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Jesús, Tú eres la esperanza de los hombres, la única esperanza de todo hombre en esta vida;

fuera de Ti solo existe el vacío, la nada, la angustia, la soledad y la muerte. Tú eres Dios
encarnado, nos creaste para Ti, para que seamos felices en Ti y solo en Ti. Pretender satisfacer
este deseo de felicidad, que viene impreso en nuestra naturaleza desde nuestra creación como
un sello indeleble, es como pretender llenar un abismo con puñado de arena. Jesús, sólo Tú
puedes saciar la sed de felicidad, de alegría, de amor y de paz que late en el corazón del
hombre, presente desde el momento de su concepción hasta que muere. Sin embargo, a pesar
de esto, muchos jóvenes se dejan atraer por los espejismos de la droga y así, dejándote de
lado, se encaminan por los oscuros senderos de la drogadicción, emprendiendo un camino sin
retorno hacia el abismo. Jesús, Tú eres la esperanza de todo hombre, pero muchos jóvenes,
atrapados por la falsa sensación de felicidad que proporciona la droga, ingresan en el siniestro
mundo del consumo de estupefacientes, encontrando solo angustia, tristeza, soledad,
desesperación y muerte. Jesús, te suplicamos por los jóvenes de nuestros tiempos, por
aquellos que se encuentran atrapados en la tela de araña de la drogadicción y son incapaces
de salir, para que te apiades y les concedas la gracia de salir de este abismo de locura y
muerte; envía a tu Madre y a tus santos ángeles para que desde el cielo y con el poder de tu
gracia, reciban el auxilio que necesitan para no desesperar y para poner todas sus esperanzas
en Ti, Dios nuestro.

Silencio para meditar.

Jesús, Tú eres la luz, porque tu naturaleza divina es luminosa y la razón es que tu Ser
divino trinitario es la Luz Increada en sí misma; es tu Ser divino el que, encendido desde la
eternidad, también desde la eternidad enciende a la naturaleza divina, haciéndola
resplandecer con fulgores eternos. Tú eres la Luz indefectible, Tú habitas en una luz
inaccesible; Tú eres la “Lámpara de la Jerusalén celestial”; en Ti no hay tinieblas, sino Luz
esplendorosa que no conoce el ocaso; eres Luz y das vida, pero no cualquier vida, sino Vida
eterna, y es por eso que quien se acerca a Ti, recibe de Ti la luz que brota de tu Ser divino y,
con la luz, recibe también la Vida divina, la vida misma del Ser trinitario. Tú viniste al mundo,
que yacía en “tinieblas y en sombra de muerte”, y destruiste las tinieblas y venciste a la muerte
para siempre por el Santo Sacrificio de la Cruz y renuevas los torrentes inagotables de luz
divina en cada Santa Misa, y por eso quien se acerca a la Cruz y a la Eucaristía, se acerca a la
Fuente de Luz y de Vida eterna. Jesús, te pedimos por los jóvenes atrapados por la droga; sin
saberlo, se han sumergido en las más oscuras y densas tinieblas; buscando en un lugar
equivocado algo que los hiciera felices, han extraviado el camino de la salvación y se
encuentran en el más oscuro de los abismos. Para Ti nada es imposible, oh Jesús, y porque Tú
has derrotado a las tinieblas desciende, por tu Misericordia, hasta el fondo del abismo en el
que han caído innumerables jóvenes a causa de las drogas, e ilumínalos, para que puedan
contemplar la hermosura de tu rostro y así inicien el camino del regreso a Ti. Envía, oh Jesús, a
tu Madre, para que derramando sobre los corazones de estos jóvenes extraviados las gracias
que proceden de Ti, puedan salir del oscuro precipicio en el que se encuentran.

Silencio para meditar.


