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Donna J. Guy*
Guy, Donna J.. Niñas en la cárcel. La Casa Correccional de Mujeres como instituto de socorro infantil. Argentina: Taurus, 2002. ProQuest ebrary. Web. 8 January 2015.
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En Buenos Aires, las niñas eran generalmente enviadas a pris ión por- En una ciudad en constante
que no tenían familia que pudiera ocuparse de ellas. A la deriva por las tran.iformación y crecimiento, como era
calles de una ciudad en crecimiento, niños y niñas eran considerados pe- la Buenos Aires de entonces. los niños
y niñas a la deri••a en las calle.< eran
ligrosos si permanecían en lugares públicos. Muchos no tenían hogares considerados p eligrosos.
a los cuales pudieran regresar. No todos los padres podían alimentar, Huérfanos y huérfanas en el Patronato
alojar, educar y vestir a sus hijos biológicos; otros habían muerto o ha- de la Infanc ia. Arch ivo General d e la
bían abandonado a sus hijos. Algunas niñas eran encarceladas por ejer- Nación, Departamento Fotografía.
cer la prostitución o cometer una amplia gama de delitos que iban des-
de el infanticidio hasta hllltos, pero la gran mayoría eran chicos de la
calle: sin hogar, huérfanos o fugitivos de sus padres o de empleadores
que Jos explotaban. En una sociedad que definía claramente Jos derechos
de patria potestad para Jos padres o madres solteras, no existían medios
legales de adoptar niños y había pocos establecimientos para mayores de
seis años; las cárceles de mujeres -ya fuera en Buenos Aires o en las ciu-
dades del interior- se usaban como refugios temporarios para las niñas
cuyos padres no podían ocuparse de ellas.
Este proceso, sin embargo, demandaba más que un mero Jugar de de-
pósito. Los bebés abandonados y los chicos de la cal.le no tenían la pro-
tección de sus familias. Como no se conocían sus verdaderos orígenes, se
presumía que pertenecían a las clases bajas y se Jos destinada a las tareas
más serviles. Cuando estos niños eran capturados en redadas, se Jos en-
viaba ante los Defensores de Menores, hombres de la alta sociedad en-
cargados por el municipio del cuidado de Jos niños desampamdos. Y era
entonces cuando su desprotección social se confirmaba, pues se los ubi-
caba en hogares de familias extrañas a ellos, o en la cárcel de mujeres -o
en la penitenciaría, si eran varones-. En resumen, su entrada en la cárcel
confirmaba la desaprobación que su presencia en Jos espacios públicos
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La Casa Correccional Las monjas deseaban rehabilitar a las niñas delincuentes por medio
de Mujeres de la educación y las labores domésticas. Esto requería separar a las ni-
ñas de las delincuentes adultas y mantenerlas f uera de las calles en un
marco instin1cional donde pudieran ser educadas. Como no estaban en
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condiciones de brindarles esto, las monjas se limitaron a proveerlas de El estigma de la pobreza marcaba
una educación elemental y organizarles talleres. Pero tanto las niñas co- de manera perenne a 1os nilios y
niñas abandonados.
mo las adultas permanecían pris ioneras por lapsos breves, por Jo cual to-
El "día de los niñ os pobres" en los
da esperanza de rehabilitación era ilusoria. En sus informes anuales, las jardines del Palacio Miró, 1909.
monjas sostenían la necesidad de transformar las cárceles en otro tipo de Archivo General de la Nación,
instituciones, donde niñas y adultas fueran alojadas en instalaciones se- Departamento Fotografía.
paradas y pudieran quedarse durante períodos largos.
Como Jo señala Lila Caimari,6 la historia de los primeros años de la
Casa Correccional de Buenos Aires o Asilo Correccional de Mujeres es
difícil de reconstruir. Desde 1873 hasta 1888, las religiosas habían diri-
gido el As ilo del Buen Pastor, una cárcel controlada por la Sociedad de
Beneficencia -fonnada por señoras de la alta sociedad, que, subsidiadas
por el Estado, se encargaban de proveer hospitales, colegios y varios asi-
los para mujeres y niños- y la Casa de Ejercicios, un convento dedica-
do a la rehabilitación de mujeres delincuentes. Las niñas eran enviadas
al Buen Pastor si se las consideraba incorregibles: en caso contrario,
iban a la Casa de Ejercicios.?
