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2002
1
A Francisca…
gracias por la vida
que construimos día a día…
2
Agradecimientos
Este volumen es la concreción de una idea que surgió en una conversación con el colega Dr. Omar Chogriz, Co-Director
del Instituto Milton H. Erickson de San Luis, Argentina, durante el 2° Encuentro de Psicoterapeutas Ericksonianos del Cono Sur,
realizado en Santiago, en Mayo de 2001. Juntos pensamos los objetivos de algunos de los capítulos de este libro y acordamos
escribirlo en coautoría. Sin embargo, otras labores ocuparon el tiempo de Omar, de modo que asumí yo solo la tarea de
redactarlo.
Muchas de las ideas tratadas en los diversos capítulos pueden rastrearse hasta las reuniones del “Grupo del Sábado”, un
grupo de estudios que sesionó en los años 1998 y 1999 en mi anterior casa en Santiago. Agradezco a los psicólogos Patricio
Elgueta, Italo García, José Miguel Cortés, Mauricio Cuevas, Marcos Fuentes y Juan Pablo Díaz, las fructíferas discusiones, el
intercambio de ideas y la búsqueda de una integración en los enfoques de terapia breve, que ocuparon nuestro tiempo en ese
memorable Grupo. Agradezco también el constante apoyo, estímulo y amistad desinteresada de esos amigos.
También han contribuido a este volumen, las conversaciones y el intercambio intelectual con mis colegas del Instituto
Milton H. Erickson de Santiago, psicólogo Sebastián Castro y María Elena Viveros.
Agradezco a mi amiga, la Licenciada Sandra Ostropolsky, de Mendoza, su constante apoyo, acicate intelectual y su
amistad incondicional que me ha acompañado por más de una década, y que nos ha unido en la búsqueda de conocimiento
operativo para fortalecer a quienes solicitan nuestra ayuda terapéutica.
Agradezco al Doctores Ernest L. Rossi, Michael D. Yapko, Jeffrey K. Zeig y Scott D. Miller, sus semillas en los distintos
Seminarios que han dictado en Santiago, y que me han motivado a profundizar en sus ideas y trabajar en la sistematización del
“enfoque ericksoniano” y en su integración con los distintos enfoques de terapia breve.
Agradezco a todos los alumnos con los que he trabajado en Santiago, Concepción, Talca, San Luis y Mendoza, sus
interesantes interrogantes que han mantenido vivo en mí el interés por desentrañar y hacer accesibles a los psicólogos
latinoamericanos las ideas de Erickson y sus seguidores.
Y especialmente agradezco a los pacientes que han acudido a mi consulta, y que sin saberlo me han permitido
entregarles distintas estrategias y crear junto a ellos terapias que les han posibilitado un mejor pasar por esta vida. Sin la práctica
de la psicoterapia con esas innumerables personas jamás hubiese podido descubrir mi capacidad para empatizar con ellos y la
gracia de mi creatividad…
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Introducción
Como muchos de mis colegas, supe de Milton H. Erickson a través de la lectura de Terapia No
Convencional de Haley. Realmente quedé impactado con ese volumen, pero ¿dónde o con quién podía
aprender esa terapia tan inusual y la “hipnosis” a la cual hacía referencia el autor? Además, mi dominio
del inglés era más que pésimo y veía como algo imposible conseguir traer a Chile el texto anterior de
Haley, Advanced Techniques of Hypnosis and Therapy: Selected Papers of Milton H. Erickson , publicado
en 1967.
Mientras escribo esta Introducción en un Notebook en el año 2002 –muy distante del año 1984 en
que Erickson vía Haley cayó a mis manos– escuchando el CD Dreams de Kitaro a través de la misma
computadora portátil a la cual está conectado a un ya no tan actual, pero muy usado, Subwoofer, vine a
mi mente la verdadera odisea y acecimiento de hechos fortuitos (“¡sincrónicos, Mario, sincrónicos!”, me
diría Carl Jung), que me llevaron a escribir este volumen.
Al igual que el aprendiz de “brujo”, entendiendo poco o casi nada del “arte” del “maestro”, intenté
osadamente emular a Erickson en un caso clínico, y ¡suerte de principiante! las cosas funcionaron. Y digo
“suerte de principiante”, porque nada menos que usé un acercamiento de “shock psicológico” con esa
cliente, y la terapia fue maravillosamente breve y exitosa. Sin embargo, ya que en mi trabajo profesional
he intentado ser “serio” y actuar informadamente, y no “consumo” modas, decidí abstenerme de imitar a
Erickson de ahí en adelante.
Cuando poco meses después tuve la fortuna de leer y estudiar la fotocopia del libro Cambio de
Watzlawick y sus colaboradores, aunque Erickson “prefaceaba” ese libro, no logré encontrar ninguna
similitud entre lo que allí estaba escrito y el fabuloso texto de Haley.
En el año 1988 tuve la oportunidad de integrarme a un Grupo de Estudios de “Hipnosis
Ericksoniana” dirigido por Dorothy Bowie, norteamericana avecindada en Chile desde hacía casi 40 años. A
través de la delicadeza y ternura de Dorothy, pude comenzar poco a poco a adentrame en la vasta obra
de Erickson.
No cabe duda que comenzamos a estudiar a Erickson como comenzaron todos sus discípulos…
atraídos por la palabra mágica “hipnosis”. Claro que en lugar de tener que peregrinar a Phoenix, bastaba
con fotocopiar y comenzar a estudiar los innumerables volúmenes que Dorothy traía de Estados Unidos…
¡los Collected Papers!... ¡Hypnotherapy!, y muchos más. Ahí comencé a percatarme que hacer
hipnoterapia no era nada de fácil, a la vez que toda la literatura estaba en inglés… Así fue como comencé
a enseñarme a traducir para poder leer esos textos y compartir mis descubrimientos con mis colegas en el
grupo de estudios.
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La lectura de los artículos en el idioma original de Erickson, además de mostrarme que había sido
pésimamente traducido al castellano, me permitió percatarme de la extraordinaria agudeza y sensibilidad
de ese terapeuta. Incluso recuerdo una noche en que soñé que iba a atenderme con Erickson en su
casa… yo estaba en la sala de espera, muy ansioso por esa visita… creyendo que Erickson con sólo
mirarme sabría todo lo importante de mi caso… desperté antes que me atendiera… sin embargo, me
pregunto, ¿qué procesos curativos habré colocado en marcha yo mismo sin percatarme en esa espera
interminable…?
Podría afirmarse que el camino que recorrimos los miembros del Instituto Milton H. Erickson de
Santiago ha sido una verdadera senda histórica: aprendimos los primeros “pases” lingüísticos hipnóticos
de la mano de Grinder y Bandler ( Trance-Formation); luego nos apoyamos en Ernest Rossi ( Hypnotic
Realities e Hypnotherapy), para continuar el estudio de los fenómenos hipnóticos con Michael Yapko en
su, ya clásico, Trancework. Y de ahí saltamos a The Answer Within de los Lankton y sus Tales of
Enchanment. También me “devoré” Mi voz irá contigo de Rosen y Un seminario didáctico con Erickson de
Zeig.
Sin embargo, ¿qué relación tenia todo eso con los artículos en los cuales Watzlawick hablaba de la
“hipnoterapia sin trance”? Ni Rossi, ni Zeig, Yapko o los Lankton –para que mencionar a Grinder y
Bandler, y a Rosen–, ¡ni el mismo Watzlawick! lograban mostrarme de modo didáctico la relación entre la
terapia de Erickson y el modelo desarrollado en el MRI.
Cuando logramos formar nuestro Instituto en 1991, comenzamos, como era obvio, a enseñar la
“hipnosis ericksoniana”, y muy lentamente comenzamos a vislumbrar que Erickson era un estratégico del
MRI en lugar de un hipnotista inusual.
Tuve la comprensión que andábamos por el camino errado cuando trajimos a Yapko a Chile en
1996 a dictar un curso que titulamos “Hipnosis y depresión” (¡que nombre más absurdo!)… Cuando
peregrinamos a Phoenix al 5° Congreso Ericksoniano en 1992, en ese viaje, además de ser una
experiencia inolvidable para mi, el contacto con todos los grandes de la “hipnoterapia ericksoniana” y de
la terapia estratégica no me permitió hacer el “click” que necesitaba para comenzar a colocar en orden las
piezas que no me encajaban.
Cuando en 1996 ví trabajar a Yapko algo ocurrió en mi, aunque no fui consciente de ello. La forma
que venía enseñando a Erickson en el Instituto, seminarios y en la universidad, comenzó a cambiar
paulatinamente, y un colega me hizo notar que mi discurso en las clases en Mendoza y en San Luis estaba
cambiando desde que había estado en lo de Yapko.
Y como ocurre con esos procesos internos que se incuban lentamente, mi nueva mirada del
enfoque Ericksoniano hizo su irrupción y me fue posible comenzar a integrar su hipnoterapia con los
enfoques de terapia breve.
Este volumen ha sido para mi la oportunidad de colocar por escrito en una forma “académica” las
distintas ideas que he venido desarrollando desde 1997, y que escribí junto a mis “alter ego” en
Hipnópolis (el Organo No Oficial de la Asociación de Institutos Milton H. Erickson del Cono Sur), una
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Revista que envié por e-mail durante más de un año a mis amigos, en donde muchos de los tópicos que
analizo en este libro ya fueron esbozados en esa publicación.
Espero que este volumen permita una nueva lectura de Erickson y su legado a la Psicoterapia,
lectura que me ha permitido revitalizarme en el estudio y práctica de este “enfoque”… Actualmente no
tiene sentido denominarme “ericksoniano”… me basta con hacer una terapia que logre resultados,
entregar luces y abrir puertas a los distintos alumnos que estudian conmigo…
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Capítulo 1: Milton H. Erickson: Un pragmático inusual
La vida de Milton Hyland Erickson puede fascinar al lector que conoce sus antecedentes
biográficos1; especialmente en cómo fue capaz de transformar sus déficit en fortalezas, recuperarse de la
invalidez producto de la poliomielitis y sobrellevar los dolores crónicos como secuela de la misma.
Esos hechos nos hablan de Erickson como una persona especial, con un empuje a toda prueba;
cuyo singular estilo personal le permitió desarrollar una visión de la psicoterapia cuya novedad y frescura
continúa cautivando al mundo profesional hasta la actualidad.
Así como Erickson se ayudó en la recuperación de su poliomielitis bogando solitario en canoa por
un río, primero a favor de la corriente y después regresando a su punto de origen en contra de la
corriente (Rossi, Ryan y Sharp, 1983), pareciera que en el desarrollo de su enfoque de la psicoterapia
hubiera estado bogando en contra de la corriente principal del pensamiento psicológico de su época.
Algunos lectores pudieran pensar que ese ir contra la corriente de Erickson tiene relación,
principalmente, con su uso de la hipnosis en el tratamiento psicoterapéutico. Quienes pensaran así
tendrían razón en parte; pero eso, a mi juicio, no es lo más importante.
Cuando Erickson entró a la Escuela de Medicina en 1921 (Erickson, 2001) y obtuvo su título de
médico y su maestría en psicología en 1928 (Erickson, 2001), la psicología de esa época se debatía entre
la lucha de la psicología experimental representada por el conductismo de Watson (Rosch, 1997; Wolman,
1965) y desde la clínica con los postulados del psicoanálisis freudiano.
Aunque Erickson comenzó sus estudios de hipnosis con Clark Hull (1923-1924) (Erickson, 2001) –
quien desarrolló posteriormente una escuela dentro del conductismo (“conductismo deductivo”; Wolman,
1965)– no se convirtió en un conductista2. El énfasis de Erickson en la observación y descripción de los
comportamientos de sus sujetos de investigación no se relaciona con los postulados del conductismo,
puesto que Erickson no fue un reduccionista.
Aunque Erickson comenzó sus primeros aprendizajes en torno a la “mente” desde la hipnosis, “la
madre de la psicoterapia” (Rossi, 1986/1993), Erickson no compartía los puntos de vista del psicoanálisis,
tanto en lo que respecta a la naturaleza de la mente inconsciente y al valor del insight en el cambio
psicológico.
El conductismo y el psicoanálisis, posturas irreconciliables en su concepción del comportamiento
humano, no son tan disímiles cuando las observamos desde el punto de vista de la epistemología a la
base de sus teorías. Ambas corrientes son reduccionistas: el conductismo reduce el comportamiento
humano a la fórmula E R, y el psicoanálisis reduce todo el comportamiento a variables intrapsíquicas;
a la vez que comparten dos postulados centrales de la ciencia moderna: la existencia de una realidad
(“verdad”) independiente de los observadores y la causalidad lineal (Ceberio y Watzlawick, 1998;
Hayward, 1997).
Erickson se apartó tempranamente de la psicología imperante en su época, causalista y
reduccionista, y podríamos afirmar que más bien razonaba como un fenomenólogo (Wolman, 1965),
puesto que prestó atención a la experiencia subjetiva de sus sujetos experimentales y sus pacientes. Más
que buscar las causas de los comportamientos sintomáticos o disfuncionales en todos sus pacientes,
centró su interés en cómo esos comportamientos se manifiestan o se mantienen a lo largo del tiempo.
Asimismo, se apartó de los métodos usuales de la investigación experimental en psicología; porque
en lugar de diseñar experimentos “duros” 3, inspirados en la física (Hayward, 1997), más bien operaba
como un antropólogo que usaba métodos cualitativos en sus investigaciones. En este aspecto, Erickson
fue un adelantado a su época.
El pragmatismo de Erickson –que a mi juicio se relaciona con su crianza en el campo, en una
familia no religiosa, en Estados Unidos– se manifiesta en su distancia con el mundo de los teóricos
(académicos) de la psicoterapia, para interesarse en el hacer4; lo cual lo llevó a desarrollar sus
innovadoras estrategias terapéuticas que hoy denominamos “terapia estratégica.” Sin embargo, aunque
Erickson no aportó explícitamente a la teoría de la psicoterapia, sus investigaciones y sus tratamientos
reportados en la literatura permiten establecer que bajo su actuar subyacen principios básicos que lo
guían.
En ciencia, los nuevos puntos de vista de los pensadores o de los investigadores son comprendidos
primero según el espíritu de su época. Como era de suponer, Erickson fue famoso primero por sus
estudios del hipnotismo; metodología de trabajo –aunque mal comprendida– que se avenía muy bien con
el conductismo y la psiquiatría de esa época. Es decir, el terapeuta actúa sobre el paciente para la
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reducción de los síntomas o para reeducarlo. La lectura de los artículos de Erickson nos permite observar
a un psiquiatra genial que asume el control de la terapia y sabe perfectamente qué decirles a los
pacientes para ayudarlos; al tiempo que sus métodos inusuales para el uso del trance hipnótico lo retratan
como un bondadoso experto en “manipulación”, en una relación muy asimétrica con sus pacientes.
No fue hasta fines de la década de los años ’50 y gracias al proyecto pionero de Gregory Bateson
acerca de la comunicación humana el cual estaba sentando las bases para un nuevo paradigma en
psicología, que Erickson puede salir del encuadre antes mencionado y ser reconocido como el
psicoterapeuta genial que conocemos hoy, que más que aportar “técnicas” a la psicoterapia, aportó una
mirada revolucionaria para el desarrollo de una terapia eficaz, y la comprensión y resolución de los
problemas humanos.
Este volumen explorará en sus diversos capítulos esa mirada de Erickson, colocándose el énfasis
en los principios unificadores en su obra más que en sus aportes desde el punto de vista técnico.
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1
Notas:
1
Jay Haley (1985) Conversations with Milton H. Erickson, M.D., Vol. 3: Changing Children and Families , (Apendix, A Biographical
Conversation), p: 141-168.
Rossi, E.; Ryan, M. and Sharp, F. (Eds.) (1983) (Introduction, Milton H. Erickson: A Biographical Sketch), p.: 1-60
Zeig, J. (1985b)
Zeig, J. and Munion, W. (1999) (Chapter 1, The Life of Milton H. Erickson), p.: 1-23
2
Recuérdese que el conductismo representado por Watson es un modelo experimental “sin consciencia” (Wolman, 1965), un modelo de
“caja negra”, en donde sólo interesan para el estudio “científico” las relaciones entre los estímulos y las respuestas (observables)
3
Cuantitativos.
4
Podría confundirse este “hacer” de Erickson con el actuar de alguien iletrado que básicamente actúa en base a su experiencia y “sentido
común.” «Aunque Erickson no era un intelectual en la forma en que usted pensaría de un académico, era ampliamente instruido. En
particular, tenía una memoria excepcional, era especialmente versado en literatura, agricultura y antropología. Al tratar a sus pacientes, a
menudo usaba su conocimiento en esos campos.» (Zeig, 1985b, p. 17-18)
Desde los inicios de sus estudios de la inducción de trance hipnótico, Erickson comenzó a
aplicar su idea que cada persona era única, por lo cual el hipnotista debía individualizar sus
acercamientos, colocando énfasis en la incorporación del estilo particular de respuesta del sujeto en el
procedimiento usado/co-construido: utilización.
A diferencia de las primeras teorías acerca de la hipnosis en el siglo XX, donde se la
consideraba una forma de sueño (“inhibición cortical”, desde el punto de vista pavloviano), Erickson
consideraba al estado hipnótico como un estado alterado de consciencia, experimentado como una
intensa estrechez del foco de atención del sujeto. (Erickson, 1983)
En el contexto de la inducción de trance, la utilización se refiere a los distintos métodos
individualizados para fijar la atención de los sujetos. Erickson y Rossi (1976/1980) teorizan que una
vez que la atención está focalizada, el proceso es continuado por una debilitación espontánea de los
esquemas mentales que permiten la orientación de realidad y que el hipnotista debilita aun más.
Los aportes más originales de Erickson a la inducción de trance son la descripción de diversos
métodos individualizados para la inducción de trance que utilizan el estilo peculiar de respuesta,
entendimientos y motivaciones de los sujetos (Erickson, 1958/1980a, 1959/1980); y que Erickson
define del siguiente modo: « Acercamiento naturalista significa la aceptación y utilización de la
situación de encuentro, sin esforzarse en reestructurarlo» (1958/1980, p. 168) (Énfasis añadido)
En 1959, Erickson escribió:
«En las técnicas más comunes de inducción de trance, el procedimiento está basado primariamente en alterar la
actividad del sujeto en ese momento y darle instrucciones para diferentes formas de comportamiento. Así, puede decírseles
a los sujetos que se sienten en una silla, en forma quieta y cómoda, que fijen su mirada, relajen progresivamente sus
cuerpos y desarrollen un estado de trance. O puede pedírseles que cierren sus ojos y desarrollen una imaginería hasta que
se desarrolle el estado de trance. En forma similar, en la técnica de levitación de la mano, como una forma de inducir un
trance se sugiere un interés en los aspectos experienciales de la situación y el desarrollo de actividad ideomotora.
Dichas técnicas requieren de la aceptación y cooperación con las formas de comportamiento sugeridas o impuestas
externamente, las cuales pueden ser activas o pasivas. La resistencia o el rechazo de este comportamiento impuesto pueden
requerir que el operador disponga de otra técnica que sea más fácilmente aceptable o placentera para los sujetos.
[…] Sin embargo, hay otro tipo de paciente que realmente necesita hipnosis, pero no responde y es resistente a las
técnicas de inducción usuales. Aunque esto se encuentra con mayor frecuencia en la práctica de la psicoterapia, no es
infrecuente en la práctica médica general y la odontología, y se juzga que [esos sujetos] no son adecuados para el uso de
hipnosis. Esos pacientes no desean aceptar ningún comportamiento sugerido, hasta que su propia resistencia o
comportamiento contradictorio u oposicionista haya sido tomado en cuenta por el hipnotista. Debido a su condición física,
estados de tensión o ansiedad, interés intenso, preocupación o absorción en sus propios comportamientos, ellos son
incapaces de cooperar en forma activa o pasiva para permitir una alteración en su comportamiento. Para esos pacientes las
Técnicas de Utilización sirven para tomar en cuenta en forma adecuada sus necesidades especiales. Pero esas mismas
técnicas son fácilmente aplicables a los pacientes comunes y con frecuencia sirven para facilitar el proceso de inducción de
trance en el paciente promedio.
Esas técnicas son en esencia no más que una simple inversión de los procedimientos usuales para inducir hipnosis.»
(Erickson, 1959/1980, p. 177-178)
Rossi ha reunido en el Volumen 2 de los Collected Papers de Erickson los artículos respecto a
sus investigaciones en la alteración hipnótica de las experiencias sensoriales, perceptuales y procesos
psicofisiológicos. Dichas investigaciones las ha ordenado Rossi en las siguientes categorías: Procesos
visuales, Procesos auditivos, Procesos psicofisiológicos y Distorsión de tiempo.
Muchas de esas investigaciones no son de utilidad al clínico en la actualidad, sin embargo
asombra el detallismo con la cual están descritos sus experimentos de campo. En la época que
estaban siendo realizadas, y que corresponde al estudio científico de la hipnosis durante la primera
mitad del siglo XX, esos estudios eran pertinentes para la determinación de los alcances de la
sugestión hipnótica.
En esas investigaciones Erickson estaba intentando alterar las funciones normales de sus
sujetos experimentales (esto se observa particularmente en sus estudios de los procesos visuales y
auditivos); suponemos que su intención era fabricar a través de sugerencias hipnóticas estados
inusuales en los sujetos, similares a los que suelen verse en los trastornos histéricos de la
personalidad. De modo que si se aprende a construirlos, entonces podrá averiguarse acerca de los
métodos para tratarlos.
Sin embargo, aunque Erickson estaba estudiando temas de investigación básica, no podía
desprenderse de su interés por el uso clínico de su objeto de estudio. En 1952 (Erickson 1977/1980)
escribió que en el uso de la hipnosis para la modificación de la fisiología de los sujetos, no puede
separarse la clínica psicológica de la fisiología. Apuntaba en ese artículo que aunque las técnicas eran
importantes, también lo era la situación donde estaban empleándose éstas, la condición psicológica
del sujeto y del hipnotista (es decir, las condiciones del laboratorio y de la clínica son distintas y
deben ser tomadas en consideración al efectuar la investigación o el trabajo con el paciente).
Entre esos artículos atraen la atención un estudio experimental para el tratamiento de la
infertilidad psicógena (Erickson, 1958/1980b); el desarrollo de las mamas posiblemente influenciado
por la hipnosis en dos mujeres (Erickson, 1960/1980a), y tres ejemplos de alteración psicogénica de
la menstruación (Erickson, 1960/1980b). En esos tres artículos, especialmente en el relativo al
crecimiento de las mamas, Erickson hace uso de un sofisticado tratamiento que implica el uso de
sugestiones hipnóticas indirectas e individualizadas a cada paciente.
Ese volumen de los Collected Papers también incluye artículos de Erickson, y de Erickson y
Cooper acerca de la investigación del fenómeno hipnótico de la distorsión de tiempo, y describe una
sofisticada metodología para el entrenamiento en expansión y contracción del tiempo. Erickson usó
este fenómeno en hipnoterapia, de modo que algunos de sus pacientes pudieran vivenciar un largo
período de tiempo de sus vidas en pocos minutos de sesión.
Estas investigaciones han sido reunidas por Rossi en el Volumen 3 de los Collected Papers.
Estos artículos están clasificados en las siguientes temáticas: Amnesia, Literalidad del sujeto hipnótico,
Regresión de Edad, Escritura y dibujo automático, Mecanismos mentales, Personalidad doble y
Neurosis experimental.
Para el estudio de la amnesia hipnótica, Erickson aplica nuevamente su observación como
psicólogo y desarrolla métodos para la construcción de amnesia basados en los mecanismos usuales
del olvido en la vida cotidiana. Nuevamente se aparta aquí de los métodos tradicionales y directos que
le sugieren/imponen al sujeto el olvido de lo vivenciado en la experiencia hipnótica.
Sus estudios acerca de la literalidad del sujeto hipnótico reportan sus investigaciones (no
controladas) con más de 1800 sujetos hipnotizados y 3000 no hipnotizados. Según Erickson los
sujetos en trance hipnótico tienden a ser más literales que los sujetos en estado de vigilia. Esta
afirmación de Erickson, sin embargo, no ha sido comprobada en estudios controlados (Matthews,
Conti y Starr, 1998).
En sus artículos sobre regresión de edad, Erickson describe su peculiar modo de obtener un
fenómeno hipnótico (regresión de edad, en este caso) a través de la evocación cuidadosa de procesos
psicológicos de asociaciones relevantes en el sujeto (Rossi, “Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p.
102). En publicaciones posteriores (Gilligan, 1987) se describe un método para la regresión de edad,
el cual es un método de confusión, donde se confunden los “marcadores temporales” (día, mes, año)
y los tiempos verbales.
Un método muy distinto de aquellos directos para la regresión de edad que hacen uso de
órdenes directas para regresar al pasado o métodos de imaginería (“la máquina del tiempo”, por
ejemplo [Yapko, 1990]). ¿Cómo puede saber el hipnotista que el material obtenido en esa inducción
hipnótica directa corresponde a vivencias de experiencias vividas por el sujeto o son una fabricación
para responder a las expectativas del investigador/terapeuta? (Orne, 1986; Relinger, 1986; Yapko,
1994).
En la sección “Mecanismos Mentales” se describen las investigaciones de Erickson para la
producción experimental de los mecanismos de defensa descritos por el psicoanálisis. Aunque
Erickson nunca compartió el punto de vista psicoanalítico, en esas investigaciones demostró que
podían implantarse “complejos” en los sujetos (Rossi, “Introduction”, Collected Papers, Vol. 3, p. 188);
y por extensión, entonces, ¿estaba buscando los modos de modificarlos?
En el artículo “Unconscious mental activity in hypnosis” [“Actividad mental inconsciente en
hipnosis”] (1944), Erickson demuestra cómo el hipnoteraputa puede facilitar que el propio
inconsciente del paciente resuelva por si mismo el problema presentado. Según Rossi, ésta es una de
las innovaciones terapéuticas más importantes de Erickson.
En la sección “Neurosis experimental” se destaca por su acercamiento terapéutico innovador el
artículo “A study of an experimental neurosis hypnotically induced in a case of ejaculatio praecox”
[“Un estudio de una neurosis inducida a través de hipnosis en un caso de eyaculación precoz”]
(1935). En dicho artículo Erickson describe un método de tratamiento que utiliza los propios impulsos
neuróticos del sujeto para construir comportamientos compulsivos que lo llevan a la resolución del
problema.
En la época en que Erickson comenzó a trabajar como psiquiatra residente en 1930 (Erickson,
1983), el único método psicoterapéutico aceptado era el psicoanálisis.
En ese tiempo el uso clínico de la hipnosis estaba asociado con los mandatos directos del
hipnotista para el abandono de los síntomas de los pacientes. Ese fue el tipo de tratamiento con
hipnosis que estudió Freud en Nancy con Liebault y Bernheim. Bernheim había demostrado que el
sujeto al salir del trance hipnótico podía recordar muchos eventos que aseguraba ignorar (Miotto,
1962) y Breuer había observado que la catarsis obtenida a través de hipnosis con una paciente
histérica la había aliviado de sus síntomas. Sin embargo, dichos tratamientos con hipnosis no daban
los resultados esperados, y Freud abandonó el uso y estudio de la hipnosis para desarrollar su propio
método psicoterapéutico.
Simultáneamente con sus estudios experimentales en hipnosis, Erickson comenzó a explorar la
psicoterapia en un contexto hipnótico; trabajos que realizaba en una forma casi clandestina, debido a
que el establishment desaprobaba ese tipo de prácticas.
Erickson no estaba de acuerdo en que una psicoterapia efectiva es aquella que sólo busca la
remisión de los síntomas y en donde la curación provenga desde afuera. Según Erickson,
«La inducción y mantención de un trance sirve para proveer un estado psicológico especial en el cual los pacientes
pueden reasociar y reorganizar sus complejidades psicológicas internas y utilizar sus propias capacidades en una forma
acorde con su propia vida experiencial . La hipnosis no cambia a las personas ni altera su vida experiencial pasada. Sirve para
permitir que aprendan más de si mismos y expresarse más adecuadamente.
Las sugestiones directas están basadas primariamente, quizá en forma involuntaria, en el supuesto que cualquier
cosa que se desarrolle en hipnosis deriva de la sugestión entregada. Esto implica que el terapeuta tiene el poder milagroso
de efectuar cambios terapéuticos en el paciente, y pasa por alto el hecho que esa terapia es el resultado de la resíntesis del
comportamiento del paciente, logrado por el mismo paciente. Es cierto que las sugestiones directas pueden efectuar una
alteración del comportamiento del paciente y dar como resultado una cura sintomática, al menos en forma temporal. Sin
embargo, dicha “cura” es simplemente una respuesta a la sugestión y no trae consigo esa reasociación y reorganización de
ideas, comprensiones y recuerdos que son tan esenciales para una curación real. Es esta experiencia de reasociación y
reorganización de su propia vida experiencial la que eventualmente termina en una curación, no la manifestación de
comportamiento dispuesto a responder que puede, en el mejor de los casos, satisfacer solamente al observador .» (Erickson,
1948/1980, p. 38) (Énfasis añadido)
A diferencia de los hipnólogos tradicionales que a través de su fraseo ritual buscan implantar
ciertas ideas en el sujeto hipnotizado, Erickson buscaba la evocación de lo que denominó aprendizajes
experienciales. Con este concepto se refería a la « riqueza de conocimiento que existe en su cuerpo ,
del cual usted está totalmente inconsciente, y que se manifiesta por si mismo cuando se da la
estimulación psicológica o fisiológica adecuada.» (Erickson, en Rossi y Ryan, 1985, p. 121) (Énfasis en
el original) «En hipnosis uno hace uso de todos los aprendizajes experienciales para dirigir y organizar
el comportamiento del paciente.» (Erickson, en Rossi, Ryan y Sharp, 1983, p. 162)
Erickson ejemplifica este concepto a través de la siguiente disertación de la naturaleza de la
inducción de trance hipnótico:
«¿Qué hace uno en hipnosis para producir un trance? Por cierto que no es tener un ojo de águila o tener una altura
de seis pies, o algo por el estilo. La hipnosis que se desarrolla en cualquier situación es la hipnosis que se desarrolla dentro
del paciente. El paciente realiza su propio desarrollo del trance hipnótico . Lo realiza al escucharlo a usted, y si usted es lo
suficientemente interesante, si usted puede asegurar la atención de él y asegurar sus cooperación, el paciente limitará y
restringirá su comportamiento a usted y lo que usted le está diciendo; el paciente comprenderá lo que usted le está
diciendo; el paciente estará deseoso de recibir en forma no crítica lo que usted está diciendo –y cuando digo no críticamente
estoy hablando en el sentido científico de la palabra. La mayoría de nosotros no acepta las cosas en forma no crítica. Si yo le
pidiera a uno de ustedes que se sacara su chaqueta, ustedes inmediatamente replicarían “¿Por qué?” Esa sería una
respuesta crítica. Pero si le pidiera a usted como sujeto hipnótica que se sacara su chaqueta, su pensamiento podría ser:
“Ahora hay algo que puedo hacer. Es perfectamente posible. Es adecuado en esta situación. Pero, ¿es necesario?” Por cierto
que el doctor no le pediría al paciente que hiciera algo si eso no fuera necesario, y por consiguiente el paciente tomaría la
decisión después de haber examinado la idea y haberla examinado en base a sus valores intrínsecos. Entonces decidiría si
ejecuta o no lo solicitado.
Al inducir un trance usted le pide al paciente que le dé toda su atención. Usted no quiere que él cuente los objetos
que cuelgan de la pared; usted no quiere que juegue con su mirada y la mueva de un lado a otro para ver si aun es
cambiante. Usted quiere que él le dé toda su atención y que no está advirtiendo ninguna otra cosa. Y a medida que él le
presta atención, está disminuyendo el campo de la consciencia visual; está disminuyendo el campo de su consciencia
auditiva; y está dirigiendo sus pensamientos y sus sensaciones hacia dentro de él. En este punto usted puede sugerirle al
paciente que a medida que mira hacia el lugar que desee, o mire hacia la distancia, puede relajarse. Usted no está relajando
realmente al paciente. Usted le está solicitando que reviva sus memorias y su comprensión de lo que es la relajación física . Y
a medida que comienza a revivir esas memorias y comprensiones, su cuerpo comienza a relajarse y a experimentar la
relajación, y encuentra los mismos aprendizajes experienciales de cuando se ha relajado en el pasado. A medida que se
relaja más y más, usted puede sugerir sus piernas y sus brazos pueden sentirse más pesados, cansados y cómodos. ¿Qué
está haciendo usted? Simplemente pidiéndole al paciente que revise sus memorias y sus comprensiones de pesadez, de
cansancio, de comodidad; y a medida que él dirige su atención más y más hacia su interior, usted está disponiendo la base
para que él extraiga cualquier aprendizaje experiencial que ha tenido en su vida.» (Erickson, en Rossi, Ryan y Sharp, 1983,
p.163-164)
Con este modo de trabajo Erickson está consiguiendo a lo menos tres objetivos: (1) promover
la cooperación del sujeto, al pedirle algo que éste sabe hacer; (2) facilitar la evocación de
comportamientos involuntarios, puesto que el individuo estará produciendo respuestas que están más
allá de su control volitivo; (3) dependiendo del objetivo terapéutico del uso de la experiencia de
trance, puede preparar (sembrar) (Zeig, 1992b) el terreno para el trabajo terapéutico.
En los últimos años de trabajo de Erickson, acostumbraba a “inducir” el trance hipnótico a
través de “aprendizajes tempranos” (Erickson, Rossi y Rossi, 1976) y luego relatar metáforas
terapéuticas (Zeig, 1985).
Típicamente ese método de inducción de trance era el siguiente:
Mira hacia la esquina superior de ese cuadro.
La esquina superior de ese cuadro.
Ahora te hablaré.
(Pausa)
Cuando fuiste por primera vez al kindergarten, a la
escuela primaria,
ese asunto de aprender letras y números parecía
ser una tarea insuperable.
Reconocer la letra A
distinguir una Q de una O era muy difícil.
Y también después la manuscrita de la imprenta
eran muy distintas.
Pero aprendiste a formar una imagen mental de algún tipo.
No lo sabías en esa época, pero fue una imagen mental permanente.
Y después en la gramática escolar formaste otras
imágenes mentales
de palabras o dibujos de frases.
Desarrollaste más y más imágenes mentales, sin saber
que estabas desarrollando imágenes mentales.
Y puedes recordar todas aquellas imágenes.
(Pausa)
Ahora puedes ir donde desees, y transportarte a
Cualquier situación.
Puedes sentir el agua,
puedes querer nadar en ella.
(Pausa)
Puedes hacer lo que quieras.
Incluso no tienes que escuchar mi voz
Porque tu inconsciente la escuchará.
Tu inconsciente puede intentar todo lo que desee.
Pues tu mente consciente no estará haciendo nada de importancia.
Advertirás que tu mente consciente está interesada
en algo, ya que mantiene agitándose tus párpados.
Pues alteraste tu frecuencia respiratoria.
Has alterado el pulso.
Has alterado tu presión sanguínea.
Y sin saberlo, estás demostrando la inmovilidad
que puede demostrar un sujeto hipnótico.
No hay nada realmente importante,
excepto la actividad de tu mente inconsciente.
Y eso puede ser todo lo que tu mente inconsciente
desea.
Ahora existe la comodidad física,
pues incluso no necesitas prestar atención
a tu relajación y comodidad.
Y puedes decirle a tu mente inconsciente
que eres una sujeto hipnótica excelente,
y cualquier cosa que necesites o desee
tu mente inconsciente te permitirá usarla.
Y puedes tomar tiempo tu propio tiempo
dejándote entrar en trance
ayudándote a comprender algo razonable.
[...]
(Erickson, Rossi y Rossi, 1976, p. 5-14)
Analicemos la racionalidad es este método (Pacheco, 1998a):
1) Induce un trance en una forma muy casual, inocua.
2) Evoca indirectamente la regresión de edad al hacer mención de aprendizajes tempranos –
innegables– en la vida de las personas.
3) Crea una disposición a responder en el oyente hacia el aprendizaje; es en la época escolar
temprana donde las personas estamos más dispuestas a escuchar y aprender de un
maestro (el terapeuta en este caso; aprender a resolver o enfrentar los problemas).
Erickson era reconocido a fines de la década de los años 1940 como el “maestro” de la
hipnosis. Sin embargo, si la hipnosis no es terapéutica en si misma, ¿para que gastar tiempo valioso
de la entrevista con el paciente para enseñarle a entrar en trance hipnótico? Erickson entendía que
«el trance terapéutico es un período durante el cual las limitaciones del marco de referencia habitual y
las creencias de uno están temporalmente alteradas, de modo que se puede ser receptivo a otras
pautas de asociación y modos de funcionamiento mental que conduzcan a la resolución de
problemas.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 3)
Según Erickson (Erickson y Rossi, 1979), las personas presentan problemas psicológicos
debido a que están rígidamente pautados en una visión de mundo y de soluciones limitante, de modo
que no pueden hacer uso de sus recursos para resolver esos problemas. «Si el ego de un paciente
fuera capaz de resolver el problema, el paciente no requeriría un terapeuta.» (Rossi, en Erickson,
1980d, p. 97) «Los problemas psicológicos se desarrollan cuando las personas no permiten que las
circunstancias naturalmente cambiantes de la vida interrumpan sus antiguas pautas de asociación y
experiencia, de modo que puedan surgir nuevas actitudes.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 7)
Por lo tanto, el uso de la hipnosis en terapia tendría como objetivo la debilitación de esos
esquemas mentales rígidos. «[En la resolución de síntomas, Erickson] rara vez daba sugestiones
directas, porque muy a menudo ellas tientan al ego del paciente (el consciente del paciente, las
habilidades voluntarias) a hacer algo: el ego usualmente hace un esfuerzo consciente para llevar a
cabo las sugestiones. En hipnosis, sin embargo, Erickson prefiere los sistemas de respuesta autónoma
para llevar a cabo las sugestiones, los cuales burlan al consciente del paciente, a la intencionalidad
voluntaria. […] El terapeuta es necesario para facilitar la emergencia de los potenciales y sistemas de
respuestas sin explotar que el propio ego del paciente no ha sido capaz de utilizar en una forma
voluntaria e intencional.» (Rossi, en Erickson, 1980d, p. 97)
Otro objetivo del uso de la experiencia hipnótica en terapia, es que una persona que está en
trance hipnótico, con sus esquemas mentales habituales momentáneamente suspendidos, está más
dispuesta a colaborar con las ideas o sugerencias que el terapeuta le provea. Esto, debido a una
tendencia natural a recuperar el equilibrio perdido (Yapko, 1990).
Individualización de la psicoterapia
La experiencia obtenida por Erickson en sus numerosos experimentos acerca de la inducción
de trance hipnótico y la aplicación del principio de utilización en esos acercamientos, lo llevó a
concebir la psicoterapia como un proceso individualizado (ya sea que haga uso o no de hipnosis). La
individualización de la terapia permite alcanzar dos objetivos:
(1) Permite el desarrollo de una alianza terapéutica que promueve la cooperación del cliente.
Erickson y Carl Rogers, han sido reconocidos como los maestros de la empatía terapéutica en la
historia de la psicoterapia moderna (Gunnison, 1987). Erickson disponía de muchos medios para
favorecer la alianza terapéutica (algunos de ellos aprendidos en sus experimentos de inducción de
trance): se interesaba por los problemas actuales que llevaban al paciente a consultar; validaba el
motivo de consulta de los clientes; usaba el lenguaje de ellos; intentaba mirar la realidad desde la
propia visión de mundo de los pacientes. Además, desde la primera sesión creía realmente en que
podría ayudar al paciente y creaba expectativas para el cambio terapéutico.
(2) Una terapia individualizada, en la cual los procedimientos terapéuticos se construyan de
acuerdo a las necesidades del cliente y el terapeuta use un lenguaje que tenga sentido para aquel,
necesariamente conseguirá involucrar experiencialmente al cliente en el proceso terapéutico. Es decir,
la terapia estará construida desde y para ese cliente y no en base a las ideas del terapeuta acerca de
cómo deben ser y comportarse las personas.
Sin embargo, para realizar ese tipo de terapia se necesita de un terapeuta flexible, que adapte
su propio comportamiento al del cliente, y no a la inversa como ocurre en muchas corrientes
psicoterapéuticas.
A diferencia de Freud y muchos otros destacados terapeutas que crearon “escuelas” de
psicoterapia, Erickson se negó hasta el final de sus días a considerar a sus métodos inusuales de
psicoterapia como una corriente terapéutica. Escribió respecto a “Las preconcepciones limitantes de la
mayoría de las ‘escuelas’ de psicoterapia” en los siguientes términos:
«En el desarrollo de la psicoterapia como un campo de los esfuerzos médicos ha habido una extensa elaboración de
la teoría y una asombrosa rigidez de procedimientos. Esto es particularmente el caso de muchas escuelas divergentes de
orientación psicoanalítica. Este indebido énfasis en una extensa superestructura teórica como requisito para toda
psicoterapia, junto a una rigidez del acercamiento terapéutico hacia todos los pacientes, surge de tres supuestos generales.
El primero es que la psicoterapia basada en el comportamiento observable y relacionada primariamente con las exigencias de
las situaciones vitales inmediatas y futuras del paciente debe ser necesariamente inadecuada, superficial y sin validez –al ser
comparada con una terapia que reestructura las comprensiones del paciente hacia su pasado remoto.
El segundo supuesto es que el mismo acercamiento rígido y estereotipado a la terapia (las rutinas del “análisis
clásico”, la terapia “no directiva”, etc.) es aplicable a todos los pacientes, todas las veces y en todas las situaciones. Este
supuesto descuida la significación inmediata de (a) la individualidad de las experiencias vitales, reacciones y aprendizajes;
(b) el contexto del problema en relación con la situación vital real; y (c) el carácter de la sintomatología manifiesta, ya sea
básicamente psicológica, fisiológica, somática, o una variada combinación de ellas tres.
