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Pedro proclama su fe en Cristo

:18 Un día Jesús se había apartado un poco para orar, pero sus discípulos estaban con él. Entonces les
preguntó: «Según el parecer de la gente, ¿quién soy yo?» 19 Ellos contestaron: «Unos dicen que eres
Juan Bautista, otros que Elías, y otros que eres alguno de los profetas antiguos que ha
resucitado.» 20 Entonces les preguntó: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?» Pedro respondió: «Tú eres
el Cristo de Dios.» 21 Jesús les hizo esta advertencia: «No se lo digan a nadie»

Respuesta: El profeta Elías es uno de los personajes más interesantes y vistosos en la


biblia, y Dios lo utilizó durante un momento importante en la historia de Israel, para
oponerse a un malvado rey y traer avivamiento a la tierra. El ministerio de Elías marcó
el comienzo del fin de la adoración a Baal en Israel. La vida de Elías estuvo llena de
confusión. A veces él fue valiente y decidido, y otras veces temeroso y vacilante.
Alternadamente, él demostró victoria y derrota, y después de eso la recuperación. Elías
conoció tanto el poder de Dios como las profundidades de la depresión.

Elías, un profeta de Dios, cuyo nombre significa "mi Dios es el Señor", vino desde Tisbita
en Galaad, pero no se sabe nada de su familia o de su nacimiento. La primera vez que
nos encontramos con Elías es en 1 Reyes 17:1, cuando de repente aparece para desafiar
a un malvado rey Acab, quien gobernó el reino del norte desde el año 874 hasta el 853
a.C. Elías profetiza una sequía que iba a venir sobre toda la tierra como consecuencia de
la maldad de Acab (1 Reyes 17:1-7). Advertido por Dios, Elías se esconde cerca del
arroyo de Querit, donde es alimentado por los cuervos. En la medida que aumentaba la
sequía y el hambre en la tierra, Elías se encuentra con una viuda en un país vecino y, a
través de su obediencia a la petición de Elías, Dios provee suficiente comida para Elías,
la mujer y su hijo. Milagrosamente, la tinaja de harina y la vasija de aceite de la viuda,
nunca escaseó ni disminuyó (1 Reyes 17:8-16). La lección para el creyente es que, si
caminamos en comunión con el Señor y le obedecemos, estaremos abiertos a Su
voluntad. Y cuando estamos en la voluntad de Dios, Él satisface todas nuestras
necesidades, y Su misericordia para nosotros nunca se agota.

Luego, vemos a Elías como el personaje central en un cara a cara con los profetas del
falso dios Baal en el monte Carmelo (1 Reyes 18:17-40). Los profetas de Baal, invocan a
su dios todo el día, deseando que lloviera fuego del cielo, pero todo fue en vano. Luego,
Elías construye un altar de piedras, hace una zanja alrededor, pone el sacrificio sobre la
leña y pide que se derrame agua sobre el sacrificio tres veces. Elías clama a Dios, y Dios
envía fuego del cielo, consume el holocausto, la leña, y lame el agua que estaba en la
zanja. Dios demostró ser más poderoso que los dioses falsos. Fue entonces cuando Elías y
el pueblo mataron a todos los falsos profetas de Baal, conforme al mandato de Dios en
Deuteronomio 13:5.

Después de la gran victoria sobre los falsos profetas, cae nuevamente la lluvia sobre la
tierra (1 Reyes 18:41-46). Sin embargo, a pesar de la victoria, Elías entró en un período
de una fe incierta y depresión (1 Reyes 19:1-18). Acab le había contado a su esposa
Jezabel, acerca de la demostración del poder de Dios. En vez de volverse a Dios, Jezabel
juró matar a Elías. Al escuchar esto, Elías huyó al desierto, donde oró a Dios para que le
quitara la vida, sin embargo, Dios proveyó comida, bebida y descanso a Elías.
Posteriormente, Elías realizó un viaje de cuarenta días hasta el monte Horeb. Allí, Elías
se escondió en una cueva, sintiendo lástima de sí mismo, e incluso confesando su
creencia de que solo él había quedado de los profetas de Dios. Es entonces cuando el
Señor instruyó a Elías a pararse sobre el monte mientras el Señor pasaba. Hubo un gran
viento, un terremoto, y luego un fuego, pero Dios no estaba en ninguno de ellos. Luego,
un silbo apacible y delicado, en el que Elías oyó y comprendió a Dios. Dios le dio a Elías
instrucciones de qué debía hacer después, incluyendo la unción a Eliseo para que tomara
su lugar de profeta y asegurándole que aún había 7.000 en Israel que no se habían
doblado ante Baal. Elías obedeció los mandamientos de Dios. Eliseo se convirtió en el
ayudante de Elías durante algún tiempo, y los dos siguieron ocupándose de Acab y
Jezabel, así como con Ocozías, el hijo y sucesor de Acab. En vez de morir de muerte
natural, Elías fue arrebatado al cielo en un torbellino (2 Reyes 2:1-11).

El ministerio de Juan el Bautista se caracterizó por "el espíritu y el poder de Elías" (Lucas
1:17), cumpliendo la profecía de Malaquías 4:5-6. Santiago usa a Elías como un ejemplo
de oración en Santiago 5:17-18. Él dice que "Elías era un ser humano, así como nosotros",
sin embargo, él oró para que ya no llovería, y no llovió. Luego, él oró para que llovería,
y llovió. El poder de la oración está en Dios, no en nuestra propia naturaleza humana.

Como sucedía con Elías, cuando nos centramos en la confusión de la vida en este mundo,
podemos quitar nuestros ojos del Señor y desanimarnos. Dios se muestra a sí mismo en
obras asombrosas de poder y de juicio, tales como el viento, el fuego y los terremotos.
Pero Él también se relaciona íntimamente y personalmente con nosotros, como en el
silbido apacible. Dios suple nuestras necesidades físicas, nos anima a examinar nuestros
propios pensamientos y comportamientos, nos instruye en cómo actuar, y nos asegura
que no estamos solos. Cuando estamos atentos a la voz de Dios y caminando en
obediencia a Su Palabra, podemos encontrar aliento, victoria y recompensa. Elías luchó
con debilidades humanas comunes, sin embargo, fue usado poderosamente por Dios.
Puede que no sea a través de esas muestras de poderío obviamente milagrosas, pero si
nos rendimos a Él, Dios también puede usarnos poderosamente para los propósitos de Su
reino.

CAPÍTULO 4

¿Quién es Jesucristo?
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1, 2. a) ¿Por qué no puede decir usted que conoce a alguien famoso si solo sabe
su nombre? b) ¿Qué piensa la gente de Jesús?

HAY muchas personas famosas en el mundo, y es posible que


usted conozca el nombre de alguna de ellas. Pero ¿puede decir que
conoce bien a esa persona si solo sabe su nombre? Claro que no.
¿Por qué? Porque no conoce todos los detalles de su vida y
no sabe qué clase de persona es.
2Aunque han pasado unos 2.000 años desde que Jesús vivió en la
Tierra, puede que haya oído hablar de él. Pero la mayoría de la
gente no sabe qué clase de persona fue Jesús. Algunos dicen que
era un buen hombre. Otros dicen que fue un profeta. Y algunos
creen que Jesús es Dios. ¿Qué piensa usted? (Vea la nota 12).

3. ¿Por qué es importante que usted sepa la verdad sobre Jehová y Jesucristo?

3Es importante que usted sepa la verdad sobre Jesús. ¿Por qué?
Porque la Biblia dice: “Esto significa vida eterna, el que estén
adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel
a quien tú enviaste, Jesucristo” (Juan 17:3). Si aprende la verdad
sobre Jehová y Jesús, podrá vivir para siempre en el Paraíso en la
Tierra (Juan 14:6). Además, conocer a Jesús puede ayudarlo ahora,
porque él es el mejor ejemplo de cómo vivir y de cómo tratar a los
demás (Juan 13:34, 35). En el capítulo 1 aprendimos la verdad
sobre Dios. En este capítulo aprenderemos lo que enseña la Biblia
sobre Jesús.

“HEMOS HALLADO AL MESÍAS”


4. ¿A qué se refieren los títulos mesías y cristo?

4Mucho tiempo antes de que Jesús naciera, Jehová prometió en la


Biblia que enviaría al Mesías o Cristo. La palabra mesías viene del
hebreo y la palabra cristo viene del griego. Estos dos títulos se
refieren a la persona que Dios escogería para encargarle una misión
importante. Además, en el futuro, el Mesías hará que se cumplan
todas las promesas de Dios.

5. ¿Creían los discípulos de Jesús que él era el Mesías?

5Los discípulos de Jesús estaban seguros de que él era el Mesías


prometido (Juan 1:41). Por ejemplo, el apóstol Pedro le dijo a Jesús:
“Tú eres el Cristo” (Mateo 16:16). Veamos ahora por qué nosotros
también podemos estar seguros de que Jesús es el Mesías.
6. ¿Cómo nos ayuda Jehová a reconocer al Mesías?

6Muchos años antes de que naciera Jesús, los profetas de Dios


dieron muchos detalles que ayudarían a las personas a reconocer al
Mesías. ¿Cómo las ayudaría eso? Veamos un ejemplo para
entenderlo mejor. Imagine que alguien le pide que vaya a una
estación de autobuses llena de gente para que recoja a una persona
que usted no conoce. Si le explica bien cómo es esa persona y
cómo va vestida, usted podrá reconocerla. De manera parecida,
Jehová usó a sus profetas para decirnos lo que haría el Mesías y lo
que le ocurriría. Al ver cómo se cumplieron todas estas profecías,
quienes quieren agradar a Dios pueden reconocer que Jesús es el
Mesías o Cristo.

7. Mencione dos profecías que nos ayudan a identificar a Jesús como el Mesías.
7Veamos dos de estas profecías. La primera se escribió unos
700 años antes de que naciera Jesús. El profeta Miqueas predijo
que el Mesías nacería en una pequeña ciudad llamada Belén
(Miqueas 5:2). Y Jesús nació justo allí (Mateo 2:1, 3-9). La segunda
la escribió el profeta Daniel. Él profetizó que el Mesías aparecería
en el año 29 (Daniel 9:25). Y eso también se cumplió.* Estas son
solo dos de las muchas profecías que nos ayudan a identificar a
Jesús como el Mesías prometido.
Jesús se convirtió en el Mesías o Cristo cuando se bautizó.

8, 9. ¿Cómo demuestra lo que ocurrió en el bautismo de Jesús que él es el


Mesías?
8Jehová dejó muy claro que Jesús es el Mesías. Dios le prometió a
Juan el Bautista que le daría una señal para que pudiera reconocer
al Mesías. En el año 29, Jesús fue al río Jordán para que Juan lo
bautizara. Entonces Juan vio la señal. La Biblia explica lo que pasó:
“Después que Jesús fue bautizado, inmediatamente salió del agua;
y, ¡mire!, los cielos se abrieron, y él vio descender como paloma el
espíritu de Dios que venía sobre él. ¡Mire! También hubo una voz
desde los cielos que decía: ‘Este es mi Hijo, el amado, a quien he
aprobado’” (Mateo 3:16, 17). Lo que Juan vio y oyó lo convenció de
que Jesús era el Mesías (Juan 1:32-34). Aquel día, Jehová derramó
su espíritu santo sobre Jesús. En ese momento, Jesús se convirtió
en el Mesías o Cristo. Él fue la persona que Dios había elegido para
ser Rey y Líder (Salmo 2:6; Isaías 55:4).
9Las profecías bíblicas, y las cosas que Jehová hizo y dijo durante
el bautismo de su Hijo demuestran que Jesús es el Mesías. Pero
¿de dónde vino Jesús? ¿Qué clase de persona fue? Veamos lo que
dice la Biblia.

¿DE DÓNDE VINO JESÚS?


10. ¿Qué enseña la Biblia sobre la vida de Jesús antes de venir a la Tierra?

10La Biblia enseña que Jesús vivió en el cielo durante mucho tiempo
antes de venir a la Tierra. Por ejemplo, el profeta Miqueas dijo que
el Mesías sería una persona que ya existía desde “tiempos
tempranos” (Miqueas 5:2). Y el propio Jesús dijo en muchas
ocasiones que había vivido en el cielo antes de nacer como
humano (lea Juan 3:13; 6:38, 62, y 17:4, 5). En el cielo, Jesús
disfrutaba de una relación especial con Jehová.

11. ¿Por qué quiere Jehová tanto a Jesús?


