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La Oralidad: como elemento básico de análisis biográfico

¿Qué es la oralidad?

La oralidad más que un proceso de transmisión, es un modo de comunicación verbal que nos
ayuda a entender los códigos que nos envían otras personas. Es la actividad que llevamos a cabo
día a día, y mediante ella compartimos grandes historias del pasado, presente y futuro; tomando
en cuenta que estas historias pasan por un proceso de trasmisión oral, en algún momento se ven
afectadas y alteradas, pues en su proceso de comunicación pasan de boca en boca, en el cual se
agrega o resta información confiable. Existen dos tipos de comunicación; la verbal o no verbal o
formal e informal, en este sentido, la comunicación verbal es una condición humana que se
desarrolla mediante diferentes modos Jesús Ramírez plantea que

Ser buenos comunicadores en expresión oral, desde la perspectiva de emisores o receptores,


consiste en haber desarrollado una competencia que suponga un dominio de las habilidades
comunicativas de lenguaje integrado oral. La expresión oral resulta compleja de valor, pero todos
entendemos que ésta es bastante más, que emitir una serie de sonidos acústicos de la misma
índole (sic) [...] (La expresión oral, 58).

Las personas a la hora de comunicarse de forma oral establecen una relación con el desarrollo
lingüístico, a su vez se liga con la pragmática que tiene por objetivo estudiar al tipo de lenguaje
que se desarrolla en diferentes lugares, un ejemplo de este podría ser el uso adecuado y correcto,
de las oraciones, pero nosotros nos enfocaremos a su formas de comunicación oral, una vez
advertido esto, nuestro autor plantea en La expresión oral que

La pragmática va recordándolo desde hace algunos años, apeando al sentido eminente practico del
lenguaje mediante la interpretación de los usos sociales del discurso y de la importancia de los
contextos y las situaciones comunicativas que tanto condicionan la información, los mensajes y sus
intenciones comunicativas. Es de sentido común que no sólo se interpreta y produce la cadena
hablada y sus elementos articulatorios [...] también, otros que aparecen dentro de la enunciación
como los silencios, los ritmos, las cadencias, la intensidad de la voz y la velocidad del habla. Y aún
podríamos citar otros como la sonrisa, el llanto, el sollozo, los suspiros, soplidos, silbos,
percusiones, chasquidos, runruneos, canturreos u otros signos acústicos simultáneos que
completan el discurso oral (Ibidem 10-11).

A todo esto la oralidad, por consiguiente, no va sola en un proceso de transmisión, sino que va
acompañada de escritura y lenguaje que permite que sea posible este intercambio de
comunicación,
Hablar es relacionarse, es intercambiar comunicación, compartir ideas o sentimientos, e intentar
llegar a puntos de encuentros; es lograr a estos acuerdos o delimitar los desencuentros, es decir y
obrar en consecuencia. Por ello, comprendemos lo que significa cuando alguien nos plantea
“tenemos que hablar”; intentamos, sin duda, que nos enfrentamos a una situación en la que hay
que tratar, compartir o debatir una cuestión o un tema para para llegar a comprenderlo mejor
conjuntamente e ir actuando según lo tratado y convenido. Y sabemos también que hablar implica,
necesariamente, escuchar, mantener una actitud de escucha. (Ibidem).

Por otra parte también tenemos la transmisión formal donde veremos formas ya establecidas
como periódicos donde la información es noticiosa, avisos de emergencia, cartas que hoy en día
poco se usan o un libro como medio de consulta, entre otros; tomando en cuenta que esta se
recibe en la modalidad escolarizada de manera formal y sin duda

La literatura sabe y se beneficia mucho de estos elementos expresivos. Y también la comunicación


de la vida cotidiana, es decir la producida mediantes los discursos del día a día con los que nos
relacionamos, trabajamos, compramos y vendemos, compartimos, nos enamoramos y
enamoramos, jugamos y peleamos, nos enfadamos y nos alegramos, oramos y renegamos,
discutimos y festejamos juntos como vecinos, compañeros, adversarios, amigos, padres, hijos,
familia…: en otras palabras, convivimos con el intercambio discursivo oral. Es por ello por lo que la
experiencia del día a día y el sentido común nos dice que esta forma de expresión es más que
hablar y escuchar, aunque éstos sean los términos que convencional y familiarmente entendemos
por comunicación a través de la expresión oral (Idem).

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