El tercer supuesto es que la psicoterapia efectiva ocurre a través de la interpretación y la explicación al paciente, ya
sea en forma directa o indirecta, respecto al significado interno de su vida experiencial formulada en términos de
especulaciones postuladas por una escuela particular de psicoterapia. Para ilustrar este supuesto, considérese lo siguiente:
Un infante hambriento que succiona ávidamente el pecho de su madre, no es considerado simplemente como un infante que
satisface un hambre fisiológica. Por el contrario, la succión es interpretada como una reacción agresiva en un estado de
resentimiento a la experiencia de hambre fisiológica y en un esfuerzo por incorporar a su madre como una defensa contra un
mundo amenazante. De este modo, a un proceso de la vida física, universal en todos los mamíferos, se le da una
interpretación muy específica, que implica un complicado proceso mental en un infante recién nacido.
Que muchas escuelas de psicoterapia estén basadas en formulaciones del comportamiento humano divergentes, a
menudo opuestas y contradictorias –y, sin embargo, alcancen esencialmente los mismos resultados terapéuticos– no
disminuye la dependencia de esos supuestos generales. Ni ha llevado a los proponentes de esas diversas escuelas a re-
examinar los principios de sus enseñanzas. La excesiva elaboración de esas interpretaciones teóricas del comportamiento
humano, junto al carácter rutinario de los procedimientos terapéuticos, ha hecho a la terapia una empresa prolongada y cara
que no está al alcance de una vasta mayoría de pacientes. Así, el ideal de una psicoterapia alcanzable y fácilmente aplicable
ha sido derrotada. En su lugar, las diversas escuelas de psicoterapia, particularmente aquellas de orientación analítica, han
elaborado sus propias filosofías separadas y diferentes a las cuales los clientes deben adaptarse incluso cuando no estén
interesados en ellas.» (Erickson, 1980d, p. xv-xvi)
Este énfasis en el diseño de tratamientos individualizados y la posición ateórica de Erickson ha
dificultado el estudio de su enfoque. Fue un investigador clínico que publicaba los resultados de sus
investigaciones, pero que no se interesó en sistematizar sus hallazgos y sus ideas. Dejó a otros esa
tarea. Por lo tanto, cuando se habla de un “enfoque ericksoniano”, en realidad habría que decir más
correctamente, “la visión de Haley de la terapia de Erickson”, “la visión de Rossi de la hipnoterapia de
Erickson”, “la visión de Bandler y Grinder de la hipnosis de Erickson”, “la visión de Zeig de la
hipnoterapia de Erickson”, “la visión de Watzlawick de la terapia de Erickson”, “la visión de los
esposos Lankton de la hipnoterapia de Erickson”, “la visión de O’Hanlon de la terapia de Erickson”,
etc. Cada uno de esos autores (en su mayoría discípulos de Erickson) ha colocado el énfasis en
aquellos aspectos del legado de Erickson que más se aviene con su entendimiento de la psicoterapia.
Los experimentos de Erickson acerca de la inducción del trance hipnótico lo convencieron que
la denominada “resistencia a la hipnosis” descrita en la literatura clásica del hipnotismo, era una
respuesta lógica de los sujetos a la concepción de dominancia-sumisión en esa tradición. «Podemos
ver que la resistencia no es realmente una resistencia, sino que es una reacción perfectamente
razonable contra [esa concepción]. Creemos que la resistencia tiene algunas bases razonables dentro
del propio marco de referencia del cliente. ¡ La resistencia es usualmente una expresión de la
individualidad del paciente!» (Erickson y Rossi, 1979, p. 67-68) (Énfasis en el original)
Erickson afirmaba que «la tarea del terapeuta es comprender, aceptar y utilizar esa
individualidad para ayudar a los pacientes a burlar sus limitaciones aprendidas para alcanzar sus
propias metas […] Cualquiera sea el comportamiento ofrecido por el sujeto, debiera ser aceptado y
utilizado para desarrollar más comportamiento dispuesto a responder. Cualquier intento por “corregir”
o alterar el comportamiento del sujeto, o forzarlo a hacer cosas en las cuales no está interesado,
milita contra la inducción de trance y ciertamente contra la experiencia de trance profundo […] El
reconocimiento y concesión a las necesidades del sujeto y la utilización de su comportamiento no
constituye, como lo han declarado algunos autores, una “técnica no ortodoxa” basada en la “intuición
clínica”; por el contrario, un acercamiento de ese tipo constituye un simple reconocimiento de las
condiciones existentes, basado en el total respeto por el sujeto como una personalidad única»
(Erickson y Rossi, 1979, p. 68-69).
Cuando se utiliza la “resistencia” del paciente, aceptándola e incluso alentándola, ésta deja de
ser “resistencia” y se convierte en cooperación; y se puede construir sobre ella (Yapko, 1990).
En el volumen de Haley (1980a), Terapia no convencional, se describen numerosos casos
clínicos en los cuales se muestra la utilización que hacía Erickson de la “resistencia.”
Hipnoterapia breve
En el año 1954, Erickson publicó un artículo, “Técnicas especiales de hipnoterapia breve”, que
marca un hito y una nueva dirección en el entendimiento del uso clínico de la hipnosis.
Erickson introduce el artículo del siguiente modo:
«El desarrollo de los síntomas neuróticos constituye un comportamiento de carácter defensivo, protector. Debido a
que es un proceso inconsciente, y excluido de este modo de los entendimientos conscientes, es ciego en su naturaleza y no
sirve a los propósitos útiles de la personalidad. Tiende a ser un impedimento e incapacitar en sus efectos. La terapia de ese
comportamiento retorcido presupone ordinariamente que debe haber una corrección de las causas subyacentes. Si embargo,
esa corrección, a su vez, presupone no solamente una voluntad fundamental de parte del paciente para adecuar la terapia,
sino que también una oportunidad real y una situación que conduzca al tratamiento. En ausencia de uno o ambos requisitos,
las metas terapéuticas y los métodos deben ser re-ordenados para acoger tan adecuadamente como sea posible la realidad
de la situación total.
En el intento de esa terapia modificada, el problema surge de lo que realmente puede hacerse con la sintomatología
neurótica donde la realidad del paciente y su situación vital constituyen una barrera para un tratamiento global. Los
esfuerzos para la remoción de los síntomas a través de hipnosis, persuasión, re-condicionamiento, etc., usualmente son
inútiles. Casi invariablemente hay un retorno a la sintomatología, ya sea la misma u otra, con una resistencia aumentada a la
terapia.
Igualmente inútil, bajo esas circunstancias limitantes, es cualquier esfuerzo por centrar el tratamiento alrededor de
conceptos idealistas de la comprensión, o, como ocurre infortunadamente muy a menudo en estos casos, alrededor de la
concepción de lo que es necesario, apropiado y deseable. En lugar de esto, es imperativo que se dé reconocimiento al hecho
que la terapia global es inaceptable para algunos pacientes. Su pauta total de ajuste está basada en la continuación de
ciertas inadaptaciones, las cuales derivan de debilidades reales. Por lo tanto, cualquier corrección de esas inadaptaciones
sería no deseable si es que no imposible. En forma similar, la realidad del tiempo y la restricciones de la situación pueden
hacer imposible una terapia global y, por lo tanto, frustrante, inaceptable y realmente intolerable para el paciente.
Por consiguiente, una meta terapéutica apropiada es aquella de ayudar a los pacientes a funcionar tan adecuada y
constructivamente como sea posible bajo esos impedimentos, internos y externos, que constituyen parte de su situación vital
y necesidades.
Consecuentemente, la tarea terapéutica se convierte en el problema de utilizar la sintomatología neurótica para
acoger las necesidades singulares de cada paciente. Dicha utilización debe satisfacer el deseo compulsivo para los
impedimentos neuróticos, las limitaciones impuestas a la terapia por las fuerzas externas, y, por sobre todo, suministrar
adecuadamente ajustes constructivos, ayudados, más que incapacitados, por la continuación del neuroticismo.» (Erickson,
1954a/1980d, p. 149-150) (Énfasis añadido)
En ese artículo describe cuatro innovadores acercamientos terapéuticos para tratar síntomas
neuróticos, todos bajo el sello de la utilización terapéutica: sustitución de síntomas, transformación de
síntomas, disminución de síntomas, y respuesta emocional correctiva.
Uno de esos casos está descrito en Haley (1980a, p. 78-81), el cual analizaremos brevemente,
y el lector podrá percatarse de la agudeza de la intervención de Erickson (las intervenciones
terapéuticas se destacan con itálicas y negritas):
«Descripción: Un joven seleccionado para ingresar al Ejército presentaba enuresis desde la pubertad. Nunca había
pasado la noche fuera de casa, ni siquiera en casa de parientes. Todos los tratamientos intentados habían fracasado
Intervención: Inducción de trance profundo, sugestión respecto a que los orígenes de su enuresis eran
psicológicos, y que podría superarla si seguía las instrucciones al pie de la letra . Sugerencias posthipnóticas: Instrucción
de alojarse en un hotel, encerrándose en la habitación durante tres noches y sus días. Al entrar a la habitación le asaltaría el
temor que la mucama viera la cama mojada. Pero le asaltaría una idea, sorprendente y amarga, que después de toda esa
meditación angustiosa, la mucama encontraría la cama seca y no mojada como él lo planeara. Que su vergüenza por la
mañana sería enorme; que trataría de huir de la habitación pero no podría; que en la tarde lo asaltarían las mismas
preocupaciones, para encontrar el mismo resultado en la mañana; y lo mismo sucedería la tercera noche. Al abandonar al
hotel le dominaría un pensamiento obsesivo respecto a qué parientes visitar primero, que se quedaría varios días en la casa
de esos parientes, para preocuparse a cuáles visitar después. ( Creación de un pseudo problema neurótico [las
preocupaciones le impedirían pensara en sus angustias respecto a la enuresis]; inversión de la pauta). Luego le dio una
sugestión posthipnótica de una amnesia total del contenido de la sesión.» (Pacheco, 2000a, p. 4)
Otro de los casos descritos en ese artículo está resumido en O’Hanlon (1989, p. 48):
«En uno de los casos de Erickson, un muchacho retardado de 17 años, poco tiempo antes internado en un escuela,
desarrollo un síntoma que consistía en agitar rápidamente el brazo derecho delante de si, a una velocidad de 135 veces por
minuto. (Erickson había tomado el tiempo.) Erickson consiguió que el muchacho aumentara esa velocidad a 145 veces por
minuto. Durante cierto lapso, y bajo la supervisión de Erickson, de nuevo se redujo la velocidad a 135; después se aumentó
a 145, y a continuación fue reducida e incrementada, alternando un aumento de 5 veces por minuto y una reducción de 10
veces por minuto, hasta que el movimiento quedó eliminado.»
Cuando Ernest Rossi (editor de la obra de Erickson y coautor de libros y artículos) estudió con
Erickson, encontró una marcada diferencia entre la duración de la sesión terapéutica de Erickson y la que
él y, en general, realizaban todos los psicoterapeutas. Las sesiones de Erickson duraban 90 o más
minutos, en lugar de la típica sesión de 50 minutos. Rossi observó, además, que Erickson facilitaba el
trance en sus pacientes a través del relato de anécdotas e historias que parecían ociosas, irrelevantes o
aburridas. Aunque Rossi conocía los artículos en donde aparecía un Erickson ingenioso en la
manipulación de las personas, casi nunca lo vio inducir trance formalmente. (Rossi, 1990)
Además, Rossi no sabía cómo era que los pacientes entraban en trance, pues Erickson no usaba
rituales para obtener el trance; a veces los pacientes entraban en trance al principio de la sesión, otras
veces en la mitad o antes que finalizara ésta. Con Erickson, «decidir el momento exacto para la inducción
hipnótica era siempre un asunto de “observación” y “juicio clínico”» (Rossi, 1990, p.11).
Rossi comenzó a percatarse que Erickson esperaba que los pacientes presentaran ciertas
características conductuales (las "señales mínimas") que indicaban que estaban experimentando un
«período natural de quietud y expectación en donde la receptividad de los pacientes era óptima para
experimentar trance» (Rossi, 1990, p.11).
A esos períodos de quietud comenzaron a denominarlos el "trance común de cada día", ya que
parecían ser una característica de la vida diaria (Erickson, Rossi y Rossi, 1976), y esas señales mínimas
eran muy similares a las que mostraban los sujetos en trance.
Algunos de esos patrones conductuales o señales mínimas de trance común de cada día incluyen
(Rossi y Nimmons, 1991, p. 5):
Rasgos faciales relajados, calma.
Mirada hacia el vacío, no focalizada.
Bostezo o inspiración profunda.
Reflejos disminuidos.
Necesidad de estirarse.
Necesidad de usar el baño, etc.
En la sesión terapéutica, Erickson estaba observando al paciente con una atención cuidadosa y
muy enfocada: controlaba la frecuencia cardiaca del paciente (a través de la observación de las
pulsaciones en el rostro, cuello, piernas o manos). La velocidad de los reflejos (pestañeo, deglución,
respiración) y el grado de movimientos de todo el cuerpo (Rossi, 1982). Erickson esperaba que el
paciente presentara señales de trance común de cada día y lo profundizaba en un trance
hipnoterapéutico a través de sugestiones indirectas.
Rossi (1982) manifiesta que Erickson daba las sugestiones importantes cuando intuía que el
paciente había alcanzado un estado de respuesta de disposición a atender, un estado de extrema
atención en respuesta a los matices de la comunicación presentada por el terapeuta.
Esta respuesta de disposición a atender es una forma de comportamiento social, en el cual el
oyente manifiesta una atención muy estrecha hacia su interlocutor, y que se caracteriza por (Rossi,
1982):
Contacto visual focalizado.
Lenguaje corporal abierto y receptivo.
Actitud de interés y expectación.
Quietud del cuerpo, excepto para las respuestas de aprobación estereotipadas ocasionales (por ejemplo,
asentimiento con la cabeza), y
Un consentimiento en la aceptación de sugestiones.
Rossi (1990a) relata que comenzó a formarse una impresión muy diferente de Erickson a medida
que trabajaban juntos. Mientras que la mayoría de los psiquiatras lo consideraban como un "genio de la
manipulación y la sugestión", Rossi comenzó a considerarlo como un "genio de la observación".
Se percató que la efectividad de los acercamientos innovadores de Erickson no dependía del
"poder de sugestión", sino que de su habilidad para reconocer y utilizar las experiencias vitales de sus
pacientes con esos momentos cuando estaban más dispuestos a responder, en el trance común de cada
día.
Sin embargo, Erickson no siempre esperaba que los pacientes mostraran el “trance común de
cada día” para sus intervenciones; sino que lo facilitaba usando los mismos métodos que había
experimentado en la inducción de trance formal; ¡sólo que ahora no buscaba que sus pacientes
cerraran los ojos y parecieran dormir como cuando están en trance hipnótico!
Este es aun aspecto mal entendido de los procedimientos terapéuticos de Erickson que
trataremos de explicar en detalle.
Como dijimos más arriba, la inducción de trance busca fijar la atención del cliente, para
conseguir una debilitación de los esquemas conscientes y mayor disposición a responder. Cualquier
método que logre fijar la atención del sujeto, ya sea en una realidad externa (un objeto, una
conversación interesante) o en una realidad interna (relajación a través de imaginería, enfocarse en
sensaciones corporales), lo predispone a mostrar esa respuesta de atención (y tendencia a la
cooperación). Erickson conseguía el mismo efecto atrayendo la atención de sus clientes hacia una
conversación interesante; pero esa no era cualquier conversación, sino una que tuviera sentido para
ellos y que generara una tendencia a aceptar lo que él relataba ( yes set). Esos relatos de Erickson
podían deslizar ideas interesantes a un nivel consciente, o bien iniciar búsquedas inconscientes, o
consistir en una “inducción de trance” en la cual entremedio del relato se van urdiendo las
sugerencias terapéuticas (técnica de entremezclado).
También se auxiliaba de lo que se ha denominado biorraport (O’Hanlon, 1989), es decir, el
terapeuta va “espejando” (imitando sutilmente) comportamientos no verbales del cliente (pestañeo,
ritmo respiratorio). «La sincronización de los ritmos biológicos parece indicar y realzar el rapport entre
personas. Erickson utilizaba deliberadamente esta asimilación rítmica para facilitar el desarrollo de
rapport y para influir en los pacientes.» (O’Hanlon, 1989, p. 43) (Énfasis añadido)
Sin embargo, Erickson buscaba influenciar la experiencia de sus clientes no sólo para realizar
intervenciones en el consultorio, sino que buscaba que ellos llevaran a cabo actividades (tareas) entre
sesiones. Para ese fin buscaba(/construía) conseguir una respuesta de atención y de cooperación del
cliente, para asegurarse que llevarían (o no llevarían) a cabo esa tarea.
Esta noción de “hipnosis naturalista” coloca al hipnotismo dentro del marco de la comunicación
interpersonal, y libera al terapeuta de los comportamientos estereotipados que acompañan al
hipnotismo tradicional. Ya no son necesarios sillones especiales donde “inducir” el trance terapéutico;
y cualquier terapeuta que conciba a la terapia como un proceso de influencia interpersonal para
ayudar a sus clientes para romper las pautas limitantes que los mantienen atrapados en sus
problemas, tiene a su alcance diversas estrategias de comunicación que facilitarán su labor.
Notas:
1
William Kroger, M.D., destacado hipnoterapeuta que tenía una concepción distinta a la que sostenía Erickson en cuanto a la naturaleza de
la hipnosis y los métodos para usarla en forma clínica, le cuenta a Yapko en 1988 (Yapko, 1990) acerca de sus vicisitudes debido a los
prejuicios hacia la hipnosis: «Yo era el único doctor que estaba usando hipnosis en el área de Chicago. Se reían de mi, fui ridiculizado,
vilipendiado y abusado, y hecho caminar siete pasos detrás de todos, como si yo fuera un leproso. Fui perseguido por la Sociedad Médica
del Estado de Illinois debido a una exhibición. Ellos estaban solamente en contra de la hipnosis, [incluso] en contra de la palabra hipnosis…»
2
Erickson ejemplifica sus afirmaciones a través de la obtención de anestesia hipnótica. «Por ejemplo, la anestesia de la mano puede ser
sugerida directamente, y puede obtenerse una respuesta aparentemente adecuada. Sin embargo, si el paciente no ha interpretado
espontáneamente la orden para incluir un darse cuenta de la necesidad de la reorganización interna, esa anestesia fallará en los tests
clínicos y será una pseudo anestesia.»
3
Aquí Erickson está ejemplificando sus ideas a través de la descripción del método de inducción de trance por fijación de ojos.
4
Qué diferente es ese acercamiento de Erickson para trabajar con la regresión de edad, al compararlo con este acercamiento directo
ejemplificado por Yapko:
«... y ahora que puede sentirse tan cómodamente relajado... puede permitirse tener la experiencia en su mente... de llegar a una
estación de trenes especial... una estación de trenes distinta a cualquier otra que jamás usted ha conocido... donde el tren que
corre es muy inusual en su habilidad para hacer que usted retroceda en el tiempo... y usted puede retroceder en el tiempo... para
experimentar aquello que no ha pensado en mucho, mucho tiempo... y puede verse subiendo al tren más interesante... y puede
encontrar un asiento que sea cómodo para sentarse... tan suave, que usted descansa allí... profundamente descansado... y después
puede sentir que el tren comienza a moverse en forma delicada y placentera... puede experimentar el movimiento de retroceder en
el tiempo... lentamente al principio... después rápido... un momento poderoso... y mientras mira a través de la ventanilla... y ve los
sucesos de su vida moviéndose hacia el pasado, ve pasar como postes de teléfono en la vía, los recuerdos de ayer... después los
del día anterior... y del día antes... y del día antes... y todos los días antes... puede ir sin rumbo a través de su mente mientras viaja
más y más en el pasado... cuando después se convierte en ahora... y después el tren comienza a disminuir la velocidad... y después
llega a una parada... y ahora usted puede salir del tren para encontrarse en aquella situación ahora, puede ver las escenas,
escuchar los sonidos, y sentir los sentimientos de aquel tiempo y lugar... este tiempo y lugar...» (Yapko, 1990, p. 258-259)
5
Los estudios realizados en la década de los años 1990 indican que la alianza terapéutica es un factor esencial en los resultados de la
psicoterapia (Duncan, Miller y Hubble, 1998).
Esos autores indican que las siguientes características del proceso terapéutico favorecen la alianza terapéutica: intervenciones terapéuticas
que respondan a las metas de los clientes, y un tratamiento que se adecúe a la forma en que el cliente ve la relación terapéutica.
Las características de los terapeutas que son reportadas por los clientes como factores que promueven una adecuada alianza terapéutica
son aquellas antiguas pautas descritas por Rogers como factores esenciales de una terapia: Empatía, Respeto, Autenticidad del terapeuta y
Validación del cliente.
6
Sin embargo, los objetivos de la construcción de un clima empático en el trabajo de Erickson y Rogers cumplen fines distintos. Erickson era
un terapeuta directivo, que buscaba todos los medios posibles para conseguir que el cliente llevara a cabo sus directivas; mientras que
Rogers buscaba un clima de aceptación y comprensión en el cual el cliente pudiera revisar su vida experiencial en un ambiente exento de
juicios y críticas de terceros.
7
Scott D. Miller (2001) refiriéndose al concepto de la “resistencia” afirmaba que la psicoterapia ha tomado prestado a la Física ese concepto,
y lo ha usado en forma errónea. Tradicionalmente se ha visto a la resistencia como un impedimento intrapsíquico (individual) para cooperar
en la terapia; sin embargo la “resistencia” en Física hace alusión a la relación entre dos fuerzas, o algo que se opone a la acción de una
fuerza. Al aplicar correctamente ese concepto en psicoterapia, la resistencia ya no tendría que estar dentro del cliente, sino que en la
interacción de éste con el terapeuta.
8
de Shazer ha escrito lo siguiente respecto a la “resistencia” a la terapia:
«Por cierto, algunos clientes consideran que las ideas sobre cómo cambiar no son adecuadas, pero me resulta difícil rotular ese modo de
pensar como "resistencia"; me parece antes bien un mensaje que el cliente está enviando, en un esfuerzo por ayudar al terapeuta a que lo
ayude. Reiteradamente he hallado gente con deseos desesperados de cambiar y sumamente cooperativa, que me había sido derivada por
otros terapeutas con el rótulo de "cliente resistente". En realidad, la clave que mis colegas y yo creamos para promover la cooperación es
absolutamente simple.
En primer término vinculamos el presente con el futuro (ignorando el pasado), luego felicitamos al cliente por lo que ya ha hecho de útil o
bueno (o ambas cosas) para él, y a continuación (una vez que él sabe que estamos de su parte), podemos sugerir algo nuevo que él podría
hacer y que es, o por lo menos podría ser, bueno para él.
[...] Es claro que la gente que visita a un terapeuta desea cambiar su situación. Pero sea lo que fuere que hayan hecho para lograr el
cambio, no obtuvieron resultados. Han ido encerrándose en su propio camino, tal vez accidentalmente empeoraron, y han desarrollado
pautas de conducta habitual poco afortunadas. En vista de esto, la idea que van a resistirse al cambio está por lo menos desorientada. De
hecho, con este tipo de idea en su mente, el terapeuta puede realmente generar "resistencia" o no cooperación, cuando no directamente un
conflicto. Es decir que las concepciones del terapeuta son capaces de producir profecías de autocumplimiento, con un desenlace
infortunado.» (de Shazer, 1991, p. 32-34)
9
Y que luego trasladaría al tratamiento sin el uso de hipnosis formal.
10
Otra de las formas de sugestión indirecta de Erickson.
11
Véase Haley (1980a), p. 272-277
En el capítulo anterior hemos revisado brevemente cómo Erickson se apartó de los conceptos
del hipnotismo clásico y de su aplicación en clínica, para crear un nuevo modo de entender a la
hipnoterapia, y crear una nueva psicoterapia. En este capítulo analizaremos algunas de las
características relevantes de su concepción de la psicoterapia que se reflejan ampliamente en su
trabajo.
A diferencia de otros textos que han colocado el énfasis en la descripción de técnicas,
trataremos de entregar una visión amplia e integradora de las pautas terapéuticas principales de
Erickson. El énfasis en las técnicas por sobre los principios unificadores en el trabajo de un terapeuta
tan versátil, sólo puede llevar a lo que escribieron Wittezaele y García (1994): «Los métodos de
Erickson dejan perplejo. A menudo uno se pregunta adónde quiere llegar; la intervención parece
pertinente, pero podemos preguntarnos cómo se las ha arreglado para que los pacientes acepten
seguir al pie de la letra unas instrucciones tan raras. Tendemos a ver en ello una cierta magia, mezcla
de genio loco y de los poderes embrujadores de la hipnosis.» (p. 215)
Los trabajos acerca de Erickson llevados a cabo entre los años 1970 y 1980 colocaron el
énfasis en la “hipnosis ericksoniana”, y pasaron por alto al hecho que Erickson fue abandonando
progresivamente el uso de la hipnosis formal para realizar una terapia “conversacional” a la base de la
cual estaban las mismas pautas que había utilizado para sus inducciones de trance y trabajo clínico en
hipnoterapia. Además, no analizaron dichas pautas “hipnóticas” desde una perspectiva estratégica,
marco que permite una mayor comprensión e integración del trabajo de Erickson.
Al respecto, de Shazer (1991) escribió:
«[...] La terapia breve puede verse como un refinamiento y desarrollo de los principios de Erickson para la
resolución de problemas clínicos. Estos métodos naturalistas, indirectos, son útiles con o sin la mediación de trances
formales. Pues con frecuencia el observador ingenuo no tiene modo alguno de precisar sus observaciones al punto de poder
decir "aquí se inicia la inducción de trance" o "ahora empieza el trance". Muchísimas veces las ideas sobre el "trance" y la
"hipnosis" fascinan al observador y lo llevan a equivocarse. Gran parte de las descripciones del trabajo de Erickson examina
con excesivo detallismo estas herramientas, de modo que la consideración atenta de la corteza del árbol le hace perder de
vista los principios implícitos en la totalidad del bosque. El interés por las técnicas hipnóticas de Erickson oscurece su empleo
de la hipnosis. La hipnosis se parece más a la novocaína que a la extracción de una muela. La novocaína sola no desprende
la muela, y por otra parte la muela podría extraerse sin utilizar novocaína.» (p. 31)
El pragmatismo de Erickson
«(1) las terapias de degradación, o terapias “misioneras” y (2) las terapias de revalorización o terapias
“antropológicas”. Las terapias de degradación se centran en la llamada patología. Practicarlas exige tener alguna idea sobre
la perfección humana o familiar o poseer alguna “verdad” filosófica o racionalmente derivada que indicará cuál es la
conducta correcta. […] El paciente debe rendir su identidad ante su mentor terapéutico de antemano, al aceptar la
reputación y el prestigio de éste, y admitir la derrota. […] Las terapias de revalorización o terapias antropológicas se basan
en la tolerancia y el respeto por la diversidad humana. Y se centran el cambio y en los recursos con los que se cuenta. Estas
terapias no parten de la base de que existe una verdad (en la que el terapeuta es un experto), antes bien tienden
sencillamente a llamar la atención del paciente sobre cómo son las cosas y alentarlo a mejorar su vida utilizando el sentido
común basado en la experiencia. Resulta curioso que Haley [1980a] haya descrito primero el “buen sentido perfecto” de
Erickson como una “terapia poco común”. ¿Cómo es posible? Las terapias de revalorización son populistas y suponen la
responsabilidad y elecciones personales. Quienes la practican están dispuestos a sufrir la indignidad de la propia
imperfección […] Desde el punto de vista de la teoría y de la doctrina resultante, quienes practican tales terapias parecen
preferir una falta de exclusivismo y sólo aceptan la teoría si consideran que ésta es algo en constante evolución. Las terapias
de revalorización se basan en la cooperación antes que en la entrega. La relación hipnótica puede considerarse como el
prototipo de esta clase de terapia.» (p. 198-199)
Erickson era un hombre pragmático, más que buscar el conocimiento profundo de sus
pacientes, estaba orientado hacia el cambio. Poseía una visión pragmática de la vida y de la
personalidad de las personas. Para él, las personas podían cambiar mucho a lo largo de la vida, y por
lo tanto la personalidad no es algo inmutable. Independientemente de cómo sea la personalidad del
cliente, siempre hay aspectos alternativos de la personalidad susceptibles de sacarse a la luz y usarse
en beneficio del cliente. (O'Hanlon, 1989)
«Su paciente es una persona hoy, totalmente otra persona mañana, y será otra la próxima semana, el próximo
mes, el próximo año. Dentro de cinco, diez y veinte años será otras personas. Es verdad que todos tenemos un cierto fondo
general, pero somos personas distintas en cada día de nuestras vidas.» (Erickson, citado por O'Hanlon, 1989, p. 29)
«Creo que es totalmente prematuro. No tengo ninguna intención de morirme. ¡En realidad, sería la última cosa que
haría!
Mi madre llegó a vivir 94 años; mi abuela y mi bisabuela tenía 93 o más años. Mi padre murió a los 97 y medio.
Estaba plantando árboles frutales y se preguntaba si viviría lo suficiente para comer algunos de esos frutos. Y tenía 96 o 97
años cuando estaba plantando árboles frutales.
Los psicoterapeutas tienen una idea errónea acerca de las enfermedades, los impedimentos y la muerte. Suelen
hacer excesivo hincapié en eso de que hay que adaptarse a las enfermedades, los impedimentos y la muerte. Hay un
montón de monsergas rodando por ahí acerca de la ayuda que debe prestarse a las familias que están de duelo. Yo pienso
que ustedes deberían tener presente que desde el día en que nacen, empiezan a morir. Algunos son más eficientes y no
pierden tanto tiempo muriéndose, mientras que otros esperan mucho tiempo.
Mi padre sufrió un ataque cardíaco a los ochenta. Estaba inconsciente cuando lo llevaron al hospital; mi hermana
estaba con él. El médico le dijo a mi hermana: “No se haga demasiadas ilusiones. Su padre es un hombre anciano. Trabajó
duro toda la vida y tenía una grave, muy grave afección coronaria.”
MI hermana me contó después: Solté la carcajada delante del médico y le dije: ‘¡Usted no conoce a mi padre!’
El médico estaba presente cuando papá recobró el conocimiento. “¿Qué pasó?”, le preguntó papá. “No se preocupe
señor Erickson”, contestó el médico, “ha tenido un gravísimo ataque a la coronaria, pero en dos o tres meses estará en casa
como nuevo.”
Mi padre se puso furioso: “¡Dos o tres meses! ¡Qué disparate! Usted querrá decir que tendré que perderme una
semana.” A la semana siguiente estaba de vuelta en casa.
Tenía 85 años cuando le dio un ataque cardíaco parecido al anterior. Estaba allí el mismo médico. Cuando recobró
el conocimiento, papá le preguntó: “¿Qué paso?” “Lo mismo de antes”, contestó el médico. Mi padre lanzó un gruñido y
refunfuñó, “¡Otra semana perdida!”
Tuvieron que hacerle una operación urgente de abdomen y le sacaron tres metros de intestino. Cuando se le
fueron los efectos de la anestesia y ya se estaba recuperando, preguntó a la enfermera: “¿Qué pasó ahora?” Ella le contó.
Gruñó y dijo: “Esta vez serán diez días en lugar de una semana.”
El tercer ataque cardíaco lo tuvo a los 89. Recobró el conocimiento y le preguntó al médico: “¿Lo mismo de antes,
doctor?” “Sí”, le contestó el médico. “Bueno”, comentó mi padre, “esto de perder una semana cada vez se está convirtiendo
en una mala costumbre.”
Tuvo el cuarto ataque a los 93. Cuando recobró el conocimiento, dijo: “Honestamente, doctor, pensé que el cuarto
me llevaría al otro mundo. Ya estoy empezando a perderle la fe al quinto.”
A los 97 y medio, él y dos de mis hermanas planearon ir a pasar un fin de semana a la antigua comunidad de
granjeros en que se habían criado. Todos los contemporáneos de mi padre estaban muertos y algunos de sus hijos también.
Planearon a quiénes iban a visitar, en qué motel se iban a hospedar y en qué restaurante iban a comer. Cuando llegó el
momento se dirigieron al automóvil. Al llegar a él, mi padre dijo: “Oh, olvidé mi sombrero.” Corrió a buscarlo. Mis hermanas
aguardaron un tiempo razonable, luego se miraron fríamente una a la otra y dijeron: “Sucedió.”
Entraron a la casa. Papá estaba tirado en el piso, había muerto de una hemorragia cerebral masiva.
En cierta oportunidad, mi madre, cuando tenía 93 años, se cayó y se quebró la cadera. “Es ridículo que le suceda
esto a una mujer de mi edad”, dijo. “Tengo que recuperarme.” Lo hizo.
Cuando al año siguiente se cayó y se quebró la otra cadera, dijo: “Me costó mucho curarme la primera vez que se
me rompió la cadera. No creo que lo consiga esta vez, pero nadie podrá decir que no lo he intentado.”
Yo sabía –y todos los demás miembros de la familia también, por la palidez de mi rostro– que esa segunda fractura
de cadera la llevaría a la muerte. Mi madre murió de congestión pulmonar, esa “amiga de las viejas.” Su frase favorita era:
“En toda vida debe llover de vez en cuando, y alguno días ser tristes y oscuros.” Pertenecía a “El día lluvioso”, el poema de
Longfellow.
Papá y mamá gozaron plenamente de la vida, siempre. Yo trato de inculcarles a los pacientes: “Gocen de la vida,
gócenla plenamente.” Y cuanto más humor ponga uno en la vida, mejor se sentirá.
No sé de dónde sacó ese alumno las ideas que estoy por morirme. Voy a postergarlo.» (Rosen, 1986, p. 149-151)
(Énfasis añadido)
«H: Bien, obviamente usted no clasifica a los pacientes en la forma que lo hacen otros. Un paciente toca la puerta,
usted lo observa y lo escucha, y no lo clasifica como histérico o compulsivo.
W: Bien, usted podría hacerlo, pero en su sistema operativo de clasificación, ese no es el punto importante, eso nos
parece a nosotros.
H: Usted tiene una forma de clasificar a las personas en términos de lo que ellas necesitan o lo que ya están
haciendo, según puedo percatarme.
E: Es decir, usted reconoce que el paciente que viene [a terapia] puede ser un histérico, o un compulsivo, o un
esquizoide, o un maníaco, o algo así. Es problema no es intentar adaptar la terapia a esa clasificación
particular, pero: ¿qué potencialidades le muestra el paciente o qué capacidades para hacer esto o aquello? »
(Haley, 1985; citado en Zeig y Munion, 1999, p. 32
Esta visión tiene implícito que sólo necesitan ser resueltos los síntomas, sin que sea necesaria
un reconstrucción de la personalidad del cliente; y se promueve la utilización de todos los aspectos
del paciente que están funcionando bien. (Zeig y Munion, 1999)
O'Hanlon (1989) indica que para muchos enfoques psicoterapéuticos se supone que los
síntomas surgen porque cumplen una función (para el individuo, su sistema familiar), y que cuando
persisten significa que continúan teniéndola, porque de lo contrario desaparecerían.
Erickson. sostenía un punto de vista diferente respecto a los síntomas. Para él era posible que
los síntomas surgieran porque cumplen funciones, pero después de cierto tiempo dejan de cumplir
esa función y persisten solamente porque las personas quedan pautadas de esa manera . Cuando
Haley le preguntó a Erickson si se "limitaría" a resolver el síntoma, Erickson le respondió del siguiente
modo: «Usted supone que sirve a otros fines. ¿Nunca ha pensado que la sintomatología puede
desgastarse como servidora de propósitos, y convertirse en una pauta habitual? » (Haley, citado en
O'Hanlon, 1989, p. 30)
La terapia de Erickson estaba enfocada sobre los problemas actuales del cliente, y apuntaba al
futuro cuando éste estuviera libre de su problema. Este es un giro revolucionario en la concepción de
la terapia, al contrastarla con los enfoques dinámicos predominantes en la psicoterapia en esa época,
cuya orientación estaba hacia el pasado de los pacientes, donde se suponía que se encontraban las
causas del problema actual.
Erickson escribió:
«Una terapia es buscada en primer término, no para esclarecer un pasado inmodificable, sino a causa de una
insatisfacción con el presente y un deseo de mejorar en el futuro. Ni el paciente, ni el terapeuta pueden saber en qué
dirección se ha de verificar un cambio y en qué grado ha de tener lugar este último. Pero se precisa cambiar la situación
actual y una vez establecido el cambio, por pequeño que sea, se precisa de otros cambios menores y un efecto de bola de
nieve de estos cambios menores conduce a otros más importantes, de acuerdo con las posibilidades del paciente.»
("Prefacio", Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976, p. 9)
«El pasado no puede cambiarse; sólo se cambia la interpretación y el modo que tenemos de verlo, e incluso esto se
modifica con el paso del tiempo. En consecuencia, en el mejor de los casos, los modos de ver y las interpretaciones del
pasado tienen importancia sólo cuando embrutecen a una persona en una rigidez. La vida se vive en el presente, para el
mañana. Por lo tanto, la psicoterapia se orienta de modo apropiado con respecto a la vida de hoy al preparar el mañana, el
mes próximo, el año próximo, el futuro, que en si mismo impondrá muchos cambios en el funcionamiento de la persona en
todos los niveles de su conducta.» (Citado por O'Hanlon, 1989, p. 24)
Ya que Erickson no estaba interesado en una “arqueología psicológica” en la cual se buscan en
el pasado las causas de los problemas actuales, su interés en los problemas presentes obliga,
entonces, a diseñar una terapia orientada a metas: cuando el problema esté resuelto. Y la labor del
terapeuta tiene relación con el diseño de intervenciones que movilicen al cliente hacia ese futuro
deseado.
Sin embargo, la orientación de Erickson no sólo se centraba en el problema actual, sino que
tomaba en consideración los desafíos futuros que enfrentaría el paciente en su ciclo de desarrollo
vital. Haley (1980a) indica que aunque Erickson no se refirió directamente a este aspecto, su trabajo
tenía implícita la consideración que los síntomas aparecen cuando el ciclo vital de una familia o de su
grupo natural se altera o interrumpe. «Si bien la estrategia terapéutica de Erickson se centra
precisamente en los síntomas, su objetivo más amplio es la resolución de los problemas de la familia,
para que el ciclo vital de la familia se ponga nuevamente en movimiento.» (Haley, 1980a, p. 34)
Zeig (1985) reporta la siguiente anécdota que refleja este aspecto teleológico (Zeig, 1987) en
el pensamiento de Erickson:
«[Durante una discusión de una de sus inducciones, Erickson me dijo]: Tome esa foto en la que está mi hija Roxie y
yo con Laurel en brazos y la lechuza chillona . (Laurel es la hijita de Roxie, una beba a la que llaman “Chillido” por su fuerte
llanto. La lechuza a la que se refiere es una pequeña talla de madera dura que él le había regalado a Laurel.) ¿Qué grado de
realidad tendrá esto para Laurel cuando yo hace mucho que haya muerto y ella mire esta foto? La lechuza chillona le agrega
a la fotografía un enorme significado; le confiere un enorme sentido de humanidad, de bondad y de solicitud, por más que
es un objeto muy simple. Es una pequeña lechuza chillona, y ella, comparativamente hablando, era una chica grande. La
lechuza chillona estaba aquí abajo, y ella, allá arriba . (Indica que tenía alzada a la niña en su brazo izquierdo y sostenía la
lechucita de madera en la mano izquierda, debajo de Laurel.) Ahora bien, cuando ella tenga 16 años y mire esta foto,
apreciará lo chiquita que era la lechuza y lo grande que era ella en comparación. Esto confluirá con todos sus sentimientos
de agrandamiento, propios de la escuela secundaria, y con los cálidos recuerdos de cuando era una beba y tenía esa
lechucita chillona. Ve usted como, sin advertirlo, se juntan todos esos recuerdos .» (Zeig, 1985, p. 262)
«Ahí estaba Erickson planeando una intervención que no haría efecto hasta 16 años después. Eso es, por cierto,
orientación a futuro.
Las semillas sembradas no fructifican de inmediato, sino que ellas necesitan madurar con el tiempo. Siendo un “niño
campesino”, Erickson comprendía la maduración del proceso de la siembra.» (Zeig, 1987, p. 405)
«[…] que generan y preparan al cliente para crear y advertir en los sistemas futuros los cambios que comenzaron
antes.
[…] Erickson con frecuencia indicaba a sus clientes que plantaran un árbol, y al hacer esto los estimulaba
simbólicamente para comenzar un proceso de cambio generativo. Plantar un árbol puede parecer un acto simple, pero de
hecho presupone tener un lugar para plantarlo y cuidar de él. La persona que cuida el árbol en algún grado “hecha raíces”
para facilitar y apreciar el árbol que está creciendo. Y además, a medida que el árbol crece y cambia, lo mismo ocurre con la
persona. Es un proceso similar a embarazarse. Ese “simple” acto coloca en marcha un asombroso orden de cambios que
configurarán e influenciarán al menos tres vidas, cambiando el sistema familiar actual y el sistema futuro. Y ese cambio es
tan gradual, lógico y sutil a través del tiempo, que puede ser cómodamente absorbido por el sistema cambiante (o la
mayoría de los sistemas [familiares]).» (Lankton, 1985b, p. 140)
«Un estanciero vino a verme con su mujer y me dijo: “Hace nueve meses que está deprimida y amenaza con
suicidarse. Tiene artritis. No hace mucho que nos casamos. Le atacó fuertemente la artritis y fue a ver a un cirujano
traumatólogo para que la tratase. Yo la he llevado a psiquiatras para que le hicieran psicoterapia. Todos recomendaron que
cuando pasase de la cincuentena se la sometiera a un choque eléctrico o insulínico.
