Sunteți pe pagina 1din 6

¿Es fácil amar?

Por Albama
Cuando mis días eran oscuros Ella apareció y los iluminó, cuando menos creí levantarme de mi derrota
Ella me dio los ánimos para intentarlo una vez más, sin importar quien fuera. Ella es tan linda, muy
refinada y no tiene ni un solo gramo de vanidad en su ser, Ella… Ella es perfecta. Si tanto solo supiera
cuánto hubiera yo podido perder si se hubiera quedado conmigo, si tan solo hubiera tenido más tiempo
para permanecer a su lado, si tan solo todas esas lagrimas derramadas pudieran contar lo que sufrí
por ti…
La conocí unos meses atrás, cuando una fiesta se estaba realizando en el pueblo, Ella no tenía
permitido salir del castillo, siempre le decían que no era bien visto que una persona de su clase se
mezclase con gente inferior, pero de alguna forma logró escapar y escabullirse de los guardias para
asistir a tan grandiosa celebración; es muy probable saber cómo logró salir de aquel lugar, llevaba
puesto un vestido que parecía haber sido mandado a hacer con telas sencillas, fuera de todos los lujos
a los que ella estaba acostumbrada, incluso parecía haberse manchado la cara con un poco de tierra
para darle más realismo a su disfraz; pero eso no era capaz de esconder su singular belleza que logró
cautivarme. Sin embargo, sus padres habían logrado descubrirla, así que mandaron a un par de sus
guardias para escoltarla nuevamente a su habitación; ¿por qué no la dejaban en paz? ¿por qué
deseaban tanto que no estuviera cerca de nadie más?; nunca lo hubiera sabido de haber sido por los
acontecimientos que ocurrieron después.
Al percatarse de los guardias trató de no ser visualizada por los mismos, así que Ella decidió tomar del
brazo a la persona que estaba más próxima a Ella y, créanlo o no, pareció cosa del destino el que esa
persona fuera yo. - ¿Podrías fingir que eres mi prometido? No quiero regresar a ese horroroso castillo
que tengo por hogar, no más rutinas para aprender a ser una chica capaz de atraer a cualquier príncipe,
no más, estoy harta, por favor, te lo imploro-. Después de que pronunciara esas palabras, acepté casi
inconscientemente y de alguna forma pudimos engañar a los guardias y hacerlos creer que su princesa
fugitiva no se encontraba en ese lugar, una vez los perdimos de vista Ella me agradeció y se alejó
lentamente hasta lograr perderse entre la multitud una vez más, pero desde ese momento no se alejó
de ningún pensamiento que llegaba a mi cabeza; a partir de ese día no pude recobrar el apetito que
tenía antes, me era imposible concentrarme todo el tiempo y las mujeres, ellas pasaron a ser simples
seres humanos. Eso me obligó a pensar el amor…
Pasaban los días y no me atrevía a acercármele, tal vez ni siquiera me recordaría, mi persona no era
algo sobresaliente para muchas personas ¿Qué podías esperarse de un campesino común y corriente?
No obstante, y a pesar de mi inseguridad, decidí acercármele…
Pero todas mis ideas desaparecieron cuando Ella me reconoció al instante, todos mis sentidos
colapsaron y mis ojos se llenaron de brillo otra vez; en ese momento no estaba seguro si estaba llorando
o riendo, mi piel estaba erizada y no podía mantenerme de pie, pero eso no me detuvo de seguir
admirándola, decidí preguntarle si le gustaría dar un paseo por las afueras del pueblo, a lo que Ella
respondió que estaría encantada. Caminamos mientras conversábamos, yo le contaba… bueno… de
como sobrevivía día a día por mi cuenta, las extensas horas de trabajo que tenía que aguantar para
apenas poder comer un poco de pan o carne; mientras Ella me contaba cómo soportaba tener a tantas
personas bajo su mando y la tuvieran vigilada, las veces que perdía el sueño por el estrés que le
generaba el tener que estudiar y aprender libros sobre cómo comportarse, como ser una “verdadera
dama” y que a veces prefería no salir de su cuarto por horas, ya que sabía que su madre la presentaría
con un duque, un príncipe o lo que fuera al momento de verla. Sé que suena extraño, dos mundos
completamente diferentes ¿Cómo podía estar pasando? Ni siquiera yo lo sabía, pero todo parecía tan
normal, como si esas barreras hubieran sido quitadas de entre nosotros… solo estábamos nosotros,
un chico y una chica riendo, tratando de entenderse el uno al otro.
