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En la Critica de la Razón Práctica, Kant busca dar cuenta de las leyes que
rigen la voluntad humana. Para esto analiza las condiciones para que algo
pueda ser considerado una ley. Kant en la primera sección de su obra
distingue entre las máximas y las leyes prácticas, encontrando las diferencias
de estas en una serie de factores que van desde como estas son originadas
hasta las características de estas. A partir de estos análisis y del estudio de la
vida práctica de los seres humanos, Kant llega a dar cuenta de la existencia de
dos principios que permiten direccionar la voluntad humana: el principio
moral por un lado y el principio del amor propio por el otro. Kant a partir de
esto nos muestra las diferencias entre ambos principios y al final intenta
convencer a sus lectores de por qué deben regirse los individuos por el
principio moral.
Para entender las conclusiones de Kant, hay que entender ambos principios,
sus características y cómo se dan. Existen ciertas nociones que nos permiten
dar cuenta de las diferencias entre ambos principios que serán de mucha
ayuda. Estas nociones son pares de conceptos que nos darán una forma de
organizar ambos principios. Estas son: (a) forma y materia; (b) necesidad y
contingencia; (c) autonomía y heteronomía.
Kant en esta sección de su obra afirma que el ser humano posee una facultad
inferior de deseo, la cual se caracteriza por la búsqueda de la sensación de
agrado (estando determinada por esta sensación), ya sea un agrado que se de
en lo sensible del ser humano, o en el entendimiento (para Kant, es poco
importante en donde se de esa sensación de agrado, lo importante es el
hecho de que se de). A partir de esta facultad de deseo, el ser humano busca
esta sensación de agrado en su vida. Ahora, cuando el ser humano racional
hace de la búsqueda de esta felicidad, el principio de su arbitrio, caemos en el
principio del amor propio. En esto último consistiría este principio, en la
búsqueda constante de la felicidad, en otras palabras, en la búsqueda
constante de la sensación de agrado producto de un objeto material de este
mundo, el cual nos produce dicha sensación. De aquí lo que podemos derivar
no son leyes, sino máximas, consejos, leyes generales pero no universales
para guiar la voluntad. Esto se da por la dependencia de la materia de este
principio, lo da cuenta de la contingencia de estas máximas (por estar ligadas
al contenido material de las leyes y del mundo y no a las formas de las leyes,
las cuales son universales). La materialidad es la base de la sensación de
agrado, y esta sensación de agrado o desagrado es subjetiva, no es objetiva,
por lo tanto no puede ser considerada universal porque se encuentra en
realidad como una derivación a partir de un individuo. Esto lo hace
contingente. También dada esta dependencia de la materialidad para derivar
¨leyes¨, Kant habla de este principio como uno heterónomo y no autónomo.

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Esto refiere al carácter dependiente que encontramos en el principio del
amor propio, en oposición a la independencia, a la autonomía que se espera
del principio moral.
Por el otro lado, tenemos en Kant, el principio moral. Este es otro principio
del cual Kant afirma que se pueden efectivamente derivar las leyes prácticas,
aquellas leyes universales, independientes del mundo natural y sus
contingencias (independientes de la facultad de desear del ser humano),
autónomas (no dependientes de la materia, del mundo que sometería estas
leyes a la contingencia) y necesarias.
En esto último podemos ver las diferencias cruciales entre ambos principios.
Mientras que en el principio moral, vemos un origen de este principio en la
razón pura practica, en el caso del principio del amor propio, el origen se
encuentra en la facultad de deseo inferior (y tiene a la felicidad como
arbitrio). El primero permite el desarrollo de las leyes prácticas, las cuales
derivan de las formas de la ley y no de la materialidad de estas, lo cual las
hace autónomas y necesarias. Esto se debe a que no están ligadas al deseo
subjetivo de uno o mas individuos (lo cual derivaría en las máximas), sino
que en realidad al estar desligadas de estas cuestiones materiales
contingentes y dependientes (heterónomos), pueden calificar como
universales, por ende considerarse leyes prácticas. Por el otro lado, en el
segundo caso, dado que la el principio del amor propio tiene su origen de un
objeto y el placer o displacer que este cause, se vuelve contingente (porque el
placer o displacer esta ligada a la subjetividad individual de cada sujeto),
heterónomo (por ser dependiente de la materia), y tiene origen material y no
formal (lo cual deriva en máximas, leyes dependientes de la voluntad de un
individuo, no necesarias ni universales).

