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Dicha palabra procede del griego pues está formada por dos vocablos de dicha lengua: semeion
que puede traducirse como “signo” y logos que es sinónimo de “estudio” o “tratado”.
La semiología es una ciencia que se encarga del estudio de los signos en la vida social. El término
suele utilizarse como sinónimo de semiótica, aunque los especialistas realizan algunas distinciones
entre ambos.
Aplicación
Entre las ramas de la semiología, se encuentran la semiología clínica (en medicina, el estudio de
los signos a través de los cuales se manifiesta una enfermedad), la zoosemiótica (el intercambio de
señales entre animales), la semiótica cultural (el estudio de los sistemas de significación creados
por una cultura) y la semiótica estética (el estudio de los niveles de lectura de obras de arte de
diversas técnicas o disciplinas).
Según la definición de Saussure, la semiología es aplicable a todas las actividades sociales. Así por
ejemplo en medicina aparece en la relación médico-paciente, cuando un médico interpreta la
sintomatología de su paciente, construye hipótesis apoyado en su conocimiento, experiencia e
intuición, ordena exámenes, emite diagnósticos y formula tratamientos.
También aparece la semiología por ejemplo en los mensajes publicitarios, la forma como se
emiten y la interpretación de los receptores, pues de dicha interpretación dependerá el éxito o el
fracaso de esa estrategia de mercadeo.
La semiología es una de las ciencias que forman parte del estudio de la comunicación ya que es la
responsable de analizar los diferentes tipos de símbolos y signos producidos por el ser humano
para comunicarse así como también sus significados y significantes. La semiología es entendida en
muchos casos como el equivalente de la semiótica.
Al comunicarse, el ser humano utiliza incontables tipos de símbolos y signos que son los medios a
través de los cuales se proyecta algún tipo de mensaje. Tanto al hablar o al escribir como al
establecer imágenes como símbolos el ser humano manda un mensaje a algún receptor
determinado y puede así comunicarse. Incluso las palabras están compuestas de símbolos que son
las letras y que permiten que la idea que permanece en la cabeza de una persona pueda ser
transmitida al exterior de manera escrita o hablada.
Los símbolos pueden tener un significado específico y aceptado (como por ejemplo lo tienen los
signos utilizados para la educación vial) como también pueden tener un sentido particular que
cada individuo les otorga de acuerdo a sus experiencias, situaciones, sensaciones y conocimiento.
La tarea de la semiología es justamente analizar ese tipo de comunicación. Los significados pueden
variar también de cultura a cultura, de sociedad a sociedad y es aquí donde también entran en
juego ciencias como la antropología o la arqueología.
Los símbolos siempre tienen algún significado que puede ser más o menos evidente dependiendo
del caso. Espacios o situaciones tales como rituales, ceremonias, eventos o incluso los más
cotidianos y normales sirven como espacios para que la semiología actúe y analice los significados
detrás de cada acto comunicativo, detrás de cada transmisión de mensaje, etc. Los símbolos se
utilizan en muchos espacios tales como la religión, el arte, la medicina, el mundo militar, la
economía, la matemática, etc.
Qué es la semiótica/semiología?
La semiología es la ciencia que estudia los sistemas de signos: lenguas, códigos, señalizaciones,
etcétera. Actualmente, no hay consenso, ni autor que se atribuya o tome la iniciativa de plasmarla
en algún manual. Se propone que la semiología sea el continente de todos los estudios derivados
del análisis de los signos, sean estos lingüísticos (semántica) o semióticos (humanos y de la
naturaleza).
Para Ferdinand de Saussure, la semiología es “una ciencia que estudia la vida de los signos en el
marco de la vida social”. Su definición de signo como entidad de dos caras (significado y
significante) ha anticipado y determinado todas las definiciones posteriores de la función
semiótica. Así pues, consideraba implícitamente al signo como un artificio comunicativo que
afectaba a dos seres humanos dedicados intencionalmente a comunicarse y a expresarse algo.
Por su parte, el estadounidense Charles Sanders Peirce definió a la semiótica como “la doctrina de
la naturaleza esencial y de las variedades fundamentales de cualquier clase posible de semiosis.
(…) Por semiosis entiendo una acción, una influencia que sea o suponga, una cooperación de tres
sujetos, como por ejemplo, un signo, su objeto y su interpretante, influencia tri-relativa que en
ningún caso puede acabar con la acción entre parejas”. Una diferencia respecto a la definición de
Saussure, es que para Peirce, el signo no requiere ser emitido intencionalmente. En otras palabras,
podríamos decir que un signo es todo aquello que, a partir de una convención aceptada
previamente, pueda entenderse como alguna cosa que esta en lugar de otra.
