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“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….

INTRODUCCIÓN
Me llamo Rafael Fernández Haba, nací en la aldea de La
Portera a las 10 de la mañana del 6 de Agosto de 1920. Mi padre se
llamaba Modesto Fernández Pedrón y descendía de las Casas de
Eufemia, y mi madre Luisa Haba Navarro, era de La Portera.

Mis abuelos paternos se llamaban Manuel Fernández (hijo de


Joaquina Haba) y Simona Pedrón Haba, y los materos Pedro Haba
Haba y Estébana Navarro Cárcel.

Mi abuela paterna, Simona Pedrón Haba, falleció en La Portera,


en la casa que mi tío Eleuterio Fernández Pedrón vivía en la calle
Real. En esta casa había un bar en su planta baja. Esto ocurrió
cuando yo solo tenía cuatro años.

Además de esto, otro de mis primeros recuerdos es que padecí


sarampión, varicela y unos catarros muy fuertes, que en aquellos
tiempos se curaban con ayuda de unas hierbas. Éstas, llamadas
malvas, se cocían y se ponían en un recipiente, el cual desprendía un
vaho, que al aspirarse, suavizaba el catarro y la garganta. También
tuve durante un cierto tiempo molestias en el vientre: para evitar el
dolor, hacía la veleta, o sea, poniendo los pies hacia arriba y la
cabeza al contrario; con todo esto se mejoraba un poco, pero no me
curé definitivamente. El médico, entonces, me mando poner una faja
para que el vientre subiera hacia arriba, ya que decía que lo tenía
bajo, con este procedimiento aquello quedó superado.

“ENFERMEDADES”
A los doce años, un día fui a por la burra que teníamos en un
campo detrás de la casa para que pastara y le diera el sol y el aire,
algo habitual. Cuando le quito la cuerda que tenía atada, subo a ella, y
en ese momento aparecen unos chicos de mi edad, con unas varas y
palos. Empezaron a pegarle, a lo que la burra reaccionó corriendo a
toda velocidad, en un giro, yo caí al suelo, rompiéndoseme el brazo
izquierdo por el codo. En esa época no teníamos médico en la aldea,
pero si había quien se atrevía a hacer las veces de médico. En mi
caso me atendieron la Sra. Ramona Ramos y su hermana, pero no
consiguieron mucho. Entonces me llevaron a Requena al médico,
donde me atendió el Dr. Antonio Romero, quien tenía lo mismo de
“burro” que de corpulento, era una de las personas mas grandes que
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conocía. Don Antonio me escayoló el brazo con un gran yeso, que era
el remedio más popular de entonces.

Esa noche marchamos a dormir a la aldea de El Rebollar, donde


vivía mi hermana Remedios, de forma que al siguiente día pudiéramos
tomar el primer tren a Valencia. La noche fue un calvario, del daño
que me hicieron y la inflamación que tenía en el brazo tuve que
quitarme con la ayuda de mi madre y mi hermana la escayola con
unas tijeras de casa.

Cuando llegamos a Valencia, nos encontramos con las fiestas


de Santiago. Transcurridos 2 días visitando médicos, ninguno se
atrevió a operar ese brazo, por la enorme inflamación que padecía. Al
cuarto día dimos con el Doctor Triguo, que era el más popular de
entonces. Lo primero que dijo fue: “Este brazo hay que cortarlo, esta
engangrenado”. Mis padres y yo nos negamos y le pedimos que
buscara una solución alternativa. Finalmente consiguió recuperarme, y
gracias a este buen doctor evité la desdicha de la amputación.
Durante los días de preocupación y sufrimiento estuvimos
hospedados en el Hotel Dos Puertas en la Calle San Vicente, donde
no dejé descansar ni dormir a nadie durante mi estancia allí.

A los 14 años, un día que me encontraba bastante constipado,


salí a un recado. Hacía un viento muy frío, que me provocó la
torcedura de la boca y lágrimas en un ojo, tuve que tratarme hasta
recuperar la normalidad.

Tuve otro accidente con la bicicleta regresando de Los Pedrones


en las cuestas de la cruz de Cofrentes, de noche y sin luz, por causa
de una piedra que alguien dejo y la cogí de lleno, rompiéndose la
rueda delantera, cayendo de narices me hice una herida bastante
profunda y también en la parte inferior de la boca, quedé inconsciente,
sangrando. Cuando empecé a despejarme, no sabía en que punto
me encontraba, debe ser que la bicicleta no la tenía muy lejos de mi,
según recuerdo. La cogí por el centro del cuadro y con la rueda
delantera suspendida, tuve el acierto de continuar hasta La Portera y
cuando llegué a casa, me llevaron al médico, que me atendió rápido,
me curó las heridas y la hemorragia, por evitar la sangría, tuve la
suerte de dar con un muy buen médico. Quedé con unas pequeñas
señales, pero gracias a Dios me salvé.

A los 27 años de edad tuve otro accidente. Íbamos Ángel Ponce


y yo con el carro y el macho a un monte donde teníamos que cortar
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unas ramas de los pinos. Al final de la jornada, subí al carro para


llegar mejor a cortar las ramas con el hacha. En un despiste, golpeé
con la hoja del hacha en mi pie izquierdo cortándome un tendón y una
arteria. Conseguí hacer un torniquete para evitar la sangría, que aun
así, era muy intensa. Sin perder tiempo fui en el taxi de Fidel Novella
desde La Portera hasta Requena, donde fui atendido por el doctor
Don José González, quien me frenó la hemorragia con una goma muy
fina. Enseguida fuimos a Valencia donde me ingresaron en el
sanatorio de La Malvarrosa, propiedad del Doctor Manuel Segura, uno
de los mejores cirujanos de la zona. El doctor me operó de urgencia,
tuvo que cortar unos 25 cm. para encontrar el tendón que había
retrocedido, pero finalmente, me reestablecí sin molestias.

Continúo dando datos de los malos ratos que he pasado. El día


13 de Marzo del año 1997, estando cenando en mi piso de la avenida
Arrabal nº 21 –puerta 4- de Requena, a las 10 de la noche en
compañía de mi señora, observé como un cosquilleo en el ojo derecho
duró pocos segundos. Le digo a mi señora: “con este ojo no veo”, y
me dice: “eso no puede ser”, pero si fue realidad, en pocos minutos mi
hija Mari y su marido Carlos me llevaron con su coche al Hospital de
Requena por urgencias. Me visitaron rápido, y me dice el doctor: “Esto
que le ocurrió es una embolia, no hay solución de recuperar la vista,
con las mismas le decimos que nos marchamos a La Fé a Valencia,
nos atendió el doctor especialista que había de guardia, y nos
responde igual que lo dicho por el del hospital de Requena. Así pues,
consultamos con otros dos especialistas y nos dijeron lo mismo: “lo
dañado ha sido la arteria central de la retina.”

Tres días después de lo ocurrido en el ojo derecho, me operaron


el ojo izquierdo de cataratas, me encontraba muy mal, por lo poco que
veía. Con una lupa me podía defender. Me operó el Dr. Mayordomo,
hijo de Utiel. No me pudo poner calmante por miedo a producirse una
hemorragia. Nadie puede imaginar lo que sufrí por tener que hacerlo
sin calmante, según el doctor, me puso una lentilla y después de todo
veo muy bien, y no recuerdo lo pasado.

Continúan los accidentes. En noviembre de 1998 me resbalé en


una rampa de acceso a las aceras de minusvalidez, había llovido y el
suelo estaba muy resbaladizo. Al caer apoyé el brazo, rompiéndome 2
tendones. La rotura del primero me la diagnosticaron en el
Ambulatorio de Requena y la del segundo en el Hospital General de
Valencia. Ahora siento molestias, pero puedo defenderme.
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El día 12.02.1999 me repite otra embolia al brazo izquierdo,


cuando intento coger un baso de agua, con la mano izquierda, no
tengo fuerza para apretarlo, da la casualidad que era a la misma hora
de la embolia anterior.

La tercera embolia, el día 10.04.2000 también coincide a la


misma hora, unos 15 minutos más tarde, esta fue la más leve, en
estos momentos no me ha quedado secuela ninguna.

“La escuela y D. Amadeo Reynes”

Empecé a ir a la escuela con D. Amdeo Reines y Corrons,


natural de Nules. Fue el maestro con el que más tiempo fui y el que
más me marcó, nadie enseñaba como él. En invierno, íbamos a clase
al final de la tarde, la luz del día había que aprovecharla para trabajar
en el campo.

Don Amadeo estaba casado con una señora de Requena


llamada María, cuya familia se dedicaba a manufacturar mantas de
lana en un taller de la Villa de Requena. Él fue enterrado en La
Portera, como era su deseo. Sus alumnos, tanto chicos como chicas,
pues era una clase mixta, pedimos a las autoridades de Requena y
Valencia una tribuna frente a donde se le dedicó una calle en La
Portera.

La calle elegida para el homenaje a Don Amadeo fue la llamada


entonces, Calle Real, y desde entonces, Calle Amadeo Reynes. La
placa de mármol blanco conmemorativa e identificativa de la calle esta
situada en la casa donde nací, situada en la parte baja del pueblo, en
su entrada desde Requena.

“LA AGRICULTURA: UN MODO DE VIDA”

En casa de mis padres siempre se ha vivido de la agricultura,


mas tarde, cuando yo me hice cargo de lo que me correspondió, pues
se distribuyó entre los cuatro hermanos (3 hermanos y una hermana),
continué con ese modo de vida.

Mi Padre cambió parte de las fincas que tenía en las Casas de


Eufemia por otras que tenía un hermano de mi madre, llamado Pedro.
La finca mayor que tenía mi padre se llamaba La Beata, en la cual
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había una casa de campo con cuadra para las caballerías, y un


apartado para las personas, también había un charco que se usaba
para echar sulfato y darles de beber las caballerías. Toda la finca
estaba alrededor de la casa, la mayor parte de las viñas eran buenas,
sobretodo, las que había en la Cañada. En la parte más llana había
unos olivos, los cuales estaban intercalados y tenían gran tamaño.
Cuando se iba a recolectar la aceituna, a mí me hacían subir a lo más
alto, por ser el menor de los hermanos, recuerdo que pasaba mucho
frío.

La finca de la beata se vendió, finalmente, a una familia de las


Casas de Eufemia, por resultar muy costoso ir hasta allí con las
caballerías y el carro. Entonces, mi padre, un tío llamado Paulino
Fernández y otro familiar llamado Paco, compraron una finca que no
estaba toda bajo un linde, y cuya mayor parte se extiende desde La
Portera hasta la “Cueva Zapata”. Ésta última finca era propiedad de
los hermanos Gil Fagoaga, ahora ya fallecidos. Esta finca tiene,
además, otros grandes trozos en distintos sitios, como la “Muela
Cupido”, la “Cañada del salto”, la “Hortiga”, “Los tollos”, “Los Prados” y
“El vallejo”.

AÑO 1.945.- Todas las tierras de mis padres se partieron siendo


yo soltero, cuando tenía 25 años. Yo me casé en el año 1950, el día
18 de septiembre en la Iglesia de Casas de Soto; donde vivía mi
señora.

Cepas que había en total: 41.225. Terreno de cereal, para poder


plantar, por la extensión total de 40.600 vides más.

Después de transcurridos unos años yo le compré a mi hermano


Bernardo las viñas de los Pinillos, donde había unas 5000 vides, y las
del cilanco, 1200 vides más el monte incluido, también el pedazo
llamado Pie de Cristo con su correspondiente monte.

Unos años después, le compramos mi hermano Emiliano y yo,


todo lo que le quedaba a Bernardo de cereal menos el monte que hay
en los pedazos de el vallejo de la carrasa, por el motivo que en San
Antonio no tenía monte, y es donde ha vivido hasta su fallecimiento,
que fue el día 14 de Abril de 1999. Los pedazos que compramos son
Los Vallejos de la carrasca, calcetas, Quincha la jaca y Panderon. Mis
padres, antes de hacer la partición de las tierras de La Portera le
compraron en San Antonio una parcela a unos 500 metros, donde ha
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vivido, allí cabrían unas 4000 vides que estaban sin plantar, pero con
derechos de riego – parte de la carretera antigua hasta el río Magro.

También a mi hermana Remedios que ha vivido muchos años en


El Rebollar le compró un trozo de cereal cuando vendieron la finca
llamada “La venta” a unos 3 Km de El Rebollar, de cereal, donde
caben 15.000 vides de tierra muy buena.

Yo también le compré a mi primo Vicente Fernández una parte


de la viña que lindaba con la mía en el paraje llamado Lantera o
Casilla de Simarros. A continuación le compré otras 2 partes que
llegan a lindar con la que le compré a mi primo, las dividía un camino
ahora no transitable, que iba al antiguo camino a Requena, esta es la
que pasando por la Serratilla llega a Requena por el puente de
Jalance.

El monte que hay en el rincón de los olmos, de unas dos


hectáreas, que está situado en la hombría ya cerca de la finca de
Fortunas de Abajo, por desgracia, se quemó hace unos pocos años,
quemándose Casas Nuevas, Los Rincones y llegó hasta Hortunas de
Abajo. Este monte que he citado no le interesaba a ninguno de mis
hermanos, se le puse un precio, y a cada uno le aboné lo que
correspondía.

“LA LLEGADA DE LA ELECTRICIDAD”

La luz eléctrica llegó a La Portera en el año 1925, se trajo de la


aldea de Campo Arcís, en esta aldea tenían Hidroelectrica. El Sr que
puso el servicio se llamaba José Matéu Carrión. En cada casa se
daba servicio, unos instalaron contador, y podían tener las luces que
desearan, pero otras, por ahorrar dinero, ponían tres o cuatro y
pagaban un mínimo. Más tarde, la luz se llevó a Hortunas, a las fincas
de los Rincones, casa del Churro, Casas Nuevas, Carrascalejo,
Casillas de la Manchega y Casas del Río, todo por el mismo
empresario.

“SIN AGUA...”

La Portera se encontraba con mucha escasez de agua, por este


motivo había que desplazarse a lavar a algunos lugares como
Hortunas, Fuen Caliente, La loma de Requena, la fuente de las Pilas,
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el nacimiento del Arquillo, etc... . A este último sitio solíamos ir los


inviernos, por estar situado entre dos barrancos: se estaba muy
abrigo, además, el agua estaba a una temperatura muy agradable. A
unos 500 metros de este lugar estaban las casas de Hortola, de las
cuales aun quedan restos hoy día.

Fui alcalde de La Portera durante 12 años, y encontrándonos


hartos de la situación descrita, en una de las muchas ocasiones en las
que tuve que desplazarme a hablar con el Sr. Heliodoro Collado le
propuse sí se podría llevar el Agua Potable del nacimiento del Arquillo
a La Portera. Él me respondió que fuese en compañía del Sr.
Zamarro, quien era municipal del ayuntamiento, a coger unas
muestras del agua para analizar si se adaptaban para el consumo
humano, a pesar de los trámites, se decidió que era aceptable. A
partir de este resultado, creí conveniente, en compañía del segundo
alcalde, nombrar a tres personas más para colaborar, y así lo hice. Sin
embargo teníamos el inconveniente de que éramos pocos habitantes
para llevar a cavo esta tarea, por tanto se decidió contar con la
colaboración de otras cuatro aldeas.

Estas cinco aldeas (La Portera, Los Pedrones, Campo Arcís, Los
Duques y Casas de Eufemia) solicitaron presupuesto a técnicos del
sector. La cantidad oscilaba entre 11 y 12 millones de pesetas, con
todo incluido: Bomba, caseta, tuberías, electricidad en alta tensión,
transformadores, depósitos para acumulación, etc,…

Hubo una reunión el salón de actos del ayuntamiento, a la que


acudieron los alcaldes de cada aldea, acompañados de algunos
vecinos y el alcalde de Requena , Sr. Heliodoro Collado. Sirvió para
explicar y dar a conocer la buena noticia: EL AGUA ERA POTABLE Y
ABUNDANTE!!!. Aunque quedaba un escollo por superar: la cantidad
presupuestada. Se trataba de una altísima cantidad para la época, y
entonces, los representantes del Campo Arcís decían que ellos, con el
agua filtrada de los riegos, tenían suficiente (se trataba de agua de
muy baja calidad). Los de los Duques se conformaban con el agua de
sus pozos, y así el resto.

Viendo esta situación, y entendiendo que el resto de aldeas que


se agruparon en un principio, se echaron atrás poco después,
decidimos en La Portera convocar una junta general, en la que se
acordó tirar para adelante con el proyecto del agua por nuestra
cuenta. Así fue, se empezaron los trámites oportunos, hasta terminar
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con éxito. Hoy podemos disfrutar de esa agua que tanto anhelábamos
entonces.

