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Las entidades del sistema bancario, han desempeñado, tradicionalmente, un papel clave en
la canalización del ahorro a la inversión. Más sin embargo, en los últimos años, ha ido
disminuyendo el papel dominante de los bancos en esta función, debido a los avances en los
sistemas de información y el aumento de la competencia por parte de otros intermediarios
financieros no bancarios lo que ha generado incertidumbre sobre el papel y la tendencia del sistema
bancario en el futuro. Uno de los aspectos más discutidos respecto a la labor de intermediación de
los bancos es el peligro de una retirada masiva de depósitos por pánicos bancarios y su prevención
y regulación para evitar el riego moral y el riesgo sistémico de quiebras bancarias.
En este orden de ideas, respecto a las contribuciones de los bancos al mercado crediticio
en la labor de canalización del ahorro hacia la inversión, se puede hablar de la comunicación de
información sobre los distintos prestatarios a menor coste que estos individualmente. Es decir
que los intermediarios tienen un papel importante en diversificación para la reducción de los
costes informacionales (Samartín, 2004).
Partiendo del supuesto de que el banco tenga un cierto poder de mercado y que el grado
de competencia en el mercado crediticio no sea muy elevado, diferentes autores mencionan las
ventajas y costes de mantener una relación a largo plazo entre el banco y prestatario (relationship
banking). Haubrich (1989), se refiere también a las ventajas de las relaciones a largo plazo
señalando que cuando banco y prestatario interactúa más de un periodo, el banco no tiene
necesidad de supervisar tan estrechamente al prestatario porque ya hay disciplina en su
comportamiento. Por su parte, Boot, Greenbaum y Thakor (1993) reconocen otra ventaja de las
relaciones bancarias, y es que permiten mayor flexibilidad contractual que los mercados
financieros. Otra ventajas señala da por Stiglitz y Weiss (1981) es que en los mercados bancarios
concentrados, las empresas jóvenes tienen más probabilidad de obtener inicialmente financiación
(Samartín, 2004).
Sin embargo, una desventaja de las relaciones a largo plazo es que el prestatario sufre en
mayor grado de los problemas financieros de su banco porque obtienen unas rentas
informacionales, que pueden originar una distorsión en los incentivos de estas empresas, lo que
se conoce como hold-up problema. Frente a esto, otros autores se han referido a la posibilidad de
mantener relaciones con más de un banco, introduciendo, por tanto, un cierto grado de
competencia en el mercado crediticio (Samartín, 2004).
De las fallas encontradas a este modelo, diferentes autores han deducido que existe un
problema de información asimétrica entre banco y depositante. Han partido del hecho de que esta
información asimétrica es consecuencia de la labor de intermediación que realizan los bancos en
el mercado de crédito (Samartín, 2004).
Es decir que la asimetría informativa puede afectar al valor del banco. Al respecto se han
referido muchos autores, por ejemplo, Gorton (1985) presenta un modelo en el que cuando los
depositantes deseen retirar su dinero porque de forma equivocada creen que el banco va a
quebrar, se suspenda la convertibilidad como una señal de que el banco es solvente. Por su parte,
Chari y Jagannathan (1988), comentan que cuando los agentes no están informados no pueden
distinguir entre perturbación de liquidez o de información, provocando que en algunas
situaciones se produzca el pánico bancario, aun cuando el banco es solvente. Así, una medida de
suspensión de la convertibilidad previene los pánicos bancarios. Rochet y Vives (2002)
presentan un modelo donde las retiradas masivas de depósitos surgen como el único equilibrio
posible del modelo (Samartín, 2004).
De forma tal, el aporte de los intermediarios financieros se refiere a la reducción de los
costes informacionales en el mercado crediticio para asegurar esta función es necesario
introducir medidas de regulación que prevengan las retiradas masivas de depósitos, considerando
que los bancos son vulnerables frente a estas retiradas que implican altos costos y un riesgo
sistémico de trasmisión de la quiebra el banco a otros bancos (Samartín, 2004).
Otra propuesta tiene que ver con el narrow banking, un tipo de regulación directa, que
limite las actividades de los bancos asegurados. Propone dividir el sistema bancario en dos
grupos de bancos: los narrow banks, cuyos depósitos estuviesen asegurados, y por tanto muy
restringidos en sus inversiones; y los broad banks, que no tendrían seguro de depósitos y por
tanto estarían completamente desregulados para competir en el entorno competitivo. Así, los
narrow banking pueden reducir el problema del riesgo moral a los bancos asegurados y
permitirle a los bancos no asegurados competir en mejores condiciones (Samartín, 2004).
Una crítica a esta propuesta es que en épocas de expansión los depositantes invertirían en
los broad banks, y en épocas de crisis el dinero fluiría hacia los narrow banks, haciendo que tal
vez los primeros liquiden parte de sus activos (Samartín, 2004).
Otros autores proponen simplemente eliminar el sistema de seguro de depósitos para que
el mercado ejerza una disciplina efectiva sobre los gestores de los bancos (Samartín, 2004).
El riesgo sistemático de los bancos puede aumentar con la nueva regulación de capital
(Basilea II), dado que en su Pilar 3 exige una mayor transparencia informativa para lograr mayor
disciplina de mercado (Samartín, 2004).
En conclusión, está claro que los intermediarios financieros han contribuido a mediar en
el mercado de crédito y tienen un papel en la provisión de un seguro de liquidez. De ello se
desprenden dos aspectos importantes, los pánicos bancarios por retiras masivas de positivos y la
regulación bancaria. Al respecto, los depósitos bancarios dejan a los bancos vulnerables frente a
las retiradas masivas de depósitos, y pueden generar un riesgo sistémico. De ahí, la importancia
de introducir medidas de regulación que produzcan estabilidad en el sistema bancario y protejan
al pequeño depositante e inversor.
Bibliografía