Jesús, Tú eres la Vida eterna, y nos diste una vida en esta tierra, para que ganemos la vida
eterna en tu Reino; Tú nos concedes el período de tiempo que pasamos en esta tierra como
una prueba en la cual decidimos y elegimos, libremente, si queremos gozar de tu Amor para
siempre en los cielos, o si preferimos estar apartados de Ti para siempre, en el infierno. Al
internarse en el oscuro mundo de la droga, muchos jóvenes ponen ya un pie en el infierno, y
los tormentos, dolores y penas que les sobrevienen en esta vida como consecuencia de las
adicciones son solo un pálido preludio de los tormentos, dolores y penas que habrán de sufrir
por la eternidad si no cambian de vida, si no abandonan el sendero de perdición que es la
drogadicción. Muchos, muchísimos jóvenes, desperdician y malgastan sus vidas, el don de tus
manos creadoras, para arrojarlas en los porquerizos pestilentes del consumo de
estupefacientes; muchos, muchísimos jóvenes, a quienes Tú les regalaste la vida y les
concediste innumerables dones naturales y sobrenaturales, desperdician todos estos regalos,
arrojándolos en el abismo oscuro de la drogadicción y así malgastan sus jóvenes vidas,
arruinándolas irremediablemente pero, lo peor de todo, eligiendo ya desde esta vida ser
separados para siempre de tu amorosa contemplación. Jesús, ten piedad de estos jóvenes que
malgastan el don de la vida que Tú les diste; apiádate de ellos, que ven consumida su juventud
en un abrir y cerrar de ojos, que de esta manera ultrajan el tiempo de la juventud,
envejeciendo prematuramente en el cuerpo y en el espíritu y apartándose peligrosamente del
sendero de la Cruz, el sendero de tus Mandamientos, para cumplir los mandamientos del
Príncipe de las tinieblas, que les ordena la auto-destrucción corporal y espiritual, como
muestra del supremo odio que expresa hacia Ti. Jesús, apiádate de estos jóvenes, y haz que tu
Madre nos utilice como instrumentos del Amor de tu Sagrado Corazón, para rescatar a estos
jóvenes del abismo sin fin en el que han caído, para que se levanten por el auxilio de tu gracia
y corran a postrarse ante tu Presencia sacramental y te adoren, como anticipo de la adoración
eterna en los cielos. Amén.

Silencio para meditar.

Jesús, Rey de cielos y tierra, Creador, Señor y Dueño del universo, Dios de toda majestad,
por quien es y existe todo lo que tiene ser y existencia; te pedimos por los narcotraficantes,
que por un mezquino y egoísta deseo de enriquecerse ilícitamente, no vacilan en destruir las
vidas de miles y miles de jóvenes, iniciándolos en el camino sin retorno de la drogadicción. Ten
piedad, oh Jesús, de quienes comercializan substancias de muerte y así destruyen no solo las
vidas de los jóvenes sino familias, ciudades y pueblos enteros, sometiéndolos con las duras,
pesadas e invisibles cadenas de la droga. Apiádate, porque estos sujetos, que también son
hijos tuyos, se han descarriado y en su extravío arrastran a muchísimos jóvenes al dolor en
esta vida y a la muerte eterna en la otra. Apiádate de quienes trafican estos venenos del
cuerpo y del alma, porque han firmado ya su eterna condenación, y de no mediar tu acción
misericordiosa, habrán de pagar duramente, por la eternidad, su infame acción. Apiádate, oh
Buen Jesús, porque ellos también son creación de tus manos e hijos tuyos por el bautismo, y
en virtud de este sello de gracia que llevan impreso en sus almas, por el Amor de tu Sagrado
Corazón y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, haz que se arrepientan del mal
producido y que, con lágrimas de contrición perfecta, reparen el inmenso daño provocado a
tantos jóvenes, para que así purificados de la malicia de sus corazones, puedan ellos también
contemplarte y adorarte en los cielos, por toda la eternidad. Amén.

Silencio para meditar.