De acuerdo a la definición de Charles William Morris (1938) “algo es un signo sólo porque un
intérprete lo interpreta como signo de algo… por tanto, la semiótica no tiene nada que ver con el
estudio de un tipo de objetos en particular, sino con los objetos comunes en la medida en que
participan en la semiosis”.
Para P. Guiraud (1972) la semiótica estudia las distintas señales, signos y códigos de comunicación
lingüísticos y los no lingüísticos. Esta definición tiene el mismo sentido abarcador que la de
Saussure, pues asigna a la semiótica la tarea de encargarse del estudio científico, tanto del
lenguaje oral (código lingüístico) como de otros signos y señales no lingüísticos (lenguaje de
banderas, gestos, el lenguaje Braille, etc).
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Su obra ha sido considerada por algunos filósofos alemanes como un intento de construir una
filosofía de la semiótica, cuya identidad reside en el reconocimiento de su singularidad. Entre sus
obras destacan: Elementos de semiología (1965), Crítica y verdad (1966), Sistema de la moda
(1967), S/Z (1970), El imperio de los signos (1970), El placer del texto (1973), Fragmentos de un
discurso amoroso (1977) y La cámara lúcida (1980). En 1980 Barthes fue víctima de un mortal
accidente de automóvil cerca de la Sorbona.
En S/Z, de 1970, realiza un análisis extenso de una historia breve, el Sarrasine de Balzac, donde
pretende identificar otras fuentes de significado y de relevancia. Con su lectura tan abierta,
establece cinco grandes códigos que determinan los tipos de significado, y que pueden
encontrarse en un texto a través de múltiples lexias. Estos grandes códigos lo llevaron a definir
que las historias tienen la capacidad de ofrecer una pluralidad de significados, si bien ésta se halla
limitada por otros elementos formales, como es la secuencia lineal de la escritura: al ser una línea
temporal definitiva, que debe ser seguida por el lector, restringe su libertad analítica e
interpretativa. De este proyecto concluye que un texto ideal debiera ser reversible; es decir,
abierto a una gran variedad de interpretaciones diferentes. Un texto solo puede ser reversible al
evadir los artefactos restrictivos que Sarrasine tiene, por ejemplo las líneas temporales restrictivas,
así como definiciones exactas de eventos. Él lo describe como la diferencia entre un texto
escribible, en la cual el lector reinterpreta libremente y adquiere un papel activo en el proceso
creativo; y un texto legible, en los cuales se restringen estas posibilidades y son textos
simplemente leídos. Este proyecto le ayudó a identificar lo que él buscaba en la literatura, la
apertura para múltiples interpretaciones. Su noción de textos escribibles es similar al concepto del
hipertexto, el cuál será desarrollado posteriormente por otros autores.
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Se pueden definir dos presupuestos clave en la amplia producción del autor: en primer lugar, el
convencimiento de que todo concepto filosófico, toda expresión artística y toda manifestación
cultural, de cualquier tipo que sean, deben situarse en su ámbito histórico; y en segundo lugar, la
necesidad de un método de análisis único, basado en la teoría semiótica, que permita interpretar
cualquier fenómeno cultural como un acto de comunicación regido por códigos y, por lo tanto, al
margen de cualquier interpretación idealista o metafísica.
Durante los años del auge del estructuralismo, Eco escribió, enfrentándose a una concepción
ontológica de la estructura de los fenómenos naturales y culturales, La estructura ausente (1968),
que alcanza su óptima continuación en Lector in fabula (1979). En esta última obra, efectivamente,
se afirma que la comprensión y el análisis de un texto dependen de la cooperación interpretativa
entre el autor y el lector, y no de la preparación y de la determinación de unas estructuras
subyacentes, fijadas de una vez por todas.
Algunos conceptos básicos del Tratado, en cambio, fueron estudiados nuevamente, discutidos y,
en ocasiones, modificados por el propio autor en una serie de artículos escritos para la
Enciclopedia Einaudi y recogidos después en Semiótica y filosofía del lenguaje (1984). El concepto
de signo, especialmente, abandonando el modelo propio “de diccionario” por un modelo “de
enciclopedia”, ya no aparece como el resultado de una equivalencia fija, establecida por el código,
entre expresión y contenido, sino fruto de la inferencia, es decir, de la dinámica de las semiosis.
