antigua y casi universal que hubo en las dos Amé-
ricas en los siglos pasados, de privar de la sagrada comunión á loa
pobres indios con tanto perjuicio de sus almas. Con razón se que
jaban de esa costumbre á fines del siglo décimo sesto el P. jesuíta
José Acosta (i) en el reino del Perú, y el P. franciscano frav Juan
Bautista en el de Méjico. Si un confesor ó un párroco tienen algu
na duda sobre comulgar á los indios, lean á cualquiera de los dos
autores en los lugares que cito, y me parece que depondrán todos
sus temores. Y á la verdad, ¿qué motivos puede haber para no dar
la comunión á los indios, habiendo mas de tres siglos que recibie
ron la fe? ¿Los pecados que tienen? Nosotros también los tenemos,
y los cometemos con mas malicia que ellos, y con todo eso nos con
fesamos y comulgamos para ganar las Indulgencias y jubileos. ¿Les
falta acaso la devoción al Santísimo Sacramento? Ño me parece
que les falta, supuesto que ya la tenían en el siglo décimo sesto,
cuando estaban recien convertidos; pues, según fray Manuel Ro
dríguez (j), eran tantos los indios que acudían entonces á confesar
se y á comulgar, que los ministros (como eran pocos) no podían
dar á basto para administrarles los sacramentos; y esa fue la causa,
dice el citado Padre, porque Felipe II impetró del Sumo Pontífi-
[tj Acosta: De Procurar la Salvación de los Indios, lib. 6.°, cap. 9.° y 10.—Juan Bautista
en las Advertencias á los Confesores, part. L» desde la pág. 56 hasta la 74.—José de la Crua
sobre el Bautismo, trat, 9.°, res. 8. 1 desde el níím. 12.— [,;] Rodríguez en el art. 6.° citado.
294
ce Pío IV el Breve sobredicho á favor de ellos. Pues ¿qué es lo que
les faltaba para poder comulgar? Acaso me responderán que á los
indios les falta instrucción. ]\o lo niego respecto de algunos; mas
esto podemos remediarlo fácilmente, uniéndonos los predicadores,
los confesores, los párrocos, y dando á los pobres indios toda la en
señanza que necesitan. ¿No hacemos esto mismo con todos los otros
fieles que desean comulgar, y no pueden hacerlo por su ignorancia?
Pues hagamos lo mismo con los infelices indios, y démosles el con
suelo de que se confiesen y comulguen cuando lo requieran las In
dulgencias y jubileos. Si los indios lo hacen así; esto es, si se con
fiesan y comulgan para ganar las Indulgencias, habrá mas certe
za de que las ganen. Digo que habrá mas certeza) porque sino co
mulgan ó no se confiesan, soy de parecer que no las ganan, por lo
que voy á decir.
Respondo lo tercero: que los referidos Breves de Pió IV y Pau
lo V fueron revocados por el Papa Clemente XIV el dia 17 de Ma-
Ío de 1772. Por lo menos, no tengo duda que el citado Breve de
'io IV, en el que concede á los indios que puedan ganar las Indul
gencias sin confesarse, está revocado por Clemente XIV; pues que
riendo este Soberano Pontífice que se conformen todos los cristia
nos con el Decreto de Clemente XIII, de 9 de Diciembre de 1 763 ( fc),
declaró que ya quedaban derogados, asi el indulto que tenían los mi
sioneros de infieles de ganar las Indulgencias con solo un acto de
contrición, sin confesarse por no tener confesor, como otros cual
esquiera indultos particulares semejantes á él. Así consta del De
creto de la Sagrada Congregación de Indulgencias de 24 de Mayo
de 1772, aprobado por el dicho Clemente XIV (í), que puedes ver
en la cuestión quincuagésima tercera de este mismo tomo.
§. De las estaciones de Roma y de sus Indulgencias.
Aunque la palabra latina Statio se toma algunas veces entre
escritores eclesiásticos por el ayuno, según dicen Baronio en sus
Anales, y Ducange en su Glosario; otras veces se toma por las^'ti»-
tas que hacían los primeros fieles en alguna Basílica ó Iglesia, en
donde se detenían á orar, asistir al sacrificio de la misa y recibir
el Cuerpo de Jesucristo. En esta significación se ha de tomar, dice
Jacobo Pamelio, comentador de Tertuliano y San Cipriano Már
tir, cuando hablan estos escritores de la Estación (a) en los luga
res que cito. La palabra Estación, traída desde la antigüedad, no es
[k] El Decreto de Clemente XIII se halla en el tomo 1.°, cuest. 38, pág. 137.—[1] Em
pieza el Decreto: Como sea necesario, y le hallarás en este tomo.—[o] Tertuliano en el lib.
ad uxorcm, cap. 4.°—San Cipriano en la epíst. 41.—Pamelio sobre los dos.
295
desconocida de Roma, dice Pamelio, en este mismo significado, ha
biendo llegado á nosotros lo que antiguamente se observaba. Oiga
mos sobre esto mismo lo que escribió el llustrísimo Obispo de Cuba
don Gabriel Diaz Vara Calderón (6), después de haber vivido seis
años en la ciudad de Roma, y adquirido individuales noticias de sus
grandezas y tesoros. "Los primeros fieles, dice, que se hallaron en
"Roma en tiempo de las persecuciones de la Iglesia solian juntarse
"en los Sacros Cementerios, y con la oración y santas pláticas que
"tenian se animaban contra las borrascas de la furia infernal del
"gentilismo, y á esta junta llamaban Estación, palabra usada del
"latin, que significa cualquier breve detención que se haga en al-
"gun lugar. Estas santas Estaciones se continuaron después, no ya
"en los Cementerios, sinó en diversas Iglesias de Roma, asistiendo
"á ellas los Sumos Pontífices con el clero y pueblo, yendo en pro
cesión con el estandarte sacro de la cruz delante. En llegando á
"la Iglesia de la Estación, les hacia el Papa una breve plática co-
"mo las que se hallan de los Sermones de San León y Homilías de
"San Gregorio. Coronaban esta santa devoción ayunando todo el
"dia, entreteniéndose en la Iglesia de la Estación en oraciones y
"santos ejercicios, separados los hombres de las mugeres, como
"consta de muchas piedras que hay en Iglesias antiguas. No esta-
"ba entonces determinada la Estación fija á alguna Iglesia, deján
dose solo á la devoción del pueblo, hasta que San Gregorio Mag-
"no determinó los dias y las Iglesias en que se hubiesen de celebrar
"las Estaciones." La costumbre, pues, de visitar las Estaciones en
Roma es antiquísima, trae su origen desde los tiempos de los Após
toles, dice Sixto V (c).
Arguyen algunos críticos de este modo. Juan Diácono, que es
cribió la Vida de San Gregorio á mediados del siglo nono, dice en
el libro segundo, capítulo XVIII hablando del Santo: "Ordenó so
lícito las Estaciones por las Iglesias y sepulcros de los mártires,
"según que hasta ahora el pueblo romano corre por ellas á porfía
"como cuando vivia el Santo." Lo mismo dice Ruperto (flf), que es
cribió en el siglo duodécimo. Luego si San Gregorio Magno orde
nó ó estableció las Estaciones de Roma, la costumbre de visitarlas
no puede ser desde el tiempo de los primeros Papas, sinó desde fi
nes del siglo sesto ó principios del séptimo. Así arguyen el Bolan-
dista Papebroquio (c), Fleury y otros.
[b] Calderón, Grandezas y Maravillas de Roma, part. 3.", cap. 2.°—[c] En la Bula Egre.
gia, que trae Minderér en la pág. 266.—Es la 23 en el tomo 2.° del Bulario romano.—[ái Ru
perto en el tomo 2.°, lib. 3." de los Divinos Oficios, cap. 4.°; y en el lib. 2.° sobre la Regla de
29T,
Respondo que San Gregorio no fue en rigor el autor de las Es
taciones de Roma, como le llama Papebroquio, sino que las reno
vó, las puso en orden, puesto que las visitaban los fieles desde los
primeros Papas. San Gregorio, dice Panvinio (_/*), indagador dies-
trísimo de las antigüedades, redujo á cierto orden las Estaciones
de Roma, habiendo sido instituidas antes de él. Yo no niego que
San Gregorio fue autor de algunas Estaciones; pero á otras que ya
existían, dice Gavanto ( g), las renovó, las redujo á mejor orden que
el que tenian. Si Papebroquioy Fleury quieren llamar áSan Gre
gorio autor de las Estaciones de liorna, porque las renovó y Jas
colocó en mejor disposición que la que tenian antes (en el cual sen
tido puede tomarse sin violencia lo que dicen Juan Diácono y el
Abad Ruperto), llámenle muy en hora buena ; pero ¿cómo se podrá
negar que la costumbre de visitar las Estaciones es mucho mas an
tigua que San Gregorio Magno, cuando hacen espresa mención de
ellas Tertuliano y San Cipriano Mártir, que vivieron mas de tres
siglos antes que él?
Acerca de las Indulgencias estacionales ó de las Estaciones
de Roma son muchas las opiniones que ha habido hasta ahora. An
tes de referirlas, oigamos lo que nos dicen el famoso dominico Pa-
serino, y el agustiniano Cavalieri. Pedro María Paserino (A), cuya
autoridad es de tanto peso, decia Lambertini (£), por haber sido tan
práctico en las opiniones de las Congregaciones de Roma en don
de escribió, y haber ejercitado alli mismo con grandes elogios el
cargo de Procurador general de su orden por muchos años; después
de haber hecho en aquella Corte las mas esquisitas diligencias para
averiguar cuantas y cuales son las Indulgencias de las Estaciones;
después de haber consultado sobre ello á los hombres mas sabios de
Roma, confiesa con ingenuidad que no pudo hallar otra cosa que
la incertidumbre. Juan Miguel Cavalieri en una obra que escribió
en toscano, intitulada: La Sacra Cintura, impresa en Milán 1737,
dice así ( j): "Cuales y cuantas sean las Indulgencias de las Esta
ciones de Roma, no se puede saber con certeza; pues ni concuer-
"dan entre sí los Doctores en referirlas, ni la S. Congregación ha
"determinado alguna cosa sobre este punto; estando acaso esto en
"semejante estado, ó por la injuria de los tiempos, ó por el descuido
"de los hombres, ó por la voracidad de los incendios que hayan des
truido tal vest los mismos originales auténticos."