Quiere dar a luz un bebé, pero el traumatólogo le dijo: “Si usted queda embarazada su artritis empeorará; yo no se
lo aconsejaría, ya que situación es de por si desfavorable.” Fue a un obstetra que le dijo: “No le recomiendo que quede
embaraza. Su situación ya es muy desfavorable y su artritis podría agravarse. Tal vez sea incapaz de tener la criatura.”
Su esposo vino a verme con ella; yo le pedí a ella que me diese su versión. Me dijo que para ella quedar
embarazada era más importante que seguir viviendo. El marido acotó; “Tengo que cuidar que no tenga a mano ningún
cuchillo filoso.” Porque un suicida se matará por más cuidado que uno ponga… pueden sobrevenir muchas postergaciones
antes de que se produzca el suicidio.
Le dije a la mujer: “Señora, usted dice que estar embarazada es para usted más importante que su vida. El obstetra
no se lo aconseja, el traumatólogo no se lo aconseja. Tampoco sus psiquiatras. Mi consejo es que se quede embarazada lo
antes posible. Si su artritis empeora, puede guardar cama y disfrutar de su embarazo. Y cuando llegue el momento del parto
puede hacerse una cesárea. No hay ninguna ley que se lo impida, es lo más sensato.”
De modo que la mujer quedó pronto embarazada, y su artritis mejoró, se le pasó la depresión y tuvo nueve meses
de embarazo muy felices. Dio a luz sin inconvenientes y realmente disfrutó con Cynthia, como había llamado a la beba. Su
marido estaba contentísimo.
Desgraciadamente, cuando Cynthia tenía seis meses tuvo el síndrome de la muerte súbita. Unos meses más tarde,
el hombre vino con su esposa y dijo: “Está peor que nunca.” Le pedí a la mujer que me contara: “Simplemente quiero
morir”, dijo ella. “No tengo razón alguna para vivir.” Muy áspera y meticulosamente le dije: ¿Cómo puede ser tan necia?
Durante nueve largos mees tuvo usted la mejor época de su vida, ¿y ahora quiere matarse y destruir esos recuerdos? Eso no
está bien. Disfrutó de Cynthia durante seis meses encantadores. ¿Va a destruir esos recuerdos? Pienso que eso es criminal.
Así que su marido la llevará a casa y le conseguirá un brote de eucalipto. Usted le indicará dónde tiene que plantarlo. Los
eucaliptos crecen muy rápidamente en Arizona. Quiero le ponga como nombre ‘Cynthia’ y lo observe crecer, aguardado el día
en que pueda sentarse a su sombra.”
Un año más tarde fui a verla; el brote había crecido con suma rapidez. (Yo tenía en mi terreno uno que sólo tenía
seis años y ya había alcanzado los veinte metros de altura.) Ella me dio la bienvenida; ya no estaba forzada a guardar cama
o permanecer sentada en una silla: había tenido una notable mejoría de su artritis y caminaba por todos lados. Tenía unos
canteros que ocupaban más espacio que todo su edificio. Me llevó a mirarlos y me mostró todos sus diferentes tipos de
flores. Me regaló un ramo de guisantes de olor para que llevara a casa.
A veces los pacientes no pueden pensar por si mismos. Uno puede hacer que empiecen a pensar en forma realista y
buena. Cada flor que ella cultivaba le hacía recordar a Cynthia, igual que el eucalipto que bauticé con su nombre.» (Zeig,
1985, p. 243-244)
En el año 1954, Erickson publica otro artículo que se transformaría en un hito para la terapia
breve actual: “Pseudo-Orientation in Time as a Hypnotherapeutic Procedure” (1954b/1980d). En ese
artículo Erickson reporta una serie de casos en los cuales usó hipnosis profunda, regresión de edad,
desorientación en el tiempo hacia el futuro, amnesia y sugestiones posthipnóticas, para que los
pacientes se vieran entre tres a cinco meses después, libres de la queja que los llevó a consultar, y
revisaran aquellos comportamientos que los habían llevado a la “curación.”
Erickson reflexiona respecto a la racionalidad de la estrategia del siguiente modo:
«Quizá la primera discusión de estos procedimientos experimentales debiera referirse a cómo las fantasías de los
éxitos pudieron probarse como una medida terapéutica efectiva. Como todos sabemos, sobre la base de la experiencia
cotidiana, lo fácil que es fantasear y lo lejos que están esos esfuerzos de convertirse en una realidad. La historia fantaseada
es como una obra maestra, hasta que es puesta en un papel, y la bella pintura, tan fácilmente visualizada en el ojo de la
mente, se convierte en una mancha cuando el pincel es aplicado a la tela. Sin embargo, debe tenerse en mente que esas
fantasías son fantasías conscientes. Ellas representan los logros separados de la realidad, completas en si mismas,
expresivas, y reconocidas por la persona como no más que los deseos ilusorios conscientes.
Las fantasías inconscientes, sin embargo, pertenecen a otra categoría de funcionamiento psicológico. No son logros
completos en si mismos, no están separados de la realidad. Por el contrario, son constructos psicológicos con diversos
grados de formulación, para los cuales el inconsciente está preparado, o está esperando una oportunidad para hacerlos
parte de la realidad. No son simplemente un deseo ilusorio, sino que una intención real para el momento oportuno. Así, uno
puede esforzarse por registrar una historia fantaseada en un papel, sino que sus méritos pueden derivarse de “los súbitos
destellos de inspiración que vienen a la mente”. O un autor puede esforzarse conscientemente por escribir una novela y
encontrar que sus personajes “no se comportan como él quiere, sino que lo hacen por cuenta propia.”
En estas historias de caso, el énfasis se colocó en las fantasías respecto al futuro, y se hicieron todos los esfuerzos
para mantenerlas inconscientes, a través de sugestiones que prohiben e inhiben. Al hacer esto, el inconsciente de cada
paciente proveyó un rico conjunto de ideas desconocidas para la mente consciente. Después, en respuesta a las necesidades
innatas y deseos de la personalidad total, el consciente pudo utilizar esas ideas al traducirlas en realidades de la vida
cotidiana, como respuestas espontáneas en las situaciones oportunas.
Puede citarse una ilustración experimental de esto. A un sujeto hipnótico normal a quien le disgustaba mostrar
ostentación de lo que sabía, y que solamente hablaba inglés, se le enseñó en un trance profundo a recitar “Die Lorelei.” Esto
fue hecho en un aparente experimento sobre la memoria, sin informarle que estaba aprendiendo un poema o que estaba en
alemán. Se le sugirió una amnesia posthipnótica para esta tarea.
Alrededor de dos semanas después, en una reunión social, en la cual se habían hecho algunos arreglos de
antemano, un colega mío se ofreció para entretener al grupo con canciones y poemas en diversos idiomas, polaco,
austriaco, italiano, francés y español. Después de escucharlo con un disgusto creciente, el sujeto afirmó “Yo puedo hablar en
sílabas sin sentido, también”, y precedió a recitar “Die Lorelei.” Para su comprensión consciente, sus palabras no eran más
que sílabas sin sentido, ofrecidas espontáneamente en la situación inmediata. Fue necesario volver a hipnotizarlo para
convencerlo de lo contrario.
Este experimento difiere de las historias de caso en que las posibilidades futuras en una situación de la vida
cotidiana no eran parte de una situación experimental. Por el contrario, se suministró al inconsciente del sujeto un
aprendizaje especial, y después, posteriormente, se creó una oportunidad en la cual ese aprendizaje especial pudo hacerse
manifiesto en respuesta a sus necesidades personales internas.
En el caso de los pacientes, se desarrollaron en sus mentes inconscientes comprensiones especiales para el futuro,
y sus situaciones de la vida real presentaron las oportunidades reales para utilizar esas ideas en comportamientos de
acuerdo a sus necesidades y deseos internos.
La forma en la cual los pacientes hicieron de sus fantasías una parte de su vida real fue de acuerdo a la evolución
natural de las respuestas conductuales espontáneas a la realidad. Esto no fue una complacencia a las sugestiones, ni
parecían derivar de alguna otra respuesta de los pacientes a sus realidades. Su comportamiento fue experimentado por ellos
como surgiendo desde dentro de ellos mismos y relacionado con sus necesidades en su situación vital inmediata.
De este modo, el Paciente A se preguntaba vagamente respecto a su próxima cita conmigo y actuó bajo un impulso
súbito para pedir un aumento de salario, lo cual llevó, a su vez, a una serie de eventos. La Paciente D no abandonaba la
casa paterna debido a las razones lógicas que había discutido conmigo, puesto que ella quería fabricarse un vestido que
quería lucir. [...]
La clase de fantasías a través de las cuales los pacientes alcanzaron sus metas posee un marcado interés y
significado. No fueron del tipo grandioso de fantasías elaboradas que uno tiene cuando fantasea conscientemente respecto a
los deseos de uno. Fueron fantasías acordes con sus comprensiones de metas realmente alcanzables. Por ejemplo, el
Paciente A era lastimosamente modesto al desear una salud “lo justo necesaria.” Ni pensaba convertirse en un ganador de
una pelea, sino que esperaba ser capaz de ser “tomado como un hombre.” [...] Y la paciente D se veía a si misma en su
fantasía no como una estrella en el mundo del espectáculo, sino como una protagonista feliz en la boda de su amiga.
Esas fueron todas las fantasías respecto al futuro experimentadas por esos pacientes. No iban más allá de la
imaginación, sino que eran fantasías adecuadas a las posibilidades reales, acordes con su comprensión de si mismos.
Es difícil especular sobre la pregunta de por qué y cómo la “proyección del tiempo” probó ser una medida
terapéutica efectiva para esos pacientes. Uno podría trazar con dificultad paralelos con las experiencias comunes en la vida
cotidiana. Por ejemplo, la publicidad utiliza recursos que estimulan las fantasías del futuro. Un ejemplo más cercanamente
comparable a los reportes de caso descritos es el de escribir, que después de mucha indecisión, una carta aceptando un
nuevo puesto. Una vez que ha sido escrita, incluso aunque no haya sido enviada aun por el correo, se desarrolla
inmediatamente un sentimiento profundo que la suerte está echada en forma irrevocable. Esto resulta en una nueva
orientación psicológica de una fuerza obligatoria que efectúa una nueva organización del pensamiento y el planeamiento. El
acto de escribir la carta constituye la iniciación de la acción, y, como fue mencionado antes, una acción una vez iniciada
tiende a continuar.
Aparentemente para esos pacientes, el establecimiento de un estado disociado, en el cual ellos pudieron sentir y
creer que habían logrado ciertas cosas beneficiosas para ellos, les dio un sentimiento profundo de haber logrado realidades,
lo cual, a su vez, resultó en la reorientación terapéutica deseada.»(Erickson, 1954b/1980d, p. 420-423)
«Una terapia puede considerarse estratégica si el clínico inicia lo que ocurre durante ella y diseña un enfoque
particular para cada problema. Cuando se encuentran un terapeuta y una persona con un problema, la acción que tiene
lugar está determinada por ambos, pero en la terapia estratégica la iniciativa corresponde en gran medida al terapeuta. Este
debe identificar problemas solubles, fijar metas, diseñar intervenciones para alcanzarlas, examinar las respuestas que recibe
para corregir su enfoque y, por último, evaluar el resultado de la terapia para ver si ha sido eficaz. El terapeuta ha de ser
sensible hacia el paciente y su medio social, pero la forma en que proceda debe ser determinada por él mismo.
[…] La terapia estratégica no es un enfoque o teoría particular, sino varios tipos de terapia cuyo común
denominador que el terapeuta asume la responsabilidad de influir directamente en la gente.
[…] Puede considerarse a Erickson como el maestro del enfoque estratégico en terapia. Durante mucho tiempo se
lo ha conocido como el más importante especialista mundial en hipnosis médica, y dedicó su vida al estudio experimental y
la utilización terapéutica de la hipnosis, desarrollando infinitas variantes. Menos conocido es su enfoque estratégico para la
atención de individuos, parejas y familias, sin el empleo formal de la hipnosis. […] Aun en los casos en los que no emplea
formalmente la hipnosis, su estilo terapéutico se basa hasta tal punto en la orientación hipnológica, que cuanto hace parece
originarse en ese arte.» (Haley, 1980a, p. 7-9)
Nardone y Watzlawick (1992) se refieren del siguiente modo a la filosofía que sustentan los
enfoques estratégicos, la cual está implícita en el trabajo de Erickson:
(1) «El pensamiento estratégico no se funda en una teoría que, describiendo la "naturaleza humana", precriba en
consecuencia conceptos de "sanidad" o "normalidad" comportamental y psíquica en oposición a los de la
patología. [...] El pensamiento estratégico más bien se interesa por la funcionalidad del comportamiento
humano frente a los problemas de la existencia y de la convivencia entre individuos [...] El objetivo es el buen
funcionamiento de estas relaciones, no en términos generales y absolutos de normalidad, sino en términos de
realidad totalmente personal, diversa de individuo a individuo y de contexto a contexto.» (Nardone y
Watzlawick, 1994, p. 36)
(2) «El terapeuta no se centra en el análisis "profundo", ni en la búsqueda de las causas del problema hasta la
extrapolación de las verdades escondidas, sino cómo funciona y cómo puede cambiar la situación de malestar
de un sujeto, de una pareja o de una familia. El paso es de los contenidos a los procesos, y se trata de un
saber cómo más que un saber por qué.» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 37)
(3) «[...] los problemas humanos pueden resolverse mediante estrategias focales que rompen el sistema circular
de retroacciones que mantienen operante el problema . De esta ruptura de un equilibrio disfuncional habrá de
derivar el cambio en el comportamiento y en las concepciones del sujeto, enjaulado en una situación
problemática. [...] Hay que "obligar" al paciente a salir de la rigidez de su perspectiva, conduciéndolo a otras
posibles perspectivas que determinarán nuevas realidades y soluciones...» (Nardone y Watzlawick, 1994, p. 44)
(Enfasis añadido)
(4) «La mayor parte de las psicoterapias...impregnadas de la idea del "cogitocentrismo" (centralidad del
pensamiento por sobre las acciones), se basa en el supuesto que el actuar sigue al pensar. Por consiguiente,
para cambiar una comportamiento erróneo o una situación problemática, hay que cambiar primero la manera
de pensar del paciente y sólo después es posible su manera de obrar. [...] Desde el punto de vista estratégico,
que en definitiva es el del constructivismo radical, este proceso debe invertirse. Es decir, se parte de la
convicción que, para cambiar una situación problemática, antes hay que cambiar el obrar y, como
consecuencia, el pensar del paciente, o mejor, el punto de observación, el "marco" de la realidad.» (Nardone y
Watzlawick, 1994, p. 47)
¿Si Erickson no se guiaba por los criterios de la psicopatología tradicional, cómo hacía
entonces para diseñar sus intervenciones terapéuticas? Podríamos afirmar que sus criterios estaban
determinados por la fenomenología del problema. (Elgueta, 2000)
Con esto queremos significar que el terapeuta escucha atentamente la queja del cliente,
observando cuidadosamente los aspectos analógicos de la comunicación verbal (silencios, cambios de
la voz, etc.) y la comunicación no verbal (gestos, postura, ritmo respiratorio, etc.). Al tiempo que
presta atención a los contenidos de la comunicación, está atento a cómo va construyendo el paciente
la descripción de su problema. «[Erickson] parecía más interesado en descubrir las pautas y estilos
de responsividad de los paciente? ¿A qué respondían éstos?» (O’Hanlon, 1989, p. 122) (Enfasis
añadido)
Cade y O'Hanlon (1995, p. 76-81) sugieren las siguientes preguntas para obtener una
definición clara del problema y las secuencias del mismo:
Aquellos que tienen experiencia en la inducción de trance y con los fenómenos hipnóticos,
también pueden mirar la sintomatología del paciente desde otra perspectiva: la del trance
sintomático. (Gilligan, 1988; Yapko, 1992)
El concepto del trance sintomático implica los siguientes supuestos: (Pacheco, 1998b)
(1)Puede ser considerado como un principio en hipnoterapia el hecho que el mecanismo por medio del cual se
mantiene un síntoma, puede ser un mecanismo de solución que puede ser usado en la inducción hipnótica.
(Zeig, 1987, 1988)
(2)Los síntomas son versiones naturalistas de los fenómenos hipnóticos clásicos. La experiencia fenomenológica de
los síntomas es similar a la experiencia de los fenómenos del trance hipnótico. La forma de la experiencia es
la misma, pero el contexto difiere radicalmente. (Gilligan, 1987)
(3)Esta perspectiva «permite al terapeuta aceptar los síntomas como expresiones hipnóticas legítimas que ya están
siendo practicadas por el cliente, y trabajar para transformarlos en las soluciones del problema.» (Gilligan,
1988, p. 327)
(4)El terapeuta puede generar contextos de relación interpersonal e intrapersonal, donde los mismos procesos
sintomáticos sean validados, definidos, como expresiones autónomas legítimas del inconsciente, y ser
utilizados como la base para la solución de problemas y la integración del si mismo. (Gilligan, 1987)
(5)Cuando durante la terapia se identifican los fenómenos de trance que son subyacentes a la sintomatología, la
terapia toma la forma de una experiencia complementaria. Por ejemplo, si la disociación está presente
formando parte del problema, la asociación será una parte principal de la solución. (Yapko, 1990)
Esta mirada fenomenológica permite que en el mismo proceso de psicoterapia, parte de las
quejas del cliente podrían ser abordadas a través de hipnoterapia (con inducción de trance formal o
no) y otras por medio de intervenciones estratégicas en la pauta (generalmente con la prescripción
de tareas para realizar entre sesiones).
Como puede observarse, el terapeuta está siendo siempre estratégico, independientemente de
las técnicas usadas. Su objetivo es diseñar un entorno (contexto) experiencial (dentro o fuera de la
sesión) que favorezca la interrupción de las pautas experienciales (y disfuncionales) del cliente, de
modo que otras pautas no utilizadas en ese contexto sean facilitadas.
Sin embargo, para Erickson era crucial determinar la disposición a cooperar del paciente en la
construcción de la terapia:
«Los componentes de la solución [al problema] pueden envolverse con el papel de la hipnosis, los símbolos, las
metáforas, las prescripciones de síntomas, las anécdotas, el reencuadre, etc. El terapeuta se pregunta: “¿De qué manera
puedo presentar los objetivos?, y luego decide la técnica a seguir. […] las técnicas se seleccionan usando métodos con los
que el paciente normalmente u ocasionalmente estará de acuerdo. […] Envolver para regalo consiste en seleccionar técnicas
que nos permitan ofrecer ideas. No basta con envolver como regalos los componentes de la solución. El proceso o actividad
de tener en cuenta el estilo singular del paciente recibe el nombre de “sastrería” [ tailoring] […] De cara a la “sastrería” el
terapeuta piensa: “¿A qué da valor el paciente?, ¿Qué postura toma? ¿De qué está satisfecho? A partir de ahí, el terapeuta
individualiza el enfoque.» (p. 170-171)
Aunque Erickson resaltó el aspecto del estilo de disposición a responder ( responsiveness) del
cliente y “cortaba a la medida” ( tailoring) sus intervenciones, en mucha literatura “ericksoniana” este
aspecto ha sido pasado por alto; como si todos los pacientes estuvieran dispuestos a cooperar con el
proceso terapéutico, en el sentido que pueden dárseles prescripciones que llevarán a cabo al pie de la
letra.
El Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee ha distinguido tres tipos de relación cliente-
terapeuta en lo que respecta a su estilo de cooperación: “compradora”, “demandante” y “visitante”.
(Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998)
Definen cada tipo de relación en la siguiente forma (Miller, 2001):
Estilo comprador:
El cliente es capaz de identificar un problema o meta para el tratamiento.
El cliente está deseoso y dispuesto a emprender acciones.
El cliente cree que su comportamiento hará una diferencia.
Estilo demandante:
El cliente es capaz de identificar un problema o una meta para el tratamiento.
El cliente considera que las soluciones son externas a él. Estos clientes tienden a creer:
"Cuando se tienen dudas, no cambies."
"Mi comportamiento no interesa."
"Alguien o algo tiene que cambiar primero."
Estilo visitante:
El cliente no identifica un problema o meta para el tratamiento.
El cliente no ve ninguna necesidad de participar en la terapia.
(Este estilo es muy común en el contexto de terapia obligada)
Desde ese punto de vista, con los únicos clientes que se puede trabajar desde el inicio de la
terapia es con aquellos que han definido una relación de tipo “comprador.” En los otros dos estilos de
relación, el terapeuta tendrá que realizar maniobras para transformar la relación en una de “compra.”
(Berg y Miller, 1996; DeJong y Berg, 1998; Miller et al., 1997). Miller (2001) afirma que el porcentaje
de los pacientes que acuden a terapia y que establecen ese estilo de relación es la minoría.
Analicemos a la luz de esta información dos aspectos del trabajo de Erickson que requieren
una nueva mirada: ¿Por qué usar “hipnosis formal” en terapia? y ¿cuál es el objetivo de la indirección
terapéutica?
Los lectores, guiados por el estereotipo cultural del “hipnotista” podrían imaginarse a Erickson
como un señor adusto, frío e impersonal, que a través de su famosa “mirada ericksoniana” penetraba
en las mentes de sus clientes para luego darles “órdenes” o “programarles” la mente.
El comportamiento de Erickson en sus sesiones de terapia y seminarios (incluso en sus últimos
días) estaba lejos de ser el de una persona fría y rígida. Como buen terapeuta estratégico que era, no
solamente usaba sus experiencias personales (anécdotas e historias) para influenciar a sus clientes,
sino que se usaba a si mismo para adecuarse al tipo de interacción que suponía era el que más
encajaba con el cliente en cuestión. Además, si Erickson no hubiera tenido un agudo sentido del
humor y una postura un tanto juguetona ante la vida, ¿cómo hubiera hecho para sobrellevar los
dolores crónicos que lo atormentaron desde los años 1950, después de su segunda crisis de polio?
Erickson afirmó:
«Usted necesita enseñar a los pacientes a REIRSE de sus penas ya disfrutar de sus placeres. Tuve a una mujer
alcohólica que vino por terapia… y ella me habló de los problemas que estaba teniendo con su hija en edad universitaria.
Dijo, “He tenido problemas con ella desde que sale en nuestro…” ¿cómo llama usted a ese auto que no tiene techo?... un
convertible. Ella estaba conduciendo sola… “teníamos una lindo día y un pájaro estaba volando por sobre nuestras cabezas e
hizo sus deposiciones justo cuando ella estaba bostezando. Y ella está TAN avergonzada consigo misma desde entonces.
Parece que ni puede enfrentar la vida. Y mi alcoholismo no la ayuda.” Le dije, “Bien, cuénteme un poco MAS acerca de su
hija.” “Ella es realmente una muy buena chica, pero está terriblemente neurótica desde esa vez.” “¿Tiene sentido del
humor?” La madre dijo, “Sí, pero no desde entonces.” Ella había desarrollado aversión hacia los alimentos y había hecho su
vida miserable. Le pregunté a la madre. “Usted dice que ella tiene un buen sentido del humor pero no lo ha USADO durante
años. Bien, usted debe tener mucho humor contenido detrás de esa persona capaz. De modo que usted piensa si yo haría un
poco de terapia a larga distancia.” La madre dijo, “No, no pienso eso.” Le envié a la chica una postal desde Filadelfia,
advirtiéndole de los riesgos de bostezar mientras se conduce un convertible. La chica recibió la carta y dijo, “¿Quién es este
hombre y cómo lo supo? Yo nunca se lo he contado. ¡Tú se lo dijiste!?” Ella dijo, “¿Cuál es el nombre?” La chica dijo, “Está
firmado M. H. Erickson.” Y la madre dijo, “Yo nunca he ESTADO en Filadelfia. No conozco a nadie con ESE nombre que viva
en Filadelfia. ¿No es divertido?” La chica rompió a reír y dijo, “Por cierto que sí.” Y continuó riéndose con todas sus ganas
durante un rato. Y reasumió su vida normal Sólo era una advertencia amistosa.» (Gordon y Meyers-Anderson, 1981, p. 29-
30)
El humor bien usado posee la capacidad de sacarnos del dolor, hacer más aceptables aquellas
cosas nuevas o amenazantes, o alivianar una situación (Gordon y Meyers-Anderson, 1981); un chiste
oportuno permite afirmar en forma indirecta ciertos puntos, sin suscitar resistencia (O’Hanlon, 1989);
asimismo, puede usarse para sacar de una postura rígida al oyente (“descarrilar” el pensamiento,
O’Hanlon, 1989).
En el siguiente caso clínico, puede observarse este agudo sentido del humor de Erickson, esta
vez al servicio de un reencuadre:
«Erickson atendió en terapia a una enfermera soltera; observó que la mujer tenía un trasero grande y también
amor a los niños. Le dijo, “YO SE que tiene el trasero más grande de toda la creación. SE que no le gusta, pero es el suyo. Y
le gustan los niños, de modo que querría casarse, tener hijos propios. Y tiene miedo que ese gran trasero constituya un
obstáculo… Este es su error. Usted no ha leído el Cantar de los Cantares, de Salomón. TIENE que leer su Biblia. Se habla de
la pelvis como de la cuna de los niños. El hombre que quiera casarse con usted no verá un gran trasero gordo… verá una
cuna maravillosa para los niños.” Los hombres que quieren ser padres QUIEREN también una linda cuna para el hijo.»
(Citado en O’Hanlon, 1989, p. 109)
Erickson también utilizaba acertijos para cuestionar la rigidez de sus pacientes. Todos ellos
implicaban romper las pautas habituales de pensamiento para poder encontrar la solución. (Erickson y
Rossi, 1979; O’Hanlon, 1989)
Esta es otra característica del trabajo de Erickson que está oscurecida por las distintas lecturas
que han hecho los difusores de su trabajo.
Haley (1980a, 1985) ha colocado el énfasis en la descripción del aspecto interaccional de la
terapia de Erickson, lo cual es obvio al considerar los intereses de ese autor: formó parte del Grupo de
Bateson para el estudio de la comunicación, luego colaboró con Minuchin en el desarrollo de la terapia
familiar estructural, y finalmente desarrolló su propio enfoque de terapia estratégica en su Instituto en
Washington (Haley, 1980b).
Rossi, por su parte, es un terapeuta con formación jungiana, que al momento de conocer a
Erickson ya tenía publicado un libro sobre sueños (Rossi, 1998/2000); por lo tanto se interesó en el
estudio y publicación de los métodos hipnoterapéuticos de Erickson y sus acercamientos
intrapersonales.
Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para explicar las intervenciones hipnóticas
o no hipnóticas formales de Erickson, le bastaba con la mirada interaccional (comunicacional). Rossi,
sin embargo, necesitaba de un inconsciente, el cual en la visión de Erickson poseía las mismas
connotaciones positivas que el inconsciente para Jung.
¿Bajo qué criterios operaba Erickson en sus terapias? ¿Bajo un marco interaccional cuando
discutía con Haley, y un marco intrapersonal cuando trabajaba con Rossi?
La observación cuidadosa de los reportes clínicos de Erickson (Erickson, 1980d; Erickson y
Rossi, 1979) da cuenta de un terapeuta que tenía una confianza básica en el inconsciente del
paciente, e incluso desarrolló formas lingüísticas indirectas para posibilitar su trabajo autónomo. Sin
embargo, en Erickson, “hipnoterapia” no significa solamente un trabajo interno autónomo, como
podría desprenderse inicialmente de la lectura del trabajo de Rossi acerca de Erickson. En la mayor
parte de los reportes de casos con tratamientos hipnoterapéuticos de Erickson, se buscaba alterar las
pautas que mantenían la sintomatología.
Según Haley (1980a), Erickson fue uno de los primeros terapeutas que atendió parejas y
familias en su consultorio, a las cuales podía ver en forma conjunta o separada, y a las que trataba
con hipnosis formal, no formal, o a través de prescripciones de tareas.
Al igual como enunciamos más arriba, pareciera que Erickson decidía sus acercamientos
terapéuticos y su orientación según la fenomenología del problema presentado y la disposición a
responder del cliente.
El exceso de confianza en los recursos inconscientes del paciente para el cambio terapéutico,
puede llevar al terapeuta a perder de vista las variables del contexto interpersonal significativo para el
paciente, para centrarse en acercamientos intrapersonales que no ayudarán a la resolución del
problema.
Erickson (1980d) escribió lo siguiente respecto a “La importancia de las realidades actuales en
psicoterapia”:
«Las situaciones vitales actuales y anticipadas tienen una gran importancia para el paciente que está en
psicoterapia, ya que la tarea de enfrentarse con ellas es primariamente un ajuste efectivo a las exigencias y fuerzas del
presente y del futuro, sin importar lo que pueda haber en su pasado histórico. La preocupación en el pasado solamente y el
desconocimiento de las necesidades, oportunidades y capacidades de la situación actual puede con facilidad, y a menudo lo
hace, prolongar indebidamente la terapia.
Junto a la importancia de las experiencias de la vida cotidiana, debiera reconocerse a las relaciones interpersonales
como una influencia especial y muy potente en la psicopatología y la psicoterapia. La eficacia de la relación, ya sea
destructiva o constructiva, puede ser más una función de su intensidad, duración y características, más que las
“interpretaciones psicodinámicas” proferidas por muchas escuelas de pensamiento. La experiencia humana está lejos repleta
con ejemplos de relaciones interpersonales psicoterapéuticamente efectivas que han corregido desajustes conductuales, que
todos los esfuerzos combinados de la psicoterapia organizada. No existen métodos de medición científica para la palabra
bondadosa, el desafío, la duda expresada en voz baja, el grito de angustia sofocado, el tono amenazante, el sonido burlón,
el murmullo, el sonido estimulante, el silencio expectante. El éxito o el fracaso de la psicoterapia puede descansar sobre
fuerzas como esas.» (Erickson, 1980d, p. xvii)
Terapia breve
Erickson, como el hombre pragmático que era, abogó por una psicoterapia breve:
«El supuesto que la psicoterapia necesariamente debe ser compleja y muy prolongada, contradice la experiencia de
la vida cotidiana. Los sucesos diarios simples de un carácter breve y transitorio, pueden, y con frecuencia lo hacen, ejercer
influencias profundas y perdurables sobre la personalidad humana. Estos sucesos pueden derivar totalmente del presente
inmediato y pueden evocar respuestas importantes que dirigen el presente y el futuro de los individuos. Esas respuestas
significativas a los eventos cotidianos, a pesar de la sincera creencia sostenida por muchos adherentes a las escuelas
interpretativas de la psicoterapia, no son necesariamente un reflejo y nuevas ediciones de experiencias traumáticas
infantiles. Esto no desacredita en forma alguna la importancia del trauma físico en la infancia y la niñez. Por el contrario,
enfatiza el hecho que las experiencias traumáticas pueden ocurrir en cualquier edad y pueden reflejar solamente la situación
de vida actual implicada.» (Erickson, 1980d, p. xvi-xvii)
«En su trabajo, Erickson abrió la puerta para el cambio y en una forma que tuvo un gran impacto en la terapia
breve, así como también en la terapia en si misma. Hay diversos rasgos en su trabajo que lograron este cambio. En primer
lugar, creo, está lo que persistentemente no hizo. Una de sus premisas, ya sea en forma implícita o explícita, dicta lo que
uno hace y también lo que uno no hace. Es en este último caso donde surge una de las principales asunciones. Erickson no
buscaba largas historias [clínicas] antes de intervenir en el problema. Concomitantemente, no intentaba extraer información
“interpretable” o intentar que sus pacientes lograran insight en forma gradual. Los “insights” o las comprensiones fueron
activamente dirigidos por él con el propósito de estimular el deseo del paciente por llevar a cabo las tareas necesarias
subsecuentes. Erickson no enfatizaba tanto “la sesión” como los eventos fuera de su oficina. Era raro que presionara por
más y más mejoría. Por el contrario, avanzaba rápidamente para intervenir y se retiraba muy rápidamente una vez que había
ocurrido una pequeña mejoría. Podía detener el tratamiento o imponer un hiato antes de regresar por más trabajo. No medía
la sesión por el reloj, sino de acuerdo a la tarea que se llevaría a cabo en ese contacto. No se “apoyaba” en el sentido
común; no apuraba; no “confrontaba con la realidad.” Los medicamentos y las hospitalizaciones jugaron un rol pequeño, si
es que lo tuvieron, en su trabajo, aunque sabía como usarlos. No le dio importancia al hecho que las personas “expresaran
sus sentimientos.
[…] Sin embargo, en adición a las cosas que no hizo, Erickson hizo algunas cosas intrigantes. Aunque no gastaba el
tiempo obteniendo la historia psicológica, colocaba considerables esfuerzos en la obtención de un detallado panorama del
síntoma, problema o queja, y cómo era llevado a cabo, así como también era llevado a cabo junto a los otros implicados en
el problema. No intentaba obtener retroalimentación de parte del paciente a sus propias ideas acerca del problema […], por
el contrario, “hablaba con facilidad el lenguaje del paciente”. No interpretaba la resistencia del paciente, sino que la usaba
para facilitar que el paciente llevara a cabo tareas terapéuticas. Simplemente no malgastaba el tiempo discutiendo con los
pacientes, sino que se concentraba en la tarea que el paciente estaba llevando a cabo para resolver su problema.» (Fisch,
1982, p. 157-158)
Zeig y Munion (1999) han indicado que un tratamiento orientado hacia el presente y el futuro
es más relevante para la vida actual del cliente, y por lo tanto es más estimulante.
El Grupo de Milwaukee (de Shazer, 1999) afirma que una orientación hacia el futuro, en la cual
se resalte lo que el paciente ha venido haciendo bien, lleva implícita la idea que el cambio es
inevitable, lo cual abreviará la terapia.
Erickson concebía a la terapia con uso de hipnosis formal o no formal, como un proceso que
involucraba activamente al cliente en el trabajo:
«La psicoterapia hipnótica es un proceso de aprendizaje para el paciente, un proceso de reeducación. Los
resultados positivos en la psicoterapia hipnótica se derivan solamente de las actividades del paciente. El terapeuta sólo
estimula al paciente a ser activo, con frecuencia sin saber cuál será esa actividad, y luego guía al paciente, ejerciendo su
juicio clínico para determinar cuánto trabajo hay que hacer para lograr los resultados deseados. El cómo guiar y juzgar es
problema del terapeuta, mientras que la tarea del paciente es aprender por su propio esfuerzo cómo entender su vida
experiencial en una nueva forma. Tal reeducación, desde luego, se realiza necesariamente en conexión con las experiencias
vivenciales del paciente, sus comprensiones, memorias, actitudes e ideas, y no sobre la base de las ideas y opiniones del
terapeuta.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 8-10) (Enfasis añadido)
Utilización terapéutica
Zeig y Munion (1999) afirman que éste es el principio central que caracteriza y distingue al
enfoque de Erickson. Zeig (1992/1999) lo ha definido como «la disponibilidad del terapeuta a
responder estratégicamente a todos y cada uno de los aspectos del paciente o el entorno» (p. 155-
156).
Esos aspectos incluyen: lo que el paciente ofrece en forma consciente e inconsciente, los
recursos, las fortalezas, experiencias, habilidades (o falta de habilidades), las relaciones, las actitudes,
los problemas, los síntomas, los déficit, el ambiente, la vocación, los pasatiempos, las aversiones, las
emociones, etc. (Zeig y Munion, 1999)
Este principio lo desarrolló Erickson en sus investigaciones acerca de la naturaleza de la
inducción de trance y la sugestión terapéutica, con el fin de asegurarse que sus sujetos cooperaran
con él; posteriormente lo extrapoló a toda su psicoterapia (la cual como ya hemos dicho más arriba es
una extensión de sus procedimientos para obtener disposición a cooperar en la inducción del trance
hipnótico). Zeig cita lo que Erickson escribió en el año 1954 para la Enciclopedia Británica:
«Otra consideración esencial en las técnicas del trabajo de investigación o en el de la terapia es la utilización de la
manera de responder del sujeto y sus capacidades, que poco tiene que ver con el intento de imponerle, mediante sugestión,
la idea limitada del hipnotizador acerca de lo que el sujeto debe hacer y de qué manera debe hacerlo. Los fracasos en la
terapia hipnótica y en el trabajo experimental derivan a menudo del hecho que tratamos al sujeto como un autómata,
esperando que ejecute las órdenes de acuerdo con las ideas del hipnotizador, excluyendo reconocer al sujeto con su propia
personalidad, con sus pautas individuales en sus respuestas y su conducta.» (Erickson, 1954/1980c; citado en Zeig,
1992/1999, p. 158)
Principio 3. El terapeuta puede aprovechar cualquier técnica que el paciente usa para ser paciente.
Las técnicas no proceden simplemente de un libro; pueden deducirse también del estudio de [los] pacientes. Por
ejemplo, si un paciente cuenta historias para ser pacientes, el terapeuta puede contar historias para ser terapeuta. Si un
paciente es confuso como paciente, el terapeuta puede ser constructivamente confuso.
Los volúmenes de Haley (1980a y 1985), de O’Hanlon (1989) y O’Hanlon y Hexum (1990)
transcriben un buen número de casos clínicos en los cuales puede apreciarse este principio en acción.
Erickson incluía las circunstancias vitales del cliente en el proceso de evaluación terapéutica y
en la terapia misma. «Al formular sus intervenciones, consideraba el ambiente físico y social que
mantenía el problema y/o que podía utilizar para resolver el problema. Incluso suministraba
tratamiento a los pacientes en la casa de ellos.» (Zeig y Munion, 1999, p. 115)
La casuística de Erickson muestra que éste no solamente realizaba la psicoterapia en su
consultorio, sino que hacía arreglos para que sus pacientes tuvieran experiencias terapéuticas en sus
contextos naturales, incluyéndose a veces él mismo en esas situaciones “fortuitas” para promover
nuevos comportamientos en los clientes (véanse ejemplos en Haley, 1980a; y en O’Hanlon y Hexum,
1990).
«Uno de los principios de la ciencia “clásica” formalizada principalmente por el famoso Discurso del método de
Descartes, consistía en considerar que, si queremos llegar a comprender la complejidad de nuestro universo, debemos antes
comprender sus elementos constitutivos. Es necesario pues dividir: disciplinas de estudio bien separadas, campos de
investigación precisos, variables bien definidas y controladas por el experimentador, que debe determinar la importancia
relativa de cada una de las variables sometiéndolas a un test sucesivamente mientras mantiene las otras constantes. El
investigador debe permanecer “objetivo” y llegar a una cuantificación de las variables.
La cibernética y la teoría general de los sistemas defenderán una visión muy diferente del enfoque de los
fenómenos complejos, sosteniendo que un análisis de cada elemento de un sistema no permite captar las características del
conjunto. […] El conjunto posee unas propiedades que no son reductibles a las de los elementos tomados separadamente.»
(Wittezaele y García, 1994, p. 76)
En 1948, Bateson acepta la invitación del psiquiatra Jurgen Ruesch para estudiar la
comunicación en psicoterapia. En 1951 publican La comunicación: matriz social de la psiquiatría
(1965) Ese volumen es el primer intento de Bateson para llevar a las ciencias humanas las ideas
desarrolladas en las Conferencias Macy. En la investigación de Bateson se distinguen tres dimensiones
principales: (1) Fundamentos epistemológicos de los psiquiatras y sus consecuencias sobre el
tratamiento; (2) Preparar el terreno para un enfoque interaccional del comportamiento; y (3) Colocar
a prueba la teoría de los tipos lógicos para el estudio de las relaciones interpersonales. (Wittezaele y
García, 1994)
La relación de Ruesch y Bateson es lo suficientemente desafortunada como para que ambos
no intenten continuar trabajando juntos, y Bateson consigue financiamiento de la Fundación
Rockefeller para su proyecto acerca “Del estudio del papel de las paradojas de la abstracción en la
comunicación” (Wittezaele y García, 1994). Ese es el nacimiento del famoso Proyecto de Bateson en
Palo Alto.
El equipo de Bateson para el desarrollo de este Proyecto estuvo conformado por John
Weakland (inicialmente un ingeniero), Jay Haley (quien estaba trabajando en su tesis de maestría
acerca de la comunicación), William Fry (psiquiatra) y Don Jackson (reputado psicoanalista que había
comenzado a realizar terapia con familias).
Fry (Wittezaele y García, 1994) relata que Bateson tenía un listado con diez a veinte temas
que consideraba como campos pertinentes para el estudio de las paradojas en la comunicación. Entre
estos se encontraban: el teatro, el zen, el humor, la psicoterapia, la comunicación esquizofrénica, el
entrenamiento de perros para ciegos, el juego, y la hipnosis, entre otros.
En esa época, Erickson viajó a la región de Palo Alto a dictar un seminario sobre hipnosis, y
Weakland y Haley querían asistir como parte de los estudios del Proyecto. «Así pues [que] hablamos
con Gregory y nos preguntábamos si estábamos calificados para asistir a este seminario. El entonces
descuelga el teléfono, marca un número y dice a su interlocutor: “¿Es Milton? Aquí Bateson. Hay dos
de mis colaboradores que desearían asistir a tu seminario, ¿podrías verlos?”. ¡Puede imaginarse
nuestro estupor…! Pero éste era Bateson, conocía a todo el mundo.» (Wittezaele y García, 1994, p.