Eco define a la semiótica como el “estudio de todos los procesos culturales (es decir, aquellos en
los que entran en juego agentes humanos que se ponen en contacto sirviéndose de convenciones
sociales) como procesos de comunicación”. De ahí que el autor considere a la semiótica como
“una teoría general de la cultura y un sustituto de la antropología cultural”, según explica Eco en
las primeras páginas de su libro La estructura ausente.
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Postulados de la semiología
Para que algo sea un signo, debe “representar”, como solemos decir, a otra cosa, llamada su
objeto, aunque la condición de que el signo debe ser distinto de su objeto es, tal vez, arbitraria,
porque, si extremamos la insistencia en ella, podríamos hacer por lo menos una excepción en el
caso de un signo que es parte de un signo. El signo puede solamente representar al objeto y aludir
a él. No puede dar conocimiento o reconocimiento del objeto. Saussure define signo como la
combinación de un “significante” (imagen acústica) y de un “significado” (que representa la idea).
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Definición de lengua.- La lengua es una forma, es decir, un conjunto de relaciones entre sus
componentes, no una sustancia. Plantea que la lengua es un conjunto de convenciones sociales, es
una institución como la jurídica y las políticas, pero tiene una diferencia respecto de éstas: se trata
de un sistema de signos. Advierte, no obstante, que no es el único sistema de signos existentes en
la sociedad. La lengua es el más importante, pero hay otros.
Definición de habla .-El habla, parole en français, es la plasmación concreta de la lengua que
hacemos cada uno de los hablantes. En lingüística se conoce como habla a la selección asociativa
entre imágenes acústicas y conceptos que tiene acuñados un hablante en su cerebro y el acto
voluntario de fono-articulación que se llevará a cabo para iniciar el recorrido de la lengua. Habla:
materialización individual de los pensamientos de una persona, sirviéndose del modelo o sistema
que facilita la lengua. Es la actualización aquí y ahora de los fonemas de la lengua por un hablante.
El habla es el uso particular e individual que hace un hablante de una lengua. Desde esta
perspectiva, como acto individual, se opone a la lengua que es social.
Diacronía.- El análisis diacrónico describe la evolución histórica de un idioma a lo largo del tiempo.
Es diacrónico todo lo que tiene que ver con las evoluciones. Diacrónicos (históricos).
Sincronía.- El estudio sincrónico se detiene en analizar el estudio particular de ese idioma en una
determinada época o período temporal. Es sincrónico todo lo que se refiere al aspecto estático de
nuestra ciencia. Sincrónicos (sobre un momento concreto).
Definición de sintagmático.- Saussure lo define así: “las palabras contraen entre sí, en virtud de su
encadenamiento, relaciones fundadas en el carácter lineal de la lengua, que excluye la posibilidad
de enunciar dos elementos a la vez. Los elementos se alinean uno tras otros en la cadena del
habla. Estas combinaciones que se apoyan en extensión se pueden llamar sintagmas. El sintagma
se compone siempre, pues, de dos o más unidades consecutivas y colocado en un sintagma un
término solo tiene valor porque se opone al que le precede o al que le sigue o a ambos (…) La
noción sintagma no solo se aplica a las palabras, sino también a los grupos de palabras, a las
unidades complejas de toda dimensión y de toda especie (palabras compuestas, derivadas,
miembros de oración, oraciones enteras)(…) La oración es el tipo por excelencia de sintagma”.
Definición de paradigmático.- Las relaciones paradigmáticas definen el valor de un signo por lo que
éste es y por lo que no es. El conjunto de posibilidades combinatorias de los signos permite
relacionarlos en oposición (eje paradigmático) y contraste, relaciones sintagmáticas.
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Postulados de semiótica
En esencia, el argumento es que toda síntesis proposicional implica una relación significativa, una
semiosis (la acción del signo), en la que se articulan tres elementos:
1) El signo o representamen (que es el nombre técnico que emplea Peirce), es “algo que está para
alguien en lugar de algo bajo algún aspecto o capacidad. Se dirige a alguien, esto es, crea en la
mente de esa persona un signo equivalente o quizá un signo más desarrollado. Ese signo creado es
al que llamo interpretante del primer signo. Este signo está en lugar de algo, su objeto. Está en
lugar de algo no en todos sus aspectos, sino sólo en relación con alguna idea a la que a veces he
llamado la base (ground) del representamen”.