11Jehová ama a Jesús de una forma especial. ¿Por qué? Porque
Jesús es “el primogénito de toda la creación”. Esto quiere decir que
fue lo primero que Jehová creó (Colosenses 1:15).* Jesús también
es especial para Dios porque es su “Hijo unigénito”. Esto significa
que Jesús es el único a quien Jehová creó solo, sin ayuda (Juan
3:16). Además, Jesús es el único que colaboró con Jehová para
crear todo lo demás (Colosenses 1:16). Y solo a Jesús se le llama
“la Palabra”, porque Jehová dio instrucciones y mensajes a ángeles
y a humanos por medio de él (Juan 1:14).

12. ¿Por qué sabemos que Jesús y Dios no son la misma persona?
12Hay quienes creen que Dios y Jesús son la misma persona, pero
esto no es lo que dice la Biblia (vea la nota 14). La Biblia enseña
que Jesús fue creado, lo que significa que antes no existía. Pero
Jehová siempre ha existido. De hecho, él creó todas las cosas
(Salmo 90:2). La Biblia dice con claridad que el Padre es mayor que
el Hijo. Además, Jesús nunca trató de ser igual a su Padre
(lea Juan 14:28; 1 Corintios 11:3). Y solo Jehová es el “Dios
Todopoderoso” (Génesis 17:1). Él es la persona más importante y
poderosa que existe.

13. ¿Por qué dice la Biblia que Jesús es “la imagen del Dios invisible”?

13Antes de la creación de los cielos y la Tierra, Jehová y Jesús


trabajaron juntos durante miles de millones de años. Después de
pasar tanto tiempo juntos, seguro que se tenían un cariño especial
(Juan 3:35; 14:31). La Biblia llama a Jesús “la imagen del Dios
invisible”. ¿Por qué? Porque Jesús imitó muy bien las cualidades de
su Padre (Colosenses 1:15).

14. ¿Cómo fue posible que Jesús naciera como humano?

14Jesús estuvo dispuesto a dejar el cielo y venir a la Tierra. Pero


¿cómo fue posible que naciera como humano? Jehová hizo un
milagro. Pasó la vida de su Hijo desde el cielo al vientre de una
joven virgen llamada María. Por esta razón, no se necesitó un padre
humano para que Jesús naciera. Así que María tuvo un hijo
perfecto, a quien llamó Jesús (Lucas 1:30-35).

¿QUÉ CLASE DE PERSONA


FUE JESÚS?
15. ¿Cómo puede conocer mejor a Jehová?
15Jesús dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre también”
(Juan 14:9). Puesto que Jesús es la viva imagen de su Padre, usted
conocerá mejor a Jehová aprendiendo sobre Jesús. Puede conocer
mejor la vida y personalidad de Jesús leyendo los Evangelios:
Mateo, Marcos, Lucas y Juan.

16. a) ¿Qué enseñaba Jesús? b) ¿De quién aprendió Jesús lo que enseñaba?

16Muchas personas llamaban “Maestro” a Jesús (Juan 1:38; 13:13).


Entre las cosas más importantes que Jesús enseñó estaban “las
buenas nuevas del reino”. ¿De qué “reino”? Del Reino de Dios, que
gobernará la Tierra desde el cielo y traerá bendiciones a las
personas que obedecen a Dios (Mateo 4:23). ¿De quién aprendió
Jesús lo que enseñaba? Todo lo aprendió de Jehová. Jesús dijo:
“Lo que yo enseño no es mío, sino que pertenece al que me ha
enviado” (Juan 7:16). Jesús sabía que Dios quiere que la gente oiga
la buena noticia de que el Reino de Dios gobernará la Tierra.

17. a) ¿Dónde enseñaba Jesús? b) ¿Por qué se esforzó tanto en enseñar a la


gente?

17¿Dónde enseñaba Jesús? En cualquier lugar donde hubiera


personas. Enseñaba en el campo, en las ciudades, en los pueblos,
en los mercados, en el templo y las sinagogas, y en las casas de la
gente. No esperaba que las personas fueran a él, sino que él iba a
buscarlas (Marcos 6:56; Lucas 19:5, 6). Jesús dedicó mucho tiempo
y esfuerzo a enseñar. Lo hizo porque sabía que esa era la voluntad
de Dios, y él siempre obedecía a su Padre (Juan 8:28, 29). También
enseñaba porque se compadecía de la gente (lea Mateo
9:35, 36). Vio que los líderes religiosos no enseñaban la verdad
sobre Dios y su Reino. Así que él quería hablar de las buenas
noticias del Reino a todos los que pudiera.
18. ¿Qué es lo que más le gusta de la personalidad de Jesús?
18 Jesús amaba a las personas y se preocupaba por ellas. Era
cariñoso, y a la gente le gustaba hablar con él. Incluso los niños
estaban a gusto con él (Marcos 10:13-16). Jesús siempre fue justo.
Odiaba la corrupción y la injusticia (Mateo 21:12, 13). Vivió en un
tiempo en el que las mujeres no tenían muchos derechos y no se las
trataba con respeto. Pero Jesús siempre trató a las mujeres con
respeto y las valoraba (Juan 4:9, 27). Además, Jesús era humilde
de verdad. Por ejemplo, un día les lavó los pies a sus apóstoles. Por
lo general, esta tarea la hacían los sirvientes (Juan 13:2-5, 12-17).

Jesús predicaba en cualquier lugar donde hubiera gente.

19. ¿Qué ejemplo muestra que Jesús sabía lo que necesitaban las personas y que
quería ayudarlas?

Jesús sabía lo que necesitaban las personas y quería ayudarlas.


19

Lo dejó muy claro cuando usó el poder que Dios le dio para sanar a
la gente (Mateo 14:14). Por ejemplo, un hombre que tenía lepra se
acercó a Jesús y le dijo: “Si tan solo quieres, puedes limpiarme”.
El dolor y el sufrimiento de ese hombre le llegaron al corazón a
Jesús. Así que Jesús se compadeció de él y lo ayudó. “Extendió la
mano y lo tocó, y le dijo: ‘Quiero. Sé limpio’”. Y aquel enfermo fue
sanado (Marcos 1:40-42). ¿Puede imaginarse cómo se sintió aquel
hombre?

SIEMPRE FUE LEAL A SU PADRE


20, 21. ¿Por qué es Jesús el mejor ejemplo de obediencia a Dios?
20 Jesús es el mejor ejemplo de obediencia a Dios. ¿Por qué?
Porque siempre fue leal a su Padre a pesar de todo lo que le pasó y
de todo lo que le hicieron sus enemigos. Por ejemplo, Jesús
no cedió cuando Satanás lo tentó (Mateo 4:1-11). Además, algunos
de sus familiares no creían que fuera el Mesías y decían que estaba
loco. Aun así, Jesús siguió obedeciendo a Jehová (Marcos 3:21).
Incluso cuando sus enemigos lo trataron con crueldad, él siguió
siendo leal a Dios y nunca se vengó de ellos (1 Pedro 2:21-23).
21 Jesús se mantuvo leal a Jehová aunque se enfrentó a una muerte

cruel y dolorosa (lea Filipenses 2:8). Piense en todo lo que aguantó


el día de su muerte: lo arrestaron, unos falsos testigos lo acusaron
de ofender a Dios, unos jueces corruptos lo condenaron, la gente se
burló de él, y unos soldados lo torturaron y lo clavaron en un
madero. Cuando Jesús estaba a punto de morir, gritó: “¡Se ha
realizado!” (Juan 19:30). Tres días después de su muerte, Jehová lo
resucitó y le dio un cuerpo espiritual (1 Pedro 3:18). Unas semanas
más tarde, Jesús regresó al cielo, “se sentó a la diestra de Dios” y
esperó a que su Padre lo nombrara Rey (Hebreos 10:12, 13).

22. ¿Qué oportunidad tenemos gracias a que Jesús fue leal a su Padre en todo?

22Gracias a que Jesús fue leal a su Padre en todo, tenemos la


oportunidad de vivir para siempre en el Paraíso en la Tierra. Eso es
lo que Jehová quiso desde el principio. En el siguiente capítulo
veremos cómo la muerte de Jesús hará posible ese maravilloso
futuro.
RESUMEN
VERDAD 1: JESÚS ES EL MESÍAS
“Tú eres el Cristo” (Mateo 16:16).

¿Por qué sabemos que Jesús es el Mesías o Cristo?

 Mateo 3:16, 17; Juan 1:32-34


Jehová dijo que Jesús es su Hijo.
 Miqueas 5:2; Mateo 2:1, 3-9
Todas las profecías que hablaban del Mesías se cumplieron en
Jesús.

VERDAD 2: JESÚS VIVÍA EN


EL CIELO ANTES DE VENIR
A LA TIERRA
“He bajado del cielo” (Juan 6:38).

¿Qué hizo Jesús en el cielo antes de venir a la Tierra?

 Colosenses 1:15, 16
Jehová creó primero a Jesús, quien después lo ayudó a crear todas
las demás cosas. Jesús aprendió de su Padre durante miles de
millones de años.
 Lucas 1:30-35
Jehová envió a Jesús a la Tierra.

VERDAD 3: JESÚS AMA A


LAS PERSONAS
“Dejen que los niñitos vengan a mí” (Marcos 10:14).

¿Qué le gusta de la forma de ser de Jesús?

 Marcos 10:13-16
Jesús era cariñoso, y a la gente le gustaba hablar con él.
 Juan 4:9, 27
Jesús trataba a las mujeres con respeto y las valoraba.
 Juan 13:2-5, 12-17
Jesús era humilde.
 Mateo 9:35, 36; Marcos 1:40-42
Jesús quería ayudar a los demás.

VERDAD 4: JESÚS SIEMPRE


OBEDECE A DIOS
“He terminado la obra que me has dado que hiciera” (Juan 17:4).

¿Cómo nos ayuda a ser leales el ejemplo de Jesús?

 Mateo 4:1-11
Jesús se mantuvo leal cuando el Diablo lo tentó.
 Marcos 3:21
Jesús obedeció a Dios incluso cuando sus familiares se burlaban de
él.
 1 Pedro 2:21-23
Jesús no se vengó de sus enemigos.
 Filipenses 2:8
Jesús se mantuvo leal a Dios hasta la muerte.
 Hebreos 10:12, 13; 1 Pedro 3:18
Jehová resucitó a Jesús y le dio un cuerpo espiritual
¿Quién es Jesús?
Qué dicen de Jesús los que son "de afuera", qué dicen sus discípulos y
qué dice de Sí Él mismo. ¿Qué decimos nosotros?

Por: Gustavo Daniel D´Apice | Fuente: Ediciones "Dialogando"

¿Quién es Jesús?
(Mt. 16, 13-15; Mc. 8, 27-29; Lc. 9, 18-20)

Seguiremos a Marcos:

Es la pregunta que Jesús hace a sus discípulos al llegar a


Cesarea de Filipo, allí donde nace el río Jordán.

El Señor va a comenzar su “ subida” a Jerusalén, y quiere ver


qué tal le ha ido con su predicación y milagros, qué resultados
ha obtenido, tanto en sus discípulos como en las demás
personas.

Es una pregunta sobre su “ identidad” .

Podríamos decir que pregunta sobre la “ esencia” de su


persona, qué se ha entendido de Él.

Cuando se habla de qué han entendido los demás, se lo hace en


tercera persona: “ Dicen...” . Pero al grupo de los discípulos la
pregunta va en segunda persona: “ ustedes, qué dicen...?”
Hay un movimiento del amor en la develación de la identidad,
en llamar al otro por el nombre.

Implica conocerlo.

Y es recíproco: Y así se da, de Pedro a Jesús y,


correspondiéndole, de Jesús a Pedro.

Uno en esto se expone: “ -¿Qué dicen los demás de mí?” .


Implica abajamiento y riesgo. Juegan mucho las apariencias.

En la segunda persona, es más realista, implica un compromiso


personal y una involucración con el otro, sujeta a replanteos y
explicaciones.

Este episodio tiene un origen inmediato en el capítulo 6 (14-16).

Luego de una serie ininterrumpida de milagros de Jesús que


dejan a todos pasmados, hasta al mismo rey Herodes, quién se
preguntaba por Jesús, pensando que era Juan el Bautista, al que
había mandado decapitar, resucitado y operando en él poderes
milagrosos. Otros decían que era Elías o algún profeta.

Seguidamente Jesús hace más milagros, pero es significativo


para nuestro tema la curación de un sordomudo (7, 31ss.) y de
un ciego (8. 22ss.).

Cura a alguien que no escucha y que no puede hablar, y luego a


otro que no puede ver.

Enseguida hace la pregunta a sus discípulos: “ -¿Quién dice la


gente que soy Yo?” . “ -Y ustedes, quién dicen que soy Yo?” .

Como para ver, después de tantos milagros y curaciones, si


ellos ahora también pueden ver y oír, y proclamar lo que sus
ojos ven y sus oídos oyen.

