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A Valentina.

Hay mucha gente a la que tengo que


agradecer la realización de este libro, pero sin ti, nunca lo
hubiese intentado.
Rhyn se inclinó hacia atrás en su chirriante silla de
piloto y casualmente la arrancó con fuerza de la parte
inferior de la consola. El “Orgullo de Baker” ni siquiera se
inmutó por el abuso. Se mantuvo en órbita en la fría luna
de Siliam 3 con la tenaz persistencia del verdadero chucho
callejero que era.

Rhyn sonrió satisfactoriamente. El bastardeado


carguero estaba por encima de cualquiera de los elegantes
últimos modelos que utilizaban diariamente algunos
contratistas de seguridad.

Suspiró contento, se rascó distraídamente el triángulo


de piel lisa marrón oscuro que asomaba del cuello abierto
de su túnica, se quitó el maltratado sombrero de sus ojos y
se preparó para una larga siesta. Esta realmente era la
manera de vivir, pensó. Sin molestas reglas ni reglamentos,
sin compromisos, sin socios persistentes ni equipos
problemáticos. ¡Ahh! Qué felicidad.

Justo cuando cerraba sus ojos para descansar y


tomar el sol en el resplandor de su existencia libre de
preocupaciones el comunicador comenzó a ladrar molesto,
exigiendo su atención.

—Fffff.

Rhyn miró de reojo a la luz azul que parpadeaba


inocua y plácidamente en el tablero de mandos con
frustración.

—¡Joder!
Sonó una pequeña alarma y la luz empezó a
parpadear en rojo.

—Joder, relaciones sexuales fuera del matrimonio. Palabra usada


como blasfemia1.
—¡Mierda! ¿Cuál era el truco que conocía para apagar
la alarma de palabrotas?

La alarma volvió a sonar y la irritante voz sintetizada


del “mal gusto” comenzó a hablar.

—Mierda, heces. De uso general como una blasfemia, expresa


disgusto, enojo o molestia.
—Estúpido pedazo de mierda. Otra alarma. ¡Cállate!
Qué mal…. ¡¡¡Ah!!! ¡A la mierda! Fue una estúpida apuesta
de todos modos. Tú ganas Félix. No vale la pena, — gruñó.

El zumbido de varias alarmas más sonó antes de que


lograra llegar al diminuto monitor y lo lanzara por la
escotilla.

Podía imaginarse las carcajadas de Félix y de los


chicos la próxima vez que volviese a la estación y se
enterasen de que ni siquiera duró dos horas en la apuesta
de que no podría dejar de maldecir durante un día entero.
Por supuesto, sería peor el que estuviese solo de patrulla.
No había un alma en millones de clics. Podrías pensar que
había tenido muchas llamadas de atención de juramentos y
maldiciones, pero ya se había contenido muchísimo antes
de este último incidente.

—Bueno, que les jodan. —Gruñó. Era malhablado. No


es que molestase a mucha gente aquí en el espacio, estaba
él solo. Y era como lo prefería. La mayoría de los seres eran

1
La nave dispone de un dispositivo de voz que avisa cada vez que dice una palabra de mal gusto.
demasiado molestos para estar en una base permanente. O
incluso en una base semipermanente.

El comunicador de la consola se atrevió a sonar de


nuevo. Esta vez con más insistencia. La estúpida cosa fue
la razón por la que perdió los últimos cincuenta créditos. La
miró mal antes de tomar el receptor.

—Baker, —espetó. Una imagen de un hinchado


Mebian se recibió en la pantalla. «¿Qué demonios quieren
ahora?», se preguntó irritado.

Los comerciantes Mebian le ponían los pelos de


punta, y eso en un buen día. La forma en que sus azules
mejillas gruesas temblaban cuando estaban nerviosos o con
ansiedad. Sus pequeños ojos que miraban constantemente
alrededor, en busca de una ganga o de un representante de
la ley pero nunca te miraban a los ojos. Lo peor de todo era
esa voz viscosa superior que parecía inherente a la especie
y lograba irritar sus nervios todo el tiempo.

Ahora se sentía mucho menos que cordial.

—Capitán Baker. Tenemos una situación urgente. Los


piratas han atacado la Perla Azul, y liberaron una propiedad
muy valiosa, —graznó el comerciante Mebian—. Tenemos
que recuperar los elementos lo más rápido posible. Uno de
ellos en particular, número del bloqueo de carga tres-ocho-
cuatro-siete, asciende a más de cuatrocientos mil créditos y
estaba destinado a un muy alto diplomático.

—Huh, —dijo él deliberadamente desinteresado,


buscando alrededor su sombrero. Parecía haberle
abandonado en su anterior ataque de nervios con el
monitor de “obscenidad”—. Traidor, —murmuró en voz baja
cuando finalmente lo vio en la unidad de descanso y lo
cogió de arriba.
—¿Qué fue eso capitán?, —exigió el Mebian,
bamboleando su papada agitadamente—. ¿Le recuerdo que
usted tiene un contrato para proteger nuestra carga en este
sector del espacio? Lo pone muy claramente.

—Muy bien, muy bien, —gritó irritado Rhyn—.


Cálmate. Lo traeré de vuelta. ¿Dónde fue el ataque?

—Te transmitiré las coordenadas y proyectaré los


vectores para que salgas de inmediato. No hace falta que te
repita lo importante que es recuperar la carga con el
número tres-ocho-cuatro-siete de vuelta. Hay otros
artículos de otra índole marcados, como un gran
cargamento de forma mineral y lo queremos de vuelta con
la debida rapidez. Por supuesto, no necesito recordarte que
todo esto es de la más estricta confidencialidad. Realmente
no debes divulgar la información sobre la carga o de los
plazos de envíos.

Rhyn se estaba poniendo enfermo por culpa del


pomposo y quejumbroso culo. Necesitaba que se callara
antes de que realmente se enfadase con él. Sería difícil
recoger su chip para cobrar si amenazaba con meter la
polla de la carga y horarios por su nariz. Por lo menos podía
ver que tenía una de esas, realmente no quería saber de
los otros orificios.

—Estoy en ello, murmuró con desdén, mirando


fijamente la entrada de las coordenadas por el alimentador
del navegador.

—Capitán, capitán, ¿cuánto tiempo cree que va a


tardar en localizar a los piratas y recuperar nuestros
bienes? —insistió el Mebian.

—Cálmese. Estoy estableciendo el vector de


búsqueda ahora, —dijo de nuevo con aire ausente y en un
parpadeo manipuló con suavidad el dispositivo de su
posición. No le hacía falta tener a los Comerciantes Mebian
molestando ahora mismo. Tenía confianza en una pronta
recuperación, si simplemente lo dejaban en paz el tiempo
suficiente para hacer lo que mejor hacía. Y rastrear piratas
era una de sus especialidades.

Una pequeña sonrisa tiró de las comisuras de su dura


boca. El buque Mebian había sido atacado fuera de Gillin 2,
y probablemente lo hicieran tripulantes Bretag. Pobres hijos
de puta, no tenían nada que hacer contra El Orgullo. Podría
ser más feo que un sombrero lleno de pendejos Surian,
verse como un Morlag rascando sus cuartos traseros y oler
como la axila de un minero Drellin, como resultado de un
refrigerante extraño, por supuesto, pero todo lo que atraía
moscas no era una mierda. No eran más que pequeñas
sorpresas desagradables bastante escondidas bajo la piel
del casco para asustar a la mayoría de los piratas
intergalácticos, y para no llamar la atención de los grupos
de gentuza como el equipo de Bretag.

En realidad, él se llevaba bastante bien con la


mayoría de los piratas de este sector, incluyendo a Bretag y
sus hermanos. El hecho de perseguirse como perros y
luchar en la profundidad del espacio profundo no significaba
que no pudieran terminar en el bar de la estación espacial
juntos y compartir unos cuantos tragos. De hecho, para él
era un hábito darse una vuelta y sumergirse en todos los
antros de costumbre. Era más fácil llevar a cabo la
operación de recuperación si se había invitado a beber a
todo el mundo la semana anterior. Según su experiencia,
era mucho menos probable acabar heridos, o algo peor.

La mayor parte de los piratas en este sector estaban


justo al lado del mundo de los agricultores, de cualquier
forma la especie predominante eran los Thewlangs, que
tradicionalmente eran labradores de tierra y tenían una alta
proporción de población de hombres y mujeres. Rhyn se
había adaptado muy bien. Él prefería tratar con hombres,
tanto en los negocios, como en el placer. Especialmente
cuando las pocas mujeres de por aquí eran tan duras como
el acero forjado y es probable que incluso su culo estuviese
a seis pies y seis pulgadas2 del suelo.

El sistema de Veen era mucho más de su agrado en


las raras ocasiones en que ansiaba la compañía de mujeres.
Allí las jóvenes se encontraban en abundancia, tan
tranquilas y dóciles como los ciervos que recordaba de su
planeta de origen. Extraño tener especies diametralmente
opuestas a tal distancia, intergalácticamente hablando,
pensó.

Sin embargo, si había una cosa que la vida le había


enseñado, era que el Universo era un lugar extraño y
diverso. Los dioses aparentemente amaban la variedad.

Lo que realmente quería decir era que la mayor parte


de los piratas con los que tenía que tratar se encontraban
aquí a fin de mes, para pasar algo de tiempo lejos de su
matriarca o para una aventura. O más a menudo, todo lo
anterior. Apostaba a que seguía siendo así. No quería que
cualquiera de los desagradables hijos de puta del Sector
Morn pusieran un pie aquí. Esos chicos viciosos y las niñas
podían poner un artefacto termonuclear en la salida del
puerto, pulsar el detonador y sonreír mientras se
despedían. Eso daría un vuelco en su, por otra parte muy
cómodo, estilo de vida.

Sus dedos volaban ágilmente sobre los controles,


haciendo ajustes menores y por supuesto correcciones y el
equipo comenzó a triangular el curso de intercepción. La
adrenalina y la emoción corrían por su sistema limpiando y
enfocando su mente. Golpeó la última secuencia en

2
6 pies equivalen a 1,82 y 6 pulgadas a 15, 24 cm.
aparecer, sintió una emoción familiar cuando El Orgullo se
disparó hacia adelante, casi como si estuviese tan ansioso
de comenzar la cacería como él.

Se aseguraría de dar a los piratas, quienes quieran


que resultaran ser, una buena carrera. Siempre les dejaba
lo suficiente para reparar su nave y mantener a sus
familiares. No tenía sentido ponerse a sí mismo fuera del
negocio después de todo. Entonces se puso a cargo de los
Mebians. Todo el mundo ganaba de esa forma. A él le
gustaba esa idea.

Empezó a sonreír maliciosamente. Mantener la


estabilidad era realmente difícil, se esforzaba en mantener
el sector relativamente pacífico y que la economía local
fluyera en una dirección positiva. Si lo pensabas bien, él era
un ángel oscuro.

Comenzó a reír suavemente para sí mismo, se sentó


a ver la lluvia de estrellas. Se veía como una tarde bastante
agradable, un poco de picante antes de volver a su siesta,
realmente no había nada mejor que esto en la vida. Se
preguntó que sorpresas tenía para él la tripulación de
piratas que estaba en el almacén.
Lore se despertó con frío y asustado, por no hablar
de desorientado. Ciertamente no ayudó que al salir del
estancamiento estuviera rodeado por cuatro de los hombres
más grandes y peludos que jamás había visto. Su primer
instinto fue luchar. No tenía intención de ir en silencio a su
nuevo amo, que era por lo que había terminado en éxtasis.
Si tenía que darse de puñetazos con los grandes brutos,
que así fuera.

Golpeó, lanzó puñetazos, tiró, empujó y gritó. Podría


incluso haber mordido a uno en alguna parte. Tomados por
sorpresa, los grandes hombres se retiraron. Lore aprovechó
la oportunidad para agarrar cualquier cosa que tuviese a
mano para defenderse. Ollas, sartenes, piedras, incluso un
viejo espacio de arranque. Fue sorprendentemente fácil
darles esquinazo.

Mientras seguía apretando una sartén grande, se


tomó un momento para recobrar el aliento. Luchar contra
ellos no había sido demasiado duro. Los había mantenido
alejados, al menos por ahora, inmovilizados debajo de una
mesa en lo que parecía ser un pequeño rincón del comedor.
Encontrar la manera de salir de este lío… era lo que podría
resultar un poco complicado, reconoció.

Habría sido divertido, cuatro hombres grandes de


aspecto rudo encogidos debajo de una mesa, mientras un
hombre mucho más pequeño y completamente desnudo los
amenazaba con una sartén. Habría sido divertido si el
pequeño hombre en cuestión no estuviese totalmente
desnudo. Por el momento, ciertamente, no le daban ganas
de reír. De hecho, lo único que podía hacer era dar la
vuelta salir corriendo y gritar, o leer en una bola y pedir
clemencia. Pero nunca le había dado la espalda antes a una
pelea, y no iba a empezar ahora.

Los años de cuidar a sus hermanos pequeños y su


madre enferma mientras trataba de mantener a sus clanes
juntos, después de que su padre hubiese sido arrebatado
por los tenientes una noche, habían hecho de él un
luchador. Era rápido y hábil, se recordó. No era la primera
encerrona de la que tenía que encontrar una salida. Iba a
encontrar también una salida a esta. O morir en el intento.

La lucha y tomar la iniciativa no era en realidad algo


natural en él, admitió. Él prefería dejar que otra persona
hiciese frente a todo y acurrucarse en algún lugar cálido,
tranquilo y pacífico. Pero igualmente renunciar no estaba
en su naturaleza. Sólo quería que su vida tuviese a veces
algunos pequeños obstáculos, o en este caso, un par de
tipos menos grandes tratando de agarrarlo, y unos cuantos
ratos más agradables para acurrucarse y tomar la siesta al
sol.

Teniendo cuidado de no apartar los ojos de los cuatro


hombres grandes que estaban delante de él, trató de borrar
ese pensamiento de su confundida mente. Tenía que tratar
de seguir en lo que estaba pasando y encontrar una salida
antes de que pudiera pensar en el futuro.

Recordó que el comerciante Mebian fue contratado


para ir y decirle que iba a ser clasificado como esclavo del
placer, y enviado a algún sistema lejano como parte de un
acuerdo de comercio. Recordó que estaba a punto de
convertirse en un soborno a cambio del acceso a unos
mercados restringidos anteriormente. También recordó lo
inútil que había sido su lucha. Todo el mundo era mucho
más grande y más fuerte de lo que él era, tanto física como
financieramente.

Su vida como un esclavo mamando, Lore se enfureció


y golpeó con furia a uno de los hombres que parecía que
trataba de escabullirse de debajo de la mesa. El amargo
sabor del la traición e impotencia era fuerte en su lengua.
Él nunca había accedido a ser enviado durante seis
semanas al espacio profundo lejos de su planeta natal,
cuando había firmado el contrato de esclavos. Como fuese
al otro lado del universo, así era en cuanto a él se refería.
No se suponía que lo subastasen. Si eso pasara, nunca
volvería a ver ni a su familia, ni a sus amigos de nuevo.
Nunca sería capaz de utilizar las habilidades como ganadero
que tan costosamente había aprendido para ayudarlos.

Recordó tratar de discutir y pelear. Recordó que le


arrastraron gritando y pataleando en el animado puerto
espacial, y recordaba claramente haber sido golpeado en la
cabeza por uno de los trabajadores de los muelles y
obligado a estar en una cámara de éxtasis, cuando su
propietario Mebian había tenido suficiente de él. Se frotó
distraídamente el pequeño nudo en la parte posterior de la
cabeza, se suponía que era una suerte que su dueño se
hubiese mostrado renuente a hacerle daño antes de ser
transportado, de lo contrario probablemente en este
momento estaría en peores condiciones.

