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Los escritos de la Edad Mcdi• reflejan con más frecuen-
cia la imagen de la mujer que ha elaborado el imaginario mas- La mujer
culino, antes que la realidad de las acth~dades, las preocupaciones •
En este abrazo, cuyo protagonista es la espost, termina la de las emociones-y expulsa con el bastón a la falsa peregrúu, tnicn
avenrura de un cruzado, experiencia religiC?sa y mi~itar indivi- ':':as un dem~n!o, afrentado, observa la escena desde lo alto, prc
dual, finalmente compartida en un gesto que expl'esa la fuer- ctSarnente enctma de la gruta. El obserndor debe deducir que la
za de un afecto duradero y rcdproco. presencia del demonio es continua: hasta un gesro de cmdad pue-
de convertirse en ocasión de pecado, pero 13 victoria está asegu-
En ttrmplliiía átl áiablo rad~ si se ;nan~ene una vida ascética, evitando cualquier encuen-
El travestismo del diablo en una muchacha q e, en la bio- tro con bs muJeres.
gra[ía de un santo, se aparece en cierto momento para ¡oncr a prue- Igualmente habitual en la biografía de un santo es el acto
ba, a dura prueba, la virtud del p rotagonista, es un ópico en el de exorcismo. La presencia harto más numcro~a de poseídas,
cual no me detendré: ¡ne limitaré a un úrúco cjetop , un detalle ames que de poseídos, se explica mediante In conocida relación
d el fresco de L11 Tebaiáe, atribuid a a Buffalmacco e el Campo- mujer-diablo, que con tanta frecuencia lle vaba al espectador a
santo de P isa , alrededor de 1343 . Narra el dominico acepo P as- considera,· perfectamente na tur al el h e cho t!e que el babi tácu·
savanti que el maligno adoptó un día el aspecto tic na peregri- lo preferido del d emonio fuese el género fe m en ino. "Del lado
na, la cu:U, con su llanto, consiguió corunovcra un mo 'e (¡la noche 1 de lns mujeres ", la lar ga teoría de poseídas podría descifrarse
ero oscura y estaba llena de bestias feroces!). Una ve en la casa, 1
• como un síntoma de alienación e insatisfacción por el papel que
comienza la obra de seducción, en la que el eremita o cae por- la sociedad les había asignado. El momento ele la posesión dia-
1 ~ólica señala la posibilidad mágica de una liberación, aunque
que reconoce e~ngaño. En el fresco vemos los dOl¡ momentos 1
esenciales: primero, el gesto afccruoso del monje, que coge la ouno 1 sm consecuencias: todo exceso es atribuido al demonio y el exor-
de la viandante, particularmenle bella y de mirada i~ttensa (pero
¡ cis.ta reparador asegura el final feliz. Por un instante la mujer
cu'yas pezuñas negras d~nuncian su verdadera n alun,leza) mien- !' e~ unponante, protagonista de un advenimiento t>enciol, mien-
1
tras se dispone a hacerla pasaralinterior de l.a gruta, donde, impru-
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i
tras que al instante siguiente es una vida olvidada.
dentemente, se ha quitado el cerrojo a la puerta. L ego sigue la J!
derror.a del maligno: el cretri.ita.se asoma a un saliente1 de roca que Ln conárooáa y Slt casa
en parte lo protege - también el pa1saje a a mutación La misoginia que itispira la composición del gran ]uirio
... ~ . ..sc adecua 1
Univmal del ómpano de la iglesia de San J.-ázaro en Autun (siglo xn)
1
se destaca incluso por un beche cuantitativo: entre los elc"i·
-. dos hay dos mujores, mientras que entre los coodeuados ¡¡;,_
ran cuatro.
