100 partidas
comentadas
Comentarios del Dr. Rey Ardid
Torneo Internacional de Varsovia,
mayo 1927
¿Puede despertar emoción una partida
de ajedrez terminada en tablas? Nadie puede
dudarlo y si profundizamos algo más en esta
cuestión, observaremos que, si 1a emoción
nace de la violencia de la lucha, ninguna más
violenta que la que tiene lugar entre dos fuer-
zas equilibradas hasta el punto de que ningu-
na de las dos pueda aniquilar a la otra; si tan
sólo nos atenemos al resultado final, nadie
duda que las tablas despiertan menos tensión
afectiva, pero si nos referimos al valor intrín-
seco de la contienda, ni que decir tiene que
también las partidas nulas encierran un gran
potencial de emoción; ahora bien, para que
ésta despierte en nuestro ánimo en vez de pa-
sar a través de las capas instintivas de nuestra
mente tan prontas a vibrar, ha de destilarse en
el alambique de la inteligencia, camino más
largo y más complicado porque la inteligen-
cia, el raciocinio, son algo mucho más mo-
derno en la evolución de la mente humana
que el instinto, y, por lo tanto, las emociones
que nacen de la comprensión las experimen-
tan menor número de personas y aun quizás
con menor intensidad, que las emociones en
que tan sólo interviene el instinto. En una
palabra, la partida que acaba con un bando
victorioso, nos emociona más porque la sen-
timos, porque con ella satisfacemos el instin-
to sanguinario que yace en las capas ancestra-
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Prof. J.L. Matamoros
les de nuestra mentalidad; mientras que, por
el contrario, unas tablas tan sólo nos pueden
emocionar porque las comprendemos como
un algo lógico.
Partida Nº 6
Blancas: A. Rubinstein
Negras: S. Tartakower
Gambito de dama rehusado
1.d4 d5
2.¤f3 ¤f6
3.c4 e6
4.¤c3 ¥e7
5.¥g5 ¤bd7
6.e3 c6
7.¦c1 ¤e4
Maniobra simplificadora empleada por el
Doctor Lasker y por Capablanca en posicio-
nes similares.
8.¥xe7 £xe7
9.£c2 f5
Adoptando el sistema “stonewall” (que
en inglés significa muro de piedra) y que fue
llamado así porque cuando se ideó tenía una
gran apariencia de solidez. Hoy día se emplea
mucho menos por haberse observado que la
fuerte posición del caballo central es a costa
de debilitar el esqueleto de peones y de trope-
zar con graves dificultades para el desarrollo
del alfil de dama. Por eso nosotros hubiése-
mos preferido continuar la simplificación
mediante 9...¤xc3 10.£xc3 dxc4 11.¥xc4
O-O; seguido eventualmente de … b6 y …
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¥b7 con un desarrollo aceptable del alfil de
dama y con probabilidades de intentar una
acción central por e5 en momento oportuno.
10.¤e5 O-O
11.¥d3 ¦f6
12.f3 …
Decisión muy prudente antes de enrocar.
12. ... ¤xc3
13.£xc3 ¦h6
14.g3 g5
Un ataque condenado al fracaso, dado el
corto número de piezas que pueden cooperar
en él. Comprendiéndolo así, las blancas no
dudan en enrocar.
15.O-O ¦f6
Las negras se convencen al fin de que nada
pueden hacer contra el rey adversario.
16.e4! …
El principio de una combinación muy
complicada, que lleva consigo el sacrificio de
un peón y que, según todas las apariencias,
debía haber dado la victoria a las blancas, que
al fin les niega el dios de las batallas.
16. ... fxe4
17.fxe4 ¦xf1+
18.¦xf1 ¤xe5
19.dxe5 £c5+
20.¢g2 d4
Todo esto debió ser exactamente previsto
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por Rubinstein al ejecutar la jugada 16.
21.£d2 £xe5
22.£f2 …
La posición de las blancas parece abru-
madora... y, sin embargo, el negro puede de-
fenderse, cosa imposible de prever al jugar
la partida. Por eso merecía considerarse la
irrupción de la dama blanca por la “vía dia-
gonal” en vez de la entrada por la columna de
alfil de rey, mediante 22.£b4! £g7 (Si 22...
c5? 23.£b5 y gana por la súbita parálisis del
juego negro); 23.£d6 ¥d7 24.e5, con fuerte
presión sobre el juego adverso y recuperando
al menos el peón sacrificado.
22... £g7
23.e5 c5
Defendiendo el botín.
24.£f3! …
Con la astuta amenaza 24...a6 25.¥xh7+
¢xh7 26.£h5+ ¢g8 27.£e8+ ¢h7 28.¦f7,
ganando la dama..
24. ... g4
25.£e4 …
En tan bella posición que las blancas se-
guramente daban el triunfo por descontado,
pero grandes sorpresas se avecinan.
25. ... ¦b8!
Comienza la maniobra salvadora.
26.¦f6 b5
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27.£f4 bxc4!
Jugando con envidiable sangre fría.
28.¥xh7+ ¢xh7
29.¦f7 ¦xb2+
30.¢g1 c3!!

Las negras se escapan “como una angui-

lla” de la ferocidad de su adversario.
31.£f6 …
Las blancas reconocen la inutilidad de sa-
ciar su apetito con piezas negras; si 31.¦xg7+
¢xg7 32.£f6+ ¢h7 33.£f7+ ¢h6 34.£f8+
¢h7 35.£xc8 c2! y hay que conformarse con
un jaque continuo.
31... ¦b1+
32.¢f2 ¦b2+
33.¢e1 ¦b1+
34.¢f2 …
El rey blanco no puede atravesar la cor-
tina de humo que forman los peones negros.
34. ... ¦b2+
½–½
TABLAS por jaque continuo.
Nos imaginamos la emoción que debió
experimentar el público que tuvo la suerte
de presenciar el desarrollo de esta “diabólica”
partida.

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