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LA ÉTICA PROFESIONAL

La ética

(Rodríguez & Juan, 2015) Se define como la ciencia referida al estudio filosófico de la
acción y la conducta humana, considerada en su conformidad o disconformidad con la
recta razón o como la ciencia que ordena los actos libres del hombre orientados a su fin
último; la felicidad.

En cuanto al objeto de estudio de la Ética, el objeto material es el acto racional y libre


como amar, adquirir un objeto y defender lo propio, mientras que el objeto formal es
determinar la rectitud del acto humano, como amar lícitamente, adquirir algo de manera
justa y defender lo nuestro sin ofender a terceros. Así la Ética se justifica ampliamente
porque las acciones del ser humano dependen del conocimiento racional y de
intervención libre de la voluntad; de tal manera que se encuentra en constante riesgo de
desviarse del fin para el que fue creado.

Por recta razón entendemos el medio a través del cual se descubre la moralidad. Pero
cómo conocemos si una acción es o no conforme al verdadero bien de la naturaleza
humana. La respuesta es la inteligencia que advierte lo adecuado de una acción en
orden al verdadero bien de la naturaleza humana. Si la inteligencia alcanza esa
comprensión sin error, se le denomina recta razón. Así, la Ética estudia la moralidad en
cuanto cualidad del acto humano que le pertenece de manera exclusiva por proceder
de la libertad en orden a un fin último.

La Ética profesional

Pretende regular las actividades que se realizan en el marco de una profesión. En este
sentido, se trata de una disciplina que está incluida en la Ética aplicada ya que hace
referencia a una parte específica de la realidad. Por otro lado, la Ética profesional está
constituida por el conjunto orgánico de derechos y obligaciones morales, deriva sus
finalidades y normas específicas de la condición básica de persona en armonía con los
anexos que implican exigencias del bien común.

La Ética profesional quiere que cada profesional sea guía y ejemplo de vigor moral,
económico y político en todos los contextos de la vida.

(AMANDI, 1999) Que es ética profesional.

Que la Ética es algo importante y valioso en sí mismo, es algo en lo que sin duda
estamos todos de acuerdo. Que nuestro colectivo -los ingenieros del ICAI- está
especialmente sensibilizado hacia estas cuestiones, también está fuera de duda y buena
prueba de ello lo constituye el lema de este VI Congreso. Ahora bien, en qué estamos
pensando cuando hablamos de “ética”, es ya otro asunto. Por ello el objetivo de las
líneas que siguen no es otro que tratar de clarificar esta cuestión. En primer lugar,
quisiera dejar claro desde un comienzo que de lo que aquí se trata es de la llamada
“Ética Profesional”. Y en concreto desde la perspectiva del ingeniero.

Para ello creo conveniente hacer algunas precisiones. Existen determinados


profesionales que se caracterizan de manera clara por razón de su actividad específica,
en vez de por la formación concreta que han recibido, a pesar de ser ésta un requisito
indispensable para su ejercicio. Así, por ejemplo, en el ámbito del Derecho un
profesional no se caracteriza por su formación, sino por la profesión jurídica específica
que ejerce. Por ello no hablamos en este sentido de un licenciado o licenciada en
Derecho, sino de abogados, jueces, fiscales, etc. Otro tanto ocurre, por ejemplo, con los
profesionales de la Medicina. Esto es importante en la medida en que, pongamos por
caso, un licenciado en medicina que no ejerza la profesión correspondiente a su
titulación académica es raro que se presente como médico. Sin embargo, la situación
no es exactamente igual cuando se trata de ingenieros. Así, por ejemplo, un ingeniero
industrial que haya cursado la especialidad de mecánica, habitualmente se sigue
presentando y considerando a sí mismo como ingeniero, aun cuando su ocupación
profesional tenga poco o nada que ver con la Ingeniería. Y no me refiero sólo al altísimo
porcentaje de ingenieros que terminan su carrera profesional como directivos, sino a
otros muchos que, al margen de su especialidad, la comienzan en otras actividades,
como por ejemplo la consultoría de gestión, o sencillamente el departamento de riesgos
de un banco.

Por esta razón, la primera cuestión que deberemos tener clara es que la consideración
de “ingeniero” no hace referencia específica a una actividad única. Consecuentemente
el concepto mismo de Deontología no puede entenderse de igual manera si se aplica a
un ámbito profesional como por ejemplo el Derecho, o a un colectivo profesional, como
el de los ingenieros.