Transcurridos 2 años, y viendo que en La Portera disfrutábamos


de la comodidad del agua potable, volvieron a unirse las 4 aldeas que
cuando se fraguó el proyecto decidieron no avanzar con nosotros. Le
pidieron al alcalde de Requena (Sr. Heliodoro Collado) su ayuda para
poder, ellos también, disfrutar de agua potable. Al tratarse el agua de
un bien de primera necesidad, y amparándose en las leyes existentes,
el alcalde se vio en la necesidad de hacer todo lo posible para que
estas 4 aldeas recibieran agua. Éste hecho sentó fatal en los ánimos
de nuestra junta de vecinos. Al menos, en La Portera, conseguimos
un depósito de seguridad para evitar que nos quedáramos sin agua en
el momento que otras aldeas o nosotros sufriéramos contratiempos o
averías.

“AGUA POR LA PORTERA”

Recuerdo un lugar llamado “Vallejo”, cultivado de cereal, donde


el agua viajaba por unos canales de piedra, cubiertos por unas losas.
Estas losas se traían de la aldea de Los Pedrones, de la finca de
Realta. En aquellos prados teníamos una propiedad donde
plantábamos productos como alfalfe y otros para nuestro consumo
domestico. Por ser yo el menor de los hermanos, solía ser el
encargado de regar siempre que era necesario.

Aproximadamente a un Kilómetro de la parcela mencionada,


estaba ubicada la Labor de La Cueva Zapata, compuesta de casa del
dueño, renteros, pastores, bodega y lo necesario. A pocos metros de
la casa hay un nacimiento de agua bastante abundante en el reguero
que continua de la parcela que he comentado antes. También en este
lugar de la fuente hay una preciosa chopera y a continuación una
huerta. El agua de la fuente servía de suministros de los habitantes de
la finca, las caballerías y el ganado. Hubo una época en la cual
también fabricaban tejas, pero años después dejaron estas
fabricaciones ya que en Requena y en El Potón se fundaron grandes
fábricas de tejas.

También recuerdo que en una parcela de mi casa, llamada


“parás de Beguer”, había viñas, cereal, oliveras y muchos árboles
frutales. Cerca, en la finca de los Rincones, hay un monte que está en
umbría de donde salía un chorrito de agua gracias a que pusimos una
caña. Ahora ha desaparecido.
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Hace muchos años que no hemos visto nieves, ni temporales,


que otras veces eran muy frecuentes, estaba varios días lloviendo.
En estos tiempos han desaparecido la mayoría de las fuentes.

Voy a continuar hablando de la cantidad de agua de años


pasados. En una parcela llamada La Hortiga de propiedad de mis
padres había un pozo de unos 2,5 metros de profundidad, al lado
pasaba el camino de La Portera a la finca de casas de Puchero. Allí
había dos casas separadas por unos metros, una de ellas era de
distinto dueño: La primera de los hermanos Vives y las segunda fue
donada al antiguo hospital de Requena (que estaba instalado en La
Loma) por una familia que no tenía descendientes – ahora en ruinas-.

Comentado lo referido al pozo, puedo decir que de ese reducido


lugar se daba agua para cultivo de unos huertos, y se recogían
hortalizas de ciertas variedades para el consumo de casa.

También había dos nogueras muy grandes, sobre la horma o


ribazo, que tenía una altura muy elevada, el agua sobrante iba a regar
dichos nogales, y por ese motivo echaban mucho fruto, y de buena
calidad. Han pasado bastantes años y esos Nogales por agotarse el
agua ya no existen.

…………………………………………………………………………………

En el mes de Febrero de 1950, de fecha 8, me entregaron del


colegio oficial de arquitectos de la zona de Valencia, aprobada y
firmada por el aparejador de la obra, Don Eugenio Rodrigalvarez
López.

A partir de esta fecha empecé la obra en la calle Mayor, Nº 23


de una bodega compuesta de dos cocedores y tres depósitos y pileta
por el centro con grifos y portillas, para aislamiento en sus recipientes,
con los bajos y bodegas, chapadas de azulejo blanco. Una vez
terminada la bodega, se continuó dando dos alturas para la vivienda
del primer obrero que busqué para darle trabajo en mis fincas,
llamado Ángel Ponce y su Sra. Plácida. Estuvieron trabajando en mi
casa 18 años, que más tarde marcharon a Valencia donde
continuaron su vida siendo una pareja extraordinaria. Unos 3 años
después de terminar esta bodega y las 2 alturas quedaba al lado de
lo edificado un trozo de solar de igual dimensión que agregado a los
construido, lo subí a la misma altura que el anterior, y una vez
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terminada, se marchó el obrero. Donde yo vivía, y mi señora y yo, nos


vinimos en compañía de mi primera hija, llamada María Isabel. Este
solar tiene un trozo tres veces mayor que lo edificado, que llega a una
calle que pasa por detrás, en todo ese trozo se hicieron cuadras y
pajares, que aun existían las caballerías para el cultivo del campo
que más tarde llegaron los tractores y se eliminaron las caballerías.
También hay una leñera - donde se acumula la leña para la
calefacción que se instaló hace varios años, dos aseos, terraza,
columpios y el resto Jardín: dos palmeras, tres ciruelos, dos
nispereros, un pino, varios rosales, enredaderas, un membrillero, dos
parras, una variedad de cardinali que es temprana y la otra de royal.

“DATOS DE MIS SUEGROS”

Mi suegro llamado Eufrasio Sánchez Pedrón, nacido en la aldea


de Fuen Vich, sus padres llamados Rufino y Simona, sus abuelos
Mauricio y Julia.

Mi suegra se llamaba Isabel Piera Minguez, nacida en Jalance,


sus padres llamados Bernardino y Simona.

Al poco tiempo de casados, se marcharon a vivir a la Finca de


Morajete, a poca distancia de la aldea de las casas del Río. La
carretera que llega a esta aldea, corta la finca, por medio, y su casa y
la de los dueños se encuentra a poca distancia de la carretera.

Los dueños de esta Finca son Doña Milagro Pérez Perón, y sus
esposos Don José María Puchades, tiene la carrera de abogado. Esta
finca dispone de gran cantidad de agua hay un estanque enorme. Una
balsa inferior, mas una gran mina pegada al cultivo que se le ha
sacado mucho agua, y no se le nota merma.

Todo el terreno cultivable, está plantado de melocotoneros, de


una variedad extraordinaria, más huerta de cultivos varios, tiene la
ventaja que por su situación no se hiela, tiene muchos olivos, en los
secanos también son muy productivos los almendros y la extensión
mayor es el monte que llegan los lindes de la aldea de los Pedrones.
Cuando finalizó la guerra de España, se trasladaron a otra finca
de estos señores, a la ladea de Casas de Sotos, en calidad de
encargado general y en este lugar estuvo hasta el final de su vida
cuando tenía la edad de 54 años enfermó con el Parkinson. Sufrió
mucho y terminó con su vida a los 64 años.
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“GUERRA CIVIL ESPAÑOLA”

Voy a hablar de los años de la guerra civil española. Mis


hermanos Bernardo, era doce años mayor que yo, Emiliano, nueve. Y
por ser mayores los llamaron según de los reemplazos que cada uno
era, el mayor le destinaron al cuerpo de tren, que era donde estaban
toda clase de vehículos de motor, a el le adjudicaron un camión de
marca autoras que era de los de mas tonelaje, situado en Valencia.
Emiliano no tuvo esa suerte, y marchó al frente, a los montes de la
provincia de Teruel a Puerto Encandon, y otros, al cabo de un tiempo,
cursó una instancia para ingresar donde estaba el hermano Bernardo
y por fin lo consiguió, le adjudicaron el camión marca Ford que llevaba
una cuba, y su servicio consistía en transporte de agua desde el
nacimiento del río magro, en el pueblo de Caudete de las Fuentes y
suministrar, las tropas que se encontraban por los frentes.

Mis padres, compraron un coche Ford modelo 29, color verde


que lo tuvimos unos cuantos años, y cuando la guerra empezó se lo
llevaron para el servicio de los militares de la guerra.

Yo, como me imaginaba que podían llamarme para


incorporarme a luchar, pase por el ayuntamiento de Requena, y no
teniendo la edad de los 18 años, me hicieron una partida de
nacimiento falsa, justificando que ya los tenía, una vez pude justificar
que tenía la mayoría de edad, de esta forma, marché a Valencia y
encontré una escuela para que me dieran clase de teórica más las
prácticas conseguí el carnet de la agencia Fabra que estaba en la C/
Colón. Una vez me entregaron el carnet, me pasé un tiempo en
Valencia, haciendo prácticas con el camión que llevaba mi hermano
Emiliano entonces destinado a llevar soldados, hacer fortificaciones
en el Saler, una vez dejaba los soldados, en su trabajo, nos
marchamos a hacer prácticas hasta la hora de volvernos al cuartel a
comer y por la tarde se continuaba con lo mismo, así pasé el tiempo
suficiente para verme más capacitado.

Para la fecha que tenía que incorporarme, para marchar a la


guerra, en aquellas fechas había ascendido a comandante en jefe del
cuerpo de tren, un chofer que hasta antes de la guerra conducía un
autobús de dos pisos que compró la empresa de la Requenense, del
Sr. Nicolás Malatra que así se llamaba, que hacía el servicio Requena
Valencia ida y vuelta, este chofer le llamaban Pinillo y descendía
de Jalance, unas fechas próximas antes de tenerme que incorporar
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fuimos a visitarle a este comandante, pidiéndole que me ingresara en


el cuerpo que el mandaba ya que tenía a mis dos hermanos
trabajando un largo tiempo, le enseñamos el carnet que ya tenía,
empezó a poner excusas y no hubo manera que aceptara.

En los días primeros de Marzo nos llamaron a la caja de reclutas


de Valencia a todos los que éramos de la quinta de 1941, yo no había
cumplido los 18 años y nos agregaron con otros que llevaban bastante
tiempo en la guerra entre ellos Félix Haba Domingo, hijo del ciego de
La Portera, que tocaba la acordeón y nos hizo muchos bailes. Este Sr.
se llamaba Justo Haba.

Esta primera noche nos llevaron al Pueblo de Liria, nos


acomodaron en la Iglesia que se utilizaba de cuartel. Al siguiente dia
nos llevaron a la Estación del Norte de Valencia, formaron un tren
enorme de vagones borregueros y sobre las 10 horas salió hacia
Madrid por Almansa, Albacete… . Mis hermanos vinieron a
despedirme. Viendo que teníamos que acostarnos encima de las
tablas, bajábamos del tren a coger toda clase de hierba para que
sirviera de colchón. Subíamos otra vez, y con las mismas, así lo
hicieron muchos, qué velocidad llevaría!. Ya de noche llegamos a la
Provincia de Ciudad Real, al puebalo de Tembleque, y nos alojaron en
otra Iglesia, mayor que la primera. A los 2 días de estar en dicho
pueblo iban haciendo grupos, y nos distribuyeron a distintos sitios, al
compañero Félix Haba Domingo, lo mandaron para Extremadura, y a
los de mi grupo, al Valle de Morata de Tajuña. Las cocinas las
colocaron al lado de este río llamado Tajuña, y al personal al monte
llamado Pingarron que es donde residían las Fuerzas acomodadas en
Chozas que son excavaciones sobre el monte. La que me
adjudicaron, en la chavola cabíamos 30. Mi hermano Emiliano me
regaló unas botas nuevas, me advirtió que las guardara bien, no sea
que me las quitaran, me las puse de almohada, pero cuando me
levanté: ¡Allí iban a estar las botas!. Había veteranos que, algunos,
llevaban 2 años. Lo que si hicimos todos los que llegamos al día
siguiente al levantarnos con los pantalones bajados matando chinches
que ni los había visto nunca, que tal infección habría en esas chabolas
en 2 años ocupados por soldados.

La situación de este monte mira al Este, y al otro lado, en los


montes, se encuentra el pueblo de Chinchón. Éste valle y el rio une al
pueblo de Aranjuez a unos 35 Km. Aproximadamente hacia el sur, y
al norte queda el pueblo de Morata de Tajuña, a 12 Km.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….13

Lo primero que nos mandaron fue hacernos cargo de fusil,


munición y dos bombas de mano a cada uno, los que pertenecían a la
compañía de ametralladoras cargar con ella al hombro, responder
cada uno, de lo que nos asignaron, y jamás abandonar las armas. A
continuación, estuvimos haciendo instrucción por este valle quince
días con todo sobre el hombro si nos dieron buenas sesiones a
continuación aprender el manejo del arma y empezar a tirar con ella.

El mayor problema, o uno de los muchos que había, cuando


había que coger el desayuno, comida o cena, la distancia se
aproximaba al Km, teníamos que formar pasar lista y cuando llegabas
lo que te servían era un cazo muy pequeño y hasta frío como el agua.
El café con leche se componía del desperdicio de la garrofa, para
darle color del café. La comida todavía peor, el dia que servían el
arroz, si tenías suerte de ser el primero, cuando vaciaban el cazo solia
caerte bastante, pero los que continuaban siendo que estaba tan
apelmazado que en tres o cuatro cucharadas limpiabas lo que te
habían puesto. Cuando servían lentejas se caía el caldo que este no
se pegaba (…)

Cuando habían transcurrido unos meses se cogió una mula


torda y se mato para comer. Mientras duró la carne fueron los días
mejores, la solían hacer con patatas guisadas y trozos de carne, eso
nos sirvió para recuperar el hambre atrasada. Se encontraba en mi
compañía Felipe Cárcel Gómez de La Portera, el no consintió probar
la carne, nos poníamos juntos y me pasaba los trozos que le habían
puesto, osea que recuperé al máximo. Yo le ponía parte del caldo y
las patatas.

La primera vez que nos llevaron a primera línea a relevar a otra


compañía se situaba al oeste de donde estábamos y para llegar al
punto siempre suele haber una zanja o trinchera que así se le
llamaba, que el enemigo, si disparaba no te podía dar, estos relevos
se solían hacer siempre de noche, pero tomando todas las
precauciones. Y aun así el enemigo te localizaba y de vez en cuando
disparaba alguna ráfaga de ametralladora.

En todo ese trayecto había un trozo de roca fuerte y no se


rompió y había que continuar unos diez metros a cuerpo descubierto
que la parte contraria ya lo tenía localizado. Al llegar a ese punto de
peligro, se quedaba un sargento y pasaba cada vez uno, lo más
seguido posible, y hasta cruzar no pasaba otro, cuando cruzó el que
iba delante de mi, dispararon una ráfaga de ametralladora, con tan
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….14

mala suerte que lo hieren mientras los retiran y después me tocaba a


mi. Ya ves en lo que puedes pensar. Yo crucé y no tuve tan mala
suerte, este soldado era de Valencia y habíamos hecho amistad, se
llamaba Francisco Cuenca Quiles, al día siguiente notificaron que
había fallecido. Mal se empezó el relevo.

En este monte del Pingarrón, a principios de la guerra, hubo


unos combates muy fuertes, y en todo el tiempo que estuvimos, solo
tranquilidad, lo peor y mas arriesgado es cuando te mandan hacer una
escucha: se compone de salir de la trinchera de primera línea, donde
estas protegido, y salir andando de cara al enemigo a cuerpo,
aproximadamente sesenta o setenta metros, cuantas veces está el
otro escucha para oír la respiración, te tumbas en el suelo y si
encuentras algo para protegerte bien, si no, aguarda a que te llegue el
relevo.

En varias ocasiones a ocurrido que se han puesto al habla de


una parte y de otra y de común acuerdo se han citado a la mitad de
distancia, y se han intercambiado los de la zona roja, que es como
nos decían, se daban el papel para liar los cigarros, y el otro algo que
no había en esta zona.

Cuando nos relevaron del mes que estuvimos en el frente y


llegamos a retaguardia a los pocos días se pasó por la compañía un
capitán que era Jefe de Antigás. Y le dijo a nuestro jefe que formara la
compañía y una vez formada le hacían falta 5 voluntarios para este
cuerpo de antigas, yo no me hice muy tardío, salieron bastantes, a
continuación nos hizo un examen uno por uno de lectura, escribir y de
cuentas, y entre otros, yo fui aprobado. Se completaron los 5 y una
vez los que necesitó nos tuvo un mes o más enseñándonos a
ponernos caretas de antigas, bien acopladas a la cara, y nos daba
unas carreras que nos veíamos muy mal para respirar por faltarte aire.
Y en ocasiones, alguno tuvo que quitarse la careta o caer al suelo por
agotamiento. Era demasiado exigente, no calculaba con exactitud
hasta donde se podía aguantar, nos probó al máximo, pero si nos
aprobaba, sabíamos que el fusil y todo lo que sigue no teníamos ya
que ocuparnos. De teórica nos hacía también unos exámenes muy
fuertes para saber de que gases se trataba, si el enemigo se dedicaba
a lanzarlos, teníamos una caja de madera de unos 50x50, le
llamábamos detector, y dentro teníamos unos botellines y unas
cintas, por debajo de cada botellín que si el liquido que contenía
cambiaba de color del papel saber de que gas se trataba. También
nos entregó un libro a cada uno para estudiarlo con toda clase de
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….15

gases que existían en aquellos momentos y la forma de actuar al ser


humano entre ellos recuerdo los nombres: Cloro, Fosjeo, Difosjeno,
Iperita, Levisita y otros…., entre estos el más cruel era el que
quemaba la piel como cuando salta el aceite hirviendo, la única forma
de protegerse con unas capas y gorros, botas, y guantes que los
teníamos que practicar con ellos y explicarles a las fuerzas de formar
cuando mas nervios pase fue cuando se forma todo el batallón con
todos los jefes y oficiales y tuve que dirigirme a todos explicándoles la
clase de gases que había las formas de protegerse, y ponerles las
caretas antigas y enseñarles el manejo. Teníamos a nuestro jefe,
capitán, cerca de mi, analizando en la forma que les explicaba.
Cuando terminé la actuación me felicitó lo que nunca pensaba yo era
el mas joven de los 5, al día siguiente me llamo a su chavola y me dijo
que me iba a nombrar cabo y le conteste que no me apetecía tener
graduación, los otros compañeros eran mayores y por fin, nombró a
otro…

Cuando nos trasladamos, a unos tres Kilómetros al pueblo de


arganda del Rey, hacía Madrid, nos situaron a partir del Rio Jarama
hasta casi todo el gran llano de esa vega tan rica hacia el Este.