En algún momento durante la década de 1870, el Asilo del Buen Pas-
tor se mudó a la vieja penitenciaría. Este edificio era un monasterio
construido originalmente por Jos jesuitas en 1735: después los betlemi-
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gerencia de que las religiosas podían brindar mejores cuidados a las ni-
ñas vagabundas. Alentaba al gobierno nacional a autorizar la construc-
ción de instalaciones separadas para las jóvenes donde éstas pudjeran
quedarse por lo menos tres o cuatro años; podrían, de esta manera, reci-
bir una moderada educación y así ser útiles a famiJias ofreciendo servi-
cios apropiados a su condición, tales como cocineras, mucamas o lavan-
deras.20 Su pedido reconocía las limitaciones de uso de las instalaciones
existentes y al mismo tiempo su lenguaje reafirmaba el proyecto técni-
co del estigma que marcaría a las niñas pobres.
Los puntos de vista de la Madre Superiora eran ocasionalmente apo-
yados por algunos de los defensores. En 1903, un nuevo defensor, B.
Lainez, sugirió una serie de reformas. Entre otras, la transforrnaci.ón de
la Casa Correccional de Mujeres en una escuela de comercio para mu-
jeres adultas, con sectore.s para separar a las niñas delincuentes de las
que sólo se alojaban allí. También pensó en una escuela para madres jó-
venes que formara parte de la escuela de comercio. Pero las ideas de
Lainez no fueron escuchadas y no permaneció mucho tiempo más en el
cargo.21 ,;En clase de labor, las presas dan
En ocasiones, algunos padres pedían al Estado que encarcelara a sus expansión a las múltiples prolijidades
de .w alma" (oración escrita en el
hijas porque ellos ya no podían hacerse cargo de ellas. Por medio de es-
dorso de la foto de ard1il'o ).
te pedido, podían renunciar voluntariamente a sus derechos de patria po-
Asilo Correcc ional de Mujeres. Archivo
testad por un mes. Luisa Gigena de Saldazo quiso hacer esto en 1920. General de la Nac ión, Departamento
Era tan pobre que sólo podía dar como domicilio legal la dirección del Fotografía.
Defensor de Pobres. Decía Luisa que su hija Juana Isabel se aprovecha-
ba del hecho de que su padre estaba en la provincia de Tucumán: había
abandonado a su familia para hacerse prostituta. Luisa estaba tan enfu-
recida que la hizo encerrar por la policía y, como carecía de recursos
propios, peticionó a la corte para que la mantuviera así por el lapso es-
tipulado por la ley. Después de que varios testigos confmnaran la histo-
ria de Luisa, el juez ordenó que Juana fuera encarcelada. 22
Jueces y defensores encarcelaban niñas de muy corta edad junto a
adolescentes. En 1907, por ejemplo, se encerró a 42 niñas menores de
diez años, mientras 320 niñas de entre diez y quince años también se en-
contraban entre rejas. En total, el número de niñas de entre seis y quin-
ce años constituían más del 38 por ciento de los detenidos jóvenes. Ha-
cia 1912, esta proporción había disminuido al 33 por ciento. 23
En general, a los defensores no les gustaba que tantos niños langui-
decieran en las cárceles. Uno de ellos, el doctor Agustín Cabal, sugirió,
en 1910, una nueva política para mantener a las niñas fuera de las calles.
Como muchas de ellas se negaban a permanecer en el hogar de sus em-
pleadores, propuso que la policía tomara las impresiones digitales de to-
das las que estaban a su cuidado. Así, pensaba Cabal, sería más fácil
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ban creyendo que ellas podían rehabilitar, aun a las más difíc iles, por
medio de la educación y el trabajo. En un extracto del infonne anual de
19 19 de la Cárcel de Mujeres, la Madre Superiora manifestaba que las
niñas a su cargo eran dignas de compasión: la mayoría de ellas no podía
aspirar al bienestar que deriva del conocimiento de las artes y las cien-
cias por la simple razón de que carecían de medios, no tenían familia ni
posición social. Inevitablemente tendrían que arreglárselas por sí mis-
mas y así deberán aprender a trabajar como obreras o sirvientas. Las re-
ligiosas querían educarlas para que vivieran vidas honestas y practica-
ran sus deberes cristianos.29 Una vez más, de las palabras de la Madre
Superiora se desprendía su convicción de que las niñas que iban a la cár-
cel tenían pocos contactos sociales que pudieran brindarles otra cosa
que trabajo para los carentes de educación y protección, y una vez más,
no fue escuchada.