Lore suprimió la necesidad de suspirar con


resignación. De los pequeños y breves destellos que había
visto y lo poco que estaba viendo ahora, parecía que habían
logrado sacarlo del planeta. A través de una pequeña
puerta a la izquierda pudo ver un pequeño puente con
cuatro estaciones de trabajo, y un campo de estrellas en un
cielo negro como el azabache. Era obvio que estaba en el
espacio. Pero cuanto más miraba alrededor y tenía
oportunidad de disfrutar de su entorno, más preocupado
estaba.

De momento parecía estar en un lugar estrecho,


decididamente no era una sala común. Unas cajas
numeradas de lo que parecían rocas, pero eran
probablemente de mineral en bruto, estaban abiertas por
toda la habitación. Se acordó de lanzar unos trozos a la
cabeza de los hombres, al menos le dio una pequeña
satisfacción. A parte de eso, era basura en general, restos
de comida, gráficos, partes y piezas de motores averiados.
Pensó que esto en particular no presagiaba nada bueno.

Se tomó su tiempo para procesar todo esto, ahora


que él no se sentía amenazado. Parecía muy poco probable
que su propietario Mebian hubiese elegido transportarlo en
esa nave y con esos hombres. El Mebian hubiese tratado de
aparentar ostentación, de esta manera no daba una buena
impresión a un diplomático extranjero con el que estaba
tratando de establecer acuerdos de comercio. Con esta
explicación, solo le quedaba una posibilidad válida para
explicar algo de su situación actual.

Lore hundido tenía la sensación que encabezando esa


lista estaba la posibilidad de que el transporte había sido
atacado y que ahora estaba en manos de piratas del
espacio. Sería difícil confundir una vaina de éxtasis de una
canasta de bienes si no se sabía distinguir o si se iba a toda
prisa, cuando tú eras el botín y estabas en la parte trasera.
Y en realidad, era un cajón de mercancías cuando había
sido embalado en la vaina. Genial, de la sartén al horno3,
pensó.

Justo cuando estaba empezando a preguntarse qué


iba a hacer ahora y adonde escaparía, rodeado como

3
Pasar de algo malo, a algo peor. NdeT
estaba de piratas sanguinarios, aunque tal vez ineptos
podría ser una mejor descripción, se oyó un estrepitoso
ruido metálico de una siniestra mole. «¿Qué demonios fue
eso?» —se preguntó.

Nunca había estado en el espacio interplanetario. Se


preguntó si tenía que ver con los viajes espaciales, solo
otro ruido normal que él no conocía. No se atrevía a
abandonar a los acurrucados hombres debajo de la mesa
para ir a investigar. Vio en sus ojos que solo les bastaría un
momento y caerían sobre todo su cuerpo como puntos en
un leopardo.

Independientemente de ruidos extraños y sucios


cuartos, si estaba en el espacio profundo, estaba en clara
desventaja. Podría tener una oportunidad estudiando la
nave. Estaba capacitado y se inclinaba naturalmente a la
mecánica y tenía conocimientos tecnológicos, si bien en el
campo de la medicina, pero se adaptaría. Él no podría
trabajar en cualquier cosa.

En este caso, el tiempo fue la clave. Dudaba que los


piratas le dejaran la paz y tranquilidad que necesitaba para
estudiar la nave.

—¿Qué iones está pasando? —exigió de pronto una


voz detrás de él.

Girando alarmado, listo para tomar al otro atacante,


se detuvo en su sitio. El hombre que se unía a la lucha era
el hombre más guapo que sus ojos recordaban haber visto
en su vida. Tenía ganas de lamer su piel color chocolate
oscuro por todas partes para ver si era dulce o amargo.
Tenía la sospecha que podía ser una combinación de
ambos, mientras sus ojos, eran cálidos, marrones,
brillantes, irónicos, inteligentes y maliciosos. Lore contuvo
un escalofrío de placer. Le encantaba el chocolate, sobre
todo, cuando este era un poco picante.
Por lo menos era una cabeza más alto que él, Lore
tenía que estirar el cuello hacia atrás para poder mirar al
hombre a los ojos. Llenaba el estrecho corredor en el que
se encontraba su cuerpo con sus amplios hombros. Si el
hombre se acercaba y lo tomaba en sus brazos, estaría
totalmente rodeado.

Lore se sacudió incrédulo el errante pensamiento. No


pensaba estar en los brazos del extraño. No debería rogarle
que le abrazara y todo estaría bien.

¿Qué diablos le pasaba? Él no era normalmente así,


distraído y sin sentido.

Fue entonces cuando se dio cuenta del sombrero


encaramado en lo alto de su cabeza sombreando
parcialmente su atractivo rostro, era un representante de la
ley. Sintió que se le debilitaban las rodillas. Un
representante de la ley no era sólo la respuesta a todos sus
sueños lujuriosos, era también la respuesta a todas sus
oraciones. Por desgracia la debilidad de sus rodillas no era
sólo figurativa, al parecer el momento que había necesitado
para comerse con los ojos al impresionante hombre fue la
oportunidad que los piratas necesitaban. Salieron de la
mesa y cayeron sobre él con un rugido ensordecedor. Antes
de ahogarse debajo de un mar de cuerpos lo último que vio
fueron los ojos del hombre oscuro llenándose de ira. Tal vez
no era la respuesta después de todo, luchó para liberarse, o
por lo menos tomar una respiración completa debajo del
peso de tantos hombres mucho más grandes.
En el momento en que Rhyn se estaba aproximando a
interceptar el barco pirata, había recibido tres llamadas de
los Mebians. Estaba de los nervios. Sólo había estado
persiguiéndolos durante diez minutos, por la salud de Ión.

Decidió que ya había tenido suficiente, envió un


mensaje cifrado a la embarcación Mebian.

—Este es el Orgullo de Baker al carguero Mebian Blue


Pearl, contactando en la galaxia estándar menos diez.
Silencien la comunicación.

Esperaba que eso por lo menos los mantuviera fuera


de su espalda un rato. Incluso un Mebian debía ser capaz
de conocer la importancia del silencio en las
comunicaciones. Seguramente considerarían que romperla
podría comprometer la recuperación de su preciosa carga,
sin nada más.

Suspiró aliviado, comenzó a desacelerar la velocidad


y vio como la embarcación pirata quedó a la vista. Una
sensación de inquietud hizo que Rhyn aflojara la pistola de
impulsos de la funda de la cadera. Algo no se sentía bien.
Definitivamente parecía un barco Bretag, pero estaba solo
puesto ahí, a la deriva en el espacio. Normalmente en esta
etapa del juego, se esperaría lanzamientos de granadas de
choque o explosiones phaser para tratar de deshacerse de
su barco o desactivarlo. En este momento, sin embargo, el
barco pirata se parecía a un leviatán varado que había visto
una vez en Eros Menor, totalmente impotente e
inquietamente tranquilo.
Un repentino escalofrío recorrió su barco, y Rhyn
escuchó el sonido de la alarma del sistema de orientación
advirtiéndole de un cambio en su posición. Parecía que
había una muy mala tormenta solar. Rhyn ya podía sentir el
viento solar dar golpes en el casco. No era suficiente como
para dejar el barco pirata e impedirle que fuera a
investigarlo, pero podría hacer cosas y eso significaba que
debía dejar de pensar con el culo toda la tarde.

Con calma, cogió su arma y comprobó la carga de


energía.

—La hora del show, —murmuró para sí mismo


mientras confirmaba que estaba al máximo.

Tomando el comunicador parpadeante, amplió la


búsqueda. —Bretag, viejo quiral, mantén la distancia y
prepárate para ser abordado.

Nada. No hubo contestación. Su aprensión aumentó


aún más. Algo estaba definitivamente mal. Bretag y su
equipo se esforzaban mucho burlándose de él, y abusando
cuando intentaban ganarle una pelea. El silencio no era lo
suyo. El hecho de que nunca le hubiesen ganado no era el
punto. Era la forma en que jugaban. Era demasiado
diferente de lo normal, para que él aceptase.

Maniobró con cuidado su posición al lado del barco


pirata y comenzó la secuencia de embarque, estableció una
cámara de aire y marcó rápidamente el código para abrir la
escotilla entre las dos naves espaciales. Dio un paso atrás,
con la pistola de impulsos en la mano, por si acaso. No
esperaba ningún problema de la tripulación, pero los que
conocía amaban provocar a no ser los que le tenían
preocupado hoy en día. De cualquier manera estaría
preparado. Caminando fácilmente por la pasarela
permaneció alerta y listo para cualquier cosa.
Un estrépito metálico seguido de un grito de dolor le
hizo levantar su arma en posición. Se arrastró adelante con
cautela, oyendo ocasionales gritos de angustia y alarma,
estaba preparado para cualquier cosa. La luz se abrió paso
a la entrada del túnel, sin embargo, simplemente no
esperaba olvidarse de aquello que vio. Por lo menos no en
esta vida.

Atrincherados en un pequeño rincón del comedor y


rodeado de trozos de mineral, había una extraña variedad
de utensilios de cocina, piezas de maquinaria e incluso un
viejo espacio de arranque, sujetado cómicamente sobre la
cabeza e inclinándose de la tripulación de la Bretag 5;
tratando desesperadamente de defenderse de un pequeño,
un muy pequeño hombre desnudo blandiendo una sartén
de metal. El espacio bajo la mesa era pequeño para esos
cuatro tripulantes encogidos allí, tan juntos que parecían
ser un solo hombre. Ellos eran un revoltijo de caras
aplastadas y miembros enredados. Brazos, piernas y
hombros de sus compañeros se asomaban periódicamente
forzándose a salir de la cobertura sólo para ser
rápidamente agarrados de vuelta cuando la pequeña arma
de fuego improvisada iba hacia ellos.

—¿Qué iones está pasando? —logró balbucear


finalmente. En retrospectiva, fue un pequeño error. El
hombre se dio la vuelta, obviamente con miedo de ser
atacado por la espalda, y dado lo que tenía a su gloriosa
espalda era una preocupación legítima. Rhyn sin duda se
resistía a atacarlo. Se podría imaginar amasando,
acariciando y lamiéndolo contento durante largas horas. Por
no hablar de martillearlo bien y sin piedad en lo que estaba
seguro iba a ser un increíble clímax.

Empujando a un lado sus pensamientos lascivos


consiguió que el hombre lo mirara por primera vez, y
realmente no ayudó a poner de nuevo su mente en marcha.
Unos enormes ojos verdes lo miraron en una clara cara de
pequeño felino. Cabello rojo fuego despeinado con ondas
que caían sobre el fascinante óvalo de su rostro y las más
lindas orejitas asomaban a través del pelo desordenado de
la cabeza. Rhyn se puso duro sólo de pensar en el contraste
de la gloriosa piel blanca del pálido hombre y el cabello rojo
brillante contra su propia piel oscura cuando el hombre se
arrodillara delante de él y…

Ese pensamiento hizo que se distrajera un momento.


Bretag empujó con fuerza a uno de sus hermanos y le gritó
desesperadamente.

—Ve por él.

Los hombres se lanzaron a una velocidad


sorprendente de debajo de la mesa, cogieron las piernas
del pequeño hombre, casi por accidente, enviándolo a
estrellarse con un fuerte empuje a la cubierta. Rhyn vio de
repente el miedo en los ojos verdes impotentes y de
repente se ampliaron a terror antes de desaparecer bajo
una montaña de piratas.

Todos los instintos de protección que pensaba tenía


muertos y enterrados rugieron y amenazaron con
abrumarlo. El grito de triunfo de los hermanos piratas
mientras luchaban dominando al pequeño hombre desnudo
lo tenían viendo rojo. Gruñendo, encendió su arma de
impulsos con el zumbido característico y la elevó sobre los
piratas que golpeaban.

—¡Levantadle! ¡Ahora! —exigió airadamente, con su


inconfundible voz de acero, dejándoles saber a todos que
no estaba jugando. Esta vez era definitivamente en serio.

—Esta mierda destruyó casi la mitad de la nave —


gritó Bretag alejándose un poco hacia atrás para evitar un
codazo en las costillas.
Rhyn levantó una ceja. Había visto los escombros y el
desorden en general en todos los lugares en los que había
intervenido, pero no apartó su mente, asegurándose que
nadie más subiese sobre él.

—Dije que me lo dierais. No parece que sea peor de


lo que está aquí.

Uno o dos de aspecto desagradable se quejaron, pero


después de una larga mirada entre él y Bretag se relajó y
dejó que el hombre se fuera. Extendió la mano y el
pequeño hombre entró revuelto entre sus brazos. Algo se
calentó en su interior con la sensación del tembloroso
cuerpo desnudo aferrándose a él. Olía bien. Como la
canela, y tal vez un toque de azúcar moreno. Cálido y
dulce. Se preguntó si se parecería a su olor. Perdió el
pensamiento agitado, se metió al hombre bajo el brazo y se
volvió hacia la tripulación de piratas, la cual estaba todavía
en una expansión poco elegante en el suelo.

—¿Qué es todo esto Bretag?

—Acabamos de salir a correr un poco. La temporada


pasada fue bastante mala, así que tuvimos que hacer
algunos complementos. Ya sabes, un golpe aquí otro allá.
Tomamos este carguero Mebian y encontramos una vaina
cerrada. Así que decidimos tomarla, y mirar. Pero cuando lo
abrimos, él estaba dentro, dispuesto como un regalo. Pero
llegó y nos atacó.

La expresión de la afrenta y el dolor de Bretag era


tan cómica que tuvo que luchar duramente para evitar
reírse en voz alta. Parecía que Bretag y sus hermanos
habían conseguido definitivamente algo más de lo que
esperaban en este momento.

Mirando hacia abajo al asustado joven a su lado, se


preguntó lo que estaba haciendo en la vaina, y por qué el
Mebian no le había mencionado nada sobre una persona
desaparecida. Luego, con la claridad repentina de una
estrella supernova, recordó que Mebia 7, el mundo de los
Mebians era uno de los pocos sistemas restantes que aún
participaban activamente en el comercio de esclavos.
Probablemente esta fuera la valiosa carga que los Mebians
estaban desesperados por recuperar.

—¡Mierda! —eso iba a complicar las cosas, porque


realmente le gustó la manera en la que el hombre se
enroscaba con él y no porque la carrera en particular
llegara a su fin.

Él encontró repugnante pensar que el bello hombre a


su lado estuviera a la venta y fuese vendido como esclavo.
La mayoría de los sistemas hacía mucho tiempo que habían
abolido la esclavitud, pero el consejo Intergaláctico todavía
lo permitía si se trataba de una práctica con sentido
cultural. Su parte cínica se preguntaba hasta dónde llegaba
en estos días el coste por tener “importancia cultural”.

Rápidamente trató de recordar sus oxidados estudios


sociales intergalácticos. Si se acordaba correctamente, el
sistema solar Mebian era uno de los más poblados con
todas las distintas especies divididas en estrictas clases.
Tendían a ser más bien aislacionistas e insulares, aparte de
comerciantes sancionados y diplomáticos. No podía dejar
de preguntarse ahora si fue por consenso general o parte
de algún oscuro diseño nefasto de clases dominantes.

