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1) Introducción.
Previo a todo, a través del presente trabajo pretendo analizar la procedencia del Decreto
de Necesidad y Urgencia 566/19[1] y sucesivos actos emitidos por el Ejecutivo
nacional[2] que, con la presunta finalidad declarada de proteger a usuarios y
consumidores, establece un esquema de congelamiento de precios de petróleo y
combustibles.
De la lectura de sus considerandos, puede verificarse del texto del decreto legislativo
contenido en el Decreto de Necesidad y Urgencia 27/18 que se sustentó en base:
iii) a que desde principios del año 2.019, “el Poder Ejecutivo Nacional morigeró, a
través de los Decretos Nros. 167 del 1º de marzo de 2019, 381 del 28 de mayo de 2019,
441 del 28 de junio de 2019 y 531 del 31 de julio de 2019, el impacto de la actualización
del impuesto sobre los combustibles líquidos y pospuso una parte sustancial del
incremento del impuesto”.
iv) a que ante “la magnitud de los recientes acontecimientos económico financieros
desencadenados, de público conocimiento, es obligación del Poder Ejecutivo Nacional
utilizar los instrumentos a su alcance y adoptar las medidas específicas necesarias para
proteger a los consumidores”, mas soslayando hacer una exposición de los antecedentes
de hecho y derecho que impondrían la obligación del Ejecutivo nacional.
v) a que “la CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA NACIÓN afirmó que cuando una
situación de crisis o de necesidad pública exige la adopción de medidas tendientes a
salvaguardar los intereses generales se pueden regular, con mayor intensidad, los
derechos y obligaciones emergentes de las relaciones entre particulares”. Así las cosas,
se omitió apuntar los precedentes y doctrina del Máximo Tribunal concreta que avale el
fundamento sostenido.
vi) a que “la situación económica vigente permite avizorar aumentos sustanciales en el
precio del petróleo crudo y de los combustibles líquidos en el mercado local, causando
efectos perjudiciales para los diferentes sectores de la economía”, careciendo el acto de
una ponderación concreta y precisa de los precios involucrados, según los periodos
temporales ponderados.
Dicho DNU 566/19 fue luego modificado por el DNU 601/19[7], que introdujo
modificaciones al texto original, estableciendo:
ii) la modificación del art. 2 del DNU 566/19, por el siguiente texto: “Establécese que
hasta el 13 de noviembre de 2019 el precio tope de naftas y gasoil en todas sus
calidades, comercializados por las empresas refinadoras y/o los expendedores
mayoristas y/o minoristas, que tengan como destino final el abastecimiento de
combustibles por pico de surtidor en bocas de expendio (estaciones de servicio) no
podrá ser superior al precio vigente al día 9 de agosto de 2019”.
Empero, como sustento de la medida, la Resolución SGE 552/19 apuntó que “para
sostener el nivel de actividad y empleo y proteger al consumidor durante este período
excepcional, corresponde atenuar el impacto que las medidas establecidas por el decreto
566/2019 generaron en las empresas productoras de petróleo así como en las empresas
productoras de biocombustibles, en razón de la mezcla obligatoria de dichos productos
con los combustibles fósiles dispuesta por la ley 26.093”.
Pues bien, propongo analizar lo aquí apuntado a la luz de alguna de las notas
características de este tipo de decreto legislativo.
Ante todo, los DNU recaen sobre materias propias del Poder Legislativo, desde ya sin
mediar delegación alguna[12]; segundo, el principio general es que el Poder Ejecutivo
tiene vedado emitir[13]; para su emisión y validez, deben observarse reglas de
procedimiento de formación y que consiste en un acuerdo general de ministros y el
refrendo del jefe de gabinetes, sin perjuicio de su control legislativo en términos de la
Ley 26.122[14]; procede según el inciso 3 del artículo 99 de la Constitución Nacional
“solamente cuando circunstancias excepcionales hicieran imposible seguir los trámites
ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes, y no se trate de
normas que regulen materia penal, tributaria, electoral o de régimen de los partidos
políticos”[15], léase en términos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación cuando
circunstancias excepcionales de “grave riesgo social” avalen su emisión[16]; dado su
naturaleza legislativa, no exige el previo agotamiento de la vía administrativa, siendo
impugnable su legitimidad en forma directa por ante el Poder Judicial; y, finalmente,
puede ser materia de control judicial en caso de corresponder[17].
