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InSURgentes
-entrevista-
Busco el arte como conmoción /
Alejandrina Reyes
-ideas-
Palabras para Reina Y Felipe, el
recuerdo que no cesa / José Vicente
Rangel
Bolívar insurgente / José Gregorio
Linares
Conspiración contra la OPEP / Rosalía
Villegas
Imperativos para un presente aturdidor
/ Duilio Medero
-reportaje-
El Negrero, comuna de signo racial y
alternativo / Brunilde Palacios y Antonio
José Guevara
-escritura-
Maraña/Luis Britto García
Acercamiento a la lectura de La conjura
sin tregua / María Eugenia Inojosa
Credo / Alí Rojas Olaya
Poesía de William Osuna
Nochebuena negra y los tiempos de la
existencia / Nelson Guzmán
El presente Informe / Carlos Enrique
Rojas
-dossier-
Dossier Ezequiel Zamora
-unearte-
Invitación a profesores y estudiantes a
escribir en Insurgentes
UNEARTE: visión y misión / oportunidades
de estudios / requisitos de Ingreso
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DIRECTORIOS
Ministerio del Poder Popular para la Cultura
Vicerrector Académico
Editorial
El primer número de una publicación siempre
contiene una exposición de su línea temática y sus énfasis,
fieles a esa costumbre señalemos que inSURgentes se
propone ser la caja de resonancia de los discursos emitidos
por los docentes y cursantes de UNEARTE sin limitaciones
de ninguna clase.
geronimoperescaniere@gmail.com
lourdesmanrique108@gmail.com
-Alejandrina Reyes-
-entrevista-
Busco el arte como conmoción /
Alejandrina Reyes
Saludarte Venezuela
ALEJANDRINA REYES/ Otra cosa que implementaremos será
Saludarte. Vale decir, ir a la salud a través del arte. Se
trata de prevención, de desarrollar la dinámica de expresión
que conduce a ser saludable. Porque la autoexpresión
deja salir nuestras pulsiones, una obra que muestra
violencia puede resultar preventiva. El deporte y la cultura son
vehículos hacia la salud porque le dan salida a cosas.
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-ideas-
Palabras para Reina Y Felipe, el
recuerdo que no
cesa / José Vicente Rangel
Con el presente texto, prologal del libro
Felipe Malaver: un combate por la vida, José
Vicente Rangel, figura muy eminente de la
Revolución bolivariana, periodista atendido
por todos, ex candidato presidencial,
denunciador valiente, recupera la anécdota y el
clima de la época terrible con las armas de la
prosa lacónica y sensible
Felipe Malaver, dirigente sindical, trabajador del
sector bancario, miembro destacado del Partido Comunista
de Venezuela (PCV), forma parte de los Aproximadamente
t re s m i l mi l i t a n t e s revolucionarios desaparecidos
durante las décadas 60 y 70 del siglo XX, en tiempos de la
democracia del Pacto de Punto Fijo, cuando Venezuela
era modelo de exportación de "respeto a los derechos
h u m a n o s y e x a l t a c i ó n d e l o s v a l o re s d e l a
democracia". En varias oportunidades me he referido
a la inmensa contradicción que existía para entonces
entre el modelo democrático que apuntalaron en más de
cuatro décadas los partidos Acción Democrática
(socialdemocracia) y Copei (democraciacristiana),
con apoyo de grupos económicos, mediáticos, Iglesia
católica, y la utilización de la Fuerza Armada Nacional
como soporte. La siniestra figura del desaparecido cuyo
saldo en Venezuela es desolador por la forma como el
sistema la usó y disimuló fue, al mismo tiempo,
premonitoria de lo que en años posteriores se
extendería por toda la región.
La precisión del origen del fenómeno hay que hacerla
por razones históricas. A la Venezuela puntofijista le
tocó el ominoso privilegio de abrir las puertas a las
formas represivas cruentas y sofisticadas. Nuestro
territorio sirvió para instalar el laboratorio rcpresivo
concebido en la Escuela de las Américas, que luego
ejecutaron los instructores norteamericanos en el país.
El privilegio nos correspondió a nosotros por muchas
razones, entre otras, la fortaleza del movimiento
revolucionario, la disposición a la sumisión de la clase
dirigente, incluidos jefes de partidos, sectores económicos y
el carácter desnacionalizado de la FAN para ese
momento.
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2
La serie cinematográfica, en trece capítulos, fue escrita, producida y presentada por él para la
BBC. Se estrenó en 1969 y honra a la Cinemateca Nacional la prontitud con que se exhibió en
Venezuela. Véase la obra original de Kenneth Clark: Civilisation, A personal view, BBC Books,
London, 1969.
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-reportaje-
consciencia?
No se nos ha visibilizado en el
ordenamiento jurídico
y comunidades venezolanos
pueblos y comunidades
diferentes formas de
producción, costumbres
tradicionalmente ocupan,
Corresponderá al Ejecutivo
pisatarios, demarcar y garantizar
el derecho a la propiedad
vendidas.
respetar la interculturalidad
cree”.
políticos, culturales,
deportivos, ambientales,
económicos, productivos
organizativos, cosmogónicos,
la xenofobia, la negrofobia,
propósito de seguir
desarrollando su identidad,
construcción colectiva su
desarrollar su identidad
espiritualidad y lugares
educativo de carácter
intercultural y multicultural,
atendiendo a sus
particularidades
socioculturales, valores,
cosmovisiones y tradiciones.
El aprovechamiento de los
para la extracción.
aspiraciones etnoculturales y
segregación, discriminación o
negrofóbica, xenofóbica,
conexas de discriminación
administración pública y en
comunicación, en base al
princi comunidades negras u oscuras
venezolanas deberá tomar en
pios
cuenta, el medio ambiente, las
de
maneras como se desarrollan
iguald sus procesos productivos,
ad y diferentes formas de
organización social, de
respet
producción y cultivos. En
o
consecuencia, los programas
de la
curriculares deben asegurar y
divers
reflejar el respeto y el fomento
idad
de su patrimonio o legado, sus
étnica
valores artísticos, sus medios de
y
expresión, aporte cientifico y sus
cultur
creencias religiosas.
al
La
aspiraciones sociales,
económicas, religiosas,
científicas, deportivas y
de educación, científicas y de
comunicación.
derechos y obligaciones,
condiciones sociales y
realizarse en cooperación y
consultadas.
incluido el conocimiento
aportes a la historia, a la
producción, cosmovisiones
religiosas, a fin de que se hagan
garantizar mayores
capacitación técnica,
superior, postgrado,
postdoctorado, destinados a
estudiantes de escasos recursos
que se destaquen por su buen y
al ordenamiento constitucional,
coordinación de esta
jurisdicción especial con el
recuperar, preservar y
desarrollar su identidad
cultural, formas de
organización, formas de
instituciones jurídicas de
realidades.
El estado venezolano debe
jurisdicciones especiales,
encuentran establecidos en el
multidisciplinario que se
de acuerdo a su experiencia y la
Constitución de la República
discriminación, negrofobia y
aporofobia.
jurídicas sancionatorias,
jurisdicciones especiales,
autonomía financiera.
una representación
Nacionales, en la Asamblea
Comisiones Permanentes,
General de la República,
Públicos, Organismos de la
como en la organización y
funcionamiento del Consejo de
públicas.
fortalezas provenientes de su
incorporación de Proyectos
autofinanciamiento y que
producción, consumo y
activa.
en la reciprocidad, solidaridad,
actividades de productividad
tradicionales, su participación en
la economía nacional y a definir
sus prioridades de acuerdo a su
el propósito de fomentar y
o
consolidar su organización, la
venez difusión de sus contenidos,
formación, equipamiento y
olano
funcionamiento.
debe
Los pueblos venezolanos que
garant
poseen una piel negra u oscura
izar y
tienen derecho a una salud
poten
integral que considere sus
ciar el
principios bioéticos.