Podemos ir incluso más allá. Si la Deontología consiste en el estudio de las obligaciones


inherentes a una profesión, el concepto mismo de “deontología para ingenieros”, resulta
problemático. Por esta razón me parece más adecuado hablar de Ética Profesional para
ingenieros.

Puede parecer que esto no sea más que uno de tantos cambios de nombre, para decir
lo mismo. Pero una mirada más detenida revelará que el punto de referencia no es ahora
la actividad misma, sino el comportamiento del profesional en tanto que ingeniero,
independientemente de su campo de actividad. Desde esta perspectiva, la Ética
Profesional no se presenta como un apéndice más o menos conveniente del profesional
ideal, sino como uno de los aspectos centrales del ejercicio profesional mismo.

Ya que dicho ejercicio repercute siempre –para bien o para mal– en el propio sujeto y
su entorno inmediato (familia, colegas, etc), en el conjunto del ámbito profesional al que
se pertenezca y en la sociedad misma. Por otra parte, nos movemos en un entorno de
creciente dinamización, donde eficacia y eficiencia, más allá de algo deseable, se
convierten en una ineludible condición de posibilidad.

Y en estas circunstancias saber situar los propios objetivos profesionales en un marco


de referencia más amplio que los dotes de sentido, se convierte en algo imprescindible
e irrenunciable. Ahora bien, ¿qué significa de hecho, asumir la responsabilidad ética
inherente al propio ejercicio profesional? Desde luego no significa adoptar
planteamientos “omniabarcantes”. Un principio muy antiguo de la Ética dice que la virtud
se encuentra en el término medio, por lo que han de evitarse los defectos y los excesos.
Pues bien, en el tema que nos ocupa un exceso lo constituye el creerse obligado mucho
más allá de las propias responsabilidades. La cuestión “¿qué puedo hacer yo ante los
problemas del nuevo milenio?”

Un criterio que viene utilizándose como orientación a la hora de establecer estas


prioridades es el de determinar las prioridades en función de la inmediatez del ámbito
de que se trate, y por tanto de la capacidad de influencia real que uno tenga, a modo de
círculos concéntricos. Así, por ejemplo, estarían en primer término todas aquellas
cuestiones en las que uno tenga capacidad de influencia inmediata: trabajo, familia,
entorno inmediato directamente afectado por las propias decisiones y omisiones, etc.

Y en este sentido me atrevo a decir que el compromiso con la calidad del propio trabajo
es la primera obligación ética de todo profesional. En segundo lugar, vendrían las
obligaciones relativas a la construcción de un entorno profesional justo, en lo que a uno
concierne: condiciones de trabajo de los propios subordinados, criterios para su
valoración, relación con colegas y superiores, criterios de competencia, etc. Y en tercer
lugar vendrían a situarse todas aquellas cuestiones de carácter solidario, que requieren
una dedicación más allá de la relativa a los compromisos estrictamente profesionales y
familiares. Adoptando este punto de vista, y dejando al margen las discusiones más
teóricas, considero que el tipo de dilemas éticos a los que se van a enfrentar los
ingenieros del ICAI en el siglo XXI, no difieren sustancialmente de aquellos a los que
nos encontramos hoy y que en general giran en torno al respeto de la dignidad e
integridad de las personas.

“La correcta aplicación de la Ética y de los conocimientos morales son la ruta del Éxito
de manera individual y como ente colectivo. No olvidemos que como parte de nuestro
deber como profesional es la de extender nuestras capacidades intelectuales, morales
y físicas.” (Bello, 2012)

No puede ser mas relevante que la meta primordial de un profesional y en caso de los
ingenieros industriales es la aplicación de herramientas y estrategias que lleven a la
empresa a una rentabilidad favorable; esto siempre dentro del margen de la ley sin tener
intereses personales.
Bibliografía
AMANDI, J. Á. (1999). Nuestro Congreso Toma Forma . Ética para un Nuevo Siglo” (págs. 2-4).
Madrid : European Business Ethics Network.

Bello, R. E. (4 de Octubre de 2012). https://www.gestiopolis.com. Obtenido de


https://www.gestiopolis.com: https://www.gestiopolis.com/importancia-practica-
etica-profesional

Rodríguez, R., & Juan, R. (01 de 07 de 2015). Ética Profesional y Deontología: Dialnet. Obtenido
de http://repositorio.uladech.edu.pe/bitstream/handle/123456789/6387/L005-
AUTORIA%20PROPIA.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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