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Este novedoso material, cuyo nombre viene del quechua Qauchu (kawchu, caucho, plástico) y
Kullu (madera), contiene principalmente 40% de madera (aserrín o viruta de madera capirona)
y 60% de plástico (polipropileno y polietileno de tapas de botellas). Aunque esta composición
se puede regular a fin de darle mejores propiedades, resultando en un material más resistente,
durable y económico que la madera (sobre todo para producción en serie).
Con el primer préstamo que les dio el BID para el desarrollo de la investigación, comenzaron el
estudio y luego con el financiamiento de Innóvate Perú empezaron las pruebas del proyecto de
la mano con la empresa de muebles peruana RDOY Industrial (S.A.C) o conocida como
Comodoy, del grupo IKASA Perú.
“Nuestra intención es promover la conservación del medio ambiente, recogiendo los residuos
e integrándolo en un material que se llama Qauchu Kullu que significa plástico y madera. Nos
enteramos que hay empresas que pagan por botar sus desechos como aserrín o viruta, al ver
ello, empezamos a investigar los procesos de sinterizado en materiales compuestos de
polipropileno y polietileno reciclados (que son las tapas de botellas plásticas) y madera
capirona que es muy usada en Lima”, explicó a la Agencia Andina el ingeniero Acosta.
En este novedoso material se puede regular la cantidad de los residuos, por ejemplo: 40% de
madera y 60% de plástico, por esa razón cuenta con las mejores propiedades de resistencia y
durabilidad, y debe resultar más económico que la madera, si es que se realiza una producción
en serie.
“Con este material también se pueden fabricar muchos productos como sillas, mesas, cilindros
huecos (tipo tanques de agua) etc. Tenemos el conocimiento suficiente para transferir esto a
las empresas. Aquí nuestro gran reto es demostrar que esto es rentable para ellos”, finaliza
Acosta, al destacar el trabajo de los jóvenes investigadores en este proyecto, pues muchos han
obtenido su licenciatura, maestría y hasta doctorado.
En los últimos seis años, se han construido y se están construyendo más de 44 edificios altos
con estructuras de madera. De acuerdo con la definición del Consejo de Edificios Altos y
Hábitat Urbano, los edificios de gran altura en madera pueden considerarse a partir de 14
pisos o 50 metros de altura. Ejemplos notables incluyen El edificio T3 desarrollado por Michael
Green Architecture y la torre residencial de 73 metros del equipo DLR Group T3 y Team V
Architectuur HAUT.
Leitza es “un lugar perfecto y exigente para poder testar y comprobar de primera mano los
beneficios de este tipo de construcción, donde se consigue reducir hasta en un 75% las
necesidades de calefacción y refrigeración”, explica Fernando Larraza, director de Precom.
Según sus palabras, en estas viviendas, “la poca energía suplementaria que requieren se puede
conseguir con facilidad a partir de energías renovables, convirtiéndose en una construcción
con un coste energético muy bajo para el propietario y el planeta.
TRAYECTORIA
Ello significa que la madera es capaz de regular la humedad ambiental, hacer respirar la
vivienda, reducir las radiaciones electromagnéticas y ser un gran aislante, tanto en invierno
como en verano. Todas estas bondades se traducen, por un lado, en un gran confort interior,
tanto en invierno como en verano. Al disponer de mayor aislamiento que una vivienda
convencional, también las hace más silenciosas, aún en zonas de mucho ruido ambiente. El
objetivo de las casas pasivas es obtener un buen confort interior, al mismo tiempo que se tiene
un consumo muy bajo de energía, tanto para calefacción como para refrigeración.
Por otra parte, el grado de humedad en el interior de la vivienda es muy estable, mejorando
por mucho, enfermedades del aparato respiratorio como asma, alergias, etc.
Además, la madera ofrece beneficios fisiológicos. La sensación de calor natural y la calidez que
provoca en las personas tiene el efecto de disminuir la presión arterial y el ritmo cardíaco,
reduciendo el estrés y la ansiedad. “Estos beneficios son particularmente importantes en
entornos donde es difícil incorporar la naturaleza en interiores, como hospitales y residencias
de mayores con estrictas pautas de salud y seguridad. En estos casos, el poder utilizar un
material noble y natural como la madera, aporta a los habitantes de estos edificios la
sensación de estar en un entorno natural con los beneficios que ello conlleva”, subraya el
director de Precom.
Estas construcciones también aportan beneficios para la salud, ya que como el aire es filtrado
no entra polvo ni polen y se reducen los molestos efectos del aire viciado, reduciéndose
notablemente las alergias.
Por último, destaca la velocidad de ejecución y precisión en tiempos y coste social. “Somos
capaces de predecir el comportamiento de la casa, su gasto energético, el coste real de la
construcción y llevarlo a cabo en un tiempo mínimo, ganando en plazos a cualquier otro modo
de construcción tradicional”, detalla Larraza.
HITO RECIENTER
En otras palabras, por cada metro cuadrado construido con estructuras de madera,
reduciríamos las emisiones de CO2 hasta en una décima en comparación con los sistemas más
tradicionales. Además, según otro estudio publicado recientemente, las emisiones de gases de
efecto invernadero durante el ciclo de vida de un edificio de madera son un 74% más bajas que
las construidas con estructuras de acero y hasta un 69% más bajas que las construidas en
concreto.