3) El interpretante es el signo equivalente o más desarrollado que el signo original, causado por
ese signo original en la mente de quien lo interpreta. Se trata del elemento distintivo y original en
la explicación de la significación por parte de Peirce y juega un papel central en toda
interpretación no reduccionista de la actividad comunicativa humana. Este tercer elemento
convierte a la relación de significación en una relación triádica —frente a todo dualismo cartesiano
o estructuralista post-saussureano—, pues el signo media entre el objeto y el interpretante, el
interpretante relaciona el signo y el objeto, y el objeto funda la relación entre el signo y el
interpretante.
Todo signo es un representamen. Representar es la operación más propia del signo, es estar en
lugar del objeto “como el embajador toma el lugar de su país, lo representa en un país
extranjero». Representar es «estar en una relación tal con otro que para un cierto propósito es
tratado por una mente como si fuera ese otro. Así, un portavoz, un diputado, un agente, un
vicario, un diagrama, un síntoma, una descripción, un concepto, un testimonio, todos ellos
representan, en sus distintas maneras, algo más a las mentes que los consideran”.
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Peirce definió tres categorías de signos, cada una de las cuales muestra una relación diferente
entre el signo y su objeto, o aquello a lo cual se refiere:
b) índice– hay un lazo directo entre el signo y su objeto, tienen una conexión real. Un estornudo
es indicio de resfriado.
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a) Por paradigmas (un paradigma es un conjunto de signos de entre los cuales se escoge el que se
va a usar). Por ejemplo, el conjunto de formas para las señales de carretera (cuadradas, redondas
o rectangulares).
b) Por la sintagmática (un sintagma es el mensaje dentro del cual se combinan los signos
escogidos). Por ejemplo, una señal de carretera es un sintagma, una combinación de la forma con
el símbolo seleccionado.
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Definición de código
Código: conjunto de signos y reglas para combinarlos que componen el mensaje, y tiene que ser
común al emisor y al receptor.
“Para que el destinatario pueda comprender la señal correctamente es necesario que, tanto en el
momento de la emisión como en el momento de la destinación, se haga referencia a un mismo
código. el código es un sistema de reglas que atribuye a determinadas señales un determinado
valor. Demos valor y no “significado”, porque en el caso de un aparato hemostático (relación entre
dos máquinas) no puede decirse que la máquina destinataria “comprenda el significado” de la
señal (como no se en sentido metafórico): ha sido instruida para responder de una determinada
forma a una solicitación determinada”, según explica Eco.
En otras definiciones, código es el modo, la forma en que se estructuran en él los símbolos o los
mensajes, quedando traducidos o convertidos en un lenguaje comprensible apara el receptor o
para el canal que lo descodificará y lo pondrá en otro o en el mismo código.
Podríamos decir que los códigos son los sistemas de organización de los signos y están gobernados
por reglas que son aceptadas por todos los miembros de la comunidad que los utiliza. Esto quiere
decir que el estudio de los códigos da mayor énfasis a la dimensión social de la comunicación.
La comunicación no verbal se realiza por medio de códigos presenciales tales como gestos,
movimientos de los ojos o calidades de la voz. Estos códigos pueden transmitir mensajes
solamente sobre el aquí y ahora, se limitan a la comunicación cara a cara.
El alfabeto y la lengua son quizá los códigos más comunes, pero también existen otro tipo de
códigos no verbales, entre ellos, los gestos faciales, que pueden expresar diferentes emociones.
También hay códigos visuales como los colores del semáforo, por ejemplo, o los señalamientos
viales.
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Denotación y connotación
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Significantes de connotación
La connotación, por ser un sistema, abarca significantes, significados y el proceso que une unos
con otros (significación), por lo que sería necesario emprender antes que nada el inventario de
estos tres elementos en cada sistema. Los significantes de connotación, que llamaremos
connotadores, están constituidos por signos (significantes y significados reunidos) del sistema
denotado; naturalmente, varios signos denotados pueden reunirse para formar un solo
connotador, si está provisto de un solo significado de connotación; dicho de otra manera, las
unidades del sistema connotado no tienen forzosamente la misma dimensión que las del sistema
denotado; largos fragmentos de discurso denotado pueden constituir una sola unidad del sistema
connotado (es el caso, por ejemplo, del tono de un texto, formado por palabras múltiples, pero
que remite sin embargo a un solo significado).
Cualquiera que sea la manera en que maquilla el mensaje denotado, la connotación no lo agota:
siempre subsiste algo de «denotado» (sin lo cual el discurso sería imposible) y los connotadores
son siempre, en última instancia, signos discontinuos, «erráticos», naturalizados por el mensaje
denotado que los vincula.
