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REVISTA
DE
DERECHO
14
Caracas, Venezuela
2004
2 FERNANDO PARRA ARANGUREN
REVISTA
DE DERECHO
14
Caracas / Venezuela, 2004
4 FERNANDO PARRA ARANGUREN
Resumen
DOCTRINA
DECISIONES JUDICIALES
LEGISLACIÓN
Presentación
3. José Antonio Muci Borjas (Los poderes del juez administrativo –Tutela
judicial efectiva y control integral de la actividad administrativa–) di-
vide su estudio en dos partes. La primera la dedica a los poderes de decisión
del Juez Administrativo en el recurso contencioso-administrativo de anulación,
sean de fondo o cautelares. En los primeros, luego de explicar la doctrina tra-
dicional, se refiere a la “nueva” legalidad administrativa en cuanto titular de
una función contralora. Al tratar los cautelares, después de explicitar la posi-
ción clásica, expone la nueva posición al respecto. La segunda versa sobre las
facultades de ejecución de los órganos jurisdiccionales estudiados en las di-
versas clases de sentencias contencioso-administrativas.
como prueba un secreto comercial, así como el tratamiento que debe dár-
sele, de conformidad con la legislación nacional. De su exposición se des-
prende la distinción que establece entre el secreto comercial y el industrial,
y la obligación del Estado de reconocerlo y protegerlo, aun cuando no en
forma absoluta, por el daño que puede causar su conocimiento. Por esta ra-
zón, para exigir su presentación como prueba, debe existir un interés públi-
co y requiere, finalmente, ser tratada con absoluta reserva.
SUMARIO:
Introducción
1 . El contencioso administrativo como sistema de protección de
los particulares.
2 . La legitimación en el proceso contencioso administrativo: 2.1 Noción.
2.2 Grados de legitimación.
3 . De los intereses colectivos y difusos: 3.1 Noción. 3.2 Previsiones lega-
les. 3.3 Noción jurisprudencial.
4 . Tutela jurisdiccional de los intereses colectivos y difusos: 4.1 Titulari-
dad de los derechos e intereses. 4.2 Tribunales competentes. 4.3 Proce-
dimiento aplicable. 4.4 Efectos de la sentencia.
5 . La regulación de los intereses colectivos y difusos en el anteproyecto de
Ley de la Jurisdicción Contencioso Administrativa.
6 . La regulación de los intereses colectivos y difusos en el proyecto de Ley
de Protección al Consumidor.
Conclusiones
*
Universidad Católica Andrés Bello y Universidad Central de Venezuela, Profesor de
Derecho Administrativo en niveles de pregrado y postgrado. Tribunal Supremo de Justicia
de Venezuela, Conjuez de la Sala Constitucional.
14 RAFAEL BADELL MADRID
INTRODUCCIÓN
Es preciso recordar, antes de entrar a analizar los aspectos procesales del tema
que examinamos, que el contencioso administrativo se origina como un sistema
objetivo de protección de la legalidad, a través del cual se perseguía la nulidad
del acto que infringiere el ordenamiento jurídico. Ha existido así una primera fase
en la cual el contencioso buscaba abrir un “proceso al acto”, a los fines de
determinar su adecuación a la legalidad. Y es que de esa manera fue concebido el
llamado recurso por exceso de poder en Francia: como un medio objetivo para
proteger el ordenamiento jurídico ante actos administrativos ilegales. El interés
de la parte recurrente, en este recurso, no era otro que la protección de la legali-
dad, por lo que Hauriou ha dicho –con acierto– que en el recurso por exceso de
poder, el administrado actuaba como si fuese el Ministerio Público, por cuanto
no buscaba satisfacer intereses particulares, sino proteger el ordenamiento jurí-
dico. Así lo ha señalado Linares Benzo, quien sostiene que en esta fase objetiva
del contencioso, “el interés necesario para actuar [...] contra los actos emana-
dos de la Administración, sólo podía lograr la mera nulidad del acto y ningu-
na otra condena posterior” (énfasis añadido).1
1
Linares Benzo, Gustavo, Las Partes en el Proceso, Terceros Intervinientes, Coadyuvantes en
Primeras Jornadas Internacionales de Derecho Administrativo “Allan Randolph Brewer-Carías”,
Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1995, p. 431.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 15
Durante esta primera fase, la única persona legitimada para recurrir el acto
administrativo ilegal era el titular de un derecho, por lo que la doctrina –
Ana Elvira Araujo– ha afirmado que, en sus orígenes, “el contencioso se
erigió en defensa de verdaderos derechos subjetivos de los administra-
dos”. 2 En el mismo sentido se manifiestan García de Enterría y Fernández,
quienes señalan que
2
Ana Elvira Araujo, El principio de la Tutela Judicial Efectiva y los Intereses Difusos y Colectivos
en Revista de Derecho, Tribunal Supremo de Justicia, Nº 4, Caracas, 2002, p. 5.
3
García de Enterría, Eduardo y Fernández, Tomás-Ramón, Curso de Derecho Administrativo,
Tomo II, Civitas, Madrid, 1998, p. 605.
4
Vid. Ley de 20 de marzo de 1865 y, posteriormente, la Reforma de 1889.
16 RAFAEL BADELL MADRID
Resulta evidente, en este punto, que la concepción subjetiva del proceso con-
tencioso es el elemento determinante en la ampliación de la legitimación, en el
5
Moles Caubet, Pérez Luciani, et al, Contencioso Administrativo en Venezuela, Editorial Jurídica
Venezolana, Caracas, 1989, p. 15.
6
Duque Corredor, Las acciones colectivas en el contencioso administrativo: un nuevo modelo
procesal en El Derecho constitucional y público en Venezuela, Homenaje a Gustavo Planchart,
Tomo I, Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2003, p. 267.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 17
2. LA LEGITIMACIÓN EN EL CONTENCIOSO-ADMINISTRATIVO
2.1 NOCIÓN
7
Vid. González Pérez, Jesús, Manual de Derecho Procesal Administrativo, 2ª Edición, Editorial
Civitas, Madrid, 1992, p. 159.
8
García de Enterría, Eduardo; y Fernández, Tomás-Ramón, Ob. Cit., p. 604.
18 RAFAEL BADELL MADRID
Así, fue por medio de la sentencia del caso Iván Pulido Mora, en la que
luego de analizarse con detalle la previsión contenida en el artículo 121 de la
Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia, se señaló que:
ción de 1999 que de forma más amplia consagra el concepto de “interés” sin
establecer calificación alguna. Por lo tanto, bastará que el interés invocado por
el afectado sea legítimo, esto es, conforme con el ordenamiento jurídico, aun-
que no sea personal y directo, para que éste pueda entenderse legitimado para
recurrir en vía contencioso administrativa contra el acto contrario a derecho.
Esta decisión fue ratificada por la Sala, aunque asumiendo un criterio más ra-
zonable, en sentencia de fecha 11 de mayo de 2000 (Caso: Agremiados del
Colegio de Nutricionistas y Dietistas de Venezuela) en la que luego de reco-
nocer que la legitimación activa para recurrir contra actos de efectos particu-
lares descansa en los conceptos de derecho subjetivo e interés legítimo,
nociones distintas al interés simple no calificado por el legislador, reconoció
como legitimados a un cuerpo gremial que si bien no era el destinatario direc-
to del acto impugnado, sí tenía un interés indirecto en el mismo, representado
por la exigencia de que la administración actuase conforme a derecho.
d) Los intereses colectivos y los intereses difusos, los cuales pasamos a ana-
lizar a continuación.
3.1 NOCIÓN
Así, conviene empezar por esclarecer que los intereses colectivos y difusos
permiten la protección jurídica de situaciones suprapersonales. Tradicional-
mente, sólo pueden los ciudadanos defender sus propios intereses y dere-
chos; en estas situaciones, por el contrario, están legitimados para tutelar no
sus derechos personales, sino los derechos o intereses suprapersonales del
grupo o colectividad al cual ellos pertenecen o que a su vez agrupan.
9
Pérez Perdomo, Rogelio y Ruggeri, Ana María, La Protección de los intereses difusos, fragmentarios y
colectivos en el Derecho Venezolano en Revista de Derecho Público, Nº 16, octubre-diciembre, Caracas,
1983.
10
Escudero León, Margarita, El tratamiento jurisprudencial dado a los intereses colectivos y
difusos como forma de legitimación procesal en Novedades Jurisprudenciales del Tribunal
Supremo de Justicia, Vadell Hermanos Editores, Caracas, 2002, pp. 82-83.
11
Brewer-Carías, Allan R., Evolución Histórica del Estado, Tomo I de Instituciones Políticas y
Constitucionales, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1997, p. 43.
24 RAFAEL BADELL MADRID
a) Interés Colectivo:
12
Villegas Moreno, José Luis, Los Intereses Difusos y Colectivos en la Constitución de 1999, Revista de
Derecho Constitucional, Nº 2, enero-junio, Editorial Sherwood, Caracas, 2000.
13
Brewer-Carías, Allan R., Contencioso Administrativo, Tomo VII de Instituciones Políticas y Constitu-
cionales, Editorial Jurídica Venezolana, Caracas, 1997, p. 84.
14
Grau, María Amparo, Los Intereses Difusos y Colectivos, en Derecho y Sociedad, Revista de
Estudiantes de Derecho de la Universidad Monteávila, Número 2, Abril, Caracas, 2001, p. 200.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 25
de una Corporación, existen profesionales entre los que se dan grupos o ‘co-
lectivos’ diferenciados, con intereses asimismo diferenciados, es incuestiona-
ble que la Corporación estará asimismo legitimada directamente para actuar
en un proceso en defensa de los intereses de sus colegiados”. Sin embargo,
anota acertadamente, “cuando se trate de intereses individuales de uno de los
profesionales, el Colegio no tendrá legitimación directa...”.15
b) Interés Difuso
Precisa Villegas Moreno, que la figura de los intereses difusos “puede apli-
carse a muchos de los derechos sociales o a muchos de los enunciados
15
González Pérez, Jesús, Las Partes en el Proceso, Terceros Intervinientes, Coadyuvantes en Primeras
Jornadas Internacionales de Derecho Administrativo “Allan Randolph Brewer-Carías”, Editorial Ju-
rídica Venezolana, Caracas, 1995, p. 390.
16
Ibídem, p. 391.
17
Sánchez Morón, Miguel, La participación del Ciudadano en la Administración Pública, Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, 1980, p. 116.
26 RAFAEL BADELL MADRID
El interés difuso tiene, por tanto, el objeto de garantizar una mejor “calidad
de vida” a ese grupo indeterminable, de modo que ante una eventual desme-
jora de ella, puede surgir en cada miembro la legitimación para accionar.
Este interés puede ser invocado, bien por particulares que se encuentren le-
gitimados para actuar en nombre de esa colectividad indeterminada, bien a
través de grupos determinados tales como las asociaciones (e.g. asociacio-
nes ambientales). En este sentido, será suficiente con los afectados sean la
mayoría de los miembros y no la totalidad de ellos.
18
Villegas Moreno, José Luis, Ob. Cit., p. 258.
19
Ley 8078 del 11 de septiembre de 1990.
20
Duque Corredor, Las acciones colectivas en el contencioso administrativo: un nuevo modelo proce-
sal en El Derecho constitucional y público en Venezuela, Homenaje a Gustavo Planchart, Tomo I,
Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, 2003, pp. 270-271.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 27
origen común”: estos serían, por ejemplo, los pensionados o los jubilados,
quienes, como grupo se encuentran en posición de igualdad, no obstante se
encuentran legitimados para exigir derechos particulares, tales como el pago
o cobro de las pensiones que les corresponden. Asimismo, el Código define,
los llamados derechos colectivos, al señalar que son aquellos de carácter
transindividual, de naturaleza indivisible y cuyo titularidad corresponde a
un grupo de personas “ligadas entre sí” (Art. 81, Parágrafo Único, numeral
II). En contraste, los derechos difusos, son definidos por el precitado Códi-
go, como aquellos transindividuales e indivisibles, pero cuyos titulares son
personas indeterminadas y ligadas por circunstancias de hecho (Art. 81, Pa-
rágrafo Único, numeral I).
21
G.O. Nº 31.004 de fecha 16 de junio de 1976.
22
G.O. Nº 33.868 de fecha 16 de diciembre de 1987.
28 RAFAEL BADELL MADRID
[...]
23
G.O. Nº 4.109 de fecha 15 de junio de 1989.
24
G.O. N° 5.398 Extraordinario de fecha 26 de octubre de 1999.
25
G.O. Nº 4.898 Extraordinario de fecha 13 dsiciembre de 1995.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 29
26
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia de fecha 30 de junio de 2000 (caso
Dilia Parra Guillén).
30 RAFAEL BADELL MADRID
La tutela judicial efectiva se constituye como el derecho del cual gozan los
particulares de acceder a la justicia para que su causa sea oída, equitativa y
públicamente, dentro de un plazo razonable y por un tribunal independiente e
imparcial.27 Tal como sostiene Linares Benzo
27
González Pérez, Jesús, Manual... Ob. Cit., p. 328.
28
Linares Benzo, Gustavo J., El carácter subjetivo del procedimiento Contencioso Administrativo en
Avances Jurisprudenciales del Contencioso Administrativo en Venezuela, XVIII Jornadas “J.M.
Domínguez Escovar”, Tomo I, Barquisimeto, 1993.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 31
El maestro González Pérez apunta que la tutela judicial tiene tres fases que
involucran el acceso a la jurisdicción; el proceso como tal, la sentencia y su
eficacia.29 De modo que, como quiera que el acceso a la justicia viene dado por
la legitimidad, conviene analizar en primer lugar quiénes pueden ser titulares de
los intereses colectivos y difusos,s a los fines de determinar qué sujetos pue-
den accionar invocando esos intereses, para luego examinar las acciones y su
procedimiento, y finalmente los efectos de la sentencia.
29
Vid. en este sentido González Pérez, Jesús, El Derecho a la Tutela Jurisdiccional, Civitas,
Madrid, 1989.
30
Vid. Pérez Perdomo, Rogelio y Ruggeri, Ana María, Ob. Cit., pp. 67-68.
32 RAFAEL BADELL MADRID
Sin embargo, tal y como sostiene María A. Grau, “no por ello puede afir-
marse que se esté ante una acción popular [...] ya que en el artículo 26 se
ha otorgado a los ciudadanos un derecho procesal de accionar, lo que le
impone, en consecuencia, esgrimir el derecho subjetivo común, con invo-
cación de la porción subjetiva del interés colectivo o difuso en beneficio
del cual se acciona” (énfasis añadido).31 Así, tendrá el particular que invo-
car el interés por medio del cual actúa y probarlo, desestimando así que en
los procesos contenciosos de nulidad se haya suprimido el requisito de acre-
ditar el interés con el cual se actúa. Este criterio fue sostenido por la Sala
Politicoadministrativa del Tribunal Supremo de Justicia en sentencia de fe-
cha 08 de mayo de 2001, (caso Pedro Germán Rondón vs Ministerio de
Justicia), revocando el criterio del caso Fivenez, al señalar que “para soli-
citar la nulidad de un acto de efectos particulares se requiere un interés
legítimo, personal y directo, de conformidad con el artículo 121 de la Ley
Orgánica de la Corte Suprema de Justicia [y] no encuentra la Sala que
tales requisitos legales se hubieren cumplido en el presente caso, por lo
cual resulta forzoso declarar inadmisible la acción de nulidad contenida
en la presente causa. Así se decide”.
Ahora bien, dada la evidente distinción de los intereses colectivos y los difu-
sos, la legitimación para actuar también será diferente. En este sentido, la pre-
citada autora apunta:
31
Cfr. Grau, María Amparo, Ob. Cit., p. 205.
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 33
Esta posición fue ratificada por la propia Sala en decisión de fecha 31 de agosto
de 2000 (Caso: William Ojeda), refiriéndose, sin embargo, al juicio de amparo
de intereses difusos o colectivos, en la cual se señaló que es necesario que se
conjuguen varios factores, a saber:
34 RAFAEL BADELL MADRID
5.- Que exista un vínculo, así no sea jurídico, entre quien demanda
en interés general de la sociedad o de un sector de ella (interés
social común), nacido del daño o peligro en que se encuentra la
colectividad (como tal). Daño o amenaza que conoce el Juez por
máximas de experiencia, así como su posibilidad de acaecimiento.
En lo relacionado con las acciones de amparo, cabe destacar que aparte del
amparo por violación de derechos fundamentales, también se ha reconocido la
posibilidad de ejercer acción de amparo frente a las lesiones sufridas por los
usuarios de un servicio público derivadas de la ejecución del contrato de
servicios. En ese sentido, la Sala Constitucional (Sentencia del 8 de diciembre
de 2000. Caso: Transporte Sicalpar) ha señalado que el solo incumplimiento de
los derechos y obligaciones derivadas de la concesión no justifican una acción
de amparo constitucional, pero cuando el abuso de ese derecho por parte de la
Administración vacía de contenido un derecho humano fundamental o una
garantía constitucional haciéndolo nugatorio (como ocurriría por ejemplo con
el aumento unilateral desmedido y arbitrario de las tarifas del servicio), se está
en presencia de una violación directa de la Constitución que da pie al amparo y
que en virtud de la prestación masiva de los servicios públicos permitiría,
incluso, el ejercicio de un amparo protector de derechos e intereses difusos o
colectivos por parte de la Defensoría del Pueblo.
Los efectos del fallo son erga omnes, ya que benefician o perjudican a toda
la colectividad en general, o a sectores de ella. Por ello la Sala Constitucio-
nal ha determinado que en materia de derechos colectivos, en casos de con-
dena sin indemnización, siempre que se haya restablecido una situación común
lesionada, las otras personas pertenecientes a la profesión o categoría, que
se encuentran en igual situación, podrán adherirse al fallo dictado sin nece-
sidad de acudir nuevamente ante el órgano jurisdiccional.
Esta posición fue ratificada por la Sala en sentencia de fecha 06 de abril de 2001
(Caso: Enfermos de SIDA vs IVSS) al señalar que en el marco del nuevo ordena-
miento constitucional es posible extender los efectos del mandamiento de amparo
constitucional a todas las personas que se encuentren en idéntica situación de
aquellos en cuyo favor éste se acuerde, pues en los supuestos en los que la acción
de amparo es interpuesta en representación de intereses difusos o colectivos “no
resulta cierto que el amparo destinado a proteger tales situaciones jurídicas
de múltiples sujetos, posea efectos erga omnes [...] pues, como se ha visto, sus
beneficiarios son susceptibles de una perfecta determinación y la tutela de
ellos brindada es siempre concreta, más nunca de modo genérico”.
Es de hacer notar que estas disposiciones hacen referencia a las personas legal-
mente habilitadas para representar dichos intereses y las personas que se con-
sideren afectadas directas o se encuentren en una situación especial. De modo
que la legitimación aquí planteada es concordante con el carácter no limitador del
principio de tutela judicial efsectiva, previsto en el artículo 26 de la Constitución.
Una de las vías a través de las cuales podrían ejercerse acciones colectivas
para demandar los daños y perjuicios eventualmente ocasionados es a través
de las asociaciones de consumidores y usuarios existentes. En este sentido, el
artículo 73 del PLPCU prevé que “…los consumidores y usuarios tienen dere-
cho a constituirse en organizaciones o asociaciones, que ostenten la repre-
sentación de sus asociados y puedan servir de instrumento para el ejercicio
LA TUTELA JUDICIAL DE LOS INTERESES COLECTIVOS Y DIFUSOS 43
Sin embargo, estimamos que esa posibilidad cuenta con un obstáculo impor-
tante, cual es la dimensión del daño patrimonial que se habría ocasionado. En
efecto, en cualquiera de los escenarios antes estudiados, en los cuales los
daños sufridos por los consumidores sean imputables a los proveedores de
cigarrillos, la lesión afectará a todos los consumidores de ese bien, y no sólo a
aquellos que pertenecen a la asociación. Por ende, estimamos que, ante esa
situación, lo procedente sería la tutela judicial de los derechos difusos de esos
consumidores, como se verá de seguidas.
CONCLUSIONES
15.- La competencia para conocer de todas las acciones que se ejerzan con
ocasión de los derechos e intereses colectivos y difusos, corresponde la Sala
Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia “hasta tanto no se haya dic-
tado una ley procesal especial que regule estas acciones”, de conformidad
con el fallo en el caso Dilia Parra, ratificado en decisiones de la Sala Constitu-
cional de fecha 22-08-2001 (Caso: Asodeviprilara) y 19-02-2002 (Caso: Minis-
terio Público vs Colegio de Médicos del Distrito Federal).
16.- Las acciones que se pueden ejercer en defensa de los intereses colectivos
y difusos pueden ser i) contenciosas de nulidad por ilegalidad de actos de
efectos particulares; o ii) de amparo constitucional. El procedimiento variará
de acuerdo con el tipo de acción ejercida.
SUMARIO:
*
Catedrático de Derecho Financiero y Tributario. Consejero del Consejo Consultivo de
Extremadura.
50 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
1
Este estadio coincidió en el ordenamiento jurídico español con la aplicación en materia de
responsabilidad patrimonial de la Administración de los Arts. 1902 y 1903 del Código Civil.
El primero de ellos –que establece y regula la obligación surgida de un acto ilícito y que se puede
estimar como uno de los preceptos emblemáticos del Código Civil, del cual emana la figura de la
responsabilidad o culpa extracontractual –también “aquiliana” por haber sido introducida en el
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 51
área jurídica por la Ley Aquiliana del siglo III antes de Cristo– dispone que “el que por acción u
omisión causa daño a otro, interviniendo culpa o negligencia, está obligado a reparar el daño
causado”. El segundo, en su apartado quinto, establecía, toda vez que fue derogado por Ley de 7
enero 1991, que el Estado era responsable cuando obraba por mediación de un agente especial,
pero no así cuando el daño hubiese sido causado por el funcionario a quien propiamente corres-
pondía la gestión practicada, en cuyo caso era aplicable lo dispuesto en referido artículo 1902.
Esta limitación, consistente en que sólo se respondía cuando el Estado actuaba a través de un
“agente especial” y no mediante un funcionario, que debía responder a título personal, determi-
nó, evidentemente, que la responsabilidad patrimonial de la Administración no llegase a ser
apreciada en prácticamente la generalidad de los casos, toda vez que la misma, normalmente,
actúa por medio de sus funcionarios, y en muy escasas ocasiones sirviéndose para ello de un
“agente especial”.
52 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
teoría del Fisco de Otto Mayer, que admitió, frente a la inmunidad del Prín-
cipe, la posibilidad de demandar ante los Tribunales al Fisco, cuando el Esta-
do actuaba en relaciones jurídicas de carácter civil semejantes a las que se
establecían en el comercio jurídico entre particulares, e incluso en aquellos
casos en que se demandaban indemnizaciones expropiatorias, siendo las ex-
propiaciones “actos del poder”.
2
Ello no obstante, debe tenerse presente que ya el Reglamento de Expropiación Forzosa de 26 de
abril de 1957 se había pronunciado en este mismo sentido, puesto que en su Art. 133.1 se admitió
de forma explícita que el deber de indemnizar alcanza a “toda lesión que los particulares sufran en
sus bienes o derechos siempre que sean susceptibles de ser evaluados económicamente”.
3
De acuerdo con la doctrina, este Art. 106.2 de la Constitución española tiene un significado
político, como punto de referencia esencial de la configuración jurídica de las Administraciones
Públicas, aporta coherencia al sistema y ratifica en el plano ideológico una tendencia del
Estado social de Derecho que busca el acercamiento e interrelación entre el Estado y la
sociedad, articulándose como un verdadero derecho al resarcimiento por los daños producidos
a causa del actuar administrativo, cuya única crítica acaso sea el no haberse ubicado en la tabla
de derechos constitucionales del título primero como sucede, por ejemplo, con más propiedad,
en el paralelo Art. 28 de la Constitución italiana, 21 de la portuguesa e incluso 34 de la Ley
Fundamental de Bonn.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 53
Como bien se indicó, por ejemplo, por la Sentencia del Tribunal Supremo de
8 febrero 2001, la LRJ-PAC volvió al sistema de unidad jurisdiccional en la
materia de responsabilidad patrimonial de las Administraciones públicas que
instaurara la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1956. Y
lo ha hecho por una doble vía: unificando, en primer lugar, el procedimiento
para la reclamación de la indemnización y, en segundo término, unificando
también la jurisdicción y el régimen jurídico aplicable, sin duda con el deci-
dido propósito de terminar con el gráficamente denominado por la Sala 1ª
del Tribunal Supremo ‘lamentable peregrinaje jurisdiccional’, ante el hecho
de que reclamaciones de este tipo podían ser resueltas, indistintamente, por
los órdenes jurisdiccionales civil, administrativo y social.
4
Esta Ley es crucial en la materia porque hay que tener presente, como se ha declarado, entre
otras, por las Sentencias del Tribunal Supremo de 1º febrero 1996, 27 octubre 1998, 11 marzo
1999, 13 enero 2000 y 12 julio 2001, que: “el principio de responsabilidad patrimonial procla-
mado en el Art. 106 de la Constitución (...), conlleva un derecho de los llamados de configuración
legal. Es decir, que no se trata de un derecho que derive directamente de la Constitución, sino que
exige la interposición de una Ley, y es exigible, no en los términos abstractos establecidos en la
Constitución, sino en los términos concretos en que figure en la ley ordinaria que lo regule”.
5
Dichos preceptos resultan aplicables, con carácter general, a todos los supuestos de indemniza-
ción de los daños producidos por los poderes y órganos públicos, a salvo, únicamente, de que
exista una regulación especial, como, por ejemplo, ocurre en el supuesto de responsabilidad por
actuaciones judiciales, toda vez que el apartado 4 del Art. 139 de la LRJ-PAC señala que la
responsabilidad patrimonial del Estado por el funcionamiento de la Administración de Justicia se
regirá por la Ley Orgánica del Poder Judicial.
54 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
a) Es un sistema unitario
6
Debe aclararse, a este respecto, que el término “particulares” utilizado en el Art. 139.1 de la LRJ-PAC
debe interpretarse de forma extensiva, tal como han declarado, entre otras, las Sentencias del Tribunal
Supremo de 14 octubre 1994, 2 julio 1998 y 10 abril 2000, de forma tal que tienen derecho a ser indemniza-
dos, cuando se produzcan los requisitos para ello, no sólo las personas físicas, sino también cualesquie-
ra otros sujetos jurídicos, incluidas las distintas Administraciones psúblicas que sufran lesión en sus
bienes y derechos como consecuencia del funcionamiento de los servicios públicos que hayan sido
prestados por parte de otra Administración.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 55
En este sentido, como se ha declarado por las Sentencias del Tribunal Supre-
mo de 11 abril 1986, 4 enero 1991, 7 octubre 1997 y 27 marzo 1998, “al
operar el daño o el perjuicio como meros hechos jurídicos, es totalmente
irrelevante para la imputación de los mismos a la Administración que ésta
haya obrado en el estricto ejercicio de una potestad administrativa o en for-
ma de mera actividad material o en omisión de una obligación legal”.
c) La responsabilidad es directa
Esta garantía patrimonial directa cubre, por tanto, no sólo los daños imputa-
bles a conductas concretas de los agentes públicos, sino, asimismo, los causa-
dos por el funcionamiento impersonal o anónimo de la organización o de los
servicios administrativos. 7
7
Véase en este sentido, si bien referida al Art. 1903 del Código Civil, la Sentencia del Tribunal Supremo
de 11 noviembre 2002 en la que se declaró, con doctrina que es perfectamente extrapolable al ámbito de
la responsabilidad patrimonial de la Administración pública, que existía una responsabilidad directa del
Servicio Nacional de Salud por las deficiencias en servicios hospitalarios no imputables a personas
determinadas, no siendo condición necesaria la identificación de los concretos sujetos responsables.
56 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
julio 1943, en numerosos pronunciamientos, entre los que, v. gr., cabe citar,
como más recientes, los de 2 marzo 2000, 13 marzo 2001, 7 mayo 2001, 24
julio 2001 y 25 junio 2002.
8
Incidentalmente, hay que poner de relieve que también en el campo de la responsabilidad
extracontractual en el Derecho privado sucede algo parecido, esto es, existe una indudable tendencia
hacia la responsabilidad objetiva; y así, por ejemplo, en la Sentencia del Tribunal Constitucional español
de 29 junio 2000, se declaró que: “el llamado Derecho común de la responsabilidad civil ha experimentado
una profunda transformación tanto cuantitativa como cualitativa, hasta el punto de convertirse en un
genuino Derecho de daños, abierto al concepto más amplio de la responsabilidad colectiva y que, en su
proyección a ciertos sectores de la realidad, ha tendido a atenuar la idea originaria de culpabilidad para,
mediante su progresiva objetivación, adaptarse a un principio de resarcimiento del daño ‘pro damnato’”.
Ahora bien, en este sector del ordenamiento jurídico hay que tener presente que esa afirmación no
puede entenderse en términos absolutos, ni permite una interpretación que excluya, sin más, el básico
principio de responsabilidad por culpa a que responde nuestro ordenamiento positivo, tal como ha
declarado el Tribunal Supremo en numerosas ocasiones, como, por ejemplo, citando algunas de las
más recientes, en sus Sentencias de 8 noviembre 1999, 14 diciembre 1999 y 2 marzo 2000.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 57
En idéntica línea se ha pronunciado, por citar tan sólo algunas de las más
recientes, las Sentencias del Tribunal Supremo de 4 abril 2000, 22 diciembre
2001 y 25 abril 2002.
Dicho lo anterior, paso a ocuparme de los diversos elementos que deben con-
currir en cada supuesto concreto en que se solicite responsabilidad patrimo-
nial de la Administración, para que la misma se pueda hacer realmente efectiva.
Éstos son, expuestos de forma sintética, los siguientes:
1ª) Que la indemnización a que los particulares tienen derecho corre a cargo
de las Administraciones públicas correspondientes.
9
En este sentido, el Consejo de Estado ha definido, generalmente, a la fuerza mayor como causa extraña
al objeto dañado, excepcional e imprevisible, o que de haberse podido prever fuera inevitable. Así, entre
otros, en su Dictamen de 28 marzo 1968 señaló que es de esencia a la fuerza mayor “la imprevisibilidad o
la inevitabilidad”, mientras que en sus Dictámenes de 29 mayo 1970, 28 marzo 1974, 22 julio 1982 y 30 junio
1983, reservó el concepto de fuerza mayor para los “acontecimientos insólitos y extraños al campo
normal de las previsiones típicas de cada
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 59
actividad o servicio”, o para “aquel suceso que no hubiera podido preverse o que previsto fuera inevi-
table, que haya causado un daño material y directo que exceda visiblemente de los accidentes del curso
normal de la vida por la importancia y trascendencia de su manifestación”.
