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En el siguiente ensayo expresamos las reflexiones a las que llegamos después de realizar un

análisis crítico a las lecturas recomendadas. Identificamos como el sistema que prevalece en
la actualidad ha permeado y devorado al ámbito educativo y nos adentramos en la educación
popular como una vertiente a lo ya establecido que es la educación bancaria.

Por más de 500 años, los pueblos de América Latina, hemos vivido y padecido el desprecio,
el desalojo y despojo de nuestras raíces, de nuestro territorio, de nuestras culturas e
identidades por un grupo hegemónico con influencias ideológicas eurocentrista, las cuales ha
marcado nuestra forma de mirar, entender y caminar en el mundo.

Hoy en día, nos encontramos en una época caótica, llena de crisis e incertidumbre gracias al
sistema capitalista que ha permeado y dominado cada aspecto de la de sociedad y de nuestra
vida; muchas veces nos cuestionamos el porqué de tanta caos, de tanta rebelión en contra del
sistemas, por qué tanta fuerza bruta y represión por parte de las autoridades; sin embargo la
respuesta es sencilla, y tiene que ver que con que replicamos y perpetuamos el modelo de
opresión y despotismo del cual hemos y seguimos siendo esclavos, es por ello que muchas
personas defienden y ponen resistencia a esta transformación mundial, mal llamada
“globalización” que lo único que busca es homogeneizar y encapsular a las personas.

Una “dificultad” a la que se enfrente el capitalismo y la globalización es la diversidad cultural


porque estas no tienen pretensiones de acumulación de riquezas o de generar ganancias para
grandes consorcios, sino buscan preservar y atesorar su raíces, cultura, cosmogonía y
cosmovisión compartiendo y dialogando con otras culturas sin perder su naturalidad, cosa
que enfada y va en contra de la ideología neoliberal, por ello el sistema responde con un
abuso de poder descomunal.

Esta época tan dinámica y llena de constantes y aceleradas transformaciones, las cuales
evidencian y guían nuestra forma de entender y comprender el mundo, nos llevan a
desarrollarnos en un ambiente de incertidumbre e incierto, por lo cual debemos de
replantearnos el qué, cómo, cuándo y el para qué de todo lo que hacemos, así como
preguntarnos si todo lo que nos enseñan, vemos y escuchamos está contextualizado y va
acorde con nuestras necesidades.
Los pueblos originarios y grupos identitarios son y han sido parte de la gran diversidad
cultural; ellos esperan que su identidad, ideología, cosmovisión, comunidad y territorio sea
respetado y preservado, es por ello que, desde hace muchos años, han gestado una resistencia
y oposición a los efectos macabros de la globalización

Para poder resistir y persistir es necesario mantener una buena cohesión, la cual nos permite
crear una fuerte identidad que se separe de aquellas identificaciones que son creadas y
convenientes para la globalización.

Para Díaz Polanco (2006) la identidad se mantiene como una esfera de resistencia
singularmente molesta y exasperante para el capital. En cambio, todo indica que la lógica
capitalista no sólo se opone a la identificación, sino que, dentro de ciertos márgenes, la
promueve ya es un eje fundamental para echar andar la economía mundial, es por ello que
esta globalización viene acompañada de un bombardeo publicitario el cual responde a ciertos
cánones y estereotipos creados y legitimados por el mismo sistema.

Tanto la identidad y la identificación son dos fenómenos que ocurren en la actualidad, pero
existen claras diferencias entre ellas, la primera de ellas apela a las construcciones históricas
las cuales han pre-existido y han marcado nuestro presente y la segunda corresponde a un
efecto de la globalización, el cual es un escape a la individualización constante, sin embargo
esta individualización al igual que la autenticidad es creada por el sistema, ya que no somos
únicos pero nos lo han hecho creer, al igual que el individualismo, ya que a pesar de decir yo
primero, no podemos desvincular nos de nuestras raíces, unas raíces llenas de valores, por
ejemplo la solidaridad, empatía y honestidad, que lo único que hace el sistema es
encapsularla y ocultara a nuestros ojos con ideas erróneas de que el hombre es malo por
naturaleza.

El ser humano se conforma a partir de la identidad e identificación ya que la globalización


nos ha permitido acercarnos a otras realidades y ser parte de diversas comunidades ajenas a la
propia y, en ocasiones, estamos tan expuestos a otros “mundos” que olvidamos ver a los más
cercanos a nosotros o a las comunidades que la globalización ha vuelto vulnerables.

Hoy, América Latina se encuentra sujeta a diversos cambios e influencias internacionales a


causa de la globalización, la cual ha permitido reducir las fronteras y modificar las diversas
estructuras y esferas sociales. Este contexto tan enrevesado que nos rodea nos exige, a los
interesados en el fenómenos educativos, pensar y reflexionar en cómo este entorno influye,
positiva o negativamente, en el ámbito educativo, así como preguntarnos cuáles son las
competencias, habilidades, aptitudes, conocimientos y destrezas que los alumnos deben
desarrollar y cuestionarnos el por qué esas y no otras.

