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:18 Un día Jesús se había apartado un poco para orar, pero sus discípulos estaban con él. Entonces les
preguntó: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo?» 19 Ellos contestaron: «Unos dicen que eres
Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas antiguos que ha
resucitado.» 20 Entonces les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro respondió: «Tú eres
el Cristo de Dios.» 21 Jesús les hizo esta advertencia: «No se lo digan a nadie»
Elías, un profeta de Dios, cuyo nombre significa "mi Dios es el Señor", vino desde Tisbita
en Galaad, pero no se sabe nada de su familia o de su nacimiento. La primera vez que
nos encontramos con Elías es en 1 Reyes 17:1, cuando de repente aparece para desafiar
a un malvado rey Acab, quien gobernó el reino del norte desde el año 874 hasta el 853
a.C. Elías profetiza una sequía que iba a venir sobre toda la tierra como consecuencia de
la maldad de Acab (1 Reyes 17:1-7). Advertido por Dios, Elías se esconde cerca del
arroyo de Querit, donde es alimentado por los cuervos. En la medida que aumentaba la
sequía y el hambre en la tierra, Elías se encuentra con una viuda en un país vecino y, a
través de su obediencia a la petición de Elías, Dios provee suficiente comida para Elías,
la mujer y su hijo. Milagrosamente, la tinaja de harina y la vasija de aceite de la viuda,
nunca escaseó ni disminuyó (1 Reyes 17:8-16). La lección para el creyente es que, si
caminamos en comunión con el Señor y le obedecemos, estaremos abiertos a Su
voluntad. Y cuando estamos en la voluntad de Dios, Él satisface todas nuestras
necesidades, y Su misericordia para nosotros nunca se agota.
Luego, vemos a Elías como el personaje central en un cara a cara con los profetas del
falso dios Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18:17-40). Los profetas de Baal, invocan a
su dios todo el día, deseando que lloviera fuego del cielo, pero todo fue en vano. Luego,
Elías construye un altar de piedras, hace una zanja alrededor, pone el sacrificio sobre la
leña y pide que se derrame agua sobre el sacrificio tres veces. Elías clama a Dios, y Dios
envía fuego del cielo, consume el holocausto, la leña, y lame el agua que estaba en la
zanja. Dios demostró ser más poderoso que los dioses falsos. Fue entonces cuando Elías y
el pueblo mataron a todos los falsos profetas de Baal, conforme al mandato de Dios en
Deuteronomio 13:5.
Después de la gran victoria sobre los falsos profetas, cae nuevamente la lluvia sobre la
tierra (1 Reyes 18:41-46). Sin embargo, a pesar de la victoria, Elías entró en un período
de una fe incierta y depresión (1 Reyes 19:1-18). Acab le había contado a su esposa
Jezabel, acerca de la demostración del poder de Dios. En vez de volverse a Dios, Jezabel
juró matar a Elías. Al escuchar esto, Elías huyó al desierto, donde oró a Dios para que le
quitara la vida, sin embargo, Dios proveyó comida, bebida y descanso a Elías.
Posteriormente, Elías realizó un viaje de cuarenta días hasta el monte Horeb. Allí, Elías
se escondió en una cueva, sintiendo lástima de sí mismo, e incluso confesando su
creencia de que solo él había quedado de los profetas de Dios. Es entonces cuando el
Señor instruyó a Elías a pararse sobre el monte mientras el Señor pasaba. Hubo un gran
viento, un terremoto, y luego un fuego, pero Dios no estaba en ninguno de ellos. Luego,
un silbo apacible y delicado, en el que Elías oyó y comprendió a Dios. Dios le dio a Elías
instrucciones de qué debía hacer después, incluyendo la unción a Eliseo para que tomara
su lugar de profeta y asegurándole que aún había 7.000 en Israel que no se habían
doblado ante Baal. Elías obedeció los mandamientos de Dios. Eliseo se convirtió en el
ayudante de Elías durante algún tiempo, y los dos siguieron ocupándose de Acab y
Jezabel, así como con Ocozías, el hijo y sucesor de Acab. En vez de morir de muerte
natural, Elías fue arrebatado al cielo en un torbellino (2 Reyes 2:1-11).