Los de “ afuera” , los otros, para los discípulos, creen ver en


Jesús a Juan el Bautista, Elías o un profeta, tal como había ya
aparecido en el episodio de Herodes.

Son personajes positivos, pero del pasado.

Nadie se imagina en Jesús a Dios, que “ viene del futuro” .

Podríamos agregar otras cosas, generalmente positivas, que


dicen muchos sobre Jesús:

El fundador del comunismo.

Un guerrillero ejecutado.

Un filántropo, predicador de la paz y del amor.

El súper-star (la súper-estrella).

Un maestro (rabí judío), un profeta.

Un gran hombre.

Un entretenimiento histórico, hacedor de prodigios (Herodes:


Lc. 23, 8-12).

Un entretenimiento científico: si existió o no existió, si murió en


la India, si se casó y tuvo hijos, si se puede comprobar tal o cual
cosa, aunque la respuesta sea positiva... – el canal “ Infinito” -
).

Un multiplicador de comida, de pan, de prosperidad. Un Jesús


ecónomo.

Alguien que arregla los problemas de pareja: Jesús psicólogo o


sexólogo.

Un personaje que ejerce el curanderismo, aún ahora.

Pedro hace una confesión de fe adecuada acerca de la identidad


de Jesús, pero no completa.
Jesús a su vez profesa su amor a Pedro devolviéndole el
reconocimiento.

Para Pedro es el Mesías (el Cristo), el Ungido de Dios, el Hijo de


Dios.

Jesús es Uno de la Trinidad. Manifiesta también la pluralidad de


Personas en Dios.

Y Jesús, en el Evangelio de Mateo, le devuelve el piropo, y le


dice a Pedro quién es él y su misión en la vida.

Le da las llaves del Reino, lo que implica dominio de las


situaciones y de la vida.

Ubicación en ella.

Conocimiento del Plan de Dios sobre la vida personal, y sobre la


misión que tiene para cada uno. Orden de prioridades y de
afectos.

Plan de vida para entrar en el Reino. Seguimiento de Jesús


incondicional para abrir las puertas del Cielo.

Pero inmediatamente Jesús anuncia el camino de la pasión para


su glorificación, y Pedro rechaza el Plan de Dios.

¿Se quedó en el plano de las ideas, y no lo bajó a las obras?

Hay que reconocer la divinidad de Jesús, pero también su plan y


su forma de vivir.

No hay gloria, resurrección, vida abundante, sin cruz y


sufrimiento entregado y por amor.

Son como las dos caras de una misma moneda:


De un lado está la cruz, del otro la Resurrección y la Vida en
abundancia.
Aquí se dan mezclados, no podemos, aunque queramos, dejar
de sufrir.
En la eternidad sólo se dará una moneda de dos caras: La de la
resurrección y la gloria.

Podemos decir que Jesús es el rey de mi vida y de mi corazón,


mi amigo, mi Señor y Salvador.

¿Pero llevo la vida que a Él le gusta?

¿Le soy agradable?

¿Encuentro en Él, como Dios, la fuente de mi felicidad?

¿Experimento la Vida en abundancia que me vino a traer?

¿Soy testigo de lo que digo creer sobre la identidad de Jesús,


tanto con mis palabras como con mis obras?

Terminamos con lo que Jesús dice de Sí mismo:


“ -Yo Soy el Mesías” (Jn. 4, 25-26).

“ -Yo Soy el Pan de vida” (Jn. 6, 35, 41. 48, 51)

“ -Yo Soy la Luz del mundo” (Jn. 8. 12; 9, 5)

“ -Yo Soy la Puerta” (Jn. 10, 7.9).

“ -Yo Soy el Buen Pastor” (Jn. 10, 11. 14-15)

“ -Yo Soy la Resurrección y la Vida” (Jn. 11, 25)

“ -Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn. 14, 6)

“ -Yo Soy la Vida verdadera” (Jn. 15, 1. 5)

“ -Yo Soy Jesús” (Hch. 9, 5)

“ -Yo Soy el Alfa y la Omega” (Ap. 22, 13)


“ -Yo Soy” (Jn. 6, 20; 8, 24. 28; 13, 19; 18, 5-6.8)

Es el mismo Nombre de Dios que YHWH le revela a Moisés,


cuando éste le pregunta su Nombre en Ex. 3. 14

¿Quién es Jesús?

¿Quién es Jesús? ¡Por qué es Importante Saberlo!


¿Quién es Jesús, y por qué es importante para nosotros el saberlo?
Vivimos en una era de pluralismo religioso y de relativismo moral.
La filosofía espiritual popular, especialmente después de los
eventos del 11 de septiembre, es que todos los sistemas religiosos
son iguales, siempre que sean de corazón. Escoja uno y sígalo
sinceramente, y usted irá al cielo. Eso es lo que el mundo cree,
pero Jesús enseña otra cosa. Por lo tanto, necesitamos examinar
quién es Jesús al examinar varias de las preguntas que la gente
hace frecuentemente acerca de Él. Las respuestas se encuentran
en la Biblia, la evidencia histórica que la gente ha confiado por
más de 2000 años.

¿Quién es Jesús? Él fue 100% Hombre


De acuerdo con Juan 1:14, Jesús se hizo carne y habitó entre
nosotros. ¿Por qué es tan importante Su humanidad? En
Hebreos 4:15, Jesús fue tentado de todas las formas, así
como nosotros. Como tal, Jesús puede simpatizar con
nuestras debilidades como humanos. ¿Qué podemos
aprender de la manera en que Jesús manejó la tentación? De
acuerdo a 1ra de Juan 3:5, Jesús vino a la tierra en forma
humana para poder morir una muerte física y quitar nuestros
pecados. ¿Cómo todos hubiéramos sido afectados, si no
teníamos potencial para escapar de nuestros pecados?
Jesús es la clave para la membrecía en la familia de Dios. Cuando
Él se rebajó a nuestro nivel al convertirse en hombre, hizo posible
para nosotros el relacionarnos con Él, y para Dios el relacionarse
con nosotros a través de Él.

¿Quién es Jesús? Él Fue 100% Dios


¿Quién es Jesús, y cómo fue posible que el cuerpo humano de
Cristo tomara toda la deidad y gloria de Dios?
De acuerdo con Juan 1:1-3, Jesús existió desde el principio.
En el principio, Jesús estaba con Dios, y Jesús era Dios. Aquí,
la Biblia establece la naturaleza inseparable de Jesús y del
Dios del universo. Los siguientes versículos proporcionan
evidencia adicional de que Jesús es 100% Dios:

Puntos destacados del tiempo de Cristo en la tierra y


versículos:
Milagros: Lucas 7:22
Testigos oculares de Su vida perfecta: Mateo 16:13-17
Cumplimiento de la Profecía: Mateo 13:14, Lucas 24:44
Identificación/afirmación propia de Jesús: Juan 10:30-38,
Mateo 16:13-17, Marcos 14:61-64
Afirmaciones de los seguidores de Jesús: Hebreos 1:8,
Colosenses 1:16, Juan 12:40 (citando Isaías 6:1-10)
Resurrección: Lucas 24:39, Marcos 8:31, Hechos 17:32
Jesús es la clave para la membrecía en la familia de Dios. Cuando
Él estableció Su deidad al levantarse de la tumba, hizo posible
para nosotros el obtener el perdón del pecado y una renovada
relación con Dios.

¿Quién es Jesús? Él es el Camino al Cielo


¿Quién es Jesús, y por qué es Él el único camino a la salvación?
En Juan 14:6 Jesús declara: "Yo soy el camino, y la verdad, y la
vida. Nadie viene al Padre si no es por mí."¿Por qué es tan
importante saber que NINGÚN otro líder religioso en toda la
historia ha hecho esta declaración jamás? De acuerdo con
Efesios 2:8-9, "Porque por gracia sois salvos por medio de la
fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras,
para que nadie se gloríe."¿Cómo contrasta esto con otras
religiones del mundo que se basan en "obras" versus fe en
Jesús y la resurrección? Si no podemos construir una relación
con Dios haciendo buenas obras o repitiendo rituales, ¿qué
debemos hacer? Hechos 4:12 es claro: "Y en ningún otro hay
salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los
hombres, en que podamos ser salvos."

¿Cómo puede Jesús


ser Dios y hombre?
Article by

Matt Perman

Guest Contributor

¿CÓMO PUEDE JESÚS SER DIOS Y HOMBRE?

Igualmente asombrosa a la doctrina de la Trinidad es la doctrina de la


Encarnación—que Cristo Jesús es Dios y hombre, aunque una persona, por
siempre. Como J.I. Packer dijo: “Aquí hay dos misterios por el precio de uno—la
pluralidad de personas en la unidad de Dios, la unión de la Deidad y humanidad
en la persona de Jesús. … Nada en ficción es tan fantástica como es la verdad de
la Encarnación,” escribe el teólogo contemporáneo J.I. Packer.1
La iglesia primitiva consideraba la Encarnación como una de las verdades más
importantes de nuestra fe. Por eso, formularon lo que vendría a ser el Credo de
Calcedonia, una declaración que expresa qué es lo que debemos creer y lo que no
debemos creer acerca de la Encarnación. Este credo fue el fruto de un largo
concilio que tomo lugar desde el 8 de octubre hasta el 1ro de noviembre de 451,
en la ciudad de Calcedonia y “ha sido tomado como la definición estándar y
ortodoxa de la enseñanza bíblica sobre la persona de Cristo desde esa fecha” por
todas las ramas principales del Cristianismo.2 Existen cinco verdades principales
con las que el Credo de Calcedonia resumió la enseñanza bíblica acerca de la
Encarnación.
1. Jesús tiene dos naturalezas—Él es Dios y hombre.
2. Cada naturaleza es plena y completa—Él es completamente Dios y
completamente hombre.
3. Cada naturaleza se mantiene distinta.
4. Cristo es una sola Persona
5. Las cosas que son verdad de solo una de las naturalezas son, no obstante, verdad
de la Persona de Cristo.
Un entendimiento apropiado de estas verdades aclara mucha confusión y
numerosas dudas que talvez tengamos en nuestras mentes. ¿Cómo puede Jesús
ser Dios y hombre al mismo tiempo? ¿Por qué esto no lo hace dos personas?
¿Cómo se relaciona su Encarnación a la Trinidad? ¿Cómo pudo Jesús haber
tenido hambre (Mateo 4:2) y morir (Marcos 15:37) cuando estaba en la tierra, y
aún ser Dios? ¿Abandonó Jesús algunos de sus atributos divinos en la
Encarnación? ¿Por qué es impreciso decir que Jesús es una “parte” de Dios?
¿Sigue siendo Jesús humano ahora, y todavía Él tiene su cuerpo humano?

JESÚS TIENE DOS NATURALEZAS—DIOS Y HOMBRE

La primera verdad que tenemos que entender es que Jesús es una Persona que
tiene dos naturalezas, una naturaleza divina y una naturaleza humana. En otras
palabras, Jesús es ambos Dios y hombre. Veremos cada una de las naturalezas
respectivamente.