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-escritura-
Maraña/Luis Britto García
Luis Britto García es narrador, ensayista,
periodista de opinión, guionista de películas de
gran actualidad y, en síntesis, el
intelectual más connotado de la Venezuela
actual. De su más reciente libro, Maraña,
insertamos tres narraciones. Uno es El joven
Mozart que define a aquel genio a partir de
cicatrices que no serán abultamientos de
carne sino de alma, de música, enfamiliadas
con la manera absolutamente excepcional
en que nacían las piezas mozartianas,
completas, acabadas, como una catedral,
como un potrillo que segundos después de
ser parido, húmedo todavía en el líquido
amniótico, se alza sobre sus patas e inspira
el aire. Es un cuento magistral sobre el tema
del Arte. Otro es El recogedor de Paraísos,
donde la realidad se autointerpela y se
responde ensorprendente hallazgo
paradojal porque “Añicos de
Paraíso son las estrellas que juntamos en el
saco de la memoria” , el tercero, Tigri, es la
aventura de un gato en unas quintas donde
por igual araña vidrios, monologa
interiormente, se deja querer y muere
El joven Mozart
1
2
El niño Mozart aprende de su padre las notas
con palmeta y el pentagrama con palmeta y la
armonía con palmeta y la composición con
palmeta. Más tarde los melómanos escuchan
la voz de Dios en su armonía, sus notas, su
pentagrama sus composiciones que para
Mozart no son ya más que variaciones
innumerables de la laceración de la
palmeta.
3
El niño Mozart descubre que cada nota abre
una herida y las restantes sólo sirven para curarla.
Sólo se sana al mundo de la
infección de las notas musicales de la misma
manera que algunas enfermedades se
combaten con otras: la lira de Orfeo disfraza
la voz de los infiernos: la felicidad de la obra
maestra miente que todo su horror ha sido
enmascarado.
4
El niño Mozart huye del dolor incluyendo en
sus composiciones la nota misteriosa que es
imposible oír. Maravillosamente bien maneja
las discontinuidades. La música es, le parece,
pausas en el tumulto del ruido. Nadie
entenderá que su verdadera obra es inaudible
obertura ejecutada con silencios: su triunfo
advendrá con la cesación de ruidos de la
sinfonía eterna de la muerte.
5
El niño Mozart dirige en Milán su motete
Exultate-Iubilate para los devoradores de
seres humanos que sólo interrumpen su
cháchara sobre robos y negociados y
rebatiñas para mirarlo y reírse de la miserable
suerte que le espera cuando cumpla dieciséis años y
ya no pueda venderse como niño
prodigio. El joven Mozart exulta invulnerable
contra el desdén de los devoradores porque
ha decidido lo que a éstos les está vedado
que es el júbilo de seguir siendo eternamente
niño.
6
El niño Mozart huye por ciudades heladas y
palacios hostiles de todos los que lo olvidan
tras aplaudirlo: el príncipe-arzobispo
Hyeronimus von Colloredo-Mansfield, que lo
echa de su cargo en Salzburgo; la
Pompadour, que no lo abraza en París por no
desarreglarse el vestido; Aloyza Weber, que
lo rechaza en Viena; la princesa de
Wurttemberg, que le niega el cargo de
maestro de música para dárselo a Salieri; el
emperador Joseph II, que opina que su
música tiene demasiadas notas: todos los
que hoy sólo son recordados porque alguna
vez olvidaron a Mozart.
7
El joven Mozart es asaltado cada vez más por
las composiciones que se le vienen a la mente
completas como una catedral
terminada, y cuyas notas él escucha todas al
mismo tiempo como quien abarca una
multitud de una mirada. Querría el joven
Mozart irlas armando acorde por acorde
o silencio por silencio como el albañil que en
cada bloque deja su alma, pero se acerca en
cambio a su propia obra como el peregrino
que descubre la catedral terminada.
Empezada o concluida por quién, lo
ignora: si por Dios, por una oscuridad que lo
rechaza; si por él mismo, por un misterio que
lo excluye. Mientras más perfectamente
armadas arriban las composiciones a su
mente más se siente como el pregonero
miserable que por las calles grita decretos de
un poder que no entiende: tampoco los
comprende quizá nadie: los débiles humanos
son palomas que aletean en el vacío
llevando mensajes de nadie dirigidos a
ninguno.
8
El joven Mozart declara no saber qué hace a
sus piezas mozartianas: afirma que nunca se propuso
componer piezas mozartianas: la
perfección misma no puede tener la limitante
de un estilo y mucho menos de un
nombre; desde que empieza la manía por lo
mozartiano se siente perdido Amadeus: se ha
desviado de la vasta impersonalidad del
universo: del agobiante todo con el que quiso
siempre confundirse para escapar de su
tormento.
9
El joven Mozart da en las calles de Praga con
el loco que sólo percibe sus sinfonías como
colores y en la LinkeWienzelle de Viena con el
desquiciado que sólo escucha sus óperas
como construcciones geométricas. Por el
contrario da el joven Mozart en percibir como
sonatas los cuadros de Canaletto y como
concertigrossi las tartas de la repostería
vienesa. Pasa frente a la catedral de
Alexanderplatz y rompe en llanto: a nadie
puede explicar lo que escucha en la
barahúnda de las formas: la más hermosa
música del mundo es inaudible: la
humanidad está condenada, y no lo sabe.
10
El joven Mozart confía en que la música sea
un medio de conocimiento, que por ella se
saque el compositor, por éste el universo y
por el universo el vacío. No hay forma de
perpetrar una nota sin despertar
movimientos, emociones, ideas. El joven
Mozart intuye una fábrica del mundo que
transcurre invisible y de la cual la música
expresa apenas un eco remoto. El joven
Mozart ase apenas uno de los hilos de
la trama, quien siguiera ese hilo hasta el
tejido se haría Dios, pero es un hilo que
desteje a quien lo toca.
11
El joven Mozart en la medianoche después
que se apaga la última vela borronea a
oscuras sobre el pentagrama las notas que
resuelven el misterio de todo y en el hambre
de la madrugada divisa apenas una
confusión ilegible que le revela que no hay tal
misterio. En el cuarto de al lado su esposa
Constanza acaba de parir un hijo muerto. Lo
único es la belleza, y no basta.
12
El joven Mozart corre hacia el estreno de su
Don Giovanni por el puente de las estatuas de
Praga, donde una doble fila de convidados de
piedra lo invita a cenar esa noche en el
infierno del triunfo. Al regreso lo esperan
cerrándole el paso: tener éxito con la creación
es desafiar al Creador y tenerlo con las
mujeres sobrepasarlo. En la otra vida asegura
la envidia de Dios y en ésta la de millares de
enemigos que le expedirán el pasaporte a la
otra. -¡Pentite! ¡Arrepiéntete!, truenan a coro
las estatuas. “No”, ríe el joven Mozart. Su
mala suerte está echada. Desde entonces
camina entre estatuas de piedra que le
desean o anuncian la muerte sin saber que es
lo único que codicia para librarse del
tormento de la perfección.
13
La Muerte comunica al joven Mozart que no
puede segarlo porque nadie es capaz de
componer un réquiem digno de conmemorar
la muerte de Mozart. -¿Apuestas?- dice
Mozart.
14
El joven Mozart termina de dirigir el estreno
de La flauta mágica y distingue entre el
público el rostro del compositor Salieri
petrificado por la envidia. El joven Mozart se
desploma en el banco de un parque y susurra
a Constanza que alguien lo ha envenenado.
El enlutado heraldo del conde Walsseg toca
día y noche a la puerta exigiéndole la entrega
de un réquiem. Salieri entra, con un frasco de
veneno. El moribundo Mozart le confiesa:
Dios me ha engañado dándome a la vez la
facultad de intuir la armonía y la incapacidad
de expresarla: así como me odias por la
mezquindad de tus composiciones ante la
perfección que sospechas en las mías, me
desprecio yo por mi indignidad ante el
objetivo que concibo: sólo erijo torres
derruidas en el intento de alcanzar un astro
inaccesible: no he escrito una nota que valga
la pena. Salieri comprende que el enfermo
desea la muerte para evitar la tentación de
repetirse; huye y en la accidentada escalera
traga el veneno que reservaba para Mozart.
Cada escalón sufre una arcada, y tras
hundirse en un abismo despierta en un
charco de vómito. El boticario lo ha
engañado.
14
El joven Mozart expira mientras Salieri,
inclinado sobre un montón de partituras
borroneadas, compone un Réquiem que
entrega al enlutado mensajero del conde de
Walsseg afirmando que lo ha compuesto
Mozart. O el genio es sólo dolor de la propia
miseria, o el prestigio del genio ilumina
cualquier miseria que toque: no sabe Salieri
cuál de las dos hipótesis es más atroz
mientras enloquece ante el espectáculo de su
única obra no firmada que se encamina hacia
la eternidad mientras él avanza hacia el
olvido.
