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REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA
UNIVERSIDAD NACIONAL EXPERIMENTAL DE LA GRAN CARACAS
NUCLEO ALTAGRACIA
MATERIA: ÉTICA EN EL EJERCICIO PROFESIONAL

REFLEXIÓN SOBRE LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA CORRUPCIÓN Y LA


EFICIENCIA EN VENEZUELA

INTEGRANTES:
APARICIO VILMA C.I. 6.264.565
GOMEZ WILMARYS C.I. 23.960.950
HERNÁNDEZ AURA C.I. 6.894.723
MANZANO MAYBIS C.I. 15.161.172
REQUENA YARELIZ C.I. 11.673.570
SECCIÓN A10P-302
INTRODUCCIÓN

Definir qué constituye exactamente corrupción es una tarea complejay no


existe una acepción general del término. Las distintas sociedadestienen diferentes
visiones morales, políticas y administrativas sobre quéprácticas son corruptas. No
obstante, para efectos del análisis económico, lamayoría de las definiciones
propuestas da una noción que sin ser exhaustivaresulta suficiente para
caracterizar sus principales causas, modalidades deoperación y efectos. Bayley
(1966) señala que la corrupción, que frecuentementese refleja en actos de
soborno, es un término general que comprendeel mal uso de la autoridad derivado
de consideraciones de beneficio personalque no necesariamente se traduce en
ganancias monetarias. Werlin(1973) define corrupción de manera más restringida
como el desvío defondos públicos hacia propósitos privados. Van Klaveren (1990)
define alburócrata corrupto como aquel que utiliza su cargo público como una
plataformapara obtener ingresos ilegales. De este modo, los ingresos del
servidorpúblico corrupto no dependen de una evaluación social de sucontribución
al bien común sino de las condiciones del mercado y de sushabilidades para
extraer la mayor cantidad de recursos de la demanda delpúblico.
En este caso, el funcionario público opera como un monopolistaque maximiza su
renta. Friedrich (1990) complementa la definición anteriorseñalando que la
corrupción se produce cuando un servidor público al quela sociedad le ha dado
atribuciones para cumplir un determinado deber,realiza actividades en beneficio
personal que reducen el bienestar social odañan el interés público.

La corrupción es un vicio que arruina a la Venezuela de hoy. Está presente


en todos los órdenes de la vida nacional. En el medio político, en la
administración, en la educación, en el campo sindical, en el judicial, en el militar,
en la empresa privada, en el servicio diplomático, en la policía, en los colegios
profesionales, en el Concejo de un Distrito, en la declaración de impuestos, en el
banquero y en el funcionario público, en el fiscal de tránsito, sanidad o protección
al consumidor que negocia la multa o el cierre del establecimiento, en el
funcionario de aduanas que ignora un contrabando; en fin, un mal que se ha
convertido en uno de los peores que tiene nuestro país, que se ha extendido y ha
producido descomposición en todo el cuerpo de la vida pública venezolana.

La corrupción en Venezuela ha estado signada por el hecho de que cada


quien persigue obtener beneficios sin el aporte correspondiente de esfuerzo físico
e intelectual. Se afirma que la corrupción parte de las debilidades de la conducta
humana; es decir, lo que se llama en Psicología el efecto hedónico; o sea, la
inclinación del hombre a disfrutar de los placeres materiales y de los placeres
psicológicos. La conducta hedónica es la que sólo persigue el disfrute del placer.
La conducta humana se manifiesta siempre en ese sentido: Ala inclinación a
utilizar lo que se denomina la "línea de menor resistencia", que conduce al logro
del máximo provecho, de los máximos beneficios, y por supuesto
complementando estas circunstancias, la obtención fácil de recursos que permiten
alimentar las debilidades anteriormente anotadas.

La corrupción en nuestro país ha ido progresando un poco en concordancia


con la evolución que se ha tenido por el ingreso petrolero. Gracias a la situación
favorable producida por el comercio del petróleo, el Estado venezolano se ha
convertido en un generoso distribuidor de una riqueza que no proviene del trabajo,
ni de esfuerzo alguno de parte de nosotros los venezolanos, sino de un bien
producto de la naturaleza y de un conjunto de factores económicos y técnicos,
ajenos a nuestro mérito y a nuestra capacidad. Esta es la peor de las corrupciones
en la cual puede incurrir un país: la malversación del ingreso, producto de un bien
nacional, producto de un recurso natural no renovable, que al ser extraído del
subsuelo y vendido, ya no regresará. En Venezuela se habla de un Estado
Providente, pero esa providencia no ha sido suficiente para eliminar la pobreza en
la que vive más del 80% de la población. Un 10% de los habitantes de este país
se distribuyen más del 50% de la renta nacional. Esta desigualdad ha creado un
modo de vivir desacomodado y la pobreza crítica alcanza a más del 30% de la
población.
El Estado venezolano ha favorecido a sectores y personas que legal o
ilegalmente se han apoderado de la riqueza del país. La providencia del Estado ha
alcanzado a muy pocos en exceso, y a una multitud del 90% del país les ha
cicateado de bienes, que siendo de todos, aprovechan en mayor medida a un
escaso número. Todos los venezolanos somos propietarios de la riqueza
producida en el país, sin embargo no alcanza el bienestar integral que se necesita.
Por eso se atribuye el exceso de ingreso petrolero venezolano, al chorro de dinero
de que hemos dispuesto a la riqueza fácil del petróleo, una buena parte del origen
de este fenómeno. Y esas condiciones, han constituido el cuadro dentro del cual
se ha venido desarrollando este fenómeno que socava las bases éticas y morales
de Venezuela: La Corrupción.

Resulta notable que estas definiciones de corrupción únicamenteconsideren


situaciones en las que interactúan servidores públicos y distintosgrupos o
individuos de la sociedad. Pareciera, aparentemente, que con ellos se niega que la
corrupción exista en el sector privado. Pero ello no es así.

Sin embargo, hay muchos actos de agentes privados que afectan


negativamentea la sociedad, como sucede, por ejemplo, cuando algunas
empresasse conciertan para elevar precios. Estas acciones debieran estar
tipificadas yser sancionadas por los reguladores de los mercados o directamente
por elsistema judicial. Por ello, éstas no constituyen corrupción sino más bienactos
ilegales (faltas o delitos).

No obstante, hay acciones corruptas que ocurren exclusivamente enel


sector privado y no causan una externalidad a la sociedad (un ejemplomuy simple
de éstas es dar propinas a un mozo para conseguir la mejormesa en un
restaurant). En este caso resulta difícil justificar la acción delEstado pues ellas sólo
implican transferencias de rentas entre agentes privados.
Como en este caso las pérdidas económicas que sufre alguna de laspartes
son únicamente privadas, existen todos los incentivos para evitar lacorrupción sin
que se requiera mayor intervención del Estado. Por ejemplo,es responsabilidad del
dueño de una empresa velar por que su patrimoniono se vea perjudicado por
actos de corrupción de sus empleados. No obstante,debe reconocerse que en una
sociedad en la que existe un sólidocódigo ético en el sector privado, habrá
menores incentivos a corromperfuncionarios públicos para obtener rentas ilícitas y
un ambiente de negociosmás sano.

Por estas razones, en este trabajo la corrupción se entenderá como


lautilización de un cargo público en beneficio propio o de terceros y encontra de
los intereses de la institución o comunidad. Resulta difícil especificarclaramente
los límites de esta definición, pues debe reconocerse quehay actividades en las
que la genuina labor de un funcionario público puedeconfundirse con el interés
personal (por ejemplo, para obtener su reelección).

En general, se consideran actos de corrupción el abuso de funciones,el


cobro de comisiones y obsequios ilegales, la exacción de contribucionesilegales
para financiar a los partidos políticos, la evasión o fraude total oparcial de los
impuestos, el cohecho, el soborno, seducción o corrupción deun juez o funcionario
público, y el nepotismo.

A un nivel más profundo, la corrupción puede ser interpretada comouna


falla en la estructura institucional de la sociedad, en particular de sucapacidad de
gobernabilidad. Si la estructura institucional fuese efectiva,los actos de corrupción
serían detectados y sancionados como regla generaly, a la vez, las normas
rápidamente serían adaptadas para inhibir los actosde corrupción. Bajo esta
óptica, algunos autores distinguen dos categoríasde corrupción (Maegher, 1996).
La primera categoría comprende situacionesen que las instituciones
funcionan de manera ineficiente por efecto de lacorrupción, pero los actos de
corrupción son esporádicos, aislados, o deimpacto restringido. La segunda
categoría comprende situaciones en que lasinstituciones son inoperantes debido a
que la corrupción es la norma decomportamiento dominante y el principal objetivo
de los funcionarios esobtener rentas. En este último caso, típicamente, parte
sustancial de lostrabajadores no acude al trabajo o sólo lo hace por pocas horas,
la mayorparte de los ingresos del individuo provienen de prácticas corruptas,
noexisten mecanismos de control y el sistema de incentivos se
encuentragravemente distorsionado.