Y, por ejemplo, en las Sentencias del Tribunal Supremo de 31 enero 1996, 19 abril 1997, 22 diciembre
1997, 10 octubre 1998, 16 febrero 1999 y 27 enero 2001, se ha declarado, en idéntica línea, que la fuerza
mayor viene representada por aquellos hechos que aún siendo previsibles, sean sin embargo, inevita-
bles, insuperables e irresistibles, siempre que la causa que los motive sea extraña e independiente del
sujeto obligado. En esta última Sentencia se puso de relieve, asimismo, que el carácter objetivo de la
responsabilidad de la Administración determina que ésta responda también del caso fortuito. Entre
otras, y por citar sólo algunas de las más recientes, en las Sentencias del Tribunal Supremo de 25
noviembre 2000, 19 abril 2001 y 31 enero 2002, se ha establecido la diferencia entre caso fortuito y
fuerza mayor, señalando que en el primer caso estamos en presencia de un evento interno intrínseco,
inscrito en el funcionamiento de los servicios públicos; mientras que en el segundo supuesto, la fuerza
mayor, hay una determinación irresistible y exterioridad, indeterminación absolutamente irresistible, es
decir, aun en el supuesto de que hubiera podido ser prevista, de tal modo que la causa productora de
la lesión ha de ser ajena al servicio y al riesgo que le es propio. Por todo ello, cuando un hecho, sea o
no previsible, puede, sin embargo, ser evitado, ello no libera a la Administración de su exigencia de
responder patrimonialmente.
60 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
10
En ella se condenó al Estado español a pagar una elevada indemnización por unas noticias difundi-
das por Televisión Española como consecuencia de las que varios ciudadanos españoles sufrieron
represalias y perjuicios económicos en Guinea Ecuatorial al serles impuestas multas por las autorida-
des de aquel país.
11
A este respecto, y por citar tan sólo un pronunciamiento jurisdiccional significativo, en el que se
recogen citas de otros muchos, en la Sentencia del Tribunal Supremo de 27 diciembre 1999 se declaró
que: “es doctrina jurisprudencial consolidada la que sostiene la exoneración de responsabilidad para la
Administración, a pesar del carácter objetivo de la misma, cuando es la conducta del propio perjudicado
o la de un tercero la única determinante del daño producido aunque hubiese sido incorrecto el funciona-
miento del servicio público (Sentencias, entre otras, de 21 marzo, 23 mayo, 10 octubre y 25 noviembre
1995, 25 noviembre y 2 diciembre 1996, 16 noviembre 1998, 20 febrero, 13 marzo y 29 marzo 1999”.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 61
12
Véanse en similares términos, entre otras muchas, las más recientes Sentencias de este Órgano jurisdic-
cional de 19 julio 2002, 22 julio 2002, 6 noviembre 2002, 21 diciembre 2002, 20 enero 2003, 23 enero 2003 y
27 enero 2003.
El Consejo de Estado, por su parte, ha insistido en la misma tendencia. Así, en su Dictamen de 1
julio 1971, afirmó que: “la concurrencia de culpas ha sido ampliamente aceptada por la jurispru-
dencia civil como circunstancia determinante no de una exoneración total de la responsabilidad,
pero sí de una prudente moderación de la misma en los supuestos de responsabilidad extracontractual
y la misma doctrina es aplicable a los supuestos de responsabilidad de la Administración”.
Efectivamente así es, si bien, conviene ponerlo de manifiesto, en este último caso, esto es, en el
de responsabilidad patrimonial de la Administración, no cabe en puridad hablar de “compensación
de culpas”, ya que aquí no es necesario, hablar de culpa, aunque la misma pueda existir.
62 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
es, aquellos cuya comisión no guarde conexión alguna (más allá de la sim-
ple condición de funcionario o agente del autor) con el servicio público. 13
13
Y ello, como por ejemplo se declaró por la Sentencia del Tribunal Supremo de 15 mayo 1990 –y en
iguales términos, en las de 20 marzo 1975, 25 febrero 1981, 11 junio 1981 y 23 septiembre 1982–, porque “la
responsabilidad de la Administración no puede ser tan amplia que alcance a los daños derivados de
actos puramente personales de sus servidores que no guardan relación con el servicio”.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 63
Por el contrario, si dicha obligación existe, si las normas imputan al particular los
efectos dañosos de una determinada intervención administrativa, en tal supues-
to si concurre una causa o título de justificación excluyente de la antijuricidad del
daño producido por mencionada actuación administrativa, tal como se ha decla-
rado, entre otras, por las Sentencias del Tribunal Supremo de 27 junio 1997, 18
febrero 1998, 20 mayo 1998, 11 marzo 1999, 13 enero 2000, 12 julio 2001 y 31 enero
2003, en la que se ha declarado que no existía daño antijurídico en la participa-
ción en una manifestación ilegal con comportamientos violentos que exigieron el
empleo de material antidisturbios por la fuerza pública, por lo que las lesiones
causadas por el lanzamiento de un bote de humo a corta distancia del afectado no
eran generadoras de responsabilidad patrimonial de la Administración, siendo
improcedente la indemnización solicitada por el particular, ya que en este caso
había existido el deber jurídico de soportar el daño por parte del mismo.
Pese a este silencio de la norma citada, la lógica impone que sea la Adminis-
tración la que tenga que correr con susodichos gastos, los cuales se han ge-
nerado, cuando se produce la anulación del acto reclamado por los órganos
económico-administrativos, como consecuencia de un incorrecto actuar admi-
nistrativo, de un deficiente funcionamiento de los servicios públicos.
14
Véanse, por ejemplo, por citar tan sólo alguna de las más recientes, las Sentencias del Tribunal Supre-
mo de 23 abril 2002 y 20 enero 2003.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 65
A tenor del Art. 139.2 de la LRJ-PAC, el daño alegado –que ha de ser acredi-
tado mediante una prueba suficiente, la cual pesa, de acuerdo con los viejos
aforismos necessitas probandi incumbit ei qui agit y onus probandi in-
cumbit actori, y conforme a las reglas generales de la carga de la prueba del
Art. 217 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, sobre el solicitante– ha de ser, en
cualquier caso, “efectivo, evaluable económicamente e individualizado con
relación a una persona o grupo de personas”, conceptos ésstos que han ido
perfilándose y dotándose de contenido a lo largo del tiempo por una abun-
dante doctrina jurisprudencial.
El carácter evaluable del daño concurre tan sólo cuando haya tenido lugar un
auténtico quebranto patrimonial; pero no así cuando únicamente hayan existi-
do simples molestias o perjuicios sin trascendencia económica subjetiva.
15
Ello no excluye que, en algún supuesto concreto, deba, asimismo, indemnizarse el daño que haya de
ocurrir en el porvenir, pero cuya producción, como se declaró por ejemplo por la Sentencia del Tribunal
Supremo de 2 enero 1990, sea “indudable y necesaria por la anticipada certeza de su acaecimiento en el
tiempo”.
16
En la doctrina del Consejo de Estado la inclusión de los daños morales es más temprana y se
remonta, al menos, al Dictamen de 22 octubre 1970, en el que se argumentó para admitirlos sobre
la base de la expresión “cualquiera de los bienes y derechos” del antiguo Art. 40 de la Ley de
Régimen Jurídico de la Administración del Estado (hoy 139.1 de la LRJ-PAC).
66 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
que debe resarcirse tanto el daño patrimonial como el daño moral o pecunia
doloris, entendido éste no como resarcimiento de empobrecimiento o ausen-
cia o demérito de ganancias de elementos patrimoniales lesionados, sino como
compensación del dolor o sufrimiento que determinados actos tienen sobre
las personas, como lo son la muerte de seres queridos o la existencia de dolor
por las lesiones producidas. A este respecto es sumamente clara y concluyente
la Sentencia del Tribunal Supremo de 29 diciembre 1998, en la que se declaró:
“(...) el daño moral afecta a intereses espirituales del ser humano que son ata-
cados; puede ser directo o, más frecuentemente indirecto, que es el sufrido a
consecuencia de un daño personal: el atentado a la integridad física no sólo
produce daños directamente, sino también un indudable daño moral, el pre-
tium doloris que debe ser resarcido y no cabe mantener que la indemnización
no puede saciar los sentimientos del dolor (lo que es cierto) por lo que no
cabe indemnizar (lo que no es cierto) sino que la indemnización valora econó-
micamente y sin duda parcialmente este daño moral, es el llamado en la doctri-
na alemana el ‘dinero del dolor’ (Echmerzengeld)”.
Debe tenerse presente, en todo caso, como se declaró por la Sentencia del
Tribunal Supremo de 30 diciembre 2002, que “el daño moral es personalísi-
mo, de modo que sólo puede reclamarse su reparación para un tercero cuan-
do éste confiere su representación para formularla o se ostenta su
representación legal”.
17
En esta misma línea, en la Sentencia del Tribunal Supremo de 1º febrero 2003, se ha declarado que la
indemnización económica del perjuicio moral se reserva al prudente arbitrio del Tribunal de instancia,
“según hemos declarado en nuestras Sentencias de 20 julio 1996, 24 enero, 26 abril y 5 junio 1997, 20
enero 1998, 2 marzo 2000, 16 marzo 2002 y 18 mayo 2002, sin otra limitación que la razonabilidad en su
determinación”.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 67
Ahora bien, del concepto de lucro cesante –que debe probarse para determinar
su certeza, puesto que no es admisible una mera posibilidad de dejar de obte-
ner unos beneficios, los ‘sueños de ganancias’”–, se excluyen, tal como se
declaró, por ejemplo, por la Sentencia del Tribunal Supremo de 12 mayo 1997:
4. LA REPARACIÓN INTEGRAL
18
En esta misma línea se pronunció la recomendación núm. 15, de 18 septiembre 1984, del Comité de
Ministros del Consejo de Europa, referente a la responsabilidad pública.
19
Véanse, en similares términos, la Sentencia del Tribunal Supremo de 23 octubre 2002, y las
Sentencias de la Audiencia Nacional de 19 junio 2002, 20 noviembre 2002 y 23 enero 2003.
68 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
En esta misma línea, hay que indicar también que es procedente realizar suso-
dicha actualización de la pertinente indemnización cuando los daños no sean
verificables con exactitud en un momento dado, ya que el alcance de ellos pue-
de variar con el transcurso del tiempo, y si se produce un empeoramiento de la
situación originaria es lógico que la Administración responda también de las
negativas consecuencias que posteriormente se puedan haber puesto de mani-
fiesto. En suma, para verificar la magnitud del daño hace falta prestar siempre una
completa atención a su montante real y a la previsible evolución del mismo, ya
que si a veces los daños son verificables en un momento dado con total preci-
sión, sin que circunstancias sobrevenidas puedan hacer variar su cuantía; esto
no sucede, en cambio, por lo común, con los daños corporales, los cuales suelen
tener naturaleza evolutiva, pudiendo variar en sentido positivo o negativo el
20
Véanse, por ejemplo, sobre esta cuestión las Sentencias del Tribunal Supremo de 29 marzo 1999, 18
marzo 2000, 31 diciembre 2001, 9 febrero 2002 y 1 febrero 2003.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 69
alcance real finalmente esperado de una lesión, razón por la que si esto último
sucede habrá que atender debidamente este extremo, ya que, en caso contrario,
la indemnización no sería integral o total.
Pese a la anómala redacción de este precepto, que parece dar a entender que si
en los actos legislativos no se establece la obligación de indemnizar ésta no
21
En él se profundizó en lo señalado en el arrêt Societé Ammanfirmery, de 16 marzo 1934, en el que ya se
indicó que la ejecución de una ley podía dar lugar, en determinados casos, a una indemnización en
beneficio de los particulares perjudicados.
22
Esta es una consecuencia de citado arrêt. Otras son las de que la responsabilidad del Estado puede
tener su origen en leyes formales, e incluso en medidas individuales adoptadas en ejecución directa
de una Ley; no puede reconocerse el derecho a la indemnización cuando la Ley incide sobre una
actividad prohibida, inmoral o contraria a la sanidad nacional o al orden público; y, por último, el
reclamante debe acreditar la existencia de un perjuicio especial y suficientemente grave, de tal
modo que la indemnización no resulta procedente cuando el daño sufrido, por su especialidad o
gravedad, no supera el estándar normal de los sacrificios impuestos por la legislación a los
ciudadanos, o cuando el sacrificio es impuesto en atención primaria del interés nacional, no en
interés de particulares.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 71
a) Entre los primeros, esto es, entre las Sentencias que han admitido la
obligación de indemnizar como consecuencia de la responsabilidad de
la Administración por actos legislativos –lo que se ha hecho bajo la pre-
misa básica de que no puede descartarse que pueda existir responsabilidad,
aun tratándose de actos legislativos, cuando la producción del daño revista
caracteres lo suficientemente singularizados e imprevisibles como para que
pueda considerarse intermediada o relacionada con la actividad de la Admi-
nistración llamada a aplicar la ley, apelándose expresamente a estos efec-
to s p o r la j urisp rud encia al p rincip io d e co nfianza legítima– no s
encontramos, por ejemplo, con las Sentencias del Tribunal Supremo de 5
marzo 1993, 27 junio 1994 y 6 julio 1999, referidas a la indemnización a
que se tiene derecho por la eliminación de los cupos de pesca exentos de
derechos arancelarios derivado del Tratado de Adhesión de España a la
Comunidad Europea; o con los pronunciamientos jurisdiccionales que han
declarado la responsabilidad patrimonial generada por procesos urba-
nizadores, o por haber realizado inversiones en actividad urbanizado-
ra, constituyendo buena muestra de ello las Sentencias del Tribunal Supremo
de 17 de febrero y 6 de marzo de 1998, 3 de marzo y 27 de septiembre de
1999, y 16 mayo 2000, en las que se declaró que era procedente acceder a
la petición de indemnización solicitada, ya que concurrían los requisitos
exigidos para dar lugar a la responsabilidad patrimonial de la Administra-
23
Sumamente ilustrativa a este respecto es la Sentencia del Tribunal Supremo de 8 abril 1997, en la que se
declaró que la omisión de previsión legal expresa sobre la materia de responsabilidad no impedirá la
correspondiente indemnización, siempre que se demuestre que la norma procedente del Poder Legislati-
vo supone para sus concretos destinatarios un sacrificio patrimonial de carácter especial.
72 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
24
Entre las más recientes las de 22 septiembre 2000, 24 octubre 2000, 19 diciembre 2000, 30 enero 2001, 14
noviembre 2002 y 15 noviembre 2002.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 73
Europea, cuya firma fue autorizada por acuerdo del Consejo de Ministros de
14 febrero 1986, y ratificada por la Ley Orgánica 4/1986, de 26 noviembre,
al afirmarse que las decisiones estatales españolas habían originado a aque-
llos perjuicios en concepto de indemnizaciones abonadas a trabajadores, no
amortización de inversiones, pérdida de instalaciones y clientes, daño moral
y profesional, pérdida de trabajo y lucro cesante, en las Sentencias del Tribu-
nal Supremo de 12 enero 1998, 6 julio 1999 y 15 julio 1999, se ha declarado
que en este caso no se daban las circunstancias que determinan la concurren-
cia de un sacrificio particular de derechos o intereses legítimos suficiente
para dar lugar a la exigencia de responsabilidad patrimonial derivada de la
actuación del Gobierno.
25
También en materia de Haciendas locales nos encontramos con la Sentencia del Tribunal Supremo de
5 diciembre 2000, en la que –recogiendo doctrina anterior, como, por ejemplo, la contenida en las Senten-
cias de este órgano de 31 octubre 1992, 2 noviembre 1993 y 10 octubre 1998– se señaló que el cese de los
recaudadores municipales en el desempeño de sus funciones no suponía privación de derechos, sino de
meras expectativas, por lo que era improcedente la indemnización solicitada.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 75
26
Véanse, por ejemplo, las Sentencias del Tribunal Constitucional 27/1981, de 20 de julio; 37/1981, de 16
de noviembre; 20/1985, de 14 de febrero; 26/1985, de 22 de febrero; 72/1985, de 13 de junio; 14/1986, de 31
de enero; 19/1987, de 17 de febrero; 141/1988, de 12 de julio; y 181/1988, de 13 de octubre.
76 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
27
Esta modificación legislativa se quedó, sin embargo, corta, puesto que en la práctica el Tribunal Consti-
tucional alemán dispone de las siguientes técnicas para modular los efectos de sus sentencias:
a) Sentencias admonitorias sin señalamiento de plazo: el Tribunal advierte al legislador que la ley
devendrá inconstitucional si no la reforma en un período razonable.
b) Sentencias admonitorias con plazo para el legislador: se indica la fecha concreta en que la ley
resultará inconstitucional si el legislador no la reforma.
c) Simple inconstitucionalidad con efectos retroactivos: el precepto inconstitucional resulta
inaplicable en tanto el legislador no lo complete con otras medidas, no alcanzando los efectos “ex
tunc” de la sentencia a las situaciones administrativas firmes de carácter no penal.
d) Simple inconstitucionalidad con efectos pro futuro: el Tribunal no aplica esta técnica de forma
pura, sino que la completa mediante medidas transitorias que eviten un vacío legislativo (o los
efectos traumáticos de la supresión de la norma inconstitucional), para lo cual o bien se concede
un breve período en el que la norma inconstitucional puede seguir aplicándose, o se expresan
criterios materiales directamente aplicables con carácter transitorio.
28
El Tribunal Supremo americano ya formuló la doctrina prospectiva en el año 1965, en su
Sentencia Linkletter. El señor Linkletter fue condenado con base en unas pruebas que posterior-
mente a su condena firme el Tribunal Supremo –en su Sentencia Mapp, de 1961– declaró
contrarias al principio “due process of law” de la Constitución. Apoyándose en ello, Linkletter
solicitó la revisión de su condena. Sin embargo, la Sentencia de 1965 rechazó esta pretensión,
afirmando que la aplicación retroactiva de esa doctrina sobre la inadmisión constitucional de
ciertas pruebas supondría ‘abrumar hasta el extremo a la Administración de justicia’, puesto que
ésta tendría que revisar virtualmente muchas de las condenas en curso de ejecución, cuando ya
habrían desaparecido los testigos directos y la posibilidad de nuevas valoraciones del conjunto de
las pruebas restantes, y que este “serious disrupt” o desorganización profunda de la Administra-
ción de justicia debía de evitarse, fruto de lo cual fue la declaración de inconstitucionalidad a la fecha de
la misma, es decir, para el futuro, prospectivamente.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 77
Tal tesis, que, sin duda, tiene su parte de razón desde un punto de vista prag-
mático, es, sin embargo, en mi opinión, difícilmente defendible desde una
óptica estrictamente jurídica, puesto que con ese miedo a ocasionar una ca-
tástrofe presupuestaria se origina un déficit del control constitucional, en
este caso tributario.29 Y, además, no parece que la jurisprudencia prospectiva
tenga mucho sentido dentro de un ordenamiento en que la Constitución, más
que un conjunto de principios orientadores de la función legislativa ordina-
ria, es una norma, la primera norma del ordenamiento, por lo que, en suma,
una norma posterior que tenga contenido contrario a la Constitución no pue-
de coexistir con ella, en términos puramente lógicos.
29
A este respecto ya se ha señalado que el interés público es un principio que sólo puede fundamentar
la no retroacción de los efectos de las sentencias en casos muy excepcionales, ya que en el resto de
supuestos el único principio que se protegería con esta forma de proceder sería el mero interés a la
recaudación.
30
Y digo generalmente, no exclusivamente, puesto que, por ejemplo, en la Sentencia del Tribunal
Constitucional 289/2000, de 30 de noviembre, se declaró inconstitucional y nula la Ley balear
12/1991, de 20 de diciembre, reguladora del Impuesto sobre instalaciones que incidan en el medio
ambiente, lo que forzó al Parlamento de las Islas Baleares a aprobar la Ley 12/2001, de 22 de
junio, de modificación de la Ley 15/2000, de 27 de diciembre, de Presupuestos Generales de dicha
Comunidad Autónoma, con el objeto de afrontar los costes financieros que tal Sentencia conlle-
vaba, fruto de las devoluciones que había que realizar a los contribuyentes del referido impuesto.
No resulta fácilmente comprensible esta postura del Tribunal Constitucional que, en unos casos,
cuando se trata del Estado, intenta evitar el problema presupuestario que para él supone hacer
frente a una serie importante de devoluciones de ingresos, mientras que cuando se trata de una
Comunidad Autónoma este problema le parece menor, y no adopta medida alguna para evitarlo.
Dónde queda aquí la igualdad de trato entre ambos entes públicos territoriales, cuando se aplican tan
distintas varas de medir para una misma situación.
78 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
31
Era algo así, como se ha señalado muy gráficamente como “un premio al recurrente”.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 79
32
Estas afirmaciones representan una muestra más de la tradicional tesis del Tribunal Constitucional
español de que el Art. 31 de la Constitución no regula derechos susceptibles de amparo constitucional,
lo que provoca que los contribuyentes que recurren por esta vía, en no pocas ocasiones, invocan como
fundamento de sus pretensiones la regla de la igualdad contenida en el Art. 14 del texto constitucional,
que sí está amparada por el recurso de amparo, para así tratar de obviar el problema apuntado, tesis ésta
que ha merecido generalizadas críticas doctrinales.
80 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
En esta misma línea crítica con esta forma de proceder del Tribunal Consti-
tucional debe darse cuenta del bien matizado y ponderado Voto particular que
a la referida Sentencia del Tribunal Constitucional 159/1997, de 2 de octu-
bre se formuló por parte de los Magistrados Jiménez de Parga, y al que se
adhirió Mendizábal Allende, en el que, luego de indicarse que: “Apoyar una
sentencia en un precepto legal que este Tribunal ha declarado inconstitu-
cional y nulo produce desazón, en el sentido de inquietud interior”; se
declaró, entre otras precisiones de interés, que era preciso realizar al res-
pecto una amplia interpretación del Art. 55.2 de la Ley Orgánica del Tribunal
Constitucional (LOTC), de tal forma que “siempre que la Ley aplicada para
resolver un asunto ‘lesiona derechos fundamentales o libertades públicas’ ha
de concederse el amparo. La redacción clara y terminante del Art. 55.2 de la
LOTC avala esta opinión: ‘En el supuesto de que se estime el recurso de
amparo porque la Ley aplicada lesione derechos fundamentales o libertades
públicas ... ’. El ‘porque’, incluido en el texto, es la conjunción causal, que
debe entenderse ‘por causa o razón de que’”; añadiéndose que: “Con una in-
terpretación restrictiva de la especificación ‘derechos fundamentales o li-
bertades públicas’ (...) la seguridad jurídica quedaría fuera del catálogo
previsto en el Art. 55.2 de la LOTC”, lo que no parece admisible, puesto que
“la seguridad jurídica en nuestra Constitución es, por un lado, principio con-
figurador o soporte estructural de la tutela judicial efectiva (derecho funda-
mental reconocido y protegido por el Art. 24.1 de la Constitución) y, por
otro lado, el marco esencial de las libertades públicas, que los ciudadanos no
disfrutan cuando falta la seguridad jurídica”.
Incidentalmente, hay que señalar que, salvando las distancias, ello es algo
similar a lo establecido por el Tribunal de Justicia de las Comunidades Eu-
ropeas, quien ha mantenido la doctrina de que el principio de la responsabi-
lidad del Estado por daños causados a los particulares por violaciones del
Derecho comunitario que le son imputables es inherente al sistema del Tra-
tado, que genera obligaciones a cargo de los Estados miembros, si bien
para poder reconocer el derecho a indemnización es preciso, sin embargo,
que se cumplan los tres requisitos siguientes: a) que la norma jurídica vio-
lada tenga por objeto conferir derechos a los particulares, b) que la viola-
ción esté suficientemente caracterizada y c) que exista una relación de
causalidad directa entre la infracción de la obligación que incumbe al Esta-
do y el daño sufrido por las víctimas. 33
Los principales hitos en la línea antes mencionada han sido la Sentencia del
Tribunal Supremo de 29 febrero 2000, mediante la que se estimó el recurso en el
supuesto de una persona que había agotado, contra la aplicación del referido
gravamen complementario, todas las instancias posibles; la Sentencia del Tribu-
nal Supremo de 13 junio 2000, en la que se estimó otro recurso, en este caso de un
empresario que había ingresado lo que en aplicación de la Ley 5/1990 le corres-
pondía, pero que, a diferencia del caso anterior, no había recurrido previamente,
ejercitando las oportunas acciones judiciales a su alcance; y, por último, la Sen-
tencia del Tribunal Supremo de 15 julio 2000, en la que también se estimó otro
recurso de similar naturaleza, y se aprovechó la ocasión para sistematizar la
doctrina de las otras dos precedentes Sentencias que se acaban de anotar.
33
Ilustrativas de esta tesis son, entre otras, las Sentencias de este Tribunal comunitario de 19 noviembre
1991, Francovich y otros, asuntos acumulados C-6/90 y C-9/90; de 5 marzo 1996, Brasserie du pêcheur
y Factortame, asuntos acumulados C-46/93 y C-48/93; de 26 marzo 1996, British Telecommunications,
As. C-392/93; de 23 mayo 1996, Hedley Lomas, As. C-5/94; de 8 octubre 1996, Dillenkofer y otros,
asuntos acumulados C-178/94, C-179/94 y C-188/94 a C-190/94; de 2 abril 1998, Norbrook Laboratories,
As. C-127/95; de 24 septiembre 1998, Brinkmann Tabakfabriken GmbH/ Skatteministeriet, As. C-319/
96; de 4 julio 2000, Haim II, As. C-424/97; y de 18 enero 2001, Stockholm Lindöpark AB, As. C-150/99.
82 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
34
Tras recordar que ya en su Sentencia de 11 octubre 1991 había declarado que cuando la Ley vulnera la
Constitución el poder legislativo habrá conculcado su obligación de sometimiento y la antijuridicidad que
ello supone traerá consigo la obligación de indemnizar, de donde se desprendía que la responsabilidad del
Estado-legislador puede tener origen en la inconstitucionalidad de la Ley.
35
Esta tesis ha sido la seguida, igualmente, por las Sentencias del Tribunal Supremo de 19
diciembre 2000, 13 febrero 2001 y 23 octubre 2001.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 83
Fruto de todo ello, fue que también en este caso se acogió la tesis de la obliga-
ción de la Administración del Estado de indemnizar los perjuicios ocasionados
por la aplicación de la norma que había sido declarada inconstitucional.
36
En igual sentido se manifestaron asimismo las Sentencias del Tribunal Supremo de 16 enero 2001, 16
enero 2001, 5 julio 2001, 18 octubre 2001 y 13 diciembre 2001.
86 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
Los hechos que dieron origen al litigio fueron que la actividad comercial de
la demandante fue sometida al IVA, en aplicación del Código general de im-
puestos en su redacción vigente hasta el 31 diciembre 1978, pagando por
este concepto la demandante, por sus operaciones de 1978, un impuesto de
292.816 francos franceses (FRF).
37
En igual sentido se han pronunciado las Sentencias del Tribunal Supremo de 30 septiembre 2000, 27
diciembre 2000, 22 enero 2001, 23 enero 2001, 25 enero 2001, 3 febrero 2001, 19 febrero 2001, 22 febrero 2001,
2 marzo 2001, 3 marzo 2001, 19 marzo 2001, 29 marzo 2001, 24 abril 2001, 5 junio 2001, 3 julio 2001, 17 julio 2001,
23 octubre 2001, 25 octubre 2001, 27 octubre 2001, 30 octubre 2001, 24 enero 2002, 20 febrero 2002, 25 febrero
2002 y 18 abril 2002. Fruto de la doctrina sustentada en todos estos pronunciamientos jurisdiccionales ha
sido la promulgación de la Ley 9/2002, de 24 de abril, de concesión de un crédito extraordinario de 26
millones de euros para el pago de Sentencias derivadas de la responsabilidad del Estado legislador por el
gravamen complementario de la tasa del juego establecida en el año 1990.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LA RESPONSABILIDAD... 87
Al haber sido ratificado por España, con fecha 2 noviembre 1990, referido
Protocolo núm. 1, la doctrina de esta Sentencia es inmediatamente aplicable
en territorio español, por lo que, en suma, la vía de la responsabilidad patri-
monial del Estado legislador se puede utilizar para obtener el resarcimiento
de los impuestos abonados de acuerdo con una Ley interna que, posterior-
mente, sea declarada incompatible con el ordenamiento comunitario, sin que
38
En este sentido, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, en esta Sentencia de 16 abril 2002, estimó
que la demandante tenía un crédito contra el Estado debido al IVA indebidamente pagado por el período
del 1 de enero al 30 de junio de 1978, y que un crédito de este tipo ‘debía considerarse un valor patrimo-
nial’ y, por lo tanto, tenía el carácter de un ‘bien’ en el sentido de la primera frase del artículo 1º del
Protocolo núm. 1, el cual era pues aplicable al caso (ver concretamente Sentencia Pressos Compañía
Naviera, S.A. y otros).
En cualquier caso, señaló el Tribunal, la demandante tenía al menos una esperanza legítima de
poder obtener el reembolso de la suma enjuiciada (Sentencia Pine Valley Developments Ltd. y
otros contra Irlanda, de 29 noviembre 1991).
88 CLEMENTE CHECA GONZÁLEZ
SUMARIO:
*
Universidad Católica Andrés Bello, Profesor de Derecho Administrativo. Sobre el tema
puede consultarse a Grau, María Amparo; Los poderes del juez contencioso-administrativo,
publicado en la obra Avances Jurisprudenciales del Contencioso-Administrativo (XXVIII Jorna-
das “J.M. Domínguez Escobar”, en homenaje a Eloy Lares Martínez); Instituto de Estudios
Jurídicos del Estado Lara; Barquisimeto, Venezuela; 2003; p. 235 y ss.
90 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
1
Entre otros fallos judiciales, cabe mencionar los siguientes: i) Corte Suprema de Justicia en
Pleno, 29 de Abril de 1965 (caso “Tito Gutiérrez Alfaro”); ii) Sala Político-Administrativa de la
Corte Suprema de Justicia, 2 de Noviembre de 1982 (asunto “Depositaria Judicial La RC, C.A”);
y, iii) Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia, 21 de Noviembre de 1988
(caso “Jorge Olavarría”).
2
R. Odent, citado por Auby, Jean Marie y Drago, Roland; Traité de Contentieux Administratif;
Tomo I; 3ª edición; Librairie Genérale de Droit et de Jurisprudence; 1984; p. 20).