Únicamente mujeres alimentanEJlnfitrno, um clc.sm~'""""
cabeza de lobo de aftladísimos dientes, que las lleva en sus fau-
ces, mienrra~ diablos :umados de tridentes pinchan a las con.de-
• nadas en la insaciable garganta (fresco ele San m Mnria ,\bggio-
··- --
-Buffdm•cco, _...)._ re en ·!osea na (Viterbo], a cotnienws del siglo XIV). F.l pintor ha
sabido aprovechar el escaso espacio del pináculo del arco triun-
La~'tlúlt, dou!Jo: fal, colocando •·ertícalmente la cabeza del monstrUo, que de esta
Ej di 116 disfrazado
Jr ognna manera resulta más fiero y agresivo. Particularmente destacados
(ca~ !JI~3); r · · están los gestos de desesperación de las mujeres, cuyo velo blan-
· Pis•, t~•mpo<anto co denu ncia su calidad de monjas. Se lace rar:ín las mejillas e n un
mon ent•l. i ntencionndo llam amiento a la emotividad del observador, c¡ue lus
'Fntn ~ Jin"r::·o..- -
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438 •
-·
donante, Constanza, como la abadesa del monasterio benedicti-
no de Santa M•ria in Campo Mlrúo, Roma; se la ve (Constantia
nbatissn) junto a Do{(m)n]a Btnedictilla ancilla D(c)i ante la muraHa
de jerusalé n Celeste, donde, no por casualidad, aparece la Vugen
circundada por dos santas. En cambao, a punto de entr:lr encade-
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nado en el Infierno, arrastrado de los pelos por el ángel, esci q(ui)l
pntnl v(t}/1 marrtl maledil xic; ya dentro, empujados por Jos tri·
dentes que otros ángeles sostienen, se ve a los pn-iulror, hllmild-
dns, mulier 1 qui i11 [t}ldesia 1/oc(u)t(a), mer·eltrid- talvelata.
M1enrras las largas inscripciones que comentan las diversas
escenas del panel están en correcto latín, algunas c:n versos leo-
rúnos, el latín de las inscripciones infernales es ron sólo aproxi-
auativo, afín al iroli:wo. Me parece oír aquí las voces de los comi-
El ]11itio Uniwnal, det~lle: Ellnfil!'lno (•c¡¡uuda milali del sig!Ó Xl}. tentes que se preocupan por el destino de la.~ mujeres, en primer
Ciudod del Vaticano, Pinacoteca Vatkona, rabia, inv. N. 526. lu!f3r en sus correligionarias: en efecto, el r egistro lingüísti co se
ha hecho más vulgar (condicionado por el impacto con la reali-
dad: el futuro de horror representado, espejo de una conducta de
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454 "
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L .. M'UJt.R e:,:.: LAS L....-.Ac;Ef'.•ts, L.\ MYJI.lt L\iACD 1!. 455
~1
Ttmúmmt, siempre del siglo xrv, mujeres que se dedican a coser · pite! de la iglesia de Thines (Arrlcche), del siglo xa, un demonio ala-
vestidos, como apreud ices, junto a compaí'íeros de.crabajo varones, do acornpaila con un inscrumento de a~co la exhibición que realiza
- '
en la rienda de un sascre; son innumerables las ~epresencaciones en un acróbara de larguísima cabeUera: como el cazador que caza va-
las que se mu~tra a la ~ujer en un ho~pital-hospicio, djspuesca a •' :
j üéndose de ún pajarico amaescrado que sostiene con una cuerda , ,
llevar aüvio i 11Js enJermos haciéndoles la cama, ayhdándoles con la red y que, cancindo y inovi'endo las alas, da· la in1presión tiL
a al imcntarse o Clirbdolos. '· estar en libertad, así_también el diablo ~eva a la uanza a una jngla
Incluso en el ?~!soje agrícola, ~1 m:ís ~onservador, podemos resaque conoz.ca canciones, para que arrastre a otros "consigo"~ se
regiscrar novedades 3; :·.us crasladamos a la p;tlpitante vida de una .•." .
•:: afirrria en un manuscrito del sigl? XIU.
ciudad del siglo xi!!.l:: '-''-'ier aparece como 11Xoren el eiclo'ele los :;.J'
Meses -e!' donde 1 ~-., i:!::~do estaba proh.i]jida=- en la Fonfuna
Maggiore de P erug;,, :, : : ~Z), obra de Nicola y Giovaruú Pisano
-·.1!
1
El m-ipto•·ium familiar
' En una ciudad univer~itaria con un mercad o del libro en
' ebullic ión, como es la Boloni3 de los siglos XIli y XIV, ~e ha ras-
J. de Ries,
Qwm ve/u trea4o , en los recibos de pago o eñ contrai:os, -el nombr e de
tlt I'Histoi mucha s miniaturistas y calígrafos que, muchas veces pnra apren-
Mujn-prep der, trabaja n junto al marido o al padre, de quiene s aprend e-
unP nce.ta. n ti libro rán el oficio. Veomos una lisra: Donell a miniatrix, esposa de W1
¡, 17'.anll 1470}.