No estaba muy seguro de cómo funcionaba todo,


pero tenía algo que ver con una especie de trenzado del
sistema de clases, supuso que lo que era esclavitud para
unos era intercambio de servidumbre con ciertos privilegios
para otros. O alguna basura semejante, resopló. Al final,
todo se reducía a una cosa, que los que están en la parte
superior y los que están en la parte inferior, nunca se
encontraran.

Por lo general sólo trataba con los comerciantes, y


obviamente con los comerciantes, en este caso, parecían
bulldogs azules. Pero este hombre, si tuviera que adivinar
era uno de los pobres, el más felino en apariencia, con
impresionantes ojos verdes en forma de almendra, las
extremidades largas y delgadas, todo brillante de color
blanco cremoso y lindas orejas un poco puntiagudas.

Exhalando un profundo suspiro de resignación se


volvió hacia Bretag.

—Esto es lo que vamos a hacer. Voy a transferirlos a


todos, junto con veinte unidades del mineral a mi bodega.
Voy a tomar a… —hizo una pausa, preguntándose cómo
llamar al hombre a su lado. “El esclavo” no sonaba muy
bien, “la mercancía” sonaba aún peor. Mirando hacia abajo
al hombre en cuestión.

—Lorelei. Pero me dicen Lore. —Susurró. Un rubor


repentino tiñó los pómulos del hombre y fue un agradable
contraste con el fuerte carácter mostrado anteriormente.

Rhyn no podía dejar de sentir atracción por ambas


personalidades, el luchador y el tímido gatito. Estaba
realmente en problemas, se admitió a sí mismo, el mero
hecho del sonido de la voz del hombre lo tenía duro. Quería
arrastrarlo de nuevo a su barco, tirarlo al suelo y
martillearle hasta que ambos estuvieran demasiado
cansados para moverse. Asintió ausente en su lugar.

—Voy a llevarme a Lore. —Mirando a los arrugados


piratas, no podía dejar de tener un golpe de risa—. No os
preocupéis muchachos. Os rescataré.

—¡Hey! —dijeron todos al unísono, solo consiguiendo


que él quisiera reírse de ellos aún más. Riendo entre
dientes, acercó un poco más a Lore, sólo porque podía, y
saludó con la mano a la tripulación.

—¡Sí! ¡Sí!. Nos vamos. Puedo ver cómo era una


amenaza para todos vosotros. No voy a dejarle que lo
consiga.

Todavía quejándose, poco a poco se levantaron y


siguieron sus órdenes, no era la primera vez, y
probablemente tampoco sería la última. En general parecía
funcionar bastante bien para todos los interesados. Lore se
quedó junto a él en estado de shock, como si no lo
entendiese todo. Lo miró con confusión con los amplios ojos
verdes y una bonita boca rosa pidiendo a gritos ser besada.

—Vamos a llegar a mi nave y te conseguiré algo de


ropa.

Giró de repente, su pelo brillante semejante a una


llama de color rojo, se acercó aún más, sin estar seguro de
cómo o de quién protegerse y ocultarse frente a Rhyn. Le
dio un enorme placer sentir al hombre apretado contra él.

Sip. Un gran problema.

Veinte minutos más tarde Rhyn desactivó el collar de


acoplamiento y saludó al capitán de la Bretag 5.

—Chicos, empacar y regresar a casa. Viene una


fuerte tormenta. No vendré por aquí en un par de meses.
—Sabía que con lo que había dejado del envío de material
del Blue Pearl tendrían lo suficiente para mantener a todos
a su favor por lo menos los próximos cuatro o cinco meses.
Para ser honesto, probablemente les tomaría más tiempo
reparar su nave, la Blue Pearl no permitiría que se fueran
completamente ilesos, y los chicos no se caracterizaban por
trabajar especialmente rápido, o con dificultades.

—Chicos, ¿vais a estar bien ahí fuera? —No podía


dejar de preguntarse y preguntárselo, si podría llevarlos a
remolque al planeta más cercano antes que estallara la
tormenta.

—Por supuesto. Marla nos mataría si no llegamos


bien a casa.

Rhyn asintió con la cabeza. Se podría imaginar a la


bruja del clan matriarca siguiéndolos a la otra vida si la
dejaban con la cría de hooligans, él supo que el padre
regresaría a casa.

—¿Y tú? ¿Quieres venir con nosotros?

Rhyn miró a través de la escotilla a Lore acurrucado


bajo una manta fina. Realmente no pensaba pasar más
tiempo de lo estrictamente necesario en presencia del
hombre, no era buena idea. Podría dar lugar a todo tipo de
tentaciones, y no podía darse el lujo de aceptarlos, no, si
quería mantener el contrato muy lucrativo que tenía con los
comerciantes Mebian. Por otra parte, no estaba seguro de
que le importase. Todo era tan repentino y tan confuso y
tan fuera de lugar, el estar incluso considerando el desear
pasar tiempo en compañía de otro.

—¡Nah! Nos vamos. —Dijo por fin entre dientes, no


estaba listo para empezar a examinar lo que pasaba por su
cabeza. Y sobre todo especialmente en su corazón, que
había ignorado más o menos hasta ahora y había sido
bastante feliz de hacerlo.
La nave se sacudía de lado a lado y Lore tenía miedo.
Nunca había sentido nada semejante a los terribles
movimientos y sacudidas que lo tiraban sin ningún tipo de
patrón o previsibilidad. Todo lo que quería era que se
detuviera. Quería encontrar un lugar seguro, caliente, un
lugar donde esconderse hasta que todo hubiese terminado.

Instantáneamente pensó en el hombre que se había


presentado como Rhyn, grande, fuerte, con sus cálidos ojos
marrones y su sonrisa maliciosa. Se preguntó cómo se
sentiría estar en sus brazos en este momento, seguro. Con
ese pensamiento se enojó consigo mismo. Sacudió la
cabeza con irritación y apretó los dientes. ¿Por qué seguía
pensando en eso? No era un debilucho. No necesitaba a
nadie para protegerlo y abrazarlo como si fuera un niño. De
hecho había sido siempre él quién había protegido a los
demás. Sólo había dependido de sí mismo y la mayoría del
tiempo había sido responsable de su extensa familia, todos
ellos vivían como los pobres más pobres en los
asentamientos periféricos del sistema Mebian.

Fue su decisión firmar un contrato de esclavitud,


junto con otros miembros del clan, para obtener una
formación y una experiencia valiosas, no había sido la
mejor idea que había tenido, pero era lo único que se le
ocurrió en ese momento. Había puesto comida en la mesa
de las familias, unas mantas en el suelo para los más
pequeños, y había esperado que una vez que hubiera
terminado de pagar con el trabajo sus deudas, encontrase
un lugar donde poder empezar a gatear fuera del pulgar de
su opresor propietario.
Hijo de puta bastardo, saco de mierda, mentiroso,
Mebian escoria de primer orden, gruñó bajo su respiración.
Si alguna vez ponía sus manos en su culo… ¿qué?, se
preguntó con sorna, ¿lo matarías a golpes con el brazalete
de esclavo?, ¿quizás le darías un choque sumiso con tu culo
desnudo?, porque eso era todo lo que tenía en ese
momento, sus brazaletes y su esclavo cuerpo. No tenía ni la
manta en la que estaba enrollado.

Mirando a través de la escotilla de la cabina, vio


ocupado a Rhyn tratando de abrirse camino a través de la
tormenta. Se hizo una bola y envolvió su cuerpo con sus
brazos para detener el temblor de su cuerpo, tratando de
distraerse pensando en cómo salir de este lío. Nada le vino.
Se sentía un poco como un bebé por estar tan asustado,
tan abrumado. No había mucho que pudiera hacer en ese
momento, y el miedo solo lo hizo enojarse más.

Estaba tan ocupado concentrándose alternativamente


en rezar por él y en cómo poner fin a su situación personal,
que no se dio cuenta del movimiento descendente de la
nave, comenzó a mecerse gradualmente con un suave
balanceo. De repente unos brazos poderosos se ajustaron a
él y una voz profunda le susurró al oído.

—Shhhhh. Todo está bien. Sólo fue una tormenta


solar. Nos hemos refugiado por ahora detrás de una
pequeña luna hasta que pase.

Apretó los dientes de frustración.

—No me gusta esto. Lo odio.

—¿Qué pequeño? —preguntó Rhyn en voz baja.

Tiró con rabia de los brazos del hombre y se puso en


pie. No era la mascota de nadie. A pesar que se suponía
que era un esclavo de nivel tres, técnico y apoyo de
esclavo, no un esclavo del placer. ¿Qué estaría pensando
Rhyn de él? Lo había rescatado completamente desnudo de
un grupo de piratas que le habían contado con detalle cómo
lo habían encontrado, y “Lore” fue todo lo que pudo decir al
hombre de sí mismo.

—No me contrataron para esto —espetó con cara de


disgusto y su mano mostrando con ira su cuerpo una vez
más, completamente desnudo.

—¿Por qué? —preguntó Rhyn distraídamente.

Lore admitió que era ligeramente halagador ver que


el luchador mandaba todas las calientes células de su
cerebro en la misma dirección que él miraba
apreciadamente. Eso quitó algo de la picadura de su rabia
impotente. Se retiró el flequillo rebelde de su cara con
frustración.

—No soy un esclavo de placer. Me contrataron para


ser entrenado como técnico médico especializado en
operaciones de campo.

—¿Eres un enfermero? —preguntó Rhyn con shock y


tal vez un poco de esperanza e interés. Lore evitó sacudirle
en la cabeza. Suponía que si él se permitía fantasear
secretamente con los representantes de la ley, entonces
Rhyn podía fantasear con los enfermeros. En realidad tenía
una o dos fantasías muy juguetonas de enfermeros que no
le importaría probar con el dios oscuro y grande que tenía
enfrente. Consciente de su desnudez y de lo difícil que iba a
ser para él ocultar su creciente interés trató de mantenerse
concentrado en la conversación.

—Soy paramédico en realidad —dijo.

—¿Pero no eres un esclavo? —preguntó Rhyn


frunciendo el ceño confundido—. Lo siento, no lo entiendo.
Lore suspiró. No lo había entendido todo bien. Era
complicado y difícil de explicar a un extraño de todas
formas. Su situación actual era aún más difícil de explicar.

—Mi contrato pone que no iba a ser vendido. Nunca.


De donde yo vengo, mi casa, mi familia, estamos más o
menos en la parte inferior del mundo. Somos los pobres de
los pobres. Trabajamos con las manos el campo,
enfangados, tratando de ganarnos la vida en la tierra de
otras personas. Tierra por la que tenemos que pagar
cantidades exorbitantes para poder usarla, y encima de eso
tenemos que dar parte de nuestra producción. Quería hacer
algo para ayudar a mejorar las cosas. Un grupo de nosotros
decidimos tener formación especializada y llevarla de nuevo
al clan. Terminé vendiendo mi libertad por diez años de
contrato de servicio a cambio de formación médica. Mis
habilidades serían de gran utilidad. Una vez que pasara ese
tiempo iba a volver y tratar de ayudar a mi gente, pero
algo ha cambiado. Me han reclasificado y ahora voy a ser
vendido a un viejo libidinoso de la Galaxia Gallin. Me vio en
la granja de entrenamiento en una especie de misión
diplomática y exigió que yo fuera parte del acuerdo
comercial.

—Quiero pedir al Centro del Consejo Intergaláctico


que revise mi caso. Creo que mi dueño incumplió la ley y el
contrato. Incluso en el espacio Mebian esto significa algo. Y
tal vez si ven mi caso se podría ver lo que el gobierno
Mebian está haciendo con mi pueblo. Tal vez por fin se
pueda hacer algo para detenerlos.

—Entonces, ¿no eres un esclavo de placer? —


preguntó Rhyn

Lore se lo quedó mirando incrédulo. Luego vio el


toque de brillo pícaro en los ojos oscuros del hombre y no
pudo evitar divertido que sus labios ascendieran un poco y
le mostraran una pequeña sonrisa.

Qué raro que en un lugar tan extraño, en


circunstancias tan terribles estuviera sonriendo. Pero algo
de Rhyn lo hizo distraerse, lo sedujo y lo hizo olvidarse del
mundo exterior, con todos sus problemas y dificultades. Se
encontró queriendo entregarse simplemente al juego del
gran hombre lacónico, un poco sarcástico, que tenía frente
a él.

Todo en él era terriblemente tentador. El hombre era


realmente increíble. Más allá de la química instantánea que
sentía zumbando entre ellos, pensó que en realidad le
podría gustar estar alrededor de Rhyn.

—¿Es por eso que estabas en éxtasis? —preguntó


Rhyn de repente con astucia, volviéndose serio en un abrir
y cerrar de ojos, enseñando a Lore una muestra de rapidez
mental de poderoso diablo escondida en su cuidada actitud.

Lore asintió con la cabeza.

—No estaba bien. No debería haber sido obligado a


salir así. Tengo tantas cosas que quiero lograr para mi clan
y tantas responsabilidades. Y además yo…

—¿Qué? —rompió Rhyn tras unos incómodos


segundos de silencio que se alargaban entre ellos.

No estaba seguro cómo contar la siguiente parte. Con


todo lo que estaba pasando era una tontería en realidad. Se
movió inquieto, se miró los dedos de los pies descalzos,
recordando de repente que estaba tan desnudo como el día
que nació. Ruborizado, pensó que tendría igual todo el
pecho.

—Sabía que Glibbin, el diplomático que compró mi


contrato como parte de la liquidación de operaciones, me
quería para… bueno tú sabes. Yo… yo no quería que mi
primera vez fuera con alguien como él, —dijo finalmente,
en ese instante deseó que las placas de la cubierta se lo
tragaran, pero tenía la esperanza de que quizá, solo quizá
Rhyn notara la sutil oferta.

—¿Nunca has…? —preguntó en estado de shock.

Lore miró a los ojos del valiente hombre, queriendo


ver el deseo, la lujuria y necesidad que sentía. Sacudió la
cabeza lentamente, al tiempo que buscaba profundizar en
los ojos marrones de Rhyn, suavemente, con anhelo,
pidiendo comprensión y aceptación.

—Entonces, ¿quién te gustaría? —preguntó Rhyn


tímidamente.

De repente, una sacudida fuerte desplazó la nave y


Lore aterrizó en el regazo de Rhyn nada elegantemente,
con los brazos y piernas extendidas y las manos crispadas.
Cálidos brazos lo envolvieron sólidamente, estabilizándolo y
abrazándolo cerca. Sintió un escalofrío. Un estremecimiento
de entusiasmo por su espina dorsal por el bulto
inconfundible que empujaba insistentemente en su nalga
izquierda.

—Esto está bien. —Susurró suavemente cuando Rhyn


no parecía tener intención de dejarlo ir.

—Sí —fue la respuesta ronca, de un Rhyn caliente,


haciendo húmedas caricias con el aliento en la oreja. Lore
quería rogarle que se moviese solo unos pocos milímetros y
le lamiera la punta.

—¿Todavía me rescatarías sabiendo que no soy un


esclavo de placer? —preguntó con valentía, esperando
dejar caer la última barrera de su corazón al deseo de
libertad con la respuesta.
—Por supuesto —afirmó Rhyn de forma rápida y
sincera.

—Buena respuesta.

Giró la cabeza y rozó con sus labios la maravillosa,


dura y caliente boca de Rhyn.

Fue un beso vacilante. Un primer intento, torpe, pero


a Rhyn no parecía importarle. Tomó con gratitud el regalo y
lentamente llevó a Lore a una exploración más
especializada y completa. Tocando y probando su lengua,
comenzó a enseñar a Lore a responder y explorar. Cuando
sus labios se abrieron con un grito de asombro, Rhyn se
hundió sin piedad en la boca y comenzó a burlarse de él
lamiéndolo y devolviéndole la caricia íntima.

