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El hombre Como ser Religioso en el Pensamiento de Manuel Fraijó

Existe un tema que desde siempre ha sido un tema controversial; la religión, puesto que responde a lo más
intrínseco y a su vez lo más sagrado del individuo. Esta es, seguramente el lugar de todas las paradojas. En
ocasiones se la denuncia como una forma de alienación, y en otras es vivida y se presenta ella misma, como una
promesa de liberación.

Además, la religión es objeto de las pasiones más fuertes, lo que atestigua por lo menos su vitalidad. Del mismo
modo, la religión es un sistema de: creencias, prácticas, cosmovisiones, ética y organización social, que
relacionan la humanidad a una categoría espiritual que trata de dar coherencia a la totalidad de la experiencia
humana. Es un fenómeno complejo y multiforme, difícilmente manipulable entre los estrechos márgenes de la
perspectiva particular de las ciencias. Hablar de religión es equivalente hablar de una cuestión esencial del
individuo, del sentido de la vida y de un desenlace final optimista1.

Es ese modo especial de avanzar más allá de las respuestas que insatisfactoriamente ofrece el mundo, no es de
extrañar que se manifieste de las formas más variadas. Religión es sinónimo de diversidad. Del mismo modo,
junto con su complejidad, puede afirmarse, sin lugar a dudas, que la religión es un fenómeno universal. Las
ciencias de la religión, especialmente la antropología de la religión y la historia de las religiones, atestiguan que
en todo tiempo histórico y en toda cultura, si bien de modo diverso y con una mayor o menor complejidad o
riqueza simbólica, mítica, ritual, doctrinal e institucional el ser humano se ha mostrado como criatura religiosa.

Simultáneamente, se puede afirmar que son muchas las características que se podrían considerar constitutivas
del ser humano, estas lo distinguen del resto de las especies. Así, resulta tradicional afirmar desde Aristóteles y
con prolongación en la mayor parte de la tradición filosófica, que el hombre es un ser dotado de racionalidad y
de capacidad lingüística y que es un ser de naturaleza social, entre otras cosas. Sin embargo, una las
características que más acentuadamente lo distingue del resto de los seres, es precisamente la dimensión
religiosa. Adquiriendo vital importancia la religión, como una categoría que facilita la comprensión del hombre
en su hacer y quehacer.
En los tiempos posmodernos en los que se vive, para los que se ha profetizado catastróficamente el derrumbe de
todo meta relato, la superación de la metafísica, la erosión y el desgaste progresivo de las imágenes
tradicionales del mundo. Tiempos de un pensamiento débil y fragmentario, en los que parece que lo religioso
haya sucumbido a la profecía de la muerte de Dios o cuando menos, al eclipse de Dios. Sin embargo, la religión

1
Cfr. M.FRAIJÓ, Filosofía de la religión, Estudios y Textos (Trota, Madrid 1994) 3.
sigue siendo, a pesar de la crisis en que se encuentran inmersas las estructuras y las formas tradicionales, un
fenómeno vivo y dinámico, sigue gozando de un alto grado de plausibilidad entre los hombres.

Racionalidad y convicción religiosa son dos conceptos que llegan hasta esta exploración con cierto aire de
cansancio. Ambas nociones han tenido tiempos de amistad pacífica, pero también horas de agria hostilidad. “En
su largo caminar tanto la razón como la religión, han conocido momentos de exaltación y días de horas bajas” 2.
Sin embargo, sería difícil pensar una religión que sea tan irreflexiva que excluya del todo la razón, pues de
hacerlo así, estaría condenada al fracaso. Puesto que sería incapaz de enseñar y justificar su doctrina.

Del mismo modo ocurre con la filosofía. Esta no puede permanecer al margen del fenómeno religioso, ya que
estaría negando sus orígenes y gran parte de su historia. A pesar de los innumerables intentos que se han
realizado por cortar todo vínculo con lo religioso, por medio de filosofías reduccionistas y de carácter
netamente materialista, al fin y al cabo, la filosofía tiende a evocar lo trascendente. Tiende de cierta manera a
orientar su atención hacia la religión.

Para explicar la relación convulsa que existe entre razón y religión Manuel Fraijó recurre a los conceptos,
Atenas y Jerusalén, ciudades que se identifican con las nociones razón y religión. En este sentido, Fraijó señala
que “Atenas y Jerusalén son dos posibilidades del espíritu humano. Ambas forman parte del ajuar existencial de
los hombres. Probablemente, no es necesario plantear su relación en términos de mutua exclusión. Parece más
correcto hablar de complementariedad”3.