Jesús es Dios
La Biblia enseña que Jesús no es alguien que simplemente se parece mucho a
Dios, o alguien que tiene un caminar muy cercano con Dios. En cambio, Jesús es
el mismo Dios Altísimo. Tito 2:13 dice que como cristianos “aguardando la
esperanza bienaventurada y la manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y
Salvador Cristo Jesús” Después de ver al Cristo resucitado, Tomás exclamó:
¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). De la misma forma, el libro de Hebreos
nos da el testimonio directo de Dios Padre acerca de Cristo: “Pero con respecto al
Hijo dice: ‘Tu trono, oh Dios, es por los siglos de los siglos”, y el evangelio
según Juan llama a Jesús “el unigénito Dios” (Juan 1:18).
Otra forma que en la Biblia enseña que Jesús es Dios es al demostrar que Él tiene
todos los atributos de Dios. Él sabe todo (Mateo 18:20; 28:20; Hechos, 18:10),
esta en todo lado (Mat 16:21; Lucas 11:17; Juan 4:29), tiene todo el poder (Mat
8:26, 27; 28:18; Jn 11:38-44; Lc 7:14-15; Apocalipsis 1:18), no depende de nada
fuera de si mismo para vivir (Jn 1:4; 14:6; 8:58), gobierna sobre todo (Mat
28:18; Ap 19:16; 1:5), nunca comenzó a existir y nunca cesará de existir (Juan
1:1; 8:58), y es nuestro Creador (Colosenses 1:16). En otras palabras, todo lo que
Dios es, Jesús es. Porque Jesús es Dios.
Específicamente, Jesús es Dios el Hijo
A fin de lograr una más completa comprensión de la encarnación de Cristo, es
necesario tener algún tipo de entendimiento del la Trinidad. La doctrina de la
Trinidad afirma que Dios es un ser, y que este único Dios existe como tres
personas distintas. Esto significa que, en primer lugar, debemos distinguir a cada
Persona de la Trinidad de las otras dos. El Padre no es el Hijo ni el Espíritu
Santo, el Hijo no es el Espíritu Santo ni el Padre, y el Espíritu Santo no es el
Padre ni el Hijo. Cada uno ellos es un centro distinto de conciencia, una forma
distinta de existencia personal. Sin embargo, todos ellos comparten exactamente
la misma naturaleza/esencia divina. Por consiguiente, las tres personas son un
único ser. El ser/esencia divino no es algo que esta dividido entre las Personas,
que cada persona recibe un tercio. Sino, en cambio el ser divino es completa e
igualmente poseído por cada una de las tres Personas de tal forma que las tres
Personas son completa e igualmente Dios.
¿Cómo el hecho de que Dios es tres personas en un único Ser se relaciona a la
encarnación? Para contestar a esto, consideremos otra pregunta. ¿Qué persona se
encarnó en Jesucristo? ¿Las tres? ¿O sólo una? ¿Cuál? La respuesta Bíblica es
que sólo Dios el Hijo se encarnó. El Padre no vino a encarnarse en Jesús, ni
tampoco el Espíritu Santo. Por tanto, Jesús es Dios, pero Él no es ni el Padre
ni el Espíritu Santo. Jesús es Dios el Hijo.
La verdad de que sólo Dios Hijo se encarnó es enseñada, por ejemplo, en Juan
1:14, que dice: “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su
gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.” En
contexto, el Verbo es Dios el Hijo (cf. v. 1, 18, y 3:16). Por tanto, no fue el Padre
ni el Espíritu Santo quien se hizo hombre, sino Dios el Hijo.
De igual manera, en el bautismo de Jesús vemos al Padre afirmando “Tú eres mi
Hijo amado, en ti me he complacido.” (Lucas 3:22). Él no dijo, “Tú eres yo; y
conmigo estoy muy complacido.” Más bien, el Padre afirmó que Jesús es el
Hijo, Su Hijo, y que Jesús le complace mucho a Él. En este mismo verso también
vemos que el Espíritu Santo es distinto del Padre y del Hijo, porque el Espíritu
Santo está en “forma corporal como una paloma.”
¿Por qué es importante saber que Jesús es específicamente Dios el Hijo? Por
algo, si no entendemos nos estaríamos equivocando acerca de la misma identidad
de nuestro salvador. Además, esto afecta grandemente la forma en la que nos
relacionamos con nuestro Dios triuno. Si pensamos que Jesús es el Padre y/o el
Espíritu Santo, estaremos enormemente equivocados y confundidos en nuestras
oraciones. Por último, es considerada una herejía creer que el Padre vino a ser
encarnado en Jesús.

Jesús es hombre
Debería ser obvio que si Jesús es Dios, entonces el siempre ha sido Dios. Nunca
ha habido un tiempo en el que se hizo Dios, ya que Dios es eterno. Pero Jesús no
ha sido siempre hombre. El milagro fantástico es que este Dios eterno se hizo
hombre en la Encarnación aproximadamente 2,000 años atrás. Eso es lo que fue
la Encarnación—Dios el Hijo haciéndose hombre. Y éste es el gran evento que
celebramos en la Navidad.
Pero ¿A qué nos referimos exactamente cuando decimos que Dios el Hijo se hizo
hombre? Con certeza no nos referimos a que Él se volvió en un hombre, en el
sentido que Él cesó de ser Dios y comenzó a ser hombre. Jesús no
renunció nada de Su divinidad en la Encarnación, como es evidente en los versos
que vimos anteriormente. En cambio, como lo afirma uno de los primeros
teólogos, “Continuando lo que Él era, se convirtió en lo que no era.” Cristo “no
era ahora Dios menos algunos elementos de Su deidad, sino Dios más todo lo Él
había hecho suyo al tomar humanidad para Si mismo.” 3 Por tanto, Jesús no
renunció de Sus atributos divinos en la Encarnación. Él se mantuvo en total
posesión de todos ellos. Porque si Él alguna vez fuera a renunciar alguno de Sus
atributos divinos, Él dejaría de ser Dios.
La verdad de la humanidad de Jesús es tan importante de afirmar como la verdad
de su deidad. El apóstol Juan dice fuertemente que si alguien niega que Jesús es
hombre es del espíritu el anticristo (1 Juan 4:2; 2 Juan 7). La humanidad de Jesús
es demostrada en el hecho que Él fue nacido como un bebe de una madre humana
(Lucas 2:7; Gálatas 4:4), en que Él sintió cansancio (Juan 4:6), sed (Juan 19:28),
y hambre (Mateo 4:2); y que Él experimento todo el rango de emociones
humanas como maravillarse (Mateo 8:10), llorar, y sentir dolor (Juan 11:35). Él
vivió en la tierra justo como nosotros lo hacemos.

Jesús es un hombre sin pecado


También es esencial saber que Cristo no tiene una naturaleza pecaminosa, y que
nunca cometió pecado—aunque Él fue tentado en todo (Hebreos 4:15). Por tanto,
Jesús es completa y perfectamente hombre, y también ha experimentado toda la
gama de la experiencia humana. Tenemos un Salvador que verdaderamente
puede identificarse con nosotros porque Él es hombre, y que también
verdaderamente puede ayudarnos en la tentación porque Él nunca ha pecado. Es
una verdad asombrosa para apreciar, y que separa al Cristianismo de las otras
religiones.

CADA NATURALEZA ES PLENA Y COMPLETA

Habiendo visto las bases bíblicas de que Jesús es, ambos, Dios y hombre, la
segunda verdad que debemos reconocer es que cada una de las naturalezas de
Cristo es plena y completa. En otras palabras, Jesús es completamente Dios y
completamente hombre. Otra forma fácil de afirmarlo es Jesús es 100% Dios y
100% hombre.

Jesús es completamente Dios


Antes vimos que cada Persona de la Trinidad es completamente Dios. Las tres
Personas de la Trinidad no son cada uno un tercio de Dios, sino cada uno es el
todo de Dios. Por tanto, Jesús es completamente Dios, ya que es Dios el Hijo
encarnado. Esto significa que todo lo que es esencial para ser Dios es verdad de
Jesús. Jesús no es parte de Dios, ni un tercio de Dios. Al contrario, Él es
completamente Dios. “Porquetoda la plenitud de la Deidad reside
corporalmente en El” (Colosenses 2:9).
Jesús es completamente hombre
Es también importante reconocer que cuando decimos que Jesús es hombre, no
nos referimos simplemente a que Él es parcialmente hombre. Nos referimos a
que Él es completamente humano—todo lo que pertenece a la esencia de la
verdadera humanidad es verdad de el. Él es realmente tan humano como el resto
de nosotros.
El hecho de que Jesús es real y completamente humano es visible del hecho que
Él tiene un cuerpo humano (Lucas 24:39), una mente humana (Lucas 2:52), y un
alma humana (Mateo 26:38). Jesús no solamente se parece un hombre, Él no
solamente tiene algunos aspectos de lo que es esencial para la verdadera
humanidad pero sin los otros, sino que posee completa humanidad.

Es de ayuda estar conscientes de las falsas perspectivas acerca de Cristo. Porque


si tenemos un entendimiento de lo que no debemos creer, eso nos dará una figura
más completa de lo que debemos creer. Una de las falsas perspectivas que fue
rechazada en el concilio de Calcedonia enseñaba que “la única persona de Cristo
tenia un cuerpo humano pero no una mente o espíritu humano, y que la mente y
el espíritu de Cristo eran de la naturaleza divina de Dios el Hijo.”4 Debido a que
esta perspectiva no creía que Jesús tiene una mente y espíritu humano, de hecho
negaba que Cristo es completa y verdaderamente hombre. En cambio, presentaba
a Cristo como una especie de medio hombre que tiene un cuerpo humano, pero
su mente y su espíritu han sido reemplazados por la naturaleza divina. Pero como
vimos antes, Jesús es realmente tan humano como el resto de nosotros, porque de
la misma manera que tiene todos los elementos de la Deidad, Él tiene todos
elementos esenciales de la naturaleza humana, un cuerpo humano, un alma
humano, una mente humana, una voluntad humana, y emociones humanas. Su
mente humana no fue reemplazada por su mente divina. Sino en cambio, el tiene
ambas la mente humana y divina. Por estas razones, pueden ser engañosas usar
frases como “Jesús es Dios en un cuerpo” o “Jesús es Dios con piel encima.”
Jesús será completamente Dios y completamente hombre por siempre
Para la gran mayoría de las personas es obvio que Jesús será Dios por siempre.
Pero por alguna razón a muchos de nosotros se nos escapa que Jesús también
será hombre por siempre. Él sigue siendo hombre ahora mismo mientras lees
esto y lo será por siempre. La Biblia es clara que Jesús se levantó físicamente de
los muertos en el mismo cuerpo que había muerto (Lucas 24:39) y luego
ascendió a los cielos como hombre, en su cuerpo físico (Hechos 1:9; Lucas
24:50-51). Para Él no hubiera tenido sentido hacer todo esto si iba a simplemente
desechar su cuerpo y dejar de ser hombre cuando llegaba al cielo.
Que Cristo continúo siendo hombre, con un cuerpo físico, después su ascensión
es confirmado por el hecho que cuando Él regrese, será como hombre, en Su
cuerpo. Él volverá físicamente. Filipenses 3:21 dice que en su Segunda Venida,
Cristo “transformará el cuerpo de nuestro estado de humillación en conformidad
al cuerpo de su gloria.” Este verso es claro que Jesús todavía tiene su cuerpo.
Es un cuerpo glorificado, al cual Pablo lo llama “el cuerpo de su gloria.” Y
cuando Cristo regrese, Él todavía lo tendrá porque este verso dice que Él
transformara nuestros cuerpos para que sean como el suyo. Ambos, Jesús y todos
los cristianos, continuarán viviendo juntos en sus cuerpos por siempre, porque el
cuerpo de resurrección no puede morir (1 Corintios 15:42) porque es eterno (2
Corintios 5:1).
¿Por qué Jesús se hizo hombre, y por qué será hombre para siempre? El libro de
Hebreos dice que así Cristo pudiera ser un Salvador apropiado que tiene todo lo
que necesitamos: “Por tanto, tenía que ser hecho semejante a sus hermanos en
todo, a fin de que llegara a ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote en las
cosas que a Dios atañen, para hacer propiciación por los pecados del pueblo.”
(2:17). Primero, nota que Jesús se hizo hombre para que Él pudiera morir por
nuestros pecados. Él tenía que ser humano para pagar por la penalidad de los
humanos. Segundo, este verso dice que debido a que Jesús es humano como
nosotros, Él es capaz de ser un misericordioso y fiel sumo sacerdote. Su
humanidad le permite simpatizar e identificarse completamente con nosotros. No
puedo evitar de creer que es muy destructivo para nuestro consuelo y nuestra fe
el no saber que Jesús es todavía un hombre y en su cuerpo. Porque si Él ya no es
un hombre en el cielo ¿Cómo podríamos tener el consuelo de saber que puede
compadecerse completamente de nosotros? Él puede compadecerse y ser un
misericordioso y fiel sumo sacerdote y saber lo que estamos atravesando no solo
porque Él estuvo una vez en la tierra como un hombre, sino porque Él continúa
por siempre como ese mismo hombre.

CADA NATURALEZA SE MANTIENE DISTINTA

Las verdades de las dos naturalezas de Cristo su plena humanidad y plena


divinidad son bastante bien entendidas y conocidas por los Cristianos. Pero para
un entendimiento correcto de la Encarnación debemos ir más profundamente.
Debemos entender que las dos naturalezas de Cristo se mantienen distintas y
retienen sus propiedades particulares. ¿Qué significa esto? Dos cosas: (1) Una no
altera las propiedades esenciales de la otra, y (2) tampoco se mezclan juntándose
en un misterioso tercer tipo de naturaleza.

