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Segundo Discurso:

¡Deshazte De Ella!

Joshu fue un maestro que empezó a estudiar zen a los sesenta años.
A los ochenta, encontró la iluminación. Dicen que enseñó durante
los cuarenta años posteriores. Una vez, un discípulo le preguntó al
viejo Joshu:
-Nos enseñas que debemos vaciar nuestras mentes. No
tengo nada en la mente, ¿qué debo hacer ahora?
-¡Deshaz te de ella! -le dijo Joshu.
-Pero si no tengo nada, ¿cómo podría deshacerme de ella?
Joshu dijo:
-Si no puedes deshacerte de ella, carga con ella, échala afuera,
vacíala, pero no te quedes ahí parado frente a mí sin
nada en la cabeza.

Cuál es la nota única de Joshu? Su única nota es el vacío. Ésta es la flor de loto
que Buda le entregó a Mahakashyapa. Y es lo que todos los Budas han transmitido a
través de diversas épocas: el vacío. El yo quiere ser todo. El todo se produce, pero se
produce a través del vacío, y aquí reside la dificultad, la imposibilidad. Puedes
perfeccionarte pero, si la perfección funciona como ideal, no lo lograrás. Puedes
perfeccionarte a través de quedarte completamente vacío. Parece inconcebible para la
mente, pues ésta indica que, para perfeccionarse, uno debe hacer grandes esfuerzos,
debe crear un ideal para el futuro, debe esforzarse por alcanzar ese objetivo.
El objetivo se da. La perfección llega al hombre; no es necesario que el hombre
la alcance. El objetivo se acerca a uno. Nadie jamás ha llegado al objetivo. Siempre ha
sido de otra manera: el objetivo te alcanza cuando estás vacío. Y estar vacío es lo
contrario, justamente lo contrario de todo esfuerzo hacia la perfección, pues la
perfección implica que te gustaría ser como Dios mismo. La perfección implica que
querrías ser eterno, infinito, desplegado por todas partes. El vacío es exactamente lo
contrario: debes destruirte por completo. Ni siquiera tiene que quedar un rastro. Una
vez que tu hogar está vacío, llega el invitado. Cuando ya no estás, se ha logrado el
objetivo.
Entonces, no hagas de la perfección tu objetivo; ésta se da en forma indirecta.
Quédate vacío y habrás generado la situación para que se produzca. Como la
naturaleza repudia el vacío, nada puede quedar vacío. Si te vacías por completo, te
llenarás de lo desconocido. De repente, desde todos lados, lo divino correrá hacia ti.
Habrás creado la situación; hay que hacerlo. Cuando tú no estás, está Dios.
Entonces, recuerda: no puede haber encuentro entre tú y Dios. Nunca lo ha
habido y nunca lo habrá. Cuando tú no estás, está Dios. Cuando tú estás, Dios no está.
No pueden estar los dos al mismo tiempo. Cuando tú desapareces; de repente aparece
lo perfecto, lo absoluto, el todo. Siempre ha estado allí, pero tú estabas tan lleno de ti
mismo que no quedaba espacio para que entrara. Estaba por todas partes, pero no
estabas vacío.
Eres como una casa sin puertas: sólo paredes y paredes, y capas y capas de
paredes. Y recuerda: de hecho, una casa es más las puertas que las paredes. Dice Lao
Tse: "¿Qué es una puerta? Una puerta no es nada, es un vacío. Y, a través de una
puerta, se entra”. Una pared es algo, mientras que una puerta no es nada. ¿Y te has
dado cuenta de que una casa no consiste en las paredes sino en el vacío interior? La
misma palabra "habitación" implica vacío, espacio. No vives en las paredes, sino en el
espacio, en el vacío. Todo lo que existe, existe en el vacío. Todo lo que vive, vive en el
vacío.
No eres tu cuerpo. Dentro de tu cuerpo, igual que dentro de tu casa, existe
espacio. El espacio eres tú. Tu cuerpo no forma más que las paredes. Piensa en una
persona sin ojos, ni orejas, ni nariz, sin ventanas ni puertas en su cuerpo: estaría
muerta. Los ojos, las orejas, la nariz y la boca son las puertas: son vacíos. Y, a tra vés
de este vacío, la existencia penetra en ti. Lo exterior y lo interior se unen, pues el
espacio exterior y el espacio interior no son dos cosas separadas; son una sola. Y la
división no es una verdadera división.
Es como... puedes ir al río y puedes llenar de agua un pote de barro. Cuando el
agua entra al pote de barro, el río de afuera y el agua de adentro del pote son iguales.
Sólo existe la pared de barro, que inclusive es porosa. El agua fluye permanentemente
hacia adentro y hacia afuera. Tu cuerpo también es una superficie porosa: la existencia
fluye hacia adentro y hacia afuera continuamente. ¿Qué es la respiración? Es la
existencia que entra y sale. Y los científicos afirman que hay millones de agujeros en la
piel que inhalan y exhalan permanentemente. Eres poroso. Si todo tu cuerpo tuviera
una capa gruesa de pintura, y únicamente la nariz pudiera quedar abierta, podrías
seguir respirando, pero a las tres horas estarías muerto: porque todo el cuerpo respira,
es poroso. La existencia continuamente te renueva.
Interiormente, ¿quién eres tú? El interior es un vacío. Cuando uno descubre este
vacío, el yo simplemente desaparece. Es un mito, es un sueño, es una falacia. Porque
nunca has observado tu interior, has creado un falso yo.
Hay una necesidad, porque ningún hombre puede vivir sin centro. Y no conoces
tu propio centro, por lo tanto la mente crea un centro falso: ese falso centro es el yo.
Cuando te desplazas hacia adentro y buscas al yo, nunca lo encuentras allí. Cuanto
más profundamente vayas, tanto más te reirás, porque el yo no está allí, tú no estás
allí. A veces, cierra los ojos y busca al yo. ¿Dónde estás? ¿Quién eres? Un vacío te
rodea por todas partes. No hay nadie allí adentro. Y este momento, en el que sientes
que no hay yo, es el momento más hermoso y extático que puede existir.