En efecto, la Excma. Corte Suprema de Justicia destacó en el ejercicio del control de
legalidad que los textos constitucionales -en lo que interesa, los artículos 99, inciso 3, y
100, inciso 13- no dejan dudas acerca de que la admisión del ejercicio de facultades
legislativas por parte del Poder Ejecutivo se hace en condiciones de rigurosa
excepcionalidad y con sujeción a exigencias formales, que constituyen una limitación
y no una ampliación de su práctica[18].
Pues bien, entendió la CSJN que, para el ejercicio válido de dicha facultad se exige no
sólo que aquél no regule sobre determinadas materias enumeradas expresamente en la
letra de la ley fundamental sino también que exista un estado de necesidad y urgencia,
situación unilateral del órgano ejecutivo cuya concurrencia corresponde al órgano judicial
evaluar, máxime cuando se trata de la invocación para ejercer funciones legislativas que
por regla constitucional no le pertenecen[21]. Ello es de ese modo, porque el texto de la
Constitución no habilita a elegir discrecionalmente entre la sanción de una ley o la
imposición más rápida de ciertos contenidos materiales por medio de un decreto; claro
está, sin perjuicio de la intervención del Poder Legislativo que prevé tanto la Constitución
Nacional como la Ley 26.122.
Así las cosas, tiene que referirse a circunstancias excepcionales también, que en línea al
precedente “Peralta”, deberán configurar un “grave riesgo social”, concepto jurídico
indeterminado[24] que va a imponer la mayor carga de expresión de los antecedentes de
hecho y derecho que configuren tal extremo, bajo apercibimiento de descalificación
legislativa en los términos de la Ley 26.122 o, incluso, de control judicial.
Y como bien apuntó Cassagne, la competencia para dictar estos reglamentos debe
interpretarse siempre restrictivamente[25]. Al respecto, bien agregó que “en principio, un
reglamento de necesidad y urgencia no podría regular, por ejemplo, el procedimiento a
seguir en los pleitos entre particulares o los litigios en los que es parte el Estado ni
tampoco reformar definitivamente los códigos de fondo”[26].
En tal sentido, es dable entender que de no mediar el “grave riesgo social”, el decreto
legislativo va a constituir un acto prohibido por el inciso 3 del artículo 99 de la
Constitución Nacional, digno de formal reproche de ilegalidad por el Poder Judicial.
Incluso más, las renuncias de derechos impuestas a los sujetos adherentes a partir de la
Resolución SGE 552/19 descalifica la finalidad de las medidas de intervención
adoptadas, mal pudiendo avalar un consentimiento –viciado- vicios de nulidad absoluta e
insanables de los DNU 566/19 y 601/19.
Se verifica con claridad meridiana la inexistencia de causal de grave riesgo social que
avale el dictado del Decreto 27/18 en materia energética, imponiendo su formal rechazo.
En los considerandos del decreto 566/19 se resaltó como fundamento del acto legislativo:
“la naturaleza excepcional de las situaciones planteadas hace imposible seguir los
trámites ordinarios previstos en la CONSTITUCIÓN NACIONAL para la sanción de las
leyes”. De los antecedentes antes descriptos, léanse las situaciones descriptas: aumento
progresivo de los precios de combustibles y necesidad de tutelar el abastecimiento de
combustibles.
Empero, ninguna de las situaciones invocadas constituye una materia que justifique el
dictado de un DNU. En efecto, nótese que ni siquiera en forma implícita se destacó un
argumento que avale el DNU. Así las cosas, y como más adelante expondré, va a resultar
esencial verificar el tratamiento y ponderación que otorgue la Comisión Bicameral
Permanente a sendos Decretos 566/19 y 601/19, en especial al estimar –o no- configurada
la “excepcionalidad” y escenario de “grave riesgo social”.
