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El libro “El cartel negro” fue escrito por la periodista Ana Lilia Pérez y consiste en un
trabajo de investigación que recopila una amplia serie de elementos, documentos
oficiales, testimonios, hechos, anécdotas y eventos tendientes a evidenciar como la
delincuencia organizada se apoderó de Petróleos Mexicanos (PEMEX) desde el
mandato del expresidente Vicente Fox hasta la publicación de la obra en el año 2011
cuando estaba por concluir el sexenio de Felipe Calderón. Para lograr su cometido,
los carteles de la droga mexicanos incurrieron en amenazas a altos funcionarios,
corporaciones policiacas e incluso a elementos de la misma SEDENA, pago de
sobornos a autoridades de los tres niveles de gobierno y a trabajadores de la
paraestatal, ejecuciones, secuestros, balaceras que bañaron de sangre a las
localidades donde se disputaban el “control de la plaza” entre carteles de narcotráfico
y que se agudizaba en las ciudades fronterizas con Estados Unidos y en los puertos
marítimos, toda vez que si controlaban las aduanas tendrían una amplia facilidad para
transportar el crudo robado y sus derivados; así mismo, dentro de las mismas pipas
y autotanques podrían transportar las drogas que se exportan desde nuestro país y
también las armas que ingresan, sin que dichos medios de transporte pasaran una
exhaustiva revisión por el simple hecho de pertenecer a una empresa del Estado
mexicano. Dicha investigación le costó a la autora una serie de amenazas por parte
de los gobiernos en turno, ya que como se mencionó anteriormente, para que se
llevara a cabo todo la “operación” se requiere la opacidad o el consentimiento de
funcionarios de primer nivel del gobierno federal y de los líderes del sindicato petrolero
que con anterioridad eran quienes tenían el control de la ordeña de hidrocarburos.
La obra contiene una basta serie de datos, fechas, nombres de personas físicas,
morales y autoridades, misma que sería imposible resumir en la presente reseña pero
entre los eventos que destacan se encuentra el de la CANACAR (Cámara Nacional
de Autotransportes de Carga) que en el sexenio de Vicente Fox Quesada fue
privilegiada ya que se le contrato a muchos de sus agremiados a firmar millonarios
contratos mediante adjudicación directa para trasladar productos de PEMEX
específicamente en el área de refinación y fue ahí donde empezó a crecer la ordeña
ilegal o al menos a ser más notoria.
También hace un análisis de lo que ocurría en la Cuenca de Burgos ubicada en la
parte noreste del país que comprenden los estados de Tamaulipas, Nuevo León y
Coahuila, conocida entre los petroleros como la “olla de miel” donde para la venta de
condensado requiere de una conspiración de ambos estados ya que, para pasar el
gas por la frontera norte, lavar su fuente y fraudulentamente distribuir y vender el
producto al beneficiario final necesariamente autoridades y empresarios de ambas
naciones necesitan tener conocimiento de la situación. Y es que, en dicha cuenca la
materia prima extraída por PEMEX en un 40% era sustraída ilegalmente y se vendía
al mercado negro principalmente en el extranjero dentro de las empresas
estadounidenses que figuran como compradores se encuentra MURPHY USA que
comercializaba en puntos estratégicos de la unión americana surtiendo combustible
en estaciones de Wall Mart y Sams Club (combustible adquirido de manera ilegal)
pero que le redituaban en un mayor margen de ganancias.
La obra retoma diversos relatos que permiten conocer a fondo la forma de operación
de los huachicoleros comunes, aquellos que operaban sin pertenecer a los carteles
de la droga. Sin embargo, cuando éstos últimos tomaron el control del mercado negro;
el ordeñador común dejo de actuar por su cuenta propia y en consecuencia debían
pagar derecho de piso, pagar una cantidad por cada toma clandestina, por cada pipa
ordeñada o por abastecer clandestinamente a las gasolineras de las franquicias
oficiales y diversos sectores industriales.
En pocas palabras, el negocio de los hidrocarburos representó para los carteles una
alternativa para obtención de recursos para compensar la dura competencia en el
mercado de las drogas y sostener económicamente su estructura durante la “guerra
contra el narco” implementada por el ex presidente Calderón.
También hace mención de las pérdidas de las tomas detectadas sólo en 2011 se
estimaron en tres mil millones de pesos, el equivalente a 20 mil barriles o cien
autotanques diarios (tan solo las que se detectaron). Luego entonces, se podría
establecer que dentro de PEMEX existía un PEMEX filial o más pequeño pero que no
reportaba absolutamente nada a la federación. Situación que salió a relucir con la
lucha del actual presidente contra el “huachicoleo” denominado así a la extracción
ilegal de combustible.
Finalmente, considero que la obra nos permite conocer un poco más el fondo que
existe detrás del huachicoleo en PEMEX, ya que en la mayoría de los medios de
comunicación impera un silencio respecto al tema. Si bien es cierto que muchas de
las ejecuciones son a manos de los carteles de la droga y se le adjudica al trasiego
de la misma como su principal razón de ser, la obra de Ana Lilia abre la posibilidad
de que muchos de esos homicidios y otros delitos estén relacionados con el control
del huachicol. Por ejemplo, el realizado por las franquicias oficiales que cuentan con
una concesión otorgada por el ejecutivo federal (gasolineras) y en donde figuran
personajes de la política mexicana.