Primero, sería equivocado pensar que las dos naturalezas de Cristo se mezclan
para formar un tercer tipo de naturaleza. Esta es una de las herejías que tuvo que
pelear la iglesia primitiva. Esta herejía enseñaba que “la naturaleza humana de
Cristo fue tomada y absorbida por su naturaleza divina, de modo que ambas
naturalezas cambiaron de alguna forma y surgió unatercera clase de
naturaleza. Podemos ver una analogía de [esto] si echamos una gota de tinta en
un vaso de agua: La mezcla resultante ya no es tinta pura ni agua pura, sino una
tercera clase de sustancia, una mezcla de las dos en que la tinta y el agua
cambian. Del mismo modo, [esta perspectiva enseñaba] que Jesús era una mezcla
de elementos divinos y humanos en los que ambos estaban de alguna forma
modificados para formar una nueva naturaleza.”5 Esta perspectiva no es bíblica
porque destruye, ambos, la deidad y la humanidad de Cristo. Porque si las dos
naturalezas de Cristo se mezclaran, entonces ya no es verdadera y completamente
Dios ni verdadera y completamente hombre, sino es un tipo de ser totalmente
diferente que resultó de la mezcla de las dos naturalezas.
Segundo, incluso si reconocemos que las naturalezas no se mezclan en un tercer
tipo de la naturaleza, también sería erróneo pensar que las dos naturalezas se han
cambiado entre sí. Por ejemplo, sería erróneo concluir que la naturaleza humana
de Jesús se volvió divina en algunas formas, o que Su naturaleza divina se hizo
humana en algunas formas. En cambio, cada naturaleza se mantiene distinta, y
por tanto retiene sus propiedades individuales particulares y no cambia. Como el
concilio de Calcedonia lo afirmó, “…la distinción de naturalezas no desaparecen
en absoluto por la unión, sino que quedan preservadas…”6 La naturaleza humana
de Jesús es humana, y solamente humana. Su naturaleza divina es divina, y
solamente divina. Por ejemplo, la naturaleza humana de Jesús no se volvió
omnisciente a través de la unión con Dios el Hijo, y tampoco Su naturaleza
divina se volvió ignorante de algo. Si cualquiera de las naturalezas hubiera
experimentado cambio en su naturaleza esencial, entonces Cristo ya no es
verdadera y completamente humano, o verdadera y completamente divino.
CRISTO ES UNA SOLA PERSONA

Lo que hemos visto hasta el momento acerca de la deidad y humanidad de Cristo


nos muestra que Cristo tiene dos naturalezas—una naturaleza divina y una
naturaleza humana—que cada naturaleza es plena y completa, que se mantienen
distintas y que no se mezclan para formar un tercer tipo de naturaleza, y que
Cristo será Dios y hombre por siempre.
Pero si Cristo tiene dos naturalezas, ¿esto quiere decir que Él es dos personas?
No, no quiere decir esto. Cristo sigue siendo una persona. Hay un solo Cristo. La
iglesia ha establecido históricamente esa verdad de esta manera: Cristo es dos
naturalezas unidas en una persona por siempre.
En este punto encontramos otra perspectiva herética para tener cuidado. Esta
perspectiva, aunque acepta que Jesús es completamente Dios y completamente
hombre, niega que Él sea una Persona. De acuerdo a esta perspectiva, hay dos
personas separadas en Cristo como también dos naturalezas. En contraste con
esto, la Biblia es bien clara que, aunque Jesús tiene dos naturalezas, es solo una
persona. En otras palabras, lo que esto significa es que no hay dos Jesucristos. A
pesar del hecho que Él tiene una dualidad de naturalezas, Él no es dos Cristos,
sino Uno. Mientras se mantienen distintas, las dos naturalezas están unidas en tal
manera que son una Persona.

Para ponerlo simple, hay un cierto sentido en el que Cristo es dos, y un sentido
distinto en el cual Cristo es uno. Él es dos en el hecho que tiene dos naturalezas
reales y completas, una divina y una humana. Él es uno en el hecho que, aunque
se mantienen distintas, estas dos naturalezas existen juntas de tal manera que
constituyen “una sola cosa.” En otras palabras, las dos naturalezas son ambas el
mismo Jesús, y por lo tanto son una Persona. Como dice el credo de Calcedonia,
Cristo es “para ser reconocido en dos naturalezas…concurrentes en una Persona
y una Sustancia, no partida ni dividida en dos personas, sino uno y el mismo
Hijo, y Unigénito, Dios, la Palabra, el Señor Jesucristo…”

EVIDENCIA DE QUE CRISTO ES UNA SOLA PERSONA

Veremos tres porciones de la enseñanza bíblica que muestran que aunque Cristo
tiene dos naturalezas distintas e inmutables, no obstante sigue siendo una
Persona.

1. Ambas naturalezas están representadas en las Escrituras que


constituyen “una cosa,” o sea unidas en una Persona.
Leemos en Juan 1:14, “Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. Aquí
vemos que las dos naturalezas: el Verbo (Su deidad) y carne (humanidad). Sin
embargo vemos que es una Persona, porque leemos que el Verbo se hizo carne.
“Se hizo” requiere que reconozcamos una unidad de las dos naturalezas tal que
son una sola cosa—eso es, una Persona. Porque ¿en qué sentido podría escribir
Juan que el verbo se hizo carne si estos no constituyen una Persona? Con
seguridad esto no puede significar “se volvió” carne, porque esto va en contra de
la enseñanza de la Escritura acerca de la diferencia de las naturalezas. Escrituras
adicionales relacionadas con esta línea de evidencia son Romanos 8:3, Gálatas
4:4, 1 Timoteo 3:16, Hebreos 2:11-14, 1 Juan 4:2,3.
2. Jesús nunca habla de Si mismo como “Nosotros”, sino siempre
como “Yo”.
3. Muchos pasajes se refieren a ambas naturalezas de Cristo, pero
es evidente que se entiende solamente una persona.
Es imposible leer los siguientes pasajes—que afirman claramente las dos
naturalezas de Cristo—y aún así concluir que Cristo es dos Personas. “Pues lo
que la ley no pudo hacer, ya que era débil por causa de la carne, Dios lo hizo:
enviando a su propio Hijo en semejanza de carne de pecado y como ofrenda por
el pecado, condenó al pecado en la carne…” (Romanos 8:3). “Pero cuando vino
la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la
ley…” (Gálatas 4:4). “…el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el
ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, sino que se despojó a sí mismo
tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-
7).

Habiendo visto que Cristo es dos naturalezas en una persona, y habiendo también
visto lo que está implicado en esto, examinaremos ahora una de las mayores
implicaciones de esto, la cuál nos debería ayudar a completar el cuadro y a
nuestro entendimiento.

Implicación: Cosas que son verdad de una de las naturalezas pero no de la


otra son, no obstante, verdad de la Persona de Cristo
Como vimos antes, el hecho de que Cristo es dos naturalezas significa que hay
cosas que son verdad de Su naturaleza humana y no son verdad de Su naturaleza
divina. Por ejemplo, Su naturaleza humana estuvo hambrienta, pero Su
naturaleza divina nunca podría estar hambrienta. Así que cuando Cristo tuvo
hambre en la tierra, era Su humanidad la que estaba hambrienta, no Su naturaleza
divina.

Pero la verdad ahora estamos en la posición de entender es que, en virtud de la


unión de las naturalezas en una Persona, las cosas que son verdad y son hechas
por solo una de las naturalezas de Cristo, son no obstante verdad y son hechas
por la Persona de Cristo. En otras palabras, cosas que hace una de las
naturalezas pueden ser consideradas hechas por Cristo mismo. De igual forma,
cosas que son verdad de una de las naturalezas pero no de la otra son verdad de la
Persona de Cristo como un todo. Lo que esto significa, en términos simples, es
que si hay algo que hizo solo una de las naturalezas de Cristo, Él todavía puede
decir, “yo lo hice.”
Tenemos muchas instancias en la Escritura que demuestran esto. Por ejemplo,
Jesús dice en Juan 8:58: “…antes que Abraham naciera, yo soy. Ahora bien, la
naturaleza humana de Cristo no existía antes de Abraham. Es la naturaleza divina
de Cristo la que existe eternamente antes de Abraham. Pero como Cristo es una
Persona, Él pudo decir que antes de que Abraham fuera, Él es.

Otro ejemplo es la muerte de Cristo. Dios no puede morir. Nosotros nunca


deberíamos hablar de la muerte de Cristo como la muerte de Dios. Pero los
humanos pueden morir, y la naturaleza humana de Jesús sí murió. Por tanto, aun
que la naturaleza divina de Jesús no murió, todavía podemos decir que la
Persona de Cristo experimentó la muerte debido a la unión de las dos
naturalezas en la una Persona de Cristo. Por eso, Grudem dice: “en virtud de la
unión con la naturaleza humana de Jesús, su divina naturaleza de alguna manera
saboreó algo de lo que es pasar por la muerte. La persona de Cristo experimentó
la muerte.”7
Te has preguntado alguna vez cómo Jesús podía haber dicho que Él no conocía ni
el día ni la hora de Su retorno (Mateo 24:36) a pesar de que Él es omnisciente
(Juan 21:17). Si Jesús es Dios, ¿Por qué no sabía el día de Su retorno? Esto es
resuelto por nuestro entendimiento de que Cristo es una Persona con dos
naturalezas. La respuesta es que respecto a Su naturaleza humana, Jesús no tiene
todo el conocimiento. Por tanto, en su naturaleza humana Él realmente no sabía
el día o la hora de Su retorno. Pero en Su naturaleza divina Él sabía cuando el
volvería.

Ahora viene la parte más fascinante. Debido a que las dos naturalezas están
unidas en una Persona, el hecho de que la naturaleza humana de Cristo no supiera
cuando Él retornaría significa que la Persona de Cristo no sabía cuando Él
retornaría. Por tanto, Jesús la Persona podía verdaderamente decir, “Pero de
aquel día y hora nadie sabe, ni siquiera los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo
el Padre.” (Mateo 24:36). A mismo tiempo, en virtud de Su naturaleza divina,
también podemos decir que la Persona de Cristo sabía cuando Él retornaría. El
conocimiento y la ignorancia del tiempo de Su retorno son ambos verdad en
Cristo, pero en diferentes maneras. En Su naturaleza humana, la Persona de
Cristo era ignorante de cuándo retornaría. En Su naturaleza divina, la Persona de
Cristo si sabía cuando retornaría. Por consiguiente, Cristo mismo
simultáneamente sabía y no sabía cuando retornaría.

CONCLUSIÓN

Hemos visto la evidencia bíblica para el hecho de que Cristo es Dios el Hijo, de
que Él tiene ambos una naturaleza humana y divina, que cada naturaleza es plena
y completa, que cada naturaleza se mantiene distinta, que Cristo es no obstante
una Persona, y que las cosas que son verdad de una de las naturalezas son verdad
de la Persona.

La relevancia de estas verdades de estas verdades debería ser obvia para


nosotros. Porque estas van al mismo centro de quien es Cristo. Saber estas
verdades afectará la forma en la que ves a Cristo y traerá vida a los relatos del
evangelio de Su vida. También este entendimiento profundizará nuestra devoción
a Cristo.

Segundo, tener un rico entendimiento de la Encarnación de Dios el Hijo nos


debería mejorar grandemente nuestra alabanza. Tendremos mucho asombro y
alegría en el hecho que la Persona eterna de Dios el Hijo se hizo hombre para
siempre. Nuestro reconocimiento del valor de Cristo será aumentando. Y nuestra
fe en Él será fortalecida por tener este entendimiento más profundo de quién es
Él.

La unión de la deidad y humanidad de Cristo en una Persona es de tal manera que


tenemos todo lo que necesitamos en el mismo Salvador. Cuán glorioso. Porque
Jesús es Dios, Él es todopoderoso y no puede ser vencido. Porque Él es Dios, Él
es el único Salvador adecuado. Porque Él es Dios, los creyentes están seguros y
nunca podrán perecer; tenemos seguridad. Porque Él es Dios, podemos confiar
que Él nos dará el poder para las tareas que Él ordena para nosotros. Y porque Él
es Dios, toda la gente será responsable delante de Él cuando Él vuelva a juzgar el
mundo.

Porque Jesús es hombre, Él ha experimentado las mismas cosas que nosotros.


Porque Él es hombre, Él se puede identificar con nosotros más íntimamente.
Porque Él es hombre, Él puede venir a nuestra ayuda como nuestro compasivo
Sumo Sacerdote cuando alcanzamos los limites de nuestra debilidad humana.
Porque Él es hombre, podemos identificarnos con Él—Él no esta alejado y ajeno.
Porque Él es hombre, no podemos quejarnos de que Dios no sabe lo que estamos
atravesando. Él lo experimento de primera mano.
Finalmente, necesitamos estar preparados para defender la verdad de la deidad de
Jesús, la humanidad de Jesús, y su unión inconfundiblemente en una Persona. Por
tanto, considera comprometerte a memorizar muchos de los versos que enseñan
que Jesús es Dios y hombre, y ser capaz de explicar la relación entre las dos
naturalezas de Cristo a otros.

Podemos anticipar al día cuando lo veamos cara a cara, y hasta entonces que la
esperanza gozosa de ese día inspire en nosotros una gran diligencia en servirle y
adorarle.