(71
Londres, Be •ósh miniar urista, es recorda da en llil porla venta.de una casa; ea
127 L-1272 la calígrafa Montan aria, mujer de Onesto , recibe el
Library, ms.
Roy:¡l 15 q ··
1, f. 18. · trabajo de manos del bibliotecario florenr ino Benciv enne; en
460
1275, en cambio, es un padre, Rodolfo Gandolfo, quien se a!red dor ~~ 13 cual se despliegan, discretas,l~s letra~ de su no,
preocupa por hacer copiar a su hija Anto11;ia; en 1279, Allcgra, bre, spsteniendo la mar:uia de ramajes enrrcla7ados.
e:>posa de Iván, promete a un carmelita copiar una Bibli:1 ente - .~.nur.~lmente, no puedo pasar por aleo a Chrisñnc de Piz• :t,
ra; y además se puede recordar, siempre en Rolonia, a Flandina la máif conocida de las esc:itoras laicas del medievo, autora de
di Tebaldino, oligr.úa, activa en 1268; en 1289, a Uliana di Ben- i1 mue as obra~ espléndidamente iluminadas, y elh misrna t·opi.-
venuto da Faenu, calígrafa; en !329, al matrimonio formado ra, q e logró, una vez viuda, mantenerse y m:u1tener con su acti-
por Branca y Anastasia, qui focitmt arum scribtndi. El fenóme- v:ida " su numerosa familia: sus clicnces er:L, mlembro~ de 'a
no de la colaboración familiar no se limita a Italia: a t:índo de casa cal o, en cualquier caso, personajes que se movían en el
e jemplo recuerdo, en Colonia, en el siglo xm, a la viuda Tu la ámbi de la corte. En muchas miniaturas se la ve trabajando
rubeatrix; en el siglo J([V, .Hilda o H i lla, mujer del n •iniaturis- IJlien as escribe y compone. Ya unos cuar enta nños >Hiles el Dt
taJoh:um, pin tora¡ y, en París, a fin<~lcs del siglo xm, UM pi n- d nrir frulieribu.r de Boccaccio (escrito en tre 1360 y 1362) había
tora, qtte colabora con su marido, Richard de Verdun, en la o fre9 o -con sus ciento cuatro biograñas de mujeres f>~tnos·•s
escucb de miniaturas fundada por el padr e Maestro Honoré; a par r de Eva-un amplio material para ilustrar todo un a!Ja-
e incluso la miniaturista T homasse que en 1292 vivía, seguimos nico ~¡e cualidades femeninas. La obra, traducida rápidamen-
en París, en la rue de Foin; y la miniaturista Boorgot, que, te a d versas lenguas vulgares1 nos ha llegado en manuscrit< s
junto a su padre, Jean le };oír, L"3lllbién él miniaturista, vivía, ricam·~•nte iluminados: no obstante h vena misógina que inlpre¡;-
alrededor de 1'3 58, en la rue Troussevache, en una casa que les na la e bra, que elogia ciertaS heroínas t:an sólo como excepciones
había sido otorgada por el rey.
- 1 1 que e nfinnan la regla, ellecror se familiariza con imágenes pos.-
\llás acabado recuerdo de sí misma nos ha dejado la minia-
1 civas le mujere5 activas y creadoras. J unto a escenas tradicio-
ntrist~ Clarici~, que se ha representado con su firma eu un sal- nales pe nna reina en el telar ayudada por criadas que tejen ,
terio de alrededor del año 1200, en el cual su sutil figura de hilan, podemos admirar a una bella dama ocupada en trazar el
jovencita de larga cabellera suelta y hermoso vescido con mangas dibuj 'preparatorio de un fresco (fig. pág. ant.), una esculton
arnplias, forma parte, con gran· elegancia, de una Q i niCial, de que e,¡~á poniendo fin a la losa funeraria de un a bella mucha·
la que constiruye la vir lr!}i lla; iltcl ina graciosamente In cabeza cha <911!"· p:íg. >ig), otra que pinta.al caballete un icono de In Vir-
gen, 1] ·entras tul ayudante (¡hombre!) le prepara los colores (lit,·
.. .
