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La motivación es un aspecto de enorme relevancia en las diversas áreas de la vida, entre ellas
la educativa y la laboral, por cuanto orienta las acciones y se conforma así en un elemento
central que conduce lo que la persona realiza y hacia qué objetivos se dirige. De acuerdo con
Santrock (2002), la motivación es “el conjunto de razones por las que las personas se
comportan de las formas en que lo hacen. El comportamiento motivado es vigoroso, dirigido y
sostenido”
Ajello (2003) señala que la motivación debe ser entendida como la trama que sostiene el
desarrollo de aquellas actividades que son significativas para la persona y en las que esta toma
parte.
En el plano educativo, la motivación debe ser considerada como la disposición positiva para
aprender y continuar haciéndolo de una forma autónoma.
Una investigación realizada revela que una razón importante para analizar el tema de la
motivación es su incidencia en el aprendizaje. Una de las propuestas que mejor plantea la
complejidad de los procesos motivacionales académicos, según Cerezo y Casanova (2004), es
la que presentan Pintrich y De Groot, que distinguen tres categorías relevantes para la
motivación en ambientes educativos: la primera se relaciona con un componente de
expectativas, que incluye las creencias de las personas estudiantes sobre su capacidad para
ejecutar una tarea; la segunda se asocia a un componente de valor, relacionado con sus metas
y sus percepciones sobre la importancia e interés de la tarea; la tercera, a un componente
afectivo, que incluye las consecuencias afectivo-emocionales derivadas de la realización de una
tarea, así como de los resultados de éxito o fracaso académico. Estos autores agregan que las
investigaciones revelan que la persona se motiva más por el proceso de aprendizaje cuando
confía en sus capacidades y posee altas expectativas de auto-eficacia, además de valorar las
actividades educativas y responsabilizarse de los objetivos de aprendizaje.
Concepto de Motivo.
El motivo es una fuerza interna impulsora –una necesidad o deseos específicos- que activa
que activa al organismo y dirige sus acciones hacia una meta. Todos los motivos son
desencadenados por alguna clase de estímulo: una necesidad orgánica como ser el hambre o
la sed; o un sentimiento como la soledad, la culpa o la ira. Cuando uno o más estímulos crean
un motivo, el resultado es una conducta orientada a metas.
Motivos Sociales.
Motivo aprendido que se asocia a las relaciones entre individuos, como la necesidad de
afiliación, de logro y de poder.
Por supuesto la motivación de Logro no tiene por qué manifestarse por igual en todas las
áreas. De hecho, mientras algunos niños demuestran su motivación de Logro en los deportes,
otros lo hacen en el estudio.
La motivación intrínseca proviene del interior del individuo. Por ejemplo, cuando una niña
pequeña toma espontáneamente lápiz y papel y escribe una carta a sus abuelos, diremos que
su conducta es motiva intrínsecamente. En cambio cuando un niño escribe una carta con la
que espera recibir alguna recompensa (regalo, por ej.) o por ser requisito para adquirir su
mesada, consideramos que su conducta está extrínsecamente motivada: el niño la realiza para
obtener algún premio externo o evitar alguna amenaza o castigo.
La acción voluntaria.
La acción voluntaria puede ser definida como aquella acción que procede de un principio
intrínseco con conocimiento formal del fin, también como el comportamiento específicamente
humano gobernado por la razón y la voluntad. Entonces podemos decir que la acción
voluntaria es aquella que el ser humano realiza guiado por una motivación intrínseca lo que le
permite ser consciente de sus acciones y realizarlas de la mejor manera para lograr algún
objetivo o fin propuesto. Recordemos que el hombre realiza una acción porque sabe que el fin
le conviene y le traerá satisfacción y felicidad. Sin conocimiento formal del fin no hay acción
voluntaria en sentido riguroso, aun en el caso de que la acción procediese de algún modo de la
voluntad. Cuando se ignora lo que se hace, no se obra voluntariamente. Por este motivo, la
acción voluntaria añade un importante elemento a la acción simplemente espontánea en la
cual no hay conocimiento formal del fin, en la acción espontanea las acciones se realizan
espontáneamente como muchos procesos vitales y acciones instintivas, e incluso algunas
reacciones rápidas de facultades que ordinariamente son gobernadas por la voluntad, por
ejemplo; retracción del brazo y exclamación de dolor cuando un objeto muy caliente, cuya
proximidad no fue advertida, quema la piel. Podemos decir entonces que el término “fin”
expresa genéricamente el objeto propio de la voluntad.