159)
En Noviembre de 1954, Bateson escribe a Erickson recordándole de Weakland y Haley, quienes
habían asistido a un seminario con él; le cuenta que están investigando respecto a los fenómenos
hipnóticos y la esquizofrenia. Le solicita le envíe reimpresiones de dos artículos de Erickson y lo invita
a reunirse con ellos en Palo Alto, o que parte de su equipo podría viajar a Phoenix. (Zeig y Geary,
2000)
En Mayo de 1955, Bateson escribe una extensa carta a Erickson solicitándole que si era posible
que hicieran los arreglos para que Haley y Weakland viajaran a Phoenix para conversar con él en
torno a la comunicación y la hipnosis. En esa carta le expone, además, que en las investigaciones de
su equipo acerca de la comunicación, se han interesado en la hipnosis porque les parece que tiene
relación con la comunicación interpersonal. Asimismo, creen que muchas manifestaciones de la
esquizofrenia pueden ser producidas en el trance hipnótico. Bateson describe también la teoría de la
doble coacción en la génesis de la esquizofrenia que han estado estudiando, para que la futura
entrevista con Haley y Weakland sea más fructífera. Finaliza esa misiva enumerando los temas de
interés para esa reunión: (1) La relación entre el hipnotista y el sujeto, (2) la inducción de trance, y
(3) la reorientación del trance. (Zeig y Geary, 2000)
En otra carta posterior, y antes que viajen Weakland y Haley, Bateson le expone a Erickson
algunas interrogantes que ha estado reflexionando, y que tienen relación con el lenguaje analógico y
digital. (Zeig y Geary, 2000)
La reunión de Erickson con Haley y Weakland se realizó en el año 1956, y publicaron
posteriormente en 1959 una transcripción de una inducción de trance y sus comentarios (Erickson,
Haley y Weakland, 1959/1980a). En el contexto de un seminario que Erickson llevaba a cabo en
Phoenix, hipnotizó a una sujeto y la sesión fue grabada para ser escuchada con posterioridad para
comentarla; los comentarios también fueron grabados.
Weakland (1982) afirma que indirectamente Erickson hizo contribuciones significativas a la
teoría de la doble coacción del Grupo de Bateson. Indica que él y Haley fueron muy influenciados (y
también confundidos) por las ideas no ortodoxas de Erickson respecto a cómo concebir los
tratamientos y los problemas. Ellos durante los dos años que visitaron a Erickson, llevaban a la
discusión en el Grupo de Bateson las ideas desarrolladas con él; las cuales eran examinadas en forma
crítica y a veces resistidas.
En los próximos capítulos analizaremos cómo se expresó la influencia de Erickson en el trabajo
de Haley y en el Mental Research Institute (MRI), formado paralelamente al Grupo de Bateson.
Pero esta historia no finaliza aquí; el joven discípulo de Erickson, Jeffrey Zeig, había
organizado para ser realizado en Diciembre de 1980 el “Congreso Internacional de Enfoques
Ericksonianos en Hipnosis y Psicoterapia”, el cual coincidiría con el aniversario número 79 del
nacimiento de Erickson (Peters, 1982). Sin embargo las dos figuras principales de ese Congreso
fallecieron antes de su apertura: Milton H. Erickson pasó a mejor vida en Marzo de ese año, y Gregory
Bateson, quien actuaría como Presidente, falleció en Diciembre.
¿Ironía del destino?, ¿o simplemente un fenómeno de sincronicidad en dos personalidades que
influyeron en forma indirecta en la terapia breve que conocemos en la actualidad
Capítulo 6: La terapia estratégica de Jay Haley
Desde que Haley se reunió con Erickson en Phoenix en 1956, mantuvieron una relación que
duró más de una década. La relación fue fructífera para ambos: Haley aprendió del modo de hacer
psicoterapia de Erickson y éste tuvo en Haley al primer difusor de su labor como psicoterapeuta.
Haley se mantuvo en el Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación hasta el
término de éste, y se integró tardíamente al Instituto de Investigaciones Mentales (MRI) que creó
Jackson en el año 1959 y que estaba formado por parte del equipo de Bateson.
En 1967, Haley se trasladó a Filadelfia para trabajar en el desarrollo de la psicoterapia familiar
sistémica con Salvador Minuchin, director de la Philadelphia Child Guidance Clinic; y luego se mudó a
Washington, en cuyo instituto (Family Therapy Institute) dio forma a su propio enfoque de terapia
familiar estratégica.
Haley dedicó un capítulo a la hipnosis en Estrategias de Psicoterapia (1966), en donde la
aborda desde un punto de vista interaccional. En ese volumen expuso su versión de los conceptos
acerca de la comunicación sostenidos en el Proyecto de Bateson (Haley, 1980b).
Según Haley (1966), el trance hipnótico «resulta sumamente idóneo como modelo para
describir las maniobras de una persona que intenta provocar cambios en otra. Si se acepta que en la
relación hipnótica el individuo puede modificar su percepción, sus emociones y sus sensaciones
somáticas, no hay argumento mayor en pro de la influencia que una persona puede tener en relación
a otra. Las semejanzas entre el proceso de inducción hipnótica y el de la psicoterapia se hacen
aparentes cuando se atiende a la relación. Una y otra situación se dan habitualmente con pacientes o
personas que solicitaron esta experiencia y ambas consisten esencialmente en una conversación entre
dos individuos, uno de los cuales intenta provocar cambios en el otro.» (p. 25)
Haley (1966) propone el siguiente análisis de la situación hipnótica: El hipnotizador sugiere
ideas a las que responde el sujeto y le persuade para que siga voluntariamente sus sugestiones y se
concentre en ellas. Una vez que se ha conseguido esto le ordena respuestas involuntarias. «El
progreso de la interacción hipnótica define progresivamente la relación como una en la que el
hipnotizador controla o inicia lo que sucede, en tanto que el sujeto cada vez va respondiendo más y
teniendo menos iniciativa.» (p 32)
Desde el punto de vista interaccional, la relación entre el hipnotista y su sujeto es de tipo
complementario (Haley, 1966). Es decir, «el hipnotizador sugiere y el sujeto obedece las sugestiones
de aquél, de modo que la conducta comunicativa es una maniobra para definir la relación como
complementaria, en tanto la obediencia del sujeto supone la aceptación de tal definición.» (Haley,
1966, p. 33)
Haley distingue las siguientes características en la relación hipnótica:
a) Dos personas intercambian mensajes, y el hipnotizador le indica al sujeto cómo tiene que
actuar.
b) Cuando el hipnotizador sugiere comportamientos al sujeto, está definiendo la relación
como complementaria. El sujeto puede aceptar la definición de la relación, comportándose
del modo indicado. Sin embargo, el sujeto puede responder no haciendo lo indicado, lo
cual es una contramaniobra para definir la relación como simétrica. El hipnotizador
responde a su vez con maniobras para estimular o forzar la relación complementaria, o
acepta la relación simétrica controlándola desde una posición metacomplementaria.
c) Cuando el sujeto acepta de buen grado o no la relación complementaria, tiende a aceptar
las definiciones de realidad del hipnotizador por sobre cualquier otro estímulo del entorno.
Una característica que define a una relación como hipnótica es que la experiencia sea definida
como involuntaria por el sujeto. Desde el punto de vista pragmático, para Haley (1966), «la finalidad
de la inducción hipnótica es, desde el punto de vista de la conducta, persuadir al sujeto para que
niegue de lleno y completamente que es él quien está realizando la actividad sugerida. Esto es, el
hipnotizador impulsa al sujeto a que califique su conducta con mensajes congruentes entre si y que,
en su totalidad, nieguen que está haciendo lo que hace. Cuando el sujeto se comporta de esta forma,
el observador dice que aquél está experimentando un fenómeno involuntario.» (p. 36)
Asimismo, en toda inducción de trance está implícita la paradoja, aunque en algunas
circunstancias es más notoria. La paradoja se advierte en aquellos mensajes de Erickson, por ejemplo,
en que se comunicaba a dos niveles con su sujeto, en donde se entregaban instrucciones
incongruentes que correspondían a dos niveles de mensaje. Según Haley, cuando se presentan
mensajes incongruentes al sujeto, «éste sólo puede responder satisfactoriamente con mensajes
incongruentes. La peculiar conducta del sujeto hipnotizado muestra una reciprocidad hacia las
peticiones del hipnotizador.» (1966, p. 43)
En ese volumen Haley afirma que en el estudio de la hipnosis se ha colocado erróneamente el
foco sobre el individuo, con el objetivo de clasificarlos como “buenos” o “malos” sujetos “hipnóticos”.
«Los intentos de hallar una correlación entre tipos de personalidad y susceptibilidad a la hipnosis han
fracasado repetidamente, a pesar del uso de gran número de pruebas proyectivas y de actitud. Este
fracaso es comprensible si se tiene en cuenta que la conducta hipnótica es un conjunto de respuestas
en el marco de una relación y no un aspecto del carácter de la persona. La única prueba para
diferenciar los buenos sujetos de hipnosis de los malos sería la que midiera la conducta en una
respuesta de relación. Las pruebas de sugestión despierta, o de sugestibilidad, se aproximan a este
tipo de medida. Sin embargo, estas pruebas se aplican a menudo sin la menor conciencia que son en
todo iguales a una inducción hipnótica.» (Haley, 1966, p. 47)
La utilidad clínica de la hipnosis, según Haley (1966, p. 48-49), es la siguiente:
«(a) Describir a la hipnosis en términos de táctica para definir la relación y manejar la resistencia de los sujetos que
replican con definiciones propias; y (b) Describir a los pacientes como personas que usan la conducta sintomática para
obtener ventajas en una relación interpersonal y resistirse a la definición de los demás. De ambos puntos se desprende que
el uso efectivo de la hipnosis se centra principalmente en tratar la conducta sintomática del mismo modo que se trata la
conducta resistente.»
Haley publica en 1967 una compilación de artículos de Erickson en los cuales se aprecia el
modo peculiar de éste en el entendimiento y práctica de la psicoterapia ( Advanced Techniques of
Hypnosis and Therapy: Selected Papers of Milton H. Erickson ). En 1973 publica su muy conocida
Terapia no convencional: Las técnicas psiquiátricas de Milton H. Erickson (Haley, 1980a), volumen que
populariza a Erickson como un terapeuta que desarrollaba tratamientos que se apartaban de la
terapia usual de esa época. En 1985, Haley publica en tres volúmenes sus Conversations with Milton
H. Erickson, en los cuales transcribe sus conversaciones y supervisión de casos con Erickson.
Aunque Haley aprendió hipnotismo con Erickson y recibió supervisión por parte de éste para
llevar a cabo tratamientos hipnoterapeúticos (Haley, 1985; Haley, 1997), resaltó en su difusión del
trabajo de Erickson aquellos aspectos no “hipnóticos” de su terapia, mientras que otros los asimiló a
su propia concepción de la terapia.
Ya dijimos antes que Haley no necesitaba el concepto del “inconsciente” para explicar el
cambio terapéutico, puesto que su interés –compartido por los miembros del Proyecto de Bateson–
estaba colocado en la interacción; por lo tanto, extrajo de la terapia de Erickson las directivas que se
entregan sin el uso de “hipnosis formal” para alterar pautas que mantienen problemas interaccionales
o personales (Haley, 1980b).
A la vez aportó la mirada sistémica familiar para entender a la sintomatología/problemas como
el producto de impedimentos en el desarrollo del ciclo vital de la familia (Haley, 1989) (y por lo tanto
de sus miembros), presentando dentro de ese marco las diversas intervenciones de Erickson en
Terapia no convencional (Haley, 1980a).
Sin embargo, Haley desarrolla su propia visión de la psicoterapia familiar, comprendiendo y
organizando su terapia sistémica en función de relaciones sociales triádicas (Keeney y Ross, 1987).
«Por entonces [cuando publiqué Estrategias de psicoterapia] yo intentaba pasar del enfoque individual
a otro más social, proponiendo que la unidad mínima de investigación y terapia fuera la díada, y en
ese libro examiné los diferentes enfoques terapéuticos desde el punto de vista de la díada. La
presente obra difiere de él en que ofrece un enfoque cuya unidad mínima es la tríada.» (Haley,
1980b, p. 1)
Según Keeney y Ross (1987), aunque Haley denominó “estratégico” a su enfoque, y Minuchin
“estructural” al suyo, ambos son muy similares desde el punto de vista práctico. Las diferencias tienen
relación con el hecho que las descripciones de Haley están relacionadas con la teoría de la
comunicación y la cibernética; mientras que las descripciones de Minuchin son sociológicas.
Keeney y Ross (1987) resumen el enfoque de Haley del siguiente modo: La terapia se inicia
cuando se fija un foco sobre el problema a tratar; el cual es concebido como una secuencia de
acciones que implican la interacción de tres personas como mínimo. «Así, para Haley, los problemas
se utilizarán como “palancas” para modificar relaciones familiares.» (Kenney y Ross, 1987, p, 134) La
reorganización del sistema social en una forma específica permitirá construir una situación más
adaptativa.
A través de la entrevista con toda la familia en el consultorio el terapeuta podrá distinguir la
organización en secuencias de conducta social de sus miembros. Le interesan aquellas interacciones
que presentan organización recursiva. La tarea del terapeuta consistiría en identificar esos ciclos
recursivos problema y diseñar intervenciones para abordarlos. En su enfoque, una noción
fundamental es el de “jerarquía”, es decir cómo se diferencian los integrantes del sistema. Según
Haley, un sistema está perturbado cuando se establecen “coaliciones” a distintos niveles jerárquicos,
especialmente si éstas son secretas. Estas coaliciones se formarían en las etapas de transición en el
ciclo evolutivo familiar.
La influencia de Erickson en la visión de Haley se advierte en la construcción y entrega de
directivas. Haley (1980b) define a las directivas a «todo cuanto se haga en terapia […] Toda acción
del terapeuta constituye un mensaje para que la otra persona haga algo; en ese sentido está
impartiendo una directiva» (p. 49-50)
Haley (1980b, p. 49) describe las variadas finalidades de las directivas del siguiente modo:
«1. El objetivo principal de la terapia es hacer que la gente se comporte de manera diferente, para que tenga así
experiencias subjetivas diferentes. Las directivas son un medio de provocar esos cambios.
2. Se las emplea para intensificar la relación entre los clientes y terapeuta: al decirles a aquellos qué deben hacer,
el terapeuta entra a participar en la acción y adquiere importancia, porque el individuo debe hacer o no hacer lo que él le
dice. Si deben hacer algo durante la semana, el terapeuta permanece ligado a sus vidas durante todo es lapso, pues piensan
qué pasará si no cumplen la tarea, si la cumplen a medias, si la alteran para ejecutarla a su modo, etc.; en la próxima
entrevista el terapeuta habrá adquirido más importancia para ellos de la que habría tenido si no les hubiese dado una
directiva.
3. Se usan para obtener información. La manera en que reacciona la gente al recibir una directiva es esclarecedora
respecto a ellos mismo y a cómo responderán a los cambios deseados. Ya cumplan con la tarea impuesta, no la cumplan,
olviden cumplirla o lo intenten infructuosamente, el terapeuta tendrá información que de otro modo no poseería.»
Haley (1980b) distingue dos tipos de directivas: (1) «decirle a la gente qué debe hacer con el
propósito que lo cumplan» [ya sea «(a) ordenarle a alguien que deje de hacer algo, (b) pedirle que
haga algo diferente], y (2) decírselo con el propósito que no lo cumplan, o sea, que cambien por la
vía de la rebelión [tarea paradójica] » (p. 51, énfasis en el original).
«[…] Es esencial saber impartir directivas de manera tal que sean ejecutadas ; es una desgracia que la mayoría de
los cursos no incluyan la enseñanza de esta técnica. En buena medida debemos aprenderlas por nuestra cuenta, a menos
que encontremos un eximio terapeuta como Milton H. Erickson y podamos recibir de él alguna enseñanza.» (Haley, 1980, p.
48) (Énfasis añadido)
El terapeuta necesitará motivar a la familia para que lleve a cabo las directivas. «Las
recomendaciones de Haley para el diseño de directivas siguen los consejos de Milton H. Erickson. En
resumen, ya que diseñar directivas para emplear las modalidades en que la familia se refiere a su
propia situación, lo mismo que cualquier otro recurso que sus miembros puedan ofrecer […] el
envoltorio de las directivas [puede] consistir en metáforas, frases, ideas o tareas que brotan del
paradigma de comunicación de la misma familia [ utilización terapéutica]» (Keeney y Ross, 1987, p.
142-143).
Haley se refiere a esta cuestión crucial del siguiente modo:
«[…] Cuando un terapeuta desea motivar a los miembros de una familia a que realicen una tarea, tiene que
convencerlos de que por su intermedio alcanzarán los objetivos individuales, recíprocos y familiares que ellos desean. El
modo en que lo haga dependerá de la naturaleza de la tarea, de la naturaleza de la familia y del tipo de relación establecida
con ésta; no obstante, podemos referirnos a los métodos generales de motivación que se aplican a las personas.
En el enfoque directo, lo común es que el terapeuta les diga a los integrantes de la familia que conoce y comparte
su deseo de resolver el problema que los aqueja. Una vez convenido el objetivo, se ofrece la tarea como un medio de
alcanzar el fin deseado a través de la terapia.
Cuando hay discrepancias entre los miembros de una familia sobre los propósitos que se persiguen, se hace a veces
necesario hallar el modo de que la tarea le reporte alguna ganancia a cada uno de ellos.
[…] En el enfoque directo el terapeuta se funda en lo que ha aprendido sobre sus clientes en el transcurso de la
sesión, utilizando lo que parezca más obvio y evidente como base de su labor persuasiva.
Veamos ahora el enfoque indirecto, que puede emplearse cuando se prevé que la familia no cooperará fácilmente
en la tarea [énfasis añadido]. A menudo puede utilizárselo como primer paso, adoptando luego una forma más directa.
Consiste en hacer que los miembros de la familia hablen de sus dificultades de manera tal que estén prontos a escuchar a
quien puede sugerir qué deben hacer. Por ejemplo, se les pide que hablen de todos sus intentos fallidos de resolver el
problema, con lo cual se obtiene información sobre los métodos probados y se evita pedirles que hagan algo que ya han
intentado infructuosamente. Otra ventaja importante es que en esta clase de conversación el terapeuta tiene oportunidad de
subrayar los fracasos anteriores; a medida que van enumerándolos, puede hacer hincapié en su ineficiencia acotando: “Y eso
también falló”, con lo cual advertirán finalmente que todo cuanto ellos intentaron fracasó y habrá más probabilidades de que
escuchen el ofrecimiento del terapeuta.
Otra manera similar de encarar la motivación consiste en alentar a los miembros de la familia a que expliquen cuán
desesperada es su situación, pudiendo convenir con ellos en que en verdad es bastante mala, en vez de tranquilizarlos
diciéndoles que no es para tanto; si se la pinta con tintes lo suficientemente negros, escucharán al terapeuta y harán la tarea
que se les ofrece. De este modo, el acentuar la angustia que ellos sienten, el terapeuta la usa como una motivación, y hasta
puede proyectar su situación hacia el futuro haciéndoles conversar sobre los desastres que les aguardan si no toman alguna
medida.
Pero también puede encararse la cuestión de una manera opuesta, si los integrantes de la familia están
comentando cómo mejoraron las cosas: se les da la razón, conviniendo en sus apreciaciones, y luego se les pide que realicen
la tarea pues ella les ayudará a progresar aun más; así, lo que ofrece el terapeuta aparece como una pequeña adición para
ayudarlos a continuar con su proceso de mejoría.
Puede motivárseles a hacer una tarea en el hogar iniciándolos en la ejecución de pequeños trabajos en la
entrevista.
[…] El terapeuta debe adecuar la tarea a las personas [énfasis añadido]. Mientras entrevista a una familia reparará
en qué clase de gente la integra, y así podrá amoldar la tarea a su manera de ser. Si hacen hincapié en que las cosas deben
hacerse en forma lógica y ordenada, se les ofrecerá una tarea lógica y ordenada, porque será más probable que la cumplan.
Si constituyen un hogar descuidado y desorganizado, la tarea deberá ajustarse a ese marco. Si les preocupa el dinero, se
recalcará la gratuidad de la tarea.
Otro punto importante es el modo en que se describe la magnitud de la tarea. Ante ciertas familias y tareas
podemos optar por empequeñecer a éstas; cuando la familia se muestra renuente a realizar la tarea, a veces lo mejor es
definir a ésta como un pequeño favor que se les pide. Si disfrutan de la crisis o tienen propensión a dramatizar las cosas,
puede decírseles que se les está solicitando algo importantísimo. En suma, a algunas familias les parecerá que una tarea
grande es demasiado para ellas, en tanto que otras despreciarán una tarea pequeña; deben satisfacerse los requerimientos
en ambos tipos de gente [énfasis añadido].» (Haley, 1980b. p. 53-55)
Haley (1980b) también describe las intervenciones metafóricas y el uso de analogías, como un
método adecuado en aquellos casos en los cuales las directivas directas no son las más adecuadas.
Respecto a las directivas paradójicas, Haley (1980b) realiza el siguiente análisis teórico:
«[Las] tareas pueden parecerles paradójicas a los clientes, porque habiéndoles dicho que desea ayudárselos a
cambiar, al mismo tiempo se les está pidiendo que no cambien.
Hasta cierto punto, todas las familias que se hallan en una situación estable son reacias al cambio, pero si se
encuentran en un estado crítico e inestable que tiene a todos trastornados suelen seguir dócilmente las directivas, porque
están tratando de estabilizarse. Lo que ocurre en el primer caso es que al pedirles que cambien, el terapeuta los está
invitando a la inestabilidad y la novedad, situaciones contra las que pueden reaccionar. Sin embargo, todos los que vienen
en busca de ayuda lo hacen impulsados por su inestabilidad…
[…] Por lo común, una familia que se ha estabilizado en torno al hecho de que uno de sus miembros constituye el
problema. Al tener a modificar la situación de la persona problema el terapeuta también tiende a desestabilizar a la familia,
por lo que encontrará resistencia de variable intensidad. Las tareas paradójicas tienen por fin abordar esta dificultad.
[…] El enfoque paradójico presenta siempre dos mensajes, transmitidos a niveles diferentes, “Cambien”, y dentro
del marco del mensaje, “No cambien”.» (Haley, 1980b, p. 64-65)
«Primera: Como en toda terapia directiva, antes que nada hay que establecer una relación que se define como
tendiente a provocar el cambio. Esta definición suele estar implícita en el encuadre de la situación cuando alguien solicita
una terapia, pero puede hacerse hincapié en ella.
Segunda: Definir claramente el problema. […]
Tercera: Fijar los objetivos con claridad. […]
Cuarta: Ofrecer un plan. Conviene dar una explicación lógica que haga razonable una directiva paradójica, aunque
también podemos limitarnos a impartir la directiva dejando que el plan permanezca implícito. […]
Quinta: Descalificar diplomáticamente a quien es tenido por “autoridad en la materia”. […]
Sexta: Impartir la directiva paradójica. […]
Séptima: Observar la reacción y seguir alentando el comportamiento usual. […]
Octava: A medida que continúa el cambio, el terapeuta deberá evitar que se le acredite cómo un logro de él, dado
que ello significaría aceptar que las recaídas están en relación con el terapeuta. Si bien este puede desear “compartir” su
obra con el cliente y explicarle qué está haciendo en realidad, corre el riesgo de que su necesidad de aliento provoque un
retroceso. Una forma de evitar todo mérito propio es mostrarse perplejo ante una mejoría.» (Haley, 1980b, p. 69-71)
Con posterioridad, Haley (1987) analiza en forma extensa otra directiva (estrategia) de
Erickson, y que Haley denomina terapia de ordalía (denominada “coacción de evitación–evitación” por
Erickson y Rossi [1979]).
La técnica de la ordalía consiste en dar como consecuencia a un síntoma/problema, otro
comportamiento, generalmente de tipo penoso. Y por lo tanto, para no realizar el comportamiento
penoso, necesariamente el síntoma/problema tiene que remitir.
Haley (1987) también describe las etapas de esta intervención:
(1) Definición clara del problema: Es necesario una definición precisa del problema, puesto que la terapia seguirá
siempre a la presentación del síntoma. Haley ejemplifica esto cuando se tratan trastornos de angustia, en donde es
imprescindible que el consultante diferencie la angustia normal de aquella de la cual quiere liberarse.
(2) La persona debe comprometerse a superar el problema : Puesto que esta es una terapia drástica que el consultante
realiza fuera de la consulta, es necesario contar con su compromiso de llevarla a cabo.
Una forma de lograr este compromiso es imitar a Erickson cuando entregaba este tipo de intervenciones: Indicar al
paciente que hay una cura de eficacia garantizada, pero no se le explica en qué consiste, hasta que no haya accedido por
anticipado someterse a ella. Puede decírsele al cliente que lo piense durante la semana y que regresen a terapia si está
dispuesto a hacer lo que se le pida, sea lo que fuere. Esto intriga al paciente, y deberá aceptar llevar a cabo la terapia si
quiere averiguar qué es.
En un ejemplo clínico de Erickson (Erickson y Rossi, 1979), Erickson le dice al paciente que tiene una cura garantizada
que lo podrá ayudar, pero que es difícil y no sabe si él es el paciente adecuado para asignarle la terapia. Repite esto varias
veces, mientras le habla de otras cosas, de modo que el paciente casi lo obliga a administrarle el tratamiento (puesto que él
es adecuado para esa terapia).
(3) Selección de la ordalía: El terapeuta es quien selecciona la tarea, con colaboración del paciente. Debe poseer las
siguientes características:
(a) debe ser lo bastante severa como para superar el síntoma;
(b) su cumplimiento beneficiará al paciente (puesto que no es un castigo);
(c) será algo que pueda hacer y que le parezca aceptable;
(d) deberá ser una acción clara, sin ambigüedades; y
(e) tendrá un principio y un fin claramente establecidos.
(4) La directiva deberá impartirse acompañada de una explicación lógica : Hay que dejar en claro que la tarea debe
llevarse a cabo cuando se presente la conducta sintomática y dentro de un horario fijo. Es conveniente dar una explicación
lógica que la haga parecer razonable; Haley sugiere que, por lo general, debe ser una variación sobre el tema que si el
cliente hace algo que le resulte más difícil de soportar que el síntoma, éste desaparecerá.
Haley recomienda que con aquellos pacientes muy intelectuales es mejor entregarla sin ninguna explicación, para
evitar que el paciente pueda encontrar argumentos para afirmar o negar cualquier explicación lógica, y por lo tanto poner en
duda la eficacia de la tarea.
Si la ordalía es algo complicada, o el paciente tiene dudas de cómo llevarla a cabo, se entregará por escrito.
(5) La ordalía continúa hasta que se resuelve el problema: El paciente tiene que cumplir la tarea con exactitud, cada vez
que deba hacerlo, y hasta que el problema desaparezca.
Notas:
1
En el sentido de la “inducción” y “profundización” del trance hipnótico.
2
Es decir, la terapia es efectuada mientras el paciente se encuentra experimentando trance hipnótico.
3
Un proceso de acción conjunta contra un tercero (Keeney y Ross, 1987, p. 138)
4
Inusual para los años 1960-1980 y para aquellos terapeutas actuales adscritos a los enfoques de terapia “tradicionales.” Haley, con
sus publicaciones, ha posibilitado que esos métodos para abordar la terapia sean usuales en el consultorio del terapeuta estratégico.
Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el Centro de
de Terapia Breve del MRI: “Hipnoterapia sin trance”
«Queríamos entrar en la cabeza de ese hombre [Jackson] y saber qué pensaba, de dónde sacaba sus indicaciones.
Pero él respondía cosas como: “Es evidente, basta con escuchar la risa de la madre.” Lo que parecía ser también el caso de
Erickson, quien explicaba sus intervenciones con unas formulaciones analíticas muy complicadas que no querían decir nada.
Así pues comenzamos un proyecto en el que imitábamos a Jackson y a Erickson para ver cómo funcionaba el tratamiento…»
(Wittezaele y García, 1994, p. 255)
La pragmática de la comunicación
Una de las publicaciones más conocidas del Instituto de Investigaciones Mentales (MRI) es
Pragmatics of Human Communication (Pragmática de la Comunicación Humana ), que vio la luz en
1967 (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1981).
Wittezaele y García (1994) indican que los autores consiguieron llevar a cabo una tarea ardua:
presentar bajo una forma accesible las ideas principales de la cibernética, la teoría de los sistemas
aplicada a la terapia familiar, y las ideas esbozadas por Ruesch y Bateson (1965) sobre la
comunicación interpersonal.
Si embargo Bateson no estuvo de acuerdo con esa obra. Watzlawick relata,
«[…] yo diría que él tenía una actitud muy ambivalente en lo que concierne al reconocimiento social. Todavía lo
escucho diciéndome en 1960 que lamentaba no ser más conocido, pero, al mismo tiempo, se las ingeniaba para publicar
siempre en revistas casi confidenciales, ignoradas por el gran público. Por un lado se quejaba de no ser suficientemente
conocido y por otro hacía todo para esconderse y hacerse invisible. Su extrema discreción nos ha planteado más de un
pequeño problema: cuando mis coautores y yo publicamos Pragmatics of Human Communication, un libro donde
intentábamos sintetizar y sistematizar un poco las ideas de los dos grupos, Bateson estaba al principio muy feliz porque
nosotros le dedicábamos esa obra, y lo presentábamos como amigo y mentor; sin embargo, luego de publicado el libro, nos
reprochó el haber entregado al público una vulgarización prematura de sus ideas. Estos reproches me resultaron muy
penosos, porque yo le había hecho llegar a Hawai el manuscrito y me lo había devuelto con comentarios muy elogiosos: me
había escrito que nuestro texto reflejaba muy fielmente su pensamiento, especialmente el capítulo sobre la paradoja, que
según él era la mejor exposición sobre el tema que había leído hasta el momento. Esto no le impidió un año más tarde
cuando le mandé un ejemplar del libro publicado, reprocharme muy enfáticamente que era una vulgaridad prematura de sus
ideas. Cuando se lo hice notar: “Pero Gregory, acuérdate de que en tu carta decías que nuestro libro…” él me respondió
simplemente: “¡Esa era mi manera de pensar el año pasado!”» (Watzlawick, 1991, p. 42-43
Wittezaele y García (1994) hubieran discrepado con Bateson si hubiesen podido entrevistarlo,
«La obra no es una simple vulgarización de los trabajos de Bateson. Los autores van más lejos y, partiendo de la
teoría de la doble coacción, describen la utilización terapéutica de las paradojas pragmáticas de la comunicación. Aunque
estas técnicas terapéuticas ya han sido utilizadas por otros (Erickson, Sullivan, Frankl…) ellos consiguen dar una explicación
interaccional de las mismas en concordancia completa con sus premisas teóricas. Consiguen pues relacionar la teoría con la
práctica y, en esto, puede considerarse que la obra es realmente un jalón capital para la revolución posterior de la terapia
sistémica.» (Wittezaele y García, 1994, p. 253)
Los resultados preliminares de las investigaciones clínicas y teóricas del Centro de Terapia
Breve del MRI fueron presentados en 1974 en Change, Principles of Problem Formation and Problem
Resolution (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976).
En el prólogo de ese famoso volumen, los autores escribieron,
«[…] En 1966, uno de nosotros, Richard Fisch, propuso crear lo que, a falta de un nombre más adecuado
designamos como centro de psicoterapia breve del Instituto de Investigaciones Mentales de Palo Alto. Bajo su dirección
comenzamos a investigar los fenómenos correspondientes al cambio humano y, al hacerlo así, descubrimos muy pronto que
ello exigía de nosotros la adopción de nuevos puntos de vista acerca de cuanto hasta entonces habíamos creído, aprendido y
practicado.
Otro elemento unificador estuvo representado por el hecho de que, desde un principio, hablamos un mismo
“lenguaje”. Como investigadores asociados al Instituto de Investigaciones Mentales, todos nosotros contábamos con varios
años de experiencia en la investigación de la intercomunicación humana y en psicoterapia interaccional (es decir: referida a
la pareja y a la familia), tal como ha sido desarrollada por el Grupo de Palo Alto, bajo la dirección teórica de Gregory Bateson
y la dirección clínica de Don D. Jackson. Nos hallamos así acostumbrados a considerar el proceso más bien que el contenido,
y el “ahora y aquí” más bien que el pasado. No fue quizá menos importante el hecho de que todos nosotros teníamos una
preparación y una experiencia en hipnosis, lo cual no sólo nos hacía sentirnos a gusto en las intervenciones directas, sino
que nos puso también en contacto con las innovadoras técnicas de Milton H. Erickson, a quien todos nosotros estamos
profundamente agradecidos.
Desde el comienzo tuvimos la creencia que aunando nuestros conocimientos seríamos capaces de operacionalizar
los intrigantes fenómenos de cambio mencionados anteriormente y de encontrar así nuevas vías para intervenir de un modo
eficaz en las situaciones humanas problemáticas.» (Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976, p. 14-15).
Según Keeney y Ross (1987), el enfoque del Centro de Terapia Breve del MRI es uno de los
abordajes más eficaces de solución de problemas que se hayan conocido hasta esa época. «[…] la
meta de la terapia no consiste en modificar la conducta problema ni la conducta solución; la meta es
alterar la pauta de interacción […] lo que se tiene que abordar es la relación recursiva entre
problemas y soluciones intentadas. Esta relación recursiva es una pauta de interacción.» (Keeney y
Ross, 1987, p. 98-99)
El tratamiento del Centro de Terapia Breve del MRI (Weakland, Fisch, Watzlawick y Bodin,
1974) se compone de seis fases, a saber: (1) Introducción al encuadre del tratamiento; (2)
Interrogatorio y definición del problema; (3) Estimación del comportamiento que mantiene el
problema, (4) Diseño de metas de tratamiento; (5) Selección y ejecución de intervenciones
conductuales; y (6) Finalización.
La intervenciones del MRI que son un refinamiento de las estrategias terapéuticas de Erickson
(Haley, 1980a, 1980b) pueden dividirse en dos grandes grupos: aquellas destinadas a modificar el
“encuadre” del problema (reestructuración o reencuadre [Watzlawick, Weakland y Fisch, 1976]) y las
estrategias dirigidas a cambios en el comportamiento (alteración de las pautas rígidas de las
soluciones intentadas que mantienen el problema), las cuales toman la forma de tareas para realizar
entre sesiones y que caen en la categoría de las intervenciones paradojales.
También se utilizan instrucciones paradojales para manejar el cambio y evitar las recaídas.
En la fase del diseño de las intervenciones, proponer tomar en consideración la motivación y
características idiosincrásicas de los clientes para la prescripción de tareas (utilización ericksoniana).
En el año 1982, Fisch, Weakland y Segal publican The Tactics of Change (Las tácticas del
cambio, 1984); volumen que está dedicado a Milton H. Erickson. En el Prefacio a esa obra indican que
ella es un complemento de Cambio. Por lo tanto, es un texto mucho más explícito en los aspectos
técnicos, ejemplificados a través de análisis de casos. Dan especial énfasis a las “maniobras del
terapeuta”, puesto que su enfoque es estratégico. Asimismo, dedican un capítulo a “la postura del
paciente”, en el cual destacan que la influencia terapéutica para el alcance de metas debe adecuarse
al estilo de respuesta del cliente; de modo que éste esté dispuesto a llevar a cabo las prescripciones.
Watzlawick (1982) afirma que Erickson, como terapeuta, fue apartándose paulatinamente
desde una epistemología intrapsíquica –la cual tiene una visión monádica de su objeto de estudio (el
individuo) y que supone que la curación psicológica proviene del insight– para acercarse a una
postura en la cual tomaba más en consideración los contextos sociales en donde se da el
comportamiento humano. Sin embargo, mucho antes que los teóricos se interesaran en la visión
sistémica, Erickson ya había descubierto cómo la familia del cliente puede favorecer u obstaculizar el
cambio.
Los aportes de Erickson al Centro de Terapia Breve del MRI son justamente aquellos aspectos
de su trabajo que resaltan su pensamiento sistémico; es decir, que toman en consideración al
individuo y su sistema de interacciones.
Watzlawick (1982) describe las siguientes características de la terapia de Erickson que ellos
usaron en su propio enfoque:
(a) Los diferentes usos del lenguaje prespriptivo o inyuctivo.
El lenguaje de la indirección de Erickson puede ser considerado como mandatos para inducir disposición a
responder a las señales mínimas del terapeuta (disposición involuntaria a cooperar) (Zeig, 1987). «Si dentro del
marco de la hipnosis se le dice al paciente que eleve su brazo derecho y él simplemente lo levanta, es
respuesta no es necesariamente hipnosis. Sin embargo, si el terapeuta le dice, “Me gustaría que de verdad se
dé cuenta en una forma que sea edificante [uplifting] que la hipnosis es realmente una experiencia adecuada
[rigth] para usted en una forma que pueda encontrar manejable [handly]”, y después el paciente eleva su
brazo derecho, eso es considerado una respuesta hipnótica. En forma alternativa, si el terapeuta dice, “En
hipnosis me gustaría que usted realmente comprendiera que puede encontrarse yendo [head down] a un
cómodo estado”, y el paciente mueve su cabeza hacia abajo en una respuesta disociativa (automática) al
mandato implicado, eso es juzgado como hipnosis» (Zeig, 1987, p. 394)
(b) El principio de la utilización ericksoniana: «Use [todo] lo que el paciente trae» (Watzlawick,
1992, p. 150)
«Erickson nos enseñó […] a aprender el lenguaje del paciente y a usarlo para facilitar la tarea de hacer que las
personas se comportaran en una forma diferente.» (Watzlawick, 1982, p. 150)
(c) El uso de prescripciones acerca del comportamiento abierto de los pacientes, para lograr
cambios en las pautas de interacción que mantienen el problema; y no malgastar el tiempo
en especulaciones acerca de los diferentes cursos de acción del tratamiento, como ocurre
en las líneas más ortodoxas de la explicación y la interpretación al servicio de la producción
de insight.
(e) El uso que hacía Erickson de las historias, los juegos de palabras, los chistes y las
metáforas. «Lo que Erickson parece haber captado en forma intuitiva, mucho antes que los
investigadores del cerebro postularan la teoría de la asimetría del cerebro humano, fue que
las formas de lenguaje denominadas del hemisferio derecho, tiene lejos mayor potencial
que la brillantez de las explicaciones e interpretaciones del hemisferio izquierdo.»
(Watzlawick, 1982, p. 153)
(f) El cambio en el foco de la atención del paciente que se logra a través de la hipnosis. «[…]
cualquier sugestión exitosa coloca la realidad de nuestros pacientes en un marco
conceptual y emocional diferente. Esta es la técnica del reencuadre que puede ser
exitosamente transplantada desde la hipnosis a los estados de interacción sin trance.»
(Watzlawick, 1982, p. 153)
Tendrá que transcurrir casi una década desde la publicación de Tácticas del cambio, para que
Watzlawick y Nardone describan en forma explícita en L’ arte del cambiamento (El arte del cambio)
(Nardone y Watzlawick, 1992), cómo se lleva a cabo la “hipnoterapia sin trance” a la cual ha hecho
referencia en forma insistente Watzlawick.
Nardone y Watzlawick se refieren en los siguientes términos a la “hipnoterapia sin trance”:
«[…] antes de exponer directamente los procedimientos terapéuticos, es fundamental aclarar también que su
eficacia depende, además de su validez específica para sintomatologías o problemas particulares, sobre todo el influjo
personal o el carisma del terapeuta. Es éste un factor que, a nuestro entender, es determinante en terapia. En otras
palabras, la eficacia de una estrategia depende mucho del marco de sugestión con que se le presenta al paciente para
inducirlo a una gran, y a veces involuntaria, colaboración terapéutica, esto es, a una predisposición para el cambio. Para
crear ese ambiente de sugestión y carisma, el terapeuta ha de aprender a utilizar todo aquello a lo cual nos hemos referido
[…] con los conceptos de “lenguaje imperativo” […] Este tipo de comunicación terapéutica, cuya mejor lección ha sido el
enfoque hipnótico de la terapia hecho por Erickson, constituye una de las prerrogativas fundamentales de la terapia
estratégica. Esta particular forma sugestiva de comunicativa es lo que definimos como hipnoterapia sin trance. Recurriendo
deliberadamente a ella, el terapeuta asume, en provecho del paciente, la responsabilidad de utilizar los procedimientos
eficaces y eficientes de sugestión hipnótica para influir en la situación problemática presentada y cambiarla rápidamente.»
(Nardone y Watzlawick, 1992, p. 84-85)
Los elementos “lingüísticos ericksonianos” que constituyen la “hipnoterapia sin trance” son
descritos por Nardone y Watzlawick (1992) y por Nardone (1997) como los siguientes:
(1) Aprender a hablar el lenguaje del paciente : Bandler y Grinder (1975), Gilligan (1987) y
Yapko (1990) denominan a esta estrategia matching (calcado); es decir, el terapeuta
“espeja” no sólo los vocablos del cliente, sino que también sus entonaciones e incluso el
lenguaje no verbal (bio-rapport). Esta estrategia promueve una atmósfera de cercanía y
calidez, a la vez que ¿cómo podría estar en desacuerdo el cliente con su terapeuta, si
éste está comunicándose con él en un modo que le es familiar? Desde el punto de vista
de Erickson y Rossi (1979), esta estrategia promueve una “tendencia al sí” ( yes set), es
decir, una tendencia a aceptar lo que el terapeuta está diciéndole.
Nardone (1997) va más allá del sólo uso de los vocablos del cliente, sino que propone
que el terapeuta se percate acerca del modo en que éste estructura su discurso, y utilice
la misma estructura para formular sus intervenciones.
Nardone y Watzlawick (1992) indican que el terapeuta deberá actuar esta estrategia con
naturalidad, para que no parezca una maniobra artificiosa que podría generar resistencia.
(3) Evitar las formas lingüísticas negativas : Nardone y Watzlawick (1992) afirman que se ha
colocado en evidencia que los enunciados negativos respecto a la conducta o las ideas
del cliente tienden a culpabilizarlo y a evocar, por tanto, reacciones de rigidez y rechazo.