Tampoco existe previo al dictado del Decreto 566/19 (o incluso al Decreto 601/19 y en la
actualidad misma) un escenario de emergencia económica o en el abastecimiento de
combustibles declarado vía legislativa y que avale el tenor de la medida decretada por el
Ejecutivo nacional.
i) las consecuencias generadas por los DNU 566/19 y 601/19 sobre todo el sector de
hidrocarburos, en especial, sobre el upstream (léase, comprendiendo a productoras,
empresas de servicios y proveedores del sector de hidrocarburos). La intervención y
congelamiento del tipo de cambio aplicable, constituye una peligrosa medida y propia de
un escenario de emergencia económica decretado por ley formal del Congreso Nacional.
Imponerla vía DNU ante escenarios alegados no configurados (por ejemplo, de
desabastecimiento) necesariamente va a afectar –como de hecho, está sucediendo- las
relaciones contractuales entre los sujetos del sector, generando un desequilibrio injusto de
las posiciones contractuales.
ii) que el congelamiento constituye una medida propia de la Ley 20.680, siendo que el
escenario de hecho existente no avala el tenor de decisorio. Omitir citar la Ley 20.680 en
los considerandos de los DNU y reglamentos emitidos descalifica los antecedentes y lo
que el acto decide y ordena, conforme defectos previstos por el art. 14 de la Ley 19.549.
iii) que imponer una renuncia de derechos a los productores para paliar y atenuar el
impacto de los DNU 566/19 y 601/19 descalifica la finalidad del régimen y constituye
una medida de la misma Administración pública que reconoce la frágil legalidad de los
actos en comentario.
Ante las medidas de intervención decretadas y a tenor de lo hasta aquí expuesto, cabe
preguntarse el escenario ante un DNU afectado de nulidad que es convalidado por el
Congreso en los términos de la Ley 26.122.
Pero a diferencia de supuestos anteriores (como lo fue el Decreto 27/18), cobra especial
importancia en el sub examine la inexistencia de desabastecimiento y los defectos en la
causa, objeto y finalidad de los actos en cuestión.
Todo esto impone que el control de la Comisión Bicameral Permanente debe observar el
principio de legalidad y, de apartarse del mismo, ser la resolución así emitida en materia
de control de legalidad.
5) Conclusiones.
Como conclusión del trabajo, es dable apuntar que los antecedentes invocados en los
considerandos de sendos decretos 566/19 y 601/19 de forma alguna habilitan la emisión
de un DNU.
Así las cosas, restará verificar el curso a observar por el Congreso de la Nación en los
términos de la Ley 26.122 en lo que a la ratificación de sendos decretos 566/19 y 601/19
refiere, como asimismo, la posición del Poder Judicial ante eventuales planteos de
inconstitucionalidad y reclamos por los perjuicios ocasionados.
[1] B.O. 16/08/19.
[2] DNU 601/19 (B.O. 2/09/19), las Resoluciones 552/19 y 557/19 de la Secretaría de
Gobierno de Energía (B.O. 16/09/19 y 19/09/19), y la Disposición 254/19 de la
Subsecretaria de Hidrocarburos y Combustibles (B.O. 7/10/19).
[3] En concreto, citó el DNU 566/19 que “los consumidores y usuarios de bienes y
servicios tienen derecho, en la relación de consumo, a la protección de su salud,
seguridad e intereses económicos, a una información adecuada y veraz, a la libertad de
elección y a condiciones de trato equitativo y digno”.