Cuando no hay yo, estás vacío. Y, cuando estás vacío, lo divino se precipita
hacia ti. Has generado la situación.
Ésta era la nota única de Kakua, y es también la mía. Este relato es muy
hermoso. Trata de comprender cada palabra.

Joshu fue un maestro que empezó a estudiar zen a los sesenta años...

Recuerda: la edad que tengas no es importante. Puedes ser un niño o puedes ser
muy, muy viejo. Puedes ser joven, saludable, o puedes estar enfermo: no hace
diferencia, porque lo fundamental es estar interiormente vacío. No tiene relevancia el
hecho de que tus paredes sean jóvenes o viejas. Un niño puede lograr la iluminación,
un hombre a punto de morir puede lograr la iluminación, porque ésta no tiene que ver
con el cuerpo. Concierne a algo absolutamente sin cuerpo. Concierne a lo interior, que
no tiene edad. Es no temporal. El tiempo no es en absoluto un problema.
Tal vez no lo hayas observado, porque vives una vida falta de consciencia, y la
observación requiere consciencia, atención, conocimiento.
Si miras hacia adentro, ¿puedes sentir la edad, cuántos años tienes? Si cierras
los ojos y miras hacia adentro, el vacío interior parece no tener edad. ¿Eres un niño?
¿Eres joven? ¿Eres viejo? El espacio interior parece ser no temporal, ¡y lo es! Por eso
te vuelves viejo a través de los ojos de los demás. Te vuelves viejo a causa del espejo.
Si los espejos desaparecieran y nadie hablara de tu edad, y no hubiera calendarios ni
medidas del tiempo, seguirías siendo siempre joven.
En los viejos tiempos, la gente envejecía mucho más tarde. Se dice que vivían
cientos de años (a veces, hasta trescientos, cuatrocientos o quinientos). Ahora, estas
cosas parecen cuentos, mitos, ficciones. No son ficciones. Deben haber vivido, pero no
tenían forma de medir el tiempo. No existían los espejos; nadie hablaba de la edad;
nadie sabía cuándo había nacido ni cuándo cumplía años. No sabían contar más allá de
los diez dedos. Y nunca nadie preguntaba: "¿Cuántos años tienes?". La gente vivía,
simplemente vivía, sin saber su edad. Vivían muchos años. Así sucedía en muchos
casos.

Hace unos días, estaba leyendo acerca de un hombre, un holandés. Pocos años
atrás cumplió ciento sesenta y cinco años. Y trabajaba cuando los cumplió, hacía todo
normalmente. Vivía en un pueblo muy, muy lejano. Entonces, un periódico se enteró y
se publicó su nombre, su fotografía, y la gente empezó a ir a verlo. Los médicos se
interesaron y también fueron a examinarlo. Lo mataron en el lapso de dos años,
porque, al ir todo el mundo y preguntarle cuántos años tenía, el pobre viejo tomó
consciencia, por primera vez, de que tenía ciento sesenta y cinco años, ¡lo cual era
increíble! Nunca se habría preocupado si nadie se lo hubiera preguntado. Sencillamen-
te, hubiera vivido, sin consciencia del tiempo.
Cuando tienes consciencia del tiempo, estás en manos de la muerte. Cuando no
la tienes, la muerte, simplemente, no puede entrar. Ella ingresa a través del tiempo.
La muerte es tiempo, y la vida es eterna, atemporal. Tú eres la vida, y no la muerte.
¿Qué le hicieron los médicos a ese pobre viejo? Le sugirieron dejar de trabajar y
descansar, suponiendo que, si descansaba, podría vivir aún más; incluso que podría
alcanzar los dos siglos, ¡lo cual sería un fenómeno para la ciencia médica! Entonces, lo
ayudaron a descansar: lo metieron en una cama y empezaron a aplicarle inyecciones y
a darle vitaminas. En el lapso de dos años, estaba muerto: había tomado consciencia y
se había preocupado.