Lore estaba emocionado con su primera y deliciosa


boca del otro hombre. La vida había sido siempre
demasiado dura, una lucha diaria, para poder disfrutar de
los placeres carnales. Eso y el hecho de que realmente no
había nadie de su edad o con su inclinación en su clan.
Todos ellos habían sido contratados o habían sido obligados
a ello por una deuda a la familia.

No estaba cediendo, se aseguró gimiendo de placer


profundamente. Tomaba lo que quería, exigiendo algo de sí
mismo. No estaba débil por el deseo, quería que Rhyn
tomase el control y lo abrumase con su gran y hermoso
cuerpo, que lo cobijase, lo protegiese y lo mantuviese solo
un momento. Si él pudiera tener solo ese momento para
dejarse llevar, entregarse a otro hombre que iba a volver a
luchar otra vez. Él solo quería este corto período de tiempo
para sí mismo, sin temores, sin repercusiones o demandas
más fuertes que él.

Largas y poderosas manos se movieron hacia abajo


sobre la espalda y lo sentó a horcajadas de sus gruesos y
musculosos muslos. La tela de los pantalones gruesos de
Rhyn se frotaba contra la deliciosamente suave carne de la
cara interna de su muslo, le recordaba lo vulnerable que
estaba, completamente desnudo y expuesto, mientras que
Rhyn sentado debajo él todavía tenía la ropa puesta.
Arqueándose contra él, se emocionó cuando su dolorida
polla dura hizo contacto con el igualmente duro eje de Rhyn
encerrado contra los cierres de los pantalones.

Gemidos tartamudos y ronroneos de deseo llenaron la


cabina. Empezó a tirar frenéticamente del material de la
túnica que lo separaba del premio del gloriosamente ancho
pecho de Rhyn. Al parecer, totalmente de acuerdo Rhyn
comenzó a ayudarlo a soltar la camisa y a deslizarla fuera
de sus anchos hombros.

Lore se tomó un momento para estudiar los


abultados músculos y la ondulación del “pack de seis”4 que
Rhyn había mostrado. Completamente liso y esculpido,
como si hubiese sido cincelado con amor una sola pieza de
marbellium5 marrón oscuro, tan apreciada en su hogar,
Rhyn era una obra de arte digna de largas horas de
adoración. Pero en este momento Lore quería frotar todo el
hombre. Para dejar débiles huellas de su esencia él gritó: —
¡Mío! —en su lengua y dejó todo lo demás fuera. Luego
quiso que Rhyn se hundiera en él y dejase su semilla en su
interior reclamándolo con una cálida bienvenida.

—Te quiero —gimió entre calientes y picantes besos—


. Por favor. Fóllame.

Rhyn se detuvo y lo miró buscando algo en sus ojos.


Lore solo esperaba que lo encontrara y pronto. Pensó que
explotaría si no lo tenía en su interior en los siguientes
cinco segundos.

4
Pack de seis: Espero que sean los abdominales, porque el de cerveza no pega. NdT.
5
Marbellium: supongo se referirá a una piedra o mineral precioso de su planeta. NdT
—No quiero hacerte daño.

—No. —Lo tranquilizó enseguida—. Confío que lo


harás bien.

Rhyn se inclinó y tomó de nuevo su boca en un


ardiente y apasionado beso que lo dejó más caliente y
completamente sin aliento.

—Aquí no. Ven conmigo, —le susurró Rhyn


seductoramente.

Lore se deslizó hacia atrás y lo siguió obedientemente


deseando en todo momento que Rhyn se diera prisa. Tomó
su mano y lo condujo hacia una pequeña alcoba para
dormir.

—Acuéstate, —gruñó Rhyn.

Lore rápidamente hizo lo que le dijo, cuando poco a


poco, dolorosamente lento, Rhyn comenzó a deslizar sus
botas. Hechizado vio como Rhyn se desnudaba, y más y
más de su hermoso cuerpo fue desvelado. Por último Rhyn,
mucho más alto que él, completamente desnudo. Lore
acostó la cabeza en la almohada blanda. Poco a poco el
otro hombre fue acechándolo por la cama, caminando
hacia él a cuatro patas, hasta que llegó encima de él.

—¿Nervioso?, —preguntó con su traviesa sonrisa


mostrándole los brillantes dientes de blanco nacarado.

Lore tragó saliva, recordando la intimidante longitud


y el grosor de la polla de Rhyn. Pero él negó con la cabeza.

—Bueno. —Sonrió inclinándose para besarlo


suavemente en los labios. Sin embargo Lore, no podía
relajarse y confiar en el hombre grande de dulce presencia.

—Voy a hacer que sea bueno para ti, bebé.


Gimiendo ligeramente, Lore sentado sobre el cuerpo
de Rhyn se empujó hacia su cuerpo. Lamió bromeando la
punta de sus orejas. Era un lugar muy sensible y erótico,
extendió las manos acariciando el pelo de Rhyn,
aferrándose a él y animándole en voz baja a que siguiera.

—¡Oh! Sí, —gritó, sintiendo latir su polla contra el


vientre de Rhyn.

—¿Te gusta esto gatito? —preguntó con aire de


suficiencia.

—¿Gatito? —estaba distraído cuando Rhyn comenzó a


moverse más abajo, intercalando suaves besos con
mordiscos en el cuello y el pecho.

—El animal más lindo que hay en mi sistema. Me


recuerdas a ellos. Mi gatito.

Ciertamente a Lore le gustaba el tono posesivo de la


voz de Rhyn. Encantado en secreto de comenzar a ser algo
más para Rhyn. Siempre que siguiese haciendo lo que
estaba haciendo tan bien no le importaba como lo llamase.

—Si te ha gustado esto espera hasta que sientas


esto, —dijo Rhyn con una satisfecha mirada en su cara.

Un momento después Lore entendió exactamente lo


que quería decir cuando Rhyn siguió bajando y lamió la
corona de su polla. Lamiendo suavemente la cabeza y la
pequeña hendidura del prepucio ahora totalmente retraído.

—Mmmm. Me gusta esto, —murmuró Rhyn pasando


la lengua de nuevo por la hendidura, lamiendo el pre-
semen que salía del pequeño agujero de la punta de su
polla—. Muy bonito.

Se encontró con que la punta de la polla de Lore era


como un bálsamo sobre sus labios, y llevó toda la cabeza y
cuerpo hacia su garganta. Lore gritaba y se arqueaba de
placer en la cama, nunca había sentido algo tan
sorprendente en su vida. Sabía que en cualquier momento
iba a derramar su semilla, y no quería eso, quería correrse
con Rhyn enterrado en él profundamente, que fuera virgen
no significaba que no supiese como quería perder su
virginidad.

—Por favor, Rhyn. Para. Te quiero. Quiero correrme


contigo. —Jadeó desesperadamente, tratando de detener
su orgasmo y tirando del pelo del hombre.

—Paciencia gatito, —advirtió lentamente lamiendo


suavemente el eje duro de Lore, luego se movió hasta los
apretados cojones chupando uno tras otro en su boca.

Lore realmente no pensaba que estuviese ayudando,


y estaba a punto de decirle eso a Rhyn, cuando sintió el
suave toque de la lengua del hombre en su agujero y casi
se salió de la cama. Chispas de puro placer y lujuria
bailaron por su piel, pasando por encima de él como
escalofríos dejándolo temblando en éxtasis. Poco a poco la
lengua se volvió más audaz y empujó dentro del estrecho
anillo arrugado de músculos. A continuación se le unió un
dedo. Antes de que supiese que le estaba pasando, dos
dedos se movían dentro y fuera de él, extendiéndole. Le
resultaba extraño y excitante.

No estaba seguro de donde vino, pero de repente


sintió un lubricante frío y húmedo uniéndose a los dedos y
lengua caliente. Los momentos que Rhyn le acariciaba
mientras se retorcía de placer parecían interminables y no
lo suficientes. Sintió a Rhyn alejándose, protestó hasta que
vio al gran hombre subiendo sus rodillas y colocándose
entre las piernas de Lore. Este era el momento que quería
desde que por primera vez puso los ojos en el hombre.
Quería ser llenado por Rhyn, estar más cerca y conectado a
él tanto como fuese físicamente posible. Trató de relajarse
y empujar para unir sus cuerpos lo antes posible mientras
Rhyn retrocedía y lo sujetaba despiadadamente. Le tomó
lentamente con solo una pizca de dolor hasta sentir la base
de su eje, y las bolas golpeando suavemente contra el culo
de Lore cuando se movía lentamente dentro y fuera.

Tan lleno. Tan perfecto.

—Más —gimió. Necesitaba más. Algo. Cualquier cosa.


Solo más.

—Shhh, —lo tranquilizó Rhyn, pasando sus grandes


manos sobre las sienes y el cabello, acariciándolo mientras
continuaba su asalto exasperantemente lento al culo de
Lore.

Lore lo acarició, deseando sentirlo alrededor de él, y


en todas partes.

—Poco a poco gatito. Deja que tu cuerpo me acepte.


Se paciente.

Lore no estaba seguro de querer que fuese lento y


paciente, pero hizo lo que Rhyn le pidió, se entregó al
poder del hombre más grande y experto, poco a poco sintió
su cuerpo abrirse y relajarse, tomando a Rhyn más
profundo. Fue puro éxtasis.

—Ahora gatito, rueda conmigo. Cabálgame. —Con


habilidad y facilidad Rhyn maniobró con ellos y Lore
consiguió estar encima de él, sentado en su polla, que en
ningún momento se separó del cuerpo de Lore.

Lore extendió las manos sobre los grandes y sólidos


músculos pectorales, encontrándolos deliciosos,
deleitándose con la forma que se flexionaban a su toque.
Rhyn era una fiesta para sus pobres sentidos hambrientos.
Se le hizo la boca agua al recordar el sabor increíble de sus
labios. Su polla latía saturando el aire con el denso aroma
del almizcle. Lo emocionó el gemido de deleite de Rhyn por
sus caricias en los músculos de su pecho, coronados por
elegantes pezones que se puso a retorcer.

—Ahora, bebé. Cabálgame. Llévanos a casa —gimió


Rhyn.

Lore se emocionó con el poder que Rhyn le dio,


exploró, tomó, dio y... ¿casa?. ¿Estaba en casa? ¿Podría
Rhyn ser la casa que había estado buscando durante tanto
tiempo?, su familia y su clan eran su responsabilidad y él
los amaba, pero nunca se había sentido como en casa.
Siempre se había sacrificado trabajando duro. ¿Podría Rhyn
ser el algo más que había estado buscando toda su vida?
Siempre esperando la respuesta como en un precipicio.
Lore decidió caer en picado y ver.

Sin esperar un segundo más se incorporó y se lanzó


hacia abajo sobre la gruesa barra de Rhyn una y otra vez,
casi brutalmente, con ganas de tenerlo allí para siempre.
Rhyn jadeaba y gruñía en sincronía con los jadeos de su
respiración. Subieron más y más, hasta que finalmente
ninguno de ellos podía tener un momento más de
estimulación. Irrumpieron juntos en su orgasmo. Cayendo
en una ola de pasión que le provocó un abrumador placer
cuando Lore sintió la polla de Rhyn explotando en su
interior, llenándolo con la crema de su semilla caliente,
mientras su propio eje chorreaba semen espeso y blanco en
el vientre oscuro marrón de su amante.

Completamente gastado, se desplomó sobre el


cuerpo más grande de Rhyn, mojándolos a ambos. «Sí», —
se dijo. Podría ser como estar en casa, un lugar cálido y
seguro para estar tranquilo en el que el resto del universo
parecía no importar demasiado.

Las grandes y ásperas manos de Rhyn lo


tranquilizaron, moviéndose por su espalda por encima de
su culo que todavía tenía la polla de Rhyn enterrada en su
interior. Metió la cabeza debajo de la barbilla de Rhyn y se
acurrucó en su pecho caliente. Brazos seguros, fuertes,
envueltos a su alrededor y empezó a ronronear
tranquilamente. Durante el tiempo que pudiese, se
quedaría aquí, en esta postura, con este hombre. Pensaría
en todo lo demás más tarde, cómo protegerse del
comerciante Mebian y de cómo decidiese usarlo, cómo
ayudar a su familia y su clan. Más tarde. Ahora mismo
estaba en casa.
Después, más pronto de lo que Lore había esperado
trajo consigo un lío de preguntas y confusión. Se ajustó la
manta suave alrededor de los hombros protegiéndose del
frío de la cabina. Miraba por la ventana de observación pero
el terciopelo grande con su dispersión infinita de puntitos
de diamantes diminutos no podía cambiar su inquietud de
emociones y pensamientos. Tantas preocupaciones latían
sobre él, y los acontecimientos recientes solo se habían
añadido a su tormento.

Le habían pasado tantas cosas en las últimas


cuarenta y ocho horas que su cabeza giraba. Pero justo
ahora, en este momento, su corazón y su mente eran un
torbellino de sentimientos y deseos por una causa. ¿Cómo
podía haber abandonado a su gente y a sí mismo así? Se
suponía que era el líder del clan. Incluso mientras estaba
bajo contrato era su deber y responsabilidad. ¿Cómo podía
haber pensado en ellos como una dificultad y una carga? Se
había entregado a Rhyn como un común callejero ya que de
repente se ponía demasiado duro. Sus mejillas le ardían de
vergüenza. Se sentía completamente indigno de ellos en
este momento.

Despertar en brazos de Rhyn había sido increíble.


Mágico. Pero cuanto más tiempo estuviera más dudas,
temores y recriminaciones se amontonaban sobre él. Al
final había tenido que levantarse. Tuvo que alejarse de la
tentación del hombre que rápidamente se había convertido
en su primer amante y lo hizo olvidar quién y qué era.
Dioses ¿qué es lo que pensaba de él ahora?. Estaba
luchando para no ser objeto de comercio como esclavo de
placer y ¿qué hace? Se entrega al primer hombre que
encuentra con sombrero de representante de la ley, un
cuerpo magnífico para morirse y una malvada sonrisa
“déjame joderte”.

No quería ser esclavo de nadie, se recordó. Sin


embargo había saltado derecho a la cama de Rhyn sin
pensárselo dos veces. ¿Había cambiado una forma de
prostitución por otra? ¿Le ayudaría Rhyn por haberse
entregado con tanta facilidad? ¿Qué había hecho? Vaya
desastre que había formado.

Rugió de frustración sujetando su cabeza entre las


manos. Le gustaba Rhyn. No el Rhyn representante de la
ley que lo podía ayudar, si no el Rhyn magnífico, de mente
ágil y mordaz ingenio que ponía su corazón a doble
velocidad cada vez que lo miraba. ¿Había arruinado las
cosas entre ellos al irse a la cama con él por la caída de un
sombrero? O la caída de una manta fina en el espacio, en
este caso. Estaba totalmente ansioso, inseguro y frustrado
por todo en este momento.

Entró en calor de repente, brazos sólidos lo abrazaron


por detrás, se puso rígido cuando se enderezó. No quería
que Rhyn pensara que era débil o estaba necesitado. Se
obligó a relajarse tratando de dar la impresión que todo
estaba bien y no pasaba nada.

«Mantente frío», —se amonestó. Espera y observa


que es lo que hace, como actúa y reacciona. Haz frente a
un problema a la vez, como siempre haces.