[5] En concreto, el art. 32 del anexo del Decreto 1.277/12 (derogado por el Decreto
272/15) decía: “La COMISION DE PLANIFICACION Y COORDINACION
ESTRATEGICA DEL PLAN NACIONAL DE INVERSIONES
HIDROCARBURIFERAS tendrá la competencia exclusiva para la aplicación de las
disposiciones previstas en la Ley Nº 20.680, respecto de las actividades hidrocarburíferas
reguladas en el presente reglamento”. La Ley 26.991 (B.O. 19/09/14) restableció la
vigencia de la Ley 20.680, ello sin perjuicio de lo cual medidas anteriores –entre ellas el
Decreto 1.277/12-, hicieron de aplicación el referido régimen. Léase, el Decreto DNU
722/1999 (B.O. 8/07/99), de ESTADO DE EMERGENCIA DE ABASTECIMIENTO SU
DECLARACION, Decreto DNU 496/2002 (B.O. 13/03/02), de actualización del régimen
sancionatorio, la Resolución 1/2006 de la ex SECRETARIA DE COORDINACION
TECNICA (B.O. 21/04/2006), de COMERCIALIZACION DE CARNE VACUNA,
Resolución 25/2006 de la ex SECRETARIA DE COMERCIO INTERIOR (B.O.
12/10/2006), de ABASTECIMIENTO GAS OIL, Resolución 17/2009 de la ex
SECRETARIA DE COMERCIO INTERIOR (B.O. 9/02/2009), de PRODUCCIÓN DE
GANADO BOVINO -MECANISMO DESTINADO A OTORGAR SUBSIDIOS –
APROBACION, Resolución 550/2009 de la ex SECRETARIA DE COMERCIO
INTERIOR (B.O. 15/09/2009), de PRODUCCION DE GANADO PORCINO -
MECANISMO DESTINADO A OTORGAR SUBSIDIOS, Resolución 50/2010 de ex
SECRETARIA DE COMERCIO INTERIOR (B.O. 4/03/2010), de la ex SECRETARIA
DE COMERCIO INTERIOR, sobre OPERACIONES DE COMERCIALIZACION DEL
SERVICIO DE TELEVISION PAGA, Resolución 295/2010 de la ex SECRETARIA DE
COMERCIO INTERIOR (B.O. 18/08/2010), COMBUSTIBLES - NORMAS SOBRE
COMERCIALIZACION, INTERMEDIACION, DISTRIBUCION Y/O PRODUCCION
DE COMBUSTIBLES LIQUIDOS, Resolución 13/2011 de la ex SECRETARIA DE
COMERCIO INTERIOR (B.O. 2/02/2011), de COMBUSTIBLES - NORMAS SOBRE
COMERCIALIZACION, INTERMEDIACION, DISTRIBUCION Y/O PRODUCCION
DE COMBUSTIBLES LIQUIDOS, Resolución 14/2011 de la ex SECRETARIA DE
COMERCIO INTERIOR (B.O. 2/02/2011), de PRODUCTOS SIDERURGICOS -
INTEGRANTES DE LA CADENA DE PRODUCCION, INTERMEDIACION,
DISTRIBUCION Y/O COMERCIALIZACION, Resolución 36/2011 de la ex
SECRETARIA DE COMERCIO INTERIOR (B.O. 10/03/2011), sobre OPERACIONES
DE COMERCIALIZACION DEL SERVICIO DE TELEVISION PAGA, Resolución
35/2013 de la ex SECRETARIA DE COMERCIO INTERIOR (B.O. 10/04/2013), sobre
HIDROCARBUROS - PRECIO TOPE DE COMERCIALIZACION DE
HIDROCARBUROS LIQUIDOS, Resolución 67/2013 de la ex SECRETARIA DE
COMERCIO INTERIOR (B.O. 5/07/2013), referente al TRIGO – PAUTAS DE
COMERCIALIZACION, la Ley 26.992 (B.O. 19/09/14), la Ley 26.991 (B.O. 19/09/14),
Resolución 176/2014 de la ex SECRETARIA DE COMERCIO (B.O. 30/09/2014),
vinculada a PRESTADORAS DE SERVICIO DE COMUNICACIONES MOVILES,
Resolución 14/2015 de la ex COMISION DE PLANIFICACION Y COORDINACION
(B.O. 4/02/15), referente a HIDROCARBUROS - PROGRAMA DE ESTIMULO A LA
PRODUCCION DE PETROLEO CRUDO, el Decreto 203/2015 (B.O. 12/02/15),
Resolución 17/2015 de la ex SECRETARIA DE COMERCIO (B.O. 18/02/2015), del
SISTEMA DE MONITOREO DE ABASTECIMIENTO Y DISPONIBILIDAD DE
BIENES E INSUMOS, Resolución 57/2015 de la ex SECRETARIA DE COMERCIO
(B.O. 7/04/2015), vinculada a precios máximos fijados para el GLP, Resolución 29/2014
de la EX SECRETARIA DE COMERCIO (B.O. 18/03/2014), régimen informativo de
precios, Resolución Conjunta 3.629/14 de la AFIP y la ex SECRETARIA DE
COMERCIO (B.O. 21/05/2014), régimen informativo de precios, entre muchos otros
actos de alcance general publicados.