En cuanto al significado de connotación, tiene un carácter a la vez general, global y difuso: es, si se
quiere, un fragmento de ideología: el conjunto de los mensajes franceses remite, por ejemplo, al
significado «Francés»; una obra puede remitir al significado «Literatura»; estos significados están
en estrecha comunicación con la cultura, el saber, la historia; mediante ellos, si es lícito expresarse
así, el mundo penetra el sistema; la ideología sería en suma, la forma (en el sentido de Hjelmslev)
de los significados de connotación, en tanto que la retórica sería la forma de los connotadores.
En la semiótica connotativa, los significantes del segundo sistema están constituidos por los signos
del primero; en el metalenguaje, sucede lo inverso: son los significados del segundo sistema los
que están constituidos por los signos del primero.
Hjelmslev precisó la noción de metalenguaje de la manera siguiente: dado que una operación es
una descripción fundada sobre el principio empírico, es decir, no contradictoria (coherente),
exhaustiva y simple, la semiótica científica o metalenguaje es una operación, en tanto que la
semiótica connotativa no lo es.
Es evidente, por ejemplo, que la semiología es un metalenguaje, puesto que se hace cargo, a título
de segundo sistema, de un lenguaje primero (olenguaje-objeto) que es el sistema estudiado; y este
sistema-objeto es significado a través del metalenguaje de la semiología. La noción de
metalenguaje no debe reservarse a los lenguajes científicos; cuando el lenguaje articulado, en su
estado denotado, se hace cargo de un sistema de objetos significantes, se constituye en
«operación», es decir, en metalenguaje: es el caso, por ejemplo, de la revista de moda que
«habla» las significaciones de la ropa; caso absolutamente ideal, puesto que el periódico no
presenta de ordinario un lenguaje puramente denotado; tenemos aquí, pues, para terminar, un
conjunto complejo donde el lenguaje, en su nivel denotado, es metalenguaje, pero este
metalenguaje está, a su vez, comprendido en un proceso de connotación.
Esta relatividad, interior al sistema general de los metalenguajes, permite rectificar la imagen
demasiado rígida que se podría tener inicialmente de la semiología frente a la connotación; el
conjunto de un análisis semiológico moviliza a la vez ordinariamente, además del lenguaje
estudiado y la lengua (denotada) que con más frecuencia se hace cargo de ella, un sistema de
connotación y el metalenguaje del análisis que es aplicado; podría decirse que la sociedad,
detentadora del plano de la connotación, habla los significantes de sistema considerado, en tanto
que el semiólogo habla sus significados; parece, pues, poseer una función objetiva de
desciframiento (su lenguaje es una operación) frente al mundo que naturaliza o enmascara los
signos del primer sistema bajo los significantes del segundo; a pesar de ello, su objetividad se hace
provisional por obra de la historia misma que renueva los metalenguajes.
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A partir del análisis que hace de Barthes de una propaganda de los fideos Panzani, en su libro
Retórica de la imagen, analizaremos las siguientes imágenes tomadas de una campaña publicitaria
del vodka Absolut, las cuales nos servirán para ejemplificar claramente lo que explica el semiólogo
francés. Para el siguiente análisis, optaremos por utilizar los términos de mensaje icónico
codificado (connotación) y no codificado (denotación), ya que de acuerdo a Barthes, es la
terminología más apropiada a la hora de interpretar mensajes visuales.
Quizá el mayor acierto de la campaña de Absolut, es que los creativos lograron hacer de la botella,
un ícono distintivo. Este elemento ha sido utilizado de diferentes formas.
En el primer anuncio, los diferentes códigos son similares a los utilizados en un sistema operativo
de computadoras, formando una imagen de la botella del producto. Sin embargo, la imagen no
tendría ningún sentido sin la frase ‘ABSOLUT HACKER’ (que hace la función de anclaje). Para que el
mensaje logre su cometido, el receptor debe estar familiarizado con el manejo de computadoras y
debe de saber que un hacker, es un experto en códigos computacionales. De esta forma, podemos
decir que el mensaje icónico no codificado serían los números en clave y la silueta de la botella,
mientras que el mensaje icónico codificado, sería la pantalla de computadora que aparece de
manera implícita para el receptor, así como la frase.