Cuando la corrupción administrativa llega a niveles tan generalizados como


está ocurriendo en Venezuela, es imprescindible adoptar medidas muy rígidas, y
en esto debe dar la pauta el Presidente de la República, dado que él es el
responsable, en primera instancia, de la transparencia con que se desenvuelva su
gestión como Jefe de Estado.
LA CORRUPCIÓN MORAL

La corrupción moral es fuente, sin duda, de todas las otras corrupciones. La


moral es una ciencia que trata del bien y de las acciones humanas en orden a su
bondad o malicia. La mayoría de los sistemas filosóficos sostienen que las leyes
morales son principios básicos que deben regir la conducta del ser humano.
Aunque estos principios difieren grandemente según las épocas y lugares, algunas
han adquirido un carácter casi universal: respeto a los padres y antepasados,
crianza y educación de los hijos, honradez, justicia, sentido del deber, etc.

Cuando en 1983, el padre Jesús María Oláso, disertó brillantemente sobre


la corrupción moral en un foro sobre la Corrupción en Venezuela, afirmaba: "No
creo, que la existencia precede a la esencia y que el hombre es una pasión inútil
en la vida. Me inclino a pensar que el hombre, cada uno de nosotros, yo, todos,
somos un "proyecto de ser", en parte ya realizado y en parte no. Como dicen,
somos un "ya pero todavía no". "Nuestra personalidad ontológica, el ser sujetos de
la especie humana, hombre o mujer, nos ha venido totalmente dada. No hemos
intervenido en ella; nos encontramos existiendo, siendo, con nuestras capacidades
y limitaciones. Nuestra personalidad nos es dada en parte; venimos al mundo con
un temperamento, pero cada quien nos hacemos nuestro carácter. La
personalidad moral, esa si la hacemos nosotros a través de nuestros actos
humanos. Si son buenos, la hacen crecer; si son malos, inmorales, le privan de
algo que debió tener. Y las tres personalidades -ontológica, psicológica y moral-
forman la esencia completa del hombre que se desarrolla hasta el último momento
de su existencia".

La moralidad o inmoralidad de nuestros actos, la conocemos por la


conciencia moral, nosotros sentimos en ese centro interior que es nuestra
conciencia, cuando crece nuestro ser total, en el bienestar profundo.
Prescindiendo de los estados patológicos, hoy no tan infrecuentes, de conciencias
deformadas, inescrupulosas, etc.
Pues bien, la moral está en profunda crisis en el mundo de hoy, pero
también en Venezuela. Y crisis, se define como el momento crucial de una
situación. Se puede salir de una crisis mejorando o se puede hundir después de
una crisis.

El país entero, obligado ahora por la crisis económica, está en una


disyuntiva: o tomamos un camino moral y sano, o nos hundimos, perdiendo lo que
queda de valioso de nuestra democracia y nuestra economía.

LA CORRUPCIÓN ADMINISTRATIVA

Los principios de la administración científica están orientados básicamente


hacia dos objetivos:

1.- Lograr la mejor combinación de los factores del proceso productivo hacia el
logro de la eficiencia social y ajustar la conducta de los administradores a
principios de ética que generalmente no están contenidos en el texto de la ley,
sino que están en la conciencia de los que administran.

2.- Para poder administrar dentro de este esquema, es necesario tener autoridad
real. El funcionario que pretenda administrar con autoridad real deberá tener
autoridad técnica, que es el conocimiento de la materia a la cual se refiere su
gestión, y autoridad moral, que no es otra cosa que la demostración de que la
conducta se ha ceñido a principios de ética y de buenas costumbres.

Está científicamente probado que el que pretenda dirigir y coordinar el


trabajo de los hombres, en procura de un objetivo cualquiera, no consolidará
autoridad real si no tiene autoridad moral para hacerlo. De allí, que la eficiencia de
la gestión administrativa, cuando no hay autoridad moral siempre está en
entredicho.

La mala conducta de los jefes constituye uno de los hechos que más atenta
contra la eficiencia de la administración, porque la mayor responsabilidad la tienen
quienes dirigen y quienes conducen. La manifestación más evidente de esta
situación, ha estado representada en la generalizada corrupción del funcionario
público a todos los niveles. Hecho que se ha sucedido, por la falta de controles
propios de una situación, pero también por la culpable actitud de quienes han
desviado el real e irrenunciable sentido de su propia responsabilidad como
integrantes de la comunidad y han colocado por encima de todas ellas el interés
personal, traducido mediante la obtención de beneficios pecuniarios y jugosos.

La magnitud de lo que esta desviación ha representado para el universo


ético de la colectividad venezolana, se ha traducido en un verdadero caos, lo cual
exige una lucha a fondo, de verdad, contra este flagelo.

La corrupción administrativa en Venezuela tiene tantas modalidades que


sería difícil definirlas todas pero, en términos generales, se realiza especialmente
a través de todo tipo de contratos de obras o de servicios por los funcionarios que
de alguna manera tienen la posibilidad de influir en la decisión en favor de uno u
otro. Se realiza en toda clase de autorizaciones, permisos, licencias y solvencias;
en todas las gestiones que se hacen por medio de las aduanas del país, para la
nacionalización de mercancía, cuando se trata de pagar impuestos o multas. Se
concreta en los Concejos Municipales de toda la República cuando se trata de
otorgar permisos o solvencias y se realiza en el Seguro Social Obligatorio para
eliminarle el pago a cualquier industria a cambio de una parte de la sanción, de la
multa o de la contribución; y se realiza también en el Instituto Nacional de
Cooperación Educativa por parte de los funcionarios que de alguna manera tienen
la facultad de servicio a los contribuyentes, y, en general, en el otorgamiento de
los contratos de propaganda y publicidad; todo lo que significa el control de
divisas, que representó un caso de corrupción administrativa muy notorio.

Y los hechos que contribuyen a afianzar la corrupción, son de sobra


conocidos, uno de los cuales es el sobreprecio; el sobreprecio consiste en que si
la cosa vale un millón de bolívares, por ejemplo, el administrador admite que vale
dos, para repartir. El sobreprecio en Venezuela ha llegado a generar un
incremento tan notable de obras y servicios que en algunos casos los duplica. Otro
tipo de corrupción practicada, consiste en el pago de comisiones que no deja
huella para la acción legal. Existe además, otra forma de corrupción que no deja
ningún rastro, porque no hay ninguna huella que quede que no sea el
enriquecimiento del funcionario, motivado a que existen innumerables trámites
frente a los cuales el ciudadano tiene que enfrentarse para conseguir que la
administración tome las decisiones que él requiere, aunado a esto un poder
discrecional bastante grande del funcionario público, en consecuencia el
administrado se encuentra frente al administrador en una posición de debilidad y el
administrador le cobra, y este es un rasgo de corrupción que tenemos en
Venezuela, pagar para que el empleado haga lo que le corresponde hacer. Este
tipo de delito que no deja ningún rastro no puede ser probado porque
sencillamente sus dos únicos testigos no tienen interés en hacer público lo que allí
sucedió. La persona a quien le quitaron una cantidad de dinero, ha cometido
también un delito y no va a salir a denunciarlo y mucho menos la que recibió el
dinero o lo pidió; en consecuencia, la única manera eficaz de saberlo se constata
cuando el funcionario sale del cargo, con un medio de vida muy superior a aquello
que su sueldo le hubiese permitido si hubiese actuado con honestidad.

El Estado de hoy interviene en la economía, la regula, produce bienes,


presta servicios, etc., tiene un ámbito muy amplio, lo que extiende las
posibilidades de corrupción. En los países industrializados se había logrado
sanear el aparato administrativo, cuando se produce este auge en la actividad
estatal, y por eso, si bien en esos países existe la corrupción, el grado es menor y
el castigo se hace presente y esa es quizás la diferencia esencial que existe entre
ellos y nosotros. La crisis que azota al país, consecuencia de muchas
corrupciones, ya no es posible ocultarla. Se ha profundizado la brecha entre ricos
y pobres por la injusta distribución de la riqueza. Y todo esto podría agravarse con
el mal uso que pueda hacerse de las actuales medidas económicas. La inflación,
la especulación, la fuga de capitales, la corrupción en el trámite de divisas, la baja
del poder adquisitivo del salario, el desempleo, la desinversión, son atentados
criminales contra la vida digna a la que tenemos derechos los venezolanos. El
Gobierno debe administrar con capacidad, honestidad y austeridad, y ciertamente
está en la obligación de crear confianza y seguridad.

Después de transcurridos 32 años de Democracia, se observa que no se ha


logrado superar el problema del enriquecimiento indebido, que una de las causas
que motivó la caída de la Dictadura sigue con una vigencia plena. Siempre el
gobierno nuevo dice llegar al poder con la intención de sanear la administración,
de impedir la corrupción administrativa. Lamentablemente, al mismo tiempo se
incurre en el mismo vicio. Es grave la responsabilidad de haber malversado miles
de millones de bolívares, pero más grave sería que en estos momentos críticos no
se hiciera buen uso de las actuales medidas para corregir el rumbo.

DIAGNÓSTICO DE LAS CAUSAS DE ORÍGEN Y PROPAGACIÓN


DE LA CORRUPCIÓN

La erradicación de la corrupción en Venezuela exige como paso conocer las


causas de su origen y propagación, y la solución verdadera y eficaz sería la que
ataca sus causas.
En este sentido, se presenta un extracto de las causas más recurrentes
encontradas en el rastreo de opiniones realizado, que enumeramos a
continuación:

1.- El Deterioro Progresivo de la Moral.