[/] Onofre Panvinio en el lib. de las Estaciones de Roma.— íg) Gavanto sobre las Rú
bricas del Misal, part. 4.", tít. 12, núm. 27.—Merati, mím. 34.—[A] En la obra de Indulgen
cias, cuest. 98, núm. 770 [i] En sus Pastorales 48 y 81 [i] En el núm. 487 del diálogo
Mobre la Sagrada Correa, el cual diálogo es la segunda parte de dicha obra.
297
Esto supuesto, hablaré en compendio de la variedad de opi
niones que ha habido acerca de dichas Indulgencias. El Angélico
Doctor Santo Tomas, escribiendo sobre el cuarto de las Sentencias
de Pedro Lombardo (fe), dijo (fundado sin duda en la tradición) que
San Gregorio Magno concedió siete años de Indulgencia á las Es
taciones de Roma. Esta opinión de Santo Tomas (que siguen Be-
larmino (Z) y Bonifacio VIII entre los antiguos; y Teodoro (U)y
Minderér entre los modernos) la impugnan Papebroquio (m) y los
dos Págis, fundados principalmente en el silencio que guardó sobre
esto Anastasio Bibliotecario.
En el año de 1728 se imprimió en Roma, dice Cavalieri, un
libro sobre la Sagrada Correa, que señala Indulgencia plenaria
para varios dias del año, y muchos miles de años para cada dia de
las Estaciones. A este siguieron el mismo Cavalieri en la obra ci
tada^ fray Domingo Tagliaferri, Regente de estudios de San Agus
tín de Sena, en otra obra sobre la misma Correa, que imprimió en
Foliño 1715. He visto las dos obras.
En el de 1665, dice Minderér, compuso el P. franciscano fray
Angel Lantusca un libro sobre la regla de los terceros de nuestro
P. San Francisco, y le imprimió en Roma con aprobación del Re
verendísimo fray Jacinto Libelo, del orden de Predicadores, y Maes
tro del Sacro Palacio. Puso en él un índice de las Indulgencias es
tacionales de Roma, y señala también muchos miles de años para
cada dia de Estación, y una plenaria para los mas de los dias. Se
reimprimió después en Milán, en Viena de Austria y en Frisíngen.
Lucio Ferraris, Holzman y Kaceinbergér lo imprimieron en sus
obras; mas aunque todos lo sacaron de Lantusca, hay bastante dife
rencia entre unos y otros, lo cual consiste por lo común en el des
cuido de los impresores y de los correctores de los libros.
Francisco Suarez (n) y Alfonso Casa-Rubios opinan que las
Indulgencias de las Estaciones no son plenarias.—Teodoro del
Espíritu-Santo (ü), Eusebio Amórt y Sebaldo Minderér, afirman
que no consta que sea plenaria alguna de dichas Indulgencias, y tie-
[k] Santo Tomas en ladist. 20* cuest. 1.a, art. 3.°, cuestiónenla 3."—Paserino, cuest. 99
de las Indulgencias.— [l] Belarmino de las Indulgencias, lib. 1.°, cap. 3.°—Bonifacio en la
Bula Sublimi, que trae Amórt pn la Historia de Indulgencias, pág. 161; y Minderér, pág. 265.
[II] Teodoro, part. 2.«, cap. 1.°, art. 2.°, {. 2.°—Minderér, part. 2.», ntím. 207.—[m* Pape-
oroquio en la disert., núm. 17, part. 1.»—Antonio Pagi sobre el Baronio al año 847.—Francis
co Pagi en el Breviario de los Papas, tomo 1.°, Vida de San Silvestre, núm. 3; y tomo 2.°, Vi-
da de Sergio II, desde el núm. 11.— [flü Suarez en el tomo 19 de la citada edición de 1740.
Casa-Rubias de los Privilegios de los Menores, pal. Indulgencias.—[A] Teodoro, part. 2.a,
cap. 1.°, art. 2.°—Amórt, tomo 3.° de la Teología Ecléctica, cuest. 11 de las Indulgencias.
Minderér, part. 2.', núm. 212.
39
ncn por improbables los muchos miles de años de Indulgencias es
tacionales que se hallan en tantos libros. •
Mas no se puede negar que algunos Papas creían que algunas
Indulgencias de las Estaciones eran plenarias, y otras parciales,
aunque ningunas especificaron. Prueba de esto es que Sixto IV (o)
en 1477 concedió á los cofrades del hospital del Espíritu-Santo,
"que todos los que impedidos por legítima causa no pudieran visi-
"tar las Estaciones de Roma ó asistirá las bendiciones papales, en
"dando al referido hospital aquella limosna que darían por su pro-
"pia piedad en las dichas Estaciones si personalmente las visitaran,
"consiguiesen todas las Indulgencias de las Estaciones de Roma
"y de las bendiciones papales, asi las plenarias, como las concedi
das por cierto número de años."—También León X (/?) en 1516
concedió al orden de los caballeros del Toisón de Oro, que los que
en los dias de las Estaciones de Roma visitaren una ó dos Iglesias,
ó dos ó tres altares de una que ellos elijan, "consigan todas y cada
"una de las Indulgencias aun plenarias, que conseguirían si perso
nalmente visitaran en los mismos dias todas y cada una de las
"Iglesias de dichas Estaciones, y las siete principales-, como tam
bién la de Santa María de Pópulo y la de San Gregorio." Asimis
mo Benedicto XIV (q) en 1741 concedió á los caballeros del Real
orden de San Genaro, que visitando con devoción en los dias de las
Estaciones de Roma en donde quiera que estén una ó dos Iglesias,
ó dos ó tres altares de una ó de distintas, según escoja cada uno,
"consigan todas y cada una de las Indulgencias aun plenarias que
"conseguirían si en los mismos dias de las Estaciones visitaran per
sonalmente las Iglesias de Roma deputadas para esto."—Ulti
mamente, Clemente XIV (r) en 1772 hizo otra concesión en los
mismos términos á los caballeros de la Real y distinguida orden es
pañola de Carlos III. Luego suponen estos Papas que á lo menos al
gunas de las Indulgencias de las Estaciones de Roma son plenarias.
A la Bula de Sixto IV responde Minderér (s), que como en ella
comunica á los cofrades del Espíritu-Santo no solamente las In
dulgencias de las Estaciones, sinó también otras Indulgencias, por
eso bace mención en dicha Bula de las Indulgencias plenarias. Otro
tanto diria este sabio franciscano á la Bula de León X. Mas no po
dría responder lo mismo á las de Benedicto XIV y Clemente XIV;
[o] Por la Bula Illius qui, J. 15: está en el tomo 1.° del Bulario de Querubino.—[ p] Por
sh Bula Preclara, que hallarás en el tomo 10 del mismo Bulario.—[g] En la Bula Romana
JEclesúe, que ee halla en el tomo 1.° de bu Bulario.— [r] Por su Bula Benédictus Deus, que
traducida al castellano puso Vallarna en las Adiciones al Ferrari?, en la pal. Patrotri Sane.
^— [*] Minderér, part. 2.", núm. 213.
299
pues en ellas no Comunican estos Papas á los respectivos caballe
ros otras Indulgencias que las de las Estaciones de Roma.
Estas y otras muchas cuestiones tenia yo escritas en mi larga
Disertación sobre las Indulgencias de las Estaciones de Roma,
deseando averiguar cuales y cuantas eran sus Indulgencias (pues
el deseo de averiguar esto fue la causa primera de la obra que doy
á luz)j pero no quiero darlas á la prensa porque son en el dia inú
tiles, supuesto que el Sumo Pontífice Pió VI habló ya acerca de
dichas Indulgencias por el órgano de la S. Congregación de Indul
gencias, como lo verás en la cuestión siguiente.
CUESTION LVI.
DIAS
CUESTION LVII.
[a] Empieza: Delata secpiús, y le hallarás "en Gobát, tomo 2.°, trat. 4.°, part. 2.* después
del mím. 709—Corella, Práctica, trat. 17 desde el núm. 239.—Diaz de San Buenaventura
•n el Espejo Seráfico, part. 1.», cap. 3.°, docum. 11 y 12.—[A] En la Bula Inter pretéritos,
{. 9.°, ntfm. 84.—Es la 21 en el tomo 3.° de su Bulario.
305
de Oviedo y al Cabildo de su Iglesia, nos lo asegura fray Francis
co Diaz de San Buenaventura (c), Lector entonces de Teología en
San Francisco de Oviedo; y '° mismo se habrá comunicado, dice, á
los otros Obispos é Iglesias {Nota 65). Yo no dudo que se comuni
caría también al Consejo de la Cruzada; pues he leido (d) que á
fines de Octubre de 1678 lo tradujo del latin al castellano don An
tonio Gracian, Secretario de Carlos II y del Consejo de la Santa
Cruzada. Nada, pues, falta al sobredicho Decreto para que obli
gue á los romanos y á los españoles.
Supongo lo segundo: que los dias de Estación señalados en el
Misal romano son por todos ochenta y siete, los mismos que es-
tan especificados al fin del Sumario de la Bula de la Cruzada; aña
diendo á estos la vigilia de la Natividad del Señor.
Supongo lo tercero: que aunque hasta ahora los Misales impre
sos en España no señalan Estación en el domingo infraoctavo de
la Ascensión del Señor, no dejarán de señalarla los Misales impre
sos en Roma; pues la hay en Santa María la Rotunda, según el
Decreto de la S. Congregación de Indulgencias, aprobado y confir
mado por Pió VI el dia 9 de Julio de 1777, del que hice mención
al principio de la cuestión antecedente.—Lo cual supuesto,
Respondo que ganará las Indulgencias estacionales el que vi
site los altares, asi en la vigilia de Navidad como en el domingo
después de la Ascensión.—Pruébolo primeramente en cuanto á la
vigilia de Navidad. Todos los dias de Estaciones señalados en el
Misal romano, se pueden ganar las Indulgencias de las Estaciones
de Roma, según el Decreto Inocenciano. Es así que el dia la vigi
lia de Navidad es uno de los señalados por dia de Estación, como
puede verse en cualquier Misal; luego ganará en ese dia la Indul
gencia estacional el que teniendo la Bula de la Cruzada visite los
cinco altares.