Jesucristo, verdadero
hombre (27.I.88)
1. Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre: es el misterio
central de nuestra fe y es también la verdad) clave de nuestras
catequesis cristológicas. Esta mañana nos proponemos buscar el
testimonio de esta verdad en la Sagrada Escritura,
especialmente en los Evangelios y en la tradición cristiana.

Hemos visto ya que en los Evangelio Jesucristo se presenta y se


da a conocer como Dios-Hijo, especialmente cuando declara: 'Yo
y el Padre somos una sola cosa' (Jn 10, 30), cuando se atribuye
a Sí mismo el nombre de Dios 'Yo soy' (Cfr. Jn 8, 58), y los
atributos divinos; cuando afirma que le 'ha sido dado todo poder
en el cielo y en la tierra' (Mt 28, 18): el poder del juicio final
sobre todos los hombres y el poder sobre la ley (Mt 5, 22. 28.
32. 34. 39. 44) que tiene su origen y su fuerza en Dios, V por
último el poder de perdonar los pecados (Cfr. Jn 20, 22)23),
porque aun habiendo recibido del Padre el poder de pronunciar
el 'juicio' final sobre el mundo (Cfr. Jn 5, 22), El viene al mundo
'a buscar y salvar lo que estaba perdido' (Lc 19, 10).
Para confirmar su poder divino sobre la creación, Jesús realiza
'milagros', es decir, 'signos' que testimonian que junto con El ha
venido al mundo el reino de Dios.

2. Pero este Jesús que, a través de todo lo que 'hace y enseña',


da testimonio de Sí como Hijo de Dios, a la vez se presenta a Sí
mismo y se da a conocer como verdadero hombre. Todo el
Nuevo Testamento y en especial los Evangelios atestiguan de
modo inequívoco esta verdad, de la cual Jesús tiene un
conocimiento clarísimo y que los Apóstoles y Evangelistas
conocen, reconocen y transmiten sin ningún género de duda.
Por tanto, debemos dedicar la catequesis de hoy a recoger y a
comentar al menos en un breve bosquejo los datos evangélicos
sobre esta verdad, siempre en conexión con cuanto hemos dicho
anteriormente sobre Cristo como verdadero Dios.

Este modo de aclarar la verdadera humanidad del Hijo de Dios


es hoy indispensable, dada la tendencia tan difundida a ver y a
presentar a Jesús sólo como hombre: un hombre insólito y
extraordinario, pero siempre y sólo un hombre. Esta tendencia
característica de los tiempos modernos es en cierto modo
antitética a la que se manifestó bajo formas diversas en los
primeros siglos del cristianismo y que tomó el nombre de
'docetismo'. Según los 'docetas', Jesucristo era un hombre
'aparente', es decir, tenia a apariencia de un hombre, pero en
realidad era solamente Dios.

Frente a estas tendencias opuestas, la Iglesia profesa y


proclama firmemente la verdad sobre Cristo como Dios-hombre,
verdadero Dios y verdadero Hombre; una sola Persona (la divina
del Verbo) subsistente en dos naturalezas, la divina y la
humana, como enseña el catecismo. Es un profundo misterio de
nuestra fe, pero encierra en sí muchas luces.

3. Los testimonios bíblicos sobre la verdadera humanidad de


Jesucristo son numerosos y claros. Queremos reagruparlos
ahora para explicarlos después en las próximas catequesis.

El punto de arranque es aquí la verdad de la Encarnación: 'Et


incarnatus est', profesamos en el Credo. Más distintamente se
expresa esta verdad en e el prólogo del Evangelio de Juan: 'Y el
Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros' (Jn 1, 14). Carne
(en griego 'sarx') significa el hombre en concreto, que
comprende la corporeidad y, por tanto, !a precariedad, la
debilidad, en cierto sentido la caducidad ('Toda carne es hierba',
leemos en el libro de Isaías 40, 6). Jesucristo es hombre en este
significado de la palabra 'carne.'

Esta carne (y por tanto la naturaleza humana) la ha recibido


Jesús de su Madre, María, la Virgen de Nazaret. Si San Ignacio
de Antioquía llama a Jesús 'sarcóforos' (Ad Smirn., 5), con esta
palabra indica claramente su nacimiento humano de una mujer,
que le ha dado la 'carne humana'. San Pablo había dicho ya que
'envió Dios a su Hijo, nacido de mujer' (Gal 4, 4).

4. El Evangelista Lucas habla de este nacimiento de una mujer


cuando describe los acontecimientos de la noche de Belén:
'Estando allí se cumplieron los días de su parto y dio a luz a su
hijo primogénito y le envolvió en pañales y lo acostó en un
pesebre' (Lc 2, 6-7). El mismo Evangelista nos da a conocer que
el octavo día después del nacimiento, el Niño fue sometido a la
circuncisión ritual y 'le dieron el nombre de Jesús (Lc 2, 21). El
día cuadragésimo fue ofrecido como 'primogénito' en el templo
jerosolimitano según la ley de Moisés (Cfr. Lc 2, 22-24)

Y, como cualquier otro niño, también este 'Niño crecía y se


fortalecía lleno de sabiduría' (Lc 2, 40). 'Jesús crecía en
sabiduría y edad y gracia ante Dios y ante los hombres' (Lc 2,
52).

5. Veámoslo de adulto, como nos lo presentan más


frecuentemente los Evangelios. Como verdadero hombre,
hombre de carne (sarx), Jesús experimentó el casancio, el
hambre y la sed. Leemos: 'Y habiendo ayunado cuarenta días y
cuarenta noches, al fin tuvo hambre' (Mt 4, 2). Y en otro lugar:
'Jesús, fatigado del camino, se sentó sin más junto a la fuente...
Llega una mujer de Samaria a sacar agua y Jesús le dice: dame
de beber' (Jn 4, 6).

Jesús tiene, pues, un cuerpo sometido al cansancio, al


sufrimiento, un cuerpo mortal. Un cuerpo que al final sufre las
torturas del martirio mediante la flagelación, la coronación de
espinas y, por último, la crucifixión. Durante la terrible agonía,
mientras moría en el madero de la cruz, Jesús pronuncia aquel
su 'Tengo sed' (Jn 19, 28), en el cual está contenida una última,
dolorosa y conmovedora expresión de la verdad de su
humanidad.

6. Sólo un verdadero hombre ha podido sufrir como sufrió Jesús


en el Gólgota, sólo un verdadero hombre ha podido morir como
murió verdaderamente Jesús. Esta muerte la constataron
muchos testigos oculares, no sólo amigos y discípulos, sino,
como leemos en el Evangelio de San Juan, los mismos soldados
que 'llegando, a Jesús, como le vieron ya muerto, no le
rompieron las piernas sino que uno de los soldados le atravesó
con su lanza el costado, y al instante salió sangre y agua' (Jn
19, 33-34).

'Nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio


Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado': con estas palabras
del Símbolo de los Apóstoles la Iglesia profesa la verdad del
nacimiento y de la muerte de Jesús. La verdad de la
Resurrección se atestigua inmediatamente después con las
palabras: 'al tercer día resucitó de entre los muertos'.

7. La resurrección confirma de un modo nuevo que Jesús es


verdadero hombre: si el Verbo para nacer en él tiempo 'se hizo
carne', cuando, resucito volvió a tomar el propio cuerpo de
hombre. Sólo un verdadero hombre ha podido sufrir y morir en
la cruz, sólo un verdadero hombre ha podido resucitar.
Resucitar quiere decir volver a la vida en el cuerpo. Este cuerpo
puede ser transformado, dotado de nuevas cualidades y
potencias, y al final incluso glorificado (como en a ascensión de
Cristo y en la futura resurrección de los muertos), pero es
cuerpo verdaderamente humano. En efecto, Cristo resucitado se
pone en contacto con los Apóstoles, ellos lo ven, lo miran, tocan
a las cicatrices que quedaron después de la crucifixión y El no
sólo habla y se entretiene con ellos, sino que incluso acepta su
comida: 'Le dieron un trozo de pez asado y tomándolo comió
delante de ellos' (Lc 24, 42-43). Al final Cristo con este cuerpo
resucitado y ya glorificado pero siempre cuerpo de verdadero
hombre asciende al cielo para sentarse 'a la derecha del Padre'.
8. Por tanto verdadero Dios y verdadero hombre. No un hombre
aparente, no un 'fantasma' (homo phantasticus), sino hombre
real. Así lo conocieron los Apóstoles y el grupo de creyentes que
constituyó la Iglesia de los comienzos. Así nos hablaron en su
testimonio.

Notamos desde ahora que así las cosas no existe en Cristo una
antinomia entre lo que es 'divino' y lo que es 'humano'. Si el
hombre desde el comienzo ha sido creado a imagen y
semejanza de Dios (Cfr. Gen 1, 27; 5, 1), y por tanto lo que es
'humano puede manifestar también lo que es 'divino', mucho
más ha podido ocurrir esto en Cristo. El reveló su divinidad
mediante la humanidad, mediante una vida auténticamente
humana. Su 'humanidad' sirvió para revelar su 'divinidad': su
Persona de Verbo-Hijo.

Al mismo tiempo El como Dios)Hijo no era, por ello, menos


hombre. Para revelarse como Dios no estaba obligado a ser
'menos' hombre. Más aún: por este hecho El era 'plenamente'
hombre, o sea en a asunción de la naturaleza humana en unidad
con la Persona divina del Verbo, El realizaba en plenitud la
perfección humana. Es una dimensión antropológica de la
cristología sobre la que volveremos a hablar.

Jesucristo, plenamente hombre (3.II.88)

1. Jesucristo es verdadero hombre. Continuamos la catequesis


anterior dedicada a este tema. Se trata de una verdad
fundamental de nuestra fe. Fe basada en la palabra de Cristo
mismo, confirmada por el testimonio de los Apóstoles y
discípulos, trasmitida de generación en generación en la
enseñanza de la Iglesia: 'Credimus... Deum verum et hominem
verum non phantasticum, sed unum et unicum Filium Dei'
(Concilio Lugdunense II: DS, 852) .

Más recientemente, el Concilio Vaticano II ha recordado la


misma doctrina al subrayar la relación nueva que el Verbo,
encarnándose y haciéndose hombre como nosotros, ha
inaugurado con todos y cada uno: 'El Hijo de Dios con su
encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre.
Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de
hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de
hombre. Nacido de la Virgen María se hizo verdaderamente uno
de los nosotros. semejante en todo, a nosotros, excepto en el
pecado' (Gaudium et Spes, 22)

2. Ya en el marco de la catequesis precedente hemos intentado


hacer ver esta 'semejanza' de Cristo con ' nosotros', que se
deriva del hecho de que El era verdadero hombre: 'El Verbo se
hizo carne', y 'carne' ('sarx') indica precisamente el hombre en
cuanto ser corpóreo (sarkikos), que viene a la luz mediante el
nacimiento 'de una mujer' (Cfr. Gal. 4, 4). En su corporeidad,
Jesús de Nazaret, como cualquier hombre, ha experimentado el
casancio, el hambre y la sed. Su cuerpo era pasible, vulnerable,
sensible al dolor físico. Y precisamente en esta carne ('sarx'),
fue sometido El a torturas terribles, para ser finalmente,
crucificado: 'Fue crucificado, murió y fue sepultado'.

El texto conciliar citado más arriba, completa todavía esta


imagen cuando dice 'Trabajó con manos de, hombre, pensó con
inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con
corazón de hombre' (Gaudium et Spes, 22).

3. Prestemos hoy un atención particular a esta última


afirmación, que nos hace entrar en el mundo interior de la vida
psicológica de Jesús. El experimentaba verdaderamente los
sentimientos humanos: a alegría, la, tristeza, la indignación, a
admiración, el amor. Leemos, por ejemplo, que Jesús 'se sintió
inundado de gozo en el Espíritu Santo' (Lc 10, 21); que lloró
sobre Jerusalén: 'Al ver la ciudad, lloró sobre ella, diciendo: ¡Si
al menos en este día conocieras lo que hace a la paz tuya!' (Lc
9, 41-42), lloró también después de la muerte de su amigo
Lázaro: 'Viéndola llorar Jesús (a María), y que lloraban también
los judíos que venían con ella, se conmovió hondamente y se
turbó, y dijo ¿Dónde le habéis puesto? Dijéronle Señor, ven y
ve. Lloró Jesús' (Jn 11, 33-35).