El puesto que teníamos al servicio era el centro que ocupaba la


compañía con unos dos metros cuadrados levantados para
protegernos nosotros y el aparato detector que estaba suspendido y
abierto para comprobar si llegaba el momento en el que teníamos que
informar. La señal que había era un hierro de un metro de largo
suspendido por un trozo de hierro más corto para dar la señal de
alarma. En el lugar que ocupábamos, había un agujero que servía
para vigilar al enemigo, estando yo un día de guardia se coló una bala
por el orificio menos mal que no miraba en aquel momento.

Cuando nos relevaron de este lugar donde nos encontrábamos,


nos llevaron a un campo de olivos de gran tamaño. La segunda
quincena de agosto nos pasamos un mes en un llano muy extenso, a
300 metros de la carretera, en la que había una casa de peones,
camineros, que ese era el nombre que tenía la carretera, la general de
Madrid a Valencia. Los días finales de agosto se atrevieron a
visitarnos mi padre y el compañero Justo Cárcel, cuyo hijo Felipe se
encontraba en mi compañía. Vinieron más tiempo andando que en
algún vehículo, no había servicio motivado por la guerra. Venía cada
uno con un saco a la espalda, lo más cargado que podían, para
traernos comida, que era lo más de agradecer. Mi padre trajo en una
merendera un conejo sofrito para que no se estropease y nos hicieron
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….16

una paella en la casa de peones, y comimos todos, pasando un día


feliz por estar con nuestros padres y con el estómago “a tope”.

Les costó llegar a este lugar 4 días y medio, sobre todo a mi


padre, que era unos años mayor: “Hijo, si nos encontramos más lejos
no llegamos”. Yo les busqué en Arganda alojamiento, en una casa
donde tenía amistad, para los dos días que estuvieron con nosotros
pedimos permiso a nuestros jefes y nos lo concedieron.

Este mes que pasamos bajo los olivos, con la única protección
del tronco y las ramas, cogíamos del campo lo más suave y blando
para ponerlo de almohada, y solo una manta la noche que hacía más
frío. Se venía Felipe Cárcel, y al estar juntos y con dos mantas, lo
pasábamos mejor.

En tres ocasiones que llovió, allí teníamos que pasar, y si


amanecía el día despejado, poníamos las mantas al sol y por las
noches se cogían secas. Teníamos cerca de donde nos
encontrábamos bastantes viñas de uva blanca. Y cuando se podía
comer, por las noches, de luna que veíamos mejor, con un saco que
recogimos de los que habían en aquellos años, de esparto, cuando
llegábamos al destino el mosto se dejaba caer por las piernas.
Mientras la uva se mantenía el hambre se eliminó.

Lo peor eran las noches. Nos formaban a la compañía, y nos


daban unas marchas a la compañía de 25 y 30 kilómetros. Los jefes
con sus caballos no se cansaban y no calculaban hasta donde podía
aguantar la tropa. Si nos daban dos descansos, no de mucho tiempo,
cuando se hacía el segundo, nos tenían que despertar dando non
patadas o golpes con el fusil. Nos quedamos dormidos, estas marchas
se solían hacer en días alternos. Decían que eran para mantenernos
fuertes.

Una vez se cumplió el mes que pasamos bajo los olivos, nos
trasladaron a un lugar a unos kilómetros de distancia, donde se
encontraban las oficinas de la brigada. Mi compañía pertenecía a la
XVII Brigada Mixta, 68 Batallón. Se componía de 4 batallones: 65, 66,
67 y 68.

Nos encontrábamos a tres kilómetros del pueblo de Arganda.


Aquí teníamos chavolas y unas zanjas de 80 centímetros de ancha
por varios metros de largas, y también dormíamos en ellas: yo, Felipe
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….17

Cárcel Gómez de la Portera, Miguel Cárcel, y Julio Jiménez, de las


Casa de Eufemia, que eran primos hermanos.

En todo el tiempo que pasamos en este lugar, a mi me


mandaron llevar el parte diario de las novedades, de todo lo que
ocurría en este lugar al puesto de mando de la brigada, que se
encontraba en la plaza mayor del pueblo y había una gran fuente.

Una vez terminaba mi servicio, hacía preguntas: ¿Dónde podía


encontrar algo para comer?, pagado con dinero y nada, únicamente a
cambio de tabaco o jabón, y por fin encontré una casa muy grande
que vivían 2 señoras y un varón, todos hermanos y tenían un huerto
en el interior muy grande, y plantaba toda clase de plantas
comestibles. Era la época de tomates, les hacía el cambio por tabaco,
que el señor fumaba y el jabón para lavar la ropa. Si conseguía
tomates, una vez llegaba a donde estábamos, encendíamos fuego,
poníamos una sartén, que conseguí, con agua, partíamos los tomates
y una vez habían hervido con las cucharas nos los comíamos, sin pan
y sin sal, pero como estaba caliente nos animaba más que el
desayuno.

La mayoría de los días no encontraba nada. Uno de los días,


encontré cebollas, se me hizo muy tarde y no podía aguantarme el
hambre. Me comí dos que eran muy picosas y el sarro que dan era
muy fuerte. En el trayecto de Arganda a donde estábamos había una
fuente, yo iba desesperado por el mal gusto y mal sabor y me puse a
beber agua, y mientras bebía encontraba alivio, pero una vez dejaba
de beber volvía a lo mismo. Este día lo pasé muy mal y no lo volví a
repetir. Las cebollas las guisábamos de la misma forma que lo
tomates, en trozos muy pequeños, y el cuerpo, habiendo hambre, no
le pone peros a nada.

La ropa en lugar de ponerle jabón, teníamos un caldero de


chapa, poníamos la ropa sucia dentro y lo poníamos al fuego a hervir
lleno de agua, y nos ahorrábamos el jabón para conseguir comida, y a
la vez los chinche y las liendres morían, cuando te cambiabas de
rompa limpia descansabas un poco hasta el día siguiente que estabas
igual.

En momentos de aburrimiento, nos entreteníamos en coger los


chinches de mayor tamaño que llevamos, y en cualquier lugar los
poníamos a reñir igual que hacían con las riñas de gallos y hacíamos
apuestas haber quien ganaba.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….18

De el lugar que habíamos estado ultimamente a tres kilómetros


de Arganda, nos trasladaron a donde habíamos estado antes, en la
preciosa vega de este pueblo que he citado antes, partiendo a la
izquierda de la carretera Madrid Valencia hacia el este, y a pocos
metros del río Jarama y el puente de hierro por donde cruza este río al
principio de esta vega. Había una fábrica de azúcar muy importante,
teniendo comunicación con un tren de vía estrecha, también había
olivos enormes, por lo que toda la vega se regaba de este río que he
citado.

El enemigo estaba situado arriba de la montaña a 150 metros


del puente que he citado, por donde conducía la carretera a Madrid.
Un día muy tranquilo se me ocurre cruzar el puente hasta el final de la
otra parte, y cuando me faltaba poco me grita un soldado que se
encontraba hacia donde yo iba: “corre, corre”. Llegué sin ocurrirme
nada, pero yo no sabía que las fuerzas enemigas lo tenían dominado.
Y me contó que los motoristas que intentaron cruzar se los cargaron a
todos; estaba prohibido cruzar pero no había nada que lo indicara. Yo
creo que me salvé por el motivo que no hacía ruido y las motos, antes
de llegar había una recta de mucha distancia, y el ruido los ponía en
alerta y los disparaban con la ametralladora y es difícil de escapar.

Como he comentado antes había olivos, y en la fecha de


maduración de la oliva la cogíamos para comer. En aquellos
momentos estaba en compañía de un soldado muy mayor, de un
pueblo llamado Los Partidarios Alumbres, de Cartagena. Días antes
nos hicimos una chavola para los dos, nos pareció mejor encontrarnos
solos y no con tantos. A partir de esto decidimos coger la oliva para
fabricarnos el aceite. Nos pasamos muchas horas buscando en los
olivos por estar muy buscadas por todos.

Al día siguiente hicimos uso del material. Consistía en un


calcetín bien lavado, un mazo de piedra viva y un lugar para picarlas,
más un caldero con agua a calentar. El calcetín se llenaba de olivas, y
apretándole al máximo se vertía sobre el caldero y una vez se terminó
el aceite sube arriba, y con mucha paciencia con las cucharas lo
poníamos en el plato. Una vez se terminó la faena ese día llenamos
dos botellas de aceite que nos sirvieron de alimento.

El chusco que nos daban, la mitad por la mañana, después del


desayuno le poníamos una fina capa de aceite y nos sirvió para
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….19

hacerlo hasta vaciar las dos botellas. Se terminó l oliva y se cerró la


fábrica.

Antes de marcharme a la guerra, acordamos mis padres y yo


ocultar unas monedas de plata de 5 pesetas y una peseta que
habíamos cambiado el mismo valor en papel moneda. Nos
aconsejaron hacer esto personas enteradas por el motivo que ciertas
series de billetes no tenían valor cuando finalizara la guerra. Las
conseguimos por los cobradores de la empresa de La Requenense.
Tenia la parada en la casa del Sr. Teodoro Haba y repartía correo. Él
las guardaba y cuando tenía una cantidad, pasábamos a hacer
permuta. Las pusimos en un puchero de barro grande, se tapó lo
mejor posible y en la pajera de la cuadra se hizo un hoyo, se le puso
piso con unos adobes de los que había en los trullos antiguos y se
mantuvo hasta que finalizó la guerra. También se ocultó un segundo
debajo de los cubiertos que teníamos en el corral para guardar los
carros y aperos. Éste último al estar en peores condiciones por lo
mucho que llovía y nevaba salió ciertas monedas sucias. Les dimos
un repaso de limpieza y el día que las llevamos al banco acompañe a
mi padre para contar la cantidad, faltando poco para las 45.000
pesetas. También guardamos una cantidad de billetes en el pajar en
un agujero que había después de estar lleno de paja, llegaba casi al
tejado y esta forma sería difícil poder llegar a el cuando terminó la
guerra sacamos los billetes y los llevamos al banco y salio una
disposición que todo aquel que saco dinero durante la guerra no tenía
ningún valor. Esto nos dejó un poco dudosos: a ver quien comprueba
si de este dinero podía haber series que si podían ser de valor sin
llegar su comprobación en el banco y así termino sin valor el que se
quedo sin retirar.

Cambiando de tema, voy a contar lo sucedido en todo el tiempo


de la guerra, según decían los rojos (así llamábamos nosotros a los
que no teníamos sus ideas, ellos nos llamaban fascistas). Hasta el
punto que según noticias reales pensaron y anotaron unos cuantos
nombres, entre ellos, mi padre Teodoro Haba Haba, Juan Ramos y
otros que no quiero citar, hasta pensaron dar cuenta al canguro, era el
coche del que disponían para ir a por una persona u otra y dándole un
paseo significaba fusilamiento y así fusilaron muchos en Requena y
en muchos otros pueblos y ciudades.

Los solían enterrar en Pinedo y El Saler en las playas y pinos en


la arena por ser más fácil hacer las fosas.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….20

Continuamos con los temas que sucedieron durante la guerra. Al


marido de mi tía Rafaela Haba, hermana de mi madre que fue la que
me saco de pila a mi, su marido se llamaba Juan Suarez tuvo dos
hijos Paco y Pepe. Tenía una finca lindando con el monte de la Herrá
y la finca del marques de caro, llamada el Amarillo, tenía unas viñas
extraordinarias, estaban situadas en Vallejo de una tierra muy buena
con unas hormas de gran altura las cosechas eran muy buenas y se
cultivaban muy bien.

Tenía su bodega y elaboraban en ella en años normales, las


cosechas se cogían unas seis mil arrobas de vino, también había un
aljibe que recogía el agua de los tejados y agua guiada del monte por
el desnivel hasta el aljibe, y era de mucha capacidad, había secanos,
almendros y árboles frutales.

Mi tío Juan, además de lo que tenía se dedicaba a prestar


dinero a personas que lo necesitaban, con las condiciones que tuviera
por norma en aquellos tiempos en Requena se podían contar con dos
bancos, y por el mero hecho de tener ideas distintas encontrarse en
mejor posición que otros el día menos esperado se pasan por su
casa, deciden que suba al coche llamado canguro y se lo llevan para
fusilarle, entre los asesinos se encontraba una sra que supongo sería
como los demás, en las cuestas de barranco Rubio, le hicieron bajar
para fusilarle y en ese momentos, según las noticias, esta señora les
dice que a esta señor no se le hace nada, lo entregamos en Valencia
cuando ocurrió esto la familia pensó que se enamoró de él, por ser un
gran señor, en lo físico y lo personal. Una vez en Valencia, pasaron
unos meses, no muchos, ocultándolo en un lugar u otro, y su hijo
Paco, se encargaba de llevarle la comida de noche y a escondidas. La
última noche que fue le dijo a su hijo sacarme pronto de aquí que he
visto personas no gratas y no se equivocó, no dio lugar a mas,
desapareció y jamás se supo donde lo llevaron.

Mi tía, al verse sin su marido, su hijo Paco se incorporó al


Ejercito y Pepe, el menor, se vino a mi casa de La Portera y estuvo
una temporada con mi tío Juan Haba, hermano de mi madre, que
también vivía en esta aldea, pero por los genios no coincidían y al final
se vino a vivir a mi casa, y en la misma habitación de dos camas lo
pasamos juntos durmiendo y trabajando durante el día hasta el
momento de tener que marchar a la guerra. Él estuvo hasta que
finalizó ayudando a mi Padre. Se encontraban solos y las faenas
había más que suficientes.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….21

El obrero que trabajaba en mi casa se llamaba Mariano Diana,


casado con Adela y vivían en La Portera. La noche que vino a
despedirse, que no trabajaba más llamó por la puerta principal, salió
mi madre a abrir la puerta y no lo conoció, terminaba de venir de la
finca de casa del churro, vestido con el abrigo y el sombrero, del
dueño a el le nombraron Jefe del comité que formaron los Rojos y de
incautarse de esta finca que hemos nombrado y todas las demás que
pertenecían a esta Aldea, a partir de este momento todos los que
formaron esa agrupación, o como se les quiera llamar, fueron los
únicos dueños de todas estas fincas hasta que finalizó la guerra, sin
necesidad de pagar un dinero, ni hacían falta escrituras.

Los dueños no vieron sus fincas hasta la terminación de la


guerra. Cuanto es la ignorancia para pensar que eran dueños
absolutos para toda una vida.

La finca de los Rincones, por tener casas muy grandes y


amplias, sobre todo, la que ocupaban los dueños, llegaron a utilizarla
de hospital, en Requena ocurrió igual, con la casa de Doña Milagros
Pérez Arcas, en la C/ San Fernando, frente al convento del Corazón
de María.

Cuando se hicieron cargo los primeros saquearon todo lo que


les apetecía quemaron santos y otros rotos, al igual en la Iglesia, y
todas las demás de la comarca. En La Portera, unos cuantos jóvenes,
solteros en aquellos momentos se dedicaban a escuchar en los
lugares que se reunían por ser de pensamientos distintos, y siempre
recogían datos de lo que pensaban hacer.

En las propiedades de mis padres se sembraba bastante se


cogía mucho grano para alimentar dos caballería y una burra, a veces
se vendía lo que sobraba.

Pero en la guerra, el jefe del comité en aquellos momentos era


Pedro Ramos, se ponía al habla con el jefe del comité de Requena,
les mandaba cargar en mi casa, se llevaron mas de un viaje para las
caballerías que tenían ellos en las Fincas.

