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Resumen de El laberinto de la soledad

Es una reflexión de Octavio Paz sobre la naturaleza y constitución del mexicano actual, y lo ve
como el producto de un largo proceso de mestizaje, que le otorgan condiciones psicológicas,
morales, culturales e históricas particulares. Así, analizando el sujeto en micro, Paz trata de
abordar el macro del pueblo mexicano, como sujeto histórico colectivo, con el único objetivo de
poder concebir una identidad nacional.

Hace una analogía entre el momento de la adolescencia y la circunstancia que hace a México
comenzar a verse a sí mismo, como primer paso para la autoconciencia.

Señala a un México posrevolución, que se ve a sí mismo con la intención de definirse. Usa la


imagen del “pachuco”, nombre usado para hacer referencia a los mexicanos que han logrado
emigrar y alojarse al sur de los Estados Unidos, en ciudades como Los Ángeles, y que sin embargo
no se adaptan, sino que se erigen como un constante desafío al sistema. Así, al margen, no
quieren vivir en México, pero tampoco aceptar el sistema estadounidense, y en esta deriva, se
descubren a sí mismo solos.

Entonces, con la actitud desafiante y la conciencia de soledad, el mexicano trata de conseguir


otra vez su centro, en medio de ese laberinto dejado por el inmenso sustrato indigenista y la
sucesión de conquistas, tanto físicas como culturales.

Aborda las máscaras sociales que usa México para tapar su intimidad, como mecanismo de
defensa hacia otro que siempre se considera peligroso. En este sentido Paz reflexiona sobre el
silencio y la palabra como mecanismos primarios, donde se deja expresada una actitud defensiva y
ofensiva, y que además es reflejo del machismo mexicano, que trata de imponer toda su rudeza, a
manera de imponer una postura, aun cuando no sea verdad, pues su imposición la hará serlo en
algún momento.

Ligado al machismo la imagen de la mujer impersonal, sumisa, madre, esposa y generosa, que se
mantiene debajo del machismo exacerbado de quien quiere parecer valiente. Así mismo, en este
juego de máscaras que muestran más lo que se quiere ser que lo que se es por naturaleza, el
mexicano vuelve a encontrarse solo en el mundo, en referencia a los otros, que siempre serán
ajenos y de cuidado.

Tambien reflexion sobre otro rasgo característico de la cultura mexicana: las fiestas
populares, en las cuales, a través de los ritos y el jolgorio, el mexicano desacraliza a las
instituciones represoras, herencia de la colonia, al tiempo que sacraliza a los símbolos cotidianos,
que no siempre son reconocidos por éstas.

Plantea que la razón por la que estas fiestas son esperadas con ansias y vividas con intensidad por
el mexicano es porque son el único momento en que pasado y futuro se reconcilian,
devolviéndole al mexicano el centro que perdió en la conquista. Al tiempo en que vuelve a entrar
en juego una de las muchas máscaras mexicanas, que en este caso toma el rol de prosperidad, que
aun cuando no se tenga, se debe aparentar en las fiestas, a través del derroche. Menciona la obra
de los escritores José Gorostiza y Xavier Villaurrutia, sobre el carácter lúdico que el mexicano le ha
dado a la muerte, a quien concibe como dadora de vida.
También hace una reflexión profunda sobre la despersonalización a la que lleva el sistema
capitalista, en su proceso de convertir al individuo en un número, mano de obra, para producir la
mercancía que luego tendrá que comprar para producir. Compara las consecuencias de este
sistema económico con la negación que vive el mexicano de ser él mismo, debido tal vez a la
cantidad de fantasmas históricos que lo habitan, así como al hecho de saberse renegado por sus
dioses.

Reflexiona sobre el grito popular mexicano: “¡Viva México, hijos de la chingada!”. De esta forma,
Paz apunta a que la “chingada” es la mujer indígena profanada por los españoles. No obstante,
esta suerte de madre (que contrasta fuertemente con la imagen maternal constituida por el
machismo) es la madre de los otros, aquellos que son identificados como malinchistas, es decir,
aquellos identificados con la imagen de la Malinche, aquella que colaboró con la invasión del
conquistador.

Así se establece un paradigma Malinche-Virgen de Guadalupe, que sitúa las dos relaciones odio-
amor del mexicano hacia la imagen de la madre-mujer, donde a la vez se expresa la angustia
subyacente en el inconsciente mexicano, originado tal vez por seguir cerrándole los ojos al pasado
histórico de donde se proviene.