Hay crisis económica, política y social, porque sufrimos una crisis de


valores humanos y cristianos. Vivimos una pérdida de valores que afecta la
relación y cohesión familiar. Existe la corrupción porque falta la honestidad. Existe
la delincuencia porque no se cultivaron las virtudes de honradez y el sentido de la
responsabilidad. Existe la brecha entre ricos y pobres porque se ha deteriorado el
sentido de la justicia. Hay insatisfacción porque no tenemos ideales claros por los
cuales luchar. Se ha perdido la razón religiosa o el freno moral de la conciencia.
En el mundo de hoy prevalece el "permisivismo moral" que todo lo permite y
desprecia la idea cristiana del pecado. Acepta la corrupción y la inmoralidad.

Hay que tener en cuenta que cuando se analiza el tema de la corrupción, se


señala, con cierta razón, que los corruptos no tienen sanción moral en el país. Los
corruptos pareciera más bien que se les recibe, se les acepta y hasta se les
considera. La sociedad mira con indiferencia y a veces con admiración a quienes
delinquen, tomando entonces la situación un carácter mucho más grave: no existe
la sanción moral, la cual sería el rechazo de la sociedad a los corruptos, ni ningún
otro tipo de sanción como la encarcelación o la expropiación de lo robado. Lo
robado, bien robado está.

La reforma tiene que comenzar entonces con la reforma de la sociedad


misma. Hay que comenzar a cambiar los valores, las actitudes, las conductas de
las personas que forman la sociedad venezolana. Se deben buscar alternativas y
acciones que conduzcan a dar soluciones a los grandes problemas socio-
económicos, culturales y de valores, como consecuencia de un progresivo
deterioro de la moral.
Es necesario entonces, que se mueva la conciencia moral del país y se
aplique la sanción moral a quienes se adueñan de los dineros públicos, lo cual
sería un freno importante para impedir que en Venezuela se cometan hechos de
corrupción.

2.- Nuestra Defectuosa Formación Cívica.

El crecimiento económico guarda estrecha relación con el crecimiento del


hombre. El desarrollo alcanzado por las grandes potencias ha sido el fruto de
muchos otros factores que no son solamente el económico, sino que tienen que
ver sobre todo con el desarrollo alcanzado culturalmente y con ciertas actitudes
ante la vida, el trabajo, el ahorro, la previsión, la ganancia, el bienestar y rige en
ellos un profundo respeto por el juramento, existe la ética y no se tolera el mentir.

La corrupción en Venezuela es parte de nuestro proceso cultural. Somos


una cultura apoyada en la improvisación y en la retórica. La tendencia a la
indisciplina, al desorden y a las acechanzas, son aristas de la idiosincrasia
venezolana. Existe una actitud bastante marcada que se rige por la viveza. Esta
viveza se ha convertido en corrupción, que va ganando terreno, como un normal
desarrollo de las relaciones del comportamiento ciudadano. Ser hoy rico a como
dé lugar, es ser "vivo". Como vieja dolencia que se está haciendo crónica,
observamos la ausencia de normas en el comportamiento de los ciudadanos, la
falta de civismo.

El gobierno democrático, ha administrado el país político con venezolanos


que tienen mucho de esas características en su comportamiento: tendencia a la
dispersión de esfuerzos y a los manejos anárquicos, lo cual ha conducido a este
grado de descomposición general.

En Venezuela existe la ética del beneficio sin límites. El escenario que


ofrece el país es deplorable. Es obvio que si nuestra sociedad tiene esta
característica tiene su cuota de participación en el fracaso de las metas que se
han trazado muchos políticos, que no han evaluado la estructura que se requiere
para levantar un país.

No se puede considerar a estos parámetros mencionados anteriormente


inmodificables; el país entero obligado por la crisis, irá cambiando ante la
emergencia de un nuevo venezolano.

Don Simón Rodríguez, el más penetrante de los analistas de la realidad


latinoamericana, lo advertía y fue la de insistir en la formación de Republicanos
para hacer Repúblicas, que tuvo tanto acierto en su tiempo y sigue aún vigente.
En nuestro país se ha perdido el camino conducente a ciertas orientaciones para
el logro de una correcta formación ciudadana. Una cierta anarquía está
funcionando como consumación de ruptura frente a la vieja tabla de valores, frente
a la estimativa de venezolanos de otras generaciones.

El problema de la formación del venezolano hay que atacarlo en su raíz.


Habría que apuntar hacia la escuela. Se necesitan los maestros para la enmienda
urgente, los planes y más que toda la voluntad del Gobierno Nacional, respaldada
por todos los estratos de la sociedad venezolana, en una búsqueda definitiva de
nuestro mejor destino.

Hay que hacer valer los ingentes recursos que tiene escondidos el
venezolano. Sembrar una cultura de la eficiencia y hacer hincapié en lo que ha
debido hacerse con la formación del primer recurso del país: el hombre.

3.- La Inoperancia de la Dirigencia Política del País.

La cruzada para combatir la corrupción es inoperante. No se ha hecho nada


trascendente y los resultados son poco relevantes en la lucha contra la corrupción.
La solidaridad partidista liquida lentamente la credibilidad de los ciudadanos en
sus dirigentes políticos. Cuando un dirigente político es acusado de corrupción, la
primera reacción de su partido es el rechazo a la acusación. Si el caso es
evidente, el partido se cruza de brazos y no colabora en la investigación o la
sanción. Los partidos políticos no se han puesto de acuerdo para diseñar y
ejecutar una estrategia nacional para enfrentar la corrupción, porque no les resulta
conveniente por los vasos comunicantes entre la corrupción y el liderazgo político,
consecuencia entre otros aspectos del origen del financiamiento electoral
venezolano. Y como en Venezuela todo lo que hay es del Estado, hay todo un
ciclo en los cuales está presente el Estado. El Estado tiene todas las facultades,
desde el crédito que se otorga a una empresa hasta el mercado, y cuando la
economía privada depende tanto del Estado, es obvio que tiene que existir un
soborno permanente de la burocracia política que dirige al Estado venezolano, a
través de los procesos representativos. Eso ha dado' origen a la fusión o
componenda entre los partidos políticos y los grandes grupos del capital
venezolano.

El clientelismo político, conforma el otro germen para que los partidos en el


poder permitan y fomenten la corrupción. La maquinaria política que configura el
engranaje de la organización, cede terreno a comportamientos clientelares, que
terminan generalmente violentando las normas éticas y morales al manejar los
recursos del Estado, cuando se está en el poder. Mantienen en nómina a
personas que no se necesitan, los eternos reposeros; los dirigentes políticos
permiten una corrupción que se hace necesaria para sostener la clientela, y los
integrantes de las cúpulas o dirigentes máximos, abusan de su papel e influencia
para realizar actos de corrupción.

El endeudamiento que hoy pesa sobre Venezuela, se hubiera evitado si en


el Congreso hubiese actuado una fracción decidida y valerosa, pero la corrupción
es del gobierno y de la oposición, si los partidos de la oposición se hubiesen
amotinado, evidentemente que el país no habría llegado a contraer la deuda.
Claramente es que hay una falta de verticalidad. La dirigencia política del país no
se compadece con las graves y dramáticas circunstancias que caracterizan a la
Venezuela actual. De una manera increíble hemos vivido durante una parte
significativa de nuestra democracia, sin darle una institucionalidad sólida al país y
ha sido vacilante ante la instrumentación de un Estado de Derecho, activo y eficaz,
mostrando una tendencia al secreto que atenta contra la necesaria transparencia
que deben tener las decisiones de Estado. Se pone de manifiesto el más
elocuente contraste entre lo que se dice y lo que se promete, y lo que la realidad
social y económica requiere para salir del atraso.

Todas estas circunstancias deterioran a los partidos, a la sociedad y a la


democracia porque la ley no se cumple, porque no se establecen
responsabilidades y, en definitiva, porque no han sido capaces de aplicar las
medidas necesarias para encarar con más eficiencia este desajuste social. Ha
llegado el momento en que los partidos políticos se pongan de acuerdo para
cumplir con el mandato popular. Es imposible seguir gobernando a espaldas de la
mayoría, de lo contrario serán superados como instrumentos de poder.

Las naciones tienen momentos en su historia donde se impone un liderazgo


efectivo, capaz de enfrentar todos los obstáculos y dispuestos a lograr una
verdadera solidez interna.

4.- La Partidización del Poder Judicial.

Este poder no funciona plenamente. En primer lugar porque la corrupción


más practicada consiste en el pago de comisiones que no deja huella para la
acción legal; y en segundo lugar porque para nadie es un secreto la evidente
partidización del poder judicial, al parecer la corrupción también se ha extendido al
poder judicial. Preocupa que aún sigamos observando las sentencias que deja sin
sanción a quienes han quebrado y estafado a Venezuela. La partidocracia está
administrando justicia. Hay ausencia de rectitud en los tribunales de la República.
Los dirigentes políticos han expresado en elocuentes discursos, de las bondades
de un poder judicial autónomo y revestido de la majestad y el poder necesarios
para que el pueblo le encuentre el beneficio invalorable de la justicia. Pero en la
práctica se quedan en la pura retórica.

Es muy importante que la justicia como fin primario de la sociedad, sea no


sólo independiente de las otras funciones del Estado, sino realizada lo más
perfectamente posible.

Se espera que los jueces tomen conciencia de su gran responsabilidad


histórica y procedan con todo el coraje a aplicar la correspondiente sanción penal
a quienes han metido sus manos en las arcas del Estado, y enviarlos de una vez
por todas a la cárcel.