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1913 se había creado el Departamento Nacional de Menores Abandona- ¿Por qué esconden sus rostros estas
dos y Encausados, para ubicar a menores, acusados y no acusados, de- jóvenes nnu'eres?
tenidos en refonnatorios o escuelas, pero los varones fueron los ónicos Presas del Asi lo San Miguel para
mujeres contraventoras. Arch ivo
beneficiarios de esos esfuerzos.
General de la Nac ión, Departamento
Fundado en 1918, el Instituto Tutelar de Menores continuó el loable Fotografía.
aunque discriminatorio esfuerzo del Departamento, centrado exclusiva-
mente en niños condenados por crímenes.35 El resuJtado fue que las ni-
ñas continuaron ingresando en la Casa Correccional de Mujeres.
Había varias alternativas para albergar a esos niños. La solución más
costosa era la de construir instalaciones especiales para los niños delin-
cuentes sin hogar, como lo sugerían las monjas del Buen Pastor. Otra,
más económica, era la adopción legal.
En la década de 1920, legistas especializados, junto con la Sociedad
de Beneficencia y el Museo Social Argentino -un grupo de reformistas
de la alta sociedad-, comenzaron a investigar una serie de cuestiones
concernientes a los niños de la calle. Alentados por la organización de
dos congresos, uno nacional y el otro internacional, sobre los derechos
del niño realizados en Buenos Aires en 1913 y 1916, como también por
los encuentros de Montevideo en 1919, Río de Janeiro en 1922 y San-
tiago de Chile en 1924, los defensores de los derechos del niño publica-
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esquema oficial institucional. Las monjas del Buen Pastor habían estado
acertadas al abogar por la necesidad de tratar a estos menores de mane-
ra diferente y de asegurarles educación, pero no tomaron parte alguna en
el proceso de esa transformación.
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Notas
Alberto Martínez, Censo general de la población, edificación, comercio e industrias
de la ciudad de Buenos Aires, Compañía Sudamer icana de Billetes de Banco, Bue-
nos Aires, 1910, vol. 111, págs. 418-9.(Voll'er a la obra)
2 Foucault, Michel, Discipline and Punish; The Birth of the Prison, trad. AJan S heri-
drul, Vintage Books, Nueva York, 1979, pág. 257. (Voll·er a la obra)
6 Lila M. Caimari, " Wh ose Crim inals are These? Church, State, and Patronatos and
the Rehabil itation of Fem ale Convicts (Buenos Aires, 1890-1 940)", The Americas
54:2 (octubre 1997): 185-208.(Voll-er a la obra)
7 República Argent ina, Ministerio de Justicia e Instrucc ión Pública, Me.morias, Infor-
me de los Defensores de Menores, 1886, 1:65.(Voll·er a la obra)
9 Es evidente que los niños no tenían obl igación de trabajar. República Argentina, Mi-
nisterio de Justic ia e Instrucc ión Púb lica, Memorias, 1903 T. De acuerdo con e l in-
forme anual del Defensor de la Zona Sud, las embarazadas men ores de edad eran
enviadas con frecuencia a la Casa Correcc ional. Después de haber dado a lu z, vol-
vían con s us bebés a la cárcel. Sin embargo, no hay menc ión de que en la Cárcel de
Mujeres se hayan alojado bebés. En e l informe anual de 1909, el defensor Carlos
M irru1d a Naón dec )araba que había 24 niños y 31 niñas a su cuidad o en la Casa Co-
rreccional. (\loll•er a la obra)
13 AG N, Fondo MJeiP, letra C, Div isión Exped ientes Generales, legajo 38, 1895, expdte.
308, foja 1, 2 1 de mayo de 1895, Madre Superiora a l presidente J. E. Uriburu.(Vo/1-er
a la obra)
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15 Había otros orfanatos de caridad en Buenos Aires, pero con frecuencia cobrab an
por las c lases en sus co legios y además estaban, en su mayor parte, dest inados a los
vnrones.(\lol••er a la obra)
16 Repúbl ic a Argentina, Min isterio de Just icia e Instrucción Pública, Memoria, In for-
mes de los Defensores de Menores, 1886, 1:69,72: 1889, 1: 13 1, 136; 1899, págs.
