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La realidad social del tercer mundo, cada vez más dramática y compleja, es tan
evidente que no creemos que amerite de mayores explicaciones y comentarios
para entender su magnitud.
La realidad social del tercer mundo, cada vez más dramática y compleja, es tan
evidente que no creemos que amerite de mayores explicaciones y comentarios
para entender su magnitud.
Por ello, no existe un sólo método, ya que si la realidad acepta la pluralidad cognoscitiva, por
consiguiente también acepta la pluralidad metodológica. La incertidumbre surge entonces
como una característica del momento histórico actual. En tal sentido y ante la penosa ausencia
de respuestas, parece surgir no sólo como característica de una era, sino como postura,
configurada en una actitud, que implica incluso maneras de acercamiento con la realidad. La
perspectiva de certidumbre teórica se ha perdido y el hombre, y no sólo el investigador social,
se refugian en enfoques concretos y "pragmáticos" que se ofrecen como única alternativa de
sobrevivencia ante la realidad. Es aquí donde emerge como postura la incertidumbre, pero no
desde el punto de vista de entrega o rendimiento ante una época histórica confusa, sino como
expresión de un momento de transición, en el cual la alternativa no es sucumbir
argumentando no tener respuestas, sino encontrar, mas que buscar, las posibilidades de una
realidad compleja.
Pero fueron los sofistas, los ideólogos de la nueva riqueza, los primeros "que señalaron el
papel de las diferencias individuales en la vinculación del sujeto con la realidad y las
condiciones perceptuales en las que se logra (Gutiérrez, ob. cit.), llegando Protágoras a afirmar
que "el hombre es la medida de todas las cosas" (Larroyo, en Gutiérrez, 1984/94), con lo cual
sienta las bases del relativismo, que se ve reflejado en Sócrates, quien afirma que el hombre
debe conocerse a sí mismo para luego poder lograr el conocimiento de los demás y puso
énfasis en el problema moral. Para Platón la capacidad de pensar dependía de un sexto sentido
que sólo poseía una minoría de los nobles (lo ideal es lo real). Para Sócrates, la capacidad de
pensar estaba en todos, lo cual constituyó una postura antiaristocrática que generó una
reacción conservadora (Ponce, 1977), que implicó la persecución de Anaxágoras, Diágoras y
Protágoras (cuyos libros fueron confiscados y quemados), y la condena a muerte del propio
Sócrates, así como el establecimiento de controles y vigilancia sobre la actividad de enseñanza
(Ponce, ob. cit.).
La Postmodernidad. Como consecuencia del desarrollo social van surgiendo nuevas realidades
y nuevas formas de pensamiento que las interpretan y las explican. De este modo, el desarrollo
social evolutivo nos habla de períodos históricos caracterizados por prácticas sociales que los
definen y que están sustentadas en determinados tipos de discursos que las ordenan. A finales
del presente siglo XX pareciera que nos encontramos en uno de esos momentos en los cuales
percibimos que una realidad social está en proceso de conclusión, al constatarse una crisis en
las tradicionales condiciones que la definen.
Según Rubert de Ventós (1986) los criterios para considerar un acto moral serían…: si abre más
perspectivas de las que cierra, si amplía y expande la conciencia o experiencia de la persona; si
el acto se realiza con “conciencia del carácter sectorial de los valores que supone” y
finalmente: “si el acto en cuestión nos relativiza y transforma en auténticos instrumentos de lo
que queremos, creemos o deseamos” (En Moreno,1993).
Las Ciencias Sociales trabajan con las elaboraciones del ser humano, es decir, los símbolos, y se
expresan mediante el lenguaje en la comunicación que se da en la intersubjetividad. Ahora es
más importante la imaginación que la razón, y la enseñanza no deberá limitarse a la
transmisión de información sino que tendrá que abordar el aprendizaje de procesos que
favorezcan la creatividad y la interconexión entre las distintas disciplinas del saber que hasta
ahora han permanecido separadas (Lyotard, 1984).
Como ya hemos dicho, a cada orden civilizatorio le corresponde una episteme que constituye
el modo de vivir y de pensar de dicho orden, pero que permite la aparición de diferentes
paradigmas, los cuales no aceptan otra visión del mundo más que la que se ajusta a sus
parámetros de verdad, obstaculizando en muchos casos el avance de la ciencia. Como decía
Bachelard, cuando individuos geniales logran dar explicaciones fuera de los paradigmas
existentes, tradicionalmente no son tomados en cuenta. Un ejemplo de ello es el de Aristarco
de Samos, quien se adelantó muchos siglos a Copérnico y Newton, o Jean Buridán en el siglo
XIV y en cierto modo Heráclito en el Siglo V a. C., quienes se anticiparon a Max Planck, pero no
fueron escuchados pues su discurso no se correspondía con los contextos u órdenes
civilizatorios en los cuales les tocó vivir. Los últimos dos pensadores decían que el estado
natural de la materia no es de reposo sino de movimiento, lo que significa "un cambio total del
modo de pensar sobre el mundo físico" como afirmaba Robert Oppenheimer en 1956
(Martínez, 1993) el cual es ahora, muchos siglos después, cuando se está imponiendo.
Lo que parece estar claro es que estamos en presencia de una sociedad liderizada por la
comunicación, en la cual el dominio de lenguajes es una condicionante social importante. De
allí, que el surgimiento de una ética comunicativa parece apuntar a constituirse en un
paradigma preponderante de la nueva realidad.
En este sentido es importante señalar que lo que para algunos se consideran métodos, para
otros son verdaderos paradigmas de la postmodernidad: la teoría crítica, la investigación
acción-participante, la genealogía, la hermenéutica y la fenomenología, entre otros. Estos
paradigmas, a decir de Luis Bermúdez (1995) "al reivindicar al sujeto como actor en sus
escenarios, se enfrentan al paradigma liberal, que desde la dimensión cultural, política y tecno-
económica ha hallado la forma de dominar, hegemonizar y explotar por medios sofisticados".
Ahora bien, lo que sí podemos establecer claramente en nuestros días, es que la
postmodernidad es la sociedad de la comunicación generalizada, en la cual existe posibilidad
de tener múltiples alternativas cualitativas abiertas, aunque, como dice Vattimo (1994):
Entre las principales características de esta modalidad están: 1.- Surge en el siglo
XX en la confluencia de un conjunto de teorías provenientes de la Antropología
Social. Inspirada en la revalorización de la capacidad auto-reflexiva de los agentes
humanos para ser monitores de su propia práctica, la revalorización del lenguaje y
de las posibilidades teóricas que ofrece su análisis y del reconocimiento de la
dimensión subjetiva del fenómeno social. 2.- Su racionalidad se constituye a
través de la experiencia hermenéutica buscando el sentido y significado dentro de
una historicidad específica, interpretativa y comprensiva. La realidad es sujeto de
conocimiento, por lo tanto promueve la revalorización de la experiencia. Se
desplaza el punto de vista del experto a la realidad.
9.- Las palabras y conceptos claves que definen y orientan su acción son:
Significado, contexto, perspectiva holística, cultura, interpretación y comprensión.