Fueron muchos los millones que se robaron, es inmoral para el país que
esto quede impune y el ejemplo sería catastrófico para las futuras generaciones.
Si no hay sanción legal, la democracia puede venirse abajo.

En fin, la lucha contra la corrupción debe ser implacable. El Gobierno


Nacional y los gobiernos regionales deben empeñarse a fondo en esta tarea. No
es posible que continúe el derroche y el despilfarro en esta situación de crisis. El
pueblo exige castigo ejemplar para los corruptos.

LOS EFECTOS DE LA CORRUPCIÓN

Aparte de sus connotaciones éticas y sociales, desde un punto devista


económico cada acto de corrupción provoca un costo social en lamedida en que
las decisiones sean tomadas por funcionarios públicos deacuerdo a motivos
ajenos a los legítimos, sin tomar en cuenta las consecuenciasadversas
(externalidades negativas estáticas y dinámicas) que ellastienen sobre la
comunidad. Cuando la corrupción es generalizada, ello significauna distorsión
grave para el funcionamiento de una sociedad desdeun punto de vista político,
social y económico tanto en el corto como largoplazo. Los efectos son,
evidentemente, demasiado numerosos para describirlosdetalladamente y algunos
de ellos ya han sido esbozados más arriba.Por ello, hemos agrupados sus
impactos de manera general en tres categorías: impacto económico, impacto
político, e impacto social.

A.- Impactos económicos.

Los impactos económicos de la corrupción se ramifican en muchasáreas del


sistema económico. La primera área que se ve afectada son lasdecisiones de los
productores respecto del esfuerzo productivo y el tipo deobjetivos de producción
que se persiguen. Adicionalmente, como se describemás abajo, se distorsionan
las decisiones de inversión y la producción delargo plazo. Una segunda área
afectada es el funcionamiento administrativodel Estado, pues los funcionarios
corruptos desarrollan mecanismos de preservaciónque erosionan la capacidad de
gestión pública. Más aún, la corrupciónincide en los procesos de toma de
decisiones del Estado distorsionándola asignación de recursos.La corrupción
distorsiona los incentivos con los cuales opera laempresa privada reduciendo la
eficiencia económica. Cuando se percibe laposibilidad de corromper a un
funcionario público, hay un desvío de recursosdesde actividades netamente
productivas hacia aquellas denominadas debúsqueda de renta, las que no
aumentan el bienestar de lasociedad. Así, los negocios más productivos no
dependen de la competitividadde las empresas sino de su capacidad de influir en
los responsables detomar las decisiones respecto a la regulación o el destino de
los fondospúblicos.

La corrupción reduce el crecimiento económico al reducir los incentivosa la


inversión. Este mecanismo opera en varias formas. Primero,los negocios hechos
sobre la base de sobornos son más riesgosos que losproyectos legales porque no
hay derechos de propiedad legales y por lotanto la cartera de inversiones de la
economía tiene mayores niveles deriesgo del óptimo. Segundo, si los negocios se
obtienen por conexiones opagos ilegales, se desincentiva la entrada de
potenciales empresarios a los mercados, en particular, los inversionistas
extranjeros.

Un efecto derivado del anterior, pero tan importante como éste, esque la
corrupción actúa como un freno a la innovación y el desarrollocreativo porque se
desprotege la propiedad intelectual, el desarrollo denuevas ideas debe pagar el
impuesto del soborno para ser implementado(permisos, patentes, etc.), y las
firmas prefieren invertir sobornos para mantenersu competitividad (por ejemplo,
consiguiendo protección arancelariao créditos subvencionados) que para
desarrollar nuevos productos o procesosproductivos. Los innovadores son presa
fácil de los funcionarios públicoscorruptos porque nuevos productos suelen
requerir patentes o permisosde funcionamiento.

El análisis de la corrupción, mirado desde la óptica del sector


público,frecuentemente olvida que la corrupción representa un robo de
recursospúblicos. No es inusual encontrar análisis que igualan la corrupción a
unimpuesto. En primer lugar, aunque tanto los impuestos como la
corrupciónimponen mayores costos al productor, la recaudación de esta última
es“privada” y, por lo tanto, se pierde el potencial uso de dichos recursos enfines
socialmente más productivos. En segundo lugar, la corrupción es costosapara la
sociedad por el hecho mismo de ser ilegítima. Por un lado hayrecursos destinados
a evitar la corrupción y sancionarla, y por otro lado,quienes participan en actos
corruptos deben destinar recursos a evitar serdescubiertos. La necesidad de
mantener en secreto la corrupción hace quese deban gastar más recursos para
recolectar un cierto monto de “recaudación”que si se usa directamente un
impuesto. Peor aún, a diferencia de unimpuesto, la corrupción genera distorsiones
sociales y políticas potencialmentemucho más graves que las inducidas por un
impuesto.
La toma de decisiones en el sector público puede ser
dramáticamenteadulterada cuando los servidores públicos son corruptos. Por un
lado, lacorrupción suele conducir a la aprobación de proyectos públicos basados
enla capacidad que tiene el funcionario corrupto de extraer beneficios delmismo y
no en su necesidad social. Prueba de ello es la tendencia en lospaíses en
desarrollo a financiar megaproyectos de infraestructura de dudosovalor social,
usualmente llamados “elefantes blancos”. Ello lleva a decisionesde inversión y
tecnología inadecuadas. Por otro lado, cuando las decisionesno son honestas, se
tiende a una falsificación de la información y losdatos que hace difícil la
planificación e implementación de las políticaseconómicas. En último lugar, la
corrupción lleva una pérdida de confianzaen la capacidad del gobierno para
implementar las políticas económicas. Lapoblación acepta y apoya políticas
públicas cuando los funcionarios públicosson competentes, imparciales y actúan
de manera honesta. Por el contrario,cuando el Estado es corrupto, apoyar una
política o cumplir unanormativa es generalmente menos beneficioso para los
individuos que pagarun soborno. Se produce, así, un equilibrio de no-cooperación
entre losindividuos, en el que para todos es más beneficioso individualmente
aceptarla corrupción.

B.- Impacto político.

El impacto político puede medirse a través de diversos elementos.La


corrupción reproduce y consolida la desigualdad social y preserva lasredes de
complicidad entre las élites políticas y económicas. La desigualdadeconómica y
política se refuerza al producir una asignación socialmenteinjusta de los bienes y
servicios provistos por el Estado. La clase políticaconsolida su accionar sobre la
base del clientelismo olvidando su papelcomo intérprete de las necesidades de
toda la sociedad. Cuando la corrupciónse generaliza, se deslegitima el sistema
político.La corrupción mina la legitimidad de los gobiernos. Cuando losfuncionarios
públicos persiguen sus propios intereses entran en conflictorápidamente con los
intereses de la sociedad y de la gestión pública. Elloproduce un desbalance de
autoridad entre instituciones públicas, en primerainstancia, y entre el Estado y la
sociedad civil, en segunda instancia. Estosconflictos llevan a deslegitimar el
gobierno y, en el caso extremo, a ladesobediencia civil y violencia que caracteriza
muchos regímenes latinoamericanos.

Un corolario frecuente de la de legitimización política es el populismoy la


aparición, típicamente fugaz, de caudillos redentores. Además,se desincentivan
las decisiones políticamente costosas. La corrupciónhace posible que se
institucionalice la ilegalidad. Esto conduce inevitablementea litigios y cargos
calumniosos por lo cual hasta funcionarios honestospueden ser chantajeados.

Adicionalmente, la corrupción desgasta los valores democráticos yla


igualdad política, porque discrimina en contra de los grupos más pobresque no
pueden pagar sobornos a los funcionarios corruptos. Algunos autoressugieren que
la corrupción es sólo un reflejo de esta desigualdad y no sucausa. Kaufmann
(1999) presenta evidencia en contrario al estudiar la experienciade los países en
transición que tenían, debido a su pasado socialista,niveles de desigualdad
comparativamente bajos, pero en los cuales la corrupciónha florecido
recientemente con la consiguiente exclusión de losgrupos de menores ingresos o
sin capacidad de lobby.

C.- Impacto social.

Algunos investigadores argumentan que la corrupción puede tenerciertos


efectos benéficos desde un punto de vista social, tales como elacceso no-violento
a los asuntos gubernamentales cuando los canales políticosestán bloqueados, o la
reducción de tensiones entre el servidor públicoy el político a través de los
vínculos desarrollados por medio de una cadenade intereses comunes. Sin
embargo, el principal argumento para rebatir estetipo de propuestas radica en que
la corrupción posibilita mantener la situaciónsocial a corto plazo, pero imposibilita
el desarrollo y consolidación deun régimen democrático y económico adecuado.

De hecho, la corrupción acentúa las diferencias sociales al limitar elpapel


del Estado como mediador de las demandas de los distintos grupossociales. Las
clases populares o marginales se ven sometidas a un procesode exclusión social y
político, ya que la corrupción a la que tienen menosacceso por falta de recursos
los aleja del sistema formal y los obliga aacceder de manera informal a sus medios
de subsistencia. En un sistema decorrupción generalizada el interés por los
sobornos reemplaza los criteriosde gestión profesional, destruyéndose los
incentivos a desarrollar carrerasfuncionarias basadas en el mérito y,
consecuentemente, reduciéndose elvalor social de la formación de capital humano
y valores sociales talescomo la honestidad.

