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DESMITIFICAR A MARIÁTEGUI LA REPÚBLICA , 7 JUN 2008.

Con José Carlos Mariátegui, según los estudiosos de su obra, se da un caso especial: en él confluyen el intelectual y el político. Una
síntesis que pocas veces ha ocurrido en nuestra historia. Pero luego de su muerte ha sido convertido –como decía Alberto Flores
Galindo en un texto de los 80– en el "marxista ortodoxo por excelencia, el guía de la revolución socialista, el sendero luminoso, el
Amauta. Una imagen desmesurada y aplastante". Esa mitificación ha impedido una aproximación a algunos aspectos de la vida y
pensamiento de Mariátegui con ojo crítico y afán cuestionador.
‘EDAD DE PIEDRA’: ESCRITOR FRÍVOLO
Hoy, para el común de la gente, José Carlos Mariátegui es poco más que el formidable pensador que escribió "Los Siete Ensayos de
Interpretación de la Realidad Peruana" y otros textos de izquierda. Pocos conocen su llamada "Edad de Piedra" –así la llamó él
mismo– en que como joven periodista escribió sobre temas que sus seguidores soslayaron o tildarían hoy como superficiales. El joven
Mariátegui escribía crónicas hípicas, críticas de teatro, notas sociales, cuentos, poemas románticos. Lo mismo se puede encontrar en
su producción un artículo sobre el triunfo del caballo Rudyard Ring que una crónica sobre el Señor de los Milagros, o un texto sobre
las gitanas. ¿De no haberse ido a Europa, pudo ser Mariátegui solo un periodista de temas de actualidad?
"Las crónicas del joven Mariátegui pueden parecer frívolas, y de hecho lo eran, pero en muchas de ellas ya mostraba preocupación por
los desposeídos. En esta etapa se vincula con Valdelomar, los Colónida, y el mundo intelectual, lo cual acaba siendo muy importante
en su formación", dice Osmar Gonzales, director de la Casa Museo Mariátegui. El joven que se va a Europa ya tiene una emoción
social, aunque no una ideología. "Valdelomar y otros más tenían un discurso fuerte contra el gamonalismo. Y Mariátegui abreva en
esas ideas. Ya en Italia articula una propuesta política e ideológica". El historiador Ricardo Portocarrero, autor del libro "Invitación a
la vida heroica: José Carlos Mariátegui, textos esenciales" señala que lo valioso del joven Mariátegui es que va a contracorriente de su
época: la república aristocrática, diletante y modernista, que era el Perú de los años 20. "Habiéndose formado en una sociedad
conservadora, tras su viaje a Europa, elabora un pensamiento marxista, incorporando además obras de pensadores no marxistas". Una
forma creativa de interpretar la realidad nacional. No obstante, el propio Mariátegui le resta importancia a su etapa juvenil: "Por los
caminos de Europa encontré el país de América que yo había dejado y en el que había vivido extraño y ausente", escribió.
MADUREZ: ERRORES DE APRECIACIÓN
Los autores que han escrito de Mariátegui han sido muchos y quienes han señalado errores son pocos. Pero son. En un artículo de
1980, Mario Castro Arenas señala por ejemplo que Mariátegui idealiza a los colonizadores de Norteamérica, por sobre los
conquistadores españoles en el Perú. "No estimó que hubiéramos ganado algo, sino más bien perdido mucho con un tipo de
colonizadores como los que arribaron a Norteamérica, diezmando implacablemente a los indios, rechazando la fusión de razas,
borrando todo vestigio de huella cultural de los naturales (…). Ningún colonialismo es bueno...".
Otros han resaltado los prejuicios de Mariátegui sobre el aporte de negros y asiáticos en la "nacionalidad peruana en formación". Para
JCM los negros no estaban "en condiciones de contribuir a la creación de una cultura, sino más bien de estorbarla con el crudo y
viviente influjo de su barbarie".
El crítico Marcel Velázquez también ha hecho salvedades al ensayo sobre la literatura peruana, indicando que JCM yerra al considerar
que la cultura andina no llegó a la literatura por no tener escritura. "Esta concepción era ya anacrónica para su época; años antes,
Adolfo Vienrich había recopilado textos orales andinos en ‘Azucenas quechuas’ (1904) y demostrado la vitalidad de esa literatura",
dice Velázquez en "Los siete errores de Mariátegui o travesía por el útero del padre".
Así como ellos, otros autores han señalado otros "errores" en la obra de Mariátegui. Ricardo Portocarrero contesta las planteadas aquí:
"Respecto a la idealización de los pioneros norteamericanos, se trata de una visión anterior a Mariátegui que contrapone la mística
protestante anglosajona y su interés por la producción y el desarrollo, con la visión feudal de los conquistadores españoles. Él analiza
los modelos contrapuestos, no el caso específico". En el tema de las alusiones a las razas, menciona que "el mayor peso –en su
concepto de la nacionalidad peruana por construir– lo tenía la raza andina con su tradición cultural, vinculado a la visión socialista que
tenía para el país".
