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19/10/2019 Comunicación efectiva | La puerta de entrada a la excelencia

LA PUERTA DE ENTRADA A LA EXCELENCIA

Conocí a Pau Casals, uno de los grandes maestros del siglo XX, poco antes de
que cumpliese los noventa años, y era casi penoso ver al anciano mientras se
disponía a comenzar su jornada.

Su debilidad y su artritis eran tan incapacitantes, que se vestía con ayuda de


otras personas. La respiración fatigosa evidenciaba su enfisema. Arrastraba los
pies al andar, inclinado, con la cabeza casi colgando. Tenía las manos hinchadas,
los dedos agarrotados. Su aspecto era el de un hombre viejo y muy fatigado.
 
Incluso, antes del desayuno, se encaminaba hacia el piano, uno de los diversos
instrumentos que Casals dominaba. Se acomodaba en la banqueta, no sin
grandes dificultades. Y mediante un esfuerzo que parecía terrible, alzaba las
manos hacia el teclado.
 
Pero entonces ocurrió algo casi milagroso. Ante mis ojos, Casals experimentó
una transformación repentina y completa. Entraba en un estado de posesión de
sus recursos, y al mismo tiempo su fisiología cambiaba a tal punto, que empezó
a moverse y a tocar, produciendo sobre el piano y sobre sí mismo resultados
tales que únicamente se hubieran creído posibles en un pianista joven, vigoroso
y flexible.
 
Los dedos fueron perdiendo su agarrotamiento y se tendieron hacia las teclas
como los pétalos de una flor se vuelven hacia el sol. Su espalda se enderezó. Se
hubiera dicho que respiraba con más desahogo.

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La sola intención de ponerse al piano cambiaba por completo su estado y, por
ende, sus recursos físicos. Casals empezó con el Clave bien temperado de Bach,
que interpretó con gran sensibilidad y dominio.

Luego abordó un concierto de Brahms y sus dedos parecían volar sobre el


teclado. Todo su organismo se fundía en la música. Dejó de estar anquilosado
para moverse con gracia y suavidad, totalmente libre de su rigidez artrítica.
 
Cuando dejó el piano parecía otra persona totalmente distinta de la que se había
sentado a tocar. Estaba más erguido, más alto, y anduvo sin arrastrar los pies.
Inmediatamente, se dirigió a la mesa del desayuno, comió con buen apetito y
salió a dar un paseo por la playa.
 
Casals creía en la música y en el arte, que habían dado belleza, orden y nobleza a
su vida, y que todavía se mostraban capaces de realizar el milagro cotidiano para
él. Como creía en el poder trascendente de su arte, disponía potencial en un
grado que casi desafía al entendimiento.

Sus creencias transformaban todos los días al anciano en un genio lleno de


vitalidad. Le mantenían vivo, en el sentido más verdadero de la expresión.
 
Norman Cousins

La fe es cualquier principio, guía, aforismo, convicción o pasión que pueda suministrar


sentido y orientación en la vida.

La fe nos ayuda a obtener de nosotros mismos los recursos más profundos, y a dirigirlos en
sentido favorable al objetivo buscado.

Las creencias pueden ser la fuerza más poderosa para hacer el bien en la vida; por el
contrario, las creencias que ponen límites a nuestras acciones y pensamientos pueden ser
tan devastadoras como negativas.

La fe ayuda a ver lo que uno quiere y confiere energías que ayudan a obtenerlo. Ninguna
otra fuerza rectora del comportamiento humano resulta tan poderosa.

La realidad para usted es la realidad que usted crea. Si tiene creencias positivas será
porque usted las ha creado así. Y si son negativas, también son obra de usted.

La fe no es más que un estado, una representación interna que dirige el comportamiento.


Puede ser una fe capacitante, como la creencia en una posibilidad, o una fe incapacitante.
Usted tiene razón tanto si dice que puede como si dice que no puede. Ambas convicciones
tienen una gran potencia y la cuestión estriba en saber qué clase de creencias nos conviene
albergar y cómo desarrollarlas.