Y así, pasaron horas que se convirtieron en días y estos, en meses en los cuales nos fuimos conociendo
más y más, siempre caminábamos hacia la puesta de sol, por unas pequeñas montañas en las afueras
del reino, íbamos, nos sentábamos y solo esperábamos, no había escena más perfecta que esa, Ella
de mi lado y yo en el suyo ¡no podía pedir más! Pero mientras más la conocía, más me enamoraba, no
podía guardar más los sentimientos que en lugar de darme valor para confesarlos, producían heridas
y llagas en mí, me lastimaban más así que decidí confesarle mi amor y, al mismo tiempo tratar de ser
correspondido de la misma manera… pero no fue así:
-Lo lamento, pero… tú eres un campesino, yo una princesa… a pesar de tener sentimientos que no son
fáciles de contener, sabes bien que no podríamos ser algo más, no podríamos avanzar en nuestra
relación si existiera-. Después de que Ella terminara de decir esas palabras, quedé atónito, no supe
realmente que podía decir en una situación como esa, solo pensé: Dos personas correspondidas, pero
jamás juntas… Eso duele… mucho. Sin importar los acontecimientos que ocurrieron, no nos fue
impedimento seguir viéndonos y, obviamente, seguir apreciando la puesta de sol, Dios había hecho
demasiadas cosas bien, pero esto, esto era mayor obra de arte expuesta ante nosotros. Muchas
personas al parecer pensaban igual que nosotros, ya que no éramos los únicos que iban a apreciar
este acontecimiento, artesanos, vendedores e incluso mendigos iban a las montañas. Ellos también
iban a ver la puesta de sol con su ser más querido.
Siempre que las veíamos nos imaginábamos cómo sería estar en esa posición:
- ¿Los ves? Ellos no tienen miedo de mostrar sus sentimientos ante los demás- dije desesperanzado -
Tal vez fueron obligados a casarse y no tienen otra opción más que soportarse el uno al otro- respondió
- Yo solo podría soportar a las personas que realmente quiero y aprecio… No todos podrían recibir eso
de mi- expliqué…
Creí que el tiempo lograría cerrar heridas, pero no fue así, entre Ella y yo todo se había tornado
completamente oscuro, no podíamos vernos fijamente o siquiera pronunciar una palabra de frente, toda
la situación se tornaba un tanto incómoda (por no decir demasiado), pasamos de ser cercanos a dos
desconocidos más. Ella no volvió a pasar por mi vista, pareciera que toda conexión con la gente hubiera
sido perdida, y, en parte, estaba en lo cierto, el pueblo había sido atacado por la peste y las personas
del reino (que aún no estaban agonizando o muertas) habían sido puesta en confinamiento para evitar
su contagio. Desgraciadamente yo no corrí con tanta suerte…
La peste había provocado lo mismo que el haber estado enamorado: escalofríos, sin apetito, insomnio
y una calentura de más de cuarenta grados, pero esta vez no era una buena señal. Tenía los días
contados, sabía el destino que me aguardaba: sin el amor de mi vida y la muerte, eso no era una buena
combinación para ninguna persona; no era algo que le deseara a alguien. Me fue imposible trabajar,
las personas se comenzaron a alejar de mí por la condición en la que me encontraba… lo poco que
tenía lo perdí para poder conseguir comida y una cura para el mal que estaba ganando el juego.
En un momento de desesperación y, casi involuntariamente, decidí solicitar la ayuda de lo que muchos
llamaban salvación: los doctores. No estaba seguro si ellos podrían ayudarme, o al pueblo, lo poco que
podía oír de ellos era que habían sido doctores que no habían logrado tener éxito para establecerse en
la profesión, pero ellos eran mi último recurso, al fin y acabo ellos eran “expertos” o al menos sabían
un poco más que yo en ese aspecto; por desgracia, ellos solo lograron que me asegurara de mi
desdichado futuro ya que solo fui notificado de tener una semana más de vida, pero yo ya me había
dado por vencido.
Seguía sin saber nada de la princesa; cuando lograba incorporarme de la cama en la que pasaba la
mayor parte de mi tiempo, veía hacia el castillo, con la esperanza de tener alguna señal de ella, pero
lo único que lograba avistar eran cuerpos y más cuerpos, cuerpos que eran sacados del castillo
constantemente, los sacaban a la calle como si lo que llevaran ahí no fuera un ser humano sino un
costal de papas inerte y lo aventaban como tal, en una pila que iba incrementando en número con el
pasar de los días, no había cosa más desagradable que eso.
Constantemente me preguntaba ¿Seguirá con vida? No podría soportar ver su cuerpo fuera del castillo
como cualquier otra persona, me mataría más que la enfermedad misma… No me permitiría ver esa
escena, pero ¿y si realmente fuera cierto? ¿Qué podría hacer yo?...