Como hemos señalado, es muy probable que sean los más ricos deuna
sociedad quienes más se beneficien de la corrupción. Si ello sucede, lacorrupción
debiese inducir mayores niveles de desigualdad. Gupta, Davoodiy Alonso-Terme
(1998) encuentran una correlación positiva entre ambasvariables al hacer un
estudio de corte transversal en 37 países, aunque laevidencia no es muy robusta,
tal vez porque el indicador de desigualdad(coeficiente de GINI) suele tener poca
variabilidad. Estos autores tambiénencuentran que la corrupción afecta
negativamente el ingreso del 20%más pobre de esas economías. Ciertamente
esta evidencia no es concluyenteunque sí sugestivapues la causalidad podría ser
inversa; mayoresniveles de desigualdad inducen mayores niveles de corrupción.

Una última característica social de la corrupción que la hace tanpeligrosa es


que se retroalimenta. En la medida que se observa corrupciónaumenta la
percepción de permisividad, lo cual incentiva a otros a realizaractos de corrupción
(Aedo, 1995)
ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN AL PROBLEMA DE LA
CORRUPCIÓNEN VENEZUELA

La corrupción en Venezuela debe ser combatida desde distintos frentes y


tomando en cuenta las causas que originan este hecho social de tanta
complejidad, se vislumbran entre otras las siguientes soluciones:

1.- Venezuela Necesita de una Renovación Cultural y Moral.

La corrupción, ese virus social que hoy nos ha llevado a esta situación de
crisis; debe ser atacado en su raíz. Hay que formar en la escuela una generación
completa con otra mentalidad con respecto a la sociedad, a la vida y a la política.
El Gobierno debe propiciar este cambio. Habría que insistir en campañas
pedagógicas de educación a los ciudadanos, es necesario hacer este
trascendental esfuerzo con la finalidad de corregir fallas y optimizar los aciertos. El
ciudadano es la célula indispensable de la sociedad, por eso debe capacitarse,
oírse y entender que es el centro de donde debe partirse, por eso hay que
fomentar un vasto programa de pedagogía para evitar que siga despertándose
anárquicamente.

Las comunidades tampoco han asumido su papel protagónico en la vida del


país, y ello hace menos seguro y eficaz el reclamo que puede hacerse a los
representantes del Estado. Se precisa que la organización comunitaria del país se
haga sentir, para que la nación recobre la capacidad de influir en las decisiones
fundamentales de las autoridades que conforman el Gobierno y la República. El
venezolano y la sociedad, en general, no pueden seguir reconociéndose en el
falso retrato que le muestran los funcionarios y los dirigentes. Ya está
comenzando a surgir una conciencia social y empiezan a producirse reacciones
inesperadas ante el cúmulo de conflictos no resueltos. Es necesario quebrar esa
percepción del país, que nos ata al complejo del pasado, que nos proyecta a un
futuro falso, hacia planes y proyectos irrealizables. Debemos afrontar el presente,
dar satisfacción a los derechos y expectativas del venezolano, con una visión del
futuro, pero aprendiendo la lección de los errores del pasado. Nuestra democracia
tiene innumerables méritos y uno de ellos es habernos conducido durante más de
una generación en medio de innegables dificultades y con importantes avances. El
país está en emergencia de un nuevo venezolano. El hombre no es perfecto, y las
instituciones están formadas por hombres, sin embargo, todo puede mejorar si hay
la voluntad de hacerlo.

Urge también un cambio en las estructuras de comunicación social. Una


comunicación social, que fomente la responsabilidad y el compartir, la austeridad y
la solidaridad, el sentido del trabajo y la unidad familiar, la sensibilidad hacia la
justicia y el bien común, la formación hacia un sentido crítico y hacia la
participación, el cultivo de una sana conciencia moral y religiosa. Es preciso hacer
un ajuste en nuestra comunicación social, es decir, ponerlo en sintonía con lo que
la nación requiera, y que sea de veras protagonista de un nuevo tiempo para
Venezuela. La televisión es un medio de cultura que, bien aprovechado, es
necesario; pero su actividad de hoy resulta un vehículo de pornografía, violencia y
un estímulo despreciable de la delincuencia. En Venezuela, según cifras
suministradas por el Departamento de Mercadeo de una importante compañía
publicitaria, de un total de 400 hogares en situación de pobreza crítica, 390, es
decir el 90%, poseen un aparato de televisión. Estas cifras nos muestran el alto
grado de penetración que posee la televisión en nuestro país. De ello se deriva
necesariamente una honda preocupación acerca de la comprobada influencia o
efectos que los mensajes transmitidos por este medio pueden tener sobre nuestra
población.

Los medios de comunicación social deben asumir el papel que les


corresponde, revisar su cuota de responsabilidad en el desarrollo de nuestra
infancia y juventud venezolanas, en este momento en que toda Venezuela debe
participar y tomar las riendas de su propio destino.
2.- La Recuperación del Liderazgo Político y Económico de la Nación.

El liderazgo político y económico de la nación tiene el desafío de contribuir


con sinceridad en la recuperación de nuestro pueblo. Hacen falta verdaderos
misioneros de la política. Se carece de una jefatura genuina, sin artificios, seria, en
cuya palabra se pueda creer a ciegas. Los partidos políticos han estado inmersos
en una crisis de conducción, y en general, no han sido capaces de elaborar y
desarrollar una estrategia de poder coherente y eficaz. Se impone un nuevo
liderazgo, nuestro país requiere de hombres de esencia, de hombres de grandeza
moral y espiritual, sin apegos al contorno de lo personal. La pasión del dinero
exige reforzar la honestidad con normas especiales. Si se quiere la vigencia del
sistema democrático, se hace necesario eliminar vicios que todos conocemos. De
no ser así, pereceremos con peligro de existencia del sistema. La situación actual
obliga a los partidos y a los políticos a prescindir de posiciones inútiles, deberán
actuar en atención a lo que está ocurriendo en el país y va a seguir sucediendo si
enérgicamente no se cambia de actitud, que hasta ahora han sido alcahuetes en
el envilecimiento y en la corrupción general de Venezuela.

Bolívar escribió desde Angostura, que la mayor suma de felicidad de un


pueblo se logra con la tranquilidad económica, el respeto a las leyes y la
honestidad de los servidores públicos. En este país quedan todavía hombres
dignos que sienten a la patria como algo entrañable, y que no permitirán que la
idea bolivariana se extinga.
Cuando un partido político condena a un miembro suyo como corrupto y lo
expulsa de su cargo y de su partido, éste no se debilita sino que se fortalece.
Cuando alguien es condenado por un delito de corrupción no se debilita la
institución a la que pertenece el condenado, como no se debilita el país por el
hecho de que un ciudadano cometa cualquier delito, sino que el país sale más
bien fortalecido por las sanciones morales o las sanciones jurídicas contra todos
aquellos que violan las leyes.
No puede ser que sigan habiendo en Venezuela juicios de corrupción que,
apoyados en la solidaridad de sus partidos, quedan sin sanciones. Los juicios que
hay planteados deben llegar a una conclusión. Si alguien incurre en un hecho de
corrupción, no tiene porque ser defendido por ninguna comunidad ni por ninguna
institución.

3.- La Reforma del Estado y del Sistema Político en General.

Se hace extremadamente necesario, mirar y enfilar con toda energía hacia


la pronta implementación de la Reforma del Estado, ya que es un instrumento
valedero para sanear al país. Uno de los caminos a seguir, es aplicar las
sugerencias de la Comisión para la Reforma del Estado, encauzadas en las
bondades de un poder judicial, autónomo y revestido de la majestad y el poder
necesarios para que el pueblo encuentre que la democracia le ofrece el beneficio
invalorable de la justicia; en la descentralización del Estado, que desde el punto de
vista del aparato público, tiende a eliminar la congestión de decisiones y de la
ejecución en las cúpulas de dirección pública, dejando a estos niveles para el
establecimiento de los lineamientos estratégicos fundamentales. La
descentralización opera como un mecanismo cuyo propósito es redistribuir las
instancias de decisión, evaluación y control de procesos, mientras que los niveles
superiores del sector público pueden disponer de mayores recursos para la
dirección estratégica de la sociedad. Esto no implica dividir artificiosamente al
sector público, sino imprimir énfasis en el proceso político, institucional y
administrativo.

La descentralización y la desconcentración implicada no son posibles si, al


mismo tiempo, no se estimula el desarrollo de la organización ciudadana, respecto
a la cual el aparato público se vea compelido a responder y con la cual pueda
entrar en una relación que propicie el éxito de la gestión.
Esto significa que si bien la autonomía de la sociedad civil no debe ser
interferida, una comprensión estratégica correcta puede llevar a estimular sus
avances y sus expresiones multiformes. En la medida en que en la negociación de
las políticas públicas participen sectores organizados de la ciudadanía, pueden
tener un mayor filo democrático, una participación mayor y una representatividad
superior. En este sentido, las políticas públicas en términos de estricto derecho
pueden dejar de ser exclusivamente públicas para reintegrarse en la gestión
privada.

Tal perspectiva plantea, por una parte, un nuevo tipo de relación del Estado
con los ciudadanos, y, por otra parte, la necesidad de readaptar la relación
administrativa del Estado de manera que los procedimientos que cotidianamente
tienen que seguir los ciudadanos, expresen un sentido menos despótico por parte
del sector público.

