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INTEGRANTES:
APARICIO VILMA C.I. 6.264.565
GOMEZ WILMARYS C.I. 23.960.950
HERNÁNDEZ AURA C.I. 6.894.723
MANZANO MAYBIS C.I. 15.161.172
REQUENA YARELIZ C.I. 11.673.570
SECCIÓN A10P-302
INTRODUCCIÓN
LA CORRUPCIÓN ADMINISTRATIVA
1.- Lograr la mejor combinación de los factores del proceso productivo hacia el
logro de la eficiencia social y ajustar la conducta de los administradores a
principios de ética que generalmente no están contenidos en el texto de la ley,
sino que están en la conciencia de los que administran.
2.- Para poder administrar dentro de este esquema, es necesario tener autoridad
real. El funcionario que pretenda administrar con autoridad real deberá tener
autoridad técnica, que es el conocimiento de la materia a la cual se refiere su
gestión, y autoridad moral, que no es otra cosa que la demostración de que la
conducta se ha ceñido a principios de ética y de buenas costumbres.
La mala conducta de los jefes constituye uno de los hechos que más atenta
contra la eficiencia de la administración, porque la mayor responsabilidad la tienen
quienes dirigen y quienes conducen. La manifestación más evidente de esta
situación, ha estado representada en la generalizada corrupción del funcionario
público a todos los niveles. Hecho que se ha sucedido, por la falta de controles
propios de una situación, pero también por la culpable actitud de quienes han
desviado el real e irrenunciable sentido de su propia responsabilidad como
integrantes de la comunidad y han colocado por encima de todas ellas el interés
personal, traducido mediante la obtención de beneficios pecuniarios y jugosos.
Hay que hacer valer los ingentes recursos que tiene escondidos el
venezolano. Sembrar una cultura de la eficiencia y hacer hincapié en lo que ha
debido hacerse con la formación del primer recurso del país: el hombre.
Fueron muchos los millones que se robaron, es inmoral para el país que
esto quede impune y el ejemplo sería catastrófico para las futuras generaciones.
Si no hay sanción legal, la democracia puede venirse abajo.
Un efecto derivado del anterior, pero tan importante como éste, esque la
corrupción actúa como un freno a la innovación y el desarrollocreativo porque se
desprotege la propiedad intelectual, el desarrollo denuevas ideas debe pagar el
impuesto del soborno para ser implementado(permisos, patentes, etc.), y las
firmas prefieren invertir sobornos para mantenersu competitividad (por ejemplo,
consiguiendo protección arancelariao créditos subvencionados) que para
desarrollar nuevos productos o procesosproductivos. Los innovadores son presa
fácil de los funcionarios públicoscorruptos porque nuevos productos suelen
requerir patentes o permisosde funcionamiento.
Como hemos señalado, es muy probable que sean los más ricos deuna
sociedad quienes más se beneficien de la corrupción. Si ello sucede, lacorrupción
debiese inducir mayores niveles de desigualdad. Gupta, Davoodiy Alonso-Terme
(1998) encuentran una correlación positiva entre ambasvariables al hacer un
estudio de corte transversal en 37 países, aunque laevidencia no es muy robusta,
tal vez porque el indicador de desigualdad(coeficiente de GINI) suele tener poca
variabilidad. Estos autores tambiénencuentran que la corrupción afecta
negativamente el ingreso del 20%más pobre de esas economías. Ciertamente
esta evidencia no es concluyenteunque sí sugestivapues la causalidad podría ser
inversa; mayoresniveles de desigualdad inducen mayores niveles de corrupción.
La corrupción, ese virus social que hoy nos ha llevado a esta situación de
crisis; debe ser atacado en su raíz. Hay que formar en la escuela una generación
completa con otra mentalidad con respecto a la sociedad, a la vida y a la política.
El Gobierno debe propiciar este cambio. Habría que insistir en campañas
pedagógicas de educación a los ciudadanos, es necesario hacer este
trascendental esfuerzo con la finalidad de corregir fallas y optimizar los aciertos. El
ciudadano es la célula indispensable de la sociedad, por eso debe capacitarse,
oírse y entender que es el centro de donde debe partirse, por eso hay que
fomentar un vasto programa de pedagogía para evitar que siga despertándose
anárquicamente.
Tal perspectiva plantea, por una parte, un nuevo tipo de relación del Estado
con los ciudadanos, y, por otra parte, la necesidad de readaptar la relación
administrativa del Estado de manera que los procedimientos que cotidianamente
tienen que seguir los ciudadanos, expresen un sentido menos despótico por parte
del sector público.
Por otra parte hay que revisar las leyes que han incluido artículos que
contribuyen a la opacidad de la información, como el artículo 33 de la ley del
Estatuto de la función pública que exige que todo ciudadano debe demostrar un
interés legítimo para acceder a cualquier información de carácter público. Debe
existir la publicación oportuna de los indicadores fundamentales del desarrollo:
inflación, empleo, tasas de mortalidad y natalidad, etc., que están retrasadas sin
ninguna justificación. Es inadmisible la ausencia de información de la contratación
de las obras públicas: empresas contratantes, costo y tiempo de ejecución, pues
ello permite garantizar la contraloría social y profesional. A todo nivel educativo
como formación ciudadana en democracia hay que inculcar los principios a favor
del acceso a la información pública. Honestidad Los programas anticorrupción y
fomento de la honestidad también requieren acción persistente y continua en
varias áreas. Las políticas gubernamentales y de las empresas privadas deben
tener como emblema de actuación las normas legales y éticas para su
desempeño.
Es paradójico, pero la aldea global que predijera Mac Luhan, esa que nos
permite saber al instante lo que sucede en Japón y lo que ocurre en nuestra propia
ciudad, genera un fenómeno de homogeneidad que dificulta la capacidad de
discernimiento y reacción. Además el excesivo flujo noticioso crea en la persona la
sensación de no estar bien informada, de indiferencia, de insensibilidad y
pasividad.
Es de vital importancia para sacudir de una vez por todas las indiferencias
ciudadana, establecer en todos nuestros países el voto obligatorio, con
penalizaciones por su omisión. Solo obligando a nuestros ciudadanos a votar su
pena de perder gran parte de sus derechos civiles puede llevar a gran parte de la
ciudadanía a las mesas de las votaciones y de esta manera facilitar el camino para
un gran cambio en nuestras clases dirigentes, que a su vez genere la anhelada
transformación hacia una política sana. Si al voto obligatorio se le añade la total
financiación de las campañas electorales por parte del estado y la absoluta
prohibición de dineros privados, ni fríos ni calientes, pueden surgir seguramente
los líderes de nuevo corte, honestos y solidarios que tanto necesitamos para
combatir la corrupción. Esta estrategia sería a nuestro entender la columna
vertebral de todo un sistema anti-corrupción.