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Las teorías «Qul oserafixer la hauteur de/a


Révolution?»
de la democracia Saint-Just

en la Revolución Las hipótesis que nos proponemos argumentar


en este texto parten de la constatación del escaso
francesa interés que para la historiografía clásica, mayori-
tariamente «jacobina», de la Révolution han me-
recido los aspectos de teoría del Estado y, en es-
pecial, la problemática de la democracia. Ambi-
tos todos ellos que se revelarían, sin embargo,
Ramón Máiz centrales a partir de 1789. La primera hipótesis
propuesta suscita la posibilidad de que, frente a
la consideración evolucionista del deslizamiento
o «derrapage» de la Revolución francesa desde
una pnmera etapa, moderada o burguesa, hacia
una segunda, radical y democrático-popular,
sean detectables, cuanto menos, tres posiciones
nítidamente diferenciadas y excluyentes ante el
problema concreto de la democracia. La segunda
sugiere que frente a la tradicional consideración
de E. J. Sieyes como el pensador «par excellence»
del 91, de hecho existen numerosos puntos en co-
mún entre el sistema del abate de Fréjus, el más
complejo y profundo de la Revolución en este te-
rreno, y los desarrollos últimos del pensamiento
de Condorcet, enfrentándose ambos radicalmen-
te al discurso y práctica del jacobinismo. La ter-
cera y última hipótesis de este trabajo intentará
argumentar que la lógica del terror, lejos de cons-
tituir un mero producto externo de «las circuns-
tancias» (interpretación que desde Thiers y Mig-
net ha gozado, con benévola indulgencia, de sin-
gular fortuna), se halla inscrita en el corazón
mismo de la teoría jacobina de la democracia.
Dichas hipótesis, además, van ligadas a la con-
sideración de que la Revolución francesa, en
cuanto acontecimiento político, ejemplificaría lo
que, con Starobinsky, puede considerarse como
A abrupto «descenso de los principios a la realidad
histórica» ~ en otros términos: una suerte de va-
lidación práctica de la razón ilustrada del Siglo
de las Luces. Y se mostraría así como corolario
deudor de los interrogantes claves de aquélla, los
cuales, como Baczko ha señalado, más allá de la
mera «raison raísonable», se prolongarían en in-
evitable transformación individual y colectiva
del mundo: «¿Cómo redefinir y racionalizar el
orden social? ¿Cómo cambiar el hombre, su es-
píritu y su corazón» 2
Bien es verdad que la que Constant denomi-
nara Liberté des modernes emergería idealmente, a
lo largo de todo el siglo XVIII, como horizonte

Ramón Máiz. Dpto. Ciencia Politica y Teoria del Estado, Universidad de Santiago. 5. de Compostela
Política y Sociedad, 6/7 t l~O). Madrid (pp. 65-84)
último de una específica síntesis teórico-práctica presentarse como apriorístico haz de principios
de razón (principios) y voluntad (reforma), como racionales. militaníemenre con formadores de la
«libertad» entendida en cuanto facultad de ac- sociedad y el Estado? ¿No se fundamentarían.
ción espontánea de acuerdo con una representa- asimismo, las reacciones críticas de Rehberg. en
ción de fines. Y a lo largo de un tal itinerario, la las Unrersuchungen... de ¡793. en la inaceptable
realización histórica del pensamiento, anudando pretensión revolucionaria de deducir la política
Teoría y Praxis, devendría, finalmente, realiza- práctica e institucional de las solas leyes de la ra-
ción política de la filosofía~. zón? Ahora bien, compartiendo similar fondo
~.

Ahora bien, la Revolución iría más allá de de diferencia y ruptura, no tardarían, sin embar-
todo ello. En efecto, mientras los filósofos de las go, en aparecer en el seno del movimiento rcvolu-
Luces se limitaban a una práctica puramente cíonano muy diferentes modelos de concreción
reformista, los intelectuales políticos del 89, redi- de la positividad de lo político, de la nueva liber-
finiendo el propio término/concepto de Revolu- tad. de la relación entre los poderes, del estatuto
ción t se autocomprenderían como discontinui- de ciudadanía..., en definitiva. de la nueva forma
dad, umbral y ruptura con un pasado que pro- de Estado que la Revolución alumbraba.
cedería a denominarse, y construirse discursiva- Sería precisa, significativamente en torno a
mente, como lo totalmente otro, el Anejen Régime. este problema clave, el de la construcción del Es-
La Revolución implicaría, pues, por definición: tado revolucionario, donde emergería una frac-
violación del antigio derecho, destrucción de la tura que dividiría al «fondo común» filosófico-
monarquía despótica, legitimación, en fin, de la político de la Révolution, aquella razón impul-
violencia revolucionaria. sada por la pasión, en dos tradiciones político-
Nadie como Concordet patentizaría mejor en tdeológicas deudoras de muy diversas lealtades,
su trayectoria intelectual y vital ese desplaza- las cuales, en el curso del proceso, se revelarían
miento brusco del inicial horizonte reformista, decididamente irreconciliables t
por el ya decididamente revolucionario Nadie.
~. De hecho, el pensamiento político de la Revo-
tampoco, expresaría más dramáticamente que lución francesa se decantaría progresivamente, a
Robespierre el alcance último de la ruptura políti- partir de 1789, en el discurso jacobino —no ya
ca que se programaba, frente a cualquier posible sólo frente los defensores de la continuidad del
gradualísmo. como horizonte permanente de la Antiguo Régimen, sino asimismo frente a los
tarea que el 89 había iniciado: «Citoyens. voulez- postuladores de una reforma a la inglesa. los lla-
vous une Révolution sans Révolution?» 6 mados «monárquicos» del Comité de Constitu-
Ruptura y descontinuidad radicales con el pa- ción— de modo harto diferente a como lo haría
sado que se mostraban como decisiva consecuen- en las intervenciones y escritos de un Sieyes o un
cia «práctica» de aquella razón impulsada por la Condorcet. En efecto, para el jacobinismo, cen-
pasión, abocada a cambiar tanto el Estado (trán- trado en la acción moral de un Estado autoritario
sito del despotismo a la libertad) cuanto el hom- que impone desde el exterior el nuevo orden a los
bre mismo (tránsito del súbdito al ciudadano); tndividuos «egoístas», la democracia se traduci-
1789 venía, así, a anudar indisolublemente la ra- ría radical, ambiciosamente en la reforma moral
zón abstracta de los principios a la transforma- de la ciudadanía, en la procura de un contenido
ción política del mundo, promoviendo el camino sustantivo, material, más allá de las meras for-
sin retorno del reformismo ilustrado a la Revolu- mas jurídicas: esto es: la virtud. Para los segun-
ción. Solución de continuidad que se alza como dos, muy diferentemente, el nuevo Estado debe-
límite innegable del análisis continuista de LAn- ría promover la participación democrática en el
cien Régime cila Révoluñon de Tocqueville, pese al seno de un ámbito formal, un ordenamiento jurí-
decisivo acierto último de esta obra de librar, por dico moralmente neutralizado, cuyas normas
una vez, a la historiografía de la Revolución fran- obligaran por hallarse legitimadas a través de un
cesa de las redes de su propio mito auroral ~. proceso de intervención política ilustrada y ra-
Bien lo detectaría, por lo demás, y desde un cional de los ciudadanos, sobre la base de la elec-
comienzo, la literatura contrarrevolucionaria eu- ción y el criterio de las mayorías.
ropea del momento. En efecto, ¿no censuraba Así, a la diferencia que Habermas, simbólica-
Burke a la Révolution, en sus Reflectioní... de mente, ubicara en Theorie und Praxis entre París y
1790. el abandono de la política moderadamente Filadelfia, a saber: aquella que se alzaba entre
entendida como «ciencia experimental» para C’ommon Sense y Opinion Publique vendría a su-

~RbEMó
Las teorías de la democracia en la Revolución francesa 67

perponerse, alterando notoriamente su alcance y de la Revolución para el derecho público y la teo-


su portada, esta doble e irreductible tradición ría del Estado europeos ti Estas se desarrollarían
francesa frecuentemente soslayada. En efecto, la contemporáneamente a partir de aquél —en la
segunda corriente de las mencionadas. minoríta- versión canónica proporcionada por la Escuela
ria en su día, se vería, además, frecuentemente francesa de Teoría del Estado (Esmein, Hautiou,
solapada en la historiografía oficial jacobino-le- Duguit y, sobre todo, Carré de Malberg)—, intro-
ninista de la Revolución (Jaurés, Soboul, Lefeb- duciendo decisivas modificaciones (Estado so-
vre, Mazaunc..., incluido el propio Vovelle), re- cial y democrático de derecho, superioridad nor-
ductivamente minimizadora, siempre, de las pro- mativa real de la Constitución, plena positiviza-
puestas de Condorcet o Sieyes tO, Bien entendido ción de los derechos, sufragio universal, etc.),
que tanto la una, jacobina y finalmente hegemó- pero manteniendo a la vez, en buena medida, las
nica, cuanto la otra, marginal, pese a su indudable huellas de su originaria procedencia («soberanía
prestigio intelectual, y desconsiderada desde los nacional», «mandato represenetativo», etc.). No
propios comienzos de la Revolución, se alzaron es el caso detenernos aquí en tal proceso, sino dar
igualmente, en su momento, como alternativas al cuenta de las características generales de un mo-
discurso oficial triunfante en los primeros años delo de Estado, frente al que se desenvolverían
de la Revolución que sintetiza paradigmática- las tradiciones jacobina y democrático-represen-
mente la Constitución de 1791. No resulta, por lo tativa, Así, sintetizando esquemáticamente el di-
tanto, suficiente la reformulación del «quatre- seño positivado por la Constitución de 1791, ten-
vingt-neuvisme» de Constant y StAel, propuesto dríamos los siguientes elementos fundamentales:
por Furet a efectos de dar cuenta de la especifici- 1. El principio de la soberanía nacional: «Le
dad del modelo Sieyés. pues este último, de modo principe de toute souveraineté réside éssentíelle-
similar al de Condorcet, se muestra crítico no ment dans la nation» (art. 3, Declaración de De-
solamente con el jacobinismo, sino, asimismo, rechos>. Postulado central que alcanza, a su vez,
con el modelo 91 ~ un doble ámbito de significación. En primer lu-
Doble tradición que cristalizaría por lo demás, gar, la quiebra del principio monárquico, esto es,
y muy especialmente, en torno a dos concepcio- la eliminación de la tradicional atribución de la
nes diferentes de la democracia, a saber: pretendía titularidad de la soberanía al monarca. Este úl-
la primera llevar a la práctica el ideal de la demo- timo, en cuanto monarca constitucional, no po-
cracia directa del pueblo a través de la fusión seería ya la fuente de la potestad originaria, sino
cansmática con la vanguardia; postulaba la otra, un poder específico y reglado, derivado de la Na-
en absoluto, una representación que índependi- ción. Participaría, ciertamente, de los más impor-
zara a los diputados del pueblo como a menudo tantes poderes; no ya en el ejecutivo, stno asi-
ha querido verse, sino una trabada síntesis de mismo en el legislativo, pero sólo lo haría en el
participación y representación. ámbito y modo que la Constitución le fijara al
Pero analicemos sustantivamente, en su dife- efecto.
rencia específica, cada uno de los tres modelos Pero, aun más decisivamente, se procedía im-
básicos que competirían en la escena política plícitamente a una redefinición conceptual del
francesa con anterioridad a Thermidor (1789-84). antiguo término «soberanía», pasando ésta a sig-
nificar ahora un inédito proceso de monopoliza-
ción del poder político, antes disperso en el seno
1. Soberanía nacional de la sociedad civil, en un único centro de impu-
y exclusión de la democracia: tación t2 La derogación del privilegio y la renta
el modelo de 1791 feudal, la exclusión de la aristocracia como ajena
a la nación, así como la consiguiente igualación
—en su carencia de poder político y un similar
1 diseño constitucional de 1791, si aca- estatuto jurídico— de los ciudadanos ante la ley,
so en algunos extremos deudor de las daría nacimiento al mundo del Derecho moder-
concepciones de Sieyes, en otros y fun- no como derecho igual («Gleiches Recht»), al
damentales, sin embargo, se aleja patentemente, tiempo que a la aparición de problemas hasta en-
como en su momento veremos, del «sistema» de tonces desconocidos; entre ellos, el control y la
aquél. Sería el antedicho modelo del 91, concre- participación en el poder único, irresistible del
tamente, el que constituida la herencia abstracta Estado.