La educación siempre ha sido considerada como un factor clave para el desarrollo de la


sociedad, cuántas veces hemos escuchado frases como “la sociedad carece de educación o la
educación es la llave de la transformación social” o en discursos políticos slogan
publicitarios por ejemplo “más y mejor educación para todos”; lo cierto es que el contenido
de cada discurso o slogan está vacío y no va más allá de lo escrito.

“Doscientos años de expansión del sistema escolar han dejado en claro que la educación, por
sí misma, no cambia la situación económico-social de las personas, ni de los pueblos”
(Puiggros, 2013: 109); sin embargo si es un pilar importante para lograrlo, pero no sólo se
necesita de un buen sistema educativo, sino que debe ser un proceso de crecimiento en todos
los ámbitos, los cuales nos ayudan a crecer individual y colectivamente.

La educación al ser considerada un arma poderosa puede ayudar a transformar nuestra


realidad, sin embargo en toda América Latina los sistemas escolares “son dispositivos
arcaicos que no pertenecen a la (época) actual”, (Puiggros, 2013: 108) ya que están
descontextualizados, son excluyentes, elitistas y obedecen a un ideal de mercado
primermundista, proveniente de Europa y de Estados Unidos de América.

Las diversas reformas que se han hecho a la educación pública tiene dos ejes principales, el
primero es el económico el cual responde al cómo poder insertar a los niños al trabajo y a su
vez a la economía mundial, los cuales reproducen y aumentan la productividad e ingreso del
país y el segundo eje es el cultural, en el cual se busca que las personas tengan un sentido de
“identidad” y que además formen parte del sistema globalizador en el que estamos inmersos.

Anteriormente se utilizaba la idea de que si obtienes un promedio académico excelente y


posteriormente un título universitario tendrás un buen trabajo, ahora la realidad es distinta,
tener un título no te garantiza tener un buen trabajo; lo anterior es porque el sistema educativo
actual estuvo diseñado y estructurado para otro contexto, para otra sociedad, basada en la idea
de la ilustración y el sistema económico de la revolución industrial, la cual se oponía a la
gratuidad y obligatoriedad de la educación pública, en este tiempo se decía para qué
malgastar tiempo en personas que no saben leer ni escribir asentándose una estratificación
social y en cuanto a la capacidad de las personas , cosa que no está tan alejada de nuestra
realidad y nuestro sistema educativo nacional (SEN).

Es por ello que debemos de alejarnos del discurso educativo y pedagógico que no va acorde
con nuestras necesidades, que está descontextualizado y que busca encajar con el modelo
económico y social de primer mundo, buscando crear o implementar estrategias, reformas y
políticas tal y como se están realizando en el primer mundo, sin importar que en América
Latina existen diversas realidades y que nosotros no tenemos las mismas condiciones
sociales, políticas o económicas, por lo que estas ideas sólo benefician a unos cuantos,
cuando la finalidad debe ser beneficiar a la mayoría y no a unos cuantos.

La soberanía nacional, en cuanto al ámbito educación, se encuentra amenazada y en peligro


por los intereses del mercado internacional de educación, cuyos representantes actúan dentro
de los organismos internacionales, los cuales nos evalúan y nos marcan las pautas para
desarrollar políticas y reformas educativas, por lo que nuestro SEN está construido a partir de
“recomendaciones”, metas e ideologías internacionales las cuales nos piden un perfil de
estudiante acorde con el proyecto modernizador y los intereses del sistema económico
globalizado, dejando de lado las diversidad cultural de los pueblos y buscando homogeneizar
a las sociedades.

Por ello es que debemos de pensar una educación incluyente y popular, y para ello debemos
ser conscientes de que un sistema educativo para América latina se debe constituir “a partir
de los pobres, los desarrapados, los negros y los indios: (siendo ellos) el corazón de la
educación, su núcleo más significativo, el que le otorgaría sentido.” (Puiggros, 2013: 104) y
razón de ser al sistema educativo brindando una educación pensada en ellos y para ellos; sin
embargo, las diversas políticas educativas, que se llevan a cabo estos países, están pensadas y
elaboradas desde un ideología neoliberal la cual sostiene que “los indios y los negros no
debían mezclarse con los hijos de los explotadores de las minas de plata, de los hacendados y
de la “gente de bien”. (Puigrgros, 2013: 106) y por ende “los sectores populares deben recibir
una educación de menor categoría que los privilegiados” (Puiggros, 2013: 105)
Para lograrlo, debemos de recuperar la soberanía educativa del país garantizando que el
estado sea el principal financiador de este servicio, pero también sea quien elija, supervise,
controle y evalúe las inversiones de empresas extranjeras, esto con la finalidad de no perder
la esencia y naturaleza de nuestro país, dejando que el mercado y los organismos
internacionales influyan tanto en la formación de nuestra sociedad. Por ello se busca el
Estado cumpla con su función tal como lo establece el artículo 3° constitucional así como:

“Estados se encarguen de asegurar que los materiales con contenidos y


finalidad educativa respeten y promuevan el pluralismo político, religioso,
social, cultural, lingüístico y étnico; que protejan la identidad nacional en el
marco pluricultural de todas las regiones que integran a las diversas naciones;
que difundan los derechos humanos, así como que estén científicamente
actualizados.”(Puiggros: 115)

Para ello también será necesario considerar a los pueblos más que “sujetos de derecho” en las
nuevas opciones políticas democráticas, ya que sus saberes deben ser redefinidos y
legitimados, porque son parte esencial de nuestras raíces, y no por el hecho de ser
considerados como grupos vulnerables, marginados, minoritarios… no quiere decir que su
conocimiento sea inferior según lo que dictan los organismos internacionales.

En la actualidad, los nuevos dispositivos de producción y difusión de la cultura, y la


apropiación de éstos es por medio del mercado, el cual ha avanzado a pasos agigantados
sobre la educación, convierten a la soberanía educativa en un objetivo primordial, (Puiggros:
119) sin embargo la soberanía educativa de un país también es buscada por alternativas
educativas y pedagógicas las cuales ponen resistencia a todos las transformación que dicta el
sistemas, como ejemplos podemos hablar de movimientos sociales, educación crítica,
educación liberadora, emancipadora, popular, entre muchas otras.

Al referirnos a Educación Popular es pensar, sin duda, en América Latina la cual se le


relaciona con diversos movimientos educativos que convergen justamente con la educación
popular cuya finalidad es la transformación social. Esta educación busca romper con estos
esquemas del capitalismo, el patriarcado y el racismo, que solo han sido retomados y
maquillados por los discursos políticos y religiosos los cuales han legitimado la dominación a
través de la cultura. Siguiendo las tendencias que conciben a la educación como un medio
para contener a las nuevas generaciones preparando las no para transformar la realidad, sino
para insertar o adaptar al sujeto hegemónico: burgués, blanco, masculino, urbano
heterosexual. El resto- la mayoría- es el otro: bárbaro, primitivo, negro indio, mujer,
homosexual, pobre, extranjero/a. (Karol, 2004:345).

La Educación Popular no se define por sus destinatarios, los cuales son, principalmente,
campesinos, indígenas personas con bajos recursos económicos, es decir, los excluidos o
como diría Freire “los oprimidos y oprimidas”, sino más bien por la intencionalidad de
transformación social. Lo que dio origen a La Educación Popular como Educación
Liberadora, nace en la década de los 60 y se enraíza en las propuestas de la Educación
Liberadora de Paulo Freire haciendo frente a la educación bancaria, proponiendo una práctica
educativa problematizadora o concientizadora, que ayude al educando a superar la
dominación que sufre.

En la educación tradicional el educador es el que sabe y por ello deposita su saber en las
mentes de los educandos; por ende no existe el diálogo (comunicación), entre educando y
educador, solo existen comunicados del educador que el educando deberá repetir lo más
fielmente posible. La propuesta de Paulo Freire acerca de la educación popular, se relaciona
con una práctica política de transformación, social, vinculada a una movilización en la que
esté presente el saber-hacer de las clases populares.

La educación freiriana, popular y democrática, es la que crea el pueblo y se efectúa con las
populares, es decir, mediante la participación de estas en la construcción del conocimiento y
en el proceso educativo, por oposición a la educación dirigida para el pueblo. Es un modelo
educativo que para Freire, se constituye en una “pedagogía del oprimido” y una práctica
educativa humanista y de libertad; una pedagogía construida:

“Con él y no para él, en calidad de hombres y mujeres o pueblos en la lucha


incesante por la recuperación de su humanidad. Una pedagogía que haga de la
opresión y de sus clases objeto de reflexión de los oprimidos, de donde surgirá
su compromiso necesario en la lucha por su libertad.” (Freire, 2005:79)

Siguiendo esta línea de pensamiento de Freire, la Educación entendida como Liberadora opta
por una pedagogía del diálogo, que se nutre del amor, de la humildad, de la esperanza, de la
fe, de la confianza entre educador y educando, pues es imposible dialogar si uno cree que
tiene toda la verdad y que es poseedor del conocimiento absoluto. Ya no se trata de depositar
conocimientos en los educandos, sino de dialogar con ellos y “pronunciar juntos el mundo”.
En definitiva, la Educación Liberadora se orienta a desarrollar, mediante procesos dialógicos,
comunicativos y de negociación cultural, la capacidad de leer la realidad, decir la propia
palabra y escribir la historia de la liberación personal y comunitaria. La pedagogía popular,
que como con tanta insistencia lo repetía Paulo Freire, se sustenta en un aprendizaje dialógico
(nadie ignora todo, nadie sabe todo), que permite a los sujetos descubrirse a sí mismos y
tomar conciencia del mundo que les rodea.