Además, en relación a esta problemática Unamuno ha referido que “Filosofía y religión son enemigas entre sí y,
por ser enemigas, se necesitan una a otra. Ni hay religión sin algún tipo de base filosófica, ni filosofía sin raíces
religiosas; cada una vive de su contraria”4. Ciertamente, tanto filosofía como religión, poseen aspectos que
viven en un eterno estado de contienda, una no se reduce a la otra, pero se necesitan para muchos propósitos.
De este modo, Fraijó señala que la historia de la humanidad ha conocido horas en las que a la razón 5 se le
otorgó honores de diosa; en otros momentos la humanidad se ha visto sometida a milenarismos religiosos, que
han permeado todos los aspectos de la cultura6.

En adicción a esto, el filósofo de la religión, Manuel Fraijó, afirma para arrojar un poco más de claridad
conceptual lo siguiente: La filosofía y la religión habitan bajo un mismo techo y acometen empresas similares.

2
Ídem. A vueltas con la religión (Verbo Divino, Navarra 2012) 192.
3
Ibíd. 27.
4
M. DE UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida (Espasa, Madrid l967) 91.
5
Es importante tener en cuenta que en muchos casos se utiliza la noción de razón como un equivalente al de filosofía.
6
Cfr. FRAIJÓ, A vueltas con la religión, 27.
Ambas reflexionan sobre la vida y la muerte, sobre el dolor y la felicidad, sobre la esperanza y la acción del
hombre en el mundo. Su campo de acción es el mismo. Su desgaste también. Se hace, pues, inevitable una cierta
tensión entre ellas7.

De ahí que el filósofo Feuerbach alegase “constituye una necesidad moral del hombre y un sagrado deber el
llevar enteramente a los dominios de la razón esa cosa oscura y amiga de la penumbra que es la religión”8. De
igual modo, uno de los grandes críticos de la religión y conocido como uno de los maestros de la sospecha
Nietzsche dejó dicho: “Es caro y terrible el precio que se paga siempre que las religiones no están en manos de
filósofo”9. Por lo pronto, solo se quiere crear consciencia en el lector de las horas de tensión que filosofía y
religión han tenido. Con el objetivo de establecer una posible complementariedad, concepto defendido por
Manuel Fraijó al momento de abordar el tema.

No se quiere, ni se ve en que aportaría el hacerlo, racionalizar estrictamente la religión, pues sería cortarle las
alas a un ave de alto vuelo. Por lo que al aproximarse a la religión no se podría hacer desde una razón
instrumental o desde una postura netamente materialista, sino, que es una razón con aires de modestia10, una
razón que bebe de diversos pozos y que es capaz de callar cuando franquea los límites de sus posibilidades.
Desde este enfoque racional se es consciente de que su objeto de estudio, el fenómeno religioso, es un elemento
variado, complejo y se quiere oscuro y sobre todo enemigo acérrimo de ser encasillado dentro de una ciencia.

Igualmente, la religión siempre se ha identificado con el concepto fuga mundi, huida del mundo, situación que
no ha sido bien vista por filósofos como Hume, Feuerbach, Nietzsche y otros tantos, que sedientos de poner los
pies sobre la tierra, han abogado por una interpretación más realista del mundo. Pero la religión, como ya se ha
11
aseverado, siempre ha tenido esa tendencia a salirse de lo netamente material , para buscar respuestas en un
más allá a cuestiones existenciales, cósmicas y a una larga variedad de temas.

7
Ídem. Filosofía de la religión, Estudios y Textos (Trota, Madrid 1994) 13.
8
L. FEUERBACH. Filosofía del Futuro (Humanitas, Barcelona 1984) 38.
9
F. NIETZSCHE, Más allá del bien y el mal (Alianza, Madrid 1983) 88.
14
M. FRAIJÓ, A vueltas con la religión, 28.
10
Como se podrá notar frecuentemente se utiliza el sustantivo razón, acompañado de un adjetivo, como es el caso referido, esta
forma de referirse a la razón, aunque parezca una postura reduccionista o minimalista, responde a una tendencia de Manuel Fraijó a
la hora de abordar el tema
11
Cfr. Ibíd. 41.

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