[6] En su texto inicial, la parte resolutiva pertinente del Decreto 566/19 decía:
“ARTÍCULO 1°.- Establecer que las entregas de petróleo crudo efectuadas en el
mercado local durante los NOVENTA (90) días corridos siguientes a la entrada en
vigencia de esta medida deberán ser facturadas y pagadas al precio convenido entre las
empresas productoras y refinadoras al día 9 de agosto de 2019, aplicando un tipo de
cambio de referencia de cuarenta y cinco pesos con diecinueve centavos por dólar
estadounidense ($ 45,19/USD) y un precio de referencia BRENT de cincuenta y nueve
dólares por barril (USD 59/bbl). ARTÍCULO 2°.- Establecer que el precio tope de naftas
y gasoil en todas sus calidades, comercializados por las empresas refinadoras y/o los
expendedores mayoristas y/o minoristas, en todos los canales de venta, durante los
NOVENTA (90) días corridos siguientes a la entrada en vigencia de esta medida, no
podrá ser superior al precio vigente al día 9 de agosto de 2019. ARTÍCULO 3º.- Durante
el período alcanzado por esta medida, las empresas refinadoras y/o los expendedores
mayoristas y/o minoristas deberán cubrir, a los precios establecidos en este decreto, el
total de la demanda nacional de combustibles líquidos, de conformidad con los
volúmenes que les sean requeridos a partir de las prácticas usuales de mercado,
proveyendo de manera habitual y continua a todas y cada una de las zonas que integran
el territorio de la República Argentina. ARTÍCULO 4º.- Las empresas productoras de
hidrocarburos deberán cubrir el total de la demanda de petróleo crudo que les sea
requerido por las empresas refinadoras locales, proveyendo de manera habitual y
continua a todas las refinerías ubicadas en el territorio de la República Argentina para
la adecuada satisfacción de las necesidades internas. ARTÍCULO 5°.- La
comercialización de los combustibles deberá realizarse en un todo de acuerdo con las
calidades, tipos y demás requisitos establecidos por la normativa vigente”.
[14] Esto es, emitido el decreto, existe un control legislativo a cargo de la Comisión
Bicameral y del Plenario de cada Cámara del Congreso, conforme alcances de la Ley
26.122.
[15] Es decir, las materias vedadas para su dictado en el marco de un DNU son: penal,
tributaria, electoral y de los partidos políticos.
[19] Ello incluso a pesar del criterio emitido por la CSJN en el precedente “Verrocchi,
Ezio Daniel c/ Poder Ejecutivo Nacional - Administración Nacional de Aduanas s/ acción
de amparo”, sentencia del 19/08/99, referente a normas del PEN por medio de las cuales
se suprimieron asignaciones familiares a los trabajadores con remuneraciones superiores
a un mil pesos, donde si bien se reconoció la atribución del Ejecutivo para emitir los
decretos legislativos, aún sin la ley reglamentaria dictada por el Congreso, lo que va a
imponer mayor responsabilidad del Poder Judicial en el ejercicio de control de
constitucionalidad (ver considerando 11 del voto de la mayoría); el caso “Guida”, por el
cual el tribunal convalido el DNU 290/95, imponiendo rebajas en las remuneraciones del
personal de la administración pública en distintos porcentajes; o en Fallo 326:3180, autos
“Cooperativa de Trabajos Fast”, del año 2.003; en el precedente “Rodríguez Jorge en
Nieva Alejandro y ot. c/PEN”, CSJN (1.997), LL, 1997-E, 884, vinculado a la
privatización de aeropuertos y el DNU 842/97; “Smith”, LL, 2002-A, 770, vinculado al
Decreto 1.570/01; “Tobar”, LL, Suplemento Especial, del 17/08/02; “Provincia de San
Luis”, sobre el Decreto 214/02; entre otros.