~RbL3jfi&b
2. Similar redefinición conceptual tendría lu- propios limites de positividad: no, claro está, ante
gar, en estrecha vinculación con lo anterior, con la tradición, sino ante el Derecho Natural. En
el concepto de Nación. Se trata, en este caso, de un efecto, la exclusión de los derechos y libertades
cambio no ya de contenido, sino de estatuto teó- del estricto texto constitucional, en cuanto «De-
rico, a saber: de un concepto sociopolitico de na- claración» añadida, apunta claramente hacia su
ción se pasará a un concepto jurídico de la mís- carácter todavía veteroiusnaturalista y prepositi-
ma. Más precisamente: la Nación considerada vo. Circunstancia esta que confirma la inexisten-
como sujeto jurídico-público de imputación de la cia de mencanísmo alguno garantizador del
titulatidad de la soberanía. En efecto, esta última cumplimiento de la Declaración de los Derechos
se hace recaer en un nación entendida no como del Hombre y el Ciudadano. En definitiva, la
«pueblo», en el sentido de conjunto real de los Constitución no habría alcanzado aún el rango
ciudadanos franceses, sino como ente abstracto efectivo de su superioridad formal en el seno del
de razón; en definitiva, como la otra cara del Es- ordenamiento jurídico.
tado. En expresión de Carré de Malberg: «L’Etat 4. El carácter abstracto de la Nación impo-
n’est que la Nation méme juridiquement organi- nía, decíamos, la necesaria delegación y media-
sée» ~ ción del ejercicio de la soberanía, su inesquivable
Ahora bien, en cuanto la Nación deviene ese «mise en forme». Y tal funcionalidad desempe-
ente abstracto e impersonal para expresar su vo- ña. específicamente, la representación. Postulada
luntad, la «volonté de la nation». debe recurrir a ésta como modelo alternativo a la democracia, in-
delegación, procediendo de modo indirecto a tra- tegraba un principio indiscutido de organización
vés de sus órganos. Nacería, así, la fundamental del Estado que, en 1789, no resultaría criticado
distinción entre titularidad (en manos de la na- por casi ningún miembro de la constituyente, in-
ción) y ejercicio (que corresponde a sus órganos) cluido el propio Robespierre, excepción hecha de
de la soberanía. Y de este modo, entre una titula- Pétion “.

ridad depositada en un ente abstracto, incapaz Ahora bien, si de un lado el poder constitu-
por sí mismo de actuar, y unos órganos de aquél, yente se hallaba integrado por representantes es-
concebidos como mediación institucional de la peciales de la Nación; de otro, los poderes consti-
cual mana la voluntad nacional..., el ejercicio di- tuidos, en cuanto órganos derivados de aquél, Po-
recto de la soberanía por el pueblo, esto es, lo que seerían asimismo naturaleza representativa: «La
en el lenguaje rousseuniano de la época se deno- Constitution fran~aise est representative: les ré-
minaba democracia, resultaba excluido, radical- presentants sont le Corps legislativ et le Roi»
mente y por principio, del modelo de 1971. (Constitución de 1791, art. 2).
3. A su vez, el antedicho ejercicio indirecto de Esto es, la Asamblea legislativa se halla inte-
la soberanía correspondería a dos clases de órga- grada por representantes de la Nación, pero ni
nos. Ante todo, al poder constituyente, voz supre- ella sola agotaba el completo ámbito de la repre-
ma de la nación, cuya voluntad se expresa de sentación, ni el poder legislativo le pertenecería
forma racional-normativa en la Constitución. En por entero. En efecto, el monarca, bien que cons-
segundo lugar, y a tenor de lo establecido en el titucionalmente limitado, habida cuenta que no
texto de esta última, a los diferentes poderes cons- posee otros poderes que aquellos que la Constitu-
tituidos: legislativo, legislativo-ejecutivo, judicial. ción le otorga, no solamente es considerado re-
Este concepto de Constitución como Derecho presentante de la Nación, sino que, además, y
nuevo y positivo, dictado por los principios de la como colegislador, participa en el poder legisla-
razón, sitúa un primer umbral de concreción ju- tivo a través del veto suspensivo.
rídica de la Revolución. Así, frente al «constitu- A la postre, las influencias del modelo inglés
cionalismo histórico» y evolucionista, deudor de triunfarían en el texto de 1791, como Troper ha
la problemática de las «leyes fundamentales», el señalado ~ sobre la novedosa «soberanía nacio-
«Pouvoir Constituant» de Sieyes expresa, con nal» en un principio postulada.
toda nitidez, la decisión normativa del poder so- 5. Rechazada la democracia, el mandato im-
berano de la nación de reorganizar enteramente perativo correría similar suerte, toda vez que el
el Estado sobre nuevas bases, haciendo tabla alternativo mandato representativo, que consagra-
rusa del pasado, las costumbres y los privile- ría el texto de 1791, implicaba prácticamente una
gios t4~ total independencia del representante frente al
Pero al propio tiempo manifiesta, también, sus representado.

“pbgJfi&6
En efecto, los electores, y más en concreto las ria a lospatriotas, etc. Propuesta que, sin embargo,
Asambleas Primarias, se limitarían a elegir a los seda prontamente acallada (el «silence philosop-
representantes, pero ni podían proveerlos de ins- hique» de Sieyes, la proscripción y muerte de
trucciones, ni proceder a la revocación del man- Condorcet) por la poderosamente organizada co-
dato, ni pretender ninguna suerte de ratificación rriente jacobina. Veamos, sin embargo, uno y
de lo por aquellos acordado. La brevedad del otro diseños, separadamente, comenzando por
mandato y la posibilidad de la no reelección con- este último.
stituirían los únicos modos de relación represen-
tante-representado. Una vez realizada la elec-
ción, las Asambleas Primarias se disolverían, 2.
Soberanía ética
toda vez que no poseían, en la terminología de la
época, ninguna capacidad «deliberante» ~7.
y democracia virtuosa:
6. Por último, el modelo 1791 incorporaba el modelo jacobino
una distinción fundamental entre el hombre y el
ciudadano o, por decirlo más propiamente, entre
ciudadanos activos, dotados de derechos políticos uy diferentemente al antevisto, el dis-
(Milicia Nacional, electorado activo, etc.), y ciu- curso jacobino partía, ante todo, de un
dadanos pasivos, carentes de aquéllos y capaces sujeto privilegiado, el pueblo, que se
únicamente de beneftciarse del amparo y servi- contraponía abierta y explícitamente al abstracto
cios generales del Estado (seguridad, obras públi- concepto de Nación, en los términos de la Consti-
cas, etc.). tución de 1791. Pueblo que se pretende, en princi-
Por ende, el criterio de delimitación de los ciu- pio, concreto, referido a la ciudadanía real, y no a
dadanos activos, únicos en rigor merecedores del un mero ente de razón: voluntad del pueblo y sobe-
término, era ciertamente restrictivo (unos 16 ciu- ranía popular se contraponen a partir de aquí a
dadanos activos por cada 100 habitantes). Así, las alegadas voluntad y soberanía nacionales del
por lo que se refiere al electorado activo, se esta- Comité de Constitución.
blecían requisitos censitarios que, en el caso del Ahora bien, el discurso 1791, partiendo en lí-
electorado pasivo, se endurecían notoriamente (el neas generales de los escritos de Sieyes del 89,
requisito de pago el célebre marco de plata y la construía jurídico-políticamente la unidad de la
posesión de una propiedad fundiaria). nación, en cuanto titular de la soberanía, sobre la
Por lo demás, y en cuanto la titulatidad de la base de la hipotética homogeneidad social de in-
soberanía recaía en la nación como ente abstrac- tereses resultante tras la expulsión de los privile-
to, el sufragio no sería entendido como un dere- gios. El jacobinismo, muy diferentemente, intro-
cho inalienable de cada ciudadano a concumr a ducía un sesgo que se mostrada decisivo: la uni-
la formación de la voluntad general (electorado- dad del pueblo se construiría éíicatnente a partir
derecho), sino como una mera función delegada de una ciudadanía virtuosa, excluyendo, a través
por la Nación a los más capaces de entre aqué- de mecanismos de depuración y regeneración,
líos (electorado-función)¶8~ toda fragmentación del cuerno social en su uni-
Pues bien, frente a este diseño político-consti- dad prístina (de la mano de una peculiar dialéc-
tucional se formularían, en el curso de los acon- tica amigo/enemigo: «ennemmi du peuple», «fé-
tecimientos revolucionarios, dos diferenciados deralisme», «aristocrates», etc.). Derivábase de
contramodelos alternativos, impugnadores am- ello una articulación éíica de la voluntad que mar-
bos de aquél. Por una parte, Robespierre, Saint- ginaría explícitamente la entera problemática ju-
Just, Billaud Varenne, etc., postulando una ar- rídico-constitucional, central, como hemos visto,
ticulación ética y virtuosa de la voluntad, pro- en el modelo 1791. Una óptica tal situaría, en de-
porcionarían el modelo hegemónico en el trans- finitiva, la moralidad materiaL a saber: la vida
curso y radicalización de la revolución. Por otra, buena del ciudadano en cuanto vida virtuosa,
Sieyes y Condorcet, partiendo desde reflexiones como criterio supremo de la revolución, margi-
diversas e itinerarios independientes, concluirían nando el derecho fonnal, sus mecanismos media-
proponiendo una muy semejante articulación dores de la pluralidad y sus garantías. Producía-
técnico-racional del voluntarismo, ejemplificada se, pues, una peculiar e insólita recuperación de
ora en la Société 1789. ora a través del Journal las tesis del iusnaturalismo clásico. Esto es, al so-
d’Instruction Socia/e. ora en la Declaración yo/unía- caire de la antedicha hegemonía de la moralidad
frente a la legalidad, un harto peculiar «derecho ínexorable. en fin, destinado a la consecución de
natural» triunfaba a destiempo sobre el criterio la identidad de esencia y existencia del pueblo:
de la racional positivación normativa. La Terreur. A subrayar el doble haz de cuestiones
Por más que, como hemos de ver, el discurso que anuda indisolublemente la noción de sobe-
jacobino sufriría una reformulación en el trán- ranía como soberanía virtuosa del pueblo. Sobe-
sito de uno a otro lugar de emisión —discurso de ranía ética en primer lugar, que, como ya hemos
oposición (1789-1792), discurso de poder (1792- apuntado, retrocede de la positividad al iusnatu-
1794)—. ya. sin embargo, desde un primer mo- ralismo. Las leyes no son legitimas en atención a
mento, en los debates inmediatamente antenores su corrección procedimental formal y el criterio
a la aprobación del texto de 1791 fueron visibles de las mayorías, establecidos por la Constitución,
las huellas de una peculiar textura léxica morali- sino en razón a su contenidos: «No respeto sino la
zante en las intervenciones de Robespierre: «El justicia y la verdad. Obedezco todas las leyes.
objeto esencial del gobierno representativo debe pero no acepto sino las buenas. No sacrifico mi
ser asegurar la pureza de las elecciones y la inco- razón, ley eterna de todas las criaturas raciona-
rruptibilidad de los representantes; todo obstácu- les» 22
lo a la pureza de las elecciones es malo, y todo Pero además, la tesis de la «soberanía del pue-
aquello que las preserve de la corrupción es blo». habida cuenta del carácter, en principio.
bueno. concreto de éste. vehicula la expresión directa, in-
El poder ejecutivo dispone de diversos medios mediata de la voluntad popular ajena a cual-
para corromper a los representantes, además de quier distorsionadora mediación representativa.
llamarlos al ejercicio de las funciones públicas. Titularidad y ejercicio de la soberanía coinciden,
Las preocupaciones de los representantes sabe- en la teoría jacobina de la democracia, en las
dores de su posible no reelección serán los intere- mismas manos.
ses de su Departamento..., ello asegura la morali- El jacobinismo se muestra, en efecto, a partir
zación de las elecciones, previniéndolas contra la de junio de 1792 23 beligerante con la Asamblea e
mentira y la demagogia...» 19, ímpulsor de la movilización insurreccional del
En síntesis: virtud vs. Ley; legitimidad sustan- pueblo, entendiendo por tal, en una primera co-
cial vs. legalidad formal, tal era la alternativa yuntura. al conjunto de los «federados» acudidos
jacobina al modelo 1791, patentizada en la preca- a París para la celebración del 14 de julio. Con
riedad de la idea misma de Constitución, en cuan- posterioridad, el pueblo se encarnaría piramidal
to criterio racional-normativo de control del po- y sucesivamente, en las secciones y asambleas
der político. El apresuramiento y manifiesta aje- primarias, en la Convención, en el Comité de Sa-
nidad con que se discute el Proyecto de 1793, así lud Pública y. por último, únicamente en el Inco-
como su posterior inaplicación, proporcionan rruptible 24
elocuente testimonio de ello 20 El Estado de ex- Sería Robespierre precisamente quien, en su
cepción deviene, por ello, regla frente a la norma- discurso del 29 de julio en el Club de los Jacobi-
lidad formal; la democracia revolucionaria, en nos, definiría los términos de la crítica de la sobe-
cuanto inflexible democracia ¿tica, conduce, fi- ranía nacional que, a partir de entonces, se pro-
nalmente, al terror, que resultaría considerado, longaría en declarada ofensiva contra la repre-
coherentemente con lo antedicho, «moins un sentación parlamentaria, contraponiendo abier-
príncipe particulier qu’une consequence du prín- tamente la «voluntad particular» de los represen-
cipe général de la démocratie appliqué aux plus tantes a la «voluntad general del pueblo»: «La
pressants besoins de la Patrie» 21 fuente de todos nuestros males es la independen-
Unidad integral del sujeto colectivo «pueblo» y cia absoluta en la que los representantes se han
ablación de lo heterogéneo de la comunidad po- situado ellos mismos frente a la Nación sin haber
lítica, postulada como exclusión de los miembros consultado a ésta. Han reconocido la soberanía
corruptos, se ubicarían correlativamente como de la nación para, a continuación, liquidarla. No
eslabones de una cadena lógico-discursiva fé- eran, en su propia opinión, sino los mandatarios
rreamente soldada, a saber: una voluntad que se del pueblo y se han hecho, sin embargo. sobera-
presentaba como auténtica voluntad de la volun- nos, esto es. déspotas. Pues el despotismo no es
tad,- un Estado concebido como República virtuo- sino la usurpación del poder soberano» 25
sa; una vanguardia que expresaba la esencia La argumentación encadenada: soberanía po-
ética, la verdad última de la Nación: un medio pular = voluntad general = voluntad del pueblo