Volvió a mandar a otro carro para repetir igual, pero en casa era
muy poca la que quedaba para nuestras caballerías, el carro en la
Puerta y los hombres para cargar en aquel momento les dice mi
madre: es poca la que queda y es para mis caballerías, dejó la puerta
abierta y se puso detrás y dijo que el primero que pase, ese no sale,
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….22

no se hicieron fuertes y se largaron a notificarle al tal Pedro lo


ocurrido, pero nadie volvió reclamar.

Continuo hablando ahora del vino, no recuerdo con exactitud,


pero ocurrió en algún momento en el que le dije a mi padre: “tal día
vienen a llevarse el vino del depósito tal” y con la mismas así lo
hacían. No se lo llevaban todo pero en varias ocasiones así lo
hicieron. Teníamos otra bodega en la calle Los Trullos esquina con la
calle Castelar, y allí había un depósito de 1000 arrobas de cabida,
lleno del primer año de la guerra; al parecer, no recordaron de tal
depósito, y cuando finalizó lo vendimos (no recuerdo si estaba
acidado o no). Nos dieron 4000 pesetas, en aquel momento fue una
solución.

Voy a contar, de lo que ya hay referenciado en hojas anteriores,


que mi padre, lo tenían en la mente de algunos, que le podía suceder
lo peor, al igual que a otros que se encontraban fichados, sin ningún
sentido ni derecho. Mi padre enterado de lo que se comentaba, tenía
miedo de no poderlo evitar, cosa normal que se piense así. Cuando
paraba en la puerta un coche y el estaba en casa, lo primero que
hacía era subirse al pajar.

Los primeros momentos de empezar la guerra el control de


fuerzas se instaló en un cuarto que tenía la señora Pilar Pérez Gimillo,
haciendo chaflán en la entrada de la carretera de Hortunas. Pusieron
para protegerse los que tenían su misión de estar allí, una pila se
sacos, y al igual que hacían las barricadas ene los frentes, todos los
que pasaban para una parte u otra debía enseñar su documentación.
Cuando había transcurrido un tiempo, lo instalaron al lado de mi casa,
cerca de la habitación donde dormían mis padres; y allí estuvo hasta
el final. Siempre había mas de uno y las conversaciones entre ellos no
cesaban, sin estar al acecho mis padres se enteraron de muchas
cosas durante las noches, por muy bajo que hablasen; una noche un
vecino de allí, hablando de los que fusilaban, le dice al compañero:
“Aquí también hace falta que caigan algunos” y mi padre sabía que
persona era. Era sorprendente que un vecino un poco más joven que
mis padres se atreviese a hacer esos comentarios; cuando me lo
dijeron no acababa de creérmelo. No se me ha olvidado no se me
olvidará jamás. Al fin no pasó nada.

Continuo hablando del tema de la guerra. A mediados del mes


de enero de 1939, se formó un grupo de jefes y oficiales llamado
Junta de Casado. La brigada a la que yo pertenecía se agregó a ellos.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….23

Pocos días depuse de esta reunión empezaron grandes combates al


saliente de pueblo de Torrelodones, donde había muchos más chalets
que casas, se consideraba el pueblo residencial de Madrid o así
contaron los que lo conocían.

La compañía ala que yo pertenecía, se encontraba en la vega


del pueblo de arganda. La brigada estaba compuesta de 4 batallones
(en hojas anteriores ya lo he comentado). Son los batallones 65, 66,
67 y 68. a los pocos días se marcha a primera línea de frente el 65
batallón. En pocos días llegaron noticias de que no llegaban a 80 las
personas que quedaron con vida, y que había muchísimos heridos.
Poco después se marcha, por orden de número, el batallón 66 y
sucedió lo mismo que con el anterior. Sólo quedaba el batallón 67
hasta llegar al que pertenecíamos los del grupo de antigas y el resto
de la compañía. Nosotros a ser solo 5, acordamos desertar del frente.
Sabíamos que si continuábamos así no tardarían en llamarnos.
Pensábamos que para morir en el frente, merecía la pena intentar
llegar a casa aún jugándonos ser capturados y que nos aplicaran
pena de muerte. Ambas cosas son para pensárselas.

Yo continuaba llevando el parte a la comandancia de Arganda y


en un momento me vi solo en el despacho, entonces cogí unos
impresos timbrados con el nombre del jefe de la comandancia. Lo
oculté antes que nadie me sorprendiera, me lo guardé y cuando llegué
les notifique a los compañeros lo que llevaba escondido. Todos se
alegraron mucho. Les puse el cuño de la comandancia. A partir de
este momento, entre los 5 que formábamos el grupo, uno se
destacaba por tener muy buena letra, acordamos que fuera el quien
escribiera y rellenara los 5 impresos que redactamos entre todos. Lo
que se nos ocurrió fue escribir que nos destinaban a Valencia en
comisión de servicio. La letra se hizo muy reducida para ocupar
menos espacio y explicar todo con mucho detalle. Los impresos
llevaban todos el cuño de la comandancia. Se acordó entre todos el
que me hiciera yo el responsable de ellos y yo les respondí que cada
uno llevara uno, por si nos detenían o ocurría algo inesperado. Así se
hizo.

Continuo con el tema de lo sucedido en esta maldita guerra civil.


Luchar hermanos contra hermanos es muy lamentable. Uno de los
que había en mi grupo tenía un hermano en la zona nacional, es decir
en el ejercito de Franco, y no supieron nada el uno del otro hasta el
final de la guerra.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….24

Una vez yo estaba en mi casa después de finalizar la guerra,


vino un batallón de fuerzas a Requena y distribuyeron una compañía
de soldados a La Portera. El jefe ocupó la casa de la señora Matilde.
Transcurridos unos días vino un soldado a saludarme y me dijo que
era hermano del que había estado conmigo durante toda la guerra. Yo
lo atendí, lo invité a comer y dormir, pero no quiso. Al saber de mí,
cuando escribió a su hermano, y le contó donde estaba, fue el motivo
de la visita. Yo le conté muchas veces lo que su hermano me decía
cuando estábamos en primera línea de frente: “¡Mira que disparar
donde puede estar mi hermano!” y siempre siguió diciendo “Estoy
seguro que no le he dado, siempre disparo al cielo”.

Voy a comentar la fecha acordada para desertar del frente de


primera línea. Yo estando de servicio, según recuerdo, los últimos
días del mes de febrero, elegimos una noche muy oscura, con el fin
de que no nos pudieran conocer. Sobre las ocho de la noche el
personal se encontraba en sus chabolas, nuestro puesto estaba en el
centro que ocupaba la compañía. El mayor temor era que el capitán
tenía por costumbre visitarnos todas las noches y pasar un rato de
charla con nosotros. Tomamos todas las medidas, el no salir juntos
para no llamar la atención, cada vez uno y encontrarnos en el lugar
acordado. Su poniendo que cuando llegara a nuestro puesto y lo
encontrara abandonado, lo inmediato era formar las fuerzas y
empezar a buscarnos; por este motivo dejamos todo, hasta las
mantas, y salimos campo a través aún con lo oscuro que estaba,
caímos varias veces en los hoyos que había. Antes de llegar al pueblo
de Arganda nos retiramos bastante y aún los perros empezaron a
ladrar, pasamos mucho miedo. Temíamos que las patrullas de las
noches nos localizaran, pero no ocurrió. Continuamos hacia el pueblo
de Perales, siempre a mas de 100 metros de la carretera Madrid-
Valencia. Para evitar que nos viera, creyendo que se había evitado el
peligro, cogimos la carretera, y al poco de bajar el puerto de Perales
una patrulla compuesta de 5 soldados y un cabo, nos pidió la
documentación. Yo se la di a leer y viendo que no se podía leer lo que
allí había escrito el cabo nos llevó a comandancia, donde poder leer la
documentación. A uno del grupo se le ocurrió decir que nos
marchábamos a casa, se nos puso tan mala leche que no sabíamos
que hacer. En segundos, estando ya en comandancia nos dice el
cabo “Esperen un momento que le voy a dar la noticia la
Comandante”. Con las mismas salimos corriendo siguiéndonos uno de
los soldados que nos había detenido, diciéndonos: “¡Esperen,
esperen!” Lo esperamos cuando ya nos encontrábamos lejos, no
fiándonos mucho, nos dice que no continuáramos y que el nos
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….25

acompañaría a pasar la noche allí y que al día siguiente nos indicaría


por donde marchar.

Lo pensamos todo y nos dijo “Todas las fuerzas que están allí
son del partido comunista y detienen a todo el que pasa, si intentáis
salir os echarán el alto, y si no contestáis la consigna tienen orden de
disparar”. Este soldado vino con buenos fines para aconsejarnos lo
mejor, cuando se despidió de nosotros nos deseó buena suerte y nos
advirtió que si pensábamos continuar había dos controles, uno
enseguida y el otro donde se desviaba la carretera que conduce a
Aranjuez.

Acordamos continuar por la carretera. Cuando llegamos al


primer control había una casa hecha de obra, tres soldados y una
gran lumbre. Me piden la documentación y la entregó uno de mis
compañeros, porque yo no tenía la que antes llevaba. Con la misma
llama de la lumbre se la pasa al oficial, yo creo que ni la leyeron, solo
vieron el cuño y el papel timbrado, y nos dejaron marchar. Una de las
alegrías mas grandes que todos teníamos. Mi opinión es que nos
dejaron marchar, porque por una ventana se veía dentro a una joven y
no quisieron interrumpir lo que el jefe y ella pudieran hacer.

En el segundo control, un poco antes de llegar a él, nos pasa un


camión y nos ponemos a correr. Cuando llegamos a él le
preguntamos al chofer si nos puede llevar y nos dice que sí. Cuando
llevábamos circulando un rato, damos unos golpes en la cabina y le
preguntamos al chofer que donde iba, nos responde que a Valencia,
entonces la alegría fue mayor. Nos tapamos con unas lonas, el
camión no llevaba nada.

No tuvimos suerte de poder llegar a Valencia. Cuando llegamos


al pueblo de Tarancón le pararon y unos soldados se acercaron y le
preguntaron al chofer que llevaba de carga. Él les dijo que nada, pero
no sirvió porque subieron a registrar y dieron con nosotros. Nos
hicieron bajar y nos incorporaron con muchos otros en una fábrica de
harinas.

Donde nos encontramos había de todas las fuerzas,


ambulancias, motoristas, de enlace, un sargento que se había
arrancado los galones, un cabo en las mismas condiciones, etc. Nos
acostamos encima de una gran pila de sacos de harina, serían las 4
de la madrugada. Al poco de estar dan orden de que se marchen las
ambulancias, al poco los motoristas y así sucesivamente. Se iban
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….26

marchando casi todos cuando a las 8 de la mañana solo quedábamos


los 5 de mi grupo, el sargento y el cabo. A todo esto, no cenamos, no
desayunamos, y a las 11 de la mañana vino un teniente con 25
soldados. Nos mandan salir y nos colocan a los 7 en el centro de
todos ellos formados, el teniente, el primero. Recuerdo que cruzamos
varias calles, y el personal que veía esta formación se preguntaba que
podía se esto y lo jóvenes que eran algunos. Cada cual daba su
opinión sobre lo que veía. Nos llevan a una case muy grande, donde
se encontraba el Tercer Cuerpo de Automóviles de España,
compuesto por muchos camiones, coches, choferes, soldados y
muchos más oficiales.

De alojamiento nos dieron un cuarto de unos 12 metros


cuadrados, con una ventana de 20 por 20 centímetro y la puerta
cerrada. No se acordaron de darnos la comida y por la noche nos
dieron un poco. Así en este alojamiento nos pasamos 7 días,
durmiendo en el suelo y haciendo nuestras necesidades en el mismo
lugar. Un centinela en la puerta turnándose de noche y de día. Si
tardan algún día más nos morimos del asco.

Una vez nos dieron libertad para salir por el patio, hablábamos
con unos soldados y nos informaron de las noticias que daban por la
radio, y de los fuertes combates que aún quedaban en Torrelodones,
en la Casa de Campo y en el Río Manzanares y en al Casa Real. Al
día siguiente nos dijeron que el río era del color de la sangre. ¡cuánto
pudo pasar por esos lugares!

Unos días después las noticias informaban que se iba a acabar


la guerra. Cuando menos nos parecía, a la mañana siguiente, se
presentó en la puerta un coche. El chofer y dos guardias de asalto nos
hacen subir a él. La forma del furgón como la que ya habíamos visto
antes, con unas mirillas para que entrara el aire pero por las que no se
veía lo de fuera.

Nos llevaron a un pueblo, aunque no pudimos ver de qué pueblo


se trataba porque estuvimos dentro del furgón varias horas. Ellos
comieron y llegamos al pueblo de Morata de Tajuña sobre las 8 de la
noche. Nada mas llegar, les pedimos si nos podían dar algo de cenar
y nos respondieron que nosotros ya terminamos y ahora no se puede
servir nada.

En este pueblo ya estuve al principio de la guerra. Al día


siguiente salimos, y lo que más había eran Coroneles Generales y
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….27

tropa de mucha graduación. Toda esta oficialidad estaba en la misma


situación que nosotros: detenidos por se sublevados o prisioneros.

Al día siguiente, al amanecer, vino un cabo y cuatro soldados a


por nosotros, a este lo ascendieron a cabo durante el tiempo que nos
marchamos era enlace de la brigada y tenía mala leche, le
preguntamos dónde nos llevaban, y no quiso contestar, lo único que
dijo siempre pensando que éramos fascistas, cuando empezábamos a
subir las cuestas decía, pasar delante de nosotros, que os vamos a
pegar cuatro tiros, y les decía a los soldados cargar el fusil, así nos
estaba tratando todo el día, pensamos que no llegaría a ese extremo
pero pasamos mucho miedo.

Cuando llegamos al pueblo de Arganda, en la Plaza donde


estaba la Fuente que yo tantas veces había estado se encontraba la
comandancia, pasaron a preguntar a donde nos mandaban, según
nos dijo un soldado de los que nos vigilaban, ellos paran a comer y
siempre se quedaba un soldado con nosotros, sin saber dónde nos
llevaban. De comer no se preocuparon. Temíamos que nos llevaran
donde habíamos estado, que si nos llevan, seguro que nos fusilan.

Nos destinan a una vaguada al otro lado del Puente Rio Jarama,
nos llevan a una chavola para descansar y continuar sin saber a
donde pertenecíamos. De la cena, nada de nada.

Lo peor viene ahora, nos llevan donde estaban instalados el


comandante y el comisario, todos firmes, empieza uno de ellos, estos
mañana se forma el batallón.

Una vez formada la tropa se les comunica que estos cobardes


han desertado del Ejercito y, por lo tanto, delante de todas las fuerzas,
fusilarlos a continuación. Empieza el comisario, que tenía más de
Político y más facilidad de palabra: si los fusilas, sólo es un momento
de sufrimiento, creo que es mejor nada de comida, con un pico y una
pala, hacer por la mañana una zanja de un metro de larga y otr de
onda y taparla y así lo acepto el Capitán.

Teníamos un centinela en la puerta, si querías hacer tus


necesidades te tenían vigilado para que no te pudieras marchar. En el
monte no se criaba nada.

Para no dejarnos morir, nos hicimos con un caldero de metal de


una capacidad de 10-15 litros y por las orillas del Rio Jarama
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….28

cogíamos todo lo que se mantenía verde y una vez lleno y reapretado


con la mano para que cupiese más, hacíamos fuego, le poníamos
agua y una vez hervido lo repartíamos, a cada uno lo que le
correspondía, sobraba poca cantidad.

Pero dio la circunstancia que donde teníamos que coger la


hierba estaba dominado por los Nacionales y peligrabas si te
localizaban, que te dieran un tiro de manera que cada vez que iba
uno, durante nuestra estancia en estas condiciones cada día nos
encontrábamos con menos fuerzas y así llegamos a diecisiete días, al
acuerdo que tomamos fue que cualquiera de nosotros un poco antes
de verse en las últimas lo expusieran y por la noche cuando más
silencio había al centinela que nos vigilaba darle un golpe, dejarlo
inconsciente y salir caminando.

Por suerte no tuvimos que llegar a ese extremo, cuando sin


pensar, dijeron a formar todas las fuerzas y también nosotros
incluidos, esto nos dio un poco de respiro, dijimos sin saber nada, al
estar incomunicados, llegamos donde estaban las fuerzas, formamos,
nos entregan el armamento y salimos con todas las fuerzas, decían
que marchábamos al frente a relevar la compañía de carabineros.

Lo que sí puedo añadir es que para llegar al lugar de nuestro


destino nos hicieron dar un rodeo de 15 Kms, cuando se podía haber
hecho en 7 Kms. Más adelante comentaré el motivo si llegamos al
frente de primera línea y antes de llegar las mismas fuerzas que
íbamos a relevar ya se marchaban a la desbandada. Cuando
llegamos y vemos el carro de reparto del pan nos tiramos a él
cogimos algún chusco para poder alimentarnos. No fueron muchos,
registramos varias chavolas pero no había nada.

