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1. Explique las relaciones sintácticas que se establecen entre las siguientes oraciones.
Los médicos recomiendan a los que fuman que abandonen este vicio y adopten hábitos de vida
más sanos.
La situación es ridícula: hoy me habla, mañana pasa por delante de mí y no me saluda.
Seremos comprensivos contigo; es decir. sabemos que estás disgustada; pero tienes que poner
de tu parte.
Nos dijeron que era muy difícil encontrarla: se había cambiado de domicilio y ya no trabajaba
en la oficina de su padre.
Desconozco si ella sabe qué ha pasado, pero sospecho que no.
Ya estoy harta de que nunca sepas si vienes con nosotros o te quedas.
Los visitantes ignoraban que la calle por donde transitaban había sido el escenario de una
famosa película.
La chica que me gusta no sabe qué quiere, es decir, me dará calabazas.
He pensado en dejarlo todo muchas veces; pero no tengo adónde ir ni a quién recurrir
La situación es ridícula: hoy me habla, mañana pasa por delante de mí y no me saluda.
Comprendemos que estés disgustada, es decir, seremos comprensivos contigo, pero tienes que
poner de tu parte.
Tienes dos opciones, que son estas: o coges un taxi o vuelves en metro.
Ha rechazado la invitación que le mandamos, es decir, no va a venir a la fiesta con nosotros
aunque se lo hemos pedido.
Aquella tarea fue sumamente difícil aunque le dedicamos mucho tiempo, pero al fin
conseguimos nuestro objetivo.
Si vuelves por la calle que te he dicho, será más fácil que encuentres un taxi.
Como se enteró de que vendrías hoy, inmediatamente se plantó en mi casa, me preguntó
cuándo volvías y me pidió disculpas por su enfado.
Cuando volvíamos a casa, un joven se acercó y nos pidió ayuda económica para poder coger el
autobús y volver a casa.
Si encontramos un local adecuado, montaré un bar; pero no cerraré la panadería porque es un
buen negocio.
Eran casi un centenar y tuvieron que agolparse para no exceder la dimensión del muro, donde
iban a fusilarlos.
En otra carta a Inés, que era maestra en Ubierna, habla crípticamente de la soledad que le está
convirtiendo en un despojo y tiene que recurrir a frases de otros para hablar de sí mismo.
A mitad de camino, una mano buscó la suya y su soledad se desvaneció en un apretón
silencioso, prolongado, intenso, que le dio
Cuando le pregunté qué podrían haber hecho aquellos posaderos para evitar la calamidad me
dijo que no eran calés puros, porque en ese caso habrían llevado consigo un perro.
Vine porque me dijeron que acá vivía mi padre y yo le prometí a mi madre que vendría a verlo
en cuanto ella muriera.
Muchos años después seguiría afirmándose que la guardia real era un escuadrón del ejército
regular que debajo de sus ricas chilabas escondía fusiles de reglamento.
La discusión degeneró en trifulca y mi madrina, que necesitaba los dos brazos para pegar a su
marido, con el que andaba cada día a trompazo limpio, me dejó flotando en la pila bautismal,
en cuyas aguas de fijo me habría ahogado.