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Me gustaría seguir con el segundo, tercer y cuarto punto del compromiso que habla
de la presencia femenina entre las autoridades universitarias y en órganos superiores
de gobierno. El documento propone un porcentaje mínimo de presencia femenina
entre sus autoridades. Respecto a este punto en particular me interesa hacer énfasis
en la importancia de establecer este porcentaje de manera informada, y no
estableciendo un número y personas solo para llenar cupos, ya que la presencia
femenina puede influenciar la conducta masculina de manera que ambos sexos
presten atención a las problemáticas femeninas, pero también pueden provocar un
backlash sobre el género masculino que los lleve a emplear un rango de tácticas para
obstruir la política de las mujeres y con ello conservar las posiciones de poder o se
presentan barreras difíciles de superar en cuanto a mecanismos institucionales o
condiciones político-culturales de cada pueblo. (Child y Krook, 2009) (Archenti y Tula,
2014). Otra problemática que se puede desprender en consideración de este
segundo punto es que aumentar el grupo de mujeres puede resultar en la elección de
un grupo disperso que no podría estar interesado en seguir los intereses que busca
la equidad de género, pudiendo existir un conflicto de perspectivas. (Child y Krook,
2009) y por otra parte, cuando las mujeres ocupan cargos de alto poder, se le
presentan desafíos a su liderazgo por las normas de poder enfocadas en el género
(Paxton, 2007)
Es por lo anteriormente expuesto que propongo que las políticas que la Pontificia
Universidad Católica debe establecer para formar parte de este compromiso deben
ser en primer lugar: Realizadas bajo un enfoque de género real, viendo a la equidad
de género y a las cuotas de género como una medida de disminuir las brechas
discriminatorias en la universidad y no como una medida reparadora hacia estas
discriminaciones. En segundo lugar, propongo que las mujeres que serán elegidas
para formar parte de este porcentaje propuesto para tomar puestos en vicerrectoría,
unidades académicas o postulación a rectoría sean escogidas a través de su visión
sobre las problemáticas de género para asegurarnos de que exista un real interés de
estas mujeres sobre las problemáticas de igualdad de género y esta llegue a
influenciar a los demás para aumentar el interés por seguir creando políticas en la
universidad bajo un enfoque de género, reduciendo así las políticas discriminatorias
y la dispersión de grupo, que según lo que se expuso en el párrafo anterior, genera
conflictos debido a la diferencia de perspectivas, si bien creo que deben existir
diferencias de opinión respecto a puntualidades de ciertos temas para generar un
espacio al debate y a la reflexión, considero que sí o sí debe estar presente el interés
por la equidad de género, pues de otra manera no se podrían llegar a instaurar
políticas de género reales que provoquen un cambio significativo en la comunidad
universitaria. Por último, me gustaría proponer que las mujeres a las que le sean
otorgados estos cargos de poder se les entregue la confianza de poder realizar este
cargo sin los desafíos que la hegemonía masculina que desde hace años se
presentan en estos cargos pese sobre sus hombros con la creación de estatutos o
medidas protectoras que resguarden la posición de liderazgo de la persona, sin que
sea necesario para ella tener que reiterar a los demás sus habilidades de liderazgo.