Guardamos un poco de silencio, y se oyó no muy lejos a los


Nacionales, diciendo Rojillos antes del amanecer vamos a por
vosotros, en ese momento serían las cuatro de la madrugada.

Los de mi grupo de castigo no estabamos para nada, se


acercaron dos chicos que eran de Madrid y nos dicen: venid con
nosotros que a Madrid pronto se llega y se les ocurre decir no
sabemos si mi familia estará viva o muerta, que hace días no
sabemos nada y con los combatés que ha habido, después de andar
un buen rato, cambiamos de rumbo agradeciéndoles su buena
intención, nos despedimos deseando suerte para todos.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….29

Todo esta sobre la vuelta de distancia que nos hicieron recorrer


estuvo muy estudiada por todos los jefes de mas graduación y todo
aquel que tuviera las manos manchadas de sangre o miedo el volver a
su pueblo anunciaron los Nacionales, por la radio, que en el puerto de
Alicante estaba un barco para acoger a todo el que deseara marchar.
El barco partiría para un puerto extranjero.

Todo esto sirvió de una forma para así todo aquel que tenía
miedo el mismo se metió donde lo esperaban. Se dijo que cuando
este barco llegó a alta mar fueron echados al mar. No lo puedo afirmar
pero eso quedo en la memoria de muchos. El barco dijeron que se
llenó a tope.

Después de la larga marcha que nos dieron volvimos por el lugar


desde donde habíamos partido pasamos por el “Puente de Hierro”,
que tantas veces habíamos hablado, pero en esos momentos no hubo
peligro porque la guerra había terminado. Nada más cruzar el puente
había un control una casa que había estado ocupada por los soldados
y fue donde primero vimos fusiles, bombas y material abandonado por
los soldados.

Este día, después de la marcha que nos dieron y los débiles que
nos encontrábamos llegamos a completar los 50 km, gracias a los
chuscos que pudimos comer pasamos la noche en el pueblo que nos
detuvieron, “Perales de Tajuna”. Continuamos andando hasta poder
llegar a casa, la carretera estaba completa de personal, unos iban
hacia Valencia y otros hacia Madrid.

El segundo día llegamos al pueblo de “Villarejo de Salvanes”, yo


fui a la posada a preguntar si me podían dar de cenar y dormir, dando
la casualidad que al lado de la lumbre se encontraban dos
matrimonios y al poco de estar en conversación, uno de los señores
me preguntó que si yo era de La Portera, y le respondí que sí, y
entonces le pregunté que desde cuando me conocía, me contestó: yo
soy un maestro nacional que vivió al lado de su casa y esta es mi
señora. La saludo y me da dos besos, y me dijo: tu te vienes a mi
casa. Entonces ya los reconocí, me hicieron unas patatas fritas con
huevos, pero ya no recuerdo nada más. Me animaban a que comiera,
que no era necesario, porque con el hambre que llevaba atrasado
comí quizá más de lo debido, pero lo digerí sin novedad. Tome
fuerzas para poder continuar, pues faltaba mucho para llegar a casa.
Después de cenar la señora se empeñó en que me acostara en su
cama y le dije que no, que iba de miseria hasta arriba y no quería
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….30

dejarle mal recuerdo por una noche pero no hubo manera ll tuve que
aceptar.

Al día siguiente, antes de marchar les quedé muy agradecido.


Me anoté la dirección, y una vez en casa les escribí diciéndoles que
llegué bien y las relaciones por carta continuaron por mucho tiempo.
Lo que hicieron conmigo no lo hacen otros.

Otro día de marcha, conforme nos cruzábamos, les


preguntábamos si había alguna novedad, de dónde venían, y ellos a
nosotros lo mismo. Cuando llegamos al pueblo de Tarancon formaron
un tren con muchísimas unidades. Se empezaron a completar por
dentro los techos y los topes, y después de esperar unas horas, lo
suspendieron viendo el peligro que se podía ocasionar. De haber
terminado la guerra con vida y lo que podía haber sucedido.

Durante el tiempo que estuvimos esperando, ¡Qué cantidad de


naranjas no habría que por los andenes se quedaron montones de
cortezas o peladuras!

Al suspender el tren, cada uno tomó la marcha a su destino por


la carretera, se podían contar los coches y camiones que circulaban, y
los que pasaban completos por militares y jefes.

Al llegar a otro pueblo que diría ser Villarejo, dormimos en un


cuartel o casa que había sido ocupada por las tropas y cuando
recorriendo el lugar nos dio olor a pan, y como los gatos por el olfato,
dimos con una puerta, la tiramos fuera y empezaron a caer chuscos.
Nos llenamos los bolsillos y donde cabían sobraron muchos por que
no éramos demasiados. Con el pan matamos el hambre, pero nos dio
una diarrea que nos se cortaba la evacuación, el pan estaba amasado
con harina de arroz.

Un día mas de marcha, estos días el personal se encuentra muy


cansado a veces ves a alguno sentado en la cuneta y te pide que le
ayudes o lo socorras, pero dada la circunstancia que tú y los demás,
estas haciendo lo posible para continuar, cuando te parece te quitas
las botas y te pones otro calzado si llevas, y si no, andas un rato
descalzo, pero las bambollas y agujetas no se terminan.

El único momento que subimos en camión, pasaron muchos, fue


la noche que llegamos a Minglanilla, las Fuerzas nacionales que
venían de Madrid estaba lloviendo, yo al llegar a un bar vi a un
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….31

soldado tumbado en el suelo desmayado, lo levanté, lo entré al bar y


le dije al camarero sí le podía hacer un vaso de leche muy caliente, sí
lo hizo y al poco de tomárselo reaccionó, que ni había podido hablar,
me dijo que se encontraba enfermo, yo no lo abandoné. Después de
lo ocurrido me dijo que era de Murcia y tenía un comercio de Tejidos.

Al hacerse cargo del pueblo de nuevas fuerzas, se nombró al Sr.


Alcalde y Jefe de Falange, a continuación, por un bando se notificó
que os hospedarían en las casas particulares en igual proporción a
unos y a otros. A mi y al enfermo con dos soldados de los que
terminaron de llegar, cenamos en casa del Sr. Alcalde, nos pusieron
una mesa para los cuatro con muy buena cena. Yo me porte
extraordinariamente bien, pero el compañero apenas probó bocado y
viendo que cenó poco la Sra. Le batió dos huevos y eso fue lo que
tomó.

Cuando yo había terminado los soldados abrieron dos latas de


conserva que en esta zona Roja no las habíamos visto y empecé a
mirar lo a gusto que se lo comían. Y me dice: Quieres probarlo?
Empecé y después de haber terminado, terminé con lo que había en
la mesa. La primera vez en cerca de una año que me pasé en la
guerra, quedé satisfecho.

Al poco de terminar de cenar, un bando por orden del Sr.


Alcalde anuncia que todo aquel que disponga de caballerías y carro,
que mañana, a las nueve horas, se persone en la plaza del pueblo
para transportar a los soldados a Villalgordo del Cabriel. Así se hizo,
pero dio la circunstancia que éramos más soldados que vehículos
para poder ir todos en ellos. A mi me tocó marchar andando en miras
que mi compañero, a quien ayudé y me hice cargo pudiese ir
montado.

Una vez en el pueblo, los carros regresan a sus casas y mi


compañero y yo, y otros muchachos continuamos, llegamos a
Caudete de las Fuentes, una vez allí, buscamos donde nos podían
poner de cenar y dormir encontramos una casa y le pedimos que nos
pusiera patatas fritas y huevos, así lo puso. Los huevos recuerdo que
se los pagamos a 5 pesetas cada uno con moneda de la zona roja,
esta moneda no tenía valor. En Utiel habían llegado antes las Fuerzas
Nacionales, y al día siguiente que nos veníamos, a casa, hubo
contratiempo por la mala información que nos dieron los soldados que
marchaban hacía Madrid, no obstante, cuando aun faltaba un trecho
para llegar a Utiel. Nos desplazamos de la carretera campo a través
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….32

para evitar que nos pudieran localizar. Cuando más tranquilos nos
encontrábamos, creyendo que el peligro había pasado nos echa el
alto una patrulla. Todos, menos nosotros continuamos haciéndonos
los despistados, pero vemos que cargan los fusiles y se los apoyan en
el hombro, nos indican poner las manos arriba, así lo hicimos una vez
mas nos tienen bajo su dominio nos cachean, a mi me quitan el reloj,
unos guantes y cada uno lo que le apetecía. La primera obra que hay
a la derecha nos van metiendo a todos los que cojan. Esta obra ere
los molinos de Utiel.

Se nos ocurre pensar en común acuerdo notificarle a un oficial


Español, la pasada que nos han hecho los moros, y al poco oímos
fuertes alaridos y por lo que pudimos observar que les estaba dando
con la fusta una pasada. A la que había transcurrido un poco tiempo
nos llama a los que nos ocurrió el robo y nos devuelve a cada uno lo
substraído.

Después de lo ocurrido, tomamos miedo por el motivo que nos


habían notificado que los moros eran muy vengativos y teníamos
prisa, que nos llevaron de este lugar para encontrarnos lejos de ellos.

Así fue enseguida, formar a todos los que nos encontrábamos,


viene un oficial y soldados y formados nos conducen, cruzando el
pueblo hasta la Plaza de Toros y una vez dentro, nunca podíamos
imaginar la cantidad de soldados que allí nos concentraron todos de la
zona roja.

Los primeros que ocuparon la Plaza estaban cinco días y según


nos dijeron el primer día que les dieron comida fue el que llegamos
nosotros que consistió en un bote de carne rusa congelada para dos y
un chusco.

El resto de tres días mas que estuve, dieron un bote entero, y un


chusco por persona, el mayor problema fue el agua que para tanto
personal como habíamos, el único lugar que había agua era un pozo
en la plaza de toros y con un camión cisterna, la vaciaba allí, por no
haber ni un cubo para sacar el agua, la sacamos empalmando
cinturones y así se consiguió el agua. Cuerda enganchada a los botes
que nos daban, yo recuerdo que solo fui una vez por el motivo que
alrededor del pozo siempre se encontraban diez o quince personas,
que peligraba caer al fondo por los empujones que se daban, y
cuando subían los botes arriba, apenas llevaban agua, por chocarse
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….33

unos con otros yo, solo bebí un sorbo, pero no parecía agua, salía
como si fuera barro.

El segundo día de encontrarme en la Plaza, el Jefe de todos los


que nos encontrábamos nos ordenó que nos pusiéramos todos en las
gradas de pie, porque sentados no cabíamos. Una vez todos
ocupando nuestro sitio, él se encontraba en el centro del ruedo y
ordenando que se hicieran entre unos y otros un pasillo de separación
de un metro, y notificando que los de la primera separación
pertenecían al primer batallón y así sucesivamente hasta el final, se
llegó a doce mil hombres, según sus cálculos, tuve la suerte, que
pertenecía al primer Batallón, y nos dan las ordenes, que a partir de
ese momento podíamos pasar por la oficina y dar los datos (nombre,
apellidos y de dónde eras...), y nos rellenaban un impreso con todos
los datos para cada uno, cuando llegara a su localidad, lo pudiera
presentar a sus autoridades. Las tres noches que dormí en la Plaza,
dormíamos con una manta en la grada, mi compañero y yo, cada uno
en una posición contraria, para así protegernos de lo poco que
disponíamos.

Los primeros que estuvieron ocupando la plaza arrancaron


todas las piezas de madera, que serían de barrera, se colocaron unas
cuantas y se encontraban a cubierto y abrigos.

Alrededor de las 4 de la tarde, salgo de la oficina, con la


certificación que servia para marchar. Me despido de mi compañero,
nos damos un abrazo deseándonos mucha suerte y lo primero que
deseo es beber agua que en los tres días solo remojar la boca, y la
sed que entra comiendo carne rusa es inmensa.

La primera casa que vi, llamo a la puerta, me abre una señora y


le digo si me puede dar agua sale con un vaso de tamaño grande, me
lo tomo, le pido otro y otro, y cuando hacía número siete, me dice, la
señora que no me da más, que me puede hacer daño. Yo pasé mucha
hambre, pero la sed es mucho peor. Dándole las gracias, marché
andando a San Antonio y en seguida, mi hermano Bernardo,
engancha la mula en el charre y me lleva a La Portera. De momento
mi madre no me conoció.

Una vez licenciado en Casa de mis padres, estaban de obreros


Pedro Herrero Haba, y mi hermano Emiliano, el jornal que se pagaba
era cuatro pesetas por día a mi hermano, se acordó de adjudicarle
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….34

dos viñas, trabajándolas el para mejorar su situación, por encontrarse


casado y con dos niñas: Anita y Ana Marisa.

Al poco de encontrarme en mi casa había una bicicleta que la


utilizaron mis dos hermanos durante su juventud, y aun se encuentra
servible.

Les digo a mis padres, el comprarme una nueva, me lo


autorizan, y un sábado que mi cuñado Vicente Ejarque bajaba, por
dedicarse de corredor de vinos y comprador, visitamos las ferretería
de Don Ernesto Ferrer, de las más importantes de Valencia, que
estaba situada en la plaza de el caudillo, así se llamaba esa plaza, y
le dijimos, sáquenos la mejor que tenga y reúna mejores condiciones,
las llantas eran de madera, y poder llevar tubulares, que es lo más
corriente, para que los que se dedicaban a carreras, poder llevar un
repuesto, en caso de pinchazo. La marca era TE RAPID fabricaba en
Francia, también llevaba un tensor en cada freno, que se podía utilizar
en plena marcha, más tres piñones, de mayor a menos, ósea, toda
una señora bicicleta.

Cuando se hizo la hora de regresar a casa en el tren, la


facturamos y yo venía la mar de contento, su precio fue de quinientas
pesetas.

Después de casado me compré una moto marca Billor, fabricada


en un pueblo de Valencia, de potencia, uno veinte y cinco, una
marcha única y cuando se forzaba, se le ayudaba, con unos pedales
que llevaba acoplados.

Después de transcurridos unos años me compré la nueva marca


Vespa, por ser mas curiosa, al no ensuciarse como la anterior,
transcurrido un tiempo, cuando tuve mi segunda hija, Mercedes, me
compré un precioso SideCar, y así recorrimos muchos lugares,
también le puse un para brisas, para evitar el frío y el agua.

Al hacerse mis hijas mayores, estando en casa, me compré el


modesto coche SEAT Seiscientos. Estos utilitarios dieron un servicio
extraordinario. Con la moto continué también. Al llegar mis hijas a la
edad de ingresar en el instituto de Requena, al principio las puse en
una residencia situada en una casa muy grande de las Señoras Salvá,
en la glorieta, asistidas por monjas. Internadas cinco días por semana,
los fines de semana las llevaba a mi casa y el lunes, a volver a
empezar.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….35

Cuando había transcurrido un tiempo, me compré un primer piso


en la calle Gil Orozco, Nº 14 de Requena. A partir de disponer de mi
piso, optamos por instalarnos en él y anular el internado, y vivir todos
juntos.

A continuación, el Sr. Laguna me ofreció una cochera situada


bajo el piso que ocupaba, que también era la primera planta. Una vez
pasada la C/ Villajosyosa, linda con el edificio de la Sra. Emilia
Ejarque. Me costó 275000 y el piso 370000 Pts.

Más tarde, no recuerdo fecha, me compré una furgoneta a gas-


oil, marca Mercedes autorizada para llevar 7 ocupantes y el chofer.
Me sirvió de muy bien servicio. Transcurridos unos años se compró mi
yerno Carlos un coche nuevo y me quedé con el que tenía usado, y
también lo emplee unos cuantos años hasta comprar una furgoneta
Citroen a gasolina. Y me dio un servicio para llevar personal, y cuando
se empezaba a sulfatar, le acoplaba unos bidones de plástico y antes
que el obrero terminara de vaciar la cuba, le traía el agua para
continuar.

Tuve la oportunidad de comprar una cuba de casi 3000 litros y


acoplada encima del remolque y sujetada con unas maderas y
cadenas de tensores y estaba muy segura y el servicio era más
práctico y más rentable.

También me compré un coche nuevo, modelo SEAT 124 a


gasolina, que echó muchos viajes a ciudades como Barcelona,
Madrid, Cuenca, Albacete, Zaragoza, Andorra más de una vez, nunca
tuve un accidente. Al darlo de baja se lo queda mi yerno Ángel para
recuerdo. Por último me he comprado un coche Ford a gasolina, que
pienso será el último debido a la edad que tengo.

Voy a comentar en los lugares que estuve cuando empecé mi


incorporación voluntaria al Servicio Militar en Madrid. Los primeros del
mes de Junio de 1938. La primera visita en la Capitanía General
situada en la C/ Pacifico, por donde circulaba la carretera Valencia-
Madrid y desembocaba en la Plaza de Atocha, donde se encontraba
la Estación de Ferrocarril. Antes de llegar a este lugar se encuentra el
Barrio de Vallecas, muy humilde en aquellos momentos, se
encontraba el Campo de Futbol del equipo del Atlético de Madrid,
restaurado, fui a ver el partido en compañía de Felipe Carcel, de La
Portera, y con tan mala suerte, debido a la mala restauración o por el
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….36

exceso de personal se fue a pique y caímos a tierra envueltos con


muchos más, a mi no me sucedió nada, pero a mi compañero le tuve
que llevar a la enfermería, por llevar el golpe fuerte. Se suspendió el
partido por haber muchos heridos.

