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1. EL AREA MESOAMERICANA
Todo parece indicar que Teotihuacán fue una especie de ciudad-Estado, que
logró ejercer su hegemonía en el resto de mesoamérica gracias al dominio
que mantuvo sobre las rutas comerciales y al control de los yacimientos de
materias primas tan importantes, como la obsidiana. Para ampliar su
territorio y sus posibilidades comerciales por medios pacíficos estableció
alianzas políticas con las elites dirigentes de los otros centros de poder,
como la ciudad capital de los zapotecas, Monte Albán y, la de los mayas, a
través de la ciudad de Kaminaljuyú. Sin embargo, con el surgimiento de otros
centros menores, en zonas estratégicas, le fueron impulsando a cambiar de
tácticas, volviéndose cada vez más militarista, para poder defender y
mantener su control de las rutas comerciales, que eran su centro de poder.
Al mismo tiempo, florecía en la costa norte del Perú la cultura Moche, cuya
economía fue en los comienzos agromarítima, pero poco después se fue
transformando en agropastoril. Su organización social fue la de un señorío,
dominado aparentemente por un grupo de sacerdotes-guerreros que
habían logrado aglutinar a la población en ciudades cuyo centro eran las
pirámides de adobe, destinadas al culto. Los moches también dominaron el
arte textil en tejidos de algodón exclusivamente elaborados siempre por
manos femeninas. Pero su mayor logro artístico fue la alfarería. Sus vasijas
ofrecen representaciones muy cercanas a la realidad, y abarca tantos y tan
diversos temas que parecen casi un registro fotográfico, pues incluye desde
rostros de personajes (waco-retratos) hasta modelados y pintados de figuras
humanas en actitudes cotidianas así como también de plantas y animales de
importancia para la población.
1.2. El período medio: el poder Tiwanaku-Wari
Si bien es cierto que los incas mantenían relaciones comerciales con algunos
pueblos, como los chinchas, su economía se caracterizó más bien por la
concentración de excedente y la redistribución del mismo. La extensión de
las áreas de cultivo en terrazas, así como el mejoramiento de los sistemas
de irrigación permitió generar grandes cantidades de excedente agrícola. En
el usufructo de la tierra se utilizaba un sistema de cuatripartición que
consistía en dividir las tierras en cuatro sectores: uno del Inca, otro del
Estado, un tercero dedicado a sostener el culto a las divinidades,
particularmente a Inti, y, por último, las tierras del ayllu o comunidad, que
eran distribuidas según el número de familias y de personas que las
componían. La tierra no fue el único recurso que sostuvo al Estado Inca; la
ganadería jugó un papel importantísimo ya que la lana era utilizada en la
elaboración de textiles, usados como producto principal, junto con la chicha,
para afianzar los lazos de reciprocidad con las diversas comunidades del
Imperio