Este es un principio que también se utiliza en la inducción de trance hipnótico.
Watzlawick (1980) indica que al lenguaje figurado le falta la sintaxis muy lógica del
lenguaje digital, de modo que es muy difícil comunicar la negación. Además de la
hipnosis, agrega Watzlawick, todo mandato es más eficaz si se expresa en términos
positivos.
Nardone y Watzlawick (1992) entregan el siguiente ejemplo para ejemplificar este
principio:
«[…] ante unos padres extremadamente hiperprotectores, que con sus cuidados familiares castradores no
han hecho más que llevar al hijo a la inseguridad y a la fragilidad psicológica, la maniobra del terapeuta ha
de consistir en felicitarles y darles satisfacción por los grandes esfuerzos que han hecho al ocuparse de un
hijo tan problemático y por los grandes sacrificios vividos para protegerlo de tantos posibles peligros que
ofrece el mundo. “Y así como hasta ahora lo habéis hecho, de ahora en adelante lo haréis todavía mejor y
tengo la certeza de que sabréis hallar la manera de que él asuma ahora su responsabilidad.” Y aquí el
terapeuta prescribirá acciones y comportamientos claramente contrarios a la conducta precedente de los
padres.
[…] En este ejemplo, el procedimiento terapéutico mezcla tres técnicas diversas: la evitación de las formas
negativas, la reestructuración y la prescripción. Por lo común, esta maniobra produce participación y
colaboración orientadas al cambio, aun en sujetos sumamente desconfiados o entumecidos en sus
posiciones, y sobre todo no provoca reacciones negativas provenientes de la culpabilización del paciente con
relación a sus propias acciones.» (p. 94-95)
(4) Paradojas y comunicación paradójica: «La paradoja […] es un tipo de trampa lógica en la
que tropieza toda la lógica racionalista clásica. […] Aplicada al específico contexto
terapéutico, la paradoja posee la propiedad de desquiciar los círculos viciosos y
recurrentes de “soluciones” ensayadas que el paciente presenta en forma obstinada, por
la simple razón que pone en crisis el sistema preexistente de percepciones de la realidad
y reacciones ante ella.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 96)
(6) Uso de anécdotas, relatos y lenguaje metafórico : «Esta estrategia comunicativa posee la
prerrogativa de permitir la comunicación de mensajes aprovechando la forma indirecta
de la proyección e identificación que, por lo común, una persona pone en práctica ante
los personajes y las diversas situaciones del relato.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p,
102)
Esta modalidad de comunicación minimiza la resistencia, ya que el mensaje no es
entregado en forma directa (Lankton y Lankton, 1983; Nardone y Watzlawick, 1992;
Zeig, 1985), sino que inicia una búsqueda inconsciente de significado (Erickson y Rossi,
1979).
Desde la perspectiva de nuestro análisis, estamos en condiciones de afirmar aquí, que desde el
punto de vista del legado de Erickson a la terapia actual, le corresponde al Centro de Terapia Breve
del MRI el mérito de haber extraído las pautas generales del trabajo hipnótico sin “inducción de
trance” de Erickson y haberlas colocado a la disposición de cualquier terapeuta que esté realmente
interesado en una terapia breve en un ámbito interaccional.
Los miembros del Instituto de Investigaciones Mentales y del Centro de Terapia Breve del MRI
no solamente han ayudado a sacar a la “hipnosis” del campo de lo que se considera marginal en
psicoterapia (Haley, 1997), al resaltar sus aspectos interaccionales (comunicacionales), sino que
también han ayudado a desentrañar las pautas de la “magia” para influenciar la experiencia de otras
personas de ese “genio loco” que fue Erickson. Su trabajo de sistematización refuerza la posición de
Erickson que el aura de influencia hipnótica no descansa en los poderes personales del terapeuta que
impone sobre el paciente, sino que es un proceso de co-construcción de una nueva realidad a través
del uso hábil de la observación y el lenguaje.
Notas:
«Jackson apreció tanto esta colaboración con Bateson [al interior del Proyecto de Bateson para el estudio de la comunicación] que, cuando
en 1959 fundó el Mental Research Institute (MRI), él propuso a Gregory integrar su grupo en ese instituto. Bateson no aceptó, primero,
porque deseaba mantener su independencia y, además, porque los métodos de Jackson le provocaban los mismos sentimientos
ambivalentes que los de Erickson. Sus reticencias nuevamente tenían que ver con la cuestión de influir, de ejercer poder sobre otra
persona.» (Watzlawick, 1991, p. 39-40)
«Bateson conoció a Erickson por razones profesionales al volver de su viaje a Bali; él quería informarse sobre los fenómenos de hipnosis y
trance que había observado durante algunas danzas rituales realizadas en los templos balineses y para esto fue a ver a Erickson, que era un
hipnoterapeuta muy conocido. A partir de allí tuvo con él una relación muy ambivalente: como ustedes saben, Bateson detestaba
profundamente toda forma de influencia y, en particular, toda forma de poder, y, a pesar de que lo impactó el éxito de Erickson, el uso sutil
de la sugestión en el que se apoyaban sus resultados le molestaba. Muchas veces yo le decía: “Pero al fin y al cabo, ¿qué es lo que quieres,
Gregory? El acto de ayudar debe ser un acto de influencia, es más, no puede dejar de serlo”, pero nunca pude lograr que me contestara esa
pregunta.» (Watzlawick, 1991, p. 37-38)
(MPL) Recuerdo lo difícil que fue para mí comenzar a comprender los conceptos vertidos en esa obra cuando tuve la suerte de estudiarla en
el último año de mi formación universitaria como psicólogo en 1981. Hasta esa fecha mi formación estaba sólo encuadrada en la psicología
experimental de tradición skinneriana y las metodologías de estudio de las “ciencias duras”, y mis aproximaciones a la psicoterapia
correspondían a la terapia humanista de Rogers y Perls, y algo de terapia conductual.
Sin embargo, veinte años después, después de casi una década de docencia universitaria, aun sigo encontrando que los alumnos avanzados
y los psicólogos jóvenes no logran conectar esas ideas del MRI que han estudiado en la asignatura de “Comunicación” con la psicoterapia.
En “Brief Therapy: Problem Resolution Focused” (Weakland, Fisch, Watzalwick and Bodin, 1974) indican en una nota a pie de página: «El
trabajo de Jay Haley ha sido valioso al hacer más explícito los principios y prácticas de Erickson, así como también el suministro de ideas del
propio trabajo de Haley en terapia familiar y tratamiento breve.»
Se sugiere revisar el volumen de Keeney y Ross (1987) para una lectura cibernética del enfoque del Centro de Terapia Breve del MRI.
El volumen de Cade y O’Hanlon (1995) es una excelente sistematización de estrategias terapéuticas en terapia breve.
“Inyungir” = Prevenir, mandar, imponer. (Diccionario de la Real Academia Española, Vigésima Primera Edición, 1992)
Juego de palabras intraducible al castellano en el sentido que le está dando Zeig. Desde el punto de vista lingüístico, el idioma inglés,
debido a la abundancia de homófonos (característica que no posee el castellano), se prestó muy adecuadamente para el lenguaje indirecto
de Erickson, en lo que respecto a su uso de juego de palabras y chistes.
La cual fue observada por Weakland y Jackson en su vertiente patológica en la comunicación de familias de esquizofrénicos. (Watzlawick,
1980)
Es paradojal que en ningún volumen de los discípulos de Erickson se encuentre un análisis estratégico de los métodos de influencia de ese
terapeuta. En general han hecho énfasis a los “procesos del inconscientes”, pasando por alto las consecuencias pragmáticas de esas
“técnicas”.
«[…] se puede decir que toda terapia consiste en operar cambios en aquellas modalidades por cuyo medio las personas han construido su
realidad segundo orden (realidad respecto de la cual están totalmente convencidos que es la única verdadera).
En la terapia tradicional, se intenta llegar a este resultado mediante el uso del lenguaje indicativo, esto es, el lenguaje de la descripción, de
la explicación, de la confrontación y demás. Este es el lenguaje de la ciencia clásica y de la causalidad lineal. No obstante, este lenguaje no
se presta bien a la descripción de los fenómenos no lineales, sistémicos; y aun se presta menos a la comunicación de nuevas experiencias y
percepciones, para las que el pasado no proporciona posibilidad de comprensión y que se encuentra más allá de la construcción de la
realidad de una persona determinada.
¿Y qué otro lenguaje existe? La respuesta nos la da, por ejemplo, George Spencer Brown en su libro Leyes de la forma , en el que, casi entre
líneas define el concepto de lenguaje imperativo. “[…] En este sentido se puede establecer una comparación con las ‘artes’ prácticas, como
la cocina, en la que el gusto de un dulce, aunque indescifrable en palabras, puede ser comunicado al lector en forma de un conjunto de
instrucciones que se denomina receta […]”
En otras palabras, si logramos motivar a alguien a que emprenda una acción, por si misma siempre posible, pero que alguien no ha llevado
a cabo porque en su realidad de segundo orden no veía ni sentido ni razón en cumplirla, entonces a través de la misma realización de esta
acción experimentará algo que nunca explicación o interpretación alguna habría podido inducirlo a ver o experimentar. Y con esto hemos
llegado a Heinz von Foerster y a su imperativo: Si quieres aprender, aprende a obrar.
[…] Para quien conozca la labor de Milton Erickson, el concepto de lenguaje imperativo, si ya no es la misma designación, no representa
nada nuevo. En la segunda mitad de su carrera profesional, Erickson utilizó cada vez más, en orden a lograr un cambio terapéutico, las
prescripciones de comportamiento directo al margen de los estados de trance.» (Nardone y Watzlawick, 1992, p. 25-27)
Bandler y Grinder publicaron en 1975 un volumen acerca del análisis de las pautas lingüísticas
del trabajo hipnótico de Erickson (Patterns of the Hypnotic Techniques of Milton H. Erickson, M.D .),
con el objetivo de crear un mapa de de esas pautas, de modo que otras personas pudieran
aprenderlas y usarlas.
Esos autores usaron la gramática transformacional para estudiar el lenguaje utilizado por
Erickson en la inducción de trance hipnótico, a la vez que analizaron algunas de sus pautas más
generales.
Ellos descubrieron que en las inducciones de trance de Erickson aparecían las siguientes
pautas:
«(1) Acompañar [pacing] y distraer el hemisferio dominante (lenguaje);
(2) Utilización del hemisferio dominante, procesamiento lingüístico que ocurre por debajo del
nivel de percatarse consciente;
(3) Acceso del hemisferio no dominante.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 13)
Sus ojos se colocarán más pesados a medida que escucha el sonido de mi voz
[Your eyelids will grow heavy] [as] [You listen to the sound of my
voice]
Otras pautas utilizadas también por Erickson eran los mandatos entrelazados [imbedded]; que
son formas lingüísticas para construir un potencial de respuesta en el cliente al utilizar los procesos
del hemisferio dominante (Bandler y Grinder, 1975). Esos autores describieron dos tipos de mandatos
enclavados:
a) Las preguntas entrelazadas: que sirven al propósito de construir un potencial de respuesta
al proponerle preguntas al cliente sin permitirle una respuesta abierta. «A menudo son
presuposiciones de otros mandatos y sirven para distraer al hemisferio dominante al tener
que usarse el diálogo interno para responder a la pregunta, o intentar responder a las
preguntas, o incluso imaginarse cual debiera ser la respuesta a las preguntas, o incluso,
más aun, si pudiera responderse a las preguntas, aunque una pregunta no puede ser
respondida realmente.» (Bandler y Grinder, 1975, p. 171)
Algunos ejemplos:
Me pregunto si usted sabe cuál mano se elevará primero
[I wonder whether you know which hand will rise first]
b) Los mandatos entrelazados: Son mandatos a través de los cuales se hacen sugerencias
indirectas, lo cual disminuye la probabilidad que el cliente se resista a ellos.
Mi madre me dice a menudo Fred, respire profunda y lentamente.
[My mother often tells me to Fred, breathe deeply and slowly.]
Otro tipo de mandato enclavado, son los mandatos entrelazados indirectos , que
obviamente son menos resistidos.
El significado es muy difícil de comprender; qué significa cuando alguien dice, no se mueva
o no hable. Qué quieren decir cuando dicen, cierre sus ojos AHORA. Qué quieren decir
cuando dice, Cuente hacia atrás en silencio, de 20 a 1.
[Meaning is so difficult to understand; what does it mean when someone says, don’t move
or don’t talk. What do they mean when they say, shut your eyes NOW. What do they mean
when they say, Count backwards silently from 20 to 1.] (Bandler y Grinder, 1975, p. 174)
En el año 1977, Grinder, Delozier y Bandler, publicaron el volumen 2 de Patterns of the
Hypnotic Techniques of Milton H. Erickson, M.D . En esa obra, los autores introducen su modelo de los
sistemas representacionales de la experiencia humana: sistemas Visual, Kinestésico, Auditivo Tonal y
Olfatorio; distinguiendo experiencias sensoriales externas ( e) e internas (i), dependiendo del foco de
atención del sujeto. Con estas nuevas herramientas de análisis, proceden como en el volumen
anterior a realizar esa lectura de transcripciones de trance hipnótico de Erickson.
Finalizan ese volumen con una extensa transcripción de un trabajo de Erickson con hipnosis,
destacando tres niveles de análisis: (1) las pautas verbales descritas en el volumen I; (2) las pautas
para extraer y utilizar las propias experiencias pasadas del cliente, en donde las pautas verbales se
emplean para la “búsqueda transderivacional”; y (3) la utilización de los sistemas representacionales.
Posteriormente, en 1981, Grinder y Bandler publican Trance-Formations, un volumen que
transcribe un taller dictado por los autores. En ese texto enseñan en forma práctica cómo inducir
trance hipnótico según el estilo de Erickson, a través de una metodología que hace uso de las pautas
estudiadas en los dos volúmenes anteriores. Esta obra es un real aporte, puesto que por primera vez
podía aprenderse en forma sencilla esas estrategias que parecían tan complejas.
Los autores enseñan a través de ejercicios guiados los siguientes tipos de inducciones de
trance:
a) Acompañar y dirigir verbal;
b) Acompañar y dirigir no verbal;
c) Sobreposición de sistemas representacionales ; estrategia consistente en acompañar al
sujeto en su sistema representacional predominante y llevarlo paulatinamente a otros
sistemas representacionales menos usados por la persona.
d) Acceso a estados de trance previos.
Algunas de las técnicas terapéuticas descritas por ellos, y que forman la base de la
Programación Neurolingüística, también están basadas en elementos del trabajo de Erickson con
hipnotismo. Sin embargo, este trabajo pionero de los creadores de la Programación Neurolingüística
abarca una porción mínima del enfoque de Erickson, y es evidente que no basta solamente con
aprender a inducir trance hipnótico para efectuar psicoterapia, éste es un recurso que debe tener un
propósito.
Los acercamientos “hipnóticos” analizados por Grinder y Bandler dejan fuera aquellos
acercamientos de utilización más sofisticados de Erickson cuyo propósito era convertir la “resistencia”
en cooperación, y que no solamente se aplican en la “inducción de trance” sino que en el diseño de
todo el proceso de psicoterapia. El análisis de las pautas lingüísticas de Erickson efectuadas por estos
investigadores es un análisis de tipo molecular que sirve para desentrañar parte de los “secretos”
básicos de Erickson; pero cuya aplicación aislada difícilmente podría servir para la construcción de una
“terapia ericksoniana” que busca la modificación de las pautas que mantienen el problema
presentado.
Respecto a lo que ocurrió con este trabajo inicial de Grinder y Bandler, Miller, Duncan y Hubble
(1999) han escrito lo siguiente:
«[…] considérese lo que sucedió con la conceptualización revolucionaria del trabajo de Milton Erickson realizada por
Richard Bandler y John Grinder. Rápidamente fue vista como un producto terminado, esta visión pionera fue transformada
en una estrtuctura monolítica de procedimientos rígidos, extensos entrenamientos, y un proceso de certificación que en
muchas formas era la antítesis del estilo fluido de Erickson. Como sucedió en el movimiento de la Programación
Neurolingüística (PNL), ¡la estructura se igualó a y realmente reemplaza a la idea revolucionaria que comenzó todo el
proceso por primera vez! Cuando esto sucede, el paradigma se ha convertido en ortodoxia.» (p. 74)
Notas:
Desde el punto de vista de las Microdinámicas de la Inducción de trance y la sugestión terapéutica descritas por Erickson, Rossi y Rossi
(1976), las maniobras descritas por Bandler y Grinder tienen como objetivo la fijación de la atención del cliente.
Algunas estas preguntas están construidas de tal modo, que se solicita una respuesta consciente para un fenómeno que solamente puede
ser inconsciente. Por ejemplo, “¿cuál dedo se elevará por si mismo para indicar que usted ya está preparado para entrar en trance?” Lo cual
confunde enormemente al oyente; de modo que si se mueve un dedo por si sólo, los esquemas conscientes estarán tan debilitados, que con
probabilidad seguirá cualquier indicación del terapeuta. (Erickson y Rossi, 1979)
El trabajo del Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee, fundado en 1978 y liderado por
Steve de Shazer, está relacionado con la forma en que Erickson concebía la psicoterapia.
Este enfoque de terapia breve estuvo influido en sus inicios por las ideas de Gregory Bateson,
el trabajo del Centro de Terapia Breve del MRI (Ochoa, 1995), y Erickson. De Shazer (1991) afirma
que la historia de la terapia breve puede rastrearse hasta la publicación del artículo “Special
Techniques of Hypnotherapy” de Erickson (1954a/1980d); y en la historia del grupo de Milwaukee,
sus primeras aproximaciones al trabajo en terapia breve provienen de la aplicación y sistematización
de algunas de las estrategias desarrolladas por Erickson.
Asimismo, y cómo veremos más abajo, algunas de las estrategias propuestas por este modelo
en el abordaje terapéutico implican un revisitar, a través del diálogo terapéutico, algunas ideas
centrales y estrategias en el enfoque de Erickson.
En 1986, de Shazer y sus colaboradores publican el artículo denominado “Terapia
BreveCapítulo 1: Milton H: Centrada en el desarrollo de soluciones”, en donde exponen en forma
sucinta los principios básicos de su enfoque, los cuales, afirman, están en relación con los conceptos
del Centro de Terapia Breve del MRI.
Estos principios básicos son los siguientes:
1. «La mayoría de las quejas se desarrollan y son mantenidas en el contexto de la interacción
humana. Los individuos traen consigo sus cualidades únicas, recursos, limitaciones, creencias,
valores, experiencias, y a veces dificultades; y continuamente aprenden y desarrollan
diferentes maneras de interactuar con cada uno de los otros. Las soluciones consisten en
cambiar las interacciones en el contexto de las restricciones de esa situación única.»
2. «La tarea de la terapia breve es ayudar a los clientes a hacer algo diferente, cambiando su
conducta interaccional y/o su interpretación de las conductas y situaciones, de tal manera que
pueda ser alcanzada una solución (una resolución de su queja).»
3. La denominada “resistencia” a la terapia no es vista como “resistencia” (impedimento), sino
que como un estilo particular de cooperar del cliente (“cooperancia” [de Shazer, 1984]) que
debe ser tomado en consideración por el terapeuta para estructurar el tratamiento ( utilización
terapéutica).
«Actualmente, la llave que nosotros inventamos para promover cooperación es bastante
simple: Primero conectamos el presente con el futuro (ignorando el pasado, excepto el
pasado exitoso), entonces les pedimos a los clientes que piensen acerca de lo que ya están
haciendo que pueda ser útil y/o bueno para ellos, y entonces –una vez que lo saben, nosotros
estamos de su lado– podemos hacer una sugerencia de algo nuevo que ellos podrían hacer y
que es, o al menos podría ser, bueno para ellos.»
4. «Cualquier conducta puede ser vista desde una multitud de puntos de vista, y el significado
que es dado a la conducta (o secuencia de conductas) depende de la construcción o
interpretación del observador», de modo que si cambia la interpretación del problema, éste
puede dejar de ser un problema.
5. «Solo es necesario un pequeño cambio. Por lo tanto, solo es necesaria una meta pequeña y
razonable. […] Inversamente, parece que mientras más grande sea la meta o el cambio
deseado, más duro será establecer una relación de cooperación y es más probable que el
terapeuta y el cliente fracasen.»
6. «Cambios en una parte del sistema conducen a cambios en el sistema como un todo. Por lo
tanto, el número de personas que está exitosamente construyendo el problema y la solución,
no importan necesariamente.»
7. «La terapia efectiva puede ser hecha aún cuando el terapeuta no pueda describir acerca de lo
que el cliente está quejándose. Básicamente, todos los terapeutas y clientes necesitan saber:
“¿Cómo sabremos cuando el problema esté resuelto?” […] Los detalles de las quejas de los
clientes y una explicación de cómo el problema es mantenido puede ser útil para el terapeuta
y el cliente, para construir rapport y construir intervenciones. Pero, para que un mensaje de
intervención se ajuste exitosamente, no es necesario tener una descripción detallada de la
queja. Ni siquiera es necesario construir una explicación rigurosa de cómo el problema es
mantenido.»
Así como los miembros del Centro de Terapia Breve del MRI distinguen “dificultades” y
“problemas”, De Shazer y sus colaboradores (1986) distinguen entre “dificultades”, “quejas” y
“soluciones”:
«Dificultades son una maldita cosa después de otra en la vida cotidiana, que los clientes frecuentemente llaman
“problemas”. Estas incluyen, pero no están limitadas a eso, tales cosas como el auto no arranca, un jarro no abre, un marido
y su esposa discutiendo ahora y entonces, y un niño mojando la cama.
Quejas consisten en una dificultad y en intentos infructuosos que se hacen recurrentes por superar esa dificultad,
y/o una dificultad más la percepción de parte del cliente que la situación está estática y nada está cambiando; esto es, una
maldita cosa después de otra se convierte en la misma maldita cosa una y otra vez.
Soluciones son los cambios perceptuales o conductuales que el terapeuta y el cliente construyen para alterar la
dificultad, la forma ineficaz de superar la dificultad, y/o son la construcción de una manera de ver alternativa aceptable que
habilita al cliente para experimentar la situación de queja de manera diferente. Algunas soluciones se desarrollan a través de
la resolución de un problema (esto es, la queja del cliente más la visión del terapeuta de la queja, la que incluye soluciones
potenciales) construido; otras soluciones se desarrollan a través de la construcción de futuros alternativos que no incluyen la
queja.»
En términos generales, la terapia breve del Centro de Terapia Familiar Breve de Milwaukee
tiene como objetivo la ampliación de «los aspectos satisfactorios del funcionamiento de los clientes en
el área del problema y fuera del mismo, es decir, en ampliar las soluciones eficaces y resaltar aquello
que es satisfactorio en la vida de los individuos y familias.» (Ochoa, 1995, p. 109)
En este enfoque, se considera al cliente como el mejor experto en si mismo (DeJong y Berg,
1998), en donde la terapia será construida en base a las fortalezas de los propios clientes y lo que ha
han venido haciendo bien. Para alcanzar este propósito, el actuar del terapeuta en las entrevistas
(sesiones) tiene el sello de la empatía terapéutica para facilitar una alianza terapéutica que posibilite
la colaboración mutua y que facilite la motivación a la acción del cliente. «[Los terapeutas] no nos
vemos a nosotros mismos como un experto que evalúa científicamente los problemas del cliente y
después interviene; por el contrario, nos esforzamos en ser expertos en la exploración de los marcos
de referencia del cliente y en la identificación de aquellas percepciones que los clientes pueden usar
para crear una vida más satisfactoria.» (DeJong y Berg, 1998, p. 20)
De Shazer (1992, p. 105) esquematizó en un diagrama de flujo el desarrollo de la terapia en
este enfoque, el cual es el fruto de años de investigación con su equipo. En términos muy generales,
en el proceso de la terapia se destacan los siguientes pasos del terapeuta (DeJong y Berg, 1998; de
Shazer, 1992):
A. Los pacientes acuden a terapia con quejas y con diversas motivaciones. El terapeuta necesita
percatarse del tipo de relación cliente-terapeuta que establece el cliente para poder efectuar el
“tratamiento.”
En aquellos casos en que queda claro que el cliente percibe que tiene un problema y que está
dispuesto a cooperar activamente en la terapia (haciendo cosas) (relación cliente-terapeuta de
“compra”), el proceso terapéutico puede comenzar desde la primera sesión.
Si se ha establecido una relación cliente-terapeuta de tipo “demandante”, se propone una
“tarea fórmula de primera sesión”. (DeJong y Berg, 1998)
Si el “cliente” establece una relación cliente-terapeuta de tipo “visitante”, el terapeuta deberá
maniobrar en forma estratégica para convertir la relación en una de “compra”; de lo contrario
no podrá efectuarse ninguna terapia. (Berg y Miller, 1996)
B. Si se puede construir un problema, se fijarán los objetivos o metas de la terapia, los cuales
permitirán saber al terapeuta y al cliente cuando finalizar la terapia. ¿Cómo se dará cuenta el
cliente que el problema está resuelto?
En los inicios del desarrollo de este enfoque, de Shazer (1991) utilizaba la “técnica de la bola
de cristal”, basada en el trabajo de Erickson con la pseudo-orientación en el tiempo (Erickson,
1954b/1980d) para que los pacientes, mientras estaban en un trance hipnótico, pudieran
visualizarse sin el problema en el futuro. «De una u otra manera, el cliente construye su propia
solución, que puede entonces utilizarse como guía de la terapia. Tal como yo los veo, los
principios que están detrás de esta técnica constituyen los fundamentos de la terapia basada
en las soluciones y no en los problemas.» (de Shazer, 1991, p. 97) (Énfasis añadido)
Sin embargo, la pseudo-orientación en el tiempo de Erickson implica «[…] esperar, a veces
durante meses, para saber lo que ha ocurrido. Con suma frecuencia el cliente informa haber
puesto en práctica un proceso de resolución del problema diferente del imaginado en la […]
bola de cristal. La aptitud de las distintas personas para servirse del trance es variable, y con
algunas el entrenamiento necesario puede tomar unas cuantas sesiones. Aunque algunos de
mis clientes prevén el empleo de la hipnosis y el trance, otros tienen expectativas distintas.
Para algunos, el trance y la hipnosis son magia. En consecuencia he desarrollado una técnica
de la bola de cristal que no supone la inducción de trance ni la mención de hipnosis. […] mis
colegas y yo comenzamos a preguntar a nuestros clientes “¿cómo serán las cosas para usted y
para otros cuando el problema quede resuelto?” Esta pregunta se ha convertido en un tema
normalizado de nuestra entrevista inicial. Muchos clientes pueden atisbar en la bola de cristal
sin estar en trance y son capaces de construir expectativas similares para un futuro libre del
motivo de la queja. Lo que parece importar es que una vez que el cliente tiene una visión del
éxito (la vida después que el motivo de la queja haya desaparecido) puede hacer
espontáneamente algo distinto, de modo que aquel cuadro del futuro (o algún otro futuro
igualmente satisfactorio) pueda convertirse en realidad. Puesto que predecir con éxito es algo
muy difícil tratándose de asuntos humanos, resulta con frecuencia preferible que el terapeuta
y el cliente construyan varios caminos alternativos en los que el cliente reconocerá la aparición
de la solución del problema.» (de Shazer, 1991, p. 99-100)
DeJong y Berg (1998) han denominado a estas metas, “metas bien formuladas”, y deben
poseer las siguientes características: (a) tienen que ser importantes para el cliente; (b) estar
definidas en términos interaccionales; (c) tienen que incluir aspectos de las situaciones en
donde se alcanzarán; (d) deben enunciar la aparición de comportamientos deseables y no
estar basadas en la ausencia de comportamientos; (e) deben ser metas mínimas, es decir el
inicio de un proceso de cambio; (f) el cliente debe reconocer que juega un papel en el alcance
de la meta; (g) deben enunciarse en formas concretas, conductuales y mensurables; (h)
deben ser realistas; e (i) ser un desafío para el cliente.
C. Búsqueda de excepciones. DeJong y Berg (1998) definen a las “excepciones” como aquellas
experiencias pasadas en la vida de las personas en las cuales habría sido esperable que
ocurriera el problema en cuestión, pero no ocurrió.
Las excepciones tienen relación con las metas de la terapia; es decir, ¿cuánto se han
alcanzado ya esas metas?, y se indagan con preguntas del tipo: «¿Ha habido veces en las
últimas dos semanas cuando el problema no ocurrió o, al menos, fue menos severo?» (DeJong
y Berg, 1998, p. 95). Si el cliente no pude responder a la pregunta, podría preguntarse, ¿Si
usted le preguntara a su mejor amigo si ha usted ha tenido días mejores recientemente; qué
supone que diría su amigo?
Es importante determinar si esas excepciones fueron deliberadas (acciones de los clientes) o
espontáneas (un hecho fortuito, por ejemplo). El terapeuta continúa a través de preguntas
amplificando esas excepciones, proceso que lleva a la prescripción de tareas entre sesiones.
Esta estrategia de Milwaukee recuerda al uso de la regresión de edad para la búsqueda de
recursos del paciente; lo interesante de esta estrategia en el modelo orientado a la solución,
es que no se necesita del aura hipnótica para encontrar tales experiencias; son el resultado de
una conversación que versa sobre aquellos aspectos exitosos en la experiencia del cliente.
D. Sin embargo, ¿qué ocurre en aquellos casos en los cuales el cliente no puede encontrar
excepciones a su problema? El grupo de Milwaukee sugiere usar entonces la “ Pregunta
Milagro”; esta pregunta se ha estructurado de la siguiente forma: «Ahora, quiero hacerle una
pregunta extraña. Suponga que mientras está durmiendo en la noche y toda la casa está en
silencio, ocurre un milagro. El milagro es que el problema que lo trajo hasta aquí está resuelto .
Sin embargo, porque usted está durmiendo, usted no sabe que ha ocurrido el milagro. De
modo que cuando despierte por la mañana, ¿ qué será diferente que le dirá que ha ocurrido un
milagro y el problema que la trajo hasta aquí está resuelto?» (DeJong y Berg, 1998, p. 77-78)
El grupo de Milwaukee llegó a esta estrategia por casualidad. «Un día [Insoo Berg] estaba
entrevistando a una mujer que parecía abrumada por el peso del mundo: Su hija estaba fuera
de control; la estaban llamando desde la escuela por el comportamiento descontrolado de ella;
y su esposo había estado bebiendo mucho, por lo cual perecía que iba a perder el trabajo, y la
familia, su sustento. La mujer estaba desalentada y hablaba como si no pudiera enfrentar otro
día. Como era habitual, Insoo preguntó a la mujer: “¿Qué supone que necesita que suceda
para que usted pudiera decir que el tiempo que ha estado aquí conmigo ha sido útil?” La mujer
suspiró profundamente y dijo: “No estoy segura; tengo muchos problemas. Quizá solamente
un milagro podría ayudar, pero supongo que es esperar demasiado.” Insoo tomó las palabras y
las ideas de la cliente y preguntó: “Bien, suponga que ocurrió un milagro y el problema que la
trajo aquí está resuelto. ¿Qué sería diferente en su vida”. Para el asombro de Insoo, esta
mujer, que parecía tan abrumada e incapaz de seguir adelante, comenzó a describir una visión
de una vida diferente. Dijo que su esposo “sería más responsable, conservando el trabajo y
manejando mejor el dinero.” Dijo que su hija “seguiría las reglas en la escuela y en la casa,
haciendo sus deberes sin reclamar.” Y, lo mejor de todo, dijo que ella sería diferente, “Tendré
más energía, sonreiré más, tendré más calma con los niños y –en lugar de irritarme– les
hablaré en un tono de voz normal. Podría incluso comenzar a tener conversaciones normales
con mi esposo, como lo hacíamos en los primeros tiempos de casados.» (DeJong y Berg, 1998,
p. 76-77)
DeJong y Berg (1998) indican que esta pregunta es útil por, al menos, dos razones: (1) Como
se trata de un milagro, permite que el cliente piense en un rango ilimitado de posibilidades; y
(2) La pregunta focaliza al cliente en el futuro; llevando el foco desde el problema actual y los
problemas del pasado hacia una vida más satisfactoria.
Como es obvio, no siempre los clientes entregan respuestas a esta pregunta que se acomodan
a las metas bien formuladas, y la tarea del terapeuta continuar preguntando respecto a esas
metas para ayudar al cliente a adaptarlas a si mismo en forma realista.
Una pregunta muy interesante, cuando las respuestas a la pregunta milagro son metas bien
formuladas es preguntar al cliente si se ha estado cumpliendo en parte ese milagro en el
último tiempo (DeJong y Berg, 1998); es decir, ¡pueden crearse excepciones!, y de ese modo
el cliente puede apreciarse con más recursos personales.
Al igual como ocurre cuando se encuentran excepciones, se amplifican los comportamientos
resultantes del “milagro” y se pueden prescribir tareas para realizar entre sesiones.
A nuestro juicio, este enfoque de terapia encarna plenamente los principios que guiaban el
trabajo de Erickson; y que a diferencia de los enfoques “ericksonianos” no utiliza el hipnotismo formal
para conseguir la cooperación de los clientes y la extracción de recursos al servicio del cambio.
El principio de la utilización terapéutica es llevado a su máxima expresión, puesto que todo el
proceso de la terapia descansa en lo que trae el paciente (motivación, estilo de cooperación, metas);
en donde el cliente es el protagonista de su proceso de cambio y el terapeuta actúa como un
“facilitador” de esos procesos, respetando siempre al cliente.
El modelo de intervención terapéutica desarrollado por Yvonne Dolan para ayudar a clientes
que han padecido abuso sexual u otros traumas, es un ejemplo de cómo pueden integrarse las
estrategias desarrolladas por el Grupo de Milwaukee y las estrategias hipnoterapéuticas de Erickson
(Dolan, 1991, 1998, 1999).
Dolan afirma lo siguiente: «la terapia orientada a la solución puede ser no solamente
apropiada y efectiva, sino que en algunos casos ideal para clientes que, debido a una severa
victimización, sufren de debilitantes síntomas de estrés postraumático, tales como desórdenes
disociativos, pesadilllas, flashbacks y desesperanza. El proceso de una entrevista orientada a la
solución buen ejecutada, como una función del respeto implícito inherente en el modelo, puede
constituir una experiencia correctiva emocional para las sobrevivientes del abuso, quienes aprenden, a
veces por primera vez, el valor y la confianza en sus propias percepciones.» (Dolan, 1999, p. 88)
En el modelo desarrollado por Dolan (1991,p. xiii) se propone los siguientes objetivos:
1. Proveer estabilización y alivio a la cliente de los síntomas que provienen o están relacionados con el trauma del
abuso sexual.
2. Alterar los sentimientos asociados con los recuerdos del trauma, de modo que los recuerdos y/o flasbacks ya
no sean más invasivos o dolorosamente resaltantes en la vida diaria de la cliente.
3. Desarrollar una orientación futura positiva, práctica y saludable, que resulte en pautas no sintomáticas y, más
importantemente, en la vida que la cliente consideraría como una vida “satisfactoria”.
Dolan ocupa las estrategias del enfoque de Milwaukee y diseña otras valiosas técnicas
orientadas hacia el futuro para ayudar a las clientes a contruir esa vida futura saludable; y hace uso
de la hipnoterapia de utilización para el manejo e interrupción de los síntomas del estrés
postraumático. Asimismo, en todas las fases del tratamiento, Dolan usa metáforas terapeúticas
estratégicas para tratar aquellos asuntos que requieren un acercamiento más indirecto.
«La combinación de terapia orientada a la solución e hipnosis ericksoniana es ideal para el tratamiento de
sobrevivientes de abuso sexual. Las técnicas ericksonianas se adecúan a la fuente inconsciente de la sintomatología,
mientras que la terapia orientada a la solución otorga a la cliente un control más consciente sobre los síntomas. A la cliente,
por consiguiente, se le otorga poder para resolver o al menos mitigar la sintomatología existente, e identificar y
gradualmente recobrar pautas saludables de percepción y comportamiento en el futuro.» (Dolan, 1991, p. xiv)
«Como primera parte de un experimento, imagine que usted se ha pasado la última media hora hablando con
el señor A sobre todos los problemas de la vida de esta persona, haciendo particular hincapié en sus sentimientos de
depresión. ¿Cómo se siente usted después de esa media hora?
Cuando les formulé esta pregunta a algunos terapeutas, todos me hablaron de cómo, mientras escuchaban a
las personas describir sus problemas y buscar una explicación, sentían que los "hechos" se iban sumando unos a otros y
que, como resultado de ello el problema se iba haciendo, a los ojos del terapeuta, cada vez más pesado. Después de
cuarenta y cinco minutos el terapeuta comienza a percibir toda la situación como aplastante, complicada y hasta
desesperada.
Si esto es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente después de
cuarenta y cinco minutos?
Como una segunda parte de este experimento, imagine que ha pasado usted la última media hora hablando
con el señor B sobre todo lo que ha marchado bien en la vida de esa persona, haciendo particularmente hincapié en sus
sentimientos de éxito. ¿Cómo se siente usted después de esa media hora?
Cuando les hice esta pregunta a algunos terapeutas, todos ellos me hablaron sobre cómo, mientras escuchaban
a las personas describir sus logros y éxitos, sentían que los "hechos" se sumaban unos a otros y que, como resultado de
ello, la situación se iba haciendo, a los ojos del terapeuta, cada vez más placentera. Después de cuarenta y cinco
minutos, el terapeuta comienza a percibir toda la situación como notable y estimulante.
Si eso es lo que sienten los terapeutas, ¿puede imaginar usted cómo debe sentirse el paciente después de
cuarenta y cinco minutos?» (de Shazer, 1999, p. 94-95)
Notas:
Es significa que no es necesario tener a todo el grupo familiar reunido en el consultorio; puede practicarse terapia familiar con un miembro
del sistema familiar, pero las soluciones sobre las cuales se está trabajando involucran a todas las pautas familiares. Recuérdese que al igual
que la terapia del Centro de Terapia Familiar del MRI, las intervenciones implicarán la asignación de tareas para realizar entre sesiones.
Esta es una clara diferencia entre el enfoque de Milwaukee y el enfoque del MRI. Y como podrá suponer el lector, desde un punto de vista
tradicional de la psicoterapia esa afirmación es una “aberración”, puesto que es necesario conocer las “causas reales” del problema para
solucionarlo.
Las “dificultades” son situaciones del diario vivir que simplemente ocurren, y que necesitan ser aceptadas (por ejemplo, la muerte de un
familiar, una crisis económica, etc.) Los “problemas” son circunstancias repetitivas, penosas, que surgen cuando las personas en lugar de
aceptar las dificultades, intentan “resolverlas”.
Las «”tareas de fórmula” o “llaves maestras” […] son intervenciones generales que se prescriben con independencia del contenido concreto
del problema particular que presenten los clientes.» (Ochoa, 1995, p. 113)
Dolan es ciento por ciento estratégica al respecto. Ella propone el uso de estrategias individualizadas para alterar o utilizar
terapéuticamente las pautas sintomáticas disfuncionales de las clientes; es decir, no ofrece rituales para recitarles a estas clientes.
Y en esto Dolan es una experta. Ya en 1985 había publicado A Path With a Heart. Ericksonian Utilization with Resistant and Chronic Clients .
New York: Norton
Investigaciones realizadas en el año 1992 (Rossi, 1996) que usaron un análisis más fino para
el estudio del desempeño de los sujetos en las escalas de susceptibilidad hipnótica, encontraron dos
clases principales de respuestas hipnóticas:
«(1) Respuestas Fáciles (v.g. ítems ideomotores tales como movimientos no voluntarios de la mano y la cabeza)
que son logrados por un elevado porcentaje de sujetos –incluso por aquellos que son clasificados como poco hipnotizables; y
(2) Respuestas Difíciles (v.g., alucinaciones, amnesias, sugestiones posthipnóticas) que solamente son logradas por
una proporción mucho más pequeña de sujetos –usualmente clasificados como muy hipnotizables.» (Rossi, 1996, p. 175)
(Énfasis en el original)
Rossi integra esos hallazgos con las dinámicas caos-biológicas del trabajo hipnoterapéutico, en
la siguiente forma:
Denomina “Fase alta de la hipnosis” a aquella fase ultradiana «en la cual es más probable que
los sujetos respondan cronobiológicamente con estrategias complacientes orientadas activamente
hacia el exterior, enfatizadas por los teóricos psicosociales como el deseo de agradar al terapeuta, y la
tendencia a ver a las sugestiones hipnóticas como algo que se logra activamente con esfuerzo
cognitivo […] Esta estrategia para lograr respuestas adecuadas encaja con la concepción popular y
también la científica de un trabajo activo, de gasto energético, para optimizar el procesamiento de la
información para alcanzar una meta de acuerdo con la exigencias y expectativas del mundo exterior.