15
Allá van a la carrera los convidados de piedra,
allá acarrean el cadáver del joven Mozart en el
carretón de los pobretones, allá lo arrojan
apenas envuelto en una sábana en la fosa
común con todos los que jamás fueron
convidados al banquete de la armonía de las
esferas: allá cae el joven Mozart liberado por
siempre del tormento de oírla; acá quedamos
los convidados de piedra librados al eterno
martirio de jamás haberla escuchado.
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El recogedor de Paraísos
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Tigri
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En el presente ensayo
María
Eugenia Inojosa realiza un
lúcido
análisis de la novela
de Lourdes
Manrique La conjurasin
tregua
(Ediciones Casa de Bello)
enfatizando
su técnica de construcción
fractal y otros aspectos, tanto
formales como de su deliciosa
anécdota, que sigue a una
mujer venezolana en su
frecuentación
obsesiva, poética, barroca del
fusilamiento del zar Nicolás
segundo, la
emperatriz y los hijos de
ambos en la
“casa del fin especial” todavía
existente
en Ekaterimburgo, Rusia.
Bibliografía:
• Guzmán, Nelson. Ezequiel Zamora. La Fuerza Revolucionaria de la
historia. pp.138 Inédito
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Creo en nuestro padre Simón Bolívar,
Libertador del Mediodía de América,
creador de nuestro cielo. Creo en la
filantropía, la ciencia y la pedagogía
erigidas en el corazón del hombre más
extraordinario del mundo. Creo en el
amarillo, azul y rojo de Francisco de
Miranda. Creo en la Silva a la
agricultura de Andrés Bello. Creo en el
alzamiento de José Leonardo Chirino y
en el movimiento emancipador de
Rodríguez, Gual, España, Picornell y
Joaquina Sánchez.
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Poesía de William Osuna
William Osuna es Caracas, es melena blanca y crespa y risa de pana. Para mi es el
cine América al lado del Nuevo Circo con las series del Alcón negro, es la chaqueta
Mac Gregor y el blue jean, que en nuestra juventud se llamaba overall,. Él guardó en
alguna gaveta inmaterial la cartulinita que repartían con la lista de las películas que
iban a pasar de lunes a domingo. No creo que los zapatos que usara fuesen Pepito,
más cerca estaba de los Super. Bajaba de una calle de El cementerio donde vivía
también Roberto Santoyo, casas todas igualitas, de Pérez Jiménez, creo. Lo imagino
tiracoñazos aunque nunca lo vi en eso. A lo mejor nunca fue al cine América, las
cartulinitas serán entonces del Arauca, el Rivera, que era de malandros y escupitazos,
o del Reforma, que era más aparente, más de ir el domingo con Rosita y la camisa
blanca, cuello planchado y corbata con pisacorbatas que no era de oro pero si dorado.
Y las yuntas, no podían faltarle las yuntas a aquellos quince años que iban para
dieciocho. No tengo dato pero te imagino en las misas de aguinaldo, con los patines
Winchester o los Kingston, que eran mejores, comiendo las arepitas dulces con anís.
A lo mejor no hubo nada de eso. La mamá de Rosita decía “por un tris” y Rosita
también. Y la fama que quedó fue que la gozó un sábado que la señora salió a
comprar creuela. Después supe que era poeta y que lo escondían y perseguían los
montunos de la cultura, después lo encontré, mejor dicho, entonces fue que to conocí
cerca del cine América, que sigue pasando películas aunque no se ven. Andaba con
melena, sin corbata, sin cuello duro, con el oído atento a la ciudad y a mantener la
transparencia, como diría Guillermo Sucre, para que la ciudad llegue, no mediocre
pero si verdadera, equilibrio difícil. Lo logró. La bonhomía la mantiene y de eso,
creo, se felicita, también del talento que no usa libro de contabilidad ni analiza quien
es el cuentadante.
Estos poemas fueron dichos en Medellin hace bastantes años, se puede sentir
en ellos la butría completa, invitan a un análisis comparativo del proceso de una
retórica hasta hoy. Aparecen en internet bajo el logo de Prometeo, Revista
latinoamericana de poesía número 81-85. El autor bajaba de una calle de casas
igualitas de El cementerio, de las hechas por Pérez Jiménez.
Salmo
Entren los imperios en decadencia
Y declinen ciudades.
No irán junto a mí
Los terribles espejos que me contemplaron.
No se consagrarán los cuerpos en ruinas,
Ni cuanto supe de ancianos vencidos.
Sea mi estandarte en medio de tanta alabanza
Gloria y fama para los que guardaron distancia
En la razón.
La suerte y todos mis sueños bajo insólita ley.
Una devoción desnuda vuelve a confirmarnos.
Piedra sobre piedra, boca sobre boca
Y todo requiere ayuda en estos lugares ferrosos.
Profecías
***
Se da sus aires.
Sobre salvajes
A usted maestro
te bendecimos.
-dossier-
Dossier Ezequiel Zamora
Hugo Rafael Chávez Frías
Nicolás Maduro
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********************************
Nicolás Maduro
“158 años se cumplen hoy del vil asesinato a traición del General del Pueblo
Soberano, Ezequiel Zamora. Traición oligárquica que sigue rondando hoy en contra de
quienes luchamos por reivindicar al Pueblo humilde. ¡No podrán! Los hijos e hijas de
Chávez estamos destinados a Vencer”.
********************************
La estructura social
La masa popular venezolana siente que la lucha en la que participa tiene que
llegar hasta objetivos más importantes que el simple cambio político. Para los
peones y jornaleros, para los libertos y esclavos el programa “hombres nuevos,
alternabilidad republicana”, carece de sentido. El programa de lucha para los
“eternos miserables”, confusamente expresado y a tono con el desarrollo social
venezolano, no era otro que “la igualación de clases”, o, en términos más exactos,
la eliminación de la estructura económica afianzada en la explotación del trabajo
humano. Juan Vicente González intuye el mar de fondo de aquella lucha a la que
califica de “movimiento anarquista”. Y Ezequiel Zamora, el caudillo popular del
movimiento revolucionario de 1858-1863 expresa en sus proclamas los verdaderos
objetivos de la lucha: “no habrá pobres ni ricos, ni esclavos, ni dueños, ni
poderosos, ni desdeñados, sino hermanos que sin descender la frente se tratan vis
a vis, de quien a quien”.
**************
Zamora masón
Zamora entre 1848 y 1855 amplió sus horizontes intelectuales,
estudia los problemas militares desde el punto de vista teórico,
comprende la fundamentación política del programa de tierras y
hombres libres- y lo más importante a nuestro juicio- descubre los
nexos existentes entre ese programa y el programa de los insurrectos
de junio de 1848, en París…/…con el círculo de amigos de Caracas y
cuando viene a esta ciudad con ellos se reúne para discutir sobre la
situación política nacional y para comentar las informaciones y
periódicos que llegan de Europa (…) Los insurrectos de junio de 1848
residentes en Caracas participan en estas reuniones y cooperan con
sus ideas y experiencias. En el círculo de amigos Ezequiel Zamora
(que se diferencia de las otras fracciones liberales por su radicalismo)
surge la iniciativa de formar progresivamente un “partido dentro del
Partido liberal” para difundir el credo igualitario, ganar posiciones y
hacer la revolución, porque nuevamente la sierpe goda se está
apoderando mañosamente de la República, con guante seda,
habiendo fracasado en los campos batalla y hay liberales que
transigen”. Hay preocupación por la abolición de la esclavitud con
indemnización. Se discuten planes de trabajo y se decide que
Zamora se inscriba en la masonería, en tanto que otros de Caracas
se dediquen a la organización de los artesanos en gremios por
oficios…/…En efecto, el 18 de mayo de 1855 Ezequiel Zamora fue
recibido como miembro de la Organización Francmasónica, en
Ciudad Bolívar, por la Logia Estrella del Orbe…/…La Disertación de
orden pronunciada por Zamora versó sobre “La Libertad e Igualdad
entre los Hombres”, y fue editada posteriormente en la Imprenta El
Edén, de La Victoria". Federico Brito Figueroa.