2. En el capítulo segundo de la dialéctica de la razón pura, Kant explica las


cuestiones del bien supremo, la virtud y la felicidad, su relación con la moral
y con los postulados.
En la analítica, Kant ya nos ha dado una explicación respecto de la felicidad.
Para Kant la felicidad es aquello que busca el hombre cuando pone la facultad
inferior de deseo como aquello que dirige su voluntad, su arbitrio. Esto ocurre
por las sensaciones asociadas y producidas por los objetos del mundo
material (estas sensaciones Kant las resume en tres: agrado, desagrado y
desinteres). Cuando el individuo pone esto como el principio bajo el cual
dirige su voluntad, entonces se dice que el ser humano lo que esta buscando
es la felicidad, esta haciendo de la facultad inferior de desear, el principio
fundamental de su arbitrio y voluntad.

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Ya al comienzo, Kant nos da una definición doble de supremo. Por un lado,
podemos ver a esta como lo más elevado, como aquello que no esta
subordinada a ninguna otra condición. Por el otro, lo podemos ver como
aquello que es perfecto, aquello que es completo . Asociada a esta primera
forma de ver aquello que es supremo, Kant asociara la virtud (esta siendo el
bien mas elevado, lo mas deseable que podemos tener y por lo tanto, aquello
que nos puede generar la mayor felicidad). La virtud sería entonces aquello
supremo en la felicidad, aquello que deberíamos alcanzar para ser felices
según Kant. El problema aquí remarca Kant, es que el ser humano no solo
necesita de la virtud, sino también de la felicidad, ya que la virtud aunque sea
una forma elevada de la felicidad, no es la felicidad en el sentido completo de
la palabra, en el segundo sentido de lo supremo. La virtud puede producir
felicidad. La virtud más allá de ser el bien más elevado, no es el objeto
completo, el bien completo de la facultad de desear de los seres racionales
finitos. En palabras de Kant, uno puede merecer la felicidad, tener virtud,
tener ese bien más elevado, pero eso no significa que esto sea participar de la
felicidad. Kant reconoce aquí que no alcanza para un ser racional, poseer la
virtud, también debe participar de la felicidad. Ahora, cuando esto ocurre,
cuando el ser racional finito tiene tanto la virtud y la felicidad en conjunto,
entonces se dice que este esta en posesión del bien supremo. En este
momento, podemos ver a un ser humano en el cual la felicidad y la moralidad
se encuentran distribuidas en una proporción igual en dicho sujeto,
constituyendo así el bien supremo.
A partir de la definición de Kant del bien supremo, Kant reconoce que este
debe ser realizada por parte de una voluntad que este determinada a partir
de la ley moral (las leyes autónomas). Dicho esto, Kant reconoce que la plena
adecuación de dicha voluntad con la ley moral es la condición necesaria para
que se de esto, y esta plena adecuación entre la ley moral y la voluntad no es
posible en los seres racionales finitos que pertenecen en un mundo sensible
que los determine. Dicho esto, Kant encuentra que para que esto ocurra (que
esto ocurra hay que aclarar que para Kant es necesario), debe haber un
progreso infinito hacia esa plena adecuación, la cual solo es posible de
realizar en un mundo donde se da la inmortalidad del alma. Esta condición de
posibilidad es el primer postulado de la razón, y es necesaria ya que permite
esa progresión al infinito de nuestra voluntad en su camino a la adecuación
con la ley moral.
Para realizar el bien supremo, también para Kant será necesaria la existencia
de Dios. Este será su segundo postulado. Kant reconoce que laa felicidad sigue
siendo siendo el segundo elemento del bien supremo, aunque debe estar
subsumida a la moralidad (la cual es el primer y principal elemento del bien