pág. ~ 3). ¿Son estas dos últimas imágenes una si mple ilustra- ·
ción 1texto? ¿O guardan algtma correspondencia con la re~
+
l lidad. Creo que la duda se.puedereso1ver i!lclln:ínclose por 1<
segun pa solución, dado que la miniarura del Taroinum sanitJ:-
q"·r
tis, reproduce una escena de la vida cotidiana por cieno n•)
condi1•ionada por modelo icoJ!?gráfico alguno, muestra la pre-
, sencia simulránea de hombres y.mujeres en el trabajo. Por oln
1
paree, una gran cruz procesional de plata, española, de comien -
zos d 1siglo xn, con figuras en relieve, nos brinda un te)timoniJ
Muj.r f"' p;,rw al fresco
. (siglo xv). de la ~ccividad de orfebre y escultora de una mujer. .En efect<J,
Giova.nni Boccaccio, Sanci~ Guiáitalvi ha esparcido las letras que la proclaman auto-
Lt litn du rltm u nah/t1 ro u n~~yor gloria del Salvador, como un deücado racimo en esp•·
¡!m'!11't.r: ..
. , P2n!l i · • ··. •.'
Biblloteca'~:iciba61¡ ms.
Ji
rnl a largo de toda la cruz, que retiene l:.rg"mcnce la atcnció••
del o ei"V\ldor. : . . l·
fr. 599, f. 53 v. . '·,;.. ..
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~-·~-.. - '
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1
Un tiempo para prosar biógrafos. Raimundo de Capu~ y Tomás de Antonio de Siena, lo)
Una mbla del siglo XIV, que representa a la beata Umilta muer- "Caffarini u, subrayaro n h autenticid ad de la misión profética, la
ta en L3LO, junto con lústorias de su vida, ilustra muy bien la vitb gran doctrina de la sama y las analogías con Juan, que predicó la
de: un convento, escandida por la lectura, la enseñanza docta, la buena nueva y"la compendió en el E•=geho. Este reconocimiento,
cscriwra. Se ve a la beata, abadesa y fundadora de las hermanas la aureola de los doctores y los pred.icac)orcs, se c.~tiendc también
vaUombrosanas, rettatncla leyendo en su celda, luego en el refec- . en el plano texrual a la sanca homónima , Catalina de l>Jejandría,
torio mientra! lee a las hern1anas, desde el púlpito, ./JJ.libro edi- cuyo culto co{loció una imprevista difusión en Occidente gr~cias
ficante y, por ú!cimo, ocupada en dicrar sabias enseñanzas a dos a los contactos que los cruzados establecie ron con tierras de
de ellas que, en_ cuclilbs, escriben con diligencia (figs. pág. sig.). ultramar. Un rasgo que las imágenes nunca dejan de destacar e:;
Es digno de observar que en esta escena situada en el cenero de la capacidad dialéctica de la santa reina, la habilidad para predí -
b rabb, donde se representa a Umilta de pie con la pe,queiia corní- car y cottvencer, gracias a su cultura, a los filósofos paganos
tt!mc, ésta tenga en la mano un libro, lo cual, en los siglo>••mte- in~:rédulos con quienes sostiene una triunf~l disputa. Así la vemos,
riores, era un atribu ro habitualm ente masculino. en el fresco del s·iglo XV de Pizzocorn o, de la abadía de San
A Catalina de Siena (1347-1380) se atribuye incluso la. tri- AJbcrto de Bu trio, allende el Po paviano, segura de sí misma con
• pie aureola o coroM. Esta santa, relacionada con la orden domi- el libro en la mano y el gesto admoniror, enfrentars e ella sob al
.nit=:~, es imerlocoro ra de pontífices: además de v1rgcn y mártir (por rer y al grupo d_e filósofos que inútilmente agitan, derrorados, otros
los sufrimient os padecidos y las tentacione s vencidas), también libros (fig. pág. sig.). Catolina de Sien<~, como prueba de su com -
es "predicad ora", hacicnrlo caso omiso de la prolubició n pauli- promiso religioso, cli¡,¡ió ser hermana de l:i penitencia , en b
na, scgtul la cual la mujer debe guardar silencio en público. Sus orden tercera de los dominicos, orden que hobfa hecho de la cul-
468 l
¡.¡opula hs proc lama como tales: incluso sama s locales, a vec :s
l¡ laicas, q e a menu do tiene n w1 culto limitado dent rn de las mur -
¡
II:LS de 1 ciud ad pero t¡ue conc emra n IJ segu ridad que otror a e
pedí as· ~·más a las simples muraUas, como santa Bona (mue rta <n
l ~ 208) ef Pisa, o santa F ina (mue rta en 1253) en San Gim ignan
;.