Esta estrategia está asociada con el desempeño adecuado de las respuestas ideodinámicas más
fáciles, pero con un bajo puntaje en las escalas de susceptibilidad hipnótica, que son típicas del estilo
de personalidad más apolíneo, con sus actitudes cognitivamente dirigidas hacia la solución de
problemas.» (Rossi, 1996, p. 176)
La “Fase baja de la hipnosis” es la “fase de la facilitación de la curación”. «Esta es la fase en la
cual es más probable que los sujetos respondan cronobiológicamente con una estrategia más pasiva,
disociativa y de absorción, que muchos teóricos de la neodisociación y los teóricos de [la hipnosis]
como un estado especial [de consciencia] creen que es la esencia real de la hipnosis tradicional, con
su foco en la relajación y el sueño. Aquí se encuentran los sujetos que responden bien a los ítems
más difíciles de las escalas de susceptibilidad hipnótica, tales como las alucinaciones, la amnesia, las
sugestiones posthipnóticas, y que logran un puntaje total mayor. Esos sujetos tienen tendencias de
personalidad dionisíacas, cuyo comportamiento coincide con la concepción popular de la hipnosis
como un estado esencialmente pasivo y receptivo, que responde con facilidad a las sugestiones tanto
en la vida cotidiana como en la hipnosis. Esos sujetos a menudo perciben su experiencia hipnótica
como sin esfuerzo e involuntaria. Parecen no hacer ningún esfuerzo cognitivo para lograr algo;
aparentemente son capaces de apoyarse en sus respuestas inconscientes naturales para llevar a cabo
el trabajo hipnoterapéutico en un nivel autónomo e involuntario que a veces parece milagrosos a ellos
mismos o a otros.» (Rossi, 1996, p. 176)
Según Rossi (2001), desde un punto de vista ericksoniano, los sujetos muy susceptibles tienen
una elevada “respuesta de disposición a atender” o un foco selectivo en sus sistemas mentecuerpo
que no requieren una activación masiva e indiscriminada para realizar ciertas tareas. «Erickson fue
pionero en el uso de choques psicológicos y momentos creativos que focalizan la atención en lo que
ahora denominaríamos “fase alta” de la hipnosis.»
Rossi (2001) indica que es necesario realizar más investigaciones para explorar las relaciones
entre los sujetos muy susceptibles y poco susceptibles con el uso de la fase alta y baja de la hipnosis.
Ese autor plantea las siguientes interrogantes:
¿Son los sujetos muy susceptibles más eficientes en iniciar y focalizarse en la activación (rama
simpática o fase alta de la hipnosis), así como también en la relajación (rama parasimpática o fase
baja de la hipnosis) de su sistema neuroendocrino?
¿Cuáles son los méritos relativos de (1) la Escala de Susceptibilidad Hipnótica de Stanford y de
Harvard que pueden inducir la fase baja de la hipnosis con su énfasis en el sueño; (2) La Escala de
Barber y el Perfil de Inducción Hipnótica de Spiegle, que puede inducir la fase alta de la hipnosis con
su énfasis en la atención focalizada; versus (3) la Escala de Evaluación de Trance Indirecto de Rossi,
que busca eliminar los prejuicios del investigador respecto a la fase baja o alta de la hipnosis en las
aplicaciones terapéuticas de la hipnosis?
Para Rossi (1996, p. 180), «la clave de una terapia psicobiológica genuina es accesar los
puntos de transición críticos de los sistemas de comunicación mentecuerpo que facilitan cambios hacia
pautas de solución de problemas y comportamiento más deseable. Esta conjetura es una dinámica
clave del trabajo hipnoterapéutico que señala nuevas direcciones para la futura investigación, al
reformular los fundamentos de la hipnosis a partir de principios consistentes con las investigaciones
líderes en matemáticas, física, biología y las ciencias psicosociales.»
Más adelante en este volumen analizaremos cómo se expresa esta distinción de fases alta y
baja de la hipnosis en el trabajo psicoterapéutico.
Capítulo 11: Michael Yapko y la hipnosis como un medio para
influenciar la experiencia de los paciente
Yapko (2001) establece una distinción entre hacer hipnosis y ser hipnótico. Entiende por
“hacer hipnosis” al modo en que proceden muchos terapeutas, en donde aplican los mismos métodos
de inducción de trance y procedimientos terapéuticos en todos los pacientes, sin tomar en
consideración que cada persona es única, con un estilo de respuesta particular. Para él, “ser
hipnótico”, es interactuar con un propósito con el paciente, aceptando la responsabilidad de ser un
agente de influencia y cambio, y usar esa capacidad en forma inteligente y con sensibilidad. “Ser
hipnótico” implica incorporar los principios de la hipnosis en la forma de ser del terapeuta y revelarlos
a través de las distintas interacciones con los pacientes.
Yapko (2001) es tajante en sus opiniones acerca del “inconsciente creativo” tan común en la
literatura “ericksoniana”. Según él, se ha esparcido una cultura de pensamiento mágico entre los
terapeutas que indica que debemos confiar en la capacidad de un inconsciente benevolente para la
resolución de los problemas de los pacientes, así como también en la generación de estrategias
terapéuticas por parte de los terapeutas. Yapko ha indicado (1998) que si el inconsciente fuera tan
sabio como proponen algunos, ¿cómo explican ellos, entonces, los comportamientos tan absurdos que
pueden exhibir las personas?
Para Yapko, toda terapia, incluida aquella que usa comunicación de influencia hipnótica, debe
poseer blancos terapéuticos específicos y pasos bien definidos para alcanzarlos. A diferencia de otros
terapeutas estratégicos que se adscriben a enfoques de tipo “caja negra” (terapia breve del MRI,
terapia orientada a la solución de Milwaukee), Yapko ha descrito diversas pautas subjetivas de la
experiencia que pueden convertirse en blancos de la terapia cuando se presentan en su polo
disfuncional y participan en la génesis y la mantención de los problemas que llevan al cliente a
terapia.
Las pautas subjetivas de la experiencia que ha descrito Yapko (1986, 1988) no corresponden a
los criterios diagnósticos psicopatológicos tradicionales, sino que son pautas a observar que reflejan el
estilo individual de vivir, sentir y comportarse de los clientes (Yapko, 1988). Ayudan a comprender la
experiencia subjetiva del consultante, incluyendo sus fortalezas y limitaciones.
Estas pautas sirven a tres propósitos generales (Pacheco, 1998b):
1) Sirven para determinar el modo en que se entregará la terapia a cada paciente en
particular (terapia “hecha a medida”) (Robles, 1991). Son pautas útiles de considerar,
ya sea que se utilice el trance terapéutico para transmitir la terapia, o se haga uso de
terapia estratégica ("hipnoterapia sin trance").
2) Ayudan a determinar en qué forma el paciente construye su realidad, cómo esas
pautas utilizadas participan en la mantención del problema y cuáles pueden utilizarse
para ayudar a la solución
3) Por otro lado, algunos de ellas también serán el blanco de la terapia, cuando se
presentan desbalanceadas (en palabras de Yapko, “déficit experiencial”) (Yapko, 1988,
1998) .Según Yapko, una terapia que no incluya el tratamiento de esos déficit
experienciales como objetivos de la terapia, deja expuesto al cliente/consultante a
continuar utilizando pautas disfuncionales que lo pueden llevar a una recaída o a
presentar problemas en otras áreas distintas a las tratadas en el proceso terapéutico.
3. Pautas relacionales/sociales
Posición en la familia
Ambiente del desarrollo
Absorberdor/Dador
Explorador/Retractor
Intrapunitivo/Extrapunitivo
Complaciente/Desafiante
Orientación hacia las tareas/hacia las personas
Víctima/Dueño de la experiencia
Locus de control: Interno/Externo
Rigidez/Flexibilidad
Desde esta perspectiva, la efectividad de la terapia, ya sea que use “hipnosis” o no, dependerá
de la habilidad del terapeuta para estructurar estrategias terapéuticas que acojan y utilicen las
distintas pautas perceptuales, de procesamiento de información y pautas relacionales que presenta el
cliente (terapia “cortada a medida”). En el capítulo siguiente revisaremos el modelo de la terapia
ericksoniana creado por Zeig y que tiene relación con la construcción de un proceso terapéutico
individualizado.
Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la terapia
ericksoniana de Jeffrey K. Zeig
En el lugar central del proceso de terapia está el terapeuta; Zeig (1992a) quiere significar con
esto a las características personales y profesionales del terapeuta. Es el terapeuta quien realiza el
diagnóstico, que puede o no haber desarrollado sensibilidad a las señales mínimas de su cliente, que
co-construye la meta terapéutica con éste, y que posee o no la habilidad para ser capaz de utilizar la
singularidad del paciente para crear disposición a responder y situaciones que permitan alcanzar las
metas terapéuticas.
A continuación se analizan por separado cada uno de los componentes del metamodelo
propuesto. El proceso diagnóstico es primordial, y es gracias al diagnóstico que puede diseñarse la
terapia y cómo se comunicará ésta.
Procesamiento
Para Zeig (1992/1999), no es suficiente identificar la meta y crear una forma para "envolverla"
o individualizarla. El terapeuta debe crear un proceso, un drama a través del cual ofrecerla.
A este proceso Zeig (1988) lo denomina SISA: Sembrar – Intervenir – Seguir adelante.
El terapeuta comienza evocando la motivación del paciente, la cual después es modelada en
disposición a responder, especialmente en las señales mínimas. Este es un modo de preparar el
terreno para que esté fértil.
El terapeuta tiene en mente una intervención principal hecha a medida. En lugar de dirigirse
directamente a esa intervención, la "siembra", creando una ilusión indirecta de esa técnica (Zeig,
1992b).
Después el terapeuta continúa con pequeños pasos que lo acercan a la intervención principal,
la cual es seguida por un período de seguimiento.
Sin embargo, para que el proceso de terapia sea efectivo, debe consistir en un Evento
Emocional Significativo (Yapko, 1985; Zeig, 1992/1999). Es decir, los valores, las creencias, las
visiones de mundo no cambian hasta que la necesidad lo dicte. Un evento emocional significativo es
una experiencia que es tan poderosa emocionalmente, que los valores o creencias anteriores son
sobrepasadas y abandonadas a favor de un valor, creencia o comportamiento más relevante,
adaptativo. Para Zeig, el proceso descrito en la terapia, es una experiencia emocionalmente
significativa que promueve el cambio terapéutico.
Los miembros del Instituto para el Estudio del Cambio Terapéutico de Chicago, han estado
dedicados –bajo la luz de las investigaciones realizadas en los ’90– al estudio de los factores que dan
cuenta del cambio terapéutico y que son comunes en todos los enfoques de psicoterapia (Miller et al.,
1997; Duncan et al., 1998; Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa).
Ellos afirman que los factores curativos comunes en todas las formas de terapia,
«independientemente de la orientación teórica (v.g., individual, grupal, familiar, etc.) o la dosis
(frecuencia y número de sesiones), constituyen el lenguaje unificador [de la terapia]. Esos cuatro
elementos, de acuerdo a su contribución relativa al cambio en la terapia, son: (1) los factores
extraterapéuticos; (2) los factores de la relación terapéutica; (3) los factores del modelo y las
técnicas; y (4) expectativa, esperanza y factores placebo.» (Miller et al., 1997, p. 24)
Factores extraterapéuticos:
Desde el punto de vista de los factores extraterapéuticos, las características distintivas del
enfoque terapéutico de Erickson tratadas en el Capítulo 4 de este volumen permiten observar que la
concepción de la terapia que nos heredó Erickson aporta pautas para que los terapeutas optimicen su
desempeño profesional y contribuyan a una terapia eficaz: foco en los problemas, un enfoque no
patologizante, orientación temporal en el presente y hacia el futuro, el rol activo del cliente en el
proceso terapéutico, y el principio central de la utilización terapéutica.
Alianza terapéutica:
Con respecto a la relación terapéutica, ya hemos dicho antes que Erickson y Carl Rogers son
considerados los maestros de la empatía terapéutica (Gunnison, 1987) (véase el Capítulo 3). Erickson
poseía una experiencia y una capacidad de observación que le permitía percatarse respecto a qué
tipo de relación tenía que establecer con sus clientes, siendo muy directivo en algunos casos, rudo y
grosero en otros, o delicado y permisivo.
Pueden distinguirse tres elementos centrales en la habilidad de Erickson para establecer una
buena alianza terapéutica:
(1) La aceptación y utilización de todos los comportamientos del cliente, proceder derivado de
sus experimentos en la inducción de trance hipnótico y cuyo objetivo era conseguir la mayor
cooperación del paciente;
(2) La comunicación con el cliente haciendo uso del lenguaje de éste, y operando desde la
propia visión de mundo del consultante. Erickson aprendió tempranamente este actuar en sus
experimentos de inducción de trance, especialmente en el manejo de la “resistencia” al trance
terapéutico (Erickson y Rossi, 1979); y luego, obviamente, generalizó esta pauta a la psicoterapia, ya
fuera que se auxiliara con el recurso del trance hipnótico o no.
(3) Su foco en el problema actual del cliente, lo cual le transmitía a éste que estaba realmente
interesado en su problema (Haley, 1980a).
Miller et al. (1997) y Duncan et al. (en prensa) han descrito una serie de pautas para que el
terapeuta pueda contribuir a una buena alianza terapéutica, las cuales pueden permitir a cualquier
terapeuta aumentar su eficacia terapéutica, puesto que es imposible recrear la genialidad de Rogers
o Erickson al respecto. Resumidamente, estas pautas incluyen:
(1) El tratamiento debiera acomodarse al nivel de motivación del cliente o su disposición para
el cambio.
(2) El tratamiento debiera acomodarse a las metas que tiene el cliente para la terapia.
(3) El tratamiento debiera acomodarse a la visión que tiene el cliente de la relación
terapéutica.
«Las curaciones chamánicas poseen una serie de pautas culturales que se repiten de una cultura en otra: un
contexto religioso, sagrado, compartido por los individuos que participan en ellas; la existencia de algún tipo de trance ritual;
y los mensajes o prescripciones para la curación entregados por los espíritus a través del chamán.
Desde este punto de vista, la hipnosis clínica moderna, especialmente aquella que trabaja con la idea de los niveles
múltiples de funcionamiento de la mente, también posee características que la asemejan a una ceremonia chamánica.
Aquí es necesario introducir algunas distinciones para realizar tal análisis. Es evidente que aunque los procesos de
resíntesis interna y los procesos mentecuerpo actúan por igual en cualquier terapia que implique absorción interna y
movilización de recursos personales experienciales, existe un contexto distinto cuando se realiza hipnosis formal.
Por "hipnosis formal" definiremos a aquella situación en la cual al sujeto se lo coloca sobre aviso que se realizará un
"trance hipnótico". Independientemente del tipo de inducción utilizada y las sugerencias entregadas, ya sean directa o
indirectas, existen en tal fenómeno singularidades que hacen pensar en una ceremonia chamánica.
En Occidente, se necesitaron varios siglos para que la explicación cultural de las enfermedades del cuerpo y la
mente se diferenciaran de las creencias de las denominadas culturas "primitivas" (entiéndanse por éstas a cualquier cultura
no "civilizada", es decir no "occidentalizada").
En la Edad Media se suponía que las enfermedades de la mente se debían a la acción de posesión de espíritus, y lo
mismo ocurría con las enfermedades corporales, además de los trastornos humorales. Las prescripciones eran sencillas:
exorcismo o métodos un poco más "dramáticos" para echar a los demonios del cuerpo; y plantas mágicas y sangrados para
curar las dolencias del cuerpo. Es probable que la sobrevida a esos tratamientos corporales haya sido inferior a los de las
culturas "primitivas" americanas, puesto que los habitantes nativos americanos poseían una gran sabiduría respecto a las
plantas medicinales, además que observaban hábitos de higiene inexistentes en Europa.
La invención de la ciencia en el Renacimiento hizo que en forma gradual el Cosmos y la Tierra quedaran
despobladas de espíritus, siendo reemplazados por las leyes de la mecánica. Este cambio de paradigma posibilitó también el
desarrollo de la biología y su aplicación práctica, la medicina, especialmente desde fines del siglo 19 en adelante.
Sin embargo, las ciencias de la salud mental han seguido un camino distinto. En el siglo 18, Mesmer fue el primer
"curador" que invocando a "nuevas fuerzas" (que se enmarcaban dentro del paradigma mecanicista de la física) intentó
explicar la enfermedad: trastornos en el magnetismo corporal. Podría afirmarse que su curación a través del magnetismo
animal es la primera curación a través de la palabra.
Después del descrédito de Mesmer, sus ideas renacen en el siglo 19, denominándose ahora "hipnotismo." Sin
embargo se necesitaba de una "entidad" que permitiera explicar la ocurrencia de los fenómenos psicopatólogicos, papel que
le cabe al concepto de "subconsciente" o "inconsciente". Es decir, nuevamente aparece lo intangible e irracional en un siglo
donde la razón y los procesos conscientes tienen supremacía.
Debemos a Freud la introducción de este concepto en la Psicología moderna; usando un lenguaje "científico"
demuestra en forma teórica la existencia de nuevo demonio: el inconsciente y sus pulsiones. Su psicoanálisis, cuyo objetivo
es hacer consciente lo inconsciente (conservando las distancias culturales) recuerda vagamente a la tradición chamánica, es
decir, dentro de un contexto curativo, con un iniciado en los misterios de la mente, asistimos a un "exorcismo" moderno de
esos demonios.
Sin embargo, en el uso de la hipnosis formal, el proceso de la inducción de trance y los fenómenos asociados a éste
poseen una mayor similitud con la ceremonia chamánica. Aunque en el enfoque de utilización ericksoniana, el proceso de la
inducción de trance no es necesariamente un ritual (puesto que no se efectúa del mismo modo con todos los sujetos y se
utilizan las propias respuestas de éste en el proceso de inducción), generalmente se ha preparado al sujeto introduciendo la
idea que una parte de la mente, definida como sana y curativa, la mente inconsciente, opera libremente en ese estado. Es
decir, el terapeuta busca la evocación de fenómenos involuntarios, especialmente cuando se ratifica la experiencia de trance
(Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979; Short, 1999).
En la ceremonia chamánica curativa, el chamán alcanza el estado extático para comunicarse con el mundo
espiritual, y los espíritus le indican los procedimientos para curar al enfermo. El paciente, que comparte con el chamán la
tradición cultural religiosa, está preparado para recibir esa curación que realizan los espíritus a través del chamán.
En la hipnosis clínica moderna, el terapeuta se encarga de ratificarle al paciente que existen dentro de él procesos
involuntarios, inconscientes, que están más allá de su control volitivo, y que serán usados para su curación. A diferencia de
la ceremonia chamánica, donde la curación proviene desde fuera ; en el enfoque de utilización el terapeuta usará las
palabras, ya sea en forma directa o metafórica, para estimular ese proceso de resíntesis interna que, a juicio de Erickson,
llevará a la curación. Es decir, la curación es el resultado de procesos internos.
Una diferencia fundamental entre la utilización clínica del trance hipnótico en el enfoque ericksoniano y los métodos
clínicos de los padres de la hipnosis, radica en que en la hipnosis tradicional la curación viene desde fuera (generalmente en
forma directa), desde un médico y no desde un iniciado en el mundo espiritual como ocurre en la curación chamánica
tradicional (en donde es el Espíritu quien realiza la curación a través del medium, el chamán), [ni de los propios procesos de
reorganización interna como suponen los ericksonianos].»
La hipnosis es un procedimiento durante el cual los profesionales de la salud o los investigadores sugieren al
cliente, paciente o sujeto, cambios en la experiencia sensorial, percepción, pensamiento o comportamiento. El contexto
hipnótico es establecido generalmente a través de un procedimiento de inducción. Aunque hay muchas formas diferentes de
inducción hipnótica, la mayoría incluye sugestiones de relajación, calma y bienestar. Las instrucciones para imaginar o
pensar respecto a experiencias placenteras se incluyen comúnmente en las inducciones hipnóticas.
Las personas responden a la hipnosis en diferentes formas. Algunos describen su experiencia como un estado
alterado de consciencia. Otros describen la hipnosis como un estado normal de consciencia con focalización de la atención,
en la cual es sienten muy calmados y relajados. Sin importar cómo y el grado de respuesta, la mayoría de las personas
describen la experiencia como muy placentera.
Algunas personas responden muy bien a las sugestiones hipnóticas y otras responden menos. La habilidad de una
persona para experimentar las sugestiones hipnóticas puede ser inhibida por los temores y preocupaciones que surgen de
creencias erróneas comunes. Contrariamente a como se muestra en libros, películas o en la televisión, las personas que han
sido hipnotizadas no pierden el control de su comportamiento. En forma típica son conscientes de quiénes son y dónde
están, y a menos que se haya sugerido específicamente amnesia, generalmente recuerdan lo ocurrido durante la hipnosis.
La hipnosis hace que las personas experimenten con mayor facilidad las sugestiones, pero no los obliga a tener esas
experiencias.
La hipnosis no es un tipo de terapia, como el psicoanálisis o la terapia conductual. Por el contrario, es un
procedimiento que puede ser usado para facilitar la terapia. Debido a que no es un tratamiento en si mismo, el
entrenamiento en hipnosis no es suficiente para llevar a cabo una terapia. La hipnosis clínica debiera ser usada por
profesional de la salud entrenados apropiadamente y acreditados como tales (v.g., psicólogos clínicos), que también hayan
sido entrenados en el uso clínico de la hipnosis y estén trabajando dentro de las área de su pericia profesional. (Kirsch,
1997b, p. 106-107)
En mi experiencia clínica y docente, he podido comprobar los distintos reportes de los mismos
sujetos en una situación de imaginería dirigida típica versus la misma imaginería que hace uso de un
lenguaje permisivo y metafórico y que busca la ocurrencia de fenómenos involuntarios, y que es
entregada haciendo juego (matching) con las respuestas no verbales de los sujetos.
En la imaginería típica se supone que todos los sujetos son similares, de modo que se les dan
instrucciones muy específicas para el material a imaginar, debido a lo cual es probable que tengan
éxito sólo aquellos que pueden acomodarse al pie de la letra a las instrucciones del terapeuta.
Obsérvese la siguiente imaginería dirigida, extraída de un libro de terapia experiencial, la cual es
confrontada con una versión rescrita en un lenguaje cuya connotación le agrega algo distinto al
aspecto denotativo de la imaginería:
«Quiero que se imagine que está caminando por un sendero en la montaña, de noche. Hay luna llena y eso le permite ver el sendero con
toda claridad y gran parte de los alrededores... ¿Cómo es el sendero?... ¿Qué otra cosa puede ver a su alrededor?... ¿Cómo se siente
mientras asciende por ese sendero?... Apenas delante suyo hay un pequeño sendero lateral que conduce lo alto, hacia una cueva donde
vive un hombre muy sabio, capaz de responder cualquier pregunta que quiera hacerle. Tome ese sendero lateral y camine hacia la cueva
del hombre sabio... Note cómo cambia a su alrededor mientras avanza por el sendero y se acerca a la cueva...
(Posterior a una estrategia de relajación profunda o "inducción" de trance hipnótico)
Hay sueños y sueños, y un paciente mío aprendió de eso... Aprendió que hay sueños que se olvidan inmediatamente después de
soñarlos... en cambio otros quedan dando vueltas en la mente después que uno despierta...
Y el sueño que me relató era uno de esos sueños en el cual uno sabe que han ocurrido cosas importantes, y aunque no podamos saber
de inmediato qué fue lo importante que ocurrió, las ideas o las imágenes de ese sueño vienen una y otra vez a la mente... en cualquier
momento a veces... Incluso siendo difícil saber a ciencia cierta si eso fue soñado o se vivió realmente...
Me contó que de pronto se vio caminando por un sendero en la montaña... de noche. Había luna llena y podía ver el sendero con toda
claridad y gran parte de los alrededores... Podía observar el sendero y sus características... podía mirar a los alrededores y percatarse del
paisaje... y era interesante para él preguntarse cómo se sentía mientras caminaba por ese sendero...
De pronto se dio cuenta que delante de él había un sendero lateral... y tú sabes como son los sueños... de pronto supo que ese sendero
lo llevaría hacia una cueva donde vivía un hombre muy sabio... capaz de responderle cualquier pregunta que quisiera hacerle... Fue como
un impulso... era como si su cuerpo quisiera caminar hacia la cueva del hombre sabio... y él, por supuesto, siguió a su cuerpo... Podía
darse cuenta a la luz de la luna cómo iba cambiando el paisaje a medida que avanzaba por ese sendero y se acercaba a la cueva...
Introducción a la metáfora, cuyo objetivo es el de crear expectación a lo que vendrá, a la vez que se están deslizando ideas para lo que
vendrá al final del relato.
Sugerencias permisivas, para que el sujeto las rellene con su propia experiencia.
Invitación permisiva a cambiar de dirección, e introducción de un nuevo personaje.Cuando llegue a la cueva, usted verá una pequeña
hoguera frente a la cueva, y estará en condiciones de ver vagamente al silencioso hombre sabio junto a la luz oscilante de las llamas...
Acérquese a la hoguera, ponga más leña sobre el fuego y siéntese sosegadamente... A medida que el fuego brille más intensamente,
usted estará en condiciones de ver al hombre más claramente. Tómese cierto tiempo para darse cuenta cabalmente de él, de sus ropas,
su cuerpo, su carne, sus ojos...
Al llegar a la cueva luego de un rato, vio una pequeña hoguera frente a la cueva, y podía ver vagamente al hombre sabio junto a la luz
oscilante de las llamas... Se acercó a la hoguera y colocó más leña sobre el fuego, y se sentó tranquilamente... A medida que el fuego
brillaba más intensamente, fue capaz de ver con mayor claridad al hombre sabio... Fue capaz de prestar atención a su persona... las
ropas que vestía... su cuerpo... su carne... sus ojos...Ahora pregúntele al hombre sabio alguna cosa que sea importante para usted.
Mientras formula esta pregunta, continúe mirando al hombre sabio y vea cómo reacciona a lo que usted dice. El puede contestarle sólo
con palabras, o también con un gesto o una expresión facial, o puede mostrarle algo... ¿Qué tipo de respuesta le dio?...
De pronto, sintió que brotaba desde su interior una pregunta para hacerle a ese hombre sabio... Y mientras le formulaba la pregunta...
veía cómo reaccionaba éste a lo que él le decía... Al mismo tiempo supo que el hombre sabio podía contestarle con palabras, o también
con un gesto, o con una expresión facial... o podía mostrarle algo...
El hombre sabio le respondió a su manera... y mi paciente sintió que esa respuesta le llegaba muy profundamente... aunque no la
comprendiera en ese momento...
Conviértase ahora en el hombre sabio... ¿Cómo es su existencia siendo hombre sabio?... ¿Cómo se siente y cómo es su vida?... ¿Cuál es
su actitud hacia el visitante que le hace la pregunta?... ¿Qué siente hacia el visitante?... ¿Qué le dice al visitante, ya sea mediante
palabras, gestos o acciones?...
Luego, casi sin darse cuenta... se encontró pensando y sintiendo como el hombre sabio... (Pausa) Pudo percatarse de su existencia
siendo el hombre sabio... (Pausa) Y darse cuenta de cómo se sentía siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse cuenta de cómo era su vida
siendo el hombre sabio... (Pausa) Darse cuenta de cuál era su actitud hacia ese visitante que le hacía la pregunta, siendo el hombre
sabio... (Pausa)¿Qué sentía hacia el visitante siendo el hombre sabio?... (Pausa) Darse cuenta acerca de lo que le dice al visitante, ya sea
mediante palabras, gestos o acciones...
Conviértase nuevamente en usted mismo y prosiga el diálogo con el hombre sabio. ¿Entiende lo que él le está diciendo?... ¿Tiene alguna
otra pregunta para hacerle?... ¿Qué siente hacia el hombre sabio?...
De pronto se encontró siendo el mismo y continuó su diálogo con el hombre sabio... (Pausa) Y era capaz de entender lo que él le decía...
Y le venían a la mente nuevas preguntas para el hombre sabio... Además era capaz de sentir diversos sentimientos hacia ese hombre
sabio...
Ahora conviértase nuevamente en el hombre sabio y continúe la conversación... ¿Hay alguna otra cosa que quiera decirle al visitante?...
Y nuevamente se sintió siendo el hombre sabio... y capaz de continuar la conversación con ese visitante... Y sentía que tenía que decirle
otras cosas al visitante... (Pausa)Nuevamente sea usted mismo. Pronto tendrá que despedirse del hombre sabio... Diga lo que desee
antes de irse... Justo cuando está por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia una vieja valija de cuero que está detrás de él y busca
dentro algo muy especial para darle... Saca algo de la valija y se lo entrega para que lo lleve con usted... Mire el regalo que le ha dado...
¿Qué siente hacia el hombre sabio ahora?... Dígale a él qué siente... y lentamente despídase de él...
Volvió a ser el mismo... sabía que tendía que despedirse del hombre sabio... Sintió que tenía que decirle más cosas antes de irse...
(Pausa)
Y justo cuando estaba por despedirse, el hombre sabio se vuelve hacia una vieja valija de cuero que estaba detrás de él, y buscó dentro
algo muy especial para darle... Sacó algo de la valija y se lo entregó para que llevara consigo...
El miró el regalo que le entregó el hombre sabio... sentía muchos sentimientos hacia el hombre sabio en ese momento... (Pausa) Y fue
capaz de decirle lo que sentía... y lentamente comenzó a despedirse de él...
Ahora vuélvase y comience a descender la montaña, llevando el regalo... Mientras camina por el sendero, mire cuidadosamente el camino
a fin de recordarlo y poder visitar al hombre sabio nuevamente cuando quiera... Tome conciencia de los alrededores y de cómo se
siente...
Y comenzó a descender de la montaña, llevando el regalo... Mientras caminaba por el sendero prestó cuidadosa atención al camino, con
el fin de recordarlo... sabía que podría visitar a ese hombre sabio cuántas veces quisiera... Miraba a su alrededor y sentía que había
sucedido algo muy importante en esa noche tan especial... (Pausa)
Mantenga ahora los ojos cerrados y traiga su regalo cuando regrese a este cuarto... Tome cierto tiempo ahora para examinar más
detenidamente el regalo... ¿Qué fue lo que le regaló?... Descubra realmente algo más acerca del regalo... Tóquelo... huélalo... délo vuelta
y mírelo cuidadosamente...
Ya de regreso en su cuarto, sin saber si había despertado o aun continuaba soñando... se tomó cierto tiempo para examinar
detenidamente el regalo... Observar qué le había regalado el hombre sabio... (Pausa) Sintió que era capaz de descubrir qué era
realmente lo que le había regalado ese hombre... Podía tocarlo... olerlo... mirarlo cuidadosamente...
Conviértase ahora en el regalo. Identifíquese con él y descríbase. ¿Cómo es usted siendo el regalo?... ¿Cómo se siente siendo esa cosa?...
¿Cuáles son sus cualidades?... ¿Qué es lo que hace o cómo puede ser utilizado o apreciado?...
De pronto se sintió siendo el regalo... prestando atención a las cualidades del regalo... Preguntándose qué es lo que hace o cómo podía
ser utilizado o apreciado...Vuelva a ser usted mismo nuevamente, mire el regalo y vea si puede descubrir algo más respecto a él... ¿Nota
usted algún cambio o detalle que antes no vio?... Ahora guarde cuidadosamente este regalo en su memoria... y despídase de él por
ahora...»
(Stevens, 1976, p. 163-164)Y al despertarse y ser el mismo nuevamente, fue capaz de mirar ese regalo, era como estuviera frente a él...
y fue capaz de descubrir más cosas respecto de él... (Pausa)
Y supo que podría guardar el regalo en su memoria... y traerlo a su presente cuando lo necesitara... podía despedirse del regalo... porque
sabía que lo tendría consigo, dentro de él...
Y tú sabes, ese fue un sueño especial, uno de esos sueños donde al despertarnos podemos saber qué soñamos, si eso es útil para
nosotros ahora... o sabemos que soñamos algo importante que nuestra mente interior continuará desarrollando por si misma en próximos
sueños, o a lo largo del día, sin importunarnos en nuestras tareas habituales...
Ahora bien, sabemos a través del reporte de la literatura y de la propia experiencia clínica,
que la imaginería y la relajación no son los únicos métodos para la “inducción” de trance. ¿Pueden
explicarse fácilmente, de acuerdo a las definiciones usuales de “hipnosis”, los procesos que se
colocan en marcha en los métodos confusionales de Erickson (Erickson, 1964/1980c) y en el “manejo
de la resistencia al trance” (Erickson, 1964/1980b, e, f; Erickson y Rossi, 1979)?
Analicemos lo siguiente:
«En esta técnica, dependiendo de los antecedentes educacionales de los sujetos, se da una explicación apropiada,
casual, de los conceptos generales de la mente consciente y el inconsciente. Similarmente se da una explicación instructiva
casual -aunque cuidadosa- de la actividad ideomotora, citando ejemplos familiares, incluida la levitación de mano.
Después, con cabal simplicidad se les dice que se sienten tranquilamente, descansando las palmas de sus manos
sobre sus muslos y escuchen cuidadosamente una pregunta que se les hará. Se explica que esta pregunta solamente puede
ser respondida por su mente inconsciente, no por su mente consciente. Se añade que pueden ofrecer una respuesta
consciente, pero tal respuesta será solamente un comentario consciente y no una respuesta real a la pregunta. Respecto a la
pregunta en si misma, puede ser una de las muchas que pueden hacerse, y no tiene un significado para la persona. Su
propósito es dar solamente a la mente inconsciente una oportunidad para manifestarse por si misma. Se ofrece la
explicación adicional que la respuesta será una respuesta ideomotora de una u otra mano levantándose, que la izquierda
significa una respuesta “no”, la derecha una respuesta “sí” a la pregunta hecha a la mente inconsciente.
Después se presenta la pregunta, “¿Piensa su mente inconsciente que usted puede entrar en trance?”. Se ofrece,
asimismo, una elaboración adicional: “Conscientemente usted no puede saber lo que su mente inconsciente piensa o sabe.
Pero su mente inconsciente puede permitirle a su mente consciente descubrir lo que piensa o comprende, por el simple
proceso de ocasionar una levitación en la mano derecha o en la izquierda. Así, su mente inconsciente puede comunicarse
con su mente consciente en una forma visiblemente reconocible. Ahora mire sus manos y vez cuál es la respuesta. Ni usted
ni yo sabemos qué piensa su mente inconsciente. Intente advertir el leve movimiento, intente sentirlo y verlo, y disfrute la
sensación de elevación y complázcase en averiguar lo que piensa su inconsciente.”
No obstante cuál mano levite, sobreviene un estado de trance simultáneo, frecuentemente del tipo sonambulístico.
Generalmente es aconsejable utilizar -antes que evaluar- inmediatamente el trance, ya que los sujetos tienden a reorientarse
con prontitud. Generalmente eso se hace en mejor forma diciendo simple y casualmente, “Es muy agradable descubrir que
su inconsciente puede comunicarse con su mente consciente en esta forma, y hay muchas otras cosas que su mente
inconsciente puede aprender a hacer. Por ejemplo, ahora que ha aprendido que puede desarrollar un estado de trance y
puede hacerlo notablemente bien, puede aprender numerosos fenómenos de trance. Por ejemplo, usted podría estar
interesado en ____________”, y pueden acogerse las necesidades de la situación.
Erickson afirma que sujetos experimentados en lo que ha usado esta técnica, han reconocido inmediatamente y
comentado, “¡Qué interesante! No importa cuál respuesta dé usted, primero tiene que entrar en trance.”
Aquellos sujetos que objetan la inducción de este modo, tienden a reorientarse al primer esfuerzo de evaluar o
utilizar el trance. Muchos de ellos, sin embargo, entrarán fácilmente en el trance cuando se les diga, “Y puede entrar en
trance tan fácil y rápidamente como su mente inconsciente responda a esta pregunta, simplemente al continuar mirando
cómo su mente inconsciente continúa moviendo su mano hacia su cara. Mientras su mano se mueve hacia arriba, sus ojos
se cerrarán y entrará en un trance profundo.”
Una consideración esencial en esta técnica es una actitud de total expectancia, casualidad y simplicidad por parte
del operador, lo cual coloca la responsabilidad de cualquier desarrollo completamente en el sujeto.» (Erickson, 1959/1980b,
pp. 185-186
Como puede observar el lector, las conclusiones de Matthews et al. (1998) respecto a la
eficacia de los métodos de influencia social de Erickson, tienen mucha relación con los factores de
eficacia de la terapia que describen Miller et al. (1997).
Finalizaremos este capítulo con algunas reflexiones acerca del último Congreso Ericksoniano
realizado en Phoenix en Diciembre de 2001, y en el cual se celebró el natalicio 100° de Erickson:
«Mientras los investigadores continúen en su Torre de Babel (Miller et al., 1997), peleándose por descubrir cuáles
“técnicas” son mejores que otras, sin evaluar variables tan importantes como el modo en que se entregan las técnicas, la
discusión de cuál “hipnosis” es [más eficaz] continuará por los siglos de los siglos, como esas discusiones bizantinas que no
llevan a ninguna parte.
Es absurdo que en el año 2001, aun continúen encontrándose artículos y páginas web que consideran a la “hipnosis”
como una técnica; absurdo por diversas razones:
a) la “hipnosis” es un estado definido por [el sujeto y el terapeuta], no [sólo] por el terapeuta;
b) la experiencia de trance es un fenómeno que depende tanto de las variables del sujeto como de las del
investigador/terapeuta;
c) las técnicas en terapia son modos de proceder; es decir, mensajes que poseen cierta estructura discernible y que,
en definitiva, son prescripciones de comportamiento, entendimiento, sentimiento; que son actuadas por el cliente,
para beneplácito o frustración del clínico;
d) por lo tanto, la “hipnosis” debe ser comprendida como un contexto terapeuta/cliente en el cual son posibles ciertos
fenómenos que se correlacionan con las prescripciones del primero, y que en último término, son experiencias que
ocurren bajo la piel del cliente, y a las cuales sólo tenemos acceso a través de su reporte verbal.
La “hipnosis” ha sido reificada, como muchos otros conceptos en psicoterapia, y creo que la labor de desmitificación
de los terapeutas ericksonianos de los conceptos reificados es imprescindible para conservar la salud y la respetabilidad del
enfoque.
Son fundamentales la realización de investigaciones clínicas, en donde se diferencien los contextos terapéuticos
creados con miras estratégicas (es decir, influenciar al cliente según su modo de colaboración o respuesta) de las
prescripciones que denominaríamos “técnicas”. Como esa es una tarea difícil, les sugerimos armarse de paciencia y tomar un
buen curso de metodología cualitativa, y un curso en donde aprendan a tomar en cuenta las variables de los clientes; por
ahora les sugerimos estudiar los trabajos publicados acerca de terapia interaccional y de la terapia orientada a las
soluciones, porque parece que esos pioneros captaron antes que muchos ericksonianos las claves para realizar una terapia
dentro de un marco de la utilización terapéutica.
Y a todos aquellos que pueden estar preguntándose en estos momentos acerca de qué sería del enfoque
ericksoniano sin la “hipnosis”, les digo que pueden tranquilizarse, porque el contexto “hipnótico” igual seguirá siendo útil en
la psicoterapia, pero dependiendo del tipo de colaboración del cliente y su fenomenología. Y para aquellos que se resistan a
abandonar la imagen de Erickson como “Mr. Hipnosis”, les sugiero dos nuevas imágenes, “ Mr. Terapia Breve” o “Mr.
Influencia Social”.
Creo que Erickson estaría feliz en su cumpleaños número 100, si se percatara que sus discípulos y seguidores han
captado la esencia de su enfoque de terapia, y no se han quedado perdidos en un bosque donde están tropezándose con
aquellos conceptos que han convertido en cosas materiales…
También le haríamos un lindo regalo si los ericksonianos evitaran en la publicidad de sus cursos y en los contenidos
de los mismos, destacar las técnicas por sobre los otros aportes de Erickson; [si los ericksonianos actúan así] es probable
que existan muchos Diciembre [para reunirse] en Phoenix; en caso contrario es posible que al enfoque ericksoniano le ocurra
algo similar al “magnetismo animal” de Mesmer… y eso sería lamentable…» (Pacheco, 2001, p. 9)
Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la terapia
estratégica y la terapia experiencial:
Las emociones en la psicoterapia
En este Capítulo esbozaré algunas de las ideas que he venido reflexionando en los últimos
tiempos; solicito al lector que las considere como un fermento útil para su pensamiento y práctica
clínica, y no como un producto terminado.
Para iniciar este análisis, me permitiré citar primero a algunos autores:
«Uno de los rasgos singulares de los enfoques de terapia breve desarrollados en los últimos 20 años en el Mental
Research Institute [MRI] y en el Centro de Terapia Breve en Milwaukee [BFTC], es su falta de énfasis en los sentimientos y
emociones. El enfoque del MRI se focaliza en la interrupción y cambio de pautas interaccionales problema repetitivas que
representan las soluciones intentadas. El enfoque del BFTC […] ha evolucionado hacia un enfoque que no asume una
conexión entre los problemas y las soluciones. Se concentra en la construcción de una solución basada en las excepciones
para el problema y en las fortalezas potenciales de las personas. En ambos casos, esto se logra a través de la conversación
entre una persona designada como “terapeuta” y una o más personas designadas como “cliente”.
Esas conversaciones son guiadas por el terapeuta, tanto como sea posible, hacia descripciones conductuales, ya
que éstas son más fáciles de observar y medir que los sentimientos. Esta postura pragmática ha llevado a la crítica que estas
terapias breves son frías y mecánicas, y que no son sensibles a las necesidades emocionales de los clientes. En mi opinión,
esa crítica sugiere una falta de familiaridad con la práctica del MRI y los enfoques orientados a la solución. Mientras que hay
una diferencia teórica entre ellas y otras terapias acerca del rol de los sentimientos y las emociones para el cambio, son
sensibles y hacen uso los puntos de vistas particulares de los clientes respecto al impacto de los sentimientos y emociones
de sus problemas y soluciones. […] Con el tiempo esta nueva perspectiva [pensamiento sistémico] reveló algunas
limitaciones al trabajar con sistemas humanos, al ser insensible al género, la raza y la cultura. En la búsqueda de teorías que
compensaran esos defectos, la terapia familiar se ha dirigido a la biología [biología del conocimiento de Maturana y Varela],
la filosofía constructivista, la filosofía del lenguaje [Derrida, Wittgenstein] y el construccionismo social.