o
expresada por los distritos y secciones se realiza- En efecto, recordemos los hechos: invadida la
ría por Robespierre invocando reiteradamente la Asamblea Nacional el 10 de agosto por la Co-
crítica radical de la representación del Contrato muna organizada por los jacobinos, se abre la vía
Social de Rousseau, e identificando, del mismo que resituaría en el discurso de éstos al pueblo en
modo que este último, poder constituyente y po- las Asambleas Primarias y las secciones, los dis-
deres constituidos, al amparo de la concepción tritos de París. De este modo y frente al cometido
de la ley como expresión de la voluntad general puramente electoral que la Constitución de 1791
abstracta 26 Ahora bien, la soberanía de la Na- concedía a los distritos, Robespierre postularía
ción no se disuelve en la formulación jacobina á enérgicamente su permanencia, su capacidad de
la Rousseau —í. e.: en una multitud monádica de reunión y «deliberación» a efectos de «répandre
ciudadanos titulares de una fracción inalienable l’esprit public» 29
de la soberanía—, stno, muy diferentemente, en En esta primera ideología jacobina,el «pue-
agrupaciones soberanas de vanguardia que per- blo» se reapropiaba su soberanía frente a la usur-
miten superar el escollo numérico de las mayo- pación de la Asamblea Nacional a través, preci-
rías y su sustitución por las masas movilizadas de samente, de la movilización de las Asambleas
París. La concreción del «pueblo», concebido no Primarias, y así, el asalto al Parlamento resul-
como el entero conjunto de los ciudadanos, sino taría entendido, consecuentemente, como «prise
como vanguardia organizada de la sansculotterie, d’une seconde Bastille». Todo ello, por ende, de
diseña un primer mecanismo de sustitución y un la mano de dos elementos clave de legitimación
primer elemento de abstracción, además, en el que apuntaban, bien es verdad, como una certera
arco discursivo jacobino: «Se nos ha dicho que el flecha al corazón de sendos nudos problemáticos
pueblo se hallaba constituido por la totalidad de que la Revolución, en su inicial versión del 91,
los franceses, pero yo entiendo por pueblo la to- había intentado en vano dar por cerrados. Así: la
talidad de los buenos ciudadanos, excluidos lucha contra el censitarismo introducido por el
aquellos que conspiran contra el pueblo» 27, Comité de Constitución, lucha que afianzaría la
En esta transición del pueblo numérico al pue- hegemonía jacobina más allá aún del rápido de-
blo bueno y virtuoso, trasunto de aquella otra de sarrollo de su organización política. Y el republi-
la «volonté de tous» a la «volonté générale» (que canismo, la negación del carácter representativo
Rehbergh. por cierto, apuntaría con lucidez tra- del Rey, constitucionalmente dotado con veto
dicionalista), se procede a la elisión clara del in- suspensivo y aun considerado como auténtico co-
dividuo. En efecto, el pueblo, en el discurso jaco- legislador
bino, se postula en un primer momento (en la Ahora bien, resulta de no poco interés, en re-
oposición a la Asamblea Nacional) como incor- lación con lo antedicho, la trayectoria del arco
porado en las asambleas primarias y las seccio- discursivo del jacobinismo en lo tocante al pro-
nes. En un segundo momento, y ya con el jacobi- blema de la representación, habida cuenta de su
nísmo en el poder (Gobierno revolucionario). poder revelador de los límites internos e insalva-
será confundido con el Estado. Este proceso de bles que la concepción de la democracia virtuosa
«absorción del hombre por el ciudadano,>, que suponía. En efecto, como ya hemos señalado, el
Hegel denunciaría con singular hondura, integra, discurso jacobino de oposición censuraba abier-
pues, un tema mayor del jacobinismo. tamente la independencia del elegido frente al
Así, por ejemplo, en los Elemenis de Républica- elector, la soberanía nacional como enganosa
rnsme, de Billaud Varenne, se contrapone paten- abstracción que facilitaba el censitarismo y la
temente al protagonismo político del «ciudada- pervivencia no ya de la monarquía, sino de la re-
no» integrado en el proceso revolucionario el no- presentación como alienación intolerable de la
lugar para el individuo autónomo: «En todo Es- soberanía popular, postulando una alternativa
tado civilizado, el primer matiz que se aprecia es democracia de base en torno a las secciones y los
la distinción de dos clases de hombres: los ciuda- distritos.
danos y los individuos. Los ciudadanos son Lucien Jaume 30, sin embargo, ha puesto de re-
aquellos que, penetrados por los deberes sociales, lieve de modo concluyente el hecho singular de
subordinan todo al interés público... Los indivi- que a medida que el desarrollo organizativo del
duos, al contrario, son aquellos que se aíslan y jacobinismo permitía un progresivo control de
atienden más a su beneficio particular que a tra- las asambleas primarias y las movilizaciones po-
bajar para el bien público» 28 pulares, y especialmente desde que, en cuanto
auténtico partido político, se integró vertebral- hacer ratificar por referéndum— no aceptando la
mente en el aparato de Estado, un nuevo tipo de vuelta a los comicios, sino la puesta en práctica
díscuro tomaría cuerpo. El discurso propugnador de la «vengeance nationales». la organización
de una nueva representación del Todo, esto es, el militar y jusrisdiccional de la represión contra-
pueblo, por una parte cualificada del mismo, la rrevolucionaria.
vanguardia, la minoría virtuosa jacobina que se Claude Lefort lo ha sintetizado en inmejora-
autoubicaría, a través de un peculiar e inédito bles términos: «La Convención se confunde con
dispositivo de «representación», como la voz au- la nación, y aquello que decide, lo decide sobera-
téntica del pueblo. Percíbase en toda su dimen- mente de acuerdo con la voluntad popular: los
sión la capital diferencia: el partido jacobino no Comités se confunden con la Convención, de la
pretende ya representar al pueblo, sino los verda- que no son sino emanación; paralelamente, la
deros intereses de aquél. No se trata, pues, de una justicia nacional procede de la Convención; en
mera ficción representativa, sino de que el propio consecuencia, toda sospecha dirigida a los Comi-
discurso constituye tautológicamente y en el mismo tés o la justicia atenta contra la propia Conven-
plano a representante y representado. ción...; en definitiva, todo se deduce del principio
Este mecanismo sustitutorio resulta especial- de identidad entre pueblo, Convención, Comités
mente visible en acto en la depuración de la mi- y justicia revolucionaria, lo que bloquca todo
noría girondina no solamente del club, sino de la cuestionamiento de la legitimidad y la pertinen-
propia Asamblea Nacional 3t, En primer lugar. cia de las decisiones tomadas» 32,
por cuanto, de nuevo la elocuencia de los hechos, Correlativamente a la anulación del disposi-
son 35 secciones las que «en nombre del pueblo tivo formal del derecho, la propia regla de las
francés», el 15 de abril, exigen el arresto de 22 mayorías quedaría así abolida y reemplazada de-
diputados de la Gironde, y la Guardia Nacional finitivamente por el criterio cualitativo de la vir-
la que, finalmente. imponría por la fuerza de las tud, que. de un lado, cimentaba la unidad ética
armas, el 2 de junio, el arresto de 29 diputados y del pueblo y. por otro, confería a la minoría jaco-
dos ministros. bina, en cuanto «minorité pure», la legitimidad
En segundo lugar, por cuanto a partir de aquel para halar en nombre de todos, liquidando por
momento se desarrolla imparablemente una es- principio cualquier oposición. En célebre senten-
piral de identificaciones que, por procedimientos cia de Saint Just: «Ce qui constitue la Républi-
depuratorios varios, abstraerá en una minoría la que, c’est la destmction totale de ce qui lui est
«esencia» del pueblo, según el modelo: jacobinos opposé» 4
(previamente depurados del sector moderado) = Esta reaparición de una representación de
= pueblo francés (previamente reducido a sus nuevo tipo. vertebrada sobre asimismo inéditos
sectores urbanos movilizados) = Convención mecanismos de abstracción, constitutivos de lo
(una vez ejecutados los diputados girondinos). que Marx denominaría, en sus textos de juven-
La Convención, depurada de sus «excrecen- tud, ilusión de lo político
~. resulta paralela a la
cias» contrarrevolucionarias, devenía en el ima- formulación del doble eje sobre el que se articu-
ginario jacobino, una nueva forma de representa- laría la entera teoría de la democracia de los ja-
ción popular, esta vez legítima, por cuanto repr- cobinos, a saber: el terror y el Gobierno revolu-
esentaría, ahora si, los «verdaderos intereses del cionario. Constituyen ambos, ciertamente, la ex-
pueblo». Ello le pennitiría a aquélla delegar cre- presión más acabada del voluntarismo que
cientemente sus funciones en cada vez más redu- apuntaba a la transformación revolucionaria y
cidas instancias políticas: Comité de Salud Públi- vanguardista de la sociedad, pero a la ruptura,
ca, Tribunal Revolucionario, Comité de Seguridad tambieti, con el modelo anterior de la transpa-
GeneraL etc,, por completo ajenas a cualquier rencia y la inmediatez de una democracia directa
control o participación. alcanzando una inde- que, libre de los subterfugios de la representa-
pendencia frente a los ciudadanos incompara- ción. daría paso a la previamente existente volun-
blemente superior a la que nunca dispuso la tad general del pueblo. En efecto, he ahí la cons-
Asambiea Nacional en virtud del mandato repre- tatación implícita en la formulación jacobina: la
sentantivo. Y, asimismo, ello facilitaría también «voluntad general» no podía expresarse, por
el desbordamiento de sus primitivas funciones cuanto no existía previamente dada de antema-
legislativas: no ya el incumplimiento de la Cons- no, y habida cuenta que la sociedad civil se pre-
titución del año ¡ —que acababa ella misma de sentaba plena de «egoísmo», debía de ser cons-
Las leonas de la democracia en la Revolución francesa 73

truida perentoria, radicalmente a través de dispo- tades ciudadanas (reemplazados por sus deberes)
sitivos tales como la depuración y la regeneración. ante la excepcionalidad elevada a regla de nor-
No otro es el sentido último de las célebres con- malidad..., el lenguaje religioso, decimos, consti-
signas: «Mettre la terreur a l’ordre du jour», «So- tuiría el horizonte semántico-conceptual último
yons Terribles¶»... Lejos de diluir rousseauniana- del discurso robespierrista. Ese misticismo ético-
mente el Estado en una voluntad general, aquél político otorga, en electo, en la cadena de signifi-
debía, desde el exterior, forjar la unidad indivisi- cación de su formación discursiva, una acerada
ble del pueblo. A su vez, la vigilancia («survei- fijación de sentido al reemplazo del lenguaje ra-
llanee») revolucionaria en lugar de servir de con- cionalista por la virtud del iusnaturalismo tradi-
trol popular del poder político, devenía instru- cional; del derecho por la ética revolucionaria; de
mento de control gubernamental de los ciudada- la democracia, en fin, por el poder absoluto del
nos. Como señalaría Hillaud-Varenne: «Resulta Estado ético sobre la Sociedad Civil: «Dans le sys-
preciso, por así decirlo, recrear el pueblo que se téme de la Révolution frangaise. ce qui est inmo-
quiere liberar, toda vez que se desea destruir an- ral est impolitique, ce qui est corrupteur est con-
tiguos prejuicios, cambiar viejas costumbres, per- trerévolutionnaire» ~.

feccionar afectos depravados, restringir super- El curso de los acontecimientos revoluciona-