En la segunda imagen los mensajes icónicos cambian, ya que el mensaje icónico no codificado
(denotación) sería la botella de cabeza apoyada en el tapete azul. Sin embargo, cuando se descifra
el mensaje icónico codificado, sabemos que la imagen hace referencia a una de las posturas que se
practican en el yoga. Esto lo sabemos gracias a la frase, que nuevamente hace la función de
anclaje y que termina por darle sentido a todo el cuadro, redondeando el mensaje lingüístico.
En el último anuncio, sucede un caso parecido. En esta ocasión el nombre del producto se ve
censurado por algunos recuadros. Ésta sería la denotación. Sin embargo, la frase ABSOLUT
ANONYMOUS (ABSOLUTAMENTE ANÓNIMO), nos remite a las técnicas utilizadas en televisión
para resguardar la identidad de personas dispuestas a declarar sobre algún tema comprometedor,
lo cual representaría la connotación del mensaje, es decir, lo que viene de forma implícita.
Lo original y exitoso de estos anuncios radica en que de alguna forma, el mensaje lo termina de
construir el receptor, asociando diversos elementos de la cultura popular occidental, ya que la
imagen sólo “sugiere” (intencionadamente) ciertos elementos que permitirán al receptor darle
forma a todo el mensaje de manera conjunta.
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El texto
Proveniente del latín textus, se define como “enunciado o conjunto coherente de enunciados
orales o escritos”, según la Real Academia de la Lengua Española. Dentro de la semiótica, el texto
es un ensamblaje de signos construido e interpretado en referencia a la convención asociada al
género de su medio particular de comunicación (Chandler, 1994). Para Umberto Eco, es el
resultado de la coexistencia de varios códigos, o por lo menos, de varios subcódigos.
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Semiótica de la imagen
Entendemos por semiótica de la imagen el estudio del signo icónico y los procesos de sentido-
significación a partir de la imagen. El estudio de la imagen y las comunicaciones visuales en
realidad desborda lo estrictamente pictórico o visual, tal como pueden ser los análisis de colores,
formas, iconos y composición, para dar paso a los elementos históricos y socio-antropológicos que
forman parte de la semiótica de la imagen.
La semiótica de lo visual se configura como una parte de esa macro semiótica del mundo natural
que constituye con la macro semiótica de las lenguas naturales el lugar natural del ejercicio del
conjunto de las lenguas naturales el lugar natural del ejercicio del conjunto de las prácticas
semióticas.
La significación se produce siempre que una cosa materialmente presente ante la percepción de
un destinatario represente a otra cosa a partir de reglas subyacentes, tal como lo explica Barthes
con su defiición de mensaje icónico codificado y no codificado. Hay que precisar tres puntos
importantes:
-La cosa representada no tiene porque existir ni sustituir de hecho en el momento en que el signo
sustituto significante de otra cosa la represente.
-El acto de significación es autónomo con respecto a cualquier acto potencial de comunicación.
-Debe existir un código que establezca una correspondencia entre lo que el signo representa y lo
representado.
c) La denotación se identifica con el hecho de que, según una correlación codificadora dada a unos
elementos dados del plano expresivo les corresponde de forma unívoca y directa una posición
permanente del contenido. Asimismo, se habla de connotación cuando el plano expresivo de una
función semiótica se presente formado por otro sistema de significación, que incluye un plano
expresivo y de contenido.
El concepto de imagen se divide en un campo semántico determinado por dos polos opuestos.
Uno describe la imagen directa percibible o hasta el mismo existente. El otro contiene la imagen
mental simple que en ausencia de estímulos visuales puede evocarse.
Para Barthes, el anclaje es la función más frecuente del mensaje lingüístico; aparece por lo general
en la fotografía de prensa y en publicidad. La función de relevo es menos frecuente (por lo menos
en lo referente a la imagen fija); se la encuentra principalmente en los dibujos humorísticos y en
las historietas. Aquí la palabra (casi siempre un trozo de diálogo) y la imagen están en una relación
complementaria. Las palabras, al igual que las imágenes, son entonces fragmentos de un sintagma
más general, y la unidad del mensaje se cumple en un nivel superior: el de la historia, de la
anécdota, de la diégesis (lo que confirma en efecto que la diégesis debe ser tratada como un
sistema autónomo).
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Mensaje lingüístico
Se refiere al lenguaje articulado escrito que podría llegar a formar parte de la misma imagen. Por
otra parte, la ausencia de palabras recubre siempre una “intención enigmática”. Las posibles
funciones del mensaje lingüístico son:
Mensaje icónico no codificado.- Su análisis, nos refiere a la denotación. Para captar el nivel
denotativo, solamente se requiere la percepción. Sin embargo, cabe puntualizar que el análisis
estructural denotativo nunca debería confundirse con una simple enumeración de los elementos,
sino que explica y describe la relación de los mismos en función de una estructura. La imagen
literal es la imagen denotada, a la que le corresponde la identificación, la cual es una operación
‘natural’, en el sentido en que la relación entre signficante y significado se establece en un primer
nivel de lectura.