Yo creo que la vigilia de Navidad se ha tenido siempre en Ro
ma por dia de Estación desde el tiempo de San Gregorio Magno.
Pues no solamente le trae el Misal romano, poniendo la Estación
en ese dia en Santa María la Mayor, sino también una multitud de
escritores, ya antiguos y ya modernos. De estos he visto que lo afir
man Juan Gráncoias (c), fray Francisco González, Engelberto
[Nota 65.]—Del modo que cuenta el P. Diaz, se comunicaban á los españoles las Bulas
y Decretos de los Papas hasta el año de 1733; pues en el mandó Carlos Til que no tuviesen
valor alguno hasta conseguir el pase del Real Consejo. —Véase la Vida de Cirios III que es
cribió Becntini, tomo 2.", lib. 3.°, desde la pág. 38 de la edición madrileña de 1790.—[c] En
el docum. 11 del lugar citado, mím. 8.— [d] González de San Pedro en el Apéndice á la Ins
trucción de los Hijos de María, mím. 36.— [ej Graneólas sobre el Breviario romano, lib. 2.°,
cap. 13.—González, Crisol del Rosario, can. 4.°, núm. 47.—Pauck, Viña Seráfica, cap. 27,
40
306
Pauck, Arbiol, Cavalieri, Ferraris y otros muchos. De los antiguos
lo dicen San Cárlos Borromeo (f), fray Manuel Rodríguez, Lo
renzo Beyerlin, el Ilustrísimo Calderón, Obispo de Cuba, y el In
dice de las Estaciones que publicó el Eminentísimo Guadiani, Vi
cario general de Benedicto XIV. Domingo Macri, que dio á luz su
Diccionario Sagrado en la mitad del siglo XVII, nos dice en él (g)
que leyó en un antiquísimo Ceremonial estas notables palabras:
"En el dia de la vigilia de la Natividad de nuestro Señor Jesucristo
"hay Estación en Santa María la Mayor, en donde el señor Papa
"debe cantar la misa con la escuela de los cantores y la familia del
"palacio." Ultimamente, he visto en el Antifonario de San Gregorio
Magno, que en la vigilia de la Natividad del Señor hay Estación
en Santa María; luego habiendo Estación en ese dia, ganará la In
dulgencia estacional el que visite los altares teniendo la Bula.
Pruébolo también en cuanto al domingo después de la Ascen
sión. Aunque este dia no se halla señalado en los Alisales romanos
impresos en España entre los dias de Estación como el de ía vigi
lia de Navidad; sin embargo, está especificado en el Catálogo de
los dias de Estación hecho por la S. Congregación de Indulgencias,
y aprobado y confirmado por Pió VI en 1777, que es al que prin
cipalmente debemos atenernos.
Acerca de este dia es necesario advertir, que aunque ha mu
cho tiempo que no era dia de Estación, antiguamente lo fue y se
llamó el domingo de la Rosa. Pues refiere el sabio Mabillon (A),
que halló en el Ceremonial romano de Gregorio X algunas Indul
gencias estacionales que habia en el domingo cuarto de cuaresma,
y en el domingo de la Rosa, las cuales publicaba en Roma el pre
dicador después del Evangelio de la misa por los años de 1271.
Argüirás. Tú dices que Mabillon señala por dia estacional el
domingo de la Rosa. Mas no es regular que Mabillon entendiese
por domingo de la Rosa el domingo infraoctavó de la Ascensión,
sinó el domingo cuarto de cuaresma; pues este se llama hoy do
mingo de la Rosa, porque en él bendice solemnemente el Papa Ja
rosa de oro, como lo afirman Benedicto XIV (i), Guillermo Du-
núm. 130.—Arbiol en su Tercera Orden, pnrt. 2.", cap. 22.—Cavalieri en el Diario de la Sa-
da Correa, part. 3.'—Ferraris en la pal. Indulgencia, art.4.°—[/] San Cárlos en las Acta»
la Iglesia de Milán, part. 7.*, pág. 903 de la edición de Pádua.— Rodríguez, tomo 2.° de
sus Cuestiones Canónicas, cuest.92, art. 1.°—Beyerlin, Teatro de la Vida Humana, pal. Statio.
Calderón, Grandezas y Maravillas de Roma, part. 3.", lib. 2.°, cap. 4.°—El Indice de Gua-
dagni está en Minderér, pág. 259.—[g] Macri en la pal Statio.—[h] Mabillon en el tomo 2.°
del Museo Itálico.—Véanse Amórt en su Teología, cuest. 11 de las Indulgencias, y Virginio
Valsequi en la obra de Indulgencias, cap. 5.°, ntím. 4.—[i] Benedicto XIV en la BulaQuar.
ta tertentis del tomo 3." de su Biliario.—Durando en el Racional de los Divinos Oficios, li
bro 6.°, cap. 53.—Croiset, Año Cristiano en la dominica 4." de cuaresma.
307
rando y Croisct; luego el domingo después de la Ascensión no ha
sido dia de Estación hasta ahora.
Respondo con Teófilo Rainaudo(^'), que aunque es cierto lo
que afirman los citados autores, no es menos cierto lo que yo digo.
El domingo de la Rosa era entre los antiguos romanos el domin-
5o infraoctavo de la Ascensión, en el que había Estación en Santa
laría la Redonda ó de los Mártires, predicaba el Sumo Pontífi
ce de la venida del Espíritu-Santo; y como dice el mismo señor Be
nedicto (fe), de lo alto del templo se echaban rosas en figura del
Espíritu-Santo. Dejándose de usar dicha Estación por el largo tiem
po que vivieron los Papas en Francia, se dejó también de llamar
domingo de la Rosa el infraoctavo de la Ascensión; y desde en
tonces comenzó á llamarse así el domingo cuarto de cuaresma, por
la razón que alega el argumento. Q,ue las palabras que trae Ma-
billondel antiguo Ceremonial romano, se hayan de entender como
yo las esplico, es para mí evidente; pues por una parte se hace
mención alli del cuarto domingo de cuaresma, y por otra del do
mingo de la Rosa, lo cual no sucedería si fueran un domingo solo.
Argumento contra toda la conclusión.— Los Comisarios ge
nerales de la Cruzada, como que son delegados del Papa, tienen fa
cultad de él para señalar en los Sumarios de la Bula los dias de las
Estaciones de Roma. Es así que entre los dias que tienen Indul
gencia por ser de Estación en Roma, no señalan en el Sumario ni
la vigilia de Navidad, ni el domingo después de la Ascensión; lue
go porque se visiten los altares en dichos dias no se podrán ganar
las Indulgencias estacionales.
Respondo lo primero: que los Comisarios generales de la Cru
zada tienen facultad del Sumo Pontífice para señalar los dias de las
Estaciones de Roma en el Sumario de la Bula, lo cual sirve para
utilidad de los que la toman; mas no tienen facultad para aumentar
ni disminuir tales dias á su arbitrio, pues esto es propio del Papa.
En los dos siglos pasados hubo tanta variedad de opiniones acerca
de cuantos eran los dias de las Estaciones de Roma, que no es de
admirar que los Comisarios generales de Cruzada, siguiendo la opi
nión de este ó el otro autor que por entonces les pareció mas pro
bable, pusiesen en los Sumarios de la Bula algunos dias de Esta
ción, los cuales mudaron después, atendiendo tal vez al sobredicho .
Decreto Inocenciano. ¿Quién duda que con la publicación de este
Decreto se quitaba la confusión de tanta multitud de opiniones?
[jj Rainaudo en el tomo 10, Rosa Mediana, cap. l.°—Cavalieri en el tomo 2.° de sus
obras litúrgica!", cap. 20, Decreto 9.", mlm. 3.— [k] Benedicto XIV en la Bula Ad lummi,
}. 3." en el 4." tomo.
308
Pero como unos autores opinaban (¿) que obligaba el tal Decreto
en España á los que tomaban la Bula, y otros (ü) opinaban que no;
de aquí es que los mismos Comisarios de Cruzada se han ido con
pies de plomo en variar los dias de las Estaciones. Aqui en la Haba
na veo, en los Sumarios de la Bula que nos dan ahora, puesto el dia
de la vigilia de Navidad entre los dias de Estaciones de Roma; mas
estoy cierto que no estaba puesto tal dia en las Bulas que nos daban
en Méjico antes de su independencia, ni en otros varios ejemplares
de la misma Bula que be visto. Tengo á la vista una de ellas del bie
nio de 1820 y 1821; tampoco está puesto en el ejemplar que pone
Ferraris en la edición de 1786, al fin del tomo primero. Yo me ale
gro que lo hayan señalado espresamente entre los dias de las Esta
ciones de Roma; pues efectivamente lo es, como lo tengo probado;
v me alegraré que señalen cuanto antes el domingo después de la
Ascensión; pues lo ha declarado por tv.\ el Santísimo Padre Pió VI.
Respondo lo segundo: que aunque los Comisarios generales
de la Cruzada no han señalado espresamente entre los dias de las
Estaciones de Roma la vigilia de Navidad y el domingo después
de la Ascensión, los han señalado y los señalan implícitamente; pues
dicen después de los dias allí nombrados: y en todos los demos dias
de Estaciones de Roma. No ignoran los Comisarios generales de
la Cruzada, que asi Gregorio XVI, que actualmente gobierna la
iglesia, como todos sus sucesores, pueden variar los dias de las Es
taciones, mandando poner otros en el alisal; y así, con mucha ra
zón han puesto que se ganan las Indulgencias estacionales, no so
lamente en los dias que se señalan en el Sumario, sino también en
todos los demás dias de Estaciones de Roma.
CUESTION LVIJI.
¿Qué se entiende por Indulgencias estacionales, ó de las
Estaciones?
Pongo esta cuestión para impugnar las opiniones de algunos
espositores de la Bula de la Cruzada, y de otros libritos de devo
ción, que no contentos con decir que se gana una Indulgencia ple-
naria por visitar los altares en los dias de las Estaciones de Roma,
aumentan desmedidamente el número de las Indulgencias, y aun el
número de los dias de Estación. Esto habrá provenido de varias
[T\ Francisco Vidal en el trat. de la Bula que añadió á Vigand, examen 2.°, núm. 24.—
González de San Pedro, Crisol del Rosario, cap. 4.°, núm. 47.— !>¡az de San Buenaventu
ra &c.—[//] Los Salmantisenses en el trat.de la Bula, cap. 3.°, punt. 3.°—Lumbier, tomo 2.°
dp sus Fragmentos Morales en los uúm. 1144, 1146 y 1152.—Corílla, Practica del Confeso
nario, trat. 17, nilm. 241.