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 91
3
Benvenuti, Feliciano; Giustizia amministrativa, en Enciclopedia del Diritto, Tomo XIX;
Giuffré Editore; Milán; 1970; p. 604.
4
La Constitución venezolana de 1961, es bueno subrayarlo, le reconocía poderes mucho más
amplios al juez contencioso-administrativo, porque le confería poder “...para anular los actos
administrativo generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de poder;
condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios originados en
responsabilidad de la administración, y disponer lo necesario para el restablecimiento de las
situaciones jurídicas subjetivas lesionadas por la actividad administrativa”.
5
Benvenuti, Feliciano; Op. Cit., p. 605.
6
Los limitados poderes concedidos al juez encontraban su razón de ser, según Benvenuti, en el
hecho de que el Consejo de Estado no fue creado como juez de la administración y, por consi-
guiente, de la relación entre ésta y el particular, sino como juez en la administración –id est,
dentro de la administración–. Benvenuti, Feliciano. Giudicato (diritto amministrativo, publicado
en Enciclopedia del Diritto, Tomo XVIII; Giuffre Editore; Milán; 1969; p. 898).
7
Giacchetti, Salvatore. Morte e Trasfigurazione del Diritto Amministrativo, publicado en la obra
intitulada Evoluzione della Giustizia Amministrativa. (Integrazione Europea e Prospettive di
Riforma) –Atti del Convengo, Lecce, 21-22 novembre 1997–; Giuffrè Editore; Milán; 1998; p.
145 y ss.
92 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
8
Giacchetti, Salvatore; Op. Cit., p. 150.
9
De acuerdo al Artículo 2° de la Constitución de 1999, Venezuela es un Estado “...que propugna
como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación... la justicia...”, entre
otros. Es a la luz de esa previsión que debe interpretarse el Artículo 259 eiusdem, según el cual:
“Los órganos de la jurisdicción contencioso-administrativa son competentes para anular los
actos administrativos generales o individuales contrarios a derecho, incluso por desviación de
poder; condenar al pago de sumas de dinero y a la reparación de daños y perjuicios originados en
responsabilidad de la administración; conocer de reclamos por la prestación de servicios públicos;
y disponer lo necesario para el restablecimiento de las situaciones jurídicas subjetivas lesionadas
por la actividad administrativa”.
10
Benvenuti, Feliciano; Op. Cit.; p. 609.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 93
decir, poder para enjuiciar tanto la “legalidad” formal como la “legalidad” sus-
tancial de la actividad administrativa. Si la tutela judicial, por mandato consti-
tucional, ha de ser idónea, en aquellos casos en que la anulación del acto no
remedie, de manera plena o integral, la lesión irrogada al particular, al juez no
se le puede desconocer poder para adoptar otras decisiones, sin las cuales no
se impartiría justicia sustantiva, vale decir, justicia verdadera –id est, de
fondo–, que resuelva de manera definitiva la controversia.11
11
En idéntico sentido se pronuncia en España López González, para quien la justicia, entendida
como valor superior del ordenamiento, obliga a la autoridad a “...trascender la legalidad formal
y optar por la justicia material que es la meta más noble de un Estado de Derecho, en sentido
material y no meramente formal”. López González, José Ignacio. El Principio de Proporcionali-
dad en Derecho Administrativo. Ediciones del Instituto García Oviedo (Universidad de Sevilla);
Sevilla; 1988; p. 108.
También merece ser citado Ferrajoli, quien asevera que debe redefinirse el rol del juez de legalidad,
porque en el Estado contemporáneo ha cambiado “...la relación entre el juez y la ley...”.
Ferrajoli, Luigi. Derechos y garantías. La ley del más débil. Editorial Trotta; Madrid; España;
1999; pp. 20 y 26.
12
González-Varas Ibáñez, Santiago. La Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Alemania.
Editorial Civitas, S.A.; Madrid, España; 1993; p. 220 y ss.
13
González-Varas Ibáñez, Santiago; Op. Cit., pp. 224 y 225.
14
González-Varas Ibáñez, Santiago; Op. Cit., p. 238.
15
Beltrán De Felipe, Miguel. El poder de sustitución en la ejecución de sentencias condenatorias
de la Administración. Editorial Civitas, S.A.; Madrid; 1995, p. 17.
94 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
16
Caso “Luis Enrique Pagés”. El fallo fue pronunciado por la Corte Primera de lo Contencioso-
Administrativo el 29 de Enero de 1997.
17
Caso “Hernán Gutiérrez”.
18
El juez contencioso-administrativo puede imponer obligaciones de hacer para tutelar al
particular frente a abstenciones o negativas. Además, puede el juez imponerle a la Administración
obligaciones de no hacer.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 95
19
Asunto “Comarsa de Juegos C.A. vs la Comisión Nacional de Casinos, Salas de Bingo y Máquinas
Traganíqueles”. La decisión invocada ratifica el criterio sentado por la Corte Primera de lo
Contencioso-Administrativo el 9 de Agosto de 2001 (caso “Fiesta de Casinos Guayana, C.A. vs
la Comisión Nacional de Casinos, Salas de Bingo y Máquinas de Traganíqueles”).
20
Parafraseando a la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, si bien es cierto que en
muchas decisiones se le ha negado la posibilidad al juez de sustituir a la Administración, en otros
fallos el juez simplemente ocupa su lugar, sin mayores consideraciones en torno al fundamento
de ese poder de subrogación (asunto “Hernán Gutiérrez”). En la decisión del 26 de Julio de 2001
la Corte, entre otros, menciona los siguientes supuestos de sustitución los procesos contencioso-
administrativos de anulación en los que, luego de declararse la ilegalidad de la decisión que negaba
un registro, se ordenaba la inscripción en registro previamente denegada por la Administración.
21
Rondón de Sansó, Hildegard. Los actos cuasi-jurisdiccionales. Ediciones Centauro; Caracas,
1990, p. 11 y ss.
96 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
22
Elocuentes son las consideraciones que sobre la materia realizara la Sala Politicoadministrativa
del Tribunal Supremo de Justicia en reciente fallo, distinguido con el número 361, pronunciado el
26 de Febrero de 2002 (caso “Ibms, LLC vs bbo Financial Services Inc.”). Veámos:
i) A la Administración se le había solicitado que declarase que, para ser legal, la oferta pública en
virtud de la cual se tomaba el control de una sociedad inscrita en el Registro Nacional de Valores
debía ajustarse a las “Normas sobre Ofertas Públicas de Adquisición, de Intercambio y de Toma de
Control de Sociedades que hacen Oferta Pública de Acciones y otros Derechos sobre las Mismas”
(Gaceta Oficial número 37.039, del 19 de Septiembre de 2000). Se le había solicitado, además, que
tutelase los derechos de los accionistas minoritarios que habían sido excluidos de la oferta pública de
toma de control. En síntesis, se le había pedido a la Administración que ordenase, previa sustanciación
del procedimiento administrativo aplicable, que se le extendiera la oferta pública de toma de control
a todos los accionistas, sin discriminaciones. La Administración –id est, la Comisión Nacional de
Valores– resolvió cerrar su investigación “...sin pronunciarse sobre los hechos”.
ii) Contra la (irrazonable) negativa a investigar, uno de los accionistas minoritarios excluidos o
marginados de la oferta propuso demanda ante la jurisdicción contencioso-administrativa. Los pedi-
mentos de fondo eran esencialmente idénticos a los formulados previamente en vía administrativa.
iii) En una de las incidencias del proceso sustanciado por la Corte Primera de lo Contencioso-
Administrativo, la Sala Politicoadministrativa del Tribunal Supremo de Justicia dictó la sentencia
a la cual se alude en esta nota a pie de página. De acuerdo a la Sentencia, el juez contencioso-
administrativo se halla facultado para analizar la legalidad de los negocios jurídicos, celebrados
entre particulares, en virtud de los cuales se tomó el control de una sociedad sometida a vigilancia
y supervisión administrativas.
En su sentencia del 26 de Febrero de 2002 la Sala afirmó textualmente lo siguiente: “...aun
cuando... la actividad controlada mediante [la] actividad de policía administrativa... [sea la] de
una entidad privada... ello no priva –siempre que sea de conformidad con la ley– tanto al ente
administrativo como al órgano judicial (que revise las decisiones del primero), de conocer y
decidir los aspectos vinculados con la actividad [privada], aun y cuando éstos excedan de un
contenido público”.
23
El ejercicio de poderes discrecionales se encuentra disciplinado por el Artículo 12 de la Ley
Orgánica de Procedimientos Administrativos (Gaceta Oficial número 2.818 Extraordinario, del 1°
de Julio de 1981), que dispone textualmente: “Aun cuando una disposición legal o reglamentaria
deje alguna medida o providencia a juicio de la autoridad competente, dicha medida o providencia
deberá mantener la debida proporcionalidad y adecuación con el supuesto de hecho y con los fines
de la norma, y cumplir los trámites y formalidades necesarios para su validez y eficacia”.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 97
24
El Artículo 26 de la Constitución dispone textualmente lo siguiente: “Toda persona tiene
derecho de acceso a los órganos de administración de justicia para hacer valer sus derechos e
intereses, incluso los colectivos o difusos, a la tutela efectiva de los mismos y a obtener con
prontitud la decisión correspondiente”. A renglón seguido, en términos por así decirlo barrocos,
la norma agrega textualmente lo siguiente: “El Estado garantizará una justicia gratuita, accesible,
imparcial, idónea, transparente, autónoma, independiente, responsable, equitativa y expedita,
sin dilaciones indebidas, sin formalismo o reposiciones inútiles”.
Para comprender la correcta inteligencia de las expresiones “idónea”, “sin formalismos” y
“reposiciones inútiles”, empleadas por el Constituyente venezolano, permítasenos invocar el
voto salvado por la Magistrada Cecilia Sosa Gómez al fallo dictado por la Sala Político-
Administrativa de la Corte Suprema de Justicia el 24 de Enero de 1996 (caso “Pintal Pinturas
Eliseau Limitada”). En el Voto Salvado se sostiene que la orden, girada a la Administración en
el fallo judicial definitivo, para que ésta procediese a decidir un recurso administrativo jerárqui-
co que no había sido decidido en su oportunidad, constituía “denegación de justicia”, porque el
juez contencioso-administrativo faltaba a su deber cuando, existiendo “...elementos [de jui-
cio]... suficientes...” para resolver de manera definitiva la controversia, sólo consideraba
razones de mera forma.
25
Caso “Santi Zambrano León”.
98 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
26
García De Enterría, Eduardo; Fernández, Tomás Ramón. Curso de Derecho Administrativo.
Editorial Civitas, S.A.; Madrid, España; 1991, pp. 554 y 555.
27
Ibíd.
28
Beltrán De Felipe, Miguel; Op. Cit., p. 235.
29
Caso “Sol Arias Fernández”.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 99
30
En propósito, consúltese a Pugliese, quien enseña que el juez contencioso-administrativo puede
ponderar los intereses –particulares y generales– en conflicto, en términos análogos a como lo
hace la Administración en el procedimiento administrativo. Pugliese, Francesco. Le ragioni del
controinteressato nell’evoluzione della tutela cautelare en Rivista di Diritto Processuale
Amministrativo; número 3/1988; Giuffré Editore; Milán; p. 396.
31
Ministre de l´Équipement et du Logement c. Fédération de défense des personnes concernées
par le projet actuellement dénomné ´Ville nouvelle Est´, comentado por Long, M., Weil, P.,
Braibant, G., Devolvé, P. y Genevois, B., en Les Grands Arrêts de la Jurisprudence Administrative.
Editions Sirey; Paris; 1993, p. 162.
100 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
32
Long, M., Weil, P., Braibant, G., Devolvé, P. y Genevois, B.; Op. Cit., p. 674.
33
López González, José Ignacio; Op. Cit., p. 108. Que con base en el principio de proporciona-
lidad puede el juez contencioso-administrativo censurar los actos adoptados por la Administra-
ción, no existe hoy en día duda alguna.
Con agudeza, Rodríguez de Santiago observa que mientras para la Administración “...la eventual
imposición del deber de ponderar... se traduce en una limitación del poder por la exigencia de una
motivación detallada y racional de sus decisiones...”, para el juez administrativo, por el contrario,
el método de la ponderación luce como una “...vía de ensanchamiento de sus poderes”. Rodríguez
de Santiago, José María. La Ponderación de Bienes e Intereses en el Derecho Administrativo.
Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, S.A.; Madrid; 2000; Barcelona, p. 102.
34
Suay Rincón, José. El Principio de Igualdad en la Jurisprudencia del Tribunal Constitucio-
nal en Estudios sobre la Constitución Española –Homenaje al Profesor Eduardo García De
Enterría–; Tomo II; Editorial Civitas; Madrid; 1991, pp. 856, 857 y 863.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 101
35
En palabras de Vipiana, la racionalidad confiere al juez una “penetrante técnica” de control
judicial sobre los actos expedidos por las autoridades. Vipiana, Piera María. Introduzione allo
Studio del Principio di Ragionevolezza nel Diritto Pubblico. Casa Editrice Dott. Antonio Milani
(CEDAM); Pádova; 1993, p. 4.
36
Vipiana, Piera María; Op. Cit., p. 30.
37
Fois, Sergio. Ragionevolezza e Valori: Interrogazioni Progressive verso la Concezione sulla
Forma di Stato e sul Diritto, publicado en la obra (colectiva) intitulada Il Principio di
Ragionevolezza nella Giurisprudenza della Corte Costituzionale, que recoge las Conferencias
dictadas en el Palazzo della Consulta (Roma) los días 13 y 14 de Octubre de 1992. Giuffrè
Editore; Milán; 1994, p. 104. Según Fois, al permitir que se valore, con base en el principio de
racionalidad, la “justicia” de la decisión, se abren las compuertas a un juicio que parece de
“equidad”.
38
Cerri, Augusto. I Modi Argomentativi del Giudizio di Ragionevolezza delle Leggi: Cenni
di Diritto Comparato, publi cado en la obra (colect iva) intitu lada Il P rincipi o di
Ragionevolezza nella Giurisprudenza della Corte Costituzionale, citada en la nota a pie de
página precedente, p. 157.
Consúltese la decisión del Consejo de Estado francés citada supra en la nota pie de página
número 28.
39
Zagrebelsky, Gustavo. Su Tre Aspetti della Ragionevolezza, publicado en la obra (colectiva)
intitulada Il Principio di Ragionevolezza nella Giurisprudenza della Corte Costituzionale, citada
en la nota a pie de página número 34, pp. 185 y 186.
102 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
40
Vipiana, Piera María; Op. Cit., p. 110 y ss.
41
Parafraseando a García De Enterría y a Fernández, “la discrecionalidad es esencialmente
libertad de elección entre alternativas igualmente justas o, si se prefiere, entre indiferentes
jurídicos, porque la decisión se fundamenta en criterios extrajurídicos (de oportunidad, económi-
cos, etc.) no incluidos en la Ley y remitidos al juicio subjetivo de la Administración”. García De
Enterría, Eduardo, Fernández, Tomás Ramón; Op. Cit., p. 456. Libertad, pues, en la escogencia
de los medios, del contenido, del tiempo o las modalidades de la acción administrativa. Benvenuti,
Luigi. La Discrezionalitá Amministrativa. Casa Editrice Dott. Antonio Milani (CEDAM); 1986,
p. 327.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 103
42
Lavagna, Carlo. Ragionevolezza e Legitimità Costituzionale, citado por Barile, Paolo. Il Prin-
cipio di Ragionevolezza nella Giurisprudenza della Corte Costituzionale, publicado en la obra
(colectiva) homónima citada en la nota a pie de página 34, pp. 30 y 31.
43
Caso “Hernán Gutiérrez” (consúltese la cita a pie de página número 16).
104 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
Pero los límites de la tradicional medida de suspensión de efectos son bien co-
nocidos. Su finalidad es meramente conservativa y, por ello, la medida de sus-
44
D’Amico Cervetti, Annamaria. La sospensione dell’esecuzione del provvedimento impugnato
tra riflessioni teoriche e aplicazioni giurisprudenziali, en Rivista di Diritto Processuale
Amministrativo, número 2/1988; Giuffré Editore; Milán, p. 215.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 105
pensión no es idónea para brindar tutela judicial efectiva frente a los actos ad-
ministrativos negativos. Frente a esta categoría de decisiones denegatorias, el
particular no puede solicitar la suspensión, por falta de interés procesal,45 ya que
una decisión judicial favorable –como sería, exempli gratia, la que suspende un
acto que negó un permiso o licencia– no puede por sí sola reportarle ventaja o
beneficio alguno al recurrente. La medida, se afirma, sólo puede ser decretada
para conservar un bien46 o, lo que es lo mismo, para evitar que sufra modifica-
ciones el status quo existente para el momento de la decisión administrativa.
45
Gargiulo, Ugo. La sospensione dell’ato amministrativo da parte del Consiglio di Stato. Casa
Editrice Dott. Eugenio Jovene; Nápoles; 1948, p. 103.
46
En contra de esta postura permítasenos citar, gratia argüendi, el fallo pronunciado por la
Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo en fecha 21 de Noviembre de 1980 (caso “J.
Delgado vs el Colegio Nacional de Periodistas”), publicada Jurisprudencia Venezolana Ramírez &
Garay; Ramírez & Garay, S.A.; Tomo LXXI; 1980; p. 388). En la Sentencia, además de suspender
los efectos del acto en virtud del cual al recurrente se le había negado su inscripción en el Colegio
de Periodistas, la Corte le ordenó al aludido Colegio que inscribiese al particular a título provisio-
nal, vale decir, hasta tanto se dictase el fallo definitivo. En el caso bajo análisis, la medida
decretada por el juez le permitió al recurrente adquirir un bien jurídico.
47
En torno al tema de la parálisis de la acción administrativa, consúltense las decisiones dictadas
por la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo y la Sala Político-Administrativa de la
Corte Suprema de Justicia en fechas 12 de Abril y 23 de Mayo de 1983, respectivamente,
publicadas en la Revista de Derecho Público (Editorial Jurídica Venezolana), números 14 y 15, pp.
178 y 177, respectivamente. En esas decisiones se reconoce que la suspensión de efectos priva
de competencia a la autoridad administrativa mientras se decide el proceso.
48
En lo tocante a los (nuevos) poderes cautelares reconocidos al juez administrativo, a nuestro
parecer resultan dignas de mención la Ordonnance número 2000-387, del 4 de Mayo de 2000, y
los Décrets, dictados en ejecución de aquélla, distinguidos con los números 2000-388 y 2000-389,
también de fecha 4 de Mayo de 2000, a través de los cuales se codificaron los textos reguladores
de la jurisdicción administrativa en Francia y se desarrolló un nuevo sistema de tutela cautelar (en
propósito, consúltese a De La Sierra, Susana. En busca del tiempo perdido. Breves apuntes sobre
la reciente reforma de la justicia administrativa en Francia. Revista Española de Derecho
Administrativo, número 116; Civitas, S.A.; Madrid; 2002, p. 557 y ss.
106 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
49
Consúltense en propósito la sentencia dictada por la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo
el 5 de Mayo de 1997 (caso “Pepsicola Panamericana S.A. vs Procompetencia”), en la que, textualmente,
se le reconoce al juez contencioso-administrativo “...una potestad cautelar general... para asegurar la
efectividad...” del proceso. Consúltese también el fallo pronunciado, en idéntico sentido, por la Sala
Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia el 17 de Diciembre de 1998 (caso “Carmen Teresa
Brea”).
50
Fallo pronunciado por la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia el 15 de
Noviembre de 1995 (caso “Lucía Hernández y Arnoldo Echegaray”).
51
Sentencia del 17 de Abril de 2001 (caso “Sociedad de Corretaje de Seguros CASBU, C.A.”).
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 107
52
Barnes, Javier; Op. Cit., p. 197.
53
Pastor Borgoñón, Blanca y Van Ginderachter, Eric. El Procedimiento de Medidas Cautelares ante el
Tribunal de Justicia y el Tribunal de Primera Instancia de las Comunidades Europeas. Editorial Civitas,
S.A.; Madrid; 1993, p. 24.
Cuando la jurisprudencia venezolana ha tenido oportunidad de analizar la relación que debe existir
entre el thema decidendum del procedimiento principal y la protección cautelar solicitada, ha
entendido que las medidas y el fondo de la controversia deben ser homogéneos (en propósito,
consúltese el fallo dictado por la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo el 9 de Marzo
de 2000, caso “Ismael Segundo Domínguez”).
54
Gaceta Oficial de la República número 33.891, del 22 de Enero de 1988.
55
Consúltese, nuevamente, el fallo dictado por la Corte Primera de lo Contencioso-Administra-
tivo el 9 de Marzo de 2000 (caso “Ismael Segundo Domínguez”).
56
En propósito, consúltese a Ortiz Álvarez, Luis. La Protección Cautelar en el Contencioso-
Administrativo. Editorial Sherwood; Caracas; 1999, p. 652 y ss.
108 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
57
Véase la sentencia pronunciada por la Sala Politicoadministrativa del Tribunal Supremo de Justicia el 16
de Marzo de 2000 (caso “Constructora Pedeca C.A. vs el Gobernador del Estado Anzoátegui”).
58
Asunto “Hidro Supply Yacambú, C.A. vs Hidrológica de Occidente (C.A. Hidrooccidental)”.
59
Fue con base en esta previsión legal que la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo
concedió autorización provisional para que se instalase y operase un casino, hasta tanto se
decidiese el fondo de recurso por carencia o abstención propuesto por el particular (Fallo “Comarsa
de Juegos C.A. vs la Comisión Nacional de Casinos, Salas de Bingo y Máquinas Traganíqueles”, del
9 de Agosto de 2001.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 109
¿Cuáles son los supuestos en los cuales puede el juez dictar medidas preventi-
vas contra particulares? ¿Cuál es el alcance de las medidas preventivas que el
juez contencioso-administrativo puede adoptar? Gratia argüendi, permítase-
nos mencionar sólo algunos ejemplos:
60
Herráiz Serrano, Olga. El paso firme dado por el Tribunal Superior de Justicia de Aragón en el duro
batallar por la tutela cautelar: La aplicación de la técnica francesa del référé provision. Revista
Española de Derecho Administrativo, número 102; Civitas, S.A., Madrid; 1999, p. 266.
61
Asunto “Henrique Salas (Gobernador del Estado Carabobo)”. En concreto, el fallo le ordenó
“…al Presidente y a los Vicepresidente de la Asamblea Legislativa del Estado Carabobo abstener-
se, hasta tanto este alto Tribunal emita el pronunciamiento definitivo, de promulgar y publicar
la Ley de Presupuesto de Ingresos y Egresos del Ejercicio Fiscal 1995…”, ya sancionada.
110 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
62
Consúltense el fallo dictado por la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo el 5 de Mayo de
1997 (caso “Pepsicola Panamericana S.A. contra Procompetencia”). La “declaración de principios” con-
tenida en la sentencia invocada, es retomada años después por la jurisprudencia contencioso-adminis-
trativa en el caso asunto “bbo Financial Services Inc. vs la Comisión Nacional de Valores” (consúltese
infra la nota a pie de página número 55).
63
Fallos de fecha 6 de Junio de 2000 (casos “Manolo Domínguez Mena vs Comisión Nacional
de Valores” e “Inversora DS 2000 vs Comisión Nacional de Valores”)
64
Consúltese el fallo de fecha 26 de Octubre de 2001 (caso “bbo Financial Services Inc. vs la
Comisión Nacional de Valores”).
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 111
El derecho a una tutela judicial efectiva exige el cabal cumplimiento del man-
dato contenido en la sentencia judicial.67 En consecuencia, no cabe duda al-
guna que la ejecución del fallo judicial constituye uno de los atributos
esenciales del derecho fundamental a la tutela judicial. Así lo reconoció la
Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia en sentencia
del 22 de Noviembre de 1990 al dejar sentado que “…el derecho constitu-
cional de acceso a la justicia, no sólo… comprende la acción, como el dere-
65
Las medidas cautelares –contra particulares– apenas reseñadas fueron ratificadas por la Sala Cons-
titucional del Tribunal Supremo de Justicia mediante sentencia del 7 de Noviembre de 2001 (caso “TIM
International B.V. vs la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo”).
66
Algunas de las reflexiones que en este breve ensayo hacemos ya habían sido tratadas por
nosotros en otro trabajo, intitulado La ejecución, según el Derecho venezolano, de los fallos
dictados por los jueces contencioso-administrativos, publicado en la obra Primeras Jornadas
Internacionales de Derecho Administrativo, organizadas para rendirle homenaje al Profesor
Allan Randolph Brewer-Carías; coedición de la Fundación de Estudios de Derecho Administrativo
(Funeda) y la Editorial Jurídica Venezolana; Caracas; 1995, p. 551 y ss.
67
González Pérez, Jesús. El derecho a la tutela jurisdiccional, segunda edición, Editorial Civitas,
S.A.; Madrid; 1989, p. 227.
112 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
68
Asunto Parque Nacional Mochima, en la Revista de Derecho Público, número 44; Editorial Jurídica
Venezolana; Caracas; 1990, p. 170 y ss.
69
Cassarino, Sebastiano. Manuale di Diritto Processuale Civile, Giuffre Editore; Milán; 1990, p.
460 y ss.
70
González-Varas Ibáñez, Santiago. La Jurisdicción Contencioso-Administrativa en Alemania,
Editorial Civitas S.A.; Madrid; 1993, p. 138 y ss.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 113
71
“Jurisprudencia de la Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo”, Repertorio Mensual de Juris-
prudencia, número 29; Oscar Pierre Tapia; Caracas; 1986, pp. 90 y 91. Esta postura contrasta con la
sostenida por la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia (infra, nota a pie de página
número 75).
72
García De Enterría, Eduardo; Prólogo a la obra de Miguel Beltrán de Felipe intitulada El poder
de sustitución en la ejecución de sentencias condenatorias de la Administración, Editorial
Civitas, S.A.; Madrid; 1995, p. 17.
114 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
2.1.3 Los poderes de ejecución del juez administrativo en los fallos que
imponen obligaciones de dar o de hacer. Revisión de conceptos
73
García De Enterría, Eduardo. Los ciudadanos y la Administración: Nuevas tendencias en el Derecho
español, en Revista Española de Derecho Administrativo, número 59. Civitas, S.A.; Madrid; 1998, p. 332.
74
El criterio del fallo citado aparece ratificado en decisión –más reciente– pronunciada por el Tribunal
Segundo de lo Contencioso Tributario el 30 de Marzo de 1998 (asunto “Compañía Occidental de Hidro-
carburos Inc.”).
75
Asunto “Servicios Técnicos Sanitarios Municipales, C.A.”. Consúltese en Jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia, Repertorio Mensual de Jurisprudencia, Tomo 5; Oscar Pierre Tapia; Caracas; 1991;
pp. 150 y 151. En sentido análogo también se había pronunciado la Sala Político-Administrativa de la Corte
Suprema de Justicia en sentencia del 11 de Julio de 1983 (caso “Horacio Morales Longart”), publicada en
“Jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia”, Repertorio Mensual de Jurisprudencia, Tomo 7; Oscar
Pierre Tapia; Caracas; 1983; pp. 27 y 28.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 115
76
Asunto “Inversora Mael, C.A.”.
77
Asunto “Luis Enrique Pagés”.
78
Asunto “Comarca de Juegos, C.A.” (Nota a pie de página número 20).
79
Asunto “Enrique Páez”
116 JOSÉ ANTONIO MUCI BORJAS
80
Asunto “Municipio Iribarren del Estado Lara”
81
Asunto “Yasmín Solángel Yejan Monteverde”.
LOS PODERES DEL JUEZ ADMINISTRATIVO... 117
El fallo, sin duda, constituye un avance, porque reconoce que las pre-
rrogativas procesales de la Administración Pública ceden frente al
derecho fundamental a la tutela judicial efectiva. Por la mayor enti-
dad o superior jerarquía del derecho fundamental en referencia, se
permite la ejecución de bienes de la Administración. A pesar de esa
mayor entidad o superior jerarquía, empero, el derecho a la tutela ju-
dicial no es pleno, pues el derecho a la ejecución de lo decidido sólo
queda sometido a las condiciones que se mencionan a continuación:
82
Según la jurisprudencia venezolana, la regla del favor libertatis “...implica que los derechos fundamen-
tales deben interpretarse de la manera más amplia [posible] para que su contenido pueda ser realmen-
te efectivo...” (Corte Primera de lo Contencioso-Administrativo, fallo del 8 de Mayo de 2002, caso C.A.
Cervecería Nacional Brama.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 119
Rafael ORTIZ-ORTIZ*
SUMARIO:
Introducción
1. Definición del Derecho. 1.1 Definición de Villoro Toranzo y Olaso Junyen.
1.2 Definición de Mario Álvarez. 1.3 Definición instrumental de Derecho.
2 . El Derecho y lo jurídico: 2.1 Derecho, norma jurídica y ley. 2.2 Dere-
cho, reglas y principios: 2.2.1 Las reglas jurídicas técnicas. 2.2.2 Los
principios jurídicos. 2.3 El ordenamiento jurídico.
3 . La Norma Jurídica: 3.1 Definición. 3.2 Tipología básica de las nor-
mas jurídicas: 3.2.1 Normas primarias o imperativas. 3.2.2 Normas
*
Universidad Católica Andrés Bello, Abogado. Especialista Summa Cum Laude en Derecho
procesal y Magíster Summa Cum Laude en Derecho procesal y Especialista en Derecho Admi-
nistrativo. Doctorado en Derecho, cursos. Profesor asociado en pregrado y postgrado. Univer-
sidad Central de Venezuela, Especialista en Derecho del trabajo. Doctorado en Ciencias
Políticas, cursos. Ex profesor de pre y postgrado. Universidad Arturo Michelena. Decano de
Estudios de Postgrado, Profesor de pre y postgrado. Universidad de Carabobo, Profesor de pre
y postgrado. Universidades Nacional Autónoma de México, Santiago de Chile, Fermín
Toro (Barquisimeto), Bicentenaria de Aragua, Católica del Táchira, Profesor Invitado.
Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo en la Región Capital
(Caracas) y en la Región Centro Norte (Valencia), Ex Juez Titular. Corte Primera de lo
Contencioso Administrativo, Ex Magistrado.
120 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
INTRODUCCIÓN
Como quiera que este trabajo es meramente “introductorio” a una teoría ge-
neral del Derecho, debemos –por razones metodológicas para un trabajo co-
lectivo como éste– establecer una definición instrumental, es decir, una
noción que nos sirva de hilo conductor para el desarrollo del programa. De-
finir significa de finire, establecer los límites y contornos de un fenómeno
o, como dice, Álvarez significa precisar con claridad y exactitud los ca-
racteres genéricos y diferenciales de una palabra o de un concepto. La
complejidad en este aspecto se hace más patente cuando se analizan las di-
versas definiciones que nos dan los autores porque cada uno de ellos ofrece
“su” definición. García Maynez (1950: p. 3) comenta:
Nuestro querido maestro y amigo, R.p. Luis Ma Olaso, S.J., (Olaso: 2002, p.