Tales objetivos requieren un nivel creciente de profesionalización de la


administración, que tienda no sólo a niveles superiores de eficiencia, sino que
provea de una concepción práctica de la democracia a los funcionarios públicos,
sin lo cual seguirán siendo el brazo armado del autoritarismo diario del Estado.
En las instancias directivas y supervisorias puede crear, aunque no lo asegura,
una integración entre la planificación y la implementación, en las cuales decisiones
de carácter político tengan la base técnica indispensable. De este modo se puede
tender a conjurar la separación entre lo político y lo técnico que conduce a altos
grados de ineficiencia que conspiran contra los objetivos expresos de la gestión
pública.

Esta integración no es un problema de "mecánica administrativa", es sobre


todo un replanteamiento de poderes en juego. Requerir esta conexión entre la
planificación y la implementación tiene profundas consecuencias políticas, pues
significan un impulso a la renovación del liderazgo político y de los niveles
decisivos de la administración pública; entre otras razones, porque los
automatismos tradicionales no permiten afrontar creadoramente los desafíos que
la crisis está poniendo sobre la mesa.

Un proceso de descentralización que se corresponda con una relación


diferente entre el Estado y la sociedad civil, el marco de una profesionalización de
la administración pública, puede crear un desarrollo muy favorable a lo que se
podría aspirar que fuese una racionalidad democrática en la elaboración y
ejecución de las políticas.

Desde luego, tal cometido implica reordenaciones fundamentales de la


acción política. Una vertiente sumamente interesante en esta dirección es la
transformación de los partidos en orden a una actualización programática, lo que
permitiría la renovación de objetivos y metas. Es claro, que esto requiere de una
apertura de los partidos hacia la sociedad y hacia su propio interior, de manera
que los sectores emergentes de la sociedad encuentren adecuada expresión en
las diversas instancias de elaboración política y en la presencia institucional que
ostentan las organizaciones políticas.

Partidos excesivamente pragmatizados, van perdiendo su capacidad


productora para limitarse a una condición reproductora del sistema que la propia
crisis pone en cuestión. De lo anterior se infiere, que una transformación de los
partidos crea bases adecuadas para un cambio de su propia relación con el
Estado, en la cual puedan privilegiar su papel desde la ciudadanía hacia "arriba",
antes que ser instrumentos de encuadramiento y control hacia "abajo".

Al mismo tiempo, una presencia organizada y ciudadana capaz de tener


interlocución con el Estado crea nuevos dispositivos para articular la negociación
social de las políticas, pues se ha mostrado que las formas habituales de
negociación con cúpulas empresariales y sindicales, junto al gobierno, van
perdiendo su capacidad representativa y por lo tanto sus márgenes de
intervención. Sin desestimarlas, es posible una complementación que, en el fondo,
cambia la naturaleza del dominio copular, de creciente y demostrada ineficacia.

Una orientación estratégica como la propuesta propende a buscar formas


permanentes de consenso mínimos, ni más ni menos que los usuales, pero en una
vertiente que fortalece la democratización del Estado y de la Sociedad. Es, de
alguna manera, hacer lo que la retórica de la planificación plantea como
inspiración técnica, en el sentido de revisar de modo permanente la elaboración y
la ejecución de las políticas, en un sentido social y participativo. Esta participación
no sólo es inherente a los objetivos explícitos del sistema democrático, sino que
también tiene el rasgo de propiciar una eficiencia mayor, pues crea una superficie
de alertas más extendida, y parcialmente inhibe las alcabalas que tienden a
instalar en un Estado desbordado de su propio poder.

Como se ha dicho, este camino supone transformaciones técnicas,


administrativas y legales, pero no es una reformulación que se restrinja a
privilegiar reformulaciones de organigramas, ni adopción de nuevos códigos o su
reforma, ni que tienda a crear una tecnocracia para exorcizar los vicios políticos;
obviamente las reformas implican como corolario este tipo de reordenaciones,
pero no se agota en ellas. Es fundamentalmente, un proceso de redistribución de
poder profundizando los perfiles de la democracia, haciendo que el Estado
recupere su papel dirigente y abandone sus características invasoras.

La puesta en práctica de las reformas es una aspiración. El desafio de la


época es demostrar que la democracia no está condenada a languidecer, sino que
es posible que se afiance con solidez.
FORMULAR ACCIONES PARA EL FORTALECIMIENTO DE LA
ESTRUCTURA Y FUNCIONAMIENTO DE LA GESTIÓN PÚBLICA
PARA MEJORAR LA CAPACIDAD DEL ESTADO EN LA ATENCION
CIUDADANA Y LA CALIDAD DE VIDA ASEGURANDO LA
SUSTENTACIÓN ECOLÓGICA.

La falta de transferencia y la corrupción se combate con una acción


persistente y continua en varias áreas: política, normativa, programática,
educación y en prácticas laborales y sociales. Transparencia Las políticas
gubernamentales deben garantizar la información oportuna y veraz y aligerar y
facilitar la respuesta a solicitudes de la sociedad civil y debe eliminarse la
tendencia hacia el secretismo, es decir, a considerar que la mayoría de la
información es de reserva del Estado y por razones de seguridad se oculta. Debe
existir una Ley Orgánica de Transparencia y Acceso a la Información Pública, o la
propuesta de Ley de transparencia por la organización: Transparencia
Internacional de Venezuela.

Por otra parte hay que revisar las leyes que han incluido artículos que
contribuyen a la opacidad de la información, como el artículo 33 de la ley del
Estatuto de la función pública que exige que todo ciudadano debe demostrar un
interés legítimo para acceder a cualquier información de carácter público. Debe
existir la publicación oportuna de los indicadores fundamentales del desarrollo:
inflación, empleo, tasas de mortalidad y natalidad, etc., que están retrasadas sin
ninguna justificación. Es inadmisible la ausencia de información de la contratación
de las obras públicas: empresas contratantes, costo y tiempo de ejecución, pues
ello permite garantizar la contraloría social y profesional. A todo nivel educativo
como formación ciudadana en democracia hay que inculcar los principios a favor
del acceso a la información pública. Honestidad Los programas anticorrupción y
fomento de la honestidad también requieren acción persistente y continua en
varias áreas. Las políticas gubernamentales y de las empresas privadas deben
tener como emblema de actuación las normas legales y éticas para su
desempeño.

Una política gubernamental anticorrupción debe estar fundamentada en los


principios de la separación de poderes, manejo de fondo con alto nivel de
contabilidad, participación ciudadana y rendición de cuentas, designación de
funcionarios por méritos, tener un sistema claro y accesible de denuncias de
corrupción y realizar evaluación con auditores de procesos y finanzas que
permitan corrección. Se requiere un órgano rector para luchar contra la corrupción
y un órgano para la capacitación y actualización de funcionarios públicos con altos
niveles de formación en eficiencia, transparencia y ética.

A nivel gubernamental es esencial la simplificación continúa de los trámites


administrativos, pues su complicación favorece la corrupción. Las normas legales
y éticas deben ser enseñadas y enfatizada su importancia a todo nivel educativo.
Los principios y valores asociados a la ética deben ser destacados tanto en el
hogar como en la escuela y en el trabajo; sobre todo los valores fundamentales
ciudadanos: justicia, honradez, transparencia, solidaridad, amor al trabajo y
responsabilidad. El papel de los medios de comunicación social y las redes
sociales es fundamental en esa misión, sobre todo, el periodismo investigativo en
su función de vigilancia y denuncia. La vigilancia ciudadana respectiva es
fundamental. Los órganos como las Contralorías deberán ser nombrados por
duración que sobrepasen la de los administradores, preferiblemente de minorías y
siempre de filiación diferente a aquellos. La contraloría social es esencial para la
participación ciudadana en las actividades de control de la corrupción
gubernamental nacional, estadal y municipal. La Ley Orgánica de contraloría
(gaceta oficial Nº 6011 del 21/12/10) establece las funciones de esa contraloría
para garantizar que la inversión pública se realice de manera transparente y
eficiente en beneficio de los intereses de la sociedad. Las políticas públicas,
programas, proyectos y obras contenidas en los planes y presupuestos de los
organismos públicos nacionales, estadales y municipales son el objeto principal
para realizar la contraloría social. La ciudadanía debe tener medios simples de
denunciar la corrupción. La indiferencia ciudadana es cómplice pasiva de la
corrupción.

También podríamos mencionar como algunas acciones para el


fortalecimiento de la estructura y funcionamiento de la gestión pública:

A.- Educación Ciudadana Y Formación De Líderes.

Así como en algún día de la historia de la humanidad el hombre propagó el


paradigma de la corrupción, se precisa hacer uso de los mismos medios para
propagar el paradigma de la NO CORRUPCIÓN.

Los esfuerzos individuales, el ejemplo individual positivo, colocado como


punto de referencia, puede y debe ser el primer paso para empezar a construir y
fomentar ese proceso de re-estructuración de nuestra sociedad, de tal forma que
la permee en su totalidad y se generen cambios de radio colectivo.

El individuo es el primer factor generador de cambio. Si el hombre en su


individualidad no cambia, es imposible que la sociedad cambie.

Abordemos el proceso de prevención de la corrupción a partir de nuestra


individualidad y de la célula básica de la sociedad, la familia. Partiendo del
individuo y de la familia, veremos que la acción, cual la honda generada por una
piedra lanzada a un pozo de agua, se desplazará circularmente e irradiará a toda
la sociedad, generando los cambios y reformas estructurales.