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Rómulo Gallegos
En el presente fragmento de su novela Pobre negro, más que la
anécdota de los hombres públicos, el gran narrador retrata de la gran
conflagración un momento mínimo con todos sus signos de patetismo,
indefensión, locura.
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César Rengifo
César Rengifo es el dramaturgo al que la historia vino a buscar, armada de la revolución
bolivariana. Tres de sus obras, fue natural, recrearon la guerra federal con presencia intensa de
Zamora, presencia que está en cada vida, en cada fragmento de vida voceada desde el escenario.
De tal multiplicidad transcribimos el siguiente parlamento donde se escucha al más agónico
personaje de Lo que dejó la tempestad
Brusca- Yo los vi…eran mis cuatro hombres…Jacinto tenía el chopo apretado contra el pecho y
sonreía…Carmelo estiraba los brazos hacia adelante y su penacho amarillo estaba tinto de
sangre…Juancito cayó boca abajo abrazando la tierra…!Cómo quería la tierra…! Bonifacio en las
empalizadas trataba de buscarse las piernas que la metralla le había llevado…yo los vi…y arriba
volaban los zamuros…ja,ja,ja…
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Lisandro Alvarado
En un tono cerebral y técnico, casi brechtiano, también pedagógico, que adeuda indudablemente a su
condición de científico, Lisandro Alvarado, revisa la batalla de Santa Inés en las páginas que transcribimos
a continuación. Son capítulo de Ezequiel Zamora y a revolución, libro que escribió en una vida itinerante
que recorrió a Venezuela en lomo de burro, en canoas y a pie, dentro de la que recogió paisajes,
detalles de la vegetación, la fauna, las costumbres y tradiciones populares, la vida de los pueblos
indígenas y extensamente la anécdota de su biografiado
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Arturo Uslar Pietri
Arturo Uslar Pietri
En los párrafos que siguen, el talentoso intelectual de derecha lee la
Guerra Federal con ojos ciegos a la miseria que la creó, a la pudrición que
florecía en los cuerpos y los cerebros de los venezolanos pospuestos por la
república oligárquica, detenido sólo en sus componentes conductuales.
Ejecuta una transcripción del manifiesto que emitiera Juan Crisóstomo
Falcón, interesante en cuanto presenta combinados justicia social y
federalismo
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Gerónimo Pérez Rescaniere
El componente causal de la Guerra Federal venezolana constituido por la aplicación formal y
autoconsciente del liberalismo económico es abordado en este texto retomando lo que en tono de
arrepentimiento explicó Fermín Toro en su libro Reflexiones sobre la Ley de abril. También se revisa el
carácter absolutamente excepcional, específicamente zamorano, que tuvo el federalismo venezolano en
comparación con las revoluciones federales que se producían al mismo tiempo en varios países
latinoamericanos
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Los antiguos mantuanos, muchos de los cuales se habían escapado de la guerra yéndose fuera de
Venezuela, regresan a reclamar sus esclavos y sus haciendas. Regresan con su mismo desprecio por los
pardos, indios, negros, zambos y mulatos que nunca nada poseyeron, salvo su esperanza de llegar a ser libres.
Regresan con su misma soberbia de amos de los valles. La República ahora les pertenece. Las leyes que
dictan los favorecen y privilegian. En 1830, cuando Bolívar muere en Santa Marta, y con él el proyecto de
Colombia la grande, Venezuela queda en manos de los antiguos amos. No mandan ya los españoles, pero
continúan los dueños. El pueblo ve con indignación cómo muchos de estos nuevos propietarios de la patria
conquistada habían sido partidarios de la corona española, realistas, ellos mismos o sus hijos. Por eso llama a
toda esa nueva clase dominante los godos (* ), que era como los patriotas llamaban a los españoles durante la
guerra. Los godos, nuevamente, reinaban. Después de la muerte de su marido, Paula Correa se muda con sus
hijos a Caracas. Carlota, Genoveva, Gabriel, son los hermanos de Ezequiel Zamora. Son blancos de orilla, otra
de las calidades subalternas heredadas de la Colonia: blancos pero plebeyos, sin sangre de abolengo, sin
honor, sin riquezas ni heredades. Son también mirados con menosprecio por los godos, pues se confunden con
el pardaje. En fin, son pueblo, sirven como peones, mandaderos y criados, igual que los morenos. Ezequiel
tiene los ojos azules y el cabello claro, pero pasudo, muy ensortijado, casi como un africano. En ese blanco
pueden esconderse muchas razas. Años más tarde, por la época en que fue condenado a muerte por
encabezar la rebelión de 1846, un funcionario lo describe así en un expediente: Pelo rubio pasudo y bastante
poblado, color blanco y algo catire, frente pequeña, ojos azules y hundidos, nariz larga y perfilada, boca
pequeña y algo sumida, labios delgados, barba roja y escasa, estatura regular, cuerpo delgado, muy junto de
muslos, y piernas manetas. Tiene las manos largas, descarnadas y cubiertas por un vello áspero; los pies son
también largos y flacos; es de un andar resuelto En Caracas, Ezequiel asiste a la escuela de primeras letras en
la esquina de Las Mercedes. Serán las únicas aulas a las que tenga oportunidad de concurrir. Allí recibirá la
instrucción elemental que reciben los niños no privilegiados de su edad: lectura, escritura, nociones básicas de
gramática y aritmética, algo de educación religiosa. Por lo demás Zamora será un autodidacta apasionado,
como Bolívar, devorador de libros de historia, de política y de artes militares. Su hermana mayor Carlota se ha
casado con un inmigrante francés, Juan Caspers o Gaspers, llegado a Venezuela después de la caída de
Napoleón Bonaparte. Caspers viene huyendo de la terrible represión desatada en Francia contra todos los que
habían compartido el proyecto revolucionario escuchará con atención las emocionadas historias de la
Revolución francesa (* ), la toma de la Bastilla y el asalto a las Tullerías por un pueblo en armas exhausto de la
monarquía absoluta y del feudalismo (* ). Pero la fascinación mayor de Ezequiel Zamora, en sus sensibles años
de formación, la acapara la historia de la antigua Roma. No la del Imperio sino la de la República (* ), que
todavía existía en Italia en los siglos II y I antes de Cristo. Los hermanos Tiberio y Cayo Graco, aristócratas de
origen, asumen la defensa de los esclavos y los desfavorecidos de aquella poderosa civilización, luchando
contra un Senado conservador y una élite latifundista (* ) a favor de una repartición más justa de las tierras. Los
Gracos serán asesinados por bandas armadas de la oligarquía romana. Más tarde, treinta años antes del
surgimiento del Imperio, en el siglo I, el gladiador Espartaco se pone a la cabeza de una inmensa rebelión de
esclavos que reúne a más de hombres y mujeres dispuestos a conquistar una vida más digna y humana al
costo que fuera. Espartaco organiza un ejército que durante más de un año derrota a las invencibles legiones
romanas en su propio terreno, cambiando el curso de la historia europea. En la mente y en la emoción del
Zamora niño y adolescente, una rebelión y un ejército de los miserables son posibles, y quizás necesarios.
Zamora debe trabajar para vivir. Vuelve entonces a los fértiles Valles del Tuy y los Llanos Centrales. Gracias a
un préstamo de su cuñado Caspers monta una tienda de víveres, una pulpería, como se llamaba entonces, en
Villa de Cura, desde donde también se dedica al comercio de ganado, en 1838, cuando tiene 21 años.
Estupendo jinete y viajero, recorre al detalle las rutas montañosas que enlazan la capital del país con las
llanuras del Guárico
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ATENCIÓN DIAGRAMADORA, ESTO IRÁ EN UN CUADRITO
ESPECIAL DE COLOR, SIN NOTÍCULA
La Guerra Federal acontece en una Venezuela donde los derechos elementales del pueblo eran
pisoteados. Terminada la Guerra de independencia, la esclavitud no había desaparecido. Los campesinos en su
gran mayoría eran aparceros. La población se moría de hambre, de disentería, de tifus, de malaria, de
paludismo y de otras enfermedades tropicales. La oligarquía disolvió la Gran Colombia desoyendo a Bolívar.
Páez, hombre de grandes proezas, fue captado por esta clase social, llegó a ser el jefe político del latifundismo.
La época de su gran patriotismo, romanticismo y de servicio a los intereses del pueblo había quedado atrás. Su
esposa Dominga Ortiz fue cambiada por la bella Barbarita Nieves. Páez tenía dones naturales para el liderazgo.