18) define el derecho en el mismo sentido que Villoro Toranzo (1978: p.
127) como:
2.- En segundo lugar, el autor señala que “esas normas jurídicas” las
declara “obligatorias la autoridad competente”, y al explicar este
aspecto indica que “el poder público competente, que tiene por misión
velar por el orden y promover el desarrollo de la comunidad, es el
encargado de “promulgar” las normas necesarias”; en este contexto el
autor también limita el concepto de Derecho a normas y solamente a
normas positivazas emanadas del Poder Público, cuando lo cierto es
que existen muchas “normas jurídicas” que no “provienen del Poder
Público” sino de la misma “sociedad” (V. gr. la costumbre jurídica) o de
los mismos ciudadanos (V. gr. los contratos y negocios jurídicos en
general), además de todo un grupo de normas que no emanan del
Poder Público sino de entidades públicas no estatales (como las uni-
versidades, colegios profesionales, etc.). El campo del Derecho, en-
tonces, ni se agota en normas jurídicas ni mucho menos éstas se
restringen a las que emanan del Poder Público;
3.- En tercer lugar, el autor señala que las normas jurídicas, así promul-
gadas, se consideran “soluciones justas a los problemas surgidos de
la realidad histórica”: nuevamente el autor restringe el concepto de
derecho a “problemas”, lo cual pudiera dar a entender “conflictos” o
“controversias”. Ciertamente una de las funciones del Derecho es la
solución de tales “problemas”, pero allí tampoco agota su extensión,
porque el Derecho también regula relaciones y situaciones no conflic-
tivas (como el caso del matrimonio, el nacimiento, etc.).
Con todo que es ciertamente sugestiva esta definición del profesor Álvarez,
sin embargo, nos genera la duda sobre su “origen” porque, al igual que Olaso,
lo restringen al poder público o al poder político, cuando lo cierto es que las
normas jurídicas pueden provenir de una “autoridad estatal”, pero también de
los ciudadanos que, como veremos más adelante, tienen un origen “social”, en
el entendido que son los mismos ciudadanos quienes pueden “crear” normas
jurídicamente obligatorias.
Por nuestra parte, y como hace la mayoría de los autores que escriben sobre
esta temática, hemos querido construir una definición de Derecho que nos
permita explicar una línea argumentativa conforme a los recientes avances de la
Filosofía del Derecho y la ciencia del Derecho, a saber:
Esta es una definición que procura tomar algunos aspectos ya estudiados so-
bre el “orden social o ético” y nos servirá de sustento o fundamentación de la
124 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
estructura del Derecho. Para una mejor comprensión de esta propuesta, ana-
lizaremos sus elementos:
No hay duda de que el hombre es un ser social por excelencia y como sociedad
se procura un orden deseado y aspirado; pues bien, en procura de la consecu-
ción de ese orden se regula el comportamiento y la actividad del hombre para
que, en conjunto, puedan conseguirse los fines que el Derecho se propone:
seguridad jurídica, bienestar común y justicia.
Ese orden jurídico forma parte de un orden ético que depende de las queren-
cias, vivencias, valores, principios, anhelos y esperanzas de un pueblo. Cuan-
do un ordenamiento jurídico se presenta como “injusto” va en contra de esos
“valores” que animan la vida de un pueblo, se tiene el sagrado derecho de
resistencia y de desobediencia a las normas; hemos visto, en más de una
ocasión, cómo los pueblos (recientemente Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador y
Venezuela) se lanzan a la calle en protesta contra situaciones francamente in-
justas. No hay orden que pueda permanecer si éste no es aceptado por la
comunidad al cual se dirige, si no se adopta como un orden social aspirado y
deseado, y en este contexto, el Derecho funge como instrumento para lograrlo.
126 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
2. EL DERECHO Y LO JURÍDICO
Hasta ahora hemos hablado de “Derecho” como instrumento del orden jurí-
dico, y éste como aplicación de un orden social o ético; conviene, para avan-
zar en nuestro estudio, analizar el complejo de instrumentos que, a su vez,
forman esa unidad que llamamos “Derecho”. Pareciera haber una sinonimia
entre el “Derecho” y lo “jurídico” y, en verdad, que la proximidad es eviden-
te: El Derecho es la rectitud, lo jurídico es el orden; el Derecho es una
herramienta para lograr el orden que, a su vez, se compone de diversos ins-
trumentos que son “jurídicos”. Como lo vimos antes en la etimología, lo
“jurídico” tiene que ver con la legitimidad de lo obligatorio, esto es, lo que
es mandado, ordenado y la razón por la cual se manda u ordena. Hablar de
instrumentos jurídicos es resaltar el hecho de su “obligatoriedad”, no sim-
plemente porque sea “Derecho” sino porque se considera necesario o legíti-
mo para lograr el orden. En el presente epígrafe pretendemos hacer un
deslinde entre los diversos instrumentos jurídicos que conforman esa uni-
dad llamada “Derecho”, a saber: las normas, las reglas y los principios, para
concluir con una revisión de lo que es el “ordenamiento jurídico”.
Las primeras son aquellas regulaciones que indican la manera más adecuada
para lograr un producto o un objeto deseado, por ejemplo: si quiero construir
una casa debo utilizar tal o cual técnica; para graduarme de abogado debo
cumplir con unos requisitos. El Derecho se ocupa de establecer reglas objeti-
vas para la consecución de un fin o para la realización de alguna actividad, así,
por ejemplo, existen reglas para la elaboración de productos de consumo masi-
vo (son las conocidas normas Covenin), de igual modo, la Ley Penal del Am-
biente dispuso la promulgación de reglamentos que contienen “reglas” para el
tratamiento de aguas servidas, efluentes, contaminación sonora, etc.
Las reglas, entonces, tienen relación directa con el mundo del hacer, es decir,
regulan una actividad del hombre que interesan al orden social; y son “jurídi-
cas” por su obligatoriedad, esto es, su cumplimiento o incumplimiento tienen
efectos beneficiosos o perniciosos en el sujeto obligado. Las normas compor-
tan un deber de hacer, una regulación de actividad.
ción que favorezca a la norma, pero si la oposición se presenta entre una norma
y un principio (mucho más si es entre una regla y un principio) debe favorecerse
la interpretación que mejor se adecue el principio y mejor lo desarrolle.
3. LA NORMA JURÍDICA
Esto nos lleva a la necesidad de precisar ¿Qué se entiende por norma jurídi-
ca?, ¿tiene alguna “naturaleza propia”?, ¿cuál es su estructura interna y su
manifestación externa? Las respuestas a todas estas preguntas suponen que
tengamos siempre presente que las “normas”, en general, tienen como pro-
pósito regular el mundo de la libertad del hombre en su vida en sociedad.
El DRAE define la palabra norma como “regla que se debe seguir o a que se
deben ajustar las conductas, tareas, actividades, etc.”, todo lo cual tiene como
propósito establecer un “orden”. Este es un sentido muy general de la palabra
“norma”, pues se refiere a “toda regla de comportamiento”, obligatoria o no,1
pero las normas jurídicas suponen, necesariamente, el carácter obligatorio
de sus prescripciones. En el primer sentido, esto es, la acepción general de
la norma, es toda regulación del comportamiento humano sea de carácter
religioso, moral, reglas del trato social, etc., todas son normas de conducta
o comportamiento. Las normas jurídicas no son más que una clase de las
normas en general.
3.1 DEFINICIÓN
1
En este sentido García Maynez señala: “La palabra norma suele usarse en dos sentidos: uno
amplio y otro estricto: lato sensu aplícase a toda regla de comportamiento, obligatoria o no;
stricto sensu corresponde a la que impone deberes o confiere derechos. Las reglas prácticas cuyo
cumplimiento es potestativo se llaman reglas técnicas. A las que tienen carácter obligatorio o son
atributivas de facultades les damos el nombre de normas. Éstas imponen deberes o conceden
derechos, mientras que los juicios enunciativos se refieren siempre, como su denominación lo
indica, a lo que es”; Vid. García Maynez (19588), Eduardo: Introducción al Estudio del Derecho.
Ed. Porrúa. México, p. 4.
132 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Conviene hacer un análisis de esta definición para captar todos los elemen-
tos que la integran:
¿En dónde radica entonces la diferencia esencial entre las normas jurídicas y
las demás? La diferencia está en la existencia de verdaderos deberes u obliga-
ciones y la existencia de derechos o facultades, esta es la nota de juridicidad
u obligatoriedad que cualifica a las normas jurídicas. Esta nota de “juridici-
dad” u “obligatoriedad” debe diferenciarse de la coacción o la sanción que
pueden o no estar presente en la norma jurídica y, en consecuencia, no puede
establecerse dentro de una definición. En efecto, las normas jurídicas que esta-
blecen una facultad o una declaración de estados jurídicos o situaciones
jurídicas no establecen ninguna sanción por lo cual tampoco puede decirse
que son coactivas y, sin embargo, son verdaderas normas jurídicas. Ejemplo de
este error metodológico lo conseguimos en esta definición de Manuel Egaña:
2
Vid. Hernández Gordils (2000), José Rafael: Introducción al Derecho. Legis Editores. Caracas, p.
139.
3
Vid. Olaso, Luis Mª y Casal, Jesús Mª (2003): Curso de introducción al Derecho. Ed. Universi-
dad Católica Andrés Bello. Caracas, tomo II, p. 11.
4
Vid. Egaña (1984), Manuel Simón: Notas de introducción al Derecho. Ed. Criterio. Caracas, pp. 77 y ss.
134 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
5
Vid. Benschimol (1999), Levy: Didáctica de introducción al Derecho. Ed. Buchivacoa. Caracas,
pp. 90 y ss.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 135
Siguiendo al autor H. Hart se afirma que las normas primarias o básicas son
aquellas que prescriben que los seres humanos hagan u omitan ciertos actos,
lo quieran o no; su característica central está en que ordenan o imponen deter-
minado comportamiento so pena de la imposición de una sanción. El vínculo de
imputación de la conducta es la existencia de un deber o de una obligación
que se “impone” sobre la voluntad del sujeto a quien se amenaza con la impo-
sición de una sanción en caso de transgresión. Estas normas se llaman también
“primarias, “imperativas” o normas de primer grado.
6
Ha sido el iusfilósofo Ronald Dworking quien ha iniciado una tendencia de la teoría del Derecho
contemporánea la cual sostiene que un sistema de Derecho positivo no está integrado únicamente por
normas (y definiciones), sino también por principios, esto es, por enunciados que establecen objetivos,
metas, propósitos sociales, económicos, políticos, etcétera (directrices), y exigencias de justicia, equi-
dad y moral positivas (principios en sentido estricto). Cfr. Atienza (20002), Manuel: Introducción al
Derecho. Ed. Distribuciones Fontamara. México, pp. 34-35.
136 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Las normas secundarias son normas de segundo grado, es decir, (y aquí nos
apartamos de Hart) son normas que prevén una determinada conducta pero
no es obligatoria sino que se deja a la voluntad de su destinatario realizar la
conducta o dejar de realizarla sin ningún tipo de consecuencia. Así, la norma
que prevé el libre tránsito será una norma “facultativa” para su destinatario
porque permite que este sujeto pueda abandonar el país o permanecer en él; de
igual modo, la que prescribe la libertad de asociación o la reunión permite que
su destinatario pueda asociarse o reunirse sin que “comporte” una obligación
o un deber de hacerlo.
Es por esto por lo que el Derecho supone siempre y en todo caso la existen-
cia de dos sujetos, por lo menos: un sujeto activo que se llama derechoha-
biente o pretensor, y un sujeto pasivo que se llama deudor u obligado. El
primero de ellos dispone del aparato coactivo del Estado para exigirle al obli-
gado el cumplimiento forzoso de la obligación.
Ahora bien, como la norma jurídica es bilateral tiene una estructura impera-
tivo-atributiva, es claro que la estructura del precepto jurídico implica una
relación normativa entre los sujetos que participan en la correspondiente
relación. Es decir, si toda norma jurídica es un precepto bilateral, si toda
norma impone obligaciones y confiere correlativamente derechos, la estruc-
tura del precepto jurídico se agota en ser una relación entre un sujeto facul-
tado y un sujeto obligado. Por todo lo cual, el profesor Delgado concluye:
7
Vid. Delgado Ocando (20014), José Manuel: Lecciones de introducción al Derecho. Vadell Hermanos
Ed. Caracas, pp. 1 y ss.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 139
Por otro lado, para Austin las normas son mandatos generales y para que
exista tal mandato es necesaria la existencia de un daño o sanción en caso de
desobediencia, pero congruente con Betham sostiene que “una norma jurídica
es el mandato de un superior a un inferior, siempre que el superior sea el
soberano sobre el súbdito que se traduce en la posibilidad que tiene el sobe-
rano de crear algún tipo de probabilidad para que la sanción especificada en
140 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Dentro de las críticas más importantes que se han dirigido a esta concepción
sobre las normas jurídicas parten por precisar que una “orden” es la expresión
de voluntad de un individuo dirigida a otro individuo, determinando la con-
ducta de este último, es decir, supone una voluntad real y concreta, sobre el
cual se sustenta su validez pues entre “ambas voluntades” existe un medio de
jerarquía y subordinación; sin embargo, Aftalión y otros9 han planteado los
siguientes ejemplos que muestran la inoperancia de la tesis:
1.- Hay normas vigentes que nunca han sido enunciadas en la forma
que es esencial al mandato (por ejemplo, las normas consuetudina-
rias o contenidas en las costumbres jurídicas);
8
Cfr. De Páramo (1984), Juan R.: H.L. Hart y la teoría analítica del Derecho. Ed. Centro de Estudios
Constitucionales. Madrid, pp. 153 y ss.
9
Vid. Aftalión, Enrique, Vilanova, José y Raffo, Julio (19993): Introducción al Derecho. Ed. Abeledo-
Perrot. Buenos Aires, pp. 401-402 y 421 y ss.
10
Recordemos que la Asamblea Nacional puede dictar normas para regular su propio funcionamiento no
sólo a través del Reglamento Interior y de Debates sino todo el ordenamiento jurídico que pueda tener
influencia en su actividad.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 141
De aquí resulta que “A” es el antecedente necesario para que se produzca “B”
constituida por una sanción, la presencia de la “sanción” como elemento es-
tructural de la norma y la fórmula condicionante “Si es A… entonces debe ser
B”, muestran que la proposición jurídica no responde a la lógica aristotélica.
Esa “condición” no es causal, como ocurre con las leyes de la naturaleza
(“Si es A entonces es B”), se trata de una “relación de imputación”, es decir,
dado un determinado antecedente jurídico entonces cabe afirmar que la “con-
secuencia jurídica” puede ser imputada a la condición. A propósito de esta
distinción, en la voz del maestro Aftalión:
Las ciencias de la naturaleza y la lógica del ser se presentan con juicios enun-
ciativos, mientras que los juicios de la ciencia del Derecho son juicios imputa-
tivos, en los cuales la imputación (consecuencia jurídica como consecuente de
cumplirse una condición hipotética) es el elemento central.
11
Opus cit., p. 398.
142 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
12
Vid. Kelsen (198117), Hans: Teoría pura del Derecho. Ed. Universitaria. Buenos Aires, pp. 70.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 143
Hemos definido a las normas jurídicas como enunciados, esto es, proposi-
ciones prescriptivas (aquellas que enuncian un modo de desplegar una con-
ducta humana) (carácter deóntico), esta es una característica de todas las
normas culturales; a diferencia de las leyes naturales que simplemente “des-
criben” una situación de hecho existente (proposiciones descriptivas). En
otras palabras: mientras las leyes de la naturaleza enuncian cómo se “relacio-
nan” los seres, las leyes de la cultura enuncian cómo “deben” comportarse
las personas. En opinión de Olaso:
13
Vid. Olaso, Luis Mª y Casal, Jesús Mª (2003): Opus cit., tomo II, p. 13.
144 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
3.4.1.1 Definición
Tomemos por caso, el artículo 110 del CCV: “Cualquier persona que vaya a
casarse y tenga hijos menores bajo su potestad, ocurrirá ante el Juez de Meno-
res de su domicilio para que les nombre un curador ad hoc”; tenemos en este
caso un supuesto de hecho: “cualquier persona que vaya a casarse y tenga
hijos menores bajo su potestad”, y a este supuesto se imputa una “consecuen-
cia”: “ocurrirá ante el juez de Menores para que les nombre un curador ad
hoc”. Este supuesto de hecho puede “estar” al principio o al final de la norma,
como mostramos con el siguiente ejemplo:
14
El ejemplo es tomado del artículo 1.185 del Código Civil que establece: “El que con intención, o por
negligencia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro, está obligado a repararlo”.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 145
Tomemos por caso el artículo 27 del CCV: “El domicilio de una persona se
halla en el lugar donde tiene el asiento principal de sus negocios e intereses”.
Ubiquemos el supuesto de hecho: “lugar donde (una persona) tiene el asiento
146 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Por otro lado, serán supuesto de hecho complejos todas aquellas normas que
establezcan más de un dato jurídico o más de una conducta para que pueda
operar la “consecuencia jurídica” y, debido a la multiplicidad de “datos” puede
hacerse aún otra clasificación: los dependientes y los independientes.
15
Olaso y Casal explican que: “son dependientes aquellos datos cuya presencia o realización es necesa-
ria para que se produzca la consecuencia jurídica; e independientes entre sí aquellos datos cuya presen-
cia no es necesaria para que se produzca la consecuencia jurídica”; sin embargo, tal modo de argumentar
no es correcto: en el supuesto “independiente” siempre se requiere que se cumpla al menos una de las
condiciones o circunstancias especificadas; si no “necesaria” la presencia de los datos entonces “nun-
ca” dará lugar a la “consecuencia jurídica”. En nuestro concepto, la diferencia está en si se requiere el
cumplimiento de todos los datos (en cuyo caso el supuesto de hecho será “dependiente”) o si basta que
se cumpla uno solo de ellos para que opere la consecuencia jurídica (supuesto de hecho independiente).
Vid. Opus cit., p. 24.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 147
Otro ejemplo nos mostrará que, a veces, la norma exige que los diversos datos
ocurran todos para que opere la consecuencia jurídica:
16
Vid. Ídem., p. 25.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 149
Es obvio, sin embargo, que todo ello no puede ocurrir al mismo tiempo (al
menos la residencia y la manifestación de voluntad) sino que se requerirá una
prelación de acontecimientos en el tiempo, es decir, primero deberá estable-
cerse la residencia (antes de cumplir los dieciocho años de edad) y luego,
manifestar su voluntad antes de los veinticinco. Estamos en presencia de un
supuesto de hecho complejo, dependiente y con carácter sucesivo.
Artículo 1.185 del Código Civil. El que con intención, o por negli-
gencia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro, está obligado
a repararlo.
17
Vid. Opus cit., pp. 26-27.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 153
Si tomamos como ejemplo, nuevamente, a los artículos 407 del Código Pe-
nal y 1.185 del Código Civil, veremos lo siguiente:
Artículo 1.185 del Código Civil. El que con intención, o por ne-
gligencia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro, está obli-
gado (debe ser) a repararlo.
Por otro lado, el vínculo de imputación puede estar constituido por una “facul-
tad” o, es decir, el ejercicio de una posibilidad o el permiso para actuar de una
u otra manera; veamos el siguiente ejemplo:
En este caso la expresión “podrá” dispone una facultad del juez que éste pue-
de usar o no, es decir, una simple habilitación para actuar de una u otra manera;
no hay “sanción” coercitiva por no realizar “la práctica de las diligencias”
enumeradas en el artículo y, en consecuencia, no hay un “deber ser” sino un
“poder ser”, es decir, un permiso o habilitación para actuar.
Hasta ahora hemos visto lo que es una norma jurídica y las posiciones en
torno a su “naturaleza”, y en el epígrafe anterior analizamos sus elementos,
esto es, el supuesto de hecho, la consecuencia jurídica y el vínculo de co-
nexión. Analizaremos en el presente epígrafe los modos de expresar los enun-
ciados jurídicos, esto es, la forma lógica que asumen los enunciados
jurídicos. Para emprender esta tarea se requiere recordar la formalización
tradicional de los enunciados para la lógica y la manera en que tales enuncia-
dos repercuten en las proposiciones normativas.
18
Vid. Aftalión, Enrique y otros (19993): Introducción al Derecho, p. 429 et passim.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 155
Esa es la razón por la cual se afirma que el Derecho es logoide, es decir, con
propias reglas lógicas vinculados con el “deber ser”, es decir, la forma de los
enunciados sería “Si es A entonces debe ser B”. Este carácter logoide explica
también que se trate de enunciados deónticos (debes hacer esto, te está permi-
tido hacer lo otro, etc.), es decir, se vincula una situación de hecho [situación
óntica] que constituyen la situación dada a la libertad [situación deóntica],
precisamente como se refiere al mundo de la libertad entonces bien puede ser o
no ser, dependiendo de las circunstancias. Como dice Aftalión “el mérito de
Kelsen reside en haber demostrado que las proposiciones jurídicas no se aco-
modan a la lógica aristotélica del ser, una categoría apta para pensar la natura-
leza pero no la acción”. La lógica que requiere el derecho no es causal sino
normativa, utiliza el verbo deber ser. Ubiquemos cualquier norma jurídica y
desarrollemos este esquema:
156 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
En este caso, el supuesto de hecho “A” sería: “El que intencionalmente haya
dado muerte a alguna persona”, y la consecuencia jurídica sería “B”: “será
[debe ser] penado con presidio de doce a dieciocho años”, luego entonces “Si
es A debe ser B”, si se da el supuesto de hecho “A” debe darse la consecuen-
cia jurídica “B”. El ejemplo que nos da Olaso clarifica un poco más el asunto:
Artículo 1.185 del Código Civil. El que con intención, o por negli-
gencia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro, está obligado
(debe ser) a repararlo.
Tendríamos el supuesto de hecho “A”: “El que con intención, o por negligen-
cia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro”; y la consecuencia jurídica
“B”: “está obligado a repararlo”, luego entonces “Si es A entonces debe ser
B”. Los autores han señalado que, en casos como el que se analiza, esta es-
tructura está explícitamente incompleta, pues cabe preguntar: si no repara el
daño causado ¿Qué ocurre? Estamos claros que si el agente del daño no lo
repara puede ser obligado coactivamente, y esta es la nota determinante de
las normas jurídicas imperativas, es decir, las que establecen un deber; con-
forme a ello, esta estructura debe ser completada así:
4.2 D O C T R I N A S S O B R E L A F O R M U L A C I Ó N L O G I C A D E L O S
ENUNCIADOS
Retomemos las normas que nos sirven de ejemplo para mostrar este pensa-
miento tan importante:
El deber jurídico sería el no dar muerte a otro y ello es así porque el legisla-
dor asume como necesario preservar la vida de sus ciudadanos y, además,
esta sería la norma secundaria; ahora bien ¿qué pasa si una persona da muerte
a otra?, entonces deviene una sanción aplicada por el Estado y será la pena de
presidio de doce a dieciocho años, esta sería la norma primaria. Veámoslo es-
quemáticamente:
Artículo 1.185 del Código Civil. El que con intención, o por negli-
gencia, o por imprudencia, ha causado un daño a otro, está obligado
(debe ser) a repararlo.
Norma secundaria: “Si una persona causa un daño a otra debe re-
pararlo” (“Si es A debe ser B”);
158 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
La norma verdadera es la norma primaria que impone una sanción para el caso
que se cometa una transgresión, pero –dice Aftalión–19 si queremos aludir no
a la transgresión sino al deber jurídico entonces se explica por la norma se-
cundaria; de hecho, Kelsen llega a afirmar que la norma secundaria no es, en
verdad, norma jurídica sino “un medio técnico para expresar en forma más bre-
ve y accesible lo que sólo la norma “enuncia cabal y correctamente: que bajo
condición de la conducta contraria ha de acontecer un acto coactivo”.20
Para Cossio en vez de existir dos normas (Kelsen proponía una norma pri-
maria y una norma secundaria) sólo existe una misma expresión normativa
que contempla tanto la transgresión y la aplicación de la sanción como el
establecimiento del deber jurídico o prestación, es decir, las normas postu-
lan un deber de prestación y sólo en el caso de que no se cumpla entonces
deviene la aplicación de una sanción (gráficamente puede decirse: “O se cum-
ple voluntariamente el deber o no se cumple (transgresión) entonces deviene
una sanción”), y se expresaría con el siguiente esquema lógico:
19
Vid. Opus cit., p. 409.
20
Vid. Kelsen (198117), Hans: Teoría pura del Derecho, pp. 77 y ss.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 159
Tanto Kelsen como Cossio han recibido certeras críticas que evidencian sus
debilidades sustanciales que trataremos de sistematizarlas:
21
La tesis de Cossio también puede estudiarse en Egaña (1984), Manuel Simón: Notas de introducción
al Derecho, pp. 80 y siguientes.
160 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Para el Padre Olaso y José Rafael Hernández acogen esta tesis modulada por el
jurista Miguel Reale, en el sentido de que la estructura lógica de la norma
jurídica es una “integración de una clase de hechos según un orden de valo-
res”.22 Para esta tesis, la estructura de la norma jurídica es “tridimensional”, es
decir, converge sobre estos tres elementos:
22
Vid. Hernández Gordils (2000), José Rafael: Introducción al Derecho, p. 139. Cfr. Reale (1979), Miguel:
Introducción al Derecho. Ed. Pirámide. Madrid, pp. 81 y siguientes.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 161
No hay que confundir el “deber ser” con la obligación que puede comportar
una norma, pues sería aplicable sólo a las normas imperativas; sin embargo,
ese “deber ser” se encuentra también en las normas facultativas y en las de-
clarativas o previsivas. El deber ser es, como lo señaló Kelsen, el “vínculo
que une el supuesto de hecho con la consecuencia jurídica”, en sus palabras:
En el sentido del autor, el deber ser es una categoría lógica que se denomina
imputación, es decir, lo que permite unir lógica y funcionalmente un determina-
do supuesto de hecho con la norma primaria o coactiva. Mientras en el mundo de
la naturaleza las leyes naturales enlazan una situación de hecho como “causa”
con otra como “efecto”, en el mundo del Derecho, si bien las leyes o normas
jurídicas también enlazan una condición jurídica con una consecuencia jurídica,
no tiene sentido decir que la consecuencia está “causalmente” producida por la
condición. En lenguaje o términos “jurídicos”, lo único que cabe afirmar es que la
consecuencia jurídica está imputada a la condición.24
Una posición diferente es sostenida por el Padre Olaso. Este autor no niega
que el “deber ser” expresado en la norma jurídica sea un enlace lógico entre el
supuesto de hecho y la consecuencia jurídica, señala que, además de ello, “es
un juicio valorativo que enlaza esos mismos elementos”. En sus palabras:
23
Apud. Olaso, Luis Mª y Casal, Jesús Mª (2003): Opus cit., tomo II, p. 19; Cfr. Kelsen (198117), Hans:
Teoría pura del Derecho, pp. 66 y siguientes.
24
Cfr. Aftalión, Enrique y otros (19993): Introducción al Derecho, pp. 399 et passim.
162 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Esta vinculación del deber ser con el deber ser axiológico es determinante para
quienes hemos sostenido que “valorar es la primera y más noble tarea de los
abogados y operadores de justicia”.25 Para Kelsen cualquier referencia a “valores”,
“moral” o “justicia” no pueden “constituir” normas “jurídicas”, a lo sumo serán
conocimientos sociológicos, sicológicos o axiológicos, pero si se pretende expli-
car lo que en “puridad” son “normas jurídicas” (una teoría pura del Derecho)
deben desprenderse de toda referencia meta jurídica; en cambio que, para el ius-
naturalismo, hablar de normas “jurídicas” suponen una obligatoriedad de cumpli-
miento que implica una ponderación de posibilidades y se escoge aquella que
mejor se adecue a los modelos axiológicos aspirados y esperados por una co-
lectividad. En efecto, cuando el legislador redacta una norma, lo hace ponde-
rando lo bueno, lo justo y lo conveniente, y de igual forma cuando al juez le toca
aplicar esa misma norma deberá hurgar cuáles son esos valores normativos.
Algunos autores como Kelsen y toda la escuela del positivismo jurídico sostie-
nen que la sanción es un elemento definidor y definitivo dentro de la noción de
normas jurídicas; como lo vimos anteriormente, para este autor la norma pri-
maria o norma verdadera es aquella que prescribe una sanción por la transgre-
sión de la norma secundaria. En este sentido se entiende por sanción “un mal (la
privación de un bien tal como la vida, la libertad, la honra o la propiedad), inflin-
25
Sobre los valores en general puede consultarse Ortiz-Ortiz (1999), Rafael: Introducción a la teoría
general de los valores y a la axiología jurídica. Ediciones de la Universidad Católica Andrés Bello.
Caracas.
HACIA UNA ONTOLOGIZACIÓN DE LA NORMA JURÍDICA 163
gido coactivamente por un órgano del Estado que actúa aplicando una norma ju-
rídica”, y se presenta como una “consecuencia” de la transgresión a la norma.
Ciertamente, si la norma prescribe la realización de una determinada conducta y
un agente no cumple con esa orden, entonces a esa persona le será impuesta una
sanción por parte del Estado quien actuará de manera coactiva, esto es, con la
fuerza física si fuera necesario. Se trata, pues, de una sanción coactiva. Cuando
decimos que “el inquilino debe pagar el alquiler”, lo que verdaderamente quere-
mos decir es que “si el inquilino no paga el alquiler es procedente el desalojo y
el juicio para obtener el cobro compulsivo”.26
Sin embargo, todos estos autores se refieren a las normas que comportan un
deber, una obligación o imponen una conducta determinada, pero dejan sin
explicar aquellas normas que conceden una facultad o un poder actuar, es
decir, las normas facultativas o las descriptivas de un estado de hecho. Veá-
moslo nuevamente con los siguientes ejemplos:
26
El ejemplo es tomado de Aftalión, Enrique y otros (19993): Introducción al Derecho, p. 407.
