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Los poetas a veces no ven lo que tienen delante de las narices; y Gabriel García
Márquez lo es de manera extremada y singular.
Pero un velo de magia y lirismo se interpone entre los ojos de García Márquez y
todo lo que miran. Incluso el asesinato [la muerte anunciada] de un joven
guapo, alegre y querido, destazado como un cerdo, se convierte en una bella y
mítica tragedia.
Según García Márquez el sentir general es que no podía ser verdad. Nunca se la
había visto con Santiago Nasar. Además, este siempre se había mostrado
despreciativo -“tu prima la boba”- y, sobre todo, durante la larga fiesta de la
boda mostró la mayor de las despreocupaciones y se llevó una sincera y fatal
sorpresa cuando –el último de toda la población- se entera de que lo van a
matar.
Sin embargo, a poco que levantemos el velo de magia y poesía con que Gabriel
García Márquez envuelve el suceso, queda claro que dice la verdad.
Eduardo Puertas
–sólo en el último momento- engañar a su marido y con su denuncia posterior,
firma la sentencia: “lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una
mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre”.
Ángela Vicario (a lo mejor, sin saberlo ella misma) quiere castigar a Santiago
Nasar.
¿Quiere Ángela castigarlo por ser hombre? ¿Quiere volver el machismo contra sí
mismo?...
Las mejores y más listas de las mujeres de este mundo mítico se rebelan
calladamente contra ese machismo y sus valores. Así, las amigas de Ángela, que
le enseñan cómo disimular la pérdida de su virginidad y, sobre todo, la madre
de García Márquez, Luisa Santiaga, que, cuando critican como una profanación
de los símbolos de la pureza que Ángela se atreviera a ponerse el traje y el velo
blanco, ella la defiende y aprecia ese intento de jugar hasta el final sus cartas
marcadas como un acto de valor. Sus ideas sobre el honor las expresa con bellas
y certeras palabras: “hombres de mala ley, animales de mierda que no son
capaces de hacer nada que no sean desgracias.”
¿Es Ángela Vicario de las mejores y más listas, de las que se rebelan –
Eduardo Puertas
calladamente, porque de otra manera es imposible- contra ese machismo que lo
impregna todo?
En realidad, no.
En el último momento no utiliza los trucos que sus amigas le habían aconsejado,
porque Bayardo San Román, que había tenido la desgracia de casarse con ella,
no tenía la culpa; y ella no podía hacerle esa porquería. Pero ese engaño sólo es
una porquería desde los valores machistas dominantes. Sólo desde esos valores
Bayardo queda como un personaje digno de escarnio. Ángela asume esos valores
y ve como una afrenta al hombre del que se acaba de enamorar ya para siempre,
que otro haya disfrutado antes de su cuerpo de ángel, y decide dejarse matar
antes que engañarlo.
No retiro lo dicho al principio pero... los novelistas tienen una mirada aguda y
ven lo que los demás no sabemos ver; y García Márquez lo es de manera
extremada y singular.
Eduardo Puertas