4. Los sentimientos de tristeza alcanzan en Jesús una intensidad


particular en el momento de Getsemaní. Leemos: 'Tomando
consigo a Pedro, a Santiago y a Juan comenzó a sentir temor y
angustia, y les decía: Triste está mi alma hasta la muerte' (Mc
14, 33-34; cfr. también Mt 26, 37). En Lucas leemos: 'Lleno de
angustia, oraba con más insistencia; y sudó como gruesas gotas
de sangre, que corrían hasta la tierra' (Lc 22, 44). Un hecho de
orden psico-físico que atestigua, a su vez, la realidad humana
de Jesús.

5. Leemos, asimismo, episodios de indignación de Jesús. Así,


cuando se presenta a El, para que lo cure, un hombre con la
mano seca, en día de sábado, Jesús. en primer lugar, hace a los
presentes esta pregunta: '¿Es, lícito en sábado hacer bien o mal,
salvar una vida o matarla?, y ellos callaban. Y dirigiéndoles una
mirada airada, entristecido por la dureza de su corazón, dice al
hombre: Extiende tu mano. La extendió y fuele restituida la
mano' (Mc 3,5).

La misma indignación vemos en el episodio de los vendedores


arrojados del templo. Escribe Mateo que 'arrojo de allí a cuantos
vendían y compraban n él, y derribó las mesas de los cambistas
y los asientos de los vendedores de palomas, diciéndoles:
escrito está: !Mi casa será llamada Casa de oración pero
vosotros la habéis convertido en cueva de ladrones (Mt 21, 12-
13; cfr. Mc 11,15).

6. En otros lugares leemos que Jesús 'se admira': 'Se admiraba


de su incredulidad' (Mc 6, 6). Muestra también admiración
cuando dice: 'Mirad los lirios como crecen... ni Salomón en toda
su gloria se vistió como uno de ellos' (Lc 12, 27). Admira
también la fe de la mujer cananea: 'Mujer, ¡qué grande es tu
fe!' (Mt 15, 28).

7. Pero en los Evangelios resulta, sobre todo, que Jesús ha


amado. Leemos que durante el coloquio con el joven que vino a
preguntarle qué tenía que hacer para entrar en el reino de los
cielos, 'Jesús poniendo en él los ojos, lo amó' (Mc 10, 21 ) . El
Evangelista Juan escribe que 'Jesús amaba a Marta y a su
hermana y a Lázaro' (Jn 11, 5), y se llama a sí mismo 'el
discípulo a quien Jesús amaba' (Jn 13, 23).

Jesús amaba a los niños: 'Presentáronle unos niños para que los
tocase...y abrazándolos, los bendijo imponiéndoles las manos'
(Mc 10, 13-16). Y cuando proclamó el mandamiento del amor,
se refiere al amor con el que El mismo ha amado: 'Este es mi
precepto: que os améis unos a otros como yo os he amado' (Jn
15, 12).

8. La hora de la pasión, especialmente a agonía en la cruz,


constituye, puede decirse, el zenit del amor con que Jesús,
'habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó
hasta el fin' (Jn 13, 1). 'Nadie tiene amor mayor que éste de dar
uno la vida por sus amigos' (Jn 15, 13).Contemporáneamente,
éste es también el zenit de la tristeza y del abandono que El ha
experimentado en su vida terrena. Una expresión penetrante de
este abandono, permanecerán por siempre aquellas palabras:
'Eloí, Eloí, lama sabachtani?... Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?' (Mc 15, 34).Son palabras que Jesús toma del
Salmo 22 (22, 2) y con ellas expresaba el desgarro supremo de
su alma y de su cuerpo, incluso la sensación misteriosa de un
abandono momentáneo por parte de Dios. ¡El clavo más
dramático y lacerante de toda la pasión!

9. Así, pues, Jesús se ha hecho verdaderamente semejante a los


hombres, asumiendo la condición de siervo, como proclama la
Carta a los Filipenses(Cfr. 2, 7). Pero la Epístola a los Hebreos,
al hablar de El como 'Pontífice de los bienes futuros' (Heb 9,
11), confirma v precisa que 'no es nuestro Pontífice tal que no
pueda compadecerse de nuestras flaquezas, antes fue tentado
en todo a semejanza nuestra, fuera del pecado' (Heb 4, 15).
Verdaderamente 'no había conocido el pecado', aunque San
Pablo dirá que Dios, 'a quien no conoció el pecado, le hizo
pecado por nosotros para que en El fuéramos justicia de Dios' (2
Cor 5, 21 ).

El mismo Jesús pudo lanzar el desafío: '¿Quién de vosotros me


argüirá de pecado?' (Jn 8, 46). Y he aquí la fe de la Iglesia:
'Sine peccato conceptus, natus et mortuus'. Lo proclama en
armonía con toda la Tradición el Concilio de Florencia (Decreto
pro Iacob.: DS 1347): Jesús 'fue concebido, nació y murió sin
mancha de pecado'. El es el hombre verdaderamente justo y
santo.
10. Repetimos con el Nuevo Testamento, con el Símbolo y con
el Concilio: 'Jesucristo se ha hecho verdaderamente uno de
nosotros, en todo semejante a nosotros, excepto en el pecado'
(Cfr Heb 4, 15). Y precisamente, gracias a una semejanza tal:
'Cristo, el nuevo Adán..., manifiesta plenamente el hombre al
propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación'
(Gaudium et Spes 22).

Se puede decir que, mediante esta constatación, el Concilio


Vaticano II da respuesta, una vez más, a la pregunta
fundamental que lleva por titulo el celebre tratado de San
Anselmo: Cur Deus homo? Es una pregunta del intelecto que
ahonda en el misterio del Dios)Hijo, el cual se hace verdadero
hombre 'por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación',
como profesamos en el Símbolo de fe niceno-
constantinopolitano.

Cristo manifiesta 'plenamente' el hombre al propio hombre por


el hecho de que El 'no había conocido el pecado'. Puesto que el
pecado no es de ninguna manera un enriquecimiento del
hombre. Todo lo contrario: lo deprecia, lo disminuye, lo priva de
la plenitud que le es propia (Cfr. Gaudium et Spes, 13). La
recuperación, la salvación del hombre caído es la respuesta
fundamental a la pregunta sobre el porqué de la Encarnación.

La Encarnación del Verbo, revaloriza la humanidad (10.II.88)

1. Jesucristo, verdadero hombre, es 'semejante a nosotros en


todo excepto en el pecado'. Este ha sido el tema de la
catequesis precedente. El pecado está esencialmente excluido
de Aquel que, siendo verdadero hombre, es también verdadero
Dios ('verus homo', pero no 'merus homo').

Toda la vida terrena de Cristo y todo el desarrollo de su misión


testimonian la verdad de su absoluta impecabilidad. El mismo
lanzó el reto: '¿Quién de vosotros me argüirá de pecado?' (Jn 8,
46). Hombre 'sin pecado', Jesucristo, durante toda su vida,
lucha con el pecado y con todo lo que engendra el pecado,
comenzando por Satanás, que es el 'padre de la mentira', en la
historia del hombre 'desde el principio' (Cfr. Jn 8, 44). Esta
lucha queda delineada ya al principio de la misión mesiánica de
Jesús, en el momento de la tentación (Cfr. Mc 1, 13; Mt 4, 1-11;
Lc 4, 1-13), y alcanza su culmen en la cruz y en la resurrección.
Lucha que, finalmente, termina con la victoria.

2. Esta lucha contra el pecado y sus raíces no aleja a Jesús del


hombre. Muy al contrario, lo acerca a los hombres, a cada
hombre. En su vida terrena Jesús solía mostrarse
particularmente cercano de quienes, a los ojos de los demás,
pasaban por pecadores.. Esto lo podemos ver en muchos
pasajes del Evangelio.

3. Bajo este aspecto es importante la 'comparación' que hace


Jesús entre su persona misma y Juan el Bautista. Dice Jesús:
'porque vino Juan, que no comía ni bebía, y dicen: Está poseído
del demonio. Vino el Hijo del hombre, comiendo y bebiendo, y
dicen: Es un comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y
pecadores' (Mt 11, 18-19).

Es evidente el carácter 'polémico' de estas palabras contra los


que antes criticaban a Juan el Bautista, profeta solitario y asceta
severo que vivía y bautizaba a orillas del Jordán, y critican a
después a Jesús porque se mueve y actúa en medio de la gente.
Pero resulta igualmente transparente, a la luz de estas palabras,
la verdad sobre el modo de ser, de sentir, de comportarse Jesús
hacia los pecadores.

4. Lo acusaban de 'ser amigo de publicanos (es decir, los


recaudadores de impuestos, de mala fama, odiados y
considerados no observantes: cfr. Mt 5, 46; 9, 11; 18, 17) y
pecadores'. Jesús no rechaza radicalmente este juicio, cuya
verdad ) aun excluida toda connivencia y toda reticencia)
aparece confirmada en muchos episodios registrados por el
Evangelio. Así, por ejemplo, el episodio referente al jefe de los
publicanos de Jericó, Zaqueo, a cuya casa Jesús, por así decirlo,
se auto-invitó: 'Zaqueo, baja pronto ) Zaqueo, siendo de
pequeña estatura estaba subido sobre un árbol para ver mejor a
Jesús cuando pasara) porque hoy me hospedaré en tu casa'. Y
cuando el publicanos bajó lleno de alegría. y ofreció a Jesús la
hospitalidad de su propia a casa, oyó que Jesús le decía: 'Hoy
ha venido la salud a tu casa, por cuanto éste es también hijo de
Abrahán; pues el Hijo de! hombre ha venido a buscar y salvar lo
que estaba perdido' (Cfr. Lc 19, 1-10). De este texto se
desprende no sólo la familiaridad de Jesús con publicanos y
pecadores, sino también el motivo por el que Jesús los buscara
y tratara con ellos: su salvación.

5. Un acontecimiento parecido queda vinculado al nombre de


Leví, hijo de Alfeo. El episodio es tanto más significativo cuanto
que este hombre, que Jesús había visto 'sentado al mostrador
de los impuestos', fue llamado para ser uno de los Apóstoles:
'Sígueme', le dijo Jesús. Y él, levantándose, lo siguió. Su
nombre aparece en la lista de los doce como Mateo y sabernos
que es el autor de uno de los Evangelios. El Evangelista Marcos
dice que Jesús 'estaba sentado a la mesa en casa de éste' y que
'muchos publicanos y pecadores estaban recostados con Jesús y
con sus discípulos' (Cfr. Mc 2, 13)15). También en este caso 'los
escribas de la secta de los fariseos' presentaron sus quejas a los
discípulos; pero Jesús les dijo: 'No tienen necesidad de médico
los sanos, sino los enfermos; ni he venido yo a llamar a los
justos, sino a los pecadores' (Mc 2, 17).

6. Sentarse a la mesa con otros )incluidos 'los Publicanos y los


pecadores') es un modo de ser humano, que se nota en Jesús
desde el principio de su actividad mesiánica. Efectivamente, una
de las primeras ocasiones en que El manifestó su poder
mesiánico fue durante el banquete nupcial de Caná de Galilea, al
que asistió acompañado de su Madre y de sus discípulos (Cfr. Jn
2,1-12). Pero también más adelante Jesús solía aceptar las
invitaciones a la mesa no sólo de los 'Publicanos', sino también
de los 'fariseos', que eran sus adversarios más encarnizados.
Veámoslo, por ejemplo, en Lucas: 'Le invitó un fariseo a comer
con él, y entrando en su casa, se puso a la mesa' (Lc 7, 36).

7. Durante esta comida sucede un hecho que arroja todavía


nueva luz sobre el comportamiento de Jesús con la pobre
humanidad, formada por tantos y tantos 'pecadores',
despreciados y condenados por los que se consideran 'justos'.
He aquí que una mujer conocida en la ciudad como pecadora se
encontraba entre los presentes y, llorando, besaba los pies de
Jesús y los ungía con aceite perfumado. Se entabla entonces un
coloquio entre Jesús y el amo de la casa, durante el cual
establece Jesús un vínculo esencial entre la remisión de los
pecados y el amor que se inspira en la fe: '...le son perdonados
sus muchos pecados, porqué amó mucho Tus pecados te son
perdonados... Tu fe te ha salvado, 'vete en paz!' (Cfr. Lc 7, 36-
50).

8. No es el único caso de este género. Hay otro que, en cierto


modo, es dramático: es el de una mujer 'sorprendida en
adulterio' (Cfr. Jn 8, 1-11).También este acontecimiento (como
el anterior) explica en qué sentido era Jesús 'amigo de
publicanos y de pecadores'. Dijo a la mujer: 'Vete y no peques
más' (Jn 8, 11). El, que era 'semejante a nosotros en todo
excepto en el pecado se mostró cercano a los pecadores y
pecadoras para alejar de ellos el pecado. Pero consideraba este
fin mesiánico de una manera completamente 'nueva' respecto
del rigor con que trataban a los 'pecadores' los que los juzgaban
sobre la base de la Ley antigua. Jesús obraba con el espíritu de
un amor grande hacia el hombre, en virtud de la solidaridad
profunda, que nutría en Sí mismo, con quien había sido creado
por Dios a su imagen y semejanza (Cfr. Gen 1, 27; 5, 1).