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supremo). Para que sea posible llegar a la felicidad respetando la moralidad
(lo cual permitiría el mantenimiento del bien supremo como aquello que se
buscaría alcanzar), Kant dice que debe haber una causa de esto, una
condición necesaria. Dicha condición es Dios. A partir de esto, Kant postularía
que la existencia de Dios (el segundo postulado de la razón). Dios funcionaria
como causa del efecto que sería conocido como el bien supremo ya que el ser
racional finito pertenenciente a la naturaleza y dependiente de él, no puede
ser causa de dicha naturaleza. Por esto, para que se de esta conexión interna
del bien supremo entre la felicidad y la moralidad (o virtud), en la cual la
felicidad sea buscada de manera imparcial y racional, respondiendo a la
moralidad, Dios debe existir para generar dicha conexión.
Por último, encontramos a la libertad, esta siendo la posibilidad que tiene
todo ser racional de que su voluntad responda no según la materialidad del
mundo, sino que su voluntad este sumida a la ley moral, siendo así
independiente de las contingencias del mundo material (el ser racional cuya
voluntad esta subsumida a la ley moral y no a las máximas subjetivas, es para
Kant libre). La relación de la libertad con el bien supremo radicaría en el
hecho de que sin dicha libertad, el ser humano solo buscaría la felicidad sin
tener en cuenta la moralidad, lo cual haría imposible la búsqueda del bien
supremo.

3. En la Critica de la Razón Práctica, la capacidad de libertad del ser racional


finito es una de las capacidades más importantes. Esta capacidad del ser
racional es la que le permite acceder a la ley moral y ser independiente de las
contingencias de del mundo material, guiándose solo por los preceptos de la
razón, eventualmente permitiendo al ser humano (en un camino infinito),
alcanzar el bien supremo. Pero para poder tener en cuenta esto, Kant
necesita probar la realidad objetiva de la libertad. Para esto, Kant nos
muestra la existencia de un mundo natural modelo, diferenciado del mundo
natural empíricamente dado en el hecho de que este responde a las leyes
prácticas, leyes que son independientes de las condiciones empíricas. Este
mundo natural suprasensible es uno que solo podemos conocer mediante el
uso de la razón, presuponiendo la libertad como una libertad que existe de
manera objetiva. Mediante la razón dice Kant, conocemos la ley moral. La
existencia de dicho mundo sensible solo es posible mediante la libertad que
nos permite dar cuenta de ello, por esto dice y por el hecho de presuponer la
independencia del ser racional y de su voluntad respecto de las condiciones
materiales del mundo, Kant da por hecho la realidad objetiva de la libertad.
A partir de la libertad, para Kant podríamos conocer la ley moral, de hecho la
ley moral para Kant solo se daría si el ser racional es libre de las condiciones

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materiales (y dada que la ley moral para Kant es necesaria, debemos también
por esto afirmar que la libertad tiene una realidad objetiva). Otra cosa que
podemos conocer seria el mundo suprasensible en el cual las leyes practicas
rigen, ya que la libertad permite la existencia de este mundo y por lo tanto el
acceso a él.

4. A partir de la definición de Kant del bien supremo, Kant reconoce que este
debe ser realizada por parte de una voluntad que este determinada a partir
de la ley moral (las leyes autónomas). Dicho esto, Kant reconoce que la plena
adecuación de dicha voluntad con la ley moral es la condición necesaria para
que se de esto, y esta plena adecuación entre la ley moral y la voluntad no es
posible en los seres racionales finitos que pertenecen en un mundo sensible
que los determine. Dicho esto, Kant encuentra que para que esto ocurra (que
esto ocurra hay que aclarar que para Kant es necesario), debe haber un
progreso infinito hacia esa plena adecuación, la cual solo es posible de
realizar en un mundo donde se da la inmortalidad del alma. Esta condición de
posibilidad es el primer postulado de la razón, y es necesaria ya que permite
esa progresión al infinito de nuestra voluntad en su camino a la adecuación
con la ley moral.
Para realizar el bien supremo, también para Kant será necesaria la existencia
de Dios. Este será su segundo postulado. Kant reconoce que laa felicidad sigue
siendo siendo el segundo elemento del bien supremo, aunque debe estar
subsumida a la moralidad (la cual es el primer y principal elemento del bien
supremo). Para que sea posible llegar a la felicidad respetando la moralidad
(lo cual permitiría el mantenimiento del bien supremo como aquello que se
buscaría alcanzar), Kant dice que debe haber una causa de esto, una
condición necesaria. Dicha condición es Dios. A partir de esto, Kant postularía
que la existencia de Dios (el segundo postulado de la razón). Dios funcionaria
como causa del efecto que sería conocido como el bien supremo ya que el ser
racional finito pertenenciente a la naturaleza y dependiente de él, no puede
ser causa de dicha naturaleza. Por esto, para que se de esta conexión interna
del bien supremo entre la felicidad y la moralidad (o virtud), en la cual la
felicidad sea buscada de manera imparcial y racional, respondiendo a la
moralidad, Dios debe existir para generar dicha conexión.
Por último, encontramos a la libertad, esta siendo la posibilidad que tiene
todo ser racional de que su voluntad responda no según la materialidad del
mundo, sino que su voluntad este sumida a la ley moral, siendo así
independiente de las contingencias del mundo material (el ser racional cuya
voluntad esta subsumida a la ley moral y no a las máximas subjetivas, es para
Kant libre). La relación de la libertad con el bien supremo radicaría en el