El énfasis en el lenguaje es uno de los rasgos comunes principales de los enfoques terapéuticos enraizados en el
pensamiento posmoderno, tales como el enfoque focalizado u orientado en soluciones, el enfoque narrativo/conversacional
[Epston y White], el enfoque del MRI, el enfoque de sistemas de lenguaje colaborativo [Anderson, Goolishian] y la
integración de hipnosis ericksoniana y enfoque orientado a la solución [Dolan] […] Esos enfoques se distinguen por sus
diferentes técnicas, o por la ausencia de ellas, pero todos comparten la creencia que la terapia es un proceso colaborativo en
el cual el terapeuta no tiene ideas preconcebidas respecto a los resultados, sino que ayudar a los clientes a derivar nuevos
significados de sus situaciones a través del lenguaje.» (Lipchick, 1999, p. 157-158)
«[…] Hemos observado que existe cierto número de modelos terapéuticos, como los estratégicos, que no hacen
una distinción entre patología y normalidad sino, que en cambio, entre problema y solución. Estos modelos, como ya
señalamos, se basan en el principio de la causalidad circular que conecta el problema a la solución. Según los terapeutas
que se adhieren a esta modalidad, en el proceso terapéutico se utilizan técnicas y estrategias que interfieren con el circuito
recursivo problema-solución y, por consiguiente, permiten una solución de los problemas presentados (solución de
problemas) en un tiempo breve, de acuerdo con una serie de praxis progresivas. Desde el punto de vista del tiempo, el
horizonte temporal está centrado sobre todo en el presente y el futuro. Estas terapias breves caracterizadas por el uso de
técnicas específicas para la solución de determinados problemas, también se han definido como “tecnológicas”.
En cambio, otro grupo de modelos terapéuticos toman en consideración a la persona como elemento central del
proceso terapéutico. El interés principal no recae en la solución de problemas, sino en el cambio de las premisas
epistemológicas, de la “visión de mundo” que tiene el cliente o, en otras palabras, en el cambio de la historia en la que está
inmerso el cliente. En estos casos, la técnica terapéutica es radicalmente diferente y consiste en la exploración, en la que el
terapeuta y el cliente no pueden prever los cambios, que ocurren libremente dentro del diálogo, y sólo a posteriori se podrá
expresar en una opinión sobre el resultado de la terapia (mientras que en el primer caso el resultado es visible y juzgable a
medida que se procede, con la desaparición progresiva de los problemas presentados). En las terapias centradas en la
persona parecen ser particularmente relevantes los factores terapéuticos específicos, como la exploración, la empatía, la
atención, el calor humano del terapeuta. A menudo estos modelos se basan en un marco temporal que privilegia la relación
presente-pasado (como sucede en el psicoanálisis), o bien la más compleja relación pasado-presente-futuro (como es el
caso en el modelo sistémico al que nosotros adherimos).
A estas alturas podemos decir que nuestras terapias individuales se inspiran sobre todo en el segundo grupo de
modelos. Sin embargo, debemos reconocer que incluso nosotros empleamos a veces algunas técnicas probadas, relativas a
los enfoques estratégicos y de inspiración ericksoniana. Estas técnicas han demostrado estar en condiciones de resolver con
éxito indudable problemas específicos que afligen al cliente, especialmente en los casos en que esos problemas obstaculizan
seriamente la vida cotidiana y ejercen un efecto paralizante e incapacitante (por ejemplo, en algunas fobias, en los ataques
de pánico y en algunos trastornos obsesivos-compulsivos).
Cuando las técnicas usadas han conducido en un tiempo breve a la desaparición de los síntomas, se considerará la
eventualidad de terminar la terapia o de proseguirla, sea por parte del terapeuta o por parte del cliente. En caso que se
prosiga, nos comprometemos en la exploración conjunta de la historia del cliente, concentrando la atención en los conflictos
o temas significativos de su vida para llegar así –utilizando una terminología posmoderna– a la aparición de historias
alternativas que no requieran un precio tan alto en incomodidad o sufrimiento.
Nos damos cuenta de que usar las dos modalidades terapéuticas descriptas implica una contradicción. Pero evitarla
escogiendo uno de los modelos con exclusión del otro sería, a nuestro juicio, limitativo. ¿Por qué abandonar una modalidad
de trabajo que en algunos casos ha demostrado ser simple y eficaz y que nos ha dado no pocas satisfacciones en un
determinado período de nuestra labor clínica y de investigación?
Aquí podemos expresar la opinión, compartida por muchos, de que un modelo determinado no es necesariamente
óptimo para todos los casos tratados: hay situaciones que parecen responder mejor a un modelo de terapia breve basada en
la solución de problemas que a un modelo que se propone cambiar la visión del mundo o la historia del cliente. Por ejemplo,
tratándose de personas que en la vida enfrentan crisis transitorias, una terapia a largo plazo puede tener el efecto
iatrogénico de confirmar una profecía de autocumplimiento, primero del terapeuta y después del cliente, según la cual una
terapia de larga duración es absolutamente necesaria, cuando en realidad, para lograr la superación de la crisis, puede
bastar una intervención breve dirigida a los síntomas.» (p. 24-27)
Es obvio que los párrafos citados más arriba reflejan en parte la de historia del pensamiento
sistémico en los últimos 30 o 40 años y la tendencia actual del movimiento sistémico; la cual
Anderson (1999) ha resumido de la siguiente forma:
«[…] Erickson redefinió el “estado alterado” como el de un percatarse expandido de las posibilidades y opciones.
Pero su retención de la noción de estado alterado –un estado de “trance”– es consistente con su pensamiento de los
problemas desde un punto de vista monádico u orientado al individuo. […]
Sin embargo, dentro de este marco respecto a la hipnosis, Erickson desarrolló un estudio de cómo las personas le
respondían a él y a otros. Concomitantemente, emprendió un estudio disciplinado del uso de la comunicación verbal y no
verbal para alterar respuestas y, por último, problemas conductuales. (Uno podría decir que la “terapia hablada” comenzó
con la hipnosis, pero hasta Erickson, el lenguaje no fue considerado como una potente herramienta de influencia por si
mismo.) Al desarrollar su enfoque lingüístico, ya fuera que usara metáforas, analogías, indirección, contradicción, “trance” o
sólo “hablar” con lenguaje común, Erickson abrió la puerta para investigar y redefinir los conceptos de influencia
interpersonal.
Es mi opinión que los desarrollos de Erickson en “hipnosis” no son el impacto principal, ni potencialmente principal,
de su trabajo; tampoco es de importancia principal su redefinición del “inconsciente” como benigno y creativo (realmente la
concepción de Jung de un inconsciente creativo precedió a la de Erickson.) Más bien, el contexto o concepto de “trance”
permitió a Erickson desarrollar una disciplina de la influencia humana, y la metáfora del “inconsciente” que le daba la libertad
para despatologizar los problemas humanos.
Mi preocupación es que esos dos puentes del desarrollo de formas más efectivas para resolver problemas humanos,
sean oscurecidos y no cruzados. Asimismo, gran parte del interés en el trabajo de Erickson ha sido desviado hacia
replicaciones de su técnica y vocabulario hipnótico […] La reificación de su uso de la metáfora del “inconsciente”, empañará,
probablemente, las amplias implicaciones de una teoría despatologizadora de los problemas […]
Anteriormente comenté que Erickson estaba orientado monádicamente y sé que esto debe soñar extraño a muchos
lectores. El trabajaba a menudo con miembros de la familia del paciente y conversaba respecto a la vida familiar y la relación
de los problemas del paciente con los miembros de la familia. No obstante, en su trabajo, se enfocaba sobre el paciente
identificado. No importaba cuán difícil o “resistente” fuera el paciente, Erickson, no obstante, tendía a trabajar con él antes
que con el contexto social más amplio de la familia. […] El punto que surge aquí es que la reverencia sin consideración de
los logros de Erickson, limitará la expansión de las ideas y no re-examinará y no desafiará su punto de vista gonádico. Y,
como también, lo he comentado, la reificación del “inconsciente” limitará la expansión de las contribuciones seminales de
Erickson, al demorar su integración en otra “revolución” conceptual –los conceptos de sistemas.» (Fisch, 1990/1994, p. 208-
209) (Énfasis en el original)
«Fisch reconoce abiertamente: “Erickson estaba monádicamente orientado.” No sé, sin embargo, por qué Fisch
dice, “Esto deberá sonar extraño a muchos lectores.” No puede sonar extraño a nadie que realmente haya leído los Collected
Papers de Erickson. Generalmente Erickson trabajó uno-a-uno con sus pacientes. Incluso cuando estaban presentes dos o
más miembros de la familia, su acercamiento típico era usar a los otros miembros de la familia solamente como un telón de
fondo para facilitar respuestas terapéuticas intrapersonales importantes. Incluso el examen más precipitado de los artículos
que escribió el mismo Erickson revela una intensa preocupación de los psicodinamismos ocurriendo dentro del individuo, en
una forma monádica […]
¿De dónde proviene, entonces, todo el reciente rechazo a las principales investigaciones hipnóticas de los
mecanismos intrapersonales, inconscientes de la psicopatología que hizo Erickson?
Muchos de nosotros estamos comenzando a preguntarnos si el MRI es “¡El brujo que robó a Erickson!” Desde luego,
son evidentes muy tempranamente en las Conversations with Milton H. Erickson de Haley, el ejemplo de una actitud
arrogante de parte de algunas personas del MRI para desembarazarse del enfoque intrapersonal de Erickson y su uso del
concepto del inconsciente.» (p. 236-237) (Énfasis en el original)
«Creo que el punto de vista interpersonal tiene importantes contribuciones que hacer en un mundo que se desgarra
con las tensiones interpersonales catastróficas de nuestros días. Pero, también creo en la autonomía e independencia del
trabajo individual dentro de si mismo en un nivel intrapersonal, como un aspecto importante del crecimiento y la madurez.
Los puntos de vista intrapersonal e interpersonal son complementarios; necesitamos a ambos en un enfoque bien
balanceado de la teoría y práctica de la psicoterapia.» (Rossi, 1990/1994, p. 242)
Sin embargo, la historia de la psicoterapia nos enseña que tradicionalmente los enfoques en
los cuales la noción del si mismo y las emociones juegan un rol importante en la concepción teórica y
en la práctica de esos enfoques, son terapias estructuradas en y torno a una teoría del ajuste y
desajuste psicológico que supone que los problemas actuales del cliente se relacionan con causas en
su historia pasada; y el tratamiento “correcto” (una terapia en “profundidad”) supone el
descubrimiento y corrección de esas causas. Esto suele dar origen a terapias que se centran en un
individuo desconectado de su entorno de relaciones interpersonales significativas; a la vez que el
interés de la terapia está colocado en el pasado, lo cual tiende a alargar los tratamientos.
Asimismo, en esos enfoques se aprecia un énfasis en las metas de tratamiento derivadas de
los modelos teóricos, más que en las metas o urgencias de los clientes; lo cual también tiende a
alargar las terapias.
La duración de los tratamientos terapéuticos no puede ser un asunto de las preferencias
personales de los terapeutas o según el dictado de la teoría a la cual se adscribe el terapeuta. De
acuerdo a las investigaciones de la eficacia de la psicoterapia difundidas por el Instituto para el
Estudio del Cambio Psicoterapéutico de Chicago (Duncan et al, 1998; Duncan y Miller, 2000; Duncan
et al., en prensa; Miller y Duncan, 1997), las investigaciones respeto a la eficiencia de la terapia
(duración) muestran que:
«Los estudios de meta-análisis, por ejemplo, muestran que entre el 60 al 65% de las personas experimentan alivio
sintomático significativo entre una a diez visitas –lo cual se aumenta al 70-75% después de seis meses, y sube al 85% en un
año […] Esos mismos hallazgos también muestran “un curso de disminución del retorno [del cliente] mientras se requieran
más esfuerzos para lograr diferencias que puedan ser advertidas en la mejoría del paciente” a medida que el tratamiento se
alarga.
En forma importante, la pareja de hallazgos es que: (1) el cambio aparece más temprano que tarde en una terapia
exitosa; y, (2) hay un curso de disminución a medida que el tiempo del tratamiento se alarga, lo cual no debiera ser
construido como acusaciones a las terapias que se extienden más allá de un número manejable de sesiones. Por el contrario
[…] los datos obligan a una continuación del tratamiento según sea el progreso y el interés del paciente . En otras palabras,
mientras el monto de cambio disminuye con el tiempo, los clientes continúan beneficiándose con la continuación del
tratamiento. Al mismo tiempo, sin embargo, los hallazgos dejan claro que las terapias en las cuales ocurre poco o ningún
cambio (o un empeoramiento de los síntomas) tempranamente en el proceso de tratamiento, tienen un riesgo significativo
de un resultado nulo o incluso negativo.
De hecho, la mejoría temprana –específicamente, la experiencia del cliente de cambio significativo en las primeras
visitas– está emergiendo como uno de los mejores predictores del eventual resultado del tratamiento.» (Duncan y Miller,
2000, p. 92-93) (Énfasis en el original)
Si tomamos en cuenta las afirmaciones de Rossi (1991/1994) que un modelo bien equilibrado
debiera integrar las aproximaciones intra e interpersonales, podemos preguntarnos, entonces, desde
qué perspectiva haremos esa integración.
Propongo que este análisis, en lugar de llevarse a cabo de acuerdo a las inclinaciones de los
terapeutas hacia algún enfoque en particular, se realice de acuerdo a los factores de eficacia de la
terapia descritos por Miller y sus colaboradores. Esos autores, además, han descrito algunas pautas
que pueden ocupar los terapeutas para que sus tratamientos sean eficaces.
Respecto a la integración en psicoterapia, Duncan y Miller (2000) afirman «que preferimos ver
la integración desde el ventajoso punto de vista del cliente: La integración es la mezcla singular de
ideas del cliente que culmina en una nueva teoría que explica y predice la circunstancia específica del
cliente.» (p. 146-147). Más adelante esos autores afirman: «Compartimos muchos de los ideales del
movimiento ecléctico, aplaudimos la denuncia de la rigidez de un único modelo […] El problema que,
sin embargo, mina los esfuerzos integrativos es el mismo que sentencia a los modelos a la
mediocridad –es decir, la figura clave, el cliente, ha sido dejado fuera. La mayoría, si es que no todos,
los esfuerzos de la integración y el eclecticismo se concentran exclusivamente en el marco de
referencia del terapeuta, la jerarquía del marco del terapeuta para la integración, la síntesis del
terapeuta de la miríada de modelos que existen, y la sabiduría del terapeuta para la selección de la
técnica o estilo relacional.» (p. 147)
Para este efecto, Duncan y Miller (2000, 2001) proponen que se tome en cuenta la “teoría del
cambio del cliente”. Al respecto citan y analizan los siguientes extractos de dos casos clínicos de
Erickson:
«”Erickson vio a Kim, una maestra acongojada por un hombre joven desnudo que estaba colgando justo encima de
su cabeza. Le pidió a Erickson que no se deshiciera del joven, sino que detuviera su interferencia con su vida cotidiana.
Sugirió a Kim que dejara al joven desnudo en un armario en su oficina donde estaría seguro y no interferiría con su clase. Al
principio ella comprobaba si el joven estaba allí, pero gradualmente detuvo [este comportamiento]. Muy posteriormente, Kim
se traslado a otra ciudad y le preocupaban sus “episodios psicóticos.” Erickson le sugirió que colocara los episodios psicóticos
en un envase de manila y se lo enviara por correo. Ocasionalmente, ella enviaba a Erickson un episodio psicótico y mientras
tanto ella continuaba una vida productiva.”
”Erickson vio a Bob, quien quería que se corrigiera su conducción irresponsable y temeraria. Erickson le preguntó
que podía hacer él para ayudarlo, y la respuesta de Bob fue que Erickson no podía hacer nada, que Bob tendría que hacerlo
a su modo. Erickson le preguntó respecto a cuán pronto él deseaba hacer los cambios, y Bob dijo que al mes siguiente
debiera estar conduciendo en forma adecuada. La afirmación de Bob que él debería hacerlo a su propio modo fue repetido
en varias formas durante dos sesiones. Dos semanas después, Bob reportó jubiloso que había manejado las cosas a su
propio modo. Había conducido tan temerariamente que, en un punto, había abandonado su auto justo antes de chocar con
un cerro. Desde ese incidente, había estado conduciendo en forma segura y dentro de los límites de velocidad permitidos.”
Erickson tenía una inquebrantable creencia en las capacidades de auto-curación de las personas, y se enfocaba
intensamente en la visión que tenían los clientes acerca de sus problemas, sus metas de la terapia, y sus ideas acerca del
cambio. Erickson comprendió la importancia de no intentar eliminar el hombre desnudo de Kim o confrontar el deseo de Bob
de “hacerlo a su modo.” Erickson no se replegó a sus propios miedos (por ejemplo, que podría estar “reforzando las
alucinaciones de Kim”) o a preferencias de tratamiento a priori que necesitaba hacer “algo” con Bob). Por el contrario,
ofreció información basada solamente en el contenido suministrado por el cliente y no insertó contenidos provenientes de un
marco teórico.» (Duncan y Miller, 2000, p. 153)
Dentro de la tradición ericksoniana, los diversos modelos de terapia estratégica, ya sea que
estén enfocados en los problemas (MRI, terapia familiar estratégica de Haley y Madanes) o enfocados
en la solución (Milwaukee), han desarrollado diversas pautas de relación terapéutica y técnicas de
intervención que permiten abordar exitosamente en un tiempo breve los “problemas interaccionales”
de los clientes. Sin embargo, puesto que esos modelos han prestado poca atención a las emociones,
permanece la interrogante acerca desde qué perspectiva abordar ese aspecto del ser humano.
Desde el punto de vista de la posición del terapeuta en la terapia estratégica para resolver
problemas (léase Erickson, Haley y MRI), ésta es la del experto que recoge del paciente la
información necesaria para formular un problema (el cual es visualizado desde un marco político,
Keeney y Ross, 1987) que puede resolverse llevando a cabo prescripción de acciones
(comportamientos) que rompan el circuito vicioso que mantiene la queja. Este modelo funciona muy
bien con aquellas situaciones que describen anteriormente Boscolo y Bertrando (2000); pero no
responde adecuadamente a otros conflictos humanos que difícilmente pueden ser traducidos
fácilmente a ese tipo de circuitos, y que más bien tienen relación con un marco semántico que político
(Keeney y Ross, 1987) en el discurso del cliente: los significados de esas experiencias para el cliente.
La experiencia o vivencia del cliente respecto a su problema tiene importancia para el terapeuta
estratégico en lo que respecta al grado de colaboración del cliente para llevar a cabo tales
prescripciones (marco político cliente-terapeuta [Keeney y Ross, 1987]).
La casuística de Erickson revela que cuando Erickson realizaba un abordaje intrapersonal,
generalmente recurría al uso del hipnotismo (Erickson y Rossi, 1979; Erickson 1980d). Sin embargo,
debido a la falta de una sistematización escrita por el mismo Erickson acerca de las pautas que
guiaban su terapia, tenemos que contentarnos con sus frases típicas: “experiencia clínica” y
“observación”.
Rossi (Rossi y Erickson, 1979) ha escrito lo siguiente acerca de Erickson y su abordaje de los
síntomas psicosomáticos:
«La teoría básica de la medicina es que los síntomas son formas de comunicación. Como tales, los síntomas son
señales o claves importantes de problemas en el desarrollo que están en el proceso de hacerse conscientes. Ya que los
pacientes no pueden expresarlos claramente en la forma de insight cognitivo o emocional, encontrará expresiones
psicosomáticas como un síntoma corporal.
[…] La hipnosis ha sido una herramienta importante en la evolución de esta teoría básica de la medicina
psicosomática y continúa siendo hoy una modalidad importante para la resolución del comportamiento sintomático. La
principal contribución de Erickson en esta área es el descubrimiento que mientras que el insight emocional es generalmente
un acercamiento muy deseable en la resolución de los problemas psicosomáticos, esto no significa que sea la única ruta. Ha
desarrollado formas de resolución del comportamiento sintomático “directamente en un nivel inconsciente”. Es decir, los
síntomas pueden ser resueltos al trabajar con los psicodinamismos del paciente en una forma en que la consciencia no sabe
por qué el síntoma corporal desaparece. Además, el problema del desarrollo que se había expresado en el síntoma también
es resuelto de una forma aparentemente espontánea. […]
¿Por qué esos procesos son tan efectivos? Creemos que funcionan porque utilizan las propias experiencias vitales y
pautas de aprendizaje previo del paciente en una forma terapéutica.» (p. 143-144)
En la práctica terapéutica esos conceptos se traducen en los siguientes principios para efectuar
una terapia en un enfoque vivencial y procesual (Greenberg et al., 1996, p. 129-146):
Principio 3: Colaboración en las tareas: Facilitar la implicación mutua en los objetivos y tareas
de la terapia
Este principio implica los siguientes aspectos:
Acuerdo en los objetivos, «En primer lugar, el terapeuta tiene que establecer un acuerdo sobre
los objetivos generales del tratamiento, aquellos problemas sobre los que el cliente desea trabajar en
la terapia. En este enfoque el terapeuta trabaja para comprender la visión del cliente de sus objetivos
y problemas y acepta los objetivos del cliente, en lugar de imponerle los suyos. […] [El terapeuta]
acuerda implícita o explícitamente trabajar con el cliente sobre los problemas presentados; éstos
pueden ser problemas específicos tales como tratar con una falta de resolución o una decisión sobre
la relación, u objetivos generales, tales como sentirse mejor, estar menos deprimido u obtener una
sensación de mayor control en su vida. A medida que el tratamiento prosigue, el cliente normalmente
perfeccionará y desarrollará un objetivo particular, lo que requiere que el terapeuta esté armonizado
con esta evolución natural. El objetivo sobre el que el cliente y terapeuta están trabajando tiene que
ajustarse, en todo momento, al estado actual del cliente o, en caso contrario, el tratamiento
fracasará.» (Greenberg et al., 1996, p. 138)
Acuerdo en la tarea global, «Debido a que el tratamiento se basa en la tarea global o general
de experimentar y explorar los sentimientos, la terapia sólo tendrá éxito si los clientes, al menos
provisionalmente, aceptan estas tareas. Aunque esas tareas sean lo suficientemente generales como
para que se llegue a un acuerdo con la mayoría de los clientes, en la práctica, un grupo reducido las
encuentra inaceptables. Esto normalmente ocurre porque e encuentran a si mismos incapaces y
necesitados de que una autoridad enérgica les guíe para proporcionarles consejos, autocomprensión,
apoyo, o porque buscan intervenciones conductuales específicas.» (Greenberg et al., 1996, p. 138)
Acuerdo en la tarea específica , «Para que los clientes puedan trabajar en las tareas
terapéuticas específicas, ambos deben estar dispuestos y ser capaces de llevar a cabo las distintas
formas de actividad terapéutica. […] De este modo, el terapeuta informa al cliente de los trabajos y
tareas específicas propuestos para fomentar la colaboración y el acuerdo de los clientes para
implicarse en ellos.» (Greenberg et al., 1996, p. 138-139)
Tono colaborador y capacidades del cliente para la tarea , lo cual implica motivar y capacitar a
los clientes para que se impliquen en las actividades de la terapia. Esto requiere una actitud que se
comunica a través de «un estilo colaborador y no impositivo y al evitar una conducta excesivamente
definitiva o “experta”. Esto se produce por la voluntad de considerar alternativas, de admitir errores o
malentendidos y negociar desacuerdos. Todo esto se hace para fomentar una alianza de
coexploración en la cual ambos participantes trabajan juntos para explorar y promover la
reorganización de la experiencia del cliente. La participación activa del cliente es esencial.»
(Greenberg et al., 1996, p. 139)
Greenberg y sus colaboradores afirman que los tres principios enunciados más arriba describen
el tipo de relación terapéutica ofrecido en su enfoque. Los tres principios siguientes se relacionan con
las tareas (técnicas) terapéuticas. «Los principios de las tareas se basan, generalmente, en el
supuesto que los seres humanos son organismos activos, intencionados, con una necesidad innata de
exploración y dominio de su medio ambiente. Esto se expresa específicamente en los intentos por
alcanzar objetivos personales y resolver problemas internos.» (Greenberg et al., 1996, p. 140)
Los principios de las tareas son tres:
Principio 4: Procesamiento vivencial: Facilitar los procesos óptimos y diferenciales de los
clientes
Los autores afirman que lo importante es implicar al cliente en un procesamiento vivencial,
más que conceptual. Es decir, y de acuerdo a la teoría, el terapeuta ayuda a través de las tareas a
que el cliente pueda simbolizar adecuadamente sus experiencias.
Respecto a las técnicas terapéuticas vivenciales, Greenberg y sus colaboradores (1996) han
especificado indicadores en el discurso del cliente que aconsejan el uso de una determinada técnica.
Puede ocurrir, sin embargo, que la ejecución de una técnica dé cómo resultado otros indicadores que
indican que debe aplicarse una nueva tarea para continuar con el trabajo de integración.
Esos autores han sistematizado en la siguiente tabla los indicadores, la técnica (operación) a
utilizar y el estado final de su puesta en práctica.
¿Tan pronto cómo su mente interna (inconsciente creativo, guía espiritual, etc.)) sepa
que puede revisar algunas memorias importantes relacionadas con la fuente de ese problema ,
R: (En una forma simpática) Dígame cómo está experimentando esa jaqueca en este momento.
S: (Con el rostro arrugado de angustia dolorosa) Un terrible cintillo alrededor de mi cabeza que no me deja sola –ha estado golpeándome
todo el día, ya que he estado preocupada por mi pareja. No pude dormir toda la última noche porque no puedo sacarla de mi mente. ¡No sé
qué tengo que hacer para liberarme esta jaqueca. Incluso no puedo pensar bien ahora, mi mente parece estar loca . ¿Cómo se supone que
estudie?
S: (Respondiendo con un momento de asombro, mientras aparentemente toma contacto consigo misma; arruga su frente con gran dolor y
dice en voz alta) ¡La jaqueca está empeorando! ¡Oh, dios, está encendiéndose y apagándose en la peor forma! ¡Y ahora parece estar
bajando hacia mi nuca y estoy comenzado a tener el cuello tieso! Oh, como odio esto, es como una sensación quemante que está
esparciéndose desde mi cabeza y mi cuello hacia mi hombro derecho. ¡Todo mi cuerpo es una porquería!
R: Bien, realmente parece como si todo su cuerpo estuviera intentado decirnos algo, especialmente respecto a su relación de pareja, de
modo que permítase recibir cualquier cosa que surja por si misma en este momento.
S: (Durante algunos momentos habla tentativamente de su relación con su pareja y entonces parece tener un quiebre, con fuertes sollozos,
sacudidas y llanto.)
R: (Ya que la respuesta emocional de ella amenaza con dejarla fuera de control) Eso está bien, puede continuar permitiéndose sentir eso
realmente tan fuerte como lo necesite, porque hay una parte de usted que puede observar con sabiduría y mantenerla segura, de modo que
pueda comprender qué le están diciendo esos sentimientos.
S: (Cae en sollozos tranquilos y finalmente en un silencio durante dos o tres minutos, aparentemente profundamente ensimismada en si
misma. Luego advierte con suavidad) Oh, mis mejillas están ardiendo, muy calientes ahora, ¿por qué? Es como si estuviera avergonzada por
algo. ¿Por qué estoy tan avergonzada?
Disociación terapéutica.
Rossi guarda absoluto silencio, para no interrumpir la absorción de ella.R: (Ella lo mira con los ojos muy abiertos, en aparente expectación y
mirando a R por una respuesta. Sus pupilas y sus ojos parecen dilatados y R responde ansiosamente) Sí, me pregunto qué es. No sé si
necesita mantener algo de eso en privado . Sólo continúe recibiendo lo que venga a usted totalmente por si mismo ahora –sólo dígame lo
que necesito saber realmente para ayudarla más. Fase 2: Comunicación mente/cuerpo, resistencia, crisis y disociación terapéutica
En respuesta a la interrogante que la focaliza, la jaqueca atraviesa por una serie de transducciones sensorio-perceptuales, desde un cintillo a
un percatarse y cognición imprecisa. Su asombro y su focalización aparentemente empeoran por un momento los síntomas y después lo
transduce en un cuello tieso y sensaciones quemantes que se esparcen por sus hombros.
No siempre está presente esta crisis momentánea, pero es similar a las crisis de histeria descritas en el siglo pasado. (Aunque los pacientes
modernos raramente atraviesan por las crisis histéricas floridas descritas con anterioridad; más bien la crisis pequeña, como la descrita, es
más propia de la típica vida psicosocial actual).
La sugerencia de disociación entregada antes sirve para modular la crisis emocional, dándole confianza que mientras presente su acceso
emocional recuperará memorias importantes y el logro de la curación y nuevos insights.
Ella responde a la disociación terapéutica con un trabajo interno concentrado, que la conduce a un azoramiento de vergüenza. Solicita una
respuesta a Rossi por lo que está experimentando, pero en lugar de interpretarle lo que sucede, éste le sugiere continuar recibiendo esas
experiencias y mantenerlas en privado. Esta es una forma de evitar, descargar o debilitar la resistencia; puede experimentar las experiencias
en privado, sin temor, informando lo que servirá al terapeuta para ayudarla si es necesario. Mantiene, por lo tanto, el locus e control en ella,
y puede facilitar por si misma su propio proceso terapéutico en una forma más adecuada de lo que podría hacerlo un terapeuta ajeno a
ella.S: (Permanece en silencio durante algunos momentos y después con un lento movimiento de su cuello susurra) Me veo escribiendo una
carta al “Querido John”. No lo estoy reprochando a él o a mi misma. Siempre he sabido esto, siempre he sabido que realmente no
funcionaría entre nosotros, pero fue tan divertido para nosotros al principio que quise que continuara. Me doy cuenta ahora que realmente
somos personas muy diferentes. Disfruté mucho sus fiestas y sus amistades al principio, pero ahora sé que soy diferente a ellos, necesito mi
soledad -como cuando llega mi poema, como una niña pequeña tirando de mi falda, y entonces escribo . Los poemas se han desvanecido
todos de mi mente ya que nos hemos estado apagando juntos, pero no puedo vivir sin mis poemas, ellos están en mi. Es sólo la dinámica,
usted sabe, es sólo la dinámica la que no funciona entre mi pareja y yo. Odio esas dinámicas pero es cierto, ¿usted sabe? La odio, pero es
bueno saber lo que tengo que hacer.
S: (Cierra sus ojos, mueve su cabeza lentamente y toma unas profundas inspiraciones de aire. Con una sonrisa torcida dice:) Vea, le dije
que me dí esa jaqueca -¡se ha ido completamente ahora! Me siento mucho mejor ahora, gracias. Oh, todo el mundo de pronto parece más
claro, realmente puedo ver esta habitación más claramente.
(Permanece en silencio durante algunos minutos y después mueve sus ojos y sus labios lentamente, como si estuviera en comunión consigo
misma. Finalmente dice:) Umm, sólo el trozo de una frase, está viniendo el comienzo de un poema, realmente puedo sentirlo. Oh, gracias al
cielo, es como una epifanía de un cristal de hielo claro en el momento de derretirse con la primavera en el mar del norte.
R: (Ella parece haber encontrado su propia solución, pero R lo prueba tentativamente haciendo una broma) Oh, ¿¡realmente le escribirá
“Querido John” y le dirá todas las dinámicas!?
S: (Responde juguetonamente) ¡Oh, no necio! ¡Solamente le escribiré una bonita carta -quién sabe- quizá un poema! El sabe, el ya sabe la
verdad y le enviaré la carta esta misma noche y al hacerlo realmente podré dormir esta noche. Oh, ¿qué hora es? ¡Oh, estoy triste, tengo
que irme! Me reuniré con mi grupo de mujeres esta tarde; ellas realmente comprenderán. Después le escribiré la carta y la enviaré
personalmente. Muchas gracias, usted realmente ha sido una ayuda, ¡aunque no parece decir mucho! Fase 3: Insight, resolución de
problemas
Experimenta diversos cambios espontáneos entre las modalidades cognitiva-emocional-identidad. Esta es la rápida culminación de un cambio
profundamente significativo de una serie de síntomas físicos en emociones, y la comprensión cognitiva de un problema relacional que ahora
es capaz de procesar en un modo óptimo, independientemente del terapeuta, el cual sólo la apoyó y permitió que ocurriera un trabajo
significativo en su interior.
La sensación de relajación y paz interna que reporta al finalizar la sesión indica que ha experimentado un cambio terapéutico.
Desde este punto de vista puede comprenderse cómo los terapeutas pueden distorsionar las propias señales mente/cuerpo del paciente, al
entregar sugestiones de relajación al comienzo de la sesión terapéutica. Para Rossi, la ansiedad, la tensión y los síntomas al inicio de la
sesión son señales de disposición para hacer un trabajo terapéutico importante.
Como vemos en el ejemplo, Rossi alienta la experiencia del síntoma; el percatarse consciente
se enfoca en la sensación, con la esperanza que al estar la paciente inmersa en “un caldero de
sustancias informacionales del estrés” (Rossi, 1993), pueda llegar a su consciencia la información
disociada, bloqueada.
Rossi ha relacionado las fases de este proceso creativo con los ritmos ultradianos «de
desempeño óptimo en la curación en la terapia, así como también en la vida cotidiana. El rol del
terapeuta en la hipnoterapia centrada en el paciente es “arreglar” las condiciones se modo que el
paciente tenga la oportunidad de reconocer y aprender a utilizar las cuatro fases de su proceso
creativo» (Rossi, 1996, p. 214)
Rossi representa este proceso a través de la figura que se encuentra en la página siguiente.
Este autor indica:
«La figura ilustra un nuevo mapa de la naturaleza oscilante de la consciencia y el ser, ilustrando las dinámicas
ultradianas del ciclo de 90 minutos del soñar cuando estamos dormidos y el ciclo adaptativo de actividad correspondiente de
90 minutos, pero [que es] muy variable, descanso y curación durante las horas de vigilia. Muchas moléculas mensajeras
hormonales del sistema endocrino, como la hormona de crecimiento, la hormona activante y del estrés, el cortisol, y la
hormona sexual testosterona, tienen una cumbre ultradiana típica en diferentes momentos del ciclo de 24 horas. Debido a la
muy variable y adaptativa liberación de esas hormonas, se reconoce que tienen un impacto dependiente del estado profundo
sobre la memoria, el aprendizaje, las emociones y el comportamiento a lo largo del día, es importante que se considere su
relevancia en [la construcción] de nuevos modelos del proceso creativo en las artes, las ciencias y las humanidades, así
como también en el trabajo interno esencial de la psicoterapia. La figura ilustra las cuatro fases del proceso creativo en la
imaginación activa y la psicoterapia. Este proceso de cuatro fases en la psicoterapia puede ser entendido como la utilización
de los ritmos naturales de desempeño y curación que ocurren naturalmente cada dos horas o más a lo largo del día. Las
funciones psicológicas de Jung: Sensación, Sentimiento, Intuición y Pensamiento están asociadas frecuentemente con las
cuatro fases del proceso creativo. Adviértase cómo la función del pensamiento a menudo aparece más apropiadamente
solamente al final del proceso, después que las funciones de la sensación, sentimiento e intuición han tenido una
oportunidad para acceder la sabiduría del cuerpo.» (Rossi, s/f) (Énfasis en el original)
(Adaptado de Rossi, 1996, p. 214)
«Las cuatro fases del proceso creativo ilustrados […] son una aproximación de un ritmo ultradiano de 90-120
minutos idealizado, de desempeño óptimo y curación en la terapia y la vida cotidiana. El rol del terapeuta en
la hipnoterapia centrada en el cliente es “arreglar las condiciones”, de modo que el paciente tenga una
oportunidad para reconocer y aprender a utilizar las cuatro fases de este proceso creativo que ocurre una
media docena de veces al día.»
Podemos apreciar en esta estrategia –al igual que en el “escalamiento del síntoma” (Rossi,
1986/1993, 1996)– una similitud con la técnica del “ focusing en seis pasos” de Gendlin (Gendlin,
1999; Greenberg et al., 1996); puesto que en ambas estrategias se usa la sensación corporal a la cual
le falta el referente cognitivo como la guía del trabajo terapéutico. Sin embargo, existe una diferencia
entre ambas estrategias: mientras Rossi confía en la “sabiduría” del inconsciente en el proceso
terapéutico, la terapia experiencial no usa la metáfora del inconsciente, sino que persigue una
simbolización consciente.
No cabe duda que esta es una preferencia de los enfoques, que no aporta ni quita a la
estrategia en si misma; en ambos casos los resultados dependen del propio cliente y de la pericia del
terapeuta para acompañar y guiar al cliente en su proceso.
Como puede apreciar el lector, en el ejemplo de Rossi, se está usando el lenguaje hipnótico
indirecto de Erickson y conceptos de la hipnoterapia (disociación) para facilitar el proceso de “toma de
conciencia” en la paciente. Una vez que la información bloqueada, disociada, llega a la conciencia de
la cliente, pueden usarse otras estrategias para facilitar la integración de esa información en la
creación de una nueva identidad (del si-mismo).
Otra estrategia de Rossi, como el “trabajo de polaridades” (Rossi, 1996) nos recuerda el
trabajo con las sillas vacías de Fritz Perls (Greenberg et al., 1996). Ahora Rossi usará las manos y los
fenómenos ideodinámicos para reemplazar el trabajo con las sillas de Perls; pero el objetivo es el
mismo: integración de aspectos disociados de la experiencia del cliente.
Desde el punto de vista de la naturaleza ultradiana de la experiencia hipnótica, Rossi está
trabajando durante la “fase alta” de la hipnosis. En respuesta a una pregunta acerca de este modo de
trabajo (tan contrapuesto a la visión del cliente “dormido” durante el trance), Rossi responde:
«Me gusta creer que estoy usando el enfoque naturalista y de utilización de Erickson, en el cual el terapeuta
reconoce y facilita cualquier estado de consciencia y ser que el paciente esté experimentando en ese momento. Esto es muy
diferente, por ejemplo, de muchos de los enfoques corporales, que presionan para la expresión de la rabia y los afectos,
donde la idea es que la catarsis es terapéutica en si misma. Las Preguntas de Acceso Básico , tienden, sin embargo, a evocar
estados de activación [arousal], debido a que requieren que el paciente haga alguna clase importante de trabajo interno.
Aunque el acercamiento hipnoterapéutico tradicional comienza sugiriendo relajación, comodidad e incluso sueño, la mayoría
de los terapeutas tienen en mente eso, pronto focalizarán la atención del paciente en el trabajo interno del cambio
terapéutico que es necesario que ocurra. Las fases activas de la mayoría de las formas de psicoterapia requieren usualmente
alguna forma de activación u otra para facilitar la fase de transición crítica que el paciente necesita atravesar.» (Rossi, 1996,
p. 208)
Uno podría preguntarse, ¿y cuál es el nuevo aporte de Rossi, ya que los terapeutas
experienciales vienen haciendo lo mismo hace años?
Mi respuesta es la siguiente: puede ocurrir en la terapia experiencial que el cliente tenga
dificultades para trabajar en forma directa y consciente esos aspectos disociados de si mismo, con lo
cual puede resultar muy difícil aplicar el enfoque vivencial. La introducción de un constructo como el
“inconsciente creativo”, aunado al lenguaje indirecto de influencia terapéutica (Erickson y Rossi, 1979)
y la experiencia de fenómenos ideomotores involuntarios que “hablan” desde dentro del cliente, crea
una especie de “profecía de autocumplimiento” respecto a que una parte interna del cliente
continuará haciendo el trabajo aunque el cliente no se percate de ello. Asimismo, la experiencia de
fenómenos involuntarios ayuda a debilitar los esquemas mentales rígidos, y se posibilita una mayor
disposición a colaborar en el proceso terapéutico.
El aporte de Rossi en su integración de la hipnoterapia de Erickson con una terapia más
vivencial no solamente se encuentra en el trabajo con los síntomas psicosomáticos, sino que también
la extrapola a su trabajo con los sueños (Rossi, 1998/2000), un área propia de la terapia jungiana y
que también está presente en la terapia gestáltica.
Asimismo, a la vez que desde la perspectiva de Rossi podemos estar haciendo un aporte a la
terapia experiencial al suministrarle otros medios para alcanzar sus objetivos terapéuticos, los
terapeutas ericksonianos harían bien en incorporar a su arsenal de estrategias terapéuticas las
diversas técnicas desarrolladas en el enfoque experiencial, especialmente en aquellos casos en que la
sola palabra “hipnosis” suscita renuencia a cooperar en el cliente.
Desde el punto de vista de la integración en psicoterapia para la construcción de la terapia
eficaz que postulan Miller y sus colaboradores, mientras más técnicas o estrategias posea el terapeuta
y que encajen con la teoría del cambio que posee el cliente, estaremos entregando un mejor servicio
a nuestros clientes.
Surge entonces una pregunta de rigor: ¿y cómo se relaciona esto con el legado de la
pragmática de Erickson que abogaba por una terapia breve, cuando históricamente ha ocurrido que
las terapias que involucran a las emociones tienden a alargar los tratamientos?
Mi respuesta es simple: la terapia breve no tiene relación solamente con un número mínimo de
sesiones; la terapia se abrevia cuando el terapeuta y el cliente han co-construido metas que tengan
sentido para el cliente, y el terapeuta y el cliente se esfuerzan por alcanzar dichas metas. Los modos
a través de los cuales se alcanzan las metas no hacen a la terapia más o menos breve.
Desde el punto de vista de una terapia eficaz, “breve” no tiene relación con el número de
sesiones, sino que es un concepto de eficacia: maximizar la efectividad en el menor tiempo posible.
(Duncan et al., 1997).
Sin embargo, en la proposición de integración que he presentado en este capítulo, no
comparto la idea de Greenberg respecto a que existe una “tarea general” subyacente a la terapia,
“conocerse más a si mismo” o propender a la mayor integración del cliente en la terapia. Esa es una
elección del cliente, no del terapeuta.