El ministerio de Juan el Bautista se caracterizó por "el espíritu y el poder de Elías" (Lucas
1:17), cumpliendo la profecía de Malaquías 4:5-6. Santiago usa a Elías como un ejemplo
de oración en Santiago 5:17-18. Él dice que "Elías era un ser humano, así como nosotros",
sin embargo, él oró para que ya no llovería, y no llovió. Luego, él oró para que llovería,
y llovió. El poder de la oración está en Dios, no en nuestra propia naturaleza humana.
Como sucedía con Elías, cuando nos centramos en la confusión de la vida en este mundo,
podemos quitar nuestros ojos del Señor y desanimarnos. Dios se muestra a sí mismo en
obras asombrosas de poder y de juicio, tales como el viento, el fuego y los terremotos.
Pero Él también se relaciona íntimamente y personalmente con nosotros, como en el
silbido apacible. Dios suple nuestras necesidades físicas, nos anima a examinar nuestros
propios pensamientos y comportamientos, nos instruye en cómo actuar, y nos asegura
que no estamos solos. Cuando estamos atentos a la voz de Dios y caminando en
obediencia a Su Palabra, podemos encontrar aliento, victoria y recompensa. Elías luchó
con debilidades humanas comunes, sin embargo, fue usado poderosamente por Dios.
Puede que no sea a través de esas muestras de poderío obviamente milagrosas, pero si
nos rendimos a Él, Dios también puede usarnos poderosamente para los propósitos de Su
reino.
CAPÍTULO 4
¿Quién es Jesucristo?
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1, 2. a) ¿Por qué no puede decir usted que conoce a alguien famoso si solo sabe
su nombre? b) ¿Qué piensa la gente de Jesús?
3. ¿Por qué es importante que usted sepa la verdad sobre Jehová y Jesucristo?
3Es importante que usted sepa la verdad sobre Jesús. ¿Por qué?
Porque la Biblia dice: “Esto significa vida eterna, el que estén
adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel
a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Si aprende la verdad
sobre Jehová y Jesús, podrá vivir para siempre en el Paraíso en la
Tierra (Juan 14:6). Además, conocer a Jesús puede ayudarlo ahora,
porque él es el mejor ejemplo de cómo vivir y de cómo tratar a los
demás (Juan 13:34, 35). En el capítulo 1 aprendimos la verdad
sobre Dios. En este capítulo aprenderemos lo que enseña la Biblia
sobre Jesús.
7. Mencione dos profecías que nos ayudan a identificar a Jesús como el Mesías.
7Veamos dos de estas profecías. La primera se escribió unos
700 años antes de que naciera Jesús. El profeta Miqueas predijo
que el Mesías nacería en una pequeña ciudad llamada Belén
(Miqueas 5:2). Y Jesús nació justo allí (Mateo 2:1, 3-9). La segunda
la escribió el profeta Daniel. Él profetizó que el Mesías aparecería
en el año 29 (Daniel 9:25). Y eso también se cumplió.* Estas son
solo dos de las muchas profecías que nos ayudan a identificar a
Jesús como el Mesías prometido.
Jesús se convirtió en el Mesías o Cristo cuando se bautizó.
10La Biblia enseña que Jesús vivió en el cielo durante mucho tiempo
antes de venir a la Tierra. Por ejemplo, el profeta Miqueas dijo que
el Mesías sería una persona que ya existía desde “tiempos
tempranos” (Miqueas 5:2). Y el propio Jesús dijo en muchas
ocasiones que había vivido en el cielo antes de nacer como
humano (lea Juan 3:13; 6:38, 62, y 17:4, 5). En el cielo, Jesús
disfrutaba de una relación especial con Jehová.
12. ¿Por qué sabemos que Jesús y Dios no son la misma persona?