A su vez, realiza una descripción de la conformación social, económica y religiosa que existía en
América antes de la llegada de los españoles, en donde sus habitantes habían sido a la vez
conquistados y sometidos por los Aztecas. Señala que algunos de los habitantes de estas tierras
precolombinas se aliaron a Cortés en contra de los Aztecas, auspiciando una de las conquistas más
inesperadas y “absurdas” de la historia. Hecho este que dio como origen al México actual: hijo de
dos conquistadores, los españoles y los aztecas, y a quien además los dioses habían abandonado.
Dedica un espacio a reflexionar sobre el proceso del abrazo de la fe cristiana en la población
indígena mexicana, así como en la figura de Sor Juana Inés de la Cruz, madre de la mujer
moderna mexicana, quien también se encuentra en posición de doble soledad, pues por un lado
es mujer, por otro intelectual.

Abarca el proceso político vivido por México desde su Independencia hasta el final de la
Revolución mexicana. Apunta a que la Independencia mexicana, protagonizada por los caudillos
mexicanos, materializada en los sacerdotes, proponía una Independencia que sólo se basaba en
salir del yugo foráneo, sin cambiar realmente la estructura social heredada de los españoles.

Ajeno a la revolución industrial vivida en Europa, el México rural no vio el nacimiento de una
burguesía, sino de latifundistas que carecían de visión de modernidad. Así mismo se promulgó una
Constitución que poco respondía a los intereses y realidades de México: una nueva máscara. Surge
entonces el Imperio Mexicano y la figura del dictador latinoamericano, por otra parte nace la
Reforma de Benito Juárez, por primera vez Iglesia y Estado son cosas distintas. También surge la
Constitución de 1857, la cual para Paz trata de negar su pasado, y justificar su existencia en el
futuro.

Así también sobrevendría la época de los caudillos, circunstancia aprovechada por Estados Unidos
para robar la mitad del territorio a México, por otra parte, los indígenas también son despojados
de sus tierras, y México parece crecer con la máscara del progreso puesto. Es éste despojo y
mentira el caldo de cultivo de la Revolución mexicana, la cual para Paz tampoco cuenta con
fundamentos ideológicos con fuertes bases históricas o visión de futuro. Sus bandos y líderes,
enfrentados entre sí, devinieron en protagonizar una masacre de todos contra todos, donde
fallecidos se convierten en mártires que siguen enarbolando la bandera de la Revolución, que
surge en la historia de este país, simplemente como una palabra mágica, que promete traer el
cambio un día próximo.

Señala la época posrevolucionaria y la fundación de la educación moderna, la cual pretendía


rescatar la tradición. Igualmente, subraya el proceso por medio del cual los intelectuales
comenzaron a participar de la vida política de México, en un proceso denominado “Inteligencia”
mexicana, del cual destaca figuras como Jorge Cuesta, Daniel Cosío Villegas, José Gaos, Alfonso
Reyes y Leopoldo Zea. No obstante, el escritor lanza su aguda opinión sobre la carencia mexicana
de ideas propias o su imposibilidad de planear el futuro.

Aduce que cómo el sistema capitalista se beneficia de una economía cuyo principal producto son
las materias primas. De esta forma, las clases obreras y burguesas surgen del mismo centro de
poder, dejando al margen al grueso del pueblo pobre, mientras a su vez se ve oprimida por el
compás que dictan las poderosas economías dolarizadas. No obstante, Paz no ve en el Socialismo
de la URSS una victoria o una esperanza, por el contrario propone las alianzas estratégicas que
pudieran establecerse entre países que compartieran las mismas problemáticas. Así, más allá del
panorama un poco alentador que dibuja su análisis, pareciera sobrevivir una pequeña esperanza
cuando Paz afirma que por primera vez México se encuentra a la par del mundo, estableciéndose
el Mexicano como contemporáneo de los hombres actuales, y en camino de comenzar a
pensarse.

Finalmente retoma el tema de la soledad, y de cómo ésta se acaba con el amor, razón por la cual
los individuos de una sociedad, en este caso la mexicana, tratan como dé lugar de tejer relaciones
de pareja y luego familiares para saltar la infinita soledad que los acompaña, en contraste con la
fuerza revolucionaria que tiene en sí el amor. Sin embargo, la soledad vuelve a ser valorada por
este autor como el momento en el cual el individuo cobra conciencia de sí mismo, como primer
paso al autoconocimiento.

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