[20] Fallo 327:5559, del año 2.004, posterior a “Verrocchi”, criterio que también opuso el
fuero contencioso administrativo federal en autos “Vázquez” (CNCAF, Sala I, del
8/10/02) y “Consumidores Argentinos” (CNCAF, Sala II, del 16/06/05).
[23] C.2701.XL, C.767.XL, Recurso de Hecho, sentencia del 4/11/08, autos “Colegio
Público de Abogados de la Capital Federal”.
[24] Enseña Cassagne que la interpretación del concepto jurídico indeterminado “grave
riesgo social” o “circunstancias excepcionales” apuntó las razones que justifican el
dictado de un DNU y que deben existir en forma simultánea, en una situación que se
caracteriza por: a) una necesidad que coloque al gobernante ante la decisión extrema de
emitir normas para superar una grave crisis o situación que afecte la subsistencia y
continuidad del Estado; o de grave riesgo social; en tal sentido, la emisión del acto ha de
ser inevitable o imprescindible y su no dictado ser susceptible de generar consecuencias
de muy difícil, si no imposible, reparación ulterior; b) una proporcionalidad adecuada
entre la finalidad perseguida y las medidas que prescribe el reglamento; y, c) la premura
con que deben dictarse las normas para evitar o prevenir graves consecuencias
comunitarias (conf. Cassagne Juan Carlos, “Derecho Administrativo”, t. I, séptima
edición actualizada, pág. 195, Bs.As.
[27] Por ejemplo, en el caso “Cooperativa de Trabajo Fast” antes citado, la CSJN
rechazó la configuración de una circunstancia de “grave riesgo social” en el marco del
Decreto 1.002/99, por el que se impuso la obligatoriedad a las empresas de seguridad
privada de estar constituidas bajo los tipos de sociedades comerciales, excluyendo otras
formas asociativas como la cooperativa. En sí, se rechazó cualquier afectación grave a la
“seguridad de la comunidad”.
[28] Cabe referenciar, al solo efecto ejemplificativo, que el DNU 566/19 sustentó la
forzosa y unilateral pesificación por parte de empresas productoras de obligaciones en
moneda extranjera con proveedores o empresas de servicios, ocasionando graves
perjuicios río abajo en el upstream, medidas de parte de privados que bien podrían quedar
encuadradas en el marco de los arts. 1 y 2 de la Ley 27.442, de defensa de la
competencia.
[29] Así lo enseña Canda Fabián O., “Decretos Legislativos: El control judicial de los
decretos delegados y de necesidad y urgencia”, RAP, 23/09/10, pág. 187, citando el
precedente “Franco” (fallos 322:1868, del año 1.999), por el cual la CSJN en un obiter
dictum resaltó respecto de decretos ejecutivos que la ratificación del decreto por el Poder
Legislativo podía tener efectos convalidatorios, porque así en teoría se desprendería de la
Constitución Nacional, pero resaltando jurisprudencia más reciente de la Sala II de la
CNCAF, autos “CNA ART” (del 2.005), por el cual la Sala sentenció la
inconstitucionalidad de una ley (y del decreto pertinente) que ratificó un DNU en materia
tributaria. Ver también “Defensor del Pueblo”, CNCAF, Sala I, del año 2.004, respecto de
la inconstitucionalidad del Decreto 120/03.