fluas necesidades, extirpar, en fin, vicios invete- nos, aquella que plásticamente Saint-Just defi-
rados, Es preciso, pues, una acción fuerte, un niera como «la force des choses», impulsaría,
impulso vehemente, capaces de desarrollar las pues, a partir de mayo-junio de 1793, una refor-
virtudes cívicas y reprimir las pasiones de la con- mulación del discurso y práctica política jacobi-
cupiscencia, la intriga y la ambición» ~ nas. en las que el retroceso operado, a través de la
De este modo, el «pueblo francés», a través de crítica al formalismo de la representación, hacia
un Imaginario de la «surveillance» —aquel vigi- el iusnaturalismo y la virtud, revelaría en el terror
lante ojo revolucionario, «l’oeil observateur de la todas sus potencialidades erosionadoras de la de-
justicie populaire». que se cernía sobre todos y mocracia, tanto en cuanto pluralismo estricta-
cada uno de los ciudadanos, en el ámbito de un mente político, cuanto al mínimo indispensable
espacio público que se deseaba panópticamente de relativismo ético. Robespierre. una vez más,
transparente—; por medio de un imaginario, asi- sintetizaría magistralmente el contenido sustan-
mismo, de la «méfiance» y la «dénontiation» ins- tivo de su «democracia»: «El terror no es sino la
titucionalizadas. a través de los Comités Revo- justicia pronta, severa, inflexible; en definitiva,
lucionarios y las Sociedades Populares.., sería una emanación de la virtud; se trata menos de un
interpelado a la autodepuración permanente a principio particular que de una consecuencia del
efectos de recobrar su mismidad enajenada. En principio general de la democracia» *~
palabras célebres de Royer: «¡Pongamos el terror En este orden de cosas devendría elemento cla-
en el orden del día! Es el único método de des- ve el progresivo refuerzo de la centralización po-
pertar al pueblo y forzarlo a salvarse a sí mismo.» lítica en el Gobierno revolucionario, de la Con-
Dinámica de minotización depuratoria que re- vención en dirección al Comité de Salud Pública
duciría al pueblo a su mínima expresión cuanti- y de éste, finalmente, al solo discurso robespie-
tativa, y se prolongaría en la desmovilización ge- rrista como suministrador de los criterios de de-
neralizada de la que el nada sospechoso Miche- puración. Y todo ello, además, debe recordarse,
let levantaría acta fidedigna: sumido en una frente aquel otro e inicial terror disperso, popu-
«apathie croissante»... «Le peuple, en 93, est ren- lar, reivindicado por las sociedades revoluciona-
tré ehez liii.» Hegel, a su vez, lo analizarla en sus ríos y los Comités de Vigilancia y defendido por
raíces más profundas: «Sólo el estado de espíritu los Danton, Hébert. Royer, etc. No obstante, la
puede reconocer otro estado de espíritu y juz- centralización revolucionaria liquidaría progre-
garlo, de tal suerte que la sospecha reinaba por stvamente —a través del envío de comisados de
doquier..., la virtud subjetiva que no reina sino a la Convención, de decretos como el de Billaud
partir del estado de espíritu constituye la más ho- Varenne, etc.— el protagonismo de las Asam-
rrible de las tiranías» 36~ bleas Primarias, de los Comités, las Comunas y
No por azar, el lenguaje religioso, que transita los Departamentos, que se verían, a su vez, acu-
por el camino de la virtud en un horizonte de fu- sados de «federalismo» destructor de la unidad
sión y cuerpo místico, de alienación pública de la del pueblo. eliminándose así, finalmente, todo
privacidad. de precariedad de los derechos y liber- vestigio de «democracia directa». A juicio de
Saint Just: «El federalismo no consiste solamente pero correlativa inmortalidad del pueblo místico:
en un gobierno dividido, sino en un pueblo divi- «La idea del ser supremo y de la inmortalidad del
dido. La unidad no consiste únicamente en la alma es una constante apelación a la justicia: es,
unidad del Gobierno, sino en la de todos los inte- por lo tanto, eminentemente social y republica-
reses y todas las relaciones entre los ciudada- na»
nos» ~ La regeneración del pueblo por la soberanía
Las investigaciones de Genty ~, por ejemplo, moral concluiría, así, finalmente, de la mano de
han mostrado, a estos efectos, la progresiva ero- aquel lenguaje e ideología de tintes fideistas que
sión del protagonismo de las sociedades seccio- nunca había abandonado al jacobinismo, con Ja
nanas a través de toda una serie de medidas recuperación cultual de la religión. No por casua-
—prohibición de asambleas generales de sec- lidad la fiesta del ser supremo (20 prainial) coin-
ción, vigilancia de los delegados del Comité de cidiría con la legislación definitiva del terror (22
Salud Pública, reducción de las reuniones, prohi- prainial). Condorcet lo afirmaría con claridad en
bición de los banquetes seccionales, etc.— que 1792: «C’est que la Révolution fran9aise est une
llevarán a una inversión definitiva de la pirámide religion, et que Robespierre y fait une secte: c’est
y a una verticalización fortísimamente jerarqui- un prétre gui a des dévotes» “. La necesaria pro-
zada de la estructura de poder que, teóricamente, ducción de una virtud, que no brotaba espontá-
podría ser pensada, muy exactamente, en térmi- neamente del pueblo, empujaría al incorruptible
nos de una puesta en práctica de la «representa- «esclave de la liberté», a la restauración de una
ción absoluta» hobbesiana. religiosidad que ubicándolo hagiográficamente
La soberanía, pues, en cuanto soberanía moraL como personaje central del Estado, cerraría el
dejaría de ser ejercida por las secciones, para círculo de la terrorista voluntad de la voluntad,
consistir en la transformación que el aparato es- en el «anneantissement» definitivo de toda razón
tatal ejercía sobre la sociedad, racionalizado todo y toda democracia digna de tal nombre.
ello como automodelación de la sociedad misma.
Y de este modo, la unidad del pueblo pasaría a
medirse en términos de aclamación, adhesión in-
condicional al Gobierno revolucionario. Como
3. Democracia participativa
ha señalado Lynn Hunt, bajo la bobbesiana me- y democracia representativa:
tálora del Hércules-Leviathan, el Estado revolu- el modelo Condorcet/Sieyes
cionario incorporaba, en un abrazo de fusión
(«La Republique est la fusion de toutes les volon-
tés, de tous les ínteréts», afirmaría Bilaud Va- rente a la lógica del terror, sin embar-
renne el 20 de abril de 1794), al pueblo, cuya go, otro dicurso alternativo, bien que
cabeza (el Gobierno revolucionario) dirigía y su- prontamente desestimado, alzaría su
bordinaba, con su «pouvoir immense», el movi- voz en el curso de la Revolución francesa. Dis-
miento de los miembros (secciones y comités) 4’, curso que, debemos insistir en ello, sistemática-
Analizando el folleto del jacobino Seconds, De mente minonizado por la tradición jacobina im-
lan sociaL L. Jaume ha señalado cómo «en un perante en la historiografia de la Revolución, ha
sincretismo que aúna simultáneamente absolu- resultado no solamente marginado analítica-
tismo y organicismo se incorpora toda la socie- mente —como evidencia el reducidísimo número
dad civil a su cabeza dirigentes» 42~ Todo sucede, de investigaciones sustantivas que ha merecido, y
en efecto, como si, impulsado por la recupera- patentizan con nitidez las bibliografias al uso—,
ción iusnaíuralista de la vida buena y virtuosa de sino, asimismo, abiertamente distorsionado en su
los ciudadanos, en cuanto criterio sustantivo de naturaleza y alcance concretos ~

conceptuación de la democracia, el discurso ja- Se trata, sin embargo, y con el transcurso del
cobino. abocado a una lógica de depuración y te- tiempo ello se hace más evidente, del pensamien-
rror, concluyera por recuperar el fondo del prin- to político más profundo y complejo que la Revo-
cipio monárquico. A saben aquellos King twa lución francesa ha producido, y en el concreto
Bodies analizados en su día por Kantorowicz: el ámbito que aquí nos ocupa, el de la traducción
rey como la cabeza de la nación, y a la vez, la na- de los principios de la filosofía política en el mo-
ción entera en sí misma-O lo que es lo mismo, el delo de Estado y la teoría de la democracia, los
postulado dc la mortalidad del representante, problemas por aquél suscitados mantienen, toda-
vía hoy, un acentuado carácter de actualísima nuestros legisladores nos ha constantemente ne-
contemporaneidad. gado a lo lago de los tres últimos años». Y ello.
En efecto, la preocupación que anuda los escri- toda vez que «la igualdad en la estupidez no es
tos e intervenciones públicas de Sieyes y Condor- tal en absoluto, puesto que aquélla no existe en-
cet presenta rasgos sorprendentemente comunes, tre el bribón y sus víctimas, y toda sociedad que
en extremo alejados del itinerario de la «sobera- no es iluminada por los filósofos resulta a la pos-
nía ética» jacobina. Entiéndase bien desde un tre víctima de los charlatanes» (iournal d’Instruc-
principio: ambos discursos son mutuamente irre- tion Socia/e)~.

ductibles y poseen orígenes y desarrollos diferen- Primer ámbito de coincidencia, pues, entre Sie-
ciados, los cuales resulta preciso reconocer en yes y Condorcet: el común acuerdo en impulsar
toda su sustantividad. Pero poseen una sintonía el colectivo sometimiento de los problemas polí-
de fondo común, comparten un similar objetivo ticos, suscitados por la Revolución, a la propia
último, una problemática que los vincula por en- razón de los ciudadanos, acudiendo para ello al
cima de las soluciones diferenciadas que uno y auxilio de las ciencias sociales, en oposición ra-
otro proveen. Así, frente al voluntarismo mora- dical al recurso jacobino de la virtud. Como se-
lista y virtuoso, ambos pensadores postulan no ñalaría, explícitamente, el primero de ellos: «Se-
un discurso de la pura razón tecnocrático-repre- ría conocer muy mal a los hombres vincular el
sentativa, a saber: un Estado constitucional que destino de la sociedad a los esfuerzos de la virtud.
obtuviera su valor de la mera eficacia técnico- Es necesario que en la decadencia misma de las
fundamental de sus mecanismos, una ciudada- costumbres públicas, la Asamblea de la Nación
nía como pasivo receptáculo de derechos y debe- se encuentre de tal forma constituida que el voto
res..., síno una compleja articulación laica de ra- de la mayoría se adecúe al bien general» 48,
zón y voluntad, cristalizada políticamente en lo Quizá resulte de interés detenerse, siquiera sea
que hoy definiríamos como proceso de democra- brevemente, e n la idea de ciencia social postulada
tización. Esto es. una detallada síntesis, destina- por uno y otro pensador, toda vez que sería en los
da a racionalizar el «torrent révolutionnaíre». escritos de ambos donde se emplee por vez pri-
evitando que tras los grandes «principios» reapa- mera, según nuestro conocimiento, la expresión
rectera, con nuevos ropajes, el despotismo bajo moderna science socia/e ~.

inéditas formas de aristocracia. Síntesis que, en Para Sieyes. el Arte SociaL denominación de
Condorcet, partía del deseo de «Uunion de la origen fisocrático, asumía un doble contenido ín-
philosophie Li la politique» y, en Sieyes. se mani- timamente interrelacionado. En primer lugar,
festaría como sutil y racionalizado diseño consti- esta «ciencia para la que trabajan todas las otras
tucional. frente a la arbitrariedad de aquel avasa- ciencias» daría cuenta de la morfología de la so-
llador e irresistible «pouvoir inmense»: «l’arbi- ciedad en un momento y espacio concretos, la
traire est toujours á cóté du vouluoir séparé du Francia de finales del siglo XVIII. En segundo
savoír» 46 término, tal analyse en raison atendería asímísmo
Ambos pensadores, en efecto, compartían una al ajuste de una estructura normativa que, deu-
preocupación común que los hermanaría, por dora. por una parte, del grado de desarrollo eco-
encima de sus diversos itinerarios políticos y la nómico social de su tiempo, regulara los excesos
irreductible especificidad de sus respectivos siste- de su dinámica, impulsando las transformacio-
mas de pensamiento, hasta hacerlos colaborado- nes según los principios de la razón, destruyendo
res en el Club 1789 o el Journal dinstruction los obstáculos que para ello aún se interponían.
Sociale, a saber: volver racional la política demo- herencia del Antiguo Régimen..., a la vez que
crática (contra el moralismo jacobino) y, a la vez. controlaría sus indeseados efectos negativos, el
democratizar la política racional (frente al refor- lado oscuro del progreso (la «desigualdad natu-
mismo no participativo del despotismo ilustrado ral». por ejemplo), volviéndolos civilmente posi-
o los «monárquicos»). bles.
Una óptica ésta destinada a articular la prác- La mecánica social del abate deviene, así, a dife-
tica revolucionaria con las ciencias sociales y po- rencia de las ciencias naturales, una peculiar ar-
líticas, potenciando una ciudadanía activa no a ticulación de hecho y derecho, de ser y deber ser:
través de su galvanización carismática a partir de «La física no puede ser sino el conocimiento de
místicos dogmas, sino por medio de «aquella ins- lo que es. Pero el arte social se propone plegar y
trucción que la falsa política o la indiferencia de acomodar los hechos a nuestras necesidades y a

~PM3JE&o
nuestro disfrute, exigiendo lo que debe ser para la vía de obtención de la voluntad general (Vuessur
utilidad de los hombres» ~ Sería, precisamente, les moyens.). Condorcet lo desarrollaría, a su vez.
esta vertiente normativa la que primaría en las por medio de la teoría de las probabilidades. Int-
preocupaciones de Sieyes. desembocando en una entaría éste, concretamente, merced a un tal dis-
ciencia de la política entendida como teoria ge- positivo teórico-matemático, alcanzar un modelo
neral del derecho público, como horizonte pro- del cálculo del consentimiento que garantizara
veedor de mecanismos y dispositivos racionaliza- suficientemente la veracidad de la decisión ma-
dores de las transformaciones políticas de la Re- yoritaria, alumbrando lo que Granger ha deno-
volución, atenta más a la eficacia institucional de minado «un modelo teórico-operacional de la
los conceptos («establecimiento público», «adu- decisión colectiva» “.

nación». «poder constituyente», etc.) que a la es- Ulteriores desarrollos llevarían Condorcet a
tricta depuración de su construcción teórica. profundizar en esta Mathéniatique sociale, en aras
Las preocupaciones de la ciencia social de Con- de librar al ciudadano del instinto y la pasión,
dorcet y Sieyes, pese a sus diversos itinerarios planteando la política en términos de razón y
políticos, poseían, pues, un similar origen antija- conciencia. Tal es el objeto. notoriamente, de su
cobino: la crítica de manipulación de la ciudada- ensayo Tableau Générale de la Science gui a paur
nía, la desligitimación de que una minoría vir- objet l’application du calculauxsciencespolitiqueset
tuosa pudiera suplir, «representar» demagógica- mora/es En efecto, en la línea de asegurar en lo
~.
mente, a los ciudadanos reales y concretos des- posible la calidad de las decisiones políticas
conocedores de su propia verdad: «Es de todo asamblearías, Condorcet postularía una mate-
punto preciso acabar con este imperio usurpado mática social como ciencia de la conducta indivi-
de la palabra sobre el razonamiento, de las pasio- dual de los ciudadanos, la cual, frente a la agita-
nes sobre la verdad, de la ignorancia activa sobre ción por el terror de las vanguardias parisinas
las luces..., es preciso encadenar los hombres a la contra el Parlamento, sirviera de perfecciona-
razón por la precisión de las ideas, el rigor de las miento técnico-político a la participación cívi-
pruebas, situar las verdades que se les presenten. ca ~. Ello no sólo sitúa la posición de Condorcet
lejos del alcance de la elocuencia o de los sofis- en ajenidad a la política cient(flca de un Comte o
mas... y preservarlos de ese arte pérfido a través un Saint Simon, sino que la vincula, además y
del cual, amparándose en sus pasiones, se les frente al jacobinismo, a la profundización demo-
conduce al error y al crimen: arte que en los tiem- crática del gobierno representativo, mediante la
pos tempestuosos adquiere una perfección tan superación de los defectos más patentes del mo-
funesta» ~
delo de debate parlamenano en curso, tema recu-
En este orden de cosas, la problemática teórica rrente en sus intervenciones en la Chronique du
de Condorcet comenzaría por constituir una pro- mois y la Chronique de Paris 56,

fundización de los temas de Turgot, a saber:


Esta problemática teórico-política, la articula-
cómo lograr que el ejercicio de la voluntad polí-
tica fuera, en la práctica, la expresión de la razón ción de democracia y representación, constituye, por
lo demás, el eje mayor de la teoría política de
pública: que la voluntad general fuese, al mismo
Condorcet y Sieyes. Posición que se diferencta
tiempo, una voluntad justa y verdadera. No otro
es el objetivo, por ejemplo, del Essai sur lapplica- netamente de la jacobina, por su repudio de la
política insurreccíonal y virtuosa, pero también
tion de l’analyte a la probabilité des décisions ren-
dues á la plura/ité des voix. En atención a que las del mandato representativo tal y como había sido
asambleas representativas de la voluntad popu- regulado en la Constitución de 1791: rey como re-
lar pudieran ser la expresión no de la arbitrane- presentante, sufragio censitario, total indepen-
dad, sino de la razón pública, y sus decisiones no dencia del diputado frente a los electores, desmo-
sólo mayoritarias, sino decisiones de calidad: vilización estructural de la ciudadanía, etcétera.
aunando, en suma, participación y razón, Con- En este orden de cosas, un primer elemento
dorcet postularía la aplicación del razonamiento que llama la atención en el «sistema» de Sieyes, y
matemático a la problemática de la obligación ello frente a la sólita reducción de su pensamien-
política, de la sujeción a la ley 52~ to a las tesis del Comité de Constitución de
En efecto, lo que Sieyes resolvería mediante el 1791 es el hecho de la elisión del concepto so-
~,

traslado de la unanimidad imposible al criterio beranía nacional en sus escritos. Concepto que,
de las mayorías («une pluralié convenue») como muy al contrario, sólo se presenta esporádica-
mente en algunas de sus intervenciones para ser lución del orden estamental y consiguiente mo-
objeto, por cierto, de una devastadora crítica. nopolización del poder político por el Estado, de-
En efecto, el abate de Fréjus procedería minu- viene por vez primera en la historia aquel ‘<pou-
cíosamente a la sustitución de la problemática de voir immense» jacobino, dictadura sin traba al-
la soberanía por la del poder constituyente/poderes guna: «La soberanía, incluso la popular, es una
constituidos, lo que le permitiría una radical refor- concepción monárquica y monacal, una concep-
mulación de la distinción clave entre titulan dad y ción destructora de la libertad..., si esta palabra se
ejercicio del poder originario. En lugar de fundir ha presentado tan colosal ante la imaginación de
ambos aspectos, otorgando al pueblo la sobera- los franceses, aún llenos de supersticiones mo-
nía que se expresaría inmediatamente como vo- nárquicas, es porque éstos han dado en dotarla
luntad general (Rousseau). Síeyes, rechazando de la herencia fastuosa y de los atributos del po-
«la democracia bruta» en cuanto utopía vehicu- der absoluto» ~.

ladora del nuevo despotismo, situaría en manos La soberanía, poder ilimitado, es el principio
de la nación el poder constituyente del que ema- legitimador último de lo que Sieyes, por oposi-
nan, positiva y racional-normativamente estruc- ción a República, denominaría gráficamente Re-
turados, los poderes constituidos: rey, Parlamen- tota/e. «un monstre en politiques>, gobierno totali-
to, Poder Judicial. Tal distinción sería adoptada, tario, ilimitado y sin garantías individuales, re-
como ya hemos señalado, por el modelo 179], sultado final de una quimérica «democracia bru-
pero también, como en seguida se verá, con muy ta», tras la que no resulta difícil adivinar una des-
diverso alcance. cripción del acohinismo.
Una tal operación permitió además al abate, Que la nación delegara en sus representantes
en el mismo movimiento teórico, la superación el ejercicio del poder, según lo establecido en la
de dos tesis que, pese a las apariencias, no resul- Constitución, no implicaría, por lo demás, alie-
tan a la postre sino sendas caras de la misma mo- nación total y definitiva de aquél, toda vez que la
neda: de un lado, el rousseauniano mito del ágo- nación podría, siempre según Sieyes. reapropiar-
ra, el ejercicio inmediato del poder político por el se del poder constituyente y reorganizar «ex
pueblo; de otro, la alienación total del ciudadano novo» la estructura del Estado.
en un régimen político que incorpora hasta la úl- La Constitución, así, se presenta, por un lado,
tima parcela de su privacidad. como un momento de ruptura revolucionaria
Sieyes, en efecto, se sitúa muy lejos de aquel con el pasado, voz normativa de la razón, de los
rousseauniano y jacobino «mettre en commun principios del arte social, y a la vez decisión, ex-
ses biens. sa vie, a personne et toute sa puissance presión de la voluntad de transformación del or-
sous la supréme direction de la volonté généra- den social, frente a la tradición. En electo, pro-
le» 5í~ La limitación del poder del Estado, el ducto de una representación extraordinaria de la
mantenimiento de una esfera intocable en manos nación, por medio de su poder comitente, la Cons-
del individuo, muestra, por el contrario, una pe- titución se situaría tanto como norma superior
culiar visión de la política moderna. En ella, por frente a la legislación ordinaria cuanto en límite
un lado, el abate entiende la libertad como la ac- a la actuación del poder ejecutivo del monarca,
tuación conforme a la ley, siempre que tal ley sea superioridad garantizada en el modelo Sieyes, y
el producto de una voluntad general razonable ello deviene, absolutamente decisivo e innova-
—razonabilidad que, en última instancia, depen- dor, por la presencia de un Jury Constituionna¡re:
derá tanto de la ilustración de la ciudadanía «Le Gouvernement n’exerce un pouvoir réel
cuanto de los mecanismos democrático-repre- qu’autant qu’il est constitutionnelí et,.. les répre-
sentativos que concurren en su formacíon—. sentants ordinaires du peuple sont chargés
Pero al mismo tiempo, la comunidad no confia a d’exercer dans les formes constítuionnelles tote
sus representantes sino aquella indispensable cette portion de la volonté commune» ~K
«portion qui est nécessaire pour mantenir le bon A todo ello añadiría el vicario de Chartres una
ordre» ~ ulterior distinción entre poder constituyente origi-
Resultado de lo antedicho es la secularización nario y poder constituyente instituido. Y es que una
de la legitimación del Estado, la desconstrucción vez aprobada la Constitución por el poder comi-
de los conceptos de soberanía y soberanía popular tente extraordinario de la nación, ésta se auto-
trasunto del poder absoluto e ilimitado, herencia disolvería, regresando al estado de naturaleza,
del modelo monárquico que, en virtud de la diso- donde permanecería en vida latente durante el
funcionamiento ordinario de los poderes consti- ción, de 1791. que se traducía en el electorado-
tuidos. resurgiendo únicamente, de modo excep- función y el sufragio censitario: pero también
cional, en caso de flagrante desajuste entre el frente al pueblo depurado y virtuoso de los jaco-
marco normativo y su puesta en práctica ola rea- binos. el pueblo de las mayorías ficticias de las
lidad socioeconómica del país. Por ende, y en asambleas reunidas en ausencia de los más mo-
aras de reducir lo máximo posible el procedi- derados. el pueblo, en definitiva, de la fusión mís-
miento insurreccional del poder constituyente en tica en el terror... Condorcet diseñaría un pueblo,
estado puro. Sieyes diseñaría un poder de refor- en su particular concepto de soberanía popular
ma, previamente constitucionalizado, donde los integrado por ciudadanos individualmente con-
cambios en la Constitución se introducirían a siderados en su pluralidad irreductible, a los que
través de mecanismos y procedimientos partici- habría que interpelar no dogmáticamente —«ce
pativos. previstos en la propia norma superior. n’est pas un cátechisme politique que nous vou-
A su vez, la posición de Condorcet en lo tocan- lons enseigner, ce sont des discussions...»—, sino
te a la soberanía guarda una estrecha concomi- racionalmente a través de un proceso de debate e
tancia con los postulados de Sieyes. Aquel, en instrucción cívica que imbricaría, estrechamente,
efecto, si bien nunca llegaría a criticar y prescin- democratización y capacitación intelectual de la
dir abiertamente del concepto de soberanía, pro- ciudadanía con el principio mayoritario: «Si-
cedería a una específica reformulación del dog- guiendo mi propia razón debo buscar un criterio
ma de la soberanía popular en una dirección independiente de ella al cual vincular la obliga-
bien definida: promover su ejercicio racional y ción de obediencia, tal criterio lo encuentro en la
evitar su contraposición «tout court» al Gobier- opinión de la mayoría» ~.

no representativo. Así, durante la legislativa, en De modo en extremo semejante, en Sieyes la


escritos varios y muy especialmente en su Projet Asamblea no expresa una metafísica voluntad
d’adresse au peuplefranQais sur lexercice des droits general, preexistente del «pueblo», muy al con-
de souveraineté, Condorcet, admitiendo la «souve- trario debe construirla en el proceso de debate y
raineté inaliénable du peuple, droit qu’il tient de mediación; se trata, en efecto, de «former en
la nature. et qu’aucune lol légitime ne peut lui commun une volonté commune». En definitiva,
ravir». se enfrenta, sin embargo, al ejercicio ins- en uno y otro pensador, Representación hace refe-
tantáneo de este derecho, unilateralmente, por rencia a proceso de mediación, de construcción de
las secciones de París: «On doit craindre aussi la voluntad general, no a la expresión por parte
que des hommes agités par des passions, fatigués de una minoría. ora una élite parlamentaria. ora
par des longues inquiétudes, ne se laissent entral- un partido de vanguardia, de una supuesta vo-
ner á des erreurs qui pourraient détruire l’unité luntad del pueblo, anterior y/o inaprensible por
de volonté e daction, sin necessaire au salut et au el pueblo mismo.
bonheur de l’empire» 62, Precisamente por ello, uno y otro rechazarían
La alternativa propuesta de Condorcet, mante- el mandato imperativo, pues éste presupone, ob-
niendo la necesidad de la mediación política de viamente, una voluntad previa a trasladar hacia
las instituciones representativas, y en concreto la arriba para su posterior contraste parlamentario.
importancia de la Asamblea Nacional, se centra homogenización previa vuelta a la base, y así su-
en reducir el ejercicio de la soberanía popular al cesivamente. En palabras definitivas de Condor-
poder constituyente puesto en práctica con crite- cet, «le peuple m’a envoyé, non pour soutenir ses
rios mayoritarios verificables a-’. Por ello, la trai- opinions mais pour exposer les miennes» ~‘. Pre-
ción del rey, en lugar de originar el descrédito de sente estaba en ambos el recorrido del arco prác-
la representación, habría de dar lugar, en su opi- tico-discursivo jacobino, a saber: como quiera
nión, al debate de una nueva Constitución repu- que una tal complejísima génesis de la voluntad
blicana, a través de un procedimiento constitu- general devenía en un país de la extensión de
yente en el que participaran las secciones de todo Francia pura imposibilidad técnica, cuando no
el pueblo francés y no únicamente las vanguar- abiertamente contraria al ritmo y radicalidad de
dias parisinas. Concluyentemente: «Aucune la minoría, se procedía a la suplantación del pue-
d’elles n’a le droit ni de recuellir, ni de constater, blo por su cabeza organizada, élite supuestamen-
ni de déclarer l’expression de la volonté natio- te poseedora de los verdaderos intereses de aquél,
nale,» que concluiría liquidando a las secciones y
Frente al pueblo abstracto, equiparado a la na- Asambleas Primarias que, primeramente, se ha-
bían utilizado contra el Parlamento. Veamos bre- 3. Asambleas del Departamento correspon-
vemente la portada concreta que asumían los diente, desde donde, de resultar respaldada, se
modelos de representación de uno y otro. daría, a su vez, traslado al
Condorcet desarrolla sus ideas al respecto en el 4. Poder Legislativo, donde, finalmente, de
Plan de Constitución presentado el 15 de febrero resultar rechazada se consultada a todas las
de 1793 y. asimismo, negativamente, en su crítica Asambleas Primadas.
a la Constitución jacobina Aus citoyens fran~ais, Pues bien, pese a que sistemáticamente sus po-
sur la nouvelle constituion. texto que, precisamente, siciones se han identificado con las fijadas en la
le costaría la vidaó”. Constitución de 1791, el modelo de representa-
El objetivo de Condocet era fundamentalmen- ción de Sieyes coincide, si bien no completamen-
te articular participación y representación, demo- te, sí en buena medida con el de Condorcet, espe-
cracia directa y democracia participatíva. Habida cialmente en lo referente a sus principios, prove-
cuenta de la necesidad no solamente residual, yendo ulteriores, y aun más perfeccionados técni-
sino sustancial, de la mediación de las institucio- camente, desarrollos al mismo.
nes representativas, el problema consistía a sus En efecto, ante todo el gouvernement répresenta-
ojos en configurar una participación real de la tifde Sieyes se articula sobre dos postulados bási-
ciudadanía que impidiera tanto una representa- cos: «délegation sans aliénation» y «edifice ré-
ción puramente formal cuanto que una minoría presentative de base démocratique».
hablase en nombre de todos los ciudadanos. Resultado del primero de ellos lo constituye el
En este orden de cosas, el proyecto 1793 incor- hecho de que si bien Sieyes excluye el mandato
pora dos extremos de interés: imperativo en aras de la necesaria mediación
1. La ampliación del sufragio a sufragio uni- constructiva de la representación («vraie répre-
versal para todos los hombes mayores de veintiún sentation»). el mandato representativo, por él di-
años, manteniendo al propio tiempo firmemente señado, no implica en modo alguno la indepen-
(en la teoría) lo que por el momento era abierta- dencia absoluta del elegido durante los años de
mente inaceptable por la mayoría de los contem- duración de su mandato. Por ello, y en capital di-
porános: la necesaria incorporación de la mujer ferencia con el texto de 1791 (y toda la posterior
al derecho del voto. tradición representativa), el abate incorpota la
2. La existencia de Asambleas Primarias en posibilidad de la revocación: «La misión enco-
cada localidad, de carácter deliberante, no sola- mendada a los representantes no puede consistir
mente centradas en la elección, sino permanen- jamás en una alienación. Tal misión es entera-
tes y con facultades de control: refrendar la mente libre, constantemente revocable, y limita-
Constitución, titulares de iniciativa legislativa e da a voluntad de los comitentes en el tiempo, así
incluso de iniciativa constituyente, suscitar en- como en la naturaleza de los asuntos» 68
miendas a la legislación, expresar desacuerdos y Consecuencia del segundo de los antedichos
protestas, etcétera. principios, la base democrática del edificio repre-
Las Asambleas se situaban así en el seno de la sentativo estaría integrada para el abate por las
red organizada del Estado, de tal suerte que, par- Asambleas Primaria& Estas, conjuntamente con la
ticipando en el ejercicio de la soberanía, ninguna función electoral, a diferencia del modelo 91 (se-
de ellas podría apropiársela: «Chaque Asamblée gún el cual, realizada la cual desaparecerían), se
n’est pas souveraine: la souveraineté ne peut ap- conciben como auténticos órganos de democra-
partenír qu’á l’universalité d’un peuple» ~. cia de base destinados a «raffraichir les répresen-
En definitiva, los ciudadanos, a través de las tants d’esprit démocratique» 69 y. centralmente,
Asambleas Primarias, eligirían a sus represen- dotadas de capacidad de revocación y radiación.
tantes para los diversos niveles, pero además par- Las Asambleas Primarias o Comicios estarían
ticiparían directamente no sólo através del refe- integradas en cada barrio por aquellos ciudada-
réndum, sino de la iniciativa legislativa popular. nos políticamente activos (según los criterios que
ordinaria o de refonna. Esta seguiría el proceci- a continuación veremos) en número nunca supe-
miento siguiente: nor a 600 ó 700, en cuyo caso se subdividirían.
1. Propuesta y discusión en una Asamblea de Estos comicios confeccionarían, anualmente y
base, caso de aprobación pasaría a la por votación de mayoría, las listas de elegibilidad,
2. Asamblea Municipal, de donde se trasla- por medio de las cuales se realiza la proposición
daría a las de candidaturas para ser representantes en los ni-