Jesús, Tú eres el Amor en sí mismo, y quien se acerca a Tus moradas, la Cruz y en la


Eucaristía, recibe torrentes inagotables de Amor Divino; nadie que se acerque a Ti se va con las
manos vacías, porque todos reciben lo que Tú eres, Amor eterno, incomprensible, inagotable.
Sin embargo, miles y miles de jóvenes rehúyen de tu Presencia, como si Tú fueras un
malhechor, para mendigar el mezquino y efímero amor de las creaturas, y es así que, en el
colmo de los ultrajes y sacrilegios estos jóvenes, menospreciando tu Amor, buscan en las
drogas y en el alcohol aquello que jamás podrán encontrar: paz, felicidad, amor, recibiendo a
cambio el venenoso fruto de las drogas: soledad, tristeza, dolor, angustia, llanto y muerte, que
en muchos casos no es solo corporal, sino también eterna. Jesús, te pedimos por los jóvenes
atrapados por la droga, veneno corporal y espiritual que los priva de todo verdadero amor y
humanidad y los encierra en el más duro egoísmo, volviéndolos cada vez más inhumanos,
deformando la imagen divina que Tú imprimiste en sus almas en día que los creaste. Jesús, haz
que movidos por tu gracia, obremos según tu Voluntad para poder sustraer a los jóvenes del
tenebroso mundo de las drogas, de modo que rescatados de la oscuridad, comprendan que
sólo en Ti y en tu Divino Amor se encuentra la felicidad de todo hombre, y comprendiendo que
eres el Amor de Dios encarnado y la causa de su alegría, adoren Tu luminoso rostro, en el
tiempo y en la eternidad. Jesús, por los dolores del Inmaculado Corazón de María, Tu Madre
que también es Nuestra, danos la gracia de ser imágenes vivientes de Tu Misericordia Divina,
para atraer a los jóvenes a tu Sagrado Corazón, de modo que acercándose a Ti, reciban su
contenido, el Amor Divino. Amén.

Meditación final

Jesús, con la ayuda de la Virgen y de nuestros Ángeles Custodios, te hemos ofrecido nuestra
humilde adoración, pidiéndote por los jóvenes que malgastan sus vidas en el vicio de la
drogadicción. Son jóvenes que destruyen sus vidas y las de sus familias, y también las de sus
pueblos y ciudades, poniendo en riesgo a la Nación entera, causándote un enorme dolor a tu
Sagrado Corazón. Son jóvenes que dicen no encontrarle sentido a la vida, porque han perdido
el sentido de toda trascendencia y así se les ha ocultado tu Rostro, causa de felicidad de todo
hombre. Son jóvenes que se han sumergido en el bajo mundo de la degradación moral,
degradación que los lleva a corromper sus cuerpos y profanarlos, olvidando que sus cuerpos
son templos del Espíritu Santo, adquiridos al altísimo precio de tu Preciosísima Sangre
derramada en la Cruz. Son jóvenes que viven en un mundo de fracaso, de ruina, de
aturdimiento, de vértigo, que los conduce peligrosamente al abismo que no tiene fin, el
abismo de donde no sale, el abismo en donde no estás Tú, el Infierno. Jesús, te pedimos por la
juventud de nuestros tiempos, y principalmente por la que ya se encuentra bajo el peso de
este vicio, dura cadena de Satanás que los aprisiona y esclaviza; haz que estos jóvenes se
conviertan y comprendan que no hay Amor, Paz, Alegría y Felicidad fuera de Ti. Jesús, a estos
jóvenes que están atrapados en las redes de la drogadicción, libéralos, y atrápalos en cambio
en las redes de tu Amor Divino; rompe la dureza de sus corazones con la dulzura de tu Amor;
hazles sentir que estás vivo, comunícales de tu ternura y llena el vacío de sus corazones con tu
Presencia, y así volverán sus rostros hacia Ti y te amarán, en el tiempo y en la eternidad.
Amén.

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