12Hay quienes creen que Dios y Jesús son la misma persona, pero
esto no es lo que dice la Biblia (vea la nota 14). La Biblia enseña
que Jesús fue creado, lo que significa que antes no existía. Pero
Jehová siempre ha existido. De hecho, él creó todas las cosas
(Salmo 90:2). La Biblia dice con claridad que el Padre es mayor que
el Hijo. Además, Jesús nunca trató de ser igual a su Padre
(lea Juan 14:28; 1 Corintios 11:3). Y solo Jehová es el “Dios
Todopoderoso” (Génesis 17:1). Él es la persona más importante y
poderosa que existe.
13. ¿Por qué dice la Biblia que Jesús es “la imagen del Dios invisible”?
16. a) ¿Qué enseñaba Jesús? b) ¿De quién aprendió Jesús lo que enseñaba?
19. ¿Qué ejemplo muestra que Jesús sabía lo que necesitaban las personas y que
quería ayudarlas?
Lo dejó muy claro cuando usó el poder que Dios le dio para sanar a
la gente (Mateo 14:14). Por ejemplo, un hombre que tenía lepra se
acercó a Jesús y le dijo: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”.
El dolor y el sufrimiento de ese hombre le llegaron al corazón a
Jesús. Así que Jesús se compadeció de él y lo ayudó. “Extendió la
mano y lo tocó, y le dijo: ‘Quiero. Sé limpio’”. Y aquel enfermo fue
sanado (Marcos 1:40-42). ¿Puede imaginarse cómo se sintió aquel
hombre?
22. ¿Qué oportunidad tenemos gracias a que Jesús fue leal a su Padre en todo?
Colosenses 1:15, 16
Jehová creó primero a Jesús, quien después lo ayudó a crear todas
las demás cosas. Jesús aprendió de su Padre durante miles de
millones de años.
Lucas 1:30-35
Jehová envió a Jesús a la Tierra.
Marcos 10:13-16
Jesús era cariñoso, y a la gente le gustaba hablar con él.
Juan 4:9, 27
Jesús trataba a las mujeres con respeto y las valoraba.
Juan 13:2-5, 12-17
Jesús era humilde.
Mateo 9:35, 36; Marcos 1:40-42
Jesús quería ayudar a los demás.
Mateo 4:1-11
Jesús se mantuvo leal cuando el Diablo lo tentó.
Marcos 3:21
Jesús obedeció a Dios incluso cuando sus familiares se burlaban de
él.
1 Pedro 2:21-23
Jesús no se vengó de sus enemigos.
Filipenses 2:8
Jesús se mantuvo leal a Dios hasta la muerte.
Hebreos 10:12, 13; 1 Pedro 3:18
Jehová resucitó a Jesús y le dio un cuerpo espiritual
¿Quién es Jesús?
Qué dicen de Jesús los que son "de afuera", qué dicen sus discípulos y
qué dice de Sí Él mismo. ¿Qué decimos nosotros?
¿Quién es Jesús?
(Mt. 16, 13-15; Mc. 8, 27-29; Lc. 9, 18-20)
Seguiremos a Marcos:
Implica conocerlo.
Un guerrillero ejecutado.
Un gran hombre.
Ubicación en ella.
¿Quién es Jesús?
Matt Perman
Guest Contributor
La primera verdad que tenemos que entender es que Jesús es una Persona que
tiene dos naturalezas, una naturaleza divina y una naturaleza humana. En otras
palabras, Jesús es ambos Dios y hombre. Veremos cada una de las naturalezas
respectivamente.
Jesús es Dios
La Biblia enseña que Jesús no es alguien que simplemente se parece mucho a
Dios, o alguien que tiene un caminar muy cercano con Dios. En cambio, Jesús es
el mismo Dios Altísimo. Tito 2:13 dice que como cristianos “aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y
Salvador Cristo Jesús” Después de ver al Cristo resucitado, Tomás exclamó:
¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). De la misma forma, el libro de Hebreos
nos da el testimonio directo de Dios Padre acerca de Cristo: “Pero con respecto al
Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos”, y el evangelio
según Juan llama a Jesús “el unigénito Dios” (Juan 1:18).