E,
veles departamental y nacional, tanto del legisla- pública racional y crítica, no carismática, que a
tivo como de la Administración; esta última es través de la transparencia en el funcionamiento
igualmente representativa para Sieyes: el nivel de los órganos del Estado, el desarrollo de la
superior desirna al inferior de entre los incluidos prensa ilustrada y la circulación de libros y folle-
en las listas de elegibles). tos de debate político frenara la eficacia de los
Ahora bien, del mismo modo que el acceso al discursos demagógicos á la page y el lenguaje re-
cargo representativo nace de la confianza, el cese ligioso de la «virtud». Precisamente, en aras de
de la misma daría lugar, previa votación por ma- racionalizar el lenguaje político, Sieyes propon-
yoría, a la ruptura del vínculo representativo a dría explícitamente en reiteradas ocasiones una
través de los dos institutos de control precitados: renovación del léxico politológico, adecuando
revocación (cese de un representante durante su términos y conceptos, y abandonando expresio-
período de mandato) o radiación (no inclusión en nes equívocas («comunes». «soberanía», «man-
la lista de elegibilidad anual). dato», etc.).
Además, el modelo de representación de Sieyes Pero, y sobre todo, el abate, sintonizando una
incorporaba toda una serie de dispositivos y me- vez más con Condorcet, con quien fundó el Jour-
canismos que alejaban aún más, si cabe, su posi- nal d’Instruction Sociales~ batallarían incansable-
ción de la del Comité de Constitución de 1791. mente en pro del establecimiento de un nuevo y
Por ejemplo, la reducción del tiempo del man- eficaz sistema de Instrucción Pública, destinado a
dato a tres años y renovación anual por tercios, aumentar la cualificación política de la ciudada-
además de la finalmente asumida no reeligibili- nía y a fomentar su participación democrática
dad inmediata hasta transcurrido un período de efectiva.
otros tres años. Las Asambleas Primarias elegi- Por último, Sieyes prestaría singular atención a
rían el primer y segundo tercios a cesar, con lo la generación de una mora/ciudadana, de civismo
que los diputados resultarán sometidos al control y participación racional y activa en política, des-
de aquéllas, habida cuenta que en su mayoría, es tinada a implicar, conjuntamente con las medi-
de suponer, evitarían ser cesados los primeros. das anteriores, al mayor número (y con mayor
Pero, sobre todo, aspecto fundamental del sis- autonomía individual) de ciudadanos en la
tema Sieyes, ligado directamente al problema de «base democratique» del edificio representativo,
la representación, lo constituye su propuesta de evitando la constitución de una nueva «aristocra-
reordenación integral del territorio francés, lo cia política». En este orden de cosas, el abate
que él denominaba adunation politique. Tal reor- diseñaría minuciosamente desde calendarios de
ganización, sobre la base de unidades departa- fiestas nacionales hasta honores y celebraciones
mentales, poseía un significado simultáneamente en exaltación y promoción de los valores cívicos.
político-administrativo y electoral. En efecto, Todo ello nos conduce, finalmente, a reconsi-
frente a la seudorrepresentación jacobina de las derar el concepto de ciudadanía de Sieyes frente a
minorías vanguardistas y la sobrerrepresentación los modelos 91 y jacobino, respectivamente. En
de Paris, la adunación servía para instrumentar efecto, cierto es que este pensador poseía, a dife-
una representación proporcional de todo el terri- rencia del último Condorcet, un concepto elitista
torio de Francia. en razón a tres factores diferen- y censitario del electorado pasivo, entendiendo
ciados: que los representantes en la Asamblea Nacional
1. Territorio: Donde la igualdad de superficie deberían de ser propietarios, pues sólo así posee-
de los nuevos departamentos se traduciría en un rían el grado de responsabilidad en cuanto «ac-
número fijo de diputados por cada uno de ellos. cionista del Estado», así como las posibilidades
2. Población: Criterio por el que un determi- de instrucción y aptitud necesarias, en cuanto
nado número de diputados se distribuirían en «clases disponibles», para tan decisiva tarea,
atención a la población de los departamentos. Ahora bien, ahí terminan todas las semejanzas
3. Contribución: Por el que un mayor monto con el Comité de Constitución y comienza, nue-
tributario se traduciría asimismo en un mayor vamente, la sintonía con las ideas de Condorcet.
número de diputados ~ Así, para el acceso a la condición de ciudadano
Por añadidura a un tal mecanismo que sería activo Sieyes requería el pago de un tributo cívico
aceptado por el Comité de Constitución, Sieyes de escasa cuantía («la plus petite taxe possible»)
postularía en numerosos escritos y proyectos le- y carácter voluntario. Contribución que serviría
gislativos la creación de una auténtica opinión para demostrar el mínimo interés por la cosa pú-

~PM3ISDI
b
Las teorías de la democracia en la Revolución francesa 81

blica exigible para ejercer responsablemente los un concepto del Estado como articulación de
derechos políticos en las Asambleas Primarías una base democrática y participativa con un go-
por parte de los ciudadanos. Ello nada tenía que bierno representativo; una ciudadanía concebida
ver, como ha querido entenderse con frecuencia, no como mero receptáculo de derechos, pero
con una exclusión censitaria de amplios sectores tampoco como «pueblo» expresado por una van-
populares. En efecto, y centralmente en su idea- guardia virtuosa, sino como «civismo» activo, ra-
rio: «Les droits politiques doivent étre attacbés cional e instruido, encaminado hacia el sufra-
non a la propieté mais a la personne» ~kPrecisa- gio universal..., resultan todos ellos postulados
mente por ello, para Sieyes el sufragio constituía centrales que aúnan las trayectorias teóricas de
un derecho, que sólo el atraso económico y polí- Condorcet y Sieyes, en una similar teoría de la
tico impedían fuera inmediatamente generaliza- democracia que, vinculando voluntad y razón,
ble a la totalidad de la población adulta, a dife- revolución y libertad, participación y mediación
rencia del Comité de Constitución, para quien el representativa, se alzada, bien es verdad que in-
sufragio integraba una mera función, que la na- útilmente, frente a la «democracia» de la aclama-
ción encomendaría a una parte escogida y mí- ción carismática del jacobinismo, en el objetivo,
nima de sus miembros. irremisiblemente fallido en la coyunta 89-93 y
La vocación universal del sufragio y de los de- aún hoy inalcanzado. de volver racional la polí-
rechos de ciudadanía activa que este autor recla- tica democrática y democratizar participativa-
maba constituyen una pieza esencial de su con- mente la razón política.
cepción de la democracia representativa: «No po-
déis negar la cualidad de ciudadanos ni tampoco
los derechos del civismo a esta multitud sin ins- NOTAS
trucción que un trabajo forzado absorbe por en- S5AROBINSKY, Jean: 1789 Les cmb/emes de la misan. Paris, 1979,
tero. Dado que deben obedecer la ley del mismo p. 64. Tal es el sentido diurno de ias palabras de Miraheau al marqués
de Dreux: «Estamos reunidos aquí por la voiuntad nacionai y. por
modo que vosotros, deben asimismo, del mismo tanto, sóio saldremos a is fuerza», o del ‘snous sommes audjourdhui ce
modo, concurrir a su elaboración. Y tal concurso que nous ¿tinos bici-, déiiberons!» de Sieyes.
debe ser legalmente establecido» 72• BAczKo, Bronisiatv: Lumiéres de l’ttopie. Paris, 1978. p. 175. <Mr.
asumssmo la voz «Lumiéres» en Furcí & Ozouf, Dictionnaire enrique de
Finalmente, Sieyes era partidario, y con Con- la Révolution Francaise. Paris, 1989.
dorcet ello constituía una excepción en el con- H~n~sss~s. ,hlrgen, ha señalado al respecto: «Para ia autocom-
prensión revoincionaria. ia declaración de derechos deberla nianifes-
junto de los ideólogos de la revolución, del sufra- lar ante todo io comprensión de ia articuiacióst racional de ias nornias
gio femenino. Así, deplorando que «par une sin- fuodamentaies y ia voiuntad de dotarías de validez a través de un po-
guliére contradiction» las mujeres de los paises dei- sancionador vinculado asimismo por aqueiias normas.» Theañe
uod praxis. Frankfurt. 1970. p. 116.
europeos pudieran ser reinas y carecer, sin em- Ai respecto, LOSEBRINS, Haní Jeirgen. ha mostrado el definitivo
bargo, del derecho de sufragio, estimaba que ello despiazamiento dei término canjuranioo por el de révalutian poiitica-
se traducía en que «según un perjuicio que pare- mente redefinido: «Antaño una fuerza cuasi naturai de la que los
hombres debían padecer las peripecias y los sobresaitos, termina por
ce no ponerse en duda, nos vemos forzados a eli- ser pensada como un arma politica empleada y administrada por mili-
minar al menos a la mitad de la población to- tares revoluciana,-ios», en «Révoiution A ia fin du 1 Se siécie». Mate.
n.’ 16, 1988, PP. 35-68. En el mismo sentido, el estudio clásico de Gou-
tal»~. Aello debe añadirse que, por un lado, la LEMOl, 3. M.: .Discaurs, histaire er Révalu¡ions. Paris, i975.
exclusión del voto de los domésticos, por él regu- Sobre ci despiazamiento y continuidad entre une iangue du di-oil» de
lada, se debía al presumible voto cautivo de fines del Antiguo Régimen y la «iangue do peupie» de los revoiuciona-
dos, vid Gunit&saou, Jaeques: La languepolitique Jefa Révolutionfran-
«ceux qu’une dépendence servile tient attachés faise. Paris, 19069, asi como Bisuweyr, E: Itistaire de/a Longuefran~aise,
aux volontés arbitraites d’un maitre» y, por otro, t. ix, La résolutian et lEmpire. ParIs. 1867, p. 617 y ss,
que el número de ciudadanos pasivos resultaba REICHAROT, Roif, presenta la s<Revolutionirer Bewsssstseinbrucha
de Condorcel como la expresión más aita de la crisis del reformismo
contemplado por este autor en una perspectiva ilustrado. R<for,n und Revolarían óei Condorcet. Bonn, i973, p. 289 y ss,
democratizadora, de progresiva y militante re- Roaas,íasier: Discurso pronunciado en el proceso de Luis XVI, en
Oeuvres Comp/lees (ed. de Boloiscan, Lefebvre y Soboui). Paris, 1958,
ducción a través de la mejora de la instrucción, la 1. IX, p. 432.
opinión pública y las condiciones economícas. si bien es ciaramenle pereeptibie una ambigtiedad en ia posición
En definitiva, y contextualizado todo ello en de Furet al respecto. Mientras en La Révolution FmnQaise (Paris, 1965)
señalaba que «ti faul restituer au fait révolutionnaire A lévenemeol,
las coordenadas político-ideológicas de la época, son róle createur de ia discoatinuité historique>s, loe. cia p. 8, en Penser
una deconstmcción del concepto de soberanía la Révolution (Paris. 1978) parece sintonizar abiertamente con la pers-
que supera el marco tanto de la «soberanía na- peciNa de Tocqueviiie: «Ce quon appelle la “Révoiution Franqaise.
cee ¿vénemení. repertorié, magnifié conime une aurore, nest qu’une
cional» cuanto de la «soberanía ética del pue- accéicration de lévolulion politique es sociales anterieure,>, op. dr,
blo», decantándose como «poder constituyente»; p. 30.
mente en eí modelo 1791. pasaría inadvertida para la Escuela Fran-
Para BtJRKE, Eco efecto, toda vez que la politica es csencialmeote cesa de Teoría del Eslado y Derecho Público, dc Duguil a Carré, por
experiencia. «más de la que puede un hombre adquirir en toda su mor de la centralídad en su esquema del conceplo de ley como expre-
vidas, el error de la Revolución consistia fundamentalmente en <des- sión de la voluntad dc la nación y. por lo tanto, ajena a cualquier
truir totalmente un edificio que, durante siglos, ha desempeñado de limite constitucional.
modo mínimamente aceptable los fines generales de la sociedad». Serían, posteriormente, los estudiosos alemanes, ya en las cercanía
Re/?ections on íhefreneh Revolution. London, 1988. p. 98 y ss. de Weimar. los que recuperarian para los debates de la época la pre-
Por su parte, la obra de REMBERO. A. W,. Untersueh ungen aher die hisloria de la superioridad formal de la Constitución en sus origenes
franzissisclse Revr,loeion (Berlin, 1876. pp. 231 y ss.), recibirla una doble revolucionarios franceses. Así, las obras de obligada referencia de
respuesta critica; la de KÁWr: Sobre la expresión: es bueno en teoría, pero ZWEIO, Egon: DieLehre ron PouvoirCanstin¿aot(Tttbíngen. 19(t)): Ruos-
no en lapródica (1793), y la de FIarE: coníribociones destinadas o corre- lOs, R.: Dic scaaestheorien der ftaoz&sischtn nationalversansnslung von
gir los juicios del público sobre la Revolución francesa (1793). PHILONEN- 1789 (MOnchen, 1922). CIV en especial ~<DieTeilnahme der nation an
KO. k. ha mostrado concluyentemente cómo mientras Kant defiende der Betatigung des pouvoír constitusolsí. p. 278 y ss,
los resultados de Révolution. Fichte suscribe asimismo el proceso y los 15 Pétion, en electo, en su iníervención de 3 de septiembre de 1789
5e moraleetpolitique
medios
de Kantde ev aquélla,
de FichIevid.
en Tlséorie et Praxis
1793. Paris. dans
1968, lapensc
passim. en la Asamblea General, se muesta mucho más radical que Robespie-
Las diferencías comienzan a ser claramente perceptibles en torno rre. criticando no el concepto absíracto de soberanía nacionaL sino que.
fundamentalmente a tres temas: soberanía nacional, sufragio censas- siempre sobre la base de la ley como expresión de la voluntad general.
rio y naturaleza representativa del rey. Cfr. Archives Parleeneotaires de procede a una crítica de la representación, contraponiéndole una parti-
1787 A 186%. Premiére Série (Parls, 1887). en especial los vols. vitt cipación direcía de las Asambleas Primarias en la elaboración de la
y IX. El texto clásico al respecto sigue siendo REOSLOIS. R.: Die Staats~ ley. Archives Porlensentaires vol. VIII, p. 583.
5 <sta Nación no es. como el pueblo enel esquema deJohn Adams,
jIs eorieo der Franzllsischen Nationalversoo,mlong von 178Q Leipzig. 1912,
p. 75 y 55. una pura abstracción, sino que, a la postre. se halla compuesta par dos
tú En efecto, la línea mantenida contemporáneamente por la mayo entidades reales. el pueblo yel rey. El pueblo nes puede expresarse mas
ría de historiadores marxistas (leninistas) de la Revolución y. en gene- que a través de sus representantes: el rey, por su parte, tampoco puede
ral, los vinculados al Institut dilistoire de la Révolation Fran<aise, con al expresarse dírectamentess, Tt9oPER, Ntichel: La séparation despaavoirs ce
gunas excepciones. como M. Genty. se muestra claramente continuista IHistaire Constitaionnellcfran~aise Paris, 1973. p. 52.
‘5 Así, cocí Rapporv du Nauveaa Comité dc Constitutionfait A lAssevn-
con la tradición clásica robespierrista. Asimismo, ello es rastreable in-
cluso en los estudiosos de la mencionada corriente que prestaron aten- hile Nationale Sectande Partie, Séanee du mardi 29 septembre (versai-
ción a Sieyes: el caso más llamativo lo constituye Roberto Zapperi, lles, 1789, p. 4), se establecía: «Las Asambleas Primarias no tendrán
quien culpa a aquél de renunciar a las revolución burguesa» y a su existencia más que al <sbjeto de las elecciones a la Asamblea Nacional.
teoría socioeconómica de resultar deudora del Antiguo Régimen: «La tras lo cual se disolverán («sanéantironlss).í>
politique dc Sieyes>s. introducción a Qu~st-ce que le Tiers Etar Geneve. Furct ha puesto de relieve el hecho de que en las elecciones a la
1970. pp. 7 a 117. Legislativa ci electorado activo sería de hecho inferior alen su día con-
Sin embargo, y a causa dc una concepción de lo político entendido vocado por Luis XVI para la elección de los Estados Generales. His-
no como unas instancia» específica de lo social, sino como la puesta toire de la France. La Révo/ution. Paris, 1989. p. 76.
‘< Intervención de Robespierre del 16 de mayo dc 1791. Archives
en escena de una sociedad en su conjunto. F. Furet ha impulsado —si
bien en ocasiones de modo excesivamente instrumental en pro de su Parlemeotaires, vol. XXVI, p. 124.
~> A ello debe afladirse el sintomático cambio en lo tocante a la re-
«Republique du Centre»— el análisis teórico de estas corrientes de la
Revolución, reclamando, por ejemplo, la centralidad de Sieyes «le presentación que comtenzan a mostrar las intervenciones de Robes-
penseur le plus profonde de la Révolutíonss, Y en efecto, a esludiosos pierre. especialmente a partir del debate dcl 24 dcjunio dc 1792. Reem-
de la «Galaxia Furet>s (Baker. Pasquino. Manin .) se debe, en parte, la plazando primero el control de la revocación por eí control al tinal de
recuperación actual de la aportación teórica de ambos pensadores. la legislatura; proseguirá postulando el abandono de la <méfianeca
Ahora bien. Furel tiende equívocamente a reconducir a aquéllos a los del pueblo en los representantes: «Le peuple ess sublime mais les mdi-
dos polos resultantes de «léclatemeol du bloc révolutionnaire»: Sieyes vidus sant faibles... u faut un poiní de ralliemení.» <Mr. sobre el par-
se verá así sistemáticamente homogenizado con el 89-91 y la posterior ticular los Archives Parlementaire.s vol. LXVIII. p, 5441 y ss. Los debates
tradición noventayochista; Condorcet será diluido, por su parle, como de la Constitución de 792 traslucen en su formalismo, ya tenor de los
una versión democrática y moderada del 93. - argumentos esgrimidos, la realidad láctica dc que el verdadero lugar y
It Para las lineas generales de la estructura de la monarquía consíl- escenario de la revolución se halla, definitivamente, desplazado vení-
tucional vid. DEsLANoRES, M,: Hisroire Conseilutionnelle de/a France de calmenle hacia el jacobinismo en cuanto partid<s-Estado.
1789 a 1870, vol. 1. De la Fin del ancien Régi,ne ¿ la chute de lErnpire. it Discurso de Robespierre, Sur lev principes dc mora/e po/itique qui