Uno de los elementos para combatir la corrupción, es el ejemplo de la


propia conducta; es erradicar de raíz una serie de costumbres, aparentemente
insignificantes e inofensivas, que por desgracia se han ido convirtiendo en parte
de nuestra cultura; es educar a nuestros hijos de manera que ellos nunca vean a
sus padres en actitudes corruptas.
Pongamos de moda la decencia, la honradez, el altruísmo, la bondad, la
solidaridad, el bien común, la justicia, la transparencia, la confianza, la humildad,
la sencillez.

También es necesario revisar los requisitos y calidades de quienes deben


ocupar cargos de elección popular; cuántos de esos elegidos deben ser
sancionados por incurrir en conductas delictuosas relacionadas con las funciones
de su cargo, cometidos por el desconocimiento de las normas y leyes en un buen
número de ellos.

Se debe emprender una cruzada por el rescate de los valores básicos de la


sociedad y del ser humano; tenemos que educar a nuestros hijos en valores como
la tolerancia, el trabajo cooperativo, la ayuda mutua y la educación como
instrumento para el desarrollo personal y productivo del país; en valores como la
autoestima y la importancia de las relaciones pacíficas entre los hombres, del
derecho a disentir, a pensar y sentir diferentes. Nuestros hijos deben ser educados
con una clara conciencia de que quien tiene derechos, también tiene
responsabilidades, que quien exige, también debe presentar cuentas de sus actos;
pero también debemos reeducar a nuestros mayores para poder fortalecer, por
emulación, las enseñanzas a nuestros hijos.

Para concluir podemos decir que el estado debe impulsar políticas en


materia educativa para que nuestra sociedad retorne a los valores y principios de
respeto hacia el interés público y privado y así prevenga los efectos de la
corrupción, necesitando del respaldo de cada uno de nosotros para combatirla.

El aspecto educativo puede llegar a cumplir un papel trascendental en la


transformación de nuestra sociedad, pero sería necesaria la transformación del
sistema educativo para que forme seres humanos y no los deforme. Un sistema
educativo que promueva la autoestima y convierta al ciudadano en un estudiante
permanente; que identifique las desviaciones sociales y formule en forma oportuna
acciones correctivas y formadoras; que forme acerca de la autoridad y el orden,
pero que no sea represivo; que fomente la libertad, los derechos y las obligaciones
de todos los individuos dentro de la comunidad.

Ese proceso debe comenzar en el jardín infantil y continuar en los ciclos de


educación, primaria, secundaria y superior, a fin de lograr que toda la estructura
formativa del individuo sea coherente y tenga la continuidad y los efectos
requeridos.

La educación debe también tocar el campo de la ecología, pues quien


recibe una herencia y no ha sido educado para administrarla en su provecho y el
de los suyos, la malgasta y despilfarra, esperanzado quizá en que algún día
recibirá otra; igual está ocurriendo en nuestro mundo. Dios nos legó la tierra llena
de vegetación, agua, oxígeno y por ende alimentación y salud por doquier, pero,
nos dedicamos a industrializarla sin cuidarla. Los ríos hoy se encuentran
contaminados, el aire viciado nos ahoga. Los líderes actuales corrigen estos
evidentes males sólo con leyes, que nadie cumple y nadie hace cumplir, porque no
se nos ha dicho, de verdad, la importancia de los recursos naturales que
poseemos. Los países más industrializados castigan a los del tercer mundo por no
cuidar lo que han llamado los pulmones del mundo, pero y, qué se está haciendo
allá para mejorar su propia contaminación?. La respuesta es nada, antes por el
contrario las reservas naturales de los países del tercer mundo, se inundan de
desperdicios radioactivos que coayudan a agotar lo poco que nos queda. La
concientización de la humanidad será la única salida para evitar esta catástrofe.

B.- Democracia Participativa

Mientras la sociedad la cohoneste, con la complicidad de su ejemplo o con


la inercia de su complaciente indiferencia, no habrá órgano estatal, paraestatal o
privado capáz de enfrentar la corrupción con posibilidades de éxito. El problema
es fundamentalmente, un problema de conciencia colectiva.

Los medios de comunicación deben dar voz a las asociaciones cívicas y


profesionales que participan en campañas contra la corrupción.

Es paradójico, pero la aldea global que predijera Mac Luhan, esa que nos
permite saber al instante lo que sucede en Japón y lo que ocurre en nuestra propia
ciudad, genera un fenómeno de homogeneidad que dificulta la capacidad de
discernimiento y reacción. Además el excesivo flujo noticioso crea en la persona la
sensación de no estar bien informada, de indiferencia, de insensibilidad y
pasividad.

Cuando un enfermo se sacude Pareciera espasmódicamente anuncia que


su muerte está cerca. Lo mismo le está pasando a nuestro mundo; la humanidad
se debate con desesperación entre los males que hoy padece que no existen
remedios para, siquiera, calmar su dolor. Sabemos que solamente hay una
alternativa favorable, cual es la de encontrar líderes de verdad, hombres libres y
de buenas costumbres, que sean capaces de despertar a tantos que duermen sin
saber siquiera la situación que se vive o mostrándose indiferentes a ella.

Es de vital importancia para sacudir de una vez por todas las indiferencias
ciudadana, establecer en todos nuestros países el voto obligatorio, con
penalizaciones por su omisión. Solo obligando a nuestros ciudadanos a votar su
pena de perder gran parte de sus derechos civiles puede llevar a gran parte de la
ciudadanía a las mesas de las votaciones y de esta manera facilitar el camino para
un gran cambio en nuestras clases dirigentes, que a su vez genere la anhelada
transformación hacia una política sana. Si al voto obligatorio se le añade la total
financiación de las campañas electorales por parte del estado y la absoluta
prohibición de dineros privados, ni fríos ni calientes, pueden surgir seguramente
los líderes de nuevo corte, honestos y solidarios que tanto necesitamos para
combatir la corrupción. Esta estrategia sería a nuestro entender la columna
vertebral de todo un sistema anti-corrupción.

Somos concientes de la dificultad para lograr su implementación, ya que,


cuando se menciona la alternativa de cambiar nuestros legisladores y
gobernantes, generalmente aceptada por todos como novedosa y ciertamente
fructífera, se tropieza siempre con la voluntad de cambio que realmente
manifiesten los llamados a provocarlos, y si su criterio efectivamente será lo
suficientemente sano, para lograr que el cambio si sea por algo mejor, su pena de
incurrir en el error de elegir algo peor o a lo sumo, y en el mejor de los casos, igual
a lo que se tenía. Esta posible solución, tiene que venir necesariamente
acompañada de un cambio institucional muy difícil de conseguir, por cuanto el
corrupto entronizado no quiere ceder un solo espacio que disminuya su capacidad
de acción, y se convierte, con todo a su favor, en un fiero luchador por mantener el
establecimiento acomodado a sus proclives intereses. Debemos también
considerarla en un marco global de acciones que hagan posible el entorno,
favorable a su desempeño eficaz.

EXPEDICIÓN DE LEYES QUE EFECTIVAMENTE PREVENGAN LA COMISIÓN


DE ACTOS CORRUPTOS

La intención que nos mueve a esta ponencia, es la de iniciar el


establecimiento, básicamente, de algunos mecanismos que prevengan la comisión
de los actos corruptos; y aunque en sana lógica las normas que estipulan castigos
para quienes los cometen, no pueden clasificarse así exactamente, hay que
reconocerles cierto aire preventivo por su condición intimidatoria, todo lo cual
depende de un factor externo prácticamente incontrolable, como es la aplicación
efectiva del rigor de la ley, castigando siempre al corrupto, cosa que difícilmente
se logra. Ya lo hemos registrado en nuestra historia reciente.

Sin embargo, en atención a las buenas intenciones hacemos mención de


sus posibilidades, sin que nos entusiasme mucho su particular análisis y mucho
menos su eficiencia.

Como ya lo habíamos dicho, desde un punto de vista sicológico la


corrupción es una modalidad de la mentalidad delictiva que se presenta cuando
hay un deterioro en la autoridad, producto de un debilitamiento de la imagen
paterna. Como la sociedad es, de acuerdo con Freud, un ente antinatural, la ley
debe estar respaldada por una serie de mecanismos coercitivos siempre
presentes en la conciencia ciudadana y por penalizaciones ejemplarizantes que
hagan desistir al individuo de sus tendencias antisociales, que por otra parte,
constituyen la realización de sus instintos naturales.

En nuestro país y en todos los que padecen corrupción, no faltan leyes y el


sistema político está basado en principios que todos, se supone, aceptamos. Por
lo tanto se creería que no es a partir de la emisión de leyes, ni de reformas
constitucionales como se puede extirpar esta peste; que podríamos retornar a las
leyes dictadas por Simón Bolívar y decretar que los delitos de corrupción sean
castigados con la pena de muerte o con la descuartización progresiva del infractor,
sin lograr su cometido, pues tales medidas se tomaron en el pasado y sin embargo
el problema subsiste y sin aparente solución.