Otra forma que en la Biblia enseña que Jesús es Dios es al demostrar que Él tiene
todos los atributos de Dios. Él sabe todo (Mateo 18:20; 28:20; Hechos, 18:10),
esta en todo lado (Mat 16:21; Lucas 11:17; Juan 4:29), tiene todo el poder (Mat
8:26, 27; 28:18; Jn 11:38-44; Lc 7:14-15; Apocalipsis 1:18), no depende de nada
fuera de si mismo para vivir (Jn 1:4; 14:6; 8:58), gobierna sobre todo (Mat
28:18; Ap 19:16; 1:5), nunca comenzó a existir y nunca cesará de existir (Juan
1:1; 8:58), y es nuestro Creador (Colosenses 1:16). En otras palabras, todo lo que
Dios es, Jesús es. Porque Jesús es Dios.
Específicamente, Jesús es Dios el Hijo
A fin de lograr una más completa comprensión de la encarnación de Cristo, es
necesario tener algún tipo de entendimiento del la Trinidad. La doctrina de la
Trinidad afirma que Dios es un ser, y que este único Dios existe como tres
personas distintas. Esto significa que, en primer lugar, debemos distinguir a cada
Persona de la Trinidad de las otras dos. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu
Santo, el Hijo no es el Espíritu Santo ni el Padre, y el Espíritu Santo no es el
Padre ni el Hijo. Cada uno ellos es un centro distinto de conciencia, una forma
distinta de existencia personal. Sin embargo, todos ellos comparten exactamente
la misma naturaleza/esencia divina. Por consiguiente, las tres personas son un
único ser. El ser/esencia divino no es algo que esta dividido entre las Personas,
que cada persona recibe un tercio. Sino, en cambio el ser divino es completa e
igualmente poseído por cada una de las tres Personas de tal forma que las tres
Personas son completa e igualmente Dios.
¿Cómo el hecho de que Dios es tres personas en un único Ser se relaciona a la
encarnación? Para contestar a esto, consideremos otra pregunta. ¿Qué persona se
encarnó en Jesucristo? ¿Las tres? ¿O sólo una? ¿Cuál? La respuesta Bíblica es
que sólo Dios el Hijo se encarnó. El Padre no vino a encarnarse en Jesús, ni
tampoco el Espíritu Santo. Por tanto, Jesús es Dios, pero Él no es ni el Padre
ni el Espíritu Santo. Jesús es Dios el Hijo.
La verdad de que sólo Dios Hijo se encarnó es enseñada, por ejemplo, en Juan
1:14, que dice: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” En
contexto, el Verbo es Dios el Hijo (cf. v. 1, 18, y 3:16). Por tanto, no fue el Padre
ni el Espíritu Santo quien se hizo hombre, sino Dios el Hijo.
De igual manera, en el bautismo de Jesús vemos al Padre afirmando “Tú eres mi
Hijo amado, en ti me he complacido.” (Lucas 3:22). Él no dijo, “Tú eres yo; y
conmigo estoy muy complacido.” Más bien, el Padre afirmó que Jesús es el
Hijo, Su Hijo, y que Jesús le complace mucho a Él. En este mismo verso también
vemos que el Espíritu Santo es distinto del Padre y del Hijo, porque el Espíritu
Santo está en “forma corporal como una paloma.”
¿Por qué es importante saber que Jesús es específicamente Dios el Hijo? Por
algo, si no entendemos nos estaríamos equivocando acerca de la misma identidad
de nuestro salvador. Además, esto afecta grandemente la forma en la que nos
relacionamos con nuestro Dios triuno. Si pensamos que Jesús es el Padre y/o el
Espíritu Santo, estaremos enormemente equivocados y confundidos en nuestras
oraciones. Por último, es considerada una herejía creer que el Padre vino a ser
encarnado en Jesús.
Jesús es hombre
Debería ser obvio que si Jesús es Dios, entonces el siempre ha sido Dios. Nunca
ha habido un tiempo en el que se hizo Dios, ya que Dios es eterno. Pero Jesús no
ha sido siempre hombre. El milagro fantástico es que este Dios eterno se hizo
hombre en la Encarnación aproximadamente 2,000 años atrás. Eso es lo que fue
la Encarnación—Dios el Hijo haciéndose hombre. Y éste es el gran evento que
celebramos en la Navidad.