Elementos y fases del proceso motivacional.
Cómo funciona la motivación: un motivo es activado por alguna clase de estímulo, necesidad
orgánica o señal del ambiente. A su vez el motivo activa y dirige la conducta.
Hace algunos años Abraham Maslow, psicólogo humanista, dispuso los motivos en una
jerarquía de este tipo, de los más bajos a los más altos. Los motivos inferiores son
relativamente simples: surgen de las necesidades corporales que es preciso satisfacer.
Conforme nos desplazamos en la jerarquía de necesidades del Maslow, los motivos empiezan a
tener orígenes más sutiles: el deseo de vivir lo más cómodamente posible en nuestro
ambiente, de tratar en forma óptima con otros seres humanos y de causarles la mejor
impresión. Maslow, pensaba que el motivo más “evolucionado” de la jerarquía es la
autorrealización, es decir, la pulsión de alcanzar todo nuestro potencial. Esta jerarquía se
muestra de manera gráfica:
Motivación y conducta.
A principios del siglo XX los psicólogos tendían a atribuir la conducta a los instintos, es decir, a
los patrones innatos de conducta que caracterizan a una especie. En 1890, William James
propuso instintos humanos tan heterogéneos como la caza, la rivalidad, el amor, la vergüenza,
la timidez, el temor, la curiosidad. Pero en la década de los veinte la teoría de los instintos
comenzó a perder prestigio como explicación de la conducta humana por dos razones: (1) la
conducta humana más importante no es la innata, sino que se aprende a través de la
experiencia; (2) la conducta humana rara vez es rígida, inflexible, inalterable y característica de
una especie.
Otro punto de vista sostiene que las necesidades corporales (entre ellas, la de comer y beber)
crean un estado de tensión o activación denominado pulsión (como el hambre o la sed).
Conforme a la teoría de reducción de pulsión, la conducta motivada es un intento de atenuar
este estado desagradable de tensión y recobrar un estado de homeostasis, o equilibrio.
Cuando tenemos hambre buscamos comida para reducir esta pulsión. La conducta tiene por
objeto reducir un estado de tensión o activación corporal.
Sin embargo, la reducción de pulsión no explica toda la conducta motivada. Así, cuando
estamos aburridos, a veces buscamos actividades que aumenten la tensión y la activación. El
ser humano se esfuerza por mantener un estado óptimo de activación: si esta es demasiado
elevada, se esfuerza por atenuarla; si es demasiado baja, toma medidas para intensificarla.
Algunas conductas no son activadas por estados internos en absoluto. Por ejemplo: el aroma
de una panadería nos impulsan a comer aunque hayamos terminado de tener una comida
opulenta. En otras palabras, los objetos ambientales, denominados incentivos, también
pueden motivar a la conducta. Algunos psicólogos piensan que gran parte de nuestra conducta
está motivada por pulsiones inconscientes.
Definición de Emoción.
Lo importante que debemos recordar en torno a los motivos y las emociones es que nos
impulsan a realizar cierto tipo de acción: desde una tan drástica como el asesinato, hasta un
hábito tan común como tamborilear los dedos sobre la mesa cuando estamos nerviosos.
A veces nos damos cuenta vagamente de que una persona nos hace sentir incomodos. Casi
todo el mundo oculta sus emociones en cierta medida, a fin de proteger su autoimagen o de
adecuarse a las convenciones sociales. Pero casi siempre emitimos algunas señales que les
sirven a los demás para conocer lo que sentimos.
Comunicación verbal: si nuestro compañero de cuarto termina de lavar los platos y nos
dice con aspereza: “Espero que estés disfrutando tu novela”, el significado literal de
sus palabras es muy claro; pero sabemos muy bien que no expresa agrado ante
nuestra decisión de leer en lugar de ayudarle. Si nos dijera “Estoy furioso porque no te
ofreciste a ayudarme a lavar los platos después de la cena”, estaría manifestando sus
verdaderas emociones en ese momento.
Con frecuencia, lo que las personas dicen sentir no reflejan exactamente sus
emociones. Algunas veces, tal vez no sepan o no se den cuenta de lo que sienten; otras
veces optan por reducir al mínimo u ocultar sus sentimientos.
Comunicación no verbal: las expresiones faciales son los indicadores no verbales más
evidentes de la emoción. También se expresan las emociones mediante el lenguaje
corporal, como por ejemplo la postura, la forma en que nos movemos, la distancia
personal cuando hablamos con otras personas. Las acciones explicitas –un portazo, por
ejemplo- constituyen otra señal del estado emocional.