Podríamos decir que para lograr la alfabetización verbal, es necesario aprender una sintaxis común
que establezca límites constructivos acordes a los usos aceptados. En otras palabras, podría
decirse que “existen líneas generales para la construcción de composiciones, existen elementos
básicos que pueden aprender y comprender los estudiantes de medios audiovisuales (…) para
crear claros mensajes visuales”. Otras acepciones como la de Lindekens (1976) establece a la
imagen como un signo autónomo, en principio independiente del texto que lo acompaña.
Asimismo, Bense postula “una semiótica visual como esencia de los problemas del lenguaje
visual”, en donde todo objeto de percepción está constituido por una unidad de forma y color.
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¿Qué es placer y goce?
En El placer del texto, Roland Barthes hace una diferencia entre el placer y el goce: “texto de
placer: el que contenta, colma, da euforia; proviene de la cultura y está ligado a una práctica
confortable de la lectura. Texto de goce: el que pone en estado de pérdida, desacomoda (tal vez
incluso hasta una forma de aburrimiento), hace vacilar los fundamentos históricos, culturales,
psicológicos del lector, la congruencia de sus gustos, de sus valores y de sus recuerdos, pone en
crisis su relación con el lenguaje”.
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La semiótica narrativa
Señala que todo cuanto existe es dialéctica significativa y por lo tanto texto. Su análisis se guía por
una racionalidad subjetiva. Es el estudio semiótico de un texto o mensaje cualquiera como relato,
es decir como una unidad en la cual existe una representación de sucesos o acciones que de
verifican en un devenir espacio-temporal. De hecho existen tipos de textos (cuentos, novelas,
relatos televisivos, cinematográficos) que no pueden ser analizados sino por una semiótica
narrativa, que es la única que puede dar cuenta de la organización temporal y dinámica de dicho
tipo de textos. Pero aún los textos descriptivos o espaciales son susceptibles de ser analizados por
la perspectiva diacrónica de este tipo de semiótica.
Aborda el estudio de la narratividad a partir del análisis de lo que denomina, con rigor, la
estructura narrativa del texto. Es precisamente su procedencia teórica la que garantiza la solidez
de la construcción de los objetos que manipula. El parentesco de estos objetos teóricos con los
elementos que se consideran propios del análisis narrativo, tales como los personajes, acciones,
etc.). Por ahora será necesario dedicar una mínima discusión a los conceptos centrales de la teoría
y, en particular, al denominado recorrido generativo, cuya armazón, fundadora de toda la
aproximación de Greimas.
De esta forma, podemos decir que el recorrido generativo es una construcción teórica que intenta
modelar el modo cómo se genera y se articula el sentido en un texto. No se trata de una
simulación del modo cómo se produce el tránsito entre una “idea” y una película, sino de una
estructura que puede construirse mediante el análisis y que permite comprender el
funcionamiento semiótico de este tipo de texto en particular.
Este recorrido generativo consta de dos grandes niveles: el nivel de las estructuras discursivas y el
nivel de las estructuras semio-narrativas.
a) El nivel de las estructuras discursivas es el nivel de la manifestación textual, es decir, aquel con
el que nos enfrentamos al “leer” el texto. Corresponde a un nivel analítico que sólo puede
derivarse del discurso del texto.
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Para Greimas, el estudio de la semiótica se desarrolla con el objetivo de buscar los sentidos de los
textos. Con la influencia de Propp, Hjelmslev, Lévi-Strauss y otros, Greimas desarrolló un método
que permite analizar la organización de los discursos, en el plano del contenido, a partir del
concepto de narratividad.
“Todos los cuentistas del mundo repiten incansablemente: la calificación del sujeto, manifestada
bajo diversas formas (rituales de iniciación, ritos de pasaje, concursos y condecoraciones); la
realización del sujeto en la vida, considerada como un espacio virtual en que el hombre es
convocado a llenar por sus actos, ejecutando alguna cosa y revelándose a sí mismo en el mismo
gesto; el reconocimiento, ese mirar del otro que atribuye los actos a su autor y lo constituye en su
ser”.