Se dejó encalamucar la cabeza por Miguel Peña y decidió disolver la Gran Colombia. Muchos de los que habían
sido hombres de confianza lo traicionaron. Miguel Peña y otros con sus consejeros llegaron a establecer el
Congreso de la República en Valencia. Hasta allí llegó el poder de Peña, muchos no estaban de acuerdo con el
cambio de los poderes públicos a Carabobo. Posteriormente llegó Ángel Quintero y lo sustituyó como Ministro
del interior y asesor de confianza extraordinaria para Páez. Aquella Venezuela había impuesto un ritmo
económico que había hundido al país en la miseria. La ley de espera y quita que fue establecida desde 1934
legalizó aquella estafa.
Se había impuesto el capital bancario. Los intereses de los préstamos eran extenuantes. Los dueños de
tierras que pertenecían al Partido Liberal estaban opuestos a unas leyes que no hacían otra cosa que retrasar el
desarrollo. Se trabajaba para los prestamistas. Los conservadores latifundistas contaban con el apoyo del
Estado. Las cosas más insólitas ocurrirían durante el gobierno de Carlos Soublette, los diputados y senadores
conservadores rechazaron el proyecto Aranda, que planteó la creación de un Instituto de auxilio a los dueños
de tierras haciéndole préstamos con intereses a bajo tenor. Soublette y los representantes de la Asamblea goda
se opusieron diciendo que los campesinos no tenían tierras y que serían excluidos, pues se beneficiaría a unos
pocos. Se argüía que el asunto era otro, la construcción de caminos lo cual hiciera posible la comercialización
entre estados.
En la Venezuela de 1844 las tensiones y confrontaciones sociales eran enormes. La oligarquía pedía
encarcelar a Antonio Leocadio Guzmán por haber ofendido la moral del banquero Juan Pérez acusándolo de
estafador, de evasor de los impuestos sobre la rentas. El Relámpago mantenía una campaña de injurias contra
Pérez. Ese periodiquillo caraqueño estaba dirigido por un talabartero sin formación cultural, quien tenía su
negocio en Santa Rosalía. Como responsable de aquel periodiquillo fue citado por los tribunales, los jueces
dictaminaron que la figura que estaba detrás de toda esa patraña era Antonio Leocadio, pero cuando se le iba a
condenar el pueblo se agolpó enfrente de los tribunales reclamando los derechos ciudadanos de Guzmán. Los
jueces temblaron ante la acción del soberano y quienes estaban dispuestos a reprimirlo cedieron en sus
pretensiones. El Partido Liberal, a pesar de que se había desprendido del fanatismo católico de la época y de los
godos, invocaba en sus discursos el gran poder de Dios.
Antonio Leocadio conjuntamente con Tomás Lander, Manuel María Echeandía, José Manuel García,
Felipe Larrazábal y otros dirigían el Partido Liberal. El venezolano era un periódico de combate que denunciaba
las vicisitudes en que estaba sumida Venezuela. En lo teórico defendían los derechos constitucionales de los
campesinos, el régimen político oligarca había conculcado el derecho al voto a los no propietarios de tierra, se
intentó vulnerar igualmente el derecho al voto de lo analfabetas, tampoco aquellos que tenían deudas podían
votar. El movimiento radical liberal, cuando Guzmán marchaba a realizar la entrevista con Páez en la Victoria, se
fracturó. Antonio Leocadio al darse cuenta de que el pueblo tomaba las propiedades de los oligarcas tembló, él
lo dijo, ese no era el tipo de proceso que quería. Aquella idea de reunirse con Páez había sido promovida por
Mariño para evitar una guerra, su indecisión llevó al disgusto de Zamora y de Echeandía. El primero marchó
hacia los Valles de Aragua donde soliviantó conjuntamente con José Francisco Espinoza (El Indio Espinoza) al
pueblo. El Federalismo zamorano era totalmente radical, se asaltaron haciendas, hubo enfrentamientos
guerrilleros, persecuciones contra Espinoza y Zamora.
Zamora fue acusado por la muerte de Andrés Fuentes, latifundista. En realidad la orden de muerte la
dio el Indio Rangel, de allí provino su condena de muerte. Tacasuruma fue un pueblo ejemplar sitio de
operaciones de Rangel, hoy día se llama Belén. La historiografía goda ha intentado satanizar a Zamora diciendo
que este vendió a sus compañeros, nada de eso es cierto, allí esta como testimonio el expediente de su
declaración. Allí empieza Zamora a madurar, su lucha fue antiesclavista y contra la propiedad latifundista. El
carisma de Zamora era extraordinario. Chávez se inspiró en las enseñanzas de este guerrero. Cuando la
situación se le torna complicada a José Tadeo Monagas y se da cuenta que puede ser depuesto por la godarria,
incorpora a Zamora a las milicias de la Patria, luego pasará a formar parte del ejército. Monagas pensaba que
era un hombre de un estupendo conocimiento de la geografía venezolana y de una mística extraordinaria para
la guerra.
Julián Castro en 1859 era Presidente de la República, la emprende contra el Partido Liberal, dicta
órdenes de expulsión contra las siguientes personas: General Juan Crisóstomo Falcón, General Zamora, Coronel
Wenceslao Casado, Coronel Carmelo Gil, Comandante Amador Armas, Doctor José Manuel García, Ramón
Suarez, Pedro Conde y otros .
Vivíamos en un país asediado por las potencias europeas, mientras el liberalismo y más aún el
federalismo, defendían la soberanía de la República, potencias como Holanda explotaban el guano, en la isla de
las Aves como les daba la gana, evadían los impuestos e imponían el precio.
Lo que le interesaba a Falcón no era la revolución. sino montarse en el poder. Era un hombre que tenía
mucha mala fama entre los soldados federales, sus golpes en las batallas contra la oligarquía no fueron
contundentes, las pocas batallas en que salió airoso nunca fueron rematadas, dejaba que el enemigo tomara
fuerzas, marchando hacia atrás, su punto neurálgico parecía ser Coro donde habitaba su esposa. El pacto de
Coche firmada en 1863 no fue otra cosa que la entrega de las reivindicaciones que había conquistado Ezequiel
Zamora. Muy poco tiempo después de la muerte de Zamora y del triunfo de la batalla de Santa Inés es
derrotado en Coplé, finalmente el federalismo logra imponerse con la guerra de guerrillas.
Zamora abogaba por la libertad de prensa, por la libre circulación en Venezuela. Sentía la extraña
presencia de lo que podría ser su ausencia, alertaba a su tropa diciéndole, tengan cuidado con Juan Crisóstomo
Falcón, los tratará muy mal si llego a morir. Las disputas entre estos dos hombres eran muy recias. La idea real
de Falcón era ejercer la Presidencia y no la Revolución. Zamora es el padre de la Revolución campesina en
Venezuela, fundador del Estado de Barinas, que anteriormente se llamaba Cantón Barinas. Posteriormente fue
Estado Zamora, entidad compuesta por Apure, Cojedes y Barinas, luego vuelve a ser Barinas, de nuevo estado
Zamora hasta Eleazar López Contreras.
Zamora fue un heredero de las ideas de Bolívar, tuvo una ideología antiesclavista, democrática, anti-
latifundista, fue un hombre de acción, que respetó profundamente al pueblo. La batalla de Santa Inés fue su
máxima batalla. Contó con el apoyo técnico e ideológico de su cuñado José Manuel García, esposo de
Genoveva, abogado brillante y catedrático de la Universidad de Caracas. Para Navarro un militar de confianza
de Zamora es quien señala a un tal G. Morón como asesino del General Zamora, desde la torre de la iglesia
Central de San Carlos, estado Cojedes, disparó contra Zamora. Morón era un espaldero de Juan Crisóstomo
Falcón. Sin embargo se dice que fue asesinado por un soldado quien fue contratado expresamente para estos
fines, cuando escuchó esta historia salida de sus labios, José Desiderio Trías lo manda a fusilar
inmediatamente.
Hay polémica sobre los restos de Zamora que Antonio Guzmán Blanco trasladó al Panteón Nacional, hay
quienes dicen que no es la osamenta de Ezequiel. Con Zamora ha pasado lo mismo que ocurrió con Boves,
mucho tiempo después es que se revela que fue Pedro Zamora su asesino. Lo cierto es que Antonio Guzmán
Blanco trató de ocultar la muerte de Zamora al ejército Federal, temía que el ejército se rebelara.