El cuartel que me destinaron se encontraba en la C/ Fuente


Rabía, paralela a la calle que he citado antes, donde se encontraba la
Capitanía. El parque del retiro, por la parte Este, llega a la calle citada.

Voy a decir lo que ocurría en el cuartel, debido al hambre que


en aquellos momentos había, sobretodo, cuando se repartía la cena,
acudían señoras de todas las edades, y si les sacaban un plato de
comida, ofrecían su cuerpo a cambio.

También voy a contar lo que he visto en varias ocasiones por las


calles céntricas de Madrid, ver a una persona, comiendo una naranja
o plátano y al caer las peladuras al suelo, lanzarse varias personas
para cogerlas y comerlas, y hasta pelearse una de las veces me
sorprendí, era por el invierno, y entre los que se lanzaron, a coger
estos despojos, un Sr. Vestido con un buen abrigo y un sombrero.
Cuan malo es pasar hambre para llegar a estos extremos.

Estando en el cuartel, una vez examinados para entregarnos el


carné militar. Nos repartieron en grupos a distintos sitios, según la
falta de choferes. A unos mandaron al pueblo de Casetas en
Zaragoza, otros a Tánger, en África y los demás al pueblo de
Carabanchel Alto y otro a Carabanchel Bajo. Se encuentran a no
mucha distancia el uno del otro.

Fue un verano de mucho calor y en el lugar que nos


encontrábamos no había ni sombras. Teníamos asignados una
sección de camiones nuevos marca Chevrolet. Todos alineados a la
perfección. Si te ponías en un extremo y mirabas la alineación, no
salía uno del otro un centímetro.

Los primeros de Sepbre marchamos en tres camiones de los


que tenemos aquí. Completos de personal, sentados en modo de
bancos con tablas situadas a lo corto de la caja. La ocupábamos
cincuenta, sentados mirando hacia la cabina, en el primero,
acompañaba al chofer el teniente, en el segundo, un sargento, y en el
último un cabo.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….37

Cuando llegamos a las cuestas del puerto de Despeñaperros,


había una fuente al lado de la carretera, le pedimos al cavo que
parase, que teníamos necesidad de beber agua, paró, bebimos agua
y otras necesidades, al perder mas tiempo, los demás camiones, nos
habían tomado mucha distancia, la única forma de recuperarla era
correr más.

Se lanzó a más velocidad de la debida, y cuando el chofer se ve


una bajada muy pendiente, intentó sacar la marcha cuarta, y para
colocarle la tercera no la pudo colocar, por el exceso de velocidad, y
el camión se quedó en punto muerto, y aun se lanzó más. Al final
había un puente, casi cruzado que en aquellos años había muchos.
Acordamos todos unidos inclinarnos a la parte que pudiéramos salvar
la vida, las ruedas traseras saltaron por encima del muro, nos
salvamos por lo que hicimos nada mas pasar estos apuros,
empezamos a pegar golpes a la cabina, para que parara y cuando lo
hizo el chofer, el cabo y todos estábamos temblando del susto: ESTE
DIA NACIMOS!

Una vez en Sevilla, nos destinaron al cuartel llamado Tejar del


Moro. Todos los destinados pertenecíamos al cuerpo de automóviles.
Estaba en el barrio de Triana, típico barrio de artistas, toreros y
cantaores. Lo típico de este barrio era el pan. Lo transportaban unos
burros con unos serones hechos de esparto y forrados con lona
blanca por su interior, con el fin de verse más aseado por todas las
calles. El personal salía a hacer la compra, los que llevaban los
borricos iban dando voces para anunciar que pasaban.

Otra cosa típica que había eran los puestos que había en las
calles dedicados a hacer fritura de pescado de distintas variedades.
Comprábamos el pan, lo partíamos y por 1 peseta con cincuenta
céntimos también comprábamos boquerón bien frito y calentito. Entre
el pan y el pescado te quedabas como nuevo. Y si te quedaba dinero
te tomabas un chatito y terminabas satisfecho; eso sí no faltaban
cantinas para este menester.

Voy a comentar que había un bar bastante espacioso pegado al


puente de Triana. Los sábados y domingos se completaba a tope
juntándose peñas y amigos, sólo se oían palmas y cantares, como los
andaluces saben hacer. Allí no veías a nadie triste, te encontrabas
más a gusto que en cualquier otro espectáculo.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….38

Cuando habían transcurrido unos días, después de haber


cenado vimos un manubrio haciendo música, creo que es así como se
llama. En Madrid había muchos y hacían una música muy agradable.
Este barrio fue construido cuando en España mandaba la República,
le llamaban el barrio de León. Las casa eran de planta baja, en total
había 100, las aceras y las calles estaban muy bien arregladas. Todas
las noches que podíamos acudíamos al baile, una vez allí, hacíamos
entre todos una colecta que le entregábamos al señor que nos hacía
la música, dándole con una manivela. Cuando le parecía nos decía
que se iba a terminar, y entonces, si nos encontrábamos a gusto y nos
apetecía continuar un poco más, le dábamos más dinero y a
continuar. Así se pasaron muchas noches felices en ese ambiente.

Este barrio de Triana era bastante grande. Se encontraba más


hondo que el resto de la ciudad. Este invierno llovió muchísimo y se
estuvo unos días con miedo a que se pudiera desbordar el río. Los
barcos que traían la mercancía no pasaban de este puente, por estar
construido de obra y muy antiguo. Antes de llegar a este puente había
otros que se construyeron de forma que cuando llegaba el barco, por
medio de unos motores, se levantaban ambos lados y el barco
pasaba.

Tanto creció el río, que toda la mercancía que se encontraba


descargada, se la llevó y toda la riada y también varias barcas
estando amarradas. En ambas partes del puente, había una figura de
un león introducida en la obra, con la lengua sacada, si llegaba el
agua a la lengua, el río se desbordaba. Estuvimos 25 camiones, con
todos sus conductores, todo el día esperando la noticia de la
evacuación. A media tarde se dio la noticia del desbordamiento, y se
empezó a evacuar. Yo sólo hice un viaje por encontrarme de los
últimos. Al poco de empezar, tocó la sirena anunciando que había
descendido la riada de manera que no se continuó.

En la casa que lavaban la ropa y me la arreglaban, había dos


chicas jóvenes que se comprometieron a enseñarme a bailar las
sevillanas. Cada vez que pasaba en un patio con jardín, que estaba
antes de entrar a la casa, me enseñaban y le iba cogiendo al forma.
Después de pasar los Reyes, me trasladaron a mi y a 9 más a Madrid.
En único responsable del grupo era Marcelino Gabaldón, a quien,
durante el tiempo que estuvimos en Sevilla, nombraron cabo. Éramos
amigos desde el primer día, era nacido en Casas de Pradas. El viaje
lo hicimos en tren, y cuando llegamos al pueblo de Alcázar de San
Juan le comentamos Felipe Cárcel y yo, que nos marchábamos a la
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….39

Portera a estar unos días; y si cuando regresemos nos hacen algo,


nos las vamos a ver contigo. Tuvimos tal suerte, que ni les habían
tomado los nombres. Estas cosas en el ejército era correr un gran
riesgo. Tuvimos mucha suerte.

Una vez en Madrid, a Felipe lo destinan al Ministerio del Ejército.


Los jefes tenían un economato de mucha variedad de víveres, donde
los precios eran más bajos que en los demás comercios. El servicio
que tenía era suministrar con el camión garbanzos, lentejas, arroz,
aceite, etc., más también el pan a las fuerzas militares. En muchas
ocasiones, me entregaba algunos chuscos que se los llevaba a la
casa donde dormía y me hacían la ropa. Les pagaba dos pesetas
diarias. Y siempre que tenía ocasión les llevaba algo, porque no
comían lo que tenían gana, ni ellos ni la mayoría. El pan que les
daban era de harina de maíz, se ponía duro como los cantos de
rambla y pesaba 200 gramos. El azúcar no la veían, solo la sacarina.

Tuve una amiga que trabajaba en un almacén de envasar


azúcar, y siempre que podía, debajo del guardapolvo blanco, me
sacaba lo que podía, y se lo entregaba a la patrona. Yo estaba
rebajado de comer rancho ene l cuartel y de pernoctar en él. El
ejército por estar rebajado de rancho, me abonaba 3,50 pesetas al
día. Por estar de chofer con el comandante, cuando salíamos fuera de
la capital, me abonaban 7,50 pesetas por salida. Para la comida y la
cena estaba fijo en una pensión de la plaza del Arenal, donde se
encuentra el Teatro Real, y a continuación la Plaza de Oriente y el
Palacio Real. La pensión se llamaba Próculo, se componía de un
matrimonio y una hija soltera que había estado de cocinera en casa
de unos marqueses. Descendían de Galicia y hacían unas comidas
que te chupabas los dedos. Los compañeros de mesa eran tres
gallegos, dos hermanos y el otro un alférez del ejército. Los hermanos
estaban estudiando. El mayor terminó la carrera de abogado y se
colocó en el Ayuntamiento de Madrid. Al terminar de comer, nos
marchábamos a un bar, y jugábamos al dominó. Muchas tardes a
continuación a un bar a la Puerta del Sol, frente a la puerta de
Gobernación, en el piso primero, eran todo mesas de billar. El
camarero era gallego, cuando le pedían unas copas de coñac y las
bebían y a continuación les ponían otras, solo pagaban el primer
servicio.

Con el jefe que estuve mas de dos años de chofer, que vivía en
una zona residencial llamada Ciudad Jardín, compuesta de sótano
muy amplio y un piso, pasaba una carretera que ahora no recuerdo a
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….40

dónde iba. El empleo de mi Comandante era de ayudante del Coronel


Arenas, y tenía la misión de suministrar de talones para gasolina a
todos los automóviles de España. Cuando mandaba venir el camión
de Andalucía, al venir le ordenaba al chofer que cargara unos bidones
de 200 litros de aceite al completo. Le tenía advertido al chofer que
llegara de noche, lo baja al sótano, se desgrava y se marchaba. Esto
lo hacía porque no era legal, se le llamaba extraperlo. Una vez el
aceite en el sótano, nos mandó comprar una bomba manual para
sacar el aceite de los bidones y unas cuantas latas nuevas de 10 litros
de cabida, más un rollo de papel de un metro de alto muy fuerte para
envolver las latas una vez llenas y atarlas con unos rollos de cordel
fuerte para disimular el contenido. También compramos un fardo de
algodón para limpiarlas bien y que no se vieran manchas en la
envoltura. Nos dio poderes para venderlo. A él le teníamos que pagar
12 pesetas por litro y lo que pudiéramos sacar de más para nosotros.

El asistente llamado Ramón, tenía más tiempo libre que yo,


visitando hornos, restaurantes, pastelerías, casa de marqueses,
dónde se podía servir. Yo busqué una casa en la Plaza del Arenal,
donde iba yo a comer y cenar, y siempre que le llevábamos el pedido
nos regalaba 25 pesetas, a esta señora nunca le faltaba el aceite.

Ramón el asistente, se encargaba de llenar y hacer los


paquetes. Cuando los tenía para distribuir, me llamaba y los
cargábamos en el coche. Al lugar donde íbamos ya estaban avisados,
aúna sí, siempre nos asegurábamos que no hubiera policía por la
calle. Si no veíamos peligro, paraba en la puerta, yo no abandonaba el
coche, entonces los del establecimiento y Ramón bajaban la
mercancía, la dejábamos, y cuando volvíamos la próxima vez lo
recogíamos para no perder tiempo y no nos descubrieran lo que
hacíamos.

Había días que sacábamos de ganancias unas trescientas


pesetas. Una vez terminábamos de vender el aceite, me marchaba a
la finca que tenía en una aldea llamada Camarma de Estrechuela a 7
Km de Alcalá de Henares. La finca, según me dijo antes de la guerra
tenía 16 pares de caballerías, la casa era enorme, tenían varias casas
para los obreros y la de los señores muy grande. Todas estaban
formando un cuadrado y en el centro un patio de arcos. A todo
alrededor hacían de cubiertos para las galeras y aperos, uno de los
obreros estaba permanentemente en la casa para repasar averías y
los piensos para alimentar a las caballerías y siempre quedaba alguna
en la cuadra, le decían a este el señor cuadrero.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….41

El patio estaba todo hecho de cantos de rambla el agua tenía el


desagüe en el centro al cosechar mucho grano lo cargábamos en el
camión de cabida 4000 Kg lo llevaba a la fábrica y una vez
trasformado en harina hacía lo mismo que el camión que traía el
aceite, lo llevaba a su casa, lo bajaba a la cochera, poníamos unas
tablas en el piso con el fin que no se estropease la harina y venían
conmigo dos obreros que se encargaban de apilar los sacos una vez
terminada la faena, los llevaba a la finca, dejaba el camión y
regresaba a mi destino. Para vender la harina teníamos una maleta
que le colocábamos 60 Kg y un portamaletas, le poníamos 40 Kg,
ahora no recuerdo el precio que le teníamos que abonar a él, pero
para el caso es igual, nosotros siempre procurábamos sacar una o
dos pesetas de beneficio por Kg.

Toda esta faena se encargaba el asistente, era menos trabajosa


y mas curiosa, y para el reparto no llamaba tanto la atención que el
aceite. Las visitas que solíamos hacer eran hornos o tahonas que así
se llamaban restaurantes, pastelerías, etc,...

Teníamos mucho éxito con este producto igual que el anterior,


había días de hacer 3 servicios, los días que se daba bien siendo la
una de la tarde, me hacía parar el asistente en el primer restaurante
que veíamos y a pedir todo lo que nos apetecía, este buen hombre
tenía unas ganas a todas horas, yo no las tenía malas, y a veces, por
las tardes, solíamos repetir y al fin se quedaba en merienda-cena al
cabo de un tiempo con tanto trato, con unos y con otros, nos hicimos
muy populares. Esto de vender harina lo hemos hecho en 2 ocasiones
y el aceite también. Estos beneficios que sacábamos nos servían de
pasarlo bien y visitar ciertos lugares que de no ser así no los
hubiéramos visto.

En la C/Odonell, 8 se encuentra el edificio tipo chalet, que en la


república estuvo ocupado por Sr. LeRous que era presidente de la
República. En la puerta de entrada había unas puertas de hierro
fuertes y grandes, continuaba un jardín, unas escaleras y las puertas
de madera en la entrada. A ambos lados de las primeras puertas dos
leones de adorno y a la espalda un gran patio con árboles y
aparcadero para todos los coches que dábamos servicio.

Uno de los días me dicen que tengo que hacerle un servicio al


coronel Arenas, lo espero hasta que salga, le abro la puerta de atrás,
le hago el saludo y nada más. Sentado me dice: búsqueme un
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….42

estanco. Salgo caminando, le llevo al primero que encuentro, intento


bajar, y me dice: el chofer no debe abandonar el coche. No tenían la
póliza que el necesitaba y dimos muchas vueltas por Madrid hasta
que uno dimos lo que deseaba, pero no consintió en que fuera yo a
preguntar, y una vez de regreso, cuando bajó me dio las gracias.

Esta calle de Odonell empieza a 50 metros del parque del retiro,


paralela a la calle de Alcalá, dirección a las ventas, a medio Km del
empiece de la calle había un dido, una plaza de toros antigua que solo
quedaban las piedras de sillería de recuerdo.

Un día, me llama el ordenanza de las oficinas, que al


comandante, que yo le había servido quería hablar conmigo, me
presento a él y me dice que pase por el parque de camiones de parte
de él y me entreguen un camión que responda bien para trasladar
muebles de la viuda de un general a Toledo. A continuación, marcho
al lugar donde había que cargar y había dos soldados para ayudar a
cargar, empezamos la faena y tal volumen llevaba que a pesar de
sujetarlo al máximo con las cuerdas parecía que alguno podía caer,
por fin legamos sin novedad.

Los problemas vinieron después, había que descargarlos en el


lugar más antiguo, con unas calles que apenas cabía un camión, si lo
peor era para pasar de una calle a otra teniendo que hacer varias
maniobras, por fin llegamos al lugar de destinos y hasta llegar iban los
soldados uno por cada parte indicándome para evitar tocar en ambos
lados. Lo curioso fue que hubo que aprovechar una casa que tuviera
mucha fachada para dar paso al transeúnte, entrando por una puerta
y salir por la otra. El camión ocupaba toda la calle.