El diálogo de saberes, se constituye en el método de la Educación Popular Liberadora. Para


que surja un verdadero diálogo requiere de una serie de condiciones: fe en el otro, a quien se
considera portador de saber y capaz de aprender y de enseñar; esperanza de que es posible
cambiar y mejorar la realidad; y amor, para involucrarse en una relación afectiva con el otro.
Ya que el hombre no se hace en el silencio, sino en la palabra, en la cual tiene que existir una
praxis entre acción y reflexión para que surja este encuentro de los hombres para la
transformación del mundo.

En palabras de Freire: la existencia en tanto humana, no puede ser muda, silenciosa, ni


tampoco nutrirse de falsas palabras sino de palabras verdaderas con las cuales los hombres
transforman el mundo. Existir humanamente, es “pronunciar” el mundo, es transformarlo. El
mundo pronunciado, es a su vez, retorna problematizado a los sujetos pronunciantes,
exigiendo de ellos un nuevo pronunciamiento. (Freire, 2005:106)

De esta manera la Educación Popular se vislumbra como una concepción “Educativa


Humanizadora”, cuyo centro es la persona y no el mercado, el dinero, el prestigio o el poder.
No se trata meramente de trabajar “por el pueblo”, sino “con y para el pueblo”, reafirmando y
asumiendo sus valores y su vocación de sujetos y constructores de la historia. La Educación
Popular surge de la vida del mismo pueblo, de sus saberes, valores y experiencias, de su
capacidad de lucha, resistencia y emancipación. Se orienta, en definitiva, a formar personas
libres y responsables, capaces de imaginar un modelo de sociedad distinto.

Desde la perspectiva de la autora Karol: la educación popular es-intenta ser-, una pedagogía
de la revolución y una pedagogía de la vida cotidiana; una pedagogía de las estrategias y una
pedagogía de las tácticas, una pedagogía de lo colectivo…. Es una manera de estar en la vida,
que tiene un signo grupal, una voluntad revolucionaria, y una fuerte apuesta a los procesos
creativos de las organización, de los movimientos, de quienes creen que los cambios se harán
como resultado de la acción común voluntaria de los pueblos, con componentes también de
espontaneidad, de sorpresa, de imaginación, que buscamos estimular desde las propuestas
políticas y lúdicas de la educación popular. (Karol, 2004: 357)

Como lo hemos visto, los estudiosos del fenómeno educativo y no sólo nosotros, tenemos un
tarea muy importante y compleja, hacernos cargo de nuestra realidad y del mañana de nuestra
sociedad, por lo que es necesario posicionarnos y empezar a reflexionar y repensar el mundo
en el que estamos, resignificar el qué, cómo, cuándo y dónde de nuestro hacer, así cómo
generar y accionar con nuevas ideas, que aunque sean en grupos pequeños marcan la
diferencia y conocer que no sólo con movimiento sociales, con mitin, paros, asambleas y
demás, se puede transformar el mundo.

Nosotras como pedagogas, debemos hacer catarsis con el sistema capitalista y globalización
proponiendo, elaborando y ejecutando nuevas formas de mirar la educación, una educación
que tenga como base crear personas autónomas, críticas, conscientes, reflexivas y activas, las
cuales generan resistencia a este sistemas que a pasos agigantados nos está devorando.

Bibliografía:

1. Díaz P. (2006). ​Elogio de la diversidad. Globalización, Multiculturalismo y etnofagia​.


​ iglo XXI. (p. 132-155)
Editorial​ S

2. Puiggrós, A. (2013). ​La disputa por la educación en América Latina. Hegemonía y


alternativas.​ En “Reconfiguración de lo educativo en América Latina. Experiencias
pedagógicas alternativas”. Marcela Gómez Sollano y Martha Corenstein Zaslav.
FFyL-DGAPA-UNAM. (p. 103-120)

3. Korol, C. (2004). ​La educación popular en la batalla contra las muchas colonizaciones.​
En Resistencias populares ante la recolonización del continente americano. Ediciones de la
Flor. (p. 345-358).
4. Freire, P (2005). Capítulo II la concepción bancaria de la educación como instrumento de
opresión, sus supuestos, su crítica.Capítulo III. La dialogicidad: esencia de la educacion
como practica de libertad, en “Pedagogía del oprimido”. Editorial Siglo XXI (p. 75-158).

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