120, J4J. (Vollw a la obra )
17 AGN, Fondo MJeiP, División Expedientes Generales , letra D, legajo 106, 2 de abri l
de 1898, Informe anu al del Defensor de Menores Ped ro de Elizalde.(Vol••er a la
obra)
18 AGN, Fondo MJei P, División Exped ientes Generales, letra C, 1900, legajo 46, Car-
ta de l doc tor Abraham Zenav illa a la Madre S uperiora, 20 de marzo 20 de
1900.(\lol•·er a la obra)
19 AGN, Fond o MJei P, División Expedientes Generales, letra D, 1908, legajo 110,
Carta de los Defensores F ig ueroa, De Elizalde y Cabal, 25 de febrero de
1908.(\lol•·er a la obra)
22 AGN, División de l Poder Judicial, Fond o de T ribunales Civi les, letra G, 1920, Gi -
gena de Saldazo, sobre rec lusión de su hija menor Juana Isabe l, fojas 1-5, 23 de
agosto de 1920 al l 0 de setiembre de 1920. E l juez ordenó que Juana fuera admiti-
da en el As ilo de l Buen Pastor. (Vol•·er a la obra)
23 Munic ipal idad de Buen os Aires, Anuario Estadístico de la Ciudad de Buenos Aires,
1906; 1907; 191 2.(\lolver a la obra)
24 Repúbl ic a Argentina, Min isterio de Justic ia e Instrucc ión Púb lica, Memoria, 191 1,
pág. l30.(Voll·er a la obra)
25 AGN, Fond o MJe!P, Di•• isión Exped ientes Generales, letra A, 1910, legajo 11 ,
expdte. 46, Asi lo Correc ional de Mujeres, 12 de abri l de J9JO.(Voll•er a la obra)
26 AG N, ibídem, legajo I4, expdte. 194, Respuesta de la Casa Correcc ional de Muje-
res a la ind agac ión de l Subsecretario, 9 de setiembre de 1913. (Volver a la obra)
27 AGN, ibídem, legajo 16, expdte. 40, Asilo Correccional de Mujeres. Cuadros de l
movimiento habid o durante 191 3.(Volver a la obra)
28 República Argentina, Min isterio de Justic ia e Instrucc ión Púb lica, Memoria, 1914,
tomo I, pág. 365. La práctica de enviar niños a trabajar en las est ancias databa de
1906. No hay evidenc ia, sin embargo, de que se env iaran niñas a trabajar allí.(llo!l·er
a la obra)
31 Eduardo Bullrich, A.<istencia social de menores, Jesús 1\iféndez, Buenos Aires, 1919,
págs. 300-407.(\lol••er a la obra)
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33 Repúbl ica Argent ina, Min istro de Justic ia e Instrucción Pública, La Prewnción de
la Delincuencia ftn-enil en el Campo de la Legi.<lación y el Trabajo Social en la Ar-
gentina. Una Encuesta ordenada por el Dr. Antonio Sagarna, Secretario de Ju.<ticia
e Instrucción Pública en ocasión del Primer Congreso del Nitio de Ginebra, ago.<-
to 24-28, 1925, Cía. Gene ra l de Fósforos, Buen os Aires, 1925, pág. 4.(Vol,·er a la
obra)
35 Véanse los in formes de estas in stituciones en la Repúbl ica Argentina, Min isterio de
Justic ia, Cu lto e Instrucc ión Púb lica, Memoria, 19 16, 1:35-37,279-82: 1918, 1: 154-
9: 1920, 1:267-75: 1923, 1:299-305: 1926, 1:232-5.(\loll•er a la obra)
36 Guy, Donna J., "Congresos Panamericanos de l Niño 1916-1942; Pan Ame ricanis-
mo, Reforma de Protecc ión Infanti l y Asistenc ia Social en Amé rica Latin a", Jour-
nal of Family History, 23:3 (J ulio 1998):171-1 9 1.(Vo/l'er a la obra)
37 Bermann, Gregorio , " Direcciones para el estud io de menores abandonados y del in-
c ue ntes", Acta.< de la Primera Conferencia Latino-americana de Neurología, Psi-
quiatría y Medicina Legal, 3 vols., Imprenta de la Un iversidad, Bue nos Aires , 1929),
tomo 1!1, págs. 3 17-23: 334-5.(\lo!l·er a la obra)
40 Repúbl ica Argentina, Min isterio d e Justicia e Instrucción Públ ica, Memoria, tomo 1,
pág. 365.(Volver a la obra)
43 In forme de la Mad re S uperiora a l Ministro de Justicia e Instrucción Públ ica Dr. Ma-
nuel M. de Y riondo, 13 de marzo de 1933, ibídem, 1:334-5.(Vol,·cr a la obra)
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