Antes de terminar la descarga, pasa un teniente del Ejercito y


me pregunta dónde regresa el camión, y le respondo que a Madrid, él
me dice que estupendo: me han trasladado a Madrid y me van a llevar
mis muebles; yo le contesto: mi servicio, una vez termine de
descargar, ha terminado. Él continúa insistiendo y al final, me pongo al
habla con los otros dos soldados y les digo qué os parece hacer, y me
dicen: pídele 1500 pesetas por ayudar a cargar y descargar, y me
responde que es mucho. Les digo a los compañeros subid que nos
marchamos; se pone delante del camión, se arrodilla, acepta la
petición y vamos donde los tenía ya para cargar y le dijimos primero
es cenar, antes de empezar que es hora: la cena la pagas tu y
nosotros no llevamos ni una peseta.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….43

Por fin acepta lo dicho, cenamos bien, se empieza la carga, se


hicieron las 11 de la noche, salimos para Madrid. Su vivienda se
encontraba al extremo donde debíamos de entregar el camión una
vez termina la faena se nos hicieron las 2 de la madrugada. Poco
pudo, pero nos quitó algo de lo convenido. Después de este viaje, fui
a llevar un coche (Ford 8) a reparar a Guadalajara y una vez llegué,
marché a ver la capital, había muchas cuestas, y en la bajada sobre
un puente bajaban unos carros por el centro, no llevaba claxon parar
avisar que me oyeran y dando golpes en la puerta con la mano, me
oyeron y se apartaron, de lo contrario no se lo que hubiera pasado por
el motivo que los frenos me fallaron.

También marché a Valladolid a reparar un coche que se quedó


el comandante en una subasta del cuerpo de aviación, para su
servicio particular, cuando me dijo lo que había pensado, le digo que
pida en las mismas condiciones otro para mi, yo le abono su valor. La
subasta la hacía el hermano de su señora que tenía la misma
graduación que el comandante. Que cada coche sabía en las
condiciones que se encontraba y no le dio la gana hacerme caso;
tomé un disgusto tremendo a partir de ese momento no lo tragaba
bien, los coches de la subasta eran de las marcas Fiat Balilla, citroen,
peugeot, etc,..., no le pregunté ni me lo dijo lo que les costó, pero por
lo que se dijo, sobre 5000 pts.

Él se quedo un Fiat Balilla, eran de los que requisaron los rojos


a los particulares en la guerra, llegué a conducir varios, y funcionaban
bien, estuve 8 días hasta que terminaron de repasarlo, fueron unos
días felices por entrevistarme con dos que habían estado en mi
compañía en Madrid y les destinaron a esta ciudad, me enseñaron
todo lo mejor que había en aquellos tiempos había unos cafés con
orquesta y sofás sobre todas las paredes. Estuve hospedado en una
pensión llamada Caballo de Troya, en la Plaza Mayor, a gastos
pagados, Fin del Viaje.

“Desde mis primeros años de juventud en La Portera”

Al vivir en una aldea, las diversiones son muy reducidas, en mis


primeros años, solían venir unos grupos compuestos por unas familias
que se les llamaba titiriteros, sus medios de transporte eran unos
carros y unas caballerías, que les servía de transporte y de
alojamiento, no solían actuar mas de dos o tres actuaciones según la
cantidad de habitantes en el lugar que actuaban. Este espectáculo se
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….44

componía de una cabra, un mono que les mandaban hacer unos


números de no mucha importancia, solían llevar unos instrumentos de
música a modo de charanga, formaban una música no demasiado
buena, pero se pasaba la velada. También solían venir unos
aficionados del pueblo de Requena de teatro dedicándose a hacer
actuaciones en las aldeas y pueblos.

Más tarde, unos señores se compraron una máquina de hacer


cine, se compraron una furgoneta para su transporte y solían hacer
varias sesiones, esto continuó varios años.

También habitaba una familia en esta aldea, el padre, Sr. Justo


Haba, que por encontrarse ciego, se compró una buena acordeón y
los hijos le cantaban canciones y a los pocos ensayos le cogía el ritmo
por tener un buen oído y según otros músicos famosos que desfilaron
por las aldeas y pueblos, cuando nos visitaban le hacían tocar unas
piezas al músico local y coincidieron todos en que el manejo de la
mano izquierda de este señor era extraordinaria. La vida de este
Señor Justo se dedicó toda su vida a su profesión, tenían un caballo y
un carrito muy bien acondicionado, y se marchaban a hacer
actuaciones por toda la comarca acompañado por un miembro de su
familia.

En esta aldea de La Portera tuvimos la ventaja sobre otras al


disponer del músico, solíamos celebrar muchas actuaciones que en
otros sitios, y también para ayudar a esta familia que también lo
necesitaba. En la recolección de la vendimia, venían muchas familias
que pernoctaban hasta el final de la campaña que solían estar entre
quince y veinte días.

También frecuentábamos con el músico las fincas cercanas


haciéndoles baile por encontrarse las cuadrillas, residiendo en ellas y
se alegraban mucho que fuéramos. El baile, es un espectáculo para
mi de los que mejor lo he pasado.

“Las relaciones empezaron en 1947 y nos casamos en 1950”

Las relaciones con mi novia empezaron teniendo 17 años,


pasaba temporadas en la Aldea de Casas de Soto, donde vivían sus
padres y un hermano. Otras veces lo pasaba en Requena, en la casa
de los dueños de la Finca que administraba su padre. Estos señores
fueron 7 hermanos y en las fechas de estancia de mi novia solo vivían
la hermana mayor y la siguiente, casada sin hijos. Mi novia, las
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….45

temporadas que pasaba en Requena estaba en un colegio de monjas


dando clases y aprendiendo a bordar y a hacer las faenas de casa.

La hermana mayor se llamaba Sra. Tona, se celebraron los 100


años de vida con una comida extraordinaria, y asistiendo muchos
invitados, pasando un día feliz, porque hacer estas celebraciones no
son muy frecuentes.

La hermana menor se llamaba Milagro, sacó de pila a mi novia y


se le puso el nombre de Milagro. Ésta señora ya fallecida no pudo
llegar, nada más que a los 97 años.

En la misma casa donde vivían estos Srs. En la c/ San Fernando


de Requena, al frente de su casa eran dueños de un gran edificio con
una iglesia, y el resto a un convento ocupado por los Padres del
Corazón de Maria, dando clases a internos seminaristas.

También había un apartado que se realizaban películas de cine


autorizadas para menores de los 18 años. En varias ocasiones fuimos
a verlas.

La finca de Casas de Soto están situadas en la misma calle tres


casas al salientes donde da a una calle la finca número 4 es una
Iglesia, dos casas dedicadas a renteros, pastores y guardia. Hasta la
bodega y cocheras. El resto se compone de montes, viñas, cereales y
ejidos.

En la Iglesia de esta finca nos casamos el día 18 de octubre de


1950. Para hacer el viaje de novios saque un kilométrico para circular
en el tren de 6000 Km, que te autorizan 6 meses para emplear estos
kms. El recorrido, el siguiente: Valencia, tres días, Barcelona y
Granollers, 23 días, Zaragoza, 3 días, Madrid, 4 días, Sevilla, tres días
hospedado en la calle Sierpes. A continuación regreso a la aldea de
La Portera, donde más años de la vida hemos vivido.

Al haber transcurridos 3 meses de casados quedaban por agotar


Kmts y para gastarlos, marchamos a Murcia, Cartagena, La Unión,
Los Partidarios, Alembres y Albacete. Los Kmts que faltaron de los
6000 los cobraron al mismo precio de lo anterior. Hemos celebrada
los 25 años de casados y los 50 también (en la fecha que anoto estos
el 24.01.2001)
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….46

“Servicio Militar, 1940/41”

Durante mi estancia en Madrid, haciendo el servicio militar, las


horas que tenía libres las dedicaba a pasear por las calles mas
principales, el paseo de Rosales, por sus fabulosas vistas; el Retiro,
cines y bailes en el barrio de cuatro caminos, que los días mejores
solían ser los jueves, sábados y domingos, por dar fiestas a las chicas
que estaban al servicio en casas particulares. En este barrio que
citado había 4salas de baile y se solían llenar a tope.

También había muchas más de más categoría que las que he


citado, por ser los locales más amplios y mejores orquestas, una de
ellas, la más frecuentada por mi le llamaban Barceló.

Cuando venían a jugar al fútbol, los dos equipos de Barcelona


solían acudir a pasar la noche de los sábados a esta pista dando la
circunstancia que el asistente que tenía mi jefe era catalán, teniendo
muy buenas relaciones con todos y en varias ocasiones fui en
compañía de él a esta sala de baile, me los presentaba y de vista los
conocía a todos. Recuerdo en más de una ocasión, uno de los
futbolistas le llamaban Correché y varias veces pedían que se
retirasen los demás parejas y se quedaba solo no se puede explicar
que fenómeno bailando con su pareja que bien le acompañaba.

En el verano, al aire libre en el Barrio de Chamberí se hacía


unos bailes llamados cremés, en uno de ellos se componía de dos
pistas unidas, para pasar de una a la otra había unas cuantas
escaleras por los desniveles del terreno, y cuando dejaba de tocar una
empezaba la otra, los que teníamos pareja fija te pasabas a la
siguiente y continuabas.

También había mucha cantidad de mesas y sillas, y si te


apetecía descansar y refrescar, y mucho personal solía pasas la
noche sentado y al fresco.

Había mucha costumbre de puestos de melones y sandías


amontonados en lugares que no estorbaban y nos hacíamos un
grupo, salíamos y los vendedores nos partían las rajas de melón hasta
quedar satisfechos.

Se hacía con mas frecuencia al finalizar la fiesta, los vendedores


anunciando son de Villaconejos, por ser los mejores.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….47

La noche que se inauguró la sala de fiestas, llamada pasapoga


en la Gran Vía, próxima a la famosa expendeduría de lotería de Doña
Manolita. Fuimos muchos curiosos viendo los que acudían a la
inauguración solo podían entrar los que vestían esmoquin y las
señoras con vestidos de noche. Nunca me imaginaba los que
desfilaron con tan gran lujo.

Solo pudimos ver la famosa escalera de bajada, todo construido


de mármol de varios colores, me recordaba de haber visto en el
Escorial la que bajaba al panteón de los Reyes.

No recuerdo si el precio de la entrada era 25 ó 50 pts, yo me


quedé con la gana de haberla visto, pero por este precio tenia para ir
a los bailes que frecuentaba, solo se pagaba 2 pts.

“Mi vida entre los 15 y 25 años...”

Por pasar el río Magro a 5 Km de La Portera, en los veranos lo


frecuentábamos casi todos los jóvenes para bañarnos, en ciertos
lugares como la Finca de Marina, en el Tollo de los Cerezos (por tener
mas cantidad de agua y más espacio). Había mas sitios, pero este
último era el preferido. De esta forma, frecuentando mucho el baño,
todos aprendimos a nadar, unos más expertos que otros, pero lo
suficiente para disfrutar de tan limpia y clara agua, que varias veces
bebías sin ningún temor a intoxicarte.

También solíamos pasar muchas horas pescando por la gran


cantidad de peces y anguilas que tenía este río. La pesca la solíamos
hacer a mano por las piedras y en los tollos se hacen cuando hay
riada y al choque del agua se produce en estas piedras se reproducen
los peces en las madrigueras. En varias ocasiones, de estas
madrigueras hay unos orificios muy profundos donde se esconden y
es donde forzando para cogerlos, yo, a veces, he cogido uno en cada
mano y otro en la boca, según lo agotado que te encuentres bajo el
agua.

En la aldea de Hortunas, por donde pasa este río, ha sido la


más frecuentada por encontrarse muchos lugares de baño de más
amplitud y altura, para lanzarte al agua de cabeza o de pie, según la
capacidad de cada uno.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….48

Los lugares que más he frecuentado han sido la Piedra de La


regata, los Limoneros, La Presa, La cueva de los Anteojos (se llamaba
así por que esta boca tiene dos orificios en ellas que figura lo que he
contado antes, bajo de ella es donde nadábamos). A muy poca
distancia, en esta vertiente, se encuentra una fuente natural a 5
metros del cauce del río, en una roca sale un tubo de metal lleno de
agua casi al lado de un pino, y así se le llama la fuente del Pino.
También hay una roca cerca de esta fuente que tiene un saliente de
piedra en forma de visera, que se ha ocupado en muchas ocasiones
por grupos de amigos y familias, haciendo paellas y otras clases de
comidas, sin molestarte el sol en pleno verano.

En mis tiempos de juventud, he ido en compañía de amigos a


pescar con manga, trasmallo y con matapollo (esto es una planta
venenosa, se pica, se coloca en un saco de los que había en aquella
época, hechos de esparto). Te introducías en el agua, con el saco, y
los peces subían a la superficie. Esta forma de pesca estaba
prohibida.

“Servicio Militar en Madrid, 1940/41”

En los años que pasé en Madrid, al gustarme mucho bañarme y


no haber muchos lugares para hacerlos, marchaba al río Manzanares
y más tarde se hizo una piscina próxima a este río y la frecuentaba
siempre que podía.

Cuando me licenciaron y marché a casa con la alegría de haber


finalizado la mili, por causa de la Gran Guerra Mundial, que en esos
momentos se encontraba activa, nos movilizaron después de estar
poco tiempo en casa licenciado. Me destinaron a Valencia, al cuerpo
de Automóviles, en el cuartel situado en la Alameda, lindando con el
de Infantería, me destinaron a la compañía C-3 compuesta de
camiones Ford. Pedí el pernoctar fuera del cuartel, para las comidas,
dormir y de baja de toda clase de pasar listas.

Los quince días primeros estuve en casa de mi tía Rafaela, y su


hijo pepe Suárez, y a partir de esta fecha, marché a la Pensión de Sr.
Eugenio Almerich, hijo de Requena, y su señora Maria, hija de Utiel,
situada en la C/Las Barcas, frente al nuevo Banco de Valencia. En el
primer piso de esta pensión se encontraba el centro Aragones.
Cuando mi hermano Emiliano, mayor que yo hizo el servicio militar,
también se hospedó en esta pensión, habiéndola frecuentado en
aquellas fechas varias veces, me encontré muy a gusto, por el buen
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….49

servicio. Rara era la semana que no venía alguien de Utiel o


Requena.

Al gustarme tanto el agua, siempre que podía marchaba a una


Piscina llamada las Arenas a bañarme y a pasar el día comiendo en el
Restaurante La Pepica, que era el más famoso en aquella época. Esto
lo solía hacer los días festivos. Una vez terminaba el baño, hacían
baile, tarde y noche, con una buena orquesta. Las chicas nunca
estaban con los chicos, tenían sus terrazas a parte de los chicos.

El Sr. Juan María López trabajaba en el Periódico Levante de


redactor y de caricaturas (era muy bueno). Los fines de semana me
marchaba en compañía de este señor a pescar con caña al Paseo del
Faro, antes compraba gamba del menor tamaño que había y siempre
teníamos adjudicadas las piedras número 9 y 10. Nada más llegar les
tirábamos unas pocas, y cada uno a una piedra numerada, él llevaba
anzuelo mayor y pescaba peces grandes y yo las lampreas que eran
más pequeñas. Cuando llegábamos a la pensión, todo lo que se había
conseguido lo entregábamos para repartirlo entre todos los que allí
habitábamos. La señora de este señor, el verano lo pasaba en la finca
de Marina, por donde pasa el Río Magro.

“Servicio Militar en Valencia”

Al poco tiempo de encontrarnos en este cuartel de automóviles,


dieron orden de destinarnos a otros cuerpos como artillería, ingenieros
y transmisiones. Yo tuve la suerte que hacía falta un chofer para
conducir un coche furgón que en su interior iba instalada una emisora
de radio del regimiento de transmisiones. Entonces, me dice el
ordenanza que me presente al capitán que mandaba este servicio y
cuando me presento me da instrucciones de la ocupación servicios
que tenia que realizar.

El cuartel al que pertenecía era el de ingenieros que se


encontraba en la carretera del pueblo de Encors. Se iba por la
C/Ruzafa de fuera, pero yo, al estar de baja de no pernoctar en el
cuartel, mi vida la hacía en la pensión del Sr. Eugenio Almerich –hijo
de Requena y su Sra. Hija de Utiel, sin hijos- situada en la C/Pintor
Sorolla, frente al Banco Valencia. Todos los días salía de mi domicilio
marchaba al cuartel vestido con un mono azul, zapatos y el gorro
militar en el bolsillo, de modo que me evitaba el hacer saludos a los
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….50

jefes militares, un poco antes de llegar me lo ponía para evitar algún


problema.

Me presentaba al capitán, en su despacho y si no había servicio


me marchaba a la Avda. José Antonio donde teníamos unas cocheras
inmensas de grandes. Ahora, estas cocheras se han convertido en el
cine Avenida. El responsable de estos servicios era un cabo del
pueblo de la Roda (Albacete), procurabas no alejarte mucho de este
lugar por si te mandaban hacer algún servicio.