—Te extrañé. Me desperté y ya no estabas —lo acusó


Rhyn suavemente con la voz un poco áspera y ronca de
dormir.
Lore luchó contra el impulso de acariciarse contra
él.—Lo siento. Necesitaba tiempo para pensar.

—No suena bien.

—¿Por qué? —preguntó Lore bruscamente— girando


la cabeza para mirar por encima del hombro al hombre
situado tras él.

¿Era una de esas personas que creía que los esclavos


no podían pensar? ¿Qué solo deben centrarse única y
exclusivamente en complacer a su amo?. Eso era
exactamente por lo que tenía dudas sobre ellos. Si Rhyn
solo lo veía como un esclavo, ¿qué posibilidades tenían?
Nunca debió haber cedido a sus deseos, debió haberse
quedado y centrado en su pueblo.

—Nada bueno sale de pensar demasiado —afirmó


Rhyn dándole un apretado abrazo tranquilizador—.
Simplemente levantarse y correr recto, es lo que digo yo.

Una oleada de alivio lo recorrió. Sonrió a pesar de sus


turbulentos pensamientos recientes. No podía evitarlo.
Rhyn tenía una personalidad tan tenaz, era sólo
incontenible. Lo mantuvo seguro y de alguna manera
consiguió calmarlo. Era como si nada en el universo pudiera
arrastrarlo hacia abajo, como les pasaba a los que lo
rodeaban. Tocó algo en Lore, profundamente, un anhelo en
el alma de sentirse así todo el tiempo.

—Te veo más como hombre de acción que como


pensador —objetó Lore con burla, tratando de disfrutar del
alivio repentino y la facilidad que sentía en presencia de
Rhyn.

—No me malinterpretes, me gustan los hombres que


piensan. Con tal de que estén pensando en mí. —Rhyn le
mordió la punta de la oreja y Lore ladró con sorpresa.
—¡Hey!

—Mira. Ahí vamos. Ahora estás pensando en mí, y


todo está bien otra vez.

Rhyn se aproximó a mordisquear los sensibles


tendones del cuello de Lore y empujó la manta a un lado
para dar paso a sus manos errantes.

De repente Lore se retiró lejos. Él no estaba


interesado en ser ningún conveniente cuerpo caliente para
follar, mientras la tormenta salvaje estaba a su alrededor.
Dioses ¿en qué estaba pensando? Le dolía darse cuenta de
todo lo que Rhyn pensaría de él.

—Espera, Lore.

—¿Qué? —giró en torno suyo enojado—. Tengo


algunas preocupaciones aparte de si me siento o no
abandonado. Tengo un dueño que está tratando de
venderme como una puta, y un clan que poco a poco está
más abajo en nuestro campo.

Demasiado para no enfriarse.

Estuvieron mirándose el uno a otro un buen rato. La


tensión sexual todavía chisporroteaba entre ellos, caliente,
peligrosa e inflamable, pero aún más peligroso era ese sutil
anhelo que tiraba de él. Lore intentó resistirse pero fue
inútil. Tuvo que admitir que a pesar de todo, con cada
duda, vacilación y arrepentimiento se sentía atraído hacia
Rhyn a un nivel profundo, casi fundamental. Sentía que
necesitaba a Rhyn en su vida, así como en su cama, era
algo más que lujuria y libido. Pero, ¿cómo podía esperar
que Rhyn se sintiese de la misma manera? ¿Qué Ión tenía
que ofrecerle?
—Lo siento. —Oyó que Rhyn decía compungido, y
tuvo que luchar para no dejar caer su mandíbula—. No
debería haber desestimado tus preocupaciones.

Lore se congeló en estado de shock. No era algo que


hubiese imaginado decir a Rhyn, ciertamente no a él. Podía
no conocerle de hacía mucho, pero podía decir que no cedía
a menudo. Pensó que podría haber sido la primera vez que
dijese “Lo siento”. Y eso solo lo dejaba más confundido.
¿Qué significaba? ¿Qué quería de él?

—Por favor Lore, ¿dime qué te pasa?, tal vez pueda


ayudar.

—Todo está mal. —Se encontraba furioso, todas sus


emociones surgieron de repente como lava fundida—. Se
supone que debo ser el líder de un clan grande, que debo
corregir los males, hacer soportable la vida para todo el
mundo otra vez. Se supone que debo estar haciendo algo
para ayudarles, y ni siquiera puedo ayudarme a mí mismo.
—Apretó la boca antes que pudiera decir cualquier otra
cosa, cualquier cosa aún más vergonzosa.

Rhyn lo miró fijamente durante un largo rato. Lore no


podía dejar de agitarse bajo su intensa mirada.

—¿Qué edad tenías cuando empezaste a dirigir a tu


pueblo?

—Catorce. Apresaron a mi padre por falta de pago y


murió poco después en un accidente de minería en uno de
sus campamentos. Él lo era todo para mí —tomó una
profunda respiración y recordó aquellas traumáticas
primeras semanas—. Nuestras deudas fueron pagadas,
pero no pudimos mantenerlos a raya para siempre. Fue
entonces cuando se me ocurrió la idea de seleccionar a los
miembros más fuertes del clan para que firmasen contratos
y aprendiesen habilidades valiosas. Habilidades que no solo
beneficiarían a nuestro pueblo, sino que también nos harían
ganar dinero para el clan.

—Esa fue una decisión muy difícil para que la hiciera


un muchacho de catorce años.

—Sí, bueno, ellos nos iban a tomar de todos modos.


Al menos así tendríamos algo de control y tal vez una
mínima oportunidad para el futuro.

—Muy inteligente. ¿Qué edad tenías cuando te


contrataron?

—Dieciocho. No se les permite tomar esclavos antes


de esa edad. Creo que incluso hay algunas normas en el
Espacio Mebian —dijo con burla. Sabía que sonaba amargo.
Era así. ¿Por qué ocultarlo?— Y antes que preguntes, tengo
veintiséis. Me quedan dos años para terminar el pago.

Eso era lo que lo tenía mosqueado. Estaba tan cerca.


Lo estaban todos. Fallar ahora lo estaba devastando.
Simplemente no lo podía aceptar. No podía soportar la idea
de que todo se derrumbara en esta última etapa, después
de todo lo que él y los demás habían tenido que pasar.

Lore dejó de pensar repentinamente cuando Rhyn le


tocó los brazos.

—Ven siéntate conmigo y come —dijo suavemente.

El pensar en comida hizo que el estómago se quejará


con un fuerte estruendo, se sorprendió al darse cuenta de
lo hambriento que estaba. Entre la vaina de inmovilización,
el secuestro de los piratas, su rescate y el interludio con
Rhyn había olvidado comer, pero ahora su estómago vacío
se lo recordaba con venganza. Se sonrojó y trató de cubrir
su vergüenza moviéndose y ayudando a preparar la
comida.

—Me temo que son solo sobras frías —dijo Rhyn


—Eso está bien —dijo mirando la carne fría y la
ensalada con hambre.

Se lanzó vorazmente hacia la comida tan pronto


como retiraron las tapas, comenzó a concentrarse en los
deliciosos sabores y texturas. Era realmente increíble, sin
duda mejor de lo que había esperado para una pequeña
nave espacial en el espacio profundo. Saboreó cada bocado
antes de ir a por otro, y estaba a punto de preguntarle a
Rhyn como era capaz de preparar tales maravillosas
comidas cuando él lo sorprendió con una pregunta.

—¿Cómo es que nunca has tenido antes una pareja?


—preguntó casualmente.

Lore casi se atraganta con la carne fría que estaba


ocupado masticando antes de lograr tragarla. Bebió
rápidamente un trago de su bebida para bajar la comida y
se quedó mirando a Rhyn largamente, evaluándole, pero lo
único que vio fue curiosidad e interés genuino. No había ni
burla ni desprecio.

—No he tenido muchas oportunidades, —respondió


finalmente con cautela. Cuando Rhyn asintió simplemente
con la cabeza, quiso explicarse—. Justo cuando estaba
interesado en ello, fue cuando me puse al frente del clan.
Era una gran responsabilidad, y aparte de todo tenía que
tener cuidado a quien favorecía. Entonces antes de darme
cuenta me tocó ir a formación. No quería pedir a los demás
que entraran en formación si no estaba dispuesto a hacerlo
yo mismo, mi hermana pequeña está cuidando del clan en
este momento por mí. Ella es bastante buena. Me da
periódicas actualizaciones y me pide opinión sobre las
decisiones más importantes, pero sé que puedo confiar en
que hará lo correcto para todos. No es algo que quiera
obligarla a hacer para siempre, ya sabes. Ella quiere algo
más de la vida, y yo quiero ser capaz de dárselo.
—Eres un buen líder y un buen hermano Lore, —dijo
con inusual seriedad Rhyn, tocando su mano.

Lore se sentía incómodo con la intensa mirada de


Rhyn y su generoso elogio. Pero tenía que admitir que le
gustaba.

—¿Por qué Lorelei? —le preguntó de repente


sorprendiéndole una vez más—. ¿No es un poco…?

Lore se ruborizó. No podía creer que le había dado su


nombre completo. Se trataba de un desliz que no había
cometido en años, era una muestra de cómo Rhyn lo
distraía.

—Aniñado —le dijo Rhyn sin rodeos—. Sí. Supongo


que es así en muchos sistemas. Créeme cuando te digo que
cuando me llevaron al centro de formación por primera vez
me lo hicieron ver brutalmente. Y todo lo demás, podría
añadir. Por eso ahora es Lore.

—Siento si fueron crueles contigo.

—No era culpa tuya, —dijo con voz ronca mientras


miraba a lo lejos. No quería hablar de ello, pero de alguna
manera se encontró que necesitaba explicárselo todo a
Rhyn—. Creo que por eso a las otras especies les resultó
tan fácil dominarnos. No somos agresivos en absoluto.
Somos muy tranquilos y silenciosos, en realidad con una
mentalidad igualitaria. De hecho nuestro concepto hombre
y mujer es completamente diferente a la mayoría de otras
especies con las que me he reunido desde el inicio de mi
entrenamiento. Por lo general no asignamos características
y funciones por géneros.

—¿Quieres decir que no hay diferencia entre hombres


y mujeres?
—No. Somos anatómicamente diferentes. Las
mujeres siguen dando a luz, pero después de eso nos
preocupamos por nuestros jóvenes de igual a igual. Por
ejemplo, si yo fuera el padre de un niño o simplemente
encontrase un niño que necesitase mi atención, me gustaría
empezar a darle el pecho para alimentarlo.

—¿Empiezas a producir leche? —preguntó Rhyn en


estado de shock.

—No hay necesidad de sonar tan disgustado. Es un


proceso perfectamente natural para mi gente. Sería un
honor y un placer ayudar a mantener a un joven
alimentado y cuidado.

—No lo estoy. Disgustado. En realidad estoy un poco


sorprendido, es todo. Nunca había oído hablar de tal cosa.

—Admito que no es común.

Un tenso silencio pareció descender sobre ellos


mientras limpiaban después de la comida. Cuando todo
estaba recogido, Lore pasó los ojos por la habitación, no
estaba seguro que hacer. Luego Rhyn a su lado tomó su
pequeña y pálida mano dentro de su oscura y gran mano.
Su pulgar acarició el dorso de la mano de Lore y un
hormigueo recorrió toda la piel, trazando un patrón de
placer y deseo por encima de su súbitamente caliente
carne.

—¿Sabes? —comenzó Rhyn suavemente, con su voz


ronca y los ojos ardientes—, en el sistema del que
provengo hay una roca y una leyenda llamada Lorelei.

—Una roca, ¿de verdad? —dijo rotundamente,


preguntándose hacia dónde iba Rhyn con esto, ya que
hasta ahora no había conseguido impresionarlo.
—Sí, —rió Rhyn—. Déjame terminar. La roca es
donde dicen que vivió una hermosa sirena con el mismo
nombre que fue irresistible para los marineros. Creo que
tienes un poco de ambos, ¿no es así Lore? Te has
establecido como una roca de la que tu gente depende y se
aferra a la esperanza, los llevas recto y sin embargo eres
como una sirena. Por supuesto que me atraes, me tientas.
Incluso ahora estoy luchando contra el impulso de tomarte,
tirarte abajo en la superficie plana más cercana y follarte
hasta darte un susto de muerte.

Lore se sonrojó cuando Rhyn miró hacia otro lado


para contemplar algo.

—Normalmente no soy así Lore. Soy brusco y


grosero. Juro como un soldado Doxien golpeando la
mayoría de los días, incluso a objetos. Pero contigo…
contigo es diferente. Me gustas, yo…

Rhyn parecía querer decir las palabras adecuadas.


Lore se quedó mirando, esperando, conteniendo la
respiración y en silencio, Rhyn lo estaba haciendo todo
bien. Se sintió como si estuviera sentado al borde de un
precipicio. No sabía si caerse o dar un paso atrás. Sin
embargo quería estar de vuelta al alcance de los brazos del
gran hombre, de vuelta en su increíble cama. Justo ahora.

—Mira Lore. Sé que quieres luchar por tu pueblo,


pero no hay realmente nada que puedas hacer atrapado
aquí en medio de una tormenta solar. ¿Por qué no solo lo
dejas por un momento? Has sido fuerte, valiente e
implacable para tu clan durante mucho tiempo.
Simplemente tomate este tiempo para descansar. Déjame
… déjame que te de placer. Déjame hacerte el amor.

El corazón de Lore dio un vuelco cuando Rhyn volvió


a mencionar la palabra “amor”. Lo quería. Lo anhelaba
como un sediento hombre en el desierto de los planetas
menores de Org. Pero, ¿se atrevería a esperar que fuera
posible? Rhyn había escuchado su historia. Parecía
simpatizar con ella. Lo llevaba al Centro donde podría hacer
la solicitud a los tribunales. ¿Era tan descabellado pensar
que en realidad podía estar desarrollando sentimientos por
él? ¿La autoestima de Lore estaba tan maltratada que
sentía que nadie podía enamorarse de él?

Con la columna rígida se acercó a los brazos de Rhyn.


Se negaba a darle la victoria a su propietario. Rhyn era
adorable. Se negaba a que les robasen esa oportunidad.

Tirando de la mano de Rhyn comenzó a llevarlo a la


habitación.

—Llévame a la cama. Fóllame. —Exigió.

Los ojos de Rhyn se encendieron lujuriosos, pero los


detuvo, y Lore sintió un momento de pánico. ¿Había dicho
algo malo? ¿Y si hubiese sido demasiado descarado?

—Shhh —cantó Rhyn—. Solo sígueme Lore. Hacer el


amor no tiene que ver sobre machacar las pollas en las
bocas o el culo del otro. Déjame enseñarte.

Lore se congeló. El cuidado y la consideración en la


voz de Rhyn, la dulzura y “lo que él esperaba”, amor en sus
ojos era casi abrumador. Se negó a llorar, pero podía sentir
la amenaza del fluir de sus lágrimas. Nadie nunca lo había
tratado como lo hacía Rhyn. En su clan era un líder, la
persona destinada a resolver sus problemas. Para su
familia, era un proveedor, alguien que hacía posible que
sobrevivieran día a día. Para su amo, él era un objeto, una
entidad sin ánimo, para ser usaba y abusada a voluntad.
Pero para Rhyn… bueno, tal vez era algo más valioso.
Sentía que su corazón hacía un lugar especial para Rhyn en
su vida. No como protector, o proveedor, sino como un
motivo por el cual respirar cada día, y alguien por el que
sacar fuerzas, simplemente porque existía. Alguien por el
que luchar, como dijo Rhyn.

