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DANIEL ENCISO

100150132012

¿Porque la lactancia materna se considera un pilar en el tema de la


seguridad alimentaria?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia materna


exclusiva durante los primeros 6 meses del bebé, siendo esta la forma más
segura de alimentarlo y así asegurar su salud y supervivencia. Según
recomendaciones de esta misma institución después de estos 6 meses se debe
combinar la lactancia materna junto con la alimentación complementaria, con el
fin de prevenir la malnutrición y que además constituye una estrategia para la
reducción de la mortalidad neonatal.

Lo que hace tan especial a la leche materna es su composición, pues contiene


todos los nutrientes que él bebe requiere para su optimo crecimiento y
desarrollo, es de fácil digestión, tiene una composición química equilibrada, una
menor exposición a los alérgenos, transfiere inmunidad que protege al niño
contra infecciones y potencia la relación emocional entre madre e hijo. Además
de proporcionar beneficios incuestionables para él bebe, también proporciona
beneficios que se extienden a las mujeres después del parto, la familia, la
sociedad y la ecología del planeta.

La composición de la leche no es siempre la misma, según Almeida (1999) la


leche humana es una mezcla homogénea compuesta de tres fases, las cuales
corresponde a una fase fracción emulsión - glóbulos grasos, posteriormente una
fase de fracción de suspensión y micelas de caseína y finalmente una fase de
solución fracción y constituyentes solubles. Cada una de estas fases proveen a
la leche una composición en contenido, propiedades y nutrientes que difieren y
se adaptan a las necesidades del niño en que cada etapa de su desarrollo.
La lactancia materna es también una fuente importante de factores
inmunoprotectores como IgA e IgG, lactoferrina y lisozima Vinagre y Diniz
(2001), los cuales brindan protección al niño de diferentes infecciones que son
causantes de un gran índice de morbimortalidad infantil, principalmente en el
primer año de vida. Se ha encontrado que el número de estos inmunoprotectores
es aún mayor en la leche de madres de niño prematuros, lo cual es un hallazgo
significativo de la adaptabilidad que tiene este alimento hacia los requerimientos
nutricionales del lactante en todo momento.

Además de los factores inmunoprotectores que componen la leche humana


también han sido hallados factores antimicrobianos, factores antiinflamatorios,
factores inmonomoduladores, factores estimulantes de colonias
hematopoyéticas en la leche humana y citoquinas de los cuales vamos a revisar
a continuación.

Dentro de los factores antimicrobianos esta la presencia de lisozimas las cuales


son polipéptidos con actividad antibacteriana y bacteriostática, cuya
concentración en la leche humana es de aproximadamente 3000 veces mayor
que en la leche de vaca (Welsh et al., 1979). En esta línea se encuentra también
la IgA, que si bien podemos encontrar las demás inmonoglobulinas en la leche
humana, esta es la de mayor concentración, esta provee propiedades sobre todo
a nivel gastrointestinal, promoviendo la constitución de la flora intestinal normal.

Por otro lado también actua contra la actividad de patógenos como E. coli,
Shigella spp, Campylobacter spp, Vibrio cholerae, Haemophilus influenzae,
Streptococcus pneumoniae, virus respiratorio sincitial, el virus de la polio, virus
de la inmunodeficiencia humana, Giardia sp, Candida albicans. La presencia de
linfocitos representa aproximadamente el 10% de los leucocitos totales de leche
y que reconocen antígenos que se encuentran comúnmente en el tracto
gastrointestinal y respiratorio. También es importante mencionar que como la
madre y él bebe están rodeados por el mismo entorno, los anticuerpos que se
encuentran en la leche materna se dirigen principalmente contra los patógenos
a los cuales el niño tiene una alta probabilidad de contraer (BERNT et al., 1999).
De las inmunoglobulinas presentes en la leche maternas destaca la IgA, que
debido a sus propiedades se adhiere a las mucosas del tracto intestinal y de ese
modo lo tapiza por dentro proveyendo una protección al recién nacido contra
virus y bacterias.

Entre los factores antiinflamatorios encontramos la enzima PAF acetilhidrolasa,


la cual degrada el factor activador de plaquetas el cual produce lesiones
inflamatorias. Al nacer los niveles de esta enzima están bajos, pero
posteriormente tienen un aumento gradual, razón por la cual se cree que su
aumento y actividad pueden estar relacionados con la leche materna, más
específicamente con su fase acuosa, durante un periodo vulnerable, (BERNT &
Walker, 1999). Por otro lado Grazioso et al., (1997) estudio los efectos de la leche
humana en ratas con colitis, encontrando que esta tiene efectos antiinflamatorios
inducidos por IL-1.

Otro de los componentes encontrados en la leche materna son las células madre,
las cuales tienen la capacidad de dividirse indefinidamente sin perder sus
propiedades ni la facultad de generar diversos tipos de células especializadas.
Además de encontrar las propiedades ya mencionadas en la leche materna, a
esta se suman la presencia de nucleótidos, lactoferrina, factores de crecimiento,
los cuales promueven la maduración digestiva y citoquinas que facilitan una
comunicación inmunológica entre la madre y el niño. Los nucleótidos estimulan
el tracto gastrointestinal favoreciendo la flora intestinal. La lactoferrina además
de ser fuente de hierro para los bebes, también provee propiedades citotoxicas
que actúan contra bacterias, virus y hongos. Esta actúa capturando el hierro que
los patógenos necesitan para sobrevivir en el tracto intestinal del niño.
Por las propiedades mencionadas anteriormente es claro que la leche materna
no es simplemente un alimento, sino que se trata de una compleja mezcla que
provee al recién nacido propiedades nutricionales que se adaptan en cada etapa
del desarrollo, además refuerza su sistema inmunológico brindando protección
contra infecciones tanto virales como bacterianas. Esta última función es
sorprendente debido a que existe una comunicación de la madre con el entorno
y con su hijo, de tal manera que su sistema inmunológico logra detectar e
identificar diferentes patógenos, elabora anticuerpos contra estos y luego los
transmite a su hijo a través de la lactancia. De este modo el niño al tomar la leche
materna recibirá protección específica contra agentes infecciosos que
probablemente se encontrará durante las etapas de su crecimiento y desarrollo.

De otra parte es importante resaltar el impacto que tiene la lactancia materna en


el binomio madre e hijo, ya que promueve un mejor desarrollo cognitivo y
psicosocial. Cuando el niño es amamantado exclusivamente existen menos
posibilidades de que la madre quede embarazada en los primeros seis meses
posteriores al parto, hay una recuperación más rápida del parto y hace que la
madre pierda más rápido el peso que gano durante el periodo de gestación.
Existen también investigaciones que reportan una disminución de los casos de
depresión postparto y disminuye el riesgo de sufrir cáncer de mama y de ovario.

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