3 de los 7 días que me quedaban habían pasado ya, y yo, continuaba empeorando, así que decidí
alejarme del pueblo y del castillo… de Ella. Me fui al campo, exiliado completamente donde veíamos la
puesta del sol cada día, pero ya no me parecía tan impresionante sin esa persona a mi lado, todo era
muy monótono; era ver salir el mismo sol que anunciaba un día más en este mundo, pero un día menos
para vivir. Las condiciones estaban empeorando para mí, no podía moverme, mi cuerpo estaba
completamente desfigurado debido a las marcas negras que la enfermedad había puesto en mí, no
podía encontrar la luz que iluminara la terrible oscuridad que me estaba acechando y cada día tomaba
más espacio. La vela que me mantenía caliente y me permitía ver en situaciones así había sido
apagada…
-No tengo más tiempo, no luzco como un humano ya; ni siquiera puedo levantarme fácilmente o comer,
pero ya no vale la pena eso…- Pero un día, junté todas mis fuerzas (si es que aún tenía) y decidí ir una
vez más al pueblo, algo me decía que tenía que ir hacia ese lugar, no sabía si eso era algo bueno o
malo. Cuando llegué a las orillas del pueblo arrastrando mi cuerpo putrefacto y moribundo, ya nada era
igual: los campos se habían vuelto infértiles y habían perdido todos los colores, el mercado, que antes
gozaba de vida, con personas, niños e incluso animales rondando por ahí, se había acallado y la zona
había sido infestada de cuerpos. La mayoría de la población (por no decir toda) había perecido, lo que
me desalentó aún más: Ella pudo haber muerto desde hace mucho tiempo y tal vez ni siquiera lo sabía.
No pude seguir viendo esa imagen así que regresé al campo, pero sabía que nada sería lo mismo
(jamás lo volvió a ser), la idea que no dejaba de inundar mi mente donde Ella podría estar muerta
empeoró mi condición, ya no quedaba nada más que hacer, prácticamente lo había perdido todo así
que decidí esperar mi muerte; me senté donde usualmente lo hacía para admirar la puesta del sol y
solo esperé.
Pasé mis últimos momentos en mi lugar especial, las lágrimas se me escurrían por la mejilla y caían en
las heridas de mi pierna. No podía contenerme más…
- Desearía haber podido, ojalá hubiera podido decir adiós, habría dicho lo que quería decir. Quizás
incluso habría llorado por ti, si hubiera sabido que sería la última vez, me habría roto el corazón en dos,
intentando salvar una parte de ti, no podría empezar algo nuevamente, no podría besar alguien más,
ni siquiera pronunciar su nombre y jamás podría entregar mi corazón a un extraño nunca más, ojalá
pudiera, pero no lo haré… no volveré a amar. Si pudiera decir mis últimas palabras, creo que gasté
todas mis noches pensando en ti, me volví una persona completamente nueva cuando te conocí: me
arreglaba, gastaba parte de mi dinero para comprarte flores, siempre llegaba antes que no estuvieras
sola cuando llegaras… -.
Justo cuando iba a caer rendido alguien se sentó a mi lado, no quise voltear o siquiera levantar la vista,
mi cara estaba en pésimas condiciones.
- ¿Llegué a tiempo? Hace mucho tiempo que no podía ver la puesta del sol. Había olvidado lo hermosa
que era- dijo la misteriosa persona
-Sí, llegaste a tiempo, todavía no se ha ocultado, pero sería mejor que te alejaras de mi si quieres seguir
viva y puedas disfrutar tantas puestas- respondí.
La desconocida me pidió que volteara a verla. Lo hice y quedé atónito: era Ella. Parecía que había
pasado días sin bañarse, su aspecto era muy distinto al que había visto cuando la conocí, mi corazón
volvió a latir aún seguía sin poder creer lo que veía…
- ¿Qué ha pasado contigo? ¿Cómo pudiste sobrevivir? Pregunté casi tartamudeando
-Cuando la peste llegó, fui mandada a otro reino para que no fuera contagiada, pero no jamás arribé al
castillo, me volví campesina y aunque me descubrieron a los pocos, me permitieron seguir en esa labor.
Fui solicitada a regresar hace 3 días, mi madre ha muerto y alguien tiene que reinar, pero no sé
exactamente que hacer ahora ya que la mitad del reino ha muerto- explicó la princesa.
-No pude dejar de amarte… cuando desapareciste de mi vida, ni siquiera puedo llamar así a todo lo
que pasé, fue horrible- la interrumpí y volví a romper en llanto; quise besarla, pero sabía que era mejor
no hacerlo, sobre todo porque mi cuerpo estaba demasiado débil para moverse de la posición en la
que estaba…
- ¿Crees que yo no sufrí? Cuando nos conocimos, nunca creí que me enamoraría, nunca creí que me
encontraría yaciendo en tus brazos, y por mucho tiempo quise fingir que eso no era cierto cuando me
marché mi mundo siguió girando, y girando, y girando, y nunca pude avanzar, estuve sola por mucho
tiempo, pero me reconfortaba saber que te encontraría a mi lado aún estando muy lejos uno del otro,
porque te amo y nunca dejé de hacerlo…-. Cuando ella terminó de pronunciar estas palabras, los dos
nos vimos directamente a los ojos y permanecimos en silencio. Decidimos permanecer así y ver el sol
esconderse, me recosté sobre su regazo y las lágrimas aparecieron una vez más, pero no eran de
tristeza, eran de alegría, alegría de saber que a pesar de que este era mi último aliento, podía ver la
luz que cubrió mis días de felicidad, la luz más grande que pude encontrar, la luz a la que el amor me
llevo y me dejó verla por las colinas, ver como se escondía… y no me refiero exactamente al sol.
Por primera vez, pude cerrar los ojos para descansar tan tranquilamente para siempre.

S-ar putea să vă placă și