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Estructura fundamental
Se caracteriza por ser la estructura mas profunda y abstracta. Greimas identifica los semas en la
base de esta estructura. Un sema se define como la extremidad de una relación funcional binaria
entre sememas. El sema es, pues, la más pequeña unidad de significación definida por el análisis. Y
un sema es como es, pues tiene otro sema como referencia, lo que posibilita la identificación de
las diferencias. Para aclarar mejor ese aspecto, Courtès menciona los tipos de relaciones
existentes entre ellas:
“La relación que se encuentra establecida entre los dos semas es de naturaleza antonímica,
relevando al mismo tiempo de la disyunción y de la conjunción”.
Los semas tienen carácter binario. Ellos se unen por una relación de oposición. Por lo tanto, esa
relación se da siempre entre dos semas. Tal relación puede ser representada en el cuadrado
semiótico, y “permite darse cuenta del orden de los universos semânticos en su conjunto”.
De esta forma, la estructura elemental es concebida de forma lógica en una categoría sémica
binaria del tipo blanco y negro, y los términos están en relación de contrariedad, de
contradictoriedad y de implicación. Esa estructura existe en cualquier discurso y organiza las
relaciones, sea en el orden sintagmático, sea en el paradigmático.
Las características formales del cuadrado semiótico son esclarecidas por Courtès cuando afirma
que “esta presentación del modelo constitucional, se hizo al nivel de sistema, esto es, en una
perspectiva paradigmática. Se puede entonces, complemenaáriamente, considerarlo del punto de
vista del proceso, esto es según el eje sintagmático”.
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Estructura narrativa
La estructura narrativa es la etapa más superficial del percurso generativo. Esa organización es
dada sobre los sememas, y es llamada por Greimas de “modelo actancial”. La organización
actancial es formada por actuantes que, conforme Greimas son “seres o cosas que, a un título
cualquiera y de un modo cualquiera, todavía a título de meros actores secundarios y de manera
más pasiva posible, participan del proceso “.
Todo el discurso se desarrolla encima de objetos, personajes, lugares, etcétera. Los actuantes son
seres del discurso. El modelo actancial propuesto por Greimas está estructurado de la siguiente
forma:
a) El enunciado conjuntivo es la relación entre el sujeto y el objeto, que puede ser diferentemente
situado, en la medida que el objeto puede ser dotado de diferentes valores, “objetivos” o
“subjetivos “.
b) En los enunciados disyuntivos, el objeto, entre tanto, dotado de valor, no está en conjunción
con el sujeto.
Para Greimas, “la disyunción solamente virtualiza la relación entre sujeto y objeto, manteniéndola
como una posibilidad de conjunción. Por ello, el sujeto y el objeto no son los únicos a hacer parte
de la estructura narrativa. Tenemos también el destinador y el destinatario, que forman el
segundo par de actuantes. Estos están interligados por el objeto de deseo.
“La confrontación, a su vez, puede ser quera polémica, quera transaccional, manifestándose sea
por combate, sea por una troca, permitiendo esta distinción reconocer dos concepciones de las
relaciones inter-humanas”.
Toda la confrontación ocurre porque existe un objeto a ser disputado. A partir del momento que
este objeto es deseado por las partes envueltas, el mismo pasa a tener un determinado valor, y
entonces pasa a ser un objeto de deseo para el sujeto, estando situado entre el destinador el
destinatario. Destinador es aquel actuante que hace hacer, diferente del sujeto que tiene la
acción, que hacer ser. Diferentes relaciones se establecen: entre el destinador y el destinatario,
una relación de implicación; entre el sujeto y el objeto, una relación de proyección y, entre
ayudante y opositor, una relación de contradicción.
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Estructura discursiva
La estructura discursiva está identificada al nivel más superficial. Los tres niveles caracterizan un
percurso de pasaje de lo más abstracto a lo mas concreto. Se puede decir todavía que la estructura
discursiva está en el limpiar de la relación de la significación (expresión y contenido). La estructura
discursiva viste la narrativa, sino el nivel más próximo de la textualización. Y en ese nivel es donde
ocurren los procesos de figurativización, temporalización, espacialización, gestualidad, sociabilidad
y sexualidad.
Las figuras se organizan en el discurso y se agrupan para dar lugar a configuraciones discursivas. La
construcción de las figuras se da por un procedimiento de desembrage y embrage. El desembrage
consiste en la retirada de todas las marcas de temporalidad, especialidad, mientras el embrage
dota estos elementos de marcas de tiempo, espacio y otros elementos similares.