Si te interesas demasiado por el cuerpo, te transformas en el cuerpo. Si te miras


permanentemente en el espejo, te transformas en el cuerpo. Por eso las mujeres
envejecen antes que los hombres: por el espejo. Y el milagro es, básicamente, que
viven más que los hombres, pero envejecen más rápidamente. En promedio, en todo
el mundo las mujeres viven cuatro años más que los hombres, pero envejecen más
rápidamente. Pierden su belleza y su juventud rápidamente. El espejo las mata, con su
continuo pensar en el cuerpo.
Medita sobre el ser interior, y no sobre el cuerpo. Encuentra un espejo que te
refleje a ti y no al cuerpo. El espejo que te refleja a ti es la meditación. Cuanto más
meditas, más eterno te vuelves.
Joshu fue un maestro que empezó a estudiar zen a los sesenta años... Entonces,
nunca es demasiado tarde. No te preocupes. En cualquier momento en que empieces,
está bien. Nunca es demasiado tarde; siempre estás a tiempo. Entonces, no pienses en
esto.

Muchos vienen y me dicen:


"Ahora ya estamos muy viejos..”..
Y la mente es tan aguda. Los jóvenes acuden a mí y me dicen:
"¿Cómo podemos meditar? Somos demasiado jóvenes”. Y los viejos vienen y me
dicen:
"¿Cómo podemos meditar? Somos demasiado viejos".

Otros se presentan y me piden que no inicie a los niños, pues son sólo niños. Me
piden que no los inicie, que no les de sannyas. Entonces, ¿a quién debo iniciar? ¿A los
muertos? No queda nadie. Unos son niños, otros son jóvenes y otros son viejos.
La mente es aguda. Cuando eres un niño, dices que eres un niño. Cuando eres
joven, afirmas que eres joven y que tienes que experimentar un poco más la vida.
Para cuando eres viejo, te sientes exhausto, cansado y sin energías. Entonces, te
dices: "¿Qué puedo hacer ahora? No queda nada. Sólo me queda esperar la muerte,
sin esperanzas".
Nunca en la historia humana ha estado el hombre tan desesperanzado ante la
muerte como lo está ahora, ¡y con tan importantes avances en la medicina! Nunca ha
estado el hombre tan desesperanzado ante la muerte. Nunca se ha preocupado tanto
el hombre por la muerte como lo hace ahora.
¿A qué se debe tanta desesperanza? Porque no estás en contacto con lo eterno,
porque tus raíces no están en lo eterno. Has vivido una vida temporal y la muerte es el
final del tiempo, no de ti. Recuerda que la muerte pone fin al tiempo, pero no a ti. Y, si
has vivido en el tiempo, sólo con objetivos temporales, entonces la muerte constituye
un problema. Pero, si has vivido más profundamente en tu interior, en las montañas
más remotas donde se mudó Kakua, en el interior, donde nadie pudiera visitarte,
completamente solo, entonces la muerte no será un problema, porque conoces la
inmortalidad. Se esconde allí.
Sobre la superficie está el tiempo; en el centro, la eternidad. Recuerda: la
eternidad no es un período largo, largo. La eternidad no es tiempo. La eternidad
implica "no-tiempo".
A los sesenta años, Joshu empezó. Se puede comenzar en cualquier momento;
siempre lo he sentido así. Joshu vivió mucho: vivió ciento veinte años. Debe haber
vivido ciento veinte años por haber comenzado a los sesenta. Y, cuando empiezas a
meditar, rejuveneces y te renuevas tanto que puedes vivir mucho tiempo sin hacer
esfuerzo alguno.
Quien está dispuesto a aprender, siempre se transforma en niño. Joshu se volvió
niño nuevamente a los sesenta años. Si no es posible iniciarse a los sesenta años, es
porque uno ya sabe demasiado; esto hace que no pueda aprender, que no pueda
transformarse en un discípulo. Está tan bien informado que sabe mucho. Ha aprendido
demasiado, experimentado demasiado, juntado mucha hojarasca. Es un depósito de
chatarra, pero cree ser muy, muy experimentado. ¿En qué consiste su experiencia?
¿Qué ha aprendido exactamente? Nada. Pero sus manos están vacías, su ser está
empobrecido. No ha adquirido una experiencia interna que lo enriquezca, que lo torne
significativo.
Pero, por supuesto, solamente por el hecho de ser viejo, uno ha pasado por
muchas cosas, ha transitado muchos caminos. Frustrado, desesperanzado, desvalido,
se enfrenta a la muerte temblando, sólo esperando, sin saber qué hacer. En Occidente,
especialmente, el hombre viejo se ha transformado en un fenómeno tan impotente:
sólo espera la muerte, sin nada que hacer. No puedes imaginar...
En el pasado, sólo unas pocas personas debían esperar morir: quienes estaban
sentenciados a muerte. Debían esperar en cárceles durante algunos días; sólo esperar:
era una terrible agonía. Pero ahora, todos deben esperar. Retirado de tus actividades,
estás sentenciado a muerte. No hay nada más que hacer, salvo esperar... que en
cualquier momento llegue la muerte. Y la agonía es aún más alimentada por ì¥Á 9
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