309
causas: unos opinaban que las Indulgencias de las siete Iglesias
principales de Roma están unidas á las Indulgencias estacionales.
Otros pensaban que todos los dias del año hay Estaciones en Roma.
Otros creían que el que en dia de Estación visita los altares tenien
do la Bula, gana todas las Indulgencias de las Iglesias de Roma (es),
ó por lo menos todas las Indulgencias de aquella Iglesia en donde
hay la Estación; lo cual es falso, pues, como dice Andrés Mendo (6),
lo único que se concede en la Bula por la visita de los cinco alta
res es la Indulgencia estacional, ó que es propia de la Estación. Fi
nalmente, otros enteramente se desentienden del Decreto Inocen-
ciano, que, como ya dije al principio de la cuestión antecedente, de
clara que las Indulgencias estacionales solo se pueden ganar en los
dias de las Estaciones señalados en el Misal romano; y así, es pre
ciso que yerren.
Conclusión primera.—Por Indulgencias estacionales no se
entienden otras Indulgencias, que aquellas que son propias de las
Estaciones de Roma, ya sean plenarias ó ya parciales. Verbigra
cia: el jueves santo hay Estación que señala el Misal romano en la
Iglesia de San Juan de Letran, y por causa de la Estación hay en
aquella Iglesia Indulgencia plenaria que requiere confesión y co
munión, según el Decreto de la S. Congregación de Indulgencias
de 1777 que puse en la cuestión quincuagésima sesta. Pues los que
con intención de ganar las Indulgencias de las Estaciones visiten
personalmente aquella Iglesia el jueves santo con las disposiciones
necesarias, ganarán la Indulgencia plenaria de la Estación. Mas
no ganarán por esta visita la Indulgencia plenaria cotidiana (c), que
se dice concedida por San Silvestre (á ruegos de Constantino Mag
no) al que visite la Basílica ó Iglesia Iateranense. ¿Porqué? Porque
la primera Indulgencia es propia de la Estación, y la segunda no.
La misma Indulgencia plenaria estacional ganarán los que tenien
do la Bula de la Cruzada, habiendo confesado y comulgado, visi
ten el juéves santo los cinco altares; y la misma Indulgencia gana
rán los religiosos y las religiosas que, previa la confesión v comu
nión, visiten su propia Iglesia, conforme dije en la cuestión cuaren
ta y tres de este tomo, párrafo once. Pero ni unos ni otros podrán
ganar la dicha Indulgencia plenaria mas de una vez al dia, porque
lo prohibe el sobredicho Decreto Inocenciano.
Argüirás con Suarez (á) y Lezana. Aunque las Indulgencias
[o] Véase el P. Torrecilla en el tomo 5.° de sus Consultas, trat. 2.°, difie. 12, ntím. 6.—
[b] Mendo sobre la Bula de la Cruzada, disp. 20, cap. 3.°— [c] Véase sobre esta Indulgencia,
Benedicto XIV del Sínodo Diocesano en el lib. 13, cap. 18, núm. 4 y 5.—[d] Suarez, tomo 19
disp. 52, cuest. 8.*—Lezana en la Suma, pal. Indulgtncia, núm. 21.
310
de las Estaciones sean plenarias en Roma, toda via no se puede ase
gurar que los que vivimos fuera de aquella ciudad ganemos las
mismas Indulgencias que alli se ganan. Lo primero: porque, según
dice una regla del Derecho (e), en la concesión general no vienen
ni se entienden aquellas cosas que el Superior verosímilmente no
habia de conceder en especio. Luego siendo las Indulgencias ple
narias de difícil concesión, parece que no se comprenden bajo la
concesión general de Indulgencias, supuesto que no se espresan. —
Lo segundo: porque, según el estilo de la Curia y las Reglas de la
Cancelaría Apostólica, en la concesión general de Indulgencias no
se comprenden las plenarias, sino es que se especifiquen. Es así que
ni en la concesión hecha á los Regulares, ni en la de la Bula de la
Cruzada se especifican las Indulgencias plenarias; luego ni el Re
gular que visite su Iglesia, ni el que teniendo la Bula visite los al
tares en dia de Estación, ganarán la Indulgencia estacional cuan
do es plenaria. ■
Respondo á lo primero con Pelizario (f) y Paserino: que aque
llas cosas que se habían de declarar en especie, entonces se dicen
espresas suficientemente en una cláusula general, cuando se con
tienen sin violencia debajo de la significación de las palabras. Asi
en la concesión de la Bula de la Cruzada, como en la de Paulo V
á los Regulares, se contienen sin violencia alguna las Indulgencias
plenarias; ó por mejor decir, se haria violencia á las palabras de
dichas concesiones, si las Indulgencias plenarias no se comprendie
ran debajo de ellas. Porque ¡cómo se diria con verdad en la conce
sión de Paulo V á los Regulares, que se ganan las mismas Indul-
f[encias estacionales que se ganarían si personalmente se visitaran
as Iglesias de las Estaciones de Roma, siempre que no fuera ver
dad que se ganasen todas, sean plenarias ó sean parciales? En la
concesión de la Bula de la Cruzada, ¿se pudiera decir con verdad
que á los que visitan los altares en los dias de las Estaciones de
Roma se les conceden todas y cada una de las Indulgencias de
dichas Estaciones, sino se le concedieran las plenarias? ¿Qué es lo
que significa aquella cláusula: todas y cada una de las Indulgen-
cías? Significa, dice Barbosa (g), que se incluyen totalmente en
ella todas las Indulgencias sin limitación alguna. Significa, dice el
Cardenal Tusco (/¿), que todas, todas las Indulgencias sin restric
ción alguna se comprenden debajo de ella, como si especial y par
re] Regla 81 del 6.° de las Decretales. — [/] Pelizario, Manual de Regulares, tomo 2.°,
ti*t. 8 °, cap. .5.", núm. 195. —Paserino He Indulgencias, cuest. 99, núm. 776.—Peirinis.—
[g] Barbosa en el trat. de las Cláusulas que se usan con mas frecuencia, cláus. 96 en los
ním. I y 4.— [h] Tusco en el tomo 1.° de sus obras, letra c, conc. 296, núm. 1, 2 y 19.—Y
tomo 2.°, letra D, conc. 375, núm. 13.
311
ticularmente se especificaran. Luego para esplicar las cláusulas de
tales concesiones, no con violencia sino con un sentido genuino*
propio y natural, hemos de comprender bajo la significación de sus
palabras no solamente las Indulgencias parciales, sino también
las plenaritfs.
Antes de responder á lo segundo, para aclarar mas el argu-»
mentó, supongo que las Reglas de la Cancelaría, según dije en la
cuestión nona del tomo primero, no son perpetuas; pues se acaban
con las muerte del que las pone, ni obligan en todas las partes de
la cristiandad, sino en donde están recibidas. Tuvieron principio es
tas Reglas, según el Cardenal de Luca (i), por los años de 1330 en
el pontificado de Juan XXII: Nicolao V añadió varias, y cada Pa
pa manda publicarlas á pocos dias de su asunción con algunas adi
ciones ó modificaciones, conforme lo juzga conveniente. Urba
no VIII publicó setenta y una Reglas, y Benedicto XIV setenta y
dos, las cuales se hallan en el Ferraris (j). Ninguno, dice Devoti,
ha esplicado mejor estas Reglas que Juan Bautista Riganti en Ios-
cuatro tomos de sus Comentarios sobre ellas, que he visto. Lo cual
supuesto, aunque Suarez y Le/ana no señalan la Regla de la Can
celaría, á la que dicen que se opone mi conclusión, presumo que será
la que es ahora quincuagésima cuarta. Esta Regla, de la que fue
autor Inocencio VIII, dice así; No se espidan Letras sobre las In
dulgencias ad instar (ó á manera de otras) sin especificarlas] la
cual se puso, dice Gobat (fc), porque de otra manera pudiera ser en
gañado el Pontífice,distribuyendo inmoderamente las Indulgencia»
A esto respondo con Antonio de Pórres (/) y Cavalíeri, que cuando
la concesión de las Indulgencias es puramente indefinida, sin que
haya en ella algún signo universal, bastará para que se verifique
que se concedan las Indulgencias que regularmente se conceden,
que son las parciales. Mas cuando la concesión es universal, como
las dos sobredichas, entonces se conceden también las plenarias;
pues la concesión universal equivale á la espresa y específica. Ad
vierto, que no obstante los deseos que manifiesta el Pontífice recien
electo de conformarse con la mente del Tridentino en la distribu
ción de las Indulgencias, muda después de parecer por las circuns
tancias; pues, según afirma Riganti (11), apenas se pone en prácti
ca dicha Regla, supuesto que á cada paso la derogan los mismos
que mandan publicarla.
[i] El Cardenal de Luca en el lib. 12,part. 1.", disc. ntim. 23; y disc. 16, níím.8.—
[j] Ferraris en la pal. Beneficio, art. 9.° después del nrtm. 10.— [fcTGobat en el tomo 2." de
sus obras, part. 2.' de su Tesoro, núm. 340 y 280.— [I] Pórres en su Tratado de Indulgencias,
lib. 1.°, cap. 5.° desde el núm. 29.—Cavalieri, Diálogo sobre la Sagrada Correa, desde el
níím. 631—[11] Riganti, tomo 4.°, asi en el argumento como en el núm. 5 de dicha Regla 54.