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DIAGRAMADORA, ESTO VA EN CUADRITO SÓLO
«Pelo rubio pasudo y bastante poblado, color blanco y algo catire, frente
pequeña, ojos azules y hundidos, nariz larga perfilada, boca pequeña y
algo sumida, labios delgados, barba roja y escasa, estatura regular,
cuerpo delgado, muy junto de muslos, y piernas manetas. Tiene las
manos largas, descarnadas y cubiertas por un vello áspero; los pies son
también largos y flacos; es de un andar resuelto, y tendrá como treinta
años de edad».
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Pedro Calzadilla
Historiador, abordador de temas tan distantes como la Guerra
federal venezolana y la Revolución rusa, Pedro Calzadilla ha sido
ministro de la Cultura y tiene en el presente un rol múltiple y activo
como animador del actual renacer historiográfico venezolano desde
el Centro Nacional de historia, almácigo desde donde se emite el
más numeroso -y calificado- discurso sobre nuestro pasado. En el
presente texto, prologal a la edición de la obra que Lisandro
Alvarado dedicó a Zamora, describe y recapitula la acción del héroe
filiando el reflorecimiento de sus elementos con la revolución
bolivariana
Figura destacada de las luchas liberales radicales de mediados del siglo XIX, Ezequiel Zamora tuvo una
actuación primordial en la primera fase de la llamada Guerra Federal (1859-1863) Se ganó el respeto, la estima
y la adhesión del pueblo por sus ideas revolucionarias de igualdad y por sus dotes de carismático jefe militar. Al
grito de ¡Tierra y hombres libres! y ¡Horror a la oligarquía! Se convirtió en una verdadera pesadilla para las
élites vernáculas. Desde su muerte, el recuerdo de sus ideas y acciones constituye el símbolo más preciado de
los “pobres de la tierra” en su lucha por la igualdad y la justicia. El General del Pueblo Soberano, como lo llamó
el pueblo desposeído que lo siguió y admiró, nació en 1817 en el pueblo de Cúa, Estado Miranda, en plena
Guerra de Independencia, en el seno de una familia blanca de pocos bienes de fortuna. Su inclinación
revolucionaria tuvo antecedentes familiares: su madre Paula Correa y su padre Alejandro Zamora participaron
activamente en la causa independentista, este último había muerto luchando en las filas de los ejércitos
libertadores. Completa a duras penas los estudios en la escuela primaria, mas los pensamientos de su juventud,
valores y formación serán completados por los eventos e ideas revolucionarias que se discuten en América y
Europa, en especial las de los llamados utopistas, cuyas ideas y noticias intercambia con parientes y amigos.
Hacia 1840, instalado en Villa de Cura, ya es un respetado pulpero y comerciante de ganadería. Desde
entonces es entusiasta partidario de las ideas liberales y vigoroso publicista del periódico El Venezolano, órgano
de difusión del Partido Liberal; esta actividad que desempeña en favor de la pedagogía política del pueblo, lo
lleva en 1842 a engrosar las filas del partido y a convertirse en su dirigente principal en Villa de Cura y regiones
aledañas. Las ideas que vocea Antonio Leocadio Guzmán, en aquel célebre impreso, encuentran en el joven
Ezequiel Zamora un divulgador privilegiado. Desde su pulpería, el Valiente Ciudadano, traduce el catecismo
liberal en lecciones concretas y aplicadas a la realidad de los campesinos pobres, quienes de inmediato se
identifican con su prédica.
En 1846 se evidencian enormes contradicciones entre las élites políticas y económicas y el malestar de
las masas desposeídas que aguardan todavía las mejoras ofrecidas durante la independencia. El general
Zamora, acompañado de otros líderes locales, se pone al frente de diversos movimientos militares bajo las
consignas del liberalismo más radical de entonces. En Guambra, en septiembre de 1846, y bajo las consignas de
¡Respeto a los campesinos! ¡Desaparición de los godos!, lanza un llamado a las armas, obteniendo un
importante respaldo de los humildes. Este movimiento alcanzará éxitos militares importantes pero es derrotado
en breve y Zamora es hecho prisionero en marzo de 1847 e inmediatamente juzgado y sentenciado a muerte.
Se fugará de la cárcel y luego, producida la ruptura entre el presidente Monagas y el caudillo José
Antonio Páez, es indultado e incorporado al Ejército. Allí comienza una nueva etapa de su vida, que lo lleva a
desarrollar una ascendente y prestigiosa carrera como jefe político y militar, hasta alcanzar el grado de General
de Brigada en 1854. Desde entonces y hasta 1856 se desempeña en diversos cargos militares al frente de la
comandancia de distintas guarniciones. Ese mismo año contrae matrimonio y opta por la actividad económica
privada y la más tranquila vida familiar.
Poco durará este breve retiro, en 1858 se suma a un grupo de líderes liberales que conspiran para
derrocar al gobierno. Descubierto el complot son perseguidos y sus máximos dirigentes se ven obligados a
abandonar el país. Zamora se refugia en Curazao. En la ciudad de Coro, el 20 de febrero de 1859 comienza la
acción militar que luego se conocerá como La Guerra Federal, misma que marcará sin duda- el momento
cumbre de su carrera política y militar. Al frente de la revolución se encuentra el general Juan Crisóstomo
Falcón, importante líder federal del occidente del país y cuñado de Zamora. El General del Pueblo Soberano,
desembarca en La Vela de Coro el 23 de marzo del mismo año, y desde entonces, como jefe de las fuerzas
revolucionarias del occidente, conduce a los ejércitos insurgentes a una cadena de triunfos que le permiten
proclamar diversos estados federales. El 10 de diciembre de 1859 pone en evidencia su inteligencia militar al
consolidar el triunfo en la importante Batalla de Santa Inés, que lo confirma como un excelso estratega. La
firmeza de su ideario y postulado revolucionario, fundados en la eliminación de los godos y en el reparto de la
tierra, sus probadas condiciones de líder militar y el enorme prestigio y simpatía de que gozaba entre los
pobres, lo convirtieron en una figura sumamente peligrosa para el futuro y la estabilidad de las oligarquías de
todo cuño. No debe por tanto sorprender el balazo que le quita la vida el 10 de enero de 1860, a las puertas de
San Carlos, cuando preparaba el ataque a esa ciudad. Ese mismo balazo marchitó las esperanzas de las
mayorías populares en aquella revolución, que terminó traicionada en 1863 en un pacto entre las oligarquías
que mantuvo la injusticia como orden social. Los restos del general Zamora, sin duda el líder popular más
importante de la pos-independencia en Venezuela, reposan en El Panteón Nacional. El pueblo lo guarda en su
memoria y en un sitial afectivo de su esperanza. No por casualidad el célebre historiador venezolano Federico
Brito Figueroa considera al revolucionario como el símbolo mayor de la igualdad social y la rebeldía popular
contra las oligarquías. Zamora es una de las tres sólidas raíces ideológicas e históricas del luminoso Árbol de la
Revolución Bolivariana. Su gesta y el legado del comandante Chávez recorren hoy los pueblos, llanuras y
sabanas como anhelo de redención.
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Kelly J. Pottella G.
Ejecutando la glosa narrativa del libro de J.A. Calzadilla
Arreaza Ezequiel Zamora y la Tierra de Hombres Libres (Centro
Nacional de Historia, 2009) Kelly J.Potella describe con excelente
detalle los puntos salientes de nuestra máxima contienda de signo
social señalando su filiación ideológica con la Revolución
Bolivariana
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Hasta el Jefe del Estado llega el terrible relato de la batalla, suscrito por
el Coronel De las Casas:
«...El 8 de diciembre pernoctamos en San Lorenzo y nos preparamos para pasar
el río en canoas. El enemigo no se dejaba sentir, ni procuró embarazarnos el
paso. Avanzó Jelambi al pueblo de Las Palmas, donde había 100 enemigos de
observación y los hizo retirar a los primeros disparos. Pernoctamos el 9 en Las
Palmas, donde convocó el General una Junta de jefes para consultarles el plan de
ataque y si seguíamos el camino recto de la montaña que conduce a Santa Inés o
el de la sabana para atacar por el flanco y retaguardia. Todos opinamos que el
ataque se hiciera por el frente, lo que estaba además de acuerdo con las órdenes
que habíamos recibido. De Guanare salimos para Santa Inés con una fuerza que,
según los datos del Estado Mayor, no llega a 2.300 hombres para combatir a un
enemigo que, al parecer, huía, pero que en realidad obedecía a un plan de
concentración de todas sus fuerzas en una localidad estudiada por Zamora, a
quien Falcón había tenido que ceder el mando.