164 RAFAEL ORTIZ-ORTIZ
Desde este punto de vista la “sanción” en las cuatro normas que hemos invocado
sería a) ser venezolano o extranjero; b) ser venezolano por nacimiento; c) ser
personas naturales; y d) ser mayor de edad. La sanción se define en términos de
los efectos normativos. El mismo Kelsen da cuenta de la debilidad de circuns-
cribir la sanción a un “acto coactivo”, pues admite la indemnización y la nulidad
como supuestos de sanción. Así, por ejemplo, una norma que establezca una in-
demnización para el supuesto en que se incumpla un contrato o que declare nulo
un testamento celebrado sin testigos sería también ejemplo de normas jurídicas
genuinas.27 El profesor español Manuel Atienza propone, para superar el proble-
ma, que la sanción no puede encontrarse en todos y cada uno de los enunciados
jurídicos (ni siquiera en todas y cada una de las normas jurídicas), lo que no
implica negar que la posibilidad –y el hecho– de recurrir a la fuerza física sea
una condición necesaria para poder hablar de Derecho. En sus palabras:
Con estas reflexiones dejamos por concluido una tarea que, sin embargo,
permanece inconclusa, sirvan sólo de frontispicio para estudios más pro-
fundos y detallados.
27
Cfr. Atienza (20002), Manuel: Introducción al Derecho, pp. 32 y ss.
28
Ídem, p. 34.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 165
Mario J. A. OYARZÁBAL*
SUMARIO:
1. El estatuto personal.
2. La Ley Personal: Más allá de la antinomia nacionalidad o do-
mi c i l i o .
3. Concepto de domicilio: 3.1 Calificación según la lex fori. 3.2 Caso
de abandono de domicilio extranjero. 3.3 El domicilio de los inmi-
grantes sin admisión permanente y de los refugiados y fugitivos. 3.4
Calificación indirecta según la ley del lugar de residencia y califi-
cación material directa.
4. Casos particulares de sustitución del domicilio por la nacionali-
dad: La aplicación del reenvío.
5. Autonomía de la voluntad y estatuto personal.
6. Configuración de las reglas de conflicto de jurisdicciones.
7. El domicilio en el contexto del derecho de la integración.
*
Universidad Nacional de La Plata y de la Universidad Argentina de la Empresa, Profesor de Derecho
Internacional Privado. Miembro del Cuerpo Permanente del Servicio Exterior de la Nación. Cónsul Adjun-
to de la República Argentina en Nueva York.
166 MARIO J. A. OYARZÁBAL
1. EL ESTATUTO PERSONAL
Las materias que conforman el estatuto personal varían en los diferentes paí-
ses,2 en función de los principios o valoraciones que orientan las soluciones
de derecho internacional privado. Mas puede identificarse un “núcleo irre-
ductible del estatuto personal”3 integrado por los problemas que surgen en
torno al estado y capacidad de las personas y los derechos inherentes a la
misma, respecto de los cuales existe consenso sobre la necesidad de un tra-
tamiento único, estable y centralizado, frente a localizaciones ocasionales o
fragmentarias. Consenso que se rompe, no obstante, en materia de capacidad,
que los países del common law someten generalmente a la ley del acto. Otros
sistemas jurídicos añaden en el estatuto personal el derecho de familia y el
derecho sucesorio. Y aun el régimen de las personas jurídicas, lo que es har-
to discutible. Pero la tendencia actual es hacia la reducción del ámbito del
estatuto personal, en gran medida por la influencia del derecho anglosajón,
que siempre partió de una concepción restringida del concepto, y por la rela-
tivización de la importancia de la esfera individual en el derecho moderno a
favor de los intereses colectivos.4 Este fenómeno ha llevado a parte de la
doctrina a hablar de la existencia de una “crisis del estatuto personal”,5 ex-
presión que evoca el proceso de transformación de una institución origina-
riamente configurada en base a la concepción liberal y personalista del derecho
propia del siglo XIX.
1
Francescakis, Phocion, vº Statut personnel, Encyclopédie Dalloz de droit international, Vol. II, 1969,
pp. 871-73.
2
Ver Weinberg de Roca, Inés M., Derecho Internacional Privado, 2ª edición, Depalma, Buenos Aires,
2002, pp. 145-6.
3
Pérez Vera, Elisa, Las personas físicas, en Pérez Vera, Elisa (dir.), Derecho internacional privado, Colex-
UNED, Madrid, 1998, Vol. II, pp. 20-1.
4
Francescakis, Phocion, Ob. Cit., lug. cit.
5
Battifol, Henri, Una crisis del estatuto personal, Valladolid, 1968.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 167
2. LA LEY PERSONAL
6
de Winter, Louis I., Domicile or Nationality. The Present State of Affairs, Recueil des cours, Vol. 128,
1969-III, pp. 357-60 y 487-93.
7
Ver Pereznieto Castro, Leonel, La tradition territorialiste en droit international privé dans les pays
d’Amerique Latine, Recueil des cours, t. 190, 1985-I, pp. 275 y ss.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 169
8
de Winter, Louis I., Ob. Cit., pp. 411-2.
9
Ver, de nuestra autoría, La doble nacionalidad en el derecho internacional y en la legislación argen-
tina, en Revista de derecho internacional y del Mercosur-REDIM, año 7 Nº 1, pp. 7-25; y La naciona-
lidad argentina - Un estudio desde la perspectiva del derecho internacional público, del derecho
internacional privado y del derecho interno argentino, con referencias al derecho de la integración,
La Ley, Buenos Aires, 2003.
10
Principalmente: en Francia, Francescakis, Phocion, Les avatars du concept de domicile dans le droit
international privé actuel, Travaux du Comité français de droit international privé (1962-1964), pp.
281-323; Loussouarn, Yvon, La dualité des principes de nationalité et de domicile en droit international
privé, Annuaire de l’Institut de Droit International (Ann. IDI), 1987, Vol. II, pp. 295-352; y Mayer, Pierre,
Evolution du statut de la famille en droit international privé, Journal de droit international (Clunet),
t. 104, 1977, pp. 447 y ss., especialmente pp. 451-7; en Alemania, Graue, E. D., Domicil, Nationality and
Proper Law of the Persons, German Yearbook of International Law, Vol. 19, pp. 254 y ss.; y en los Países
Bajos, de Winter, Louis I., Domicile or Nationality. The Present State of Affairs, Cit., y Le principe de la
nationalité s’effrite-t-il peu à peu, Netherlands Int. Law Review, 1962 (De Conflitu Legum, Mélanges
Kollewijn-Offerhas), pp. 514-28. En Venezuela, la Ley de derecho internacional privado de 1998 abando-
nó el punto de conexión de la nacionalidad utilizado desde la segunda mitad del siglo XIX para determi-
nar la ley aplicable a las personas naturales en asuntos concernientes a la familia y a las sucesiones, y dio
preferencia al domicilio, debido a las condiciones demográficas, económicas y sociales vigentes en
Venezuela, como se indica en la Exposición de Motivos; ver Hernández-Bretón, Eugenio, El domicilio de
las personas físicas en el DIPr., actual, en Libro homenaje a Gonzalo Parra-Aranguren, Addendum,
2001, pp. 147 y ss.; Parra-Aranguren, Gonzalo E., The Venezuelan Act on Private International Law of
1998, Yearbook of Private International Law, Vol. 1, 1999, pp. 110-4.
170 MARIO J. A. OYARZÁBAL
11
V.gr., en nuestro ámbito, Fernández Arroyo, Diego P., Personas físicas, con la colaboración de Carlos
Bertosi, en Fernández Arroyo, Diego P. (coord.), Derecho internacional privado de los Estados del
MERCOSUR - Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, Buenos Aires, Zavalía, 2003, p. 510.
12
de Winter, Louis I., De maatschappelijke woonplaats, traducido al italiano en Rivista di diritto
internazionale, 1963, p. 233.
13
Para una reseña minuciosa de convenciones, legislaciones y casos (hasta el año 1969), ver de Winter,
Louis I., Domicile or Nationality. The Present State of Affairs, Cit., pp. 423-78.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 171
14
Pérez Vera, Elisa, Ob. Cit., p. 27.
172 MARIO J. A. OYARZÁBAL
3. CONCEPTO DE DOMICILIO
15
Ver, en general, Llambías, Jorge Joaquín, Tratado de derecho civil, Parte general, 18ª edición actuali-
zada por Patricio Raffo Benegas, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1999, t. I, pp. 533-62.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 173
3.3 E L D O M I C I L I O D E L O S I N M I G R A N T E S S I N A D M I S I Ó N
PERMANENTE Y DE LOS REFUGIADOS Y FUGITIVOS
16
Boggiano, Antonio, Derecho internacional privado, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 1991, t. I, p. 637.
17
Busso, Eduardo, Videla Escada, Federico y López Olaciregui, María, Código Civil anotado, Compañía
Argentina de Editores, Buenos Aires, 1944, t. I, Nº 3.
18
Goldschmidt, Werner, Derecho internacional privado, 8ª edición revisada, Depalma, Buenos Aires,
1992, p. 183.
174 MARIO J. A. OYARZÁBAL
19
Sugerimos la siguiente literatura: Dicey & Morris, The Conflict of Laws, 12th edition under the general
editorship of Lawrence Collins, Sweet & Maxwell, London, 1993, Vol. 1, pp. 139-40 y 143-4; Kutner, Peter
B., Common Law in Southern Africa. Conflict of Laws and Torts Precedents, Greenwood Press, New
York-Westport, Connecticut-London, 1990, pp. 23-28 (buena reseña de los leading cases resueltos por
los tribunales de Sudáfrica y de Rodesia del Sur); y Spiro, Domicile of Illegal Immigrants, International
and Comparative Law Quarterly, 1963, Vol. 12, y Deportation and Domicile, South African Law Journal,
1964, Vol. 81.
176 MARIO J. A. OYARZÁBAL
20
Ver, en general, el estudio de Soto, Alfredo Mario, Derecho internacional privado. La importación del
derecho extranjero, Ciudad Argentina-USAL Universidad del Salvador, Buenos Aires-Madrid, 2001, pp.
165 y ss. único en nuestro país.
21
Rigaux, François y Fallon, Marc, Droit International Privé, t. II, Droit positif belge, deuxième édition
refondue, Larcier, Bruxelles, 1993, p. 294.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 177
22
Goldschmidt, Werner, Ob. Cit., pp. 137 y ss.
23
Résolution sur la dualité des principes de nationalité et de domicile en droit international privé, Ann.
IDI, 1987, Vol. 62-II, p. 290.
24
Carlier, Jean-Yves, Autonomie de la volonté et statut personnel - Etude prospective de droit international
privé, Bruylant, Bruxelles, 1992, pp. 261-3, y las fuentes citadas. Ver también Gannagé, P., La pénétration
de l’autonomie de la volonté dans le droit international privé de la famille, Revue critique de droit
internationale privé, 1992, Vol. 3, pp. 425-54.
25
Carlier, Jean-Yves, Ob. Cit., pp. 246-54.
178 MARIO J. A. OYARZÁBAL
26
Carlier, Jean-Yves, Ob. Cit., pp. 269-70 y 274-80.
27
Carlier, Jean-Yves, Ob. Cit., pp. 270-4.
28
Carlier, Jean-Yves, Ob. Cit., pp. 254-7.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 179
29
Corte Suprema de Justicia de la Nación, 21/3/1960, Fallos, 246-87, Jurisprudencia Argentina, 1960-III-
216; con comentario de Goldschmidt, La jurisdicción internacional argentina en materia matrimonial
y las Naciones Unidas, La Ley, t. 98, p. 287.
180 MARIO J. A. OYARZÁBAL
En una era marcada por una creciente integración en casi todos los cam-
pos, el principio de la residencia presenta importantes ventajas prácticas
y conduce a soluciones satisfactorias de la mayoría de las situaciones
internacionales.
30
Referimos a los Acuerdos sobre regularización migratoria interna de los ciudadanos y residencia
para nacionales del MERCOSUR, Bolivia y Chile, firmados en Brasilia el 6 de diciembre de 2002, que
consideran el derecho a la residencia y el derecho al trabajo para los nacionales de los países signatarios.
31
El Código Civil de Chile de 1855 (vigente) establece que los ciudadanos chilenos continúan regidos por
el derecho chileno para su estado y su capacidad, no obstante su domicilio o su residencia en el extran-
jero, si se trata de actos que tienen un efecto en Chile, y también para las relaciones de derecho de familia
respecto de sus cónyuges y parientes chilenos (Artículo 15).
32
Comparar el concepto de domicilio en Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, en Fernández Arroyo,
Diego P., Ob. Cit., pp. 521-2, 526, 529-30, y 534-6; y con los artículos 24 a 30 del Código Civil Boliviano.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE EL ESTATUTO PERSONAL... 181
sidencia sea decisiva, y que a nivel europeo también se estén moviendo con-
sistentemente en ese sentido. Como agudamente observó Schwind cuarenta
años atrás: “el principio de la nacionalidad diferencia, mientras que el prin-
cipio del domicilio amalgama… Donde quiera que la unidad política y eco-
nómica haya sido establecida frente a los que son, al menos a grandes rasgos,
antecedentes históricos, espirituales y culturales comunes, como en la Co-
munidad Británica o en los Estados Unidos, o donde esa unificación está en
curso, como en Europa Occidental, la amalgamación es un requisito esencial
y absolutamente deseable, para decir lo menos”.33
33
Schwind, Fritz, Festschrift für Hans Dölle, Tubingen, 1963, Vol. II, p. 113. Remitimos también a Kohler,
Christian, L’article 220 du Traité CEE et les conflits de juridictions en matière de relations de famille,
Rivista di diritto internazionale privato e processuale, 1992, pp. 221-40.
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA Nº 263 DE LA SALA DE CASACIÓN... 183
SUMARIO:
1. Planteamiento.
2. Análisis de la sentencia: 2.1 Responsabilidad de los profesionales del
derecho que ejerzan la representación de un ente de carácter público.
2.2 Privilegios y prerrogativas de la República y entes de carácter
público en el proceso laboral. 2.3 Nueva limitación numérica al litis-
consorcio activo.
3. Sumario
*
Universidad Católica Andrés Bello, Abogada, mención Cum Laude, Facultad de Derecho,
Escuela de Derecho, Cátedra Derecho del Trabajo I, Asistente (desde 1998). Voluntaria para
trabajo en asistencia de menores (1996-97) y en establecimientos penitenciarios (1997-1998).
Universidad Central de Venezuela, Especialización en Derecho del Trabajo, Cursante (5º
semestre), Voluntaria para trabajo de asistencia gratuita (1998-1999). Baker & McKenzie,
Abogada Asociada Senior.
184 GABRIELA FUSCHINO VEGAS
1. PLANTEAMIENTO
2. ANÁLISIS DE LA SENTENCIA
1
Henríquez La Roche, Ricardo. Nuevo Proceso Laboral Venezolano. Ediciones LIBER. Caracas,
2003. pp. 75 y 76.
186 GABRIELA FUSCHINO VEGAS
Ahora bien, no obstante lo anterior, estima esta Sala que los derechos,
intereses y bienes de la República no pueden concebirse afectados
por la negligencia del profesional del derecho que en un momento
dado ejerza su representación, en consecuencia, y en el perímetro del
asunto in commento, uno de los privilegios de la República que debe
honrarse es precisamente el alegado por la parte recurrente en la de-
nuncia, a saber, el contenido en el artículo 6 de la Ley Orgánica de la
Hacienda Pública Nacional, ello, por remisión expresa del artículo 4 del
Decreto-Ley de formación del Instituto Nacional de Hipódromos.
Con una similar orientación, el citado artículo 66 del Decreto con Fuerza de Ley
Orgánica de la Procuraduría General de la República, indica: …(omissis)…
Cabe destacar que, como lo informa Juan García Vara en su obra, Procedimien-
to Laboral en Venezuela, la disposición contenida en el artículo 12 de la LOPT
no estaba prevista en el Anteproyecto, el Proyecto, ni en la LOPT sancionada.
Dicha disposición fue incorporada a solicitud del Ejecutivo previo el levanta-
miento de la sanción correspondiente.2
Por otra parte, no podemos dejar de mencionar que de una lectura de los artícu-
los 1, 2, 3 y 9 de la LOPT se evidencia claramente que la intención del legislador
al consagrar la LOPT fue proteger los derechos de los trabajadores,3 mediante
la aplicación de los principios que rigen este nuevo procedimiento.
Por ello, Juan García Vara opina acertadamente que la posibilidad de aplicar los
privilegios de la República en el nuevo procedimiento laboral debería ser pro-
cedente, siempre que ello no implique el desconocimiento total de los derechos
procesales de los trabajadores, pues el derecho que tiene el Estado frente a los
trabajadores no puede ser mayor que el que tienen éstos por haber prestado
servicios a la República.
2
García Vara, Juan. Procedimiento Laboral en Venezuela. Editorial Melvin. Caracas, 2004. p. 41.
3
Intención consagrada constitucionalmente, según se evidencia en la disposición Transitoria
Cuarta de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA Nº 263 DE LA SALA DE CASACIÓN... 189
En este mismo sentido Juan García Vara, al referirse a los artículos 60, 66 y
70 del Decreto con Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la
República, indica que de aplicarse estas disposiciones al procedimiento la-
boral, quedaría sin efecto el beneficio de los trabajadores de la República
para la defensa de sus derechos laborales.
Cabe preguntarnos, ¿qué habrá querido decir el TSJ con esa frase “proveye-
ra lo que considerare pertinente? En caso de aplicarse los privilegios a la
República en el procedimiento laboral en los términos que indica el TSJ,
¿cómo se desenvolvería el procedimiento cada vez que la República ejer-
ciera sus privilegios? ¿cuáles serían las consecuencias jurídicas para las
4
Ob. Cit. pp. 41 y 42.
190 GABRIELA FUSCHINO VEGAS
5
Ob. Cit. pp. 48 a 50.
ANÁLISIS DE LA SENTENCIA Nº 263 DE LA SALA DE CASACIÓN... 193
6
Jaime Martínez, Héctor Armando. La demanda y la contestación de la demanda en la nueva Ley
Orgánica Procesal del Trabajo. En Ley Orgánica Procesal del Trabajo - Ensayos -. Volumen I. Tribunal
Supremo de Justicia. Serie Normativa N° 4. Caracas/Venezuela/2004. p. 433.
194 GABRIELA FUSCHINO VEGAS
7
Ob. Cit. pp. 39 y 40.
196 GABRIELA FUSCHINO VEGAS
3. SUMARIO
La imparcialidad judicial
Recusación e inhibición
SUMARIO:
*
Universidad Santa María, Abogado. Rango 1/52. Doctor en Ciencias Jurídicas. Magíster Scientiarum
en Ciencias Jurídicas mención Derecho Procesal Civil. Especialista en Derecho Procesal Civil. Profesor
de Postgrado. Universidad de Margarita, Conferencista. Autor de varias obras y artículos jurídicos.
**
Universidad Santa María, Abogado. Especialista en Gerencia Municipal y en Derecho Procesal Civil.
Universidad Central de Venezuela. Especialización en Derecho del Trabajo, Cursante. Universidad de
Salamanca, Diplomada en Derecho del Trabajo. Autora de varias obras jurídicas.
200 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
1
Joan Picó I Junoy. La Imparcialidad Judicial y sus Garantías: Abstención y Recusación. p. 24.
202 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
2
Sentencia del Tribunal Constitucional Español 6/1998, del 13 de enero.
3
Gimeno Sendra, citado por Picó I Junoy. Ob. Cit. p. 27.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 203
4
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 24 de marzo de
2000, con ponencia del magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, Nº 144, expediente Nº 00-
0056.
5
Para el Tribunal Constitucional Español, sentencia 47/1983 del 31 de mayo, el derecho al juez natural o
legal comprende:
a) Que el órgano jurisdiccional haya sido creado previamente, respetando la reserva de la Ley;
b) Que esté investido de jurisdicción y competencia con anterioridad al hecho motivador del proceso
judicial;
c) Que su régimen orgánico y procesal no permita calificarle de un juez ad hoc o excepcional; y
d) Que la posición del órgano jurisdiccional venga determinado por la Ley, siguiéndose en cada caso
concreto el procedimiento legalmente establecido para la designación de los miembros.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 205
tanto que otros lo consideran desde el punto de vista de los requisitos o con-
diciones que debe llenar el juzgador dentro del ordenamiento procesal, es-
pecialmente el de imparcialidad, tal como es el caso de Calamandrei; otros
consideran que se trata de un problema de legitimación, ensayando un parale-
lismo con la legitimación que deben tener las partes en el proceso, tal como
es el caso de Gimeno Sendra, Lorca Navarrete, Picó I Junoy, Ramos Méndez,
Serra Domínguez, Micheli, Carnelutti; el autor venezolano en comento –Ren-
gel Romberg– encuadra el sistema de recusación e inhibición, dentro de la
competencia subjetiva del juzgador, ya que las reglas que regulan la materia –
a su decir– adquieren trascendencia en un proceso concreto y no por incor-
poración eventual en el sistema del ordenamiento judicial, funcionando en el
proceso como límites relativos a la jurisdicción del operador de justicia en
una causa determinada, no como requisitos de capacidad, ya que todo juez, al
ser elegido –sigue señalando– llena los requisitos de capacidad exigidos en
la ley; tampoco como requisito de legitimación, por tratarse de una noción
específica de las partes.6
Cuenca, al analizar este tema, nos enseña que los principios fundamentales
de la competencia se refieren a la capacidad del tribunal para conocer de
determinados asuntos, capacidad que no sólo es objetiva, referida al órga-
no jurisdiccional, sino subjetiva, referida a la persona del juez, por lo que
existe la incapacidad personal del operador de justicia para juzgar –capaci-
dad subjetiva– que está referida a la persona del funcionario con las partes
o con el objeto del litigio, lo cual ha sido denominado por nuestro sistema
legal como recusación e inhibición, de lo cual se infiere, que el maestro
Cuenca es partidario, a diferencia de Rengel Romberg, de la tesis de la
capacidad del operador de justicia. 7
6
Arístides Rengel Romberg. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano. Tomo I. Teoría General
del Proceso. pp. 408 y 409.
7
Humberto Cuenca. Derecho Procesal Civil. Tomo II. p. 152.
8
Ricardo Henríquez La Roche. Código de Procedimiento Civil. Tomo I. p. 284.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 207
9
Humberto Bello Lozano y Antonio Bello Lozano Márquez. Jurisdicción y Competencia. p. 178.
208 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
Rengel Romberg, define que la inhibición es el acto del juez de separarse volun-
tariamente del conocimiento de una causa concreta, por encontrarse en una es-
pecial posición o vinculación con las partes o con el objeto de ellas, prevista en
la Ley como causa de recusación, porque la inhibición es un acto judicial y no de
parte; y es un deber del juez que no puede ser solicitado por las partes.12
10
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. p. 37.
11
Humberto Bello Lozano y Antonio Bello Lozano Márquez. Jurisdicción y Competencia. p. 178.
12
Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. p. 409.
13
Ricardo Henríquez La Roche. Ob. Cit. p. 292.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 209
Puppio, define la inhibición como la abstención del juez, del fiscal del Ministe-
rio Público, de cualquier otro funcionario judicial o auxiliar, en el conocimiento
o en la participación, en los actos judiciales de una causa determinada.14
14
Vicente Puppio. Teoría General del Proceso. p. 223.
15
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. p. 38.
16
Artículo Zivil 41 del processordnung.
17
Artículo 99 de la Ley de Enjuiciamiento Civil Española. 1/2000.
18
Artículo 339 del Nouveau Code de procédere Civile.
19
Artículo 51 del Códice di Procedura Civile.
20
Artículo 149 del Código de Procedimiento Civil Colombiano.
21
Humberto Cuenca. Ob. Cit. p. 159.
22
Conferencia realizada en la USM el 06 de Mayo de 2003.
210 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
23
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. pp. 38, 39 y 40.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 211
Por su parte, el maestro Bello Lozano, define la recusación como aquel con-
creto recurso del que están dotadas las partes para constreñir al juez a des-
prenderse del asunto sometido a su conocimiento.27
24
Vicente Puppio. Ob. Cit.
25
Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. p. 420.
26
Ricardo Henríquez La Roche. Ob. Cit. p. 301.
27
Humberto Bello Lozano. Ob. Cit. p. 178.
212 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
Brice, considera la recusación como el recurso que tiene las partes para
obligar al Juez a separarse del conocimiento del proceso que se ha someti-
do a su decisión. 28
28
Ángel Francisco Brice. Lecciones de Derecho Procesal Civil. Tomo I. p. 215.
29
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. p. 40.
30
Sentencia del Tribunal Supremo español de fecha 28 de Junio de 1982.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 213
Pero la pregunta que nos motiva en este momento, es la siguiente: ¿Son éstas
causales taxativas? ¿Son éstas las únicas causas en las cuales pueden funda-
mentarse la inhibición o la recusación? ¿De considerarse taxativas estas cau-
sas, cómo podría cuestionarse la imparcialidad del juzgador, por motivos no
previstos legislativamente?
31
Artículo 99.2 de la Ley de Enjuiciamiento Civil Española 1/220; y artículo 219 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial Español.
32
Artículos 150 y 151 del Código de Procedimiento Civil Colombiano.
33
Artículo 51 del Codice di Procedura Civile: “...En todos los demás casos en que existan graves razones
de conveniencia...”.
34
Artículo 42.2 del Zivilprozessordnung: “...Se dará recusación por temor de parcialidad cuando existan
motivos suficientes para justificar una desconfianza hacia la imparcialidad del juez...”
35
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. pp. 47 y 48.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 215
36
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. pp. 49 y 50.
37
Sentencia del Tribunal Constitucional español 157/1993 del 6 de mayo.
38
Ricardo Henríquez La Roche. Ob. Cit. p. 327.
39
Humberto Bello Lozano. Ob. Cit. p. 179.
216 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
Creemos que deben armonizarse los artículos 82 y 102 del Código de Proce-
dimiento Civil, con los artículos 26 y 49.3 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, en el sentido, que las causas previstas en el primero
de los artículos mencionados, no son limitativas, taxativas o restrictivas –ce-
rradas–, ya que la imparcialidad judicial de rango constitucional no encuentra
limitación o cortapisa, lo cual se traduce, en que la admisión de la recusación
o inhibición, no se encuentra supeditado a la invocación de alguna de las causa-
les del artículo 82 del Código de Procedimiento Civil, bastando que se trate de
cualquier causa que pueda ser capaz de cuestionar o poner en tela de juicio la
imparcialidad del funcionario judicial, como sucede en la legislación alemana
e italiana; todo lo anterior nos motiva a expresar que podríamos señalar que en
Venezuela se adopta un sistema mixto, no concebirlo así es desconocer el tex-
to constitucional, todo ello a propósito, que en futuras reformas –considera-
mos– debería incluirse la posibilidad del cuestionamiento de la competencia
subjetiva –imparcialidad judicial– cuando existan motivos o razones suficien-
tes que justifiquen la desconfianza hacia la imparcialidad del funcionario judi-
cial, especialmente, del operador de justicia.
40
Humberto Cuenca. Ob. Cit. p. 206.
41
Humberto Cuenca. Ob. Cit. p. 208.
42
Luigi Mattirolo. Derecho Judicial Civil.
43
Giuseppe Chiovenda. Instituciones de Derecho Procesal Civil. Tomo II. p. 255.
218 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
44
Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. pp. 413 y 414.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 219
45
El parentesco por consanguinidad, es la relación o vínculo de sangre que une a las personas de un
mismo tronco común; el parentesco por afinidad, es que se origina por el matrimonio y liga o vincula a un
cónyuge con los parientes de sangre del otro; la proximidad del parentesco se determina por el número
de generaciones, formando cada una un grado, siendo que la serie de grados forma la línea, que pueda ser
directa, esto es, la constituida por una serie de grados entre personas que descienden una de otra, o
colateral, es decir, la constituida por una serie de grados entre personas que no descienden unas de
otras, pero que proceden de un mismo tronco común, por lo que el grado de parentesco colateral en que
se hallen dos personas entre sí, se obtiene sumando los grados que hay en las dos líneas rectas que van
cada una de aquéllas al antepasado común de ambas.
La norma en comento contempla el parentesco de consanguinidad con alguna de las partes en cual-
quier grado en línea recta, bien sea ascendente, tales como bisabuelo, abuelo y padre, descendiente,
bisnietos, nietos o hijo, o colateral hasta el cuarto grado, tales como hermanos, tíos, sobrinos,
primos-hermanos; igualmente por parentesco por afinidad hasta el segundo inclusive, tales como
suegra, nuera, yerno y cuñados.
46
La norma en comento está referida a la causal de cuestionamiento de la competencia subjetiva, por
el hecho de ser el abogado asistente cónyuge del funcionario judicial, pero somos del criterio que el
legislador cuando utilizó la palabra asistente, se refirió a aquellas personas que ostentan la capacidad
de postulación y que en un momento determinado, asisten a cualquiera de las partes en un acto
procesal, pero con la característica de no tener poder o mandato judicial que contenga su representa-
ción, es decir, no son apoderados procesales; pero el hecho de asistir a una de las partes en un
determinado acto del proceso, creemos no da pie a la causal de cuestionamiento de la imparcialidad a
la que nos referimos, claro está, salvo aquellos casos en que todo el proceso sea tramitado por la parte
con asistencia del cónyuge del recusado, caso excepcional en el cual sí operaría la causal, pero fuera
de este caso especial, el abogado asistente no influenciará al operador de justicia para inclinar la
balanza hacia alguna de las partes, ello como consecuencia de no tener el abogado asistente ningún
tipo de interés en las resultas del proceso.
220 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
bición del funcionario judicial, pueda ejercer su derecho a recusar, toda vez
que la existencia de parcialidad hacia alguna de las partes se encuentra investi-
da de una presunción de carácter indesvirtuable o iuris et de iuris.
47
Creemos que no habría posibilidad de activar la causal en comento, si existiera una sentencia de
divorcio definitivamente firme que declare extinguido el vínculo conyugal, siempre en la medida que no
se hayan procreado hijos durante la unión. En el caso de la separación de cuerpos, consideramos que
basta el auto del tribunal declarando la separación de cuerpos, para que no proceda la causal, salvo el
caso de existir hijos comunes, por lo que no se requiere de la conversión de la separación de cuerpos en
divorcio, para que se extinga la causal en comento.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 221
El interés directo, se encuentra referido a las resultas del proceso, que pue-
de manifestarse bien por motivos económicos, morales, de gratitud, de amis-
tad, entre otras, siendo el elemento determinante de esta causal de
cuestionamiento de la imparcialidad, el beneficio que pueda obtener, bien el
funcionario judicial, el cónyuge o algún pariente consanguíneo o afín, con
las resultas del proceso, beneficio que puede producir el aprovechamiento o
pérdida de intereses como consecuencia del fallo a dictarse, pues el resulta-
do del interés no es otro que el beneficio de aprovechamiento o pérdida;
pero como se viene expresando, el interés y el beneficio no tienen límites ni
barreras, pudiendo ser de cualquier carácter, índole o especie, todo lo cual
se traduce, en que esta causal ofrece un si número de circunstancias que po-
drían catalogarse como interés directo en las resultas del pleito.