312
Conclusión segunda.—Las Indulgencias de las siete Iglesias
principales de Romano están unidas á las Indulgencias de las Es
taciones.—Es contra Diana Palao y Manuel Rodríguez. Estas
Iglesias principales son San Juan de Letran, San Pedro en el Vati
cano, San Pablo, Santa María la Mayor, San Lorenzo, fuera de los
muros, San Sebastian, fuera de los muros, y Santa Cruz en Jcrusa-
len. Toda clase de personas tiene la devoción de visitarlas; y según
nos cuenta la Historia Eclesiástica, las visitaban á menudo San José
Calasanz, San Felipe Neri, y otros muchos santos que vivieron
en Roma. Yo no dudo que para visitarlas les serviría de aliciente
las muchas Indulgencias (m) que alli se ganan; porque los Santos
eran, sin duda ninguna, mas solícitos que nosotros en aprovecharse
de tan gran tesoro. Mas no creo que las Indulgencias concedidas á
las siete Iglesias esten anejas á las Indulgencias estacionales de Ro
ma.—Lo primero: porque los Papas conceden las Indulgencias de
las Estaciones con una fórmula (»), y las de las siete Iglesias con
otra. Conceden las primeras para que se ganen todos los dias de las
Estaciones señalados en el Misal romano; pero las segundas, para
que se ganen solo una vez al año. Las primeras se conceden por lo
común sin limitación de tiempo; pero las segundas, no mas que por
siete años. Aquellas son Indulgencias indeterminadas, estas están
señaladas por Pió VI. Finalmente, las concesiones de his primeras
son y han sido mucho tiempo ha frecuentísimas; pero las de las so-
gundas raras, especialmente en la Italia; luego siendo tan diferen
tes las unas de las otras, parece que no están unidas.
Lo segundo: porque así se infiere de las siguientes concesio
nes.— 1.a El año de 1516 León X (o) concedió á los caballeros del
Toisón de Oro que visitasen una ó dos Iglesias en los dias de las
Estaciones de Roma, que consiguiesen las Indulgencias estaciona
les, y las Indulgencias de las siete Iglesias.—%*■ El año de 1489
concedió Inocencio VIII á los cofrades de la Cinta de San Agus
tín que visitaren tres altares en todos los dias de las Estaciones de
Roma señalados en el Misal romano, que ganen las Indulgencias
de las Estaciones; y no obstante eso, San Pío V en el de 1571 con
cedió á los mismos cofrades las Indulgencias de las siete Iglesias,
así consta de su Sumario, aprobado por Clemente X (p).—3.» Se
gún he leido en las Actas de la Iglesia de Milán (q), y en la Vida
[m] Diana en el tomo 4.°, trat. 3.°, resol. 153.—Palao, tomo 4.°, trat. 25, punto 5.".
mím. 9.—Rodríguez de la Bula de la Cruzada, }. 8.", núin. 5.—[n] Véase Riganti, tomo 4.°,
regla 53, núm. 33 y 30.— Y la Colrccion de Oraciones que tienen Indulgencias, pág. 441.—
[ñ] Traen estas formulas Amúrt, Teodoro y Mindercr. —|u] Por su Bula Pnce/ara, que es
ta en el tomo 10 del Bulnrio romano 6 de Qucrubiiio.— [p] Por su Breve: Ex iiyunclo, que
hallarás en Teodoro y Mindercr.—[yj Parte 7.a - '
313
de San Carlos Borromeo, que escribió con exactitud Juan Glusia-
no (r), siendo el Santo Arzobispo de Milán, alcanzó para los mora
dores de dicha ciudad las Indulgencias estacionales de Roma, las
que le concedió benignamente Gregorio XIII en el año de 1572.
Mas como San Carlos hacia el debido aprecio de las Indulgencias
y amaba tanto á los milaneses, no contento con haberles conseguido
las Indulgencias de las Estaciones, pidió al mismo Papa que les co
municara también las Indulgencias de las siete Iglesias. Efectiva
mente, el mismo Gregorio condescendió con sus ruegos en otro se
gundo Breve que le envió el de 1576.— Ahora bien: si Gregorio XIII
hubiera opinado que las Indulgencias de las siete Iglesias princi
pales de Roma están unidas á las Indulgencias de las Estaciones,
en lugar de enviar á San Carlos la segunda concesión, ¿no le hu
biera respondido que desde cuatro años antes le habia otorgado lo
que le pedia? Si l'uera cierto que laslndulgenciasde las siete iglesias
están incluidas en las estacionales, supuesto que Inocencio VIII
habia concedido ya esta á los cofrades de la Cinta, ¿les hubiera con
cedido aquellas San Pió V? Si León X hubiera creido que en las
Indulgencias de las Estaciones se comprendían las de ?as siete Igle
sias, ¿hubiera concedido á los caballeros del Toisón de Oro unas y
otras espresamente? Luego ni León X, ni San Pió V, ni Grego
rio XIII, ni San Cárlos Borromeo fueron de parecer que las In
dulgencias de las siete Iglesias principales de Roma están unidas
á las Indulgencias de las Estaciones. Y si ellos opinaron así, ¿opt-
narémos nosotros de diverso modo, cuando no hay declaración nin
guna pontificia que posteriormente haya determinado otra cosa?
Conclusión tercera.—En Roma no hay Estaciones todos los
dias del año; y aun cuando las hubiera, no ganaría sus Indulgen
cias el que teniendo la Bula de la Cruzada visitase todos los dias
los altares.—Pruébola. Suponen todos los espositores de la Bula (s)
que las Indulgencias que se conceden por la Bula de la Cruzada
á los que en los dias de las Estaciones de Roma visiten cinco Igle
sias ó cinco altares, y pidan á Dios por la unión y victoria de los
Príncipes cristianos contra los infieles, son las mismas, las mismí
simas que están concedidas á los que en dias de Estación señala
dos en el Misal romano visitan personalmente las Iglesias de las
Estaciones de dentro y fuera de Roma. Es así que, según el De
creto Inocenciano, los fieles que visitan en Roma las Iglesias de
las Estaciones no ganan las Indulgencias estacionales todos los
dias del año, sinó solamente en los dias de las Estaciones señala-
¡r] En el lib. 2.°, cap. 30.—Se halla entre las obras de San Carlos.— [»] Jaime Esteva,
Mendo, Ibañcz de Aoiz, los Salmanticenses ¿lie. .
41
314
dos en el Misal romano, los cuales son ahora ochenta y ocho. Lue
go solamente en estos dias ganarán las Indulgencias estacionales
los que teniendo la Huía do la Cruzada visiten los altares. Esto mis
mo dije, en la cuestión cuadragésima sesta de este tomo, de los re
ligiosos y religiosas que visitan todos los dias su Iglesia.
Infiere de aqui que carece ya de probabilidad la opinión de
aquellos espositores de la Bula (<), y de otros escritores ascéticos
y moralistas que señalan noventa y cuatro dias de Estaciones, por
que se desvian del Decreto Inocenciano. Y aunque algunos, como
Mendo é Ibañez, son disculpables porque escribieron antes del re
ferido Decreto, y tomaron la tal opinión de los Sumarios de la Bula
que imprimían en su tiempo los Comisarios generales de Cruzada,
otros no tienen esa disculpa, pues han escrito sus obras mucho des
pués de haberse publicado el tal Decreto, y aun los Comisarios de
la Cruzada han minorado ya los dias de las Estaciones que ponían
antes en los Sumarios.
Yerran mas aquellos escritores (u) que afirman, que los que
tienen la Bula y visitan los altares todos los dias del año ganan to
dos los dias Indulgencias, diciendo unos que son parciales, y otros
que plenarias. ¡Ojalá que esta opinión, esclama Antonio Esco
bar (r), así como es piadosa fuera cierta! Pero lejos de ser cierta,
por masque tantos la lleven, es del todo improbable; y, como dicen
Nogueira (x) y Guijarro, no puede ya sastenerse después del De
creto Inocenciano, pues se opone manifiestamente á él.
Para que entiendas esto has de saber, que la cuestión sobre el
número de dias de las Estaciones de Roma ha estado siempre muy
controvertida entre los escritores, aun los mas sabios: yo he leido
mas de catorce opiniones acerca de ella. A vista de la confusión
que causaban tantas opiniones, parecía inaveriguable su resolución
si la Silla Apostólica no la decidía. Decidióla efectivamente, por el
órgano de la S. Congregación de Indulgencias, el Sumo Pontífice
Inocencio XI en su famoso Decreto Delata, del que tantas veces
he hecho mención en esta obra (j/); pero algunos escritores, ó no
[t] Mendo, Ibañez, Antonio Porros, los Salmanticenses.—Lárraga en la 1." Ilustración.
Pedro Catalán. —Gallo en el Sermón 1° del tomo 1.°— Francisco Leal, plática 51.—Carlos
Sancbez, Instrucción de Novicios, pág. 480.—Compendio Salmanticense, de la Bula de la
Cruzada, núm. 46.— [u] Manuel Jaon, de la Confesión y Comunión, trat 2.", cap. 13.—Co-
rella en su Práctica, trat. 17, núm. 241.—Calatayud, en la Doctrina de las Indulgencias, {. 14.
Esplicacion de la Bula de Cruzada, impresa enMadrid 1758 de órden del Comisario general
de Cruzada, en los núm. 87, 42 y 103: se tiene por obra del P. jesuíta Mourin —Francisco
Belza en el tomo 3 ° de Cliquet, níím. l.° de los Apéndices, }. 3.°, núm. 12. —Mendo, Ibañez,
Porree, Compendio Salmanticense &c.— [r] Escobar en el tomo 1." de su Teología Moral,
lib. 7.°, sec. 2.°, prob. 103, núm. 772.— [x] Luis Nojrueira sobre la Bula, disp. 10, sec. 4.",
m'im. 41.—Guijarro, Teología Moral, tomo 2.°, trat, 9.°, preg. 6."—[y] Véanse en este tomo
la cuest. 46, razón 4.", y la cuest. 57 al principio.