Rhyn lo besó tierna y dulcemente, con tal cuidado


que sintió doblarse sus rodillas. Sólo aferrándose a los
amplios y oscuros hombros era capaz de mantenerse
derecho. Poco a poco fue andando hacia atrás hasta que el
culo golpeó la fría ventana de observación de cristal.
Realizó una respiración sibilante, sus ojos se abrieron para
ver la sonrisa maliciosa de Rhyn.

—¿Esta frío bebé?, no te preocupes, pronto estará


caliente.

Hijo de puta engreído. Lore solo podía imaginar cómo


debía ser la vista desde el exterior. Gracias a Ión que
estaban en el espacio profundo.

Podía sentir lo grande que era Rhyn, su polla dura y


sus pelotas frotándose contra su vientre. Largo y duro, ya
estaba goteando perlas opacas de líquido pre-eyaculatorio,
así como la suya propia lo hacía contra el muslo de Rhyn.
Fue a tomarlo, pero una mano lo detuvo, llevando sus
manos hacia los hombros.

—Espera gatito apretado, —ordenó un momento


antes de izarlo sin esfuerzo, estaba situado entre la fría
ventana y el duro y caliente cuerpo de Rhyn. Un contraste
delicioso que lo hizo temblar de placer—. Pon tus piernas
alrededor de mí.

Obedeciendo, hizo lo que se le dijo, y se dio cuenta


que Rhyn se apoyó en él, juntando sus pollas y frotándolas
ente ellos. ¡Dioses!, el hombre era fuerte. Pensó que podía
correrse en ese mismo momento con todo lo que tenía
alrededor. De repente, una de las manos que le sostenía su
trasero se movió, y él se agarró convulsivamente
aferrándose a los hombros.
—Confía en mí gatito. No permitiré que te caigas.

Lore miró a los sinceros ojos oscuros, pero con


intención de maldad. Dejó escapar una lenta y larga
respiración y trató de relajarse. Esperaba poder confiar en
Rhyn. Quería desesperadamente creer en él. Una mano
cálida apretó y envolvió su pene, presionando contra Rhyn
y creando una maravillosa fricción entre ellos. Poco a poco
Rhyn comenzó a bombearlos juntos. Arriba y abajo. Lore
miró hacia abajo y gimió por la erótica imagen de sus dos
pollas deslizándose una junto a la otra en la gran mano
oscura de Rhyn. El contraste entre luz y oscuridad, entre
grueso y delgado era increíble. Sorprendentemente su polla
no tenía nada que envidiar a la de Rhyn. Parecían encajar
montándose de lado a lado, como si ellos debieran estar
juntos.

Incapaz de valerse por sí mismo, llevó una de sus


manos hacia abajo, envolviendo la mano de Rhyn para
unirse en el movimiento en torno a sus ejes, confiando en
que Rhyn y la ventana de cristal los mantuviera juntos y
unidos.

Sintió que Rhyn lo empujaba con la nariz como


pidiendo sus labios. Con mucho gusto levantó la cara de la
vista de sus pollas juntas y dejó que sus lenguas se unieran
en una danza de igual pasión. Los dientes chocaban unos
contra otros cuando sus movimientos se hicieron más
salvajes y desesperados. Lamiendo sus lenguas
arremolinadas. Los gemidos llenaron el pequeño espacio
entre ellos. Sus bolas se apretaron cuando sus orgasmos se
aproximaban en un eufórico final.

Por fin Lore jadeante, echó hacia atrás la cabeza,


chocando contra la ventana de cristal con un ruido sordo
que casi ni sintió, y se catapultó a la felicidad. Segundos
más tarde era seguido por Rhyn. Cuando él gritó y se
inclinó fuertemente contra Lore, la blanca masa pegajosa
palpitando de sus pollas, revistiendo sus manos y el
vientre, salpicando sobre el pecho al azar, y cayendo poco
a poco de las pelotas al suelo.

Todavía jadeante, no totalmente seguro de si quería


moverse otra vez de nuevo, Lore sintió que Rhyn bajaba la
cabeza y le tocaba la frente. Lore bajó lentamente las
piernas de la cintura de Rhyn sin esperanza de que éstas lo
sostuvieran. Rhyn los sujetó a ambos. Lore se inclinó y lo
rodeó con sus brazos, apoyando la cabeza contra el agitado
pecho de Rhyn.

La conexión física entre los dos era tan buena, tan


real y viva, sin embargo, era más que eso. Pensó que no
era solo sexo, aunque podía ser su limitada experiencia. Lo
sentía más profundo que eso. Tenía que ver más con el
corazón que con la polla. Rezaba por poder confiar en
ambos órganos, ya que se sentía caer. Caer profundamente
enamorado del hombre.
Llevaban tres días refugiados de la devastadora
tormenta solar que asoló ese sector, y habían sido los tres
mejores días que Rhyn recordaba. Lore no solo era sensual
y voraz en la cama, era estimulante e interesante hablar
con él. Era inteligente, carismático y atento, así como
valiente, fuerte y colérico. Todo lo que Rhyn disfrutaba
buscando en un amante, envuelto en un atractivo paquete.
No podía recordar la última vez que había conocido a
alguien con el que en realidad quería estar en una misma
sala y hablar más de diez minutos sin la necesidad de
contenerse, ya fuese de tomar un trago o de lanzarle un
golpe rápido. Pero Lore era diferente. Rhyn, tuvo que
separarse de ese hombre, literalmente. De hecho, temía
aparentar estar más necesitado, no se parecía a sí mismo
para nada. Al final se había obligado a sí mismo a ir a la
cabina y ver si la unidad de comunicaciones había vuelto,
ya que la tormenta estaba decayendo fuera.

La pregunta era, ¿qué iones iba a hacer con el sexy


hombre que lo tentaba y lo distraía? ¿Qué iba a hacer con
Lore? De todas formas debía estar tratando de distanciarse
del pequeño y magnífico esclavo del placer y llevarle de la
mano al punto de encuentro más cercano de nuevo con los
comerciantes Mebian. Debía pensar sobre la recogida de
sus créditos y seguir a la estación del espacio porque una
gran parte del viejo cajón necesitaba reparaciones y
mantenimiento. En cambio estaba soñando con todas las
cosas malas que le gustaría hacer a ese dulce cuerpo. Se
acurrucó al lado del hombre y pretendió que el universo y
todas sus preocupaciones no existían.
Sin hacer nada, ajustaba los controles mientras
reflexionaba sobre la situación.

—¡Capitán Baker! —chirrió una voz Mebian


claramente molesta—. ¿Logró recuperar nuestros bienes?

Rhyn contempló la unidad de comunicación. No había


querido encenderlo realmente. Realmente iba a caer al
profundo espacio, peligroso y desconocido si seguía
haciendo cosas por el estilo, sin pensar. A su juicio, miró la
hinchada cara azul delante de él por un momento,
considerando en silencio sus opciones.

—No me dijeron que la carga que tomaron estaba


viva, —acusó finalmente en voz baja.

—Eso no le concierne capitán.

Se le erizaron los pelos de la nuca al oír el tono


condescendiente utilizado por el Mebian.

—¿Puedo suponer, a partir de su comentario, que en


efecto, recuperó el elemento? ¿si es así, cuando podemos
esperar su regreso?,—exigió el Mebian.

Rhyn apretó los dientes por la forma en la que


hablaba de Lore, como si fuera una cosa, y no un ser
cálido, sensible, lleno de vida y amor.

¿Amor? Rhyn se detuvo a pensar. ¿Por qué de pronto


estaba pensando en el amor?

—Lo tengo, —pronunció lentamente Rhyn tratando de


darse tiempo para pensar.

De repente se escuchó un conmocionado grito de


asombro, lleno de dolor y de traición detrás de él. Mirando
alrededor vio a Lore que estaba en la escotilla, con los ojos
muy abiertos y llenos de lágrimas.

—¿Cómo pudiste?, —se lamentó.


—¿Lo puso en libertad?, —gritó el Mebian con
indignación—. Ahora tendrá que ser reprocesado y
envasado. Ya sabes que no es barato.

Rhyn cerró la palanca hacia debajo de la recepción de


entrada para cortar la voz ofensiva, pero no fue lo
suficientemente rápido como para detener que oyeran los
gritos y delirios de Lore a la beligerante audiencia.

—Pero… pero tú eres un representante de la ley.


Pensé que me concederías asilo, me llevarías al Centro para
que mi caso fuese oído por el Consejo de las Cortes
Intergalácticas.

—Yo no soy un representante de la ley, —Rhyn


estaba un poco confundido de por qué Lore pensaría que lo
era. No había estado en el Centro de Justicia Intergaláctico
desde hacía años, demasiados políticos hablando
diplomáticamente y no la suficiente acción, que era lo que a
él le concernía. Luego estaban las innumerables reglas y
regulaciones que demasiado a menudo eran injustas para
unos y otros en función de lo que estaban dispuestos a
gastar en sus equipos jurídicos. Simplemente no lo veía
justo. Prefería con mucho la ley de la frontera y el enfoque
práctico que eso llamado sofisticación.

—El sombrero, —susurró Lore con voz entrecortada.


Con un rastro de confusión y dolor en su voz cuando señaló
la parte superior de la cabeza de Rhyn.

Rhyn ni siquiera pensó en el viejo y destartalado


sombrero. Era casi una extensión de sí mismo, era lo último
y único que poseía de su antigua vida. Lo barrió de su
cabeza.

—Es un sombrero. No he estado en la base en años.


Soy contratado para seguridad y protección ahora.
—Eres un mercenario, —exclamó con horror Lore, con
ojos desorbitados por el miedo y de repente se alejó de él.

Rhyn no podía soportar ver la expresión de su cara,


especialmente no, cuando estaba dirigida a él. Lo último
que quería era que Lore tuviera miedo de él. Estiró la mano
para tratar de detenerlo, para explicarle las cosas y tratar
de consolarlo, pero tan repentinamente como llegó se dio la
vuelta y salió corriendo por el pasillo. Huyendo de él como
si tuviera perros infernales tras él.

—Lore, —gritó después de que se retirara


rápidamente—. ¡Lore espera!, no es lo que estás pensando.
¡Lore!

Pero era lo que pensaba, ¿no?, se criticó él mismo.


Era un mercenario, contratado para localizar y recuperar la
propiedad de los Mebians. Y ahora Lore era de su
propiedad. No había vuelta de hoja. El hecho de que Rhyn
no quisiera hacerlo y no tuviera intención de ir a entregarlo
probablemente no contaba ahora con la comprensión de
Lore en estos momentos. Todo lo que vio Lore fue la
traición. Rhyn se volvió hacia el comunicador y la cara
contorsionada groseramente del Mebian convertido en una
mancha rosa de rabia por haber sido mandado callar. Movió
de nuevo la palanca y abrió las comunicaciones.

—Lo siento. No voy a devolver el último envío.

—¿Qué significa esto capitán? Tendré tu licencia por


esto. No creo que la Unión de Comerciantes quieran oír
hablar de esto. Tendrás suerte si proteges una mosca.

—Sabes que Lore no debería haber ido en este envío,


—rugió con enojo—. Tendrás suerte si la corporación no te
demanda por cada crédito que te ha dado. Y no creo que
esté ahí apoyando cuando el consejo venga a inspeccionar
las condiciones en las que mantienes a tus vasallos. Aparte
de eso, he hecho algunas averiguaciones. Según tengo
entendido si Lore permanece trece ciclos fuera de vuestro
sistema, entonces se considera un hombre libre y no
necesita cumplir con las leyes. Si puedes encontrarnos,
estate preparado para pelear, ¡porque no pienso dejarle ir
sin hacerlo!.

—¡Capitán Baker! —gritó el Mebian, pero Rhyn lo


interrumpió cambiando el comunicador con ira.

Rhyn tenía mejores cosas que hacer. Como seguir la


pista de un ex-esclavo increíblemente atractivo y
arrastrarse sobre sus rodillas implorando su perdón. Justo
cuando ese pensamiento pasó por su mente sintió sin
embargo un sonido sordo a través del casco metálico. Fue
el inconfundible sonido de una de las cápsulas de escape.
Sintió sacudirse el corazón del pecho. ¿Qué demonios había
hecho Lore? ¿Estaba loco? La tormenta se había calmado,
pero estaba lejos de ser suficientemente seguro para
pasear por las calles una vida en una frágil vaina.

No, se dio cuenta. Lore no estaba loco. Estaba


desesperado. Y todo era culpa suya. Le había hecho esto.
Había conducido a Lore a tomar acciones imprudentes. El
miedo y la culpa lo carcomían. Pero ahora no tenía tiempo
para la autorecriminación, se reprendió severamente. Ya
tendría tiempo para patearse el culo y darle cachetes al de
Lore, cuando el hombre estuviera a salvo en sus brazos.
Bajó hacia la desvencijada silla de pilotaje y rápidamente se
puso a buscar el vapor y la señal de localización automática
de cuando la cápsula fue puesta en marcha. La tormenta se
lo hacía difícil pero no pasó mucho tiempo antes de ver un
vector y de que marcara las coordenadas de búsqueda.

Rezaba para encontrar a Lore antes de qué alguien


más lo hiciera. No estaba en su sector habitual. La
tormenta lo había empujado hacia otro curso, razón por la
cual se habían refugiado, antes de que fuesen conducidos
demasiado lejos a un territorio peligroso. Esta zona en
particular tenía una reputación menos importante con los
habitantes locales que en los sectores que normalmente
patrullaba.

Que Ión ayudará a cualquiera que se metiera con su


bebé, pensó. Su temor alimentó su determinación y se
disparó hacia adelante tratando desesperadamente de
alcanzar y proteger al hombre que se las había arreglado
para excavar en su corazón.
Lore se restregó las gotas de lluvia de la cara y siguió
caminando con decisión hacia las luces de la taberna que
pudo ver unas calles por delante. Habían pasado dos días
estándar desde que se había escapado de la nave de Rhyn
y estaba tan hambriento que pensó que podría comenzar a
roer las botas robadas. Era eso o perder el conocimiento en
el sucio canal que estaba a su lado si no conseguía algo de
comer pronto. Pensó que tal vez prefería las botas. Su
cabeza se golpeó y su estómago se apretó dolorosamente.
Pero no era tan doloroso como el dolor en su corazón.
Había confiado en Rhyn. Había pensado que Rhyn lo
protegería. Peor aún había pensado que podría tener una
oportunidad con él. Algo especial. Algo que había buscado
toda su vida.

«Estúpido Lore», —advirtió él en voz baja mientras se


envolvía a sí mismo con los brazos tratando de detener el
temblor—. «Eres un esclavo, y un esclavo fugitivo. Es todo
lo que vio. Una oportunidad de recompensa y un polvo
rápido»

Finalmente llegó a la puerta y empujó los paneles de


madera sintética y se abrió paso al edificio cálido y seco.
Esperaba poder encontrar un trabajo durante unas pocas
horas en la cocina o en la barra a cambio de una comida y
tal vez un lugar para dormir en los galpones. Si no, al
menos estaría fuera del mal tiempo. Sin embargo al echar
un vistazo alrededor se dio cuenta de que había cometido
un terrible error. Su corazón comenzó a latir con fuerza.
Todos los ojos de la gente lo miraron, ninguno de ellos
amistoso. El súbito silencio era intimidante, pero fue la cara
con cicatrices y mirada dura, como si se tratara de un
intruso en tierra sagrada, lo que realmente lo hizo entrar en
pánico.