Picó I Junoy al referirse a esta causal de interés, nos enseña que para su
procedencia debe existir o concurrir tres elementos, tales como: a) Que el
interés sea actual o contemporáneo al momento de plantearse la causal;
Que los hechos que fundamenten la causal sean extraprocesales; y c) Debe
ser personal de juez.
Sigue señalando el profesor español, citando a Vives Antón, que las dilacio-
nes indebidas negligentemente causadas por el operador de justicia, lo colo-
ca en una situación objetiva de parcialidad, pues desde ese momento tiene
interés ajeno al del –us decire– el de encubrir su falta.48
48
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. pp. 78 y 79.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 223
Sigue señalando Cuenca, que esta causal se caracteriza, por el hecho que sólo
procede cuando el recusado actúa en el proceso con el carácter de operador
de justicia, pues de tratarse de otros funcionarios judiciales, será improce-
dente la causal, pues éstos no son capaces de dictar una decisión que cree un
precedente e influya en los procesos futuros; por otro lado –señala el autor–
la causal se extiende al cónyuge, a los ascendientes y descendientes, colate-
rales hasta el cuarto grado y afines hasta el segundo grado, no extendiéndose
a los parientes del recusante.49
Pero esta causal en materia civil, no es del todo correcta, pues si conforme a
lo previsto en el artículo 321 del Código de Procedimiento Civil, la jurispru-
49
Humberto Cuenca. Ob. Cit. pp. 226 y 227.
224 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
50
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. Tomo 9. p. 1300.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 227
Pero debe advertirse esta causal se activaría sólo en la medida que el aseso-
ramiento o recomendación, fueran dados en un caso concreto y determinado,
pues si la recomendación fue realizada en forma genérica, esto es, para cual-
quier tipo de procesos, estaríamos ante la presencia de una mera probabili-
dad o hipótesis que no afectaría la imparcialidad y objetividad del juzgador;
tal podría ser el caso de opiniones emitidas al ser consultado sobre cualquier
punto de derecho sin especificar el caso concreto del cual se trata, o las
opiniones emitidas en las aulas universitarias con ocasión a un determinado
tema jurídico, donde no se precise el caso concreto.
10º Por existir pleito civil entre el recusado o alguno de sus pa-
rientes dentro de los grados indicados, y el recusante, si se ha prin-
cipiado antes de la instancia en que ocurre la recusación, y si no
han transcurrido doce meses a partir del término del pleito entre
los mismos.
51
Por patrocinio, debe entenderse el amparo, la protección o el auxilio. Diccionario de la Lengua
Española. Real Academia Española. Tomo 8. p. 1156.
228 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
alguna de las partes, sus apoderados abogados asistentes, tutor, curador, jefe
o administrador de establecimientos, sociedades y corporaciones que sean
parte en el proceso, existe un vínculo de amistad que pone en tela de juicio la
imparcialidad y objetividad del funcionario judicial.
52
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. p. 73.
230 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
debe desligarse de conocer del proceso, pero siempre en la medida que di-
chos bienes sea el objeto del litigio pendiente; pero la causal en comento,
conforme al contenido del artículo 256 de la Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela, consideramos no le es aplicable al operador de
justicia, pues éste por norma constitucional, se encuentra impedido –cuando
está al frente del ejercicio de la magistratura– de realizar actividades priva-
das lucrativas incompatibles con su función y de ejercer otras funciones pú-
blicas, ello salvo las actividades educativas, circunstancias estas que hallan
su fundamento en la garantía a la imparcialidad de los operadores de justicia.
53
Humberto Cuenca. Ob. Cit. p. 230.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 231
54
Ver nuestro Tratado de Derecho Probatorio.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 233
17º Por haber intentado contra el Juez queja que se haya admitido,
aunque se le haya absuelto, siempre que no hayan pasado doce me-
ses de dictada la determinación final.
El recurso de queja, o acción de queja, es aquella que tiene por objeto hacer
efectiva la responsabilidad civil y patrimonial del operador de justicia, bien
sea titular, provisorio, temporal, accidental, asociado, árbitro, itinerante, por
los daños y perjuicios que haya causado a alguna de las partes con la decisión
dictada, como consecuencia de los errores, retardos u omisiones injustifica-
das, inobservancia sustancial de las normas procesales, denegación de justi-
cia, parcialidad, delitos de cohecho y prevaricación en que incurran en el
ejercicio de sus funciones, tal como lo dispone el artículo 255 de la Consti-
tución de la República Bolivariana de Venezuela; este recurso o acción se
encuentra contemplado en el artículo 829 y siguientes del Código de Proce-
dimiento Civil, y son causales para el ejercicio del mismo, que repetimos,
tiende a obtener el resarcimiento por parte del decisor, de los daños y perjui-
cios causados por su actuación, los siguientes:
1.- En todos los casos en que la Ley declare que no queda a la parte
otro recurso sino la queja, si se hubiere faltado a la Ley;
55
Humberto Cuenca. Ob. Cit. p. 233.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 235
5.- Por cualquier otra falta, exceso u omisión indebidas contra dis-
posición legal expresa de procedimiento o infracción de ley ex-
presa en cualquier otro punto; y
Este recurso o acción puede ser utilizado por cualquiera de las partes perju-
dicadas o por sus causahabientes, siempre que se haya reclamado oportuna-
mente de la decisión, auto o providencia que haya causado el agravio, salvo
los casos de imposibilidad, tal como lo señalan los artículos 833 y 834 del
Código de Procedimiento Civil.
Por último debemos destacar, que esta causal de queja, es de carácter emi-
nentemente personal, por lo que no se extiende al cónyuge ni a los parientes,
y sólo procede contra los jueces, conjueces, asociados, y no contra otro fun-
cionario distinto a éstos.
Esta causal está referida a la enemistad que pueda existir entre el operador de
justicia u otro funcionario judicial, con cualquiera de los litigantes o partes, sus
apoderados, tutores, curadores, abogados asistentes, jefes o administradores de
establecimientos, sociedades o corporaciones, que sean parte en el proceso.
pone antipatía hacia otra persona, pero que dado la indeterminación del con-
cepto, para su concurrencia –como lo ha señalado la jurisprudencia españo-
la– se requiere de la concurrencia de tres requisitos: a) Que la enemistad sea
extraprocesal, esto es, que haya surgido antes del proceso que se trate; b) la
enemistad debe ser personal del juez, lo que se traduce en que la enemistad
adquiere relevancia cuando existen actos o hechos del juzgador hacia el re-
cusante y no hacia el colectivo social en el que éste puede estar integrado,
por lo que carece de virtualidad recusatoria el pertenecer o ser simpatizante
de una determinada agrupación ideológica, política o religiosa –enemistad
ideológica–; c) Se requiere que la enemistad sea manifiesta, esto es, que
haya sido exteriorizada hacia terceras personas.56
56
Joan Picó I Junoy. Ob. Cit. pp. 75 y 76.
57
Humberto Cuenca. Ob. Cit. pp. 221 y 222.
58
José Rafael Mendoza Troconis. Curso de Derecho Penal Venezolano. Compendio de Parte Especial.
Tomos I y II. p. 499.
238 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
le una ofensa genérica; y la amenaza es el acto por el cual una persona anun-
cia a otro un mal que le causará a él o a su familia.
1.- Parentesco por adopción con alguna de las partes, o con el cón-
yuge del recusado, lo cual evidencia lazos de afecto; en estos ca-
sos de adopción, el adoptado pasa a formar parte de una nueva familia
–la adoptante– perdiendo el adoptado el vínculo con su familia pri-
mogénita, caso este último donde no existirá motivo de cuestiona-
miento de imparcialidad;
Estas son otras posibles circunstancias que pondrán en tela de juicio la im-
parcialidad y objetividad del operador de justicia u otros funcionarios judi-
ciales, perfectamente válidos en el ordenamiento constitucional y legal
venezolano, pues debe insistirse que el estudio de las causas o motivos de
recusación o inhibición o abstención judicial, debe hacerse bajo criterios
interpretativos amplios y flexibles, descartando toda clase de sistema cerra-
do o interpretación taxativa y respectiva.
59
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 09 de Octubre de 2002,
con ponencia del magistrado Antonio Ramírez Jiménez, Nº 2372, expediente Nº 00-1929.
242 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
De las actas del expediente, observa esta Sala que, al plantear su in-
hibición, la Juez Titular del Juzgado Cuarto de Primera Instancia de
Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de
Caracas, lo hizo siguiendo el procedimiento establecido para ello en
los artículos 83 y siguientes del Código de Procedimiento Civil y
con fundamento en la causal prevista en el ordinal 18 del artículo 82
eiusdem. Así mismo, de las actas del expediente, de las exposicio-
nes del accionante y de la representante del Ministerio Público, la
Sala constata que la sentencia impugnada dictada por el Juzgado Su-
perior Tercero del Trabajo de la Circunscripción Judicial del Área
Metropolitana de Caracas, en fecha 19 de noviembre de 1.999, de-
claró con lugar la inhibición con fundamento en lo establecido en el
artículo 88 del Código de Procedimiento Civil, por lo cual no exis-
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 243
(...)
60
Sentencia dictada por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 31 de octubre
de 2000, con ponencia del magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero, Nº 1301, expediente Nº 1551.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 245
La Sala considera que el artículo 83, primer aparte del Código Pro-
cesal Civil consagra, en rigor, un allanamiento inverso, en el sentido
de que el Juez podría abocarse al conocimiento de la causa si el re-
presentante o asistente estuviere comprendido en la previsión de di-
cho artículo, en cuyo caso la representación o asistencia podría ser
indicada por el Juez, excepto en lo previsto por el artículo 85 eius-
dem, y ello hace razonable la prescripción del mismo, pues su po-
testad para pronunciarse de oficio o a solicitud de parte hace posible
su abocamiento, lo que no podría producirse, si la no admisión de la
representación o asistencia es proferida, de manera general, por el
Tribunal que declare con lugar la inhibición o la recusación. (Resal-
tado nuestro).
Tal como hemos venido señalando, la inhibición es deber que tiene el opera-
dor de justicia u otro funcionario judicial que intervenga en el proceso, sea
en sede de jurisdicción voluntaria o en sede de jurisdicción contenciosa, de
desligarse o separarse de conocer del mismo, como consecuencia de estar
incurso en alguna de las causales o motivos que pone en tela de juicio su
imparcialidad u objetividad.
(...omissis)
61
Sentencia de la Sala Politicoadministrativa del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 11 de Marzo de
2003, con ponencia del magistrado Levis Ignacio Zerpa, Nº 00199, expediente Nº 2002-0894.
250 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
62
Arístides Rengel Romberg. Ob. Cit. p. 417.
63
Ricardo Henríquez La Roche. Ob. Cit. p. 292.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 251
En el caso particular del operador de justicia, una vez que éste se inhibe de
conocer del pleito, pueden plantearse los siguientes escenarios, a saber:
Para que estos casos proceden, es menester que estos vicios se hayan formu-
lado en la instancia respectiva, sin lo cual no podrían ser considerados por el
máximo Tribunal, en el caso de casación.
64
Sentencia de la sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 09 de Octubre de 2002,
con ponencia del magistrado Antonio Ramírez Jiménez, expediente Nº 00-1929.
65
Ricardo Henríquez La Roche. Ob. Cit. p. 311.
254 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
Pero este criterio pareciera haber sido abandonado por la Sala de Casación
Civil del Tribunal Supremo de Justicia, al señalar:
Omissis
66
Sentencia de la Sala de Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 10 de Febrero de 2000,
con ponencia del magistrado Franklin Arrieche Gutiérrez, Nº 05, expediente Nº 99-341.
67
Sentencia de la Sala Politicoadministrativa del Tribunal Supremo de Justicia.
68
Es importante resaltar el criterio sostenido por la doctora Edy Siboney Calderón Suescun, en la confe-
rencia pronunciada en la Especialización de Procesal Civil de la Universidad Santa María, en el mes de
Octubre de 2003, para quien la decisión que dicta el juez en materia de recusación, tiene recurso de
apelación, cuya lapso para el ejercicio, es el ordinario previsto en la ley.
256 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
La recusación es la potestad o facultad que tienen las partes dentro del proceso,
para impugnar la competencia subjetiva del operador de justicia u otro funciona-
rio judicial que intervenga en el mismo, como consecuencia de estar incurso en
alguna de causal que ponga en tela de juicio su imparcialidad y objetividad.
Los sujetos legitimados o facultados para ejercer ese derecho dentro del
proceso, son las partes, bien sea actor o demandado, o cualquier tercero que
se haga parte en la causa por cualquiera de los mecanismos señalados en la
Ley, siendo el sujeto objeto de la recusación, el operador de justicia o cual-
quier otro funcionario judicial.
11 . O P O RT U N I D A D P R O C E S A L PA R A I N T E R P O N E R L A
RECUSACIÓN
El lapso preclusivo –de caducidad– dentro del cual podrán las partes ejerci-
tar su derecho de recusación, está previsto en el artículo 90 del Código de
Procedimiento Civil, y es el siguiente:
69
En los casos de confesión ficta a que se refiere el artículo 362 del Código de Procedimiento Civil, la
recusación sólo podrá intentarse hasta el último de los quince días de despacho de promoción de pruebas.
70
En caso que intervenga otro Juez como consecuencia de alguna apelación, incompetencia, suspen-
sión, destitución, vacaciones o permisos del Juez, o cualquier otro motivo, el lapso será de tres días de
despacho siguientes a que el Tribunal le dé entrada al expediente por auto expreso, en los dos primeros
casos, o en que se avoque el juez al conocimiento de la causa, en los demás supuestos.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 259
71
En los casos de no haber lugar al lapso probatorio, por cualquiera de las causales a que se refiere el
artículo 389 del Código de Procedimiento Civil, ejecutoriado como haya quedado el auto expreso en el
cual no se abrió a pruebas el proceso, se procederá al acto de informes al décimo quinto día de despacho
siguiente a la ejecutoria, a la hora que fije el Tribunal; pero el auto que dicte el juez, mediante el cual se
determine no abrir el proceso a pruebas, deberá fijarse una hora del décimo quinto día de despacho
siguiente a que quede ejecutoriado el auto, a los fines que se presenten los informes, lo cual deja de
manifiesto, que dichos informes se realizan en un acto que se celebrará a una hora determinada.
260 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
13 . N Ú M E R O D E R E C U S A C I O N E S Y CAUSALES DE
ADMISIBILIDAD
Son estos los motivos por los cuales el juez dirimente del conflicto subjeti-
vo de competencia, puede declarar inadmisible la recusación que intenten las
partes en el proceso.
pudiendo este nuevo juez, no sólo realizar actos procesales válidos –aun cuan-
do posteriormente fuera declarado improcedente la recusación– sino deci-
dir el fondo de la causa;
Por otro lado, deberán las partes señalar las actuaciones que a bien tengan, a
los fines que sean certificadas conjuntamente con las diligencias contentivas
de la recusación y del informe del operador de justicia, para enviarlas junto
con oficio al tribunal superior jerárquico que conocerá de la incidencia de
recusación, a cuyo efecto, recibidas como hayan sido las copias certificadas
de la incidencia por dirimente del conflicto competencial subjetivo, pueden
presentarse dos escenarios:
72
Conversaciones sostenidas en el mes de Octubre de 2003.
264 HUMBERTO ENRIQUE T. BELLO TABARES / DORGI JIMÉNEZ RAMOS
Por todas las razones expuestas, esta Sala considera que al tramitar y
dictar la consecuente decisión en la incidencia de recusación plantea-
da por el accionante, el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo
Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado Zulia, ac-
tuó fuera de su competencia, subvirtió el orden procesal y conculcó el
derecho de la accionante a que la recusación planteada fuera resuelta
por el órgano jurisdiccional predeterminado en la Ley –Juzgado Supe-
rior en lo Civil y Mercantil de la Circunscripción Judicial del Estado
Zulia–, de conformidad con lo establecido en el artículo 48 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, razón por la cual, esta Sala estima que tal
circunstancia cercenó el derecho al debido proceso, a la defensa y al
juez natural del accionante, toda vez que el Juzgado accionado emitió
pronunciamiento acerca de la causa que estaba sometida a su conoci-
miento, al estar impedido legalmente para hacerlo.
73
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 16 de Junio de 2003, con
ponencia del magistrado Antonio García García, Nº 1657, expediente Nº 02-0012.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 267
74
Sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, de fecha 19 de Marzo de 2022, con
ponencia del magistrado José Manuel Delgado Ocando, Nº 01.0994.
LA IMPARCIALIDAD JUDICIAL. RECUSACIÓN E INHIBICIÓN 269
Sobre este punto, nosotros insistimos que el mismo juez recusado, en ningún
caso puede decidir su recusación, pues esto atenta contra el debido proceso,
contra el derecho a la defensa y al juez natural, pues una misma persona no
puede ser al mismo tiempo juez y parte, ya que ello deja de manifiesto su
notoria parcialidad; aunado a lo señalado, es sabido que en el expediente dis-
ciplinario del operador de justicia, es analizado el número de recusaciones e
inhibiciones procedentes e improcedentes, circunstancia esta que se tradu-
ce, en que si el juzgador se le permitiera decidir su propia recusación, lógi-
camente éste la declararía improcedente para que no se le causara un gravamen
en su expediente disciplinario.
Otra problemática que debemos abordar, es la que se presenta cuando una vez
que el juzgador es recusado, éste inmediatamente, en vez de informar, proce-
de a inhibirse.
La multa, debe ser cancelada dentro de los tres días de despacho siguientes a
que el tribunal a cargo del recusado reciba el expediente contentivo de la
incidencia de recusación, quien actuará como agente recaudador del Fisco
Nacional para su ingreso al tesoro nacional, u oficiará al Banco Central de
Venezuela, a los fines de que se emita la planilla de pago correspondiente; de
no ser cancelada la multa dentro del lapso antes señalado, el recusante o la
parte, según el caso, sufrirá arresto de quince días, de no ser criminosa la
recusación, y en caso de serlo de treinta días, todo conforme a lo previsto en
el artículo 98 del Código de Procedimiento Civil.
75
Se está en presencia de la calumnia, conforme a lo previsto en el artículo 241 del Código Penal, cuando
el que a sabiendas de que el individuo es inocente, lo denuncia o acusa ante la autoridad judicial, o ante
un funcionario público, que tenga la obligación de transmitir la denuncia o querella, atribuyéndole un
hecho punible, o simulado las apariencias o indicios materiales de un hecho punible, lo cual acarrea una
pena de seis a treinta meses de prisión.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 273
Sacha FERNÁNDEZ*
SUMARIO:
Introducción
1. El ordenamiento jurídico venezolano y el secreto empresarial, indus-
trial o comercial.
2. El secreto industrial, empresarial o comercial: 2.1 Know how. 2.2 El
secreto bancario y confianza. 2.3 Los secretos comerciales o tecnológi-
cos: 2.3.1 Tipos de información confidencial. 2.3.1.1 Secreto comercial.
2.3.1.2 Secreto industrial. 2.4 Contratos de trabajo y las relaciones
laborales. 2.5 Competencia desleal. 2.6 El derecho de competencia y la
*
Universidad Central de Venezuela, Abogado (14/366). Especializaciones en Derecho Pro-
cesal y Derecho Internacional Económico y de la Integración: por defender el trabajo de grado,
Ex Auxiliar de Investigación Docente. Universidad Alejandro de Humboldt, Facultad de
Ciencias Económicas y Sociales, Profesor. Defensoría del Pueblo, Abogado Defensor III. En
el presente trabajo se utilizan las siguientes abreviaturas: Art.: Artículo; Arts.: Artículos; CC:
Código Civil; CPC: Código de Procedimiento Civil: CPCA: Corte Primera de lo Contencioso
Administrativo; CRBV: Constitución de la República Bolivariana de Venezuela; CSJ: Corte Supre-
ma de Justicia; ed.: edición; Edit.: Editorial; Edic.: Ediciones; GOE: Gaceta Oficial Extraordinario;
LOT: Ley Orgánica del Trabajo; LPPELC: Ley para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre
Competencia; No.: Número; Nros.: Números; Ord.: ordinal; p.: página; pp.: páginas; ss.: siguien-
tes; PROCOMPETENCIA: Superintendencia para la Promoción y Protección de la Libre Com-
petencia; T.: tomo; TSJ: Tribunal Supremo de Justicia; UE: Unión Europea; Vol.: Volumen.
274 SACHA FERNÁNDEZ
INTRODUCCIÓN
Para esto debemos tener muy en cuenta que uno de los mayores peligros de la
sociedad contemporánea es la posibilidad de que el Estado, en cualquiera de
sus manifestaciones, posea una potencial intromisión en la vida privada de los
ciudadanos. Así, Norberto Bobbio señala que
b) por el uso, o el derecho de usar, cualquier derecho de autor sobre una obra
literaria, dramática, musical, artística o científica, incluidas las películas y cin-
tas cinematográficas y obras registradas en otros medios de reproducción de
imagen o sonido, cualquier patente, marca de fábrica o de comercio, dibujo o
modelo, plano, fórmula o procedimiento secreto, u otro derecho de propiedad
similar, o por información relativas a experiencias industriales, comerciales o
científicas. El término “regalías” también incluye las ganancias obtenidas de la
enajenación de cualquiera de dichos derechos o bienes en la medida en que
dichas ganancias sean contingentes a la productividad, uso o disposición de
los mismos”. (Negrillas propias).
276 SACHA FERNÁNDEZ
El Código Orgánico Tributario en sus artículos 105 parágrafo único, 115 nume-
ral 3, 129 parágrafo único y 139, s establecen:
En este caso se puede ver que las autoridades policiales y judiciales en caso de
que graben de una conversación información sobre algún secreto industrial,
tienen la obligación de guardar el secreto, pudiendo incurrir en caso contrario
en responsabilidades civiles, administrativas y penales.
...
...
1
Estas excepciones de ley se encuentran en la LPPELC en el Art. 34 que establece que la
Superintendencia para Promover y Proteger el Ejercicio de la Libre Competencia puede solicitar
de cualquier persona natural o jurídica, la presentación de documentos o información que pueda
tener relación con la presunta infracción; y en la Decisión 486 en los Art.(s) 20, sobre que
invenciones no son patentables; 107 sobre cuando por falta de explotación, por razones de
interés público, por emergencia nacional, salud pública, seguridad nacional, o para remediar
alguna práctica anticompetitiva solicitar le sea suministrado un secreto industrial; y 261 que no
se considera secreto industrial la información que tiene que ser divulgada por disposición legal o
por orden judicial, como serían los casos precedentes.
280 SACHA FERNÁNDEZ
...
...
Como se observa, acá se hace referencia a las medidas innominadas que son
una institución procedimental, por ello el juez puede crear la figura de un fun-
cionario judicial para corroborar la existencia y ubicación de ciertos bienes,
pudiendo seguir la pista de las inversiones que en otras sociedades mercanti-
les haya hecho la compañía, para establecer el producto real de los bienes. Es
por ello, que los terceros a pesar de ser personas jurídicas no puedan impedir el
acceso a dicha información, ya que ningún daño se le está causando, sobre
todo si dicha actuación proviene de una orden judicial. Con esto se deja en
claro que las empresas carecen de vida privada, pero gozan de derecho al
secreto comercial o industrial, a la reserva de los datos de contabilidad, a que
su domicilio no sea arbitrariamente violado, pero no a negarse a mostrar los
libros de accionistas, de dar acceso a documentos de cualquier naturaleza que
contenga información que sea de interés para las comunidades o grupos de
personas de acuerdo con lo establecido en el artículo 28 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela. De esta forma, con esta jurisprudencia
observamos como el secreto industrial o comercial se considera un derecho,
pero que no es absoluto y puede tener límites como el presente caso, en el cual
el funcionario judicial ocasional nombrado para la ubicación de los bienes, y
que tiene acceso a documentos de cualquier naturaleza, teniendo el deber de
guardar el secreto.
2
Criterio también explanado en sentencia de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia, de fecha 15 de marzo de 2000, con ponencia del Magistrado Jesús Eduardo Cabrera
Romero, en el expediente N° 00-0086.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 283
Tanto las marcas de fábrica, los nombres comerciales, así como las patentes de
invención y los modelos industriales, constituyen lo que denominamos propie-
dad intelectual, junto con el derecho de autor, los cuales pueden ser transferi-
dos a terceros.
En sentido estricto, es aquel por medio del cual se autoriza a una persona para
que explote un invención patentada por otro, o en suministrar una fórmula de
fabricación a otro sujeto para que elabore el producto desarrollado con ella.
Dentro del secreto empresarial se encontraría otra categoría que sería el secre-
to bancario, que es algo que le permite al usuario que deposita dinero en algu-
na institución financiera tener la confianza necesaria de que no van a revelar
sus recursos, independientemente de su procedencia porque normalmente el
ahorrante tiene ese dinero como producto de su esfuerzo y de su trabajo.
Ciertos conocimientos deben ser tratados como confidenciales, pero una vez
obtenidos por el empleado necesariamente devienen en parte de sus propias
habilidades y entendimiento. En este supuesto, el empleado no puede reve-
larlo mientras dure la relación contractual; mas una vez concluida, puede usar-
lo como parte inseparable de sus conocimientos y destrezas; incluso en
competencia con su anterior empleador. En esta categoría entran por ejem-
plo, conocimientos que son evidentes o fácilmente accesibles a un técnico
con formación media en la materia.
3
Quiroga Lavie, Humberto. Derecho a la intimidad y objeción de conciencia. Serie: Temas de
Derecho Público N° 29. Colombia: Universidad Externado, p. 26.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 289
4
Buena fe que se encuentra consagrada en los Art.(s) 788 a 794 del CC y en la Ley de Simplifica-
ción de Trámites Administrativos.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 291
– Etapa paleolibreal
– Etapa profesional
– Etapa social
Derecho sobre los bienes inmateriales: que agrupa lo referente a derecho de ex-
plotación exclusivos sobre las creaciones resultantes del esfuerzo de la empresa.
– Patentes
– Modelos de utilidad
– Obtención vegetal
Reguladas por las Decisiones 486, 448, 423, 391, 366, 351 y 345 de la Co-
munidad Andina y por la Ley de Propiedad Industrial.
3) Signos distintivos
– Marca
– Nombre comercial
– Rótulo de establecimiento
Los sujetos que concurren al acto desleal pueden acceder al mismo de di-
versos modos:
Aquí, el acto si tiene que ser concurrencial, puesto que con el acto se preten-
de destruir la organización empresarial del competidor, aunque no tienen
porqué mantener el agresor y el agredido una relación de competencia.
– Patentes
– Actos civiles.
Los alegatos de los accionantes son que Willhead tomó las previsiones co-
rrespondientes a los fines de proteger el desarrollo tecnológico, por una parte
del secreto industrial y por la otra, solicitando su protección a través del
registro como una patente de invención y como un modelo de utilidad de
conformidad con lo dispuesto en los Art.(s) 1 y 54 de la Decisión 344. Por
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 297
Para comprobar que una conducta encuadre dentro del marco del
Art. 17 de la ley, específicamente la violación de secretos industria-
les, se hace necesario primeramente verificar que la información objeto
de la presente controversia es un secreto, en los términos indicados
en la Decisión 344 del Acuerdo de Cartagena.
Se nota del texto transcrito que el secreto empresarial posee varios elementos para
que se dé la ilicitud de su violación como lo son: 1) la capacidad actual o potencial
de la empresa presuntamente infractora de causar daños en el mercado; y 2) que
se genere una erosión de las expectativas de ganancia de la empresa lesionada.
302 SACHA FERNÁNDEZ
cuenta en el fallo. Para esto se utilizan los medios de prueba para el tema de
la prueba, el thema probandum y lograr el thema probandi.
5
Tal cual lo establece el Art. 395 CPC: “Pueden también las partes valerse de cualquier otro
medio de prueba no prohibido expresamente por la ley, y que consideren conducente a la
demostración de sus pretensiones”.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 305
Un ejemplo de lo anterior lo vemos en los Art.(s) 1372, 1373 y 1374 del CC, que
establecen en materia de los instrumentos privados como cartas y misivas, no
se pueden solicitar éstas cuando son dirigidas a un tercero que no es parte en
juicio, aunque hayan sido elaboradas por una de las partes en juicio, salvo que
conste el consentimiento del tercero. Por ello, no se puede utilizar este tipo de
instrumento como prueba sino existe el asentimiento del tercero. Lo más impor-
tante es que se señala que las cartas o misivas de carácter confidencial, como
lo sería una carta que hace referencia a un secreto comercial, no pueden publi-
carse ni presentarse en juicio, sin el consentimiento del autor y de la persona a
quien fue dirigida, es decir, exige un doble consentimiento.
Sin embargo, en nuestra opinión como el Art. 395 del CPC, menciona que se
puede valer la parte de cualquier medio de prueba no prohibido expresamente
por la ley, podrían ser promovidos y evacuados. Por lo tanto, se podría hacer
mención del instrumento probatorio pertinente y el juez de conformidad con
el numeral 2 del Art. 401 del CPC solicitar al tercero la presentación de
6
Esto se encontraba también establecido en los Art.(s) 75, 76 y 81 de la derogada Ley Orgánica de la
Administración Central.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 307
Además, no se debe olvidar que el Art. 431 del CPC, permite presentar docu-
mentos privados emanados de terceros que no son parte del juicio, ni causante
de las mismas, debiendo ser ratificados por el tercero mediante prueba testimo-
nial en el juicio. No obstante, el problema se plantea cuando el documento se
encuentra en posesión del tercero y no ha podido ser presentado en juicio, por
lo que consideramos que sería pertinente solicitar la citación como testigo del
tercero, haciendo que a su vez éste lleve el documento requerido sobre el cual
evacuará su testimonio.
Para que cierta información pueda considerarse que se encuentra dentro de lo que
es confidencial y por lo tanto es un secreto empresarial o industrial debe cumplir
con una serie de elementos y requisitos que se mencionarán a continuación.
7
En este caso estarían prohibidass ciertas pruebas como la confesión y las posiciones juradas o
juramento decisorio, que no son aplicables en el presente supuesto. Igualmente, se señala a
manera de ejemplo la obligación de reserva contemplada en los Art.(s) 126, 128, 129 y 139 del COT.
308 SACHA FERNÁNDEZ
Esta información debe estar reservada solamente para tramitar el caso. San-
ciones a los funcionarios que violen dicho secreto.