EL ÍCONO: LA IZQUIERDA CULPABLE
Después de la muerte de Mariátegui la izquierda peruana recogió su legado. "Pero en la mayoría de casos los herederos de Mariátegui
lo leyeron y lo citaron textualmente, dogmáticamente, antes que debatir y desarrollar sus ideas", dice Osmar Gonzales, de la Casa
Mariátegui. De eso hablaba Alberto Flores Galindo cuando señaló en los 80: "La veneración bíblica sustituye a la discusión. De esta
manera, y a pesar suyo, Mariátegui acaba convertido en un obstáculo para el desarrollo del marxismo en el Perú". En ese sentido,
pedía desmitificar a Mariátegui. ¿Hoy cuál es la vigencia JCM? "Mariátegui murió en 1930. El déficit es no haber podido crear desde
entonces una reflexión, una visión creativa del Perú, como él tuvo desde la izquierda. Pero está vigente como el más importante
pensador marxista latinoamericano. Su tesis del tema indígena sigue siendo pertinente en el sentido de que los campesinos, la
población andina, siguen siendo los excluidos, los no ciudadanos, los más pobres. También está el tema de los trabajadores, la
reivindicación de sus derechos. Hoy en muchos casos siguen siendo ciudadanos de segundo orden", dice Gonzales. ¿Qué pasa hoy con
el legado de Mariátegui? "Lastimosamente ha pasado a un segundo plano. Hoy todos los que publican algo sobre Mariátegui tienen
más de 40 años. No hay estudioso joven que lo haga. Tampoco hay un debate político de sus ideas", dice Ricardo Portocarrero. ¿Qué
queda por hacer? Osmar Gonzales dice: "Los siete ensayos dieron una visión global marxista de los problemas del país. El ejemplo de
Mariátegui es que fue un intelectual que ingresó a la política y trató de acercar ambas esferas. Cuando lo intelectual y lo político se
juntan, se potencian muchas posibilidades para el país. Hoy no sólo lo deberían leer sus herederos ideológicos, sino todos
los peruanos".
LO SUSTANCIAL DE LA POLÉMICA HAYA-MARIÁTEGUI PUEDE RESUMIRSE EN LO SIGUIENTE:
Haya de la Torre consideraba que en América Latina el imperialismo es la primera fase del capitalismo, en la medida que en países
como el Perú el capitalismo no había nacido como producto de un desarrollo interno sino por influjo del capital imperialista.
Siguiendo con su análisis, Haya hacía notar que el capitalismo peruano era incipiente y que la clase obrera estaba poco desarrollada:
era numéricamente reducida, no educada y se encontraba dispersa. Además decía Haya, era una clase que no tenía mucho interés en
enfrentarse con el capital imperialista porque éste le proporcionaba mejores condiciones de trabajo que los empresarios del país.
Las clases medias, en cambio, nada recibían del imperialismo y eran las más explotadas. En resumen, para Haya, el proletariado
peruano no estaba capacitado para organizarse, por sí mismo como clase, ni para tener su propio partido y, mucho menos, para ser
vanguardia de la revolución. Por el contrario, eran las clases medias, consideradas más progresistas y revolucionarias, las llamadas a
encabezar la revolución antiimperialista y a convertirse en burguesía nacional. El espacio y el tiempo del Perú así lo determinaban.
Las clases medias eran las más numerosas, las más instruidas y las más explotadas, por tanto, según Haya, debían ser la vanguardia de
la revolución. En consecuencia con lo anterior, proponía un partido pluriclasista conformado por obreros, campesinos y clase media,
con hegemonía de ésta última. No proponía construir una sociedad socialista, sino una sociedad en transición con un estado
antiimperialista cuyo régimen económico de base estaría conformado por la empresa privada, por las cooperativas y por el capitalismo
estatal. Con esto se buscaba superar la feudalidad, desarrollar el país y lograr la autonomía nacional. Haya decía que el imperialismo
tenía un lado malo: era opresor; y un lado bueno: brinda capitales, desarrollo y progreso.
Mariátegui, por su parte, argumentaba que las clases medias no pueden ser consecuentemente antiimperialistas y, mucho menos,
pueden ser clases dirigentes del partido y de la revolución en el Perú. Si acaso alguna vez tomarían el poder, eso no significaría la
llegada del socialismo, menos la conquista del poder por el proletariado. Además, una política meramente antiimperialista no era
suficiente porque no anulaba el antagonismo de clase, sólo el socialismo garantizaba una valla definitiva a la rapiña imperialista.
Mariátegui proponía un partido de clase; consideraba que la clase obrera y los trabajadores en general sí están en capacidad de
organizarse políticamente y ser la base de una fuerza socialista, que tendría que crecer a medida que se desarrollaba la conciencia de
clase proletaria y avanzaba la transición del feudalismo al capitalismo en la sociedad peruana.

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