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EL DUALISMO CARTESIANO

El Dualismo Cartesiano y El Pensamiento de René Descartes

Angelica María Cardoso Galindo y


María Paula Ramírez Castellanos

Institución Educativa Santa Teresa de Jesús


Filosofía
Pro. Camilo Aramendiz
Ibagué
2019
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Rene Descartes fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre de
la filosofía moderna.
Propone una filosofía basada en la razón y como consecuencia nace el dualismo cartesiano,
rompiendo el esquema de la escolástica. El sostiene las tesis materialistas y resuelve la
cuestión fundamental de la filosofía, la de la relación entre el pensamiento y el ser, por lo
cual rechazar las verdades recibidas. Según el, los sentidos no nos dan más que una
representación confusa de los objetos y pueden así inducirnos a error y determino no creer
ninguna afirmación hasta tener razones para creerla, de allí nace su frase célebre “Pienso,
luego existo”.
Descartes separa la razón de la fe en cuestiones científicas, aclarando que “Es la misma razón
la que concibe la verdad, y la exactitud de una verdad se ve confirmada no por la práctica y
la experiencia, sino por la claridad y la nitidez de nuestras ideas”, convirtiéndose en el autor
de la teoría idealista de las “ideas innatas”. También admite dos substancias: la del cuerpo
cuyo atributo es la extensión, y la del alma cuyo atributo es el pensamiento. De donde, dos
principios independientes: el uno material, y el otro espiritual.
- El Dualismo Cartesiano:
Se basa en la división de sustancias extensas y pensantes. Por lo tanto, Descartes hace una
separación de sustancias: “cuerpo” y “alma”.
El alma para Descartes -Es la que tiene la capacidad de discernir entre lo bueno y lo malo,
juega el papel de lo que ahora llamamos “mente”-.
Y el cuerpo: Determinado por el ambiente y se reduce a leyes mecánicas.

El cogito es la pieza fundamental de la construcción de la teoría cartesiana, dicho