El error más grande que las personas suelen cometer respecto a la fe es creer que se trata
de un concepto intelectual estático, de una actitud divorciada de la acción y de los
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resultados. Nada más lejos de la verdad. La fe es la puerta de entrada a la excelencia


precisamente porque no tiene nada de irreal ni de estático. Nuestra fe determina nuestra
capacidad para liberar nuestras potencialidades.

Anthony Robbins

La fe funciona en el silencio, sin preguntas ni respuestas.


Desafía el discurso de las cifras y se ríe de las estadísticas.
Es una forma de certeza que no tiene lógica.
Una confianza total que camina sin razones.
Una intuición que cree en lo Supremo.
Es el camino sin cargas, el más cómodo del mundo.
Es la actitud perfecta para nuestra vida.
Una garantía sin firma, sólo de palabra.

Es un poder mayor que toda ciencia.


Te hace sentir seguro e infalible.
Es tan inmensa que no hay manto de problemas que la cubra.
Su casa natural es la paciencia.
Es el ingrediente indispensable para el éxito.
Es el imán que atrae los milagros.
El botón activador de nuestra magia.

Ella fortalece a cuantos la reciben.


Los hace tenaces, decididos.
Les ahorra la suplica y el miedo.
Vive a la mano, dentro de todos los seres conscientes.
Llámala, búscala, pídela.
Y a su tiempo, cuando la hayas encontrado,
Cuando ya no tartamudees,
Verás moverse las montañas.
No creas que es tan sólo una metáfora.

Renny Yagosesky

El hombre es lo que cree.

Anton Chejov

El estudio de la historia exige un acto de fe por el que aceptamos que los


acontecimientos que se nos relatan son ciertos, o no valdría la pena
molestarse en aprender nada del pasado.

Shirley MacLaine
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En el mismo instante en que cambias de creencias en cuanto a una situación,


esa diferencia de mentalidad atraerá a otra clase de personas y otra
categoría de oportunidades.

Andrew Matthews

En agosto de 1966, cuando Gabriel García Márquez terminó de escribir «Cien


años de soledad», tenía casi cuarenta años, era padre de dos niños y era tan
pobre, que no tenía suficiente dinero para enviar el manuscrito de Ciudad de
México a su posible editor en Buenos Aires. El paquete contenía 490 páginas
escritas a máquina. El oficial de correo le dijo que el envío costaba ochenta
pesos. García Márquez espero mientras Mercedes, su esposa, buscaba el
dinero en su cartera. Sólo tenían cincuenta y sólo podían mandar medio libro:
García Márquez hizo que el señor que los atendía fuera quitándole hojas,
como si fueran lonjas de tocino hasta que alcanzaran los cincuenta pesos. Se
fueron a casa, empeñaron el calentador, el secador de pelo y la licuadora,
volvieron al correo y mandaron la segunda tajada.

Gerald Martin

No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida


humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en
algo.

Leon Tolstoi

Siempre sucede aquello en lo que tienes fe; la fe hace que las cosas sucedan.

Frank Lloyd Wright

Es curioso, pero si decides aceptar únicamente lo mejor de lo mejor, muchas


veces lo consigues.

William Somerset Maugham

Cada uno de nosotros se comporta de acuerdo con lo que cree que es


«verdadero» o «posible». La mayor parte de nuestra conducta, de hecho, es
el resultado de nuestra fe o sistema de creencias.

Arthur Rowshan

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La persona que tiene fe posee más fuerza que otras noventa y nueve que sólo
tengan intereses.

John Stuart Mill

Tengo un mañana que es mío


Y un mañana que es de todos.
El mío acaba mañana
Pero sobrevive el otro.

Mario Benedetti

La falta de fe no es realmente falta de fe, sino fe que se ha depositado en lo


que no es nada.

Un Curso de Milagros

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