315
han visto este Decreto, ó se desentienden enteramente de él; y así,
es preciso que yerren. «
Entre los que mas se han estraviado citaré los autores siguien
tes que he leido. Fray Manuel de Santa Teresa dice en su Instruc-
torio Espiritual de los Terceros del Carmen (2), que los que visitan
personalmente las Estaciones de Roma ganan cada dia siete Indul
gencias plenarias, y sacan un alma del purgatorio. Fray Lorenzo
de San Francisco afirma en su Tesoro Celestial («), que está pro
hibido que cada dia se ganan en Roma veinte Indulgencias plena-
rias, y que todas se ganan por el que teniendo la Bula visita todos
los dias los altares. Fray José de Torres, en su libro de Terceros
de nuestro Padre San Francisco (6), y el Padre Mateo de Moya
en sus Cuestiones Selectas (c) nos aseguran, que los que tienen la
Bula de la Cruzada consiguen cada dia visitando los altares vein
te y seis Indulgencias plenarias; y finalmente, don Basilio de la
Cruz y Escudero, no queda satisfecho con decirnos en su Camino
Real del Cielo («£), que si tenemos la Bula y visitamos los altares
ganamos cuarenta y seis Indulgencias plenarias en cualquier dia
del año, sinó que tiene también por cosa cierta que tantas cuantas
veces hiciéremos la diligencia de visitarlos, otras tantas volvere
mos á ganar tan crecido número de Indulgencias. De modo que es
te autor, no solamente se desvia del Decreto Inocenciano en seña
lar á los que visiten los altares en cualquier dia del año tan exorbi
tante número de Indulgencias plenarias, sinó también en decir que
tantas cuantas veces los visiten, otras tantas volverán á ganarlas, su
puesto que declara el Decreto: que la Indulgencia plenaria no se
gana sinó solo una vez al dia.—Sigamos las determinaciones pon
tificias, especialmente las últimas, y acertarémos en nuestras re
soluciones.
CUESTION LIX.
El que teniendo una Bula de la Cruzada visite dos veces los al
tares en un dia de Estación; verbigracia, el dia de la Ascen
sión del Señor, ¿ podrá ganar la Indulgencia de la Estación
una vez para sí, y otra para las ánimas del purgatorio?
Respondo que no contra algunos espositores de la Bula (a).
La razón es, porque aquellas palabras de la Bula de la Cruzada:
[z] Impreso en Méjico 1742, cap. 17.—[a] Part. U", notab 9.°, mím. 15y 16.— [b] Este
libro en dozavo está impreso y reimpreso en Méjico. Véanse las pág. 102 y 103 de la reimpre
sión que se hizo en 1744. —[c] Part. 2.», disp. 4." del Sacramento de la Penitencia, cuest.9.*
J/í] Le he visto en un tomito en dozavo, impreso en Madrid 1767, pág. 50 y 51.—[o] Juan Gil
Trullén, lib. 1.° de Ja Esposicion de la Bula, {. 6.°, dub. 4,°, mira. 2.—Diego Ramos en el
Tratado de la Bula, cap. 5.°, núm. 19.
316
tanto para sí como para los difuntos (&), no se han de tomar co
pulativa, «inó disyuntivamente. Es decir, que puede ganar la In
dulgencia ó para sí ó para las ánimas del purgatorio; mas no una
vez para sí, y otras para las ánimas en un mismo dia, á no ser que
tenga dos Bulas. Así lo declara la Esplicacion de la Bula (c), im
presa en Madrid el año de 1758 de orden del llustrísimo Comisa
rio general de la Cruzada don Andrés de Zerezo y Nieva. Así lo
entienden los mas de los espositores de la Bula (d) que han escri
to sus obras después del Decreto Inocenciano. Y. así, finalmente,
entienden semejantes locuciones Clericato (e), Barbosa, y otros
espositores del Derecho.
CUESTION LX.
iSe podrán visitar los cinco altares en diferentes horas del dia?
CUESTION LXI.
[¿1 Tam pro se, quám pro defunclis, dice la Bula de Gregorio XIII que espidió para loa
españoles.— Tam pro se, quám pro iltis qui in Chrisíi charitale decetsérurü, dice Gregorio XI V
en la Bula para los portugueses.— [el Desde el núm. 108.—[<¿] Raimundo Lumbier, Ginea
de la Madre de Dios, Luis Nogueira, Fray Antonio de San José en su Compendio Salmanti
cense, Belza, Grosin, López Muñoz &c.—[e] Clericato en el tomo 2.° de sus Discordias Fo
renses, disc. última.—Barbosa, en su obra Tratados Varios, dic. 400, núm. 1.— [/] Diego Ra
mos, de la Bula, cap. 5.°, núm. 11.—Mendo, Ibañez.—[g] Lugo, del Sacramento de Ta Pe
nitencia, disp. 27, sec. 6.», núm. 98.— Bonacina, del mismo, disp. 6.*, punto 5.°, núm. 25.—
Giribaldo, núm. 80. —Mastrio, Dicastillo, Abreu.— [h] Diego González Mateo en el tomo 2.°
de la Suma, trat. 30, núm. 37 Mindercr, part. 1.», núm. 640.—Leandro, part, 1.a de sus
Cuestiones Morales, trat. 5.°,diap. 14, cuest.70.
3W
necesario algún esterior movimiento, que signifique que se pasa de
la visita de un altar á la visita del otro. Esto mismo quiere Lean
dro que se haga cuando se visita un altar cinco veces, por no haber
otros. Para lo cual será suficiente el- persignarse ó «antiguarse, ó
inclinar algún tanto la cabeza. De aqui es que una religiosa ú otra
persona enclaustrada, mirando hácia los altares que tiene á la vis
ta (t), los podrá visitar desde el coro ó desde alguna tribuna, per
signándose ó santiguándose antes de cada visita.
CUESTION LXII.
CUESTION LXIII.
[i] Nogueira, disp. 10, núm. 106.—Avendaño, tomo 1.° de su Tesoro Indiano, tít. 5.°,
núm. 304.— [j] Mendo sobre la Bula, disp. 20, núm. 36.—Vicente Ibañez en el Tratado de
la Bula, cap. 1.°, dub. 10, art. 5.a—Y advierte que este mismo tratado es el que se halla al
fin de la Teología de Lacroix, y de la del Beato Ligorio.— [k] Francisco Javier Lazcano, In
dice Práctico Moral, cap. 7.°, 5. 3.°—Mendo, Ibañez, Nogueira, Pedro Catalán.—Arbiol en
la 3.* orden.—Trullén, Vida), Quintanadueñas.— [l] Benedicto XIV en el tomo 13 de sus
obras, cuest. 344.—Suarez, Rcginaldo, Alloza, Mastrio, Bonacina.
318
aprobado y confirmado por Pió VI, en el que se especifican las In
dulgencias estacionales, no se espresan ni la confesión ni la co
munión para ganar las Indulgencias parciales, como puedes verlo
en la cuestión quincuagésima sesta de este tomo; luego el que es
té en gracia de Dios, no necesita confesarse ni comulgar para ga
nar las Indulgencias parciales de las Estaciones. El padre jesuíta
Abren (//), que fue en Koma Censor de libros y Teólogo de su Pre
pósito general, hablando en la misma ciudad de las Indulgencias
de las Estaciones que concede la Bula de la Cruzada, nos dice las
palabras siguientes: ''Kl que está en gracia puede ganar las Indul
gencias de las Estaciones, sin que actualmente se confiese ni co
mulgue. Porque ni la Bula manda, ni lo pide como condición, ni
"aqui suelen los hombres, aun los timoratos y doctos, que frecuen
tan las Estaciones con gran concurso y devoción, confesarse ni co
mulgar antes." Luego la confesión y la comunión no son precisas
para ganar las Indulgencias parciales de las Estaciones, asi como
tampoco lo son para ganar las Indulgencias del Viacrucis (ni).
Respóndalo segundo: que es preciso confesar y comulgar pa
ra ganar las Indulgencias plcnarias de las Estaciones. ¿Y porqué1?
Poi que así lo manda espresamente el Sumo Pontífice Pió VI en el
eobredicho Decreto de la S. Congregación de Indulgencias.
CUESTION LXIV.
[11] Sebastian do Abreu en el Espejo de Párrocos, lib. 10, cap. 18, seo. 8.*, níím. 683.—
Nofjupira, disp. 10, níím. 83.—Tomos Tamburino, tomo 3.°, trat. 3.°, cap. 17, ndni. 11.—
[m] Beato Leonardo de Puerto-Mauricio en su Viacrucis Esplanado, núm. 14.—[a] Minde.
rír, part. 1.a desde el núm. 661.—Mendo, Vida!.—[b] Amórt en la Historia, cuest. 74.—Gi.
ribaldo, de las Indulgencias, núm. 77.—Suarez, tomo 19, disp. 52, sec. 8.*— Minderér, par-
te i.*, núm. 665.—Murillo sobre el 5.°, núm. 386.—lieurenio sobre el 5.°, cuest. 547.—Aven-
daño, tomo 1.°, tít.5.°, núm. 305.
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costumbre tres ó cuatro, ó seis Padre nuestros y otras tantas Are-
Marías, sino que se deja al arbitrio de cada uno que dirija á Dios
aquellas preces que quiera, tomándolas de donde guste. Y así, en
tonces bastará para ganar la Indulgencia, dice Arriaga (c), cual
quiera oración aunque sea breve.
Sobre la segunda pregunta es increíble la variedad de opinio
nes que hay. Unos (éÍ) dicen que basta que se rece un Padre nues
tro y una Ave-María en cada altar: otros (c) quieren que dos:
otros (f) que tres; y otros (g) que se recen cinco ó seis. Aunque
yo aconsejo á los fíeles que si tienen tiempo recen en cada altar to
do cuanto les dicte su devoción; advirtiéndoles con San Francisco
de Sáles (A), que vale mas un solo Padre nuestro dicho con pausa
y devoción, que muchos si se rezan apriesa y corriendo; sin embar
go, á la pregunta
Respondo con Teodoro, Minderér, Juan Gil Trullén, y el P.
Calatayud (¿): que el que rece con atención y devoción un Padre
nuestro y una Ave-María en cada uno de los cinco altares (ya sea
en lengua vulgar ó en otra cualquiera, ya rece solo ó acompañado),
y pida á Dios con fervor por la unión y victoria de los Príncipes
cristianos contra los infieles, ganará la Indulgencia de las Estacio
nes que nos concede la Bula. La razón es porque, como dicen Teo
doro y Minderér, la oración para conseguir la Indulgencia mas se
requiere que sea devota y fervorosa, que el que sea dilatada; tanto
mas, que los Sumos Pontífices, en los jubileos y en otras semejan
tes concesiones, no miran á la oración de uno ú otro, sino á las rei
teradas preces de muchos.
Ya me parece que veo á algunos (j) que se levantan contra
mí, diciendo que es laxa mi opinión, pues es demasiadamente poco
lo que señalo para cada altar; y que Benedicto XIV (fe); tratando
de la visita de las Iglesias en el Jubileo ordinario de 1750, nos da á
entender que por lo común no basta la oración corta para conse
guir la Indulgencia plenaria.