El Ejército no tenía objetivo fijo. Su misión era buscar el mayor número
de las tropas enemigas y cuando aquél salió de San Carlos, éstas se hallaban
divididas, parte en Barquisimeto, con Trías; parte en Carora, con Falcón y parte
en Guanare, con Zamora y Aranguren. El Ejército invertía mucho tiempo en la
conducción de la artillería, en cuya carga y descarga diaria empleábamos 20
mulas, por lo cual en caminos estrechos, el Ejército llenaba un espacio de una
legua o más.
En Santa Inés se encontraban los principales jefes de la Federación:
Falcón, Zamora, Trías, Zavarce, Aranguren, Casado, Colina, Petit, González,
Calderón, etc., y habían concentrado todas sus fuerzas en aquella posición
militar que defendida en sus flancos por el río y las sabanas y no teniendo más
que una entrada, tan larga como alevosa, constituye por obra de la naturaleza una
fortaleza casi inexpugnable, por lo demás, el General Zamora había sabido
aprovechar lo montuoso del terreno que hay entre Las Palmas y Santa Inés,
estableciendo a uno y otro lado parapetos a derecha e izquierda con veredas
cubiertas para la retirada de las guerrillas, emboscadas también éstas; de modo
que nuestra vanguardia sufría fuegos sin saber a quién contestar. Como a legua y
media se atrincheraros fuertemente en los edificios de un trapiche, y más allá,
por el lado de un cañón, pusieron otra fuerte trinchera.
Emprendimos la marcha en la mañana del 10, y aun no habíamos llegado
a Las Palmas, cuando rompimos el fuego con una columna que estaba
descubierta y sucesivamente con las guerrillas parapetadas. Avanzamos a pesar
del daño que recibíamos y habiendo querido el jefe de nuestra vanguardia hacer
uso de los cañones, se desmontaron sucesivamente tres y sus dotaciones
sufrieron innumerables bajas. Entonces, cerca ya del Trapiche, reclamó Jelambi
el cañón y le contesté que avanzara sobre la trinchera que se había mandado
flanquear, y fue tomado el Ingenio, no sin caer mortalmente herido el jefe de la
Vanguardia.
El Comandante Pérez Arroyo recibió orden de seguir sobre la segunda
trinchera; y en el momento de tomarla con su espada, recibió en la boca un
disparo que le derribó de la mula y le obligó a retroceder, dejando desmontado el
único cañón que nos quedaba. Poco más tarde, al saber que por el fondo del
Trapiche había un camino conducente al pueblo, di orden al jefe de una de las
brigadas de la División Rubín que penetrara por allí a practicar un
reconocimiento, lo que no fue ya posible porque ya cundía el desaliento en
nuestras filas.
Viendo el enemigo que se había suspendido el ataque, mandó por entre el
monte algunas guerrillas que dispararon contra nosotros sin consecuencias.
Pretendimos inútilmente atacar de flanco, y ya a la caída de la tarde se dio orden
de encender candelas para que creyese el enemigo que continuaríamos el ataque
el día siguiente. Pero yo tenía orden del General de hacer cargar el parque y
preparar hamacas para nuestros heridos, que eran bastantes. El enemigo no nos
inquietó y a hora muy avanzada de la noche emprendimos retirada con el parque,
tres cañones desmontados y más de 50 hamacas. El enemigo persistió en su
carga; y habiendo marchado tranquilamente durante la noche llegamos a Barinas
a la mañana siguiente con mucho parque y numerosos heridos. En la dura
marcha los extenuados soldados se tiraban a un lado del camino. Ya en Barinas,
nos ocupamos preferentemente de los heridos. Entre éstos, los muertos y los
dispersos, se disminuía la mitad de la fuerza; pero aun teníamos mil y tantos
hombres.
La carta del Coronel De las seguía así:
Marchamos toda la noche. A la mañana siguiente ocupamos el pueblo de
Curbatí en donde permanecimos algunas horas en espera de nuestra retaguardia.
Poco después se presentó el enemigo haciendo fuego desde lejos y tuvimos una
sensible pérdida, la del Comandante Camilo Prada. Desfilamos por la pica toda
la tarde, hasta el 25 en la noche, en que el General hizo alto en un punto donde
había algunos ranchos. El 26 proseguimos la marcha, sin temor de enemigos
gracias a los desfiladeros, cuando oí murmullo de voces y sonar de armas. Bajé
con otros por una ladera que daba a un río, y empezábamos a subir la cuesta
opuesta cuando vimos a Aranguren, al cual había dicho Zamora «que lo pasaría
con la daga que llevaba al cinto como me llevara vivo». La División Rubín cayó
prisionera; así que de los 1.000 hombres que salimos de Barinas, apenas llegaron
a Mérida doscientos y tantos. El General Ramos iba herido en una hamaca y el
Comandante Rubín, guiado por un indio, se internó en el monte.
Tovar leyó la narración una y otra vez. Finalmente ya algo más repuesto
del infortunio que tal Parte provocara en él, le comentó a Encarnación:
—Esta derrota no significa el fin, ni menos su comienzo. En Santa Inés
no nos hemos jugado todo, ya arbitraremos medios para restaurar al ejército.
Algo de esa actitud la expresó a su esposa:
—¡Cuánto siento la muerte de tantos venezolanos de uno u otro bando!
¡Los generales Ramos y Rubín tendrán que darme cuenta del por qué se
metieron en esa ratonera mortal! Desde aquí aprecio esa determinación como
una insensatez. En nuestra familia también ha tocado la desgracia, ¿¡Qué
habrá sido de Benigno?! La última noticia suya fue su carta desde Guanare
fechada el 26 de noviembre, en la cual decía que Zamora estaba en fuga hacia
Barinas, buscando internarse en las montañas. Me doy cuenta ahora que
Benigno tampoco interpretó el sagaz movimiento de Zamora.
Encamación palideció, la observación implicaba a Benigno en la culpa
de los generales. Sin embargo intentó mostrarse esperanzada.
Esa noche Tovar estuvo retrospectivo:
—La verdad es que yo me eduqué para la vida culta en sociedades
organizadas, reconozco que me ha faltado el coraje del tenaz dominador.
—¿Y qué vas a hacer?
—Pues mira mujer, ahora ante esta nueva situación tendré que hablar
con mis compañeros y perseguir a los enemigos. Hay que cerrar
definitivamente el capítulo de los perdones. ¡Indultos sólo correrán después
de la victoria y la pacificación completa del país, no antes!
Su esposa le tomólas manos y le imploró, arrodillándose frente a él:
—¡Renuncia Manuel, renuncia! Tu no tienes necesidad de vivir en la
política, vámonos para Europa y que esto lo compongan otros, como siempre
te dicen. ¡Vámonos, los sobrinos y todos nosotros!
l,a expresión de Tovar y el gesto de sus labio acompañaron a la rotunda
negación: ¡No, Encarnación! ¡No! en estos momentos yo estoy afrontado al
peligro en el cual está el Estado, soy el Presidente de Venezuela y tengo que
ponerme resueltamente cara a cara con la situación que vivimos, para triunfar
sobre los facciosos!
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Desde 1830, los mantuanos patriotas que quedaron vivos luego de las
matanzas del año catorce y los que por realistas habían emigrado, se unieron
en comandita. Los primeros para reconstruir su riqueza y los segundos, para
recuperar sus bienes confiscados. Y se apoderaron del poder civil, con Páez
de Presidente, para mantener el orden que le convenía a sus intereses.
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Antropólogo
postgraduado en la
Universidad de La
Sorbona (París 8),
catedrático de la
Universidad Central de
Venezuela y de UNARTE,
novelista y ensayista,
Nelson Guzmán aborda
en el presente texto un
magma a un tiempo
negro, húmedo, vegetal y
peligroso, el del Curiepe
pintado por Juan Pablo
Sojo. Se trata de la
novela Nochebuena
negra, cuyos puntos
argumentales toca
Guzmán con los
instrumentos del análisis
y la intuición poética
Juan Pablo Sojo comprendió que Barlovento
era la lejanía; esa tierra geográficamente compleja
nos hace propietarios del río y del mar, allí yacen
enterrados lo amerindio, lo africano y lo español.