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hecho de que sin dicha libertad, el ser humano solo buscaría la felicidad sin
tener en cuenta la moralidad, lo cual haría imposible la búsqueda del bien
supremo.

5. En el capítulo “la razón legisladora” de la Fenomenología del Espiritu, Hegel


nos da su visión sobre el sujeto y su capacidad ética. Para Hegel, la sana
razón, de modo inmediato es consciente aquello que es justo y bueno. No solo
eso, sino que del mismo modo, esto vale para el mismo. Dicho esto, esto no
significa que aquello que reconoce como justo y bueno de modo inmediato,
podrá traducirse del mismo modo en leyes. De hecho, lo que Hegel encuentra
es que aquello que quizá inmediatamente se ve como justo y bueno, en
realidad en si contienen ciertas condiciones contingentes, y por lo tanto, al
enunciar una máxima, inmediatamente se esta infringiendo dicha máxima. De
este modo, lo que Hegel encuentra es que cuando se corrigen estas máximas,
lo que ocurre es que estas dejan de ser universalmente válidas, y pasan a
estar plagadas de contingencias. De hecho, cuando se habla de la máxima
bajo la cual uno debe decir siempre la verdad, al analizar dicha máxima,
encontramos numerosas contingencias que en realidad deben presuponerse
antes de que dicha máxima sea posible, lo cual lleva a que por el contenido de
esta máxima, resulte esta misma contradictoria al final. Hegel encuentra en el
análisis de las leyes, que en realidad, estas no son universalmente aplicables
ni válidas, sino que estas son contingentes, sometidas a las contingencias
históricas y contextuales. Esto por lo tanto lo que implica es que ninguna ley
es aplicable en el 100% de los casos, sino que estas son contingentes. De
hecho, Hegel se niega a llamar a estas leyes, refiriéndose a estas solamente
como preceptos. Lo que Hegel nos muestra y nos dice sobre el sujeto, la razón
legisladora, es que en realidad, la razón no enuncia las leyes, sino que más
bien las examina. La razón pasa entonces de ser una razón legisladora a una
que simplemente examina, sin determinar las leyes.
En este momento podemos reconocer varias diferencias con la doctrina
kantiana. En primer lugar, el sujeto no es capaz de acceder a leyes
universalmente válidas, sino que solo es capaz de dar cuenta de leyes que son
contingentes y aplicables a casos puntuales, movidos y afectados por las
contingencias de un mundo material e histórico. En segundo lugar, no se
puede hablar de leyes, sino que debemos hablar de supuestos. Esto refiere
también al carácter contingente de aquello que se examina, a aquello que la
razón analiza y decide sobe si es bueno y justo. Esto también nos da otra
diferencia de Hegel con Kant, la cual refiere a el carácter “universal” de las
leyes. Kant cree en la universalidad de las leyes practicas, en su necesidad y
el hecho de que son reconocidas de manera necesaria por todo ser racional.

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Hegel por otro lado, dice que las leyes están sujetas a factores históricos que
hacen que estas sean universales para ciertas sociedades, no necesariamente
para todo ser racional. Esto quiere decir que una ley que es universal en un
Estado, podría no ser aceptado por otro, y esto no implica que los miembros
de un Estado es racional y el otro no.

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