A estas objeciones facilísimamente respondo: que estoy muy le-
[<r] Rodrigo de Arriaga, de Penitencia, dist. 26, nfím. 15.—Bernardino Benci en sn Prácti
ca, }. 4.°, niím. 8. — [d] Escobar, tomo 1.°, níím. 154.—Arbiol, 3* órden.—José de los Reyes
en su Margarita Seráfica Vidal, Ramos, Pedro Catalán.— [e] Mendo, disp. 19, núm. 12.—
Moneada en su Declamación, pág. 207.—Compendio Salmanticense.—[/] Mourin en la Es-
plicacion de la Bula, nilm. 20 del Compendio.— Fray Francisco Sánchez en el Sumario de las
Indulgencias délos Terceros de Santo Domingo. —[g] Luis Mas en la Ilustración de Ferrer,
López MuQoz en la del Echarri, y Orosin en la de Lárraga.—[h] En la Introducción á la Vi-
da Devota, part. 2.", cap. 1.°—[»'] Teodoro, part. l.a, cap. 11, art. 2.°, cuest. 3.»—Minderér,
part. l.'.nUm. 665 y 666.—Trullén sobre la Bulajib. 1.°, $. 6.°,dub. 2.», núm. 6.—Pedro Ca
latayud en la Doctrina de las Indulgencias, {.14.—[j] C6ncina,de las Indulgencias, núm. 38.—
[k] En la Bula Inter pretéritos, }. 83: está en el tercer tomo de su Bulario.
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jos de querer enseñar opiniones laxas, ni en esta materia de que tra
to, ni en ninguna otra. Que si á ellos les parece laxa mi opinión, no
la han tenido por tal otros hombres sabios que trataron á fondo esta
materia, como Francisco Suarez, Jorge Gobat (/), Amórt, Teodo
ro, Minderér, Giribaldo, Cavalieri, Quintanadueñas, Trullén &c.
Que Benedicto XIV, aunque da á entender que por lo común no
basta la oración corta, porque nace regularmente ó de un ánimo
poco piadoso, ó de tedio y negligencia en orar, afírma también que
bastará cuando nazca de una piedad ardiente y fervorosa.—Y fi
nalmente, que las preces que yo señalo, aunque parecen cortas si
se miran con separación, no lo son en realidad si se consideran co
lectivamente. ¿Quién dirá que la persona religiosa que en los dias
de las Estaciones visita, su Iglesia rezando cinco Padre nuestros y
cinco Ave-Marías, no gana las Indulgencias estacionales si pone
los demás requisitos? Pues si aqui son bastantes para que pueda la
.persona religiosa ganar la Indulgencia de las Estaciones, puesto
que Julio II (//) se las concedió espresamente á los Mínimos con
esa carga; si rezándose los mismos, se puede ganar por lo comun(m)
cualquier Indulgencia ó jubileo, ¿por qué no serán suficientes para
que puedan ganarse con ellos las Indulgencias que nos concede la
Bula?—Ni me repliquen que debiendo haber proporción entre las
Indulgencias y las buenas obras que se han de hacer para ganar
las, aqui no la hay.
Porque á esa réplica les diré primeramente: que aun aquellos
Teólogos (n) que opinan de que se necesita para el valor de la In
dulgencia el que haya proporción entre ella y la obra que se man
da, no requieren una proporción exacta y total; sinó una propor
ción que esté arreglada por la prudencia humana, y que tenga ne
cesariamente relación con todas las circuntancias que ocurran.—
Les diré lo segundo con Suarez (w), el Cardenal de Lugo y Félix
Amát, que no siempre debe exigirse alguna obra piadosa cuando
se conceden Indulgencias á los vivos; pues la causa justa que se re
quiere para dispensarlas, no está ligada precisamente á la prácti
ca de dicha obra, sinó que puede ser justa por título de gratitud,
[l] Gobát, Tratado del Jubileo en los núm. 140, 194 y 200.—Cavalieri, en el Diálogo so
bre la Correa, núm. 343.—Dueña=, en el trat. 1.* del Apéndice, dub. 13, níím. 8 y 4.—Diana,
tomo 4.°, trat. 5.°, res. 70.— ¡7/] Por su Huía Dum ad sacrum (28 do Julio 1506;, $. 11, que
he visto en el primer tomo de Peirinis, pág. 232.—[m] Guijarro, tomo 2.°, trat. 9.°, preg. 4.*—
[n] Brocardo de San Nicolás en su Alfabeto Moral, pal. Indulgencia'!, núm. 124.—Córdoba,
cuest. 17 de las Indulgencias. —Mastrio, disp. 23 de la Teología Moral, núm. 42.—Tourneli,
cuestión de las Indulgencias, art. 8.°— Reginaldo, núrn. 132.—Palao, punt. 7.°—Suarez, to
mo 19, disp. 54, sec. 3.a—Dicastillo,VigRnd.—[ñ] Suarez, disp. 52, sec. 4.*— Lugo, disp. 27 de
la Penitencia, núm. 80.—Filiucio, núm. 150 de las Indulgencias.— Amát, en el Tratado de la
Iglesia, tomo 10, lib. 12, núm. 367.
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de liberalidad, de consuelo espiritual, y de otros motivos semejan
tes.—Les diré lo tercero: que Gregorio XIII (o) en el año de 1578
concedió una Indulgencia plenaria á los fieles que, habiendo con
fesado y comulgado, visitasen alguna Iglesia de la Compañía de
Jesús, rezando alli cinco Padre nuestros y otras tantas Ave-Marías;
y que Julio III (p) en el de 1551 concedió otra en los mismos tér
minos á las concepcionistas de Villafranca en el obispado de Astor-
ga.—Les diré lo cuarto: que el dicho Gregorio (q) en el año de 1580
concedió una Indulgencia plenaria á los benedictinos de Vallado-
lid, con tal que rezasen devotamente tres Padre nuestros y tres
Ave-Marías: que León X (r) en el de 1518 concedió á los cofra
des de la Correa de San Agustín otra plenaria, para once dias del
año con la propia carga; y que Paulo III (s) en el de 1542 conce
dió á las arrepentidas de Valladolid las Indulgencias estacionales
de Roma, con tal que en los dias de las Estaciones rezasen tres
Padre nuestros y tres Ave-Marías en su Iglesia, sin que pidan con
fesión ni comunión las dos últimas concesiones.—Les diré lo quin
to: que el mismo Paulo III (í) en el de 1549 concedió Indulgencia
plenaria á todos los fieles por visitar alguna de las Iglesias de los
jesuítas, y rezar alli un Padre nuestro y una Ave-María; y que á
los dichos cofrades de la Correa han concedido varios Pontífices In
dulgencia plenaria, en todos los dias de comunión que suele hacer
se en la orden de los ermitaños de San Agustín (que son diez y
nueve), con tal que después que comulguen recen de rodillas la ora
ción Deus omnium &c; ó sinó la saben, recen un Padre nuestro
Eor el feliz estado de la Santa Madre Iglesia y salud del Romano
'ontífice, según consta del Sumario de sus Indulgencias, aprobado
por Clemente X.—Les diré en fin con Abelli («), Obispo de Ro-
déz; Belarmino, Arzobispo de Capua; y Lambertini, Arzobispo de
Bolonia: que no es de nuestra inspección el examinar; porque los
Sumos Pontífices, para conceder Indulgencia plenaria, unas veces
señalan mas obras, y otras señalan menos: lo que sí es de nuestra in
cumbencia, es el dar á Jesucristo las debidas gracias por los bene
ficios que nos hacen sus Vicarios, y el poner toda solicitud y cuida-
[oTPor su Bula Quanta, que vi en el primer tomo del Instituto de la Compañía, pág. 64,
y en el Bulario de Manuel Rodríguez.— [p] Por su Breve Ex incwmbenti, que he visto en el to
mo 18 de los Anales de los Menores: es el 16 en el Rejistro Pontificio.—[q] Por su BulaQuo
Jidélium, que es la 43 en el Bulario de Rodríguez.—[r] Por su Bula Eíti cuncite, que es la 8.a
en el primer tomo de Peirinis.—Véase Manuel Quevedo, Correa de San Agustín, cap. 5.°,
ntím. 38; y cap. 8.°, nfím. 6.—(*) Por su Bula Exposcit, en el tomo 18 de nuestros Anales.
La 14 de este Papa en el "Rejistro Pontificio.—(í) Véase la Bula Licét debitum, que es la 8.»
en el Bulario de Rodríguez; y también se halla en el primer tomo del Instituto de la Compa.
ñía.—(u) Luis Abelli, en su Médula Teológica, tomo 2.°, Apéndice de las Indulgencias, ¡,2.°
Belarmino en ej lib. 1.° de las Indulgencias, cap. 12.—Lambertini en la instrucción 53.
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do en amontonar tantas riquezas espirituales, practicando con di
ligencia y como se debe las obras que nos señalan, y rezando con
mas devoción y fervor cuando es poco lo que nos mandan.
Infiere de todo lo dicho, que para ganar las Indulgencias esta
cionales puedes visitar los cinco altares de varios modos. Puedes
visitarlos rezando una parte de rosario, distribuyéndola de tal ma
nera que reces un diez en cada altar (v). Puedes rezar en rada uno
tres ó cuatro Padre nuestros (x\y otras tantas Ave-Marías. Pue
des también, especialmente si te hallas falto de tiempo, rezar con
fervor un Padre nuestro y una Ave-María en cada altar.