—Bueno, ¿qué tenemos aquí?, —susurró una voz


aceitosa a su lado.

Saltó la alarma y rápidamente se alejó del enorme


hombre que se había deslizado hasta él. El hombre se
movió sorprendentemente silencioso para alguien de su
tamaño.

—No seas así, pequeña cosita, —cantó él, erizándole


la piel a Lore—. Te ves frío, ¿no parece que se ve frío?, —
preguntó de repente a los otros hombres grandes y sucios
que estaban sentados alrededor del bar. Algunos asintieron
con la cabeza, pero la mayoría solo siguieron mirándolo con
una combinación de lujuria y hostilidad.

—¿Por qué no vemos cómo podemos hacerte entrar


en calor?, —el hombre se acercó apropiándose del brazo de
Lore. El miedo le dio alas y se las arregló para esquivar a
todo el monstruo antes de que pudiera asir a Lore. La
multitud rugió de risa y Lore vio con horror como la cara
llena de cicatrices de su atacante se convirtió en manchas
de rabia. Las cosas se habían vuelto de repente mucho peor
y todo lo que había hecho era salir del camino. Tropezó, no
podría llegar seguro a la puerta, así que empezó a
agacharse y a esconderse entre las mesas y las sillas.
Molestó a uno o dos, con la esperanza de que al moverse,
se crearan algunos obstáculos para poderle dar una mejor
oportunidad. Con un poco de suerte y tiempo tendría una
oportunidad clara de llegar a la puerta y de nuevo en la
noche buscar un conjunto más atractivo.

Varios de los amigos del hombre comenzaron a


bloquearlo mientras trataba de ganarle la partida al ahora
enojado y decidido hombre que lo perseguía. Ellos lo
miraban de reojo y se burlaban mientras se alejaba. Con el
corazón encogido podía ver que poco a poco se acercaban a
él, y su temor creció de manera exponencial. Ya no estaba
frente a un atacante, sino seis o siete. Un paso en falso lo
envío a estrellarse dolorosamente sobre sus rodillas,
mientras dos manos grandes y carnosas le agarraron de
sus hombros y lo inmovilizaban abajo. Luchó con todas sus
fuerzas, pero al segundo sintió como si más de un hombre
lo tirara y desgarrara su ropa. Sentía docenas de manos,
pateó a ciegas. Lágrimas de miedo y frustración
comenzaron a correr por su rostro, lo que no hacía sino
solo excitar a los hombres y que lo apretaran más, al igual
que sus gemidos de dolor, cuando ásperos dedos le
pellizcaban y tiraban de él.

Por último, cuando no había nada más que pudiera


ser capaz de hacer para detenerlos dejó escapar un grito
largo y fuerte.

Rhyn tenía los huesos cansados. No había dormido en


dos días, y estaba empezando a contar. Sentía sus
extremidades como cuatro tubos de ludnum pesados. Su
cuello y hombros estaban rígidos por la tensión. Y sus ojos
tenían esa sensación arenosa y ardiente que solo tenía
cuando había estado en un infierno de borrachera o
necesitaba tener doce horas de sueño. Lo cierto es que se
habría sentido peor después de una borrachera, pero
seguro como la mierda, que habría tenido un mejor tiempo
hasta llegar allí. ¿Cómo su pequeño gatito había conseguido
confundir a sus lectores de seguimiento cuando decenas de
piratas antes que él ni siquiera sabían que estaba sobre
ellos? Cuándo se había dado cuenta de que estaba
siguiendo una pista falsa Lore ya se había ido. Había sido
pura suerte cuando se había tropezado con una pista casi
anómala de vapor frío y tomó la oportunidad de seguirle a
ese remanso desagradable. Había encontrado estrellada y
abandonada la cápsula de vida en una ladera, enfermo de
miedo hasta que había sido capaz de determinar que Lore
había logrado alejarse de ella.

Eso había sido hacía unos pocos kilómetros y varias


horas, y para un hombre lo suficientemente inteligente
como para engañar a Rhyn con su rastro en primer lugar,
Lore estaba mostrando una notable falta de inteligencia
entrando de cabeza en lo que aquí pasaba por civilización.
El planeta entero estaba lleno de las peores clases de vida
y bolsas de basura, la mayoría de ellos se escondían de las
autoridades de los suyos y otros sistemas. Se echó el
sombrero hacia adelante tratando de impedir que la lluvia
siguiese deslizándose lentamente bajo el cuello alto de su
abrigo, pero era más o menos una causa perdida. Estaba
ya empapado y era probable que estuviera más húmedo
antes de que terminase la noche. Una de sus fuentes, un
personaje bastante dudoso llamado Spike, había pensado
que podría haber visto a Lore en la dirección de esta
fangosa ciudad hacía unas horas. Había estado seguro de
que era Lore cuando Rhyn le entregó a través del chip, diez
créditos. Rhyn no estaba tan seguro, pero era todo lo que
tenía en este momento por lo que se movía hacia adelante
esperando un milagro.

Al salir del callejón en el que había estacionado su


nave, anduvo calle abajo por la sucia calle. En realidad no
había mucho en la ciudad, solo un edificio iluminado,
alguna especie de bar o casa común por lo que se veía.
Parecía un lugar tan bueno como cualquier otro para
empezar. Comprobando lo que esperaba era la dirección
correcta, no le había tomado más de una docena de pasos
antes de escuchar un muy familiar grito agudo proveniente
de la barra. Rhyn no se detuvo ni a pensar incluso, corrió
hacia adelante sacando su pistola con la intención de
encontrar y proteger a su hombre.

Irrumpió en el edificio, vio la escena y de inmediato


levantó el arma sobre su cabeza realizando un único
disparo de advertencia. Sería el primero y último se
prometió. Los hombres que estaban sobre Lore solo
tendrían que temblar de manera equivocada y él: “mataría
a los bastardos primero y preguntaría a los familiares
donde quería que fueran enviados los restos después”.

Los hombres que tenían a Lore sujeto en el suelo se


quedaron congelados. Él sabía que por sombrero lo creían
un representante de la ley, el arma estándar y el abrigo
seco daban todo tipo de informaciones y erróneas
conclusiones. Tiempo para disuadirles de cualquier noción
de estar dispuesto a tener misericordia.

—¡Soltadle! ¡Ahora!, —exigió—. O buscaré en


vuestros órganos internos con un escáner.

—Los representantes de la ley no son bienvenidos por


aquí, —espetó uno de los feos matones con la cara llena de
cicatrices.

—¿Por qué no solo sigues adelante y pretendes que


no has visto nada?

—¿Por qué no dejas que mi amante se levante, y dejo


algo sano esta noche en el local, en vez de una funeraria?

El grupo se miró nerviosamente entre ellos, y poco a


poco comenzaron a ver lo seriamente cabreado y las
vibraciones que asfixiaban el aire a su alrededor.
—¿Este de aquí es tu pedazo de culo?, —preguntó
uno vacilante, después de mirar hacia abajo y descubrir a
un pálido Lore que estaba casi desnudo y temblando bajo
sus pies.

Varias manos todavía lo tenían sujeto y aprovechó la


oportunidad para sacarlo de nuevo.

—Eso sería un sí. Si él todavía lo quiere. —Rhyn miró


hacia abajo, suplicando a Lore que le diera una
oportunidad.

Fue un error estúpido. Algo difícil. En esa fracción de


segundo de distracción uno de los matones sacó un phaser
del cinturón y le disparó un agujero limpio en su hombro.
Solo la rapidez de reflejos y un paso rápido hacia un lado le
salvó su corazón.

—¡Rhyn!, —oyó gritar a Lore como si viniera de muy


lejos. El dolor le nublaba la mente y en menos de un
segundo cayó sobre el tapete. Su cuerpo registró los
muchos problemas que tenía y se preparó para sobrevivir,
ya fuese huyendo o luchando hacia la salida.

Afortunadamente, el calor de la phaser había


cauterizado la herida de inmediato, por lo que no había
riesgo de sangrado. Todavía le dolía como un hijo de puta,
pero había estado mucho peor hacía tiempo. Sin hacer una
pausa, levantó su arma y le hizo un agujero limpio justo a
través del lóbulo frontal del otro hombre, derribándolo al
suelo al instante. Ajustó un poco la mira y apuntó el arma
al que él pensaba que era el líder. Sin duda había sido el
primero de la fila del intento de violación a Lore y
automáticamente estaba en la parte superior de su lista de
“tiempo para morir”.
—Ni siquiera pienses en ello, —advirtió con voz
entrecortada y siniestra. Él iba a jugar ahora—. Lore, ven
aquí, —le gritó.

Lore con mucha cautela salió de entre la multitud y


tiró de los jirones del resto de su ropa alrededor de su
cuerpo. Se acercó a Rhyn arrastrando los pies, con los
pasos más vacilantes que nunca sin dejar de mirar a los
ojos de sus atacantes.

«Chico listo», pensó Rhyn con orgullo.

—¿Estás bien?, —le preguntó en voz baja, cuando el


pálido hombre llegó finalmente a su lado temblando. Él no
era tan tonto como para quitarles otra vez los ojos de
encima otra vez.

—Claro, —murmuró Lore, deslizándose detrás de él


con la cabeza inclinada. No había rastro de su espíritu y
fuego de costumbre.

Había que hacer algo al respecto lo antes posible,


Rhyn lo sabía, pero ahora lo que necesitaba era salir de
aquí. Al pulsar el botón de autollamada de su nave, miró a
los ojos de los otros hombres con cuidado. Se quedó
quieto, mirando cualquier señal de debilidad o distracción.
Cuando oyó el zumbido fuera empezó a andar despacio
hasta la puerta principal.

—Todos ustedes tienen hoy una buena noche. Estoy


seguro que no recuerdo haber visto a ninguno de ustedes.
A menos que quieran que llame a algunos de mis amigos
en el Centro y que vengan a dar un vistazo mejor alrededor
de aquí. Aparte de eso, estoy seguro que su compañero
tendido allí se ofreció a pagar su última ronda.

Algunos se quejaron, pero la mayoría se volvió a


mirar de manera especulativa la capa abierta de su amigo,
uno incluso se dejó caer y empezó a quitarle sus botas.
Rhyn estaba seguro de que ellos dos saldrían ahora con
vida, siempre y cuando no esperaran hasta que cerraran.

—Oye, no se te ocurra aparecer por aquí de nuevo, —


gruñó el líder.

—No te preocupes. No me gustaría ser atrapado


muerto por aquí, —bromeó Rhyn, pero estaba seguro que
no lo entendieron. Agarrando la mano de Lore, salió por la
puerta y subió rápidamente en la nave, teniendo cuidado de
mantener su brazo aún lesionado apretado firmemente a su
cuerpo. Lore no podía resistir todo, de alguna manera
estaba más asustado por Rhyn. Mirando hacia abajo, vio los
normalmente brillantes ojos verdes, tristes y aburridos, su
cuerpo temblaba.

Abrió su abrigo, y lo envolvió en torno a ellos dos, sin


tener en cuenta el dolor del tiro de su brazo, y de la parte
superior de su cuerpo. No era importante en este
momento. Inició las coordenadas para la salida de la nave y
tiró de Lore con seguridad contra su cuerpo. Quería salir
fuera de este planeta lo más rápido posible. Más que eso,
quería llegar a casa con Lore, seguro y cálido.

Lore miró aturdido alrededor de la cabina del Orgullo


de Baker. Rhyn lo había abandonado en la punta de la
cabina del piloto en cuanto la escotilla principal se cerró con
un silbido final. Se dio la vuelta, y se dio cuenta que el
dolor por todo lo golpeó en su cuadrado pecho, justo donde
sabía seguro que su corazón debía estar. Parecía
curiosamente ausente, sin embargo. Oh mecánicamente
todavía bombeaba sangre alrededor de su cuerpo, pero se
sentía frío y vacío de alguna manera como si estuviera
fuera de las emociones. Sintiendo el poder de los
propulsores, miró a su alrededor por un lugar donde
establecerse durante el despegue. Rápidamente desvió la
mirada del dolorosamente familiar rincón donde se
acostaron y se sentó en el borde de uno de los bancos
contra la pared del fondo.

Rhyn podría haberle rescatado de la banda de brutos


de la taberna, pero al final era todo lo mismo. Otra vez lo
iba a dejar a disposición del operador Mebian el cual tenía
contactos con su propietario. Sería incapaz de dejar de ser
un esclavo del placer. Ni siquiera podía valerse por sí
mismo, no importaba su clan y la familia. Él solo esperaba
que a los otros les fuera mejor que a él.

La chispa de esperanza que había tenido, de poder ir


al Consejo Intergaláctico, para exponer su caso, y tal vez
mejorar las cosas para sus parientes, desapareció. Tiró de
sus rodillas hasta el pecho y comenzó a mecerse
suavemente con el movimiento de la nave. Una lágrima
rodó por su mejilla, la limpió sin piedad lejos con los restos
destrozados de sus pantalones. Lágrima tonta, inútiles
conductos. Las lágrimas no le iban a ayudar.

—¡Oh Lore!, —oyó a Rhyn susurrar con tristeza.

Poniéndose en pie, se estiró lo máximo que le


permitía su altura, cierto que no era muy impresionante, y
se quedó mirando desafiante a Rhyn. Se negó a que el
hombre viera su dolor, su corazón aplastado o su espíritu
flaquear. Su orgullo podía ser lo único que le quedaba, pero
estaba condenado si tenía que quedarse sin él.

—¿Qué?, —preguntó con una beligerancia deliberada.


—Lore, —dijo Rhyn con voz de súplica y ojos
apenados.

Parecía que traicionar a un amante no era tan fácil


después de todo. Bien.

—Así qué, ¿cuándo nos reunimos con los Mebians?, —


preguntó con falsa valentía Lore.

Rhyn solo lo miró fijamente como si no supiera qué


hacer con él. Luego Rhyn comenzó a caminar lentamente
hacia él. El pánico estalló en los intestinos de Lore. No
podía hacerlo si Rhyn lo tocaba de nuevo. No podía estar
con Rhyn sabiendo que lo iba a abandonar a su destino una
vez que llegaran con los Mebian. ¿Podría ser tan cruel?.
¿Lore se había equivocado tanto con el generoso y amoroso
hombre que había sido su primer amante?

—Aléjate de mí, —dijo Lore duramente retrocediendo


hasta tocar con su espalda la mampara fría y dura.

Rhyn siguió caminando hacia él hasta que estuvo lo


suficientemente cerca para tirar de Lore a sus brazos. Lore
luchó contra él, tratando de liberarse, mientras las lágrimas
comenzaban a llenar sus ojos de nuevo. Poco a poco su
fuerza disminuyó, y comenzó a escuchar las palabras que
Rhyn le susurraba.

—Shh, gatito, —murmuró—. Lo siento. Lo siento


tanto. Nunca te hubiera llevado de vuelta con ellos. Eres
mío. Te quiero aquí conmigo, siempre. Por favor,
escúchame. Tenía tanto miedo cuando te fuiste, cuando me
enteré que la cápsula se estrelló. Entonces cuando te
encontré en el bar… voy a mantenerte a salvo, de todos
ellos. Por favor cariño. Si quieres ir al Consejo
Intergaláctico, te llevaré. Si quieres luchar contra los
Mebian por tu familia, conseguiré un ejército para ti. Solo
escúchame. Quédate conmigo Lore. Por favor.
Lore sintió un cálido goteo, salpicaduras húmedas en
uno de los lóbulos de su oreja, donde Rhyn le acariciaba el
pelo. Estaba demasiado aturdido para comprenderlo todo.
¿Realmente Rhyn estaba llorando por él? ¿Quería quedarse
con él? ¿Para ayudarle a él y a su familia?