planteamiento postula -Una preeminencia de la res cogitans (realida mental) frente a la res
extensa (realidad física), preminencia que llega hasta el punto de presentar en la Meditación
Primera un escepticismo sobre la existencia del cuerpo (Descartes, 1921 #258)(Descartes,
2009 #257), escepticismo que choca con la visión del sentido común que reconoce al cuerpo
como mí mismo; en el sentido común, mi cuerpo no es solo algo que me pertenece, sino que
mi soy yo mismo-.
Descartes a pesar de otorgarle una primacía al alma, postula que solo esta es esencial, se
mueve de forma ambigua sobre la naturaleza del hombre.
El cuerpo al ser percibido por los sentidos que a veces pueden resultar engañosos sigue
estando sujeto a la duda por lo que podría o no podría existir. “Para investigar la verdad es
preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas” (Descartes). Cuerpo
y alma son sustancias o realidades distintas, el cuerpo lo percibimos por los sentidos y por
tanto debemos dudar de su existencia, pero el alma o pensamiento es conocida a través de la
razón y no puedo dudar de ella, en opinión de Descartes: “No puede ser lo mismo aquello de
lo que dudo y aquello de lo que es imposible dudar”, por el cual defiende que el cuerpo y el
alma deben ser dos realidades totalmente separadas.
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Es decir, la realidad física que está constituida por el cuerpo, la naturaleza y el mundo físico
(objeto), que representa una realidad física, a la cual pertenece el cuerpo, los animales y la
naturaleza que se rige por leyes matemáticas que es posible conocer por medio de la razón.
Y la realidad mental que está constituida por la mente (sujeto), que solo por la razón, (por
medio de la intuición, y las ideas innatas) puede proporcionar, contenidos y procedimientos
verdaderos para describir la realidad. Así se constituyen las dos realidades: mente y cuerpo,
donde el sujeto se encuentra formando parte de las dos realidades.
Lakoff y Johnson afirman que con Descartes la filosofía abrió una brecha entre la mente y el
mundo. El cuerpo al ser carne pertenece al mundo, y por ello no puede estar en contacto
directo con la mente (Lakoff & Johnson, 1999, p. 92).
El ser humano comparte dos de esas naturalezas, la corporal y la anímica; esto es el dualismo
antropológico. Mantiene la existencia de dos principios radicalmente diferentes y separados,
pero compartidos en ese ser que llamamos hombre. Dado que son dos naturalezas tan
distintas, Descartes las concibe separadamente, no pueden comunicarse entre sí (cómo puede
haber relación entre lo material y lo no material, entre lo corporal y lo anímico, entre lo
extenso y lo inextenso, entre lo racional y lo mecánico).
Vemos como descartes defiende un dualismo antropológico, como el de Platón, pero con una
diferencia. Para los griegos el alma era tanto pensamiento como el principio vital lo que hacia
que el cuerpo estuviera vivo y por lo tanto se consideraba que el cuerpo y el alma tenían que
estar juntos. Sin embargo, para Descartes el alma solo es el pensamiento, no es el principio
de vida; el cree que el cuerpo no necesita de nada que los anime ya que son simples
mecanismos, esto solo ocurre en los seres humanos, Descartes considera que los animales no
tienen alma por lo tanto son como simples máquinas.
Para intentar explicar esto Descartes escribe una obra llamada tratado del ser humano, donde
explica la relación que tienen el cuerpo y el alma, pero de una manera que las dos realidades
sigan totalmente separadas. Empieza diciendo que el alma se encuentra ubicada en el centro
del cerebro en un órgano que se llama glándula pineal desde ahí el alma mueve los espíritus
animales que eran como unos cuerpos muy pequeños que transmitían la información del
pensamiento al resto del cuerpo y esto también pasaba a inversamente, a través de los
espíritus animales el cuerpo conseguía transmitir las sensaciones captadas por los sentidos
hasta la glándula pineal y por lo tanto hasta el alma.
El plasma todo esto es su obra llamada el discurso del método.
Comenta que la lectura de los buenos textos antiguos ayuda a formar el espíritu, aunque solo
a condición de leerse con prudencia (característica de un espíritu ya bien formado); reconoce
el papel de las matemáticas, a través de sus aplicaciones mecánicas, para disminuir el trabajo
de los hombres, y declara su admiración por su exactitud, aunque le parece que sobre ellas
no se ha montado un saber lo suficientemente elevado.
- El Discurso del Método: “Discurso del método para conducir bien la propia razón y
buscar la verdad en las ciencias.
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A partir de la teoría de las dos sustancias aclara que el cuerpo y le alma son sustancias
totalmente diferentes, pero de cierto modo están unidas.
Pero también expresa que una sustancia es aquello que existe por sí mismo. El mejor ejemplo
es Dios; de hecho, como advierte Spinoza, Dios es la única sustancia en sentido estricto.
Entonces Dios es lo único que puede ser llamado de forma precisa substancia, sin embargo,
agrega:
“Por Dios entiendo una substancia infinita eterna, inmutable, independiente, omnisciente, omnipotente, que
me ha creado a mí mismo y a todas las demás cosas que existen, si es que existe alguna. Pues bien, eso que
entiendo por Dios es tan grande y eminente, que cuanto más atentamente lo considero menos convencido estoy
de que una idea así pueda proceder sólo de mí. Y, por consiguiente, hay que concluir necesariamente, según
lo antedicho. que Dios existe. Pues, aunque yo tenga la idea de substancia en virtud de ser yo una substancia,
no podría tener la idea de una substancia infinita, siendo yo finito, si no la hubiera puesto en mí una substancia
que verdaderamente fuera infinita...” Meditaciones metafísicas. 1978

Pero Descartes contempla otras dos entidades: el alma y la materia. No se explican por sí
mismas, dependen de Dios en sentido ontológico, pero sólo de Dios, y son independientes
de cualquier otra instancia. Por lo tanto, divide la realidad en tres instancias jerarquizadas a
efectos ontológicos: Dios, Alma, Mundo.
Es decir, Descartes distingue tres sustancias: el alma (sustancia pensante o res cogitans), la
materia (sustancia extensa o res extensa) y Dios (sustancia infinita o res infinita).
“Según la última línea interpretativa, Descartes no habría intentado demostrar la existencia
de Dios, sino, ante todo, refutar la hipótesis en la que se funda la duda. Esto se conseguiría
mostrando: 1) que un argumento incompatible con la hipótesis del genio, o del azar
adverso, etc., es comparativamente 'más sólido que' la respectiva hipótesis escéptica; y 2),
que ni ese argumento, ni el juicio que lo considera superior al alegato opuesto, merecen ser
juzgados circulares”. (Wikipedia).
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