Acerca de rogar á Dios por las necesidades de la Iglesia para
ganar estas ú otras Indulgencias (lo cual sueles llamar ofrecimien
to), bastará que lo hagas implícitamente (y) en las mismas oracio
nes que reces. Sí: bastará que reces lo que te he dicho por la inten
ción del que ha concedido la Indulgencia, como dije en el tomo pri
mero, página 154.—Nunca dejes de visitar los altares ó de hacer
otra obra buena, porque no sepas el ofrecimiento. Dime: cuando el
confesor te manda de penitencia que reces una Salve á la Virgen,
¿no vas á rezarla luego sin otros ofrecimientos? ¿No vas á rezarla
de tal modo que tengas intención de cumplir la penitencia que el
confesor te dio? Pues de la misma manera has de visitar los altares
ó hacer otra diligencia precisa, con el fin de ganar cualquier Indul
gencia ó jubileo. Disponte antes de rezar con un acto fervoroso de
contrición. Si la Indulgencia es aplicable por las ánimas (como lo
son la de la visita de altares y la de Porciúncula) y quieres socorrer
con ella á algún alma, determina antes que reces cual quieres que
sea; y por cuanto aquella alma á la que tú aplicas la Indulgencia
puede no estar en el purgatorio, será muy conveniente que deter
mines condicionalmentc otra y otra alma; como la de tu padre y tu
madre si son difuntos, y la del alma mas sola del purgatorio, úotra
que tú quieras, según dije en el tomo primero, página 95. Finalmen
te, si para tu consuelo quieres pedir á Dios expresamente por las
necesidades de la Iglesia, puedes decir una de las dos Oraciones
siguientes:
(t>) Francisco González en el Crisol del Rosario, cap. 4.°, núm. 43.—Francisco Sánchez,
Grosin, Mas—(x) Nogueira sobre la Bula, disp. 10, núm. 90.—Mourin.—(y) Mindercr, par
te 1.", número 050.—Teodoro, del Jubileo, cap. 0.°, {. 1.°, núm. 2.—Guijarro, de las Indul
gencias, preg. 4. •—Forree, pág. 45.—Mendo, Reinfestuol.
323
ORACION
OTRA ORACION
ORACION
GLOSA
(*) El Escelentísimo é Ilustrísimo seSor don fray Ramón Casaos, Arzobispo de Guate
mala y Administrador perpetuo de la diócesis de la Habana, por su Decreto de 30 de Diciem
bre de 1839, concedió ochenta dias de Indulgencia ú los que rezaren devotamente esta ora
ción Alma Je Cristo, y su glosa siguiente.
325
mí, plantando y aumentando aquellas virtudes que son propias de
mi estado. ¡Ojalá que siempre seas alma y vida de mi alma, dándo
la esfuerzo y valor para que te imite!
. Cuerpo castísimo de Cristo, que naciste por mí de la Santísi
ma Virgen María, que por mi salud y remedio te entregaste á una
muerte acerbísima, y que has querido en el Santísimo Sacramento
del Altar ser comida saludable para mi alma, sálvame. ¡Oh, divina
Cabeza en la que están todos los tesoros de la sabiduría y ciencia
de Dios, rígeme! ¡Oh, lengua de mi Salvador, que tienes palabra de
vida eterna, enséñame á hablar! ¡Oh, benignísimos ojos de mi ado
rable Redentor, tantas veces bañados en lágrimas por mí, mirad los
mios con misericordia, sanadlos! ¡Oh, manos poderosísimas de mi
dulce Dueño, á cuyo contacto cobraban vista los ciegos, vida ios
muertos, y salud todos los enfermos, quitad de mí las tinieblas de la
ignorancia, sanad las enfermedades de mi alma, y dadme la vida de
la gracia! ¿Quién me concederá, ¡oh, hermosos pies de Jesús, que
tantos pasos disteis para mi rescate! quién me concederá que yo os
abrace con la Magdalena, os dé suavísimos ósculos, y encuentre en
vosotros el perdón de todos mis pecados? ¡Oh, amabilísimo pecho de
Jesús! ¡Oh, sagrario de la divinidad! ¡Oh, altar de amor! Amete yo
como tú me amas. ¡Oh, dulcísimo y suavísimo corazón de Jesús!
Quítame este corazón rebelde, este corazón de piedra, y dame un
corazón de carne, un corazón dócil y obediente á tus inspiraciones.
Sangre preciosísima de Cristo, derramada toda por mi amor,
ilumina mi entendimiento para que yo me conozca, y limpia las
manchas de mi alma, por mas sucias y asquerosas que sean. ¿Quién
no esperará del Padre Eterno el perdón de todos sus pecados, aun
que escedan estos á las arenas del mar, si te pone á tí por media
nera? Embriágame, licor divino; fortaléceme, para que buscando
al Esposo de mi alma en todas las cosas de este mundo, ponga to
do mi conato en corresponder á todas sus finezas, en padecer con
gusto por él, y en derramar por él, si se ofrece, hasta la última go
ta de mi sangre.
Agua purísima del costado de Cristo, abierto por mí con una
lanza, lávame. Sí, lávame mas y mas, y purifícame de todas las
manchas de mis culpas, para que de este modo por el mismo cos
tado de Cristo pueda yo introducirme hasta su corazón dulcísimo,
y morar en él todos los dias de mi vida, aprendiendo alli á ser hu
milde, y negarme del todo á mí mismo.
Sudor del Santísimo Rostro de Cristo, cansado y fatigado
por mi amor, vivifícame. Agonía mortal de Jesús, que en el huerto
Getsemaní le cubriste de un sudor copiosísimo de sangre, no te
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apartes de mi memoria, refrigérame en todas mis penas, consuéla
me en mis angustias, y sírveme de alivio en mis aflicciones y congo
jas. Si mi Maestro sufrió tanto por mí, ¿cuánto debo yo sufrir por él?
Pasión eficacísima de mi Redentor Jesucristo, que quitas to
dos nuestros pecados por mas enormes que sean, confórtame, pa
ra que pelee siempre con valor contra todos los enemigos de mi al
ma. Aliéntame y dame esfuerzo, para que llegue como otro Pablo
á gloriarme en las tribulaciones: sea toda mi alegría el ser atribu
lado por Jesús.
¡Oh, buen Jesús! fuente de toda bondad, Dios benigno y miseri
cordioso, óyeme te suplico, aunque soy un grande pecador: pues
no has despreciado jamas un corazón humillado, que se arrepiente
de haberte ofendido. Te doy gracias infinitas, liberalísimo bienhe
chor mió; porque siendo yo una criatura tan vil, te has dignado de
visitarme. ¿De dónde á mí tanto bien, que vengas á hospedarte á
mi casa? ¿Qué te daré yo por el beneficio que me acabas de hacer?
Te doy, dulce Dueño mió, mi cuerpo, mi alma, mis potencias, mis
sentidos, todo cuanto soy, y todo cuanto tengo.
No permitas, Jesús mió, que yo me aparte de tí; pues si te
he ofendido tantas veces y con tan gran desacato, ya me pesa de
tan vil y fea ingratitud. Haz, pues, las paces conmigo, no me arro
jes de tu divina presencia. Esto te pido, Jesús, por tus sacratísimas
llagas, por tu sangre preciosísima, por tu dolorosa pasión y tu muer
te ignominiosa. Castígame, pues, en esta vida, y no desprecies un
corazón que con ansia te busca. También te pido, Señor, por todas
las necesidades de la Iglesia, por el Sumo Pontífice, por los Carde
nales, por los Obispos, por los Sacerdotes y las demás personas del
estado eclesiástico, por los Reyes y Príncipes cristianos, por to
dos los que nos gobiernan, por mis parientes y bienhechores, por
mis amigos y enemigos, por los infieles, hereges y cismáticos, por
los enfermos y afligidos, por los agonizantes, por las ánimas del
purgatorio; y en fin, por todos mis prójimos, para que no nos cas
tigues según merecen nuestras culpas, sinó que nos mires á todos
con tu acostumbrada misericordia.
Dilata, dulce Jesús mió, las entrañas de tu piedad, y escónde
me entre tus llagas,(\uo son el asilo de los miserables. Muestra, Her
mano mió amabilísimo, muestra á tu Padre esas preciosísimas lla
gas de tus manos, pies y costado, para que me conceda por ellas el
perdón de todas mis culpas, y de las penas correspondientes á ellas.
Del enemigo malo, que anda por todas partes como un león
rugiente buscando á quien devorar, defiéndeme, Jesús mió, y am
párame siempre con tu gracia; porque no diga él con arrogancia
327
que ha prevalecido contra mí. Salvador del mundo, si tú venciste á
todos tus enemigos, ¿por qué yo no los venceré, invocando en mi
ayuda los dulcísimos nombres de Jesús y de María.
Ea, pues, amado mió: en la hora triste de mi muerte, cuando
todas las criaturas me abandonen, cuando lleno de temor partiere
de este miserable mundo á la casa de mi eternidad, llámame para
tu gloria; pues aunque tantas veces me hice sordo á tus clamores,
me pesa de haberte ofendido, y propongo la emienda desde hoy. Llá
mame, Pastor divino, como á una de tus ovejas; pues si en algún
tiempo viví descarriado, me pusiste al fin sobre tus hombros y me
has sentado hoy á tu mesa. No, Padre amorosísimo, no se pierda en
mí el precio infinito de tu sangre: concédeme, te suplico, el don de
la perseverancia final.
Y pues me confundo y me arrepiento de haberte ofendido tan
tas veces, manda, piadosísimo Jesús, que yo al tiempo que dé la úl
tima boqueada vaya á tí, á la gloria donde tú estas, sumo y único
bien mió, supuesto que para eso me diste el ser nobilísimo que tengo.
¿No me has llamado hoy, sin atender á mis ingratitudes, para que
yo guste de tí en el Santísimo Sacramento,que es prenda de la eter
na gloria? Luego debo esperar firmemente, que algún dia llegaré á
verte cara á cara en la eterna bienaventuranza. ¿Y cuándo, cuan
do, Señor, será este dia? ¿Cuándo te poseeré, amado de mi alma, sin
peligro de perderte? Solamente tú eres capaz de saciarme, inquie
to está mi corazón, Dios mió, mientras no consigue esta dicha.
Espero, amorosísimo Padre, que algún dia has de perfeccionar
en mí la obra que comenzaste. No me criaste, Dios mió, para arrojar
me al infierno, ni para eso me redimiste con tu sangre, sino que me
criaste y me redimiste para llevarme á gozar de tu gloria. Lléva
me, pues, cuando me muera; pues si ingrato te ofendí, confiado te
pido el perdón, presentándote para aplacarte aquella misma sangre
que derramaste por mí. Llévame, Jesús mió, llévame presto á tu
gloria y colócame junto á tí, para que con tus Angeles y todos
los Santos eternamente te alabe, te ensalce, te glorifique, y te dé
sin cesar las debidas gracias por tus grandes misericordias. Q,ue vi
ves y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu-Santo, Dios
por todos los siglos. Amen.—O. S. C. S. R. E.
FÉ DE ERRATAS.