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Hoy estamos más cerca de la justicia.

En la investigación que se llevó a cabo a partir


de mi denuncia se concluyó que existe prueba contundente para acusar a Juan
Pacifico Dabul por el delito de violación agravada.

Pero este es un caso excepcional, las cifras dan cuenta de una realidad donde
abunda la impunidad. El 97% de las denuncias por violación no prosperan,
mientras que solo el 1% obtiene una condena.
Romper el silencio tiene costos caros para quienes denunciamos. Aun cuando nos
sometamos a todo lo que se nos exige, somo juzgadas y revictimizadas.

El problema es sistémico. El poder judicial no contempla los tiempos de las


víctimas. Tampoco ha desarrollado estándares de pruebas para investigar este
tipo de delitos. Se condena a las víctimas al silencio y la vergüenza, y se garantiza
la impunidad para los atacantes.

Esta denuncia se transformó en un reclamo colectivo. No soy la excepcion, sino la


regla. Soy una más de las miles de niñas, mujeres y adolescentes en Argentina,
Nicaragua y en otros países de la región, que sobreviven a la violencia sexual. Mi
denuncia fue oída gracias a que un amplico colectivo de mujeres se organizó y
estuvieron dispuestas a poner el cuerpo para apoyarme. Y sobre todo, gracias a la
valentía y resistencia de Calu Rivero, Anita Co y Natalia Juncos que se animaron a
denunciar públicamente aunque el sistema judicial no las amparaba. No solo eso,
sino que le da herramientas a su victimario para llevarlas a ellas al banquillo de los
acusados. Calu debió defenderse en la justicia Civil y afrontar una denuncia por
Daños y Perjuicios; y Anita Co fue denunciada en la justicia Penal por Calumnias e
Injurias, y, aunque hace dos semanas la jueza decidió sobreseerla, la defensa de
Juan Darthes apeló para seguir intentado adoctrinarnos y someternos al silencio.

Juntas logramos hacer de una experiencia personal traumática; un hecho político


que se convirtió en el disparador para que muchas se animen a exigir que la
impunidad, la crueldad del silencio y la soledad dejen de ser parte de la vida diaria.

A partir de mi denuncia las llamadas al 144 aumentaron un 1240% en sólo 48


horas.
El camino institucional actual que proponen nuestras sociedades frente a la
violencia sexual es la intervención del sistema penal, con los innumerables
fracasos que hemos señalado. Necesitamos seguir construyendo una justicia
feminista, respetuosa de los derechos humanos. Necesitamos que los funcionarios
y las funcionarias se especialicen en este trabajo con perspectiva de género y se
sensibilicen al momento de atender casos de este tipo. Necesitamos mecanismos
que permitan llegar a la verdad y que desarrollen formas de reparación efectivas
para que, quienes hayan pasado por esta clase de acontecimientos, puedan
sentirse reconocidas y acompañadas, en lugar de juzgadas y estigmatizadas.

El desinterés por investigar es una forma de revictimización que sostiene la


impunidad, protege a los agresores y genera daños en las personas que
denuncian. Que haya tantos casos sin sentencia, no significa que esas denuncias
sean falsas, sino que tenemos un sistema que garantiza la impunidad.

Haremos todo lo posible para seguir adelante y que prevalezca el derecho a la


verdad. Tenemos la obligación histórica, política y social de luchar para lograrlo.

Eilyn Cruz Rojas, Sabrina Cartabia Groba y Thelma Fardín.

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