Dentro de las pruebas que se podrían utilizar para promover y evacuar, siendo
un secreto empresarial, estarían la prueba legal como la documental, la testimo-
nial, la inspección ocular, la experticia y cualquier otro medio de prueba libre de
conformidad con lo establecido en el Art. 395 del CPC, los cuales subsisten de
manera concurrente dentro de nuestro sistema jurídico. Todo esto es para per-
mitir a las partes demostrar sus pretensiones.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 309
Con este sistema son legales todos los medios de prueba no prohibidos ex-
presamente por la ley y que sean conducentes a la demostración de las pre-
tensiones y de los hechos en los que se fundamenta. Lo importante es que se
asegure el derecho a la contradicción y fiscalización de la prueba.
Las oposiciones que se pueden realizar con respecto al medio de prueba son
por ilegalidad e inconducencia (cuestiones de derecho) y la oposición por el
hecho sería la impertinencia. Las dos primeras producen la inadmisibilidad
de la prueba, al igual que la segunda.
En materia mercantil los Arts. 124 y 128 del C de C., mencionan cuáles son
las pruebas admitidas y señala que se permitirán todas aquellas que permite
la ley civil, en la cual ya mencionamos se admite la prueba libre.
8
Como ejemplo sería la lesión del honor, a la reputación o a la propiedad. Hay que destacar que la Sala de
Casación Penal del Tribunal Supremo de Justicia, en sentencia con ponencia del Magistrado Alejandro
Angulo Fontiveros, de fecha 29 de febrero de 2000, expediente Nº 97-1971, señaló que la personas
morales, colectivas o jurídicas poseen reputación.
310 SACHA FERNÁNDEZ
ropa para demostrar que la tela es inflamable, la prueba es legal pero no con-
ducente para demostrar aquello que se quiere. Teniendo la contraparte el de-
recho de oponerse a su admisión, e incluso hasta los informes poder solicitar
su no apreciación o reserva, y pudiendo el juez no apreciarlo al momento de
la valoración.
La impertinencia por su lado, son las que no versan sobre las proposiciones y
hechos que son objeto de demostración, en la que el juez debe realizar un juicio
de hecho de la relación entre el hecho que se pretende probar con el medio
promovido, y el hecho articulado en la demanda o en la contestación, y que
es el objeto de la prueba, lo cual conlleva a su inadmisibilidad.
Es por ello, que el Art. 110 CPC establece que un juicio puede ser declarado en
reserva por causa de decencia pública, en donde el Secretario del tribunal deberá
facilitar el expediente de la causa únicamente a las partes, cuando lo soliciten,
para imponerse de cualquier solicitud hecha o providencia dictada. Considera-
mos que la interpretación que se le debe dar a este artículo debe ser un poco más
amplia y no limitarse únicamente al supuesto de hecho de la decencia pública
sino en casos en los que se encuentren involucrados un interés público, una
emergencia nacional, la salud pública, la seguridad nacional, una práctica desleal
de la competencia o que se encuentre involucrados los derechos e intereses
colectivos y difusos, relacionados con un secreto comercial, industrial o empre-
sarial y que pueda generar daños a el o los poseedores de dicho secreto.
EL SECRETO INDUSTRIAL COMO MEDIO DE PRUEBA 311
CONCLUSIONES
Podemos ver que existe por parte del Estado cierta intromisión dentro de los
asuntos y actividades de los particulares, hecho por el cual, existen varios
mecanismos, normas y sistemas de protección ante esa intervención del Esta-
do para los particulares. Dicha protección es con el fin de salvaguardar dere-
chos fundamentales como el derecho a la propiedad, derecho al honor, derecho
a la reputación, derecho a la intimidad, entre otros.
Así, entre esos derechos que deben ser protegidos de la intromisión del Estado
se encontraría el secreto empresarial, industrial o comercial, que no es un dere-
cho a la intimidad, sino que es un derecho subjetivo diferente, que a su vez,
no es absoluto, sino que por el contrario posee límites.
Por ello, en caso de que dicho secreto comercial o industrial fuesen revela-
do al público en general sin ningún tipo de reserva, se podría causar un daño
en el mercado y se generaría una erosión de las expectativas de ganancias de
la empresa afectada.
Así, nos encontramos con que en Venezuela si existe una regulación, aunque
no muy prolija, ni muy amplia sobre el tema, pero que se puede conseguir en las
leyes dictadas por el Poder Legislativo Nacional y en los Tratados internacio-
nales, quedando en manos del juez aplicar la analogía en aquellas situaciones
de hecho en las que el supuesto no se encuentre regulado o previsto.
Dicha normativa establece que los secretos industriales pagan impuestos por
las ganancias y regalías que generan, que se debe mantener la reserva de la
información de este tipo que se maneje por parte de los órganos del Estado (ya
sea porque la requiera o la posea), la protección de las comunicaciones y su
312 SACHA FERNÁNDEZ
Por todo esto, en aquellos casos en los que se pretende utilizar como prueba
a un secreto comercial o industrial, se pueden promover y evacuar bajo cual-
quiera de las modalidades que establece el CPC, ya sean las pruebas de tarifa
legal o las pruebas libres. Igualmente, no serían procedentes, admisibles o
apreciables las pruebas ilícitas, impertinentes, inidóneas, inadecuadas, inac-
cesibles, extemporáneas o superfluas, pero se debe permitir siempre a las
partes poder alegar la pertinencia o procedencia de las mismas.
Zhaydee A. PORTOCARRERO*
*
Universidad Central de Venezuela, Abogado. Especialista en Derecho Administrativo.
Curso de ampliación en Derecho Penal y de ampliación en Derecho Constitucional, Administra-
tivo y Procesal. Universidad Carlos III, Reino de España, Curso de Justicia Constitucional.
Tribunal Supremo de Justicia, Sala Constitucional, Abogado Asistente de Magistrado, desde
2001 y en la Sala Electoral (2000). Federación Colegios de Abogados, Condecoración Dr.
Armiño Borjas en Primera Clase. Autora y coautora de varias publicaciones.
314 ZHAYDEE A. PORTOCARRERO
En tal sentido, comparto la opinión sostenida por los autores1 de la obra Cons-
titución, principios y garantías penales, respecto a que en la actualidad la
legalidad penal no puede ser vista únicamente como la necesaria prescripción
previa de los tipos penales mediante un procedimiento formal pautado en la
Constitución para la elaboración de las leyes, sino que, en virtud de las garan-
tías penales, procesales y penitenciarias que de ellas se derivan, además de
manifestarse en otros principios como el de irretroactividad, orientada princi-
palmente hacia la tipicidad, se le ha dado una nueva formulación al principio:
nullum crimem, nulla poena, nulla mensura sine lege praevia, scripta, stricta
et certa (expositor Fernández Carraquilla). Así en definitiva de la legalidad se
deriva la prohibición de las penas sin ley, sin previa ley, escrita y estricta.
Artículo 2.- Nadie podrá ser juzgado ni castigado por una acción u
omisión que no estuviere tipificada expresamente por la ley previa,
escrita, cierta, y estricta como delito o falta ni con penas o medidas de
seguridad que con anterioridad no estuvieran establecidas en la ley.
1
Elsie Rosales, Carmelo Borrego y Carlos Simón Bello
316 ZHAYDEE A. PORTOCARRERO
La disposición refiere que la “ley penal” tiene efecto retroactivo, pero no dis-
crimina si se trata de la sustantiva o de adjetiva, no obstante se debe suponer
que es la sustantiva, en atención a que las normas procesales entran en vigen-
cia de manera inmediata a su publicación en Gaceta Oficial.
Con respecto al presente artículo considero que tal como está redactado
puede llegarse a una interpretación errónea de su contenido, ya que podría
entenderse que la ley penal pudiera ser reformada, bien de manera parcial o
total, a través de otro instrumento que no sea la ley en sentido estricto, como
pudiera ser un Decreto Presidencial, y sólo entonces cuando se derogue lo
será por otra ley.
Artículo 9.- Ley penal en blanco. El tipo de dicha ley puede ser
incompleto o abierto total o parcialmente y para ser completado po-
drá remitirse a disposiciones administrativas o a otras leyes. Todas
éstas deberán ser anteriores a la comisión del hecho susceptible de
que se le apliquen y haber sido, en su caso, debidamente aprobadas
por el Poder Ejecutivo en Consejo de Ministros y publicadas en la
Gaceta Oficial.
En primer lugar, estimo que la norma debe ser suficientemente clara, que su
contenido no debe valerse de título alguno para complementarse. Si se le colo-
ca un título específico a una norma, es sólo a manera de facilitar su ubicación
dentro del texto normativo, pero ello no es obligatorio para que sea el cuerpo
normativo. En tal sentido, al examinar el anterior texto, se puede evidenciar que
al suprimir, el título que la califica, la norma no se basta a sí misma, pues al
comenzar su redacción con “el tipo de dicha ley....” , cabría preguntarse: ¿a
cuál ley se está refiriendo?
Asimismo, se debe destacar que cuando la norma establece que “el tipo de
dicha ley...” se está refiriendo a la norma que contiene la descripción de la
conducta que se considera penalmente relevante, no así a las penas, lo cual es
un aspecto importante y positivo de norma, ya que no puede una norma legal
complementar su contenido con otra de carácter administrativo o legal para
aplicar una pena a la conducta en ella descrita.
Artículo 9.- Para que una norma sea considera ley penal en blanco,
su tipo será incompleto o abierto total o parcialmente y para ser
completado podrá remitirse a disposiciones administrativas o a otras
leyes. Todas éstas deberán ser anteriores a la comisión del hecho
susceptible de que se le apliquen y haber sido, en su caso, debida-
mente aprobadas por el Poder Ejecutivo en Consejo de Ministros y
publicadas en la Gaceta Oficial.
COMENTARIOS A ALGUNOS ARTÍCULOS DEL ANTEPROYECTO... 319
Artículo 45.- Antijuridicidad. Para que una conducta típica sea pu-
nible, se requiere que lesione o ponga en peligro, sin justa causa, el
bien jurídicamente tutelado por la ley penal.
En el caso del artículo 28, esa lesión o puesta en peligro del bien no se verifica.
El delito imposible responde ya a una noción de peligrosidad del agente, ya no
del bien jurídico que pretende tutelar la norma, pues supone la práctica de la
conducta destinada a ejecutar el delito, pero sin emplear los medios idóneos o
porque se verifique la inexistencia del objeto material del delito, es decir, que se
COMENTARIOS A ALGUNOS ARTÍCULOS DEL ANTEPROYECTO... 321
crea matar a alguien, y éste ya estaba muerto. Estas dos posibilidades, como
podemos ver, han sido reconocidas en el parágrafo segundo del artículo 28.
Por otra parte, hay autores que sostienen una posición intermedia, como Carra-
ra y Majno, en la que se debe distinguir entre aquellos casos en los cuales el
sujeto pasivo o el objeto no se había encontrado nunca en el lugar a donde se
dirigía la acción del sujeto, supuesto en el que se daría el delito imposible, y
aquellos casos en los que el sujeto o el objeto no se encontraba allí accidental
u ocasionalmente, supuesto en el que se haría posible la configuración de la
tentativa, que debería ser castigada.
322 ZHAYDEE A. PORTOCARRERO
Tribunales constitucionales
SUMARIO:
*
Universidad Central de Venezuela, Abogado. Universidad Santa María, Especialista en
Derecho Penal, Megíster en Derecho Penal, Doctor en Derecho, Mención Ciencias Penales.
Profesor Asistente (1986-2000). Tribunal Supremo de Justicia, Sala Electoral, Magistrado
Suplente (desde 2000). Ha asistido a varias reuniones y congresos internacionales y es autor de
varias publicaciones.
324 ARÍSTIDES RENGIFO CAMACARO
De allí que sean los Magistrados de la Sala Constitucional del Tribunal Supre-
mo de Justicia, los encargados de materializar la operatividad y eficacia, a un
determinado lugar, cuando la jurisprudencia respectiva, mientras la Asamblea
Legislativa, como órgano legislativo, será el encargado de crear una Ley Orgá-
nica de la Jurisdicción Constitucional.
TÍTULO PRIMERO
DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
SUMARIO:
Introducción
1 . Regulación de la inversión extranjera en Indonesia: 1.1 La Ley de In-
versión Extranjera de 1967. 1.2 El Decreto Nº 31 de 1995 modificado
por el Decreto Presidencial Nº 96 de 2000 y nuevamente modificado
por Decreto Presidencial Nº 118 de 2000. 1.3 El Decreto Presidencial
Nº 20 de 1973. 1.4 El Decreto Nº 38 de 1999. 1.5 Otras regulaciones
que afectan la inversión extranjera en Indonesia.
2 . Algunas consideraciones prácticas.
Conclusiones
INTRODUCCIÓN
Los últimos reportes del Banco Mundial indican que la inversión extranjera
directa en Indonesia está en constante decrecimiento, y esto representa un
*
Universidad Central de Venezuela, Abogado Magna Cum Laude. University of Michigan,
LL.M. Schlumberger Oilfield Services, Asesora Legal para Indonesia, Australia y Papua
Nueva Guinea.
330 SAMANTHA SÁNCHEZ MIRALLES
1
Downtrend in foreign direct investment, Editorial II in Business News 7056-7-5-2004, Jakarta May 6
2004, p. 3.
2
Otros factores que afectan la inversión extranjera en Indonesia, tales como la corrupción, la
situación de seguridad después de las bombas de Bali en el 2002 y del Hotel Marriott en Yakarta
en el 2003, los movimientos separatistas de Aceh y Papua, son suscintamente tratados en la
sección 2 de esta reseña “Consideraciones Prácticas”.
3
Lexindo Consulting e-news www.lexindoconsulting.com
4
Ver en general The New Investor´s Handbook for Indonesia, Lexindo Consulting, LCP
Press, 2004.
BREVE RESEÑA DE LA REGULACIÓN DE LA INVERSIÓN... 331
por ciento (4.8%) a uno punto ocho por ciento (1.8%) y la deuda del país
también se ha reducido al menos en un tercio.5
1. R E GU L A C I Ó N D E L A I N V E R S I Ó N E X T R A N J E R A E N
INDONESIA
5
Datos tomados de Some practicalities of starting and managing PMA companies. Eugene V. Flynn, en
The New Investor’s… Op. Cit. p. 21 y de Country Overview, Southeast Asia Upstream Services, Wood
Mackenzie, August 2002.
6
Ley Nº 1 de 1967, Gaceta del Estado Suplementaria Nº 2818.
7
Ley Nº 11 de 1970, Gaceta del Estado Suplementaria Nº 2943.
8
Ver en general The Commercial laws of Indonesia. Sudargo Gautama, PT Citra Aditya Bakti,
1998. pp. 85 y ss.
9
Traducción libre del Artículo 2 de la LIE
10
Ídem.
332 SAMANTHA SÁNCHEZ MIRALLES
1.2.3 Sectores abiertos a la inversión extranjera, pero que requieren una “em-
presa conjunta” con capital local (“joint venture”), por ejemplo, servicios de
transporte público en forma de taxis o autobuses, servicios de transmisión de
radio, televisión o cine.
1.2.4 Sectores donde la inversión extranjera está permitida, pero bajo cier-
tas condiciones, como algunos tipos de producción lechera.
11
Keputusan Presidn Republik Indonesia Nomor 118 Tahun 2000 tanggal 16 Agustus 2000 tentang
Perubahan Atas Keputusan Presiden Nomor 96 Tahun 2000 tentang Bidang Usaha yang Tertutup dan
Bidang Usaha yang Terbuka dengan Persyaratan Tertentu Bagi Penanaman Modal, en Keputusan Menteri
Negara Investasi/Kepala Badan Koordinasi Penanaman Modal Tentang Pedoman dan Tatacara
prmohonan penanaman modal yang didirikan dalam rangka penanaman modal dalm negeri dan
penanaman modal asing, BP Cipta Java, Jakarta 1999.
BREVE RESEÑA DE LA REGULACIÓN DE LA INVERSIÓN... 333
12
Lista contenida en el Decreto Presidencial Nº 127 de 2001.
13
Ídem.
14
Ver en general The Commercial laws of Indonesia. Op. Cit., pp. 90 y ss.
15
Ver supra Nº 1.2
334 SAMANTHA SÁNCHEZ MIRALLES
El inversionista extranjero puede ser una compañía o una persona natural (sin
embargo, esta reseña se enfoca en las compañías y no en las personas naturales).
Con algunas excepciones, los extranjeros pueden ser cien por ciento (100%)
propietarios de una PMA, pero la línea o área del negocio de la PMA debe estar
abierta a la inversión extranjera (ver los sectores abiertos en Nº 1.2 de esta
misma sección, supra).
16
Ver en general Some practicalities of starting and managing PMA companies, Eugene V. Flynn, en
The New Investor’s… Op. Cit.
17
Ver en este sentido la regulación en material de autonomía regional en Breve reseña de la nueva
regulación petrolera en Indonesia. Samantha Sánchez Miralles, en Revista de Derecho Nº 10 del
Tribunal Supremo de Justicia, Caracas, Venezuela, 2004.
18
Lexindo Consulting E-News, May-June 2004 www.lexindoconsulting.com
BREVE RESEÑA DE LA REGULACIÓN DE LA INVERSIÓN... 335
Las acciones, como en toda PT, deben tener un valor en moneda local (rupias
indonesias), pero las PMA pueden además fijar el valor de sus acciones en
dólares de los Estados Unidos de América a una tasa de cambio fijada por la
BKPM en la SP-PMA.19 El capital mínimo autorizado es de veinte millones de
rupias indonesias (Rp. 20.000.000.00),20 pero las PMA deben además capitali-
zarse de acuerdo a los términos específicos contenidos en la SP-PMA. En la
fecha de incorporación, al menos el veinticinco por ciento (25%) del capital
autorizado debe ser emitido y cincuenta por ciento (50%) del capital emitido
debe haber sido pagado.
No hay limitaciones legales en cuanto a las clases de acción, es decir, que las
acciones pueden ser comunes o preferidas, con o sin derecho a voto, etc. Las
contribuciones al capital en especie también son permitidas, pero están sujetas
a valuación independiente.
19
Ver infra sección 1.4.3 de esta reseña.
20
El cambio oficial de rupias indonesias/dólares de los Estados Unidos de América a la fecha de
esta reseña es aproximadamente 9.000 rupias por dólar.
21
La estructura organizativa de las PTs en el derecho indonesio está formada por tres grupos o
niveles: i) Los accionistas, en el nivel más alto, cuya función es determinar la política general de
la compañía; ii) Los directores, quienes ejecutan la política definida por los accionistas y iii) Los
comisionados, quienes tienen la función de supervisar las acciones de los directores en nombre de
los accionistas. Ver en general Indonesian Business Law, Sudarmo Gautama, PT Citra Aditya
Bakti, Bandung 1995.
336 SAMANTHA SÁNCHEZ MIRALLES
22
Para mayor abundamiento sobre los requisitos post-aprobatorios ver Some practicalities… Op. Cit.,
pp. 25 y ss.
BREVE RESEÑA DE LA REGULACIÓN DE LA INVERSIÓN... 337
1.5 O T R A S R E G U L A C I O N E S Q U E A F E C TA N L A I N V E R S I Ó N
EXTRANJERA EN INDONESIA
23
Udang Udang 22/1999.
24
Udang Udang 25/1999.
25
Ver en general Breve reseña… Op. Cit., pp. 346 y ss.
26
Ver en general The proposed revision of regional autonomy law en Business News 7048-7049/
21-4-2004. p. 7.
338 SAMANTHA SÁNCHEZ MIRALLES
27
La razón de una regulación civil, en lugar de comercial, es más histórica que otra cosa, y se debe
fundamentalmente al legado de la colonización holandesa, ver en general Indonesian Business
law, Op. Cit., pp. 547 y ss.
28
Dos casos recientes en Indonesia han inflamado aún más las críticas: el de PT Asuransi Jiwa
Manulife Indonesia y más recientemente el de otra aseguradora PT Prudential Life Insurance.
Ver en general las reseñas en The Jakarat Post en www.thejakartapost.com
29
Ver para una reseña general Insolvency and restructuring from a creditor´s perspective, Rosna
Chung en Legal review by Hutabarat, Halim & Rekan, Jakarta, Octubre 2003.
30
Some practicalities… Op. Cit., pp. 38 y ss.
BREVE RESEÑA DE LA REGULACIÓN DE LA INVERSIÓN... 339
En marzo de 2003, se dictó una nueva Ley del Trabajo en Indonesia, luego de
largas disputas entre sindicatos y empleadores. La ley contiene normas con-
troversiales y está claramente dirigida a la protección de los trabajadores, pero
en líneas generales se considera que refleja un compromiso aceptable entre
ambas partes.33
31
Ver en general Current practice and enforcement of competition law in Indonesia. Pheo Hutabarat y
Arief Nursatrio, en The Asia Pacific Antitrust Review. Singapur, 2004, pp. 24 y ss.
32
En la Exposición de Motivos de la propia ley se reconoce expresamente que Indonesia ha sido
regida por políticas gubernamentales ineficientes, y que en realidad el desarrollo de la empresa
privada se ha producido en condiciones de injusta competencia.
33
Ver en general Some practicalities… Op. Cit., pp. 56 y ss.
340 SAMANTHA SÁNCHEZ MIRALLES
virtud del cual, de ahora en adelante, todos los empleados extranjeros deben
ser inscritos en el seguro social indonesio administrado por el Estado, es de-
cir, JAMSOSTEK.34
Para mitigar estos riesgos, es altamente recomendable tomar una actitud pro-
activa y tratar de conocer en detalle las regulaciones aplicables al tipo de inver-
sión que se pretenda efectuar, pero no sólo en teoría sino también en su
aplicación práctica. También es altamente recomendable hacer un plan de pre-
vención de riesgos, lo más detallado posible y apoyarse en recursos locales
para asesorías específicas.
34
www.lexindoconsulting.com E-news Mayo-Junio.
35
Indonesia es considerado uno de los países más corruptos del mundo, ver por ejemplo la
clasificación de Transparencia Internacional en www.transparency.org
36
Ver en general Van Zorge Report on Indonesia por Van Zorge Hefferman & Associates,
Jakarta 2003.
37
La regulación en materia impositiva con respecto a la inversión extranjera no está cubierta en
esta reseña, en esta materia ver en general An overview of Indonesian taxation. A Prijohandojo
en The New Investor’s... Op. Cit., pp. 123 y ss.
BREVE RESEÑA DE LA REGULACIÓN DE LA INVERSIÓN... 341
CONCLUSIONES
5.- La estrategia hacia el futuro debe ser entonces, por parte del Estado, el man-
tenimiento de la estabilidad política y una consistente aplicación de la regulación
vigente; y por parte de los inversionistas mantenerse constantemente informa-
dos de los cambios en la regulación sobre inversión y su aplicación, y tomar las
medidas apropiadas para mitigar los riesgos inherentes a su inversión.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 343
SUMARIO:
Generalidades
1 . Ley de arbitraje comercial: 1.1 Ámbito de aplicación. 1.2 Controver-
sias objeto de arbitraje comercial. 1.3 Clases de arbitraje.
*
Avance del Proyecto de Investigación “Marco Jurídico aplicable a la constitución, funciona-
miento y control de un Centro de Arbitraje y Mediación en Venezuela”. Financiado por el
CONDES.
Las abreviaturas utilizadas en la investigación son las siguientes: LAC: Ley de Arbitraje Comer-
cial; CPC: Código de Procedimiento Civil; CNUDMI: Comisión de la Naciones Unidas para el
Derecho Mercantil Internacional; ONU: Organización de las Naciones Unidas.
**
La Universidad del Zulia, Abogada Doctora en Derecho. Magíster en Derecho Procesal
Civil. Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, Docente e Investigadora. Centro de Investiga-
ciones de Derecho Privado, Sección Derecho Mercantil, Jefe. Programa de promoción al
Investigador (PPI), nivel 1, Miembro. E- mail: yuranni_villasmil@hotmail.com.
***
La Universidad del Zulia, Abogada Doctora en Derecho. Universidad Cecilio Acosta,
Diplomada en Derechos Humanos, Garantías Constitucionales y Procedimientos Internaciona-
les. La Universidad del Zulia, Docente e Investigadora adscrita al Departamento de Derecho
Internacional.de la Escuela de Derecho de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Programa
de Promoción al Investigador (PPI) del, nivel 1, Miembro. E-mail: laryshernandez yahoo.com
344 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
GENERALIDADES
1
Erichsen Cardona, L.: 1992. 274-275.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 345
Varios países de América Latina han dictado leyes internas con fundamento a
la Ley Modelo de Arbitraje Comercial Internacional, entre los que destacan
México, Perú, Colombia y recientemente Venezuela.
De lo anterior se colige que, son mayores las razones para afirmar que el ámbito
de aplicación de la ley es el arbitraje relativo a conflictos de naturaleza mercan-
til, no obstante, es necesario precisar, qué representa un conflicto de naturale-
za comercial de conformidad con la legislación patria.
Por otra parte, ante una controversia que no sea de carácter mercantil, siempre y
cuando esté referida a materias que puedan dirimirse mediante el procedimiento
arbitral, las partes involucradas podrán al suscribir el compromiso de conformidad
con lo pautado en el CPC; convenir expresamente en someterse al procedimiento
establecido en la LAC, ello de conformidad con el artículo 608 del CPC.
Ahora bien, la última parte del artículo objeto de este comentario deja a salvo lo
establecido en cualquier tratado unilateral o multilateral vigente, en tal sentido,
entre los tratados internacionales suscritos por nuestro país que podrían coli-
dir con la LAC, encontramos:
Las controversias mercantiles pueden ser resueltas a través del arbitraje co-
mercial, tal afirmación de carácter general tiene sus excepciones, pues existen
limitaciones por la materia que ponen freno a la libertad concedida a las partes
de disponer de sus derechos; en este sentido, el artículo 3 de la LAC, señala las
materias que pueden someterse a arbitraje, y aquellas que están exceptuadas,
en los siguientes términos:
Tampoco es posible dirimir a través del arbitraje, las disputas relativas a bienes
o derechos de incapaces (menores, inhabilitados, entredichos), puesto que al
carecer estas personas de capacidad negocial, no pueden por sí mismo suscri-
bir un acuerdo arbitral, sino que deben estar representados o asistidos por
otras personas, requiriéndose en algunos casos autorización del juez compe-
tente para poder comprometer en árbitros cualquier controversia atinente a los
derechos o bienes de los sujetos a quienes representan.
2
Henríquez La Roche, Ricardo. El Arbitraje Comercial en Venezuela. Caracas, 2000. pp.
130-131.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 351
Por otra parte, su Capítulo III contempla la normativa que regula el arbitraje
independiente o arbitraje ad hoc, que será aplicable, en defecto de previsión
expresa de las partes, es decir, sus disposiciones regirán ante el caso de que se
haya acordado esta clase de arbitraje sin ser establecidas reglas con base a las
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 353
De modo que, ante la amplitud del ámbito de aplicación del contenido normati-
vo referente al arbitraje independiente, resulta de cardinal importancia ocupar-
nos de realizar un detallado análisis de su reglamentación.
Sin duda alguna, tal y como lo señala el apotegma jurídico, el arbitraje vale lo
que valen los árbitros; ciertamente el éxito o el fracaso de este sistema alterna-
tivo de administración de justicia se debe en gran medida a los sujetos sobre
quienes recae la inmensa responsabilidad de resolver la disputa entre las par-
tes, para los encargados de dirigir el proceso, en el que debe imperar la impar-
cialidad, la confidencialidad, diligencia; lo cual va a reflejarse en el laudo, que
debe ser dictado dentro del menor lapso posible y en el que resulte demostrado
el conocimiento especializado en la materia que se trate.
2.1.1 Clases
Ahora bien, las partes son las que determinan el carácter de los árbitros, y en
el caso de que éstas no lo hayan indicado, se entenderá que los árbitros
decidirán como árbitros de derecho, tal y como expresamente establece el
precitado artículo 8.
Es preciso destacar que, tal y como lo dispone la norma objeto de análisis, los
árbitros tendrán siempre en cuenta las cláusulas del contrato, así como los
usos y costumbres mercantiles, lo cual representa una norma reguladora de su
actuación, por cuanto éstos deberán observar las estipulaciones contractua-
les, y además, dada la naturaleza comercial de la controversia que se somete a
su consideración, ante la existencia de un uso o una costumbre mercantil apli-
cable, igualmente debe ser atendida; ello pone una vez más de manifiesto el
ámbito de aplicación de la ley, como lo es las disputas de carácter comercial,
puesto que es dentro del derecho mercantil, en el que la costumbre y los usos,
ocupan un papel fundamental como fuente directa de producción de normas,
debido a razones históricas y de especialidad, de allí que se reconozca dentro
del propio Código de Comercio venezolano, específicamente en su artículo 9, la
labor integradora de la ley consuetudinaria y los usos mercantiles.
2.1.2 Número
3
Hung Vaillant, Francisco. Reflexiones sobre Arbitraje en el sistema venezolana. Editorial Jurídi-
ca de Venezuela, Caracas, 2001. pp. 176-179.
356 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
dispone con carácter supletorio, que los árbitros serán tres; en consecuen-
cia, el tribunal arbitral podrá estar integrado por 1, 3, 5 o más, pero nunca en
número par.
Se observa que, las partes en conflicto son las que deben acordar el número de
árbitros, pudiendo incluso nombrar un árbitro único, lo cual genera una ventaja
patrimonial, pues hace menos oneroso los costos del arbitraje; sin embargo,
pueden igualmente designar más de un árbitro, en cuyo caso a fin de evitar la
existencia de empates, debe escogerse un número impar; y ante la ausencia de
una disposición expresa al respecto, es la propia ley la que determina cuántos
serán los encargados de dictar el laudo, estableciendo que serán tres.
Por otra parte, el CPC en su artículo 608, en lo que se refiere a este tópico, sólo
dispone que pueden ser uno o más en número impar, lo cual se corresponde
con la orientación contenida en la LAC, sólo se diferencian en que en este
último cuerpo normativo se dispone la existencia de tres árbitros en el caso de
que las partes no indiquen nada al respecto.
2.1.3 Nombramiento
4
Chillón Medina, J. y Merino Merchán, J. Tratado de Arbitraje Privado Interno e Internacional.
Editorial Civitas, S.A., Madrid, 1991. p. 288.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 357
Por otra parte, Sarmiento Sosa señala otra ambigüedad del dispositivo legal bajo
análisis, puesto que no se dispone el procedimiento a seguir para designar al
árbitro, lo cual podría dar paso a eventuales alegaciones de violación del derecho
5
Sarmiento Sosa, Carlos. Ley de Arbitraje Comercial. Livrosca, Caracas, 1999. pp. 37-38.