—¿Me quieres?, —preguntó tímidamente.

Rhyn miró se echó hacia atrás y lo miró


profundamente, con el alma puesta en sus marrones ojos.

—Más de lo que he querido nada en mi vida, —


susurró.

—¿No me llevas de nuevo con los Mebian?, —


preguntó incrédulo.

—Nunca, —respondió vehementemente Rhyn.

—¿No más esclavitud?.

Una llama de esperanza parpadeó dentro de él.

—Si el Consejo no va a escuchar, todo lo que tengo


que hacer entonces es mantenerte oculto y seguro durante
un ciclo de 13 años y serás libre por la ley Mebian.

Lore se tomó un tiempo mirándolo, intentando


asimilarlo todo. Lo que estaba diciendo era algo fuerte.
Rhyn quería ayudarlo y protegerlo. Quería ayudarlo a luchar
contra los Mebian para conseguir mejores condiciones para
su clan. Algo que no parecía posible antes cuando sentía
que su corazón se había partido en dos. Probablemente le
tomaría tiempo, pensó, para hacerlo realidad, tal vez
incluso toda una vida. Pero una cosa era cierta, Rhyn lo
respaldaba. Su Rhyn. Su primer y único amante. El hombre
que era capaz de darle la vuelta a su mundo fácilmente y
hacerle sonreír de nuevo. Y ahora mismo eso es lo que
quería. Quería olvidar el universo y todos los problemas e
injusticias, tenía ganas de sonreír, jugar y reír con su
maravilloso y oscuro salvador.

—Así qué… ¿no más esclavos fugitivos ni


representantes de la ley?,—preguntó con astucia Lore, tenía
un montón de tiempo para trabajar y acabar de asimilar
todas las fuertes emociones y la realidad más tarde, se
aseguró a sí mismo. Ahora sentía la necesidad imperiosa de
conectar, de celebrar la vida y la libertad.

Rhyn lo miró un momento en estado de shock. A


continuación una lenta y traviesa sonrisa le tiró de los
labios, y del corazón de Lore.

—Bueno… —arrastró las palabras—, no estoy seguro


de estar de acuerdo con eso.

Esto es lo que más amaba Lore de Rhyn, el ingenio,


el temperamento peculiar y volátil que lo complementaba
tan bien. Las llamaradas de pasión, los roces emocionales y
deliciosos movimientos de uno contra otro, no solo en la
cama, también en su vida cotidiana. Esto era lo que quería
para el resto de sus días, no una existencia y lucha
aburrida, pero la diversión y la risa era lo que pegaba al
universo, quería ser feliz.

Ahora sabía que podía ser más eficaz y útil para su


clan con Rhyn que sin él. Los últimos días a la deriva y sin
rumbo se lo había demostrado. Él se encontraba aliviado y
tranquilo en presencia de Rhyn. Sin él simplemente, no
tenía corazón. Así era la forma en la que era, le gustaba y
se negaba a sentirlo. Necesitaba a Rhyn, si Rhyn lo
necesitaba y quería también, ¿quién era él para discutirlo?.

Lo rodeó y envolvió con sus brazos alrededor de la


cintura de Rhyn firmemente solo para escuchar un silbido
profundo de dolor. Todo el torso de Rhyn se quedó rígido y
Lore recordó de pronto la herida del hombro hecha por la
phaser. La que había conseguido rescatarlo de la barra,
¿cómo pudo olvidarlo?, se reprendió duramente.

—Tu hombro, —exclamó Lore, alejándose para mirar


más de cerca la herida.

—Está bien, —respondió Rhyn, tratando de acercarle


de nuevo a sus brazos.

—No, no lo está. Te dispararon.

—Te digo que está bien. Ven aquí.

—Y yo te digo que no, —gritó Lore de nuevo con


severidad—. Ahora siéntate.

Rhyn lo miró un momento en estado de shock.


Entonces un indicio de sonrisa picara tocó sus labios y se
sentó en uno de los bancos. Lore volvió con un estuche de
primeros auxilios que estaba en una pared cercana y
comenzó a preparar los suministros que necesitaría para
curar a su amante herido.

—Lo único que quieres es verme desnudo otra vez, —


lo acusó Rhyn.

—No te halagues a ti mismo, tipo grande. Ahora fuera


la camisa.

—Apuesto que es lo que les dices a todos los tipos.

—Solo a los estúpidos que se ponen delante de un


tiro de una phaser.

—¡Hey!, me arriesgué a ese disparo para salvarte, y


sacarte fuera. Tenía la posibilidad de conseguirlo. —Lore se
estremeció solo de pensar en lo cerca que había estado de
perder a su hermoso y gran amante.

—Posibilidad no es lo suficientemente bueno, idiota,


—le espetó aplicando gel de limpieza en los bordes tiernos
de la herida con cuidado, y presionando suavemente en el
agujero irregular, Rhyn silbó de dolor, pero Lore acabó de
limpiar y suturar para sellar el agujero. Si dudaba no
conseguiría hacer el trabajo—. La próxima vez, sal de una
manera adecuada o te doy una patada en el culo.

Rhyn de repente rugió de la risa, casi haciendo que


Lore perdiese el pequeño sellador rectángulo y gruñó
disgustado.

—No te muevas, —le amonestó Lore. Pero una


sonrisa se dibujo también en la comisura de sus labios. Él
también amaba las bromas y el juego entre ellos, incluso
cuando se trataba de algo tan grave como reparar una
herida. Su vida no había tenido suficientes risas y diversión,
y sospechaba que Rhyn iba hacer todo lo posible para
hacerla rebosar. No podía esperar.

—Ya está, hecho, —dijo palmeando el hombro


lesionado de Rhyn suavemente, asegurándose que la
sutura plástica se mantuviera en su sitio y aguantase
durante cuarenta y ocho horas.

—¿No me vas a besar para que se cure?, —Rhyn puso


mala cara y empujó su labio inferior fuera cómicamente.

Lore se inclinó hacia adelante y le chupó el labio


inferior antes de comenzar el asalto a la boca.

—Ahí no me duele, —susurró Rhyn cuando se


separaron.

Lore movió su cabeza para besar suavemente y


alrededor de los hombros.

—Ahí tampoco me duele, —Rhyn tomó la mano de


Lore y la puso sobre su erección.
Lore pasó la mano por la polla dura de Rhyn y se
emocionó con los gemidos de respuesta que recibieron sus
esfuerzos.

—Te quiero, —sopló Rhyn en el oído de Lore, antes


de lamer con su caliente y húmeda lengua alrededor del
lóbulo.

Lore se estremeció con deseo, pero logró sacudir la


cabeza negando.

—Tu brazo. No podemos. —Jadeaba arqueándose


hacia Rhyn cuando una mano viajó por su espalda y se
enterraba en su cabello sosteniéndolo.

Rhyn suavemente lo obligó a subir su cabeza y a


contemplar su intensa mirada, la pasión y el amor que Lore
vio era casi demasiado. Luchó desesperadamente contra la
tentación de correrse en ese momento. Podía ver que Rhyn
tenía planes para ellos, solo por el aspecto caliente y un
poco salvaje de sus ojos, pero casi no podía aguantar.

—Si podemos. Como la primera vez. Móntame. Por


favor Lore, déjame entrar. Llévame a casa.

Lore se perdió, completamente abrumado por la


intensidad de la emoción que irradiaba Rhyn. Tomó la boca
de Rhyn en un beso salvaje, brutal, poniendo toda la
pasión, la lujuria, el deseo y la necesidad de la conexión
entre ellos. Con la lengua y los dientes, gimiendo de placer,
tomó a Rhyn y se dio a sí mismo, entregando su corazón a
cambio.

Cuando el desesperado beso llegó a su fin, se deslizó


al regazo de Rhyn. Ninguno dijo una palabra, poco a poco
se despojó de los jirones y restos de la ropa que había
robado a Rhyn cuando se había escapado. Los arrojó en un
montón en el suelo a su lado. Si Rhyn le preguntaba si
quería permanecer desnudo según estaba por el resto de
sus días, lo haría. La ropa solo estaba en el medio. Y esa
fue una de las cosas más asombrosas, se dio cuenta que
estar desnudo ya no significaba ser un esclavo de placer, ya
no era una vergüenza para él, estar desnudo con Rhyn
significaba el hogar y el amor. Mirando hacia abajo, vio el
enorme bulto de la erección de Rhyn, casi tratando de
explotar los pantalones. Rhyn parecía demasiado
preocupado con la mirada fija en Lore y en si le hacía caso,
pero parecía incómodo. Y para lo que él tenía en mente, no
iba a funcionar.

Cayó de rodillas, fijó su mirada en la polla


constreñida de Rhyn y cuidadosamente abrió los pantalones
para revelar su pene largo de color oscuro. Estaba duro,
con las venas abultadas y palpitaba un poco en su toque.
En su extremo, una gota de líquido pre-seminal brillaba
tentadoramente. Inclinándose hacia delante y antes de que
cayera, Lore probó el amargo dulzor, esencia que era pura
de Rhyn. Gimiendo de placer se estabilizó con el eje en la
mano, trabajando desde la base de su enorme miembro
con movimientos lentos y de torsión. Entonces usó su boca
para darle placer, absorbió la cabeza y chupó con su lengua
la sensible parte inferior. Había aprendido tanto en los tres
días que pasaron juntos, y planeaba aprender mucho más.
Quería saber todo lo que había que saber del apasionado
hombre que estaba de pie, cada pequeño truco que lo
llevase a lo salvaje y lo haría sumergirse en él una y otra
vez hasta que se desplomara en el eufórico refugio de su
orgasmo.

Lore sabía que podía pasar horas adorando la


hermosa polla oscura que se deslizaba como seda caliente
de su boca. Puede que no fuese capaz de tomar el gran
monstruo hasta el fondo de su garganta como Rhyn hacía
fácilmente con la polla de Lore, pero por los gemidos y los
empujes de las caderas de Rhyn parecía que le estaba
dando un pedazo de placer con la mano y el estrecho
círculo de sus labios. Lore quería esto, quería a Rhyn en
todos los sentidos.

—Lore, —oyó que Rhyn gritó por encima de él.

—Dime… haré lo que quieras.

Una mano desesperada tiró de su cabello con


suavidad pero con firmeza y lo separó un poco. Lore maulló
como señal de protesta, sonando igual que un gatito que
Rhyn le había enseñado hacía unos días para explicarle por
qué lo llamaba por ese nombre de mascota en particular.

—No así. Quiero estar dentro de ti.

—Ya estás dentro de mí, —respondió con una sonrisa


descarada.

—En tu pequeño culo, —Rhyn lo golpeó suavemente


cuando dijo culo, más sonoro que doloroso, Lore saltó al
golpe, quemándole el azote con un pequeño pinchazo—.
¿Te gusta eso?, —preguntó asombrado Rhyn. Lore no podía
responder. No estaba seguro, pero… vacilante asintió con la
cabeza. Los ojos de Rhyn ardían de lujuria.

—Tiéndete sobre la mesa, —gruñó Rhyn.

Pequeñas llamas parecían lamer y bailar a través de


su piel con la dura orden. Le dolería y se estremecía al
pensar ser tomado por el hombre más grande. La lujuria lo
borró todo. Los pensamientos de los comerciantes Mebian,
el intento de violación en la sala del sucio bar, las
injusticias en su territorio, todo voló. Su mundo estaba
condensado hasta este momento, para este hombre que se
elevaba sobre él. Se apresuró a hacer lo que se le ordenó,
se acostó sobre la mesa, y su estómago se contrajo con la
picadura del frío de la superficie helada. Al instante la
sensación se había ido al sentir el cuerpo caliente de Rhyn
aprisionándole. Podía sentir a Rhyn rozando su ropa sobre
su hipersensible piel desnuda, la textura áspera añadiendo
un contrapunto delicioso, aumentando su sentido de
sumisión al poderoso hombre tras él.

—Voy a llenarte ahora. Tómame bebé. —El rumor del


canturreo suave era tan opuesto a la naturaleza mordaz de
Rhyn que era increíble. Lore se deleitaba con la confianza
que le daba Rhyn en un momento tan especial, que le
permitiera ver ese lado más suave, más necesitado.

De repente Lore no podía pensar en otra cosa que en


la polla empujando lentamente en su apretado agujero.
Rhyn fue extraordinariamente lento y cuidadoso cuando se
echó hacía detrás solo para volver a impulsarse.

—Eso es nene, ábrete para mí. Déjame entrar. —


Rhyn gimió cuando empujó más hacia el interior de él.

Justo cuando pensó que no sería capaz de soportarlo


más, sintió que Rhyn empujaba del todo y hacia una pausa.
Jadeaba mientras su cuerpo se ajustaba a la nueva
invasión, el delicioso estiramiento y la quemazón de la polla
de Rhyn llenándolo por detrás. Sus diminutas uñas
arañando el grabado de la tabla superior convulsivamente.
Pero después de unos momentos necesitaba más, ese
movimiento, empujando, frotando sobre ese lugar secreto
profundamente dentro de él, que lo empujaba al borde de
la razón. Solo más.

—Ahora Rhyn. Por favor, rogó.

Rhyn no perdió tiempo cumpliendo su petición. La


sacó y se empujó hacia atrás duro, gritando ásperamente,
mezclándose con el grito agudo del propio placer de Lore.
Empuje tras empuje siguió a su ritmo. Hasta que llegaron
lentamente juntos. De repente una mano grande y cálida
tomo la polla de Lore dando firmes golpes y eso era todo lo
que necesitaba. Sintió que el agujero de Lore se contraía a
su alrededor y fue de cabeza al mayor y más intenso
orgasmo de su vida. Rhyn gritó detrás de él y sintió el flujo
caliente del semen pulsando en el culo, que lo empujó a
otro orgasmo que lo dejó tartamudeando, débil y drenado.

Rhyn cuidadosamente se dejó caer sobre la parte


superior de Lore. No lo aplastaba, pero lo cubría como una
manta caliente y sólida. Pequeñas bocanadas de aire
rozaron sus sensibles oídos enviando réplicas de escalofríos
a través de su cuerpo.

—Te quiero, —sopló suavemente Rhyn en su oído.

—Yo también te quiero, —regresó Lore entre jadeos


ásperos.

Rhyn le besó suavemente la punta de una de sus


orejas, y Lore lo sintió en todos los sitios. Todo iba a estar
bien. Ellos lo harían muy bien juntos. Estaba en casa.
Jade Archer nació en 2010, después de un embarazo
prolongado y un trabajo de 34 años. Desde los 24 años
disfruta de largas caminatas por el país porque no tiene
cinco hijos ni un marido que cuidar, come tanto chocolate
como ella quiere, porque nunca tiene que preocuparse por
su peso, (debe ser por los largos paseos), a menudo se
encuentra planificando su próxima gira mundial o teclea sin
parar (sin interrupciones) otra caliente y erótica novela.
Podría ser de piratas espaciales, de shifters o de un
vampiro solitario hambriento por la vecina, pero una cosa
es segura, le encanta la variedad y no puede esperar a
conocer a sus siguientes personajes destinados a
enamorarse.

Email: jadearcher2010@hotmail.com

Jade ama escuchar a sus lectores. Puedes contactar


con ella y saber más del autor en la página:

http://www.total-e-bound.com.
Pervi

Alex

Lou

Gaby
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