Pero ¿A qué nos referimos exactamente cuando decimos que Dios el Hijo se hizo
hombre? Con certeza no nos referimos a que Él se volvió en un hombre, en el
sentido que Él cesó de ser Dios y comenzó a ser hombre. Jesús no
renunció nada de Su divinidad en la Encarnación, como es evidente en los versos
que vimos anteriormente. En cambio, como lo afirma uno de los primeros
teólogos, “Continuando lo que Él era, se convirtió en lo que no era.” Cristo “no
era ahora Dios menos algunos elementos de Su deidad, sino Dios más todo lo Él
había hecho suyo al tomar humanidad para Si mismo.” 3 Por tanto, Jesús no
renunció de Sus atributos divinos en la Encarnación. Él se mantuvo en total
posesión de todos ellos. Porque si Él alguna vez fuera a renunciar alguno de Sus
atributos divinos, Él dejaría de ser Dios.
La verdad de la humanidad de Jesús es tan importante de afirmar como la verdad
de su deidad. El apóstol Juan dice fuertemente que si alguien niega que Jesús es
hombre es del espíritu el anticristo (1 Juan 4:2; 2 Juan 7). La humanidad de Jesús
es demostrada en el hecho que Él fue nacido como un bebe de una madre humana
(Lucas 2:7; Gálatas 4:4), en que Él sintió cansancio (Juan 4:6), sed (Juan 19:28),
y hambre (Mateo 4:2); y que Él experimento todo el rango de emociones
humanas como maravillarse (Mateo 8:10), llorar, y sentir dolor (Juan 11:35). Él
vivió en la tierra justo como nosotros lo hacemos.
Habiendo visto las bases bíblicas de que Jesús es, ambos, Dios y hombre, la
segunda verdad que debemos reconocer es que cada una de las naturalezas de
Cristo es plena y completa. En otras palabras, Jesús es completamente Dios y
completamente hombre. Otra forma fácil de afirmarlo es Jesús es 100% Dios y
100% hombre.
Primero, sería equivocado pensar que las dos naturalezas de Cristo se mezclan
para formar un tercer tipo de naturaleza. Esta es una de las herejías que tuvo que
pelear la iglesia primitiva. Esta herejía enseñaba que “la naturaleza humana de
Cristo fue tomada y absorbida por su naturaleza divina, de modo que ambas
naturalezas cambiaron de alguna forma y surgió unatercera clase de
naturaleza. Podemos ver una analogía de [esto] si echamos una gota de tinta en
un vaso de agua: La mezcla resultante ya no es tinta pura ni agua pura, sino una
tercera clase de sustancia, una mezcla de las dos en que la tinta y el agua
cambian. Del mismo modo, [esta perspectiva enseñaba] que Jesús era una mezcla
de elementos divinos y humanos en los que ambos estaban de alguna forma
modificados para formar una nueva naturaleza.”5 Esta perspectiva no es bíblica
porque destruye, ambos, la deidad y la humanidad de Cristo. Porque si las dos
naturalezas de Cristo se mezclaran, entonces ya no es verdadera y completamente
Dios ni verdadera y completamente hombre, sino es un tipo de ser totalmente
diferente que resultó de la mezcla de las dos naturalezas.
Segundo, incluso si reconocemos que las naturalezas no se mezclan en un tercer
tipo de la naturaleza, también sería erróneo pensar que las dos naturalezas se han
cambiado entre sí. Por ejemplo, sería erróneo concluir que la naturaleza humana
de Jesús se volvió divina en algunas formas, o que Su naturaleza divina se hizo
humana en algunas formas. En cambio, cada naturaleza se mantiene distinta, y
por tanto retiene sus propiedades individuales particulares y no cambia. Como el
concilio de Calcedonia lo afirmó, “…la distinción de naturalezas no desaparecen
en absoluto por la unión, sino que quedan preservadas…”6 La naturaleza humana
de Jesús es humana, y solamente humana. Su naturaleza divina es divina, y
solamente divina. Por ejemplo, la naturaleza humana de Jesús no se volvió
omnisciente a través de la unión con Dios el Hijo, y tampoco Su naturaleza
divina se volvió ignorante de algo. Si cualquiera de las naturalezas hubiera
experimentado cambio en su naturaleza esencial, entonces Cristo ya no es
verdadera y completamente humano, o verdadera y completamente divino.