Difícilmente encontraremos un país en el cual no se haya expedido alguna


disposición legal buscando, por ejemplo, la transparencia y la responsabilidad de
los contratistas en la Contratación Administrativa, principio éste de vital
importancia.
Y aunque, frecuentemente seguimos escuchado decir que el problema no
es de leyes, que leyes hay suficientes, sólo que no se aplican, nosotros queremos
discrepar de ese concepto, pues juzgamos que sí hacen falta leyes y son
precisamente aquellas que harían posible una efectiva prevención, pues no hay
voluntad de los legisladores para crearlas, ya que ellos, probablemente, hacen
usufructo de su inexistencia, por ejemplo La Extradición, para no tener que ir muy
lejos.

Para el fortalecimiento y coordinación de la acción contralora en la


Administración Pública, en la búsqueda de un eficaz control de gestión y de una
correcta administración de los fondos públicos, se encuentran los principios de la
conducta, la práctica y apreciación, los cuales son:

a) La honestidad: Ningún comportamiento puede afectar el interés colectivo,


en función de los fines públicos, y él debe estar signado por la rectitud y la
integridad, sin aprovechamiento particular alguno del cargo.

b) La equidad: Frente a quienes solicitan o demandan el servicio se debe


actuar con imparcialidad y objetividad, sin discriminación ni preferencias, en
la idea esencial de ser útil a los demás.

c) El decoro: El respeto al beneficiario del servicio debe exteriorizarse en el


lenguaje y en el trato, con una conducta acorde con las buenas costumbres
establecidas.

d) La lealtad: permanente y debida fidelidad, con constancia, solidaridad y


fraternidad, sin aceptación de presiones extrañas.

e) La vocación de servicio: Siempre con sentido institucional, entrega diligente


a las tareas asignadas y atención respetuosa, oportuna, pronta y eficaz a
los justos requerimientos que se hagan, procurando en todo momento los
mejores resultados del servicio.

f) La disciplina: Cumplimiento cabal de la normativa establecida, con digno


acatamiento de las órdenes superiores, sirviendo a la continuidad
administrativa, al mantenimiento personal en el trabajo y al respeto a la
documentación e información ajena y reservada.

g) La eficacia: Realización de lo encomendado con el menor costo y tiempo


posible y el logro óptimo en su resultado, manteniendo y desarrollando lo ya
alcanzado y cumpliendo la obligación en todo despacho o dependencia de
ofrecer al ciudadano un mecanismo que le garantice una oficina, un servicio
y un procedimiento para atender debidamente quejas, reclamos, denuncias,
peticiones, solicitudes y sugerencias.

h) La responsabilidad: Responder por lo que se asume, por asignación o a


iniciativa propia, concientizando sus limitaciones y acudiendo a la debida
orientación, no evadiendo compromisos contraídos, cuidando el patrimonio
de su ámbito de trabajo, prestando pronta atención a las entrevistas y
audiencias, evitando molestias innecesarias al ciudadano, cumpliendo los
deberes tributarios y afines.

i) La puntualidad: Cumplimiento de lo convenido en los lapsos fijados o


aceptados, con exactitud y precisión, sin afectar el respeto y la cortesía con
los demás.

j) La transparencia: Claridad absoluta en la actuación y accesibilidad de los


actos a quienes tengan interés legítimo en ello, teniendo la verdad como un
natural derecho del ciudadano, evitando lo intimidatorio y la duda o la
sospecha, asegurando la debida publicidad en todo lo que sea
adquisiciones y compras.

k) La pulcritud: Adecuada presentación de bienes y personas del servicio


público, con la debida conservación de lo que es propiedad pública.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES

1) La corrupción es un amenazante y peligroso flagelo universal, de antiquísima


data, ligado a intereses creados existentes y poderes económicos y políticos
establecidos, expresión de una anticultura y dañino a la integridad de todas las
instituciones y de la persona humana, todo lo cual lo convierte en un grave
problema de Estado y de Sociedad. En consecuencia, se recomienda a los
gobiernos iberoamericanos crear y aplicar frente al flagelo una auténtica
política de Estado.

2) Es una necesidad para el mundo iberoamericano promover y ejecutar en lo


posible estrategias, políticas y acciones comunes en el combate nacional e
internacional a la corrupción. En tal dirección se recomienda actuar en lo
adelante con respecto al flagelo de la corrupción.

3) Mientras no se combata a fondo la impunidad en la corrupción, los resultados


serán débiles y en algunos casos hasta inútiles. Por lo tanto se recomienda
asumir este combate atacando frontalmente la impunidad, que se da con
frecuencia con los autores y actores de la corrupción.

4) La mayoría de nuestra población no es corrupta, y ella requiere un tratamiento


como tal, empezando en todo cuanto sea orientador y formativo. Estando esa
mayoría en estado de carencia informativa y formativa, se recomienda que se
tenga a la educación como raíz fundamental del flagelo; y se asuma en cada
país un plan educativo anticorrupción, teniendo el Plan Nacional
COMPROMISO EDUCATIVO ANTI-CORRUPCIÓN, de Venezuela, como
importante referencia.
5) Hay necesidad de incrementar, en nuestros países los organismos ad hoc
para combatir la corrupción, por parte de cada gobierno, y los Códigos de
Conducta de los Servidores Públicos o normas afines. Se recomienda
promoverlos donde éstos no existan. Acudir para ello a la fuente de los países
que lo han hecho, felizmente ya no tan pocos aunque con obvios rasgos
diferenciales.

6) La corrupción es un fenómeno muy complejo por su naturaleza y alcance de


carácter integral e integrador. Dado esto, la estrategia para combatirla debe
abarcar conjugadamente lo nacional y lo internacional, así como desarrollarse
en dos grandes campos de trabajo: lo investigativo-represivo y lo preventivo-
formativo.

7) En nuestros países, con honrosas excepciones, no ha tenido la merecida


relevancia democrática ni el debido tratamiento la figura de la denuncia. Se
recomienda dar a ella carácter de figura democrática de participación
ciudadana; y en tal sentido promoverla y estimularla, con una especie de
pedagogía de la denuncia que enseñe a hacerla con seriedad y
fundamentación.

8) La Convención Interamericana contra la Corrupción, de la OEA requiere en


cada país ser debidamente complementada e instrumentada para su mayor
efectividad. Se recomienda diseñar en cada república un plan de
complementación e instrumentación de esa Convención, teniendo presente,
además de lo que es ya ley nacional para el país que la suscriba, la posibilidad
de hacerlo por vía de una Ley Anti-corrupción específica.

9) En muchas partes aún la sociedad civil no se ha organizado para el combate


de la corrupción. Conviene recomendar su organización, mediante las
Organizaciones No Gubernamentales aptas para ello o institucionales como el
Voluntariado Público contra la Corrupción.

10) Los diversos órganos estatales de vigilancia, control y protección del


Patrimonio Público se mantienen en muchos de nuestros países en situación
de multiplicidad, desarticulación e incoherencia. Se recomienda esforzarse
por aproximar lo más posible a estos órganos estatales y elaborar las Bases
para una estrategia, política y acción comunes frente a la corrupción.

11) Se recomienda acometer cuantas medidas sean posibles para prevenir y


evitar la consumación de hechos de corrupción, como una política sana y
necesaria por parte de todo órgano de control.

Finalmente y en síntesis. Tomando en cuenta la filosofía participativa y


protagónica esencial del nuevo Estado Venezolano desde diciembre de 1999,
contemplada en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV),
así como las consideraciones últimas planteadas, la recomendación para la
ciudadanía constituyente y para la constituida es la de asumir sin dilaciones ni
maniqueísmos el empoderamiento real del principal sujeto de las transformaciones
revolucionarias propuestas, el Pueblo Soberano Venezolano, para de esa manera
alcanzar, mantener, defender y seguir propulsando el Estado de Máxima Felicidad
Posible en construcción; dotándosele de todos los medios jurídicos, intelectuales y
materiales posibles, y facilitándosele las condiciones para su incorporación activa
y efectiva en el debate sobre la temática y en el proceso de formación, decisión,
ejecución, evaluación y control de los planes estratégicos, operativos y tácticos
necesarios, para acometer con mayores posibilidades de éxito y victoria el titánico
y hasta quijotesco desafío que significa, derrotar y desterrar el flagelo de la
corrupción administrativa de las instituciones públicas y de la vida republicana en
nuestro país.
REFERENCIAS BILIOGRÁFICAS

Artículos históricos sobre el tema.

Políticas y Reformas del Estado. Carlos Blanco.

Ponencias del Foro sobre la Corrupción en Venezuela.

ANDUEZA, José Guillermo: Revista SIC. Pág. 215. La Corrupción en


Venezuela, Pág. 217.

RANGEL, Domingo Alberto: La Corrupción en Venezuela. Pág. 121.

RIVERO, Manuel Rafael: La Corrupción en Venezuela. Pág. 19.

TARRE BRICEÑO, Gustavo: La Corrupción en Venezuela, Pág. 57.

Sobre corrupción, ética y desarrollo en Venezuela © Academias Nacionales


de Venezuela Caracas, 2015, Academia de Ciencias Políticas y Sociales
Academia Nacional de Medicina Academia Nacional de Ciencias
Económicas Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales
Academia de la Ingeniería y el Hábitat Academia de la Lengua 2015.

CONTROLANDO LA CORRUPCION - Robert Klitgaard. La Paz, editorial


Quipus, 1990, pag. 45 (edición en español).

"ESTATISMO Y ANTICORRUPCION" - Andrés Benavente Urbina. En


Ciencia Política # 33, Santafe de Bogotá, III trimestre de 1994 .

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