París, 1932, p. 70 y ss- doiven, quider la Convention, 5 dc febrero de t 794. en Oeuvres Completes
ti Para el desarrollo histórico del concepto vid, por todos QUA- vol. 10. p. 358.
t&tt5< ti, Helmut: Soaverúnitdt. Berlin, 1986. Para la distinción, capital. ~ Robespierre. Sur/e respecí dO aux bis ce ocx autarités constituée.s en
del concepto tradicional de soberanía en Bodin o Loyseau de la mo- Ocurres cil.. vol. ív. ~. 146.
> Vid. HAMP5ON, Norman: Prcltsdeto terror. Londres, l988,p. II yss.
derna <ssoberania>s nacional o popular vid. JOUvENEL. Bertrand de: De
la Souveraineté. Paris. 1955, p. 300 y si. KRTELE, Martin, ha subrayado el Ford lo ha expresado inmejorablemenie: «Las Asambleas sueestvas
contradictorio mantenimiento del término soberanía (nacional, popw encarnan la legitimidad representativa, pero desde un principio ésta es
lara del Parlamento) para designare! Estado sometido constitucional- atacada por la democracia directa que las jornadas parecieran ex-
mente a Derecho: «En el Estado constitucional no hay soberano: se presar. y en la que, en el intervalo enire las jornadas, múltiples ins-
trata, por el contrarío, tanto histórica como teóricamente, dc la divi- tancias, periódicos, clubes, asambleas de todo tipo se, disputan la ex-
sión de la soberanía estatal entre la totalidad de los órganos del Estado presión, es decir, el poder». Penser la Révolation, cis., p. 79.
y el Derecho Público». Einfñhrung io die Staaíslehrc, Hamburg, 1975. » El esclarecimiento de la posición ambivalente y sincrética de Ro-
p. 89. bespierre entre la Representación (Convención) y la democracia di-
MALBERO, R. Carré de: Conírihuvion ó la Théorie Générale de lEeat, recta (Secciones) ha sido tradicionalmente puesta de relieve por las in-
tome 1 (Paris, 1920, p. 69 y Ss.). quien añade: «El principio fundamen- vestigaciones, ya clásicas. de GUÉRIN: La lutte des classes saus la Prerniére
tal extraido a estos efectos por la Revolución francesa es el de que la Repuh/iquc (Paris, 946), y Soaout: Les sans-culottcs parisicns en lan II
Nación sola es soberana, y por nación los fundadores del principio de (La Roche. 1958).
la soberanía nacional han entendido la colectividad indivisible de 25 Robespierre. «Des maux el des Ressournes de lEtal», en Oeavre.s

los ciudadanos, es decir, una entidad extraindividual, un ente abs- cil., vol, IV, p. 318.
tracto, aquel que encuentra en el Estado su personificación». loe ciÉ. 2< Resulta decisivo retener la ajenidad esencial del modelo jacobino

p. 87. a los conceptos de Constitución y Poder Constituyente. intimamente


‘< Curiosamente, esta central contribución que es el concepto de entrelazada con el rechazo de la representación: ~<i.1. Rousseau a dil
Pauvoir Constieuant debida al genio dc Sieyes. cristalizada parcial- que le pouvoir législatif constitusil lessenee de la souveraioeté, paree
dad civil Qué disparatada ilusión: hallarse obligado a reconocer y san-
quil ¿tail la volonté générale. qui esí la source de tous les pouvnirs cínnar en los derechos del hombre la sociedad civil moderna, de los
delegués: el cesí daos ce sens que Rousseau a dil que lorsquune intereses privados persiguiendo libremente sus fines.., y querer, al pro-
nation déleguait ses pouvoirs á set répresentants. la nation nétaít plus pio tiempo, eliminar en ciertos individuos las manifestaciones vitales
libre et quelle nexislail plusís. Robespierre. intervención del lO de dc esta sociedad. con la pretensión de modelar a la antigua la cabeza
agosto de 1791. en Oeavrex cii-, vol ‘fIl, p. 613. Ello constituye, por lo polilica de la misma». Dic heilige Fan,i/ie. MEW. vol. 2, p, 127.
demás, una de las escasas excepciones a a infidelidad sustanliva al BtLLAUD v~xrsnov: /~: tic,, supra. p. 96. Cfn el análisis de R,v.stit
pensamiento del reiteradamente evocado Rousseau: “Mientras las im- oALtusso’4us. Mydam: «Le jacohinisme ou les apories du politiquesí. en
plicaciones filosóficas que dejaba entrever el pensamiento de la liber- RcvaeFran~aisedeSeiencePalitique, nY4. 1986, p. 519 y Ss., para quien
tad y ía ciudadanía en la obra de Rousseau hacían del Contraía Social <el espacio politico igualitario del jacobinismo aparece como culmi-
algo muy distinto que una exposición con finalidad práctica. se le uti- nación de un pmceso doblemente paradójico:
lizó como arma del combate revolucionario y tal trasposición encu- — Paradoja de una desnaturalización positiva entendida como
brió una traición.,., no supieron ver que el Rousseau del que se recla- creación/destrucción (indísociable).
maban pensaba en ía Libertad de los Antiguos». FABRI+. 5. Goyard: — Paradoja de una desnaturalización que es, en el mtsmo movt-
Phi/osophie Palitiqae. Paris. 1987, p. 329,
miento. renasuralización, restauración dc lo que ha sido perdido por
27 Cut,wi oHrseots. intervención del II de mayo de 1793. en Att/ti-
49, una mala socialización: reencontrar la naturaleza creando una se-
ves Par/ementaires, cit,, vol, XLIV. pS
28 BtLLAUD ‘fARENNt: Sur la ehéorie du gousernement démocraeique. gunda natura contra natura», /oe. cie., p, 524,
discurso de 20 de abril de 794. Archives parlcmentairex eit,, vol. ~> La frase de Rovva cit, en jAtjMt, L.. op. ciz., p. 119. La de Muxv,.t+r

LXXXIX. p. 95. en su Histaire de la Révolaiionfran~:aise, vol. II. IX.. París. 1979. p. 127,
59 «... quon nc décréte aucun anide avant davoir discuté: ti si les quien, a la vista de los hechos, se interroga: «Oú sont les grandes bu-
dístrícts seroní autorisés á sassembler quand ils voudraot, jusquaprés les de 89. les millions tshnmmcs qui entourérenl, en 90. lat,tcl des
falTermissement de la Constítution; 2) si aprés laflermissement de la féderations$. op. ciÉ, vol, II, p. 231.
Constitution, ils pourront sassembler, au mois une fois par mois, pour El juicio de HEOEL en Vorlesangen aherden Pitilosopitie der Gescitichie
répandre lesprit publique’>. Robespierre, Oeuvre,s; Vi. p. 350, (cil paría cd. Suhrkamp lid. 12. p. 534).
3< «Les jacobios reviennent. eux aussí. á la Ihése de la Répresenta- “ Robespierre: Sur les príncipes de marale pal/tique qui doivent guider

tion comme líeu nécessaire de la confection dunité.,, mais soumise á la Convencían, en Oeavres, vol, X. p, 357,
limperatil de coníection de lunité, la Répresentation est devarée par ‘> Idem, p. 360.

lideologie de la souveraineté. Au noro du primat de lintérdí général s> Vid. OzouF, Mona: ~sFéderalisme,>, en Furel & Ozesul: Dic-cian-
sur toute particularité, la répresentation tend á ¿tre la seul voix légi- naire critique de la Révolution fran~aise. Paris. 1989. p. 85,
time de la société. ce qui fait que le pouvoir constituante du peuple ~5 Gui-iTt. M.: Lapprentisage de la titovennecé. Paris. 1987. passim.

nest pas reconnu ou que linitiative propre des eitoyens nc re~oil des 4t Cfr. un análisis de los proyectos de David de una estatua gigante
canaux apropiés». JAUMtS, Lucien: Le discoarsjacohin e’ la déenocraei,. del Hércules-pueblo aplastando la Hydra del federalismo, en Htjtcr,
París, 1989, p. 338. Lynn: Pal/cies Culture andClass in che Frcnch Revalucion. Berkeley. 1984.
St Será, precisamente, la denuncia y proceso consiguientes los que p, 95 y ss,
‘<producirán» al grupo girondino, integrado por diputados política- 42 0p, ciÉ, p, 235.