9. ¿En qué consiste esta solidaridad? Es la manifestación del


amor que tiene su fuente en Dios mismo. El Hijo de Dios ha
venido al mundo para revelar este amor. Lo revela ya por el
hecho mismo de hacerse hombre: uno como nosotros. Esta
unión con nosotros en la humanidad por parte de Jesucristo,
verdadero hombre, es la expresión fundamental de su
solidaridad con todo hombre, porque habla elocuentemente del
amor con que .Dios mismo nos ha amado a todos y a cada uno.
El amor es reconfirmado aquí de una manera del todo particular
El que ama desea compartirlo todo con el ama. Precisamente
por esto el Hijo de Dios se hace hombre. De El había predicho
Isaías: 'Él tomó nuestras enfermedades y cargó con nuestras
dolencias' (Mt 8,17; cf. Is 53, 4'. De esta manera, Jesús
comparte con cada hijo e hija del género humano la misma
condición existencial. Y en esto revela El también la dignidad
esencial del hombre de cada uno y de todos. Se puede decir que
la Encarnación es una 'revalorización' inefable del hombre y de
la humanidad.
10. Este 'amor)solidaridad' sobresale en toda la vida y misión
terrena del Hijo del hombre en relación, sobre todo, con los que
sufren bajo el peso de cualquier tipo de miseria física o moral.
En el vértice de su camino estará 'la entrega de su propia vida
para rescate de muchos' (Cfr. Mc 10, 45): el sacrificio redentor
de la cruz. Pero, a lo largo del camino, que lleva a este sacrificio
supremo, la vida entera de Jesús es una manifestación
multiforme de su solidaridad con el hombre, sintetizada en estas
palabras: 'EL Hijo del Hombre no ha venido para ser servido,
sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos (Mc. 10,
45). Era niño como todo niño humano. Trabajó con sus propias
manos junto a José de Nazaret, de la misma manera como
trabajan los demás hombres (Cfr. Laborem Exercens, 26). Era
un hijo de Israel, participaba en la cultura, tradición, esperanza
y sufrimiento de su pueblo. Conoció también lo que a menudo
acontece en la vida de los hombres llamados a una determinada
misión: la incomprensión e incluso la traición de uno de los que
El había elegido como sus Apóstoles y continuadores; y probó
también por esto un profundo dolor (Cfr. Jn 13, 21).

Y cuando se acercó el momento en que 'debía dar su vida en


rescate por muchos' (Mt 20, 28), se ofreció voluntariamente a Sí
mismo (Cfr. Jn 10, 18), consumando así el misterio de su
solidaridad en el sacrificio. EL gobernador romano, para definirlo
ante los acusadores reunidos, no encontró otra palabra fuera de
éstas: 'Ahí tenéis al hombre' (Jn 19, 5)

Esta palabra de un pagano, desconocedor del misterio, pero no


insensible a la fascinación que se desprendía de Jesús incluso en
aquel momento, lo dice todo sobre la realidad humana de
Cristo: Jesús es el hombre; un hombre verdadero que,
semejante a nosotros en todo menos en el pecado, se ha hecho
víctima por el pecado y solidario con todos hasta la muerte de
cruz.

'Se anonadó a sí mismo' (17.II.88)

1. 'Aquí tenéis al hombre' (Jn 19, 5). Hemos recordado en la


catequesis anterior estas palabras que pronunció Pilato al
presentar a Jesús a los sumos sacerdotes y a los guardias,
después de haberlo hecho flagelar y antes de pronunciar la
condena definitiva a la muerte de cruz. Jesús, llagado, coronado
de espinas, vestido con un manto de púrpura, escarnecido y
abofeteado por los soldados, cercano ya a la muerte, es el
emblema de la humanidad sufriente.

'Aquí tenéis al hombre'. Esta expresión encierra en cierto


sentido toda la verdad sobre Cristo verdadero hombre: sobre
Aquel que se ha hecho 'en todo semejante a nosotros excepto
en el pecado'; sobre Aquel que 'se ha unido en cierto modo con
todo hombre' (Cfr. Gaudium et Spes, 22). Lo llamaron 'amigo de
publicanos y pecadores'. Y justamente como víctima por el
pecado se hace solidario con todos, incluso con los 'pecadores',
hasta la muerte de cruz. Pero precisamente en esta condición de
víctima, resalta un último aspecto de su humanidad, que debe
ser aceptado y meditado profundamente ala luz del misterio de
su 'despojamiento' (Kenosis). Según San Pablo, El, 'siendo de
condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios. Sino
que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo,
haciéndose semejante a !os hombres y apareciendo en su porte
como hombre, y se humilló a sí mismo obedeciendo hasta la
muerte y muerte de cruz' (Flp 2, 6-8).

2. El texto paulino de la Carta a los Filipenses nos introduce en


el misterio de la 'Kenosis' de Cristo. Para expresar esto misterio,
el Apóstol utiliza primero la palabra 'se despojó', y ésta se
refiere sobre todo a la realidad de la Encarnación: 'la Palabra se
hizo carne' (Jn 1,11). Dios-Hijo asumió la naturaleza humana, la
humanidad, se hizo verdadero hombre, permaneciendo Dios! La
verdad sobre Cristo)hombre debe considerarse siempre en
relación a Dios-Hijo. Precisamente esta referencia permanente
la señala el texto de Pablo. 'Se despojó de sí mismo' no significa
en ningún modo que cesó de ser Dios: ¡Sería un absurdo! Por el
contrario significa, como se expresa de modo perspicaz el
Apóstol, que 'no retuvo ávidamente el ser 'igual a Dios', sino
que 'siendo de condición divina' ('in forma Dei") (como
verdadero Dios-Hijo), El asumió una naturaleza humana privada
de gloria, sometida al sufrimiento y ala muerte, en la cual poder
vivir la obediencia al Padre hasta el extremo sacrificio.
3. En este contexto, el hacerse semejante a los hombres
comportó una renuncia voluntaria, que se extendió incluso a los
'privilegios', que El habría podido gozar como hombre.
Efectivamente, asumió 'la condición de siervo'. No quiso
pertenecer a las categorías de los poderosos, quiso ser como el
que sirve: pues 'el Hijo del hombre no ha venido a ser servido,
sino a servir' (Mc 10, 45).

4. De hecho vemos en los Evangelios que la vida terrena de


Cristo estuvo marcada desde el comienzo con el sello de la
pobreza. Esto se pone de relieve ya en la narración del
nacimiento, cuando el Evangelista Lucas hace notar que 'no
tenían sitio (María y José) en el alojamiento' y que Jesús fue
dado a luz en un establo y acostado en un pesebre (Cfr. Lc 2,
7). Por Mateo sabemos que ya en los primeros meses de su vida
experimentó la suerte del prófugo (Cfr. Mt 2, 13-15). La vida
escondida en Nazaret se desarrolló en condiciones
extremadamente modestas, las de una familia cuyo jefe era un
carpintero (Cfr. Mt 13, 55), y en el mismo oficio trabajaba Jesús
con su padre putativo (Cfr. Mc 6, 3). Cuando comenzó su
enseñanza, una extrema pobreza siguió acompañándolo, como
atestigua de algún modo él mismo refiriéndose a la precariedad
de sus condiciones de vida, impuestas por su ministerio de
evangelización. 'Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo
nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza'
(Lc. 9, 58).

5. La misión mesiánica de Jesús encontró desde el principio


objeciones e incomprensiones, a pesar de los 'signos' que
realizaba. Estaba bajo observación y era perseguido por los que
ejercían el poder y tenían influencia sobre el pueblo. Por último,
fue acusado, condenado y crucificado: la mas infamante de
todas las clases de penas de muerte, que se aplicaba sólo en los
casos de crímenes de extrema gravedad, a los que no eran
ciudadanos romanos y a los esclavos. También por esto se
puede decir con el Apóstol que Cristo asumió, literalmente, la
'condición de siervo' (Flp 2, 7).

6. Con este 'despojamiento de sí mismo', que caracteriza


profundamente la verdad sobre Cristo verdadero hombre,
podernos decir que se restablece la verdad del hombre
universal: se restablece y se 'repara'. Efectivamente, cuando
leemos que el Hijo 'no retuvo ávidamente el ser igual a Dios', no
podemos dejar de percibir en estas palabras una alusión a la
primera y originaria tentación a la que el hombre y la mujer
cedieron 'en el principio': 'seréis como dioses, conocedores del
bien y del mal' (Gen 3, 5). El hombre había caído en la tentación
para ser 'igual a Dios', aunque era sólo una criatura. Aquel que
es Dios)Hijo, 'no retuvo ávidamente el ser igual a Dios', y al
hacerse hombre se despojó de sí mismo', rehabilitando con esta
opción a todo hombre, por pobre y despojado que sea. en su
dignidad originaria.

7. Pero para expresar este misterio de la 'Kenosis', de Cristo,


San Pablo utiliza también otra palabra: 'se humilló a sí mismo'.
Esta palabra la inserta él en el contexto de la realidad de la
redención. Efectivamente, escribe que Jesucristo 'se humilló a sí
mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz' (Flp 2,
8). Aquí se describe la 'Kenosis' de Cristo en su dimensión
definitiva. Desde el punto de vista humano es la dimensión del
despojamiento mediante la pasión y la muerte infamante. Desde
el punto de vista divino es la redención que realiza el amor
misericordioso del Padre por medio del Hijo que obedeció
voluntariamente por amor al Padre y a los hombres a los que
tenia que salvar. En ese: momento se produjo un nuevo
comienzo de la gloria de Dios en la historia del hombre: la gloria
de Cristo, su Hijo hecho hombre. En efecto, el texto paulino
dice: 'Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el nombre, que está
sobre todo nombre' (Flp 2, 9).

8. He aquí cómo comenta San Atanasio este texto de la Carta a


los Filipenses: 'Esta expresión le exaltó no pretende significar
que haya sido exaltada la naturaleza del Verbo: en efecto, este
último ha sido y será siempre igual a Dios. Por el contrario,
quiere indicar la exaltación de la naturaleza humana. Por tanto
estas palabras no fueron pronunciadas sino después de la
Encarnación del Verbo para que apareciese claro que términos
como humillado y exaltado se refieren únicamente a la
dimensión humana. Efectivamente, sólo lo que es humilde es
susceptible de ser ensalzado' (Atanasio. Adversus Arianos Oratio
1, 41). Aquí añadiremos solamente que toda la naturaleza
humana (toda la humanidad) humillada en la condición penosa a
la que la redujo el pecado, halla en la exaltación de Cristo-
hombre la fuente de su nueva gloria.

9. No podemos terminar sin hacer una última alusión al hecho


de que Jesús ordinariamente habló de sí mismo como del 'Hijo
del hombre' (por ejemplo, Mc 2, 10.28; 14, 67; Mt 8, 20; 16,
27; 24, 27; Lc 9, 22; 11, 30; Jn 1, 51; 8.28; 13, 31, etc.). Esta
expresión, según la sensibilidad del lenguaje común de
entonces, podía indicar también que El es verdadero hombre
como todos los demás seres humanos y, sin duda, contiene la
referencia a su real humanidad.

Sin embargo, el significado estrictamente bíblico, también en


este caso, se debe establecer teniendo en cuenta el contexto
histórico resultante de la tradición de Israel, expresada e
influenciada por la profecía de Daniel que da origen a esa
formulación de un concepto mesiánico (Cfr. Dn 7, 13)14). 'Hijo
del hombre" en este contexto no significa sólo un hombre
común perteneciente al género humano, sino que se refiere a un
personaje que recibirá de Dios una dominación universal y que
transciende cada uno de los tiempos históricos, en la era
escatológica.

En la boca de Jesús y en los textos de los Evangelistas la


fórmula está, por tanto, cargada de un sentido pleno que abarca
lo divino y lo humano, cielo y tierra, historia y escatología, como
el mismo Jesús nos hace comprender cuando, testimoniando
ante Caifás que era Hijo de Dios, predice con fuerza: 'a partir de
ahora veréis al Hijo del hombre sentado a la diestra del Padre y
venir sobre las nubes del cielo' (Mt 26, 64). En el Hijo del
hombre está por consiguiente inmanente el poder y la gloria de
Dios. Nos hallamos nuevamente ante el único Hombre)Dios,
verdadero Hombre y verdadero Dios. La catequesis nos lleva
continuamente a El para creamos y, creyendo, oremos y
adoremos

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