6
Gabaldón, Frank. Análisis a la Ley de Arbitraje Comercial. Livrosca, Caracas, 1999. p. 36.
7
Hung Vaillant, Francisco. Ob. Cit. p. 179.
358 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
a la defensa; y ante tal omisión del legislador, el citado autor considera que debe
ser aplicado el artículo 10 del CPC; en consecuencia, el nombramiento debe ser
efectuado dentro de los tres (3) días de despacho siguientes a contar desde la
solicitud, devolviendo las actuaciones al tribunal arbitral dentro de tres (3) días de
despacho siguientes; y en el caso de presentarse alguna controversia, podría
aplicarse ante la ausencia de procedimiento especial, el artículo 607 ejusdem.8
8
Sarmiento Sosa, Carlos. Ob. Cit. pp. 37-38.
9
Baumeister Toledo, A. En: Seminario sobre la Ley de Arbitraje Comercial. Academia de Ciencias
Políticas y Sociales, Caracas, 1999. p. 59.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 359
Por otra parte, ante un nombramiento delegado, es decir, cuando las partes
escogen un tercero a fin de que éste realice la designación, bien pueden las
partes en el mismo acto en que se le encomienda tal labor, señalarle los pará-
metros de la notificación, lo que igualmente debe hacerse constar por escri-
to; o bien en todo caso, si no se ha establecido ninguna previsión en tal sentido,
el tercero deberá cumplir con la notificación del modo que considere más
conveniente y fehaciente, pues podría sostenerse que dentro del encargo que
se le encomendó se encuentra inmerso el deber de notificar, lo cual deberá
realizar de la forma más idónea.
Cuando se trata del nombramiento del árbitro presidente, el cual debe ser
electo de común acuerdo por los dos árbitros previamente designados por
cada una de las partes, a falta de previsión en tal sentido, corresponderá a los
árbitros que realizan la elección, señalar la forma de llevarse a efecto, así
como proveer lo necesario para ejecutarla.
Por último, en los casos de nombramiento por parte del Juez, será el órgano
judicial quien ordenará su realización, fijando expresamente la forma de reali-
zarla, pudiendo acoger a tal fin el artículo 233 del CPC.
Por otra parte, Hung Vaillant afirma que en la notificación debe expresarse una
información lacónica acerca de las partes, y de ser posible del objeto de la
controversia; ello a fin de que los designados puedan determinar si están in-
cursos en alguna causal de inhibición o recusación; y en caso positivo recha-
ce el cargo, posición que se comparte.10
2.1.5 Aceptación
Una vez nombrados los árbitros se hace necesario la aceptación del cargo
por parte de aquellos que resultaron electos, tal manifestación de conformi-
dad al artículo 18 de la LAC deberá hacerse en forma escrita, y se encuentra
sometida a un plazo, por cuanto la aceptación o el rechazo de la misma debe
llevarse a efecto dentro de los diez (10) días hábiles siguientes a la notifica-
ción de su nombramiento; consagrándose igualmente en esta materia el prin-
10
Hung Vaillant, Francisco. Ob. Cit. p. 182.
360 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
2.1.6 Reemplazo
Lo deseable es que el árbitro o los árbitros designados sean los que dicten el
laudo definitiv; sin embargo, en algunos supuestos se hace necesario el reem-
plazo o sustitución de alguno de los árbitros nombrados, ello puede obedecer
a cualquiera de las causales que se encuentran establecidas en el artículo 18 de
la LAC, en concordancia con el artículo 41, como lo son: a) Falta de aceptación
(expresa o tácita); b) Renuncia; c) Muerte, d) Inhabilitación, e) Inhibición y
Recusación; f) Inasistencias injustificadas a dos audiencias del procedimiento
arbitral; g) Inasistencias a cuatro audiencias, aun cuando fueran justificadas.
Es preciso apuntar que, del articulado legal se desprende que los árbitros en el
ejercicio de sus funciones se encuentran amparados de inamovilidad, la que
sólo puede ser quebrantada ante los supuestos previstos en la ley anterior-
mente referenciados, sin que en ningún caso pueda verificarse una revocación
unilateral del cargo, pues una vez aceptado el nombramiento, cada árbitro con-
servará su investidura hasta la finalización del proceso arbitral, estando veda-
do a la parte que lo designa realizar una revocatoria unilateral; empero, surge
la duda sí las partes por decisión unánime podrían revocar al árbitro o los
árbitros electos, cuestión que se considera ser admisible en virtud de la pre-
ponderancia que en materia arbitral posee el acuerdo de voluntad de las par-
tes; sin embargo, la ley no lo prevé.
Por otra parte, ante una de las causales que hacen necesario el reemplazo de
algún árbitro, el procedimiento arbitral necesariamente sufre una paralización
hasta tanto se materialice el reemplazo; en este sentido, el artículo 40 de la LAC
dispone en forma expresa la suspensión del procedimiento arbitral hasta tanto
se provea al reemplazo del árbitro, en caso de muerte, inhabilidad o inhibición
de alguno de los árbitros, tiempo que se descontará del término señalado para
pronunciar el laudo, tal efecto debe hacerse extensivo a cualquier otra causa
ante la que se requiera la sustitución de alguno de los integrantes del tribunal,
tales como renuncia, recusación, separación de cargo, o bien ante las inasis-
tencias justificadas o injustificadas que acarrean su desincorporación.
2.1.7 Obligaciones
Por otra parte, el artículo 42 del precitado texto legal, impone a los árbitros,
salvo disposición contraria de las partes, la obligación de guardar la confiden-
cialidad, secreto o reserva de las actuaciones de las partes, de las evidencias y
de todo contenido relacionado con el proceso arbitral; lo cual representa una
de las ventajas que ofrece el arbitraje con relación al proceso judicial ante los
órganos del Estado, en el que impera el principio de publicidad de los actos y
actas procesales; lo que en algunos casos no es recomendable, verbigracia, en
materia de propiedad intelectual, secretos industriales, etc.
De forma genérica el artículo 35 ejusdem establece que: “Los árbitros son recu-
sables y podrán inhibirse de conformidad con lo establecido al efecto en las
causales de recusación e inhibición en el CPC”; en consecuencia, tendrán apli-
cación los artículos 82 y 83 del citado cuerpo jurídico.
ción especial con relación a las partes o bien con relación al objeto en liti-
gio, que compromete su neutralidad, representa un deber el apartarse de esa
causa, y no debe esperar ser recusado, sino tomar la delantera, y como mues-
tra de un respeto personal, inhibirse del conocimiento de dicha controversia.
Por otra parte, señala la norma precitada que los árbitros nombrados por el juez
competente o por un tercero serán recusables dentro de los cinco (5) días
hábiles siguientes a la fecha en que se notifique la instalación del tribunal
arbitral, ello de conformidad con el artículo 19 de la ley, también pueden ser
recusados por causas desconocidas en el momento de la instalación del tribu-
nal arbitral, en cuyo caso las partes deberán manifestarlo dentro de los cinco
(5) días hábiles siguientes a aquel en que tuvo conocimiento de la causal, tal y
como lo dispone el artículo 36 ejusdem.
Ahora bien, del análisis del dispositivo legal objeto de este comentario, se
observa un vacío en torno a la oportunidad para recusar el árbitro o los árbitros
designados por cada una de las partes, puesto que la norma alude a los nom-
brados por acuerdo de las partes, es decir, cuando ambas partes y de mutuo
acuerdo lo eligen; igualmente contempla la hipótesis de la escogencia por el
Juez Competente o el tercero a quien se le difirió tal potestad; de modo que,
no señala el legislador el momento en que deberá formularse la recusación
cuando el nombramiento lo realice cada parte en forma independiente de la
otra, al respecto se opina en aplicación a los términos de la norma que, la
parte que efectúa la designación sólo podrá recusar al árbitro por causales
ulteriores a su nombramiento, mientras que si se trata del árbitro elegido por
la parte contraria, deberá oponer la recusación dentro de los cinco (5) días
siguientes a la notificación de la instalación del tribunal arbitral, y en el su-
puesto de que se trate de causales desconocidas para el momento de instala-
ción del tribunal arbitral, deberá manifestarse dentro de los cinco (5) días
siguientes a la fecha en que se tuvo conocimiento de la misma.
364 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
Es de observar que, son los propios árbitros quienes deben resolver sobre las
recusaciones formuladas, de acuerdo con el artículo 27 de la LAC, disposición
que debemos concatenar con los artículos 36 y 37 ejusdem; en consecuencia,
una vez presentado el escrito de recusación, se notificará al árbitro recusado,
quien dispondrá de un plazo de cinco (5) días hábiles para manifestar la acep-
tación o rechazo de la causal alegada, y en caso de que éste rechace la recusa-
ción o no se pronuncie al respecto, los demás árbitros la aceptarán o negarán
mediante escrito motivado, y se notificará a las partes de la realización de
una audiencia a tal efecto (audiencia de decisión de la recusación) que se
llevará a cabo dentro de un lapso cinco (5) días hábiles siguientes al rechazo
de la recusación, en la que se decidirá sobre su procedencia.
En cuanto a tal previsión debe observarse que, bastará con recusar a todos los
árbitros para ponerle fin al arbitraje, y estar las partes en libertad de acudir a la
jurisdicción ordinaria o iniciar nuevamente el procedimiento, lo cual puede
convertirse en una estrategia maliciosa por parte de los litigantes, creando una
puerta de escape de la jurisdicción arbitral que atenta contra la eficacia de este
mecanismo alterno de resolución de conflictos.
Por su parte, Badell Madrid sostiene el criterio que, al ser recusados todos o la
mayoría de los árbitros deben remitirse las diligencias al Tribunal de Primera
Instancia competente para que decida sobre las recusaciones y, si son declara-
das con lugar, el tribunal arbitral cesará en sus funciones; y agrega que, si se
adopta una interpretación distinta, se dejaría a la voluntad de una sola de las
partes, disolver o no el tribunal arbitral.12
11
Gabaldón, Frank. Ob. Cit. p. 184.
12
Badell Madrid, R y Col. Comentarios a la Ley de Arbitraje Comercial. Badell & Grau Editores, Caracas,
1998. p. 57.
366 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
Con relación a esta posición, debe decirse que, la norma no parece permitir
realizar tal interpretación, por cuanto donde el legislador no distingue no le es
posible hacerlo al operador jurídico, aunque estamos conscientes de que tal
situación puede ser aprovechada a fin de dar por terminado el arbitraje, empe-
ro, parece más conveniente y ajustado al ordenamiento jurídico vigente, tomar
previsiones en tal sentido en el acuerdo arbitral.
Es necesario apuntar que el idioma acordado será aplicable a todos los escritos
de las partes, a todas las audiencias, al laudo y en fin, a toda decisión o comu-
nicación de otra índole que emita el tribunal arbitral; a menos que se haya
estipulado lo contrario.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 367
Por otra parte, en la Ley Española sobre Arbitraje se prohíbe de forma expresa
la elección de un idioma que ninguna de las partes conozca o que no sea oficial
en el lugar en que se desarrollará la actuación arbitral; mientras que en la Ley
Ecuatoriana establece que el idioma deberá ser el castellano.
Ante tal omisión se considera que las partes al suscribir el acuerdo de arbitraje
deben indicar la forma de realizar las notificaciones, en su defecto, se opina que,
al momento de instalar el tribunal arbitral, los miembros del mismo deberán seña-
lar cuál es el sujeto encargado de efectuarla; cuestión que se hará constar en
forma expresa, levantando al efecto un acta de instalación que debe estar suscri-
ta por los árbitros; de igual modo, en cuanto a la forma de practicarla puede ser
aplicada la normativa contenida en el CPC sobre las notificaciones; y en rela-
ción al plazo, la misma debe ser realizada en el menor tiempo posible, ello en
virtud del principio de celeridad procesal que impera dentro del arbitraje.
Ahora bien, si una de las partes consigna lo que le corresponde y la otra no,
aquella que hubiere consignado tiene la facultad de hacerlo por la otra dentro
de los quince (15) días hábiles siguientes al vencimiento del lapso de consig-
nación, ello a fin de evitar la cesación de las funciones del tribunal arbitral y por
ende la terminación del arbitraje. Nótese que se trata de una potestad y no de
una obligación; en consecuencia, no puede ser constreñido a ello.
Por otro lado, si no se realizare la consignación total dentro del plazo previsto
al efecto, el tribunal arbitral podrá declarar concluidas sus funciones, quedan-
do las partes en libertad de acudir a los jueces de la República o de reiniciar el
procedimiento arbitral
370 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
En otro orden de ideas, si bien en el arbitraje cada parte, al inicio debe con-
signar los honorarios y gastos de funcionamiento, igualmente debe cubrir
otros costos que durante el correspondiente procedimiento, verbigracia, los
honorarios profesionales de los abogados que los representen o los asistan,
gastos causados por la evacuación de alguna prueba, etc.; tales gastos son
considerados costas, las cuales deben ser fijadas en el laudo, estableciéndo-
se igualmente a quien corresponde cubrirlas y en cual proporción, ello de
conformidad con el precitado artículo 20.
Tal y como lo expresa Henríquez La Roche, una de las novedades más re-
saltantes consagradas en la LAC es el procedimiento por audiencias, con-
forme al que, las partes tramitan sus alegatos y pruebas en las oportunidades
(audiencias) que se encuentran establecidas en el propio cuerpo normativo,
o aquellas que son fijadas por los árbitros; sin embargo, los lapsos no se
computan por audiencias, sino por días continuos, por cuanto el tribunal no
concede audiencia diariamente, sino sólo cuando la ley lo exige o cuando
por necesidades del procedimiento sea requerido; en consecuencia, no rige
el principio de que las partes están a derecho, puesto que, toda solicitud o
escrito debe ser comunicado. 13
En este orden de ideas, la LAC dentro del procedimiento que prevé establece
una primera audiencia de trámite, la cual representa desde el punto de vista
procedimental la instalación del proceso, para lo que se requiere de conformi-
dad con el artículo 23 ejusdem, citación previa de las partes con un lapso de
antelación de diez (10) días hábiles, indicándose expresamente fecha, ello invo-
lucra, día, mes y año; así como la hora y lugar en que se celebrará. Agrega
además, que: “La providencia será notificada por comunicación escrita a las
partes o a sus apoderados”.
En este sentido debe primeramente dejarse claro que, tal y como lo sostiene
Rengel Romberg, la citación en un sentido amplio, puede ser concebida como
el llamamiento de una persona para asistir a un lugar con un determinado fin,
siendo equiparable a una convocatoria; no obstante, en un sentido restringido
y procesal, la citación es el llamamiento que se hace al demandado para que
comparezca a contestar la demanda dentro del plazo legalmente previsto.14
13
Henríquez La Roche, Ricardo. Ob. Cit. pp. 193-194.
14
Rengel Romberg, Arístides. Tratado de Derecho Procesal Civil Venezolano. Tomo I, Editorial Arte,
Caracas, 1992. p. 227.
372 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
Por otra parte, la falta o indebida notificación puede ser interpretada como
una violación al derecho constitucional a un debido proceso, establecido en
el artículo 49 de la Constitución vigente, el cual involucra el derecho a la
defensa, y que debe ser garantizado en todo el procedimiento arbitral, por lo
que debe cumplirse apropiadamente con la notificación, por cuanto repre-
senta una formalidad necesaria dentro de los trámites del mismo.
No obstante, si las partes tampoco han establecido reglas conforme a las que
se efectuarán las notificaciones en el proceso arbitral, éstas deben ser realiza-
das de tal forma que se salvaguarde el derecho a la defensa, en general confor-
me a lo que se concibe como un debido proceso, que a su vez involucra el
cumplimiento del principio finalista y, en consecuencia, que se verifique el
traslado de conocimiento de la celebración de la audiencia de que se trate,
dejando igualmente constancia de que se ha efectuado tal notificación; pu-
diendo ser aplicado el artículo 233 del CPC, a fin de colmar la laguna legal.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 373
Ahora bien, puede suceder que una de las partes que suscribió el acuerdo de
arbitraje se encuentre renuente de someterse a la jurisdicción arbitral, por lo
que no participa dentro del mismo, no asistiendo a la primera audiencia de
trámite y, en consecuencia, deja de exponer sus alegatos y de presentar las
pruebas; ante tal situación, emerge la incertidumbre sobre los efectos que apa-
reja tal inasistencia, deberá tenerse como confeso, o deberá entenderse que ha
contradicho los alegatos de la contraparte.
15
Baumeister Toledo, A. Ob. Cit. pp. 63-64.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 375
En este sentido, la Ley Ecuatoriana sobre Arbitraje recoge al igual que la Ley
Modelo el sistema de demanda y contestación, empero, se diferencia en que ante
la falta de comparecencia del demandado a contestar la demanda se entenderá
como una negativa pura y simple de los fundamentos de la demanda (artículo 11);
376 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
2.3.4 Pruebas
Como en todo proceso, no sólo bastan los alegatos, sino también deben ser
aportados los medios probatorios idóneos y pertinentes para demostrarlos,
con la finalidad de crear la convicción en los árbitros sobre la verdad o falsedad
de los hechos alegados, en tal sentido la LAC faculta a las partes para presen-
tar en la primera audiencia de trámite todos los documentos u otras pruebas, lo
cual representa una amplitud desde el punto de vista de la temporalidad proba-
toria, por cuanto, ad inicio las partes están en conocimiento de las pruebas
traídas al proceso por la contraria, y dependiendo el medio de prueba, se reque-
rirá de otras audiencias para su evacuación.
proveer en los términos del artículo 514 ejusdem; ante tal planteamiento se
opina que no hay razones para negarle facultades probatorias al árbitro, pues
en atención a la función que desarrolla, como lo es la resolución del conflicto,
debe sin duda alguna brindársele un conjunto de poderes, entre los que desta-
ca, concurrir con la demostración de la verdad procesal.
Por otra parte, dispone en forma expresa la norma en análisis que, no re-
presenta un impedimento para las partes a fin de oponer una excepción el
hecho de haber designado el árbitro o haber participado en su elección, lo
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 379
no hay un órgano facultado para dictar tales medidas; así mismo cuando han
concluido sus funciones, la potestad cautelar igualmente se extingue, care-
ciendo de respaldo legal cualquier providencia que haya sido dictada fuera de
tales límites temporales.
Ahora bien, el decreto de una medida cautelar debe ser necesariamente pre-
cedido de una solicitud de parte, puesto que no existe la posibilidad de dic-
tarlas de forma oficiosa, posición que se fundamenta en los principios
rectores existentes en materia cautelar, además de la redacción del artículo
28 de la LAC se infiere la existencia de un requerimiento de las providen-
cias cautelares, solicitud que a su vez debe ser dirigida al tribunal arbitral
constituido, instalación que debe haber sido notificada a las partes de con-
formidad con el artículo 19 de la LAC.
No se comparte la posición del autor, por cuanto no es cierto que las medi-
das preventivas típicas sean contrarias a la idea del arbitraje, y mucho menos
que la solicitud y el decreto de una providencia cautelar pueda poner fin a un
acuerdo arbitral, pues éste conserva su imperio y validez independientemen-
te de que las partes hayan roto sus relaciones amistosas; en consecuencia, se
considera, que al no distinguir el legislador en la LAC es posible que sea
decretado el embargo, la prohibición de enajenar y gravar o el secuestro, o
bien cualquier medida innominada, en un arbitraje comercial. Por otro lado,
en cuanto a la referencia a la prohibición de enajenar y gravar hecha por el
autor, no es verdad que tal medida preventiva implique la desposesión; pues
la misma únicamente afecta uno sólo de los atributos del derecho de propie-
dad, como lo es ius abutendi o derecho de disponer del bien.
16
Sarmiento Sosa, Carlos. Ob. Cit. p. 60.
382 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
Con relación al bien sobre el que puede recaer la medida cautelar, en el artícu-
lo 26 de la ley, se faculta a los árbitros para “dictar las medidas cautelares que
considere necesarias respecto del objeto en litigio, siendo menester entrar a
desentrañar el sentido y alcance que debe conferírsele a la referencia que se
hace sobre el “objeto en litigio” en la redacción de la norma bajo análisis, pues
al interpretarse en sentido estricto, sólo podrán adoptarse medidas cautelares
en el arbitraje comercial en acciones reales o personales sobre una cosa deter-
minada, en este sentido se pronuncia Alid Zoppi, siendo categórico al aseverar
que: “cuando el litigio no verse sobre alguna cosa u objeto preciso y determi-
nado, no pueden acordarse medidas”.17 Por el contrario, si le conferimos un
sentido amplio a tal expresión, sería posible dictar medidas cautelares en toda
clase de acciones, como aquellas que persiguen una prestación dineraria, pos-
tura defendida por otro sector de la doctrina patria, entre la que destacan reco-
nocidos juristas, tales como Ricardo Henríquez La Roche, Frank Gabaldón,
Francisco Hung Vaillant, Mariaolga Quintero.
Por otra parte, en lo que se refiere a la forma para solicitar las medidas cau-
telares, encontramos que pueden ser requeridas, bien sea por la vía de la cau-
salidad, o del caucionamiento. En el primer caso, de acuerdo al artículo 585,
serán exigidos una trilogía de requisitos de procedencia, como lo son: la
existencia de un proceso judicial (pendente litis), presunción grave del dere-
17
Alid Zoppi, Pedro. En: Aspectos relevantes de la nueva Ley de Arbitraje Comercial. Ediciones de la
Federación de Colegios de Abogados de Venezuela, Caracas, 1998, p. 108.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 383
18
Ibídem. p. 109.
19
Gabaldón, Frank. Ob. Cit. p. 110.
384 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
20
Henríquez La Roche, Ricardo. Ob. Cit. pp. 233-234.
21
Sarmiento Sosa, Carlos. Ob. Cit. p. 62.
22
Alid Zoppi, Pedro. Ob. Cit. p. 105.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 385
En este sentido, el artículo 27 del citado texto legal dispone: “El tribunal
arbitral realizará las audiencias que considere necesarias, con o sin partici-
pación de las partes, y decidirá si han de celebrarse audiencias para la pre-
sentación de pruebas o para alegatos orales, o si las actuaciones se
substanciarán sobre la base de documentos y demás pruebas presentadas”.
23
Chocrón Giráldez, Ana. Los Principios Procesales en el Arbitraje. J. M. Bosch Editor, Barcelona, 2000.
pp. 39-41.
388 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
Es menester acotar que, como toda prórroga la misma debe ser acordada antes
del vencimiento del lapso, puesto que la misma tiene como finalidad ampliar el
lapso, no conceder un nuevo plazo; además de conformidad con el ordinal 4 del
artículo 33 de la LAC, al transcurrir el lapso original, o alguna de las prórrogas
concedidas, el tribunal arbitral cesará en sus funciones, de lo que puede interpre-
tarse que, al producirse la causal, ope legis, de pleno derecho se extinguen los
poderes de los árbitros; de modo que, todo pronunciamiento que en lo sucesivo
realicen carece de eficacia, comprometiendo los árbitros su responsabilidad al no
cumplir con el cargo aceptado, estando las partes en libertad de acudir a la
jurisdicción ordinaria, o bien intentar un nuevo procedimiento arbitral; e in-
cluso podría aceptarse que las partes de mutuo acuerdo pacten la continuación
del arbitraje a pesar de la expiración del termino convencional o legal, en cuyo
caso se considera debe hablarse de reactivación y no de prórroga.
Por último, dispone el artículo 22 de la LAC que: “Al término antes señalado
se sumarán los días en que por causas legales se interrumpan o suspenda el
proceso. “ Lamentablemente la redacción es bastante confusa, debido a que se
deduce que, el legislador quiso expresar es que deberán ser descontados del
lapso de duración originario, o el de alguna de sus prórrogas aquellos días en
que se interrumpió o suspendió el proceso por causas legales, sostener lo con-
trario, es decir, que se adicionen tales días, conduciría a un absurdo; por otra
parte, si concatenamos la norma con el artículo 40 ejusdem, concluiríamos
que debe interpretarse la norma en tal sentido, norma conforme a la que: “El
tiempo necesario para completar el trámite de la recusación o inhibición, la
sustitución del árbitro inhibido o recusado o el reemplazo del inhabilitado o
fallecido, se descontarán del término señalado a los árbitros para que pronun-
cien el laudo”.
Por otra parte, entendemos por causas legales, a título enunciativo, los casos
previstos en el citado artículo 40 ejusdem, de acuerdo al que: “El proceso arbi-
tral se suspenderá desde el momento en que el árbitro declare su inhibición,
acepte la recusación o se inicie el trámite de cualquiera de ellas. La suspen-
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 389
sión durará hasta que sea resuelta la incidencia, sin que tal paralización afec-
te la validez de los actos ejecutados con anterioridad a la misma. Igualmente,
el proceso arbitral se suspenderá por inhabilidad o muerte de alguno de los
árbitros hasta que se provea sobre su reemplazo”.
24
Couture, Eduardo. Fundamentos de Derecho Procesal Civil. Editorial de Palma, 1976. pp. 278-287.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 391
La firma del laudo por parte del árbitro o los árbitros miembros del tribunal,
representa un requisito mediante el que se patentiza su participación en la
producción de la decisión, ésta debe ser estampada sobre el laudo en forma
autógrafa, no siendo aceptables medios mecánicos, pues ello es un acto esen-
cialmente personal de cada árbitro.
En cuanto a dejar constancia de los votos salvados en el cuerpo del laudo, ello es
necesario en el supuesto antes referido; empero, se cree que en todo caso en que
alguno de los árbitros salva el voto, es decir, disiente de la decisión adoptada por
la mayoría, es menester exponer las razones en el que fundamenta su discrepan-
cia, para lo que el árbitro disidente deberá consignar en escrito su voto salvado,
el que deberá extenderse al finalizar la parte dispositiva del laudo.
Por otra parte, por exigencia del artículo 30 de la ley, en el laudo debe atestarse
la fecha en el que el mismo fue dictado, en el que fue refrendado por el árbitro
o los árbitros, ello involucra, la indicación del día, mes y año, lo cual tiene
importancia a fin de poder determinar si la decisión se emitió dentro del lapso
convencional o legalmente fijado, o el de alguna de sus prórrogas, y así cons-
tatar su legalidad en el sentido de haberse dado cumplimiento a las reglas
procedimentales, cuya violación podría dar lugar a la interposición del Recurso
de Nulidad, de acuerdo con el literal “e” del artículo 44 de la LAC.
392 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
Formalmente se requiere que el laudo exprese los motivos que le sirven de funda-
mento, salvo que las partes hayan convenido lo contrario, de modo que, es la
voluntad de los sujetos que pactan el arbitraje la que puede descargar de tal obli-
gación al tribunal arbitral; en consecuencia, es completamente válido y legal que
en el convenio de arbitraje se acuerde que se dicte un laudo carente de motivación,
lo cual es una manifestación de la libertad que impera en esta materia, en cuyo caso
la sentencia arbitral estará integrada por parte la narrativa y la dispositiva.
En cuanto a los requisitos de forma del laudo exigidos en la LAC, se opina que
pueden ser aplicados a fin de complementar tal normativa, lo dispuesto en el
artículo 243 en el CPC en cuanto a la sentencia, no obstante, resulta claro que
legalmente la decisión arbitral sólo está sometida a los requisitos anteriormen-
te expuestos, y de ningún modo puede pretenderse aplicar el artículo 244 ejus-
dem, conforme al que se sanciona con nulidad la falta de alguno de los
requisitos de forma de la sentencia.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 393
2.4.2 Vicios
Ahora bien, si se compara la referida causal de nulidad del laudo, con el régi-
men previsto en el CPC, conforme al que, será nula la sentencia cuya decisión
no sea congruente con la pretensión deducida y las excepciones o defensas
opuestas, ya sea porque haya extrapetita, ultrapetita o citrapetita; se obser-
va así una diferencia en el sentido de que en la LAC la congruencia del laudo
debe existir con relación al acuerdo arbitral, y sólo se contemplan los casos de
extrapetita y ultrapetita; por lo que surge la duda, pues en el supuesto de que
se materialice la incongruencia del laudo con respecto a las pretensiones y
defensas opuestas, debería también ser aplicada la causa a que se contrae
éste último texto legal, supuesto que se comparte.
25
Rengel Romberg, Arístides. Ob. Cit. pp. 298-299.
RÉGIMEN LEGAL DEL ARBITRAJE COMERCIAL INDEPENDIENTE... 395
Entre otro de los vicios de que puede adolecer el laudo encontramos la inmo-
tivación, ello sólo en el supuesto que deban expresarse los motivos de derecho
y de hecho en los que se fundamenta la decisión; asimismo en el caso de abso-
lución de instancia, empero, entre las causales de nulidad no se encuentra pre-
vista expresamente alguna en la que pudiere enmarcarse tales vicios.
2.4.3 Notificación
La notificación del laudo representa el acto que sigue a la emisión del mis-
mo, mediante la que se pone en conocimiento de las partes que se ha dictado
la decisión y en que términos fue pronunciada, requerimiento exigido expre-
samente en el artículo 30 de la LAC, apartándose el legislador del régimen
previsto en el CPC, en el que únicamente se prevé la notificación de la sen-
tencia extemporánea; resultando tal previsión lógica en el procedimiento ar-
bitral, debido a que éste se desarrolla en audiencias contempladas por el propio
texto legal, así como aquellas fijadas en cada caso por el tribunal arbitral, es
396 YURANNI C. VILLASMIL VERA / LARYS L. HERNÁNDEZ VILLALOBOS
citud, el cual debe lógicamente ser diferente al lapso de decisión, pues debe
interpretarse atendiendo a los principios propios del arbitraje, que el lapso a
que se contrae la ley, es el que dispone el tribunal arbitral para realizar las
correcciones, aclaratorias o bien para complementar la decisión dictada.
En este orden de ideas, Hung Vaillant quien igualmente niega que se entienda
la “expedición del laudo” como el dictado de la decisión; afirma una tesis con-
26
Gabaldón, Frank. 1999. Ob. Cit. pp. 121-123.
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Por último, parece acertada la opinión de Sarmiento Sosa, quien sostiene que en
caso de ser presentada una solicitud de aclaratoria, corrección o complementación
del laudo, el tribunal debe dejar transcurrir el plazo, a fin de esperar otras peticiones
en tal sentido y poderlas abarcar en una única providencia; no obstante, acota el
hecho que la ley no dispuso un lapso para que el tribunal se pronunciara al respec-
to;28 sin embargo, dada la celeridad que caracteriza al procedimiento arbitral, se
opina que el tribunal deberá pronunciarse en el menor tiempo posible sobre las
aclaratorias, correcciones o complementaciones solicitadas.
27
Hung Vaillant, Francisco. Ob. Cit. p. 362.
28
Sarmiento Sosa, Carlos. Ob. Cit. p. 67.