Infortunadamente los teóricos de la psicoterapia (léase iniciadores de un enfoque) suelen caer
en la trampa de los enfoques”tradicionales” que suponen han superado: que existe un único enfoque
que dará respuesta a la mayoría de los problemas humanos. La complejidad de la experiencia humana
se resiste a ser encasillada. El desafío para la psicoterapia es la facilitación de contextos que
promuevan el amplio desarrollo del ser humano, para lo cual se requieren terapeutas flexibles que
puedan adaptarse a las múltiples necesidades de sus clientes.
Quizá éste es el lugar oportuno para recordarles a los terapeutas que se adscriben al “enfoque
ericksoniano” la tan popular reflexión de Erickson:
“Cada persona es un individuo único. Por consiguiente, la psicoterapia debiera ser formulada para acoger la
singularidad de las necesidades del individuo, en lugar de amoldar a la persona para que se adapte al lecho de Procrusto de
una teoría hipotética del comportamiento humano”. (Zeig y Gilligan, 1992, p. 22)
Notas:
1
Agradezco a mi amigo y colega, Patricio Elgueta, la revisión y sus comentarios de este capítulo.
2
Aspecto que hemos tratado en otros capítulos de este libro.
3
Anderson (1999) ha escrito lo siguiente:
«Hoy es innegable la influencia de la terapia familiar sobre la psicoterapia en general […] La terapia familiar abrió el espacio para un cambio
paradigmático que mudó a la psicoterapia desde su anclaje en la pregunta del por qué (una perspectiva unidireccional, de causa-efecto,
orientada hacia el pasado) hasta un nuevo anclaje en la pregunta del qué (centrada en las conductas, la comunicación, el lenguaje, las
creencias). Este nuevo paradigma llevó sobre todo a reconocer la contextualización de la conducta humana, y a comprender al individuo en
relación con otros. En lugar de ver la conducta desde una perspectiva intrapsíquica, se le ve en el contexto de los sistemas, y el intento se
desplaza al marco de referencia interaccional o interpersonal dentro del cual ocurre la conducta, anormal o problemática. Este cambio
permitió describir, explicar, localizar y, por lo tanto, tratar los problemas en forma diferente. La terapia familiar también “hizo público” el
proceso de la psicoterapia, que dejó de ser un suceso secreto y sagrado, para convertirse en un tema de estudio, observación e
intercambio; quizá sea esta la contribución más importante de la terapia familiar a la incesante cadena de transformaciones teóricas y
clínica.» (p. 57-58) (Énfasis en el original)
4
En un artículo de Guidano (1998) en el cual describe a grandes rasgos su terapia constructivista, enuncia las siguientes fases del proceso
terapéutico: Fase 1: Preparación del contexto clínico interpersonal; Fase 2: Construcción del contexto terapéutico; y Fase 3: Realización del
análisis evolutivo.
Llama mi atención como ese autor ha prefijado de antemano la duración de cada fase de tratamiento: Fase 1, “un mínimo de 1-2 sesiones y
un máximo de 7-8” (p. 140); Fase 2, que se divide en dos subfases: “Enfoque y reordenamiento de la experiencia” que “puede durar de 4 a
8 meses” (p. 142); y “Reconstrucción del estilo afectivo del cliente”, “que puede durar de 3 a 7 meses” (p. 144). La Tercera Fase de la
terapia, “dura entre 3 y 6 meses y tiene lugar durante el segundo año de la terapia” (p. 146).
5
Esto no significa que el terapeuta acepte las ideas socialmente objetables del cliente. Sin embargo la pericia del terapeuta le puede permitir
trabajar con esas metas. Se sugiere revisar el capítulo del volumen de DeJong y Berg (1998) respecto a las metas bien construidas en
terapia.
6
Keeney y Ross (1987) ha denominado marco político de referencia a la organización cibernética de la comunicación en los sistemas de
vínculos humanos.«La orientación estratégica de Jay Haley y la perspectiva interaccional de Watzlawick y colaboradores, entre otrosa portes,
se comprenden con más claridad dentro de este marco, a saber, que ponen el acento en la política de la comunicación: quién-hace-qué-a-
quién-cuando; o más específicamente, la organización cibernética de la terapia. […] Ahora bien, un marco político de referencia no
necesariamente implica poder social o jerarquías. Estos términos son en realidad marcos semánticos que confieren sentidos a marcos
políticos de referencia. […] Una pauta secuencial de conducta indica un marco político de referencia, pero describir esa misma secuencia en
función de poder social nos desplaza a un marco semántico de referencia: estas descripciones de poder social nos dicen más sobre el modo
en que un terapeuta construye significados, que sobre la organización de un contexto terapéutico. […] Los terapeutas abordan una gran
diversidad de marcos específicos, pero todos utilizan marcos de referencia así semánticos como políticos. Este distingo es el principal
instrumento que permite levantar un mapa de la terapia en tanto es una oscilación pendular entre aquellos y estos. Es cierto, sin embargo,
que algunos terapeutas prefieren una clase de marco a la otra. Pero si en sus descripciones ponen unos el acento en acento en el significado
de sucesos pasados, presentes y futuros, mientras que los otros lo ponen en la política de los sucesos pasados, presentes y futuros, todos
emplean marcos de referencia tanto semánticos como políticos. […] Todas las terapias familiares sistémicas incluyen significados semánticos
aunados a las pautas políticas que organizan la interacción social. Por desdicha, algunas de las teorías sobre terapia familiar sistémica han
dejado de lado el marco semántico. Los terapeutas de esta orientación tienen que reinstituir el valor de la semántica poniendo el acento en
su interrelación con los marcos políticos. Las diversas terapias familiares sistémicas obedecen a pautas en que los marcos políticos y
semántico se entretejen, y por ese camino construyen realidades terapéuticas.» (p. 26-27, 29, 33)
7
Obsérvese la similitud de este aserto con la concepción que tenía Erickson de los problemas humanos. «Los pacientes tienen problemas
debido a sus limitaciones aprendidas. Están atrapados en esquemas mentales, marcos de referencia, y sistemas de creencia que no les
permiten explorar y utilizar sus propias habilidades en su beneficio. Los seres humanos aun en el proceso de aprender a usar sus
potenciales. La transacción terapéutica crea idealmente un nuevo mundo fenoménico en el cual los pacientes pueden explorar sus
potenciales, libres en algún grado de sus limitaciones aprendidas.» (Erickson y Rossi, 1979, p. 2)
8
Un marco semántico, según los conceptos de Keeney y Ross (1987).
9
“Procesual” de proceso. La terapia experiencial propuesta es una terapia que coloca el acento en el proceso de la construcción de
significados.
10
Y que en el contexto histórico de Erickson cuando comenzó a desarrollar su enfoque terapéutico significaban terapias de larga duración,
que no siempre eran eficaces.
11
Lo cual es congruente con su formación en psicología profunda; y que refleja también la noción de causalidad lineal en esos modelos
terapéuticos.
12
Referido a la memoria, aprendizaje y comportamiento asociado al estado. Cuando por diversos motivos la persona experimenta estrés, los
eventos mentecuerpo asociados a ese estado pueden quedar disociados de la consciencia una vez que las moléculas informacionales del
estrés (que encodifican memoria y aprendizaje) son retiradas del torrente sanguíneo.
13
Lo cual es congruente con la raíz existencial de la terapia experiencial: se busca que el individuo se haga responsable de si mismo y sus
acciones en su ser-en-el-mundo; en cambio la metáfora del inconsciente implica un aspecto relativamente autónomo en el psiquismo.
14
En mi experiencia clínica, cuando uso las estrategias de Perls, he podido observar que los clientes, al estar inmersos en la tarea
terapéutica, presentan una serie de indicadores corporales que suelen presentarse en un estado “alterado” o especial de consciencia propio
de la experiencia hipnótica.
15
Que tienen la forma de una directiva implicada (Erickson, Rossi y Rossi, 1976; Erickson y Rossi, 1979)
16
Y al hacer esto, quizá podamos motivar a los terapeutas experienciales para que comiencen a tomar en consideración que a veces
también es necesaria una mirada interaccional (sistémica) para ayudar a los clientes a alcanzar sus metas. Así como podemos “acusar” a la
terapia estratégica querer mirar de un único modo los problemas humanos (“reduccionista”), lo mismo puede decirse de la terapia
experiencial.
17
Auque si hacemos preguntas para ayudar a la “buena”construcción de esa meta (DeJong y Berg, 1998), podríamos
considerarla para ese paciente en particular.
Capítulo 15: La “hipnosis” en la Psicología de la Salud
El modo en que Hammond expone sus ideas, podría inducir al lector a suponer que la
“hipnosis” o la “hipnoterapia” son curativas en si mismas. Y si uno fuera un neófito en este campo
podría estar tentado a hacer uso del recetario de Hammond (y otros similares) y comenzar a
“administrar” esos “medicamentos lingüísticos” a los pacientes… Es probable que los resultados sean
bastante pobres.
Dentro de la tradición modernista en psicología y sus aplicaciones a la salud, los profesionales
andan en búsqueda de “técnicas” para aplicar a sus pacientes; y se olvidan que el hipnotismo implica
establecer una relación de colaboración con el paciente. De hecho, la administración de
medicamentos en medicina implica que el médico establezca una buena relación con el paciente, a la
vez que le informa acerca de la acción de dicho medicamento, si busca que los pacientes tengan
adherencia al tratamiento.
Pareciera que una medicina como la actual centrada en la tecnología, en donde los pacientes
parecen importar poco como personas, también ha contagiado a los profesionales de la salud mental
que se desempeñan en esa área. Amén del desconocimiento en los ambientes médicos respecto a la
hipnoterapia actual.
En este capítulo expondré el modo en que concibo el papel de la hipnoterapia de utilización en
el área de la salud; y cuál es su papel como coadyuvante de los tratamientos médicos.
Para ayudarme en este propósito, permítaseme citar a Erickson:
«En obstetricia, como en ningún otro campo de la medicina, la paciente ocupa un rol dominante durante meses
como un individuo que atraviesa una larga alteración progresiva, no sólo somáticamente, sino que también
psicológicamente, en las relaciones personal, social, económica y temporal. Se colocan en juego durante el embarazo, así
como también en el parto, una multitud de fuerzas derivadas de la personalidad como un todo y de las actitudes especiales,
creencias, comprensiones, aprendizajes y condicionamientos adquiridos durante la vida del paciente.» (Erickson, 1950/1980,
p. 224-225)
«[…] el dolor es una experiencia subjetiva inmediata, abarcadora de su atención, angustiosa, una experiencia
incontrolable para la persona misma. Sin embargo, como resultado de los eventos experienciales de su vida pasada, se han
estructurado dentro del cuerpo –aunque no totalmente reconocidos– ciertos aprendizajes psicológicos, fisiológicos y
neurológicos, asociaciones y condicionamientos, que hacen posible que el dolor sea controlado e incluso abolido.
[…] Para hacer uso de la hipnosis en el tratamiento del dolor, uno necesita observar el dolor en una forma muy
analítica. El dolor no es un estímulo nocivo sencillo. Tiene ciertos significados temporales, emocionales, psicológicos y
somáticos. Es una fuerza motivacional poderosa en la experiencia de vida. Esta es una razón básica para buscar ayuda
médica.
El dolor es un complejo, un constructo, compuesto del dolor anterior recordado, de la experiencia del dolor
presente, y de dolor anticipado en el futuro. Así, el dolor inmediato es aumentado por el dolor anterior y acrecentado por las
posibilidades de dolor futuro. El estímulo inmediato es solamente un tercio central de la experiencia total. Nada intensifica
tanto al dolor como el temor a que se presente en el mañana. Es incrementado igualmente por el reconocimiento que el
mismo dolor o uno similar fue experimentado en el pasado; esto y el dolor inmediato vuelven al futuro aun más amenazante.
A la inversa, la comprensión que el dolor presente es un evento único, el cual llegará definitivamente a un final agradable,
sirve mucho para disminuirlo. Puesto que el dolor es un constructo, es más fácilmente vulnerable a la hipnosis como una
modalidad de tratamiento exitoso, que si fuera simplemente una experiencia del presente.
El dolor como experiencia se vuelve también más susceptible a la hipnosis debido a que varía en su naturaleza,
intensidad y, por consiguiente, a lo largo de las experiencias de vida adquiere significados secundarios resultando en
variadas interpretaciones del dolor. De este modo, el paciente puede referirse a su dolor en términos temporales, tales como
transitorio, recurrente, persistente, agudo o crónico. Estas cualidades especiales de cada uno ofrecen variadas posibilidades
de acercamiento hipnótico.
El dolor también posee ciertos atributos emocionales. Puede ser irritante, inevitable, molesto, incapacitante,
amenazante, intratable, o vitalmente peligroso. Cada uno de estos aspectos guía a ciertos marcos psicológicos mentales, con
variadas ideas o asociaciones, cada uno ofrece oportunidades especiales para la intervención hipnótica.» (Erickson,
1967/1980, p. 237, 238-239) (Énfasis añadido)
Las ideas mencionadas arriba son independientes del modo en que se inducirá/evocará la
experiencia hipnótica, y cómo se transmitirán las ideas terapéuticas o se evocarán los recursos
experienciales necesarios para alcanzar los objetivos acordados con el paciente.
Lo cual lleva a una interrogante importante: ¿Cuál es el objetivo de usar acercamientos
hipnoterapéuticos como coadyuvantes en medicina? Esta interrogante puede ser respondida según el
contexto donde se requiera nuestra participación:
(1) Con respecto a aquellas enfermedades o trastornos de tipo crónico o recurrente en
donde el dolor es uno de los síntomas más urgentes, el sentido de control sobre su
experiencia en aquella persona que padece la enfermedad se debilita o incluso se lo
puede vivenciar como una pérdida absoluta de control. Desde una perspectiva cognitiva
diríamos que el paciente presenta un locus de control externo respecto a su enfermedad,
a la vez que presenta un estilo atribucional de estabilidad respecto a ésta (Yapko, 1988).
Si nuestra intervención hipnoterapéutica es exitosa, en el sentido de alterar
mínimamente esa experiencia, el paciente estará experimentando en forma innegable la
evidencia que la experiencia es inestable (es decir, que no siempre será lo mismo), lo
cual se traducirá en una actitud de esperanza y expectativa positiva hacia el futuro . La
esperanza experimentada permitirá, entonces, que el paciente sea capaz de comenzar a
“apropiarse” de su experiencia, lo cual posibilitará que esté más dispuesto a realizar
ciertas prácticas que lo ayuden a mejorar su condición (como ocurre con la autohipnosis
en el control del dolor); es decir, un tratamiento bien diseñado para ese paciente en
particular, le permitirá comenzar a desarrollar un locus de control interno respecto a su
bienestar. Asimismo, esa actitud más positiva también puede desarrollarse en la familia o
quienes cuidan al enfermo, lo cual puede facilitar su rol como co-terapeutas que le
ayuden a experimentar trance hipnótico cuando el propio paciente no puede
administrarse autohipnosis.
(2) En el caso de enfermedades terminales donde el dolor aparece como el primer blanco de
las intervenciones, el terapeuta tendrá que tener en consideración que una vez que la
experiencia del dolor se haya modificado, comenzarán a emerger otras necesidades que
tienen relación con las pérdidas personales-familiares y el dolor emocional derivados del
largo proceso de la enfermedad. El terapeuta tendrá que estar capacitado para ayudar y
apoyar emocionalmente al enfermo y su familia.
(3) En aquellas demandas de atención en donde se busca el alivio de un dolor anticipado
inevitable (como ocurre en la preparación hipnótica para el parto o en las intervenciones
dentales), Erickson demostró que el paciente es mejor ayudado cuando se toma en
consideración la personalidad total de aquel, sus creencias y temores. Puede ocurrir que
antes de iniciar algún tratamiento hipnótico específico, el terapeuta tendrá que acoger y
ayudar a resolver los temores del paciente, o tratar primero experiencias traumáticas
anteriores. Desde el punto de vista del afrontamiento de la experiencia temida, la actitud
del paciente cambiará en la medida que tenga la vivencia que su experiencia puede
alterarse (ratificación), y el terapeuta tendrá que diseñar un acercamiento terapéutico
que considere las habilidades que necesita desarrollar ese paciente para modificar su
experiencia en la situación real futura. El diseño de abordajes terapéuticos
individualizados implica que el terapeuta necesitará conocer en detalle la biología del
evento (como ocurre con el parto y sus fases) y los procedimientos médicos por los
cuales atravesará su paciente.
(4) Existen alteraciones de salud que se sabe están relacionadas con el estrés (como ocurre
con las alteraciones gastrointestinales y la hipertensión); en estos casos es obvio que un
tratamiento hipnoterapéutico no sólo debe apuntar a la modificación de la sintomatología
aguda, sino que el tratamiento debe abarcar aquellas pautas experienciales del paciente
que contribuyen al problema de salud.
Erickson escribió lo siguiente acerca del papel del percatarse consciente en el trabajo
hipnoterapéutico:
«En la psicoterapia hipnótica muy a menudo puede darse una adecuada terapia al inconsciente, pero con el
descuido del terapeuta para apreciar la inmensa necesidad de permitir al paciente integrar el inconsciente con el consciente,
o hacer que sean totalmente accesibles a la mente consciente las nuevas comprensiones, según sus necesidades.
Comparable a este descuido sería una apendicetomía que olvide cerrar la incisión. Es en este aspecto que muchos críticos de
sillón denuncian ingenuamente a la hipnosis como sin valor, ya que trata "solamente con la mente inconsciente."
Adicionalmente, es aun más descuidado el hecho repetidamente demostrado por la experiencia clínica, que en algunos
aspectos es deseable la reintegración directa del problema del paciente bajo la guía del terapeuta; en otros aspectos, el
inconsciente simplemente debiera ser hecho disponible a la mente consciente, con lo cual se permite una reintegración
espontánea, libre de toda influencia inmediata del terapeuta. Propiamente, la hipnoterapia debiera estar igualmente
orientada al consciente y el inconsciente, ya que la integración de la personalidad total es la meta deseada de la
psicoterapia.
Sin embargo, lo anteriormente dicho no significa necesariamente que la integración deba constantemente marcar el
paso con la terapia. Una de las más grandes ventajas de la hipnoterapia radica en la oportunidad de trabajar
independientemente con el inconsciente sin ser estorbado por la renuencia, o a veces la inhabilidad real, de la mente
consciente para aceptar las ganancias terapéuticas. Por ejemplo, una paciente tuvo un insight completamente inconsciente
en sus pesadillas nocturnas que ella sufría un problema de carácter incestuoso, pero como lo afirmó espontáneamente en el
trance, "Comprendo esos horribles sueños, pero no podría tolerar semejante comprensión conscientemente." A través de
este aserto, la paciente demostró cómo el inconsciente protege al consciente. La utilización de esa protección como una
fuerza motivadora permitió a la paciente, con posterioridad, aceptar conscientemente sus insights inconscientes.» (Erickson,
1948/ 1980, p. 40)
Nardone (1999) propone técnicas paradojales en el tratamiento de los trastornos ansiosos para
romper las pautas que mantienen el problema. En el protocolo sugerido por ese autor, en la última
fase del tratamiento se recomienda explicar al paciente, cuando ya ha obtenido mejoría, la
racionalidad de todo el tratamiento, incluso de los acercamientos paradojales, con el fin de educarle y
mostrarle que el crédito del éxito le corresponde a él como cliente.
Haley (1987) afirma que el éxito de la terapia de ordalía se basa en que la tarea penosa
asignada al cliente no debe ser percibida como, ni consistir en, un castigo. Gordon y Meyers-
Anderson, (1981) citan a Erickson respecto a las tareas inusuales que sugería a sus pacientes: «Una
de mis hijas una vez me preguntó: “Papi, ¿por qué las personas HACEN las cosas locas que les dicen
que hagan” Le respondí, “Porque ellas saben lo que intento.”» (p. 150)
Empero, parece que las buenas intenciones de Erickson y algunos de sus seguidores respecto
a su proceder en terapia no se condicen con la forma en que exponen sus casos clínicos, y que traen
la ética a colación. Un ejemplo de esto es lo ya enunciado respecto a Nardone (nota 5 en este
capítulo).
Masson (1991) en su ataque a toda forma de psicoterapia, dedica parte de un capítulo a la
“hipnosis ericksoniana.” Masson cita a Haley (1966) cuando describe lo que éste entiende por
terapeuta estratégico, «Hoy existe una generación de personas que han seguido seriamente la carrera
de cambiar a la gente. No son consejeros, consultores, observadores objetivos o diagnosticadores.
Son personas cuya tarea es ser expertos en influenciar a otra persona. Son diestros en conseguir que
la gente siga sus sugerencias, incluso sugerencias que la persona ignora estar recibiendo.» (p. 234).
Luego Masson se pregunta: «Tal cambio enorgullecía a Haley. A mi me asusta mucho. Pues, en lo que
a eso refiere, ¿de qué manera Haley, Erickson o cualquier otro, van a cambiar a la gente como no sea
en la dirección de sus propios valores?» (p. 234)
Luego Masson describe casos clínicos de Erickson en los cuales cuestiona afirmaciones de
Erickson a Haley como las siguientes: «El explica a Haley que al decir esto a ella le permitió conocer a
un hombre, casarse, tener hijos y llevar una feliz vida matrimonial: “Era toda la violación que se
necesitaba.” Erickson comenta: “Un tiempo después, Grace me dijo que había acudido a mi con la
resolución mental de que si yo consideraba necesario seducirla, ella habría cedido… Yo la había
violado, ¿cierto?” Deberíamos recordar que Erickson estaba describiendo a una mujer joven a la que
estaba tratando en Phoenix, a fines de los años 40 o principios de los 50. ¿Ayudó realmente a esta
mujer a conseguir algo que ella deseaba o simplemente la obligó a ajustarse a los patrones de la
comunidad en que vivía. Tales actitudes sobre las mujeres y cómo debían lucir y comportarse eran
muy comunes en ese entonces y aun lo son en grandes segmentos de la población. Pero este relato
se publicó en 1985, y Haley no hace ni un solo comentario acerca de los supuestos sexistas sobre los
cuales se basaban los métodos de Erickson.» (p. 235) (Énfasis en el original)
Excelente punto el de Masson; en el análisis de ese caso y otros que cita en su libro, lanza al
tapete un problema ético que no puede soslayarse. Cuando un terapeuta ericksoniano tiene en mente
el ciclo evolutivo de la familia y los desafíos culturales para cada etapa de la vida para su cliente
(Lankton, 1985b; Lankton y Lankton, 1983), ¿está tomando en consideración que en realidad hay
muchas formas socialmente aceptables de vivir la vida?; y que, después de todo, lo importante son
las metas que los pacientes tienen para la terapia, y su labor es ayudarlos a formular bien esas metas
(DeJong y Berg, 1998).
Con razón Masson (1991) finaliza la sección que dedica a la terapia ericksoniana afirmando:
«Los hipnoterapeutas son francos acerca de lo que buscan conseguir: poner a una persona en una
condición vulnerable e indefensa en la cual pueda decírsele lo que tiene que hacer.» (p. 242)
Aunque no comparto la visión que tiene Masson de la psicoterapia como una empresa
socialmente peligrosa para sus usuarios, ni tampoco comparto sus comentarios acerca de Erickson, las
críticas de ese autor no debieran ser pasadas por alto; especialmente cuando aquellos que se dedican
a la hipnoterapia pueden sentirse embriagados con la ilusión que son ellos con sus técnicas los que
cambian a los pacientes.
Duncan et al. (1997) ofrecen el siguiente “recordatorio” para los terapeutas, que puede
posibilitar que los clientes recuperen su dignidad en la terapia:
«1. El cliente es héroe en el “drama” de la terapia . No hay grandes terapeutas, solamente grandes clientes y
terapeutas que trabajan unidos.
2. La terapia no es hecha al cliente. Es un intercambio (evento) interpersonal en el cual se coloca el énfasis en la
cualidad de la participación del cliente.
3. Las intervenciones no son el “trato” en la terapia . Las intervenciones son extensiones de la alianza terapéutica
que no puede ser separada de la relación en la cual ocurren.
4. El terapeuta sugiere, los clientes eligen . Los terapeutas ofrecen explicaciones, teorías o enfoques de intervención
como sugerencias para el cliente las considere y después las acepte, las modifique o las descarte.» (p. 49)
Otro aspecto ético a considerar tiene relación con los tratamientos psicoterapéuticos
publicitados como efectivos, para los cuales en realidad no hay estudios de su eficacia. A este
respecto pueden mencionarse dos tipos de tratamiento: la utilidad de la autohipnosis como
psicoterapia, y la terapia en la cual se confían a la sabiduría del inconsciente los cambios requeridos,
como ocurre en el uso de la “respuesta sanadora ultradiana” o autohipnosis naturalista descrita por
Rossi (Rossi, 1996; Rossi y Nimmons, 1991).
Autores como Alman y Lambrou (1992), y Abia y Robles (1993) que han escrito manuales de
autohipnosis para ser empleados como guías de autoayuda o auto-terapia, ¿han evaluado la eficacia
de las estrategias ahí sugeridas? Por ejemplo, Alman y Lambrou, que inician el capítulo 1 de su texto
con las afirmaciones transcritas más abajo, no incluyen ningún capítulo que se refiera a los resultados
empíricos de los métodos propuestos en su libro:
«¿Está investigando la autohipnosis por primera vez? Puede estar interesado en saber que casi todo el mundo
puede aprender a usar autohipnosis para hacer cambios específicos en si mismos. Detener hábitos no deseados. Prevenir
jaquecas. Reducir el estrés. Controlar el dolor.
¿Quizá usted quiera estimular su [proceso de] toma de decisiones y aumentar su concentración? ¿Mejorar su
habilidad atlética? ¿Cultivar una mejor comunicación en la relación interpersonal? ¿Ser más efectivo en sus propias metas
personales? ¿Incluso mejorar los logros en los negocios?
Este libro le ayudará a lograr o aumentar su éxito en todas esas áreas y más.
Le dará explicaciones detalladas acerca de cómo desarrollar su capacidad para [experimentar] autohipnosis y
alcanzar sus metas.» (p. 3) (Énfasis añadido)
Además, como puede percatarse el lector, se mezclan áreas de aplicación que sí se han
evaluado (autohipnosis en el control del dolor [Barber, 1996], reducción de síntomas del estrés) con
áreas de éxito hipotético. Y como era esperable, en la página 4 aparece una fotografía de Erickson, a
quien se adscribe la paternidad de los métodos indirectos que se promete serán tratados en el
manual.
Abia y Robles (1993), escriben:
«[…] Y les aseguramos que cuando nuestros dos cerebros están trabajando juntos para nuestro bienestar
saludable, van construyendo caminos nuevos y diferentes, inesperados.
Pero nos preguntarás, ¿cómo en concreto, se logra esto? Con el cerebro izquierdo se puede razonar, darle
explicaciones, y entiende. A él van dirigidas las ideas que contiene este libro. Al cerebro derecho hay que hablarle en su
lenguaje, el lenguaje de los símbolos, y hacerlo sentir. A él están dirigidas algunas anécdotas y los ejercicios que se
proponen en cada capítulo, también los mensajes en cursivas. Algunos de estos ejercicios son de autohipnosis. Si los sigues
al pie de la letra tendrás un camino seguro y saludable para utilizar mejor tus capacidades contigo mismo y para lograr tus
objetivos. A través de estos mismo ejercicios podrás también darte cuenta si necesitas ayuda exterior para alcanzar alguno
de ellos.» (p. 26) (Énfasis en el original)
Más adelante en su texto, Abia y Robles afirman que la hipnosis natural (y la autohipnosis)
trabajan con los recursos internos, que se han adquirido ya sea en forma consciente o inconsciente. Al
igual que con el texto de Alman y Lambrou, no hay un capítulo en el libro que se dedique a la
evaluación empírica de los métodos propuestos.
La lectura de ambos volúmenes permite percatarse que la metodología de trabajo propuesta
consiste en el uso de imaginerías. Existen diversos volúmenes dedicados a la imaginería publicados
antes que los textos citados. Entonces, ¿cuál es el papel de la autohipnosis? ¿Qué le agrega la
autohipnosis a la imaginería auto-inducida?
Al respecto, permítaseme citar a Miller et al. (1997):
«A finales de los ’80, apareció en el escenario de la terapia norteamericana un nuevo enfoque para el tratamiento
de clientes con historias de experiencias traumáticas severas. El enfoque, conocido como Desensibilización y
Reprocesamiento a través del Movimiento de los Ojos (EMDR), parecía ser capaz de lograr resultados con los casos más
intratables y lo hacía en menor tiempo que los tratamientos existentes. El procedimiento era simple –los clientes recordaban
las experiencias traumáticas mientras miraban los dedos de su terapeuta que se movían hacia atrás y hacia delante cada
medio segundo o por un período de 5 a 15 segundos. De acuerdo a sus inventores, los movimientos del ojo ayudaban a los
individuos traumatizados a “re-equilibrar los procesos cerebrales” en la misma forma que los movimientos REM de los ojos
en el sueño normal ayudaban a los individuos no traumatizados a procesar la experiencia cotidiana. Esta explicación
fisiológica, en combinación con el éxito aparente de un procedimiento tan simple, catapultó a la EMDR al centro de la
atención del público y los profesionales, y la transformó en un procedimiento estándar en un número creciente de clínicas
para problemas de salud mental en el país [USA].
Hay solamente un problema –hay poca evidencia científica que la [terapia] EMDR tenga algún efecto más allá del
efecto placebo u otros factores conocidos que son efectivos con los clientes traumatizados (v.g., exposición). Efectivamente,
uno de los únicos estudios (Lytle, 1993) que se han llevado a cabo para comparar la [terapia] EMDR con una condición
placebo activa, encontró que los sujetos tratados con el procedimiento no tuvieron resultados mejores que aquellos tratados
con el tratamiento placebo activo, aunque ambos grupos lograron resultados inmediatos que fueron significativamente
mejores que aquellos obtenidos por sujetos en una condición de control no directiva. El mismo estudio sugiere que algo más
común que la inducción de los movimientos de los ojos podría ser el responsable de los resultados asociados a ese
procedimiento.
En el estudio de Lytle, el tratamiento administrado a los sujetos en el grupo control con placebo activo fue muy
similar a la [terapia] EMDR –con una excepción importante. En lugar de mover los ojos, se instruyó a los sujetos en el grupo
de control con placebo activo para que fijaran su mirada en un lugar en la pared mientras recordaban las memorias
traumáticas. Esos sujetos que mantuvieron su mirada fija y lograron resultados equivalentes a aquellos que usaron un
procedimiento técnicamente opuesto, mover los ojos, sugiere que es otro factor y no la técnica que supuestamente altera la
fisiología, el que es responsable de la mejoría de los sujetos en ambos grupos –es decir, el cliente y el terapeuta implicados
en un ritual curativo activo, estructurado, especializado y técnico, que ambos creen que será terapéutico.
Los rituales tienen características similares en los procedimientos curativos de la mayoría de las culturas y son
conocidos desde los orígenes de la sociedad humana. Su uso inspira esperanza y expectativa positiva para el cambio al
transmitir que el usuario –ya sea el curandero, chamán, astrólogo o terapeuta– tiene un conjunto especial de habilidades
para facilitar la curación. Importa poco que los procedimientos no sean en si mismos los agentes causales del cambio. Más
bien, lo importante es que los participantes tienen un método estructurado y concreto para movilizar los factores placebo en
el proceso de recuperación.
Cuando es vista como un ritual curativo, la [terapia] EMDR no es nada nuevo en la práctica de la psicoterapia. Los
rituales de curación han sido parte de la práctica de la psicoterapia desde sus orígenes. Ya sea que se instruya a los clientes
a recostarse en el diván, hablar a una silla vacía, escribir los pensamientos negativos, decirse frases positivas, o –como está
en boga– escuchar la retroalimentación de un equipo anónimo que está detrás de un espejo de visión unilateral, los
profesionales de la salud mental están básicamente involucrados en rituales curativos. Por lo tanto, puesto que al comparar
las técnicas psicoterapéuticas se han encontrado pocas diferencias en su efectividad, ellas pueden ser concebidas como
rituales sanadores –técnicamente inertes, pero métodos, sin embargo, poderosos y sistemáticos para aumentar los efectos
de los factores placebo.» (p. 129-131) [Énfasis en el original]
Rossi fue el primer autor en introducir la noción de los ritmos ultradianos en la literatura de la
hipnosis naturalista (Rossi, 1982), y sugerir que la hipnosis naturalista de Erickson está haciendo uso
de la fase de descanso ultradiana, la cual por si misma puede facilitar que los ritmos desordenados
por el estrés se reordenen (Rossi, 1986/1993; Rossi, 1994). Rossi (1996) ha reportado la eficacia de
la respuesta sanadora ultradiana (Rossi y Nimmons, 1991), describiendo 13 casos únicos que
presentaban diversos problemas. Es obvio que se necesitan estudios con grupos de sujetos para
validar los asertos e hipótesis de Rossi. ¿Hasta que punto la autohipnosis naturalista es una terapia
específica o inespecífica para los trastornos derivados del estrés? Asimismo, ¿cómo se modifican, a
través del método propuesto por Rossi, las pautas cognitivas/experienciales que nos llevan a etiquetar
como “estresantes” a diversas situaciones personales e interpersonales?
¿Serán suficientes unos ejercicios de imaginería o tomar descansos ultradianos para resolver
los problemas persistentes de los clientes? ¿Podrá modificarse nuestra interacción disfuncional con
nuestra pareja, con la cual tenemos conflictos de poder en la relación, con el simple hecho de tomar
algunas “siestas” ultradianas o experimentar algunos ejercicios de imaginaría? ¿O se modificarán las
pautas cognitivas e interaccionales aprendidas desde la infancia que se relacionan con una visión de
mundo que inevitablemente nos llevará a la depresión? (Yapko, 1999)
Como afirmé en el Capítulo 1 de este volumen, Erickson no fue un reduccionista en su trabajo
terapéutico. Es de esperar que quienes se adscriben al “enfoque ericksoniano”, para el bien de este
campo, recuerden las “lecciones de ese viejo clínico” (Chogriz, 2001) para el desarrollo de una
psicoterapia eficaz informada por los resultados (Duncan y Miller, 2000; Duncan et al., en prensa).
Notas:
1
Me parece especialmente relevante la sistematización que han hecho en el CFTB de Milwaukee acerca de la relación cliente-terapeuta; es
decir, el grado de motivación del cliente para el cambio.
2
En el “mundo ericksoniano” hay terapeutas que han querido ver en las metáforas y anécdotas de Erickson una similitud con las narrativas
de Epston y White. Permítaseme citar a Epston (1989): «[Respecto a los orígenes de mi trabajo] Hasta entonces, el único antecedente con
el que contaba eran las historias clínicas de Milton Erickson y estoy seguro que este trabajo está claramente en la misma línea de ideas. Sin
dudas, aquellas historias eran monológicas y reflejaban la posición que yo mismo había adoptado entonces en mi práctica clínica. A medida
que mi discernimiento fue creciendo, gracias a los enfoques feministas y a algunas ideas de Foulcaut, fui adoptando como supuesto guía la
idea de que la terapia familiar y cualquier terapia relacionada con las cuestiones familiares establece relación de poder. También yo fui
abandonando los “relatos desarrollados en la terapia” o las “metáforas terapéuticas”, como finalmente se denominó, para volcarme a la
creciente “terapia narrada”, es decir, aquella que fomenta el diálogo y en la que el terapeuta abandona el papel privilegiado de autor y lo
comparte con el paciente. El “texto” que adquiere la forma de cartas pasa a ser propiedad de la familia.» (p. 14)
3
Véase el artículo de Geyerhofer y Komori (1999) y Selekman (1996)
4
Sugiero la lectura del artículo de Nardone y Salvini (1999), donde exponen los principios que guiaron dicha investigación en el Centro de
Terapia Estratégica de Arezzo.
5
Empero, creo que el aporte de Nardone a la terapia breve puede verse obstaculizado por el estilo literario de ese autor. «Sin embargo,
como lamentablemente no tengo a mi disposición el texto en su lengua original […], me es imposible averiguar si el estilo pedante con que
Nardone describe las intervenciones terapéuticas en la sesión y la prescripción de las tareas, se debe a un traductor traidor o al estilo propio
de comunicarse del autor. Si fuera el segundo caso, sería simplemente un botón de muestra de por qué los terapeutas breves suelen ser
acusados de fríos, manipuladores y tramposos. En una nueva edición de esta interesante y útil obra, los editores debieran cuidar ese
aspecto que puede alejar a potenciales usuarios que podrían beneficiarse con ese tipo de terapia, así como a los terapeutas interesados en
aprender terapia breve.» (Pacheco, 2001c, p. 27)
6
Los miembros del Grupo de Milwaukee se han preocupado de evaluar los resultados de su enfoque de terapia; véase DeJong y Berg
(1998).
7
En Chile aun no existe una legislación de este tipo para proteger los derechos de los pacientes en salud mental. Sin embargo, en los
últimos años se han introducido una serie de modificaciones en la legislación sanitaria para proteger a los pacientes, e incluso se han
modificado recientemente los requisitos para ingresar a los pacientes a un hospital psiquiátrico. Por lo tanto, podemos esperar, para el bien
de los clientes que acuden a psicoterapia, que también se legisle en torno al consentimiento informado en la terapia psicológica.
Un signo de una mayor preocupación por la ética, que proviene de los mismos psicólogos, es la formación de la Comisión Nacional de
Acreditación de Psicólogos Clínicos. Puesto que en Chile no es obligatorio estar matriculado o asociado a la Asociación de Psicólogos para
ejercer como tal, la Asociación [Colegio] de Psicólogos y la Sociedad Chilena de Psicología Clínica, conjuntamente con un grupo de
Universidades que imparten la carrera de Psicología, conformaron dicha Comisión, cuyo objetivo es otorgar la acreditación como psicólogos
clínicos a esos colegas que hayan recibido la formación teórica y clínica (supervisión clínica) que les posibilita atender pacientes. Esa
formación clínica se obtiene en estudios de postítulo con una duración mínima de 2 años, impartida por instituciones debidamente
reconocidas por esa Comisión, o por una formación clínica con un supervisor clínico debidamente acreditado por la Comisión. Actualmente,
el servicio de salud pública que co-financia la atención de los pacientes, reconoce como psicólogos clínicos a aquellos psicólogos
debidamente acreditados; situación que también está repitiéndose en las instituciones de seguros médicos privados (Isapres).
El Instituto Milton H. Erickson de Santiago (Centro Para el Desarrollo de la Psicoterapia Estratégica Breve) está acreditado desde el año 1996
ante la Comisión como una institución que forma especialistas clínicos en terapia breve ericksoniana.
8
Se sugiere revisar a Matthews et al. (1998) respecto a la evaluación empírica de la amnesia como consecuencia de las metáforas
entrelazadas.
9
Véase el artículo de Scheflin (1997)
10
Algunos ejemplos de esa actitud de los terapeutas en esos tiempos, se refleja en los textos de Anderson y Stewart (1988) y Bergman
(1991).
11
Por ejemplo, Masson se refiere a Carl Rogers como un “dictador benevolente.”
12
Erickson le prescribe a una paciente soltera que vaya a su casa, que se desnude y observe el parche de piel que tiene entre las piernas.
13
Masson escribe, «A pesar de querer representar al prudente y bondadoso sabio de las leyendas orientales, Erickson era en realidad un
siquiatra, armado con todos los poderes de la medicina y la psiquiatría.» (1991, p. 239-240)
14
Duncan et al. (1997) proponen reemplazar la expresión “intervención” por invención. Exponen su posición del siguiente modo: «Intervenir
es “interponerse por medio del impedimento o la modificación”. Al igual que “entrevista”, implica que se hace algo a los clientes, más que
con ellos, y en consecuencia sobre-enfatizar la pericia técnica del terapeuta, retratando en forma inadecuada lo que hace exitosa a la
terapia. “Intervención” no captura la dependencia de la técnica de los recursos e ideas del cliente o cómo la técnica que es exitosa en
cuanto emerge de la evaluación positiva del cliente de la relación y que se acomoda a la teoría del cambio que posee el cliente. Estamos a
favor de las palabras “invento” e “invención.” Inventar es “encontrar o descubrir, producir por primera vez a través de la imaginación, el
pensamiento ingenioso y el experimento.” Toda técnica que es usada por primera vez, inventada por los clientes para que encaje en sus
circunstancias.» (p. 62-63)
15
Los autores usan la metáfora explicativa de la asimetría cerebral como fundamento científico de su propuesta.
16
Véase Flores (1999) en la utilización de la respuesta sanadora ultradiana en hipertensión esencial
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Acerca del autor
INDICE
p. 40Capítulo 7: Erickson, el Mental Research Institute (MRI) y el Centro de Terapia Breve del MRI:
“Hipnoterapia sin trance”
La pragmática de la comunicación
Terapia breve centrada en la resolución de problemas
Erickson y el enfoque interaccional
“Hipnoterapia sin trance”
p. 45Capítulo 8: El estudio de las pautas lingüísticas en la terapia hipnótica de Erickson: La
Programación Neurolingüística
p. 52Capítulo 9: El Enfoque Orientado a la Solución de Milwaukee y Erickson
p. 56Capítulo 10: Ernest Rossi y las bases psicobiológicas de la hipnosis y la hipnoterapia
p. 61Capítulo 11: Michael Yapko, la hipnosis como un medio para influenciar la experiencia del
paciente
p. 65Capítulo 12: El “Diamante Ericksoniano”, el metamodelo de la terapia ericksoniana de Jeffrey K.
Zeig
p. 68Tercera Parte: La terapia ericksoniana en el nuevo milenio
Capítulo 13: Lo que funciona en terapia: La eficacia de la terapia en un marco ericksoniano
p. 70Capítulo 14: La terapia “hipnótica” como un puente entre la terapia estratégica y la terapia
experiencial: Las emociones en la psicoterapia