Dio la circunstancia que a muy poca distancia de donde estaban


las cocheras había una peluquería de unos hijos del practicante que
estuvo destinado en La Portera y que vivía en la casa del Sr.
Fulgencio Hernández y la Sra. Pilar. Padres de Adelina, Manolo, Luis
y Esperanza. Esta última, en aquellas fechas estaba aprendiendo el
oficio de peluquera por tener estos señores peluquería de señoras.
Me pasaba varios ratos allí en estos lugares de tertulia, en compañía
de las chicas y la dueña que es hermana de los peluqueros. Tenían
un hermano llamado Ramón que no tenía todas las cualidades
perfectas y disponía de anécdotas graciosas.

Los demás soldados que antes lo habían pasado conduciendo


coches durante años igual que yo, cuando ocupé mi nuevo destino le
entregan el fúsil y los igualan igual que a la tropa que en esos
momentos ocupan ese cuartel. Solían hacer marchas de vez en
cuando con las tropas a distintos pueblos de Valencia, y pernoctar y
pasar la noche los muchos compañeros que iban en sus formaciones.
Cuando yo con mi furgón les adelantaba me miraban con una envidia
que no lo podían remediar, ellos llegaban rendidos por no estar
acostumbrados a estas marchas que a veces se les hacían muy
largas. La misión mía era colocar la furgoneta en un lugar donde no
estorbaba para la circulación sobre un edificio y los dos soldados que
me acompañaban, empalmaban la luz a la emisora, y una vez
conectada se personaba el jefe de las fuerzas y comunicaba con la
comandancia de Valencia y le daba las novedades.

Los dos soldados que me acompañaban eran los técnicos para


hacer estos servicios. Los tres dormíamos en la furgoneta y
estábamos estacionados hasta el día siguiente después de marcharse
las tropas. Estos servicios de desplazamientos no se solían hacer con
mucha frecuencia. El capitán que se hacía cargo de este servicio no
tenía coche destinado su servicio, en varias ocasiones no todos los
días llamaba a las cocheras que pasará a recogerlos para llevarlo a su
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….51

casa. Él no abusaba de estas peticiones, por si en algún momento


hubiera ocurrido algún accidente, las broncas habrían sido para los
dos: yo por hacer el servicio y él por ordenarlo.

En una ocasión, había unas fiestas en mi aldea y le pido


permiso al cabo para pasar unos días en mi casa y le traeré media @
de vino, que se lo bebía muy a gusto. Le dije: tu te responsabilizas y
solucionas si tienes algún problema.

Me vine a casa, pasé unos días y al regreso no preguntaron por


mí. Todas las mañanas, para tomarnos el bocadillo nos reuníamos los
que no teníamos servicio y lo pasábamos en grande. Terminé mi vida
militar con este último destino, cumpliendo entre la guerra y el servicio
militar más de 5 años y medio.

En la casa que estuve para dormir y hacerme la ropa toda mi


estancia en Madrid, fue por que parte de la familia de esta casa fueron
destinados a la aldea de San Antonio de Requena, en plan de
refugiados por las circunstancias de la guerra, por estar en el Barrio
de Argüelles, no muy lejos de la Moncloa y la Artillería situada en la
Casa de Campo, lo tenía a tiro fijo.

En la casa, la ocupaban los dos abuelos, el Sr. Andrés y Sra.


Amalia, la hija Amalia viuda; el hijo mayor Andres y el menor Luis, la
hija mayor Tere, la que sigue, Amalia y la menor, Carmen. Los dos
hijos trabajaban en una empresa de montar ascensores, la Tere tenía
el título de modista y trabajaba en su casa. Tenía mucha faena y las
hermanas le ayudaban.

La señora Amalia era la responsable de la portería, que estaba


situada en la planta primera. También tenían de vivienda en el último
piso un lugar que llamaban La Azotea.

Los veranos se hacían por este barrio unos buenos bailes al aire
librea y solíamos frecuentar, las hijas, el Luis y muchos más de la
calle, pasando unas noches muya agradables.

También salía con una chica de esta calle llamada Encarnita


que tenía relaciones con un chico de muy lejos de Madrid, y se
prolongaban las entrevistas demasiadas fechas, y ella necesitaba
tener un compañero que la distrajera y la acompañara a muchos sitios
de distracción, así lo hacía yo. Le iba de bien que no me digas, a los
pocos días de salir con ella, en esta misma calle ya se había
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….52

oscurecido, nos encontrábamos apoyados en unas puertas, y se coge


a mi y me da un beso interminable y profundo, con muchas ganas que
al cabo de transcurridos tantos años, hay veces que aun lo recuerdo.
Ella sabía que antes de empezar a salir con ella, salía con otra chica,
un largo tiempo y aprovechándose de una hermana menor, la
mandaba a donde yo residía a preguntar por mi, le hacía una nota en
la cual me daba cita que la fuera a buscar día y hora. Procuraba, si
me era posible, complacerla por que los dos lo pasábamos muy
felices, cuando menos me imaginaba me dice que si es verdad que
estoy enamorado de ella, despide a su novio, yo le digo que si y de
inmediato le dice que no vuelva, estaba estudiando la carrera de
maestra, le quedaba el ultimo curso para terminar. Aquí se termina
una aventura más.

Al tener mi servicio próximo donde vivía Enriqueta Pérez


Pedrón, hija de la Aldea de La Portera, casada con Estanislao Masia
Alonso, vivían en la C/Alcalá, 123 de Madrid.

Su marido montó después de terminar la guerra una editorial de


venta de libros, con un precioso despacho y trabajaba con el un
sobrimo que mas tarde se marchó a América. También se pasaba
temporadas su cuñado, Felipe Pérez Pedrón ayudando en el
despacho, yo me pasé en varias ocasiones por este lugar. También
había otro señor para recibir. Después tenía un almacén al poco de
empezar la C/Alcalá, lleno de libros y un Sr. Mayor que los
empaquetaba, y los tenía apunto de repartir. Según parece, tuvo unos
años de mucha venta, pero al cavo de un tiempo, este negocio se vino
abajo.

En los años que estuve en Madrid haciendo el servicio militar


frecuentaba esta casa con mucha frecuencia. Tenía dos chicas para
su servicio nada despreciables y debido a entrevistarnos en tantas
ocasiones, yo empecé a salir con la mayor llamada Pepita, que
llegamos a compenetrarnos tan bien que en todo momento
deseábamos estar juntos. Tengo muy buenos recuerdos de esta casa
y de otros muchos lugares, por ejemplo, el extraordinario parque del
retiro que solo era cruzar la calle. Si que había muchos para guardar y
vigilar, que a veces te decían que no estuvieses estacionados, y
empezaras a caminar, pero una vez lo perdías de vista, hacías lo que
te apetecía.

Se llegó en común acuerdo de llegar a hacer el amor por lo a


gusto que nos encontrábamos, yo reflexioné mucho, no por que no me
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….53

apeteciera el llegar a ese momento, si no por las consecuencias que


podían sobrevenir al cavo de un tiempo. Dejamos este tema apartado,
continuando saliendo como antes, no se ella qué opinión haría de mí,
si de cobarde, o de poca decisión, lo cierto es que así pasó, se fue
pasando el tiempo y para evitar de lo antes mencionado, empecé a
salir con otra chica que ya conocía en las verbenas y bailaba de
maravilla, y de esta forma me fui dejando de salidas con ella y me
acople de entender más a Irene, que ese fuera su nombre, y así
continué saliendo a bailes y muchas mañanas por vivir cerca de
donde tenía mi destino en la C/Torrijos, cogía el coche y le hacía la
visita a partir de las 9 horas. Se encontraba sola en casa, las demás
trabajaban fuera, continué saliendo con Irene, y a la vez con otra chica
llamada Maruja Martín, que vive próximo de donde tengo yo mi
destino me viene a buscar siempre que tiene una oportunidad, y nada
más cruzar la calle, está el parque del retiro, que se pasa muy
distraído, y siempre estas acompañado por el personal que por allí
pasea.

Maruja tiene una hermana mayor que siempre está diciendo que
no salga conmigo, que solo voy con ella por pasar el tiempo, pero está
tan colada que no hay forma de hacer caso a los consejos que le da.
Son tantas veces las que me viene a buscar que al guardia que esta
en la puerta le digo que le responda que no estoy, me marcho donde
tenemos los coches a charlar con los compañeros.

Esta relación se prolongó mucho tiempo, y al final le propuse


hacer el amor, no dijo si, pero tampoco dijo no, yo siempre iba
prevenido de llevar preservativos y al hacerle ver que con este
sistema de precaución no podía ocurrir nada que no quisiéramos,
optamos por intentarlo en común acuerdo y así transcurrió largo
tiempo. Pero surgió un problema que nunca lo podía pensar, que no
había forma de introducir el pene en el lugar adecuado, fueron
pasando fechas y yo quedaba resentido por un par de días intentando
todas las formas y posiciones que pueden estar al alcance de las
personas. Decidí consultar con un doctor este caso y la respuesta fue
que entre 500 o 1000 chicas, solían haber 2 ó 3 casos y si no se
intervenía no había forma posible de realizar el sexo. En los hombres
también existe la fimosis, que si no te operas , no puedes haces el
amor, como ha ocurrido en este caso. Yo tenía un amigo que padecía
la fimosis, y cuan corto sería que se caso, marcho de viaje de novios
durante 15 días t terminó su luna de miel si saber ni poder hacer el
amor. Con la Maruja Martín continuamos nuestras entrevistas y
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….54

encuentros hasta terminar el servicio militar, sin ocurrir nada fuera de


lo normal y una aventura sin éxitos ni fracasos, no se pudo hacer más.

“Servicio Militar en Valencia, 1942/43”

Durante mi estancia en Valencia, salía con una chica que estaba


al servicio de D. Enrique Reinas, casado con Doña Consuelo, y vivían
en la alameda lindando al Río Turia antiguo. Los veranos paseábamos
por los jardines de esta avenida tan preciosa, al igual que durante las
ferias de Julio que en aquellos años se hacían en este lugar. También
en la fiesta de Fallas se hacían bailes en cada Falla y barrio con unas
buenas orquestras. Esto sucedía por los años 1942/43, ahora no me
encuentro al día. Solíamos frecuentar los cines y los jardines dels
parterre que de veranos los regaban y disfrutábamos del fresor y de
algo más.

Estos Sres. Tenían una gran finca en la carretera que unía


Valencia con el pueblo de Burjasot, llamada el huerto de Burriel. Todo
un cercado con paredes de unos 3 metros de altas casa de los
señores y para caseros muchos terreno de huerta que el casero se
encargaba de poner todo lo que se consumía de alimentos en la casa
y sobraba. También había muchos jardines, árboles y largos paseos
con bancos de madera con respaldos que se acoplaba uno muy bien
a ellos muchas tardes nos comíamos la merienda que sacaba ella
para los dos una vez habíamos terminado si nos parecía cogíamos el
tranvía que tenía la parada en la puerta de esta y marchábamos a
Burjasot al cine o a pasear.

En dos ocasiones, los días de pascua nos juntábamos tres


parejas y lo celebrábamos en compañía. Las chicas se ocupaban de
preparar una extraordinaria merienda y los chicos de las bebidas. Lo
sitios que solíamos ocupara eran los árboles, en las huertas, y una
vez finalizada marchábamos a terminar la tarde noche en los bailes
con mucha alegría por haber merendado bien y un poco alegres por
los bebido. A este pueblo de Burjasot veníamos mucho porque los
meses de Julio y Agosto, los Sres. Lo pasaban en esta finca que se
encontraban más frescos que en la capital. También tenían una buena
finca en Denia y a veces, se solían pasar unos días en las playas para
cambiar de ambiente.

Cambiando de tema, este matrimonio que he comentado a estas


fechas ya fallecidos, y mi compañera, se caso, tuvo una hija y un hijo,
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….55

y se encuentra viuda muchos años. Todo se termina en esta vida, los


buenos ratos y también los malos.

“Mi vida de soltero entre 1942 y 1945”

En folios anteriores he comentado algo que en este es posible


que se repita, alguna frase, pero procuraré centrarme más en el tema
a descifrar.

En otros he comentado como lo he pasado desde mi niñez, en


fiestas, bailes y las pocas atracciones que solía haber, y muchas de
ellas de muy poco valor; pero había que adaptarse a lo que en esas
fechas teníamos a nuestro alcance.

Al gustarme tanto el baile, y era el festejo que más me gustaba,


la aldea que más frecuentaba era San Antonio de Requena, por tener
a mi hermano Bernardo casado y ser la aldea que más habitantes
tenía. Disponía de una buena banda de música, un buen local cubierto
de invierno, su bar, y lindando a este de verano, teatro y cines, varios
bares. El personal se adaptaba más a la vida de los pueblos mayores,
más abiertos, no darle a las cosas la importancia que en las demás
aldeas, de menor población, se les daba.

Por frecuentar tanto esta aldea, me encontraba como en la mía,


éramos un grupo de chicas y chicos muy amplio, y cualquier acuerdo
que tomábamos lo dábamos por bueno. Yo me decidí por una chica
llamada Conchita, que se destacaba entre las demás por su cuerpo,
fisonomía, y agradable. Nos acoplamos perfectamente, era hija única.
En los bailes se pedían las chicas, a veces, para el baile cinco y, a
veces más, y una simple mirada. Le pedías baile, te decía que sí y
cuando llegabas para cogerla a bailar se presentaba otro chico y le
decía: este baile lo tenías conmigo, y ella le respondía que no, que lo
tenía pedido con Rafael el otro cedía y a continuar.

Solíamos bailar algunos seguidos y los que bailaban seguidos,


las señoras mayores que se encontraban y veían que repetíamos, en
seguida decían: esos son novios. La acompañaba a su puerta y
cuantas noche su madre le decía entra que la cena la tengo hecha.

Yo no sabía que mi hermano tenía muy buenas relaciones con


sus padres que también hacían una buena pareja, y muy educados,
no llegué a pedir la mano de su hija, pero tengo la seguridad que por
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….56

que veía en unos y otros no hubiera fracasado. El motivo de no dar


este pasao fue por que esta chica acostumbraba a vivir en un
ambiente distinto al que yo le podía dar en una aldea pequeña de
menos diversión y tener que hacer mi vida en la Agricultura, creo que
hubiera fracasado, según mi forma de ver. Por otra parte, estaba tan
enamorada que es posible que hubiera aceptado.

Por los finales del año 1945, estando en Valencia terminando el


servicio militar, uno de los fines de semana, como hacía otros, los
pasaba en San Antonio, y cuando me puse al habla con ella, le
comenté que estaban haciendo en el cine Olimpia la película Las
Aventuras de Marco Polo, que tuvieron unos grandes éxitos, y se
continuaron haciendo por mucho tiempo más. Le propuse si aceptaba
la invitación de ver esta película sacaría las entradas y verla juntos
acordando la fecha yo la iba a buscar y así sucedió. Medió la fecha y
dirección, ella bajó sola a casa de unas amistades de sus padres, la
fui a buscar a la hora prevista para ver la sesión de noche y cuando
llamó, enseguida baja una Sra., nos saludamos y me presenta como
un amigo, yo veo por la expresión de la Sra. Que no veía muy correcto
que marcháramos los dos solos a esas horas de la noche, y responde:
cuidado con lo que puede pasar y los dos a la vez, contestamos: no
se preocupe Sra., no pasará nada.

Con las mismas salimos hacia el cine, pasamos la velada en


buena armonía, nos gustó mucho, y cuando finalizó, regresamos al
lugar donde se hospedó. Salió la Sra. a recibirnos y me despedí sin
problemas. La calle era la Gran Vía de Germanías.

Cuando terminé el servicio militar, yo continuaba yendo a San


Antonio igual que antes, alternando con los amigos y amigas, y
también acompañándola como antes, pero poco a poco, fui dejando
de ir, porque unos se hicieron novios, otros se casaron y ya cada uno
tomó su vida de diferente manera hasta que pasado un tiempo, esta
chica se hacía mayor y no se le proporcionaba lo que ella hubiera
deseado. Tomando la decisión de hacerse novia del chico mayor del
grupo con muchos años de diferencia, y con poco atractivo físico, y de
poco gusto, pero tenía la condición que la posición de bienes era
buena y con esta situación le pareció lo mejor al no casarse por amor,
creo no fue feliz en su vida. Tuvo un hijo y enviudó al poco de
casarse. No se más de su vida, a cada uno se le presenta la vida de
una forma.
“Memorias”. Rafael Fernández…………………………………………….57

Termino de contar mi pasado, si he cometido errores, o he


escrito algo que no es correcto, si alguno tiene el gusto de leerlo, sepa
perdonarme, en fin. En la fecha de hoy (6 de Marzo de 2001) tengo
cumplido 80 años y 8 meses. Se que en algunos casos habré repetido
algunas palabras por falta de memoria.

Texto original manuscrito por mi, Rafael Fernández Haba, y


trascrito por mi nieto, Rodrigo Haba Fernández

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