Estas -, nos enco ntram os ante un hech o nuev o--se conv iene.!
i en sí~~ lo cor1densado de concienciA cfvica.
11 • la tabla quep imóN icco loGc rinie n 1402 yque scco • -
¡ sc.r>'a e~ el Mus eo de San Gimi gnan o, se repr esen u a santa Fir a
en el ce~ltro con la repro ducc ión en pequ eño de la ciudad, en tal -
1 lO que a rvs lados se i!usa~n acon recim icnto s biogr áfico s y mib·
1 gros qu1: mues tran en qué medi da esraba J. san u involucrad~ , .,
1
1 la vida qe San Giru ignan o, del que se hace patro na rras minar IJ
• fama del¡p>Hrono anter ior, Gim ignano, que cal vez fuer:111n obi .-
PriJica d< Caialina 1 po, per~~ foráneo. Pero esta tabla no es un ejem plo aislado.
de Altpmdná (siglo XV). E~ los escu dos, las torre s, las band eras, la insig nia , ,
Pizzocomo, Ab~día de 1 Trev iso que flamea sobr e b torre m:ís alta, en la cons trucc ió11
San Alberto de llutrio, - l
frescos. Foto C.riplo. 1 d(, tuta i ~lesia todavía inacab~d~. en h gran ~~Up:llla que escan d•
!'
•
el trabajo, la ~raci.ón y las decisiones de la ciudJ d, se lee todo 1
l !
VIgor d la v1d~ Ciudadana. lnclu so un dens o grup o de ciud~.
dano s S I ~soma a la mura lla con actit ud supli cante . No se era· 1
rura el arma princ ipal para conv ence r y derr our a los herej es, y 1 tan sól~ de com itent es de una imag en de devo ción que ren¡;
en In cuoll~ sama enco ntró el espocio y la posibilidad de desarrollar
como t na a la santa prote ctora de la ciudad, ~ino que t:unbiü
sus grandes dores , en siutullia con la elección de la ot·de.n mi,m a.;
ellos haJp entra do en la pintu ra, fijan do para siem pre su propi 1
Lo difusión de la imag en de Ca calina de Siena cona ibuy ó a afirmar
conf ian¡ta y su prop io pedi do de prote cción . Sin emb argo , •
las prerr ogati vas de la sanca, que se acep tan a pesar de trarnrse de
itnag~¡e.xpresa tau1hién el n uevo conc epto Jc c.:iudad en · 1
\tna mujer. La o tra Cn\a lina, empe ñada en polémic~svictoriosas
• fortís imf nexo entre homb res y piedras, eno·e la activa prese ncil
cont ra los t:ultps - pero perd idos - filósofos paga nos.¡ efucr za en -
dt los 1abit'<~ntes y los edifi cios que la cons tituy en, pero tarr -
el imag inari o .coleccivo la idea de una muje r acciva ~n el cam [o
bién en ¡re la sant:• y la ciud ad a la que está llam ada a prote ge .
del saber y capa'z de afinn arse, no sólo medi :lllte el repliegue sobre
A ¡ti parecer, en esre s~gim.iento de ~~as fcme~asse pue-
sí mism a en 1.. humi llaci ón· y la obed ienci a.
de adve rar una lenta mutl crón de la coodtC!On de la mu¡er, que e·
· ' ' 1 la nuev1~·'época de los mercaderes" deseropeiia un papel más acri
~o y parj 'cipan.te en el pulso de la vida cc.>t1diana; por eso C~talü~:~,
Ln santa patrona
El desp egue de la era comu nal italiana tuvo como cons e-
mv~ o a Dros con gesto seguro, procl ama "suya" a Tr~viso.
cuen cia, entre ocras, el nacim iento de una religiosidad cívica, que
... ~Jspués de tanto s siglo s en los que el cami no pa~ecí,
llev" a los altar es san LOs nuevos a los que se reco noce un mayo r
• cerra d9 la muje r comi enzJ , en pleno medi evo, a cono cer, n'l
pode r par<! actua r e influir en la vida'de la ciudad y~ los que aho-
sólo en 1 ciclo sino tamb ién en la tierra , "la -...ia que lleva a h
• ra los fieles pued en invo car com o a comp~trious. Junco a santo s ciud ad• (F:dui:mis, 1O, 15).
(de sexo masc ubno ) se cano nizan much as saneas (de sexo feme -
nino), o, 3 falta de un verd adero proc eso cailónico; la devo ción