mente heterogéneos. Sydenham. que cuantilica un <‘circulo interior» ~ Robespierre. Oeavrex dl,, vol, X, p. 345.
dc 60, frente a uno «exterior» de 200. aceptado por Allison Patnick. Isa — Cil. en BAntserva. E. & R.: Candarcer Un intcl/cccuel en palitiqac.
mostrado las divisiones ideológicas internas que atravesaban a este París. 1989. p, 503, Precisamente, la relación entre el termr y la religio-
grupo cementado por la represión jacobina, por encima de la idea co- sidad será el núcleo de la interpretación de la Revolución realizada
mún de cerrar la Revolución: SYOENXAM. Mi.: lite Girondins. Londres. por QSJINET. E.. en La Révalution (Paris, 1987), tematizada en torno al
1961, Como es sabido, en la hisloriografia jacobina clásica de la revo- «peurde la Révolution», Cfr. al respecto la obra de Fijan: Lagouchece
lució~ de Malbíez a Soboul. la identidad girondina lo era fundamen- la revo/acian. París. 1986.
talmente de clase, KATrs. Gary: lite cercle sadat ahe Girandins and tite La proximidad esencial entre los modelos de Condorcel y Sieyes
French Revolarían, ha mostrado (y en ello ha insistido Mona Ozoul). que, frente a la perspectiva sólita en el tema, tratamos de argumentar.
sin embargo, que más allá de cualquier mecánica traducción de lo so- debe ser precisada en el sentido de que nos referimos aqui exclusiva-
cial en lo politico. la Gui-ande se fragua y constituye políticamente al mente al Sieyes de los años 1789 a 1794, toda vez que su evolución pos-
socaire de ías vicisitudes de la crisis revolucionada, terior. netamente deudora del impacto del terror. oca en Thennidor,
Si LEFORT, Claude: «La terreur révolutionnaire”, enEssaissurlepoli- ora con Bonaparte —«je cherche une epée»—, al tiempo que como in-
tique. París. 1986. p, 80. cuestionable desarrollo de alguno de sus conceptos previos, dilicil-
55 Vid, el decisivo articulo de MANI». Bernard: «Saint-Just, la logi- mente puede dejar de considerarse una ruptura con su doble crítica
que de la Terreur». en Libre, nY 6. 1979. anterior al jacobinismo y al modelo del 9!. Sobre el itinerado político-
‘4 Crítica marxiana que encaantoa los limites del ‘olantarismo pali- teórico del abate de Fréjus cfr, MAtA Ramón.- «Introducción» a E. i
fico revolucionado se refiere, pese a sus propias palabras, centradas en Siey-e,s: Escritas y discursos de la Reva/uci<in (Madríd. 1990). donde ade-
el discurso jacobino dominante, puede extenderse a los otros modelos más puede consultarse la versión castellana de los principales textos
aquí en discusión, 1971 y Condorcet/Sieyes: ‘<El periodo clásico de la de Sieyes aludidos en el texto,
inteligencia política es la Revolución francesa, Lejos de percibir en el “ Sttznts. E. i.: Naces sur/a Canstitution de lan VIII, en Archives Nacio-

principio del Estado la fuente de las taras sociales, los héroes de la Re- no/es, 284 AP 5, Dossier 2(3).
volución francesa perciben, al contrario, en las taras sociales la fuente ~ Oeuvres de fiondorcei, cd. A, Condorcel-OConnor-Arago, Paris.
de los males politicos. Es por ello por lo que Robespierre no ve en la 1849, vol. XII, p. 612, Del Joarnal dInstruction sociales existe una reedi-
extrema pobreza y en la extrema riqueza sino un obstadulo para la de- ción reciente por EDHISS. Paris. 1987.
mocracia paro. Y desea por ello esablecer una frugalidad general espar- <> Opinion de Sieyes surplus/ea rs articles des cicres IVcc Vda Ps’ojev de
tana. El principio de la política es la voluntad, Cuanto más perfecto es Consticucion prononcée á la Conventi<mn le 2 Thermidor de sin III de la
el espíritu político, más cree en la omnipotencia de la voluntad y más République. en Archives Nacionales 284 AP 18 tI
ciego se vuelve ante los limites naturales y espirituales de la volun-
ladi,. Xrilische Randglossen za den, Aridecí «Den K?Snig von Preussen und
die Sazialrefann Man-Engels Werlse, 1, BerlIn. p. 406.
Por el contrario, la critica al mito del Agora. a la creencia en la posi-
bilidad actualizada de una democracia concebida como participación
>,
~ Báwr«, Kcith M., data la primera aparición del térmtno «setenee
sociales’ en diciembre de 1791. en un panfleto dirigido a Condorcet por
Garas: sin embag ya hiciera previamente su aparición en la primera
edición de Qaesté ce que/e Tiers Ecac de Sieyes, en 789,
La coincidencia fundamental entre Condoreel y Sieyes, pese a sus
directa, es una flecha en el corazón mismo del discurso jacobino: específicos desarmílos espectivos, en incorporar a la política criterios
«Robespierre. Saint-Juss y su partido han sucumbido porque han con- cientiftco-sociales, resulta patente con ocasión de la Sor/cts’ 1789. En
fundido la antigua república que se alzaba sobre el fundamento de la efecto, en elioarna/ de/a Societé Sieyes señala «Lars de cultiver, art de
esclavitud real con el estado representativo moderno, espiritualista y eommereer. lan de gouverner ne sant que des parlies de eette seience,
democrático, que reposa sobre la esclavitud emancipada de la socie- tan social>, y el propio Condorcet señala que los miembros de la
mentada sociedad «considérent lar social enmme une vraie sciencea. cocí tiempo y en el mismo Jaurnal editado por ambos autores con dos
cfr. Oeuvres Complete, cis,. vol, 0. p. 7. escritos fundamentales de Sieyes: Des inlér#es de/a Li/setes’ dan leeae so-
Sobre el particular, vid, BAKrs. K. M.:sA Note on Early Uses ofthe e/a/cc dans lesystéme répreseneae/f y Du nauvel lahltvsemecte de l7nstra¿ce/an
term of‘Sociale Selence», Appendix B a Candaren: Retasan and Pali- en France,
frs, Chicago, 1975, p, 391 y ss, BAKF.R: Op. ciÉ, p. 345 y st.
‘4 Stryirs, E i,: Vues sur/es mayens d~s,x&ut/on done les R/presencanes 5> CIaron/que de Paris (24 de agosto de 1789 a 25 de agosto de 1793).
de la France pourronc disposer en 1789. Versalles. 1789, p. 54. para la que Condoreel redactaba articulos diarios sobre las activida-
“ Condorcel, Fragment deius4fica:ion, en Ocutres, cit.. vol, Lp. SSO, des de la Asamblea Nacional, CIaran/que ¿1w mois, diario Girondino.
Sobre el concepto racionalista de ciudadanía de Condorcet. frente al editado porCondorcel yotros desde noviembre de 1791 a julio de 1793.
modelo jacobino de la aclamación, vid, Kut-.rzrrn, Casberine: Catador- “ Cfi-. al respecto y por todos: CAtsíst oB MÁtssv.Rc.: Contrihution a/a

cee, Linsaruccion publique es la na/ssance du c/eown (Paris. 1984). pasa Théorie Generale de lEeae, cii,. versión canónica del modelo jurídico-
quien «Condorcel permanece racionalista como los clásicos, Toda su constitucional dc 1791. EquIvoco que no es sino el singular resultada
vida combatirá eí recurso a la intuición, al sentimiento, al entiasias- último de la marginación en la que se ha mantenido la aportación de
mo como formas de oscurantismo y de llamada a aquello que el esta corriente alternativa, toda vez que algunas de las discrepancias
espontaneismo tiene de más peligroso». /oe. c/t., p. 25. fundamentales de Sieyes frente al diseño final del 91 serían pública-
52 Significativo resulta. al respecto. eí desplazamiento semántico- mente explicitadas por el abate en un folleto titulado Ohservaiianssurle
conceptual anlivoluntarista operado por Condoreel, quien en lugar de rappore du Comité de Canse/cutían cancernaní la nauve/le organ/satian de
ssolanté générale a la Rousseau había en eí Essoi., de raisan cammunc: la France (Versalles. 1789.53 págs), que puede consultarse en los Areh/-
«No se trata de yo mismo solamente, sino de todos; no debo condu- ves Nacionales, Vid,, asimismo. MÁ,z. Ji,. op. cie-
cirme según lo que yo crea razonable, sino según lo que todos, ha- 5> Rot,staku,]. J,: bu Contrae social, en Oeuvres Completes: cd, de B.
ciendo como yo abstracción de su opinión panicular, deben conside- Gagnebin y M. Raymond. vol, III. Paris. 1964. p. 369.
‘> Sírvas, E. j,: Dé//beracian, a prendre paur les Assemhlées de Rail//a-
rar conforme a la razón y a la verdad,» Precisamente esta posibilidad
de alcanzar la razón por medio de la discusión pública legitima en ges. Versalles, 1789. p. 32,
Condorcel, de modo semejante a lo que ocurre en Sieyes, la represen- » Sínves, E, i,: Opinión..., cil., p. 13,
tación oarlamentaria, Frente a Rousseau no sc trata, en efecto. dc la 5> Opinión dc Sieyes sur/es aterihutiatas et largan/sation duja>y canso-
mera expresión de ía voluntad popular preexistente, sino del convenes- /aionnaire propasé le 2 thercnídor pranoncée a la Convetarían nationale le
miento en la posibilidad de alcanzar la verdad por medio de la discu- I8du rnéme mais lan III de la Répuh/iqu¿ Att-hlves Nationale,>: 284 AP 18.
sión y su posterior cristalización en la decisión de la mayoría, en <~ Condorcet, hojee d~sdresseau peuplefran~aissur lexercice des droice
cuanto ésta cuenta con mayores probabilidades de alcanzar la razón de souverainer¿ en Archives Par/emenca/re.v, VII. p. 615.
que la minoría, O Idem, p. 616,
Este modelo, y ello debe ser resaltado. se muestra netamente diferen- ~ Condorcet. Tableau.,., cit,. en Jaurnal dInstca<tion Sae/a/es, 29 de
ciado del americano de la misma época, reflejado en Thefederal/st. En
junio de L793p. 119,
efecto. Madison. al hilo de la contraposición de democrana y RepO-
>5 Cit. en Rs,cuts,oT; Op. cie, p. 145.
it//ca, legitíma el Parlamento no sobre la base de la superación de los
» Condorcet. Oeaeres, cit, vol, VI, p. 345,
totereses corporativos en presencia, en aras de la razón pública, stno
>7 Cfr. artículo 28 del hojee de D,ielaraeiota des droits del Plan de Cons~
precisamente a través de su dialéctica, contrapeso y modulación mu-
tua, Los intereses y los «partidos» y «facciones» que los expresan son, e/tui/ata preseneée ñ la Convencían Nationale les 15 el 16 de février 1793:
«Ninguna reunión parcial de ciudadanos ni ningún individuo pueden
asi. garantía frente al poder absoluto: «El interés de la agricultura, el atribuirse la soberanía, ni ejercer ninguna autoridad o desempeñar al-
ínterés de las manufacturas. el interés del comercio y de los capitalistas
dividen naturalmente a las naciones civilizadas en diferentes clases, guna función pública sin una delegación formal de la ley». Dunurr &
MoszNlEs: ¡rs Constituí/atas de ía Frunce depueis 1789, Paris, 1925. p. 37.
que actúan según perspectivas y sentimientos diferentes, La ordena-
ción de esta multitud de intereses opuestos, he ahi el fin principal de la ~ Sieyes. Vues sur les moyens d&ecueion.,,, cii,. p. 56.
‘~ Sieyes. Déliherae/ons..., cii.
legislación moderna; eí espíritu de partido hade entrar en la actuali-
dad en el cálculo de las operaciones ordinarias y necesarias de go- ‘< Sieyes. Observatiotas Qn Rappaci du nou vean Cam/íé de Conseieuc/on,

bienio,,, Cuantos menos intereses y partidos existan, más probabilida- cit,. p. 34,
des se darán deque uno de ellos se alce con la mayoría. Extendiendo “ Sieyes. Inseructions d danner cus ba/lliages, cit,

su esfera, sin embargo, al comprender una mayorcantidad de interés y “ Dire de labbé Sieyes sur la question du veto royal. Versalles. 1789,
partidos, tendréis menas que temer que una mayoria con motivo co- p. 12,
mún para velar los derechos de los otros ciudadanos,s. 7lte federal/se, ‘> Sieyes. Observaciotas..,, dl, Cfi-, al respecto PÁsQuIsto, Pasquale: «II
n,< X. 23-XI-1787 (Madison), concesto di rappresentaza e i fondamenti del dirilto pubblico della
‘~ Gis’Nons. 0,6.: La mee hémaeique socia/e du marquis de Condorcev. Rivoluzione: E. i. Sieyes». en E Furel: Leredíeei del/a Rivo/usione Fra,,-
Paris, 1956. cese (flan. 1989). quien subraya al respecto del voto femenino: «Entre
5< Por más que en la edición de las Oeuvres Completes de Condoreel- los hombes politicos de la revolución sólo es posible encontrar en
Arago-OConnor. e/e,, figure la fecha dc 1795. ha de señalarse. muy Condorcel acuerdo con Sieyes en este tipo de reflexiones>,, loe cii,,
diferentemente, un hecho decisivo, a saber: el Tahícao... se publicó en p. 318, Para Pasquino «no es solamente la lógica del sufragio universal
1793 en el Jaurnal dinstrucrían Soeiale, concretamente en sus entregas lo que encontramos en ía doctrina política de Sieyes. sino la primera
dcl 29 de junio tp, lOS a 128) y 6 dejulio (p. 166 a 184), Coincidína, att, tentativa conereta de su realización», /eí, p. 321,

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