CRISTO ES UNA SOLA PERSONA
Para ponerlo simple, hay un cierto sentido en el que Cristo es dos, y un sentido
distinto en el cual Cristo es uno. Él es dos en el hecho que tiene dos naturalezas
reales y completas, una divina y una humana. Él es uno en el hecho que, aunque
se mantienen distintas, estas dos naturalezas existen juntas de tal manera que
constituyen “una sola cosa.” En otras palabras, las dos naturalezas son ambas el
mismo Jesús, y por lo tanto son una Persona. Como dice el credo de Calcedonia,
Cristo es “para ser reconocido en dos naturalezas…concurrentes en una Persona
y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo
Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo…”
Veremos tres porciones de la enseñanza bíblica que muestran que aunque Cristo
tiene dos naturalezas distintas e inmutables, no obstante sigue siendo una
Persona.
Habiendo visto que Cristo es dos naturalezas en una persona, y habiendo también
visto lo que está implicado en esto, examinaremos ahora una de las mayores
implicaciones de esto, la cuál nos debería ayudar a completar el cuadro y a
nuestro entendimiento.
Ahora viene la parte más fascinante. Debido a que las dos naturalezas están
unidas en una Persona, el hecho de que la naturaleza humana de Cristo no supiera
cuando Él retornaría significa que la Persona de Cristo no sabía cuando Él
retornaría. Por tanto, Jesús la Persona podía verdaderamente decir, “Pero de
aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo
el Padre.” (Mateo 24:36). A mismo tiempo, en virtud de Su naturaleza divina,
también podemos decir que la Persona de Cristo sabía cuando Él retornaría. El
conocimiento y la ignorancia del tiempo de Su retorno son ambos verdad en
Cristo, pero en diferentes maneras. En Su naturaleza humana, la Persona de
Cristo era ignorante de cuándo retornaría. En Su naturaleza divina, la Persona de
Cristo si sabía cuando retornaría. Por consiguiente, Cristo mismo
simultáneamente sabía y no sabía cuando retornaría.
CONCLUSIÓN
Hemos visto la evidencia bíblica para el hecho de que Cristo es Dios el Hijo, de
que Él tiene ambos una naturaleza humana y divina, que cada naturaleza es plena
y completa, que cada naturaleza se mantiene distinta, que Cristo es no obstante
una Persona, y que las cosas que son verdad de una de las naturalezas son verdad
de la Persona.
Podemos anticipar al día cuando lo veamos cara a cara, y hasta entonces que la
esperanza gozosa de ese día inspire en nosotros una gran diligencia en servirle y
adorarle.
Jesucristo, verdadero
hombre (27.I.88)
1. Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre: es el misterio
central de nuestra fe y es también la verdad) clave de nuestras
catequesis cristológicas. Esta mañana nos proponemos buscar el
testimonio de esta verdad en la Sagrada Escritura,
especialmente en los Evangelios y en la tradición cristiana.
Notamos desde ahora que así las cosas no existe en Cristo una
antinomia entre lo que es 'divino' y lo que es 'humano'. Si el
hombre desde el comienzo ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios (Cfr. Gen 1, 27; 5, 1), y por tanto lo que es
'humano puede manifestar también lo que es 'divino', mucho
más ha podido ocurrir esto en Cristo. El reveló su divinidad
mediante la humanidad, mediante una vida auténticamente
humana. Su 'humanidad' sirvió para revelar su 'divinidad': su
Persona de Verbo-Hijo.
Jesús amaba a los niños: 'Presentáronle unos niños para que los
tocase...y abrazándolos, los bendijo imponiéndoles las manos'
(Mc 10, 13-16). Y cuando proclamó el mandamiento del amor,
se refiere al amor con el que El mismo ha amado: 'Este es mi
precepto: que os améis unos a otros como yo os he amado' (Jn
15, 12).