No sólo la memoria guarda y activa esos recuerdos,
sino que la tierra apiña lo que no se ha terminado
de rescatar de sus entrañas. El trabajo
arqueológico debe esclarecer lo que el tiempo
parece haber silenciado. Mudo tiempo de arreboles
profundos que expresan esas voces del mestizaje y
del dolor. Barlovento se ha ido hundiendo en la
noche de lenguajes espesos, taciturnos, donde la
brujería y la magia subyacen como subterfugio y
respuestas a la vida y a la cotidianidad.
Nochebuena negra es una novela -de embrujos,
de melancolías, de creencias en el poder- donde los
hombres se presentan dentro de su .propia
fenomenología, en donde la tradición va dictando
las pautas del trabajo. Los dominados siguen
siendo presas de sus propios miedos. Los hombres
eran valientes, enfrentaban el ataque de las
cuaimas, de los tigres, de los virus, del sarampión y
de la malaria, pero seguían allí encerrados bajo la
bota del general Gómez y de los presagios
arcaizantes de la sociedad colonial.
El mundo había desaparecido ante aquellos
hombres que dormían bajo el sopor de sus
creencias. Sus potencias no los abandonaban,
residían estables en el inconsciente, éste les dictaba
la plana sobre el amor, la fecundidad, sobre la
salud y sobre los siglos que debían pervivir, el
lenguaje era la creación del mundo. El lenguaje
anidaba las pasiones, llenaba a los seres humanos
de anhelos. En el sigilo de la noche joven, Salomé
saltó la tapia del coronel Aristimuño, allí lo
esperaba Pura con su pasión agazapada. Ocurriría
lo de siempre, aquel galán emergido de entre los
matorrales había sido sorprendido, las cosas debían
arreglarse a la vieja usanza, sólo el matrimonio
podía reparar la falta.
Juan Pablo Sojo retrata también un mundo
donde el mercado capitalista le jugó una celada
cruenta a los campesinos barloventeños. La
depreciación del cacao a nivel internacional
significaba su empobrecimiento y la baja del salario
de la mano de obra de los trabajadores de las
haciendas. La estructura agraria condenaba a los
hombres al hambre, los amos seguían viniendo de
otras pervivencias, la capital enviaba a sus
patiquines, a sus señoritos para la provincia; estos
debían mandar, tomar las nuevas decisiones. Los
trabajadores agrarios debían comprender el
marasmo del mercado, la suerte de la peonada
estaba ligada a la de los amos, el rasero del mundo
era la dominación. Es a partir de allí que explica
este novelista el mundo, sabe que su pueblo padece
la exclusión.
Nochebuena negra nos muestra la lucha entre
la barbarie y la civilización, los que se quedaron en
el pueblo cosecharon del acíbar de la sociedad
rupestre. El paludismo y las macaguas fracturaron
muchas vidas. La superstición pervive en un pueblo
que navega en su propio tiempo, allí hombres y
mujeres mueren en sus angustias, la mina resuena
espléndida curando las laceraciones. El poder
invisible sigue mostrando el ropaje de su
imaginario para decirnos que muy pocas cosas han
cambiado en el tiempo.
Juan Pablo Sojo escruta y supone los hondos
sentidos del negro de las plantaciones
barloventeñas, conocía la psicología de los dueños
de las plantaciones, nada de aquel universo le era
ajeno. Luchaban los hombres, las potencias
africanas y la civilidad española. El mundo era
plural, las conciencias yacían enfrentadas, un
universo silencioso preparaba su estrategia, nadie
mostraba sus cartas. Sojo exhibe en su novela una
gran penetración del alma humana* Como lo diría
Juan Liscano, no se está proponiendo un ideal de
paideia, sino describiendo una situación donde unas
conciencias luchan por el dominio y las otras
crepitan en la ignorancia.
Juan Pablo Sojo retrata el Curiepe profundo y a
sus hombres. La magia ocupa un nivel importante
en el psiquismo colectivo de aquel pueblo, se podían
torcer destinos, despertar en corazones que no
poseían esa pasión del amor para el momento, la
bruma de los caminos nos había dado la sapiencia
de todo aquello. Se trataba de poseer el poder y
conservarlo. Los hombres vivían en relación con las
fuerzas secretas que tenían injerencia sobre la vida
y la muerte.
Nochebuena negra reniega de la institución de
la recluta, ésta es expresión del abuso, pisotea los
derechos humanos. Los hombres son perseguidos
como presas de caza. La recluta vacía los pueblos,
arrasa a los hombres del campo, trae el hambre, las
plantaciones son dejadas solas. El poder
desintegrador de aquella vieja práctica pone
desolación en los suelos, cientos de familias pierden
al cabeza de casa. Pozo Frío era el espanto, el
tiempo percutía en la piel de aquellos seres
fantasmales que tenían un único destino: servir al
patrón; se nacía y se moría con el destino
claramente señalado. La voz de la injusticia los
había tatuado desde el comienzo.
La vida cotidiana estaba llena de presagios, el
Penitente desandaba sus pasos, cuando se ponía
intenso fastidiando a los vivos, era alejado con agua
bendita y con responsos. El más allá estaba muy
cerca de los hombres, su aparición creaba
presentimientos. Mágicas voces formaban el
marullo de aquella vida, todo podía ocurrir, la
muerte de Vivían Blanco había sido inesperada,
partió de la vida como había llegado, sin ninguna
excusa.
El baile
Nochebuena negra le permite a Sojo hacernos
conocer el psiquismo de aquellos seres montaraces.
Cada hombre es un enjambre de anhelos, de
deseos, de planes. Coínta espera a su amado Tereso,
intentaba domar las hormonas que le reclaman a su
cuerpo placer. Ella había nacido para entregársele
a ese hombre, allí estaban aposentados sus sueños.
El baile para ella poseía un límite, el usufructúo de
su sensualidad, pero lo dejaba hasta allí, antes de
Tereso nadie. Extraño amor de las distancias,
lenguaje perdido de quien ama una idea o a lo
inexistente. Tereso se había marchado lejos de
aquella geografía. Pozo Frío parecía ya no
representar nada para él. Los hombres de aquel
pueblo eran un recuerdo lejano.
La modernidad había atrapado a Tereso en el
Zulia, tenía nueva novia, aquella piel lo introdujo
en otros anhelos. Nochebuena negra nos pone al
frente el destino nuevo que estaban fraguando
aquellos hombres que habían emigrado de
Barlovento. Resignarse a quedar atrapado en un
destino de peón era espantoso tanto para Pedro
Marasma, como para Tereso, el mundo había
comenzado a cambiar. Se iniciaban otros tiempos,
los hombres debían saber las viejas historias.
Crisanto Marasma le revela a su hijo el origen de
las fortunas y qué ocultaban tras de sí cada uno de
esos hacendados, como siempre la historia no era
inocente, mucha sangre y defenestración había
detrás de aquellas riquezas.
La noche oscura
Cuando la oscurana apretaba las almas de los
hombres los nervios se templaban sobre todo si
cantaban los chaures y las yacaguas. Augurios de
desgracia anunciaban estos animales, los hombres
morían besando la tierra en Pozo Frío, en aquel
mundo todo era posible, las terciopelo podían dar
con la vida en un momento. La vida podía ver
alterados sus ritmos naturales por la mano
hechicera del brujo malo. El mal de ojo asaltaba a
los recién nacidos, no era fácil aquel mundo, se
celebraba el Mampulorio y se adornaban los
cuerpos de los niños muertos. El temor era hondo,
se temía a la Sayona, a los espíritus del bosque,
cuando se tenía que caminar en las noches
profundas de un pueblo a otro había que tomar sus
precauciones.
En las ensenadas se podía ser víctima de los
espantos, de las ánimas en pena. La voz predicaba
la vida y la muerte, cada quien en su momento
podía encarnar lo demoníaco o la pía verdad
cristiana, los hombres estaban obligados a buscar
la reconciliación. Nochebuena negra nos muestra
las pasiones del hombre, sus riñas, sus afanes de
superación, la tierra es grande todo puede suceder.
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